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El poder de un abrazo

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no… Cuando entré en la secundaria, me endiablé e hice todo lo posible por contrariarlo. Papá podría tener la última palabra en casa, pensaba yo, pero en ningún otro lugar. Va sin decir que hasta el día de hoy la relación entre nosotros no es nada del otro mundo.

La historia de Eric es deplorable, pero sin duda a un sinnúmero de adultos les suena familiar; les hará recordar algún incidente similar que empañó lo que podría haber sido una niñez de pura felicidad. Desgraciadamente, hay padres tan cegados por sus principios que son incapaces de dejarse llevar por el corazón. Son los amos de sus dominios, siempre preocupados por “hacer lo correcto”, y entre tanto, ¡cuántos padres pierden a sus hijos! Cuando se habla de la crianza de los hijos, la palabra “disciplina” ha de ser una de las más trilladas, y una de las menos entendidas. La disciplina no se limita al castigo. ¿En qué consiste, entonces? Es guía, pero no es control; es persuasión, pero no es imposición ni coerción. Puede incluir el castigo o la amenaza del castigo, pero jamás crueldad ni fuerza. Nunca debe implicar el empleo de castigos corporales, que a mi parecer es signo de bancarrota moral. Lo que sí, siempre debe tenerse en cuenta el temperamento del niño. Como dijo mi abuelo, el escritor Eberhard Arnold: “He aquí lo esencial. Criar a los hijos significa guiarlos para que lleguen a ser hombres y mujeres según el plan de Dios”. Por suerte, durante nuestros años formativos, mis padres nos trataron con esa consideración a mis hermanos y a mí; en consecuencia, hubo una relación de confianza y cariño mutuos, hasta el fin de sus vidas. Por supuesto, la base era mucha disciplina a la antigua. Nos reprendieron y regañaron, y a veces nos chillaron (sobre todo si le replicábamos a mamá). Después nos pasábamos varias horas avergonzados, seguros de que los vecinos lo habían oído todo. En nuestro hogar, era pecado insultar o ridiculizar a una persona. Como hacen los niños en cualquier parte del mundo, a veces nos burlábamos de adultos que eran “diferentes”, como Gunther, el bibliotecario de la escuela, hombre de alta estatura y algo perfeccionista, o nuestro tartamudo vecino Nicolás. Pero En Peligro


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