Moda - Moda Vintage

Page 1

LAS AUTORAS Emma Baxter-Wright estudió moda en el St. Martin’s College of Art and Design y dio clases en el London College of Fashion. Anteriormente editora de moda, ha colaborado como redactora freelance en varias publicaciones británicas. Karen Clarkson, antigua corresponsal de moda del Daily Mirror, del que sigue siendo colaboradora habitual, trabaja como escritora de moda freelance, estilista y locutora en el Reino Unido. Para saber más sobre ella, véase www.karenclarkson.net. Sarah Kennedy es una veterana periodista de revistas de moda con veinte años de experiencia como redactora y editora de prensa femenina en el Reino Unido. También es comentarista de moda, estilo de vida, cultura y psicología, con una larga trayectoria en radio y TV. Kate Mulvey es una periodista freelance especializada en temas de moda, belleza y estilo de vida, cuyos artículos aparecen habitualmente en publicaciones británicas. Es autora de varios libros sobre moda.

Cubierta: © Condé Nast Archive/Corbis; Contracubierta: © Carlton Books Ltd

Ya sea un traje de Christian Dior de los años cincuenta o una camisa de Emilio Pucci de los setenta, las piezas clásicas de grandes diseñadores son muy codiciadas, al igual que las bellas y artesanales de principios de siglo. Del vestido de encaje eduardiano a la minicrini de Vivienne Westwood, las prendas vintage se describen en el contexto de la época en que se confeccionaron y lucieron, a fin de trazar un panorama del influjo de la moda en la vida de las mujeres. A las interesadas en coleccionar y llevar auténtica moda vintage, así como a quienes tiente el mirar hacia atrás en busca de ideas para crear su propio estilo, este libro les permitirá consolidar y desarrollar sus gustos personales y su sensibilidad hacia la moda, además de ayudarles a escoger una prenda bien hecha y adecuada a su figura y estilo. Finalmente, Moda vintage ofrece una guía de compras con pistas y trucos para identificar y cuidar la ropa vintage original, seguida de un glosario de términos relativos a la moda y los diseñadores. Ilustraciones de archivo y fotografías de moda de los más cotizados fotógrafos de la época recrean el ambiente de cada década, mientras que las piezas raras fotografiadas especialmente para esta obra revelan formas y detalles útiles para detectar las auténticas prendas vintage.

«La moda consiste por lo general en una discreta revisión de ideas recuperadas.» Bruce Oldfield

ISBN 978-84-342-3345-4

978-84-342-3345-4

www.parramon.com

Moda vintage

Cleo y Mark Butterfield son propietarios del archivo C20 Vintage Fashion, que abarca todas las décadas del siglo xx y cuenta con un departamento de tejidos vintage. Proveedores de la industria cinematográfica, coleccionistas privados, museos y diseñadores de moda, colaboraron estrechamente con el Victoria and Albert Museum de Londres en su retrospectiva de Ossie Clark de 2004. A ellos se deben la mayoría de las fotografías especialmente realizadas para este libro y la información para la guía de compras.

En un delicioso viaje a través de la moda de décadas pretéritas, Moda vintage pasa revista a los diseñadores clave, a siluetas y formas, a estampados y tejidos, así como a otros detalles característicos de las prendas del siglo xx que han dejado huella. Haciéndolas desfilar sobre el telón de fondo de las tendencias y movimientos influyentes a lo largo del tiempo, y explicando las técnicas del pasado, este libro capacita al lector para distinguir las creaciones originales y únicas de las reproducciones posteriores.

La evolución de la moda y el vestido en los últimos cien años

COLABORADORES ESPECIALES Zandra Rhodes, perteneciente a la nueva ola de diseñadores británicos que pusieron a Londres a la cabeza de la moda internacional en la década de 1970, empezó estudiando diseño textil en el Medway College of Art y después en el Royal College of Art de Londres. A lo largo de su carrera ha destacado por la singularidad y la elegancia de sus propuestas creativas, inspiradas en materiales naturales y ecológicos. Fundadora del Fashion and Textile Museum en Bermondsey (Londres), abierto al público en 2003, se dedica a promocionar la obra de los diseñadores desde 1950 hasta hoy.

Moda vintage despliega un espectacular abanico de prendas paradigmáticas sobre un fondo de historia de 90 años de moda. Con la mirada puesta en los grandes estilos que surgieron entre los albores del siglo xx y finales de la década de 1980, describe las cambiantes tendencias en su contexto cultural y las ilustra con más de 250 bellas fotografías en color que muestran tejidos, técnicas innovadoras, siluetas y formas, así como la exquisita factura que hace a estas prendas tan imperecederas, tanto por su estilo como por su popularidad.

La evolución de la moda y el vestido en los últimos cien años

La época que va de la Belle Époque a la aparición de la flapper contempla los primeros años del siglo xx y la rápida evolución de la silueta femenina, desde la cárcel del corsé y las voluminosas faldas al vestido recamado de abalorios de las frívolas flappers. Después se repasan los glamurosos años treinta, la era del Art Déco y de Hollywood, la austeridad de los cuarenta y el new look, las siluetas ceñidas o con vuelo y la herencia de Christian Dior. La exaltación y la imaginación desbordante del diseño de moda y el nacimiento de la antimoda se documentan en el capítulo dedicado a los sesenta, marcados por futuristas como Courrèges, el op art y la psicodelia, mientras que la década de 1970 revela la anarquía y la androginia patentes en diseñadores como Vivienne Westwood, así como las influencias étnicas, la vuelta a la naturaleza y la era disco. Los años ochenta cierran el libro con una mirada al traje de ejecutiva, el corte masculino y el nuevo romanticismo, así como la obsesión por el cuerpo perfecto. Cada década se termina con un resumen en breves pinceladas de las formas, colores y detalles que la definen. Moda vintage concluye con una guía de compras y consejos acerca de cómo descubrir y conservar las prendas vintage, junto con glosarios de términos de moda y de los diseñadores de los modelos más destacados y dignos de coleccionar del siglo.


prólogo de Zandra Rhodes página 6 introducción página 8

1900-29

por Kate Mulvey página 10 de la Belle Époque

a las flappers, faldas más cortas, faldas «entravées» y trajes de cóctel

1930

por Karen Clarkson página 36 la era del Art Déco, Elsa Schiaparelli, Coco Chanel y la época dorada de Hollywood

1940 1950

por Kate Mulvey página 60 el mundo en guerra, la moda funcional, América y

la moda, la llegada del new look

por Emma Baxter-Wright página 84 siluetas


esbeltas o con vuelo, Christian Dior y Hubert de Givenchy, un nuevo lujo

1960

por Emma Baxter-Wright página 112 el Swinging London, diseño de la era espacial, motivos recortados y minifaldas,

psicodelia

1970

por Sarah Kennedy página 144 moda punk y vuelta a la naturaleza,

el retorno de la artesanía, el glam rock y la era disco

1980

por Sarah Kennedy página 182

hombreras y trajes, corte americano, faldas abullonadas y minicrinis, la década del cuerpo

guía de compras página 208 colecciones y tiendas página 212 glosario de diseñadores página 214 glosario de términos de moda página 217 índice página 220 otras lecturas y agradecimientos página 223


Prendas funcionales El traje funcional inglés, el modelo Victoria americano y el mono de trabajo alemán crearon las bases de los estilos que se introdujeron en Europa y América durante la guerra. El objetivo era hacer un estilo sobrio y simple para ahorrar material y trabajo. En Estados Unidos, diseñadoras como Tina Leser y Claire McCardell (para Townley Frocks) confeccionaron prendas asequibles que reflejaban la escasez de tejidos del momento. En Gran Bretaña, la Cámara de Comercio trabajó con diseñadores punteros para producir prendas que encajaran con los pedidos. En el grupo estaban Norman Hartnell, Bianca Mosca y Hardy Amies, que crearon una gama de 34 diseños, todos ellos con la famosa etiqueta CC41. La colección incluía cuatro piezas clásicas: abrigo, traje, vestido de tarde y traje de oficina. Hartnell diseñó algunos de los trajes más conocidos, así como vestidos para Berkertex de la calle Bond. Usar el nombre de diseñadores de prestigio era una forma de hacer más atractivas las prendas, que acabaron siendo buscadas por los seguidores de la moda del momento. Un diseño de Mosca aparecido en un anuncio de Vogue en 1942 llevaba botones con la inscripción: «Austeridad Bianca Mosca». Se controlaba el tipo de confección, y el público exigía prendas bien cortadas y duraderas. La excelencia del corte y la puntada doble sitúan a los modelos vintage de los años cuarenta entre los mejores. Trajes de una pieza Cuando sonaban las sirenas, las mujeres británicas echaban mano del traje funcional conocido como «traje de sirena» para correr al refugio. Antecesor del mono, se componía de pantalón y cuerpo con mangas, todo en una pieza, se cerraba por el delantero con una cremallera y no sólo era práctico, sino que abrigaba. Elsa Schiaparelli diseñó un bonito modelo de seda con grandes bolsillos flexibles, y Digby Morton creó versiones con cremallera y capucha en viyela escocesa. Se combinaban con una chaqueta canguro, llamada así por sus grandes bolsillos. La alta costura y el dólar Aunque las casas de moda cerraron durante la guerra, Gran Bretaña siguió exportando sus tejidos y diseños, como el tweed Harris, a cambio de dólares para invertir en armamento. Diseñadores como Hartnell, Molyneux y otros crearon hermosos diseños que se alejaban de la moderación e incorporaban detalles que llevaban largo tiempo prohibidos. Había mucho juego de color y diseño en las colecciones británicas; Vogue escribió en 1946: «Rosas hongo, amarillos y verdes brillantes. Estampados descriptivos y florales en crepé y seda. Un estilo suave y femenino de hombros caídos, caderas redondas, blusas ajustadas… mangas raglán, sastres ligeros, trajes de noche drapeados en chifón bordado y vestidos de día a menudo con estampados descriptivos y florales».


arriba

Las prendas de

lujo para la exportación se identificaban con un emblema inconfundible: un círculo y varios trazos. El resto de las prendas, que cumplían con la ordenanza de vestimenta civil que regulaba severamente los materiales utilizados, llevaban la etiqueta alternativa CC41. más a la izquierda

Traje de

chaqueta marrón de estilo funcional, de Norman Hartnell, de los años cuarenta. Hartnell diseñó buenos trajes y abrigos en lana y tweed, pero destacó por los elaborados bordados y lentejuelas de sus vestidos de noche. Atento a las estrictas ordenanzas, el diseño funcional seguía la moda de los hombros cuadrados y las faldas cortas, empleaba la menor cantidad posible de tela, nunca más de tres botones y prescindía de los puños vueltos. izquierda

Vestido funcional

de los años cuarenta, con estampado floral sobre negro, destinado exclusivamente a la exportación. página anterior

Mono

de Schiaparelli. Fácil de quitar y poner, los bolsillos de cremallera hacían de él la prenda ideal para acudir a los refugios antiaéreos.

1940: prendas funcionales 67


La aparición del estilo americano

arriba y abajo

Botón y

chaqueta de un traje en color granate, de Lilli Ann (años cuarenta). La marca americana, fundada en 1933 por Adolph Schuman,

arriba

era conocida por sus

de Fred A. Block de la

Detalle del traje

atrevidos colores, abrigos,

página siguiente. La

vestidos y detalles de

empresa americana era

confección. Schuman

conocida por su fabulosa

mantuvo una estrecha

bisutería de los años

relación con fábricas

cuarenta, hecha con

de tejidos francesas

esmaltes, metales dorados,

e italianas después

plásticos transparentes y

de la guerra.

falsa pedrería.

Con la ocupación de París en 1940, Francia quedó aislada del resto del mundo y América perdió su punto de referencia. Hasta entonces, los grandes almacenes como Lord & Taylor y A. T. Stewart copiaban y adaptaban los diseños de alta costura parisinos, que luego vendían a precios más económicos gracias a la producción masiva. Nueva York se encontró a la deriva frente a un desafío sin precedentes. Si a esto añadimos el racionamiento de la ropa en 1942 —con la Norma L-85, la Junta de Producción de Guerra impuso severas restricciones al uso de la lana y a los metros de tela que se podían utilizar en las prendas—, se explica que América se viera abocada a crear un estilo propio. El traje Victoria El estilo dominante a lo largo de 1946 lo marcó un traje funcional que, aunque eco de las líneas austeras de su homónimo inglés, era mucho menos severo. De hecho, la austeridad del corte se atribuía al diseñador Gilbert Adrian, que una década antes lo había creado para Joan Crawford buscando recalcar la autoridad e independencia de la actriz. En 1941, cuando abrió su negocio de ropa de confección, infundió carácter a sus creaciones ofreciendo a las mujeres un traje geométrico de hombros anchos, de corte tridimensional y detalles de diseño que acentuaban el busto y la cintura. Reemplazó los escasos botones en el delantero de la chaqueta por lazos ribeteados y estrechó las mangas. Los trajes Original de Adrian y los vestidos de noche eran tan populares que su tienda de Beverly Hills sólo vendía dos por cliente. Prendas sueltas de confección Jo Copeland, Vera Maxwell, Norman Norell y Claire McCardell llegaron a ser nombres muy conocidos en el ámbito de la ropa de confección americana y diseñaban prendas sueltas, fáciles de combinar para todas las mujeres. Sencillo y sin adornos, este estilo huía de los rellenos, los corsés y los sujetadores incorporados, y seguía la línea natural del cuerpo. Modelos clásicos como los camiseros de tela de gabardina, el vestido fruncido en la cintura y el vestido suelto en punto sintético resultaban muy llevables y elegantes. Las brillantes y deportivas telas escocesas, los cuadros y las rayas se utilizaban tanto para el día como para la noche, y las blusas sin espalda se llevaban con falda pantalón y zapato plano. La moda de inspiración campesina triunfó durante los años de la guerra. Los diseñadores recurrían a estampados hechos a mano en lugares como México y Hawai, y las mujeres combinaban las faldas de campesina con blusas de marca con el cuello fruncido y las mangas abombadas. Las famosas creaciones de Louella Ballerino, con sus estampados atrevidos y rayas anchas y brillantes, son codiciadas prendas vintage.


arriba y derecha

Traje

de los años cuarenta y detalle de la etiqueta interior, de Fred A. Block. Block producía trajes de chaqueta de estilo típicamente americano con incrustaciones como el de la foto. izquierda

Traje de

chaqueta gris con botonadura doble del diseñador de Manhattan Larry Aldrich (1946).

1940: la aparición del estilo americano 73


Siluetas ajustadas o con vuelo página

84 Vestido de

noche de Balenciaga, acompañado de chal, sombrero negro y diamantes de Van Cleef & Arpels (1952). Los enormes volantes y el corte escultural de Balenciaga, célebre por su refinada elegancia, creaban un marco para el cuerpo. abajo

Vestidos de

shantung diseñados según el new look (1951). Sombreros y guantes a juego desempeñaban un papel importante en la imagen impecable de la época.

La de los cincuenta fue la última década en que París dominó la moda mundial. Dior era imparable y mantuvo su influencia hasta su muerte en 1957; a su lado, otros grandes diseñadores estaban decididos a triunfar. Cristóbal Balenciaga, Jacques Fath y Hubert de Givenchy eran otros nombres destacados, pero según pasaba el tiempo, aparecieron las primeras señales del declive de la alta costura. Época de transición, la década de los cincuenta estuvo marcada por el paso de la austeridad de los cuarenta a la prosperidad de los sesenta; de hecho, la línea divisoria se volvió más clara en 1956, con el aumento de la influencia de la cultura adolescente en América y la identificación de los jóvenes como un grupo de consumo al margen. La década es recordada principalmente por el contraste de dos siluetas, aunque hubo muchísimas formas alternativas (no todas triunfaron), que tuvieron una existencia breve. La falda de vuelo, que se balanceaba al andar, y la estilizada falda tubo hasta la rodilla definieron las siluetas por excelencia, y ambas coincidían en realzar la estrechez de la cintura. Después de los tristes años de la guerra, las mujeres aspiraban a abrazar la feminidad. Los rellenos estratégicos y la ropa interior armada hicieron mucho para mejorar los cuerpos casi nunca perfectos, de modo que la silueta extremada de Dior, de cintura estrecha y falda con vuelo hasta media pierna, sentara fabulosamente a todo el


mundo. La faja-corsé de nailon, de una pieza, hacía una cintura de avispa, redondeaba las caderas y elevaba y marcaba el busto para conseguir la figura de reloj de arena perfecta, como la que luce Anita Ekberg en La dolce vita de Fellini. La moda seguía dictando códigos de vestir, rígidos e incómodos, que las mujeres acataban en su afán de ser atractivas y sofisticadas. En todas partes, las mujeres se enamoraban de la ropa seductora de la época, que algunos describieron como «la conciencia de la moda de los años cincuenta». Una apariencia distinguida exigía los complementos correctos, y las mujeres elegantes tenían que usar sombrero, guantes, bolso y zapatos a juego para que se las considerase bien vestidas. Aunque la funcionalidad y la simplicidad predominaban (las prendas sueltas y los pantalones deportivos traducían el creciente interés por el deporte), los vestidos de noche causaban sensación con los guantes largos, los tacones de aguja y los pendientes grandes, imprescindibles para no desentonar. En cuanto al cabello, triunfaban los recogidos siguiendo el estilo de Dusty Springfield o el cabello muy corto a lo garçon de Jean Seberg.

Ahora bien, la figura de reloj de arena de Dior no era la única silueta de la década; él mismo experimentó con otras formas y en casi todas sus colecciones introdujo nuevas siluetas: la línea princesa, la línea A, la línea H, la línea S, una tras otra en rápida sucesión. La línea A consistía en un vestido que se ensanchaba a partir de los hombros ajustados a medida que se acercaba al dobladillo y que estaba hecho de un tejido reforzado para mantener la forma. La línea A y la línea H ofrecían incluso más alternativas a las mujeres, y el radical contraste de formas fue recibido como el último grito de la moda. La posición de la cintura empezó a fluctuar, los cambios de línea y de largo se sucedían rápidamente, y se esperaba de las mujeres que se mantuvieran al corriente de muchas direcciones innovadoras. Se podía elegir entre faldas con mucho vuelo, plisadas y tubo. La aparición y desaparición de las líneas saco, princesa, tulipán y trapecio al final de la década, reflejaban la indecisión de los diseñadores entre prendas tan reforzadas que casi se mantenían de pie solas y vestidos mucho más fluidos, que se adaptaban a las formas del cuerpo femenino.

arriba

Casi todas las

colecciones de Christian Dior de la época lanzaban una silueta nueva, aunque todas proponían una cintura estrecha y dobladillos por debajo de la rodilla.

1950: siluetas ajustadas o con vuelo 87


Mallas Prenda elástica de una sola pieza, ceñida al cuerpo y que lo envuelve como una segunda piel. Utilizada originalmente por bailarines, se hizo popular durante la fiebre disco y era parte de la imagen sensual de los tejidos de los años setenta, cuyo origen se remontaba al glamour del Hollywood de los años treinta.

Maxifaldas La falda hasta los tobillos o a ras del suelo fue una reacción contra la minifalda de los años sesenta (considerada políticamente incorrecta por muchas feministas de los setenta). Aplicada a los vestidos, la maxi seguía la línea A, con un canesú ajustado, y por lo general, se combinaba con una gargantilla y un chal de ganchillo.

Cruzados El famoso vestido cruzado de Diane von Furstenberg fue un clásico que generó faldas de cartera y prendas superiores envolventes para el mercado masivo. En 1972 lanzó su sencillo jersey cruzado.

Escote Diana El escote asimétrico con un hombro desnudo, surgido en la segunda mitad del siglo xix, adoptado por Elsa Schiaparelli en los años treinta, y por Madame Grès en los cincuenta, volvió a ganar popularidad en los setenta, especialmente bajo el impulso de Roy Halston.

Parkas Esta prenda larga y cómoda, con grandes bolsillos y forro de quita y pon, se hacía de un tejido de algodón resistente. Diseñada inicialmente para que los soldados pudieran usarla en todo tipo de condiciones metereológicas, durante la década de los setenta fue muy popular entre los jóvenes.

Claves de la década de

1970 Monos Puestos de moda por las protagonistas de Los ángeles de Charlie, muchos de estos trajes de una sola pieza, hechos con tejidos elásticos como el punto, tenían las perneras cortas. A esta tendencia se unía la de los vestidos tubo, en colores lisos como blanco, beiges y pasteles, que estilizaban la figura.

Carmen y el estilo gitano El estilo inspirado en el traje de bailaora forma parte de la moda exótica de la época. Escotes por debajo de los hombros, caderas y muslos ceñidos, y faldas que cogen vuelo a partir de las rodillas y acaban con encajes o volantes, se tomaron como modelo para un estilo caracterizado por faldas de volantes o de bajo irregular, combinadas con blusas anudadas por encima de la cintura.

qUnisex

En los años setenta, Rudi Gernreich exploró la moda unisex, que llevó a sus extremos al vestir con la misma ropa a dos modelos, hombre y mujer, ambos con el pelo rapado. El aspecto andrógino de Diane Keaton en Annie Hall (abajo) y de la cantante Patti Smith eran parte de la tendencia.

Gauchos, bombachos y pantalones de montar Los pantalones tres cuartos incluían los abombados gauchos a mitad de la pantorrilla, los pantalones abombados y fruncidos debajo de las rodillas y los tradicionales jodhpurs, pantalones de montar muy amplios de las caderas a las rodillas, estrechos en las pantorrillas y, por lo general, con un añadido de cuero en la parte interior de la pernera.

pCaftanes

Junto con los quimonos, mu’umu’us hawaianos, chilabas, túnicas orientales y otros estilos provenientes de la India y África, los caftanes se transformaron en prendas occidentalizadas para lucir en casa, especialmente indicadas para la noche si estaban diseñadas con tejidos exóticos y rematadas con hilos metálicos, como ésta de Pierre Cardin (1973), tejida con hilos dorados.


qFolclore

Todo lo étnico se puso de moda. Los ojetes con encaje, adornos de galones y blusas con falsa pechera de estilo campesino devinieron universales. Lo étnico ejercía tal influencia, como se aprecia en esta pieza de Zandra Rhodes de 1970, que reactivó la artesanía de lugares remotos, como las chaquetas acolchadas del Tíbet y China, los chalecos de sisa cuadrada, el patchwork y el macramé.

uHotpants

De moda a principios de los años setenta, estos shorts extremadamente cortos apenas cubrían las nalgas, y los había de terciopelo o Lurex para la noche. A menudo se llevaban debajo de una falda, maxi o midi, abierta por delante para enseñar las piernas. Como es típico de las prendas sintéticas de esta época, es raro que se conserven en buen estado.

Patas de elefante y trajes pantalón Ambas prendas ocuparon un puesto relevante en los años setenta. Ligeramente acampanadas al principio, las perneras alcanzaron el ancho conocido como de pata de elefante en 1975, para después volverse rectas y anchas, hasta que finalmente volvieron a estrecharse a finales de la década. Entre los tejidos populares estaban los crepés pesados, el punto de lana, el Courtelle y las telas de poliéster Trevira.

Dibujos, estampados y colores Abundaron los motivos florales y de la naturaleza, aunque los diseños geométricos, herencia de los años sesenta, siguieron presentes en estampados y dibujos (como en las telas africanas y de los indios americanos), pero no en las formas y los cortes. Con una sobria paleta de colores neutros como blanco, negro, beiges y olivas, primaban los tonos terrosos, realzados por mostazas, rojos ladrillo y naranjas oscuros.

Influencias orientales Kenzo, Yuki y Zoran eran marcas de los años setenta que partían de un minimalismo oriental. Como demuestran Rei Kawakubo y Comme des Garçons, junto con Issey Miyake y Yohji Yamamoto, esta tendencia produjo ropa refinada, fluida y escultural. En el caso de Kawakubo, esto incluía asimetría y fruncidos.

pLos vestidos de la abuela

Los vestidos con talle imperio, el canesú muy ornamentado y las mangas exóticas fueron populares por su feminidad y su aire maternal, como en el caso del «vestido de la abuela» con el cuello de volantes o de encaje y los estampados de flores sobre un tejido peinado. Laura Ashley contribuyó a esta moda con sus estampados florales en tejido de algodón y sus vestidos deliberadamente victorianos.

Punk Liderado por Malcolm McLaren y Vivienne Westwood, la tendencia punk era deconstructivista, antisistema y de estética sadomaso, en la que destacaban los imperdibles, la tela desgarrada y las puntadas irregulares. En 1977, Zandra Rhodes utilizó elementos punk, como imperdibles dorados y cadenas, para unir y adornar bajos desiguales, y rotos en forma de agujeros, ribeteados con hilo dorado.

pModa disco

Muy influida por la Fiebre del sábado noche (1977), se caracterizaba por los materiales metalizados y llamativos como las lentejuelas, el Lurex y el Spandex. Las piezas, incluidos los minitops sin tirantes y las faldas elásticas, eran a menudo adaptaciones de la ropa de baile que logró introducirse en las discotecas. Lamé dorado, piel de leopardo y trajes blancos resplandecendo bajo las luces ultravioletas marcaron la era disco.


LAS AUTORAS Emma Baxter-Wright estudió moda en el St. Martin’s College of Art and Design y dio clases en el London College of Fashion. Anteriormente editora de moda, ha colaborado como redactora freelance en varias publicaciones británicas. Karen Clarkson, antigua corresponsal de moda del Daily Mirror, del que sigue siendo colaboradora habitual, trabaja como escritora de moda freelance, estilista y locutora en el Reino Unido. Para saber más sobre ella, véase www.karenclarkson.net. Sarah Kennedy es una veterana periodista de revistas de moda con veinte años de experiencia como redactora y editora de prensa femenina en el Reino Unido. También es comentarista de moda, estilo de vida, cultura y psicología, con una larga trayectoria en radio y TV. Kate Mulvey es una periodista freelance especializada en temas de moda, belleza y estilo de vida, cuyos artículos aparecen habitualmente en publicaciones británicas. Es autora de varios libros sobre moda.

Cubierta: © Condé Nast Archive/Corbis; Contracubierta: © Carlton Books Ltd

Ya sea un traje de Christian Dior de los años cincuenta o una camisa de Emilio Pucci de los setenta, las piezas clásicas de grandes diseñadores son muy codiciadas, al igual que las bellas y artesanales de principios de siglo. Del vestido de encaje eduardiano a la minicrini de Vivienne Westwood, las prendas vintage se describen en el contexto de la época en que se confeccionaron y lucieron, a fin de trazar un panorama del influjo de la moda en la vida de las mujeres. A las interesadas en coleccionar y llevar auténtica moda vintage, así como a quienes tiente el mirar hacia atrás en busca de ideas para crear su propio estilo, este libro les permitirá consolidar y desarrollar sus gustos personales y su sensibilidad hacia la moda, además de ayudarles a escoger una prenda bien hecha y adecuada a su figura y estilo. Finalmente, Moda vintage ofrece una guía de compras con pistas y trucos para identificar y cuidar la ropa vintage original, seguida de un glosario de términos relativos a la moda y los diseñadores. Ilustraciones de archivo y fotografías de moda de los más cotizados fotógrafos de la época recrean el ambiente de cada década, mientras que las piezas raras fotografiadas especialmente para esta obra revelan formas y detalles útiles para detectar las auténticas prendas vintage.

«La moda consiste por lo general en una discreta revisión de ideas recuperadas.» Bruce Oldfield

ISBN 978-84-342-3345-4

978-84-342-3345-4

www.parramon.com

Moda vintage

Cleo y Mark Butterfield son propietarios del archivo C20 Vintage Fashion, que abarca todas las décadas del siglo xx y cuenta con un departamento de tejidos vintage. Proveedores de la industria cinematográfica, coleccionistas privados, museos y diseñadores de moda, colaboraron estrechamente con el Victoria and Albert Museum de Londres en su retrospectiva de Ossie Clark de 2004. A ellos se deben la mayoría de las fotografías especialmente realizadas para este libro y la información para la guía de compras.

En un delicioso viaje a través de la moda de décadas pretéritas, Moda vintage pasa revista a los diseñadores clave, a siluetas y formas, a estampados y tejidos, así como a otros detalles característicos de las prendas del siglo xx que han dejado huella. Haciéndolas desfilar sobre el telón de fondo de las tendencias y movimientos influyentes a lo largo del tiempo, y explicando las técnicas del pasado, este libro capacita al lector para distinguir las creaciones originales y únicas de las reproducciones posteriores.

La evolución de la moda y el vestido en los últimos cien años

COLABORADORES ESPECIALES Zandra Rhodes, perteneciente a la nueva ola de diseñadores británicos que pusieron a Londres a la cabeza de la moda internacional en la década de 1970, empezó estudiando diseño textil en el Medway College of Art y después en el Royal College of Art de Londres. A lo largo de su carrera ha destacado por la singularidad y la elegancia de sus propuestas creativas, inspiradas en materiales naturales y ecológicos. Fundadora del Fashion and Textile Museum en Bermondsey (Londres), abierto al público en 2003, se dedica a promocionar la obra de los diseñadores desde 1950 hasta hoy.

Moda vintage despliega un espectacular abanico de prendas paradigmáticas sobre un fondo de historia de 90 años de moda. Con la mirada puesta en los grandes estilos que surgieron entre los albores del siglo xx y finales de la década de 1980, describe las cambiantes tendencias en su contexto cultural y las ilustra con más de 250 bellas fotografías en color que muestran tejidos, técnicas innovadoras, siluetas y formas, así como la exquisita factura que hace a estas prendas tan imperecederas, tanto por su estilo como por su popularidad.

La evolución de la moda y el vestido en los últimos cien años

La época que va de la Belle Époque a la aparición de la flapper contempla los primeros años del siglo xx y la rápida evolución de la silueta femenina, desde la cárcel del corsé y las voluminosas faldas al vestido recamado de abalorios de las frívolas flappers. Después se repasan los glamurosos años treinta, la era del Art Déco y de Hollywood, la austeridad de los cuarenta y el new look, las siluetas ceñidas o con vuelo y la herencia de Christian Dior. La exaltación y la imaginación desbordante del diseño de moda y el nacimiento de la antimoda se documentan en el capítulo dedicado a los sesenta, marcados por futuristas como Courrèges, el op art y la psicodelia, mientras que la década de 1970 revela la anarquía y la androginia patentes en diseñadores como Vivienne Westwood, así como las influencias étnicas, la vuelta a la naturaleza y la era disco. Los años ochenta cierran el libro con una mirada al traje de ejecutiva, el corte masculino y el nuevo romanticismo, así como la obsesión por el cuerpo perfecto. Cada década se termina con un resumen en breves pinceladas de las formas, colores y detalles que la definen. Moda vintage concluye con una guía de compras y consejos acerca de cómo descubrir y conservar las prendas vintage, junto con glosarios de términos de moda y de los diseñadores de los modelos más destacados y dignos de coleccionar del siglo.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.