Un stilus electrónico

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julio 2007

hectáreas de extensión. Aún puede contemplarse buena parte de su agger con una puerta en clavícula. Su planta es ovalada, perfectamente adaptada a la topografía de la colina. En la cara este, la defensa del agger es sustituida por el talud natural de la roca. La cara norte por el contrario, es la más débil por lo que fue reforzada con un amplio foso. Una cresta rocosa recorre su longitud haciendo de la cara oeste la más apropiada para la acampada. De los extremos suroeste y noroeste salen las dos líneas de asedio, aún visibles. Se ha encontrado abundante material como tachuelas de caligae, piquetas de tienda, puntas de lanza, guarnición de caballería, etc. así como monedas que han permitido datarlo a comienzos del período de Augusto. Desgraciadamente está siendo objeto de expolio y no es raro encontrarlo completamente piqueteado. Hay que destacar también la proximidad de una cantera y su posible daño a la conservación de este yacimiento. En la cara oeste del asedio nos encontramos con otro recinto de castramentación romana, el campamento romano de La Pinilla. Tiene la peculiaridad de encontrarse más próximo y a menor altura que el conjunto castreño, pero con la defensa natural de la hoz rocosa que conforma la confluencia de los

campamentos

A pesar de estar en un nivel inferior al oppidum, el ejército romano estableció en una pequeña meseta cercana (a la derecha, desde el punto de vista de los sitiados) un castra minora desde el que hostigaba al poblado, aprovechando el foso natural de la hoz.

ríos Las Heras y San Román (nomenclatura reveladora). Es visible el área que comprendía, aunque ha sufrido mucho por las labores del campo dada su proximidad a Heras de la Peña. Se han encontrado proyectiles incendiarios en este punto. En la colina más occidental del asedio, enfrentada al castro y al castra principalis, nos encontramos con un castellum romano, por lo tanto de menor entidad. Su posición en altura sobre el terreno es privilegiada. A sus pies discurre el río en hoz. Es ovalado y aún es visible el colapso de sus muros. Igualmente es visible una línea de agger descendente que probablemente lo uniría con el castra minora de La Pinilla.

La ubicación del oppidum, aun abierto a los campos meseteños vacceos, se nos muestra como de extrema debilidad ante la presencia romana, indudablemente uno de los primeros candidatos a sucumbir. La Sierra del Brezo se alza al norte muy próxima, quizás una válvula de escape y suministro a evitar por la opción de sitio. Opción que se nos muestra misteriosa dada la aparente debilidad de un núcleo castreño de no muy grandes dimensiones. Las fuerzas romanas, dadas las extensiones de los campamentos y el material encontrado serían superiores incluso en número. ¿Tal vez una simple demostración de fuerza al comienzo de la campaña? En todo caso, no puede el visitante sustraerse a la sensación de angustia que tuvo que embargar a la población cántabra sitiada. Tan solo son unos metros los que distan entre los asentamientos. A la amenaza del enemigo a las puertas se sumaba el poder contemplar el frenesí legionario en las labores de cerco, su habla extraña, sus improperios y sus risas quizás aún más insultantes. El poder de las legiones romanas se nos muestra aquí irresistiblemente brutal. PARA SABER MÁS:

Vista del castra principalis desde los muros del oppidum (en primer plano). Los puntos blancos muestran la doble línea de asedio.

• PERALTA LABRADOR, E. (2006): “La Loma roman siege”, Morillo, A. & Aurrecoechea J. (eds.), The roman army in Hispania: an archaeological guide, León, págs. 338–340. • FRAILE LÓPEZ, M. A. (2006): Estudio geográfico de las guerras cántabras, Santander.

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