Las aventuras de los hermanos limones

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El lío en el río. Cuentan los que lo vieron que en la huerta de Murcia, vivían tres hermanos en un limonero a la orilla del río Segura. El lugar en el que vivían los limones, estaba rodeado de otros árboles con los que vivían en armonía.Hasta que en un día gris y caluroso, el río de repente dejó de llevar agua hasta sus raíces.

Después de conocer el problema, tres de los más valientes limones se ofrecieron voluntarios para ayudar a resolverlo. Estos limones eran: Lemon, Limoncico y Limonada, tres hermanos que vivían en el mismo limonero. Lemon era el hermano mayor y era el más presumido de la familia, Limonada, la segunda de los tres hermanos, era valiente e inteligente y por último Limoncico era el pequeño de la familia, un poco torpe y siempre andaba metiéndose en problemas.


Un día Limonada y sus hermanos partieron en busca de una solución para el problema que tenían en el árbol. Al poco de salir del árbol, se encontraron a su vecino Carciofo, un señor mayor con un bastón, que estaba cuidando de su jardín en ese momento. -

Perdone, señor Carciofo, ¿tiene usted algún problema con el agua que riega su jardín?

-

Pues la verdad es que sí, desde hace ya un tiempo, no me llega el agua desde el río y no puedo regar el jardín, por lo que mis plantas están sufriendo.

Entonces Lemon le contesta: -

No se preocupe usted que yo lo arreglaré, porque soy Lemon, John Lemon.


Los tres siguieron su camino para recuperar el agua. Tras andar un poco río arriba, los hermanos se encontraron con otro vecino, Melanzana. -

Perdone doña Melanzana, estamos buscando una posible solución de por qué no nos llega el agua a nuestro árbol, ¿sabe usted por qué puede ser?

-

He oído que en la parte alta del río hay algo que está taponando el agua y por eso no baja.

-

¿Sabe quién ha podido ser?

-

Han sido los humanos que viven en la casa que hay al lado del río, yo habría ido a hablar con ellos pero tengo que cuidar de mi familia y no puedo.

Limonada, le contesta: -

No se preocupe doña Melanzana, ¡que en un plis-plas lo vamos a arreglar!


Poco antes de llegar a la casa de los humanos, una gran tormenta les sorprendió. La tormenta en cuestión era la más grande que habían vivido los tres limones dentro de su corta vida, puesto que resultó ser una tormenta eléctrica en la que caían muchos rayos que impactaban en los árboles en los que trataban de resguardarse los hermanos. Aparte de los rayos una inmensa cantidad de agua comenzó a caer, creando un torrente furioso que bajaba por el camino en el que se encontraban, por lo que tuvieron que correr lo más rápido que pudieron hasta la casa más cercana al camino. Al llegar a la casa, ésta tenía un aspecto un poco triste y abandonado. Aunque por fuera la casa tenía un aspecto aterrador por dentro estaba decorada de una manera muy especial, por lo que al instante reconocieron al habitante de esa casa, que era, la hormiga Miga, una vieja amiga que vivía cerca de su árbol, pero que decidió irse a buscar aventuras lejos del hogar.


Los tres hermanos disfrutaron de una agradable cena y charla con la hormiga antes de partir otra vez hacia su destino. Cuando salieron de la casa, ya era de día, por lo que volvieron al camino por el que se iba a la casa de los humanos. Al rato de andar un poco se toparon con la casa de los humanos, en la que vivía una niña a la que conocían porque caminaba por delante de su árbol cuando iba a pasear a su perro, por lo que los tres hermanos se dispusieron a hablar con ella para solucionar el problema. -

Hola Celeste, ¿sabes por qué el agua no llega hasta nuestro árbol?

-

No lo sé, pero se lo preguntaré a mis padres.

Con el paso de las horas la niña volvió para intentar ayudar a los limones con su problema. Ésta les dijo: -

Creo que el problema está al principio del río, porque hay un tapón de basura que impide que el agua llegue.

-

¿Podrías llevarnos allí para arreglarlo?


Los limones empezaron a andar con la niña hacia la parte alta del río donde se encontraba el tapón. Cuando llegaron al punto donde se encontraba el atasco, los limones preguntaron: -

¿Quién puede ser el responsable de esta acción?

A lo que Limoncico le dijo que ellos los descubrirían. En ese mismo instante Limoncico tropezó con un bulto de basura que estaba en medio del camino, cayendo dentro del tapón de basura que había en el río, teniendo que nadar entre toda la basura y desperdicios para poder salir del río, llenándose así de suciedad. Al salir del río Limoncico se dio cuenta de que le faltaba algo, pero no sabía el qué hasta que al abrir los ojos notó que algo raro le pasaba en la vista, puesto que veía todo borroso, a lo que éste dijo: •

¡Recorcholis ya he vuelto a perder mis gafas!

La niña avergonzada respondió:


-

Lo siento mucho, amigos limones, pero hemos sido mi familia y yo, que no creíamos que por tirar botellas y papeles al río llegáramos a cortar el paso del agua. Y no te preocupes Limoncico, yo encontraré tus gafas.

-

No pasa nada querida amiga, ayúdanos a arreglarlo, pero para la próxima vez tienes que ser más cuidadosa con lo que tiras al río.

Tras quitar el tapón la niña y su familia fueron al río a limpiar la basura que habían tirado, para que el agua llegara limpia hasta los árboles, que la necesitan para vivir. Al mismo tiempo los limones volvieron felices a su limonero, donde finalmente el agua había llegado y los problemas de contaminación que tenían se habían solucionado.

Esto es verdad y no te miento y como me lo han contado te lo cuento.


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