PyP nro 58

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LA CLASE TRABAJADORA PONE UN FRENO... PÁG. 4 LA MCDONALIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN... PÁG. 6 EL GOBIERNO DE LA OLIGÁRQUICA... PÁG. 8

EL EMBATE SOBRE AMÉRICA LATINA... PÁG. 9

- año 11 - junio 2016 - $10


editorial por nestor gorojovsky

En los escasos meses que lleva entregando el país al parasitismo oligárquico y al saqueo imperialista, el régimen presidido por el multiprocesado, fugador y contrabandista Mauricio Macri ya enfrentó cuatro grandes movilizaciones de gran envergadura, y está a punto de ser embestido por una quinta: el paro y movilización de ATE y CTA, que se va a reiterar el 2 de junio, la multitudinaria concentración conmemorativa del 40º aniversario del 24 de marzo, la afluencia masiva en que concluyó la chirinada judicial del impresentable Bonadío contra Cristina Fernández de Kirchner ante los tribunales de Comodoro Py, y los centenares de miles de trabajadores y aliados que convocaron las cinco centrales obreras el 29 de abril. A estos actos se suman otros, de no menor potencia, como las “plazas” convocadas por el kirchnerismo puro y duro, las huelgas y movilizaciones de municipales, médicos y judiciales en la Provincia de Buenos Aires, la apabullante respuesta de los universitarios de todo el país a la política de hambre y sojuzgamiento de la educación superior, las ollas populares que –en el camino de una gran movilización nacional, como hizo notar Omar Plaini el 26 por la noche- van a organizar las CGT de Moyano y Caló, y múltiples casos de conflictividad localizada a lo largo y a lo ancho de toda la Argentina. La mera enunciación de estos acontecimientos haría pensar en un país en estado prerrevolucionario. No es así. Y por lo tanto no se puede exigir de los dirigentes una satisfacción fulminante de la sed de justicia y reparación que anida en cada vez más compatriotas. Por el contrario, el macrismo hasta ahora se viene saliendo con la suya en todos los planos que le interesan. En una estudiada coreografía de extorsión, partido patria y pueblo

saqueo abierto, hipócrita imposición de voz suave y duro garrote en el puño, no solo hace caer uno tras otro los derechos populares que el gobierno kirchnerista concedió y creyó garantizar porque lograba sancionar leyes que los sustentaban. También está minando las bases mismas de la independencia económica y el desarrollo industrial autocentrado y orientado a América Latina. Es que este gobierno llegó al poder encaramado no tanto en virtudes propias como en errores ajenos. Sobre ese cimiento está preparando, una vez que logre (como dijo Marcos Peña) “domar al potro”, relanzar las bases de la conversión de la Argentina en una colonia en todo salvo en el nombre. Ése y no otro es el “plan” de estos expertos en el saqueo y la dilapidación de la riqueza y del trabajo de los argentinos, gerentes de manos rápidas y nulo patriotismo. No hablemos entonces solo, ni principalmente, del saqueo de los pobres por parte de los ricos, que está a la orden del día con saña revanchista que se traslada a las costumbres políticas. Hablemos de la entrega lisa y llana de la soberanía nacional. Viene inmediatamente a la mente el caso de Aranguren, el ministro de la Shell, o el de los 27 hombres de Wall Street que van preparando los nuevos megacanjes y estafas siderales con final conocido desde los despachos del poder económico. Pero el propio Presidente es, claramente, un hombre en el cual el patriotismo brilla por su ausencia. Conviene recordar que hace ya casi veinte años explicó abiertamente que no entendía qué era eso de la soberanía, y que no le parecía que la Argentina debiera luchar por las Malvinas, siendo un país tan extenso y vacío como es. A tal punto cree hoy lo mismo que incumplió incluso con el juramento

- socialistas de la izquierda nacional


de rigor que exige la mismísima Constitución hija del fétido Pacto de Olivos, con lo que pone todos los actos de su gobierno en riesgo de ser considerados insanablemente nulos por vicios formales pero plenos de significación en el propio instante en que se instaló. ¿Cómo es posible que semejante esperpento se haya encaramado en nuestro país con tanta facilidad? El análisis detallado de los motivos está en proceso en el seno de un pueblo que, apesadumbrado y angustiado, intenta explicarse qué errores propios y qué vivezas ajenas llevaron a la Casa Rosada a esta gavilla de hampones de guante blanco. Por ahora, sin embargo, la respuesta está en desorden: grandes movilizaciones hasta ahora dispersas y no conjugadas en un objetivo común y factible. Después de la gran movilización convocada por las tres CGT y las dos CTA el 29 de abril se escuchó mucho la frase “el secreto pasa por unificar Comodoro Py (las clases medias convocadas por Cristina Fernández de Kirchner ante el embate bestial de Bonadío y sus aliados) con el Monumento al Trabajo (las distintas fracciones en que está dividida hoy la clase trabajadora argentina y su dirigencia)”. Pero esta afirmación, genéricamente correcta, exige entender que no se trata de sumar muchedumbres como quien junta porotos en una mesa de truco. De lo que se trata, ante la violencia macrista que ataca al pueblo en sus más profundas necesidades (la alimentación, la salud, los puestos de trabajo) es de ordenar aquello que se pretende unir. Y ese orden no se dará hasta que todas las fracciones en que está dividido en este momento –para mayor gloria del macrismo- el campo popular logren acordar un eje programático unificador, simple, conciso y

contundente, un nuevo “plato” del que nadie pueda “sacar sus pies”. La Argentina necesita la elaboración de un eje programático que impida que los cipayos vuelvan a violentar la soberanía nacional en todos los planos, para poder así garantizar la comida, la vivienda, la educación, la salud, la vestimenta y, ante todo, los puestos de trabajo de sus ciudadanos. Esto será inalcanzable, y lo demuestra la experiencia de todas las restauraciones a partir de 1955, sin atacar a fondo el poder económico y social de la oligarquía, el imperialismo, y sus apéndices dentro del Estado y en el sistema de medios de prensa y comunicación. Necesitamos el equivalente actual de los programas que levantó la CGT desde La Falda y Huerta Grande, y también desde los “26 puntos” de Saúl Ubaldini. Menos que eso, es fracasar, como se ha vuelto a demostrar con el traspaso de poder a Mauricio Macri y sus aliados. Desde la Izquierda Nacional, Patria y Pueblo convoca a construir una estructura política que le de expresión programática y política a lo que gritan las calles, y actúe a fondo en consecuencia para defender a los agredidos por el macrismo, que constituyen en realidad la gigantesca mayoría de la población. La Argentina necesita barrer de cipayos todos los poderes del Estado, reconquistar para la nación el control de las palancas fundamentales de la economía, nacionalizar el comercio exterior y la banca, impedir que los grandes terratenientes pampeanos sigan teniendo a la Patria por el cuello, echar las bases de una industria capaz de sostenerse a sí misma, y “proveer a la defensa común”. Es decir, forjar una gigantesca alianza plebeya que permita constituir un régimen de salvación nacional. 3


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