Por qué tiemblan #6

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Poesía · Ilustración · Ensayo · Fotografía · Crítica

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Abril de 2015

TIEMBLAN Alejandra Guzzini · Ana Paulina Mendoza · Blanca Victoria de Lecea · Daniela Escobar Gaviria · Dante Vázquez · Fernando Gutiérrez · Francia Perales Francisco Cisera · Franz Leonel López · Gabriel Martínez · Jose di Pato · Juan Pablo Ruiz · Julio María · Laura Cesarco Eglin · Lucila Juantorena · Miren la Luna · Marcial Fonseca · María Florencia Rua · Martín Rangel · Oriette d’Angelo Patricia Aguilar · Patricia Úbeda Sánchez · Priscila Vallone · Pedro Rodríguez Expósito · Valeria Román · Verónica Durán

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Portada Jesús Borda Dirección Jesús Borda Noelia Palma Pablo Romero Diseño Águeda Alonso

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TEMBLAMOS EN

Blog: www.porquetiemblan.blogspot.com Revista disponible en issuu.com/pablo-romero Contacto E-mail: porquetiemblan@outlook.es Facebook: www.facebook.com/porquetiemblan Twitter: PQTiemblan

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NUEVA RAZA ANA PAULINA MENDOZA 6-7

FRAGMENTOS DANIELA ESCOBAR GAVIRIA 28

A UNA VIGILIA DEL DESMAYO ESTUDIANDO EN UN CAFÉ ESCRIBIR LAURA CESARCO EGLIN 8-9

CÓMO SE TUMBA A UN FILÓSOFO MARCIAL FONSECA 29

VERÓNICA DURÁN 10-11 / 25 MAMÁ ESTÁ MUERTA MARÍA FLORENCIA RUA 12-13 MORIRÉ TAMBIÉN COMO TODAS LAS COSAS MARTÍN RANGEL 14-15 PEDRO RODRÍGUEZ EXPÓSITO PATRICIA AGUILAR 16-17 EMPERRADAMENTE JOSE DI PATO 18-19 ORIETTE D’ANGELO 20 LA FUGITIVA FRANZ LEONEL LÓPEZ 21 LUCILA JUANTORENA 22 EL CLUB DE LA PELEA JUAN PABLO RUIZ 23 COMO OTRA CIUDAD EN LLAMAS VALERIA ROMÁN 24 CEREMONIA DEL AGUA ABRIR LA NOCHE POEMAS DE AUSENCIAS FERNANDO GUTIÉRREZ 26-27

CRECEMOS EN UN ROMANCERO DE YODO Y COSTRAS PATRICIA ÚBEDA SÁNCHEZ 30 JULIO MARÍA 31 / 37 HABITACIÓN OSCURA FRANCIA PERALES 32 INCENDIO FRANCISCO CISERA 33 PRISCILA VALLONE 34 BLANCA VICTORIA DE LECEA 35 ANOCHECER DANTE VÁZQUEZ 36 AMANTE DORMIDO GABRIEL MARTÍNEZ 38 MIEDO ALEJANDRA GUZZINI 39

SUMARIO por qué tiemblan #6

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ANA PAULINA MENDOZA NUEVA RAZA

I Un pequeño puño de sal que aventé al mar dió paso a una guerra inútil entre la moderación y el exceso el punto medio era eso que inventé entre lo trágico y lo cotidiano cada palabra era un fracaso cada letra un motivo para regresar el tiempo era ese río que no se detiene nunca ¿cuál es el secreto? Es Son mis paraísos perdidos son mis días inútiles es el tiempo-río que se derrama como un líquido verde y azul ante ninguna raza son todos lo anhelos destruidos por un parpadeo del que quedan solo pestañas dispersas que luego se queman a través de una lupa y los rayos del sol en una tarde fuerte

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II No hay nada aquí y vamos entre lo absurdo es lo que pasa cuando leo filosofía existencialista existencia : absurda : absurda : existencia la verdad contraria a la moral se debe herir mortalmente a la esperanza terrestre ellos abrazan al dios que los devora por lo absurdo de esta existencia poder exaltante de esta certidumbre entre lo trágico y lo cotidiano te entregaré tus correspondencias en un léxico infame las grandes revoluciones son siempre metafísicas

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LAURA CESARCO EGLIN

A UNA VIGILIA DEL DESMAYO A veces despierto y ya estoy mareada; cierro los ojos nuevamente y rebobino la película a pie entendiendo que no hay nada que la sangre no sepa; que no hay nada que no titile hasta lo continuo es intermitente; una sacudida vacila la certeza del piso al techo está la pared rajada en una ola de peldaños entretenidos agitando los escalones a subir despacio—rápido a bajar al costado; aterrizaje forzoso la gravedad distribuida en todas las direcciones van las manos para atajar; el bombeo que siento en el tímpano estaba en el corazón hasta hace poco

ESTUDIANDO EN UN CAFÉ Ese alféizar marrón es el comienzo. Quedarme mirando un florero de vidrio que obliga a cortar los dos tallos que sostienen su margarita. Una mirada cada vez que termino una oración, como leer entrelíneas, como entender que las pausas hacen a la lectura.

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ESCRIBIR Se repite una frase. Todavía no sé cuál es la oigo venir se instala más allá de lo que digan yo la trato de escuchar—hay algo ahí acá en este sueño yo la digo en secreto y el secreto no me susurra a mí se guarda en todas estas capas de nieve todo blanco como una hoja sin letras ya está empezada en la cabeza y la frase se escribe con el contraste por eso guardo silencio. Atenta lo desparramo cuando es necesario: copos de nieve, los oídos a toda máquina la frase vuelve en tinta

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VERÓNICA DURÁN

Temprana luz arpegia el comienzo del hambre. Tendría el miedo que desmentir la cobertura *de musgo: la fortaleza del sueño en la roca viva. Demasiada vida cerrándose abrupta en la hermosura del puño. Demasiada sombra sacudiendo al monstruo que habita la pústula del cuerpo intratable. Yo no podría disimular la memoria: la arruga de mar que nos concierne. O implosionar el grito en la garganta del niño hasta llorar la piel o la integridad del bosque. Más abajo, la mitad de un dolor se esconde de nuevo ante la luz. Una ciudad entera se confunde y revienta muy cerca de tu ombligo; justo en el centro de su eclipse.

* Poema inédito incluido en Bosque Líquido.

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MARIA FLORENCIA RUA MAMÁ ESTÁ MUERTA Mamá está muerta. La enterramos esta tarde. Un día hermoso. Húmedo. Cinco grados centígrados, casi nada de sol. En el hospital, la noche anterior, tres médicos se acercaron con cuidado a la sala de espera mientras Matías me contaba una curiosidad sobre los bichitos de luz, una cosa que aprendió en history channel, algo sin importancia, que no alcancé a entender. Cuestión que los tres médicos se acercaron y hablaron de eso, del accidente. “Se complicó” dice el rubio cara de Seth Rogen que en terapia intensiva le confesé a mamá que me gustaba y ella quieta, nada, en silencio, conectada a la maquinita dale que dale que te marca las vibraciones, el corazón, el pecho. Vienen los médicos y dicen eso: se complicó. Y yo pienso en todo oscuro. No. Mentira. Pienso en un paisaje, un jardín que se termina de golpe. Eso pienso. Y Mati pregunta ¿qué, qué significa, qué significa que se complicó? Y hacen una pausa y me amparo en esa pausa, respiro hondo como si supiera que de ahí en más todo lo que viene, todo lo que va a venir, es terreno inhóspito. Cuarto oscuro. Que la operación no salió como esperábamos, dicen. Me percato del plural, del concepto esperar, me concentro en eso para perder de vista la otra parte. La de mamá objeto, mamá dispositivo. Y por si no entendimos Seth Rogen intensifica la patada: la perdimos dice. Ahí ya no puedo prestar atención al lenguaje, a que lo que ellos perdieron

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no tiene nada que ver con lo que yo, hija, hermana, estoy recién empezando a perder. Ahí le agarro fuerte el brazo a Matías como si fuera un salvavidas, el salvavidas de las vacaciones en Aruba, las vacaciones en familia de 1999, el salvavidas rojo de la foto, en medio del océano atlántico le agarro fuerte el brazo a Matías y la costa entera, mamá, se me viene encima. ¿Mamá está muerta? ¿Qué? Mamá no puede estar muerta porque hace un rato estaba viva. Esa es mi hipótesis y la voy a defender y a hacer durar como un bichito de luz adentro de un frasco. “Tienen que venir a reconocer el cuerpo, a despedirse” dice el médico con camisa a cuadros por debajo del delantal blanco como si morirse fuera una cuestión de protocolos. No, le digo. Ese cuerpo violeta, morado, moretón, no es de mamá. No voy a reconocer nada. Y Matías que como puede se mantiene limpio, prolijo, ni una lágrima el pibe, dice dale. ¿Dale qué?, le grito, ¿dale qué? ¡Dale que hay que terminar con todo esto! Y yo no entiendo de qué me está hablando si quedarse huérfano es para siempre. Qué apuro tenés, le digo. Mamá no se va a ir a ningún lado. Y me pega una cachetada. La primera vez que mi hermano menor me pega una cachetada. Me pega y se pone a llorar como si le doliera a él y me dice que qué tenía puesto mamá hoy, que qué vestido. Y yo hago memoria pese a que no me importe, preparo la imagen y un estampado de flores celestes se me


pega en la retina como plasticola. Le digo eso, el vestido de flores celestes, por qué, le pregunto, por qué. Porque no me quiero olvidar siento que ya me estoy olvidando y no me quiero olvidar. Lo agarro de la mano y lo llevo a la habitación número 245 donde la imagen está por encima de todo, donde lo real sobrepasa el recorte del vestido de mamá, lo arrasa, se lo lleva puesto. La habitación en la que ayer entré para darle un jaquelín, su bombón preferido. Dos horas después me lo comí yo atragantada en el baño porque en realidad mamá y su sistema digestivo ya estaban mal, muy mal, como para comer esa clase de cosas, como para todo. Me como el jaquelín y guardo el envoltorio de aluminio en el bolsillo del buzo y cada tanto meto mano y me raspo y lo cambio de forma mientras veo el registro del corazón de mamá en la pantalla de la máquina cómo también cambia de forma: se acelera, se complejiza, zig zag, estalla, muere. Una línea recta. Cuando entramos en la habitación entramos en otro ritmo: lloramos, nos movemos, le tocamos las manos a mamá pero es todo más lento, el doble de lento. Somos como dos nenes que van de visita a la casa de un desconocido y tienen miedo de romperle algo. Con Mati tenemos miedo frente a ese cuerpo nuevo que es el de mamá sin vida. Entonces cuando la abrazamos lo hacemos con cuidado como si corriésemos peligro y

nos quedamos atascados en el brazo. Yo me acuesto en el pecho de mamá y Mati se sienta en la camilla y la mira. La mira toda. En ese momento, con un dolor que no se puede decir, que está casi prohibido explicar, sentimos paz. Perdemos el miedo y la noción del miedo. Seth Rogen aparece, abre la puerta y dice que nos van a preparar el terreno para lo que hayamos decidido. El terreno materno. Yo le digo que no pensamos velarla y que la vamos a enterrar. Mati dice gracias, le agradece a Seth por sus servicios. Yo con eso no puedo pero muevo la cabeza como diciendo sí. Me separo del pecho de mamá y le doy un beso en la frente. Mati repite mi acción como si de eso se tratara todo y me da la mano para irnos. Nos vamos. Lo último que vemos de mamá es un hueco en la tierra, cuatro coronas de flores, una fila de personas llorando, un cajón brilloso. De rodillas, como mi parte preferida de la misa cuando era chiquita, le decimos chau a mamá. De rodillas porque el cuerpo se nos vence. Mamá ahora está metros bajo tierra. Yo toco con fuerza el papel aluminio del bolsillo del buzo como si pudiera reducirlo al menor tamaño posible pero sin perderlo, lo empujo al fondo de la tela, lo hago parte del buzo. Recién después cuando volvemos del entierro en el auto del tío, Mati retoma el tema de los bichitos de luz. Esta vez entiendo todo lo que me dice.

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MARTÍN RANGEL

MORIRÉ TAMBIÉN COMO TODAS LAS COSAS Como todas las cosas: sus inicios, sus floraciones de permanencia falaz, habré de consumirme. (La rendición ante la vida obedece a un amor hacia la vida que sólo puede ser medido en las magnitudes de los cúmulos galácticos y los ojos cuando se encuentran y sucede, como un eclipse, como toda la materia en un solo punto al inicio, toda la materia tensada hasta su límite, mismo límite que ya se supera y se desborda. Los ojos cuando se encuentran, y es la primera vez, y son ambos corazones una página en blanco. Entonces sucede. Aquello que no debe ser nombrado, sucede. Aquello que no muere. Que no marcha junto conmigo esta noche ni junto a todas las cosas y sus resplandores que confundimos con poemas, que apenas si tocamos y no supimos qué hacer con ello.)

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Hoy habré de consumirme, completo, mi nombre también se apagará como una vela que se apaga silenciosa tras un delicado roce de aliento. El humo subirá. Quizás el humo será mi espíritu emigrando al sitio de las permanencias . Al sitio donde el amor no es lo único capaz contra la muerte, al sitio donde duerme la luz y el viento tiene voz de hombre y, cada vez que sopla, es tu nombre la palabra bajo la cual el silencio desvanece.

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Antigua bestia, conocida desde el fuego, ¿gritarás? ¿Habrá invierno, justicia kármica? Las mismas ninfas oscilan, preparan quejidos rescatando sollozos, todas ungidas.

PATRICIA AGUILAR

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PEDRO RODRÍGUEZ EXPÓSITO por qué tiemblan #6

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JOSE DI PATO EMPERRADAMENTE *A María Di Masso

Maulló: Su primer grito en este mundo Y creo que casi empiezo a llorar Estar solo y quién sabe dónde Tener sed y paciencia Animales. Perro boca arriba Perro boca abajo Volver A la paciente y pobre Flaqueza del galgo pampero Ladrar como perro A los fantasmas Amar emperradamente Las lunas, los lunes De tus calles Anunciando panza Arriba las lluvias Mear el arbolito Correr a los gatos

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Para lamer Olfatear Desvivirse al sol Sacar el coraz贸n entre Los dientes y lengua Como cuzco Mendigar amores Comer lo que olvidan otros Ser feliz en el encuentro Y paciente en extrav铆o Mirar la nada misma Perd贸n Mirar el paisaje Perro boca arriba Perro boca abajo

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ORIETTE D’ANGELO Un patio es una cosa que será Mi patio fue tierra mezclada con agua arena seca que borraba nombres fin de semana de playa con pareo y sombrilla arrecife de sirenas que hoy no existe Un patio no me hizo no jugué a las escondidas no deshojé flores en las brechas de los ríos ni perseguí a mis iguales bajo un campo minado de estrellas no tuve patio / tuve mar y cielo tuve agua y a The Police cantándome en la radio *Rescue me before I fall into despair* mientras llegaba la tarde y la hora de lavar la ropa Mi patio fue un golpe en la puerta nudo de vidrios un abismo en cada palma de la mano grito de auxilio para buscar la pelota y distraerme una excusa para volver a la ventana y ver el mar que hablaba a través de la rabia de la espuma la misma que sentía la misma que cantaba The Police en la radio mientras el mar era un pedazo de sal cubierto de nieve mientras el cielo se unía a lo lejos con un cordón umbilical hecho de soles porque mi patio fue tan infinito como una galaxia aunque el juego haya sido entre mis pupilas y el sol entre la punta de mis dedos y las rocas entre los seres imaginarios cubiertos de azúcar aunque el juego sólo haya sido conmigo aunque el juego sólo haya sido un eco de auxilio mirando para abajo.

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FRANZ LEONEL LÓPEZ LA FUGITIVA

La rosa que un día decidió, del cuerpo, los pelos quitarse, piel rojiza, sutil, pasiones del camastro, del motel húmedo, incendio espiritual y finales de sangre y gemido. Absolutamente se fue, distancia y llanto mecánico, sangrando, aniquilando con la presión del fluido, el contraste patético, duro, cristalino, llanto, llanto. ¿Te engañaron, no es cierto?

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LUCILA JUANTORENA

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JUAN PABLO RUIZ EL CLUB DE LA PELEA

¿si soy tan mala por qué te quedas?-dijo. Porque cuando te muerden quieres saber qué tipo de veneno…pensé. En cambio dije: porque te amo. Había entrado al club de la pelea, prohibido hablar de ella con mis amigos porque era vergonzante. Segunda regla: pelear cada día de tu vida. Del polvo venimos y en pólvora nos convertimos cuando amamos. Nuestro amor como este poema fue demasiado corto para ser hermoso, pero deja una sensación de vacío, de incompleto.

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VALERIA ROMÁN

COMO OTRA CIUDAD EN LLAMAS ¿Quién te ha mentido tanto? es ahora el tiempo del mismísimo incierto, créeme. Cree en esta máquina de efervescencia naufragando sobre la rabia y su ruta: pestañear se vuelve inútil cuando los columpios se quiebran, las puertas se cierran y los narcisos vuelven a crecer. Para acabar con el tiempo entero no es necesario sacarse los ojos, es mejor juntar palabra por palabra, y dejar hecho trizas el universo como origen de la auténtica salvación que nunca estará en los diccionarios, más bien por las frenéticas lenguas entre tanta multitud y tanta semilla inhóspita. Deja de contener insurrección en tus labios: hay que bailar en medio del ímpetu, porque el infierno –sobre todo el infierno en el cual dejaste olvidada la verdad completita de estos versos– nunca ha sido metáfora: desde siempre y para siempre, es mirada tuya pegada al cielo, o acaso una lágrima cayendo de ningún lado al desvanecerse el día de un balazo. Luego de la convulsión y el azoprolam, los caballos perecieron, el discurso desvaneció con un susurro y la liberación sigue postrada en la mugre personificada de nuestra memoria: Troya arderá por siempre, pero va acostumbrándose a apagarse poco a poco.

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VERÓNICA DURÁN

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FERNANDO GUTIÉRREZ

CEREMONIA DEL AGUA Un chasquido de luciérnagas encendidas da inicio al desfile de lluvias y cuchillos la ceremonia del agua que regresa mansa tras acuchillar los lenguajes acordados por la piel.

ABRIR LA NOCHE Abrí la noche una intemperie bruta y salvaje terminó escurriéndose entre los dedos como la escarcha por las alas de una mariposa.

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POEMAS DE AUSENCIAS Diré poemas, poemas de ausencias que arranquen de mí ésta otra ausencia, la que reduce todas las heridas a tan sólo una, la doliente. Si, los diré. Y serán mi cuerpo.

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DANIELA ESCOBAR GAVIRIA FRAGMENTOS

I Los ojos de perro cansado brillan como lunas en hastío. La nada no es más que unas piernas de mujer constelando el mutismo de la noche. II Soy la nada. Trémula existencia que se desliza en el vacío buscando un río donde flotar.

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MARCIAL FONSECA CÓMO SE TUMBA A UN FILÓSOFO Nadie sabe qué se siente estar inmiscuido en un real desastre hasta que lo está, y después de algún tiempo considerable, logra zafarse de él. Los grandes filósofos no están en las páginas de los libros más destartalados, pagan su recibo de la luz a tiempo y se mean en la regadera antes de ir a su consumiente empleo. Viven precavidamente cerciorándose de llevar su paraguas siempre consigo los días nublados, y no se atreven a salir por la noche sin haberse puesto su suéter más incómodo. No me considero un filósofo, aunque a veces diga lo contrario. Cuando uno se hace llamar de cierta forma pierde automáticamente la fuerza para serlo. Jactarse de ser o hacer algo demerita el hecho y enmohece la débil posibilidad de que sea reconocida por los demás, la degrada y desbarata despacio, lo suficiente como para que uno mismo vea cómo se deshace, cómo el prototipo mental construido se desgaja a los pies de nuestra propia honra.

sonidos insoportables al caer. El filósofo tiembla con la verdad, permanece erguido desde las siete de la mañana y termina de escuchar la misa sin bostezo o malestar alguno. Prende el encendedor raspando el mecanismo sólo por placer, mira alrededor hurgándolo todo sediento de nuevas aguas, unas que puedan traerle algo que profesar. Escribo sobre los filósofos, sobre las rebajas en el supermercado y sobre los que venden sus porquerías caducas ahí porque no tengo otra cosa que hacer. En realidad no necesito otra cosa, tengo sueño, ansiedad a granel y muchas ganas de romperle la madre al primer filósofo mea duchas que encuentre.

Un amigo me dijo, cuando hablaba por primera vez conmigo, que las veces que uno cae son las mismas veces que inevitablemente haremos caer a los demás. Buscamos revancha y venganza siempre, con o sin nuestro consentimiento, sólo para liberar la tensión y la ansiedad que las derrotas han puesto en nosotros. De ahí que los filósofos sean unos perdedores, unos desgastados engranajes que son útiles sólo reteniendo polvo, haciendo

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PATRICIA ÚBEDA SÁNCHEZ CRECEMOS EN UN ROMANCERO DE YODO Y COSTRAS I Sobre nuestras manos, los caballos orinan la pureza de lo que creíamos infancia que crece sobre la muerte. Crecemos siendo sólo un verso y muchas heridas. Los pájaros tiemblan por nuestros huesos tristes. Bailamos soñando que las libélulas tiemblan sobre nuestras pestañas. Cosemos nuestros glóbulos azules, donde imaginamos ser delfines de cristal. Nuestro nacimiento araña la encina y muerde la cereza. Hacemos de nuestros cuerpos coronas de nieve sobre el silencio o sobre la verdad. Trenzamos las pestañas del caballo. Queremos desollar las naranjas con las polillas de la luna. Sentiríamos el ácido, que muerde a la luciérnaga. Sentiríamos el vacío, que muerde nuestros pies. Limpiamos los pechos de alquitrán de nuestras madres. Limpiamos sus costuras de cuarta infancia. Limpiamos las guerras de barro en nuestras vértebras. Crecemos en las cicatrices en donde arden las preguntas. Crecemos en las cicatrices en donde arden los relojes de arena. Crecemos para sentir la infancia de los árboles infectados de vendas. Crecemos en un romancero de yodo y costras. II Quemamos los conceptos en la vena inflamada de nuestros pies. Quemamos los conceptos porque nuestras gargantas se cierran al borde de la naturaleza. Dormimos para no traducir el cuerpo. Dormimos para no ver crecer el espejo. Dormimos para aprender del color. Comemos amapolas para no llorar como adultos. Comemos para ser prologuistas del presente. Comemos para prometer la caída antes que la duda.

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JULIO MARÍA por qué tiemblan #6

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FRANCIA PERALES HABITACIÓN OSCURA

Y ahí estaba ella otra vez, sumergida, perdida entre mis sueños tratando de escapar de las sombras. Resonando entre acordes, tratando de alcanzar la libertad. -¿Quién soy yo?- Se preguntaba Eleonor en la inmersión de sus quimeras. -Soy la encarnación de mujeres escasas. Soy una copa de vino dispersa, un beso de rosas que en el viento se esparció. Sólo soy lo que tú no eres, y eso merma el aspecto de mi yo. Quizá lo que ven no es a mí, sino su propio yo. Mi cuerpo es el misterio del Triángulo de las Bermudas, atraigo tanques de guerra y los sumerjo en el cáliz de mi maternidad, para después derramar lagunas de sangre desde una cueva sombría. Existen angosturas y dimensiones sin descripción. La perturbación de mi instinto, mi pensamiento, mi idealización. ¿Quién soy yo?-

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FRANCISCO CISERA INCENDIO

el incendio figurado en la fosa común no distingo tu cráneo del mío fuimos amantes pero el incendio figurado? en la eterna bruma amarilleante mi nombre es tuyo en el incendio lívido y permanente la codicia es bella cuando lo que brilla es oro ante mis ojos al incendio fanático, métome el hedor de la carne convulsa significa nada hace mil vidas tengo hambre infinita de la leche y miel de tu piel y del incendio insondable y real

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PRISCILA VALLONE Cuántas son las sombras que se adhieren. Cuánto es el fuego que diluvia y lo ves. De qué color es el líquido de tu espalda-amedulando muerte-calma el pasito quedabas sol a tierra en un mañana niño en pausa Penumbra es aquello que se esconde en la sombra de quien se da vuelta para jugar y morir al mismo tiempo para jugar y morir a destiempo Estatura es llanto plegado. Re-plegado plaga al cuerpo de quien mira sin mirar a que la nada lo encuentre y esta estatura se vaya de si: tristeza son las manos que no tocan. Que no pueden acariciar ausencias: vida rema al pájaro el cielo se me cae en la mirada y pesa doce años pesa lo que dura el para-siempre vuela nido al mar se me despluman las costillas toco sangre en el afuera piedra es casa en ningún espacio toco cuerpo parpadeando entre mis brazos y lo cargo y lo llevo y lo entierro y lo amo.

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BLANCA VICTORIA DE LECEA Sitios que al mismo tiempo hablan de recuerdos diferentes. Él me hablaba de quién realmente había ganado la segunda guerra mundial] Y yo le miraba a base de susurros de antiguas complicidades. Incapaz de aguantar la concentración, imaginaba cómo sería discutir con él la sutil diferencia entre la angustia y la melancolía, o si prefería tener perros o hijos o si quería abrazarme el tiempo que nos quedaba por compartir. Ésta última se la escribí con una caricia pero él prefirió seguir con la guerra.

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DANTE VÁZQUEZ ANOCHECER

Entre las campanas del jacaranda, un ave se esconde, un ave le canta. El viento de marzo su voz levanta y con ella se asusta el alma blanda. Mientras el Sol a su otra morada anda, bajo el violeta que tierno quebranta, al mohín triste, al nudo en la garganta, poco a poco la calle luz demanda. En el jacaranda Noche descansa. Un ave le canta. Un ave se esconde. El viento de marzo tranquilo avanza. ¿A dónde irán los suspiros? ¿A dónde? Danza un resplandor azulado, danza. Canta: “A la vida”. La vida responde.

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GABRIEL MARTÍNEZ AMANTE DORMIDO

Debían de ser aproximadamente las tres y media de la madrugada cuando consiguió abrir la puerta de su piso, recogió su bolso del suelo, que había caído mientras luchaba contra aquella cerradura, y entro en él para dirigirse velozmente al cuarto de baño donde se encendió un cigarrillo. Sentada en la taza del váter apoyaba los codos sobre las rodillas para conseguir sujetar su cabeza… estaba borracha, pero no pensaba precisamente en eso sino en su vacío interior. Su objetivo aquella noche, por así decirlo, era el de encontrar un amante diferente, algo que le llenase completamente… una pasión pasajera que valiese la pena recordar.

él, sin quererle despertar; acariciando su espalda y besando su cuello, apartando las sábanas, contemplando su cuerpo inmóvil, como inerte; poco a poco notaba su excitación y besó su boca, todavía dormida, mientras su mano resbalaba bajo su vientre. Él ni siquiera se inmutaba de lo que ocurría cuando ella envolvió su cintura con sus piernas. Posando las manos sobre el colchón comenzó a moverse, podía sentir intensamente como estaba dentro… en ese momento despertó acariciando sus pechos, le arrancó el sujetador y bebió de ellos… ella apretaba fuerte su cabeza hasta que llegó el clímax, recorriendo su cuerpo de principio a fin.

Se levantó pasados unos cuantos minutos, tirando el cigarrillo al váter, y miró su rostro en el espejo preguntándose qué le había hecho fallar de nuevo. Acto seguido se desnudó y entró en la ducha, dejando que el agua caliente recorriese su cuerpo mientras ella apoyaba sus manos contra la pared. Sus ideas parecían ir limpiándose; veía como el desagüe se llevaba los rastros de la decepción, una vez más.

Estremecida y agotada se recostó junto a él, que no dijo nada y volvió a dormirse en completo silencio, cuando ella lo agarró para que volviese a ser su almohada.

Se secó de arriba a abajo, se puso unas bragas limpias y un sujetador; apartó el vaho del espejo y vio a una persona distinta, a una mujer sonriente y entera que salía del baño para entrar en su habitación, donde dormía plácidamente su más fiel amante, en completo silencio. Se acurrucó junto a

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ALEJANDRA GUZZINI MIEDO

Cómo decir el miedo. Cómo escribirlo sin que la luna se rompa contra mi pupila. Agua de amargos limones corrió como sangre y silencio. Animal devorador de luz que clava su garra en la negra covacha, en ese sexo tórrido que chorrea dolor. Lengua impregnada de espanto en el desorden de la muerte. Y un ángel pidiéndome que no tiemble. Y solo un ángel.

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