Revista Literaria Delirium Tremens número 3

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Delirium Tremens Revista Literaria de alcance internacional Año I, número 3, Abril 2011 ISSN 2219-391X

Director y editor: Paolo Astorga artesinlucro@gmail.com http://sinllegaraloinvisible.blogspot.com Celular: 993398823 Apoyo de edición: Isabel Flores sheresath@hotmail.com Difusión: César Pineda http://nidodepalabras.blogspot.com Edición física: © Ediciones Letra en llamas, 2010 http://letraenllamas-cantuta.blogspot.com Edición virtual (formato PDF): http://revistadeliriumtremens.blogspot.com Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú N0 2010-11549

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Impreso en Perú


En esta edición Revista Literaria Delirium Tremens número 3 Primer Delirio: ¿Cuánto de nosotros está en Internet? 7/

Gritos etéreos (Poesía): Santiago Risso 10/ Juan Carlos de la Fuente 11/ José Manuel Luque Taco 12/ Marco Fonz 14/ Anthony Montenegro Rojas 16/ Laura Yasan 17/ Michael Alberto Jiménez Melchor 18/Augusto Rodríguez 20/ Liliana Celiz 22/ Margarito Cuéllar 23/ Juan Mauricio Muñoz 24/ John Martínez Gonzales 26/ David Orlando del Águila 28/ Lucevan vagh Owen Berg 29/ Daniel Rojas Pachas 30/ Luis Boceli 32/ Marcelino Menéndez González 34/

Obituarios del silencio (Narrativa): Eric Veliz Álvarez 36/ Magda Lago Russo 37/ Olivia Vicente Sánchez 39/ Melissa Torres 41/ Alberto Zelada García 43/ Patricia K. Olivera 44/

Oráculos de arena (Ensayos y Artículos): ¿LA UTOPÍA ARCAICA? QUÉ ROCHE (Reflexiones tras leer el ensayo de Vargas Llosa sobre Arguedas y el Indigenismo) Por: Bernardo Rafael Álvarez 46/ Inteligencia y lucidez en José Emilio Pacheco Por Óscar Wong 57/ ¿Es el Lazarillo de Tormes la primera novela picaresca? Estudio comparatista de la novela romana y la novela picaresca Por: Manuel Cabello Pino 62/


Papiros de carne (Reseñas): Luz del camino de Porfirio Mamani Macedo 70/ La llave Marilyn de Laura Yasan 70/ Ausencias de Ana Vera Palomino 71/ Anglohispanos. La comunidad Lingüística Iberoamericana y el futuro Occidente de Ángel López García-Molins 71/ Cuarto vecino de Óscar Ramirez 72/ Manifiesto de amor de Dámaso Manuel Martínez 72/ Álbum de esperas y otros asuntos de Jorge Prieto 73/ Dactilar y Plural de Tito Esparza Guerrero 73/ Avisos de locura de Javier Febo Santiago 74/ Sobre la aldea de Víctor Salazar Yerén 74/ Un hombre feo de Pierre Castro Sandoval 75/ Lluvia de Cenizas de José Jiménez Cruz 76/


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Primer delirio: ¿Cuánto de nosotros está en Internet? Paolo Astorga

E

s paradójico observar que mientras más fácil se accede a la información virtual más fácilmente esta información es sensible a perderse de la noche a la mañana. Y es que lo que propone la web 2.0 ya no es tanto la rigidez de la información, la inacción de los usuarios, sino una real interacción con los contenidos, apuntada hacia una masividad de usurarios que no solamente “observen”, sino produzcan información ya sea a través de por ejemplo los blogs o cualquier tipo de red social. Vemos a diario cómo es que nuestra vida ha dejado de ser indiferente con respecto a la cantidad de información a la que se puede acceder (¿amor a google?) o más aún vemos que existe hoy por hoy la oportunidad de crear, modificar o distorsionar la información con determinados propósitos. Obviamente hay mucho de nosotros en Internet y más aún en estos tiempos donde nuestra función es de Prosumers (productor y consumidor de información y servicios virtuales) toma gran importancia entre las personas que ya no acceden a Internet simplemente para copiar y pegar, sino que producen ellos mismos información. Pero regresando a la problemática que nos interesa, quizá suene descabellado pero desde que creamos un inofensivo correo electrónico, la información que enviamos y recibimos no tiene ningún otro tipo de respaldo salvo el “espacio” que nos provee la compañía de correos “x” para utilizar. ¿Y si mañana se cierra Blogger, Facebook o Hotmail? Caos. Obviamente muy pocas personas tienen en mente que la Internet no es un espacio de comunicación (bueno sí lo desde la óptica del usuario), sino un negocio que provee un servicio, ya sea de intercambio de datos, de


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interacción, de ocio, etc., en la cual prima la solvencia del servicio más allá de la cantidad de usuarios o la importancia de tal o cual información contenida. Si el servicio prestado no puede solventarse ya sea a través de la publicidad o de los usurarios (esto último ya casi no existe), tiende a desaparecer. Y si desaparece ¿a dónde se va nuestra información contenida en determinado servicio? Internet es sin duda el fenómeno más importante del siglo XX y lo sigue siendo en el siglo XXI, sin embargo no es un lugar tan libre como parece. Todo servicio masivo (gratuito) tiene cláusulas que restringen a los usuarios a utilizar de manera indiscriminada por dicho servicio Eso sin duda es bueno, pero no existe nada por hacer con respecto a la preservación de nuestra información, ya sea la almacenada en nuestra página web o nuestra red social. Y ni qué decir de los sistemas operativos que cada año cambian y dejan obsoletos a los otros sistemas que aunque aún funcionales en cierta medida, prontamente se vuelven inútiles con el pasar del tiempo: ¿quién utiliza un disquetes 3 ½ en estos tiempos de USB? En tiempos donde la actividad cultural y más aún la literaria migra a espacio virtuales (sino cree en lo que digo, entre al Facebook), la preservación de contenidos virtuales se torna problemática en tanto no existe la posibilidad de crear una información estática y de gran duración. Sin duda los que nos presenta la web 2.0 es el dinamismo extremo de la información y su velocidad de transformación en tiempo real creando una fragilidad que obviamente no conviene al usuario y que no le interesa hasta cierto punto al proveedor, o no por lo menos en largo plazo: que la información tenga el respaldo necesario, la seguridad de no ser borrada “sin previo aviso” y por supuesto que esta información sea siempre accesible y compatible. ¿Es bastante subjetivo pues hablar de lo virtual como el futuro ante la “crisis” lo físico? Como podemos observar quizá lo único que sí se puede salvar dentro de la actividad cultural ante la palabra “desfasado”, tan de moda en estos tiempos donde domina la tecnología más nueva rotulada en megapíxeles y Gigabytes o HD, es la utilización de recursos mixtos, donde lo virtual y lo físico sean soportes interdependientes y complementarios entre sí. No se trata pues de solamente hacer carrera literaria entre ceros y unos, entre páginas, foros y blogs, sino crearse espacio por todos los medios y no desperdiciar oportunidades, aunque ojo, aquí la reflexión no es tanto por la actividad literaria, sino por los productos que ésta deja y cómo se preservarán con el tiempo para que no queden “desfasadas”, intangibles, o ganadas al gran borrador virtual y real del olvido.


Después de todo la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida. Mario Benedetti

Gritos etéreos (Poesía)


Gritos etéreos - Poesía / 10

Santiago Risso santiagoaugustorisso@yahoo.es

NORA CURAZZI Nora Curazzi tiene pajarillos en el aire. Una mezcla de gaviotas y locuaces aves de rapiña. En su cabeza revolotean mil y un idiomas, otro tanto de ideas fugaces, una pizca de vanidad y otras de sal. Su cara mira al revés. Donde su boca habla unos ojos muy largos miran bulliciosos como queriendo comer el instante. Nora Curazzi habla entre párpados. Su maquillaje espera. Las voces de su primavera han surgido cautivas: En francés, inglés, alemán o silencio Nora imita pajarillos en el aire. Y alguna vez una fabulosa ave de rapiña captó en el aire el mordisco de la gaviota. Nora Curazzi había callado. Sus ojos ya no pudieron ser locuaces. Se enfrentó finitamente al silencio de la noche.

FRENTE A LA ISLA DE LAS CICAS A Oliver Sacks

Son cicas o helechos gigantes lo que crece en la isla. Mi mano suave chapotea el agua. El aire es aliento de Dios: sabe a brisa de mar su voz. La floración en la cica es extraña como la humanidad en el archipiélago del Pacífico. La danza de la mano con el ritmo de las olas oscila las diminutas hojas dentadas del helecho palmera. Hace falta una rama de roble o una botella de genio. Hace falta que la luna se embadurne de queso y jabón. Hace falta que el sol acaricie, con sus rayos, una flor oceánica. Todo para ver de cerca a las cicas. Aproximarme a la vida. Todo para no ser varado en la orilla luego de incontables y arrítmicos manotazos de ahogado.


Gritos etéreos - Poesía / 11

Juan Carlos de la Fuente jdelafuente278@gmail.com

EL SOL SOBRE MIS ZAPATOS Mis zapatos detenidos en un tramo de la noche. Lejos estoy del sonido de los hombres. Un domingo y una visión Son mis fantasmas O mis guías. Apenas salgo de ti, me encuentro: Camino que duermes al final de la avenida. Tal vez estás en otra parte. ¿En dónde estás y con quién estás? Quieto, aguardo el mundo que me traes. Pero no te reconozco.

DECLARACIÓN DE AUSENCIA Palabra de viento, silencio que habla, dime ¿Dónde está tu madre? ¿Dónde El tejido de sus horas, Sus noches sin noche, Su fuego que se oculta y me habla de ti. Y entre ráfagas de sombra Socava la luz, la puerta falsa, la cocina? ¿He de esperar que regrese? Palabra de agua mis obsesiones fluyen atascadas. Mis ideas me piensan, mis rastros me caminan. Pero no, hijo mío, Telémaco, no es del dolor que te hablo. ¿Dónde está tu madre? Palabra de atajo, comprende mi extravío. Hace meses que despierto sin haber dormido. ¿Estaré soñando? ¿Estaré buscándola? Sólo escucho sirenas. Sirenas y naufragios cotidianos. Luces rojas que anuncian su partida. En mis ojos Se incendia la casa, se incendia la historia. Y yo no lo creo. Y yo no lo creo.


Gritos etéreos - Poesía / 12

José Manuel Luque Taco maluque4@hotmail.com

CIUDAD INONIA Es más hermoso el sueño de la ciudad que el mío . JULES ROMAINS.

Oh Lima amo tu arte como la noche que te embriaga porque el misterio trae tu nombre con la muerte clavada en una esquina aquí he visto aullar el corazón del hombre hasta desgarrar las flores de los murales en los antros una mujer amorfa desnuda toda su belleza echada a la melancolía he fumado el opio de los sueños y supe que el amor no viene en un poema Becqueriano y que en estas calles dejé lo que se deja con el tiempo mi ternura colgada como un cuadro Bizantino aquí el dolor no sabe de avemarías no sabe que mi corazón es un músculo inmenso donde no cabe la mano de Dios y donde la muerte es un arte salido de estas calles aquí el olor de tu vientre entreabre los recuerdos más absurdos como un libro de poemas donde pueblan las flores .


Gritos etéreos - Poesía / 13

LA ESQUINA DEL MOVIMIENTO En el amor, un sueño sin conciencia he buscado; más para mí el amor es un hecho punzante hecho para que abreven esas putas crueles . CHARLES BAUDELAIRE

Y noche tras noche levanto la ciudad en mis ojos como a esas putas rabiosas levanto y no detengo mi loco movimiento porque la muerte no conoce de caras y deseos aquí camino con los mil diablos que hay en mí camino y cargo los temblores de mi cuerpo los días en que no entra el sol por mi ventana la hora de caer en pedazos y voltear la página aquí estoy en esta esquina donde la vida no vale nada donde el verso se pierde en la sonrisa de una muchacha loca otra muchacha loca abre sus piernas como la puerta de una combi y sé que la muerte no viene rapaz y violenta como una inyección en las venas como un orgasmo como un gesto de ternura de veinte soles como una oración a media noche como un simple hombre que escribe su historia y la historia de un chiquillo que trocó sus besos negros por unas nalgas blancas ...


Gritos etéreos - Poesía / 14

Marco Fonz fonzmarco@yahoo.com

Tristan Tzara Caigo pero me sostengo Eso dice el sombrero al final de la idea Me veo me veo y eso es terrible De gabardina negra sobre el puente blanco En medio de la niebla Recordando todo Guardo para mí los versos de las murmuraciones Digo sobre el puente Soy un hombre con una soga al cuello Algo debe valer este profundo despertar Digo sobre el puente Caigo pero me sostengo Dice el luciferino de la mañana La estrella de Lucifer duerme.

No dejaré que Júpiter me odie por hacer demasiadas cosas. Lo prometo Eurípides. Hablo del espíritu como un hermano gemelo. Como si su rebeldía fuera simétrica a la forma de matar silencios. Hablo de él como lo que es: carrera mutante de porvenir revuelo de pasiones enlutadas. (cursi mi amor fraterno) Hablo del espíritu hermano que junto a mí comparte el sacrificio de la paciencia. Juntos cortamos el sol cada día y lo usamos de adorno en la solapa. (Quema pero es un dulce ardor) Pago con monedas de ceniza el servicio de los grises trabajadores.


Gritos etéreos - Poesía / 15

El público se retira Últimamente las macetas se suicidan Un hombre con joroba entra de la sombra sale La luz y la suerte sin querer tienen su día El público no lo aplaude El público no lo reconoce Los cristales se estrellan solos No hay gritos de alegría dentro de cada paquete Se queda suspendido el volar por los aires Se queda el perder el tiempo (como si esto fuera posible) El deforme no tiene espacio El movimiento duerme El centro del dolor es un diamante La ofrenda es para nadie Nada de eso puede ser un crimen El público se retira.

One way Algo demonio tendré del fuego algo de ternura. Mordida la manzana de polvo. (génesis-genético) Amo los tendones de PAGANINI. Algo de hijo de la mañana que me lleve a comprobar que todo esto es humano. Cada nota prueba lo contrario: El rastro de sangre en mi garganta canta mejor [a presión. En la vieja estación de trenes ahí se guarda un fantasma de cristal —lo vi flotar en los andenes— —lo juro— llevo en mi bolsa de pan colibríes de azufre escucho órganos del nacimiento algo pasado tendré, algo de terremoto algo de cambio de luces que me dan un aspecto de más vivo descifro el idioma cifrado todo en un supermercado es opuesto al cielo, pero hay rebajas, la quiebra es [inevitable y después dice el noticiero— —El malo es él por llevar en la punta de su lengua la punta del pensamiento.


Gritos etéreos - Poesía / 16

Anthony Montenegro Rojas thonyy_007@hotmail.com

OH BELLA Y SONÁMBULA LUNA ¡Oh qué bella luna! “Han parido los pesebres nocturnos’’ Centinela de este solitario verso Brújula y poesía de esta penumbra ¡Coronada y maternal! -Reluce tras la oscuridadLos fulgores de su alma Y sus versos iluminan senderos… ¡Oh qué misterios susurras! A este viento nocturno Que los molinos del pasado Por tu luz se han disipado ¿Acaso desde tu lejanía Sueles responder mis poemas Con versos estelares que tiritan Sobre los pergaminos del cielo? ¡Dime oh bella y blanca luna! ¿Acaso te quedarás en la eternidad De mi estática penumbra Y tus faroles guiarán siempre Mis ermitaños y lunáticos caminos? ¿O solo andas sonámbula Escapada de tus sombríos morfeos Que te tienen atrapada tras sábanas negras Y que al mínimo pestañeo desaparecerás? Entre aquel manto: Negro y lejano. Y yo volveré a mi camino “triste y solitario’’…


Gritos etéreos - Poesía / 17

Laura Yasan rumana@laurayasan.com.ar

arte poética era mi oficio desplegar unas alas de latón como si fueran pétalos abiertos en la piel de los amantes y ella tejía los abrigos separaba las hebras en la frente de los corderos lastimados pude ver el futuro leche cuajada en la lengua del lobo música escrita sobre el filo del mundo era mi habilidad salvar las criaturas que anidaban en la corteza de los días negar sus huevos quebradizos delicados cadáveres de almejas pegados a la ropa lentejuelas cosidas al brillo de los ojos bebí de su tazón granos de sal como piedras preciosas ella cantaba sobre las manos ásperas del trabajo mal pago

manual de los amantes yo te entregué una joya diminuta un zafiro escamado en el cuerpo de un pez y lo dejaste caer en las cosas que pasan todos los poemas pertenecen a La llave Marilyn


Gritos etéreos - Poesía / 18

Michael Alberto Jiménez Melchor abrilenlosarboles@live.com.mx

PIEL DE GATO te escribo desde esta piel de gato que poseo con estos dedos sensibles este corazón mutilado estos versos atormentados esta vida de azufre te escribo estos versos que no puedo hablar que no me atrevo a pronunciar que nacen desde mi interior como una especie de necesidad de expresión como un canto de ave por las mañanas te escribo con mis dedos agraviados que solo desean acariciar tu sombra besar tus momentos de risa sentir tus suspiros en el papel te escribo para decirte miles de cosas tontas y aburridas cursis y repetidas tal vez miles de palabras ya dichas antes versos que todos repiten frases de amor al fin palabras hermosas solo para ti te escribo con la sinceridad de mi corazón con las mentiras de mi risa con todos mis sentimientos amontonados en estas líneas te escribo para decirte lo que no puedo hablar


Gritos etéreos - Poesía / 19

LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ YA NO LLAMAN A MI PUERTA estoy tratando de decirte que me desespero de esperarte que no algo a buscarte porque sé que corro el riesgo de encontrarte Los Rodríguez

cuando abras la puerta lo notarás la espera ha sido larga cuando te fuiste con la promesa de volver los rincones tenían luz ahora solo las arañas se divierten tejiendo incansablemente desde entonces ahora en mi jardín ha crecido la mala hierba las flores que tenía murieron sin remedio los perros orinan ahí diariamente y los borrachos duermen a pierna suelta su embriaguez ya en el techo ni los gatos juegan los Testigos de Jehová ya no llaman a mi puerta tampoco el panadero me despierta con su bocina y la basura se acumula a la puerta cuando vuelvas y abras otra vez la puerta o mejor dicho intentes abrirla notarás que ya no te espero porque la cerradura es otra porque ya no maúllan mis gatos porque ya no te escribo poemas


Gritos etéreos - Poesía / 20

Augusto Rodríguez elfrancotirador79@hotmail.com

La última frontera (selección)

¿Puedo hacer regresar las palabras? ¿Podrá el pensamiento de la trascripción nublar mi abierto ojo mental? ALLEN GINSBERG I

¿por qué los hombres tenemos tantos dientes entre los dientes? ¿qué masticamos cuando masticamos? ¿un pedazo de hígado o un fragmento de tiempo que se disuelve en nuestra lengua? ¿por qué de la lengua expulsamos gangrena y cáncer? ¿por qué tenemos tantos dientes como dedos para devorar lo que yo no he visto? otros cuerpos que nunca conoceremos animales/ sin tiempo incendiarán nuestra última frontera. IV Qué quedará de nosotros más allá de la última frontera. Qué somos más allá de nuestros insomnios, de nuestras manos, de nuestros ojos que observan lo que quieren observar. Qué escucharemos más allá del viaje a la luz (que no sean ruidos de cambios de huesos y de piel), poemas, libros, cigarrillos, películas piratas, cepillos de dientes, caries, úlceras mal curadas, sangre en el ojo, latidos confusos. Qué somos más allá del amanecer de las hojas. De la tormenta o de la palabra dios. Qué somos más allá de nuestros egos y envidias. Qué somos más allá del ensayo de la ceguera. dime que yo no lo sé.


Gritos etéreos - Poesía / 21

VII

Toda la muerte no podrá destruir esta casa, ni estas manos que acariciaron el principio del universo. Estas manos que como ríos extensos cruzaron nuestra liviana piel. Todo el amor no basta como no basta la muerte para arrancar las visiones detrás de los ojos. No podrán derrotarnos. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos dice Pavese y yo digo: Vendrán tus ojos y no habrá muerte. Nuestro amor como una fuente inagotable, jamás se morirá ni acabará en nuestras manos.

VIII Dentro de mi corazón hay una anciana que se acaricia el sexo. Dentro de su sexo hay un árbol que agita el viento. Dentro del viento hay un niño que llora por su padre se ha ido a la guerra y que nunca volverá. Dentro de ese padre que se marcha hay un pasado que hierve entre sus párpados. Dentro de ese pasado hay una mujer que ama enloquecidamente y que se suicida una y otra vez. Dentro de esa mujer hay un futuro que nunca ella conocerá. Dentro de ese futuro hay un bebé que espera su salida pero como no tiene origen se ahoga en el útero de la muerte. Dentro de ese útero hay un veterano que recuerda a la anciana que se acaricia el sexo. Dentro de su sexo hay un barco que se hunde en altar mar. Dentro de ese mar hay un náufrago que espera sentado el fin del mundo. Dentro de ese náufrago hay un corazón herido y roto por el abandono del amor. Dentro de ese abandono hay un niño que respira recién nacido el aire contaminado de los fracasados. Dentro de ese aire hay un poema que se escribe por una mano llena de sombras. Dentro de esa mano hay miles de sueños que esperan cambiar al mundo. Dentro de ese mundo hay un hombre millonario que paga una lujosa cena en el más caro restaurante de París y no sabe que el día siguiente morirá. Dentro de ese restaurante exactamente en el baño hay una pareja de amantes que copulan con gran locura. Dentro de esa copulación hay una guerra de semen que se disputa la gloria. Dentro de ese semen hay indicios que nacerá el nuevo Mesías. Dentro de esos indicios hay una alerta roja que dice que ese restaurante explotará por una bomba puesta por un terrorista. Dentro ese terrorista hay un corazón que apenas late de vergüenza. Dentro de ese corazón hay una anciana que llega al orgasmo.


Gritos etéreos - Poesía / 22

Liliana Celiz lilianamariaceliz@yahoo.com.ar

toda merodeada de flores en el mar las violetas armaban los arcos como estrellas en el fondo del oleaje consumidas (cárcel de mi cárcel lleno el pecho) flor en los crepúsculos el olor de sombra en el oleaje en el jardín del mar todo aterido de mi sangre ronda (vadeando enteros los crepúsculos) hojas que recorren nuestros cuerpos empalados entre lámparas dorsales de los nombres (que caían a la inversa) flores del rosal más próximo en la mar (en la corriente entera de la mar) que me roía (como enturbiada en rombo nuestros cuerpos) es al montón de esferas que yo tiemblo (como cárceles palpitan, como rocas muertas en otoño) transversal caía

y de puntitas amarillas o a colores lóbregos la tarde (inclinación de tarde por las costas la leche de los cuerpos consumida por la diestra) empolvada de el cajón de sueños que acontece entre las flores de los coágulos de espino –yo o la turbación del yo por entre el nombre- grietas en mi cuerpo despilfarrando el rojo como forma oval desde mis ojos muertos –la disciplina de los ojos en el alba entre canciones turbias de marinos por entre el río acuoso de los cuerposyo o la connotación del yo todas las tardes como idas del poniente en la inversión del dedo de mi padre entre las sombras de las gotas en el viento (como saliendo un poco de mi madre en el calzón quitado del declive de Los verbos) la noche entrante al equilibrio


Gritos etéreos - Poesía / 23

Margarito Cuéllar magocuellar@hotmail.com

AYAX EN UTOPÍA Les dejo la ciudad. Fundo mi Troya a imagen de la urbe que deseo. La amo en instantes de fiebre precoz y la extraño en mis viajes, es decir, en mis sueños. Todo hijo es pródigo en ausencias: padre fue mano en romper cercos; Ulises los construye por las noches. En el circo romano combatiré con fieras más temibles que yo. En el aeropuerto compro una Guía Roji de amores nuevos. Sus mapas me enseñan los secretos del monstruo, y qué trenes tomar a estación Utopía.

PLANO DE BOLSILLO Para querer a una ciudad faltan zapatos, derrochar pasos lentos, zancadas, saltos si es preciso. Lo que hace falta es aire, no dinero ni cuartos habitados por gemidos. Hacen falta horas para gastar el día extremo de voces, hangares y lluvia repentina. Es inútil decir: “cuánto has crecido, amor”, “tus venas se revientan, tus oídos no tienen ojos para verme”. No hacen falta recuerdos. Nada importa a la puta con cuernos que elegí por novicia. No me arrepiento. Mientras pruebo leche caliente o chocolate frío a sorbos la devoro. Esta ciudad, la mía, mientras más la destrozas, más se ingre. Duro con ella, acábala, muchacho, dije el día que herré en sus fauces y me extravié en un plano de bolsillo.


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Juan Mauricio Muñoz jmmm1414@gmail.com

Memorias de un mojado El polvo sobre tu rostro. El paraje es inmenso el río Bravo aguarda. Una luz, una luz ¡Corran sin mirar atrás! Es el otro lado, el otro mundo el sueño desvelado de dos meses. Una voz gruesa intenta detenerte tú continúas corriendo Sin mirar atrás. Porque atrás es el pasado porque atrás será el pasado. Y no quieres recordar que dejaste mujeres violadas, descuartizadas que dejaste las equis sin nombre de los ataúdes desconocidos que dejaste los cuerpos inertes de tus compañeros baleados por la migra que dejaste de ser tú mismo cuando cruzaste la línea fronteriza y ahora les pertenecías.

Amparos Ajenos Te asiento entre mis brazos como la aprecié a ella. La estación que no apartaste. Ella evadió el tiempo hacia su espacio y el mío, hacia su existencia y la mía, hacia su esencia y la mía. Complementó mi nostalgia con su felicidad. Completó mi desolación con su regocijo como si fuera un aguijón [aliviándome del


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padecimiento. Alivió mi desventura. En esta noche plagada de estrellas fuerzo tu pecho contra el mío, te hago el amor incandescentemente mientras me alimento en ella. Penetro tu hálito, la discierno a ella en mi sentimiento sin intenciones perversas, ni contriciones. Pero, pienso en ti. En nuestro hircismo en nuestro hedor en nuestra existencia juntos. En cinco años pretendiendo amarte. Lo repugnante de todo es que no te amo a ti sino a ella.

Callejón No soy de allá. Tampoco pertenezco acá. Crecí en el charco de tierra, callejón de un solo caño de las sobras del Rímac, callejón blancuzco, reiteraciones de manchas negras exhibidas por el pecado remitidas por ladrones nauseabundos, escoria de la naturaleza santa, petrificada, pertrechada por sus hijos. Del poemario "El Lado Oscuro"


Gritos etéreos - Poesía / 26

John Martínez Gonzales nochebocarriba@hotmail.com

POHEMAS

Saber muy bien lo del habla Lo del volver a perder Y la risa lenta de un beso exacto Y el soplido de fuego en el corazón si amanezco en otro cuerpo Entrelazado el sueño y la piel, La lucidez del caos De una desesperación que es clara como la muerte Una desesperación definitiva de limeño villamariano de tipo que bebe su humo y fuma su verso de enamorado abandonado junto a su ballesta de animal nocturno que vaga por su alimento. Una desesperación que de paz fuerza salud. Saber de antemano que esta puede ser la última nota el vuelo en que Ícaro vuelve a volar alto a pesar su muerte anterior, y tener una terquedad de planta sonámbula de fiesta pagana de piedra tallada para salvar la sangre. La certeza de que todos los caminos te lleven a la muerte.


Gritos etéreos - Poesía / 27

CANGHUX

Precipitando una ofrenda de luces, la casa de Sandra ha recurrido a migrar hacia la siguiente latitud, mientras el sol se derrite en la niebla como si el mar bebiera otra muerte. Vivir en una costa donde el sol es tragado por la niebla, en una costa de bocas infinitas. Vivir y no vivir, replegarse como pueblos que van perdiendo a su dios, o fijaciones de planeamiento para besarse al atardecer por amantes con buy card. Mientras la mitología del polvo es inhalada por los leones que emergen del vuelo de la casa migratoria de Sandra. Cientos de ellos caen al azar de su lengua, los que sobreviven peinan su cicatriz y se queman bajo la vereda del sol, hay otros que fulgurados se echan a dormir y de sus salivas salen ríos, bosques y rocas peregrinas. Todas las migraciones tienen sus antecedentes en la muerte. La maravilla de la ruptura de una casa en llamas, volando.


Gritos etéreos - Poesía / 28

David Orlando del Águila Quevedo elefonte@hotmail.com

NO SOUND El sonido es mentiroso puedes suspirar a mi oreja y ser a la vez el eco de la muerte, el viento trae el sonido del desierto y también trae a las mariposas. El sonido de un beso es como agua, las lágrimas son agua salada pero al salir no tiene el sonido del mar. Ni siquiera las palabras son melodías fieles, hasta los juramentos de amor se extravían en la danza en el ritmo de orgía. Dudo, entonces, si el sonido de un latir es el corazón o un fantasma llamando a la puerta.

MEMORIA Esta febril circunstancia me encierra como promesa en la boca de un cadáver. El escape tan sólo las puertas de la aguja cerrándose. No basta ser molécula de aire, no basta ser la nada entera, falta más que lo invisible para extinguir de la mente de una lágrima un recuerdo y sus noches.


Gritos etéreos - Poesía / 29

Lucevan vagh Owen Berg lucevan@live.fr

Pretensiones espaciales Y las veces de haberte visto bajar o subir del o al segundo piso… Con tu levedad de bailarina rusa de circo… Como una brizna refinada, delgada hasta los tobillos. Determinar de inmediato mi gusto por cada gesto tuyo. Diferenciarte por encima de cualquier imagen dentro del más allá. ¡Saltábamos juntos por que yo fuera un gran mago, y hacernos desaparecer de la faz de la tierra!.

Metafísica de noviembre Si tú fueras el mar… y yo fuera el sol… Nuestro tiempo de vida, sería entre las cinco de la tarde y las seis y media. De: “CORALINA: La fille colibrí”


Gritos etéreos - Poesía / 30

Daniel Rojas Pachas carrollera@hotmail.com

(Publicado en Gramma – Cinosargo 2009)

I Texto (((ecos))) timbrespaciados coros, largas piernas fronterizas, (((ecos))), ¿…?, (((ecos))), carne, (((ecos))) & olores, ocultos en fragmentos, líneas del pasado, trozos, cuerpos en descomposición, cámaras abiertas, (((ecos))), seductoras células en cada espacio-tiempo……………….. timbre rincón hecho de carne, más carne, cerros grises, (((ecos))) fosas comunes (pequeñas fálicas coqueterías, devoran dulces colores) & espirales ojos, abren (((ecos))) inertes letras, pétreos sonidos – eclosión de mundos que chocan & más carne cubierta de tela (((ecos))) velocidad, violencia deforme -cuerpos sin catarsis –ruidos guturales (((ecos))) inter-ferencia; una transmisión del futuro – un cíclico intertexto -(((ecos))) citas, ficciones verdaderas entrepiernas sudorosas, botellas, carne (((ecos))) desde infinito dolor, olor, fragmento invisible, carne del trans -seunte inmóvil (((ecos))) memoria (((ecos))) poetas, desgarro textos en una cámara de (((ecos))) en cada cuarto abierto. Del libro inédito “Carne” de pronta publicación en España a través de Groenlandia.

Like Tears in the rain… I've seen things you people wouldn't believe. Attack ships on fire off the shoulder of Orion. I watched C-beams glitter in the dark near the Tannhauser gate. All those moments will be lost in time... Roy Batty – Blade Runner.

Dos de los momentos más hermosos… ver a mi hermano mayor jugando a mezclar el sonido de un VHS de blade runner


Gritos etéreos - Poesía / 31

con una grabación en cassete del OST de vangelis y años más tarde… llevar a mi hija a pedir dulces en halloween disfrazada de E.T con un chaleco y capucha gris, cargando por pasajes en sus diminutas manos, un peluche de ese engendro de spielberg, que mi viejo me compró de pendejo en estudios universal.

Spleen o [los del pueblo le colgaron igual, porque era un negro. Su pantalón seguía formando en la entrepierna un bulto irrisorio] No todos pueden darse el lujo de tomar un baño de multitud Baudelaire – Las turbas.

hay días que me gustaría de pie al comienzo de 21 de mayo (esa mala copia de paseo ahumada o jirón de la [unión) gritar OPTIC BLAST!!! como Summers en el children of the atom y reducir a carne chamuscada, huesos y polvo a miles de putos ciudadanos… todos masa de cemento, vidrio y piel fundida… sus cochinos gelatos y risas sabatinas la ropa veraniega, los nuts 4 nuts, las promotoras de parís y las estatuas vivas… Behold!!!


Gritos etéreos - Poesía / 32

Luis Boceli l_bocelis@hotmail.com

Georgritte

Su primera exposición individual fue en Bruselas 1927 El autor vive en Ca. Bruselas 156 (Los realistas mágicos y sus coincidencias)

Pincelada Yuxtaposición amalgama Umbralgritte Tus ojos, tu nariz, tus labios Volaron Tu rostro de aire en la copa de un sombrero anaranjado Una hoja ovalada que fue mordida por Georgette Quedó acerrada Fotosíntesis de árbol deshecho Tus ojos volaron a una nueva gravedad sin nombre Tu rostro y el de ella cubiertos por un pañuelo blanco de plumas de [pajarantos Hombres enternados, burgueses sin alas Una manzana verde de nariz con cuatro hojitas vespertinas Una manzana verde en una habitación de 250 m² Un vidrio quebrando tu retina La luna vive en el mar de tus penas más grises ¿Un león y un ángel son amigos o hermanastros? Un ángel observa desde su nariz un edificio El león no le teme a las alturas más vivas Un caballo se disecciona como acordeón entre los árboles en primavera Un espejo lleva tu nombre Griego Desde Lessines hasta la ribera En una copa de agua una nube Coctel de nubes y amarantos


Gritos etéreos - Poesía / 33

Un niño lanza una piedra del otro lado del mundo Un niño crepuscular y fanático Quebrando la ventana de tus ojos violáceos El mar puede adquirir cualquier forma cuando se vuela Con ojos difuminados Un león comiendo trigo y pasando desapercibido en la cosecha Una locomotora rugiendo en la chimenea Un ojo en el plato de un puré de manzana Una botella de vino tinto Un vaso, un tenedor, un cuchillo, un atril sin patas Aeroplanos sobrevolando el trigo Bicicleta de ocho ruedas bordeando el sol radiante Ante una luna en los bolsillos del vacío Una luna de senos lechosos como astros Paleta monocromática de doce alas Doce estrellas Doce colores Doce prismas penas con un sorbo de alegría Tus neuronas son un foco de 2000, 20000 watts En una galaxia de Zoroastros Un aproximado lejano centellea Georgette me da una mirada de peligro alto voltaje Desde lo alto de la pirámide Señas con la uña lunar de su índice Nubarrón incandescente Nubarrón Ve a comprar más colores antes de la lluvia Ve al paisaje de mi sueño Ve al Castillo Pirineo Ve a la Locura Lo sobrentiendo como un hasta siempre yuxtapuesto


Gritos etéreos - Poesía / 34

Marcelino Menéndez González marcelinomenendezg@hotmail.com

ALGO SUBLIMINAL Como la percepción de un estímulo y sin que tuviera conciencia de ello -como algo subliminal-, he logrado romper con el lazo que me unía a muchas cosas; y siento con ello una liberación mental, que me produce una sensación de descanso intenso. En el mismo sentido, he tenido que aprender a crear una armonía entre disparidades y conceptos, para establecer así, una mejor relación con lo que me rodea. Es, a mi manera, hacer una innovación tal como si de repente intentara realizar lo imposible dentro de lo posible, como un resplandor que me ha llegado cuando todo oscurece, aclarándome las ideas y los sentimientos…

ANTES DEL FINAL En la noria del pensamiento surgen los cangilones vacíos, con la humilde flor de la melancolía a pesar del frío soplo del olvido, aunque en las bóvedas del alma no sé si el llanto es una voz o un eco, o sólo la monotonía de la lluvia detrás de los cristales, en donde el sol muere despacio con el callar de la tarde. Entre tanto, la gaviota palpita en el aire quieto y el bermejo resol no puede evitar depositarse en las galerías sin fondo de los recuerdos, y en donde ya sólo alcanzo a escuchar el susurro de tu voz valvada...


El hombre arruinado lee su condición en los ojos de los demás con tanta rapidez que él mismo siente su caída. William Shakespeare

Obituarios del silencio (Narrativa)


Obituarios del silencio - Narrativa / 36

Eric Veliz Álvarez madblake007@hotmail.com

La última visita

Conmemorando el primer año de la muerte de Micaela, fui al cementerio a visitarla. No había mucha gente a esa hora, tal vez porque el ocaso estaba próximo o porque el frío endurecía la piel y las hojas de los árboles. Las pocas personas que allí estaban, caminaban ensimismadas en sus abrigos o tapando la mitad de sus rostros con largas bufandas. Mientras buscaba la ubicación de la tumba de Micaela, recordé el accidente. Fue culpa mía, lo sabemos. Cada cosa mala que a ella le sucedía tenía que ver conmigo. Yo era lo contrario de una pata de conejo, una especie de amuleto del mal que al tenerlo cerca ocasionaba un desastre tras otro. El mármol de su tumba estaba húmedo, quizá por la llovizna que a esa hora empezaba a nacer desde el cielo. Desde el día de su entierro nadie había venido a dejarle flores o a visitarla con un recipiente con agua para limpiar su lápida del natural polvo acumulado. Por eso supe que era la llovizna la que limpiaba su nombre y aquellas dos fechas que abren y cierran un destino como explican los poetas. Me senté sobre la humedad incipiente del pasto y pasé mi mano derecha sobre el mármol. Coloqué las flores en la tumba y le pregunté cómo estaba, qué había estado haciendo. Jamás pude rezar con sinceridad, así que seguí preguntando. Luego le dije que a pesar de saber que nunca más estaríamos juntos, ni siquiera en ese hipotético paraíso del que tanto se habla, la seguía amando. En ese instante un viento frío me quitó el sombrero y lo alejó varios metros. Me levanté y corrí presuroso, pues el cementerio se ubica en una alta colina y temí que mi sombrero se perdiese en el infinito, al caer. Se detuvo sobre una lápida de cemento que reposaba al lado de un montículo de tierra. Al costado derecho habían cavado un hoyo, obviamente para un entierro y pude ver una fila de sillas ordenadas alrededor de la tumba. Luego escuché varios sollozos y pasos lentos. Vi acercarse una multitud de personas de negro. Cuatro hombres cargaban un ataúd color miel. Pensé que, de quedarme ahí, los importunaría con mi presencia. Me alejé despacio y seguro. Pero luego de avanzar algunos metros, recordé el sombrero. Llegué hasta donde había caído y me incliné para recogerlo. Sobre la lápida de cemento y grabado con unos caracteres que al principio leí sin detenerme mucho, estaba escrito un nombre muy familiar para mí. De pie, perplejo y con la noche sobre mis espaldas lo comprendí todo y me senté a un lado, sobre el pasto mojado por la llovizna creciente y esperé a mis amigos, a mi familia, a todos aquellos que me conocieron cuando aún podía yo reconocerme en un espejo.


Obituarios del silencio - Narrativa / 37

Magda Lago Russo rosauro@adinet.com.uy

La tierra del demonio

A Burton, aún en las épocas de vida sedentaria, le basta ver un mapa para estudiarlo con ahínco y proyectar un nuevo viaje a veces casi imposible, su entusiasmo y su afán de conocer lugares, que parecen imposibles de existir, los hace realidad. Así cuando Ítalo le propone un viaje casi fantástico, acepta, tiene ganas de volver a recorrer aquellas tierras que en su momento admiró y no pudo apartar de su retina. Así le explica a Ítalo: -Vas a conocer lugares tan fantásticos que parece imposible que existan en la tierra, iremos primero a Tasmania, la tierra del demonio que sin embargo se parece a un paraíso, es una contradicción que vamos a comprobar. -Me encuentro tan excitado por tus relatos, le contesta Ítalo, que mi impaciencia a veces no me deja conciliar el sueño Siguiendo la ruta indicada, llegan a la isla al suroeste de Australia. Burton le comenta: - Es una tierra record, tiene el aire más puro, el agua más límpida, la flor más alta y el ser vivo más anciano del mundo: el pino huon de cuatro mil años, que crece sin parar. Ítalo queda admirado por todo lo que ve, además de montañas, playas negras, ríos de deshielo, cavernas prehistóricas y árboles milenarios. Los primeros pobladores blancos del lugar fueron los presos más temibles. Tasmania creció como una colonia europea, porque los colonos británicos pensaron que ese lugar aislado era ideal para crear una cárcel. Cuando pasan a la costa este, todo se transforma, ofrece un paisaje totalmente distinto al anterior, es un verdadero paraíso con colinas onduladas, granjas, pueblos pesqueros y playas doradas. -Ves lo que yo te decía del contraste, el infierno y el paraíso. Ya en el centro de la ciudad, Ítalo no sale de su asombro ya que está enclavada en la boca de un río y tiene a sus espaldas el marco imponente de las montañas. Los edificios son de ladrillo rojo, con mercados, restaurantes y puestos de venta de mariscos, posee un barrio colonial con sólo cuarenta edificios del año 1840 restaurados a nuevo, un sin fin de parques y maravillas naturales, que nadie piensa que puedan existir y pertenecer a este mundo. Ítalo pregunta. -¿Los demonios de Tasmania existen?


Obituarios del silencio - Narrativa / 38

-Los demonios de Tasmania existen y son poderosos animales de gran fiereza, que se encuentran protegidos en un parque donde su propietario y cuidador: Mr. Kelly cuenta al público que lo visita todo acerca de estos animales, extraños seres tan temibles de pelo largo y dientes filosos. Ítalo pasa del asombro a la expectativa, parece estar viviendo en otro planeta, ya que nunca imaginó que exista tanta diversidad, pensar que la mayoría de las personas viajan a ciudades como París, Londres o Nueva York y dejan de lado el contacto vivo con la naturaleza de países escondidos en el mapa. Claro, no todos tienen la posibilidad de tener a su disposición un barco y un guía como Burton. Cuando llegan al parque de Mr. Androo Kelly, Ítalo puede apreciar a los Demonios de Tasmania, un frío recorre su cuerpo, “la verdad, piensa no me gusta verlos sin protección”. -Cómo ven les dijo Mr. Kelly, el tamaño es el de un perro, tienen una gran fuerza, son marsupiales, poseen un olor desagradable, un grito fuerte y molesto. Se alimentan de animales muertos. Pueden con sus dientes romper huesos. Actualmente se considera una especie protegida en extinción. Después de escuchar las explicaciones de Mr. Kelly, se retiran. Durante el regreso muy pocas palabras salen de la boca de Ítalo que todavía se encuentra como en un estado de shock por todo lo que ha visto, piensa que esta sorprendente experiencia no la olvidará mientras viva y que el viaje que está realizando junto a Burton, es una verdadera aventura.


Obituarios del silencio - Narrativa / 39

Olivia Vicente Sánchez ladulcemelibea@hotmail.com

El niño que quería escribir un cuento

Claudio aprendió tempranamente a escribir. Con tan solo seis años se acostumbró a pasar las tardes copiando las letras que conformaban los diversos textos de un libro de relatos que adoraba su abuela. Algunos de ellos contenían palabras cuyo significado desconocía, pero que, a sus oídos, resultaban de una sonoridad cautivadora: vejación, crisálida, primigenio, embelesar… Precisamente, en esos casos, subrayaba los términos con su color favorito, el verde, y los observaba con detenimiento, como si de esa forma aprehendiera su significado. Un día la maestra llevó al colegio el mismo libro de cuentos que releía a menudo la abuela y les divirtió con uno elegido al azar. Durante la lectura, mientras las palabras llegaban en un susurro a sus oídos, el niño se imaginaba a sí mismo en casa, con su lápiz verde y su cuaderno, recorriendo con dulzura los trazos correspondientes de cada expresión. Ya en casa, Claudio, al contar lo sucedido, mostró un entusiasmo inusitado ante su madre. Ella intentó calmarle con una merienda de chocolate y leche azucarada; pero el chiquillo se levantó de la mesa sin tocarla y salió corriendo en busca de su cuaderno: había tomado una decisión. Con el cuaderno en un mano y el lápiz verde en la otra se encerró en “el cuartito para ordenar la cabeza”, que utilizaba su padre. Claudio se sentó en la butaca, de la que le colgaban los pies; abrió despacio la tapa superior de la libreta; pasó las hojas hasta encontrar una en blanco; y, finalmente, se colocó el lápiz entre los dedos y apoyó suavemente la punta sobre el papel. Transcurrieron unos minutos: por fin Claudio había tenido una idea. Repentinamente las palabras brotaron del lapicero en un manantial esmeralda de modo que inundaron las cuadrículas hasta completar varias páginas. El niño sonrió. Estaba satisfecho: había logrado escribir un cuento. Ahora deseaba que lo leyera su abuela, así que llamó a la puerta de su habitación. “Abuela, he escrito un relato para ti. ¿Lo leemos?”. La anciana aceptó la invitación y pronunció cada palabra con un rumor que iba encantando la imaginación de su nieto, como aquellos cuentos que solía leer en la alcoba. Cada vocablo le condujo a cada una de las historias que le había


Obituarios del silencio - Narrativa / 40

escuchado en otras ocasiones. Eran en sí mismos una narración, un universo libre e independiente que, simultáneamente, daba vida a un relato superior, cuyos engranajes se articulaban con armonía hasta el desenlace. Sumido en la magia, apareció en el salón con el cuaderno. “Mamá, he escrito un relato para la abuela. ¿Lo leemos?”. Su madre inició la lectura con curiosidad, mas el niño la interrumpió al poco de empezar. “Ese no es, mamá. Estás leyendo mis copias del libro de la yaya”. Claudio miró lo que había leído su madre. Pasó las páginas; retrocedió otras. No encontraba su cuento, esa historia caleidoscópica que instantes antes había fluido de los labios de la abuela. Despojó a su madre del cuaderno y se presentó ante la señora. “Abuela, ¿lo leemos otra vez?”. De nuevo las palabras de la narración se deslizaron de su boca en un murmullo que inventó ecos de otras posibles historias.

Zamora, 4 de enero de 2011


Obituarios del silencio - Narrativa / 41

Melissa Torres dirty_talk25@hotmail.com

Nebulosa en Rojo

Su sangre se mezcló con la mía y en ese momento tuve una sensación extraña, no podía evitar imaginar todo lo que estábamos compartiendo a través de eso, mezclándonos y enredándonos para siempre, pero sobre todo me agobiaba el peso de la incertidumbre de poder estar contrayendo esa día que el mes de junio acababa, alguna enfermedad incurable o el bicho más horrendo aunque inofensivo que llevaba en su ADN. No recuerdo los detalles de aquél ritual, cómo empezó o por qué se realizó, solo me es posible recordar, como un pequeño alfiler clavado en lo que ahora es el desorden de mi mente, que no podía romperlo. Sí, eso era lo único claro que recordaba que salió de su boca, miraba sus labios y me concentraba en ellos porque la luz les daba un textura exquisita, traté de no concentrarme tanto en eso y miré sus ojos, pero el resultado en mí era exactamente el mismo, una debilidad en las piernas y en mi voluntad para evitar caer en sus labios. Mantuve la calma todo el tiempo, a pesar de los constantes reclamos que tenía para mí en mi mente, mi cuerpo no mostraba reacción alguna de protesta ante su voz, sus manos y aquella pequeña aguja de jeringa con la cual clavó mi índice por alguna razón que ya olvidé. Apenas sentí el acero traspasando mi piel me zumbaron los oídos y se me calentó el cuerpo, sudé frío pero en ningún momento dejé de observar como salía de mi aquél líquido viscoso de un color granate más que rojo. Me paralicé, por miedo a que la aguja me abriera una zanja en el dedo y las pequeñas gotas se volvieran un chorro fuerte y salpicara cuál película gore sobre el resto del grupo que miraba expectante. Sí, es cierto, había más gente alrededor, más gente no, no lo sé, todo es confuso ahora, todas las imágenes se cruzan, se confunde, se superponen o bien tratan de gobernar el recuerdo que quiero recordar, la razón por la cual no podía romperlo. Luego su sangre, su sangre que a simple visita era como la mía, pero no era la mía, tenía un color brilloso, como el de la tempera o del brillo del aceite sobre las cosas. Yo no tuve el valor para clavarle la aguja, me miró diciéndome lo obvio y sostuvo la aguja cerca de su piel por unos segundos. La hundió lento, con temor, la demora parecía mostrar que tenía la piel dura, pero luego apareció, una pequeña gota tímidamente se abrió camino.


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Presionó su dedo con fuerza, la gota engrosó, su sangre me recordó el color del labial russian red. La herida de mi índice estaba empezando a secarse. Acercó su dedo en mi dirección, mientras la gota de sangre le chorreaba hasta llegar a la palma de su mano izquierda. Yo le mostré la palma de mi mano con el índice con una costra húmeda en los bordes, al juntar su dedo al mío, mi dedo sobre el suyo, traté de no presionar muy fuerte y evitarme el dolor. Las heridas aún quemaban y latían, latían y sangraban, le imprimió fuerza y asemejando un pincel jugó con su dedo a hacer pequeños círculos, asegurándose que nos mezcláramos bien, que nos confundiéramos, haciéndome cómplice de algo que no podría decir nunca. Me aconsejó que me chupara el dedo para que cerrara la herida, dijo todo eso llevándome de la mano a la matiné de su hermana menor en el primer piso de la casa. Tomaron la foto familiar, papá, mamá, ella y su hermana con una torta de strawberry shortcake y la mesa con los bocaditos. Yo aún tenía el dedo en la boca, ella miraba al piso cuando se tomó la foto.


Obituarios del silencio - Narrativa / 43

Alberto Zelada García albertozelada@gmail.com

EL CACHIVACHE

El cachivache pasaba sus días amontonado entre aquellos a quienes no consideraba sus semejantes, Se sentía superior porque había pasado allí más tiempo que el resto. Ustedes, les decía, no son más que meras imitaciones; una ruma de trastos que se empolvan hacia el olvido. Todos ustedes son iguales. Nunca volverán a servir para algo. Esta antigüedad le confería cierta autoridad. Los recién llegados le miraban con admiración. Cuánto polvo hay que acumular para ser considerados un verdadero cacharro, se preguntaban. Con el tiempo, envejeceré más aun y entonces me haré valioso, no útil pero sí valioso; se jactaba ante ellos. Cierto día en que la familia preparaba una mudanza, empezaron por deshacerse de lo innecesario. El cachivache no lo podía creer. Cuantos nuevos vecinos que venían a importunarle. Ja! Novatos a mí, se dijo el cachivache. Pero la familia no parecía detenerse. Vio una cama a medio usar, un teléfono, un televisor con la pantalla hecha añicos. Seguro que me llevan con ellos, las gentes son así de nostálgicas y no tiene sentido tener algo guardado tanto tiempo sólo para dejarlo allí tirado; pensó el cachivache. Además saben que con el tiempo mi valor aumentará. Pero la familia se marchó dejando al cachivache junto al resto de trastos. Así pasó un tiempo y el cachivache aprendió a ser humilde como el resto de sus compañeros. No importa la antigüedad, decía entonces; todos los trastos estamos hermanados por el olvido. Hasta que un día llego una nueva familia, trayendo consigo sus propios cacharros y, como no encontraron mejor lugar o porque les pareció natural, los depositaron junto a los que encontraron allí. Entonces, al ver a estos nuevos inquilinos, al cachivache se le llenó la mente de recuerdos. Y empezó de nuevo su discurso: ustedes no son más que meras imitaciones… El resto – antiguos compañeros suyos – le miraron como queriendo desterrarlo. Como quien tira algo que ya no les sirve.


Obituarios del silencio - Narrativa / 44

Patricia K. Olivera karinitapatri@gmail.com

Microrrelatos HISTORIAS DE FANTASIA Como cada mañana se levanta y se dirige a su ordenador para crear un nuevo texto, ha creado sus mejores historias basándose en los sueños que tiene durante la noche. En esta oportunidad ha dejado que su imaginación vuele detrás de unicornios ancestrales, ha apartando la vista de la pequeña pantalla y cerrando los ojos se ha dejado transportar a tierras habitadas por antiguas estirpes. Cuando vuelve a posar sus soñadores pies sobre esta tierra de simples mortales, dispuesta a continuar con renovada inspiración el relato que había comenzado, comprueba maravillada que las letras han desaparecido y en su lugar un apuesto elfos montado sobre una criatura alada le sonríe con un pícaro guiño y desaparece, dejando en la pantalla en blanco una lluvia de estrellas. Diciembre 2010

IN FRAGANTI Se escuchan apenas perceptibles los murmullos de los amantes que, encerrados en la alacena, dan rienda suelta a la desesperación de su deseo; aún así, tal pasión arrolladora les juega una mala pasada. Cuando la patrona se encuentra en la cocina sirviendo la merienda a los niños se escucha tal grito de pasión desbocada que los chiquillos y la susodicha quedan boquiabiertos. Los niños porque no entiende de qué se trata y la dueña de casa porque ahora sabe donde se encuentran el jardinero y la cocinera. Diciembre 2010

INVENTIVA Gotas de mi esencia se quedan aquí, salpicando el papel cual sangre invisible... Agónico estertor de la inventiva que no se cansa de soñar y de imaginar otras realidades. Noviembre 2010


El Perú es un cuerpo cargado de poderosa savia ardiente de vida, impaciente por realizarse; la universidad debe orientarla con lucidez, “sin rabia”, como habría dicho Inkarri y los estudiantes no están atacados de rabia en ninguna parte, sino de generosidad sabia y paciente. !La rabia no! José María Arguedas

Oráculos de arena (Ensayos y artículos)


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 46

¿LA UTOPÍA ARCAICA? QUÉ ROCHE (Reflexiones tras leer el ensayo de Vargas Llosa sobre Arguedas y el Indigenismo) Por: Bernardo Rafael Álvarez

Para Igor Ignacio, mi hijo menor

A

unque estoy convencido del resquemor que puede causar en algunos, tengo que decir –también con convicción- que el bello ensayo La utopía arcaica, José María Arguedas y las ficciones del Indigenismo es, a la vez, una apología de la ficción y de la libertad en la literatura y un homenaje, rudo pero ecuánime, es decir justo1, que Mario Vargas Llosa tributa al novelista de Los ríos profundos. Según su autor, La utopía arcaica “corona un interés por Arguedas que comenzó en los años cincuenta”. Recuerda que al entrevistarlo para un periódico, en 1955, fue seducido por “su atormentada personalidad y su limpieza moral”, lo cual se convirtió en el estímulo que hizo brotar un particular interés por leerlo “con una curiosidad y un afecto que se han mantenido hasta ahora”. El “caso, privilegiado y patético”, de Arguedas le causó una especial inquietud, “porque en un país escindido en dos mundos, dos lenguas, dos culturas, dos tradiciones históricas, a él le fue dado conocer ambas realidades íntimamente, en sus miserias y grandezas” situación esta que le otorgó “una perspectiva mucho más amplia que la mía y que la de la mayor parte de escritores peruanos sobre nuestro país”. Arguedas fue para el autor de La casa verde el único escritor peruano con el que llegó a tener “una relación entrañable” y también el único al que consideró entre sus favoritos”2.


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Esta simpatía no impidió, sin embargo, que así como reconocía lúcidamente sus aciertos pudiera señalar puntillosa e implacablemente sus deficiencias y defectos. Es decir, que hiciese, como debe hacerse cuando se está en la posición del crítico, una lectura desapasionada y serena, sin sentimientos adversos pero, también, exenta de actitudes complacientes, sin que por ello buscara atentar contra la validez de las obras de Arguedas sino, como el mismo Vargas Llosa lo dice al final de su libro, conferirles “una naturaleza literaria”, realzar “lo que hay en ellas de invención” y consagrarlas en su verdadero carácter: como ficciones que son y con las cuales su autor lo que logró fue “edificar un sueño”3. Entrelazado la biografía, la historia y la crítica literaria, además de puntuales reflexiones acerca del oficio del escritor, La utopía arcaica emprende una exploración minuciosa del indigenismo a partir de la vida y obra literaria de José María Arguedas, el más entrañable de nuestros escritores, y sostiene –como se dice en la contratapa del libro- que el suicidio de nuestro escritor fue “algo así como el canto de cisne” de aquel Movimiento ya “exhausto”. Tras modificar una frase del escritor francés André Gide, Vargas Llosa expresa que los buenos sentimientos pueden producir “religión, moral, política, filosofía, historia, periodismo”, pero no literatura, y que esta puede valerse de esas materias, pero no servirlas porque hacerlo implicaría vender su alma. Afirma que la verdad en la literatura “no depende de su semejanza con el mundo real, sino de su aptitud para constituir algo distinto del modelo que la inspira”. Señala que sus límites se encuentran en “la sensibilidad, el deseo y la imaginación, algo más ancho que el acotado dominio de los problemas sociales y políticos y más largo que la actualidad”. “En otras palabras, ella es una contradicción viviente, sistemática, indubitable de lo existente.” Es decir -agrego yo- un culto a la ficción y a la libertad sin estorbos de ninguna índole. Es a partir de tales consideraciones que Vargas Llosa estudia la obra narrativa de Arguedas. Y, así, encuentra que Los ríos profundos es la mejor novela de nuestro atormentado escritor. “El libro –dice- seduce por la elegancia de su estilo, su delicada sensibilidad y la gama de emociones con que recrea el mundo de los andes…” De Yawar Fiesta afirma que “no es, como lo fueron muchas novelas costumbristas, una superficial y complaciente apología de una fiesta local”, sino que “la anima un propósito desmesurado: congelar el tiempo, detener la historia” siendo, en tal sentido, “un alegato contra la modernización del pueblo andino”, en otras palabras “el rechazo de una integración percibida como un proceso de absorción destructivo de la cultura indígena por la de Occidente.” Respecto de Todas las sangres es más cáustico; es, dice, “tal vez, la peor de sus novelas”, pero la encuentra reveladora porque –reflexiona- “una novela frustrada puede ser más


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elocuente sobre la visión del mundo de un escritor, sus técnicas y el sentido profundo de su arte, que una lograda.” El Sexto, por su parte, presenta a la prisión como “el decorado para representar, igual que en Los ríos profundos, un drama que lo hostigó toda su vida, el de la marginalidad, y para soñar desde allí con una sociedad alternativa, mítica, de filiación andina y antiquísima historia, incontaminada de los vicios y crueldades que afean la realidad en la que vive”; no tiene “el vistoso simbolismo de Yawar Fiesta ni la fuerza poética de Los ríos profundos, desarrolla sin embargo, incluso con más precisión y coherencia que estas ficciones, aspectos centrales de la utopía arcaica: el andinismo, el pasadismo histórico, el inmovilismo social, el puritanismo y, en suma, el rechazo a la modernidad y de la sociedad industrial, sobre todo en lo que se refiere a cualquier forma de intercambio del que sea vehículo el dinero.” Y ahora, en cuanto a El zorro de arriba y el zorro de abajo afirma que “le convienen las expresiones que el propio autor le dedicó: ‘entrecortado y quejoso’, ‘lisiado y desigual”, y que leerlo es como “haber compartido una experiencia límite, uno de esos descensos al abismo que ha sido privilegio de la literatura recrear en sus momentos malditos”. Versa –lo dice Vargas Llosa- sobre aquel “mundo infernal, donde ya no es posible seguir ‘buscando un inca’; ese mundo que llegó a trastrocar la “visión homogénea, unitaria, tradicional, del mundo andino en una confusa realidad en la que lo que más admiraba [Arguedas] iba despareciendo […] y surgía una caótica sociedad que parecía representar, al mismo tiempo, la muerte de la mejor tradición andina y la modernidad en su más horrible versión”. Un conocido antropólogo –leal discípulo de Arguedas y quizás por ello uno de los más ardorosos cuestionadores de Vargas Llosa- declaró hace algún tiempo que La utopía arcaica trae como propuesta el sacrificio de “toda forma de nacionalismo”4. Yo no encuentro nada de eso. Es conocida la aversión de Vargas Llosa por el nacionalismo ya que -lo ha expresado recientemente- considera que se trata de una ideología que ha sido “el origen de las peores matanzas que ha vivido el siglo XX”5. Pero el libro del que hablo no proclama tal rechazo. Más que argumentar proposiciones, lo que hace es simple y llanamente asumir una realidad, y lo dice enfáticamente: “…lo que ha ocurrido en el Perú de los últimos años ha infligido una herida de muerte a la utopía arcaica”6; herida que, sin quererlo, el mismo Rodrigo Montoya (que es el científico social al que he aludido) se encarga de poner en evidencia cuando, en una crítica de la obra en cuestión, reconoce que en el Perú “ninguno y ninguna […] piensa en el regreso al pasado o en el rechazo del presente, del futuro y de la modernidad.” 7 Veamos, pues, algunos aspectos de esa realidad que las nuevas generaciones se encargan de ir transformando. El quechua. Es cierto que ha sobrevivido durante 500 años desde la llegada de los españoles y ha resistido el embate de la violencia subversiva y del Estado8. No se ha extinguido. Pero la verdad es que está en un aparentemente irrefrenable proceso de


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disminución. Ya Alberto Flores Galindo lo había dicho: "El número de quechuahablantes disminuye"9. Hasta el 2007 se registraron más de 4'000,000 de quechuahablantes en el Perú, la mayoría de los cuales se asentó en Lima. El llegar a vivir a Lima fue, según parece, el recurso más eficaz de sobrevivencia frente a los peligros del terror; Canto Grande y Manchay fueron los destinos de muchos de esos desplazados. Pero estar en Lima (salvo circunstancias muy particulares: encuentros ocasionales con paisanos, algunas reuniones familiares, etc.) ha significado prácticamente el dejar de hablar la lengua materna, por más de una razón: porque realmente en la Capital ya no les resulta práctica ni útil, porque los hijos se resisten a aprenderla y se avergüenzan, porque son objeto de burla, etc. Yo he vivido en Manchay y Canto Grande; allí, he cargado esteras, he corrido tras el "aguatero", he participado en las asambleas populares y he bailado, a rabiar, huaynos y mulisas; pero también he visto que los jóvenes entran en trance con la música del Techno (que, además de la chicha, es lo que más les gusta) y no he visto ni escuchado que se comuniquen en quechua. Menciono esto por una razón: porque es en Lima donde está -según los estudios todavía vigentes - la mayor parte de los quechuahablantes. Mayra Castillo, periodista de El Comercio, lo expresa claramente: los migrantes "resisten la marginación ocultando su lengua materna"10, y más crudamente, una página de Internet hace unos días publicó un reportaje en el que se dice que “el quechua muere de vergüenza”11. Es decir, el quechua ha sobrevivido a los temporales, pero pareciera que ahora está siendo asfixiado lentamente: un elevado número de sus hablantes está dejando de serlo y lo conservan tan solo como prisionero de la memoria. Sin duda hay valiosas y plausibles acciones de personas e instituciones (como la Academia de la Lengua Quechua, por ejemplo), pero seamos realistas- muchos de los que procuran aprenderlo lo hacen como una preocupación de "cultura general" o como interés digamos antropológico o lingüístico y, en todo caso, no se trata sino de poquísimas personas. La cusqueña Hilaria Supa declaró el 2007: "Uno no abandona el quechua porque quiere sino porque estamos forzados"12. Forzados por la realidad y sus circunstancias, no por los encomenderos de otrora. Hace un año en un pueblo de la sierra ancashina, a donde fui por un encuentro de escritores, me conmoví al ver que, además de conservar y mostrar con orgullo sus costumbres y vestimentas tradicionales, las personas del lugar hablaban quechua. Curioso como soy, conversé con los niños y pregunté a los maestros de escuela y lo que encontré fue decepcionante: los infantes solo hablan castellano: ya no se les enseña, ni en la casa ni en las aulas, el idioma de sus padres. Probablemente en este caso no haya vergüenza, hablar de vergüenza tal vez sea una exageración, pero cualquiera sea la razón lo cierto es que, al dejar de transmitirse la lengua a las nuevas generaciones, el camino a su extinción es un hecho. ¿Los niños y jóvenes, hijos de migrantes quechuahablantes en Lima, hablan la lengua de sus mayores? No, "qué roche" dirán13. Me contaba un amigo –y esto es hasta cierto punto risible, pero dramático- que en una urbanización limeña que hasta hace algunos años


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tenía un nombre en quechua, debido a que fundamentalmente los jóvenes de lugar no se sentían identificados (repito, por el roche), ese nombre tuvo que ser cambiado por uno que se usa por casi todos los lugares: "Santa Rosa". El mismo Arguedas llegó a decirlo: “La tesis final es que la cultura quechua está condenada […] Los hijos de los emigrados ya no hablan quechua.”14 Es que, en realidad, un idioma no nace ni desaparece por decreto no es un asunto de gobiernos-, ni por la intervención de academias. Como me dijo un amigo poeta, una lengua permanece viva gracias al dinamismo del pueblo que la utiliza15. Esto nadie lo duda. Pero -continuando con el caso de los migrantes andinos- lamentablemente, el dinamismo que se pone de manifiesto se da en otros planos y preocupaciones, no en el idiomático. El aspecto económico tiene prevalencia. Me contaban que una familia quechuahablante, propietaria de una fábrica cafetalera16, factura anualmente unos ochocientos millones de dólares, lo cual es muestra de éxito empresarial, de extraordinario éxito económico, pero además de orgullo por su lengua materna, al menos eso lo demostraron al declarar para una revista limeña hablando en quechua. Es evidente que ellos, al jalar a otros migrantes, van a hacer que estos también triunfen en los negocios y sus ganancias eventualmente lleguen a sumas elevadas. Esto no es otra cosa que una muestra contundente del denominado “poder cholo”, que se impone en los últimos tiempos, como lo son también los mercados Unicachi y, en gran medida, también Gamarra. Pero esto se inscribe en la auspiciosa asimilación o inserción al capitalismo, a la modernidad que, felizmente por ahora, no implica la total desvinculación respecto del pasado (costumbres folclóricas especialmente), debido a que la nostalgia aún está ahí y por eso es que anualmente celebran sus fiestas patronales y los aniversarios de sus centros comerciales los festejan con danzas y comidas típicas. Se da algo así como aquello de que hablaba Flores Galindo: "una utopía que sustentándose en el pasado esté abierta al futuro". Pero aun siendo todo esto bacán, chévere, pulenta –empleando adjetivos que, por cierto, un hijo de migrantes no le asignaría17-, la verdad es que en muy poco ayuda a la sobrevivencia del quechua. El dinamismo del pueblo andino ahora asentado en Lima no incluye, vuelvo a decirlo, en sus prioridades ni el uso ni mucho menos la difusión de su lengua materna, sino la movilidad del dinero, de los negocios. Una familia es una golondrina que no hace el verano. Los hijos de los emprendedores, de gran parte de ellos, han aprendido inglés, manejan dólares y euros y si aun no han comenzado pronto empezarán a estudiar chino mandarín, porque -lo han escuchado en los institutos y leído en la Internet- es la lengua del futuro. Pero no solo es el tema del idioma. Flores Galindo lo mostró: “Igualmente retrocede el uso de la bayeta, las tejas, los alimentos tradicionales, sustituidos por las fibras sintéticas, el aluminio y los


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fideos”18. Hace algún tiempo vi en la televisión que las familias de un centro poblado de la selva –creo que los Yaguas- que llevan una vida como la de cualquier habitante “occidentalizado” hablaban su lengua y se ponían sus vestimentas típicas solo para satisfacer la curiosidad de los turistas y, obviamente, recibir las propinas. Confieso que esto me estremeció en un primer momento. Solo para los turistas! Probablemente eso no esté mal, pues se trata de un recurso de sobrevivencia, un recurso artificial o, más propiamente, lo que se suele llamar "recurseo". Pero significa incuestionablemente que la modernidad ejerce su dominio de modo irremediable. Otra cosa. Los tejidos con rasgos andinos se venden más y, sin la reticencia que había antes, son incluso usados por la gente de barrios residenciales (los "blanquiñositos" a los que se refería Elianne Karp); se baila el huayno en lugares "fichos", gracias a Dina Paucar y otros artistas. Pero los tejidos ya no son artesanías propiamente dichas; son productos de una industria textil que emplea moderna tecnología y ya no usa los tintes tradicionales. La música que tanto emociona y reúne a miles de provincianos en la carretera central y otras partes y ha ganado terreno en espacios usualmente desdeñosos, no es ya aquella del "sentimiento telúrico" que era representado, entre otros, por El Picaflor de los Andes, La Pastorita Huaracina, Los Errantes de Chuquibamba, Los Campesinos; ahora es algo así como la "andinización" del bolero cantinero, o como si Rómulo Varillas resucitado cantara huaynos de traición y desengaños. Así se dan las cosas. Lo que Vargas Llosa denomina “el carácter ‘arcaico’, ‘bárbaro’ de la realidad que Arguedas amaba y con lo que se sentía profundamente solidario”, va quedando en el pasado. Y esto, adverso frente a lo ancestral, no podía ser admitido de buena gana por Arguedas y no lo fue, al menos en los últimos años de su vida19. Si finalmente aceptó o trató de aceptar (es decir, asumir como un hecho) la irrefrenable imposición de la modernidad, que mataba el alma andina, lo hizo experimentando un acerbo dolor que, en gran medida, resultó letal. Testimonio –anticipado y póstumo al mismo tiempo- de esto fue El zorro de arriba y el zorro de abajo. Arguedas no solo hubiera querido que lo andino se mantuviera, sino que llegara a imponerse. Ese sueño fue parte importante de su drama y esencia de su ficción literaria. La “utopía de todas las sangres”, que resalta Montoya como “ideal para el futuro”20 y con entusiasmo es agitada como bandera especialmente por muchas organizaciones populares, es una esperanza exultante y optimista que yo aplaudo y a la que me adhiero conmovido, pero no es algo que haya sido propuesto por Arguedas, sino que nació de la lectura, es decir de la interpretación, del bello título que le dio a una novela que solo le trajo desencanto en la postrer etapa de su existencia. Vargas Llosa, tal vez por ser novelista, se interesó más y principalmente en la narrativa de Arguedas, por eso La utopía arcaica no puso atención, por ejemplo, en Oda al jet, un bello poema que es un


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homenaje, un loor, a una de las extraordinarias creaciones de la modernidad pero también un alarido desesperado y de resignación, con que Arguedas parecería aceptar un hecho real: "Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo: no os encuentro, ya no sois...". Dice: "ya no sois". Es terrible esta certeza para él, que amaba lo mágico, lo ancestral. El Jet, producto de la inventiva del hombre, hizo que el cóndor y las águilas quedaran perdidos "en el aire o entre las cosas ignoradas", invisibles "como los insectos alados". Arguedas se alegra, porque bajo "el pecho del 'Jet' mis ojos se han convertido en los ojos / del águila pequeña a quien le es mostrado por primera vez el mundo." Es interesante lo que dice casi al final del poema: "Dios Padre. Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, Dioses Montañas,/ Dios Inkarrí: mi pecho arde. Vosotros sois yo, yo soy/ vosotros, en el inagotable furor de este “Jet”21. En buena cuenta, la conjunción de lo occidental y lo andino.22 La modernidad y la utopía de los andes.23 ¿Pero, pregunto, existe un lugar ahora para que esa utopía, a la que Vargas Llosa le puso el adjetivo de arcaica (lo cual no es peyorativo), pueda aterrizar? Creo que no. Pero, pareciera que hay quienes aún no entienden o no quieren admitir esta verdad. Tal vez, en gran medida, porque la lectura que se hace de la obra de José María Arguedas genera apasionamiento. Y leer apasionadamente a Arguedas no es malo, es una muestra loable de involucramiento con lo telúrico que hay en sus novelas y con su drama, y también de identificación y digamos solidaridad con lo andino y todo lo que viene de antes de la conquista española; aquello que, según se nos hizo creer desde niños, era una “sociedad homogénea y justa” y no lo que realmente fue, “un mundo en el que existieron desigualdades e imposición”24, el Imperio Incaico. Pero los sentimientos y las pasiones, “aunque necesarias -como escribió Flores Galindo- a veces no permiten llegar tan lejos”25 y, más que identificación o solidaridad, pueden llegar a convertirse en conmiseración. Ya lo dije antes, cuando se emprende una lectura crítica, lo que debe guiar es la razón, es decir, la objetividad debe ser el requisito primordial. Vargas Llosa fue objetivo en su estudio de Arguedas, pero creo que muchos no lo son cuando hablan o escriben acerca de la obra de nuestro Premio Nobel. Suelen partir –todo indica que es así-, entre otras cosas, de la reprobación al giro ideológico que experimentó después de ser admirador de la Revolución Cubana26 y del rechazo a la garrafal conclusión que suscribió tras investigar el caso Uchuraccay27. Y, con las premisas medio prejuiciosas que de allí nacen, más de uno considera, por ejemplo, que Lituma en los andes es una novela de revancha, que Historia de Mayta ha sido escrita con todos los demonios del rencor28 y que La Utopía arcaica es un libro deleznable y “una lápida elegante para sepultar a José María Arguedas”29.30 Se ha dicho, también, que Vargas Llosa carece de autoridad para hablar de temas andinos porque es "un peruano de los años 50 que vivía a espaldas de los Andes", y que conoce poco de esa realidad. Pero lo real es que Vargas


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Llosa no hace en su libro un estudio antropológico ni sociológico sino básicamente literario, aunque, claro, si se tratara de eso creo que tendríamos que afirmar que, por ejemplo, Mariátegui conoció menos el Ande (solo estuvo una corta temporada vacacional en la Sierra) y, sin embargo, escribió, con significativa dosis de rigor y pertinencia, "El problema del indio" y "El problema de la tierra". Alguien incluso ha escrito, con el propósito de poner en entredicho el libro de Vargas Llosa, que no es válido hablar de “utopía arcaica” puesto que “utopía es proyección a un futuro imposible”, por lo que atribuirle eso a Arguedas “es insultarlo”.31 32 Averigüemos, entonces, qué cosa es utopía. Al mencionar esta palabra de inmediato nos viene a la mente el nombre de un personaje inglés que fue teólogo, político, humanista y escritor, poeta, traductor, profesor de leyes, juez de negocios civiles y abogado: Tomás Moro, autor de uno de los libros más famosos llamado precisamente Utopía, una obra de ficción que habla de una sociedad ideal, perfecta, pero que –como nos ayuda a entender Alberto Flores Galindo- “no tiene lugar ni en el espacio ni en el tiempo”33. Ahora, guiados por la explicación de nuestro historiador muerto tempranamente y del profesor Manuel Burga, identifiquemos la utopía andina: “Es, en primer lugar, una suerte de mitificación del pasado. Intento de ubicar la ciudad ideal, el reino imposible de la felicidad no en el futuro, tampoco fuera del marco temporal o espacial, sino en la historia misma, en una experiencia colectiva anterior que se piensa justa y recuperable –la idealización del imperio incaico.”34 Está constituida por el propósito de “navegar contra la corriente para doblegar tanto a la dependencia como a la fragmentación […] Encontrar en la reedificación del pasado la solución a los problemas de identidad.”35 “La utopía –sigo a Flores Galindo- niega la modernidad y el progreso”. “La idea de un hombre andino (como la que era presentado por Arguedas, añado yo) inalterable en el tiempo y con una totalidad armónica de rasgos comunes expresa […] la historia imaginada o deseada, pero no la realidad de un mundo demasiado fragmentado.”36 La historia de la utopía andina es una historia conflictiva, similar al alma de Arguedas”37; “logró –continúo con Flores Galindo- condensar una fuerte carga pasional”38 Y fue la pasión lo que movió positivamente a José María Arguedas, pasión por lo andino, por lo tradicional, por esa memoria –no tan fiel- que se tenía sobre el pasado inca. Hasta los años de 1950 era consciente y se mostraba entusiasmado con la posibilidad de integración, es decir el mestizaje; escribió que el indio que llega a la ciudad “no se encuentra en conflicto con ella; porque la masa indígena que allí acude o vive es autóctona en el fondo y no en lo exótico” y podrá, por ejemplo, ingresar en un restaurante “y sentarse a la mesa, cerca o al lado de un alto funcionario oficial, de un agente viajero o del propio prefecto […] sin temor que alguien blanda un látigo sobre sus cabezas”39. Basado en aquella perspectiva que


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entonces tenía nuestro escritor y lo que ocurrió después, Nelson Manrique expresa que, “sin forzar los términos, se podría afirmar que, en este período de su producción, Arguedas era un intelectual culturalmente colonizado”, pero que el “enfoque de la cuestión de la integración nacional, vía el mestizaje, desapareció virtualmente en la producción de sus últimos años”; y tras preguntarse por las fuentes de ese radical cambio, Manrique ensaya, entre otras, esta respuesta: “las consecuencias que la difusión de la cultura occidental tenía en las áreas fuertemente indígenas que tan bien conocía.”40 Por qué me he detenido en Alberto Flores Galindo y Nelson Manrique. Porque, ya lo insinué, no comprendo por qué hay gente que no llega a entender el libro de Vargas Llosa sobre Arguedas. O, más bien, reitero, porque comprendo que ese rechazo y satanización se deben a que la literatura y el drama del autor de Todas las sangres genera apasionamiento e involucra sentimentalmente hasta convertir a sus lectores, a muchos de ellos, en incondicionales, viscerales, y a veces irreflexivos defensores del maestro, y les duele que lo toquen; como también duele que alguien descalifique la validez la utopía andina. Aunque, claro, en esto último las miradas son menos objetivas aún, menos imparciales. Se le "da duro" a nuestro Premio Nobel – todo indica que "por reaccionario, derechista y presunto ‘agente’ del Imperialismo"- y no se pone atención o se trata de olvidar esto que acabo de reseñar: que antes de que Vargas Llosa expresara sus cuestionamientos fueron otros los que lo hicieron. Yo aprendí de José Carlos Mariátegui, como lo aprendió Alberto Flores Galindo, a quien conocí durante un seminario a principios de los años 80, y también Nelson Manrique, lúcido historiador y maestro, que es decente y justo reconocer, en los que piensan diferente políticamente, sus calidades artísticas o literarias. Nuestro Martín Adán, “reaccionario, clerical y civilista”, si Mariátegui hubiera sido un enceguecido sectario, se habría hecho merecedor de sus más acres reparos, y sin embargo fue el Amauta quien lo ensalzó. Antes de Vargas Llosa quien puso en entredicho la utopía andina fue Alberto Flores Galindo y fue Nelson Manrique quien, entre otras cosas, puso en tela de juicio la objetividad de Arguedas “para acercarse a la realidad”41. Y si nos vamos un poco más allá, Aníbal Quijano se comportó como uno de sus más implacables críticos en la Mesa Redonda del 23 de junio de 1965, de la que Arguedas salió prácticamente convencido que su libro Todas las sangres “es negativo para el país”, por lo cual sumado a otras razones sintió que nada tenía “que hacer ya en este mundo” 42. Pero, claro, estos importantes estudiosos no firmaron el Informe Uchuraccay, no cambiaron de camiseta ideológica, no aplaudieron la economía de mercado y, por último, no ganaron el Nobel. Concluyo. No ha sido mi propósito ser apocalíptico. Lo que he hecho es solamente exponer unas reflexiones que se basan en lo que me parece evidente, innegable, irrefrenable e irremediable: la utopía andina, aquella que –con palabras de Flores Galindo- “niega la modernidad y el


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progreso”43, cada día va perdiendo piso. El retorno al pasado y la glorificación de la sociedad inca de la cual se nos dijo que era homogénea y justa sin realmente haberlo sido, es un sueño que está ingresando en la lista de las especies en extinción. Lo que a los mayores nos provoca nostalgia y nos llama a orgullo, a las nuevas generaciones cada vez más lo que les inspira es desdén. Esto, felizmente, no se traduce en pérdida de identidad nacional. El reconocimiento mundial de Machu Picchu, los significativos avances en el aspecto económico, el rescate y valoración de nuestra gastronomía, los triunfos del cine peruano, el Premio Nobel para nuestro novelista mayor, son, entre otras cosas, factores importantes que contribuyen a la cohesión y al fortalecimiento de la nacionalidad. Pero eso, a lo que Mario Vargas Llosa nombró como “la utopía arcaica”, ya no conmueve como antes conmovía. “Pregúntenles a los muchachos”, habría dicho Juan Ramírez Ruiz, y la respuesta de ellos, áspera pero real, sería esta: “¿La utopía arcaica? Qué roche”. Es que, como escribió nuestro poeta horazeriano, la verdad está en que “los nuevos valles vienen apurados”44. ¿Alguien querrá detenerlos? Lima, 12 de noviembre del 2010.

Notas: [1] El adjetivo “justo” debe entenderse, naturalmente, como “ajustado, con la debida proporción”, y no con la acepción relacionada con “justicia”. [2] Mario Vargas Llosa. La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del Indigenismo. Fondo de Cultura Económica. México, 1996. Pág. 9. [3] Vargas Llosa, ibid. pág. 335-336. [4] Una entrevista con Rodrigo Montoya por Abelardo Sánchez León. Disponible en: http:// w3.desco.org.pe/publicaciones/QH/QH/qh132rm.htm [5] Cf. http://www.abc.es/20101103/cultura-libros/vargas-llosa-201011031333.html [6] Mario Vargas Llosa, ibid. pág. 335. [7] Rodrigo Montoya. Todas las sangres: ideal para el futuro. Crítica del libro La utopía arcaica, José María Arguedas y las ficciones del indigenismo de Mario Vargas Llosa. Disponible en: http://www.andes.missouri.edu/andes/Arguedas/RMCritica/RM_Critica1.html [8] Según la Comisión de la Verdad, el 75% de las víctimas mortales de este conflicto armado correspondía a quechuahablantes. [9] Alberto Flores Galindo. Buscando un inca. Identidad y utopía en los andes. En: Obras Completas III (I). Sur Casa de Estudios del Socialismo. Lima (s/f), pág. 371. [10] Mayra Castillo. En nombre del quechua. El Comercio, 31 de marzo del 2007. [11] Cf. http://elcomercio.pe/peru/665065/noticia-quechua-muere-verguenza-peru [12] Mayra Castillo, ibid. [13] La expresión “roche” es, en el Perú, sinónimo de “vergüenza” y es así como ha sido considerada en el DRAE. No me explico, sin embargo, por qué la Real Academia consigna, como primera acepción, un concepto que no corresponde a la realidad: “cosa notoria o visible”. [14] José María Arguedas. Carta del 3 de noviembre de 1967, dirigida a John Murra. [15] Tulio Mora en diálogo a través del Facebook. [16] Me refiero a la cafetalera “Altomayo”. [17] Bacán, chévere, pulernta, son adjetivos populares de uso especialmente juvenil que significan: Muy bueno, estupendo, excelente. [18] Flores Galindo, ibid. pág. 371. [19] Nelson Manrique. José María Arguedas y la cuestión del mestizaje. En: Amor y fuego. José María Arguedas 25 años después, DESCO, CEPES, SUR, Lima, 1995, editado por Maruja Martínez y Nelson Manrique.


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 56 [20]Montoya, ibid. [21]José María Arguedas. Katatay. Arteidea Revista Cultural 4, s/f. [22] “Su apuesta por una cultura nacional, indígena, de base andina, en la que se pueda establecer el encuentro entre lo tradicional y lo moderno está claramente expresado en el poema "Llamado a algunos doctores." (Miguel Ángel Huamán. “La poesía de José María Arguedas y la utopía andina”. Alma Máter Nº 17, Lima, UNMSM, 1999. Disponible en: http:// sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/publicaciones) [23] Me pregunto, ¿Arguedas habría mostrado similar emoción de asombro y regocijo con, por ejemplo, la cada vez más creciente utilización de los tintes artificiales que desplazan a los de origen natural en la textilería andina, o con el empleo de máscaras de “halloween” en las danzas quechuas? Es difícil asegurarlo, pero creo que no. El jet es, en rigor, sinónimo de modernidad, pero a diferencia de las máscaras y los tintes referidos, que también lo son, no entra en conflicto con lo ancestral, con aquello que conmovía a nuestro José María; es signo innegable de progreso pero no una estocada que pueda herir o matar al folclor o al alma andina. Nuestro escritor lo sabía. [24] Flores Galindo, ibid. pág. 369 [25] Flores Galindo, ibid. pág. 376 [26] “El cambio de casaca política que sufre Mario Vargas Llosa entre los años setenta y los tempranos ochenta y que lo lleva a escribir en 1981 un prólogo tan humano en su libro Contra viento y marea, es singularmente peculiar; no obstante, yo no lo creo inesperado como algunos críticos lo han así tildado. Ipso facto, desde un principio, Vargas Llosa ha sido camusiano, o sea, ha sido un ciudadano libre…” (Mariela A. Gutiérrez. University of Waterloo, Ontario, Canadá) [27] Vargas Llosa presidió una Comisión que, durante el Gobierno de Fernando Belaúnde Terry, se creó para investigar el doloroso caso de un grupo de periodistas asesinados en enero de 1983 en la comunidad ayacuchana de Uchuraccay. El Informe Final, inesperado y lamentable, dio pie a que la culpabilidad fuera atribuida prácticamente a los campesinos. (“Muchos años después, salió a la luz una probable razón por la cual la Comisión Uchuraccay había llegado a una conclusión tan genérica, que no resolvía sino que por el contrario empantanaba, la búsqueda de una verdadera justicia: prefirieron evitar las consecuencias político-militares de inculpar a miembros de las fuerzas armadas difuminando la responsabilidad que, en 1987, recayó sobre tres miembros de la comunidad, Dionisio Morales, Simeón Aucatoma y Mariano Ccasani…”. Rocío Silva Santisteban: http://kolumnaokupa.blogsome.com/2008/01/28/uchuraccay-y-la-otredad/) [28] Miguel Gutiérrez. La generación del 50: un mundo dividido, 1988, p.231 [29] Dante Castro. La Fiesta del Chivo y el Premio Nobel. [30] Estas respetables pero debatibles opiniones serán motivo de un próximo análisis y enjuiciamiento. [31] Cf. http://www.pcperuano.com/index.php? option=com_content&view=article&id=1613:julio-carmona&catid=2:cultura&Itemid=27 [32] Las obras de Vargas Llosa –prácticamente todas- convertidas en objeto de duros reparos por parte de quienes son, digamos, sus adversarios ideológicos, son las aparecidas tras el “cambio de casaca política” (como lo llama la profesora cubana Marcela A. Gutiérrez) experimentado por el novelista. [33] Flores Galindo, ibid. pág. 369 [34] Manuel Burga y Alberto Flores Galindo. ¿Qué es la utopía andina? [35] Flores Galindo, ibid. pág. 21 [36] Flores Galindo, ibid. pág. 21 [37] Flores Galindo, ibid. pág. 22 [38] Flores Galindo, ibid. pág. 376 [39] José María Arguedas. [40] Manrique, ibid. [41] Manrique, ibid. [42] ¿He vivido en vano? Mesa redonda sobre Todas las sangres, 23 de junio de 1965. Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1985. [43] Flores Galindo, ibid. [44] Juan Ramírez Ruiz. Las armas molidas, Los muchachos (173). Arteidea editores. Lima, 1996


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Inteligencia y lucidez en José Emilio Pacheco Por Óscar Wong oscar_wong83@yahoo.com

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eflexión y lirismo. El habla poética frente a la Historia. Una propuesta estética peculiar, por su combinación de agudeza y sagacidad, es la que plantea José Emilio Pacheco[1], cuya obra ha sido recogida en tres antologías: Tarde o temprano[2] (1980), Fin de siglo y otros poemas [3] (1984) y, en España, Alta traición [4] (1985), donde se destaca la lucidez como un don, como un estado de gracia, y el sentimiento, la emoción misma, que se contrapone como núcleo central. En términos generales, puede destacarse que “el lirismo como forma de inteligencia y la sabiduría como sentido del tiempo” [5] determinan la obra del poeta que ahora me ocupa y que le valiera el Premio Hispanoamericano de Poesía José Donoso en el 2001. Desde Los elementos de la noche[6] (1958-1962) hasta El silencio de la luna (1983), Pacheco ha conformado una obra donde alterna el orden sonoro de la imagen con la reflexión; la historia y con el cántico sagrado; la inteligencia con la modulada acentuación; el enunciado con algunos recursos ritmos. Registro del mundo, revolución y crítica, pero también inteligencia sensible. La poesía como instrumento de conocimiento, como una realidad contenida en el lenguaje. Hay, en sus inicios, una visión cósmica prefigurando el poema; gravedad, el transcurso del mundo permeando ritmos y acentos. Una marcha sonoramente sensitiva que prefigura espacios; transformaciones profundas que pretenden modificar la esencia de las cosas: Mientras avanza el día se devora, acepta Pacheco. En este orden de ideas la presencia del mundo deja su huella imperativa: ... el tiempo abre las alas con mansedumbre y odio de paloma y pantera.

Por supuesto que la revelación surge irrebatible. Todo es fugaz. El transcurso duele, limita: ¿Cómo atajar la sombra que nos hiere y nos lava si nada permanece,


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 58 si todo nos fue dado como tributo o dualidad del polvo?

En El reposo del fuego prevalece la métrica tradicional: 7 y 11 sílabas armonizan para eslabonar un canto en tres partes, donde el poeta expone su visión cosmogónica, terrible. La mañana se concreta a partir de los cuatro elementos fundamentales. Precisión y contundencia; catacresis, aspectos metonímicos exactos, frente a la visión histórica, avasalladora, del ser social. Paulatinamente José Emilio Pacheco desliza intenciones, expresiones sobre una ciudad concatenada a las circunstancias. Mito y leyenda, realidad y sueños, principio y recomienzo, siempre: ... todo el jardín se yergue entre las piedras: nace el mundo de nuevo ante mis ojos.

El mundo, y nosotros con él, tiene un destino fugaz. Desde el inicio del cántico, Pacheco lo precisa: Nada altera el desastre: llena el mundo la caudal pesadumbre de la sangre.

La realidad, ciertamente, es cruel. Y así lo revela el poeta. Por ende, hay versos contundentes, sabiduría al nivel de sentencias. En el volumen No me preguntes cómo pasa el tiempo [7], con el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes en 1969, la visión histórica del mundo prevalece desde el inicio del libro. Su intención: contraponerse a las profecías y a las revelaciones. La respuesta, materialista desde luego, es obvia: “Basta mirar lo que hoy ocurre” (p. 14) para saber que la fugacidad de las cosas, la impermanencia, el deterioro, representa el signo inequívoco de la vida; por lo mismo, hasta el lenguaje se funde en el vacío. La óptica desacralizada del poeta lo lleva, justamente, al verso directo, al enunciado crítico, epigramático. La poesía como acumulación de citas cognoscitivas; la dicción lírica bajo el imperio de la retórica; es decir, de la impostura. Si nada es sagrado, el lenguaje se advierte como un simple código, un discurso para exteriorizar la crueldad del mundo y la condición fugaz de la materia. Y sin embargo, en este poemario prevalece el ritmo, los silencios pausados, el estremecimiento divino, los planos de significados simultáneos. Hay poesía en estas líneas: Arde la misma rosa en cada rosa El agua es simultánea y sucesiva El futuro ha pasado El tiempo nace de alguna eternidad que se deshiela.


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Sapiencia, convicción, ludismo. Sucesos y versiones. Recuento de hechos. La exaltación como núcleo fundamental. Paulatinamente el autor va prefigurando una estética discursiva, una propuesta más del orden del significante, donde la poesía representa un acto compartido. La palabra designa el transcurrir de la Historia, recuperando vacíos. En Islas a la deriva [8] prevalece el asombro, el redescubrimiento del origen, la reinvención del pasado. En esta obra se concilia el tono sacro con la locución sencilla, la valoración de la historia como el impulso que provoca el cambio expresivo, ideológico; el significante que prevalece al sentido estético, el cántico con la integración substancial de las cosas: Si este silencio hablara Sus palabras se harían de piedra Si esta piedra tuviera el movimiento Sería mar Si estas olas fuesen prisioneras Serían piedras en el observatorio serían hojas convertidas en llamas circulares.

El poeta asume la condición del cronista y del escriba, del sacerdote y del amanuense. Su función es fluctuante; la remembranza histórica se revela y se condensa, por eso es factible, y conveniente, anotar los acontecimientos. La poesía es crónica, memoria, sucesión de hechos; por eso, también, el registro de los poetas novohispanos, los guiños a Las Casas y a López Velarde. Islas a la deriva (1976) resume la condición reflexivamente lírica de José Emilio Pacheco. Historia y revelación; técnica y exaltación; posibilidades, intenciones, propuesta estética: categoría artística. El poeta retoma su condición de cantor para compartir su emotividad. Se observa, además, el desplazamiento del mundo, lo crudelísimo de la realidad, que finalmente se impone en la declaración lírica; el susurro de las cosas, los acontecimientos imperceptibles que, no obstante, repercuten en la memoria. Todo ello, eslabones férreos de la existencia. José Emilio Pacheco recupera aquí el tono solemne, grave, de todo lírida. Su visión se transfigura. Por otra parte, lo fugaz, el movimiento continuo, la eternidad del instante se apoderan del poemario titulado Desde entonces (1980) [9]. Reflexiones, textos en prosa, versiones de otros autores se van entretejiendo para formar un entramado lírico donde la escritura testimonia este transcurso. Sabiduría y mordacidad, estampas líricas, casi daguerrotipos ocres; la voz que susurra evitando el canto, la visión sagrada del antiguo poetizar. El ritmo se va desplazando con suavidad. Y a pesar de las pausas versiculares, alcanza el tono prosístico, prosaico, como el de una traducción, o una simple versión al español donde quedan, mínimamente, aspectos fugaces de los recursos estilísticos utilizados en el texto de origen. Esta sensación se repite a lo largo


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del libro: los textos de José Emilio Pacheco alcanzan la dimensión de enunciados líricos, artefactos semánticos que soslayan la brillantez lingüística; reflejos emotivos que admiten en momentos la capacidad estética del lenguaje. Si los antiguos bardos cantaban una historia, Pacheco narra un canto. Más cercano a la prosa, el verso de este autor soslaya el orden sonoro de la imagen, la voz humana oficiando, revelando verdades fundamentales y desemboca en un lenguaje más crítico, más reflexivo. Acaso por lo mismo, otro libro del autor que me ocupa, Los trabajos del mar (1983) [10] contiene, según los editores, lo que postula Marianne Moore: el sentido de compactación, el tono 2absolutamente nítido, absolutamente eficiente, para hacer del lenguaje poético un verdadero vehículo del pensamiento”. Curiosamente, el poema titulado “Prosa de la calavera” observa una enorme dosis de poesía. El aliento es grave, solemne, casi grandilocuente, con el sentido trágico heredado de la tradición judeocristiana: Como Ulises me llamo Nadie. Como demonio de los Evangelios mi nombre es Legión.

El tono satírico es inmejorable. Creo que este es el tono exacto del cantor que me ocupa. Versos irregulares, amétricos; expresión discursiva, arrítmica, sin variedad estilística, soslayando los cánones del discurso placentero. El aparente agotamiento preceptivo lleva a Pacheco al tono narrativo. En otros términos: aquí no hay intenciones líricas: el lenguaje va del enunciado a la ligereza; irreverente, busca desacralizar el estilo expresivo, la acentuación regular, isocrónica. Sin embargo, no llega al desaliño, aunque esta actitud estética tampoco elude el sentido substancial de la lengua poética. Para finalizar, El silencio de la luna [11], volumen con el que obtuvo el “Premio de Poesía José Asunción Silva” en 1994, retoma en muchos momentos el repertorio rítmico para percutir un cántico inicial, donde el reconocimiento a la mujer es evidente. Pacheco forja, en la primera parte, una visión histórica con sabiduría, con justa precisión. Riesgos y temores del hombre frente a la cruel naturaleza femenina. “Prehistoria” es un canto preciso, hermoso, perturbador, donde confluyen el sentimiento y el pensamiento. En la segunda instancia del poemario lo cotidiano da paso a la conciencia del tiempo, a los sucesos irrepetibles, a la fugaz permanencia de la vida: Y nadie escucha. Sombra y silencio en torno de la gota,


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brizna de luz entre la noche cósmica en donde no hay respuesta. El orden sonoro de la imagen vuelve en la serie de pareados de la p. 98. En la tercera parte de este volumen, los temas objetivos, los poemas y estampas líricas se desplazan entre el pensamiento y la sensibilidad. El tiempo prevalece en el golpeteo de la lluvia, que termina por disolver la noche. Fugacidad y permanencia, vacío y completud: dimensión de la existencia. Por último se advierte un exacto equilibrio lingüístico, contundencia, reflexión y testimonio existencial. La vida, en ocasiones, es anómala, terrible, crudelísima, pero que no obstante permanece. Ironía, sí. Pero también tragedia y esperanza. El silencio de la luna arroja saldos favorables, aunque no mantiene su nivel emotivo inicial. Sabiduría e inteligencia frente a la dinámica condición, y convicción, de poetizar el entorno. Hay instantes justos donde la percepción, la energía interior se desborda Recapitulando, puede advertirse la diversidad de registros en la poética de José Emilio Pacheco. De la métrica y la rima de sus inicios, a la paulatina entrega al tono narrativo, muchas veces soslayando los cánones de acentuación y las figuras de dicción y de pensamiento. Del tono sacro, a las expresiones discursivas. La lucidez como estado de gracia, el aspecto lírico como forma sensible y de sapiencia. La objetividad histórica frente a la transformación lúdica del habla poética. Historia y lenguaje crítico, confluyendo en una estética significada por el prosaísmo.

Notas: México, D. F., 30 de junio de 1939 FCE, Letras Mexicanas, Méx., 1980, 321 pp. Pacheco compila veinte años de poetizar, con variantes y cambios realizados en los poemas reunidos. Es, según el autor, su primer libro el cual ha tardado 20 años en escribir. [3] FCE/SEP, Lecturas Mexicanas, No. 44, Méx., 1984, 130 pp. [4] Alta traición. Antología poética (selec. y prólog. de José Ma. Guelbenzu), Alianza Edit., El libro de bolsillo, Madrid, 1985, 112 pp. [5] Cfr. El estudio introductorio de José Ma. Guelbenzu, en Alta traición, p. 14 [6] Cfr. Tarde o temprano, pp. 15-35 [7] Edit. Joaquín Mortiz, Méx., 1969, 122 pp. [8] Siglo XXI Edit., Méx., 1976, 159 pp. [9] Edic. Era, Méx., 1980, 112 pp. [10] Edic. Era, Méx., 1983, 86 pp. [11] Edic. Era/Casa de Poesía Silva, Méx., 1994, 175 pp. [1]

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¿Es el Lazarillo de Tormes la primera novela picaresca? Estudio comparatista de la novela romana y la novela picaresca Por: Manuel Cabello Pino

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a novela picaresca, debido probablemente a la escasez de obras que forman parte del género y al relativamente corto espacio de tiempo (apenas un siglo desde la aparición del Lazarillo hasta los últimos coletazos de picaresca) en el que se desarrolló, ha sido siempre uno de los géneros literarios más estudiados y, por lo tanto, uno de los que mejor conocemos. No quiere decir esto que no se puedan ya descubrir nuevos datos acerca de la picaresca, ni que no puedan existir discrepancias entre los especialistas, ya que de hecho las hay. Pero lo que sí es cierto es que hay muchos aspectos y características del género sobre las que coinciden la amplia mayoría de estudiosos y, por lo tanto, se asumen como hechos probados. Es por ello que resulta por lo menos curioso encontrar todavía teorías que se apartan radicalmente de las líneas establecidas por los especialistas. Tal es el caso de P.G. Walsh, el cual en el Prefacio de su estudio The Roman Novel (1995) afirmaba rotundamente que la primera novela picaresca no es El Lazarillo como casi todo el mundo supone, y que el género ni siquiera surgió en España, sino que lo hizo varios siglos antes con la novela romana, género este constituido por El Satiricón de Petronio y por El Asno de Oro, también llamado Las Metamorfosis de Apuleyo. Resultan estas afirmaciones muy sorprendentes por dos razones principalmente: la primera de ellas es que si hay un punto en el que todos los académicos están de acuerdo es en situar la aparición del género en el siglo de oro de la literatura española. En todo caso la polémica está en decidir cuál fue la primera novela del género, ya que hay dos bandos principalmente: los que consideran a El Lazarillo de Tormes como la primera novela picaresca, y los que conceden ese honor al Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Pero nunca se había cuestionado que la picaresca fuera un género genuinamente español. Y la segunda, y más sorprendente aún si cabe, es la forma en que expresa esta afirmación tan radical, de un modo casi desafiante hacia todo el que no piense como él, dando a su teoría un aire de incuestionabilidad que


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extraña viniendo de una persona que ni siquiera era un especialista en la picaresca, sino un latinista especializado en novela romana, campo este en el que sí que es muy reconocido. Por lo tanto, lo que nos proponemos hacer a continuación es ver qué pudo llevar a Walsh a realizar una afirmación tan radical y arriesgada, o dicho de otro modo, cuánto de cierto hay en la teoría de Walsh y en cuánto se equivocaba. Para ello lo primero que vamos a hacer es ver si tanto El Satiricón de Petronio como El Asno de Oro de Apuleyo cumplen las características que delimitan el género de la picaresca. El problema radica en que a pesar de los abundantes estudios que se han realizado sobre la picaresca, no hay ninguno que sea reconocido como el definitivo “manual oficial” sobre lo picaresco. Por lo tanto, nosotros vamos a tomar como referencia a uno de los más prestigiosos y reconocidos especialistas en la materia, Fernando Lázaro Carreter, el cual en su estudio “Lazarillo de Tormes” en la picaresca enuncia una serie de características constituyentes del género sobre las que el consenso es bastante generalizado. Vamos a comparar las dos novelas romanas principalmente con El Lazarillo de Tormes, porque es a ésta a la que Walsh menciona como la novela a batir por la novela romana como fundadora del género picaresco, es decir, es a ésta a la que se considera generalmente la primera novela picaresca y es a ésta a la que Walsh compara a El Satiricón, y a El Asno de Oro. Lázaro Carreter, en primer lugar, califica como “hallazgos constructivos” del Lazarillo (y por lo tanto de la picaresca), “la autobiografía de un desventurado sin escrúpulos, narrada como una sucesión de peripecias, es decir, con fórmula radicalmente diversa de la que caracteriza a la novella” (1972: 206). Esta primera característica se da en la novela romana, pero sólo a medias. Si bien es verdad que se trata en ambos casos, en efecto, de una autobiografía narrada en forma de episodios que cuentan aventuras del protagonista, ni Encolpio en El Satiricón, ni Lucio en la obra de Apuleyo pueden definirse como “desventurados sin escrúpulos” ya que ninguno de los dos son personas de clase baja cuya desventura es permanente como es el caso del pícaro. Por el contrario, su mala suerte y sus desgracias son sólo un estado temporal, motivado en el primer caso por la animadversión de un dios (Príapo) hacia el protagonista, mientras que en el segundo caso es consecuencia de la curiosidad del protagonista por todo lo que tenga que ver con la magia y el ocultismo. Pero en cualquier caso ambos protagonistas pertenecen a una clase social media-alta, y en ningún momento actúan como personas sin escrúpulos para lograr acabar con su mala fortuna. En cambio, el pícaro nace ya en ese estado de desgracia y vive casi toda su vida en la clase más baja. Y para intentar abandonarla es capaz de todo, de las más viles y astutas tretas, sin importarle nunca quién caiga, con tal que sea en su propio beneficio.


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La segunda característica que menciona Lázaro Carreter es “la articulación de la autobiografía del protagonista a varios amos, como pretexto para la crítica” (1972: 206). Esta característica no se da por igual en ambas novelas. Ya que en El Asno de Oro Lucio efectivamente tras convertirse en asno pasa a “servir” a distintos amos con los que vive múltiples peripecias. Estos amos cubren un amplio espectro de la sociedad de la época, y en efecto, en la mayoría de las ocasiones el autor aprovecha para criticar a varios de los amos que representan a tipos característicos de esa sociedad (el molinero, el mozo que le maltrata, la viuda o las esposas adúlteras). Sin embargo, en la novela de Petronio esta característica no se ve por ningún lado, ya que el protagonista, Encolpio, en ningún momento a lo largo de la obra tiene que servir a amo alguno. Durante toda la novela sigue perteneciendo a esa clase social media-alta y su mala fortuna no tiene nada que ver con su estatus social. Ni siquiera cuando Licas y Trifaina le hacen prisionero se ve Encolpio obligado a servirles al estilo de un pícaro como Lazarillo, Guzmán o Pablos. Y el tercer hallazgo estructural del Lazarillo al que hace referencia Lázaro Carreter es “el relato como explicación de un estado final de deshonor” (1972: 207). Desde luego si hay una característica genuína del género que no se da en la novela romana es ésta. Ni Encolpio en El Satiricón ni Lucio en El Asno de Oro utilizan su relato como una explicación de un estado final de deshonor (si bien es cierto que de El Satiricón no conservamos el final, pero nada hace indicar que el protagonista vaya a acabar de esa forma su relato). En ambas obras sus narradores nos cuentan sus peripecias con la finalidad de divertirnos en la de Petronio, y con una finalidad didáctica y moralizante en la de Apuleyo. Nada que ver con la explicación del “caso” que aparece por primera vez con El Lazarillo. Aparte de estas tres características más generales del Lazarillo Lázaro Carreter en su estudio menciona otras más específicas que le diferencian de todo lo anterior y le hacen constituir un nuevo género, como son: En primer lugar el hecho de que los sucesos que se narran en El Lazarillo se apartan de todo lo fantasioso o mítico, para inscribirse dentro de la realidad cotidiana del momento. Según él es toda una novedad esa forma de narrar la vida de un personaje al que vemos crecer a lo largo de la novela, y del que notamos su evolución no sólo física sino psicológica. Esto es algo que claramente no se daba aún en la novela romana, en la que sus protagonistas (Encolpio y Lucio) son personajes planos, sin evolución psicológica a lo largo del relato y cuyas aventuras no son realistas, sino que se relacionan con la intervención de dioses (Príapo) o de elementos mágicos o fantasiosos. Además, ambos permanecen en una edad clara, ambos son adultos, mientras que el pícaro pasa de niño a adulto a lo largo de la novela. Esto supuso una invención del anónimo autor del Lazarillo, una manera nueva de narrar una


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autobiografía distinta a todo lo anterior. Otra característica es, como dice Lázaro Carreter que tanto Lázaro como Guzmán “escriben instalados en sendas cumbres de su existencia, y esto no es casual ni tiene otro precedente en la narrativa moderna anterior al Lazarillo” (1972: 211). Ni Encolpio ni Lucio se hallan al final de sus respectivas historias en la cumbre de su existencia. En especial el primero, que al final de la novela se halla exactamente igual que antes de padecer todas las peripecias. Al menos Lucio en el último capítulo es iniciado en los misterios de la diosa Isis, y descubre su vocación. En este sentido está más cerca de encajar en esta característica del pícaro que Encolpio. Pero lo que ya no cumplen ninguno de los dos es la conciencia que toma el pícaro cuando está en esa cima de su existencia de que “su vida es resultado simultáneo de su sangre, su educación y su experiencia” (1972: 211). En ningún momento se ve en Lucio un atisbo de reflexión o de consciencia de las causas que le han llevado a su situación como asno. Porque, como ya hemos dicho antes, son personajes que carecen de un trasfondo psicológico. Otra característica propia de la picaresca es la concepción de que “el pícaro recibió la bellaquería anejada con la sangre” (1972: 212). Es decir, que en las novelas protagonizadas por un pícaro, éste siempre explica cuál es su procedencia y cómo era su familia (los padres del pícaro siempre delincuentes o personas que, como él, tienen que hacer de todo para sobrevivir: prostitución, robo...etc), dándonos a entender que no es culpa suya el ser como es ya que su comportamiento le viene dado como herencia de sus padres, y por más que él quiera evitarlo no puede. Por lo tanto, el pícaro utiliza a su familia para excusarse por su “bellaquería”. Esta característica evidentemente no se daba en la novela romana, porque en primer lugar ni Encolpio ni Lucio hacen en ningún momento referencia a sus orígenes o a su familia. Pero es que además tampoco les hace falta, porque ellos no tienen que justificar su comportamiento como el pícaro, ya que ellos no se comportan de manera poco honorable a lo largo de la novela en ningún momento, no cometen ninguna “bellaquería”. Otra novedad muy importante de la picaresca es que “la construcción autobiográfica implica la contemplación del mundo desde la perspectiva del narrador” (1972: 213). Y nunca antes de El Lazarillo se había cumplido esta premisa de una forma tan perfecta y con tanta coherencia. Ésta es una característica que El Lazarillo aportó al género y que sus imitadores trataron de seguir aunque no siempre consiguieron la perfección de la primera. El ejemplo más recordado del cumplimiento de esta premisa en El Lazarillo es cuando el clérigo golpea con el garrote a Lázaro confundiéndolo con una serpiente, y éste pasa tres días inconsciente de los que, según él mismo no puede dar fe, nada más que de lo que le han contado los vecinos y el propio clérigo. Esto evidentemente no se encuentra todavía en la novela romana cuya


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forma autobiográfica es todavía muy imperfecta, ya que el narrador tanto en El Satiricón, como en El Asno de Oro, se convierte a veces en un narrador omnisciente, olvidando su condición de narrador en primera persona autobiográfica. Además, uno de los hallazgos del autor del Lazarillo es llevar la ficción autobiográfica hasta el prólogo, recurso totalmente novedoso que no contemplaron ni Petronio, ni Apuleyo. Y, finalmente, otra característica propia del Lazarillo que arraigó en las primeras manifestaciones del género, aunque luego la abandonaron otros que llegaron más tarde al movimiento picaresco, es el hecho de constituir la novela un “relato cerrado, de final muy concreto. La meta de su obra será también la cumbre de abyección del héroe; una vez alcanzada, termina su testimonio” (1972: 215). Evidentemente de la obra de Petronio no podemos saber si cumple esta condición porque entre las partes que no conservamos está su final. Pero de la de Apuleyo podemos afirmar que no tiene un final cerrado, sino que ese extraño último capítulo abre la puerta a posibles continuaciones, al contrario que en El Lazarillo que una vez relatado “el caso” cierra la puerta a toda continuación posible. Una vez llegados a este punto de la exposición consideramos suficientemente probado que la novela romana, si bien, como hemos visto, tiene algunos puntos en común con el género de la picaresca, no es ni mucho menos la fundadora de éste ya que muchas de sus características propias, muchos de los recursos novedosos que lo distinguen de todo lo anterior no se encuentran todavía en la novela romana. Entonces, ¿qué pudo llevar a Walsh a afirmar de modo tan tajante que la picaresca comenzó con la novela romana?. En esto va a consistir la segunda parte de nuestra exposición. Lo cierto es que no es P.G. Walsh el primero que ha notado las múltiples similitudes estructurales entre la novela romana y la picaresca. Especialmente El Asno de Oro ha sido siempre estudiado y reconocido como una indudable influencia en El Lazarillo, y hoy en día hay consenso casi generalizado entre los especialistas sobre dicha influencia. Alberto Blecua por ejemplo nos dice que: “Existían, desde luego, distintos tipos de narraciones autobiográficas anteriores al Lazarillo. Los más parecidos son, sin duda, aquellos en que el propio autor se finge protagonista de distintos episodios fabulosos, como ocurre con el Spill de Jacme Roig o con una de las más célebres y difundidas novelas clásicas, El Asno de Oro de Apuleyo, obra que con seguridad influyó en El Lazarillo” (Blecua, 1989: 23-24).

Aunque más tarde especifica que la influencia más directa (señalada por Lázaro Carreter), el modelo que realmente inspira a El Lazarillo su forma es el de las cartas-coloquio bastante frecuentes en el Renacimiento. El mismo Blecua señala también más adelante que “al final del Tratado Tercero se


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produce, en efecto, un cambio brusco en la técnica estructural. El autor sigue ahora el sistema de “enfilage”, de episodios en sarta, característico de la técnica narrativa del Asno de Oro” (1989: 30). Y explica que en el Lazarillo se da un conflicto entre dos formas de narrar: la folklórica, que es la que el autor noveliza y le distingue de todo lo anterior, y la del ensartamiento de episodios (que es la que le llega por influencia de El Asno de Oro), que ni siquiera intenta superar. También Joseph V. Ricapito coincide en la apreciación de la novela romana como fuente de influencia en El Lazarillo, y afirma: “En obras clásicas como el Satiricón de Petronio y El Asno de Oro de Lucio Apuleyo vemos ciertas características identificables con nuestro antihéroe lazarillesco – la forma autobiográfica, el motivo de la juventud, el movimiento de un lugar a otro, las características estructurales y la observación de la sociedad. La obra de Lucio Apuleyo bien pudiera ofrecer al autor materia de índole irónica y social a la vez que literaria; materia para la imitación o, como es más probable, para la superación” (1979: 25).

Y aunque después continúa señalando más fuentes, al final de su enumeración vuelve a reiterar que El Asno de Oro es, junto con el teatro de Plauto y Terencio, la más innegable. Mucho más significativo aún, si cabe, es que el propio Lázaro Carreter dedique un capítulo entero de su estudio “Lazarillo de Tormes” en la picaresca a las Metamorfosis de Lucio. En este apartado señala no ya a El Asno de Oro, sino a la historia de Lucio de Patras contada en griego por el Pseudo-Luciano (El Asno) y en latín por Apuleyo (El Asno de Oro) como la que más se aproxima estructuralmente a ésta. Y hace una enumeración de estas semejanzas que acercan a esta historia al Lazarillo. Pero, aunque no niega que pudiera ser la versión latina la que influyó en el anónimo autor del Lazarillo a la hora de escoger la forma autobiográfica, al final del capítulo da a entender que opta más porque fuera la versión griega la que le influyera porque, según él cita de Menéndez Pelayo, Luciano “estaba en la atmósfera de las escuelas del siglo XVI” (1972: 36). Además en este mismo capítulo hace referencia a los estudios de sus colegas M. J. Asensio del que cita a pie de página: “Para mi, estructuralmente, es fuente más que probable (...); en la primera persona cuenta trabajos, cambios de fortuna y adversidades de un protagonista sin otros medios para subsistir que los de su ingenio; mozo de muchos amos, pasa de uno a otro sufriendo hambre, malos tratos y miserias...”. “Más sobre el Lazarillo de Tormes”, HR, XXVIII, 1960, págs. 248-249. (1972: 34).

Y también menciona a la eminente María Rosa Lida de Malkiel, de quien cita:


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“Lo distintivo del Lazarillo es la serie de amos, de suerte que el libro nació de veras al superar la deuda folklórica del Tratado I, quizá por inspiración del Asno de Oro”; “Función del cuento popular en el Lazarillo de Tormes”, Actas del primer Congreso Internacional de Hispanistas, Oxford, The Dolphin Book, C. Ltd., 1964, pág. 359. (1972: 34).

En definitiva, probablemente el fallo de P.G. Walsh esté en haber elevado a la novela romana a la categoría de primeras manifestaciones y, por lo tanto, a sus autores a la de fundadores del género de la picaresca, cuando en realidad se trata solamente de fuentes de influencia en la creación del género, pero nunca fundadoras. Y es que, como se ha demostrado, hay muchas características novedosas de la picaresca que no están aún en la novela romana. Walsh apreció varias similitudes (y, como se ha visto en las páginas anteriores, no ha sido ni el primero, ni el único en notarlas) pero obvió todas las diferencias que también existen entre ambos géneros. No hay duda de que la picaresca nace en la España del Siglo de Oro y sobre la polémica que sostienen los expertos sobre si fue el Lazarillo de Tormes, o El Guzmán de Alfarache la primera novela picaresca quizá nadie haya sabido explicarlo tan bien como Francisco Rico al decir que: “Del mismo modo que el primer poema de catorce versos, distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos, necesitó una imitación para ser reconocido una estrofa fija –un soneto-, el Lazarillo hubo de ser imitado por el Guzmán para que, superponiéndose el uno sobre el otro, se acusaran los rasgos comunes o simplemente compatibles y se hiciera manifiesta la fórmula elemental de la novela picaresca. En esa superposición, el uno enriquecía al otro...” (1970: 114).

Bibliografía Apuleyo, El asno de oro. Madrid: Editorial Gredos (1978) Bataillon, M., Novedad y fecundidad del Lazarillo de Tormes. Salamanca: Ediciones Anaya (1973) Blecua, A (Ed.) La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades. Madrid: Editorial Castalia (1989) Lázaro Carreter, F.,”Lazarillo de Tormes” en la picaresca. Barcelona: Editorial Ariel (1972) Petronio, El Satiricón. Madrid: Editorial Gredos, (1988). Ricapito, J, V. (Ed.), “Lazarillo de Tormes”. Madrid: Ediciones Cátedra (1979). Rico, F, La novela picaresca y el punto de vista. Barcelona: Editorial Seix Barral (1970) ---. (Ed.) Lazarillo de Tormes. Barcelona: Editorial Planeta (1980) Walsh, P. G. The Roman Novel. Bristol: Duckworth Publishing (1995)


La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca. Heinrich Heine

Papiros de carne (Reseñas)


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Luz del camino (Hipocampo Editores, 2010) Porfirio Mamani Macedo Luz del camino ( H i p o c a m p o Editores, 2010) del poeta peruano Porfirio Mamani Macedo (Arequipa, 1963) es un libro ligado a la poesía mística que presupone una comunicación espiritual con el ser amado con el fin de encontrar una transformación que madure en paz interior. El poeta inicia su discurso planteándonos una posición esperanzadora ante las tribulaciones que nos atañe la frívola modernidad. El libro concretamente apunta a vivir una vida que trascienda lo meramente superficial, una vida ligada a la sabiduría de la naturaleza, lejos de lo mundano y más cercano a lo edificante, que acaso es la búsqueda de la comunión perfecta desde lo espiritual. Los poemas plantean el signo de la luz como materia que permite esa gnosis, ese conocimiento trascendente y eterno que de alguna manera es una especie de redención o fin del camino recorrido. Así también plantea el símbolo del viaje que es la vida misma, materia necesaria para lograr la purificación y así hacer más profunda la comunicación con lo divino. El poeta se encarga pues de llevar a cabo ese viaje de la oscuridad a la luz, del caos a la armonía, de la muerte a la vida. En suma un libro busca en su sencillez una verdadera trasformación que tiene como piedra angular la esperanza de un mañana pleno de luz; reflexión sensible sobre lo humano. “Guardemos la Luz que nos alumbra // Solo ella vencerá a la noche y la tormenta. / Solo ella acabará con

nuestros males, / aquí, y más allá del tiempo y del espacio. / Solo ella nos abrirá el camino para siempre.” (Paolo Astorga)

La llave Marilyn (Premio Casa de las Américas, 2008) Laura Yasan La llave Marilyn (Premio Casa de las Américas, 2008) de la poeta argentina Laura Yasan (Buenos Aires, 1960) es un encuentro con lo sórdido y lo funesto desde visiones irónicas y desenfadadas. El poemario está plagado de referencias a lo depresivo, a la muerte que es fortuita y que sin embargo, nos hace contemplar nuestra fragilidad ante el tiempo y la incertidumbre. Es la posición del poeta ante esa existencia que nos va minando con preguntas que más que responderse se convierten en estigmas y que solamente a través del desenfado, de la ironía de nuestro dolor (un dolor que se transforma en el otro) se puede aplacar y hasta encerrar en un solo significado: el presente. La poeta sabe muy bien de lo incapaz que es ante la muerte y es por esta razón que la mayoría de sus personajes (véase Marilyn o Eva, por ejemplo) son el prototipo de seres que tienen que ser un fetiche para sobrevivir a la depresión en un mundo en constante cosificaci ón de tod o sentimiento o identidad individual. Las relaciones humanas, el desencanto amoroso y hasta sexual, la frustración de querer ser lo que no se es, son tomadas


Papiros de carne - Reseñas / 71 por la poeta como símbolos para mostrar a l lect or sus prop ias desilusiones y la inconsistencia que prontamente se hace rutina: “el domingo a la hora del escándalo / hay un cambio impreciso en la velocidad / y los minutos pasan su mirada de vaca / sobre tu pasto tierno // en la mesa de al lado una pareja rompe / la tarde en pedacitos / y una aureola de vidrios va empapando el mantel // yo pensaba en sus brazos / el domingo a la hora de la muerte / como si no estuviera”. (Paolo Astorga)

existencia que nunca es perfecta, sino fugaz que desde un inicio plantea un cuestionamiento de las identidades hasta que al final se logra a través de la construcción discursiva del yo poético y su devenir, una comunión que se puede aprehender en las palabras, mas no de manera real, concreta, eterna, dejándonos patente la certeza de que el mundo continúa a pesar de los derrumbamientos. “Acciones-reflejo/ único intento de disculpa/ primer reclamo acumulado// Sobras de cobardía/ cuando hace falta valor/ para un recuerdo que fulmina// Fuimos / el último desencuentro”. (Paolo Astorga)

Ausencias (Edición de autor, 2010) Ana Vera Palomino A u s e n c i a s (Edición de autor, 2010) de la poeta peruana Ana Vera Palomino (Lima, 1981) nos muestra desde sus primeros versos el desencanto que se experimenta no solo al perder lo amado, sino al configurarlo no en olvido sino en terrible y desoladora reminiscencia. La poeta a lo largo del libro que dicho sea de paso está diseñado en forma de diario, presupone imágenes que conlleven a una reflexión en torno a la soledad, el olvido y por supuesto un tipo de muerte: la ausencia. Esta ausencia no necesariamente en este libro tiene una significación totalizadora, más que “ausencias” en este poemario el lector encontrará un deseo enorme por aquel pasado donde queda intacta la íntima relación con lo amado desde las palabras que ahora son testimonio de una comunión que no se simula, sino que se enfrenta ante la

Anglohispanos. La comunidad Lingüística Iberoamericana y el futuro occidente (Ediciones Península/El Cobre, 2010) Ángel López García-Molins Anglohispanos. La c o m u n i d a d L i n g ü í s t i c a Iberoamericana y el futuro occidente (Ediciones Península/ El Cobre, 2010) del español Ángel López García-Molins (Zaragoza, 1949) es un l i b r o c u y a argumentación está basada en las relaciones existentes entre la lengua Inglesa y el Español como sistemas que articulan una estructura social e histórica dentro del devenir occidental. El planteamiento crítico de Ángel López intenta demostrar que desde siempre las relaciones entre sociedades han ido más sincretizándose que aislándose y para


Papiros de carne - Reseñas / 72 ello, un poderoso argumento planteado en el libro está en base al fenómeno de la globalización como arma económica, pero también como masificación y fusión cultural, de heterogenización. Obviamente acudimos también en este libro a contemplar situaciones actuales como el bicentenario de Independencia de algunos países de Sudamérica y la estrecha relación que existe aún con España. Plantea además que el futuro de las sociedades de Occidente de alguna manera está en la búsqueda de una lengua fusionada Anglohispana, que planteado de manera concreta vendría a constituir la unión no solo lingüística, sino también sociológica, económica y cultural de estos sistemas dentro de un mundo que camina cada vez más rápido lapidando y asimilando esas otras lenguas existentes. Por último es necesario plantear que para el autor el uso lingüístico está estrechamente ligado a una comunidad de hablantes, de un pueblo que mantiene viva sus relaciones comunicativas como cultura dentro de actividades sociológicas, históricas y por supuesto económicas. (Paolo Astorga)

Cuarto vecino (Ornitorrinco editores, 2010) Óscar Ramirez Cuarto vecino (Ornitorrinco editores, 2010) del poeta peruano Óscar Ramirez (Lima, 1984) nos acerca a una interacción intensa con signo patente del “otro”, que a través de las diferentes relaciones discursivas cobra relevancia y nos

sumerge excitar nuestros sentidos de una manera equilibrada y a la vez misteriosa, donde la belleza se torna fortuita y por momentos descarada, sin embargo en esta marcha contemplativa y transformadora, intenta una poesía del renacer desde aquellos objetos que se tornan luz a través de las imágenes que el poeta busca, inventa o reinventa en aras a fortalecer su canto. En este libro los alter egos son de suma importancia para encontrar interpretaciones y enriquecer en cierta manera la lectura. Poemas como El moribundo, El verdugo, La dama del teatro, entre otros, ponen de manifiesto la intención de modelizar la expresión en estos personajes que están marcados en su mayoría por la desolación, la crisis existencial o ese extraño apasionamiento ultra obsesivo que es la locura o el amor. Aunque el libro muestra grandes victorias metafóricas, quizá la próxima lucha de Óscar Ramirez ya no será tanto por encontrar ese equilibro perfecto en lo contradictorio, sino la superación de su propio discurso que desde su primer poemario Arquitectura de un día común (2009) ha ido enhebrando y que ahora necesita de nuevos cauces y desbordes. “Nadie más que tú / conserva la cordura / de los tiempos. / Pero en la convicción / surge la duda: / ¿si decido olvidar / la consigna del farol, / el mundo entero me odiará?”. (Paolo Astorga)

Manifiesto de amor (Ediciones Amaru, 2010) Dámaso Manuel Martínez Manifiesto de amor (Ediciones Amaru, 2010) del poeta Dámaso Manuel Martínez (1950) es un poemario cuya profundidad y arraigo es


Papiros de carne - Reseñas / 73 el amor, el amor corporal, el amor ideal, el amor que solo es nombre o recuerdo, que es en suma, el amor en sus más generales metáforas. Los poemas del libro se enlazan de tal manera que cada uno nos da la sensación de continuidad temática y expresiva, en la cual el amor es el fin, pero también el arma de doble filo en la cual el poeta desfilará cual trapecista apasionado. Poemas donde el amor se trasforma en espejos, en fantasmas amados, en objetos que muy bien emulan las reminiscencias de un tiempo que ahora lentamente desmitifica los sentimientos, mas no aún la ansiada comunión con lo amado desde el punto de vista ideal. El poeta nos muestra a una amada que no es inmóvil, sino que existe en lo cotidiano. Al final este p oe mar i o b u sca m á s q u e una reprimenda, un escape doloroso o la afirmación del olvido, el poeta perenniza en palabras su amor haciendo eterno su abandono. “Solo quise dibujar… / Tus ojos, cuando están lejos, / apelé a mis recuerdos / y solo hallé palabras / simples palabras… / nada más que palabras / de este amor inefable.” (Paolo Astorga)

Álbum de esperas y otros asuntos (Ediciones El Mono Armado, 2009) Jorge Prieto Álbum de esperas y otros asuntos (Ediciones El Mono Armado, 2009) del poeta Jorge Prieto, busca a través de poemas donde la esperanza, la

perseverancia y lo confesional se fusionan, un espacio para el desnudamiento de lo humano dentro de un mundo atisbado de “jaulas”. Este libro nos plantea una resistencia ante la depredación del t i e m p o , planteándose ser un canto contra la desidia, un intento por sobrevivir en las palabras y ser lo intacto después de la catástrofe. Poemas breves que por momentos son punzadas, fragmentos que eclosionan en nuestra conciencia un sentido de resistencia a lo funesto, a la putrefacción cotidiana, al olvido y por supuesto a dejar de ser nosotros siempre, a pesar de lo ya consumado. “En la feroz contienda del vivir / esperar ya no cuenta. / Con la ropa manchada de miedo / y la vianda en una bolsita, / cada uno aprolija su disfraz / a la entrada de los laberintos. / Quizá / silbando / para huir de si mismo.” (Paolo Asrorga)

Dactilar y Plural (Vagón Azul Editores, 2011) Tito Esparza Guerrero Dactilar y Plural (Vagón Azul Editores, 2011) del poeta peruano Tito Esparza Guerrero (Bellavista, 1953) es un cuya temática es básicamente la de la nostalgia y la configuración del recuerdo que de alguna manera vence el


Papiros de carne - Reseñas / 74 paso del tiempo, no solo sobre los años que se van acumulando en el cuerpo, sino también en las palabras y en los anhelos. La poesía de Tito navega mares de misterio, pero también aguas reconocidas: La mujer como redención y discurso, la esperanza a pesar de lo inevitable es signo de belleza que más allá de un cuestionamiento el poeta se deja llevar por el destino, por esa “mujer de agua” que no es solo estética, sino placer sabio y conocimiento, identidad y expiación. Los poemas son un espacio para construirse una identidad, el poeta lo sabe y es por esta razón que se desdobla, que no se contenta con la contemplación, sino que pretende en este canto acumular presencias, acaso esa “presencia” que es lo amado eternizado en la palabra que afronta su destino esperando ese sueño que mientras más cercano, deja de ser utopía y se trasforma en realización más allá de la miseria y la muerte. “Y despertó glorioso / Buscando el oro de tu piel / Tu recuerdo habita mis días / Tu recuerdo habita mis noches / Despierta conmigo / Después de dormitar / En mis sueños azules / Tu recuerdo se hunde en mi cama / Como el sol de fuego / Del atardecer en el mar / Mientras se va a clarear / La otra cara terráquea / Por eso mi pecho te espera / Para que mis recuerdos / Ya no sean el pan de cada día / Sino la fusión viva / De los amaneceres junto a ti”. (Paolo Astorga)

(Puerto Rico, 1977) es el testimonio al borde de la locura donde el discurso poético se enfrenta a la miseria de lo cotidiano que deviene en un sentimi ent o desquiciante y trágico, donde los sujetos se ven encerrados en la rutina y la inercia, porque “el mundo es amorfo” y nos empuja a escapar de la realidad y “crear” la propia como un escape no siempre cómodo. Los poemas de Javier no se enfrentan de manera frontal contra la realidad, sino que nos muestran síntomas de crisis y desencanto. El vacío es un lugar inevitable, la muerte, la soledad e indiferencia, necesidades para un mundo que se regocija en el plástico, en lo mecánico, en lo insustancial y pueril. Y a pesar de que el poeta no está totalmente preso de esa locura sino que intenta de alguna manera purificarse, encuentra a través de su canto la catarsis tan ansiada, tan lejana a veces. “Sólo quedo / con un trapecio invisible / y suicida / con un caballito rosa / de aristas en los costados / con una orquesta de mosquitos / con el taíno que apaga / las luces / y con la imitación de un / mago / que saca de su / sombrero un racimo de / fetos de boas / Me iré / a domar los dinosaurios / que tengo en la cabeza”. (Paolo Astorga)

Avisos de locura (Edición de autor, 2010) Javier Febo Santiago

Sobre la aldea (Lustra Editores, 2011) Víctor Salazar Yerén

Avisos de locura (Edición de autor, 2010) del poeta Javier Febo Santiago

Sobre la aldea (Lustra Editores, 2011) del poeta peruano Víctor Salazar


Papiros de carne - Reseñas / 75 Yerén (Lima, 1981) nos invita a un viaje íntimo con la naturaleza y su misterio, con el dinamismo y poder de la misma, pero sobre todo a reencontrarnos con esa criatura nuestra, esa génesis, ese principio donde somos más que individuos, somos r e lac i ón e ntr e ti er ra ( v i da ) y contemplación (tiempo). El poeta nos adentra poéticamente a un espacio donde es necesario dejar nuestra compleja vida en la ciudad para adentrarnos y reflexionar sobre nuestro andar a manera de expiación. Esta travesía intenta de alguna manera un volver a lo primigenio, a la esencia de lo humano a través del reconocimiento de aquello que aparentemente parece sencillo. Contemplamos pues, elementos de la naturaleza que se van a ir personificando hasta ser tan humanos como aquel que los contempla o sufre con ellos. La lluvia, el arco iris, el sol son oráculos que no solo guían el le viaje por la experiencia natural, sino que lo nutren de belleza y profundidad. Por supuesto debemos atender la estructura de los poemas donde el poeta no está solo sino que invita al lector a que antes de entrar al texto disfrute de los epígrafes para que pueda profundizar de una mejor manera lo leído. Este libro sin duda demuestra un equilibrio del lenguaje y una ofrenda a la naturaleza, no sin antes dejar en el camino, vientos solitarios, una pisca de amor y tiempo que se transforma en leve susurro de días y nostalgias. “LA LLUVIA se abre paso entre los árboles / y cae como antaño, majestuosamente los abuelos. // Para ser árbol robusto, caigo, lejos del rubor y la neblina de la gente. // Solo el

rocío descansa tranquilo entre los árboles.” (Paolo Astorga)

Un hombre feo (Borrador Editores, 2010) Pierre Castro Sandoval Un hombre feo ( B o r r a d o r Editores, 2010) del narrador Pierre Castro S a n d o v a l (Trujillo, 1979), reúne 12 relatos y un “feario” (una suerte de glosario con i máge ne s interpretativas de “un hombre feo”), en los cuales la temática preferida no es tanto la utilización de personajes que no son muy agraciados físicamente, sino busca en cada relato ligar ideas relacionadas con “lo feo”. Asistimos pues a una lectura que se presta a la ironía con respecto a las relaciones entre los amantes, con respecto a la soledad, la frustración o la imposibilidad de poder ser ese “otro” que todo lo posee. Un hombre feo busca como dice la contra portada dejar “de mirar el mundo para mirarse así mismos”. Una mirada introspectiva que dicho sea de paso no busca solucionar nada, sino dejar abierta, siempre abierta la posibilidad de muchas interpretaciones. Con un lenguaje que soporta la ironía, la sencillez y la soledad, Un hombre feo intenta un discurso que por momentos podría parecer superficial, sin embargo es en esa superficialidad discursiva donde las historias toman relevancia y los personajes se convierten en héroes


Papiros de carne - Reseñas / 76 anónimamente muy, pero muy nuestros. (Paolo Astorga)

Lluvia de Cenizas (Ediciones Letra en llamas, 2010) José Jiménez Cruz Se ha buscado, por mucho tiempo, descubrir los tres universos que rigen al hombre en su estadía por el mundo. Y acaso en Lluvia de Cenizas, José Jiménez Cruz nos incita a encontrar esos mundos paralelos que se han perdido con el transcurrir de los días; pero también nos advierte sobre los riesgos que encontraremos: el dolor del espíritu. Referirme a esa afección no escapa mencionar el contorno de su poemario y lo que encierra en cada verso, en cada “poema humano” que lo contiene. Mencionaba René Descartes en su tratado de LAS PASIONES DEL ALMA (1649): “A veces, por el contrario, ha ocurrido que el cuerpo ha carecido de alimento, y esto es lo que debe hacer sentir al alma su primera tristeza" y es precisamente lo que Lluvia de cenizas propone como eje central: su primera tristeza, y quizá la más profunda, la que lo caracteriza en este poemario. Recordaba con mucha alegría haber leído la biografía de César Vallejo y no pude dejar escapar una sonrisa cuando vino a mi memoria la negación de la publicación de su libro de cuentos-por encargo- PACO YUNQUE por ser “demaciado triste“ y no evité imaginar a José en los tiempos de Vallejo, como

colegas quizá, “matando de tristeza a los hombres“ de aquel entonces. Pero no todo está perdido para el poeta. El amor, aunque muchas veces perdido para ser encontrado en cada paso, es otra fuente inagotable de este poemario. Decía Andrea Yépez Ponce: “Escapar del amor es una condena aún más terrible que someterse ante él“ y José ha de quedar marcado con esta doble condena; porque el poeta escapa de este sentimiento y se somete al mismo. No me queda más que añadir que Lluvia de cenizas nos marcará desde sus primeras letras, nos contendrá y nos revelará la verdadera existencia del hombre con el hombre al lado derecho de la palabra. (Roy Dávatoc)

Para envío de libros, revistas u otras publicaciones para ser reseñadas por la revista, envíe un ejemplar de su publicación a la siguiente dirección postal:

Sr. Paolo Astorga Av. Malecón Checa 557 San Juan de Lurigancho Lima 036, Lima-Perú


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Delirium Tremens. Revista literaria de alcance internacional / 78

Colaboradores de la presente edición Santiago Risso. Ha publicado los poemarios: Minipoemas – Telegramas de amor (Mosquito Ediciones, 1987), Rey del charco (Ediciones Amantes del País, 1995), Cuesta (Orden de la Legión Mariscal Cáceres, 1999), Peldaño (Alejo Ediciones / Fondo de Fuego, 1999), Transmutaciones (Fondo Editorial Biblioteca Nacional del Perú, 2000), Prosa de Nueva York (Alejo, 2003). Juan Carlos de la Fuente. Poeta, escritor y periodista. En 1999 publicó Declaración de Ausencia, su primer libro de poesía, y en el 2008, el poemario Las Barcas que se despiden del Sol. La belleza no es un lugar (2010) es su última publicación. Manuel Luque Taco. Docente, Poeta. Egresado de la Universidad Enrique Guzmán y Valle - La Cantuta. Fundador de las revistas literarias "Kavilando" (1998-1999) y "Ciudad Inonia" (1999) Chosica. Obtuvo el primer puesto en poesía en los juegos florales de La Cantuta (1999) y una mención honrosa en poesía a Nivel Nacional con la obra "Ciudad Inonia" organizado por la Universidad Ricardo Palma (1999). Participó en los Jueves de Café Literario en el INC. Marco Fonz: (México, D.F. 1965) Tiene publicados 21 poemarios. En el 2002 obtuvo el premio de poesía Rodulfo Figueroa. Sus poemas están antologados en México, Barcelona, Cádiz, Perú, Italia, EUA. Sus poemas han sido traducidos al tsotsil, catalán, italiano, portugés, inglés. Es editor y artista plástico. Anthony Roger Montenegro Rojas (Lima, 1983). Es técnico industrial de SENATI, poeta, escritor, promotor cultural, director de imagen de Acción Esperanza, miembro de “poetas del mundo”, de ''Unión Hispanoamericana de Escritores”, del “Rincón Mágico de Poetas”. Actualmente está trabajando en el desenlace de su primera novela ''ROMOTEO Y VIOLETA'' que este año publicará. Laura Yasan. Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1960. Publicó "Doble de alma" (poemas, Tierra Firme, 1995). "Cambiar las armas" (poemas, Botella al mar, 1997), “Loba negra” (poemas, La bohemia, 1999 y Edit.Educa 1999) Premio Unico de Poesía EDUCA, Costa Rica, 1998, y el 3º Premio del Fondo Nacional de las Artes, Buenos Aires, 1998 , “Cotillón para desesperados” (poemas, La bohemia, 2001. ) Mención especial del jurado en el IV Premio Internacional de Poesía Ciudad de Medellín, Colombia., “Tracción sangre” (poemas, La bohemia, 2004), “Ripio” (poemas, Grupo Editorial latinoamericano, 2007) Y “la llave Marilyn” (Edit.Casa de las Américas, Cuba, 2009 – Edic. del Dock 2010). Su libro “la llave marilyn” recibió en Cuba el premio Casa de las Américas 2008. Michael Alberto Jiménez Melchor (16 de Junio de 1981). Poeta de Villa el Salvador, hincha de Alianza Lima, fan de Andrés Calamaro, amante de los gatos y enamorado de las musas. Publicó su primer libro “No vales una bala” (ed. signos, 2009). Su próxima publicación “Como una hoja drogada por el viento”.


Delirium Tremens. Revista literaria de alcance internacional / 79 Augusto Rodríguez (Guayaquil, Ecuador, 1979) Periodista, editor y catedrático. Ha publicado los poemarios: Mientras ella mata mosquitos (2004), Animales salvajes (2005), La bestia que me habita (2005), Cantos contra un dinosaurio ebrio (Barcelona, España 2007), Matar a la bestia –recopilación- (Guadalajara, México 2007), La gramática del deseo–recopilación- (La Paz, Bolivia 2009/ Monterrey, México 2009/ Neuquén, Argentina 2009) y Voy hacia mi cuerpo (Lima, Perú 2010). Liliana Celiz publicó: "El nacimiento de la flor", Ediciones del Dock, 2010. "A los que fueron pájaros", Ediciones del Dock, 2009. "O elevación de vos o pensamiento", Ediciones del Dock, 2007. "De dónde vienes de mirar tus ojos padre?, Ediciones del Dock 2000. "Del traje de Eva y su manzana", Último Reino, 1997. "Desembocadura" Tierra Firme (compilación de poemas con otros cuatro poetas). "En complexión de dos" y "El ciclo del recuerdo" Cervantes Virtual. "Lo real crece, lo real avanza. Un día todo será real y, cuando todo sea real, será el fin". Baudrillard. Margarito Cuéllar. Escritor, periodista, promotor cultural. Su obra, poesía y cuento, ha obtenido algunos premios nacionales y el Premio de Poesía Radio Francia Internacional 2003. Algunos de sus libros son El sueño de la sombra & Spondylus (aforismos, 2010), Estas calles de abril/ Saga del inmigrante (poesía, Praxis, 2008); Arresto domiciliario (poesía, Aullido Ediciones, 2007); Noticias de Ninguna Parte (Conarte/ Ayuntamiento de Santa Catarina, 2007). Recientemente la revista New Orleans Review publicó en inglés una selección de sus textos. Juan Mauricio Muñoz (Lima, 1984): Es autor del poemario “El Lado Oscuro” publicado en Argentina (Editorial De Los Cuatro Vientos, 2009). Es editor del blog “Las Voces Peruanas” y colaborador habitual del diario dominical “El Chompipe” (Tabasco, México). John Martínez Gonzales (Lima.1981) Comunicador Social graduado de una universidad con nombre de santo católico. Promotor cultural. Desde el 2009 produce eventos para la Fundación Yacana. Ha publicado bajo el sello Altazor, el pohemario “Collage de viaje” (2009). Bajo sello de autor publicó la plaquette “Doblando” (2010). David Orlando del Águila Quevedo. Tarapoto, enero de 1988. Dibujante y escritor del caos. Ganador de manera truculenta los IX, X y XI Juegos Florales de San Martín, Tarapoto en la versión de cuento y poesía. Caricaturista del desaparecido Diario Aldía donde se lavaba dinero. En el 2010 publica en Lima su primer poemario HABITADO (Ediciones Letra en llamas, 2010). Lucevan Vagh Owen Berg (Lima – Perú, 1978). Poeta autodidacta, discípulo fiel de las eximias obras de los Poetas de toda filiación. Es autor de escritos de estructura poética, simple, compleja; donde encarna el sentimiento profuso, plasmándolos en versos muy propio de estilo humanista. Daniel Rojas Pachas (Lima 1983) Escritor, Magíster en Ciencias de la Comunicación y profesor de Literatura egresado de la Universidad de Tarapacá. Reside en Arica-Chile donde ejerce la docencia Universitaria Actualmente edita la Revista Literaria virtual y Editorial impresa Cinosargo. Ha publicado el poemario Gramma en el 2009 con Ediciones Cinosargo, en investigación ha publicado


Delirium Tremens. Revista literaria de alcance internacional / 80 Realidades Dialogantes, un análisis pragmático de cinco novelas Latinoamericanas Generacionales. Luis Boceli (Chiclayo,1981). Estudió en la Escuela Superior de Música Ernesto López Mindreau. Violinista amateur amatour. Administrador de Empresas IPAE, especialidad Marketing. Estudiante de la PUCP (Literatura). Ha publicado Pizzicato Labio (Hipocampo Editores, 2006) y Alucinado (Lustra Editores, 2009). Marcelino Menéndez González. Poeta y escritor español. Total de libros escritos: 47 Libros de poesía y 9 libros de relato corto y aforismos. Algunos libros ya han sido publicados. Eric Veliz Álvarez. Escritor, egresado de la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle – La Cantuta. Magda Lago Russo - Nació en Montevideo – Uruguay - Químico Farmacéutica. Co -Fundadora del Taller de Creatividad Literaria “La aventura de escribir” de la YWCA Costa de Oro (Uruguay). Ex colaboradora del boletín de la institución. Incursionó en talleres literarios y clubes del libro . Olivia Vicente Sánchez (1979, Zamora-España) cursó hasta la Secundaria en su ciudad natal; posteriormente, estudió la carrera de Filología Hispánica en la Universidad de Salamanca, donde también realizó los Cursos de Doctorado y presentó su tesina. Actualmente, imparte clases en un instituto. Compagina esta profesión con la escritura, como reflejan su blog www.melibea-misletras.blogspot.com así como varias publicaciones en distintos blogs (Cuentos y cuentos, Químicamente impuro e ImaginARTE por un momento), revistas (Destiempos, Letralia, Narrativas, Pan de Trigo y Remolinos) y en el libro VI Cuaderno de Profesores Poetas. Melissa Torres (Lima, 1982). Egresada de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Pucp. Bachiller en Humanidades con mención en Literatura Hispánica. Actualmente publica vía blog www.michicaespecial.blogspot.com e inmersa en proyectos personales de creación. Alberto Zelada García: (Pacasmayo 1977, Perú). Ingeniero Mecánico. Al presente cursando una Maestría en Gerencia de Operaciones. Miembro co-fundador del Grupo Literario Legión, marzo del 2006. Publicaciones: Revista Trama, revista del Grupo Legión; Poesía y narrativa Hispanoamericana actual, Lord Byron ediciones, 2010; 100 poemas Homenaje a Miguel Hernández, Artgerust editores, 2010. Finalista en el Concurso Internacional de Cuento Breve “Jorge Salazar”, editorial Pilpinta. Blog: www.albertozelada.blogspot.com Patricia K. Olivera o Patricia O. (Patokata): Vive en Montevideo-Uruguay, escribe poemas y relatos, más específicamente microrrelatos, en sus blogs personales así como en blogs y redes participativos. Ha colaborado en revistas literarias de la red como Revista Poética Estacional Poe+, Àgora Papeles de Arte Gramático, Molinos de Letras, Redes de Papel, Poeta Regional, entre otras (que por no ser mencionadas no son menos importantes). No tiene libros publicados, es miembro de Remes y Poetas del Mundo.


Delirium Tremens. Revista literaria de alcance internacional / 81 Bernardo Rafael Álvarez, poeta y escritor. Nació el 12 de noviembre de 1954 en Pallasca, Ancash. Poeta miembro del Movimiento Poético de los años 70 “Hora Zero”. Ha publicado: en 1974 publica Aproximaciones & Conversaciones, un libro que según confiesa, tiene menos de él que -aunque burdamente- de Jorge Pimentel, Enrique Verástegui y Juan Ramírez Ruiz. Publicó, también, poemas en diversas revistas y periódicos. Es -además del libro citado- autor de Dispersión de cuervos(1999) y de Toro de trapo y algunas otras deudas (2003) y figura en las antologías Hora Zero, la última vanguardia latinoamericana de poesía (Venezuela, 2000), Un canto por Sierra Maestra (Lima, 2000), YACANA/51 poetas (Lima, 2005) y Poesía peruana contemporánea, 33 poetas del 70 (Lima, 2005). Conduce la asociación Cáctus, Cultura contra el desierto. También publicó Los Bajos Fondos del Cielo. Óscar Wong. Poeta, narrador, ensayista, periodista y crítico literario. Estudió letras hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Manuel Cabello Pino: Licenciado en Filología Inglesa (2000) y Doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada (2008) por la Universidad de Huelva (España). Profesor Sustituto Interino de Lengua Española en dicha Universidad, donde obtuve dos becas de investigación en 2003 y 2005, y donde también he sido Profesor Asociado. En investigación me he especializado en la obra de García Márquez, aunque también he tratado a autores como Isabel Allende, Lorca, Catulo o Lucrecio. Tengo artículos publicados por reconocidas revistas como Exemplaria o Espéculo, un libro titulado Motivos y tópicos amatorios clásicos en El amor en los tiempos del cólera y otro en prensa titulado Seis acercamientos comparatistas a la obra de Gabriel García Márquez. Roy Dávatoc (Jaén-Perú, 1981). Actualmente reside en la ciudad de Lima. Estudia la carrera de Administración de empresas en la universidad nacional Enrique Guzmán y Valle “La Cantuta”. Forma parte de la fundación cultural “Laberintos” en Colombia y es miembro del grupo literario “Puka Yuraq” en Perú. Integrante del grupo literario cantuteño “Letra en llamas”. Dirige el sello independiente Toro de Trapo editores. Ha publicado el poemario “Alma. Cuando un corazón emigra” (Toro de trapo, 2010).


Delirium Tremens Revista Literaria de alcance internacional AĂąo I, nĂşmero 3, se terminĂł de imprimir el mes de marzo de 2011 http://revistadeliriumtremens.blogspot.com



Av. Abancay Foto: Paolo Astorga

Y la poesía rueda contigo de la mano por estos mismos lugares que no son los lugares para filmar una canción destrozada. Y por la poesía en mi país si no hablaste como esto te obligan a salir en mi país no hay donde ir pero tienes que ir saliendo como el acné en el cascarón rosado. Y esto te urge más que una palabra perfecta. En mi país la poesía te habla como un labio inquietante al oído te aleja de tu cuna culeca filma tu paisaje de Herodes y la brisa remece tus sueños –la brisa helada de un ventilador. Porque una lengua hablará por tu lengua. Y otra mano guiará a tu mano si te quedas en mi país. Enrique Verástegui. Si te quedas en mi país. Del poemario: “En los extramuros del mundo”, 1971


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