Los cuentos de la luz

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LOS CUENTOS DE LA LUZ INCLUYE

DVD



Querido lector Bienvenido a Los Cuentos de la Luz, que son el resultado de la imaginación, de la ESPERANZA, la diversidad, la colaboración y la generosidad. Desde la Asociacion Crea y Crece impulsamos proyectos de Creatividad desarrollados en colaboración por artistas con y sin discapacidad, este primer volumen recoge alguno de estos proyectos. Los primeros cuatro cuentos nacen del taller de Empoderamiento “Camino de Luz” de Lady Isabel y los inventan niños y jóvenes con y sin discapacidad, que tras conocer a Isabel y su proyecto y oír su cuento, continúan su historia con nuevos capítulos y personajes; en ellos recogen los valores que Lady Isabel, Estherina Poetina y la liebre Anuka les compartieron en su propia historia, de talento, superación y amistad. Los cuentos han sido ilustrados por diferentes artistas, Alberto García Pozuelo de España, Mario Castellanos de México y Arnaldo Zaragoza de Venezuela, todos Voluntarios de Fundacion Telefónica, que siguiendo las pautas que los niños dan en sus historias y dibujos , han creado diferentes mundos donde disfrutar con ellos. Los dos últimos Cuentos, nacen de forma diferente, dos jóvenes Yago e Isabel, participaron en un concurso de Carteles para personas con discapacidad, donde el tema era “Una Mirada Diferente”, nosotros, les propusimos que imaginaran un mundo nuevo viéndolo con sus miradas donde dieran libertad a su imaginación. No ganaron el concurso, pero nos gustaron tanto sus dibujos que propusimos a Ana Vega (escritora con discapacidad también) que hilara dos historias que le inspirasen los dibujos, que después nos ilustraron Mario y Alberto. De la colaboración de todos ellos nacen “ Yago y la nave Espacial” y “Un Mundo Nuevo”. Hemos disfrutado mucho todo el equipo haciéndolos, entre los que incluimos al de pasionporloslibros, que colabora con nosotros y Vidal García que digitaliza los diseños de Lady Isabel que componen la portada y contraportada del Libro. Espero que vosotros leyéndolos también lo paséis genial y compartáis con nosotros el placer de ver cómo nacen hermosas historias de la colaboración del talento. www.creaycrece.org


Promueve: CREA Y CRECE www.creaycrece.org Patrocina: HAZME LA ROSCA Colabora: FUNDACIÓN TELEFÓNICA Colaboran en los Cuentos: Ana Vega escribe: Un Mundo Nuevo y Yago y la Nave Espacial a partir de los dibujos originales de Isabel García Salguero y Yago García García-Cabezon respectivamente. Alberto García Pozuelo Ilustra: Veloz el caballo y la mariposa Lady Isabel, La Rana Ana y Yago y la Nave Espacial . Mario Castellanos ilustra: Vaca Cohete y Un Mundo Nuevo. Arnaldo Zaragoza ilustra: Caracol Yaguito. Cuentos originales de: La Rana Ana: Grupo de niños del taller de la librería Liberespacio. Vaca Cohete: Grupo de niños del taller de la Biblioteca Manuel Alvar. El Caracol Yaguito: Yago García García-Cabezon. Veloz el caballo y la mariposa Lady Isabel: David Pérez Rubio. Talleres a partir del cuento “Camino de Luz”, autoras: Isabel García Salguero “Lady Isabel”. Esthi Rubio. Reyes Fernández Medina.


LOS CUENTOS DE LA LUZ La rana Ana - 7 La vaca cohete - 17 Veloz el caballo y la mariposa Lady Isabel - 23 El caracol Yaguito - 33 Yago y la nave espacial - 43 Un Mundo Nuevo - 61


Fondo de Portada y Contraportada, diseños de Lady Isabel digitalizados por Vidal García y Dibujos de grupo de jóvenes del Taller Down Asturias. Poema contraportada “Camino de Luz” de Isabel García salguero. Edita:

I.S.B.N.: 978-84-17546-68-7 Impreso en España Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación ni de su contenido puede ser reproducida, almacenada o transmitida en modo alguno sin permiso previo y por escrito de los autores.


La Rana Ana

TALLER Librería “LiberEspacio” en Madrid Textos: Clara, Ángel, Álvaro, Julia, Valentina, Sofía, Elisa, Álvaro, Nicola, Alicia y Mateo Ilustraciones: Alberto García Pozuelo “ALGAR” ·7·


Vivía en el estanque del jardín de la casina de Cadavedo una rana muy verde que se llamaba Ana.

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Tenía las patas muyyy largas y muyyy fuertes y las palmas de las patitas eran muy grandes y abiertas.

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Tan fuertes y tan largas eran… que saltaba alto, muy alto.

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Cada vez más alto…

hasta que una vez…

llegó a la Luna.

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Le gustó mucho porque tenía mucha luz y aunque desde la tierra no se veía, los cráteres tenían muchos colores.

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Así que se hizo allí una casa y se olvidó del jardín de la casina de Cadavedo.

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Se me olvida contaros que también tenía un oído muy fino, así que un día oyó una canción que cantaba Lady Isabel con sus amigas

y sintió mucha añoranza de sus amigas y de su jardín. · 14 ·


Pero tenía miedo de saltar a la tierra y no poder volver a su casina en la luna. Hasta que un día la rana Ana, vio pasar por delante de su casa un cohete muy alegre…

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Un día la Rana Ana vio pasar por delante de su casa un cohete muy alegre, estaba pintado con rayas rojas, blancas y naranjas y por la ventana se asomaba una vaca roja que la miraba. Y se llamaba “Vaca Cohete”. Se puso a hablar con ella y Vaca Cohete la invitó a ir con ella a la tierra subiéndose de un salto, porque no podía aterrizar, y que ya después la traería de vuelta.

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Dicho y hecho, la Rana Ana se subió de un salto al cohete y avisaron a sus amigas de que iban a verlas. Como no sabían cómo bajar, a la Liebre Anuca se le ocurrió una idea estupenda:

Les pusieron una cama elástica para saltar y sí no se harían daño. · 19 ·


¡Qué contentas se pusieron cuando se reunieron otra vez…! Y ¡qué rica estaba la hierba del jardín! Vaca Cohete casi se puso morada de tanto comer. Como había funcionado tan bien la cama elástica, todas juntas se pusieron a saltar para subir al cohete… Y fueron a pasar unos días a la casa de la Rana Ana en la Luna… Y allí corrieron muchas aventuras.

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Veloz el caballo y la mariposa Lady Isabel

Taller Cadavedo (Valdes) Texto: David Pérez Rubio Ilustración: Alberto García Pozuelo “ALGAR” · 23 ·


En una verde pradera detrás de un árbol estaba Veloz comiendo hierba.

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De pronto vio algo naranja y amarillo y pensó que era una flor. Intentó comérsela de un bocado…

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Pero se movía y se dio cuenta que era una linda mariposa, que le dijo con voz suave: –¡Qué susto me has dado! por poco me comes. ¿Cómo te llamas?


El caballo, bajando la cabeza, avergonzado, dijo: –¡Perdóname!, me llamo Veloz.

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Los dos juntos fueron colina abajo y se sentaron al lado de un muro, para mirar un hermoso lago que allí había. Tenía aguas cristalinas y una gran cascada.

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Se veían saltar salmones y truchas. Estuvieron allí toda la tarde hasta que pasaron las horas sin darse cuenta.

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De pronto se hizo de noche. Lady Isabel que así se llamaba la mariposa se tenía que marchar a su casa pues su mamá estaría preocupada si no llegaba a tiempo. Ella no podía volar sola tan tarde. Veloz también marchó al trote.

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Se despidieron con un gran relincho y un aleteo. Muy contentos de haberse conocido y con la promesa de volverse a ver en ese lugar de encuentro, al pie de la colina de los sueùos. ¡ 31 ¡


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Taller Cadavedo (Valdes) Texto: Yago García Garcia-Cabezon Ilustraciones: Arnaldo Zaragoza · 33 ·


En el jardín de la casina de Cadavedo nació el caracol YAGUITO, era muy pequeñín pero muy bonito, el cuerpo lo tenía de color rojo y su casita –que llevaba siempre encima– era de color naranja con manchas amarillas.

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Lo que más le gustaba era estar con los cuernos al sol. Un día de pronto escuchó una canción que decía: "Con veintiún cromos…, bailan las almas con alas bajo el hórreo…" y empezó a mover las antenitas y a bailar sobre su colita.

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Buscó a las que cantaban la canción y vio a la liebre Anuca que tocaba la guitarra, era muy altaaa… y parecía muy simpática, estaba con otras dos amigas, una luciérnaga y una mariposa, y les dijo:

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–¿Queréis bailar esta canción conmigo? porque lo que más me gusta en el mundo es jugar y saltar y bailar.

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–¡Nos parece genial! –dijo la luciérnaga–. Nosotras somos la liebre Anuca, la mariposa Lady Isabel y yo soy la luciérnaga Estherina Poetina.

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–¡Vamos a bailar! –dijo la liebre Anuca, y se puso a tocar su guitarra. Todos empezaron a saltar muy contentos y a bailar y se hicieron amigos de Lady Isabel.

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Lady Isabel les dijo que Yaguito era un caracolito muy guay y que quería ser su mejor amiga. Y desde entonces, fueron los mejores amigos para siempre, jugando en el jardín de la casina de Cadavedo.

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Un ruido ensordecedor sorprendió a toda la familia. Como una especie de ruido de motor, que en cierto modo parecía entonar una extraña canción, como si miles de pequeñas voces cantaran una canción absolutamente desconocida, con un timbre de voz muy peculiar, como si estuvieran cantando sobre sus cabezas mismas. Yago frunció el ceño, no le gustaba que nada ni nadie interrumpiese su serie favorita en la televisión y este ruido tan molesto le impedía escuchar bien lo que decían sus personajes favoritos. –¡¡Brrrr!!… no puedo escuchar los dibujos con tanto ruido –dijo Yago. Su madre y su padre miraron ambos hacia arriba por propio instinto, pero sin prestarle demasiada atención. –Creo que habrá tormenta –indicó su madre. –Es que el tiempo está muy raro últimamente –contestó el padre. Entonces el perro se puso a ladrar clavando su mirada en el techo.

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–Esto es muy raro. Será mejor que investigue… –pensó Yago. Así que sin dudarlo ni un solo segundo, se decidió a subir al desván, donde guardaba el telescopio con el que cada día miraba las estrellas, soñando, en bajito, sin que nadie averiguase su secreto: el que seres de otro planeta algún día no muy lejano vendrían a visitarnos. Subió las escaleras corriendo, el ruido parecía empeorar y volverse más fuerte.

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Cuando llegó al desván, cogió rápidamente su telescopio, lo colocó y dirigió su mirada hacia el cielo. No podía creer lo que estaba viendo, una luz de forma ovalada y muy, muy brillante parecía acercarse, si seguía avanzando a esa velocidad acabaría aterrizando en el techo de su casa –pensó Yago. Se sintió entusiasmado. –Ahora todos podrán creerme –se decía. Siguió observando muy atento, viendo cómo la nave o platillo volante descendía lentamente, mientras el ruido o especie de cántico o canción se acercaba también.

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Apenas quedaba ya distancia entre ese extraño objeto y su casa. Yago observó –sin miedo alguno y con mucho entusiasmo– cómo el objeto fue bajando y bajando, hasta colocarse prácticamente encima de su tejado. Yago sintió cómo la casa entera temblaba, pero esto tan solo duró un segundo. El ruido cesó, pero los extraños cánticos o canciones estaban cada vez más cerca.

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Yago se dirigió corriendo a su adorada cajita de música, la que su abuelo le había regalado y que no solo contenía las grandes canciones clásicas, sino también un montón de sonidos registrados que su propio abuelo –inventor de gran prestigio– había fabricado para él. –Algún día sabrás cómo utilizarla –le había dicho a Yago su abuelo cuando se la regaló. Pues bien, este era sin duda el momento. Yago comenzó a darle a la manivela de la cajita, mientras múltiples sonidos y canciones salían de ella.

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Algo cambió, pues los cánticos que escuchaba de esa extraña nave se transformaron en una especie de melodía cálida que parecía envolverte. Yago sonrió. En ese momento, algo pareció atravesar la pared del techo. Yago no podía creer lo que estaba viendo: una criatura pequeña, peluda y muy sonriente atravesaba la pared sin ningún problema y sin romper en absoluto nada ni realizar destrozo alguno, pero tras esta venía otra y otra y otra más… –¡Criaturas de otro planeta! –dijo exaltado Yago.

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Yago se encontró solo en su desván frente a unas diez pequeñas criaturas peludas que cantaban y movían sus cabezas y antenas a un ritmo que el propio Yago marcaba con su cajita de música. –¡El abuelo tenía razón! –exclamó.

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Yago ya no sabía muy bien qué canción o sonido utilizar, así que decidido y valiente pensó: –Me quedaré en silencio a ver qué pasa. Apartó la cajita y les miró muy fijamente a través de sus gafas. Entonces las extrañas criaturas se miraron unas a otras y sin pensarlo mucho, saltaron sobre Yago para hacerle cosquillas, abrazarle y darle unos extraños besos que consistían en una especie de movimiento de múltiples caras peludas contra su cara moviéndose de un lado a otro. Yago no podía creer lo que estaba pasando. –Creo que ha llegado el momento de presentaros a mis padres –les dijo. Las extrañas criaturitas asintieron con la cabeza.

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Dibujo Una mirada diferente de Isabel García Salguero. Inspiración del cuento Un mundo diferente. · 60 ·


Un mundo nuevo Texto Ana Vega Ilustraciones: Mario Castellanos González

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Isabel se despertó lentamente, se desperezó, se estiró y volvió a acurrucarse en la cama; era sábado por la mañana, el único día de la semana en el que no hay que madrugar, ni vestirse corriendo ni desayunar sin pararse a pensar antes qué te apetece elegir ese día: galletas, tostadas, zumo… Siguió disfrutando de esa sensación de seguridad que nos ofrece nuestra cama calentita durante un rato. Se estiró de nuevo y asomando lentamente su cabeza fuera de las sábanas, buscó a su gata con la mirada, la llamó: –¡Lunaaaaa!

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No tardó ni un instante en aparecer a su lado ronroneando y acariciando las manos y rostro de Isabel, muy contenta por encontrarse ante un nuevo día. Isabel y Luna formaban un equipo realmente extraordinario, grandes e importantes aventuras les esperaban en este día y ya era hora de despertarse del todo, ponerse las zapatillas, y asomarse por la ventana para ver si el sol que se colaba por las rendijas de la persiana era tan radiante como parecía. · 63 ·


Isabel se levantó de un salto y Luna se dirigió rápidamente a sus zapatillas para introducir –como de costumbre– su cabeza en su zapatilla derecha hasta que esta desapareciese del todo, empujándola así y dirigiéndola de un modo bastante extraño hasta el pie derecho de su compañera de vida, su amada Isabel. Luna no era una gata cualquiera o una gata común, como quiso anotar el veterinario, era una gata extraordinaria (“Apunte eso”, le había exigido Isabel en su momento). Una vez puestas las zapatillas en sus pequeños y cálidos pies, que a veces pensaba tenían la consistencia de un bollito de leche, se dirigió a la ventana, pero al subir la persiana descubrió algo increíble…

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Todo había sido transformado en un maravilloso mundo de colores, las nubes lucían un azul intenso, del cielo surgían destellos de luz, el asfalto de la calle había sido transformado en una fantástica pradera verde y las casas y las farolas poseían mil colores indescifrables cuya luz parecía inundar los ojos de Isabel. No podía creer lo que estaba viendo. Las personas que pasaban por la calle se paraban para disfrutar del bello paisaje y, emocionadas, se abrazaban y sonreían, como si el propio paisaje y sus colores transformase sus corazones convirtiendo estos en una especie de piruleta de múltiples sabores. Todo el mundo parecía feliz. · 65 ·


Isabel le mostró a Luna el nuevo mundo que acababa de descubrir y Luna maulló feliz. Ninguna de las dos pudo resistir la tentación de bajar corriendo las escaleras y abrir la puerta que dirigía al jardín, mientras su madre le preguntaba desconcertada a dónde se dirigían con tanta prisa. –¡Al nuevo mundo! –gritaba Isabel. · 66 ·


Isabel y Luna se tumbaron en la extensa pradera verde que cubría el jardín, respirando profundamente ese maravilloso olor dulce que llegaba de las miles de flores de mil colores que cubrían este. Escuchaban las risas de las personas de la calle y sentían un amor profundo por todo cuanto les rodeaba.

Luna daba vueltas y vueltas sobre sí misma, ronroneando de felicidad mientras Isabel miraba el cielo, cobijada por los árboles de corteza color chocolate que parecían protegerla y abrazar ese cielo tan hermoso. Isabel pensó: “Todo es posible, tan solo tienes que desearlo”.

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Fin Ilustrado por Inspirado en “Un mundo diferente” de Isabel García Salguero · 68 ·



sale De pronto z una gran lu onte en el horiz vienen y con ella l coraje e y r lo a v el la alegría, lores, o c s o h c u y m te guían y n a d u y a que te tu propio r a r t n o c n a e

z. u l e d o n i Cam Isabel García

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