Revista Cinegramas - Nº. 28

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REVISTA SEMANAL DIRECTOR: A. VALERO DE BERNABÉ Año l l . - N ú m . 2 8 . - M a d r i d , 24 de Marzo de

1935

"Fñlopno

A/I Y

I buen amigo: Hace días, cuando nos presentaron, usted, al oir mi nombre, se refirió a unos juicios sobre los actores teatrales que yo había estampaílo eu estas páginas y a la dureza—no existía tal, sino juicio sincero, dasapasionmlo, ni vendido a la amistad ni dictado por el rencor—con que había comentado una de sus actuacion&s en la pantalla. Usted quiso, aprove(;hando el momento de nuestra breve conversación, justificar con razones, que luego discutiré, s u labor en los filrus, y todo el esfuerzo de sus palabras fué para defenderse a sí mismo y, naturalmente, |)ara defende también <le refilón con ellas a los t^uc en sus misnia.s condiciones llegaron a la pantalla sin lograr acertar con el tono que cl cine re<iuiere,tan opuesto al del teatro. ¡ Yo y usted lo sabe, puesto cjue e s le<'tor de estas páginas - h e dicho muchas veces que e n el • inj caben perfectamente los mtoras teatrales, 1 siempre que al llegar ante la cámara s e olviden de quienes s(ín en el teatro y de «pie allí han de t«tar a las órdenes de un dire<'tor, sin (pie su nombre artístic(» cuente para imponerse en ningún a.spe<;to. .Jamás se ha e.sttrito aquí otra cosa. Es decir, sí: .se ha dicho que las figura-s eminentes no pueden arraigar en el cam{)o cinematográfico. ¿Y sabe usted por qué? Pues porque las falta entusiasmo, las .sobra vanidiul, no se sujetan al 'Mtudio y desconocen lo (pie (íste artt> exige del tor. Además, no hacen falta en el cinc para

l.iiia

Yegros.

fixura

r e n t r a l femenina de <l.a b i e n ( l a g a d a . . e n una e i i e e n a d e dirh» f i l m n a e í o n a l , ruyu rodaje a r a b a <le f i n a l i z a r

e n l u s Fütiidios d e l a i'.. I'.. A., b a j » l a d i r e r «•ión d e l'.UHebin Fer-

nández Anbivin

«Canto de emigrarii'm». r o n t a n r e en imáfrene> N o b r e n i o l i v i k s (¡allego»,

realizatlo por Tony Montan

nada, sino es para decorar los carteles con nn nombre poptilar. CuaUpiier ratíitmi.sta de su ('ompañia estará de f i j ) más seguro ante el micrófono. Hacer un film con cl solo objeto de presentar a una eminencia escénica a mí me ha parecido siempre peligrosísimo. Y lo es j)or una raztHi stmcillisima, cai-gada de l(')gica. Todo ha de (ístar supeditiulo a ella, jiensado para ella: argumento, director y motores. Y el ciue—el buen cine, se entiende—^no es eso. Es perfecta unión de todos sus elcinento.s, colaboriición cstnvbisima.

Las grandes figuras teatrales no quieren convenííerse de (pie su nombre de la escena deben dejarlo encerrado en. el cuarto del teatro, para (pie al llegar al estudio cinematográfico sean otros. Por eminente que se sea en las tablas, el prestigio adípiirido en ellas no puede trasplantar.se al film por entero. Ante la cámara hay que empezar de nuevo, y ganar a fuerza de talento lo que ya se (M)nsiguió en el teatro: la fama artística. Ese renombre escénico que ellos quieren exhibir en el cine es el primer escalón para su., fracaso, por(pie marca un punto de jjerfección


artística que de momento no pueden alcanzar en la pantalla. Usted me d e c í a — v o l v a m o s al principio de estas líneas, del que me separé a propósito para quedar mejor sentado mi pensamiento—que un actor no puede salir del teatro y hacer en el cine inmediatamente una labor de calidad, porque siendo necesario un gran esfuerzo de asimilación —una gran cantidad de talento, diría yo— para adaptarse a las necesidades de la pantalla olvidando la escena, no puede corregir su actuación con otras sucesivas, debido a la falta de continuidad en el trabajo de producción. Conforme con esto, aunque eu parte nada más. Usted, como otros compañeros suyos, estuvo discreto, muy por bajo de su labor en el escenario. Lo que sucede, mi buen amigo, es que llegan ustedes con demasiada preocupación ante la cámara. Cuidan la pose con exceso, se acuerdan de que están re])resentando y resultan fríos; no sienten, no vibran, y o se pasan por insistir en el gesto, saliéndose de la realidad, o no llegan por confundir lamentablemente la sobriedad con la inexpresión. Si no logran dar vida al personaje y resulta así figiuón movible, marioneta burda, ¿a quién culpan de su fracaso sino a ustedes mismos?

Irene i.ó|>r/. Heredia en una esrena de la |»el í e n l a «Doee hombres y una mujer», dirigida por F e r n a n d o Delgado, y cuyo estreno se verifírará en breve en Madrid

Rosita Larasa y Manolo París en 'Patricio miró a uua estrella», film nacional realizado en los F.studios K a l l e s t e r o s TonaFilm, bajo la dirección de Josí Luis Sáenz de Heredia. Esta |>elícula será presentada muy pronto en l« pantalla madrileña

ttlga Homero, bella y fotogénica actriz de ln pantalla. <|ue ba logrado destararse en las diversas películas en que bu actuado, y c u y o nombre figura en la reducida falange de positivas esperanzas del cine nacional

Piense, querido amigo y actor admirado en la escena, en que ante la cámara puede muy bien echar por tierra su nombre. Y caprichosamente, pues no es el cine quien le llama con toda seguridad; es usted q u ' e i va a él con la mirada ilusionada y el corazón cantándole victorias. No haga cine—es un consejo leal—sin contai- de antemano con poner todos los medios que a su alcance estén para salir triunfador, porque precipitarse en un fracaso probable resulta suicida. Digo esto a cuento de una razón poderosa (para mí desrazonada, dejando por tanto de ser razón) que usted oponía a las mías como descargo de su actuación en la pantalla de mucha menor calidad—vuelvo a repetirle—que en el teatro. Yo—me decía—terminaba mi trabajo en la escena a la una de la madrugada. Dormía tres o cuatro horas, y enseguida al E.studio, donde actuaba hasta las dos de la tarde. A las tres, ensa-

o en el teatro; a las seis y a las diez, función. " al siguiente día, vuelta a empezar, durante un mes. Es un trabajo agotador que usted mismo reconoció. Y reconoció también que esa simultaneidad le restaba condiciones por no poderse entregar al film por entero. ¡Naturalmente!— le digo yo —. ¡Como que usted mismo se empujaba al suicidio artístir o de que le hablaba antes! ¿Qué necesidad tenía de hacer ese esfuerzo? ¿Sentía deseo apremiante e indispensable de hacer cine? ¿Para conseguir el qué? Como no fuera para descalabrarse a sí mismo, no al( anzo otro objetivo. Frene, mejor dicho, fienen todos sus ansias de trabajaifrente al micrófono y esperen el momento propicio, porque saA ber esperar es una gran virn tud. ¡Que no se malogre el fruto por querer entrar en sazón prematuramente! ^^^L^ Y aquí tiene usted, desde ^^^Ht este momento, mi buen amigo, ^^^^•[^ lo que yo pienso de todo cuan^^^^^B' to tuvimos ocasión de hablar. ^^^HHp Falto de elocuencia y persuasión; pero sincero, enormemente sincero. listed, como muchos de sus compañeros, tiene grandes condiciones para triunfar: juventud, inteligencia y entusiasmo. Y en contraste con ellas, otros ^ ^ ^ ^ defectos que debe corregir: im.(glIlBHpHI paciencia, teatralidad e inexpe• riencia. tSiando deseche estos y brillen con toda su fuerza aquéllas, será un gran actor de la pantalla. Yo se lo de.seo de todo corazón. Le tiende la mano de amigo, F. HEPNANDE7-G1HBAL


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día,

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í^chenk—el que fué marido de Norma Talmadge, y a quien la citada estrella libe en eian naite su (H-leluidad—realizalm un crucero de placer por lí^uropa, supo (jue alia en Londres había una joven y bella artista de cine indostánica que rechazaba ofrecimientos de las Empresas más poderosas del mundo cinematográfico. Joseph Schenk, con sus cincuenta años, (jue fueron dejando en sus cabellos su huella inexorable hecha ceniza, y en su espíritu el surco profundo de un vivir intenso, y cuyos labios sabían del dulzor de muchos labios femeninos, y que en el amor, como en tantas otras cosas, est a b a ya de vuelta, sintió un juvenil espolazo de curiosidad. ¿Quién era aquella original muchacha? Merle Oberón. El nuevo descubrimiento de Alexandre Korda, el gran director alemán que trabajaba en los Studios de London-Ulm. Joseph Schenk quedó deslumhrado al verla. ¿Qué misterio ocultaban aquellos ojos bellos y profundos? Y para lograr descifrar aquel misterio, Joseph Schenk no vaciló en hundirse en el abismo de aquellos ojos de dulce e inquietante mirar, casándose con Merle Oberón. Pero bien pronto la malicia y la envidia comenzaron a tejer en tomo a los nuevos amantes su red sutil, tomando como base el desequilibrio de edades. ¡Bah! Todo el misterio quedaba reducido a un, simple ardid de coquetería para cazar un marido

que la lanza.<e al círculo do luz do la popularidad. Merle übcri»n n o ora sino una vulgar ambiciosa quo dosoabii alcanzar la celebridad ¡)or el mismo cainiíiii iiuc- i i n u - la alcanzara Noniia Talmadge. Sin embargo, en los ojos bellos y profundos de Merle Oberón no era la ambición la que se escondía. Su boda fué por amor. Pero ella no fué en busca de la pasión de Tristán. Deseaba encontrar tan sólo el cariño menos apasionado, pero más s ^ u r o , de un rey Mark. ¿Por qué esta conformidad cuando se es joven y bella y la ambición debe tener vuelo de águila? Porque Merle Oberón, con sus fragantes veinte años, también estaba de vuelta del amor. Hija de un oficial inglés y una indígena, tenia t a n sólo diez y seis años cuando se cruzó en su camino un joven inglés de rancio abolengo, que había ido a la India atraído por el interés que en los occidentales despierta el Oriente misterioso y fascinador. Desde aquel momento, la joven indostánica encamó para él todas las bellezas de a(iuel bello país, con el que habia soñado siempre. Para ella, aquel amor era la ilusión del ¡ amor y la ilusión de conocer.Europa. Y surgió] la novela de amor, cuyo primer capítulo t u v o ' por maravilloso escenario la India misteriosa, el país de los diamantes y las esmeraldas, de los elefantes blancos y las mujeres de piel dorada y 'ijos profundos.

Sin oniliargo, no'tardó el joven inglés en sugerir a .Merlo la idea de abandonarlo y marchar a Londres. Kn Londres, s u s jtadros la acogerían como a una hüa. v su inatriinonio .sería u n acoutecmueuto. Merle, deslumbrada, creví» en la veracidad de aquellas palabras. Y un buen día, dejando su patria y su familia, partió con él, mmbo a Londres, proa a la ilusión. Pero bien pronto los aires de Europa abatieron sus ilusiones. Ijys padres del joven inglés, cansados de sus locuras, se opusieron tenazmente a at^juella que consiíleraban la mayor de todas. Y una orden de acjuéllos, imperiosa y tajante, le obligó a salir inmediatamente para Australia. Orden a la que él, por su parte, no opuso resistencia, porque la joven indostánica, cuya exótica belleza le deslumhrara, ya no le parecía, fuera de su ambiente, tan bella. Y partió, dejándola sola y en un país desconocido. Tras de la ilusión rota, vinieron días de frío y miseria. Merle, sin recursos para volver a su país, y con sus trajes tropicales, apenas podía defenderse. En ocasiones tenia que recluirse en su cuiuto y abrigarse con las mantas de la cama. Algunos días, el Támesis, con sus aguas turbias y aceradas, le ofreció la t«ntación de un final trágico. Pero por sus venas corría sangre india y británica, y el espíritu fatalista de su pais, con su ciega confianza en sus dioses y la voluntad británica, vencían al momentáneo desfallecimiento moral. Y por entonces fué cuando de nuevo se proyectó sobre el camino de su vida la sombra de u n nuevo amor. Un amor platónico y galante, bien distinto, por cierto, al anterior. Se trataba de un agregado de Embajada, al que habían impresionado sus ojos trágicos y su singular beleza. Diariamente la enviaba flores, que ella luego vendía en las calles llenas de bruma y de niebla. Y cuando su joven protector tuvo que partir para América, no lo hizo sin dejar antes a la dueña del modesto hotel una carta de recomendación que abrió a Merle las puertas de un teatro, en donde bien pronto llamó la atención por su innata elegancia y su exótica belleza. Más tarde, de gerente de un elegante cabaret, conoció a todas aquellas ilustres personalidades británicas, de quienes su amante tanto le habia hablado y a quienes prometió presentarla. Pero quiso su destino que fuera su elegancia j su belleza—y no unas frases triviales—quienes la presentaran, quienes la dieran a conocer. Porque Merle no tardó en l l ^ a r a ser una de las mujeres más elegantes de Londres. Y fué entonces, en pleno triunfo como mujer, cuando Alexandre Korda la descubrió como futura estrella cinematográfica. La ofreció el breve papel de Ana Bolena en Lo vida privada de Enrique VIII. Y supo dar tal vigor, ttü realce a su corta intervención, que bien puede decirse que su primer paso en la pantalla fué un paso decisivo. Ei último amor ¿c Don Jmn fué la confirmación de su éxito inicid. Como asimismo la versión inglesa de La batalla. Los ecos de su triunfo cmzaron los mares, y Hollywood comenzó a entonar en sus oídos la conocida canción del oro. Pero Merle Oberón, que bien pronto supo de las ingratitudes humanas, no quiso, por su parte, cometerla, y rechazó de plano to<lo6 los tentadores ofrecimientos para no abandonar a Alexandre Korda, que la necesitaba para nuevos films. Hasta que un día Joseph Schenk la ofreció su amor, un amor formado con rosas de otoño, quizá el último amor de un don Juan. Y he aquí cómo Merle Oberón, en plena juventud y en pleno triunfo, de vuelta del amor, pese a sus veinte años, se casó por amor con un galán maduro, de nuevo rumbo a la esperanza, proa a la ilusión. L U C I A N O D E ARREDONDO


nantes columnas de los periódicos de todo el orbe, para damos ima vivida narración de lo que puede pasar, de lo que probablemente está pasando, a millares de personas lanzadas a la miseria por el caos económico. Rara vez, por no decir nunca, he visto una pelicula que haga la p r ^ u n t a de «¿Qué piensa usted al respecto?», tan frecuentemente como Nuestro pan cotidiano. Y para mí éste es uno de los principales atractivos de la cinta.» No hace dos meses todavía que el C!omité de Fomento Cinematográfico de la Liga de Naciones confirió su medalla de oro para 1934 a King Vidor. Our daily bread es una verdad tan cruda y tan bien realizada, que el mtmdo ve en ella su espejo y no tiene por menos de premiarla, en vez de reprocharla. Actualmente, King Vidor rueda The Wedding Night. con Ana Sten y Gary Cooper. No saben.os si será tema apropiado para el animador de Nuestro pan cotidiano hablar de Moscú... Tal vez se esté pronunciando él mismo otro descenso. Porque King Vidor ha nacido en el cinema para decir desde Norteamérica verdades, ya de orden humano, y a de orden social, que interesen directamente a todo el mundo. Películas universales por el tema son ...Y el mundo marcha, Champ y Nuestro pan cotidiaru); al mismo tiempo, lo son raciales, profundamente norteamericanas, por el desenvolvimiento de su ambiente alrededor de la esencia temática. King Vidor debe seguir siendo el gran filósofo de tragedias cinemat(^ráficas. A. DEL AMO ALGARA

KING

Konaid Colmann y Phillis Barry aparecen aquí en «Su único pecado», penúltimo dr los films realizados por King Vidor

K

iNO Vidor nació en Galveston (Texas) el día 8 de Febrero de 1885. IJO primero que hicieron sus padres, como todos los buenos padres, fué obligarle desde niño a aprender una profesión. Y lo primero que hizo King, como todo buen hijo que nace con una vocación, fué rebelarse contra ellos y seguir el cammo que se le antojaba más simpático. De esta manera se revelaba el temperamento nervioso de King Vidor, que le permitió no desaprovechar ni un solo momento. A los diez años adquirió la manía de querer recitar versos, y los recitó. A los quince años y a era actor de teatro en su pueblo; a los veinte escribía obras dramáticas en la ciudad, y un poco más tarde dominaba tan perfectamente la escritura de cuentos que sus numero.sos lectores le abrían las puertas de las revistas más caras y de colaboradores más selectos. Hay muy pocos profesionales en el arte que lo hayan l i b a d o a ser guiados siempre por una pm-eza espiritual. No basta que se tenga talento cuando no se tiene afición, ni basta que se tenga afición cuando no se tiene talento. Es menester unir ambas cosas y concentrarlas en una especialización. Asi es como se hace el artista, así es como el talento en germen de King Vidor encontró paulatinamente la afición, que era el cinema. Luego, para formar el todo expresivo y constitutivo del artista—la obra da de sí el temperamento del artista, sin cuya manifestajión no puede revelarse—, era precisa la especialización. King Vidor, para escribir cuentos, dominaba la técnica de escribir cuentos, y de prof>onerse hacer cine tendría que aprender a dominar la técnica de hacer cine. Y es en este preciso instante donde se inicia la cadena de méritos de King Vidor. Otro, en su lugar, hubiese preferido ir, con el mismo nombre de escritor, a realizar peUculas. Esto antes de hacer retroceder a cero una personalidad literaria conquistada. King Vidor tal vez lo intentó, empezando a escribir escenarios. Pero su misma buena intención le hizo fracasar y le desposeyó por completo de todos los méritos anteriores. Al cinema, arte puro y nuevo, había que entre gai-se sin remanentes extraños de otros manejos ailísticos. King Vidor hizo más: olvidfl su nombre y comenzó a trabajar como una sombra clara y serena en los Estudios cinematoKiiig Vidor. viMo por f \ gran gráficos. De aquí dimana, más que de ningún rariraiurista anirrirano John Dekrr

sitio, SU esclarecimiento de cineasta y su pu-

ritanismo artístico.

King Vidor. desde su atalaya, contempla cómo HU8 operarios reproducen, para «Billy theKid>, la ciudad dr Lincoln (Nuevo México)

IJn momento dr «1.a calle , donde King X'idor d e m u e s t r a que sr puede harrr cine m los límites más estrecho- de un decorado. La prueha qur aquí hizo r l gran animador asombró al mundo rnirro

King Vidor, en el descenso que él mismo se marcó después de la (¡ran GueiTSi se hizo carpintero en unos pequeños Elstudios hoUywoodenses. Después se hizo tramoyista. Era terrible su lucha de aprendiz a cineasta Pero, en fin, todo fu¿ llegandíj para King Vidor. Con gran esfuerzo logró hacerse ayudante de ojjerador..y de una manera insospechada dirigió su primera película corta. Ya había llegado a ser director, y habia llegado a ser director por medio de una serie de etapas sucesivas, sin las cuales no hubiera habido posioilidad de alcanzar el dominio de 1* técnica cinematográfica. Después de unos éxitos cortos, para los cuales trabajó, pero sin rendirle fam»» contrajo matrimonio con Florence Vidor. King olvida el aj)ellido paterno, no se sabe por qué... y adopta para el público el apellido de su mujer. Este es el origen de tan maravilloso nombre. En atjuel entonces, la fama de gran estrella de Florence Vidor redunda en beneficio de King, y esto le permite ingresar en la Metro-Goldwyn-Mayer como un director de primera fila. En 1923 saborea fcus primero» s éxitos en >S'M hora y La Bóhvme. Ya su cañera es ininterrumpida. En 1925 cueo-j ta ya con tres películas más: El caballero del amor. La mujer del centauro y í^'j ffran desfile. .\ todo esto se livorcia de Florence Vidor, la mujer que le brindó el] nombre y le abrió camino al triunfo. A partir del año 1925, King Vidor es conocido en totlo el numdo entero con su magna obra El qran desfile. ^

Tom Kerne y Karen Morlay en uno de los mis bellos momentos dr «Nuestro pan cotídiano<>. última realización dr King Vidor _^

En 1926 contrae un nuevo matrimonio con Eleanor Boardman, la que ocho años más tarde había de ser feliz protagonista de la primera mejor producción española. En 1927, King Vidor se eleva a su mayor triunfo conseguido en nmchos años: ...Y el mundo marcha. En este film adquiere todo potencia. El tema es verdaderamente humano y la realización se remonta a cinco años en la historia del cinema. En ...Y el mundo marcha, King Vidor descubre a James Murray, uno de los mejores actores que tuvo el cinema yanqui. A renglón s o n i d o de esta obra colosal, que pasea su nombre por todo el globo, Vidor comete una serie de contradicciones que todavía no ge sabe a qué ol)edecieron. L« que paga el pato y Espejismos son dos astracanadas cómicas concebidas y realizarlas expresamente para Marión Davies \ William Haines. Son dos baches, dos lagunas en la gloriosa y vertical ascensión de King Vidor. En Espejismos, Vidor logra emocionar al público, puesto que es la historia de dos muchachos ¡lusos que anhelan llegar a ser asti\»s del cinema. En medio de las can-ajadas de la gracia surge la emoción de la realidad. Pero se ve que King Vidor .se adapta al temperamento de los artistas, y subestima y destlice su propio temperamento. Lo cual ya es censurable en su obra rígida. En la trayectoria de un artista siempre se r^Lstran desviaciones, porque siempre se encuentran defectos. A veces estas desviaciones y estos defectos son odiados por su natural ufanera de ser y hacer. Por algo en la obra total de King Vidor hay paralizaciones que, de puro injustificadas, nos resultan excusables y justificadas. Así, a Espejismos le sucede Aleluya—¡gran obra!—, y a Aleluy'i, Billy the Kid, La calle, Champ... Aquí otra vez el ^acío, el bache de King Vidor. Ave del paraíso y Su ""too pecado, dos desceasos; el primero más que el últiJJ^o. Vidor no se puede ir a la selva como Van Dike; Vitiene que quedarse en la ciudad (...Y el mundo maro muy cerca de la ciudad (Nuestro pan cotidiano). King Vidor no ha estudiado lo suficiente al hombre sal^'aje... Como tiene tan estudiada la psicología, y hasta las grandes tragedias humanas y sociales del hombre ^•vilizado, hoy vemos que su acierto culmina en Our daily bread. Él hombre marcha al campo, porque no Puede vivir en la ciudad. King Vidor recoge este asPíícto con el nervosismo del que siente inquietudes frenI* al recmdecimiento de una crisis mundial, y lo trasJada al cinema. He aquí lo que opina Alexander Kor^a, el animador de La vida privada de Enrique VIII, ^obre el reciente film de King Vidor: •Haciendo alarde de un valor que merece alto ^Qcomio, Vidor fué a buscar inspiración en las to-


Jiiiir kuie'h. fs|tl)-ii<iida de riirítmia y dr lEfiililrza, (•<• un prou r l o ma^nifiro del dcptirtr. «le la rullura fí»i<-a V del aire libre...

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So os las demos de perspicaces; p e r o desde que ])()r primera vez vimos en la pantalla a Mae West, adivinamos en ella la pueril pretensión de imponer al mundo un tipo de nmjer absolutamente imposible en esta feliz y risueña época de los deportes, del jazz, de la hidroterapia y de los baños de sol. Que su designio era el que dejamos apuntado, lo evidencia el hei'ho de que ella escribió el argumento, ella pensó el ambiente y ella creó la protagcmista. l'n argumento, un ambiente y una protagf>nista que, claro, le venían «eomo anillo al dedo». Seria estúpido no reconocer que el mundo, ese mundo al (pie ella pretendió convencer con su falso aire de mujer f a t a l — d e un ingenuo fatalismo trasnochado y demodé—, .se siütií) im ptK'O desconcertado. Por un momento pens«) que tal vez aquella buena moza, exuberante y pictórica, enjoyada como im ic«mo, (pie daba a la estudiada ondulación (le sus caderas un aire de rito, podría desterrar a i,.,r

iio.s


Ilf aqui uua «giria de la pantalla, arquetipii perfeelo d<' la mujer 1935,.,

laa mujereitas (le hoy, flexibles, elásticas y ligeras como pájaros. Se dijo por entonces (jue la mujer «llenita»—¿«Uenita» nada más? — volvía a e.star de moda. Y el fuga?, triunfo de Mae . West hizo renacer las esperanzas de muchas «jamonas» que ya se consideraban en la «reserva», y también las de muchas jóvenes que, olvidando el siglo en que vivían, habían.se dejado invadir excesivamente por la grasa. Hoy, una revista yanqui nos trae la sensacional noticia de que Mae West, en su próximo film, no será ya la dama encorsetada y exuberante que un día hizo furor, y que se mostrará al piiblico como la mujer bella y la actriz notable que es en realidad. Añade, además, el periódico que la stor se ha .sometido a un severo régimen de cu tura física, con el que pretende—y logrará de seguro, poique la cultura física hace hasta milagros—adquirir la «línea» que ahora se lleva. ¿Qué dirán de esto los matiuros varones que contemplando el talle de avispa—bueno, de seudoavispa, si ustedes lo prefieren -y las caderas pictóricas de Mae West pensaron nostálgicamente en un posible retomo al tipo femenino que les cautivó en su juventud?

^^^^^^^^ W^^^^^^

Mae West, en esta foto, no es ya «Ijidy IMUM... Dentro de poco, la cultura fíitica lialirá logrado estilizar las curvas opulentas de la célebre «starj...

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I»i0-1935 Si alguien hubiera dicho a los grandes pintores y escultores de las pasadas época la evolución que en )unto a estética femenina iba a producirse en sólo veinticinco años, hubiesen sonreído escépticamente; y al comproibar hoy eómo la transformación se ha realizado hubiesen dejado caer pinceles y gubias al suelo, no dando crédito a lo (lue sus ojos atónitos contemplaban. Es evidente que, comparado con el que imperaba en 1910, el concepto (le la belleza femenina ha sufrido una transformación radical, absoluta, inconte.stable. Entonces estaban de moda, «se llevaban», las mujeres naturales, y triunfaban los rasgos regularas, armónicos, perfectos, en el sentido académico y clásico de la perfección. Nariz helénica, boca «de piñón», cabellos de tonalidad auténtica, cutis inmaculaxlo. El cuerpo, totalmente desatendido, sin que ningún ejercicio prescrito ni un deporte adecuado hiciera posible la modificación de sus inevitables defectos, iba poco a poco perdiendo la esbeltez y la gracia, sometido a la tortura de un corsé que en vano se esforzaba por mentir imposibles talles, curvas falsamente armónicas y turgencias inexistentes. Ahora, y por milagro de esa saludable evoluci'n, el cuerpo conserva y acentúa sus proporciones auténticas, adquiere amionía y perfección por la gimnasia científicamente realizada, por el régimen de nutrición médicamente prescrito y por los deportes pradente y sabiamente practicados. Nada lo entorpece ni lo sujeta. Se siente libre, cómodo, flexible bajo os livianos vestidos que realzan y modelan su armónica escultura.

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Cómo delie ser la mujer ''ISSS" La mujer «i935» debe tener el pecho alto y breve; los hombros, anchos y bien desarrollados por la práctica de la cultura física y el deporte; las caderas, estrechas; el vientre, plano; los muslos, largos, y las piernas, esbeltas y delgadas. Y debe poseer, sobre todo, un rostro vivo, original, animado por algún detalle personal que le preste originalidad y carácter. No hay, pues, en lo que al rostro se refic re, una regla fija, determinada. Triunfa el detalle, lo personal, lo característico. Lo e.v w cepcional, en simia, l^na mujer bella cuyo rostro no tenga vida ni animación es como ^ una naturaleza muerta. Por el contrario, un semblante menos bello, pero sugestivo e inquieto; irnos ojos vivaces, una boca fragante, húmeda y sonriente; una nariz vibrátil, poseen una seducción, un atractivo mil veces superior a la hennosura absoluta, impecable perfecta, pero extática, inexpresiva. El secreto del triunfo de la mujer reside, pues, exclusivamente en la personalidad, en. el detalle, y no en la perfección. Una mujer inteligente, segura de sí misma y que sepa ana^ \ lizarse bien, hallará siempre en ella ese «algo» personal de ^«destello» distinto y característico que preste interés a su ^^^^^ tipo de belleza. Un defecto aparente, sabiamente adminis^^^^^^ trado, puede convertirse en un atractivo. Sólo estriba en ^^^^H^k saberle sacar partido. Si no poseéis el arte y la feminidad ^^^^^^^^ indispensables para obtener un rendimiento de belleza y de encanto a la seducción de vuestra mirada, a la esbeltez de vuestra figura, al dñc de vuestra toilette, será estéril la belleza de vuestro rostro y la armonía escultórica de vuestro cuerpo. Nadie fijará en ellos su atención. MIOSOTYS


UNA PELlCUL/l DirEK.TIDISI41yl ~ DE FINA 0?yAC\A ESPAHOIA.

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o que destaca, sobre todo, en Frank Borj zage es la densa calidad humana de su trabajo de director. Esta labor no es en él improvisada y ligera, sino que obedece a un sentido profundo y apasionado del cinema, a un amor fervoroso hacia lo que no es sólo para él utilidad e industria, sino, primordialmente, manifestación estética. Hay en Frank Borzage,

Paisaje de bajos fondos: pobreza, alcohol, desamparo. Entre esa sombra del hogar obscuro y pobre, entre la tristeica de los ex hombres-vidas rotas por U Vida-, U fina belleu de Loreta V O U O K , toda sonrisa y esperanza

LoreU Young y Speneer Tracy son los protagoaistas de «Fueros h u m a nos», la cinta que ha dirigido eon suprema maestria el gran Frank Borzage

desde l u ^ o , uu técnico adiimablo; poro hay también en él un espíritu que sabe dar a toda su labor un acento de profundidad y de humanidad. En este sentido, no es hiperbólico decir de él que es el director más hondo, el que acierta a dar a su producción calidades más intensas. Gran figura del cinema mudo, hoy renueva en la pantalla hablada sus éxitos anteriores.

Feiá,, legítimamente, en la primera linea de los grandes directores de Hollywood. Tres admirables películas suyas le han dado últimamente ese rango: Sin el rugir del cañón, drama en que palpitan emociouadamente las más bellas ternuras pacifistas, ...Y ahora, ¿quA?, film en que lo literario y lo humano se abrazan estrechamente, y Fueros humanos, interpretación magnifica de un trozo palpitante de vida. Nacido en Italia, trabajó algi'm tiempo en el teatro. El cinema fué, después, la gran sirena que sedujo a Frank Borzage. Ensayos, pasos vacilantes, pausas. Por fin, el éxito rotundo de Humoresque, que reveló a los ojos del público cinematográfico mundial uno de los directores más capaces y más sensibles. Cada nueva película suya es una garantía de dignidad estética, de perfección cinematográfica, de novedad. Frank Borzage es uno de esos directores en quienes siempre se puede esperar un acento nuevo, un nuevo y vigoroso reflejo de su personalidad. El ha puesto al servicio del cinema toda su gran sensibilidad de latino. Junto a los que reducen el problema de la dirección cinematográfica a fórmulas técnicas, él^—de una tierra con solera de arte—da a su labor calidades de inspiración, de poesía, de emoción, de humanidad. E^te ha sido el secreto de su gran triunfo. Frank Borzage ha dirigido el nuevo film Fueros hunmnos. Y todas las escenas de esta película del gran director tienen la misma gracia sensible, la misma intensidad emotiva que son características del espíritu cinematográfico de Borzage. Dos artistas de gran jerarquía—Loreta Young, S})encer Tracy—interpretan los papeles principales del film: la pareja que va haciendo triunfar, entre la miseria de una vida angosta, un amor palpitante de ternuras. Turbio paisaje de bajos fondos: pobreza, alcohol, desamparo. Ex hombres, pobres mujeres que son ya despojos de la vida, ruinas, fantasmas de im pasado lejano. Haz de gentes sin hogar, de seres para quienes la vida no tiene ya horizonte. Vicio y dolor hermanados. Vidas que marchan por el mundo sin brújula y sin esperanza, sombríos los ojos y en tinieblas el corazón. Entre esas vidas que son a la vez tristeza y aventura, está Bill. Un hombre joven, de espíritu errante, acosado por la necesidad, sin calor de hogar sobre sus dias obscuros. Un dia, en tmo de sus paseos infinitos por la ciudad, e n c u e n t r a en la calle a Trin a , huérfana, desamparada, como é l , sin hogar como él... Bill la lleva consigo a lo que es en esos días su refugio eventual: una casucha en la q u e conviven con otras mujeres y otros h o m b r e s que viven también acosados por la necesidad. Trina—tantos dias sin hogar y con duelo, tantas horas en drama-


tica soledad...—siente la tibieza de axpiel refugio a que Bill la ha llevado. Ella es feliz entre aquellas pobres gentes, y siente sobre su vida huérfana un amparo que antes no conocía. Luz de sol nuevo ha entrado en su alma, y el amor de' Bill llena de ilusiones a la muchacha, a quien su fe convierte en doradas aquellas vulgares paredes de su cobijo miserable. En Bill, sin embargo, duerme un espiritu inquieto y aventurero. I>e gusta cambiar, le gusta la vida errante y distinta. Este espíritu asoma eo él, una vez más. F^n su corazón canta de nuevo el ansia eterna de aventura. Y Bill (juiere marchar. Son, en doloroso contraste, los días en que la huérfana es más feliz, en el calor de aquel hogar inesperado. Sobre ella cae, con dramática desilusión, el deseo de Bill, El quiere marchar L.oreta Voung y S|M>ni-t'r Trary, Ion graiidc» artillas, e n oiro |>aMij<- «le .Furros» huniuuo»< '

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L'no de los más be líos momentos de la admirable película «Fueros humanos», gran triunfo personal de Loreta Voung y Spencer Tracy

*— Otra escena de esta película, realizada por el ilustre Frank Borzage

a toda costa, dejar a u n lado aquel amor. Y hasta para justificar nvás su separación de Trina, confiesa a ésta que no la quiere y que, en cambio, ama a una cancionista bella y adinerada, cou la que va a casarse... Trina logra obtener de su corazón desgarrado toda la arrt^ancia para luchar con la desventura. Ella no se resigna fácilmente a perder aquel amor y aquella paz que antes desconocía. Frustrará iiquellos deseos de Bill. I.e unirá a ella j)ara siemjire, hará que las dos vidas sean una sola. Y decñdida a ello, dice a Bill que va a tener un hijo. Y el hombre siente, ante la noticia, como un deslumbramiento en su corazón... lían nacido en él una ternura nueva, una nueva emoción. Los ojos de Bill se llenan de una humedad de lágrimas felices ante la presencia invisible del hijo. Van quedando a un lado, vencidos, aquellos sufrimientos de vida errante y de aventura. Muere en su espíritu lo que en él había de nómada. Y la obsesión del hijo llena las ho '•as del hombre, iluminándolas. Tiene la vida para él otro sentido :du)ra. F.s más alegre y más clara. En los ojos profundos y leales de Trina contempla la felicidad, ignorada durante mucho tienif)o. Bill .se ca.sa im día con la muchacha. Están ya unidos para siempre, y para Bill sólo hay ya un ()ro[>ós¡to, un pensamiento: buscar comodidades y felicidades para atpiella nuijcrcita en cuyas entrañas j)al})ita el hijo. El sentimiento de la paternidad da alas nuevas e impulsos desconocidos al espíritu del hombre. Y éste, sin su anterior afán de independencia, se ve go//sámente vencido por la ingenuidad de una nmjer y por la emoción del hijo no nacido todavia. En la lucha por aquella <omodidad, Bill planea un robo- aún el eco de su vitla anterior, el rescoldo de sus horas vividas en los bajos ñmdos—. VA propósito se frustra, y el hombre huye, oculto en un tren de mercancías, con rumbo desconocido. Va con él Trina, estrella de su vida. No se separarán ya nunca. Van a la contjuista d d mimdo, con la bandera de .su felicidad y la gran esperanza de su hijo.

Fueros humanos. Los fueros del amor: de la mujer y del hijo. \m mandattxs ineludibles que el corazón del hombre no puede desoir. A lo largí) del tiempo y de la vida, ayer como hoy y como siemjire, ellos vencen, ellos di<tim su ley al mundo. Este tema eterno es el de la nueva película realizada por Frank Bo Ziíge. Tema de profundos valores humanos, se prestaba como ninguno a la .sensibilidad humanísima que cl gran director pone ei. .sus creacioiie-^.


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EMOS libado a una fibra de ambición que late, y que siempre ha latido, en Joan Crawford, la estatua de cíarne viva. Nos detuvimos ante esa fil)ra reveladora, acusadora de su exacta personalidad. Joan es, por todo y sobre todo, una mujer ambiciosa. Como tenemos la evidencia, nada nos extrañará a lo lai^o de la trayectoria de su vida, perenne aventura, novela insuperable; nada nos extrañará de su carácter, de su rebeldía, de su audacia... Ella ha modelado su destino con la misma precisión que la Naturaleza ha modelado su cuerpo de moderna Venus. No ha mirado jamás a las márgenes del camino, siempre de cara al porvenir, sin volver la cabeza al pasado. Ha sido agudamente sincera, quebrando en las dura? aristas de su carácter los obstáculos de la marcha. Bella, fuerte, ágil, ha saltado sobre las conveniencias del prójimo como un efebo de Olimpíada. No ha pensado nunca en el fracaso, en la renuncia, en la humillación. ¡Soberbio ejemplo de toda una mujer, superior a tantos y tantos hombres en la decadencia del siglo! Joan Crawford se ha hecho a sí misma, paso a paso, con una invencible tena-

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cidad digna de su triunfo. Se le ha llamado orgullosa, ególatra, incluso insensible y cruel. ¿Por qué? Porque no ha necesitado de nadie, porque no se ha mostrado débil ante los ojos ajenos, ojos malsanos, preñados de envidia, bizcos de vulgaridad, legañosos de impotencia. El prójimo comprende, si acaso, el odio de mi rebelde, pero no e desprecio o la indiferencia de un triunJEsídor. Joan, victoriosa y magiúfica, rodeada de poder y de lujo, ha vengado los fracasos de innumerables víctimas de ese Moloch estiipido y fatal que nos rodea. Ella ha hecho pagar, con creces, con un interés exorbitante, la caída inútil de mil desgraciad is que fueron a la lucha ofreciendo el corazón, de mil engañadas que se arrastraron por el fango sin provecho y sin honra, de mil mártires cuyo anónimo sacrificio pocxjs conocen y nadie compadece... Por eso es grande y noble la ambición de Joan Crawford. Grande, por lo que tiene de infinita y sólida. Noble, por lo que en ella se contiene de sublime venganza...

Varaos conociendo a .Joan Crawford a través

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del ejemplo de su r u t a La hemos visto en un colegio de K ansas como la educanda más pobre. (Servía la mesa de sas compañeras con una dignidad extraña que le brillaba en los inmensos ojos y que fruncía su boca grande.) l ' n a Cenicienta que esperaba vestir.se, lo más pronto que pudiera, el traje deslumbrante del hada del bosque, mediante la varita mágica de su voluntad. Luego, corista del Broadway, perdida, militarizada en el fárrago de jóvenes cuerpos y rubias cabezas, siguió pensando que saldría del montón en un crítico día. Y así era salvajemente feliz, independiente en absoluto, como no perdía su tiempo, vigilante, despierta, sin gastar su sensibilidad ni entregar su belleza, reservándose para un futuro «suyo» que valiese la pena de vivirlo, considerando su presente como un pasajero tributo al esplendor del mañana. Sus compañeras de teatro, cabecitas vacías de sentido, alondras fáciles o com{)lica<las histéricas, no comprendían «aíjuello» que tenía en Joan todo el aspecto de un inútil sacrificio de espléndida y cálida juventud. Ellas se complicaban con amoríos de estudiiuites, periodistas o artistas jiobres, o con pro-


tecciones engañosas de ricos comprometidos, en tanto que Joan se daba, entera y sin vacilación, a la ingratitud del trabajo escénico. En los ensayos era la primera que com irendía el deseo del maestro que montaba el ballet. En el escenario era la más atenta a la batuta del director. Ella sentía la música de la orquesta en el cordaje oculto de sus nervios, como una antena propicia. .Muchas veces, puesta a la cabeza del conjunto, se creyó que bailaba despegada de él, para un público que la conocía y que había acudido a verla. En la armónica embriaguez de la danza desaparecían de su lado las mecánicas girls. Quedaba ella sola, ardiendo en el fuego sagrado del ritmo que hacía casta y transparente su maravillosa semidesnudez. Otras veces, al llegar a la función de noche, se quedaba un momento contemplando las letras luminosas que grababan, con un parpadeo nervioso, el nombre de la vedette. Poco a poco aquellas letras escandalosas que hendían la obscuridad en zigzagueo de centellas falsas, se iban tornando en otras letras que, reunidas, gritaban a.si: J O A N C B A W F O K D . . . La ilusión óptica daba a Joan arrestos para llegar al camerino colectivo con un aire de auténtica vedette nacida en la fachada de un templo frivolo del Broadway, en la magia de la noche neoyorquina. Y cuando, al desnudarse, sus compañeras le decían: «Joan, ¿estás enamorada?...», respondíales con una íntima convicción: «Sí... Locamente enamorada», porque su amor existia y alimentaba de ilusión todas sus horas. Pero no era el único amor que ellas podían comprender, sino otro mucho más amplio: el amor de su arte... Todo este detenido estudifj dr ío que ya habíamos dicho, sintéticamenic, de Joan Crawford, lo realizamos hoy por complacer a una gentil lectora que nos suplica, en un párrafo de su carta, que concedamos extensión al tema. «Yo opino—nos escribe—que la vida de tan famosa actriz de la pantalla no puede compendiarse en un aitículo. Joan Crawford tiene admiradoras hasta en los pueblos más insignificantes de España—^yo, entre ellas—, y habrán leído C I N E G R A M A S con verdadera alegría; pero no están satisfechas, lo adivino. Por eso me atrevo a suplicarles que concedan a su personalidad todo el espacio necesario, en la seguridad de que han de agradecérselo muchísimas lectoras—^yo, entre ella.s—que no conocen los íntimos detalles de una vida que encierra tantas enseñanzas para la mujer de hoy...» Tiene razón nuestra inteligente y sincera comunicante. Habíamos trazado unas líneas de rápida impresión psicológica en el pasado número, siu pretender escribir la biografía de J o n Crawford. Pero nosotros misI os (• u'preudimos, vienuo ti tr bajo ya impre.(ue lio pv.dí.i quedar así, in conti idad, sin ^iiir a la célebre artist.i asía el final de su camino tras la gloria y la fortuna, el estudio de su apasionante y original personalidad de triunfadora, sin desmenuzar, en íntimos e inéditos detalles, la obra admirable que supone su vida. Nos satisface haber coincidido con el pensamiento de mía lectora que dice representar el otras muchas devotas de Joan Crawford, considerada en todo el mundo como un símbolo del siglo y tomada como patrón ideal de las mujeres que aman la independencia, porque en su práctica—arriesga< la y difícil—ven la piedra de toque de la verdadera virtud. Puede decirse, sin temor alguno, que ninguna actriz del cinema ha sido capaa de tantas y tan sorprendentes transformaciones como la Crawford. Su existencia, en acontecimientos, supera a la novela mejor imaginada. Como que es, sencillamente, la ruta aventurera de una mujer excepcional que se ha hecho a sí misma, sin una vacilación, sin una ' l;iiidicación, sin admitir una sola ayuda inusada o sospechosa. Por fuerza ha de interesiii el itinerario de uri alma y un carácter así a nuestras lectoras por lo que tiene de lección y le estímulo. Y es nuestro deber—^y nuestra satisfacción, a la par^—no regatear un aliento y ma enseñanza que tan cerca están de nuestras manos pecadoras... SANTIAGO

AGUILAR


I) IK Z -US de permanencia al frente de la gerencia de la Paramount cn Kspaña han cajítado a don M. J. Messeri las sinipatiade todos cuantos directa o indirectamente tienen alguna r d a lión con el cinc. Los empresarios, la Prensa, los diversos representantes de cuantas ¡udustria- se rela<iunan con la cinematografía, han liallado en el señor Messeri al amigo cordial, al i-omerciante avisado, expertísimo, cierto; pero, antes «pu- nada, al genHeman cuya pericia en los negocios no excluye en él al caballero corre<to que posee como ninguno u a arte esj>ecial para convertir esa luchi. constante que es el trato comercial en pacte a?rndable de caballf^ms ilonde entran por ijcua ia suupatia y la mutua conveniencia. A este don de gentes y trato agradable a que aludimos, y a su talento comercial, naturalmente, débese en gran parte el ingente desarrollo que desde la llegada del señor Messeri a España ha experimentado la marca Paramount, cuyo prestigio de gran editora ha sabido colocar su gerente en el primer plano que por derecho le correspondía. Defensor acérrimo y sagaz de los intereses en su mano confiados, no hay empero empresario que en los momentos de adversidad del negocio no haya encontrado en el señor Messeri el colaborador eficaz, el hombre comprensivo que posee en su más alto grado esa facultad hoy no muy frecuente, por cierto, de saber «hacerse cargo». Profesa la teoría—acertada ciertamente—-de que los empresarios no son rivales, sino colaboraidores (fel distribuidor, y como a tales los trata. Por lo que se refiere a la Prensa, no sabemos de un solo periodista para quien haycu permanecido cerradas las puertas de su despacho. Para todos tiene la frase amable, el gesto p r o cer y el rasgo deferente. Hombre que ha viajado por todo el mundo, poseedor de una cultura formidable, conversar con él de cosas del espiritu residta una verdadera delicia. Conoce a fondo todas las religiones, todos los sistemas filosóficos, y sigue la literatura mundial tan al día como pueda seguirla un escritor; pero no por traducción, sino en las versiones originales, porque el señor

lan contraída con ieuila de un home«ciilicron ofrecérse\ a a principios del año pa- .

iiieYccIclt Messeri habla diez idiomas y escribe cinco correctamente. No es muy frecuente encontrar en un hombre de nego<ños todas esta.s cualidades reunidas, y por eso nosotros, aun inclinándonos ante su pericia profesional, lo admiramos tanto o más desde el punto de vista cultural que nos obliga a considerarlo como imo de los nuestros. De cómo ha sabido el señor Messeri hacerse estimar entre los de su gremio, habla bien clan) el homenaje que hará f)oco más de dos años se le dió en Barcelona, con motivo de haberle otorgado el Gobierno portugués las insignias y el collar de la Orden de Santiago. Fué el acto más concurrido de que guardan memoria los elementos cinematográficos de la Ciudad Condal. Ni antes ni después se ha celebrado otro más animado. Si no hubiera más demostraciones, ésta por sí sola bastaría ya para acreditar hasta qué punto goza de un merecido prestigio entre los de su pj-ofesión. Los periotlistas y empresarios de Madrid, reconocidos a los desvelos del señor Messeri para impulsar la producción de películas españolas en los Estudios de la Paramount (cuyos éxitos fueron tan poderoso acicate para la cinematografia nacional); deseosos de manifestarle el agradecimiento por sus esfuerzos para dignificar y elevar el espectáculo cinematográfico, a cuya noble tarea ha contribuido como nadie, y '^on-,

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de insistencias, no vencieixji. «istencia del señor Messeri j el agasajo. Fué. preii.-o que se lo pidieran a un tiempo diversa» personalidades <lc las artes, la.s letra* y el i>eriodismo, j>ara que,- .siempre comj>ren.sivu ante el temor tle que algunos pudieran confundir la modestia •' ' _ ' ! , , haya lonsentido en aceptarlo. Pocas ve<,'es se ofrecerá un lioiiieiuijc c o n luavi>!cs mere^-imientus, jionpié el señor Mes.>eri 1 ivveiso de lo que ?uc cu aer la mavoria deextranjeros que vienen a n u e s t r o país. En vez de venir en plan de conquistador, ha ve- Í nido a dejarse conquistar por ella, Y tan es así, ¡ (jue ha concluido por haceree subdito español, l atraído quizá por un amor atávico, y a que sus i antepasados tuvieron hace varias centurias su ' casa solariega en la imperial ciudad de Toledo. Acaso en esta razón hayamos de buscar su caballerosidad, porque es difícil ser tan caballero sin tener algo de español, ni tan inteligente sin llevar en el espíritu algo de la llama azul de los mares latinos. El señor Messeri reúne en su personalidad una aguda inteligencia a una cordialiilad verdaderamente encantadora. Nada rompe en él su línea de gran señor, la corrección señorial de su gesto y su ademán. En este tiempo de espíritus agresivos, de gestos duros, de rec-elos y de p./labras hostiles, encontrar una cordialidad tan admiral)le como la del señor Messeri es realmente un hallazgo. Está plenamente justificado un homenaje de ese género por cuantos desde hace tiempo vienen conociendo aquella noble efusión y aquella acogedora gentileza. Huelga decir que nos sumamos con todo entusiasmo a este homenaje tan merecido, en el que vamos a festejar al nuevo compatriota y al hombre inteligente que sabe hacer dar a los negocios el tono humano y cordial del procer culto, que tantos éxitos le ha valido.


I. A i . . . . - . ¡,, , 1 , . n o s i'l ciiifiiia, f l .jne Unios se figuran. Nada menos que diez y siete films acaban de ser prohibidos por listintos departamentos de Policia y de Justicia. He aquí los títulosArlette y sus papus, prohiluda por su cai-ácter atrevido. Amók ha sido autorizada; pero prohibida a los irtonores de diez y (vlir» años. Igual ha ocurrido con / Fira Viila! En fin: han sido víctimas de la Censura IM ynm cjjieriencia, Hombit-s dd mañana. El judio Suss, Trescientos por hora, IM gran tormenta. Le Greluchon ddicat. Matrimonio con responsabilidad (imitada. Canto de amor. Se ha encontrado una mujer desnuda, FA tren de las 8,17, Mardalay, IM reina Cristina de Suecia, Cleopatra, Ritmos de amor y La dama de las camelias. Sin embargo, todavía les queda a los suizos el recurso de ir al café. [>.ii.i,'-<

\ John Ciilbert le ha abandonado la suerte desde hace algunos años. .Vhora |)arece <|ue habrá encontrado un róh interesante en The Captain hales the sea. Pero el pobrecito Julm ha caído enfermo de algún cuiílaílo. Menos mal (|ue él ha tenido el consuelo de su últhua mujer, Virginia Bruce, quien ha estauo juuto a su lecho. Una reconciliación parece aproximarse..., aunque ambos la desmientan.

Wallace Beerj' acaba de revelarse como un humorista finamente irónico. —La reforma más importante—ha dicho—del cinema parlante es ha-

Un periódico americano acaba de plantear a sus lectores la siguiente pregunta: —^¿En qué ciudad desearía usted vivir? El cuarenta y siete por ciento de los lectores se ha decidido por Ilollywood. E^to demuestra que Ilollywood pasa todavía a los ojos de la mayoría como un verdadero paraíso terrestre. Lo que no está de acuerdo con la declaración terminante hecha por Annabella a su regreso de Cinelandia. —^¿Hollywood? ¡El más grande blujj del raundoí Exactamente como Annabella piensan todos los europeos que han pasado por Hollywood.

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^ _ H e W n llayr«, la admirable estrella, en una foto heeka en uno de loe rincones de su casa de Beverly Hills

r.arole Lombard, eon sus perros favoritos, hace un alio en su paseo para reposar de la fatiga del «footmg.

ber retirado la palabra al director para dársela al actor. Antiguamente, el realizador era un señor que daba .sus órdenes a grandes v(x?es a través del megáfono. Eñio le hacía creerse muy importante. Pero, por fortuna, llegó el día en que los directores debían hablar menos y pensar más.

Cecil B. de Mille quiere que cada actor de los que han de intervenir on Las cruzadas sea del mismo pais que el personaje qne ha de interpretar. Ha contratado ya al inglés Henry Wilcoxon para encamar Ricardo, «Cortkaón de León».


Ya no le faltan nada toÁs que Guillermo de Sicilia, Sancho de Navarra, Leopoldo de Austria, John de Inglaterra, Federico de Alemania, Swene de Noruega, Nicolás de Hungría, Miguel de Rusia y Hugo de Borgoña.

Kn un próximo film, Mae West—que, por cierto, aparecerá con pantalom lanza un nuevo galán: Paiil Oavanagh. Paúl Cavanagh fué antes soldado, jurista, marino, agente de S ^ i r o s , bailarín y muchas cosas más. Mae We.st explica así su eleí'ción: —Yo amo los hombres nuevos. No quiero un partenaire que los espectadores estén acostumbrados a ver. Además, yo quiero un hombre que posea sex-appetd. ¡/«ndximbas con doü-i Mae!

A la derecha: Uorit Kreyaler, e s t r e l l a alemana, que tiene gran i n t e r v e n c i ó n en las nuevas producciones del cinema germano.— A la izquierda! Mona Coya, bellísima actriz de la pantalla, ' v e dette» del film alemán «Jauny, alta costura».-Abajoi .\dolfo Menjou, con su e s p o s a , Verree T e a s d a l e , fotografiados d u r a n t e su r e c i e n t e v i a j e de vacaciones

Jeán Harlow a m t i n ú a siendo la gran romántica que todos conocemos. Su lai-ga lista de idilios acaba de aumentarse con uno más. William Powell tiene ya liquidadas sus cuentas amorosas con la inquietante rubia platino, Y ella ha encontrado inmediatamente

el sustituto. Que es millonario. Este será, pues, el ' tercer millonario que figura en la colección de Joan. ¡Oh, el amor! i

La estrella célebre y el actor famoso contrajeron matrimonio hace algunos año Tuvieron una niña. Se divorciaron, naturalmente. La niña quedó en poder de la mamá. Hace unos días los ex cónyuges se han encontrado en presencia de su hija. Y la pequeña ha exclamado, llena de asombro: —¡Yo no sabía que papá y mamá se conocían!

La última plancha de Mary Pickford no es una plancha: es una api.sonadoi;. —¿Prepara ustetl alguna cosa?—le p r ^ u n t a Marj' a su amigo, el director inglés. —Sí. Me voy dentro de unos días a Ixindres, donde me han propuesto realizai- una obra de un gran novelista británico. —¿Quién? —Dickens. —¡.\h! Lo conozíd. Oonanios juntos la última vez que estuve allí. K. M. G.


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o, yo no rneivzio una interviú. \'> no ho liorho na>la to<lavia ])or ol ciueiua español. —^¿Nada? Vamos a ver, José Luis. ¡José Luis! Tiene usted nombre de prota gonista. Vamos a ver, responda, como se dice en términos forenses, a este cuestionario: ¿E^ cierto que dejó usted la oficina para venirse a los E^studios Ballesteros? —Si. —(¡Ra asimismo cierto que cuantos le conocían a usted le creyeron loco, y se lo llamaron, además, cuando supieron que dejaba lo seguro por lo probable, la nómina y las cintas de balduque por los sueños y las cintas de celuloide? -Sí. —¿Y no es igualmente cierto que esa «locura» la cometió usted única y exclusivamente por afición al cinema? —Sí. —Prosigamos, si no le causa molestia: ¿Eistá

foino el cuero a la I M I I H ' O > c i m u la gace'illa al animojo? -Si. —¿Ivecouoce que jamas poüía piescmViv de ese hábito, ni aun para empeñarlo en un momento de apuro? -Si.demostrado que esa afición ya es vieja en usted, —¿Y se confiesa autor del guión de Patricio tan joven, y que si alguna vez hizo novillos fué miró a una estrella? para no perder un episodio de La mano que —Sí. aprieta? —¿Y director también de ese film? —¿Cómo lo sabe usted? ¡Hace ya tanto tiem—¡Ay, yo no me atrevía! Pero el señor Bapo!... llesteros... —Los periodistas lo sabemos todo. Y también —Xada de declinar responsabilidades. Veresabemos (no se sonroje: ¡era usted tan chiquillo!) mos la producción, y juzgaremos en justicia. que un dia sustrajo de la hucha materna veintiNo se preocupe demasiado. Patricio miró a ma cinco céntimos para una entrada de anfiteatro. est'-ella es su primer intento. Si acertó usted, Consuélese: ahora están los precios que hubiera será una hazaña magnífica; si no, una pnielm tenido que llegar a la peseta, por lo menos. simpática de inqu etud. Hay quien lleva proPero sigamos con nuestro cuestionario: ¿Confiesa bando mucho tiempo, con desdichada reincique el hábito del cinema está tan unido a usted doncia on los batacazos, y todavía no ha ido a la cárcel. —E^o me tranquiliza. —Desde luego. Con que, reasumiendo, como se dice en autos, los particulares de esta declaración: usted comprometió su por^'enir por el cine; abandonó la inefable tranquilidad de la oficina por el ajetreo de unos Estudios cinematográficos; usted hizo novillos; usted distrajo—^no se puede decir de un modo más amable—algunos céntimos de la hucha materna; usted escribió un guión y dirigió la cámara y el micrófono; usted es, acaso, el colaborador más activo del señor Ballesteros en la vitanda empresa de dotar a España de cinema nacional, para evitar que la producción extranjera acapare nuestro mercado... Usted ha hecho todo eso por el cine, y nada más que por el cine. ¿Es cierto? —Sí. —^¿Y todavía se niega a una interviú, alegando que «no ha hecho nada por el cinema español»? No, señor Sáenz de Heredia: esa disculpa no vale; está usted complicado terriblemente, convicto y confeso, y, en consecuencia, debemos fallar y fallamos que usted comparezca a rendir cuentas de su conducta, con estas actuaciones y un retrato, ante los lectoSeguramrnte todos ustedes ignoraban que el popular actor Antonio Vico tiene accesos de antropófago. Triste es confesarlo, pero res de C I N E O R A M A S . Y que ellos juzes «si. Contémplenle, si no, en pleno ataque, durante una escena del film «Palricio miré a una eatrella», rodado en los Estudios guen en definitiva. Ballesteros, bajo la «lireeción de José Luis Sáenz de Heredia ^



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que sólo sirven para llenar los programas, y que pueden, perfectí sim amenté, ser sustituidas por otras hechas aquí, en nuestra vieja Europa, De este modo, lo americano quedará reducido en Europa a sus términos justos, naturales: a las contadas grandes creaciones, a las películas verdaderamente interesantes, —Volvamos a España. ¿Qué labor tiene en marcha la Cifesa? ¿Qué otros proyectos tiene, de realización más lejana? —Como u s t e d sabe, nuestra entidad tiene un doble carácter: distribuidora y productora. A este doble tipo de labor corresponde lo que hoy tienemos en prepajación: por un lado, ampliactón de nuestra actividad distribuidora, y por oro, creación de nuevos films que respondan a la importancia de nuestro actual momento cinematográfico y a la creciente extensión de nuestro mercado. Algunas películas que iremos realizando: Rumbo al Cairo (aigumento de Alfredo Miralles, dirección de Perojo, música de Guerrero), Nobleza baturra (versión sonora de la primitiva película de Dicen ta). La verbena de la Paloma (adaptación cinematográfica de la popularísima obra de Bretón;; una cosa de Corrochano, que también será musicada por Jacinto G u e i T e r o . Todas estas obras serán dirigidas e interpretadas por los nombres más salientes de la ]>antalla española. Hay entre nosotros directores de certera visión cinematográfica, de espíritu cada vez más fino y seguro. Como hay también actores de positiva jerarquía artística, en los que cada vez s e puede confiar más justificadamente. Gran cosa esta de los intérpretes cinematográficos; llegan desde los campos más distintos: Imperio Argentina, desde un tablado de variedades; Mamchi Fresno, desde un aula tmiversitaria; Angelillo, desde un escenario de coplas flamencas. Y t o d o s ellos, sin e m b a r go, pueden dar bien ante la cámara cinemato-

''EL PROBLEMA DE NUESTRO CINEMA ES DE DISTRIBUCIÓN''

de su va* ilación, de su desorientación —y entra, ágil y consiente, en el camino ancho y clmu de lo (|ue es su historia verdadera. Queda a su espalda un pasado de incertidund)res, de errores. «Se aprende perdiendo», dice una vieja frase. Y para aprender, nuestro cinema perdió muchas veces, se aiTÍe,sgó en aventuras cuyo final tenía necesarianiente que ser lamentable. Un traspiés, una ceguera, una equivo<.'ación... Todo ello era, en fin de cuentas, la pérdida necesaria para el aprendizaje, el lógico zigzag inseguro \ deficiente. Todo primer paso tiene esa indecisión, esa desorientación. Pero nuestro cinema ha salido ya de esa hora primera (o quizá, más extictamente, preliminar). Acaso todavía el error y la inseguridad de antes den algún coletazo aislado. Sin embargo, el hecho cierto es que cl film español—y la afirmación no nace de ese fácil e inconsciente amor a todo lo nuestro—está en un momento claro y firme, de esperanza legítima y de justa confianza. La sonrisa incrédula que nuestra producción despertaba casi sicm|)re puede cambiar.se hov en un gesto de razonado optimismo. Excelente oportunidad, por tanto, para ha blar de nuestro cinema sin que ello jiarezca concesión inuu.tivada. Una de las más salientes personalidades de nuestro horizonte cinematogi-áfico, don Vicente Casanova, alma y guía de la Cifesa, va a exponemos su juicio sobre algunos aspectos del momento nacional. Su palabra es, entre las que pueden opinar sobre el tema, una de las más autorizadas, de las que con más atención deben ser oídas.

Palabras de DON VICENTE CASANOVA sobre el momento actual del film españo

Hall de un hotel céntrico. Las gruesas alfombras iuuortiguim los pasos. Llega, lejano, el ritmo múltiple de la calle. En un rincón, don Vicente Casanova habla de cine. Joven, menudo, de rostro aniñado todavía, de actitudes j)onderadas, gesto suave y hablar pausado, don Vicente Casanova da, sin embargo, apenas se ha hablado con él, una vigorosa sensación de acción y de optimismo. Para muchos—el tópico todavía—, un hombre optimista y de acción es el que habla y gesticula mucho, el que alborota, el que manotea. Se confunde la acción con el raido. Pero, en realidad, la acción verdadera y fecunda es esa otra de los gestos suaves y ponderados, de la palabra justa y medida. Y en este sentido, tras el hablar pausado y la reposada actitud de don Vicente Casanova palpita un magnífico dinaruismo. —Gran momento, es verdad—dice—, para nuestra producción. Ha pasado la aventura de aquellos primeros pasos. Nuestro cine ha adquirido la conciencia de su camino y de su responsabiUdad. Yo, naturalmente, soy un convencido firmísimo del gran porvenir del cinema español. El público ha respontüdo en cuanto se le han ofrecido producciones de cierta jerarquía estética. Insistir en ese camino, perfilarlo, mejorarlo, es lo que queda por hacer. Las idtimas experiencias confirman plenamente ese juicio mío. El hacer cinema español es ya negocio. Y yo creo que nuestro problema actual es, sobre todo, de distribución. Sí. Verá usted. Freííuentemente, la llamada aguda del teléfono requiere a don Vicente Casanova. Es compleja una organización cinematográfica como esa de que él es timonel: consultas, gestiones, detalles. —Decía que nuestro problema actual es de distribución. Porque una buena distribución de la producción redunda, necesariamente, en beneficio de ésta, y es un estímulo poderoso paia ella. Cuanto mejores sean, merced a esa buena

labor distribuidora, los residtados económicos de ; una película, más se esfoi^zará, después, la enti- : dad productora de ésta en cuidar sus nuevas creaciones. La admirable distribución de las Casas norteamericanas ha permitido invertir en sus películas esas grandes cantidades que nos parecen fabulosas. —Habla usted de Norteamérica, ¿Cree que en el porvenir se resentirá su producción ante la competencia del fiba europeo? —Desde luego. Se está resintiendo ya, Y es que el film francés, o alemán, o inglés, está, lógicamente, más cerca de la sensibilidad europea que la producción americana, tan llena de absurdos muchas veces. El cinema de Europa es más sensible, tiene más espíritu, más calor de humanidad. Hay una clase de películas americanas que yo creo llegará a desaparecer totalmente de los carteles europeos: esas, de tipo medio,

gráfic-1.

—¿Y en cuanto a la actividad distribuidora de Cifesa? —Apresuraremos su ritmo notablemente. ¿Usted imagina el magnífico horizonte que supone, por ejemplo, para nosotros América, donde países numerosos hablan nuestro propio idioma? Cifesa establecerá muy pronto una sucursal en la Argentina, en combinación con la Ufa. Dentro de este año, naturalmente. I^ograr una buena distribución de la producción española en .\mérica será de capital importancia para nuestro cinema, y significará, por consecuencia, un enorme avance en la calidad de esa producción. ¿Ve usted cómo, en fin de cuentas, el problema de nuestro film es vm problema de distribución? El cinema sonoro ofrece a España—millones y millones de seres hablan en el mimdo nuestro idioma—una serie de posibilidades auténticamente excepcionales. Una b u e n a distribución traerá, necesariamente, tma gran calidad en la producción. Ya ve usted, en este sentido, el gran camino que España puede recorrer. Al expresarse así—con palabras que son un índice magnífico de esperanzas y posibilidades, un ejemplo vivo de dinamismo y de acción—, no ha alterado don Vicente Casanova su hablar reposado, su actitud tranquila, toda la suavidad de su ademán y de su gesto. Ha hablado lentamente, sencillamente. Mas pocas veces como ésta una palabra es reflejo de una acción. Con capitanes como éste, Don Vicente Casanova, conla nave de nuessejero delegado de la gran tro cinema llegaeditora nacional Cifesa, curá—no h a y avenyas interesantes declararioiies acerca de la producción tura en el pronósespañola recogemos en esta tico—al puerto del página triunfo definitivo. POT. VIDEA


C

Colbcrt, acttíz siempre eu primer plano, ha cobrado últimamente una mayor actualidad merced a su trabajo en algunas recientes producciones. Su gracia femenina, su perfección, se han puesto de moda. Se lleva hoy la belleza «a lo Claudette Coibert». El triunfo de la gran actriz sale de la pantalla y entra l u la vida misma; sou nuichas las mujercitas que aspiran a reproducir en sus rostros esa belleza — toda expresión \ feminidad — de la intérprete de Cleopatra. En Claudetti se unen felizmente las calidades que en otras artista.están dispersas; hay en ella una linea airosa, ponderada, y una sonriente perfección en el rostro y una autén­ tica elegancia llena de acentos nuevos. Esto en cuanto a la mujer. En cuanto a la artista, están vivos varios éxitos suque han confirmado ante el umndo cinematográiicu la flexibilidatl de su gran temperamento. Ella ha sabido encamar admirablemente toda la seducción, toda la fascinadora belleza y todo el mágico poder de Cleopatra. Su arte — como su figura y su ros­ tro—tfstá lleno de feminidad, y tiono on esta femini­ dad su secreto mejor. LAUDETTE


cUvBiqituiUXA

c<yH4e4i^4eúm4iM

P

oco tengo que decir. Mi \i<la, aunque dinámica, porque me gusta cl movimiento, la acción, no tiene violencias ui grandes explosione.s. Además, me «coloqué» pronto; de modo que mis comienzos fueron tan breves que quizá por eso carecen de interés. Falto tiempo para que me ocurrieran cosas. Una película, una sola, me elevó al rango de estrella, acabando así con la posibilidad de una vida agitada. De la Universidad a las "varíeles" —Nací el año 1905. Esta es la verdad. Tengo treinta años, ni más ni menos. Y vi la luz en Nueva York. Empecé a estudiar en la Universidad de Boston; pero pronto, arrastrado por mis aficiones artísticas, dejé los libros, y, formando un cuadro de variedades, me lancé por los caminos del mundo. Estos «caminos del mundo» eran los de algunos Estados. ¡Pero si ustedes supieran qué largos! En fin, actué en distintos teatros, hasta que, atraído por el cine, me fui a

\

Charles Farrell Hollywood. Y allí, para subvenir a mis necesidades, tuve que trabajar de «extra». l u h a m b r e de p u ñ o s

—Sí, señor; a pesar de mis ambiciones, de mi juventud fuerte y optimista y de mis puños, puños formidables, de aficionado al deporte, yo no era más que un «extra», hasta que Marj' Pickford me eligió para un papelito. Pero no hizo la elección porque viera en mí condiciones de artista, porque hubiera descubierto en el joven «extra» un posible grau actor, sino simplemente porque era alto y fuerte. Es decir, por mis puños. Esta es la verdad, la amarga verdad entonces. La célebre estrella necesitaba uu hombre de puños vigorosos para la película Bosita, y fijó los ojos en mí. Y asi obtuve el primer papelito. No me de-animé. Por el contrario, vi en aquella circunstancia una posibilidad de llamar la atención de los directores. Y tanto empeño puse en mi trabajo, que pronto me dieron otros. Todos eran insignificantes; pero, al fin, pnpelitos.

que me arrancaban de la turbamulta de los «extras». t^l artista Bl(|uílado

—Por ídtimo, la Fox me dió un papel breve, pero importante, en Tragos de amargura. Y aquél fué mi primer J»"*"* r . a y n o r paso. Estuve tan acertado, que me firmaron un contrato por cinco años. .\ los pocos días de firmarlo, la Casa Fox, dueña de mi trabajo durante aquellos cinco años, «me prestó» a la Paramount para que desempeña.se el papel principal en La fragata Constitución. Esta práctica de «alquilar» sus act^jres proporcionaba a las Casas productoras lucrativos negocios. Apenas un actor se destacaba, era contratado, por un sueldo bajo y un regular número de años, por la Casa que lo descubrió o fijó los ojos en él. Aceptaba el artista, encantado, porque el sueldo le parecía elevadísimo en relación con el mísero tle «extra», y de¿de aquel momento la Casa contratante podía alquilárselo—prestárselo decían^—á otra. Y lo prestaban en una cantidad diez y doce veces mayor que su sueldo. Se dieron casos de a c t o r e s contratados por cien dólares semanales que fueron «prestados» a otras por mil. Satisfizo mi trabajo en La fragata ConstUuciím, hasta tal extremo que la misma Casa «me alquiló» por segunda vez, para desempeñar el personaje central de Los voluntarios de Rooserelt. Y filmando esta película estaba en Tejas cuando recibí un telegrama de la Casa Fox, anunciándome que había sido elegido para desempeñar el papel de «Chico» en El séptinw cielo. Era lo esperado, lo deseado, lo ansiado durante tanto tiempo con toda la ilusión juvenil de mi alma. Me quedé tan asombrado, y al mismo tiempo tan aterrorizado, al recibir la noticia, que hasta vacilé en volver a Hollywood. Era el difícil, el importante papel. El éxito rotundo o el hundimiento total. En mi miedo, pedí consejo a todos mis amigo», y entre ellos a Jasón Rohards y John Gilbert. —¿Soy yo bastante actor para encargarme de este papel?—^les preguntaba. Me dieron ánimos, me estimularon, me alentaron. No debía vacilar; era la oportunidad soñada. Las palabras de los amigos me impulsaron; me decidí. Y dispuesto a salir airoso en el empeño, puse toda mi imaginación y toda mi alma en el personaje. Luego vino el éxito. Aquella película me elevó, me dió un nombre. ¿Leyendas? —Y también me dió una leyenda. L^na leyenda que se tejió en redor de mi nombre y del de mi compañera en aquella obra, la diminuta y encantadora Janet Gaynor. Se- nos vmió desde aquella película, trenzándose con nosotros tantas leyendas, doradas unas, dolientes otras, que es inútil que yo las salga al paso. Ahondaron tanto, tan fuertes se hicieron, tal consistencia tomaron a los ojos de la gente, que sería vencido por ellas. Es preferible dejarlas. Con el tiempo se verá lo que de ella queda. VÍCTOR GABIRONDO


Paúl Horbiger f'< uno de ios actores actuade má* legitimo prestirio: su arte inteligente y

H^rio. su dominio

de la ca-

M§tterizaeión, sus admiraoles recursos expresii'os, le han situado, con toda justi­ cia, en la primera línea de los actores cinematográ­ ficos


I AN hecho falta varios años, y el ejemplo J dado por los americanos, para percibirse que la risa radicaba en el artista y que lo cómico simplemente es inutilizable en la pantalla. La fónnula cómica existe, de la misma manera que existe la fórmula dramática; pero cuando la atención del director se apoya únicamente en ella, vemos que los efectos obtenidos conservan en el film un estilo teatral, un molde litetario. El film cómico, más que ningún otro, debe de estar desligado en absoluto del teatro. La risa no puede ser fotografia/la. Repitamos una vez más que los americanos han sido los primeros en ver claro sobre este punto, dejando al actor cómico en la mayor libertad posible y no concediendo al argumento otra importancia que la estrictamente necesaria, y adaptando éste al carácter del artista. Cíomo comprobación de lo expuesto, puede el lector recordarse de los films de los grandes cómicos de la pantalla: Max Linder, Laurel y líardy, Buster Keaton, Harol Lloyd, Charlot, y verá cómo en su memoria se le ha quedado grabado más bien el recuerdo de los artistas en determinados felices momentos y su manera típica de impresionarnos, que los asuntos o argumentos que los mismos interpretaban.

Max l.indcr

por decir así, en la ob.scuridad que precede a la vida de la pantalla. A menudo se alejaba del asunto, tomando en trágico lo insignificante, tratando lo grave con ironía, prestando toda su seducción y los hallazgos naturales de su naturaleza a las exigencias del objetivo, quedando, en fin, sometido a las leyes de su propia e inteligente mecánica. Pudo ser un poco flemático, tener un grano más de locura artística. Pero tengamos en cuenta su nacionalidad y la época en que vivió. En arte no puede exigirse todo. Fué un gran cómico y un artista precui-sor del actual arte cinematográfico. Laurel-IIardy

llarold Llovd

Max Linder En Europa este actor ha sido el primero a comprender el género cómico en el cine y en imponer su personalidad. Vio las cosas simplemente, y también supo ver el movimiento. Le hicieron encamar personajes en argumentos que tenían lo que los franceses llaman sprjt; pero le permitieron aislarse dentro de sí mismo, limitándose a dar los pocos detalles que debían de retenerle dentro de la acción. Se especializó en el género clásico a corto metraje, la comedia fina, ligera, en la cual él se proligó con desenvoltura, rompiendo en la pantalla con todas las normas teatrales, que lógicamente parecía debían de retenerlo. Fué el primer cómico francés q u e , abandonando lo s e r i o , se transformó. Buster Keaton

Podemos citar a estos dos artistas como si se tratara de uno solo. El acoplamiento de las dos personalidades les es tan indispensable, que al suprimir uno de ellos, desnutriríamos enormemente la fuerza cómica del otro. Del contraste físico y de estilo en uno y otro nace lo que existe en ambos de pura comicidad. Esta comicidad la percibimos más que la vemos; es, por decir así, un tercer personaje nacido entre ellos, y la fantasía del espectador interviene mucho sobre este punto. Ea lo cómico, como en todas las cosas de la vida, es el contraste lo que hace que éstas adquieran un mayor relieve a nuestros ojos. A pesar de que casi en todos sus films las «situaciones» son las que predominan, late siempre alrededor de ellos una fuerza cómica sana, simpática, que emana exclusiva y personalmente de ellos mismos y de la oposición aludida de los dos personajes. Buster Keaton Debemos de reconocerle el haber creado un tipo de cómico absolutamente diferente a todos los otros. Su impasibilidad, la corrección en la indumentaria y otros detalles suyos característicos, han llegado a hacer decir en algunos momentos que a este actor podía comparársele con Charlot. Por mi parte encuentro que hasta hoy no hay artista alguno que puede comparársele, ni remotamente, al más grande cómico de nuestra época Buster Keaton es el hombre frío que en el primer momento no nos causa risa algima. Se mueve siempre en el absurdo, y es más cerebral que humano. Su comicidad va siempre paralela al argmnento y vale solamente tanto como valga éste. Buster Keaton es una idea; es simplemente el alma del argumento en el cual él evoluciona. Los accidentes del mismo lo zarandean de un lado para otro, sin que él se atreva a inmovilizarse o a rebelarse contra él. Es un «truco» dotado de movimiento. Si en películas como El navegante o La ley de la hospitalidad llegó a rayar a gran altura, causando la admiración del público,


Charlie Chaplin

Oliver llardy y Slan Ijiurel

es que el argumento lo sostenía; el dia que se hunde éstt . él se hunde con él. Harold Llovd Haciendo una pirueta, se trasladó del teatro a la pantalla. Pertenece de pleno a lo que podríamos llamar lo «cómico cinematográfico absurdo», que ha llegado a obtener tan extraordinaria acogida en el público, porque el hombre prefiere reír que llorar, y porque él no distingue entre el arte \ el placer, considerando esto último nmcho más importan De aspecto simpático, encama el tipo perfecto del buen muchacho americano, habiendo recibido desde sus primeros films una magnífica acogida en el cine. En las películas de Harold Lloyd es una asamblea, vma ciudad, la sociedad entera que parece haber adoptado una nueva manera de ser, una rigidez momentánea. Por poco que él mueva con naturalidad y que lleve a cabo en el absurdo los actos que un universo normal exige de él, el héroe de la aventura conocida, que no se puede terminar de otra forma <]\}e en persecuciones y en carreras, se hace pronto dueño de una sala que ha seguido los progresos de la fantasía con atención desde las primeras imágenes. Charlie Chaplin Preguntadle a un niño de cualquier país si le gusta el cine, y contestará inmediatamente: Charlot. Indiscutiblemente, es él el que de todos los artistas (comprendidos todos los géneros) ha llegado a emocionar más profundamente al públlico. No todo el mundo lo admira por las mismas razones; pero su comicidad está formada de una esencia tan htP mana que en el fondo encontramos trazas de amargura y

hasta de cmeldad. En catla uno de nosotros existe un Charlot, puesto que él mismo no pertenece a nadie y no depende de nada. Lo cómico es nn fenómeno completo, y las explicaciones más justas no pueden ser dadas más que durante el momento de su duración. Cuando s e t r a t a de Charlot, el problema resulta aún más complicado, pues él no es solamente im actor, sino también un pensador. El ocupa en el mundo cinemat(^áfico un lugar aparte, el único que de derecho le corresponde. Ha l i b a d o a saber obtener efectos cómicos de un cierto número de situaciones tan graves que a punto fijo no sabemos a qué atribuirlos. Escapa a la crítica, puesto que parece que se exjiresa a sí mismo. Si los otros dependen en cierta forma del argumento que interpretan y siente en actor, Charlie Chapín lo vive, y parece que lo hayan filmado en el momento de vivir su propia existencia. Chapl n es un poeta. El verlo trabajar con todo su corazón y su romántica imaginación es un ) do los espectáculos más impresionantes que se han visto. Tanto si es moviéndose entre los hombres, < ue dejándose ir a la farsa grecolatina, o en medio de un despoblado decorado, él siempre es ynieta, hasta cuando por movimientos sucesivos y mesurados la poesía exige de él que llegue hasta la bufonería. No le es necesario entonces más que un segundo, un gesto insignificante, para recordamos que él no se burla de nosotros, que es biín él, el mismo de .siempre, con un corazón parecido al nuestro. Chapl n es un contemplativo y im vagabundo. Ha ejercido todos los oficios y se h a encontrado en todas las situaciones posibles del repertorio humano; de ahí viene su saber. Igualmente ha experimentado todas las emociones conocidas, y su coraz ó n seguramente está Ue no de pesares; de ahi viene su p o d e r sentimental. E s u n o de los más grandes psicólogos conocidos y el humorista más grande que ha existido. E s moderno s i n pertenecer a ninguna escuel a Detrás de s u s piruetas h a y siempre alguna c o s a q u e viene de su corazón, y que se dirige al nuestro. Los ojos de Chapl n son a m e n u d o tristes, y mientras tanto, su cuerpo se agita bajo alegres ritmos. Piensa en p o e t a y gesticula en acróbata. El sabe hacer desatar la risa, y cuando h e m o s reído mucho, al final nos encontramos e m o cionados. N o nos preguntemos por qué, A. .MU.MPLET Poríí, 193.5.


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F.ste TRAJE |iara FL íé q"<EXHILM- S i l v i a SidiM-y Ae. u n a ^ran niuderniduil y iliuu üunrentu «chir>

1.a liellt'xa de t»live Junes, la notable artista d e l film, se realxa con esta elegante «toileUe» de noche

quien la adopta. Pues bien, este propósito nuestro, la finalidad primordial que persegunnos con esta sección, no puede en ocasiones llevarse a cabo del modo eficiente que anhelamos porque las desconcertantes y diversas teorías que en materia de elegancias se suscitan a cada nueva estación hacen irrealizable nuestro deseo. Tú misma, lectora, a quien suponemos perfectamente capacitada })ara discernir un criterio en este .sentido, experimentarás las más de las veces una desconcertante perplejidad al comprobar cómo dentro de las líneas generales que la moda sugiere cada temporada, no se concreta ni se determina uua norma fija. Por el contrario, CS FREcuentísimo observar las más antagónicas y dispares orientaciones. Parece como si la moda, habiendo advertido en la mujer aires de independeucia, de rebeldía, que antes librábase mucho de exteriorizar (-uando de elegir su vestuario se trataba, ha resuelto dar gusto a todas, brindándoles una tan copiosa divei-sidad de estilos, de IRIFLUCNRI.IS \- DO OVOIACINNCS, ([IIC HCLMII A INNDINII- UNA verdadera desorientación. J\n quó .sentido orionlai. |i*IC.-, uue.slra.S palal.nas? ¿A(;ÍU;O IKJ» CS dable, dentro del


en grado sumo, a d q u i e r e n muchas veces, al pasar por el prisma de los costureros norteamericanos, cierta irrespetuosa audacia, cierto gracioso desenfado, que determina, en ocasiones, verdaderas trotirailles. Y si a esto se añade que el vehículo divulgador de esas creaciones es el cinematógrafo —sugestivo salón de modas de horizontes ilimitados—, cuyas vedettes—bellos, escultóricos y palpitantes maniquíes plenos de seducción —, exhiben desde el uimérico mundo de la pantaa las obras que sus bocetistas de elegancias extraen del venero inagotable que Europa les brhida, hallaréis la explicación de por qué en ocasiones, y no eon absoluta exactitud, se oye decir: «Parece .ser que este año la moda yanqui preconiza tal tendencia...» En realidad, no hay tal moda yanqui. La sede ' suprema de la Moda, de la elegancia femenil, sigue, hoy como siempre, establecida en esta vieja y querida Europa nuestra...

breve espacio de que disponemos, hacer el análisis minucioso y detenido de cada una de las diversas modalidades que la moda nos brinda? Imposible. Por eso limitamos hoy nuestro trabajo a dejar consignado, simplemente, el espirito de diversidad que actualmente registra la moda y a oírecer unas cuantas muestras de la inventiva modisteril norteamericana. De propósito hemos elegido para e lo as creaciones naás diversas y heterogéneas. Toda la gama de la elegancia está compendiada en estos modelos. —^Pero—preguntaréis—, ¿es ésta la verdadera moda norteamericana? Y tendremos que contestaros, a fuer de sinceros: —No, ciertamente. Y no es ésa la verdadera moda norte-

S

An Dvorak, gráril y esbelta, luee aqui una <tenue» en «crepé salúi'. ~ •boardadas blanco, con flore»

M. Genevieve Tobin. con un sencillo traje de calle, elegante y señoril

«I

Con este traje elegantísimo, Claudelie ("oiberi evoca la» «toilette», suntuosas y espectaculares de ^Cleopatra». su magistral creación

americana, porque—digámoslo de una yez—la m o da norteamericana no existe. En puridad, ella no es sino el reflejo de la moda europea, refinada. chic, espiritual, única... ¿Qué importa que también a ella le alcance, en ocasiones, la influencia del desconcierto que ahora rige al mimdo? Pero, con k todo, nadie hasta ahora le ha arrebatak do el cetro de la exquisitez, de la distinción y del refinamiento, que son .sus H^^^^ características. ^^^H^^^^^^ Ahora bien; es innegable ^ ^ ^ ^ ^ B ^ ^ ^ L que esta distinción, quisitez, esta fiímra que la.s creaciones om-opeas poseen


I F E S N LA ANTOUCnA LOS EXITOS<' 1 1 w o •

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PELÍCULA

I N S P I R A D A E N LA V I O A DEL «REY

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En plena actividad

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A celebración del J cuarto Concurso del mejor J'ilra amateur ]9;5ó se acerca! Y la proximidad de esta máxima competición mundial se traduce en todas las naciones participantes en la celebración de sesiones para seleccionar las mejores producciones que en su representación deben reunií-se en Barcelona para disputarse delante de un Jurado internacional la supremacía a r t í s t i c a del cinema amateur mundial. Esta fiebre de las sesiones preseleccionadoras también se o b s e r v a en n u e s t r o país. En la pasada semana, además de la quinta sesión de fallo cel Cuarto Concurso de Cinema «Amatein» que anualmente organiza la sección de cinema del C. E. de C , se celebraron otras dos interesantes sesiones correspondientes, respectivamente, al II Concurso de la A. de C. A. y al Cinemátic Club «.amateur) Otras nmchas sesiones se anuncian, las cuales reseñarán oportimamente nuestros colaboradores, de las cuales deben escogerse los films que los clubs respectivos aportarán en la sesión de selección final organizada por la revista Cinema Amateur y fallada por delegados de todos los clubs existentes, y de la cual salilrá escogida nuestra selección nacional para dicho Concurso. Quhita sesión dp fallo del Cuarto Concur^) de Cinema "Anialeur", en el C<>ntro Hxcursioid^ta de Cataluña Los films correspondientes a esta sesión fueron los siguientes: IM caza del conejo con hurón, Crucero sudatlántico, Mare-Nostrum, Estampes del Blat, Carrel y el film en colores De Barcelona o Port de la Selva. Bueno, bonísimo, este documental de la caza del conejo con hurón. Explicado con toda corrección cinematográfica y con una gran fuerza sugestiva, llegó a impresionar fuertemente al público. La fuerza e n K x i o n a l cpie contiene el film nos dice mucho en favor del cineasta puramente considerado como a tal. Quizá insiste demasiado en las escenas de tiro a los conejos fugitivos, sin que por ello el interés decaiga ni un sólo momento. Crucero sudatlántico, film en tres bobinas, desarrolla el tema con toda amplitud y logra momentos de un gran interés. Las escenas de la piscina del .iugttstus son las más sugestivas y bien logradas, de entre las muchas escenas que la visita a Río de Janeiro y Buenos Aires dan motivo al cineasta para lograr un f i l m ameno, d e l que sólo nos parece excesiva la inseguridad de la cámiu-a en las panorámicas.

Del tilín • l . e i l n i n l i v » , de t r a n r Í K e u

liislieri

l'Nocnas de pesca es el motivo central de MareAo.s/ruw, film que al lado de escenas de un gran valor cinematogmfi<"o presenta irregularidades técnicas y artísticas que desmerecen el film como obra de conjunto. Uno de los mejores film- de esta sesión fué Estampes del Blat. Con una soberbia y regular calidad fotográfica, el autor de este film logra vm perfecto documental del trigo, explicado con perfecto conocimiento de los recursos cinematográficos y del difícil arte del montaje de escenas. Seguridad en la cámara y en el decoupage he aquí el resumen de este film, logrado con toda la perfección que .sólo un gran amor por el tema y por el cinema pueden provocar. Carrel es un film científico, bien explicado y ccjustruído. En esta clase de film poca importancia adquiere la personalidad del cineasta, ya que solamente su abor consiste en la elección f e un campo visual concreto y apretar el botón de la cámara. Todo el interés de este film se concentra en el «otro» operador, el (ñrujano, haciendo de las suyas con el bisturí en la mano. Por último, se proyectó el film en colores De Barcelona a Port de la Selva, cpie resultó interesantísimo en su aspecto cinenuitográfico. El film es bien logrado, y a una gran seguridad de cámara pudimos apre<iiar una acusada selección de las escenas. En cuanto a la parte colorística de la película, logra momentos de una gran justeza y fideli(la(l. F^n res\nnen, una apreciable realización que confirma todos los entusiasmos y los recelos de los films en colores. \ DoMiNf;o GIMÉNEZ ] En lü .Isociación de Cinema "Amateur" Hecho público el resultado del II Concurso de dicha entidad, los organizadores celebraion su primera sesión, en la que se proyectaron films premiados y no premiados. El primer film del programa fué Cadaqués, un

documental de la bellísima población de la Costa Brava catalana. Este film es comentado con un speaker, sin que la excesiva literatura de sus explicaciones logren haéer desapercibible la irregularidad fotográfica (le la cinta. Siempre hemos miT <fi huido de las presentaciones pomi)Osas y de \ iJn.l>rai los titulares pretensiosos en los films amateurs, tan pcK'O en con.sonancia con el verdadero espíritu de este cinema, y más aún cuando el contenido de la cinta no responde a ta- ¡ les presentiu'iones. ^ Un sencillo y atrae- ; tivo argumento sirve i al autor de este film para presentamos el trabajo de unos pequeños actores bien intencionados en algunos momentos. Un film sin complicaciones ni grandes deseos. Señalamos, sin embargo, las escenas de la visión de las amigas burlonas en la mente atormentada del pequeño protagonista, escenas bien logradas técnica y artísticamente. En el film Moniseny anotamos uua buena toma de vistas. La belleza de los distintos asj>ectos de esta montaña es recogida por el cineasta y presentada con visible preocupación técnica. En efecto, los traspasos de las escenas abundan cn esta producción, dándole ima categoría que la misma abuudnncia de soluciones clestruye por completo. Do'> ¡lias , , / M c.> cl título del cuarto film juoyecitado en esta sesión, del cual cabe señalar únicamente la presentación de los característicos tipos del Norte de Italia. Poca seguridad de cámiua y un excesivo metraje de escenas sin interés docuruental ni fotográfico son la causa de la mediocridad de esta cinta premiada. ••Turistas en Mallorca" Sm duda, lo más difícil para el cineasta novel la decisión en sui)rimir todo lo malo que por muchas causas ha filmado. Este defecto jue señalamos en la cinta anterior podemos también repetirlo en la que nos ocupa. Cada escena mala que se quita de un film es vm grado más que en conjunto gana la producción. Basta un poco de atención y de sentido común. Turistas cn .Mallorca tiene escenas muy buenas, las cuales, libres de las pequeñas fallas que señalamos, quedarían valorizadas como merecen. AirotKwias aér,as es un reportaje de aviación de escaso valor por la poca pericia del cameramen en seguir las evoluciones de los aparatos. Señalamos, no obstante, el descendimiento de un paracaídas y las escenas finales del autogiro de La Cierva. Con el sul)título de Parodia de parodias presenta el autor el film X 4, no premiado en este


Concurso. Sin que pretendamos salir en defensa de este film, realmente poco afortuna do, contrasta la prodigalidad de ¡premios en films, sin otro mérito ni esfuerzo que una simple excursión o viaje, con la excesiva dureza con que se tratan los esfuerzos del cineasta, que pone toda su ilusión eu im film argumental. Claro que no basta «querer» hacer films arguméntales, ya que este aspecto del ci nema es el más difícil y completo, y en donde se comprueban los verdaderos valores. ¿Documental? ¿Argumento? Todo tiene su técnica y todo es difícil de tratar a conciencia. Pero siempre encontramos desproporcionada, delante os distintos esfuerzos que requieren estos dos aspectos del cinema, una misma rigurosidad de criterio. No comjcemos al autor de X 4; pero, sin iluda, contemplará con un píx-o de tristeza cómo el autor de im simple film de viaje recoge una recompensa, aunque pc<iueña, (jue se la niegan a él, a pesar de su esfuerzo, de su voluntad y de los aciertos que sin duda contiene el film. Y podría suceder que ello fuera la causa de un desaliento o, (juizá más aiin, la pérdida de un futuro gran elemento amateur, ya que se adivinan en el autor de este film condiciones y posibilidades. El film en sí no es que digamos de un gusto extremado; pero si tenemcjs en cuenta

la producción titulada Un as por amor, film que nada tiene de conuin cou el concepto independiente que en todo el mundo se da al cinema amaleur. Cinema anmteur no quiire decir «imita<MÓne del cinema comei-cial. Puede ser, no lo negain un a p r e n d i z a j e paia muchos que aspiren al profesionalismo; pero no su r a z ó n de ser. Siempre el c i n e a s i a amateur i-esultará ridiculo y pretensioso al intentar «copiar» los films comerciales de argumento. Sólo en 1 campo documental puede el amateur aventajar hicluso a los profesionales. No en los argmnentos comerciales. Kn Sabadell Di'l liluí -Ijiie Bari-inO'. de Ensebio Ferró

el subtítulo que lleva la producción, sin justificar la teatralidail de los actores, dan motivo a escenas divertidísima.s. .1. M.» B. Kn la sala Mozart Organiziwla por elemeutos del Cinemátic Club (Amateur», se celebró esta anuncimia sesión de cinema amateur, en la que se proyectarf>n los siguientes ñhus: T. S. H., lie Miguel Iglesias; Anwr sórdit, de .Juan Koig; Retalh Barcelonins y Cadaqués, sin nombre de autor, y como final.

MANÓ5 Y J O Y A S $EO ( HFUHDE« i U$AHDOL)í ,

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O r g a n i z a d a por la sección de Cinema del C. E. del Valles, de Sabadell, y a cargo de la A. de C. A., se celebró en la pasada semana una sesión pública de cinema awoícMr, en la cual, delante de numeroso público, se proyectaron los films siguientes: Jomada al Port, L'anell de la momia, Gestation d'un poem£, I^t-moiiv, Prometaje ideal. Anuir sórdid y IM vida privada del duque de Tona. La sesión resultó animada por la variedad de los films proyectados y por la calidad de algunos, no ayudada eu este aspecto por el proyei^tadü eu último lugar (primera proyección), de poca feliz realizaci(';n.

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H á g a s e uno fricción d e LECHE N A C A R A D A O E R M A S O L d e i p u é s d e l a v a d o s y secos c o m p l e t a m e n t e tus m o n o s . Q u e d a r á n e s t o s con todo e l bello a t r a c t i v o d e u n a m a n o b l a n c a , fina y s u a v e . P o r o e l cutis, lo LECHE N A C A R A D A O E R M A S O L e s t a m b i é n d e un r e n d i m i e n t o m a r a v i l l o s o ; I n d i c a d í s i m o c o n t r a los b a r r o s , e s p i n i l l a s , p e c a s y g r a n o s . A y u d o a l c i e r r e d e p o r o s y a l a p e H e c t a a d h e r e n c i a d e los p o l v o s . Vento en Perfumerías

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!^ólo una circunstancia fortuita viene a salvar ^ a la desventurada amante, y el amor, fuerza suprema, triunfa de la malevolencia de una rival que armó toda la intriga para vengarse. Asunto nada nuevo, si la novedad de un asunto hubiéramos de buscarla en la peripecia y no en el acierto y forma de exposición. A.sunto de Ótelo: un hombre que mata por celos. Con Ótelo coinciden en el asunto infinidad de obras, desde la mitología al astracán. ¿Dónde está, pues, la originalidad de Ótelo? ¿En el asimto, o en la genial creación de caracteres y en el contraste de pasiones? Pues eso, en otro plano artístico, claro es, puede decirse de Regina. Tiene novedad de forma y presentación dramáticas, unida a positivas cua-

Marj BriaiiH y John Darrón en «Noches de Montecarlo., que se estrena mañana en el Cine Kigaro

PRENSA • TrágiVa atraeeión'*

F

Noziére escribió su drama Cette vieille ranaille, como Sacha Guitiy Le lion et la j)oule, como Porto Kiche Vieil Homme, I orno... nuestro Camjjoamor tanta melancóHca do lora: «Las hijas de las madres que amé tanto...» Compasión y simpatía, y hasta un intento de reivindicación imposible del hombre que se empeña en perpetuar su fogosa juventud bajo las canas veneralbles, y a quien el pueblo ha llamado un poco brutalmente «viejo verde». Cuando este viejo es rico y, p(»r consiguiente, afortunado, se le llama con rencorosa envidia vieille ranaille, aunque .sea una buena persona, como el protagonista de Trágica atracción. Bien sabe el infeliz que nunca será amado, y perdona una y otra vez, con la amaina y trágica sonrisa, con la aparente insensibilidad del hombre que recibe las bofetadas—el drama de Andreiev es un convidaílo importuno en Cette vieille canaille, de Sacha Guitry—; perdona, decimos, una y otra vez, y se ve que perdonaría siempre, porque sabe que su única fuerza está en eso: en la obligada bondad. Triste virtud, que nace de la carencia de vicios que ya no se puetlen costear. No hay posibilidad de hacer simpáticas estas torturas espirituales de hombres que no han sabido retirarse a tiemjio. I»a Naturaleza, al verse desobedecida, se venga con lo grotesco. Cruel, sí, muy cruel. Pero todos los rebeldes sufren martirio. ¿Por qué había de establecerse una excepción en favor de los rebeldes a envejecer, orugas que se deslizan entre rosas, segiin la expresión de Larra? ^icaNANí)

Pero el argumento de Sacha Guitry h a tenido la fortuna de caer en manos de Anatol Litvak, un realizador con exacto sentido de lo que ha de ser el cine, cuando, por imperativos que no es del caso analizar, el cine se pone a glosar teatro y a prestarle todos sus medios de expresión artística y su rapidez y agilidad descriptiva. Hay momento—la sintética visión del viaje a través de varios países—de auténtico cinema. Y al trabajo del realizador se une, para hacer del drama de Sacha Guitry una pelicula excelente, la inteq)retación de Harry Baur, prodigio de naturalidad, de observación y minucioso estudio, en un carácter difícil y peligroso para un actor cualquiera; carácter propenso a caer en la abyección o en la pirueta sentimentalista; pero que, interpretado por el gran actor francés, se mantiene en un noble equilibrio de bondadosa comprensión y di.screto renunciamiento, que explican perfectamente el título. Trágica atracción, que se le ha puesto en castellano, dejando el de Cette vieille canaille para los maldicientes. El diálogo francés de esta película es conciso, nervioso, ágil y chispeante de ingenio. CALLA» "Regina" Bello poema de amor } Je dolor. Humano, apasionado y tierno como el alma de la mujer que lo inspira: una humilde muchacha que sufre por su amor cuanto es dable sufrir a un enamorado: la calumnia, y luego, la apariencia de infidelidad, con pruebas tan abrumadoras que, aun siendo inocente, la condenan a los ojos del amado, sin esperanza de reivindicación..

Vilma Vidal en una escena de «Diez días iiiillonaria» que se estrena mañana lunes en el Rialto


ner Oland, y su interpretación vale por un buen film. Los aficionados a este género de películas encontrarán en La huella digital todo cuanto ellos desean para pasar un rato agradable descifrando enigmas y temblando de emoción ante el problema que se plantea a sus ojos, y que, naturalmente, no se resuelve hasta el fin. Y el espectador que lo resolviere antes, buen discípulo de Carlie Chan será.

lidades de buen cinema, con una interpretación magnífica, en la que sobresalen Luisa UUrich, Adolf Wohlbruck y Olga Tschechova. En este mismo local se proyectó hace unos días, en función extraordinaria, Nuevas rutas, primer film de Intercambio Cultural Iberoamericano, que fué acogido con muestras de viva aprobación por el público. Se trata de una visión de España, en su doble aspecto artístico e industrial. Su realizador, Adolf Trotz, ha logrado un excelente documental, en el que se distingue, como intérprete de un papel cómico, Arturo Cámara.

PLEYEL El domingo 7 del actual se celebró en este cine la clausura del ciclo de cinema cultural y artístico organizado por Studio «Nuestro Cinema». Se proyectó Desnudismo, un documental magnífico, de realización anónima, dedicado a combatir las condiciones antihigiénicas de la vida en las grandes urbes y a exaltar la sana y provechosa influencia de la Naturaleza sobre el hombre.

ALKAZAR "Déjame quererte" Deliciosa opereta, realizada por Arthur Robinsón, con la agilidad, gracia y fina observación de Willy Forst en sus mejores momentos. La evocación de ambiente—una corte alemana del siglo xviii—es perfecta, lo que no perjudica ni a la frivolidad ni al humor del film, muy bien interpretado por Williy Fritsch y Tnide Marlén, como primeras figuras, con la colaboración de un buen conjunto, del que se destaí-a el gra cioso Paúl Horbiger. Agradable la partitura de Eduard Kunneke. Y la fotografía se sale de lo vulgar, para recoger en todo momento tanto el espíritu como la imagen de cosas y personas. FÍGARO

TIVOLI

L

"La huella digital" ¿Qué podía ser el film con este título sino otra aventura policíaca? La interpreta War-

• fagaiiiiii» es una pelírula de anibienle de ^poca y fastuosa realización, que Ibérica Films presenta mañana lunes en el Capítol

Una nueva sesión del Cineclub GECI J una nueva visión de buen cinema: Sinfonía de Budapest (estreno) y Tarakanora. Este film, estrenado en 1980 y acogido con merecido elogio por la crítica, ha envejecido mucho, y nos alegra sinceramente, porque esto demuestra los progresos vertiginosos—verdadero r i t m o cinematográfico—del séptimo arte. Viendo films como Tarakanom, excelentes un día, es como mejor se aprecia ese avance continuo. Sinfonía de Budapest es un documental delicioso, con certera y espléndida visión de lo que han de ser estas breves cintas dedicadas a divulgar tanto la parte monumental como el ambiente de los lugares que ilustran. A N T O N I O GU7.MAN MERINO

capítol MAÑANA

LUNES

ESTRENO

Un film de, amlnenle hlstóóco y fastuoja füierentacíóa COTV ÍAN PETMViCH-ElIZA ILIAP.O«THEO UNGEN-IVIARIA EflNG


Jn plebiscito de ar

"Apurar vMos pretendo, ya (pie me tratáis así. ¿(|ué delito cometí contra vosotros iiacicnd"".'*' .Nadie con Illas razóu (|ue el eineiiia español podría glosar esta inmortal redondilla enearándose eon los Poderes Públieos. Y podría seguir dieiendo: "¿Por qué me tratáis asi en mi propia easa? He venidb a dotar a España de un arte nuevo, tan feeundo en riqueza eomo en «mociones, y vosotros me perseguís igual que a un intruso tadeseahie. \'i siquiera me dais la satisfacción moral de una carta de ciudadanía que me distinga de mis colegas extranjeros. "En vez de ayudarme en estos primeros pasos de mi difícil carrera, que empieza siendo una competencia obligada con precursores y maestros, me abrumáis a tributos, como si tuvierais empeño en dificultar mi desarroir9. ''Olvidáis los valores espirituales tjuc represento y la noble y patriólíca misión que traigo al niundo de habla española. ¿Será posible que ignoréis mi enorme e incomparable poder de difusión? ¿Qué embajada más eficaz, más pacífica y elocuente que la mía? Y si safaréis esto, porque me resisto a creer que estéis ciegos con la ceguera más espantosa de todas, la intelectual, ¿por qué me tratáis como a bosque denunciado, bucnb sólo para talar árboles? "Pido justicia, nb protección. Dejadme vivir. Tengo derecho a \iwir sin trabas. Y os diré la razón: yo no soy granjeria de unos poeos, sino negocio de la nación entera. Seré el máximo exponcnle de inquietudes de nuestro pueblo, y a todos os interesa mi difusión. "Dejaos de tributos, mezquinos, además, hoy que empiezo a evistir. ¿Qué ganará el Tesoro Público cebándose en mis pocas peUculas? Echad cuentas, señores, echad cuentas, y veréis que lo único que lográis azuzando contra mí a los alcabaleros es dificultar mi eamino y, de rechazo, eegar una fuente de riqueza incalculable. Sf; dejaos de tributos y hablemos del interés nacional que yo represento. "Y sí no queréis oirine a mí, escuchad a quienes saben de esto más que vosotros: industriales, artistas, eseritores que han consagrado su actividad, su arte y su inteligencia a darme un puesto decoroso en el mundo." Así hablaría, sin agotar la nialctria, el cinema español. Por él lo harán en estas eolunmas de CI.\EGR.\M.\S todos los hombres de buena voluntad que representan la indu.slría y el arte de la naciente cineiuatografía española. Empieza el plebiscitó: A. G. comienza a tributar desde la primera malhadado impuesto del siete y mePsffa que España pueda tener una impuestos será mejor? ¡Para qué exhibición que se hace con la pelicula dio por ciento de las recaudaciones producción propia y digna de ella, engañarla al comienzo casi de Es de esperar que por nuestros de las peliculas. el Estado tiene sn vida! gobernantes comiencen a adoptarse Y digo algo, el deber de conJosé Santugini, Escritor. medidas que conduzcan al floreciporque la reductribuir al esfuermiento de nuestra industria; pero ción a la mitad, zo ímprobo del la primera es, sin duda, la desapaque e s l o que productor y del Jamás me he explicado que se le rición de todo gravamen especial, se espera como distribuidor, lipongan trabas a la industria. Pero que, además de injusto, ahoga toda seguro, es sólo berando de toque se lo pongan al cine, que tamposibilidad de fomentar nuestro justicia a medo g r a v a m e n b i é n es a r t e , cinema nacional. dias, pues al relos p r o d u c t o s -iri e x c e d e a toda Luis Sáiz, Director de Exconocer que el de las películas comprensión. clusive^ Diana. impuesto era in«dobladas» y los En el fisco y en justo y no pode las genuinael público hay L a reducción del siete y medio dia pagarse, ha mente españouna absoluta igpor ciento a la debido s u p r i las. n o r a n c i a de la mitad no me samirse r a d i c a l Las primeras, Jaime Salas v i d a y jornales Roberto Martín tisface, por dos mente, en lugar porque su transque d a el cine. razones: la pride dejarlo en el 3,75 p o r 100. formación se hace en España a S i s e supiese mera, porque es No deben cejar ahora las gestiocosta de grandes desembolsos, y las exactamente su insuficiente; y nes de los alquiladores, pues debe s ^ u n d a s , por eso, porque son esVidor, t o d o sela segunda, porcompletarse el proyecto de ley con pañolas. rían facilidades, q u e l a rebaja Roberto Martin, Presidente una aclaración en el sentido de que y el Estado, por s i g n i f i c a u n a la producción española y la hispanode la Cámara Sindical de concesión Serafín Balle.teroa añadidura, sería americana han de quedar totalCinematografía. q u e l l e v a iiúel pnmer benefimente exentas de dicho gravamen. ciado al favorecer una industria plicita el acataJaime Salas, Delegado en Es preciso que se modifique y de tan espléndido porvenir como la miento a un triMadrid de Atlantic Films. se c u i d e b a s t a n t e m á s l a prodel cinema buto que j amas ducción n a c i o n a l , p o r q u e h a s d e b i ó e x i s En todos los países se han preoM. Cantillo t a l a fecha, y Serafín Ballesteros, Funtir, por absurcupado sus Gobiernos de establecer a pesar de cierdador de los Estudios Bado e improcedente. De todos momedidas encaminadas a proteger su t a s opiniones, llesteros Tona-Film. dos, ¡del lobo un pelo!... comercio cinematográfico. En Espafalta m u c h o M. Castillo, Representante ña, quizá por no h a b e r meditado para l l e g a r a en Madrid de la marca nuestros gobernantes sobre este iradonde, sin ninGravar con tribute un arte que. Febrer y Blay, S. A. p o r t a n t i s i mo gún género d e como el cine, es asimto, no exisdudas, se puede h o y e n todas Indudablemente, hay que protete una ley d e l l ^ a r . Naturalpartes el mayor ger l a produc^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ )rotección para mente, p a r a e x p o n e n t e de ción cinematoa industria ciesto también es cultura y an gráfica españonematográfica preciso el ampavehículo insosla; hay que proro y la protec pechado de proespañola. tegerla, aunque ción d e l Estapaganda nacioSe habla del sólo s e a para do, dejando linal, es una políretraimiento del F.mesto González bre a la producno dejarla vivir ' ^^P^^^^^^H tica t a n desascapital, y es nación nacional de toda clase de iml u ^ o a fuerza trosa como sería t u r a l q u e asi puestos, y más del que se viene pade gravámenes. la descerrar essuceda, p u e s gando como impuesto d e UtilidaLa supresión cuelas y dificulhay que tener des, cuyas utilidades yo no veo por • de ese 8,75 set a r la expor@Q c u e n t a que ningún lado. ria, pues, ideal; t a c i ó n d e li- Fernando D e l g a d i , . además de todas Ernesto GonzcUez. pero... ¿no creen bros. l a s tributaciou s t e d e s que nes que pesan sobre cualciuier induscuanto , x cSantunni . •• . antes . ,se Joaé Por fin h a n dado algo de resultaFemando Delgado, Directria, existe una tributación especial acostumbre 1 a * do las continuas y desesperadas gestor. que grava, no y a los beneficios, sino producción nacional a l pago de tiones realizadas en contra del las pérdidas incluso, puesto que se

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Q.Í(kM

ikcr dj¿

— He aquí el rostro auténtico de Conrad Veidt, el gran actor del cinema europeo, libre del maquillaje y de las caracterizaciones • través de las cuales nos es conocido

Una de las caracterizaciones de Conrad Veidt en «Ambición»

Se ha hablado demasiado de caracterizaciones en el cine, y se ha dado excesiva importancia a intérpretes bien pertrechados de audacia y de maletines de maquillaje, pero sin otro mérito personal que el de ser tuertos en pais de ciegos; es decir, haber comprendido, con comercial oportunidad, que no ser «bonito» en la pantalla, sino todo lo contrario, buscar las más feas y repulsivas máscaras para la actuación ante las cámaras de rodaje, ofrecía horizontes vastos de medro y de popularidad, precisamente porque esta clase de gloria no parece tan sugestiva como la de los galanes o la de los actores cómicos, y se apetece menos. Los artistas de la caracterización no sufren competencias despiadadas, porque la mayoría de los aficionados les conceden una importancia gratuita, suponiendo que su labor está llena de dificultades y que requiere una técnica de veteranía gloriosa. Bien pocos sospechan que el éxito de los pretendidos «magos de la caracterización» se debe, casi en exclusivo, a los anónimos artistas de los «cís, los obreros que hacen y colocan pelucas y combinan los colores del maquillaje; en una palabra: a los modestos ayudantes, que no reciben jamás ni un átomo del triunfo del «genial actor», a quien todo se sirve con


cómoda exactitud, para que con su sola presencia en la pantalla, dentro de los films truculentos, produzcan un calofrío de pavor en las salas de proyección a que acuden los auditorios ingenuos.

Es difícil, sí, ser actor de carácter, tanto en el cinema como en el teatro, o quizá más. Ex-; presar situaciones complejas y críticas del «yo»* con juego óptico o muscular, con «reflejos de alma», con sentimiento e inteligencia, con temperamento y autosugestión. E^o sí es arte. {Ei Emil Jannings de Varieté, por ejemplo; el Wallace Beery de / Viva Villa! o de Champ.) Pero desfígu-

las figuras que haya de encamar. F^e hombre se llama Com-ad Veidt, y es el actor europeo de más distintas y valiosas facetas. Sus múltiples cualidades le permiten abarcar las más opuestas psicologías y los más complicados personajes, imprimiendo a su trabajo perfecto un sello de propia e indiscutible creación. ¡Conrad Veidt! Un n o m b r e prestigioso y admirado; pero no tan pop u l a r que acuda a los labios de la m a s a sin una previa búsq ue da de recuerd o s, s i n u n es-,

se el ^ rost r o hast a el extremo de no p o der d a r matices de expresión a la fisonomía, limitándose a un solo efecto, en el que cooperan la «tracatura» y las luces, eso no es arte. Arte de intérprete que apresa un personaje y lo hace suyo, en cuerpo y alma. Arte de actor, en suma. ¿Cuántas veces no hemos leído que Zutano de Tal es un «mago de la caracterización», un hombre de cien o de Qúl caras, un fenómeno Ofrecemos a nuestro» del cambio de personalilectores en esta p i f i dad? na tres admirables faY lo peor es que, al cetas del arte maravilloso de que bace gacompás de las lógicas prola Conrad Veidt en pagandas de la industria «Ambición» del cine, se imponga como arte, como dechado de maestría, un oficio mecánico y artificioso, sin mérito alguno, propio de fiesta carnavalesca por su aparato, siempre grotesco. Y, sin embargo, rara vez se ha oído entre nosotros una recordación del único artista de las caracterizaciones cinematográficas, del actor que puede ser reputado como «mago auténtico de la caracterización» porque no deja de ser actor, en naodo algxmo, bajo las pelucas, el mástic y las pinturas. Al contrario, en él todo bagaje artificioso, toda máscara, es un aliado fiel y sumiso de su arte, porsonalisimo siempre, a través de

fuerzo mental. A Conrad Veidt no se le ha llamado todavía—por suerte— «el hombre de las mil y )ico de efigies». Podría lamársele «el actor de las sensaciones infínitas». Pero esa denominíición y a no llegaría al vulgo, que quiere que su saber le entre por los oídos y no por los sentidos. Nuestro deber, hoy, es hacer justicia al artista magnífico que sabe caracterizarse tanto y tan bien como el primero; al actor prodigioso, que no hace de la caracterización ima ley, una dictadura, sino un recurso accidental. Conrad Veidt se maquilla, pero no es una máscara. Late bajo sus caretas su espíritu vigoroso de compositor de tipos humanos. No se le escriben papeles ad hoc para su facilidad en desfigurarse, en hacer desaparecer su pro-

f


cUxjuframaA pia fisonomía; él se caracteriza porque el papel, no de acuer­ do con sus medios físicos, lo exige. Que no es lo mismo lucirse que sacrificarse, tanto en el arte como en la vida. El caso de Conrad Veidt es único en el cinema, porque sus caracterizaciones no son el fin, sino d medio para conse­ guir sus sólidos triunfos, que se cuentan por actuaciones, sin un descenso en su carrera laboriosa y eficaz. Su caja de maquillaje no ee el «sésamo, ábrete» que le proporciona las victorias más legales del cine; es, si acaso, el vehículo conductor, el material que las esboza, pero no el todo—la inspiración, el espíritu y la inteligencia—que las construye. Conrad Veidt, además, no es el actor obstinado en un solo tipo. (Porque hay ar­ tistas que a lo largc de su labor no hacen sino repetir tma creación afortunada.) Con­ rad Veidt ee también el intérprete lleno de nna magnífica diversidad, de ima rique­ za de recursos y de matices qne le permiten abordar con el mismo acierto perso­ najes de u n a psicología muy distinta, de un aspecto y de un espíritu profunda­ mente diferenciados.

El certero lápiz de H e r r e r o s , el gran dibujante, ha capta­ d o , ron fidelidad admirable, loa rasgOH fitionómicos de Conrad Veidt

• • El hombre qm rie fué u n a revelación. Raspuiín, un asombro. Conrad Veidt, hasta en papeles de segundo orden, que no rechaza porque no co­ noce la soberbia y porque su mayor orgullo es el de su disciplina, produce siempre una emoción inolvidable, que se graba con caracteres decisivos. Es el actor de poderosos medios de expresión que, al natural, sin maquillaje alguno, puede c o n s ^ u i r u n a realización perfecta de tipo simpático o avieso, de hombre bueno o de asesino. Sus facciones tienen una flexibilidad que lo permite, sin más esfuerzo que el de su atención; su espíritu posee una agilidad que le sitúa a cada momento de su tra­ bajo, a cada distinta escena, en el lugar exacto que por la psicología del tipo le co­ rresponde. En Ambición, su último trabajo para la pantalla, Conrad Veidt abarca las más encontradas y peligrosas situaciones de actor; a lo largo de la acción, pródiga en emotividad pura, sin «truco» ni «latiguillo» alguno, aparece ca­ racterizado de varias maneras, desde d galán al numstruo. EIn todas es sincero, grande, eficiente, magistral. Nadie h a he­ En «Ambician», el arte d e C o n r a d cho, hasta hoy, nada parecido. Veidt logra su má­ Los públicos se rendirán ante la varita encantada de este xima culminación. auténtico mago de la caracterización. He aquí otra foto del último film del genial artista |^

SANTIAGO

AGUILAR


-CHON

MIGU9L


Ua|Ík(kM/lX NOSS[CK,ídkaiof fioi Antonio Lopes Riveiro

C I N E WA T O G R A F 1 CA *

H.daCOSl[JÍ AV.PI7IVIAP>6ALL.I7.*MADMD.

IM( G N 8 A M A Ñ A N A

L U N E S

Estreno de lo interesonfe

producción

f í g a r o MAÑANA LUNES LA PRODUCCIÓN

"MONOGRAM"

HOtlll!! Edmund LOWE YutorM^LAGLEN Un asesino desconocicfo

BASTA

4 #

Un drama

emocionante

INTÉRPRETES:

Mary y John

Brian Darrow

DISTRIBUIDA E .

POR

G O N Z Á L E Z


(Algcmesi) Muy agradecidos a las indicaciones que nos hace, con lo cual demuestra su interés por nuestra revista. Si examina el desarrollo de nuesti as secciones, verá cómo están puestas en práctica las sugerencias de su carta JOSÉTORTAJADA

(Toledo). Lo que usted se piopone, m= Querido amigo, es lo que se proP>nen millares de hombres y mujeres de todo el mundo. El Wedio—para el que es artista— es bien sencillo para muchos; Pero... para otros, imposible. No haga caso a esos a luncios, pues es lo que usted me indica en su carta. Se llama verdaderamente Magdalena Nile del Wo, tiene veinticuatro años y "üde 1,58 de estatura. Puede escribir a Cifesa, Avenida de ' duardo Dat), 3 4 , .Madrid. ARMANDO

DUVAL

MIMÍTIATO (Madrid).—Eras« una vez un vals tiene el siguiente reparto: Rudi Moebius: Rolf von Gcth; Ella: Martha Eggeith; Lucia: Rizzi Natzier; Gustavo: Ernst Verebes; El asesor: Julius Fiankentein; el Padre de ella: Patil Horbiger. Este reparto se lo enseña a su hermano, 1 «cabezotilla», y s e dará cuenta que tenía usted razón. Hasta utra.

(Valencia).—Con mucho gusto le doy las biograías que me pide: John Gilbert s Uam ' verdaderamente John frin le. y nació en Logan (Utah) el lo de Julio de 1895. Además de las películas que usted cita, ha inte.pre.ado .SM hora, El vaD E L F Í N

nidoso, La viula alegre. El caballero del amor. La mujer del centauro. El demonio y la carne, Ana Karenina, La Bohéme, El palacio de la; maravillas. El gran desfile y Los cosacos. John Barrymore nació en Filadelfia el 15 de Febrero de 1882. Tiene los ojos castaños y el cal)ello pardo, y mide 1,77 de estatura. Se ha casado tres veces. Con Katherine Harris, con quien se divorció. La segunda, con Blanche Leonard, de quien tuvo un hijo, y se separaron por causas desconvidas, y en 1 9 2 6 se casó con Dolores Costello, viviendo — al parecer — completamente felices Ha interpretado infinidad de películas, entre ellas El dictador, Sherlock Hjlmes, El vagabundo poeta, El hombre y la bestia. La fiera del mar, Don fuan. Los amores de .Marión, .4 mor eterno. Tempestad, Rasputin y la zarina, Grand Hotel, Cena a las ocho. El ídolo y otras. Lyonel Barrymore nació en 1878. Debutó en el cine en el año 1909, interpretando con Mary Pickford su primer film, .imígos. dirigido por David W. G iffith; Los enemigos de la mujer. La barrera. La tierra de todos, Amor afortunado, Ruid>s de amor, Ladie Thomp on. El palacio de l .? maravillas. La casa de la discordia. Cruel di-

lema, Ll muchacha del bar. En los pantanos de Z jnzibír, Grand Hotel, Remordimiento, Rasputin y la zarina. Mata Hari y otras. UNA

FUTURA E S T R E L L A . — S i ,

como suponemos, reside en Madrid, rogárnosla pase por esta Redacción, donde pondremos a su disposición los datos que desea, los cuales, por SEI tan copiosos, no podemos consignar en el breve espacio de una res-puesta.

blanca estaré. El: Si tu amor me niegas,—me niegas, me niegas: si tu ame» me niegas,—de pena moriré.—A Madrid, a descansar—y estar contigo iré.—En Madrid contigo—dichoso seré. P E T T E R W A L D . — L a letia del /o.» «Negro soy yo», de )a película El negro que tenia el alma blanca, es como sigue: La tristeza de ser ttegro—yo llevo en el alma.— IVÍ? comprendo por qué quieres— tener la piel blanca.—Otra piel para ser yo feliz quiero;—51 no la encuentro, me muero.—Negro soy yo.—Nunca en mi piel— pusieron sus fuegos los labios — de alguna mujer.—No debes tú desesperar,—que al fin una boca de rosa- te habrá de besar.— El amor de un negro—no querrás f>ara ti.—Un amor tan triste— m te haría feliz.—Negro soy yo.—Negro eres tú.—-Nunca en mi piel—nunca en tu piel—pusieron sus fuegos los labios—de alguna mujer.

OMEGA (Barcelona).—El fox d^- la película Crisis mundial, titulado »A Madrid me voy», es como sigue: Ella: Cuanto tramé mil me salió,—pobre llegué,— pobre me voy.—De la pena me muero,— me muero yo, ¿ay! El: Calla, mujer:—me haces sufrir,—bueno está ya;—pierdes el tren. Ella: Desgraciada, soltera siempre me quedaré. El: .4 .\Iadri l me quise ir,—me quise ir ayer. Ella: A Madrid me debo ir,—me debo i r de aquí,—sola alU V sin amor,—v sin parné, U N FANÁTICO D E G R E T A ¡LA (qué h ré? El: En Madrid,— ÚNICA! (.ilbacete).—El leparto igual que aqui,—me encontrarás de La calle 4 2 es el siguiente: a mi. (E.stribillo.) Ella: Si mi Dorothy Biock; Bebé Daniels; amor pretendes,—pretendes, preJulián Maisch: Warnei Baxter; tendes;—s mi amor pretendes,— Pat Denning: George Bient; diner > has de tener.—.4 Madrid, Loriaine Fleming: Una Metkel; a escan ar—y estar muy triste Peggy: Ruby Keeler; Abner iré.—En Madrid contigo—sin Dillón: Guy Kibbec; Baiiy:

Xed Spajks; Billy Lawleí: Dick Powell; Waring: Lyle Talbot; .\nn: Ginger Roggeis; Me Elioy: AUén Jenkins; El actor: Henry B . Walthall; Terry: Edward J. .Vuget; Jen y: Hari y Akst; Leadingman: Claience Nordttom; Jones: Robert Me Wade; Aixdy Lee: George E. Stone; AI Dubin: Al Dubin. Diiector: Lloyd Bacón. Muy agradecido por el envío de su canción. DUQUESA INÉS (.4licaníe).— Imperio Argentina se llama verdaderamente Magdalena Nile del Río. Nació en el año 1 9 1 1 , en la Ajgentina. Casada con Florián Rey. Sus películas son: La hermana San Sulpicio (muda), Corazones sin rumbo. Los claveles de la Virgen, i Cuándo te suicidas?, Buenos dias. La casa es seria. Melodía de arrabal, Cinópolis, El confesor de mi mujer. Su noche de bodas. Lo mejor es reír. La hermana San Sulpicio. Puede escribirla a Cifesa, Avenida Eduardo Dato, 3 4 , Madrid, y a Ricardo Muñiz y Antoñita Colomé, a C E A , Barquillo, 10, Madrid. La dirección de Maiuchi Fresno es: Santa Isabel, 2 6 , Madrid. BARBICHI (Madrid).—Se agotaron rápidamente las fotografías. MIGUEL SINTES (Menorca). Esas fotografías no se vendían, y seguramente usted habrá recibido la que nos pedía en su carta. A Lina Yegros puede escribirla a Pelayo, 19, Madrid.

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Joel Me. Crea

GRECIA. TURQUÍA. S A N T A . E G I P T O . e«c T ca cl v c r a a * de 1935 a

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^L día 5 de Noviembre de 1904 nació en j South PasHadena este simpátic > galán de Radio Films. Joel Me. Crea se distinguió extraordinariamente en las funciones amateurs que interpretaba, junto a sus compañeros en el interior del Pomona CoUege, donde realizó sus estudios universitarios. Su oponente, una encantadora muchacha 11a-

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Durante una de las famosas soirées de gran gala en el Pomona College, Sam Wood vió trabajar a Joel Me. Crea junto a su hija. Para el inteligente técnico de la pantalla no pasaron inaílvertidas las cualidades artísticas y fotogénicas de Joel Me. Crea, y seguidamente le ofreció una oportunidad para debutar en el lienzo. En su primera película, The jazz age, con Douglas Fairbanks, Jr., y Marceline Day, consiguió destacar Joel Me. Crea, no defraudando el interés de Sam Wood. Al cabo de un mes firmó un contrato con M. G. M., protagonizando s^uidamente dos films, The five o dock girl, con Marión Davies, y The single Standard, con Greta Garbo. Cumplido su contrato con M. G. M., firmó de nuevo por cuenta de Radio Films. Desde aquí parte la corriente triunfal de sus éxitos. Con WiU Rogers interpretó lAghtinin, tuvo como partenaire a Evelyn Brent en The silver hord, e interpretó dos films románticos junto a Dorothy ; Mackail. \ Ea alto, fuerte, atlético, mide 1,80 metros,; pesa 77 kilogramos, tiene el cabello castaño claro y los ojos azules. En Noviembre de 1933 se I casó con Francés Dee, bellísima estrella. 1 Hasta ahora, la Prensa americana todavía no ha receñido la noticia de su próximo divorcio. Viven felices en un e l ^ a n t e rhaht. en las afueras de Los Angeles. Max Reinhart en el momento de la firma del eontrato con la W a m e r Bros Firta Nacional para diririr una serie de grandes produecionea, que serán miciadaa con «El aueño de una noche de verano», de Shakespeare. De pie, a la izouierda. Mr. Harry Warner, y m la derecha, un alto directivo de lo» F^tudios

mada Jeán Wood, influyó bastante en su vida. El nombre de la joven, muy corriente en Pomona, no revelaba absolutamente nada a Joel Me. Crea. Si con la encantadora muchacha tuvo o no tuvo un idilio amoroso, es algo que no se ha podido nunca adivinar en concreto. Lo interesante para el muchacho es que l.i simpática Jeán resultó ser nada menos que hija del famoso produceur y director Sam Wood.

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sufren l í S consecuencuis de no cuidaric I" basidnic en su hiyitne iniímd. Módicos cminenics en lodds panes del muntio recotiiiendan lavddus diarios con una cucharadd de L V ^ O I OWM en un lilro de agud. LVSOhOWM destruye ucrnicncs morbosos, elimina malo» olores y es un ¡jran prolildclico. Í5udvi/<i y sdned la piel añddicndo unas polos al dgud de lavarse. E l i x i r dentífrico mcnioiddo idcdl para la hí);iene de la bocd y dientes. Ciontra (ciidcz del dlienm. J a b ó n linamcnlc pcriumddo conird inipurczcib de Id piel.

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