Los recuerdos del porvenir

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Jardin. Don Pepe Ocampo, el dueno, Ie enseno una ampl habitacion con piso de ladrillo, plantas de sombra, cam matrimonial de hierro blanco y mosquitero. El extranje se mostro contento. Don Pepe fue siempre platicador obsequioso y la presencia de un nuevo huesped 10 ent siasmo. -iHace ya tanto tiempo que nadie pasa por aqui! decir nadie que venga de tan lejos. La indiada no cue ta; duerme en los portales 0 en el atrio. Antes llegab agentes viajeros, can sus maletas llenas de novedades. ~D casualidad el senor es uno de ellos? El forastero nego con la cabeza. -iUsted ve senor a 10 que he quedado reducido con e ta situacion political Ixtepec fue un lugar muy visitad el comercio fue fiUy importante, y el hotel estaba siem pre lleno. iHabia que haberlo visto, con sus mesitas el corredor, y la gente comiendo y hablando hasta m tarde! ... iValia la pena vivir aquel tiempol Ahora no te go a casi nadie. Bueno, a excepcion del general Rosas, coronel Corona, algunos militares de menor categoria. y sus queridas... Dijo esta ultima palabra en voz muy baja y acercando al extranjero que 10 escuchaba sonriente. El joven saco d cigarrillos y ofrecio uno al patron. SegUn se supo much despues, don Pepe noto que los habia extraido del air Simplemente habfa extendido el brazo y los cigarrillos encendidos aparecieron. Pero en ese momento don Pe no estaba en condiciones de sorprenderse de nada y hecho Ie pareci6 natural. Miraba a los ojos de su c1ien hondos, con rios y con ovejas que balaban tristes adent de ellos. Fumaron apaciblemente y salieron al corred cubierto de helechos humedos. AlIi oyeron el murmul de los grillos. La hermosa Julia, la querida del general, envuelta una bata de fulgurante rosa, con el pelo suelto y los zar llos de oro enredados en los cabellos, dormitaba en su h 40


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