Contexto Ed. 64

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PERIODISMO UNIVERSITARIO

ISSN 1909-650X

El periódico de los estudiantes de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo

Medellín, marzo de 2018

No. 64

Distribución gratuita

Foto: Melissa Orozco Duque.

LLEGARON LOS VECINOS La llegada de miles de venezolanos a la ciudad está poniendo a prueba la famosa hospitalidad paisa e invitándonos a redescubrir los viejos lazos que nos unen con esa nación, pues hoy, ellos hacen parte del paisaje de nuestras calles y barrios de todos los estratos. A partir de la experiencia de la familia Guevara García, en esta edición de Contexto les ofrecemos una revisión a los datos y a los antecedentes históricos y culturales de esta relación binacional. Además, conozca los avatares de la lucha de las trabajadoras domésticas por la dignidad de su labor, ahora que la ley respalda el pago de primas por sus servicios. Entérese de quién fue la pintora Lola Vélez, cuál fue la importancia de su actividad

como artista y por qué su casa, en el centro de Bello, se salvó de ser demolida. Acompáñenos en un paseo por la calle Boyacá. Conozca la historia de Radio Bolivariana, que llega a sus 70 años como la emisora cultural con más sintonía en Medellín. Reviva los detalles del paso a la primera división del equipo Leones de Itagüí; y su debut frente a uno de los grandes del fútbol colombiano. Lea las experiencias de dos triatletas: una joven bolivariana que superó una lesión de rodilla, para llegar hasta Cartagena; así como la del hombre que participó en una de las carreras de resistencia más exigentes, y con una sola pierna, logró completar todo el recorrido.

Lea en Contexto

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Este tiempo

¿Hasta dónde llega el vestido? Antecedentes y datos que indican que no es un tema accesorio

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Este tiempo

Y usted, ¿botó su voto en las elecciones legislativas? Para tenerlo en cuenta los próximos cuatro años

14 y 15 Rastros

Pedaleando hasta Cartagena El reto era resistir y disfrutar


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OPINIÓN

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LA FALDA FUE EL MOTIVO Un comunicado con el que se pretendía ofrecer recomendaciones sobre la forma de vestir, durante las jornadas de clases, y que fue publicado en uno de los boletines electrónicos para los estudiantes de la Universidad Pontificia Bolivariana, suscitó una controversia, que desde el seno de la comunidad universitaria, alcanzó a la opinión pública de la ciudad y del país, especialmente, por vía de las plataformas digitales. Como respuesta a esta situación, a modo de protesta, en el campus se observaron a algunos hombres y a mujeres vestidos con falda; además, los estudiantes se manifestaron con varios letreros y con diferentes publicaciones digitales. Las expresiones motivadas por aquel contenido, que después las directivas de la Universidad reconocerían que fue erróneo, eran un nuevo episodio de una discusión de interés público sobre los derechos y la libertad, relacionados con la identidad de las personas, particularmente, con la de las mujeres. Desde Contexto abrimos varios espacios para la expresión de la comunidad universitaria sobre el debate en torno al vestuario, y sobre las cuestiones que aquel episodio debía convocarnos. Entre el 12 y el 20 de febrero, se hizo la convocatoria por medios electrónicos, y directamente se invitó a varios estudiantes, cercanos al debate, para que enviaran sus columnas. Compartimos con ustedes las opiniones recibidas. Por limitaciones de espacio, se incluyeron los apartes más destacados; los textos completos pueden encontrarlos en la sección Opinión, de nuestra página web: periodicocontexto.wixsite.com/ contexto.

¿Por qué callar? Valentina Cardona Ortiz / valentina.cardonao@upb.edu.co “La normalización del machismo genera repercusiones en todos los ámbitos de la vida de las mujeres: desde el desarrollo de su personalidad, hasta en el desempeño de su profesión. Según el último Informa de Desarrollo Humano (2015) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), ‘por cada ocho mujeres, con estudios superiores en Colombia, hay siete hombres

que han alcanzado el mismo nivel educativo’. No obstante, la tasa de desempleo en las mujeres es del 11,6 %, casi el doble que la de los hombres, que es del 6,6 %”. “(…) Es verdad que hay quienes dicen que el movimiento feminista no es más que una exageración o una estupidez pero, ¿no es una estupidez tener que anotar las placas del taxi, al que nos subimos, para mandárselas a algún amigo o pariente, por si algo nos sucede? O, tener que avisarles a los demás cuando llegamos a nuestra casa, después de una salida con amigos; si es que llegamos. Eso sí que es una estupidez. Me perdo-

narán ustedes, si mis palabras carecen de sutileza, pero es que la realidad en la que vivimos no es, para nada, sutil”.

Todo está basado en prejuicios Lady Johana Orozco Ortiz / lady.orozco@upb.edu.co “Está en nosotros, como comunidad educativa, preguntarnos: ¿en qué fallamos? Creo que la falla radica en recurrir a los prejuicios estéticos que se tienen

del vestuario, sin buscar soportes teóricos, que nos argumenten las concepciones establecidas sobre un “buen” manejo de las prendas de vestir. Debemos conocer cuál es el límite de nuestros saberes previos, antes de dar una opinión; más, si esta involucra a la cantidad de personas que alberga una universidad como la Pontifica Bolivariana (…)”.

Deseos en faldas Manuela Rendón Uribe / manuela.rendonu@upb.edu.co “El día que decidí apoyar el movimiento #UPBenfalda, no lo pensé demasiado. Tenía una motivación y, por extrañas razones, yo me sentía bonita con aquella falda, frente al espejo. Sin embargo, no me sentí tranquila, hasta pasar por la portería de la universidad: en el camino, dos hombres me escrutaron con su mirada, mientras esperaba el bus; en la estación, al abrirse las puertas del metro, un hombre se hizo, exactamente, detrás de mí; cuando ya estaba sentada, un joven levantó su celular, cada vez que yo movía, ligeramente, las piernas, y luego lo dejó estático, cuando me paré para bajarme en mi estación”.

CRÍTICA DE CINE

Paterson, emoción explícita Verónica Salazar Rúa / veronica.salazaru@upb.edu.co

Lo simple, lo cotidiano, lo de siempre. La rutina y su repetición, ya fueron elementos que vimos en películas como Groundhog day, y que muchos adoramos. Ahora, el director Jim Jarmusch quien, curiosamente, también trabajó con Bill Murray en Broken flowers, toma estos elementos “prestados” y se vale de su nueva película para presentarlos, como no pensábamos que fuera posible: en el proceso creativo de un poeta. Este poeta es Paterson. Sin embargo, él no es poeta de profesión, ese viene siendo su pasatiempo; Paterson se dedica a conducir un bus. En este espacio, vemos a través de sus ojos, pues él es un voyerista de las dinámicas humanas: se pilla detalles, escucha conversaciones fuera de contexto; y se inspira, en estas simples cosas, para llegar a su casa a escribir. Paterson vive con su esposa, quien es soñadora, tal vez, demasiado. Sin embargo, su sensibilidad con la vida, le da a este filme una emoción explícita.

Todo es tan “normal”, precisamente por eso, es fascinante. Recrea situaciones tan reales y naturales, que no tenemos más remedio que creernos todo; y dejarnos tocar por los sentimientos de Paterson. Su día a día está lleno de casualidades y curiosas coincidencias, que no caen en el error, en que suelen incurrir estas películas: la inverosimilitud. La película es un punto medio, entre la costumbre y los mínimos elementos que rompen el esquema; y en este caso, se trata de pequeñas situaciones, en las que se encuentra la poesía: una conversación ajena, una caja de fósforos, una canción, una persona nueva. Paterson es la película para fijarse en lo aparentemente pequeño. Adam Driver encarna a este conductor de bus y poeta, demostrando una pulcritud en su interpretación, que hace rato no veía en un actor. Su voz encaja muy bien en el protagonista, por ser gruesa y pausada, y deja ver matices que en Star wars, probablemente, no apreciamos mucho, dada la naturaleza de Kylo Ren. En cambio, con la interpretación de Paterson, se aprecia la sensibilidad que imprime en su personaje, lo que hace su actuación algo admirable. Por su parte, la actriz iraní, Golshifteh Farahani, interpreta a Laura, la pareja de Paterson. Es un ama de casa soñadora, que todos los días encuentra formas de llenar de arte la vida de su pareja. Es delicadísima, inspira ternura y cautiva un montón, incluso, cuando sus acciones no coinciden con lo que consideramos “sensato”. Su mirada dulce y su voz suave, resultan el coctel perfecto para hacer una película melancólica, sin melodrama; suena un poco a contradicción, pero esta película lo logra. El filme es un retrato sobre el protagonista, su pareja y la mirada de ellos hacia el mundo. Una historia minimalista pero nunca aburrida, con giros sutiles, pero siempre presentes. Con un carácter contemplativo que atrapa, pues al ver la película, no solamente vemos una historia de dos horas, nos convertimos en voyeristas y hasta admiradores de la rutina ajena.


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EDITORIAL

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SOMOS TENDENCIA, Y, ¿AHORA? periódico.contexto@upb.edu.co

Los acontecimientos recientes, relacionados con el debate político previo a las elecciones legislativas y presidenciales, están dando la razón a quienes anticipaban un escenario lleno de ruido mediático y pobre en discusiones de fondo. Deben llamar la atención los contrastes de la discusión para elegir a los legisladores, y la que se plantea para votar por el próximo presidente de la República. ¿Por qué se vota en cada caso? ¿Cuál termina siendo el principal motivante de la última decisión de cada sufragante? Incluso, cuando la opción es el voto en blanco, la nulidad o la abstención.

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En el primer caso, con un escenario con 2 742 candidatos, según la Registraduría Nacional del Estado Civil, es difícil establecer cuál es el factor preponderante, a la hora de que los votantes tomaran su decisión: ¿los aspirantes?, ¿su trayectoria?, ¿sus propuestas? ¿Por pura intuición? Es claro que las proposiciones no fueron el único factor, puede que por eso no se conocieron tanto como se quisiera. Entonces, ¿los demás elementos sí se conocieron? Se podría pensar en los partidos como la alternativa viable, para que todo ello se conociera, pero entre: las listas cerradas, las abiertas; las disputas

dentro de cada colectividad; las alianzas, pensando en la presidencia; y otras situaciones, es más lo que pasa desapercibido. Volver sobre el papel de los medios en esta situación parecería un lugar común, pero no lo es tanto, si se encuentran avances en la organización de foros y estrategias de cubrimiento periodístico para que se conozcan las propuestas. Es necesario que revisemos más el papel de los partidos y de la ciudadanía. Los electores, los medios y demás estamentos de la ciudadanía, tenemos el reto de mirar al Congreso, no solo en época de elecciones, para que no pase desapercibida su elección, su gestión y las novedades que, en torno a este órgano del poder, se suscitan; un ejemplo de esto, son las decisiones de la justicia, que anularon algunas de las elecciones de los congresistas, a muy poco tiempo de terminar su periodo de gestión. Todo esto se relaciona con el otro escenario, el de las elecciones presidenciales, en las que las figuras de los candidatos se convierten, a veces, en carta de presentación de quienes aspiran al legislativo: por el reconocimiento y la popularidad, que parecen funcionar por ósmosis en la política actual. En medio del preponderante papel de las plataformas digitales, apenas se asoman algunas propuestas concretas; muchas otras, solo aturden a golpe de tuits, aunque deberían tener más explicación. Pero esta película es de acción: el

que dijo, el que no contesta, el que hizo, el que acusa, el que califica y señala. Este es otro camino que conduce al destino que ya mencionábamos antes: la dilución de los asuntos de fondo, que se traduce en aplazamiento, y como se ha visto, en improvisaciones; cuando, en último término, como país tenemos que tomar decisiones que acaban tomando los que mandan; esos de quienes suele decirse: “son los mismos”, “trabajan para ellos”, “no les creo nada”. Las redes sociales parecen un lugar cómodo para delegar nuestras responsabilidades. El debate electoral no es la única discusión que resulta más vital en la virtualidad, que en la realidad. Con respecto a esto, se podrían enunciar varios asuntos relacionados con la vida en sociedad o con el cuidado del medio ambiente, con los que sucede lo mismo. Por ejemplo, y relacionado con el primer tema, se suscitaron, hace poco, algunas discusiones interesantes, con gestos simbólicos al interior de nuestra comunidad universitaria, como reacción ante una publicación en medios institucionales con algunas sugerencias para las mujeres, sobre el modo de vestir; que después la misma institución las explicó como erróneas. Todos estos temas son asuntos de gran trascendencia. Por ello, no es extraño que nuestros debates, en torno a estos, tengan un alcance global. Sin embargo, ¿sabemos qué hacer con tanta atención?.

Las redes sociales parecen un lugar cómodo para delegar nuestras responsabilidades. El debate electoral no es la única discusión que resulta más vital en la virtualidad, que en la realidad.

Miembro de la Red Colombiana de Periodismo Universitario • Rector: Pbro. Julio Jairo Ceballos Sepúlveda / Decano Escuela de Ciencias Sociales: Ramón Arturo Maya Gualdrón / Directora Facultad de Comunicación Social-Periodismo: María Victoria Pabón Montealegre / Coordinador del Área de Periodismo: Juan Manuel Muñoz Muñoz / Dirección: Joaquín A. Gómez Meneses / Redactores en esta edición: Manuela Rendón Uribe • Maria Camila Tamayo Tamayo • Sebastián Bedoya Gutiérrez • Daniela Velásquez Restrepo • María Camila Ramírez Cañón • María Camila Salazar Ruiz • Daniela Toro Arenas • Alejandra Ceballos López • Laura María Giraldo Rojo • Raúl Daniel Higuita Herrera • Jacobo Betancur Peláez • Melissa Orozco Duque/ Diseño: Estefanía Mesa B. • Carlos Mario Pareja P. / Diagramación y corrección de textos: Editorial UPB / Impresión: La Patria // Universidad Pontificia Bolivariana • Facultad de Comunicación Social - Periodismo / Dirección: Circular 1a No 70 - 01 Bloque 7 Oficina 401 / Teléfono: 354 4558 / Twiter: @ pcontexto / Correo electrónico: periodico. contexto@upb.edu.co / ISSN 1909-650X


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ESTE TIEMPO

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Los obstáculos de la dignidad doméstica

NUEVAS LEYES TODAVÍA NO GARANTIZAN LA DIGNIDAD PARA QUIENES HACEN LOS OFICIOS DE CASA Manuela Rendón Uribe / manuela.rendonu@upb.edu.co

Algunas mujeres son desmovilizadas, protagonistas vivas de la violencia rural; otras, viajan desde sus pueblos y buscan un trabajo, para enviar dinero a sus familias; hay mujeres sin estudios básicos; varias han sido violadas por sus empleadores; algunas son violentadas verbal y psicológicamente. Hoy, las empleadas domésticas luchan por su derecho a la dignidad humana y laboral. Carmenza fue despedida de su trabajo, en plena gestación de su hijo. Embarazada y sin muchas oportunidades, empezó lavando escaleras y limpiando la casa de su vecina. 10 años después, mantiene a su hijo y trabaja por días, entre 10 y 11 horas en las casas de familia, para suplir sus necesidades. Solo hasta el año 2017, algunos de sus empleadores decidieron pagarle la prima; que desde entonces, por ley es obligatoria. Patricia Rojas no pudo terminar sus estudios básicos, a causa de esto, trabaja desde los 13 años, en labores domésticas: lava, plancha, cocina y, a veces, trabaja en restaurantes. Tiene 40 años y ha trabajado para empleadores que han incumplido los horarios laborales pactados, la han sometido a tratos humillantes o, han omitido el pago de su subsidio de transporte y de sus prestaciones sociales. No es la única, como empleadas internas o, trabajando por días, en las rutinas de estas mujeres son frecuentes los episodios en los que se violan sus derechos. Las cifras de mujeres que se dedican al servicio doméstico en Colombia, fluctúan entre las 750 000 y 1 000 000 de mujeres. En contraste, son pocas las leyes que protegen sus derechos laborales. Solo hasta 2012, Colombia ratificó el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), bajo la Ley 1595 del 2012, en el cual se aprobaban “diversas proposiciones, relativas al trabajo decente para los trabajadores domésticos”. Posteriormente, en la búsqueda de una igualdad frente a los demás trabajadores en Colombia, se aprobó la Ley 1788 de 2012, con la que se buscaba “garantizar y reconocer el acceso en condiciones de universalidad al derecho prestacional de pago de prima de servicios, para las trabajadoras y los trabajadores domésticos”. No obstante, los términos obligatorios de la ley, hay empleadores que omiten esta exigencia. Hay mujeres como Carmenza que tuvieron que actuar por su cuenta: “Opté por pagar directamente mis prestaciones, porque nadie me ha vinculado; si quiero vacaciones, debo dejar de trabajar y nadie me paga”, cuenta ella. Muchas de las empleadas domésticas desconocían la legislación y, por ende, sus derechos. Doña Alba Nury lleva más de diez años laborando como empleada doméstica. Ella se enteró, hace poco, de los beneficios que la ley

pago, y está la misma discriminación y explotación laboral”. Ella explica que la diferencia es que ahora puede ver a sus hijos en la noche y darles un poco de “calor de hogar”. Que el servicio doméstico ocurra a puertas cerradas, dificulta que este tipo de labores puedan ser reguladas por entidades externas; sin embargo, con el trabajo conjunto de la Escuela Nacional Sindical (ENS), la fundación Bien Humano y la Unión de Trabajadoras Afrocolombianas del Servicio Doméstico (UTRASD) se está gestionando la formulación de un proyecto, para crear una organización que vele por sus derechos. “En este caso, las trabajadoras domésticas están solas, con estas carencias en el ámbito privado, donde manda otra persona; por ende, la materialización de sus derechos es mucho más complicada”, explicó Andrea Londoño. Las empleadas domésticas tienden a hacer labores extra para cubrir sus necesidades básicas, que sus sueldos no logran amparar. Foto: Manuela Rendón Uribe.

le garantiza; sin embargo, prefirió callar, pues “uno se tiene que quedar callado porque necesita el trabajo”. El miedo es un rasgo común, y por eso Carmenza y doña Alba prefirieron ser identificadas en esta historia, solo con sus nombres. Andrea Londoño, coordinadora del proyecto Hablemos de empleadas domésticas, afirma que “seguramente aún hay trabajadoras domésticas que no conocen esa nueva reglamentación. Sin embargo, confiamos que con las campañas que hemos hecho nosotros, el Ministerio de Trabajo y los medios de comunicación, creemos que la cantidad de empleadas domésticas que no conocen esta nueva reglamentación son ínfimas”. Andrea comprende las posturas de Carmen y Alba Nury, entiende que temen que sus derechos sean entendidos como demandas exageradas o indebidas. “Les da temor porque se sienten desprotegidas”, explica la coordinadora del proyecto, apoyado por varias organizaciones no gubernamentales y del sector cooperativo, para el fomento de los derechos de las trabajadoras domésticas.

“No es vivir, es subsistir” María Roa es una mujer afrocolombiana, que no le tiene miedo a la palabra negra. Orgullosa de sus raíces y proveniente de Apartadó, llegó a Medellín,

por causa del desplazamiento, en busca de mejores condiciones de vida, pero sus oportunidades parecen reducirse, pues no encuentra muchas opciones laborales: “Yo no escogí ser trabajadora, pero cuando llegas a la ciudad, lo primero que te brindan es el trabajo doméstico”, explica. Esa es la historia de muchas mujeres en Colombia. María ingresó como empleada doméstica interna a una casa de familia en El Poblado, sin embargo, a diferencia de lo prometido por sus empleadores, trabajaba más de 12 horas diarias, cuando la ley solo permite 10. Además, en varias ocasiones recibió tratos que la hicieron sentir excluida y discriminada por ser mujer, por pertenecer a un grupo étnico, ser víctima de la violencia y dedicarse al empleo doméstico. “Te toca dormir en una habitación para una cama pequeña, que queda en el patio y donde debes dormir con el animal que tengan; donde la cuchara, el plato y el vaso son separados de los demás; donde no puedes comer en el comedor, sino en la cocina o el patio; donde no puedes comer lo mismo que tú cocinaste; donde hay casos en los que el patrón te obliga a estar con él, solo por ser la empleada doméstica”, cuenta María. Cinco años después, de ser humillada y discriminada, María decidió dedicarse a las labores domésticas por días. “La cosa no cambia mucho, es mal

Una cuestión salarial A los hechos de trabajar sin ninguna prestación y por menos de un salario mínimo, es necesario agregar: los desgastes físicos, los maltratos físicos y psicológicos de los jefes; las horas extra laboradas sin pago y los larguísimos viajes, que algunas hacen, para llegar a sus trabajos. Ante la desinformación de las empleadas sobre cuánto, o cómo pueden cobrar (la tarifa mínima por día es de $ 33 321), Londoño explica que, “a las trabajadoras domésticas se les debe pagar el salario por día, únicamente relacionado con su salario y su subsidio de transporte; por otro lado, debe estarle cotizando sus prestaciones sociales y todos sus aranceles”. Varias son las voces que se escuchan, en la lucha por la dignidad humana de estas cenicientas. La mesa tripartita, conformada por el Gobierno, los empleadores y las empleadas, con el objetivo de hacer seguimiento al convenio 189, está a la espera de una agenda de trabajo conjunta. Mientras tanto, la Fundación Bien Humano, una de las organizaciones que promueve el proyecto Hablemos de empleadas domésticas, y UTRASD, encaminan sus próximas luchas a la reducción de las horas laborales de las empleadas domésticas internas, de diez a ocho horas; un gran paso que se debe a aquellas voces que, casa por casa, apenas empiezan a escucharse.


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RASTROS

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En Bello, una nueva disputa por el patrimonio cultural

A LOLA VÉLEZ Y A SU CASA NADIE PODRÁ DEMOLERLAS Maria Camila Tamayo Tamayo / maria. tamayot@upb.edu.co

Gestores y defensores del patrimonio cultural de Bello lograron que se escucharan los llamados a detener la demolición de la casa, que fuera taller y escuela, de una de las artistas plásticas más importantes de la región y, para muchos, del país. En pleno centro de Bello, a 200 metros del parque Santander, rodeada de edificaciones, y justo detrás del Monumento a Marco Fidel Suárez, se visualiza una casa esquinera, de grandes tapias viejas, con entechado de tejas, con enormes puertas y ventanas. Prueba que, aunque sean escasos, aún hay trozos del siglo XIX, en el Bello moderno que concentra cientos de edificios. Un cartel amarillo de demolición contrasta con los colores blanco y café que tiene la casa. Para muchos, este cartel no corresponde con la historia, que estas viejas tapias guardan, y mucho menos, con la riqueza patrimonial y cultural que, durante décadas, forjó su moradora y dueña, la pintora bellanita Lola Vélez. En esta casa, de más de cien años, nació la mujer que llevaría con orgullo el nombre de su pueblo, por todo el país y por muchos lugares del mundo. María Dolores Vélez Sierra, más conocida como Lola Vélez, fue la encargada de volver su casa un estandarte de la pintura en la ciudad y en la región. Además, la convirtió en una cuna de artistas, quienes veían en el arte la única forma de entenderse con el mundo, y expresarlo a la gente.

Un poco de Lola Vélez Sierra La pintora, que viajó en 1950 a México y se especializó con el muralista Diego Rivera, dominaba la técnica del fresco, la acuarela en tela, el mural y las emulsiones al huevo. Pero la técnica no fue la única que dio reconocimiento a Lola Vélez, los temas que retrataba con cada pincelazo, la hicieron ser amada y rechazada. María Dolores Vélez pintaba flores, vírgenes y santos, pero, también, retrataba cuadros profanos, mujeres desnudas y gamines. Lola no tenía fronteras entre la vida y el arte, para ella, ambas cosas se mezclaban, hasta no poder establecer las diferencias. Al regresar de México, Lola Vélez entró a trabajar en Fabricato y aprovechando su don de gente, quiso transmitir sus saberes pictóricos, a quienes la rodeaban, principalmente a los obreros y a sus familias. Relacionarse con las personas del común, le permitió a Lola desarrollar técnicas, para que esa gente ajena al arte, se sintiera atraída por esa otra forma de mostrar su realidad; y que con esto se gestara, dentro de su pequeño Bello, una cuna de artistas e impulsores culturales.

Lola Vélez se caracterizó por ser una mujer que vivía por y para el arte, pues en este veía, no “una simple moda, sino un compromiso de carácter estético y político para cambiar la realidad” que enfrentaba diariamente. La artista se ganó el reconocimiento de muchas personas, de todas las clases sociales; a Lola la conocían desde la élite antioqueña, que siempre buscaba tenerla en sus reuniones sociales, hasta los obreros de Fabricato, que alguna vez fueron sus alumnos. En medio de ese amor por el arte y la gente, Lola convirtió su casa en un lugar donde convergían todo tipo de artistas, de diferentes lugares. En este sitio, donde nació, pintó y murió, Lola dejó sus obras, de gran valor cultural para el municipio y la región.

La casa de Lola Su hogar, una construcción de finales del siglo XlX, sigue un diseño tradicional. En el centro hay una fuente y un jardín, rodeado de habitaciones, salas y, por supuesto, del centro de creación artística de Lola, que era tan tranquilo y natural, como los tres árboles que hay dentro de la vivienda. La casa de Lola es, sin duda, una más de sus obras. Dentro de esta hay tres pinturas, con la técnica del fresco (aplicación de pigmentos minerales disueltos en agua, sobre un muro, con mortero de cal aún fresco), que son incalculablemente duraderas y que solo pueden ser retiradas, si se desprende el yeso sobre el que están pintadas. Para Héctor Arias Múnera, secretario de Cultura de Bello, la antigüedad, el diseño y, principalmente, las obras que posee esta casa, son las que la convierten en un patrimonio urbanístico, arquitectónico y cultural, en pleno centro histórico de Bello.

La demolición En 1990, cuando la artista Lola Vélez aún residía en el domicilio, este fue añadido a la Lista Indicativa de Candidatos a Bien de Interés Cultural (LICBIC) del municipio de Bello. Lo que significa que la casa será un objeto de protección y conservación, durante la vigencia del Plan de Ordenamiento Territorial, porque “cuenta con el reconocimiento, por parte de la comunidad, al permanecer en la memoria colectiva por su significado, o por haber sido, por ser marcas o hitos

La arquitectura, varias obras pictóricas en las paredes y hasta el diseño del jardín interior, hacen parte del conjunto patrimonial de la casa de la artista Lola Vélez en Bello, Antioquia. Foto: Guillermo León Aguirre.

urbanos”, según explica Manuel Arango Londoño, colaborador del Centro de historia de Bello y su revista Huellas de Ciudad. Ello permitía visualizar una larga conservación de la casa. El 23 de marzo de 2005, Lola Vélez no embelleció más este mundo con sus pinturas. A sus 85 años, y a causa de un coágulo, María Dolores Vélez trasladó el estudio de su casa, a un lugar donde posiblemente, aún sigue pintando. La casa pasó a manos de sus hermanos, quienes, años después, intentaron desafectarla, es decir, sacarla de la Lista Indicativa de Candidatos a Bien de Interés Cultural (LICBIC). Dicha petición, no fue aceptada por el Consejo Departamental de Patrimonio, y la familia Vélez Sierra optó por vender la propiedad a un tercero. El secretario de Cultura de Bello afirmó que el nuevo dueño, un comerciante local, recurrió a la oficina de Planeación y a la Curaduría Primera de Bello y solicitó una licencia de demolición, alegando que, si bien la casa está en la LICBIC, nunca se concluyó el proceso, según el cual, seguido de la inclusión, el Consejo Departamental de Patrimonio emite un concepto sobre la declaratoria de Bien de Interés Cultural (BIC) y crea un Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP) sobre el inmueble; acto que debe hacer efectivo el alcalde del municipio. Con base en estos argumentos, al propietario se le otorgó la licencia de demolición. Los vigías del patrimonio, junto con otros artistas y algunos sectores de la comunidad, se manifestaron, ante el inminente peligro que implicaba el letrero amarillo, que pendía de la casa

donde, años atrás, solo se colgaban obras de arte y sueños. Frente a este llamado, el alcalde César Augusto Suárez tuvo que ponerse al tanto y, como autoridad competente, detener la demolición y suspender la licencia.

¿Qué pasará con la casa? El coordinador de la Oficina de Patrimonio de Bello, Guillermo León Aguirre, explicó que, acogiéndose a la protección que brinda la ley a los Bienes de Interés Cultural (BIC), adoptados en el Plan de Ordenamiento Territorial de 2009, la demolición no se llevará a cabo. Por el contrario, la Administración municipal está negociando, con el actual dueño, para llegar a un acuerdo, para adquirir la casa de la artista e intervenir, con un Plan Especial de Manejo y Protección, su deteriorado estado. Si la negoción es efectiva y la Alcaldía de Bello logra comprar el inmueble, este pasará a formar parte de un proyecto llamado Bulevar de la cultura, en el que se incluirá a la casa de Lola Vélez, los talleres del ferrocarril, el parque Santander, el parque Andrés Bello y la avenida Suárez, hasta llegar a la Casa de la Cultura de Bello. Mientras el letrero amarillo desaparece definitivamente de la fachada de aquella vieja construcción de tapia, los artistas siguen surgiendo, en cada rincón de Bello; y los impulsores de la cultura piensan en hacer de esta casa un museo, en honor a Lola Vélez Sierra, quien tanto honor le brindó a la ciudad.


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ESTE TIEMPO

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Análisis y datos que indican que no es un tema accesorio

¿HASTA DÓNDE LLEGA EL VESTIDO? Sebastián Bedoya Gutiérrez / Redacción Contexto

El debate por las motivaciones de una comunicación, que hacía recomendaciones sobre el vestir a la comunidad universitaria, es otra manifestación de un fenómeno que tiene antecedentes y alcances mayores, que lo que se pretende definir al enunciar una “cuestión de gustos”. El esplendor de la actividad industrial, a mediados del Siglo XX, aumentó las dinámicas de consumo. Frente a estas, los movimientos contraculturales reivindicaron el papel de las personas, como factor de cambio, y cuestionaron muchos modelos culturales y morales establecidos. Las mujeres fueron grandes protagonistas en estos fenómenos. La violencia y la destrucción que generó la Primera Guerra Mundial (1914-18), las llevaron a ocupar escenarios diferentes a los del hogar. Décadas más tarde, en el marco de un nuevo conflicto bélico mundial, se hizo plausible el hecho de que, más que un símbolo de pureza y reserva, sus cuerpos y sus voces eran oportunidades para manifestar y promover sus derechos. Con su participación en la política, hasta en la moda, ratificaron sus cuestionamientos a la hegemonía patriarcal. Cercana a las nuevas expresiones del poder femenino en Europa y Estados Unidos, en Medellín se oían, con voces propias, las mismas proclamas: la de María Cano, cuya actividad en la política hizo palidecer a la hegemonía conservadora, de la primera mitad del siglo XX; la de Betsabé Espinal, líder de las obreras textiles en la protesta contra las condiciones degradantes de trabajo, como lo registra el libro Moda femenina en Medellín. Aportes de la moda al ideario femenino en Medellín, de 1900 a 1850. A la sombra de las historias de estas mujeres, más visibles, permanecen muchas otras, que le dieron sentido a aquellos liderazgos: mujeres violentadas por ser diferentes, o por sus estilos de vida, en general, incómodos a la vista de los criterios morales dominantes, sobre el mal llamado: “sexo débil”. El vestir es uno de los ámbitos de la vida en sociedad, con más evidencias de las transformaciones antes mencionadas y los conflictos relacionados con estas. La falda ha sido protagonista, desde que las señoritas, de la alta sociedad medellinense, empezaron a usarlas para jugar al tenis; con lo que empezaron a abandonar el tortuoso corsé, pasando por las primeras antioqueñas que emularon a la famosa modelo Twiggy, quien hiciera famoso el look de la minifalda.

La historia, para entender Mudar lo cultural no es tan sencillo como un cambio de vestuario. En medio hay hechos dolorosos, que ilustran el alcance de las concepciones culturales y morales que rodean el vestir; de

lo que sucede cuando estas se cruzan con otros conflictos de la vida en comunidad. La historia, mediante el vestir, puede mostrar el origen de las preconcepciones y los juicios que se han construido en Medellín. Para empezar a construir respuestas y así comprender, se realizó una búsqueda de archivos sobre nuestro pasado; que resultó muy ilustrativa. Este rastreo ayudaría a contestar ciertos cuestionamientos: ¿cómo es posible que, a partir de las preconcepciones en relación con el vestir, hayan manifestaciones de todo tipo?, incluyendo las violencias sutiles y otras célebres por su brutalidad. Los documentos consultados en el Archivo Histórico de Medellín revelaron, por ejemplo, un caso ocurrido en 1939, en el que la señorita María Antonia Cano aseguró ante el despacho del alcalde de Medellín de ese entonces, el señor Félix Mejía Arango, que el joven Luis Tirado, hijo del entonces miembro del concejo municipal, Justo Tirado, la perseguía con gran frecuencia, cuando ella llevaba puesto su uniforme de tenis; que constaba de “dos piezas semicubiertas, de las que resaltaba su falda blanca”. La denunciante contó que el joven “la esperaba en la esquina de su casa para tratar de acceder carnalmente a ella”, según la declaración, que hoy está en el folio número 249 r-v de 1939. Los documentos cuentan que el caso se resolvió a favor de la mujer, con una advertencia a Tirado: “que si se vuelve a acercar a ella, se le cobrarían $ 25 de multa, por “visitas inapropiadas” a una joven casadera”. Décadas después, en los años sesenta, los términos “mujer de vida horizontal” o “mujer de baja conducta”, etiquetarían los prejuicios asociados al vestir, entre otras cosas. Tal es el caso de una mujer joven, cuyo nombre no se registra en los documentos históricos, agredida por miembros de la fuerza pública, que denostaron de ella, acusándola de ser trabajadora sexual, por llevar encajes y minifalda, mientras esperaba montada en la motocicleta, de quien sería su compañero sentimental. En un informe del Radio-Periódico El Clarín, ubicado en el Archivo Histórico de Medellín (tomo 28, de 1960), se afirma que la mujer, a quien se le “veían cosas no dignas de una dama”, fue abandonada en el sector de Castilla, tras dar captura al hombre con el que iba, por supuestos indicios de porte ilegal de “sustancias prohibidas”. El relato periodístico afirmó que: “Si Toro Pérez (el supuesto oficial de tránsito que los detuvo) no hubie-

ra intervenido a tiempo, a la mujer se le pudo haber visto mucho más”. El vestir se usó como justificación, no solo para los insultos de los policías, sino, también para terminar abandonada, en un sector peligroso de la ciudad. La versión periodística etiquetó a la muchacha como la “mujer de vida horizontal que llevaba falda corta”. El caso que registran los documentos del tomo 362 de 1969 del AHM, incluye, además, lo que puede interpretarse como el síntoma de hastío, y que es evidencia de la recurrencia de situaciones de acoso, en una Medellín más “de avanzada”: María García Ochoa, una mujer casada, con 19 años de edad entonces y dedicada al “oficio doméstico”, fue detenida por haberle ocasionado, al carnicero Darío Sierra Zuluaga, una herida con la punta de su tacón. Ella afirmó que el carnicero la tocó, le silbó y le dijo un piropo, de tan mal gusto que, al ver que nadie defendía su honra y buen nombre, decidió golpearlo con su tacón, para demostrarle su desagrado ante su comentario callejero. Dice la nota periodística que “al pobrecito Darío” le fue valorada la herida en la Policlínica Municipal, donde manifestó su queja, ante tan “agreste y peligrosa dama”, quien pasó la noche en el calabozo del “Permanente Norte”, donde fue llamada como “la Mujer del Pobrecito Darío”, a quien ella había ocasionado “daños morales e irreparables vejámenes sociales”. La tendencia, que dejan en evidencia los registros históricos, se ha acentuado y la calle es de los principales escenarios, en los que se amenaza la seguridad y el cuerpo de las mujeres: según la más reciente Encuesta Nacional de Demografía y Salud (2015), “el 17.9 % de las mujeres, entre 13 y 49 años, manifestó que las habían tocado o manoseado, sin su consentimiento. El 35.3 % de los casos sucedieron en sus casas, el 26.6 % en la calle, el 17.7 % en el transporte público, el 16.8 % en otro lugar y el 4.5 % en la institución educativa”. Es claro que las reacciones, como la de María García en el año de 1969, hacen parte del panorama de una ciudad en la que, por conflictos de

Imágenes: Margarita Restrepo.

convivencia, ocurren tres de cada diez muertes violentas, según datos de la Alcaldía de Medellín de octubre del año 2017. De hecho, el 10 %, de las cerca de 2 200 personas que contestaron la encuesta de cultura ciudadana, hecha por el gobierno local en el año 2017, indicaron que usarían la violencia, para responder contra una ofensa a su honor; las personas entre los 14 y 15 años que contestaron lo mismo, representaron una cifra del 14 %. La organización Stop Street Harassment define el acoso sexual callejero como: “Palabras o acciones, no bienvenidas por parte de personas desconocidas en espacios públicos, que están motivadas por el tema de género e invaden el espacio emocional y físico de una persona, en una forma irrespetuosa, espeluznante, sorprendente, miedosa, o insultante”. En las circunstancias que describen las cifras indicadas antes, estas situaciones resultan más que una ofensa al honor y a la honra; significan un problema de seguridad e integridad, en el que el vestir y nuestras concepciones sobre ello están relacionadas.


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La realidad de la vida laboral de la mujer en Colombia

ENTRE LA UNIVERSIDAD Y EL TRABAJO HAY UN GRAN ABISMO Daniela Velásquez Restrepo / daniela.velasquez@upb.edu.co

En el país, las mujeres aportan más estudios a su hoja de vida, pero quienes obtienen el empleo y los salarios altos son los hombres. Una sociedad que todavía se muestra reacia al cambio, a pesar de la ola de títulos femeninos y los fallidos intentos gubernamentales de mermar las diferencias. Los últimos años han sido importantes para la evolución del papel de la mujer en la sociedad, y en general, la equidad de derechos entre géneros. No obstante, persisten problemas para que las condiciones sean realmente equiparables, en la vida laboral colombiana. Las normas que buscan abrir espacios en esos ámbitos para las mujeres, no han tenido el efecto esperado y se han tachado de discriminatorias. Las cifras muestran que, visto desde las tendencias mayoritarias, las mujeres estudian y los hombres trabajan. La primera mujer que ingresó a la educación superior en Colombia, lo hizo en el año de 1935. Luego, en 1965, la mujer aumentó su presencia en un 23 %, que subiría después al 36 %, en 1975 y, por último, en un 49 %, en el año de 1985; de acuerdo con un informe del proyecto Fortalecimiento de la Equidad de Género en Educación Superior, hecho por la Universidad Central entre 2011 y 2015. Según el Ministerio de Educación Nacional, por medio del Observatorio Laboral para la Educación (OLE), que hace seguimiento al número de graduados en el país, entre el año 2001 y el 2013, hubo 2 642 709 titulaciones, en instituciones de educación superior; de las cuales, el 45.5 % fueron para los hombres; las mujeres recibieron el 54.5 %. En el año 2017, las mujeres llegaron a dominar cerca del 60%, de la presencia en las universidades, siendo los hombres los mayores desertores. El crecimiento de las mujeres en la educación superior va más allá del pregrado, los datos del Ministerio de Educación indican que las mujeres corresponden al 60.4 % de los estudiantes de las maestrías y un 61.4 % a las personas matriculadas en los doctorados. Pero las cifras del DANE señalan que, de mayo a julio del año 2017, la tasa de ocupación de los hombres fue de 76.6 % y la de las mujeres del 54. 5 %, una diferencia considerable, que pone en evidencia un problema latente, sobre las dificultades de las mujeres para conseguir empleo.

Leyes por las mujeres, ¿ventaja o desventaja? El Gobierno colombiano ha promulgado leyes, en un intento por igualar esta situación, evitar el desequilibrio y la discriminación laboral, por razón del género; entre las cuales se encuentran: la Ley de Cuotas (581 de 2000), la Ley de la Mujer Rural (731 de 2002) o la Ley 823 de 2003. No obstante, algunos analistas interpretan estos mecanismos, como componentes de discriminación, que se sustentan

sobre una concesión, pero no sobre una conciencia real de equidad. Según Claudia Avendaño, historiadora, magíster y doctora en Filosofía: “El problema de las mujeres es pensar en términos de discriminación. La legislación que dice que el 33 % de los cargos públicos deben ser ocupados por mujeres, es discriminación. El cargo se debe dar, no porque haya una legislación, sino, por méritos, por ser el más competente y con mayor capacidad”. Las cifras que publica el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), dan muestra de la poca efectividad de dichas leyes: en el último trimestre del año 2017, la tasa de ocupación de los hombres fue del 70.2 % y del 54.9 % para las mujeres. Según estos mismos datos, en el trimestre de octubre – diciembre del año 2017, para el total nacional, la tasa de desempleo fue del 8.5 %; para las mujeres fue del 11 % y para los hombres fue del 6.6 %.

¿Qué pasa realmente? Durante una conferencia en la Universidad Pontificia Bolivariana, sobre el papel de la mujer en el periodismo deportivo, la periodista Liliana Salazar afirmó que la discriminación es mental; ella reconoció la existencia del machismo, en un gremio como el que ella integra, pero en su concepto, mientras se tenga el conocimiento, nadie puede contradecirlo, aunque a la hora de cometer un error, especialmente en el periodismo, en las redes sociales van a discriminarte, por el hecho de ser mujer. Concluyó diciendo, que la discriminación existe en el ámbito laboral colombiano, pero no significa que una mujer preparada no pueda conseguir empleo. Jhon Jaime Osorio, reconocido periodista deportivo colombiano, dijo que, en este tipo de periodismo, las mujeres necesitan prepararse “tres veces más que un hombre, para que le crean”. Los sectores típicamente masculinos son los más reacios a los cambios, cosa que está unida a los factores culturales. Osorio sostuvo que el cambio de esos elementos es lento y requiere un sacrificio particular de la mujer, pues la mejor estrategia para triunfar en labores denominadas masculinas, es la preparación. Este es uno de los puntos más importantes: mayor preparación significa alargar los estudios. Las desventajas laborales que tiene la mujer, se comprueban con las cifras presentadas antes. La hoja de vida con diferentes títulos es, para las mujeres, el seguro para tener un empleo y un buen futuro.

De acuerdo con el DANE, las cifras de ocupación son más significativas o agudas, en unos sectores que otros; sectores como los de la ganadería, la agricultura y la pesca, se reflejan predominantemente masculinos, situación que, en general, alcanza a los sectores primarios de la economía. Por otro lado, los sectores que tienen que ver con el comercio, la hotelería y los servicios sociales, están más abiertos a las mujeres, indicios de que la contratación en el país tiene que ver con las percepciones tradicionales del oficio y la disposición para romper paradigmas o tradiciones. Según Claudia Avendaño, para un hombre es más fácil salirse de sus estudios y emprender un negocio con éxito. Explica que ello, en parte, se debe a que nuestra sociedad, de diversas maneras, le da la seguridad al hombre de hacer lo que se proponga y a la mujer no. La culpa de la discriminación no es exclusivamente masculina, es cuestión de crianza, de la cual, las encargadas son las mujeres, aclara Avendaño.

Hablemos de feminismo Para Alejandra Restrepo, abogada especialista en Derecho Laboral y activista de los derechos de la mujer, es necesario hablar de una nueva ola del feminismo. Según ella: “En el inicio de la defensa de los derechos de la mujer, muchos años atrás, era necesario hablar en términos de leyes que respaldaran la notable discriminación, pero en la actualidad, cuando la educación es un ámbito mayoritariamente femenino, hablamos de unas generaciones capacitadas; ahora necesitamos dejar de lado esas creencias de obligar una empresa a contratar mujeres, únicamente por su sexo, porque nos muestra débiles”. Y Restrepo complementa: “Cuando tú estás capacitada y eres buena en lo que haces, vas a tener éxito, sin importar que seas mujer. Pensemos en términos de ventaja y no de desventaja, las mujeres somos más responsables y organizadas, una ventaja grande en el ámbito laboral”. Alejandra Restrepo plantea que la nueva idea del feminismo no está concentrada en la igualdad de géneros, sino en un cambio social, desde las bases culturales; labor que requiere persistencia. Motivo por el cual, las leyes o cualquier otro mecanismo coercitivo, resultan inconvenientes para propiciar un cambio social genuino. Según la socióloga Patricia Restrepo, el feminismo y los derechos de la mujer tienen que estar enfocados a la defensa de las mujeres, en términos de toma de

Las condiciones no resultan equitativas aun cuando las mujeres llegan a nuevos ámbitos laborales. Foto: Manuela Rendón Uribe.

decisiones, de salud, de eliminar la violencia intrafamiliar y hasta de desdibujar los roles establecidos por la sociedad; mas no en conseguir méritos que no han sido ganados. “Las únicas encargadas de cambiar cualquier tipo de discriminación somos nosotras, desde el seno de la familia, criando a los hijos, para que respeten el trabajo de una mujer”, explica la socióloga. El asunto no es exclusivo de Colombia, en todo el mundo hay corrientes de opinión que ponen en debate el real ejercicio de los derechos de las mujeres, entre ellos, la equidad laboral. Un punto frente al cual, desde una industria tan notoria como la del cine, se escuchan voces como la de la actriz Emma Watson, quien al referirse sobre las oportunidades de hombres y mujeres, y la relación entre ambos en ese sector, dijo: “No hablamos muy a menudo de los hombres siendo presos de estereotipos de géneros pero puedo ver que existen. Cuando sean libres, las cosas cambiarán para las mujeres como consecuencia natural. Si los hombres no necesitan ser agresivos para ser aceptados, las mujeres no se verán obligadas a ser sumisas. Si los hombres no necesitan controlar, las mujeres no tendrán que ser controladas”. La relevancia que ha tomado el tema, ha conducido a que en el país existan varias organizaciones que brindan ayuda, información e investigaciones, sobre el papel de la mujer en Colombia. Pero la mayoría de discusiones todavía están en niveles primarios, la de la igualdad laboral es una de estas, pues se requiere que se reconozcan, claramente, los síntomas de los problemas. Por ejemplo, las mujeres entrevistadas coincidieron en no sentirse discriminadas en sus empleos actuales, pero reconocieron las dificultades para conseguirlos, lo que demuestra que una mujer puede trabajar en numerosas actividades, pero no es la primera opción de contratación.


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Para tenerlo en cuenta en los próximos cuatro años

Y USTED, ¿BOTÓ SU VOTO EN LAS ELECCIONES LEGISLATIVAS? María Camlia Ramírez Cañón / María Camila Salazar Ruiz

Según un informe de la Registraduría Nacional, cerca de 36 millones de personas estaban habilitadas para ejercer su derecho al voto. De ellas, una cifra cercana a los 13 millones participan con regularidad en los comicios al Congreso, el órgano máximo de representación ciudadana de Colombia. Desconocido, viejo y desprestigiado, así se puede describir al Congreso de la República de Colombia. Una institución que se prepara para iniciar su cuatrenio de legislatura, el 20 de julio, con 268 congresistas a la cabeza y quienes marcarían el rumbo del país, de la mano del próximo jefe de Estado. Pese a ello, los colombianos no logran comprender aún la relevancia de posicionar un adecuado cuerpo colegiado, que los represente de forma honesta y que respete los intereses de los colectivos. Este es un desconocimiento que se paga caro y afecta a todo un país. De acuerdo con la información suministrada por la página del Senado, la historia del Congreso data del 27 de noviembre de 1811, cuando se suscribió el Acta de Federación de la Provincias Unidas de la Nueva Granada (o primer Congreso), con un sistema bicameral, con sesiones por un período de 60 días, con reelección indefinida, el no pago a los parlamentarios, entre otras características. En la actualidad, y gracias a la Constitución de 1991, la entidad se divide en una cámara alta, con 102 senadores, y una cámara baja, con 166 representantes; es decir, el Senado y la Cámara de Representantes, respectivamente. De la alta, dos curules deben pertenecer a las comunidades indígenas y de la baja, dos deben ser por circunscripción especial para comunidades afrodescendientes, una para comunidades indígenas, una en representación de los colombianos residentes en el exterior y una para las minorías políticas. El conglomerado de las dos cámaras, se denominan como congresistas. Según Fredy Chaverra, politólogo de la Universidad de Antioquia, quien hace parte de la Unidad de Trabajo Legislativo (UTL) del Congreso, “en Colombia son muy pocos los senadores que tienen la posibilidad de tener una votación grande, en más de un solo departamento”. Es decir que, aunque los senadores representen al país, ellos concentran sus votos en un solo territorio, tal cual como pasa con los representantes a la cámara. Chaverra, quien es la mano derecha de un congresista antioqueño, pues es quien estudia y diseña los proyectos de ley, las ponencias y prepara los debates de control político que deberá enfrentar su jefe (un representante a la Cámara, en este caso), detalló que la votación más alta para un senador, en la historia de Colombia, la tuvo Germán Vargas Lleras, cuando fue electo en el año 2006, al sacar 234 000 votos. Por eso, llaman la atención los fenómenos electorales que constituyen las votaciones de Álvaro Uribe Vélez con 875.554 votos y Antanas Mockus, por quien votaron 540.783 personas, pues solo les sigue Jorge Enrique Robledo con 226.099 votos y los candidatos más votados de los partidos Conservador, Liberal, Cambio Radical y de la U, no superaron en las últimas elecciones los 140 mil votos. La forma de operar de esta rama del poder público, no solo se centra en crear leyes, como bien es sabido por la mayoría de los ciudadanos. El Senado elige al procurador, la Cámara elige al defensor del pueblo y ambos eligen al contralor. “Se plantea que el

Según Fredy Chaverra, politólogo de la Universidad de Antioquia, son muy pocos los senadores que tienen la posibilidad de tener una votación grande, en más de un solo departamento. La situación plantea la pregunta de cuál es el alcance del debate sobre los temas regionales en esta instancia. Aquí, apertura de sesiones parlamentarias sobre asuntos del departamento de La Guajira. Foto: Congreso de la República.

Senado tiene mayor poder polítco. Por lo general, un representante hace llave con un senador, pero tienen que ser del mismo partido”, expresó Chaverra. Otras de las labores que les son asignadas a los congresistas, tienen que ver con las modificaciones y derogaciones de las leyes, con algunas excepciones; poder modificar cualquier artículo de la Constitución, mediante un acto legislativo, en el que participen al menos 10 congresistas, que aprueben y firmen el proyecto; hacer control político, en el que citan a los altos funcionarios del Gobierno, para que asuman responsabilidades frente a algún tema en particular; una función electoral, que es cuando eligen los altos cargos del Estado, ejemplo de ello es la elección del vicepresidente, en caso de vacancia o a un magistrado del Consejo Superior de la Judicatura; recibir a jefes de Estado y realizar investigaciones. Según Chaverra, otra de las labores que ejerce un congresista es la de gestionar recursos para el territorio o, como se conoce despectivamente, la llamada “mermelada”. “Es un calificativo despectivo, que hace referencia a partidas de inversión regional, que ellos gestionan en Bogotá, para que lleguen a los territorios. Y eso no es ilegal o inconstitucional. La misma Corte Constitucional lo determinó. Vos congresista vas a Bogotá, gestionás con un ministerio una pavimentación de vías terciarias y que el dinero llegue a través de la alcaldía municipal o la gobernación”, aseveró el politólogo. Un trabajo que, de no ser realizado adecuadamente, se desvirtúa y aparecen las redes de corrupción. Sumando todas las funciones que deberían cumplir los congresistas, estos laboran tan solo ocho,

de los 12 meses que tiene un año; un tema regulado por la Constitución. Los cuatro años en los que los denominados “padres de la patria” se encuentran en la institución, se conocen con la figura de legislaturas, cada una con dos periodos. El 20 de julio se instalan los candidatos electos y comienza la primera legislatura, que va hasta el 20 de julio del año 2019; esta se compone por dos periodos: del 20 de julio al 16 de diciembre del año 2018, con vacaciones hasta el 16 de marzo y trabajo hasta el 20 de julio del año 2019. Otro de los aspectos importantes a tener en cuenta, es que el congresista debe estar en Bogotá, mínimo, dos días a la semana, pues su trabajo no solo se da en el recinto, sino, en el territorio.

La democracia colombiana concibe el Congreso como un organismo en el que confluye todo el universo ideológico del país. No obstante, la posibilidad de que haya reelección indefinida de los parlamentarios, no permite su renovación y a veces solo quienes tienen poder y pertenecen a los partidos tradicionales ocupen, durante años, una curul.


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“Llegar a ser congresista en Colombia es muy difícil, cuando no se tiene un poder económico muy fuerte, cuando no eres hijo de una familia política tradicional o cuando no se tiene el respaldo de un cacique”, argumentó Chaverra, quien espera que, en estos últimos meses de legislatura, el Congreso prohiba las corridas de toros y logre bajar la cotización de salud de los pensionados, de un 12 a un 4 %; dos proyectos que fueron formulados en periodos anteriores.

¿Más argumentos para votar? La democracia colombiana concibe el Congreso como un organismo en el que confluye todo el universo ideológico del país. No obstante, la posibilidad de que haya reelección indefinida de los parlamentarios, no permite su renovación y a veces solo quienes tienen poder y pertenecen a los partidos tradicionales ocupen, durante años, una curul. Para Chaverra, sin embargo, no solo es importante que se den cambios de caras, de personajes, sino con transformaciones de fondo, es decir, desde los mismos partidos políticos.“Es importante que entren jóvenes, que lleguen con lecturas diferentes de las dinámicas sociales (…). Necesitamos partidos que avalen y den respaldo, que sean coherentes ideológica y programáticamente. Necesitamos instituciones más cercanas a la gente”, enfatizó. Para llevar a cabo esta renovación, el trabajo no solo depende de una votación, la veeduría ciudadana es un derecho que implica formación política y empoderamiento, sobre la base del seguimiento que se haga a la gestión de cada legislador.

Ojos a la gestión La Procuraduría General de la Nación es la entidad encargada de hacer la veeduría, en su condición de representante de la ciudadanía ante el Estado. Sus funciones principales son las de velar por el cumplimiento de la ley y el trabajo eficiente y diligente de los funcionarios públicos, y de las entidades en las que sirven. Además, existen las veedurías ciudadanas, el mecanismo que permite que cualquier persona o entidad vigile la gestión pública de quienes prestan un servicio público. Dichas veedurías ciudadanas se constituyen por iniciativa de la comunidad y se reglamentan, mediante un estatuto, como entidades sin ánimo de lucro. Algunas de las más conocidas son Congreso Visible y Ojo a la Paz.

Las últimas elecciones legislativas tuvieron como rasgo un aumento en la concurrencia de votantes. El reto es acompañar de otros modos la gestión del nuevo Congreso. Foto: Senado de la República.

Congreso Visible es un proyecto del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de los Andes y cuenta con iniciativas regionales independientes. “Todos los días recopilamos información del trabajo de los congresistas y alimentamos las bases de datos. Además, hacemos historias analíticas sobre las problemáticas del Congreso”, afirmó Santiago Virguez, investigador general de Congreso Visible. Ellos se encargan de investigar a los candidatos y realizar debates sobre el tema, durante la época electoral. Dicha información, se encuentra en su página web: http://www.congresovisible.org/; también hacen alianzas, con diferentes medios de comunicación, para su difusión. Ojo a la Paz se creó en diciembre del año 2016, para hacerle seguimiento y veeduría, a los cerca de 60 proyectos de ley, que pasarían por el mecanismo de fast track ante el Congreso; como resultado de las negociaciones de La Habana con las FARC. Los veedores buscaban que hubiese cuórum y se respetara el acuerdo y los derechos humanos. “Para lograr nuestros ob-

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jetivos teníamos personas adentro del Congreso, que informaban qué miembros estaban ausentes y cuáles dormidos o distraídos”, dijo Juliana Hernández, miembro de Ojo a la Paz. Para difundir su labor, les escribían por redes sociales a los congresistas, llamándoles la atención; además, pusieron un tablero en la Plaza de Bolívar, en el que aparecían todos los parlamentarios y sus actuaciones respectos de cada proyecto: si habían votado o no, si habían ido o habían faltado. El grupo principal de Ojo a la Paz cuenta con aproximadamente 15 jóvenes y pueden participar, desde los estudiantes de colegio, hasta los adultos. Cualquier persona puede vincularse a este proyecto. Del Congreso de la República dependen las leyes del país, ellos son la representación del pueblo. Por eso es de vital importancia que se le haga seguimiento y vigilancia a sus miembros, para garantizar el correcto cumplimiento de sus funciones. Todos los ciudadanos pueden hacerlo, más allá del voto, aunque, solo con hacer consciente el sufragio y recordarlo al final del cuatrenio, ya sería un avance.

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RASTROS

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La zona cercana a la iglesia de la Veracruz está llena de imaginarios, sobre lo que allí se vive

LOS CONTRASTES DE LA CALLE BOYACÁ María Camila Ramírez Cañón / maria.ramirezc@upb.edu.co

La pesada cotidianidad de la calle 51, entre Carabobo y Cúcuta, una “zona de tolerancia”, en el centro de Medellín, a la que tiene acceso todo el que quiere. La calle 51 no le dice nada a la mayoría de los habitantes de Medellín, esta calle es mejor conocida como Boyacá. Su importancia histórica radica en que es una de las primeras calles de la ciudad. Pero actualmente, hay un tramo de esta que es emblemático, mítico y complejo: el sector de la Veracruz, entre Carabobo y Cúcuta. Por este lugar transitan muchas personas durante el día, otras trabajan ahí, y la mayoría, son mujeres con roles contrastantes. Los rayos del sol dificultan la contemplación de la gran fachada blanca del templo, con una imponente puerta en el centro, y más arriba, tres ventanas medianas; tiene también tres campanas y una cruz. La plaza que está en frente de la iglesia es el lugar de trabajo de las mujeres, la mayoría reconocidas por los prejuicios de su trabajo con el sexo, situación que a la vez las deja en el anonimato, motivado por los tabúes en torno a su labor. Estas mujeres abundan en este lugar, porque es famoso y se sabe que allí hay para todos los gustos y “de todos los precios”, como comenta una de ellas. En este sector, la calle Boyacá parece ser completamente distinta, aquí suceden situaciones poco comunes para los que no viven en ese ambiente. Quizás lo más atractivo del lugar es que todo ocurre afuera de la iglesia; una forma de retar y de confrontar lo establecido. Por alguna extraña razón, los turistas parecen tenerle miedo a esta calle, tal vez sea el sector, o lo que este representa. Eventualmente, un grupo de ellos se para en la esquina de la plaza de la Veracruz, en la intersección entre las calles Boyacá y Carabobo. Observan el lugar durante unos minutos, escuchan al guía decir algo y se marchan. No todo lo que dicen de la zona es verdad. Si bien la prostitución es evidente, hay mujeres que se dedican a otras cosas, especialmente a las ventas. Por ejemplo, Norley Zapata vive, desde hace 10 años, de las monedas que le dan sus clientes, a cambio de los tintos y los cigarrillos. Ella eligió este lugar para su negocio, según relata, porque, “por acá hay mucho comercio y cuando las muchachas están preocupadas, toman mucho tinto”. No siente rechazo por trabajar allá, puesto que su familia sabe quién es ella. “Mi cuerpo es mío y si se me

“Que todos los que nos critican por trabajar en esto, se pongan en nuestros zapatos, porque para nosotras no es fácil dejarnos tocar por alguien, que uno no quiere”, Yeraldín, trabajadora sexual.

No se trata de esperar solo el próximo cliente, esa espera también representa el anhelo de recibir una compensación justa por lo que para mujeres como Yeraldín es un trabajo. FOTO: María Camila Ramírez Cañón.

acerca alguien, le digo que no trabajo en eso”, afirma con total seguridad, pero, por si las dudas, el marido la acompaña durante su jornada laboral. Norley coincide con Yeraldín, una trabajadora sexual que lleva cuatro, de sus 20 años de vida, en esas lides; ambas aseguran que el ambiente del sector es pesado, por eso ellas se relacionan poco con sus compañeras de oficios. Mientras Norley, con la mirada perdida, ve hacia al otro lado de la calle, recuerda que cuando estaba recién llegada, otra mujer intentó cobrarle por vender en ese lugar. Ella fue a donde las “convivir”, estructuras de vigilancia ilegal y ellos solucionaron el problema, según cuenta. Entre estos modos de vida, pocos son los cambios del paisaje, según cuentan los habitantes cotidianos del sector. Elementos de antiguo mobiliario urbano permanecen como testigos de lo que pasa en este sector histórico, entre ellos, una canilla que hidrata las palomas y crea un hilo de agua que se represa en un leve deprimido de los que también son parte del panorama en estas calles. La rutina de taparlos cada año era hasta hace poco una de las pocas novedades en la rutina, hasta la llegada de los travestis y mujeres oriundas de Venezuela que “dañan el negocio”, al decir de algunas de las trabajadoras sexuales en el sitio. A lo largo de la calle se ven ventas de todo tipo de artículos, desde figuras religiosas, hasta remates de todo a cinco mil. Hacia el final de la cuadra, antes de

Entre estos modos de vida, pocos son los cambios del paisaje, según cuentan los habitantes cotidianos del sector. cruzar Cundinamarca, hay una pequeña entrada a un “hotel”, en el segundo piso. Ese lugar le recuerda un momento difícil a Yeraldín: hace cuatro años, estando embarazada, entró con un cliente al hotel, y él, por no pagarle, la arrojó por las escalas y le provocó un nacimiento prematuro, a los seis meses de gestación de Andrés Felipe, el hijo que esperaba. De no ser por las compañeras de oficio, que estaban en el primer piso, la tragedia de su hijo habría podido ser peor, a los problemas de salud que tiene, por causa del accidente. Al cruzar Cundinamarca, el ambiente es otro. En los locales se venden aparatos tecnológicos y muebles. Allí, la Boyacá está invadida por un gran número de camiones, reinada por el silencio y la tranquilidad, la calle recupera su normalidad. El misterio de la calle Boyacá se reduce a los alrededores de la iglesia de La Veracruz, a esa zona compleja y que contrasta con otros espacios públicos de Medellín. .


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ROSTROS

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Una historia de la radio cultural en Medellín

70 AÑOS CON LA MÁXIMA NOTA Daniela Toro Arenas / daniela.toroar@upb.edu.co

Las emisoras universitarias son un espacio de crecimiento académico y ciudadano, permiten a los periodistas en formación, a los profesionales de otras áreas del conocimiento y a los docentes, ampliar su panorama, compartir sus saberes y aprender con cada emisión. Radio Bolivariana llega a 70 años de existencia, con una reconocida contribución a la cultura en Medellín, como una de las emisoras universitarias y culturales con más sintonía. Esta historia al aire comenzó durante un tiempo oscuro para la realidad política de Colombia. Se vivía la violencia bipartidista, y no había pasado mucho desde el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán. Sin embrago, para algunos jóvenes seguía siendo importante la necesidad de consumir contenidos diferentes, darle un nuevo enfoque a lo que se escuchaba; entre ellos, estaba Jaime Salazar Montoya, quien con unos años de experiencia en otras emisoras y cursando el último año de bachillerato en la Universidad Católica Bolivariana, se le ocurrió proponerle a monseñor Félix Henao Botero, rector de la Universidad en aquel momento, crear una emisora universitaria. Fue, entonces, el 11 de agosto de 1948, que se lanzó la señal de prueba de una emisora de 250 vatios, identificada como la HJDI, en donde los estudiantes de diferentes carreras, como Derecho e Ingeniería Eléctrica, iban trabajando y aprendiendo lo necesario sobre la marcha, para sacar la emisora adelante. Un equipo humano conformado, en principio; por Dairo Cárdenas, como el controlador de cabina; Miguel Restrepo, a cargo de la programación; Jaime Salazar, como director y con los grupos de apoyo; a ellos se les encargó de que se hiciera una emisión, lo más completa posible, dentro de sus capacidades; al tiempo que se trabajaba en la adecuación del espacio de 70 metros cuadrados, destinado para la nueva estación. En 1973 el proyecto ya estaba consolidado. Con 25 años de funcionamiento, la emisora aumentó su programación: de siete a 18 horas diarias. Los avances posteriores serían mucho más rápidos, apenas cinco años después de ofrecer a sus oyentes más contenidos, la decisión fue transmitir las 24 horas del día, durante los 365 días del año. Con el proyecto de crecer a toda marcha, Radio Bolivariana llegó a la banda de frecuencia modulada (FM), en

“Equipo unido en la mística, en el amor a lo que hacía, en el compromiso con el éxito de lo que se le había confiado”, Jaime Salazar.

el año de 1990, tras ganar la licitación de los 92.4 megahercios para la ciudad de Medellín. Pasaron los años y varios directores, cuya gestión siguió la misma línea de la expansión: Mario Jaramillo, Víctor Rodríguez Gallón, Humberto Mesa Rojas y Henry León Estrada, han llevado la batuta de una marca en la radio local, construida con la experiencia como base, la calidad como premisa y el equipo humano como principal herramienta de un objetivo, que ha sido el mismo desde el inicio de la emisora: proyectar el ámbito universitario hacia afuera, vincular a los estudiantes y con su programación, transformar la cultura ciudadana.

Una emisora que permanece A sus 70 años, Radio Bolivariana es la radio universitaria más sintonizada en Antioquia, ocupando el primer lugar en FM con la 92.4 MHz; y el segundo puesto en AM, con su dial 1.110 KHz, según el Estudio Continua de Audiencia Radial (ECAR), emitido por el Centro Nacional de Consultoría en el año 2017. Con el principio de una radio “social participativa”, en la frecuencia AM, la emisora brinda información a sus oyentes, acerca de diversas temáticas: de religión, salud, educación familiar; con programas en los que los radioescuchas pueden: participar, resolver inquietudes y contribuir al desarrollo del contenido que reciben, de producciones como Cita con la salud, Consultorio jurídico, La vieja Medellín e Ingeniando. En la frecuencia FM, la propuesta es “cultural recreativa”, la Universidad busca llegar al público universitario adulto, a los ejecutivos y a las personas amantes de la “buena música”. Entre los programas trasmitidos en esta frecuencia, con otra faceta de la emisora Radio Bolivariana, se producen: Efemérides del día, La otra historia, Medellín anverso y reverso, entre otros. La realización de los programas es el producto de un trabajo conjunto de los estudiantes, los docentes, los egresados, las personas externas y los empleados de la Universidad, que entre todos, suman un total de 193 realizadores, para 110 programas que están al aire.

Una radio escuela La emisora de la UPB es, además, una radio escuela, que abre sus puertas a los estudiantes de diferentes faculta-

El desarrollo de Radio Bolivariana ha sido también el de las personas que desde las diferentes tareas de la operación abrieron camino en la historia y los progresos de la radio en la ciudad. Foto: Cortesía.

des, principalmente, a los de Comunicación Social – Periodismo, con el propósito de que pongan en práctica los conceptos vistos en el campo académico, tengan la oportunidad de estar y conocer el funcionamiento de un medio masivo de comunicación, desarrollar las habilidades necesarias para estar detrás de un micrófono y dimensionar la gran responsabilidad que conlleva ser escuchado por miles de personas. Desde el programa de Comunicación Social - Periodismo, los estudiantes tienen la oportunidad, al comenzar su carrera, de interactuar con el mundo de la radio, con asignaturas como Expresión Oral, Radio I, Radio II, Laboratorio de producción Radial, y el grupo de estudio en periodismo deportivo Desde la raya. Tal como lo dice Mónica Vélez, comunicadora social de Radio Bolivariana, “La Facultad está pensado en que los estudiantes, desde el principio de su carrera, tengan contacto con la radio; la idea es que empiecen a tener ejercicios con el micrófono, a soltarse, aprender a vocalizar, y para eso tenemos la cabina escuela, que es una cabina adicional, además de las cabinas de transmisión y grabación, para que los profesores traigan a los estudiantes y empiecen a soltar ese miedo a los micrófonos”. Adicional a las oportunidades académicas dentro del pénsum, que tienen los alumnos para participar en la radio, están quienes por sus habilidades, interés y pasión son vinculados al equipo humano la emisora. En la actualidad, 34 estudiantes participan en los distintos procesos y programas de Radio Bolivariana, con la posibilidad de tener contacto con los oyentes, apren-

der de otros temas y enriquecer su formación académica y personal. “Más allá de la gratificación personal, para mí, lo más valioso es poder tener acceso a un espacio en donde, paso a paso, y cometiendo muchos errores, se puede entender en qué consiste hacer radio y, sobre todo, la enorme responsabilidad social que implica sentarse detrás de un micrófono. Radio Bolivariana es una escuela, para los estudiantes que estamos comenzando a transitar por los caminos del periodismo. En mi caso, fue la oportunidad de descubrir la magia de la radio, de tender un puente invisible con otra persona que, aunque no podamos verla, está allí y confía en nosotros”, cuenta Jacobo Betancur Peláez, estudiante de octavo semestre de Comunicación Social – Periodismo, realizador del programa Cita con la salud.

Ondas que traspasan montañas La emisora tiene una cobertura en AM en el ámbito regional, desde el área metropolitana de Medellín, hasta en municipios como Rionegro, Urrao, Santa Bárbara, Andes, entre otros y un alcance en FM en toda el área metropolitana. Radio Bolivariana conecta a personas de diferentes edades, estratos socioeconómicos, gustos y regiones, que se unen en torno a las ondas sonoras que transmiten los programas que los hacen: recordar, aprender, conocer, disfrutar y que significan una compañía sonora, invisible, pero presente para muchos, al momento de encender la radio.


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Una carrera fuera del tiempo, fuera del molde

OCHO HORAS Y TREINTA Y SEIS MINUTOS PARA VOLVERSE UN HOMBRE DE HIERRO Alejandra Ceballos López / alejandra.ceballosc@upb.edu.co

Se detuvo en la parte exterior de la muralla. Se miró las manos, ampolladas por las muletas. Y preguntó, tal vez, para sí mismo o, tal vez, a mí: ¿Cuánto me falta? 700 metros, ya no le falta nada-, respondió otro de los competidores. —¿Quiere agua?—, dijo luego, y el hombre calvo y de cejas gruesas asintió, sin tener aliento para pronunciar la sílaba afirmativa. Efectivamente, 700 metros no eran nada, comparados con el resto de las 70.3 millas que ya había recorrido entre: la natación, el ciclismo y el atletismo. Era el Medio Ironman Cartagena 2017, el triatlón más largo y difícil del país, y estaba a solo 700 metros de acabarlo. Fueron dos kilómetros de natación, 90 de ciclismo y 21 de atletismo. 2 100 competidores, de más de 40 ciudades en todo el mundo, con sus bicicletas estacionadas junto al Centro de Convenciones de Cartagena, se dieron cita, desde las cuatro de la mañana de ese domingo, bajo la única superluna del año 2017. El hombre de gorro rosado y trisuit negro, desfilaba por el costado derecho del Centro de Convenciones, con el número 100 dibujado en los brazos y en la pierna. En la aplicación oficial de la competencia aparecía como el equipo Ceballos, pero corrió él solo, igual que Émily Clavel, una venezolana, a la que le faltaba el brazo izquierdo. Los otros dos discapacitados sí estaban en relevos; a lo mejor por eso pensaron que Ramón Alberto Ceballos, sin su pierna derecha, también lo estaría. Hace tan solo cinco años estaba reaprendiendo a montar bicicleta. Pasó de envolverse con cinta el pie, a tener llanticas traseras y punteras. Finalmente, los chocles, un sistema en el que las zapatillas quedan ancladas al pedal, le permitió, que sin tener su pierna derecha, él pudiera completar la circunferencia completa al pedalear. Y entre vuelticas a la cancha, paseos de más de seis horas, con una especie de adicción al deporte y de personas que lo alentaban a hacer más, Ramón Ceballos, mi papá, terminó haciendo su primer triatlón, en febrero del año 2017. En medio de la competencia, que me fue transmitida por videollamada hasta España, cada que él pasaba, los aplausos se escuchaban más fuertes, mientras las lágrimas eran el común denominador de mi mamá y el mío. Se robaba todas las miradas y los comentarios: “¡Qué ejemplo!”, “es un verraco”, decían. Entre el público, un hombre se empeñaba en darle consejos, en sugerirle incluso, hacer súper sprints, triatlones más cortos, teniendo en cuenta su falta de experiencia; el señor era el entrena-

dor del equipo de Caldas. Sin embargo, Ramón no lo escuchaba, lo único que tenía en la cabeza era llegar a la meta. “Le emoción de cruzar la meta es como si me ganara unas olimpiadas, siempre llego llorando”, él mismo lo escribió, para el diario El Tiempo, el 3 de noviembre del año 2017; exactamente, un mes antes del triatlón en Cartagena. Los corredores, casi para desmayarse, alcanzaban el punto de llegada; otros, asegurando que ya no veían; y algunos, apenas tenían fuerza para descansar en la carpa de deportistas, meterse en la tina con hielo o comer un plato de pasta para recuperarse de la carrera. Los del equipo de Caldas afirmaron que la temperatura y la humedad de ese año estuvieron tan altas, que hicieron la competencia aún más difícil. Ramón pensó en rendirse, en los kilómetros seis y ocho de atletismo, cuando le empezaron a salir ampollas por las muletas, pero siguió. Con el número 101 en el pecho, que lo identificaba ante los miembros de logística, se robaba las miradas y los aplausos de las pocas personas que seguían esperando a cualquier competidor, luego de más de ocho horas de competencia. A pesar de los consejos de los entrenadores, de hacer sprints, Ramón quería ser un hombre de hierro. “Yo veía esa gente y decía: debe ser muy genial ser un Ironman”. Él siempre ha sido obstinado, le gusta la perfección y los retos grandes. Hace más de 22 años perdió la pierna derecha, en un accidente automovilístico; sin embargo, eso nunca impidió que hiciera lo que le gustaba. Al principio le costaba, sus logros siempre implicaban caídas y la preocupación de mi mamá y la mía. Pero como él mismo lo ha dicho: “Corre para mostrarme que los obstáculos están para vencerlos”. Y él lo tiene claro: en la reunión con sus antiguos compañeros del Ejército Nacional, contó que las manos le sangraban, cuando caminaba desde la casa al hospital, mientras se especializaba en anestesiología, pero, tampoco, se rindió. También escala, bucea, ha hecho apnea, tiro con arco, con rifle de aire, ha boxeado, tiene un profundo amor por los deportes de motor, delirios de mecánico y sueña con hacer un rally, alguna vez. También dijo un día, que

“quería comprar un carro pequeño, menos llamativo”, y luego del Ironman, se puso guantes, para que la gente no viera las ampollas forradas en esparadrapo, “no quería llamar la atención”. Pero él siempre lo hace, aunque parece no notar que la gente se queda boquiabierta, cuando él pasa en la bicicleta, con un grupo de amigos que, con esfuerzo, le siguen el paso. A lo mejor, se hace el que no escucha los pitos y los gritos de felicitación o ánimo, de todos los que lo ven corriendo. Tal vez, no se percata de esa emoción que siento yo y de las ganas que tengo de presumir que es mi papá. Ese 4 de diciembre, lo acompañé el último kilómetro, se detenía, cada tanto, a mover las Ramón Ceballos era su equipo, hasta que encontró manos que se encalamaficionados y colegas competidores que cumplieron un papel definitivo para superar la prueba del Medio braban o a preguntar, Ironman, a finales de 2017 en Cartagena. Foto: Cortesía. una vez más, cuánto quedaba. No faltaba quien le respondiera, le diera ánimos y le ofreciera agua, tan necesaria cio. Quedó por fuera de la clasificación con esa sensación térmica de 40 grados inicial y con el sinsabor de “no haber centígrados. acabado”. Faltando 400 metros para acabar, Esa tarde, en el restaurante, una el entrenador del equipo y Mike, otro señora lo vio y le dijo a su hijo pequeño: de sus compañeros, empezaron a correr “Mira amor, él también es un Ironman, con él y a darle ánimos, pero los últimos como tu papi”. Y estaba en lo cierto. 200 metros eran solo para los atletas, A lo mejor, si no hubiera parado pasó él solo. a ayudar a un hombre desmayado o si En la meta, el maestro de cere- no se hubiera tenido que regresar por monias le pidió al público que se pusiera el número del pecho, hubiera llegado de pie, que aplaudiera y que repitiera, a tiempo, al fin y al cabo, seis minutos rítmicamente, “Ramón”. Otra vez, se me no son nada, no para nosotras, no para salieron las lágrimas. Recibió la medalla sus fans. de “finisher”, una toalla alargada y se Para él, resultaron ser mucho tomó fotos con los fans, que recogió a tiempo y en la competencia implicó lo largo de la competencia. Cuando sa- que no se ganara un cupo al mundial de lió de la carpa, solo se sentó, necesitaba Sudáfrica y que tampoco apareciera en sombra, descansar un poco y cubrirse la clasificación oficial. Pero un amigo lo las ampollas para no lastimarse más. dijo muy bien, cuando le conté que mi Ese día, sin embargo, no se con- papá quería convertirse en un Ironman, virtió en un Iroman, llegó ocho horas y él me preguntó con ironía: “¿Convertirtreinta y seis minutos después de que se? Él siempre ha sido un hombre de sonó el cañonazo, que indicaba el ini- hierro”.


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DESDE LA RAYA

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Testimonio de la B a la A

EL CÍRCULO DE LEONES Laura María Giraldo Rojo / lauramaria.giraldo@upb.edu.co

26 de noviembre de 2017. Partido de Leones vs. Llaneros, en el Estadio Metropolitano Ciudad de Itagüí. Minuto 94. Leones se coronó campeón y ascendió, por primera vez, a la categoría A. Una historia que empezó con un pitazo final. Cerca de las cinco de la tarde, el calor aún golpeaba las calles de Itagüí, se sentía la euforia. Poco a poco, llegaban los hinchas y el estadio se iba llenando. Por donde se miraba, se encontraban expresiones de ilusión y se oían los cánticos; todo allí adentro era felicidad. “Si hoy ganamos, hacemos historia en este estadio”, le escuché decir a un señor en silla de ruedas, canoso, con la camiseta del equipo local, unas gafas anticuadas, pero con una expresión fresca en su cara, con fe en su escuadra. A medida que iba pasando el tiempo, el cielo se oscurecía cada vez más, llegaban los periodistas, los reporteros, y en la tribuna occidental, exactamente en la mitad, se aglomeraban los hinchas de siempre, los que son constantes, su pilar, su inspiración, sus familias: los artífices de un círculo amarillo, del que salían gritos, silbidos, golpes de tambores, aplausos y sonidos que se propagaban por toda la tribuna. “La mayor ansiedad es saber que mi familia esté allí en la tribuna, saber que ahí está la gente de Itagüí, de donde pertenezco”, dice Medina sonriendo, jugador de 22 años de Leones y goleador del equipo. Afuera del coliseo, antes del partido decisivo por el ascenso, los venteros hablaban de sus propias ilusiones: “Señorita es que mire: si Leones pasa a la A, este estadio se convertirá en la cancha de equipos como Medellín y Nacional, y si eso pasa, los beneficiados también seremos nosotros, podremos vender más mecatico”, expresaba William, uno de los vendedores habituales en las calles del estadio. En La Ceja, sitio habitual de concentración, el profe Juan Carlos Álvarez repitió la última vez: “hasta que no sue-

El cuidado de todos los detalles para el buen desarrollo del juego hace parte del nuevo nivel al que se ven exigidos los jugadores de Leones, equipo que tiene historia en la Primera B desde 1991. Foto: Laura Giraldo.

ne el pito del partido definitivo, uno no se la cree”, pues Leones había logrado imponerse cuatro goles a uno del local. “No se puede llegar confiado a una final, porque puede pasar cualquier cosa, el fútbol es suerte también y Llaneros podía venir a meternos tres goles”, dijo después Mateo Muñoz. Pasaron 94 minutos de juego, con el arco de Arled Cadavid sin goles; 94 minutos para por fin coronarse campeón del torneo, del segundo semestre, de la B y nuevo inquilino de la A. Una meta que se había definido desde hace 74 años, con el nacimiento del equipo como la Corporación Deportivo Rionegro, fundada en 1944, que en 2014 se convirtió en Leones y que ahora debutaría en la primera división, ni más ni menos, que contra un tradicional del fútbol colombiano: América de Cali. En el estadio Metropolitano de Itagüí, el 2 de febrero del año 2018, la mezcla de sentimientos iba de la esperanza, a la inquietud. No se había visto antes, un despliegue técnico y de personal de prensa, como el de esa noche, con Leones como equipo local, que, además, se ponía a la altura de las nuevas circunstancias: con el bus último modelo, en el que llegó al estadio, desde su sitio de concentración. Allí, en el hotel donde habitualmente se hospedan, el coach Santiago Uribe charló con los jugadores, apoyándose en un video y en un círculo de fuego: “la figura geométrica del círculo es, tal vez, la esencia de la vida misma; todas las cosas que se constituyen, en torno a un círculo, se mantienen unidas”, dijo Uribe, mientras explicaba que el mundo también es redondo y que por eso siempre permanecerá unido, el balón es un círculo, cuando oran forman también un círculo, lo que quiere decir que, mientras el equipo siempre se mantenga unido, en torno a esa familia que vienen construyendo, así se mantendrá. De esa familia hace parte Juan Pablo “el Indio” Ramírez, quien llegó al equipo procedente del Deportivo Pasto: “He tenido la oportunidad de debutar con varios de mis compañeros, anteriormente en Leones y en Nacional, la confianza con el equipo es excelente. Me han acogido muy bien”, contó. En el camerino local estaban organizados cuidadosamente: las toallas, los guayos, las bebidas hidratantes y los uniformes, muestra de la ansiedad y la ilusión que contagiaba a los jugadores, quienes golpeaban suavemente el piso con sus pies, otros tocaban su cabello una y otra vez y algunos se comían sus uñas, con los cánticos de los hinchas de fondo, que entonaban su historia particular. Yeison Medina, otro delantero destacado, contaba entonces que:

“Nunca había jugado en la A. Este será mi primer partido y con muchas ganas de marcarle al América, contra el que nunca he tenido la oportunidad de jugar”. Él no era el único debutante en la primera división del fútbol colombiano. Vino la charla, la última arenga, los “leones” salieron a la cancha. Hubo bendiciones desde la tribuna y exclamaciones en las cabinas de transmisión. El espectáculo había comenzado. En la cancha estaban los dos oncenos, en la soEste fue el paisaje que acompañó el debut de Leones en ledad del juego; ahí se primera división, precisamente contra América de Cali, un histórico del fútbol profesional colombiano. definiría, como antes, la Foto: Laura Giraldo. suerte de todos. Un jugador del América remató a la portería y puso a fueron los jugadores del esquema deprueba al arquero local, en el minuto fensivo del equipo local: los volantes y ocho. La tarea, entonces, era mantener los zagueros; además de otras intervencon paciencia, la presión sobre el ciones destacadas del arquero García, visitante. El plan marchaba bien, hasta que permitió que se mantuviera el 2-1 el minuto 15, en el que el equipo en el marcador. visitante marcó un gol. Dos minutos Ya en el camerino, con las tribunas después, una atajada del arquero de en silencio, el técnico Juan Carlos llamaba Leones retó de nuevo los planes del a un nuevo entrenamiento: “el entrenaequipo debutante. miento invisible. La vida por fuera, para Llegó el momento para Medina, que se recuperaran bien. La mejor maneen el minuto 26: luego de un cabezazo ra es la buena ingesta de alimentos, un limpio del delantero, la pelota entró al buen descanso y si salen a pasar el rato arco; Medina había logrado el empate con sus familias, con sus novias, tratar para su equipo y el sueño de marcarle a de controlar que sea un tiempo prudenlos “Diablos Rojos” de Cali. te. Aparte, hacer un buen plan semanal, Cuando ingresó, el “Indio” Ra- entrenamientos”, explicaba el técnico. Es mírez fue posible fabricar tres llegadas una rutina en la que se apoya en su equide riesgo al arco del equipo americano, po de colaboradores. que también puso a prueba a Arled CaUno de ellos es Javier Morales, el david, otras tres veces. preparador físico: “Mi primera responDurante el entretiempo, los hin- sabilidad es mantener al deportista con chas mantenían su fe, desde la tribuna. buen rendimiento, pero también me enLos jugadores, en el camerino, hablaban cargo de la logística del hotel, del menú. sobre la intensidad del juego. Hicieron Además, lo bueno es que el equipo es su círculo, hablaron con el profe Juan muy manejable y mientras tengas creCarlos Álvarez, de nuevo arengó a los dibilidad con los jugadores ellos te van jugadores y otra vez a la cancha. aceptar y acatar lo que les pidas”, explica. El pitazo se escuchó en el estaPor su parte, el capitán del equidio. La segunda mitad solo llevaba dos po también tiene tareas: “dirigir el equiminutos de juego y todo quedó a os- po, mantenerlos siempre motivados curas. En los 15 minutos que pasaron, y estar más concentrado, para que el desde el corte de la energía, los equipos equipo se desempeñe mejor”, puntualicalentaban en la cancha para mantener- za Édisson Restrepo, quien lleva la banse activos. El alcalde se apersonó de la da distintiva, en el terreno de juego. situación para resolver el inconvenienEse es el círculo de Leones, en el te; las luces de los teléfonos se aseme- que cada integrante tiene responsabilijaban a un enjambre de luciérnagas, dades, frente al objetivo del año: manque se movió durante 35 minutos, por tenerse en la primera división. Cinco el costado occidental del estadio. fechas tomaría poder lograr la primera Luego de la reanudación del jue- victoria, el triunfo 2-1 contra el Deporgo, en el minuto 64, Danilo Arboleda in- tivo Pasto, en el último minuto, prueba terceptó un balón, que venía de un co- que se necesitará perseverancia. En eso, bro de tiro libre y lo puso en la ruta del por fortuna, los Leones son expertos. gol. Quienes mejor resistieron la prueba


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El reto era resistir y disfrutar

PEDALEANDO HASTA CARTAGENA Raúl Daniel Higuita Herrera / raul.higuita@upb.edu.co

Con la excusa de ir a ver a unos miembros del club, que iban a correr en el Medio Ironman (competencia de natación, ciclismo y atletismo) de Cartagena, el 3 de diciembre del año 2017, a Julián Valcárcel, el presidente de CNMC (corre, nada y monta cicla), se le ocurrió ir a apoyarlos, haciendo el recorrido en bicicleta. Juliana, egresada bolivariana, compartió su experiencia en la travesía. “Las limitaciones siempre van a estar en la mente. El miedo nos limita”, dice Juliana Carvajal Castrillón, quien practica triatlón desde el año 2016, en el club CNMC. A ella lo que más le apasiona es el ciclismo. Como parte del grupo que viajó a Cartagena, ella cuenta que planearon todo como profesionales. Juliana fue la encargada de la logística y la tesorera: reservaba los hoteles en cada ciudad. También contaron con la ayuda de Huber, un contemporáneo de Cochise, quien planeó las cuatro etapas hasta Cartagena: Medellín-Valdivia, Valdivia-Planeta Rica, Planeta Rica-Sincelejo y Sincelejo-Cartagena. Iban con una van para 14 personas, con los repuestos en el capote, preparados por si alguien no podía continuar. Cada aventurero pagó 450 mil.

Resistiendo En el tambo, 10 de septiembre, Juliana iba en la cicla, cogió una curva muy abierta, siguió derecho y colisionó contra la puerta trasera de un carro, que se asomaba en la curva. “Fue tan grave, como aparatoso. Pero no me pasó nada. A los 15 días aún me dolía el hombro, con una fractura no desplazada. Digo que no me pasó nada, es porque la puerta del carro la tuvieron que cambiar. No me pasó nada”. 15 días antes del viaje, Juliana estaba practicando baloncesto, otra de sus pasiones. Se fue a jugar una copa élite a Girardota. En un doble ritmo, en el último partido, se le salió la rótula de la rodilla. “Yo nunca había llorado cuando me había lesionado, pero, además del dolor, pensé que no iba poder hacer el viaje”. *** La primera etapa del viaje a la ciudad Amurallada (151 km) inició el 28 de noviembre y contra todo pronóstico. Juliana, en compañía de 13 aventureros, con su vendaje neuromuscular en la rodilla y su bicicleta GW Flamma, comenzaron la travesía, a las 6:30 de la mañana. “Yo siempre voy con un bafle en la bicicleta, me gusta mucho el rap y el reggae. El himno de todos es: Estamos “melos” de Bomby. Claro que cuando llegamos a Cartagena, todos cantábamos: estamos medios”. Para comer en el camino, ella llevaba sándwiches de bocadillo con maní, en las caramañolas cargaba agua de panela, al principio y, luego, agua.

El paisaje se convirtió en parte de los estímulos del viaje de Juliana hasta Cartagena junto a sus compañeros de equipo. Aquí, toma un descanso en Puerto Valdivia. Foto: Cortesía.

“Me gusta tener fotos mentales. Bailar en la cicla. Tener una historia que contar” Juliana no sabía si podría terminar el viaje. Días antes de comenzar, había subido la autopista Medellín-Bogotá, pero el dolor era mucho. Ella pensaba que llegaría un punto en el que la rodilla no la dejaría avanzar más. El presidente del club rodó junto a ella, en esta etapa. A ese ritmo llegó al Alto de Matasanos, donde un señor, de aproximadamente 70 años, trotaba con ritmo vertiginoso, dándole más razones para seguir en su cicla. Después, todos siguieron hasta Santa Rosa de Osos. Juliana sentía mejor su rodilla, “no tuve el pensamiento de devolverme, porque soy muy terca. Un día antes, había ido a donde el fisioterapeuta y él me garantizó movilidad y estabilidad, al igual que dolor e inflamación”. Llegaron hasta el alto de Ventanas, para bajarlo cogieron un bus, porque la carretera era muy angosta y había mucha neblina, un riesgo que no valía la pena correr. Ese día terminaron de rodar a las tres de la tarde. Lo primero que hizo al llegar al hotel Diocelina, en Valdivia, fue ponerse hielo en la rodilla adolorida e inflamada.

Una etapa difícil Con don Jorge en la carretera. El ejemplo que le hizo olvidar a Juliana el dolor de su rodilla. Foto: Cortesía.

Lo que continuaría, sería la etapa más dura del viaje: Valdivia- Planeta Rica (183 km). Madrugaron a las seis de la mañana. Su acompañante, durante todo su trayecto, fue el amarillo, fuerte, ardiente e incesante

A principios de marzo fue robada la bicicleta de Juliana. Ladrones rompieron el vidrio de la camioneta donde estaba guardada, pero no se llevaron el espíritu de esa deportista. sol, que no los abandonó. Sobre todo, en el trayecto de Caucasia-Planeta Rica, en el que los árboles, como fantasmas, comenzaron a desaparecer del camino, dejando que el sol entrara en contacto directo con los 14 ciclistas. Calor, bochorno y fuerza de voluntad impulsaban cada pedalazo. Bajando de Valdivia a Puerto Valdivia, Juliana, caracterizada por descolgarse rápido, para no estar a la rueda de nadie, bajó entre las primeras personas. Acabando el descenso, Juliana recibió una llamada, uno de los ciclistas le dijo que Julián se había caído. A un compañero mientras bajaba, a causa de un hueco, se le cayó la caramañola; dos ciclistas lograron esquivarla y Julián, por no chocar a sus compañeros que habían esquivado la descontrolada caramaño-


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Llegaron al hotel Puerta del Sol, en Planeta Rica. El equipo llevaba una piscina de hielo, la llenaron y se metieron a hacer recuperación en frío, con masajes para aliviar el dolor y la inflamación, y hasta el otro día. ***

Conversa en equipo. Los temas de la carretera seguían de largo en las paradas para la alimentación. Foto: Cortesía.

la, se encontró de frente contra la misma y se cayó. Un tractocamión, que venía detrás de él, alcanzó a frenar a tiempo, para no atropellarlo. En la caída, Julián se fracturó la muñeca. Lo llevaron al hospital de Caucasia, pero no tenían cómo operarlo, lo remitieron para Medellín, sin embargo, desde allá le contestaron que todavía no había disponibilidad para el procedimiento. Así que, él decidió acompañar a los 13 compañeros de viaje desde la van y salir derecho hasta Sincelejo, mientras le autorizaban la operación. En el viaje, Juliana no podía seguir el ritmo del pelotón. El dolor la frenaba. Las fuerzas se le acababan. Faltando cinco kilómetros para llegar a Planeta Rica, Juliana se encontró con don Jorge, un señor que montaba en la cicla, sin una pierna: con un pie en un pedal y en el otro pedal, la muleta. En ese instante, Juliana estaba devastada, adolorida, por su mente pasaban preguntas como: “¿Será que sí voy a poder seguir mañana?”. Encontrarse con don Jorge fue un impulso para Juliana. “Ese señor no tenía una pierna y venía de conseguir plata para la esposa, que estaba en el hospital. Se había ido en cicla hasta Barranquilla. Yo pensé: “yo no tengo nada”. Fue mera inspiración, estaba adolorida y todo, pero, miraba el ejemplo que tenía al lado. Yo voy a terminar sea lo que sea”.

Para Sincelejo arrancaron a las seis de la mañana, en la que sería la etapa más corta de todas (130 km). “Empezar siempre me daba muy duro, porque la rodilla estaba muy fría y me dolía”. “De guía iban unas compañeras que eran de por allá, sin embargo, nos perdimos. Había muchas motos, todos se metían, todo muy desorganizado”. Juliana tenía las piernas muy cansadas o, como ella dice, terapiadas. Ese día terminaron a las dos de la tarde. Esa noche, mientras descansaba en el hotel, un movimiento brusco le estiró la pierna del todo y del dolor se le salieron las lágrimas; en ese momento, ella alcanzó a imaginarse la dura travesía que le esperaba al otro día.

Último capítulo del viaje

“Para la última etapa: Sincelejo-Cartagena, la nalga iba muy adolorida”. Normalmente, Juliana estaba acostumbrada a rodar pocas horas, pero llevaba Las rectas del Bajo Cauca y sur de Córdoba tenían el reto de hacerse tres días seguidos sentada, aproximavisibles para los vehículos que transitan a gran velocidad por estas zonas. damente, 24 horas en el sillín; era una Foto: Cortesía. hazaña. Huber, el ciclista experto, que manejaba la van, le aconsejó a Juliana que le echara a la badana, almohadilla para los glúteos jetivo trazado. Para este último capítulo del viaje, se y a la nalga, vaselina o crema # 4, ella le echó de las había dicho que los kilómetros eran 180. Cuando se acercaban a los 172 km, los ciclistas vieron un letrero dos. Y sí le sirvió. que decía Turbaco, una localidad cercana a Cartagena. Juliana se detuvo y revisó Google Maps, ahí se “Vale la pena conocer cosas locas, conocer el dio cuenta que faltaban 29 km. Era una etapa de 200 mundo” km. Ese día pedalearon 10 horas. Pararon a almorzar “Lo que más disfruto de montar cicla, es ver lo Para Juliana, saber al principio de cada etapa en el camino, lo importante era llegar. Para los ciclisque tengo al lado. Pienso que estamos rodeados de los kilómetros de la misma era muy importante, así tas fue emocionante ver en el peaje el: “Bienvenidos cosas hermosas todo el tiempo” preparaba su mente y su cuerpo, en función del ob- a Cartagena”, acompañado de un atardecer de película. Sin embargo, llegar a la ciudad Amurallada fue todo un caos. En plena época navideña, el pitido de los carros y las motos los aturdía al unísono. Tenían que estar constantemente desenchuclando, o sea, quitando el pie de la correa de seguridad de la cicla. Fueron dos o tres kilómetros en una hora. Con cada enchoclamiento, el desgaste de la rodilla de Juliana aumentaba. En cada semáforo, se podía observar a Juliana con una lágrima, que bajaba por su rostro. Pero al fin, lo habían conseguido. La terquedad y la pasión por el ciclismo habían surtido efecto. “Adolorida, pero contenta, llegué a Cartagena”. Llegaron el viernes 1 de diciembre. “Polita en la playa y el domingo, a hacer un montón de barra a los ocho compañeros, entre ellos estaban los dos que se habían venido en bicicleta con nosotros: Andrés Corrales y Héctor Cano. Salían del agua a hacer el ciclismo y luego a correr los 21 km”. Cada que pasaba uno de sus compañeros, les daban agua y también hielo, que se metían en sus camisetas, para contrarrestar la chispa del sol. Todos sus compañeros lograron terminar el reto. Se devolvieron el 4 de diciembre. Juliana, “la Terca Juliana”, seguía con la rodilla ligeramente inflamada, en las últimas semanas de enero. “¿Cuántas personas pueden decir: “yo fui a Cartagena en bicicleta?”, y no es por la hazaña, sino, por lo que me La planificación del viaje incluyó la disposición de una camioneta para transportar las bicicletas y asistir ante los imprevistos. Foto: Cortesía. lo disfruté”.


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ESTE TIEMPO

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA

CONTEXTO No. 64

Marzo de 2018

Migrantes venezolanos en Medellín

¿ESTAMOS PREPARADOS PARA LOS VECINOS? Jacobo Betancur Peláez / Melissa Orozco Duque

El estallido de la crisis económica en Venezuela generó una ola de migrantes, que están llegando a las principales ciudades colombianas, incluida Medellín. Desempleo, informalidad y resistencia cultural hacia el extranjero son los principales problemas. Cuando Gloria Guevara García cruzó la frontera venezolana, entre Ureña y Cúcuta, sintió como si estuviera cometiendo un delito. Detrás de ella quedaban más de 30 años de vida, trabajo y esfuerzos por forjar un futuro para su familia. Sin embargo, la agudización de la crisis económica y varios meses de escasez fueron el detonante para decidir comenzar de cero. En un apartamento de 60 metros cuadrados, ubicado en el barrio Antonio Nariño de la Comuna 13, los doce integrantes de la familia Guevara García se reparten en tres habitaciones, rodeadas por un corredor, de menos de un metro de ancho, por el que no caben dos personas juntas. Unos duermen en las camas, otros en los colchones tirados en el suelo o incluso, sobre las cajas de cartón. Este ha sido su hogar, por más de año y medio, desde su precipitada salida de Venezuela. “Medellín es una ciudad dura para vivir, la gente va en el metro con su rutina y con su estrés. En Ureña yo tenía mi espacio e, incluso, mi propio negocio: un taller de confecciones”, considera Gloria Guevara, para quien ha sido muy difícil adaptarse al reducido espacio de su nueva casa y a las jornadas de más de 12 horas en la empresa de yines, donde trabaja, incluso, hasta los domingos. Según datos oficiales, a finales del año pasado, a Colombia habían llegado más de medio millón de migrantes venezolanos que, como los García Guevara, decidieron dejarlo todo en su país y arrojarse a la incertidumbre de empezar de cero. “Colombia es un país que no tiene tradición migratoria. Cuando este fenómeno comenzó, nos dimos cuenta que no teníamos leyes, jurisprudencia, ni políticas en materia migratoria”, explica Juan Fernando Gómez, personero encargado de Medellín, quien afirma que, cuando esta se volvió una ciudad atractiva para los migrantes, todos los organismos locales tuvieron que sentarse a coordinar las estrategias para manejar la situación. Según datos de la Personería de Medellín, son cinco los puntos de la ciudad donde se están concentrando los migrantes venezolanos, dependiendo del perfil de las personas. Para los migrantes irregulares, los más vulnerables, los principales puntos de llegada son en las comunas: 13 (San Javier), 8 (Villa Hermosa) y en la 10 (La Candelaria). Por otra parte, para los migrantes regulares, en su mayoría, en mejor condición económica, las principales zonas son: El Poblado y Laureles.

El problema de las cifras Pese a los avances de los organismos oficiales en atender la problemática, uno de los principales obstáculos es la inca-

pacidad de medir, con precisión, cuántos migrantes están llegando al país. Según datos de Migración Colombia, para finales del año 2017, más de medio millón de venezolanos habían llegado al país. En el caso de Antioquia, el estimado oficial oscila entre los 20 y los 25 mil migrantes venezolanos. Fuera de las especulaciones, Medellín aún no dispone, oficialmente, de una cantidad aproximada. “Hemos identificado que muchos migrantes venezolanos tienen mucho temor de acercarse a la institucionalidad, ya que creen que serán deportados y perderán algún trabajo que, de manera informal, ya hayan conseguido. Este tipo de situaciones hacen muy difícil la recolección de datos completos”, apunta el personero de Medellín, quien estima que, a finales del año pasado, Medellín era la sexta ciudad con más migrantes venezolanos en Colombia, pero hoy podría ocupar una posición más alta.

No hay trabajo para todos Para sostenerse económicamente, los García Guevara trabajan esporádicamente en las empresas de confección. Mientras en Venezuela tenían su propio taller de reparación de zapatos; en Medellín se ven forzados a aceptar trabajos, por un salario mínimo. Los adultos han logrado sostener a los 12 miembros de la familia, con cuatro niños y una bebé de seis meses. Para la historiadora Claudia Avendaño, experta en historia de Medellín, las claves para entender las implicaciones que tendrá para la ciudad el ingreso de miles de migrantes venezolanos, está en dos elementos principales: las transformaciones económicas de las últimas décadas y la tradición cultural de Medellín. Primero explica que, pese a la gran cantidad de migrantes internos que Medellín recibió, a mediados del siglo XX, “durante los últimos 25 o 30 años hubo, tanto en nuestra ciudad, como globalmente, un desplazamiento de los procesos económicos. Ese cambio demanda otro tipo de mano de obra, otro tipo de industrias, incluso, de economía. Las personas que están viniendo a Medellín, no solo de Venezuela, sino, de otros lugares, van a encontrar oportunidades, si tienen una preparación específica, acorde al perfil de servicios de la ciudad. Eso hace que ya no sea un lugar para los obreros que están buscando un trabajo”, analiza la historiadora. Según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadísti-

El parque de El Poblado ha sido uno de los sitios de encuentro de parte de la comunidad venezolana en Medellín. Escuche más detalles sobre el tema en Contexto Radio. Visite: https://soundcloud.com/contexto-upb Foto: Facebook Venezolanos en Medellín.

ca (DANE), en Medellín la tasa de desempleo, de enero a diciembre del año 2017, se ubicó en el 10.9 %, con un 42.8 % de informalidad, durante octubre a diciembre de ese mismo año. En otras palabras, casi la mitad de las personas, que son contabilizadas como empleadas, son en realidad trabajadores informales; algo que impacta directamente sobre los migrantes que están en la búsqueda de oportunidades laborales en la ciudad.

Una ciudad atrapada entre montañas, es una ciudad cerrada El segundo elemento, sobre el que reflexiona Avendaño, es la constitución cultural de Medellín, una ciudad que no está acostumbrada a recibir migrantes: “Cuando una ciudad tiene un horizonte geográficamente abierto, por ejemplo, las personas que viven en la costa, eso incide en su manera de concebir el mundo, en su relación con las demás personas. A espacios abiertos, mentes más abiertas. En nuestro caso, somos una ciudad rodeada por montañas, con muy pocos puntos de acceso y que, fácilmente, puede quedar aislada. Estos espacios tan cerrados pueden explicar que, a veces, seamos tan chauvinistas o regionalistas”, analiza la historiadora Avendaño. Al preguntarle sobre este tema, el personero Juan Fernando Gómez, él aclara que hasta el momento no tienen documentado ningún caso de xenofobia. Sin embargo, agrega que sí tienen conocimiento de casos de agresión a los

migrantes, sobre todo, hacia algunas venezolanas que han llegado a la ciudad, a ejercer como trabajadoras sexuales.

En busca de soluciones Para Besem Obenson, cabeza en Antioquia de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la situación debe interpretarse con optimismo: “Debido a la violencia y al gran número de población desplazada por el conflicto armado, Medellín ya tiene experiencia e instituciones especializadas en atender este tipo de situaciones. No debemos crear sistemas paralelos, sino, aprovechar los que ya existen”, afirma. Obenson sostiene que los migrantes que están llegando a la ciudad, lo único que quieren es lograr integrarse, mandar sus hijos a las escuelas, encontrar qué hacer. En este sentido, considera que Medellín tiene la capacidad de crearles oportunidades a los migrantes que llegan. Una mirada en la que coincide el personero Juan Fernando Gómez, para quien, pese a las dificultades que se han presentado, la ciudad está haciendo todo lo posible por darle la mano a los migrantes y aprovecha para hacer un llamado, invitándolos a que se acerquen a las instituciones, para que sus derechos no sean vulnerados. Por su parte, la historiadora Claudia Avendaño, recuerda: “Durante la década de los setentas, miles de colombianos emigraron a Venezuela, en busca de oportunidades y encontraron allí, en un país que les permitió conseguir empleo, criar a sus familias y hacer sus vidas”.


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