En busca del personaje D de la élite mochica

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EN BUSCA DEL PERSONAJE D DE LA ELITE MOCHE Antrop. Pedro Alva Mariñas*

Bellísima botella moche de una colección privada. Nótese los magníficos detalles del dibujo hecho por artistas moche. Este tipo de cerámica sirve de base para identificar los hallazgos de personajes de la élite Moche. Foto del Museo del Hombre de París. (Donnan:1979:26)

* Pedro Alva Mariñas, antropólogo de profesión, profesor fundador de la Cátedra Sipán que se dicta en nuestra Universidad. Tiene en su haber los descubrimientos arqueológicos de Chiñama (Valle de Motupe – Lambayeque) y el Templo de Congona ubicado en Cañaris – Lambayeque. Igualmente ha publicado el mito de Pachacamac y Ninamasha recogido en Cañaris. Acaba de publicar “Don Víctor Huamán Reyes: el cacique moral de Cañaris” (Bulletín 2008. IFEA). Actualmente se desempeña como docente de nuestra Universidad.

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Resumen Se considera que los recientes descubrimientos arqueológicos, contados desde Sipán, han logrado regresar de su profundo sueño a tres de los cuatro personajes más importantes de la élite Moche, representados en el gráfico de “La Ceremonia de los Sacrificios”. Probablemente los personajes A, B y C del famoso gráfico correspondan al Señor de Sipán (Huaca Rajada), al Sumo Sacerdote (Huaca Rajada) y a la Sacerdotisa de Moro (San José de Moro). Sin embargo existen dudas razonables sobre el personaje D del gráfico moche, denominado por algunos como el “Mellizo del Personaje A”. Los descubrimientos arqueológicos recientes de: la Señora de Cao (Valle de Chicama), el Personaje de Élite de la Tumba 14 de Sipán (Valle Chancay –Lambayeque) y el Señor de Úcupe (Valle de Zaña), nos ponen en la posibilidad de afirmar si alguno de ellos representa el Personaje D que los arqueólogos están buscando para completar la galería de personajes del más alto rango de la sociedad moche. Sin quererlo entonces, los arqueólogos especializados en el mundo Moche, están protagonizando una versión real de “En Busca del Arca Perdida” y que, a diferencia de Indiana Jones, se trata de arqueólogos de carne y hueso que tienen un amplio conocimiento del tema y que expresan respeto por la cultura material y espiritual de los pueblos de ayer y de hoy. Palabras clave: personajes de élite, moche, Sipán, Úcupe, Moro, Cao.

Abstract Recent archaeological discoveries, from Sipan forward, have brought to the forefront three of the four most important characters of the Moche elite, represented in the “The Ceremony of Sacrifice” drawing. The characters A, B and C of the famous picture probably correspond to the Lord of Sipan (Huaca Rajada), the High Priest (Huaca Rajada) and the Priestess of Moro (San Jose de Moro). However, there remains reasonable doubt about the character of character D Moche, termed by some as the “Twin’s Character A”. Recent archaeological discoveries: the Lady of Cao (Chicama Valley), the character of the Tomb of Elite 14 Sipan (Chancay-Lambayeque Valley) and the Lord of Ucupe (Zaña Valley), give us the ability to ascertain if any of them represents the Cast D archaeologists who are seeking to complete the gallery of the highest rank of the Moche society. Unwittingly then, archaeologists specializing in the Moche world are involved in a real version of “In Search of the Lost Ark”. Unlike Indiana Jones, however, these are flesh and blood archaeologists who have extensive knowledge of the subject and express respect for the material and spiritual culture of the peoples of yesterday and today. Key Words: elite personage, Moche, Sipán, Úcupe, Moro, Cao.

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I. Introducción Seguramente una de las barreras más difíciles para comprender el pasado prehispánico fue la ausencia de escritura en aquellos tiempos o, en todo caso, la ausencia de registros precisos que hubieran facilitado reconstruir su historia o en todo caso sus principales hechos. Menudo problema tienen entonces los arqueólogos cuando tratan de interpretar los hallazgos con los cuales suelen sorprendernos desde hace ya mucho tiempo. No nos sorprende, por ello, que a pesar de sus grandes esfuerzos, no tienen más remedio que rellenar los vacíos con suposiciones, deducciones o inferencias. Sin embargo gracias a las nuevas tecnologías, a los recientes descubrimientos de tumbas intactas, que brindan una invaluable información, es que la arqueología peruana puede arriesgarse ya a pensar en “escribir la historia de los Moche”, tal como lo propusiera recientemente Steve Bourget (julio, 2008). Es decir va llegando el tiempo en que, gracias al enorme corpus documental acumulado, los arqueólogos se planteen la tarea de reconstruir procesos y no limitarse a documentar hallazgos o esbozar historias muy particulares. Pero habrá que reconocer que gran parte de los procesos acaso nunca los podamos rescatar. Uno de esos problemas que afrontan los arqueólogos es el de la identificación de los personajes de élite de sociedades prehispánicas que se siguen descubriendo. A este problema se enfrentó Wálter Alva y su equipo del Museo Nacional Brüning al momento de caracterizar al personaje descubierto en Huaca Rajada al que se denominó inicialmente “Guerrero de Sipán” para después denominarlo definitivamente “Señor de Sipán”, denominación que posiblemente no nos da una idea del enorme poder del personaje, al que su mismo descubridor lo caracteriza como “dios viviente” (1992). Enfrentando a parecidas circunstancias Shimada prefirió denominar “integrante de la élite sicán” al personaje descubierto en Huaca el Loro (1992); por su parte Donnan y Castillo llamaron la “Sacerdotisa de Moro” al personaje descubierto en el Valle de Jequetepeque y como “la Señora de Cao” se ha designado a la mujer de élite descubierta la Huaca Cao ubicada en el Valle de Chicama. Más recientemente Steve Bourget (2008) ha “bautizado” al personaje descubierto en el Valle de Zaña como “el Señor de Úcupe” En este terreno también los historiadores tienen dificultades para caracterizar a los curacas y caciques del periodo colonial temprano que vivieron literalmente entre dos mundos y a los que se los ha caracterizado como “dueño de indios” pero con el entendido que no significa propiedad en el sentido occidental sino “jefe o comandante de indios” (Ramírez, 2002:37). Algo parecido sucedió con la caracterización de los edificios prehispánicos llamados huacas y con los rituales que todavía realizaban los antiguos norteños en los años iniciales de la conquista. Al referirnos a la cultura Moche no podemos dejar de mencionar a Rafael Larco Hoyle que a lo largo de 40 años hizo un gran esfuerzo en dos direcciones: el de contribuir a la preservación física de elementos de esa cultura (para ello fundó el Museo Arqueológico que ahora lleva su nombre) y se dedicó a “estudiarla en todas sus facetas a fin de lograr una reconstrucción de su historia cultural” (Larco, 2001: XIX). Por ahora queremos destacar que, en el lejano 1946, Rafael Larco Hoyle en la famosa Mesa Redonda de Chiclín, presentó a la comunidad académica una secuencia de 5 fases o secuencias de evolución de la cultura Moche, propuesta que en cierta forma resumía su largo y fecundo trabajo arqueológico. Esta propu-

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esta se ha mantenido en pie a través del tiempo y a pesar de los avances tecnológicos, de las depuradas metodologías, del trabajo en equipo y de los grandes descubrimientos realizados en los últimos 15 años. Lo que está sucediendo, como lo dice Jaime Castillo, con la propuesta de Larco es “una refinación de la cronología para su aplicación a regiones específicas” (ob. cit: XXII). Con el tiempo esta secuencia de Larco será de gran ayuda para que los actuales arqueólogos puedan establecer la cronología de los impresionantes descubrimientos moche que se han hecho en los últimos años. Con el tiempo, ya los arqueólogos modernos, establecieron una nueva base para tratar de interpretar, de caracterizar a los personajes de élite que se han ido descubriendo. En este caso los arqueólogos acuden a la disciplina conocida como iconografía andina, disciplina que ha realizado interesantes progresos gracias a las contribuciones de Marie-Anne Hocquenghem, Collin Delavaud, Christopher Donnan, Jurgen Golte, Morales, entre otros, y que han aportado interesantes aproximaciones al mundo de los moche. Han sido los dibujos conocidos como “El Tema del Entierro”, “Los Prisioneros”, “La Rebelión de los Artefactos”, “La Ceremonia del Sacrificio”, los que han sido particularmente útiles para los arqueólogos al momento de identificar a los personajes de élite descubiertos.

II. La Ceremonia del Sacrificio

Dibujo estilo línea fina de la “Ceremonia del Sacrificio”. Staatliches Museum für Völkerkunde, Munich. Dibujado por Donna McClelland. Este dibujo ha sido trabajado por Christopher Donnan y sirvió de base para que Wálter Alva caracterizara al Señor de Sipán.

“Desde 1972 ni yo ni mis colegas, aunque hemos hablado de la posibilidad de que la Escena del Sacrificio fue algo que existió realmente, más hemos pensado que eso puede ser mítico, hecho por los dioses como algo distinto al mundo real. Por 15 años hemos estado pensando si es real o mítico” Christopher Donnan (2008)

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La Ceremonia del Sacrificio se trata de un dibujo pintado en una botella o huaco moche, con finos pinceles en color rojo - marrón sobre fondo crema en el que el artista parece representar en conjunto una escenificación de lo que podría haber sido una escena de sacrificio en esos tiempos. El artista, seguramente siguiendo cánones establecidos o tratando de dar mayor realismo divide la escena en dos partes y para ello se vale de una serpiente mítica de dos cabezas con sus bocas abiertas y provistas de brazos humanizados, posiblemente dispuesta a devorar a quienes quisieran atravesar el nivel superior, lo que podría simbolizar la división entre el mundo real y el mundo espiritual. En la parte inferior se aprecian escenas en la que personajes con atuendos especiales (indicando su rango) como que extraen algo del interior de dos cuerpos de personas atadas. Se ven armas diversas como en movimiento, un ser mítico sentado en un anda que parece presidir las acciones anteriores. En la parte superior de la escena aparecen cuatro personajes que por su indumentaria tan espectacular y por sus actitudes representan a integrantes de la élite ya que portan elementos funerarios, de rango, mando y culto bastante característicos. Estos cuatro personajes son distintos, dos de ellos, situados en los extremos, son más grandes, están mejor ataviados y parecieran representar los de mayor rango. Los otros dos personajes, situados entre los anteriores, parecieran ser de rango inferior, siendo una de ellas mujer, y ambos parecen dirigirse al personaje ubicado en el extremo izquierdo. Estos cuatro personajes pertenecerían a la élite de la sociedad Moche y, por la indumentaria1 y elementos que cada uno exhibe se arguye que tendrían funciones diferentes dentro de esa jerarquía. A falta de mayor información fueron designados como los personajes A, B, C y D. Sobre esta base los arqueólogos están sosteniendo que el Señor de Sipán es coincidente con el Personaje A, que el Sacerdote de Sipán se asemeja al Personaje B, que la Sacerdotisa de Moro tiene grandes coincidencias con el Personaje C; mientras que no existe la certeza de haberse encontrado al Personaje D ya que se tienen hasta tres candidatos: la Señora de Cao, el Personaje de la Tumba 14 de Sipán y el Señor de Úcupe.

III. El Señor de Sipán y el Personaje A Wálter Alva designó al personaje de élite descubierto en Huaca Rajada como “Señor” (siec) en alusión a su rol ambivalente y a la naturaleza de las formaciones sociopolíticas de la costa norte denominados señoríos (Alva, s/f: 106). En la misma obra se afirma que el Señor de Sipán tenía el mismo carácter jerárquico y semi divino que el Inca en el Tahuantinsuyo y que se trataba del señor étnico del Valle de Lambayeque que en vida manejó los destinos de esta región entre los siglos II a III. Fue La Ceremonia del Sacrificio (entre otros) la que permitió a Wálter Alva identificar al Señor de Sipán como el personaje más importante de la élite ya que ostenta elementos funerarios, de rango, de poder y de culto muy característicos de tal investidura. Esta caracterización del Señor de Sipán hasta el momento no ha sido cuestionada y parece que los siguientes descubrimientos lo que han hecho es reforzarla. Una de las muchas interrogantes que se están desplegando en estos tiempos es la razón o las razones por las cuales La Ceremonia del Sacrificio ya no puede ser utilizada para caracterizar al Viejo Señor de Sipán, considerado de igual rango que el Señor de Sipán. Efectivamente si bien existen elementos para suponer grandes coincidencias, existen otros que sugieren importantes diferencias como el caso del tocado o corona que en el caso del Viejo Señor es

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más bien modesta y no tiene la espectacularidad del Señor de Sipán y del Personaje A del gráfico moche. En esta línea Ricardo Uceda se preguntaba “Si el Señor de Sipán es lo mismo que el Viejo Señor entonces ¿porque tienen tocados diferentes?” (2008) Lo anterior nos sugiere entonces que habrá que tomar con cautela el mencionado gráfico ya que expresaría una realidad de su tiempo y que no podría servir para caracterizar a la élite moche de todos los periodos. Al respecto se reconoce que La Ceremonia del Sacrificio fue dibujada durante la fase IV de la cultura Moche y bien puede representar a la élite de su tiempo. Volviendo nuevamente al tema, Wálter Alva sostiene que tres son los elementos fundamentales que le sirvieron para identificar al Señor de Sipán como tal: el cetro de oro, el protector coxal y la corona semilunar (Conferencia, julio 2008). Son justamente dos de estos tres elementos que también ostenta el personaje A de la Ceremonia del Sacrificio.

Personaje A de la “Ceremonia del Sacrificio”

El Señor de Sipán. Tumbas Reales de Sipán)

IV. El Sumo Sacerdote de Sipan y el Personaje B Luego del descubrimiento del Señor de Sipán, y al proseguir las excavaciones los arqueólogos se encontraron con la tumba de un guardián, con ofrendas de ceramios y luego con las evidencias de una techumbre de vigas de algarrobo, luego al ir descombrando la tumba se encontraron con el esqueleto de un varón, muerto entre los treintaicinco y los cuarentaicinco años, que medía 1.60 m., sin evidencias de enfermedades o de malnutrición. Este personaje tenía elaboradas vestimentas, varios ornamentos y objetos de carácter ritual. Pero lo que llamó la atención fue la presencia de un cuenco (a manera de un vaso con base ovalada) de unos 10 cms. De alto, trabajada en cobre dorado y que tenía una tapa también metálica. Sobre esta copa se dirá “nos trajo a la memoria las copas ofrendatorias frecuentemente registradas en las importantes

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escenas de sacrificios o libaciones” (Alva: 117). Otro elemento muy importante fue el hallazgo de “un amplio e impresionante tocado de cobre dorado de 59.5 cms. De ancho representando un búho con incrustaciones de conchas y turquesas en los ojos y las alas soberbiamente desplegadas”. En base a estos dos elementos no se tuvo muchas dudas en asociar este personaje al “hombre – búho” o al “Hombre – Ave” que aparecía en varios dibujos moche. Resulta que este sacerdote tenía muchas similitudes con el personaje B de la “Ceremonia del Sacrificio” que es el que se acerca al primer personaje para entregarle la copa que probablemente contenía el elemento ritual que muchos consideran sangre de personas sacrificadas, pero sobre lo cual todavía no existen pruebas contundentes.

El personaje B de La Ceremonia del Sacrificio fue conocido como “Hombre – Ave” o llamado también “Hombre – Búho” que entrega la copa ceremonial al Personaje A

El Sacerdote de Sipán con sus característicos atuendos: su tocado con alas desplegadas y la copa metálica

V. La Sacerdotisa de Moro y el Personaje C Christopher Donnan y Jaime Castillo se pusieron a buscar evidencias de unos copones decorados, estilo moche, que ya se estaban exhibiendo en museos del extranjero. Fue en el vecino pueblo de San José de Moro en donde hicieron los descubrimientos (1991 y 1992) de dos mujeres que vivieron en el periodo moche tardío y que ocuparon uno de los más altos rangos de la sociedad moche de ese lugar. Una de las mujeres desenterradas tenía una corona con dos penachos doblados y lo más importante es que a su costado reposaba uno de los copones que estaban buscando: “Cerca de su mano derecha se halló una copa de cobre con pedestal cónico, muy semejante a las copas que aparecen en las representaciones de la Ceremonia del Sacrificio que contenían la sangre de los sacrificados”2 (Castillo: 6).

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Para sus descubridores y para el mundo científico estaba muy claro que se había descubierto al personaje C de La Ceremonia del Sacrificio. Lo interesante de este sitio es que presenta una ocupación continua de 1000 años y es en este lugar donde se han encontrado personajes mujeres que desempeñaron roles estelares en diferentes periodos culturales y no solamente moche. Al no haberse encontrado otros personajes de alto rango (hombres o mujeres) de élite en el lugar, surge una pregunta ¿a quién entregaba la copa o copón que portaba la Sacerdotisa? Siendo un personaje aislado, sin asociación con otros de su igual o mayor nivel, nos volvemos a preguntar ¿porqué entonces se la dibujó junto a otros personajes como formando parte de una élite moche? Otra vez se puede pensar que en el Valle de Jequetepeque se desarrolló un proceso diferente al de la zona sur, menos centralizado y seguramente con características particulares que ya han sido planteadas por Jaime Castillo y Donnan en sus varios trabajos.

Representación hipotética de la Sacerdotisa de Moro. Monumento Ubicado a la entrada de Chepén

El personaje C de La Ceremonia del Sacrificio identificado como una mujer

VI. Los Recientes Descubrimientos y el Personaje D

Diferentes representaciones del personaje D del tema del sacrificio (Bourget)

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No hay duda que Lambayeque sigue sorprendiendo a los arqueólogos nacionales y a los peruanistas y los sigue obligando a afinar sus interpretaciones o simplemente a reevaluar sus puntos de vista. Al iniciar los años noventa no había dudas que de los cuatro personajes de la famosa Ceremonia del Sacrificio, tres habían sido identificados con alguna claridad. Faltaba entonces encontrar al personaje D de dicha representación. Con el tiempo, siempre posteriores al descubrimiento del Señor de Sipán, y hasta la fecha se han producido tres importantes descubrimientos arqueológicos que aportan datos y comprensibles dudas sobre este famoso personaje: la Señora de Cao, el Personaje de la Tumba 14 de Sipán y el “Señor de Úcupe”. En las siguientes líneas trataremos de presentar el estado de la cuestión. Todo parece indicar que, a la luz de los recientes descubrimientos, la discusión inicial sobre el personaje D y su relación con los personajes de la élite moche descubiertos se centran en el tema del casco o tocado de la cabeza ya que parece que es el elemento más distintivo de este personaje y que es común a los señores de élite desenterrados.

VII. La Señora de Cao Otro de los tradicionales pueblos de la costa norte, en este caso Magdalena de Cao, ubicado en la parte baja del Valle de Chicama, en La Libertad, fue el centro del interés público con la noticia de que en la Huaca Cao Viejo se descubrió la tumba de un personaje de alto rango a la que Régulo Franco y su equipo la denominaron “La Señora de Cao”. Dos elementos importantes fueron destacados en este entierro: la existencia de una corona de cobre dorado que remataba en dos protuberancias alargadas que se proyectaban a ambos extremos y que presentaba al centro de este tocado una carita estilizada de un animal, posiblemente un oso o zorro. El otro elemento destacado fueron los varios tatuajes en brazos, manos y pies de personaje, lo que confirmaría su pertenencia a una élite gobernante en el valle (Franco, 2007) Siempre en el esfuerzo por caracterizarla se ha sostenido que se trataría del personaje D y así lo afirmó su descubridor en algunas publicaciones y lo volvió a reiterar en una reciente conferencia (Chiclayo, 6/7/2008). El argumento más importante es la existencia del tocado que tiene similitud con la del personaje D, especialmente en la figura central, pero además la comparación se basa en las orejeras, narigueras, telas con placas metálicas, porras o báculos como elemento de poder y la presencia de un búho en cerámica como ofrenda, entre otros atributos. Sin embargo esta interpretación ha sido cuestionada por el hecho de que todas las evidencias llevan a pensar que el personaje D es definitivamente un hombre y no una mujer, afirmación sobre la que existe un gran consenso (Donnan,10/7/08). En la interpretación de este hecho se traen a colación otros elementos como el que la Ceremonia del Sacrificio poco sirve para caracterizar a personajes del periodo más temprano como el caso de la Señora de Cao.

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La Señora de Cao luciendo una de sus vestimentas y la espectacular corona con dos protuberancias alargadas que semejan en algo a la del personaje D (www.elcomercio.com)

Personaje D de La Ceremonia del Sacrificio con su características corona o casco

VIII. La Tumba 14 y el Personaje D Luis Chero Zurita (2008) nos informa que el personaje descubierto en la tumba 14 reposaba en una tarima de madera y tenía en su tumba, entre otros elementos funerarios, coronas desarmadas “con dos alas tipo el personaje D”, dos copas, corona con diademas y volutas, un plumero, unas porras con cabeza de metal, un idolillo de cobre fundido de unos 12 cms. De alto y que podría ser una representación en miniatura del propio personaje enterrado. En la línea de este trabajo son dos los elementos que parecen destacar en este entierro: por un lado la aparición de dos copas de cobre dorado de 13 cms. De diámetro y una hermosa corona metálica de penachos de 47 centímetros de altura (ww.elcomercio.com). Si las copas siempre han sido asociadas a la función básicamente ritual del personaje, si además este personaje tiene elementos del “hombre-búho” tan conocida de la iconografía moche entonces tenemos la base para afirmar que se trataría de otro gran sacerdote. Pero nos encontramos con que el gran sacerdote moche ya había sido descubierto e identificado con relativa claridad hace ya varios años. En esta misma tumba se ha encontrado elementos de uso militar por lo que se considera que también el personaje cumplía esas funciones y, para variar tenía un tocado en forma de V que asemeja mucho al tocado del personaje D entonces la pregunta es inevitable: ¿Quién es el nuevo personaje descubierto por Luis Chero Zurita? Luis Chero Zurita afirmaba que “por el ataúd, por la corona, por los dos vestidos de plata en forma de triángulos consideramos que se trata del personaje D de la Presentación o Ceremonia del Sacrificio” (Exposición: 15/7/2008).

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El debate se hace más complejo porque este personaje sería más antiguo que el Señor de Sipán en más o menos 60 años, lo que lo ubica, temporalmente hablando, entre el Viejo Señor de Sipán y el Señor de Sipán (Luis Chero, 2008). Adicionalmente presenta también un rico ajuar funerario, elementos de mando y de rango y lo destacable es la existencia de dos copas que son elementos rituales de primer orden y que no las tenía el Señor de Sipán. La pregunta surge de manera inevitable: ¿se trata del personaje D que se está buscando O se trata de un nuevo Señor de Sipán que se agregaría a los tres ya reconocidos? Dado que el descubrimiento es reciente estaremos a la espera de los estudios de gabinete para tener una respuesta definitiva o en todo caso provisional. La Tumba 14 nos pone sobre aviso de que para caracterizar con precisión a un personaje de la élite Moche se tiene que tener muchos más elementos. En este caso la existencia de la copa en la mano no basta pues parece que las funciones de estos personajes fueron cambiando con el tiempo, siguiendo una lógica que cuesta mucho desentrañar, justamente por la inexistencia de registros precisos y por la insuficiencia del instrumental analítico con el que contamos.

Idolillo de cobre fundido que sería la imagen misma del Personaje de la Tumba 14 de Sipán

Personaje D de La Ceremonia del Sacrificio

IX. El Señor de Ucupe y el Personaje D En la Huaca del Pueblo, ubicado en Úcupe, centro poblado perteneciente al distrito de Lagunas – Mocupe, y que se encuentra en la parte baja del Valle de Zaña, se ha realizado un sensacional descubrimiento arqueológico a cargo de un equipo de arqueólogos encabezados por Steve Bourget y que nos lleva nuevamente a la posibilidad de encontrarnos con el personaje D. El descubrimiento se ha realizado en una zona de intenso huaqueo por lo que las posibilidades de encontrar un entierro importante eran bastante reducidas. Se trata además de

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una huaca importante, aunque no tan grande como las de Sipán, lo que lleva a Wálter Alva a hablar de un centro menor relacionado con Sipán, pero ello no se puede deducir simplemente por el tamaño de las construcciones. Pareciera que este hallazgo tiene relación con Sipán y también con el sitio Dos Cabezas, ubicado más al sur, en el Valle de Jequetepeque y que fuera descubierto por Donnan. Efectivamente este personaje tiene acompañantes, presenta un impresionante atuendo, tiene varios ornamentos metálicos, exhibe elementos de ritualidad y de mando que llevan a calificarlo como un personaje de la élite moche sin ninguna discusión. Sin embargo son la serie de coronas con dos penachos a ambos costados los que más llaman la atención porque son los elementos que más lo aproximarían al personaje D. Aunque no tenemos la declaración precisa de Bourget tenemos elementos para pensar que está relacionando al personaje descubierto por él con el famoso personaje D de La Ceremonia del Sacrificio (Bourget, 2008)

Corona de cobre dorado con dos prolongaciones y con una cara trabajada en el centro de la misma Los brazos extendidos que salen recuerdan a uno de los elementos rituales del Señor de Sipán (www.utexas.edu/courses/ahr400/ lectures/390/ucupe.htm)

Personaje D de La Ceremonia del Sacrificio

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X. Conclusiones

Existen elementos suficientes como para pensar que con los hallazgos recientes el famoso personaje D de La Ceremonia del Sacrificio ha sido encontrado finalmente y que bien podría estar representado por el personaje de élite de la tumba 14 o también por el Señor de Úcupe. Por ahora quedaría descartada de esa candidatura la Señora de Cao. Con ello se habrían completado los cuatro personajes de élite representados en el famoso dibujo. Sin embargo la existencia diversos elementos en las tumbas encontradas y de nuevos datos de contexto en que se desenvolvieron bien podrían prestarse a otras interpretaciones, lo cual no sería sorprendente.

Parece que el uso de una determinada base de comparación: – la cerámica, un determinado objeto o un espectacular gráfico se han revelado como muy importantes para ayudar a los arqueólogos a caracterizar actividades, procesos y personajes que se han ido descubriendo. Sin embargo al tener más y más información, al mejorarse la tecnologías y al desarrollarse la discusión, estas bases de comparación van siendo cuestionadas porque pertenecen a otros tiempos, fueron hechos en otras realidades o simplemente porque el mundo Moche es mucho más complejo de lo que se afirmaba unos 15 años atrás.

La importancia en número y cantidad de los hallazgos arqueológicos producidos forman ya una buena base de datos, un corpus documental, que pueden permitir a los especialistas pasen de la visión arqueológica a una visión histórica de los Moche (Bourget). Lo anterior implica también que los arqueólogos inicien un acercamiento a profesionales de otras disciplinas ya que la complejidad de estudiar el pasado prehispánico así lo exige. Gran parte de la tarea debiera ser convencer al Estado, a las universidades y a la cooperación internacional para que promueva investigaciones de largo aliento y no quedarse sólo en trabajos de corta duración.

Es posible que nuestras formas de interpretar los hallazgos se nutran de conceptos, de puntos de vista occidentales que se revelan como insuficientes para comprender las categorías del pensamiento andino. Pensar en la importancia de lo religioso como base de las estructuras políticas podría ser de gran ayuda, recoger el concepto de culto a los ancestros podría dar luces sobre las tumbas reabiertas o saquedas ritualmente, la existencia de un concepto de poder sobre personas y no sobre territorios también nos ayudaría a explicar el tema del poder en aquellos tiempos, y habría que aquilatar el concepto de herencia posicional al intentar reconstruir tradiciones dinásticas en los andes. Tal vez se trate de intentar pensar distinto para entender a una sociedad también distinta.

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XI. Notas

Respecto a los recientes descubrimientos se considera que en las tumbas ricas, es decir pertenecientes a integrantes de las élites Moche, se suelen encontrar “suficiente material como para vestirse de manera diferente tal vez para distintas ceremonias en las que participaba el mismo personaje” (Donnan, 2008). Así el Señor de Sipán tenía para vestirse de cuatro formas distintas, una de ellas era parecida al Personaje A de la Ceremonia del Sacrificio. Donnan dice que en el sitio Dos Cabezas, perteneciente al Moche temprano, se identificaron 14 vestidos para el personaje principal descubierto en la tumba. Una interpretación entonces es que tal vez el personaje de élite asumía funciones distintas durante su vida o por lo menos durante la época en que era investido de tal representación y que nos hace pensar en el concepto de “herencia posicional”. Sería por demás interesante que se nos presentara a los personajes de élite vestidos con sus distintas indumentarias y, tal vez, podríamos echar a volar la imaginación y podrían surgir nuevas interpretaciones.

La afirmación que la copa que portaba el sacerdote o la sacerdotisa de tiempos moche contenía la sangre de los sacrificados se ha convertido en un hecho generalmente aceptado. Igualmente se acepta que, la sangre conteniendo en esta copa, era libada por el alto personaje. Si bien esta afirmación tiene lógica dado el contexto en que se representan estas escenas (sacrificados, verdugos, sangre, personas de élite, divinidades); sin embargo hasta la fecha no se cuenta con estudios científicos que sustenten tales afirmaciones. Seguramente por el tiempo transcurrido ello ya no será posible hacer las pruebas científicas o tendremos que esperar avances tecnológicos que hagan posible rastrear la presencia de sangre en esas copas ofrendatorias. Es justamente esta falta de evidencia científica la que debiera hacernos más cautos y colocar el tema de la libación de sangre humana como un hecho hipotético

XII. Bibliografia Alva Alva, W. Sipán, descubrimiento e investigación. Wálter Alva. Lima, sin fecha Castillo B., L. Las Señoras de San José de Moro: rituales funerarios de mujeres de elite en la costa norte del Perú. Programa Arqueológico San José de Moro. Revista Summa Humanitatis. Pontificia Universidad Católica del Perú. Pág. 1-15. Christopher B. D. y Donna M. (1979). The burial theme in Moche iconography. Studies in precolumbian art & archaeology number twenty-one. Dumbarton Oaks Trustees for Harvard University Washington. Larco H., R. (2001). Los Mochicas. Tomo I y Tomo II. Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera y Fundación Telefónica. Lima, 2001. www.perucultural.org.pe Ramírez, S. E. (2002). El mundo al revés. Contactos y conflictos transculturales en el Perú del siglo XVI. Pontificia Universidad Católica del Perú. Régulo F. J. (2007). “Sobre la muerte e identidades de los personajes más poderosos de la sociedad mochica”. 16 de septiembre. http://www.peruprensa.org/Ca160907.htm. Bajado de internet el 14 de julio de 2008

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XIII. FUENTES EL COMERCIO. DIARIO http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2007-09-02/imecportada0778994.html Jueves, 14 de agosto de 2008. BOURGET, STEVE, BRUNO ALVA MENESES y KIMBERLY JONES The lord of Úcupe. A middle moche tomb at Huaca el Pueblo, Zaña Valley. www. utexas.edu/courses/ahr400/lectures/390/ucupe.htm. Bajado el 20 agosto 2008. ALVA, BOURGET, CHERO, DONNAN, REGULO Y UCEDA Exposiciones en evento: “Sipán: una ventana hacia el futuro. Organizado por Cáritas. Chiclayo, 14 y 15 de Julio 2008. DONNAN, CHRISTOPHER. Conferencia organizada por la Universidad Señor de Sipán. Chiclayo, 10 de Julio 2008.

PAMPAGRANDE 2007 José Carlos Orillo / Artista Plástico

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