Ecos de un día cualquiera

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ECOS de un dĂ­a cualquiera...

Patricio M. Lueiza

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ECOS de un día cualquiera...

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“Que la fotografía me lleve lejos, que el viaje nunca termine”

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“Ecos de un día cualquiera”, es un ensayo fotográfico que plantea un desafío, este fue armar un recorrido de un día de fotografías incluyendo imágenes del año 2009 al 2014 . Es así como este gran rompecabezas originó el presente ensayo, dando a entender que es un trabajo basado en el reciclaje visual de imágenes postergadas durante varios años y generadas en otro contexto. Es una visión subjetiva de nuestra sociedad, un ejercicio de interpretación de nuestro entorno. Evidenciando un camino que nos acerca al reflejo de una emoción o sensación contenida en la materialidad de una fotografía. Lo que simboliza en sí misma como elemento de representación y memoria. En la vereda de papel de mi cabeza naturalmente curiosa, surgió prontamente una incipiente idea que se encontraba suspendida en las ganas extremas de salir de la fosa común del diario vivir. Escapar de lo estancado y sin movimiento se torno una necesidad presente. Sostenidas ganas de vivir un día cualquiera como si durara un mes, años o al menos la sensación de aquello. Matices, trozos de tiempo e instantes de días dispersos que

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buscan crear un corpus de trabajo que narra un día compuesto de muchos otros, de la mano y el ojo fisgón del escritor con tinta de luz. Es así como desde lo más íntimo de mi habitación rompo los muros mentales que muchas veces nos imponen y por qué no decirlo, también existe un grado de auto-imposición, limitando nuestro viaje y reforzando un temor absurdo lleno de tabúes y rejas del entorno social que gradualmente terminan coartando “la experiencia”, reemplazada por paradigmas absolutistas impuesto por un sistema que nos “educó” para ser cobardes, estáticos y dependientes de manera constante de su teta infame. Inmerso en el día a día, en un recorrido de descubrimiento y asombro en la ciudad, en una urbe Latinoamericana (Región Metropolitana, Chile), donde los rostros de anónimos transeúntes surgen presurosos con empatía y descontento. Encuentros casuales que difícilmente se pueden ignorar. Espacios cargados de historias escritas sobre texturas de piel y cemento que da cuenta de una sociedad distinta, una que tiene ganas de crecer, pero que se detiene

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muchas veces en tensos y complicados escenarios. Un vínculo con la ciudad se hace presente de manera inevitable. Dependiendo del contexto se vuelve una ciudad llena de luz y potencial, pero en otras instancias se torna desagradable e incorregible. Una ciudad de contrastes sin duda. Camino y asumo un instinto visual, doy unos pasos emprendiendo hacia la nada, mi latir se acomoda al viento y mi dedo impulsivo quiere atrapar el mundo. Con cada imagen recuerdo que existo para mirar, para observar bien, para entender o también válidamente llenarme de dudas. Los sentidos se agudizan con la herramienta que perpetúa, que roba el instante. Concentro el ser en la máquina, en ese otro cuerpo, una prolongación del “Yo”. Una extensión que se inicia en el acto de retratar el entorno que percibo e interpreto bajo mis parámetros y juicio. Por un momento es absolutamente mía la fotografía y el relato de ese trozo de realidad que transformé en mi realidad escrita con píxeles, es el “Eco” que confirma mi existencia. Comparable en fotografía análoga con la imagen

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latente, es decir, el negativo “el rollo” aún no ha pasado por procesos químicos para que la imagen sea visible, el fotógrafo sólo tiene una imagen mental, es en ese momento cuando sólo él es testigo de su fotografía, es sin duda un vínculo íntimo con una parte de la realidad, un acto subjetivo de apreciación que el fotógrafo decidió plasmar en su obra y que termina tal vez cuando decidió compartirlo como imagen en un formato digital o impreso, siendo contemplado por un “alguien” que creará posteriormente su propia historia, pero condicionada en alguna medida por la abstracción previa del autor. Consciente de aquello veo el reflejo de una realidad manipulada. De seudo-objetividad, de representaciones re-encuadradas, reordenadas, dirigidas en orquestas de luz y sombra. Procedo a fotografiar y trato de ordenar mi cabeza. Reflexiono y comienzo a entender entre tanta agitación. Clasifico, invento otra realidad y me pierdo otra vez. Inevitables preguntas nacen en la vereda de papel de mi cabeza naturalmente curiosa, ¿Qué es lo real?; ¿Dónde está?... ...Quizás sólo cuando respiro antes de disparar con mi cámara...

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Salí a caminar, no recuerdo el día...

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DespuĂŠs de la caminata eterna de pasos minĂşsculos y poco avance. De ruidos y pirotecnia peatonal, recuerdo mi nido y decido volver.

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Cerrar los ojos, lo exige mi cuerpo, mi mente reniega. Sin límites, sin un final, sin nada. Ojalá recuerde aquel día, que simplemente salí a caminar... ...Pasos de un anónimo observador.

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Imรกgenes y textos

Patricio M. Lueiza

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