Los recuerdos del porvenir

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vez lc m ol este mi in di screcion - se ap res uro a decir c vio la fri aldad co n que su interl ocutor recib fa sus pal - No , ~p o r que su pone que me m olesta? Mas bien d ezco su interes -contesto el for astero . -La primera vez qu e 10 vi, pcnse qu e pertenecf elase de j ovenes d inarnicos que bus can un n egocio b te . .. Algo p ro du ctivo . . . -~Un n egocio ? -pregunto Felipe Hurtado como ra la primera vez que semejante id ea le cruzara cabeza. -iNo, nunca pense semejante cosa! - ag rego ccha a refr, - Pues imagfnesc, amigo mio, que Catalan creyo q usted inspector. Yo le ascgure que no hab ia nada ma de us ted que esa carrera. Felipe H urtad o se r io d e buena ga na. -iInspector! - com ento, co mo si la oc urrencia d Pedro Catalan fuera realmente graciosa. - iEs un charlatan ! -dijo don Ramon a g uisa de e p or su cu r iosidad y buscando la man era d e co nt in dialogo, pero Felip e Hur tad o hi zo ade rna n d e retira don Ramon n o le qu edo mas remedio que cederle e -iNo m e cabe dud a! iAhora sf que n o me cabe la m du da! - grito triun fante d on Ramon al entrar a su Sus hijas se precip itaron hacia el- . Este joven que s llamar Felipe H urtado "vino p or ella" - aseguro el Las muj eres se compadecfan a su paso y repeti p alab ras que seguian al joven por mis calles. El p ignorar la frase que iba de boca en boca y salia tr lamen te a campo abierto, en donde el sol pega fue tierra esta erizada de esp inas y las vfbo ras d uermen las p iedras . Los arrieros 10 cncontraban cerca del N jo, caminando 0 sentado en un a piedra, co n un lib ro mana y la cara afligida por un pesar qu e no le conoc A su regreso pasaba por la ace ra del H otel J ard in estaba en la ventana. Nadie los vio nunca da rse los b 76


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