Revista Cinegramas - Nº. 32

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R E V I STA SEMA NAL DIRECTOR: A. VALERO DE BERNABÉ Año l l . - N ú m . 32.

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._y ± nado, y alguno en estas pecinas, que el cine español no tendría amplitud de mercado y arraigo completo en el público hasta que no contara con divos fabricados por estruendos de reclame a 1 a manera americana, con artistas cuyo n o m b r e hiciera eco en todos los pueblos hisp i n o s , merced a una publicidad análoga a la del lanzamiento de un jabón o de una pasta p a r a los dientes. Creen los q u e así piensan que esta forma publicitaria tan al uso yanipii proporcionaría a nuestra industria un esplendor rápido y permanente, porgue siendo populares 1 as figuras, rodeando su vida de ^simpatía, de a8 sugestión y de aroma inonia8>, que arnovelesco, el público t u a l n i e n l e s r •guiría sus obras con rueda en loa Ksúteros, llenando l o s tt ue dr oi oss BallesTona ^alones en cjue se pro- Film, bajo la yectaran. He a q u í , direceiiin de l'Ues, propugnado por José Busrb 'Igunos un nuevo mé'i'do de encauzar la producción na«iorial: la fal)ricación de estrellas. Nosotros creemos que esta poición es falsa y totalmente perludicial para él logro comp eto *le un cinema digno, artístico y. (•por qué no?, comercial y muy del gasto del público. El cine, como toda obra bella, primero es arte, v después, comercio. Y si se prescinde de lo primero para cultivar e.xclusivamenlo segundo, su vida será efíme«•a- Ese, pues, es uno de los peligros que puede caer nuestra produc'^'tón: industrializarse con exceso hasquedar anulada por su propia '>ición. La creación del divismo en el teatrc) o el cinema marcará siempre un sigm< «le decadencia en la obra, porque siendo a^iuél cosa pasajera y fugaz, arrastra a ésta su caída. Y nosotros no debemos ¡iretender pa- Mary del Carmen, la dera el cine español una vi- liciosa V bellísima «ved.ida limitada, sino que ella t e . de ia nueva realización de Benito l'erojo . B u m b o id •^ea duradera v lo más t^airo». cuya fílmacitin está fina'•rulante iiosible. lizándose Vil los F.studios Cea. d»' Madrid, para la editora Cif iiostro cine s61<> puede

Madrid, 21 do Abril de 1935


Anioilio N'ico, );<*iiial iiilérprrlr df la figura crnlral de la producción Ballesteros Tona Fihn «l'alririo miró a una estrella», realizado por José Luis Sáenz de Heredia y cuyo estreno se verincará en breve en el t>iue Fígaro

elevarse sobre oiiiiieiitoá firmes, y éstos han de sar al ptiblico en la misma proporción que anser de tal calidati y con.sistencia que aseguren tes con el solo animcio de u n a la estabilidad del eflificio. El divismo no posee Si esa fama hubiera bastado para a su conjtiro estas cualidades. vacilante, inseguro, y cae llenar las salas, magnífico; pero Grand Hotel no siempre con estrépito cuanto más firme se cree. fué una película de extraordinaria atracción, a pesar de reunir en su reparto los nombres más El ptiblico, felizmente, ya no se deja seducir excelsos del cine: Greta Garbo, Joan Crawford, como antes por la'? estridencias improcedentes Lionel y John Barrymore, Wallace Beery de una reclame espectacular. Si el film y Jeán Hersholt. Sin embargo, tm film no le gusta, abandona la sala, aunIsabelita Pradas y Mi|;uel Lifcero en una alemán—Muchachas de uniforme—, proque lo interprete la figura más emiescena d e I «sketch» ducido en cooperativa y en el que aparenente del cinema, y, por el coni'jYo soy un señorito!», cían dos actrices semidesconocidas, como trario, acude y aplaude complacidirigido p o r Florián Key y e>tlrenado en el D o r o t e a Wieck y Hertha Thiele, fué do a un actor desconocido .«li la Colisevm prochunado, muy justamente, obra maesobra que se le presenta es realror. cii-ESA tra del séptimo arte. mente notable. Resultado: si una figura faMuchos ejemplos podríamos ciino.sa no garantar para robustecer nuestra opit iz a tiión; pero señalemos dos, r ue son, por cierto, bastante e ocuentes. Un film de gran estrella, fracasado: Anna Christie, de Greta Garbo, l^n film de actriz desconocida, triunfador: Paprika, de F'ranziska Gaal. Si cuando la obra es buena acude el ptiblico a verla, aunque los actores no gocen de popularidad, y cuando es mala la rechaza, así figure en su repart o una estrella famosa, ¿qué demuestra esto? Qu el aficionado sólo quiere películas buenas, las interprete quien las interprete. El divismo, por tanto, es completamente iniitil. En Estado ^ Unidos, la gran fábrica de estrellas—cuyo fin artístico es perecer estrelladas — ha descendido considerablemente el fervor idólatra por las fig u r a s famosas, hasta el jiirnto de que ahora es necesario agrupar en un solo film cuatro o cinco estrellas p a r a lograr intere-

calidad ni ¡ i t n u c M Ó n , y al itrual que ia ignonula sólo brilla cuaiKlo la obra es buena, ¿qué interés tiene para Í ; ! público y quó beneficio rejiorta a los productores (íl lanzar [)or todos los ámbitos d e I numdo s u m m i l i r c (!nv iielto en alabanzas pocas v c v c s just.ts? ¿(jear prestigios quizá? Los prestigios se conquistan por esfuerzo propio y se sostienen por la liondad de la o b r a futura. ¿Levantar ídolos para satisfacer el instinto fetichista de las gentes? Los ídolos se destrozan con la misma fa<!¡lidad y con el mismo ardor que se veneran. ¿Qué enconces? Xo lo sabemos. Ellos que lo hacen conocerán las razones, sin duda poderosísimas. Nosotros n o quisiéramos que el cine español cayera en el diinsmo, porque el beneficio que pudiera reportarle no lo atisbamos por parte alguna. Y el perjuicio, sí. Si aqui creáramos estrellas, supeditaríamos desde aquel momento a ellas cuantas obras fueran a interpretar, y todos los esfuerzos de los distintos elementos técnicos y artísticos convergeríají en un punto: el mayor lucimiento del idolillo en cuestión. O sea, cometiendo el grandísimo error de poner a sus pies, como ofrenda pagana, el arte y la técnica, cuando deberí<ui ser empleados en beneficio de la totalidad de la obra, pero nunca como pedestal para elevar sobre ella a uno de sus elementos. En todas las artes—y el cine lo es—no puede sei"ialarse al artista un camino previsto. El arte ha de surgir rebelde, arrollador, trazando sendas inéditas por su i)ropio esfuerzo, con la sola guía de la inspiración. Lo otro no puede ser arte, sino una habilidad para salvar el camino marcado a prii^ii con la mayor destreza posible. Vayamos, pues, a la (?onelusión de que el divfismo hace obras decadentes, imprimiemlo en ellas la huella desmayada de un narcisismo que las hace parecer mustias. Y nosotros no podemos pedir esto para el cine español, para nuestro tan maltratado y tan calumniailo cine, sino que corra libre por cauces no indicados, sin limitaciones ni ataduras, porque .sólo así saltará victorioso los ob.stácuos que encuentre, para culminar, al final, eu obras bellas, lozanas, recias y vibrantes. <uio clo (jue necesita y no.-<otros le deseamos. IIEK.V.VNnKZGIIUUL


Jj^rque pararon porfjollywooc.

D

E8PUÉS de una ausencia de siete años, Ernesto Vilches ha llegado a Madrid. El ilustre comediante, creador admirable de una escuela que no tuvo sucesor, ha encontrado, después del largo mutis dictado por su voluntad, v a c o y reservado para él aquel puesto que dejó al marchar. Nadie intentó ocuparlo en «stos tiempos de osad a escénica. Y no por falta de ansia en algunos, sino por escasez de talento, cualidad indispensable para alcanzarlo. Ello da idea de la mediocridad de nuestro teatro y de la personalidad de Vilches. El popular actor vuelve jovial, lleno de ener-> gia, de entusiasmo y de ambiciones para su labor futura. Sus proyectos son amplios. Su voluntad, inmensa. Su talento, extraordinario. Nosotros, desde aquí, le deseamos todos los triunfos que él se merece. Ernesto Vilches ha llegado a Madrid. Bien venido sea para el mayor esplendor de nuestro <!Íne. Fuera de la escena, en la intimidad de su casa, Vilches parece otro. No puede uno hacerse a la idea de que aquel que está ante nosotros es el chino frió de Wu-IA-Chan, el yanqui simpático de Eí amigo Teddy, el Rubio trájgico de La malque ñda, el viejo gruñón e impertinente de Cascarrabias... Con e bigote recortado y las gafas de concha, más bien parece un profesor o un hombre de negocios. —I>e encuentro a usted muy bien—digo estrechándole la mano. —Sí. Después de la operación que me hicieron en América he quedado perfectamente. —¿Sentía usted deseos de llegar a Madrid? —Ejiormes, amigo ralo, enormes. Para mi ha sido emocionante el regreso. Además, me he encontrado con un Madrid casi distinto al que dejé hace siete años. Más amplio, con más aspecto de gran ciudad. Ustedes, los que le han visto evolucionar lentamente, no pueden apreciar el cambio en sus proporciones justas, como yo ahora. Pero... ¿quiere usted <iue nos sentemos aqui?—dice llevándome hacia un mirador tras el que se contemplan los verdes velazqueños de la Casa de Campo, iluminados por el sol casi apagado de la tarde. Ante una mesita, en la que i n a de las simpáticas h i j a s •iel actor h a <«nido la gentileza de servimos el té, Vilches, Del Arco y yo, cigarro tras cigarro—el ilustre artista es «n f u m a d o r tremendo—, comenzamos a deshacer la enlodada madeja Je los recuerdos cinemato«ráficofe. ~~ ¿ Q u i e r e «sted que ha. 'alemos de su vida en los Estudios? _ le Pr^unto. —¿Por qué

no? Ahora que para contar, siquiera sea de pasada, los incidentes, las luchas y los trabajas de aquel tiempo, necesitamos conversar largamente. Hay tela cortada en abundancia. —Yo no tengo prisa alguna. Si uste<l lo desea, podemos abarcar con una mirada amplia lo má.s saliente de sus actuaciones para la pantalla, dejando para mejor ocasión el insistir sobre algi'm punto interesante. —Como usted quiera, mi amigo. —Dígame, don Ernesto: después de su última | temporada en Madrid, ¿.cómo llegó usted a^ Hollywood? \ —Fui contrado en Nueva York, donde yo me encontraba descansando de una toumée por (^entro y Suramérica. El cine sonoro había comenzado a invadir el mundo, y en liOS .\ngeles

necesitaban actores para las versiones españolas. Paramount me hizo una proposición que me interesó, y acepté alborozado. Con alegria, con entusiasmo, créalo. Yo veía en el cine la perfección del teatro, y fui a él con los mejores deseos, con la intención de hacer un cine español puro, digno. Más tarde me convencí de que esto allí no era posible. —¿Su primera aparición en la pantalla? —Ea Galas de la Paramount, fuera de contrato, r,omo acto de galantería para saludar al público antes de mi trabajo. Y desde aquel momento comencé a padecer. Un solo detaJle le bastará para darse idea de la proporción de mi lucha contra la incomprensión de aquella gente. ¿Recuerda que la presentación consistía en hojear yo el álbum de mis tipos escénicos, para terminar evocando a El amigo Teddy, a Wu-Li-Chan y a El eterno don Juan? Pues bien: yo pedí para hacer la presentación de este último personaje que la escena tuviera cierto aroma femenino. Mi intención era presentar al italiano de la obra que yo tantas veces he hecho tomando el té y hablando por teléfono con su conquista del momento, mientras unas manos de mujer le hacían las uñas y otras le acariciaban. Calcule mi sorpresa cuando al entrar en el set me encuentr<» con un decorado que era un palacio del Renacimiento: gi-andes lámparas, bargueños, vidrieras de colores... Y querían que yo, vestido de trusa, hiciera allí la escana. ¡Algo absurdo! Me costó un mundo convencerles de que aquello no valía para nada. ¡Y es que tienen la cabeza llena del Don Juan de Moliere, del Don Juan de Ix)rd Byron y hasta del Don Juan de Zorrilla! Por fin, ya lo vió en la película: El eterno Don Juan se Furra de la eitcena, en la intimidad de au casa, Vilches parece otro. Con el breve bigotillo recortado y las gafak de concha, más bien parece un profesor o un hombre de negocios roT. coitts


iit aquí uua <lr lai> \ uria» raraelrrizaciones de Vilebe«i en «Cherí Bibi>. Aunque

Krnesto Vilrken examinaiido un númrro de «Cinegramas» durante la entrevista i;elebrada con nuestro compañero Herninde'/ Girbal, que apareee ron el gran actor en la foto ror. CORTES

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rostro, el peluquero le ponto los pelos a punta dr I4pñc

presentó, no et»mo yo deseaba, en defensa del prestigio de la obra, pero si de la forma menos ridicula. --Luego hizo usted Cascarrabias, ¿no? —.lustamente. Cancarrabias, y segunda estación del vía crucis. Comenzaron por hacerme poner toda la ropa que usaba el actor yanqui en la versión inglesa. ¡Hasta la peluca! Y por cierto (pie me estaba grande. Durante la filmación de esta obra, nuevamente se puso a prueba mi ¡paciencia. Paco Moreno, el padre de Rosita Moreno, que habla inglés, era el encargado de formular mis quejas al director sobre la pronunciación de los actores, que sin la más ligera idea del gesto y de la dicción declamaban, con un acento mejicano cerradísimo, lindezas como esta: «Pos mire, señor, no más; la chinela se la dejó en el pasillo...» Después de (cansarme haciendo indicaciones a unos y a otros velando por la pureza de nuestro idioma, ideé un procedimiento para hacer parar la escena cuando la cosa fuera realmente inadmisible. - ¿Que consistía...? —Muy .sencillo: en pronunciar alguna palabra no muy académica, pero sí muy gráfica, «pie transmitida iimiediatamente por Paco Moreno al director, hacía que ést^ inutilizara la escena con el mal humor consiguiente. —Pero asi no era posible realizar una labor eficaz. —Naturalmente que no. Por e o me entrevisté con los directivos del Estudio, les expuse mis quejas con toda energía y les pedí me confiasen la dirección escénica de los actores, única forma de evitar que las películas al llegar aquí se ahogaran en el fracaso, por desconocimiento completo de todo lo nuestro. —¿Se lo negaron? •—Rotundamente. Y agravándolo con esta contestación, que merece esculpirse, para enseñanza de actores: «Su misión aquí es obedecer únicamente. La cif- a que figura en su contrato no es sino el precio en que usted vendió esa obediencia.» Desde aquel momento terminé con la Panunount, y a continuación pasé a la Metro-Goldwyn-Mayer. —¿Cuál fué su primer film para esta marca? —Wu-Li-Chan. Yo, al contratarme nuevamente, llevaba en el pensamiento la idea de realizar un Wu-Li-Chan amplio, humano, auténticamente chino; pero, querido amigo, inmediatamente pude comprobar que en la Metro me comprendían aún menos que en la Paramount. Así salió aquella desdichada pelicula: de una mayor teatralidad que la obra original. Ante resultado tan peco satisfactorio, pedí la rescisión de mi contrato, que me fué negada. Hube de interpretar, por tanto, dos pehculas más, con la consiguiente desgana: Cheri Bibi y .SM última noch . —Que, con franqueza, no eran dignas de usted.^


—¡Claro ({lie no, valga la ininodastia! \o no hice allí nada notable. T«KÍ08 mis proyectos, todas mis ilusionas qiiedaron inéditas. Pensando realizarlas, acepté má.s tarde una proposición tentadora Me hablaron de la formación de una Sociedad que bajo el título de Producciones Vilches habría de filmar una serie de obras, dándome toda clase de garantías pjira tlesarrollar mis planes; pero no hubo nada de esto. Me hicieron interpretar un arreglo de StUlimn con el título de El comediante, sin permitirme que interviniera como yo deseaba en el rodaje. Y, por último, me dejaron a deber una tercera parte de lo estipulado. Trataron, en definitiva de utilizar mi nombre en beneficio propio. Eso fué todo. Y así terminó mi vida de actor cinematográfico en Estados Unidos. —No, ciertamente, como usted se merecía —Ahora mi gran ilusión es trabajar en España Hacer aquí, en nuestra patria, un cine con sentido común, que es lo que allí falta, salvo raras y honrosas excepciones. —¿Y cómo cree uste<l que puede cons^uirse? —Con tres cosas indisi)ensables: dirección, subordinación y dinero. Sobre todo, dirección. —¿Qué opinión le merece el cine americano? —Que está hecho de frivolidad, de superficialidad. No hiere nuestra sensibilidad en lo profundo, no nace sentir, no ha^^^^^^^ ce pensar. Ix)s que hemos hecho del arte un sacerdocio tenemos que rechazarlo casi en su totalidad. •—Hablemos ahora de Hollywood en su aspecto intimo. ¿Qué impresión tiene de él? •—Maravillosa Aquello es un sueño, un encanto, un paraíso. Sin duda es uno de los lugares más bellos del mundo. —Usted habrá tenido ocasión de relacionarse con grandes estrellas mundiales... ¿Quiere decirme qué juicio formó de ellas? •—En general, admirable; salvo excepciones, como la de Ramón Novarro, que me parece un ente afectado, lleno de pueril vanidad y muy desdeñoso para todo lo español, aunque él trate de encubrirlo. Sin embargo, exi.ste allí un artista que es modelo de corrección, de nobleza y de hombría «le bien: .\dolfo Menjou. Encantadores también me parecieron Antonio Moreno. Xils Asther, Ann Harding, que habla un poco el español; John Gilbert, que en los Estudios de la Metro hacía causa común conmigo en 'as protestas; George Arliss, que me dedicó un retrato escribiendo: «A. íni único rival. Ernesto Vilches»; Mauricio Chevalier y Bust«r Keaton, <lMe nos divertía a todos paseando por el Eistudio montado en un automóvil infantil. —¿Y Mariéne Dietrich? . ¡Admirable mujer! Inteligente, bella, sugestiva.. A quien no vi. S i n o de pasada, fué a Greta Garbo, pues cultiva la pose de la misantropía... I J O contrario de Charlie Chaplin, que es un hombre todo cordialidad .V simpatía. Una noche me invitó a su casa, y al preguntarle si hablaría algún día en la pantalla, me contestó rotundamente que no. Entonces 'e brindé una idea: «Usted puede hacer—le dije—^una película en la «lue todos hablen menos usted» «¿Cómo?», me preguntó. «Interpretando un Persoiiaje que sea sordomudo.» La cosa le pareció magnífica. Una última pregunta: ¿Qué sueldos ganó usted en Hollywood? ~~Yo fui el actor español que cobró sueldos más altos. Vea lo que me produjo en conjunto cada película: Cascarrabias, ocho mil dólares; Wu^'Chan, diez mil; La liltima noche, doce mil; Cheri Bibi, diez y ocho mil, y El comediante, veinte mil, de las que sólo percibí ocho mil.

Ya de noche, salimos a la calle con Ernesto Vilches. l'n unto nos espera. Subimos a él, y mientras rueda con dirección al centro, el gran actor aun nos sigue hablando, mcansable, de sus proyectos. I^e pronto me pregunta: —¿Dónde estamos? ^ E n la plaza del Callao. . A -Allí tiene usted una cosa que yo no podré estarlo n u n c a - d i c e nendo. l>espués de nuestra conversación de dos horas, a mí no me que<ia sino F. H.-G.

Uuranle un descanso e n la filmación de «Wu-li-Chang», Krnesto Vilches p o n e por broma al director en el tormento. cAllí debió haberse quedado^, nos dijo en plan de confidencia, que nosotros no aabemoa callar *— Ernesto Vilches, ante la cámara, posa u n a escena de <Su última noche» Ante el letrero que a la puerta de los ICstudíos Paramount r e z a i «Prohibido fumar a m e n f i s de diez pies de laa puertas exteriores», E r n e s t o Vilches, rararterizado para «Cascarrabias», e n ciende un pitillo, y inscribe dr s u puño y leirai «¡Yo soy español!»

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CINE

K

ATE de Nagy h a llegado a Paris. Con ese aire de muchacho moderno, trivial, olímpico. Su primera visita ha sido para el Palais des Sports, donde habia una gran velada de boxeo. Le han preguntado a la gran actriz alemana: —^¿Pero usted aficionada al boxeo? Y Kate, vagamente, ha respondido: —En verdad, no estoy muy segura. Es la segunda vez que asisto a irnos matches de boxeo. Pero cuando hay gentes que se apasionan tanto ante el espectáculo, señal de que éste h a de tener un lado interesante. Y eso busco. —¿Lo ha encontrado usted? —^No muy exactamente todavía. Pero no desespero. —¿Qué hace usted en París, aderaos de esto? —Descansar. Poner entre el Estudio y yo miles de kilómetros. Miles o cientos, o los que sean. Distancia. Nada más que distancia. La primavera en París es maravillosa. Y esto busco. Estaré en Francia seis semanas, dos meses quizá. L u ^ o . . . ¿Hollywood quizá? —¿Hollywood, Kate? —¿Por qué no? Si tengo un contrato firme, halagador, saldré enseguida para Los Angeles. Pero ¿qué le parece a usted ese swing que acaba de conectar Tamagnini? —¿Técnica ya, madame? Y madame sonrie. Los voltios del ñng hacen charol del peinado a lo garlón de Kate. Siete en el Liceo es un film hablado en alemán,; que acaba de ser estrenado en un cine parisién.' Son siete alumnos de primera de un Liceo germano de provincia. Saben que uno de sus compatriotas, que h a hecho fortuna en el Elxtranjero, les h a dejado a manera de herencia, de donativo, 20.000.000 de marcos. Deciden consagrarlos a la construcción de ana gran casa de sport. Las gentes se interesan en el proyecto, que en parte realizan ellos mismos. Hans, uno de los siete, ha preferido, por el contrario, la cantidad que le pertenecía en un lógico reparto; es decir, cerca de 8.000.000 de marcos. El gesto de Hans le hace pasar por mal compañero. Pero la verdad es otra: un tio suyo ha jugado una fuerte cantidad, perdiendo. El dinero no era suyo, y Hans decide reintegrárselo en esa forma. Al final, el tío se suicida Y la honradez de Hans resplandece. El film está inspirado en la idea de solidaridad

E U R O P E O

Los allnvocrs de las grandes noticias sensacionales, acaban de lanzar al mundo cinemalográfíeo la sensacional nueva de que Kalhe de Nagy, la fina estrella de la tifa, ha claudicado ante las d e s l u m b r a d o r a s ofertas de Hollywood, y en breve emprenderá la ruta de California. K.n n u e s t r a f o t o a p a r e c e e n su último film, «Turandot»

juvenil. Lo dirige Franz P. Sandeer. Como actores destacados y de nueva hornada, Albert Lleven y Clemens Hass. La mise en scéne es de Robert A. Stemmle. Noticias directas de Berlín. Otro golpecito a Barcarola, la tiltima gran superproducción de Neubabelsberg. Su realizador es Gerhardt Lamprecht, el metteur en scéne de Emil y los detectives, aquella excelente cinta que vimos en un salón de actualidades de Madrid. Sobre una superficie de 1.800 metros cuadrados, todo un quartier de Venecia ha sido reconstituido entre los cuatro muros del Estudio. Venecia, con sus canales, sus puentes, sus palacios... Se puede dar la vuelt a aJ decorado en una góndola. 700.000 litros de agua están repartidos en canales y riberas artificiales. Anny Ondra trabaja en Anny y Anny, en los Estudios de Geiselgasteig, bajo la dirección de Cari Lamac. Luisa UUrich rueda Entre dos corazones, con Harry Liedtke, el actor policiaco y de opereta, como compañero; a Luisa la hemos visto ya en Fugitivos de Chicago, con Gustav Frolich; en Vuelan mis caruñones, en Liebelei f Amoríos ) y en Felicidad en palacio. Katte von Nagy ha terminado con Víctor de Kowa La nu^va casa del joven barón, en los Estudios de Ufa, los mayores de E u r o p a En Berlín se está rodando estos días Fiesta en Palacio, dirigida por Jorge Jacoby, con Camila Hom, Iván Petrovich y Adela Sandroch, como protagonistas. El Palacio Imperial de los Zares, reproducido en el film, tenia una sala de fiestas que era famosa en todo el mundo por su suntuosidad. El arquitecto Emil Hassier, germano también, ha sido el encargado de dirigir la construcción en los propios Estudios de Neubabelsberg. Paredes con piedras de mármol; arañas que cuelgan de un techo donde centenares do velas le dan un tono singular y brillantísimo; los bcdlets, etc., están conseguidos a la perfección. E^ste número lo representan los cuerpos de baile de la Opera de Berlin. Los más expertos modistos alemanes han cuidado con esmero de uniformes y trajea

de gala. Fiesta en Palacio puede ser un acontecimiento. Esperemos su estreno para juzgar. Un film inglés: Bozambo, estrenado hace días en Londres. Lo dirige Alexander Korda, y está basado en la novela de Edgar Wallace Sanders of the River. En el teatro de Leicester, donde se estrenó a beneficio del Montepío de Prensa, no habia una localidad v a c í a Un gran éxito, según los diarios ingleses. El film está rodado, en gran parte en África por Zoltan Korda. Un film italiano: La flota celeste, filmado con la cooperación de la poderosa escuadra aérea italiana, constituye, además de una cinta de emocionante fisunto, un documental de valor inapreciable. La idea de una lucha en el aire sob ecoge e impresiona a los espectadores. La cinta es de F. E. C , que ha hecho su aparición en el mercado cinematográfico con cintas perfectamente acreditadas. Un film francés: Departamento para damas solas. Vodevil divertidísimo, que tiene su iniciación en un coche-cama de la línea ferroviaria ParísVersalles. Una dama que cae en brazos del galán, al atravesar un túnel. «Divino minuto», decía un amigo francés. Un film alemán: Tres minutos, adquirido para España por Interfilm. Cinema moderno. En los Estudios de Atlantic Films, en Paris, se prepsira la versión española El asunto versa sobre la unidad del Reich, y es síntesis magnífica de la evolución del Imperio germano. En dos líneas, como final, las últimas novedades mundiales a través de la cartelera parisién. En el Ermitage, EU dictador, de Clive Brook y Madeleine Carroll; en Les Miraclcs, Kid millones, de Eddie Cantor, en su papel de maharajah indio; en el Mubeuf, La pasajera, de Joan Crawford y Clark Gable; en el E n p i r e , Cuadrilla de amor, revista musical; en L'Avenue, Alegre divorcio, de Ginger Rogers y Fred Astaire, la pareja de Volando hada Río Janeiro; en el Max Linder, Noclies de San Petersburgo, film ruso; en el Malignan, La dicha, de Charles Boyer y Gaby Morlay; en el Colisñe, Pensión Mimosas, film de Jacques Feyeler, y en Paramount, El vértigo, de Alice Field y André Burgére. LUIS OK ALDAOLA


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DEL RIO

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• can CAMILA HOP,N elVAN PETPOVICH, y La diueríicUi 'fuUóci^ eífuxÁoÚícli/r^ PLOMAN PiEU,

PhADACfmxmVOZ 1935), ^oynxmdcruxj del MIGUEL LIGEF,0 e ISABEL l

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I


Del film «Alpinan, de Delmiro de Caralt

ia única sesión pública de Films Seleccionados del IV Concurso de Cinema «Amateur»

E

L Jurado calificador de este Concurso, el fallo del cual ya conocen nuestros lectores, ha determinado ya el programa de los "Ims que se proyectarán por única vez en sesión pública, en el amplio Cine Fémina, del aristo^'•^ico Paseo de Gracia, de Barcelona. El programa, compuesto por una selección de 'wejores films premiados, será el siguiente: í isió vrgellenca, de Claudio Gómez. Un corto de carácter poético. tJamas y fiestas. Selección en una bobina del nni de Agustín Fabra, en el cual se re<;ogen con oda dignidad algunos aspectos de danzas y "e.stas tradicionales en Cataluña. Lluvia, de Juan Prats. Film que recoge la otogenia múltiple v viva del agua, en forma de "uvia. Eh! jo també vull ésser un fugitiu! La obra ''"'morista de Salvador Mestres que tanto éxito tenido en este IV Concurso del Centro Ex^rsionista de Cataluña, y en el cual se acoplan y " ""ara perfección un humorismo de buena ley j realización excelente, en la que destaca la del protagonista. 1^ ^oewia homeopático, de Manuel Amat, es una "cna e intenci(ma<la sátira de los films llamados ""•reali.sta.s. de/ m^wiment, de Ramón Godo. Un de *í «'ompleto del movimiento particular br.n —«fíu»^ íí'olo, tierra—, de una gran ''^"ezii |)lástica y dinámica.

Estampes del Blat, de Salvador Rifa. Un espléndido film que nos muestra, con toda la sugerencia y belleza de que es capaz un buen cineasta, laplantacióny crecimiento de los campos de trigo. Y, por último. El hombre importante, de Domingo Giménez, film que ha alcanzado la más alta recompensa del Concurso, en el cual se une a un tema por demás sugestivo, tma forma narrativa de gran fuerza y belleza. La fecha de asta interesante y única sesión se ha fijado para el día 30 de este mes. Para detalles, programas e invitaciones, dirigirse a los organizadores del FV Concurso de Cinema «Amateur» y de esta anual sesión: la Sección de

Del film . . \ 4». de Euaebio Ferré

Cinema del Centro Excursionista de Cataluña, calle Paradis, 10, Barcelona. Del IV Concurso Internacional del mejor film de «Amtiteur» 1935 La especial organización de este Concurso Internacional hacen de él el más importante de cuantos se celebran en el mundo, lo que hace que de año en año aumenten las naciones concursantes. Iniciado el año 1931 en Bélgica, obtuvo la colaboración de Francia, Inglaterra, Austria y Holanda. Vencedora esta última nación del Concurso, se le concedió la organización del próximo, el cual ya vió aumentado el ni'tmero de países participantes. España participó por primera vez a un Concurso Internacional de Cinema «Amateur». La nación mejor clasificada fué Francia, y, por lo tanto, cuidó de la celebración del III Concluso, logrando obtener la participación de diez y siete naciones. Como sea que Japón, vencedora de este III Concluso, cedió su derecho de organizar el IV a Europa, fué aceptada por los países participantes la oferta de nuestros delegados de celebrarlo en Barcelona, y se concedió la organización a los entusiastas elementos de la Sección de Cinema del Centro Excursionista de Cataluña. Una prueba del entiLsiasmo con que organizan la celebración del IV Concurso Internaíúonal del mejor film de «Amateur» 1935 está en el aumento de países que envían sus selecciones naci""<»''»o


Son éstas: Alemania, Argentina, Austria, Bélgica, Canadá, España, Estados Unidos, Francia, Hungría, Inglaterra, Irlanda, Italia, Yugoeslavia, Japón, Países Bajos, Portugal, Sueoia, Suiza y Checoeslovaquia. No seguras son Polonia y Egipto. Como la base de este Concurso es que cada país sólo puede enviar un sólo film por cada tema, los films que llegar* n a Barcelona vienen ya avalados por la garantía de las eliminatoria^ nacionales. En las próximas ediciones daremos cnsnta de los nouibr» s de los tilm? que nos anuncian. Es innecesario destacar la importancia que para nuestros cineastas tiene la celebración de este Concurso. Elxiste un gran interés en ver qué hacen los amateurs extranjeros y establecer comparaciones con los de casa. Este interés se traduce en la dwaanda, desde todos los puntos de España, de sesiones a base de los films mejor clasificados. Sin duda algima, creemos que en

i>rl film «Carbón», de Kodé» y Hron

bien observadas y justas vemos otras de un metraje en desproporción con el real interés del espectáculo. La fotografía de este film es buena y mucho ayuda a la falta de otras cualidades. Pot o [,it. Una de las cosas que más deben cuidar los cineastas al decidir filmar films arguméntales es la debida proporción entre el < interés de la trama y el metraje material del j film. Esta falta de proporción es la causa de que el ambiente o lo accesorio diluya la acción quitándole vivacidad. Es lo que pasa a este film, excelente de anécdota y de medio ambiente, pero que no llega a formar esa unidad imprescindible en todo film de argumento. Los excelentes paisajes gallegos que forman el fondo donde el autor ha montado la trama, muy buena, como hemos dicho, de anécdota, llegan a tomar tal importancia por su belleza, tan hábilmente recogida por la cámara del autor, «jue nos hace desear su contemplación sin los estorbos que las peripecias del protagonista nos obliga. Por otro lado, el argumento es, con su simplicidad, tan sugestivo y humorístico, que estamos seguros que ganaría mucho con una mayor condensación. En resumen, una producción buena, de excelente fotografía, que gustó mucho ]H)r el tinte gris que tuvo el restíi del programa que la prt)ce<íió. - J. M.» B. ^ Del film «Monlaerral', de Delmiro de Carall

beneficio de todos los cineastas y amantes del cinema independiente «españoles» deberían estudiar con atención los organizadores del Concurso sus posibilidades. Buen deseo y entusiasmo no creemos que les falte a los amigos de la Sección de Cinema del Centro Excursionista de Cataluña. Del Concurso Interclubs de la F. C. de C. A. pasado jueves tuvo efecto la segunda sesión de fallo de este (toncurso interclubs, que como en la anterior se celebró en la Sala Stadium, la cual ofrecía un aspecto más optimista que en la sesión primera. Varios de los fílms proyectados han sido ya objeto de comentarios en estas páginas, lo cual nos dispensará ahora de repetir conceptos. E^tos fueron Cadaqués, Para un circo. Libros y soldados. De sol a sol y Sota el cd mallorqui. Los inéditos fueron Las semicolonias, Calendario tradicional v Pot o pit. Las semicolonias recoge, aunque sin mucha habilidad, un tema sugestivo. Los niños, a sus anchas. Buen material, tema agradecido, simpático. film es, sin embargo, modesto, pero sin esconder los defectos. Y los de este film son los de la mayoría de principiantes; son los que provienen de la poca noción de la responsabilidad que contraen al decidir presentarse a un Concurso. De ser i;onsciente8 de ésta, con más brío y voluntad correrían las tijeras. Calendario tradicional es un reportaje de las más populares manifestaciones tradicionales de Barcelona, en el cual junto a escenas

Del film <lr taneuar4ia «Hilmoü de un día* (sinfonía de imáfcenen), Ar- Dominpio Giménes


Un film policíaco en la vida de JEAN HARLOW

M

Á8 sobre Jeán Harlow?, p r ^ u n tará quizá el lector. Sí. ¿Por qué no? En el cine, como en el amor, hay temas inagotables. Temas o personas sobre las que siempre hay algo nuevo e interesante que decir. En elogio o censura. Pero esto es lo de menos. Lo interesante, lo verdaderamente interesante, es que con frecuencia haya motivo para volver sobre el tema o la pers o n a Y tal es el caso de Jeán Harlow. De Jeán Harlow, que con una gran visión de lo que es la vida, y muy especialmente la vida de una estrella cinematográfica, supo desde el primer momento rodearse de una aureola, de una En e s U foto de Joan Harlow, la «star, cuya vida leyenda Porque la deliciosa actriz amecolmada de inquietantes avaUres es c o m o un ricana no es sólo la tercera vampiresa símbolo de existencia banal y frivola de Hollywood, se advierte un sedimento de dolorosa nosde la pantalla y la primera rubia platalgia por la trágica aventura que puso una nota tino. Es algo más. Es una mujer que sangrienta en su camino triunfal fuera de los Elstudios conserva todo su prestigio de mujer fatal. La única que de nuevo sobre su vida la sombra no pierde, al verla al natural, nada de su atracción de Paul Bem. ¿Que sobre este susensual e inquietante, escondida, agazapada tras ceso de escándalo también se h a nn rostro tan ingenuo al parecer y tan alegre hablado y escrito mucho? Conforque parece todo él, desde la boca al cabello, una mes. Pero tampoco se habia dicho luminosa sonrisa, todo. Quedaba aún por decir la ¿Cuántas fotografías se han publicado de última palabra Y ésta la h a diJeán? ¿Cuántos artículos hablando de la famosa cho el Jurado de Los Angelds, y bellísima rubia platino han aparecido en los manifestando no ser necesaria la diarios y revistas del mundo entero? No hay ni comparecencia ante él de Jeán, habrá matemático c ^ a z de averiguarlo. Ni aun como asimismo tampoco serlo una nueva declaraaproximadament . ¡Jeán Harlow, por su belleza ción suya sobre la misteriosa muerte del que fué y por su arte, ha dado tanto que hablar!... Sin su marido, o, mejor dicho, uno de sus maridos. embargo, el tema Jeán Harlow no se ha agotado. Pero este simple hecho h a bastado para agitar Siempre queda algo nuevo que decir. Por ejemun rio, del cadáver de Dorothy Millette, que jugó plo, ahora, con motivo de haberse proyectado

de nuevo las turbias aguas de este asunto. Y todas las etapas amorosas de la vida de Jeán han cobrado en un instante el relieve de la actualidad. Y en un magnífíco trailer de su vida, se h a recordado que Jeán abandonó su casa de Chicago para seguir al millonario Melrew, del brazo del que llegó a Hollywood convertida en señora a los diez y seis años. Sus célebres y borrascosas noches en los cabarets más conocidos y en las fiestas nocturnas más importantes, tratando de olvidar a su primer amor. Sus amores con el millonario Howard Hughes, que fué quien la lanzó al mundo cinematográfíco. Su aparente felicidad con Paul Bem, que un aciago dia se vio truncada por un suceso sensacional e inexplicable. Una mañana, Paul Bem í^areció muerto en su cuarto de aseo, frente a un espejo y con la frente atravesada por un baJazo. ¿Suicidio? No parece otra cosa Sin embargo, y no obstante encontrarse Jeán el día del suceso en casa de su madre, ésta se ve envuelt a en las mallas de un proceso. La aparición, dias después, en las márgenes de

PAUL E R N

un importante papel en la vida del gran director, parece va a complicar más el asunto, y a de por si bastante embrollado. Por fin, Jeán logra salir indemne de toda acusación. El tiempo, con sus paletas de olvido, fué enterrando y haciendo olvidar el enojoso asunto. Y Jeán pudo seguir su brillante vida de estrella y su vida turbulenta de mujer. 1983. Un año más y un nombre nuevo en la vida de la inquieta rabia platino: Hal Rosson. Un vulgar operador que ella eleva a la categoría de marido. Asombra la capacidad amorosa de esta mujercita Un viaje en avión a Arizona, y el nuevo hogar queda constituido. Pero por poco tiempo. Hal tampoco es el hombre de sus sueños. Desengañada, desilusionada, se dispone a dar los primeros pasos para la tramitación de su nuevo divorcio, cuando... Cuando un jardinero, Clifton Davis, asegura públicamente que Paul Bem no se suicidó, sino que fué asesinado. Ocurre esto a fines del año 1934. Se abre de nuevo el sumario. Y el folletín policiaco vuelve al primer plano de la actualidad. Se recuerda que los forenses deJoyas, fortuna, vestidos, clararon que la muerautomóviles, celebridad, te se remontaba al ságloria y amor... Todo ea, bado, siendo así que el para la bella Jeán Harlow, cadáver fué encontrasonriente y amable. Kl recuerdo de Paul Bern nudo el lunes. Y nuevabla, sin embargo, de vea mente, sobre la vida en ves, el optimismo de la de la intérprete de Pegentilísima cvedette» plalirroja, la sombra de tinada...


^¡ruáiilns >ecr8. en la íntima soledad de <u «boudoir., profusamente abastecido de costosos perfumes, no habla evocado la codiciada Venus rubia que es Jeán llarlow el doloroso recuerdo del prometido trágicamente muerto?

Paul Bem y la sombra también de una acusación. Pero el Jurado de Los Angeles, al renunciar a nuevas declaraciones e investigaciones, parece disipar toda duda. Paul Bem se suicidó. A pesar de esto, la feliz creadora de Angeles del Infierno se indigna de nuevo. ¿Por qué ahora? Porque este para ella enojoso y molesto asunto retrasó su divorcio con Hal Ros.son. A Jeán, por lo visto, le urgía mucho ser li^re. Segím las tiltimas noticias llegadas de Hollywood, y a lo es. ¿Es que desengañada del amor piensa dedicarse tan sólo.asu arte? Nada de eso, Jeán quería su libertad para casarse de nuevo, Y es que Jeán Harlow es ima contumaz del amor. Una coleccionista de maridos. Ahora parece tiende sus redes de seducción por el lado de un célebre actor de la pantalla, recientemente divorciado de una también célebre actriz mbia y guapa como ella. ¿William Powel? En efecto, William Powel es posible se preste a ser el quinto marido de la deliciosa platino, de la que esperamos no tener que hablar hasta el próximo estreno de su nueva pelicula Mares de China, o también hasta su nuevo divorcio..., que tampoco se hará esperar mucho. LUCIANO DK

AKREDONDO

Por rara coincidencia, ron el film policíaco que es su vida. Jeán llarlow encauza sus preferencias literarias hacia las obras de aventuras espeluznantes, de audaces ladrones y de sagaces detectives...


. ¡ • „ „ - tuvieron e n un d i o n o leiono! ¡Cuántos mujeres, consPj^^P^Utí^!^^^^^ Tueñon e n ^ a ^ s & o d d e p o s e e r uno l í n e a ínf r e s o n t e ! c i e n . e s d e lo q u ^ s u p o n e • « lo v i d a m o d e r n o «n c u e r p o d g . l y «no s d u e t o fino ^ ^ « • ' " « " ^ ^ r r c r r ^ ^ c o m o el r a i m e n olimenticio. el eiarcicio y lo i n g e r e n c i o S u e ñ a n p o r q u e p a r e c e y o i m p o s i b l e l o g r a r « s o o p o r i e n c i o . a u n e s t a n d o d i s p u e s t a s o i m p o n e r s e sacrrfic.os toles c o m o e »g **• ' n e d i c a m e n t o s d u d o s o s . , . .„li,H nmrf»cta GELÉE MITZA les o f r e c e lo s e g u r i d a d d e r e a l i z a r e s e s u e ñ o y d e u n a m a ñ e r o i n m e d i a t o , sin fotigos, lo g r a s o . Es uno f ó r m u l a q u e h o r e ^ GELÉE MITZA d o c u e r p o o e s o ilusión, p o r q u e e s un m é t o d o rocionol c o n ' - - , ^ 0 ^ " ^ «*• • • l u d i o s , serios, y p o r e s t o s e p r e p a r o e n un l a b o r a t o r i o d e p r e s t i g i o , p o r q u í m i c o s " P " ' " ' " ^ * ' * " . , „ „ « solución m e d i a n o , sino a d e l g o r o n d c , GELÉE MITZA te p e r m i t i r á sin socrificio o l a u n o o d e l g o r o r e n p o c o t i e m p o , r e d u c i e n d o , n o t o d o e l c u e r p o p o r igual, l o c u a l '«» p a r t e s q u e más lo n e c e s i t a n , m o d e l a n d o d e e s t o m a n e r a u n o n u e v o silueta.

¡ O n t o , . e ñ o r o s r e p o s o n d o los figurines d e modo p i e n s a n ~^?<'»»«'9*«

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GELÉE MITZA s e a p l i c o c o n fricciones s o b r e l o . p o r t e s q u e i n t e r e s a n y n o doña lo piel ni P * ^ * ^ . G E L É E MITZA l e o f r e c e lo o p o r t u n i d a d d e d e s h o c e r s e d e lo g r a s a s u o e r f l u a , ^ «"^j^^^

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n d i s p e n s o b l e poro llevor c o n e l e g o n o o los v e . h d o . d e h o y . i n s p i r a d o s ""^/"""^^^'^^^^ , „ . , e o t r o s d e t a l l e s curiosos, l a s p r o p o r c i o n e , q u e c o r r e . p o n ^ Pido hoy m i s m o el folleto e x p l i c a t i v o d e Estético Mitzo, q u e e n v i a m o s g r a t u i t a m e n t e , e n el cual hanoro us.ea, "•n o su e s t a t u r a . '''•cío: 1 8 7 5 . C o n t r a e n v í o d e 1 9 . 5 5 p o r g i r o p o s t o l s e r e m i t e por c o r r e o certificado. . . r^x QAQ R 4 U r i . M á i V ' A

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1905-1935. Dos fechas. Dos lineas diametralmente opuestas y distintas en la silueta femenina. Treinta años han bastado para que esta radical transformación se realice; y en este espacio de tiempo, ¡qué sensible evolución se h a operado en la mujer! Si alguna escéptica—que nunca falta—osara preguntamos: «¿Querrá usted hacerme creer que el cuerpo humano es blando y maleable, como la arcilla, y que cualquiera de nosotras puede moldearlo a su gusto?», no tendríamos más remedio que contestar afirmativamente. Porque es lo cierto que hoy día el cuerpo humano—el de la mujer en este caso concreto—puede evolucionar hacia una mayor estética, hacia una más completa armonía, hacia una absoluta perfección, por virtud de una disciplina sabia y constante, por un procedente régimen de cultura física que atenúe y haga desaparecer en ciertos casos las imperfecciones del cuerpo. Un exponente maravilloso de los milagros que la cultura física puede realizar es el de Cecile Sorel. Hace veinticinco años, en 1910, esta gran vedette francesa, en el apogeo de su belleza y de su arte, era considerada como el arquetipo de la perfección femenina Su plástica impecable en aquella época nos la mostraba dotada de un pecho firme y prominente, de un talle breve e inexplicable, de unas caderas amplias y pomposas... Contemplad cualquier foto actual de la célebre actriz. Hallaréis una mujer totalmente distinta. Pecho breve, hombros fuertes y poderosos, talle proporcionado y regular, muslos elásticos y sucintos. Una mujer, en fin, distint a en absoluto de aquella que hace cinco lustros causaba sensación por su opulencia, y que ahora sorprende por la gracia casi andrógina y juvenil de su silueta, no obstante ser casi una anciana Y es, amigas mías, que en el noventa por ciento de los casos, el aspecto y la conservación de vuestro cuerpo depende tan sólo de vuestra propia voluntad. Ejemplo: Supongamos qae cualquiera de vosotras mide 1,66 de estatura y que su peso alcanza 58 kilos. Si su esqueleto es fino, este peso puede ser suficiente. Si, por el contrarío, posee una osamenta sólida y fuerte, será indispensable que haga aumentar su peso en dos kilos. Pero habrá de ga1 .l>(l: |l<-^i>. M); |M-<'ilo. ;t<l: lilll<-. Mi: Crclu (Inrii narlos en carne, l l l U - i l o s . '»<( no en grasa, y su m á x i m a preocupación será «situarlos» precisamente en el íitio donde sean más necesarios. ¿Cómo? Primeramente haciendo más copiosas y frecuentes las comidas, y después, sometiéndose a determinados ejercicios físicos que fortalezcan y tonifiquen aquellos músculos más débiles de su organismo. Pero esto no se consigue sino con tenacidad y constancia, y a que en muchos casos, para obtener el resultado apetecido son indispensables tres meses, acaso seis, tsJ vez un año. Puede darse el caso, empero, de haber obtenido una total armonía entre la medida y el peso, sin que, a pesar de ello, las proporciones del cuerpo se ajusten en absoluto al canon ideal de la belleza. Puede ocurrir que el volumen del pecho sea excesivo y que al peso que significa esa grasa superfina falte la morbidez de los muslos. ¿Cómo remediarlo? Por el ejercicio. Sólo é podrá corregir ese defecto y proporcionar al cuerpo el aspecto anhelado, la línea perfecta, la forma ideal. Si, como es sabido, la función crea el órgano, es evidente que vuestra estética depende exactamente del ejercicio a que diariamente estén sometidos vuestros músculos y vuestros órganos. Y siendo esto así, fácilmente se comprende que toda imperfección parcial, toda irr^ularidad, son susceptibles de modificación con un régimen adecuado de cultura física. ¿Pruebas? Observad las girls de cualquier revista, y a sea teatral o cinematográfica: todas ellas acusarán el idéntico defecto de una evidente desproporción entre el exagerado desarrollo de los muslos y el resto del cueipo, especialmente los brazos. ¿Por qué? Sencillamente porque, por razón de su oficio, están sometidas a diario, durante cuatro o cinco horas, al violento ejercicio de la danza y hacen trabajar excesiva e intensamente los músculos que accionan las piernas j loe muslos. Y como, por el contrario, sus brazos ao suelen realizar esfuerzo al-


gimo, ((frecen una sensible desprcíporción con los miembro» inferiores. Del mismo modo, los jugadores de tennví y los esgrirais•a-< presentiui cju^^i todos excesivamente desarrollado el lado derecho del cuerjK); los nadadores suelen tener un exagerado volumen de la caja torácica, y los boxeadores, por regla general, presentan un torso fuertemente musculado y en evidente desproporci(jn con las piernas, frecuentemente escuálidas y harto delgadas, pese al entrenamiento) a (jue los buenos managers someten a sus fxiufains. R*tos, que alguien pudiera considerar ejemplos negativos, no lo son en realidad, .\ntes ;d contrario, ellos deniuestran hasta (pié punto la cultura física puede producir insosfieclnvdos efectos si se realiza con la pnidencia y metodización adecuadas al fin que .se pei-siga. Claro es que para la eficaz aplicación de este sistema de perfección física es indLS(>ensable proceder a un previo y severísimo autoanálisis, mediante una comprobación del peso y la medida, y aun en el favorable caso de que ambos estén de acuerdo con arreglo a los cánones de estética femenina, comprobar si cada una de las partes del cueri>o corresponde a las normas actuales del arquetipo 1935. Para ello, los únicos consultores leales y sinceros de toda fémina amante de su belleza, los que jamás pueden engañarla, son la báscula y la cinta métrica. Un centímetro de exceso en el grosor de vuestros maslos hará vuestra vida anormal, pesada, sedentaria.. Hay que correr, que andar, que saltar... Esa es la verdadera vida. Un centímetro de más en el contomo del pecho equivale a un kilo de más en el peso. Diez centímetros de más, diez kilos de más. Es que c«méis demasiado. Para evitarlo, s<')lo un remedio existe. Reducir las comidas, hacerlas más ligera'*. 8¡ la cinta métrica acusa unos centímetros menos en el con-

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tomo de pecho, es pmeba indudable de que no se rcí¡>i ^'en, de que se vive, por decirlo asi, a medias. Es preci aprender a respirar, a rehacer los pulmones, a fortalecer ci «Corazón, a n ^ l a r í z a r el diafragma . El mejor medio de conservar en su máxima integridad a salud y la belleza reside en conocerse a sí misma. ¿Cómo *'abrá usted si está demasiado gmesa o excesivamente delgada .si no se pesa de vez en cuando? Pero no sólo en pearse con cierta frecuencia consiste ese indispensable cono^."^•ento. Es preciso también, f,or una frecuente medición, educir qué partos del cuerpo deben ser modificadas, para otarlas de aquella jierfección que señalan las modemas nor, as de la estética femenina ¿Cómo conseguirlo? Haciendo ambos elementos de comprobación el uso frecuente que 'Se la conservación de vuestros encantos. MIOSOTYS

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M (a donada tijenda de Kn rt circulo: He aqui una Anny Ondra bien distinta de la traviesa e inquieta Anny q u e las películas de esta gran artista nos suelen mostrar Kn el centro: 'Anny se divierte» ha sido uno de los más celebrados films de la famosa actriz alemana, que ha sabido resistir las persistentes y tentadoras s o l i c i t a c i o n e H de Hollywood,» Kn la silueta: Anny Undra, ron su esposo, el ex campeAn mundial de boxeo, pasó por Kjipaña durante su viaje de bodaH. Ksta foto fué obtenida durante la permanencia del rélebrr matrimonio en Barcelona

lua europeo, tan lleno de inquietudes, tan cuajado de emociones, tan profundo y tan humano. Porque un Rene Clair, por ejemplo, ¿qué tiene que aprender de los directores americanos? Nada. Absolutamenta nada. De los Estudios franceses, rusos, alemanes e ingleses han salido y salen con frecuancia cintas que han traspuesto todas las fronteras cinematográficas. Nadie pretenderá enseñar a hacer operetas a los alemanes. Ni superar a los rusos en las bandas de carácter social y de grandes masas. Ni al director de Sou les tais de Paris demostrarle el partido insospechado que de un film cualquiera puede sacar im director inteligente y artista. Y, sin embargo, Hollywood todavía sigue siendo la sirena del mundo, la Meca del cine, el centro donde convergen todo deseo de popularidad y toda ambición de gloria.

H

ACE años—no muchos—, el cinema americano era de una superioridad indiscutible e indiscutida. Todos lo acataban y reverenciaban, rindiéndole el justo tributo de su admiración. Nadie osaba equipararse a él. Pero hoy las cosas han cambiado. El cinema europeo h a crecido tanto, que orgullosamente, y en justicia, se codea con él. Y no es que el cinema americano haya perdido aquellas excelentes cualidades técnicas que lo hicieron famoso. No. Es que, por el contrario, el cinema europeo supo aprovechar las lecciones que los americanos le daban a dicuio desde las pantallas de todos los paíÁ ses, hasta tal punto que hoy el dism cipulo sabe tanto como el maesM tro. Y buena prueba de ello es que continuamente tienden sus redes de oro en Europa, llevándose a todas nuestras grandes figuras y llenando sus Estudios de estrellas, directores y escritores europeos, con el sano e ingenuo propósito de estrellarlos, en cuyo ijaso se resta uu enemigo—^la lista de nombres sería interminable—, o de si en verdad se t r a t a de figuras extraordinarias—raso Greta, Marlene, Von Stemberg, Maumoulian, etc.—, incorporarlos a sus programas, para que contribuyan a dar realce \ calidad artística a los films lanzados al mercado con sus célebres marcas, pero también bajo el man-' to protector de un prestigio europeo. Y es que nada nos queda por aprender. Si acaso, tan sólo el arte de saber captau- los capitales que por aqui hay—^menos fabulosos que aquellos, es cierto, pero tampoco despreciables—, para ponerlos al servicio de nuestro cine-

¡Hollywood!, nombre mágico. Todos los días, cuando el breve reinado de las sombras llega, se levantan las bmjas de la ilusión, y en vuelo magnífico, fantástico e irreal, se desplazan, saltando por encima de mares y fronteras, a la tierra universal del cinema, y posándose en ella se apoderan de los Estudios dormidos y viven la vida efímera de sus sueños locos. Y estos sueños llegan de todos los confines del mundo, y cada uno de ellos es una loca ilusión o una ambición loca escapada de cabezas que se posan en aquellos instantes sobre blandas almohadas, pájaros escapados de la jaula. Y es que la juventud de hoy asocia a este mágico nombre un horizonte luminoso, en el que es fácil columbrar ima vida brillante, r ^ a l a d a y fastuosa. No parece sino que Hollywood fuera una moderna Jauja, en la que todo fuese claro, risueño, fácil, y en donde la vida careciera de asperezas y aristas punzantes. Y Hollywood es, en efecto, algo de eso; existe, efectivamente, ese país de la locura y la fantasía; pero... Holly


wood es algo más también. En Hollywood no sólo hay risas. En Hollywood mueren a diario cientos de miles de ilusiones. Cada vida que triunfa, cada ilusión que se convierte en realidad, tuvo que alzarse sobre muchas vidas caídas, sobre muchas ilusiones muertas. Hollywood no es para todos. tan sólo para irnos pocos. Para esa élite de privilegiados que supieron hacer de la gloria y de la vida sus esclavas. Hollywood como las mujeres galantes, sonríe a todos; pero no a todos se entrega. Pero no son sólo las cabecitas juveniles que ambicionan ser estrellas las que sueñan con ese nombre. Son también las estrellas, nuestras estrellas europeas, las que con frecuencia toman la *vía Hollywood», que es, sin duda algima, la más peligrosa para las arti.stas de la vieja Europa. Cada día se registra una nueva deserción. Quizá en un mañana no lejano se airepientan y regresen, afirmando, como Aimabella, que Hollywood es el bluff más grandes del mundo. Pero se lanzan llenos de ilusión a la peligrosa y audaz aventura, deslumhrados cual pobres alondras, pensando tan sólo que allí les aguarda la suprema felicidad, la gloria y el dolor; la gloria y el dolor, que permite comprar coches y palacios, tener un bungcdow y vivir esas noches maravillosas que a veces se comienzan vestidos de etiqueta en casa de Gráce Moore o Mary Pickford, y se terminan, con las primeras claridades del día, en las piscinas de natación de Marión Davies o Dolores del Río. ¡Noches de Hollywood, en las que sobre las risas, sobre las disonancias de la música modema, destaca su seductora melodía la canción del oro de que un dia nos habló Rubén en su libro Azul! Pero h a habido una célebre estrella europea mvulnerable a todas las tentadoras seduciones

pamasse, de f/no noche en el Paraíso, de Kiki y tantas otras deliciosas cintas, se nos iba, Y se nos iba por el mismo camino que se fueron tantas otras figuras nuestras. Pero todo resultó, a la postre, una falsa alarma. Anny dijo: «¡América! ¡Holljrwood! La playa de Santa ¡Clónica. El sol de Califomia. Dólares, automóviles. ¡Oh!, muy hermoso todo. Muy seductor. Pero... no me interesa.» Y se quedó en Ehiropa con su público. Pero parece ser que los grandes mongoles de Cinelandia no cejan en su empeño, cada vez más convencidos de en Anny Ondra hay un filón a explotar. Muy recientemente se le ha ofrecido un magnífico contrato por una importante Casa americana Pero Aimy, ahora como antes, A

triunfar en la Meca del cine; pero sabe tambiéii que muchos de los fracasos que allá se registraron no tuvieron por causa la falta de esa capacidad. Sabe esto tan sencillo y fácil, y que, sin embargo, tantos ignoran o prefieren voluntariamente ignorar. Y sabe igualmente que no basta querer triunfar y tener condiciones para lograr el triunfo, sino que es preciso que le dejen. Porque en ese tejido sutil—de verdades y mentiras—que es la leyenda de Hollywood hay una verdad inconcusa: el ambiente. Y ese ambiente originó no pocas caídas verticales de prestigios cinematográficos, Y ese ambiente tan extraño y raro está formado por esos elementos visibles o inví«iblas que bien pudiéramos llamar los im-^

¿Quiéa no recuerda la labor deliciosa de Anny en «Anny y los carteros»!" Rste film fué una nueva reiteración de las altas valoraciones artísticas de la admirable «vedette», y en él evidenció el proteísmo de su arte, regocijante casi !-iempre, y e m o tivo en ocasiones, con e m o ción humana y verda<— dera...

ha Va

.^l'ywood: Anny Ondra La deliciosa actriz resistir siempre. Tan sólo una vez—hace aígún tiempo de esto—flaqueó su voluntad, dic^?""'^ recordar que fué Pour Vous el perióo francés que lanzó la noticia a la rosa de los Rentos. Y que Cine Monde, Mon Cine, Cine Y y Paris Soir la acogieron en sus columnas. Pai pronto les imitaron los periódicos de otros ci&nH^ Y que el círculo de difusión se fué hado cada vez más grande, y la noticia adquiY Q ^ P ^ ' " días más relieve de actualidad. Ni una gued^^ ^^.^'"a- Ni una d u d a Ni siquiera la vaPeoí ~ ^ inquietud de una interrogación. La b 3 ^"f Anny se nos i b a La inolvidable intér^ de Suay Xascason, de Anny de Mont-

como siempre, se n i ^ a , sonriente y amable, a aceptarlo. Ahora bien: ¿por qué la encantadora estrella se niega tan tenazmente a aceptar lo que otras tanto ambicionan? No es posible dar una respuesta clara y concreta, y a que Anny Ondra ha sido siempre poco propicia a declaracionas periodísticas y a reclamos publicitarios. Aimy, en su vida privada, h a pecado más bien de silenciosa y formal. Y ahora, con más motivo, por estar casada. Sin embargo, no creemos sea muy difícil dar con la causa Y la causa, forzosamente, hay que buscarla en la inteligencia de la citada estrella. Y también en su modestia Y es que ella sabe que no le falta capacidad artística para

A raíz del triunfo de A n ny Ondra en >l.a hija del regimiento», el asedio de Hollywood se h i zo más intenso para caplar a l a personalísima «star , que si en cierta ocasión sintió flaquear su ánimo y estuvo a punto de dejarse seducir, pronto se rehizo, ratificando su negativa

ponderables de Hollywood. Cada artista necesita para triunfar un ambiento especial. Por falta de ese ambiente, Lylián Harvey fracasó en los films que rodó en América, después de obtener en Europa triunfos tan clamorosos como el de El Congreso se divierte. Y Anny Ondra, que sabe todo esto, procura no olvidarlo y se niega una y otra vez a embarcar. ¿Por miedo a no triunfar? Nada de eso. Por temor tan sólo a no encontrar su ambiente, el ambiente necesario para un arte tan personaJ como es el suyo. Por eso es quizá la actriz más nuestra, más europea Aquí nacúó al arte cinematográfico. Aquí se fonnó en las pantallas europeas. Y la gloria que hoy nimba su nombre, al cinema europeo se la debe. Y ella, en justa correspondencia de gratitud, ante un nuevo ofrecimiento opone siempre una nueva negativa. Decididamente no esperamos llegue el día en que en un banquete de despedida su director la tenga que regalar —como a Lylián Harvey le ocurrió — una pitillera sobre cuyo oro esté trazaxlo el camino de vuelta. Anny Ondra, la maravillosa intérprete de La pequeña Sorrit, tiene un nombre glorioso, que no quiere perder, por lo visto, en el viaje Europa-Hol ly wood. LUCIANO DE A R R E D O N D O


dinzrr fíofíers. uno do los rostros nitis finos y más bellos del riiieso rinema. (iin^er Uogers es iiriii de esas (irlrices cuya labor iffrece siempre un inferes, ponjuc rahe esperar fie ese trabajo ante la cámara nn acento pro¡)i(t, orifcintil, muy distinto al que otras artistas o/recen, (¡infccr ¡lofiers se ha formado en Ih'llywootl. y sn labor reúne, junto a su 'srnn personalidad, la maestría de los que se han modelado sii temperamento en los Estudios norleamericanos


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Tardarán en ^"^^^^^^^^^^^^^ asomarse a las pantallas de ^^^^^^^^^^H ^ ia producción española los nombres j ^^^^ los rostros de Olly Cebauer y de Casimiro Ortas. El cinema español logra cada día nuevas victorias, y esta incorporación de los dos excelentes artistas puede tener un positivo gran interés para nuestra producción. Olly Cebauer lletra a nuestra pantalla precedida del eco de sus triunfos en el extranjero. Ella ha sido en .\Iemania y Austria una de las más felices intérpretes de las nuevas operetas, de esas finas comedias musicales que el cinema ha puesto hoy de moda en el nmndo. Es una gran actriz y una cantante excelente, que acierta a dar a los valses de las actuales pelícidas todo su fino encanto romántico. W Casimiro Ortas trae a la pantalla todo su magnífico >enf tido de la comicidad, toda su gracia personal, que el cinema ha de realzar seguramente. Ortas, bien lo tiene acreditado en su larga carrera artística, es uno de nuestros actores más ricos en recursos, de niás autentica vis cómica, y su colaboración en la» películas españolas puede significar para nuestra )r(iiluiT:ión un nuevo triunfo.


^ h cmema ama la reconstrucción de la época inmediatamente anterior a uuestro tiempo: los dias de hace _J veinte, de hace veinticinco años, cuando la guerra no había asolado todavía los campos de Europa con SUS cuatro jinetes apocalípticos. Esas películas que pudiéramos llamar «de 1910», porque esta fecha sirve para centrar su ambiente, tienen una honda emoción evocadora: son, a la vez, pasado y presente, porque lo que ellas evocan está lejos de nuestro tiempo, pero es, sin embargo, raíz de éste. Algo de nuestra propia vida actual está, como en presentimiento, en las escenas de esos films. Una de estas cintas se incorpora ahora a las pantallas del mundo: Fiesta en Palacio. Sus escenas reproducen la vida brillante de la Rusia imperial, en las vísperas de la Gran Guerra. Fiestas, risas y canciones. La fuerte alegría de vivir llena a todos. Trajes lujosos, grandes recepciones, valses de románticas melodías. Nadie diría que bajo esa vida fastuosa y feliz se astaba incubando el Gran Drama. Este, sin embargo, no aparece en el filxn. La pelicula es optimista, risueña, amable: míisica de Osear Strauss acompaña sus escenas y es el fondo lírico al eterno dúo amoroso que lucha, para su victoria, con las asechanzas y las perfidias del amor viejo y adinerado. En la serie de operetas cinematográficas que viene creando el film europeo. Fiesta en Palacio marca la plenitud del género, su superación, su depuración m á x i m a Todas las gracias y todas las sonrisas de las operetas anteriores están reunidas y embellecidas aquí, bajo la dirección magistral de Georg Jacoby. Artistas como Camilla Ilom, como Iván Petrovich, como Emst Dumcke, crean los personajes principales, sobre un fondo de suntuosas el^ancias, sobre aquel escenario brillante de la Rusia no ensangrentada todavía por la guerra Fiestas en el Palacio imperial de San Petersburgo. Baile de gala: uniformes, músicas, galanteos. Conversaciones con tiempo de vals. Por los grandes salones, magníficamente iluminados, desfila una multitud que esa noche se. h a vestido sus mejores galas. Generales, diplomáticos, grandes damas. Entre los invitados figuran la esposa y las hijas del general Damaskin. Vera, la hija mayor, está llena de seducciones: es bella, elegante, de una fina gracia espiritual. En la fiesta es cortejada por Dimitrij, un joven teniente coronel de la Guardia palatina. Hablan, ríen, y sus risas y sus palabras tienen la alegría del amor naciente. Hay, sin embargo, una sombra en esa gran a l a r í a que para los dos muchachos tiene la fiesta en PalaC^milla Horn e iván Prtrovich, los ^ admirables intérpretes de esta nueva cinta alemana, en dúo de «Fieala e a Palacio» Camilla I l o m , la deliciosa protagonista de «Fiesta en Palacio», en una de laa más bellas escenas de este film, que trae a nuestro tiempo la visión de la _Ruaia d e hace veinticinco años

ció: el gran duque Saúl Iwanowitsch corteja también a Vera Ei gran duque está acostumbrado a vencer fácilmente, a que nada se resista a sus insinuaciones y sus deseos. Con Vera emplea sus mismos métodos de siempre. La galantea con descaro, hasta a la vista de Dimitrij. Entre los dos hombres se establece una situación de violencia, que llega hasta una discusión en que de las palabras se pasa a los hechos. Vera y Dimitrij se dan cuenta de lo que aquello significa, de los extremos a que puede l l ^ a r el odio del gran duque. Sus rostros reflejan este estado de ánimo. Cuando ^ t á n de nuevo en la sala de baile, la orquesta toca un vals de Osear Strauss. Vera y Dimitrij lo bailan; pero en el ánimo del militar vive, obsesionadamente, el recuerdo de la escena con el gran duque yel temor de la venganza de éste. Cmza sobre él el fantasma del castigo. E^te vals que ahora baila, ¿será su último vals? Termina la fiesta Se van los últimos invitados y se f^)agan las grandes lámparas de los salones en fiesta Ya ha callado la música en las estancias suntuosas del Palacio imperial. Pero del espi-

ritu de Dimitrij no se va esa ob.sesión del gran duque. El castigo, efectivamente, llega Dimitrij es desterrado a la Siberia: tierras duras, inhtSspitas, en his que la existencia es para los condenados como una muerte en vida. Vera, ante ello, quiere a to<la c«)sta «alvar a Dimitrij, libertarle del infierno que le espera Busca los metlios para ello, habla eon unos y con otro». Y en todos rect^e la misma respuesta: «Sólo con dinero podrá lügriu^e la libertad del detenido...» Fiesta ahora en los salones del gran duque. Una concurrencia aristocrática desfila por las estancias suntuosiis. Vera asiste a la fiesta, y en su corazón sólo vive el afán de conseguir la libertad del encarcelado. El gran duque h a jugado y h a ganado en esa noche cincuenta mil mblos al general Putilott, jefe de la Policía. ¡Magnifica cifra, con la que Vera podría lograr la libertad del hombre amado! Se atreve a pedir esa cantidad al gran duque. Y él está dispuesto a entregársela, siempre que la muchacha acceda a ser su amante. Lo que a ella importa es la libertad de Dimitrij; y para ello, para cons^uir aquella cifra, finge de momento acceder a las pretensiones del cortejador. Logra, por fin. Vera la libertad del encarcelado. Un ordenanza de la prisión facilita la fuga Dimitrij va a ima estación, en la que Vera le está aguardando; pero el militar no quiere marchar si ella no le acompaña. í^a muchacha promete hacerlo así más tarde. Vera v a a una fiesta en casa de unos familiares. Otra vez ante ella los ambientes de lujo, los uniformes ricos, las músicas que embriagan dulcemente el corazón. Pero el alma de la muchacha está lejos de todo ello, y existe sólo para el recuerdo de Dimitrij. Su espíritu vive instantes de sobresalto y de emoción pensando en la huida próxima. Anuncian a Vera que alguien la aguarda en el vestíbulo, con el propósito de verla Dimitrij, a quien también encuentra el general Dymorff, viéndose éste en la obligación de arrestarle de nuevo. Otra vez sobre el ánimo de Dimitrij la visión de los días hoscos en la prisión, lejos de Vera, sin alegría y sin libertad. Hay que aceptar la decisión del general. Hay que volver a los días obscuros y monótonos de la cárcel. Pero antes Dimitrij quiere bailar, por última vez, con Vera; quiere sentir cerca su cuerpo y danzar con ella a los compases de una música alegre y romántica Seró su mejor recuerdo para cuando se reintegre a la prisión, para cuando ante él comiencen a desfilar las horas lentas y n ^ a s . Se inicia la música, y la pareja, embriagada de amor y de tristeza, comienza a bailar. Vera vive instanGrandes damas y generales en torno a las mesas de juego: sonrisas que encubren inquietudes, grsios galantes tras IIMI que se esronde, taimada, la ambición—^ Tienen en la nueva cinta una fastuosa alegría y una magníFica brillantes estas escenas de fiestas, evocación d e las brillantes i j o r n a d a s de la Rusia imperial

tes de profunda emoción. Su corazón parece querer saltársele del pecho. Su frente arde, y un extraño cansancio v a dominando todo su ser. La emoción vence a la muchacha, que cae por fin desmayada, rotos sus nervios. Ei propio general Dymorff la ayuda, la consuela para que se reponga Para ella no existe otra idea que la de salvar a Dimitrij. Es esto lo que rinde eu cuerpo, lo que obsesiona su frente. Y hay en ella tal abatimiento, que el propio general Dymorff se siente conmovido por el amor que refleja esa actitud, y decide ayudar a Vera. E^ general les facilita la huida. lín un coche se alejan de la ciudad, felices por la nueva vida que para ella empieza E^ ritmo del carmaje es como una música para sus dos corazones: como aquella música del vals que ellos bailaron en horas de amor y de sobresalto. Ya I l ^ a n a la fronter a Y a los dos pueden aspirar gozosamente la alegría de su libertad. Ea sus almas vivirá siempre la fina emoción romántica de aquel Ultimo vals, de Osear Strauss, que ellos bailaron una noche de fiesta en Palacio...


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«iueiiialográfiíu de nuevo H las pantalla» el ••«wtro y el arle d e (iary Cooper, • través d e la» escenaft de Tre* lanceros bengalies. La extensa z«"* ''«"I público cinematográfico ••tne e n (;arv Cooper una de suw figuras predilectas. Y no por capricho fugitivo, por e»a fácil popularidad que la gente concede, a ^^ces irrazonablemente, a muchos auliiHÜdud

"•^istBí,.

l n a popularidad que ae

Jesvunece, que a p e n a s dura, como la copla del clásico, sino lo que '** 'Verduras de las eras»). I-a devoción popular hacia Gary Cooper j ''«ne raíces hondas, entrañables: el f^an actor posee un arte .sobrio, exPresivo, d e una niagnífica naturalirico en recurso» y en matice», arte, además, .simpático., lleuo efusión v de alegría, de cordiali •^ad. Esta es la razón de e s a enormí (Popularidad del creador de tanto per '"^'íaje cinematográfico, de t a n t a vidu " que é l , en la pantalla, ha acertad ' orporeizar magníficamente.

i


LA revolución de Octubre de 1917 fué como una alborada nueva para el cinema ruso. Incluso algunos de los viejos cineastas reaccionaron en sus propios medios de producir y ver las cosas; la mayor parte de los viejos cineastas: Chardin, Olga Preobraienskaia, Protozanoff... Otros, los que quizá formaban el grupo más profesionalizado, marcharon al Extranjero: Alexander Volkov, Starevitch, Tourjansky e Iván Mosjoukine. El grupo que valientemente se quedaba en Rusia era, aunque más numeroso, menos competente y casi desconocido, es cierto. Pero la alborada de Octubre fué tan prodigiosa en el cinema como lo fué en la industrialización y en el acrecentamiento rápido de las demás artes. De la nada sui^ió todo. Todos esos grandes realizadores que con su maestría han dado una lección de cinema al mundo, tales como Eisenstein, Vertoff, Trauberg, Pudovkin, Nicolai Ekk, KJeshov y Dowjénko, pertenecen f>or completo a la era soviética, construida, ora por el Teatro de Arte de Moscú, con sus grandes directores C. Stanislawski y NémirobitchDantchenko; ora del Teatro Meyerhold, en cuya antesala se formó el arte de un Eisenstein, y, sobre todo, de la Escuela de Arte Cinematográfico de Moscú, cuna de los realizadores más valiosos del cinema ruso. Entre los jóvenes cineastas de una de estas famosas promociones post-revolucionarias figuraba Fedor Ozep. Conao el de muchos de sus compañeros, su nombre era ignorado; pero algo más tarde había de constituir una revelación plena de energía cinematográfica El arte de Fedor Ozep fué fruto de su talento personal, manejado y dirigido inteligentemente por una entidad como la E ^ u e l a de Arte Cinematográfico. Ozep y Anna Sten Nada más salir de la E ^ u e l a , a Fedor Ozep le fué entregado un escenario escrito en plan colectivo por varios alumnos. El film se titularía La cartilla amarüla, y había de ser realizado en

Anna Sten y Fritz Kortner en una escena del film, realizado por Fedor Ozep en Alemania, cKaramazofT cl asesino». Anna Sten trabaja con Fedor Ozep en esta obra por aej u n d a y última ves


fábrica Sovkino. La preocupación de Fedor l^zep consistía ahora en buscar los primeros coaboradores artísticos. No era difícil encontrara s si contamos las instituciones abiertas por el «í^tado para la enseñanza profesional de los futuros artistas cinematográficos. En Leningrado, ®n Kieff, en Odessa, en Moscú, en todas estas •Ciudades había grandes escuelas. Escuelas comPue.stas de doscientos y hasta de cuatrocientos alumnos en aquella época. Pero Fedor Ozep no piscaba a una artista genéricamente hablando; buscaba a un tipo definido de acuerdo con el personaje de su escenario. Stanilawski era un viejo profesor de arte de l'edor Ozep, con el que le unía alguna confianza. Un día le habló de este asunto. Stanislawski co'íocía a muchos a umnos destacados; pero no precisaba de momento el tipo que le describía Ozep. "Tponozco, sin embargo, a una muchacha ~~^ijo Stanislawski—que fué alumna mía hace "duchos años en Kieff. Más tarde la concedí un ^Pel de protagonista en una obra de Gerard lauptmann. Tenía talento. Después de su éxito ^ esta obra la preparé el ingreso en la Academia '-inematográfica del Soviet. Creo que esta muA!^^^' ^".VO temperamento conozco, te podría convenir. "~Sí; pero no hay que pensar en ello. En la ac^alidad no sabemos dónde se encuentra. ""-Hombre, sí. Ei?tos días h a estado a verme, v por eso te hablaba de ella. Está en la MeshrabPom. p ^ ^ P u é s de su conversación con Stanislawski, ^?dor Ozep se puso al habla con el Comité de ^rección. La artista propuesta por el actual I j i r e c t o r del Premier Théátre d'Art de Moscou, se ^ a b a Anna Sten. Ozep encontró algunos inconvenientes para conseguir lo que quería. Pero Sten le fué interesante para su film, y rato de salvarlos todos. Anna Sten, después de "^ber . s i d o dada de alta en la fábrica MeshrabPpoi, no podía ser dada de baja tan fácilmente. p > m o Fedor Ozep acababa de salir de la Escueera más fácil una cosa: realizar La cartilla grilla e n la Meshrabpom. e n vez d e hacerlo nde primitivamente se había convenido. Deseste momento, Fedor Ozep era contado como irector d e la Meshrabpom. jimto con sus componeros Pudovkin, Gardine, Egguerte, Obolensi> oenertte y Koslowski. Y Arma Sten quedaba ^ Osiderada como una gran artista, destacada Una obi-a del nervio d e La cartilla amarüla. Dostoiewski ' ^ p u é s d e realizar La cartilla amarilla, obra

/ I

de gran envergadura socialrevolucionaria, y El cadáver viviente para la Meshrabpom, Fedor Ozep marcha, con Anna Sten, a Berlín en viaje de estudios. En efecto, todo su tiempo lo dedica a estudiar, recorriendo varias ciudades de Alemania. Pero el estudio empieza a cansarle, y aide en deseos de trabajar, de actuar como director, al igual que en la Meshrabpom. Ahora, todas las mañanas pasea con tres tomos voluminosos debajo del brazo. Su lectura la hace en francés. En los lomos de los tres tomos se lee un nombre: Dostoiewski, y un título: Les fré es Karamazoff. Por las tardes, Fedor Ozep escribe cuartillas, muchas cuartillas, en su cuarto de trabajo. Conoce en Berlín a Friedland y a Rathaus, dos jóvenes artistas, de quienes se hace gran amigo. Una tarde se reúnen en un café Anna Sten, Friedland, Rathaus y Fedor Ozep. La lectura de Les fréres Karamazoff ha terminado, y Fedor Ozep presenta ante sus amigos su trabajo. ¡Es maravilloso el talento de este gran realizador! La adaptación hecha de la obra de Dostoiewski constituye el éxito del cinema. Rathaus, el joven músico amigo de Ozep, promete una partitura expresamente hecha para el film. Anna Sten se ofrece como primer actriz, y F'riedland. como asistente inteligente a l a s órdenes de Fedor Ozep. —Tengo una idea—dice Friedland—. Conoz( t i a Fritz Kortner, quien aceptaría, si se lo proponemos, el papel principal en nuestro film. —Formidable temperamento para encamar a Dimitri Karamazoff-—agrega Rathaus. —Ix) vi una vez trabajar—dice Anna Sten. Y he aquí cómo nace el tercero de los films de Fedor Ozep, Karamazoff el asesino. Pdsandu por Keur Pujol Una de Itis características más acusadas en todo artista es la sensibilidad perceptiva. Suele .sentir lo que ve. y para aclimatarse a ello tiene

que esforzarse en comprender su visión. El arte, en cada pais tiene una expresión distinta, que varía según la naturaleza de los motivos en que se inspira. A nosotros nos sería fácil retratar en una obra artística el espíritu español. A im inglés le seria más difícil: tendría que ceñirse a las cosas de España, estudiarlas de cerca y familiarizarse con ellas. Cosa innecesaria en el español. Entre los artistas que se intemacionalizan y se )roponen vivir y trabajar para todo el mundo, os hay que logran dar a sus obras un tinte racial de acuerdo con el país en donde las realizan. Tal ocurre con un pintor que yo conocí aquí, en Madrid, llamado Gritchenko. Y con el mismo y admirable Eremburg, quien escribe Citroen, 10 H. P, Fábrica de sueños. Callejuela de Moscú y E.'ípaña, República de trabajadores. Obras especialmente anexas a los problemas^—artísticos en Gritchenko y sociales en Eremburg—de cada nación. No nos podríamos explicar la personalidad de Fedor Ozep de no existir estos artistas intemacionalizados a través de sus obras. La cartilla amarilla, Karamazoff el asesino y Noches de gran ciudad, son tres films que responden más o menos directamente al país en donde han sido hechos. El drama social, el drama psicológico y la sátira humorística, aunque para conseguir el segundo haya tenido que apelar Fedor Ozep a la obra de un escritor raso. Del pensamiento profundo de Dostoiewski al estilo cinematográfico de Rene Pujol hay un abismo. No es comparable Karamazoff el asesino con Noches de gran ciudad. Y, sin embargo, los dos films son del mismo autor. Fedor Ozep se adapta al carácter racial de la nación en donde t r a b a j a Esto es sin dejar de haber en sus obras un algo de común que las hace inconfundibles. A Stefan Zwpig Amok es el título de In última película de Fedor Ozep, que en breve vamos a ver en España. El solo hecho de escoger una novela de Stefan Zweig para adaptarla a la pantalla, nos quiere decir que hay una coincidencia afirmativa en el punto de vista de Fedor Ozep. Hay una inclinación inicial que viene a decimos mucho. No es ya el realizador que sigue oscilando, sino el que se ^ recoge en uno de los puntos de sus anteriores oscilaciones. Fl que para en seco y retrocede algo de lo que lleva andado para recuperar lo que h a perdido de vista y le agrada No pretendo establecer comparaciones entre Dostoiewski y Stefan «Norhe de (tran ciudad» ea oIro de los ñlms Zweig. Pero es suficiente qne Kedor Ozep ha que Fedor Ozep haya enproducido para Francontrado en los personacia. Aquí vemos a Jaejes de Amok una afiniqueline Francell en un momento de eran comdad indudable con los de posición escénica que Karamazoff el usesiru). refleja todo u n a m Seres complejos, abogabiente ^ dos y perseguidos en cualquier momento por un afán subconsciente de tragedia Feto es todo." La obra de Dostoieswki es única. Y Fedor Ozep en un cauce más inferior como el hallado _ «Amok», serún la en la novelita de Stefan novela de Stefan Zweig, es un film apaZweig, pronuncia una sionante por su arffuinclinación que le nivemento, y grandioso por la con aquella obra que la realización maestra más acusadamente defide Fedor Ozep. Kn la fotografía p o d e m o a nió sn temperamento. apreciar u n o de loa momentos mi» trágicos de «Amok»

A. DEL AMO ALGARA


H

E aqui, poco más o menos, lo que 6 8 un noticiario cinematográfíco de hoy: La Armada italiana simula un ataque sobre Roma. Ochocientos aviones de bombar deo se concentran en Nueva York. Maniobras militares en Beriin. La población es adiestrada en la defensa contra los gases asfíxiantes. La escuadra inglesa hace i m a demostración de su potencia. Doscientas líasa^ son destruida" p<ir un inoendift. Kn el hundimiento de un trasatlántico perecen ciento veinticuatro pHoajeros.

En fin, para que no nos quede uu ^ regusto amargo, para que podamos sentir de nuevo la alegría de vivir, vean ustedes la última actualidad captada por el operador: Campeonato de pancrace en Chicago.

Otra vez Ana Karenina. Clarence Brown será el director de la nueva versión, que interpretarán Greta Garbo y Fredric March. Es la sexta vez que la célebre obra de Tolstoi se lleva a la pantalla y la segunda qm Greta tendrá el papel de Ana Karenina, que ella habia interpretado ya en tiempos del cine mudo, bajo la dilección de Edmund Goulding, y con John Gilbert como partenaire. La sexta vez. Ninguna otra obra ha llegado a tanto. Excefituando La dama de las camelias, naturalmente. • • La K. C. A. ha clausuraíio el ejercicio de 1 9 3 4 con un beneficio neto de más de cuatro millones de dólares. LH Columbia Pictures obtiene en la última mitad del mismo año un beneficií» <le !)'>0.000 dóla-

4 _ Colette Darfeuil, en «liante Couture», film realizado últimamente en los Estudios de la Ufa, y dirigido por Sergio de f o l i g n y , exhibe •toilettesa lan modernas y sugestivas c o m o la que luce en esta foto

El rostro encantador de Jeá» Arthur se asoma a esta p i ^ i n * con ocasión d e su brillante triunfo en «Passport to Fame^, f i l * • u n desconocido en España

res. Después de esto, podemos seguir hablando, si a ustedes 1' parece, de la crisis del cinema yanqui.

Hablemos, pues. El sueño de una noche de verano, que realiza actualmente en América el famoso Max Reinhardt, cuesta ya a 1» Casa productora más de ua millón de dólares. Espanta pensar lo que le llevaría ya costado si el cinema nO atravesara por esta espantosa crisis.

• •

Aunque se habia anunciado el propósito de Chevalier. al regresar a Francia, de reanudnr


los escenarios sus actividades de chansonier, sus últimas de•^'araciones permiten asegurar que el actor de la sonrisa pegada ^ u i r á trabajando para la pantalla Patriota él, quiere on lo suce'^•vo rodar alternativamente en Francia y en América. Sus admiradoras pueden, por tanto, dormir tranquilas. Su sonrisa ^ > i r á iluminando las pantallas del mundo y despertando idiliot, '''^posibles en las cabezas de las muchachitas soñadoras. (¿Pero qué nos pasa a nosotros hoy?)

• •

Entre las estrellas francesas está de moda entrar eu los concentos. Primero fué Suzanne Delorme; después, Yvonne Hautin; tarde, Maryse Wendiing, y ahora, Jenny Luxevil. Hace ocho años Jenny Luxevil se reveló al público en un con•^rso de fotogenia, e inmediatamente debutó en el cinema, encargando la figura de Santa Teresa De entonces data una vocación por el claustro, en el que. Crace Moore, I»—• P^r fin, va a entrar, si es que antes no se arre- g e n t i l í s i m a actria. Píente como una Celia Gámez cualquiera. «•« •"•''«')' delicada . . Y . uan-Li-Yu,

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llamada la Mary Pickford del "Cinema chino, se ha suicidado absorbiendo una

belleza, acentúa en esta foto su candido , j „ ¿f. ¡„je„ua rolegiala

^ — . t i Paraíso del amor», la alegre comedia musical, a u n no presentada en nuestras pantallas, ofrece mcenas y paisajes tan visloaos y atrayentes cuma el que nos muestra rsta foto

^ mortal de opio. La joven y bella artista del Ce"la i-^^P^'^o ha puesto fm a sus dias para liquidar asi ü p ^ - ^ P n t a que separaba a sus dos admiradores más m»^!?'*^'^^» el irijy.-j-"j*"", eada uaaa uno de oe los ios cuales cuaies pretendía pretendia ser ei '^hina'^ estrella. Siguiendo una mala costumbre .segjjj^ ^'"^ de los amigos íntimos de Yuan-Li-Yu han 8aQ *? ejemplo, y a estas horas sus cuerpos repodo ul^ í ñ a losa Los únicos que no han demostra'•'sain * *^ora el menor d o s e o de suicidarse son, pre^lan^'^^Y admiradores más apasionados de

lo

* *

ii*"^ sensacional, aunque la noticia ha pasado yatjq .*^certida, es el hecho de q u e los productores inv£¿¿í^ solicitado la protección oficial contra la dos películas europeas en los Estados Unil i r e p Q j ^ ^ ' " * ya se puede hablar con razón de la i'ia .'^^^•a d e l cine europeo y de la decaden"ñedo Hollywood. En cuanto uno tiene • es porque el o t r o vale más.

'^^^^

''h^!^^"^ parezca mentira, Walt Disney no ha "'tiinj, " ^ n g ú n premio honoriñco en la semana ^ R. M. G.

lie aqui a Rosita Díaz, la celebrada «stan> española, captada por Hollywood, viata a través de las cámaras fotográHras de los Estudios yanquis. Es ésta una de las primeras fotografías de nuestra bella compatriota obtenidas en Norteamérica


P Pi E S E N T A m A

54-

P P. O X 1 M A M E N ' E EN

EL

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LA PRODUCCIÓN NACIONAL

I W í t ó a m ¿e J.lu¡sSAENZ^[R[DIAawAnlonioVICaRo5kLACASA y

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wtózíí/ATlANTIC Fllllll"


J o í i i DrHwford. t.Inrk (,HI>II- > Miinr K r » ¡ n . r n unu i-iccn« tir ul'.nrailrnitiin-^

PALACH» líK | , \

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"Kajo lll aiiipiíro"

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^Hi.MKHA muestra del cinema pulatd llega<ÍH hasta nosotros. Y apresurémonos a recf»nocer que, a juzgar por ella, Polonia po.see ya un cinema adulto. Porque este film tiene mo lientos magníficos, de los que no .se improvisíui una producción nacional cualquiera. Y cuidado que el tema difícil—nada menos \ MUe una incursión al mundo sobrenatural—está ¡ erizado de peligros, como un desfiladero drama- j J-ico, por donde pueden despeñarse la emoción v ja verosimilitud a poco que el hilo conductor de •a fábula se corte o con una técnic.i b¡.soña o con una dirección vacilante. Estos temas con arranques sublimes s o n propensos a dar de bruces en lo grotesco. Y si ade"lás, como en Bajo tu amparo, se acude a recursos melodramáticos y se asciende por ellos a la región espiritual, donde prescriben las leyes físicas y se opera el milagro, la dificultad crece nasta el punto de que el superarla sin resbalar lo bufo constituye el mayor peligro. Y i s e es el mérito de este film: lograr con elerQentos melodramáticos un poema. Veamos: Un teniente de Aviación, joven, gallardo y, en vez de 'Calavera, estudioso, tiene una novia que es un encanto: bella, angelical y, por más señas, educada en un convento de monjitas. Unos malvados, envidiosos de la gloria del teniente, que l^uela como los propios ángeles, deciden cortarle alas; esto es, producir una avería en el aparato que dirige, con la sana intención de que se estrelle. ¡Inf;mies! En una fiesta de Aviación ponen on práctica sus horrendos designios, y el tejiente, nuevo Icaro, cae al suelo, ante el horror de a 'uultitud rjue presencia sus j i r o e z i s e n el aire, -«a novia está allí, s e luicidenta, y sólo vuelve de su «lasmayo j);u-a jirestarse, heroica, a la transfu-

. sioii de sangre. P e r o , ¡ah!, dcsjiués de una terrible

o)>eración. el héroe (jueda inválido para siempre. Y viene una lucha de rnagnanim¡da<l entre los novios, que |)nede resumirse en este breve diálogo:

El,. ¡Olvídame! Ya ves cómo astoy, .No sirvo para nada. ¡Ah, cielos! Ki.LA.— ¿Olvidarte? ¡Ja. ja! Ahora te «luiero más (juc antes. 8oy tuya, tuya hasta la muerte.

I n inli-r>-,.anlr nionienlo ilel

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Y así discurren los generosos jóvenes en unas escenas patéticas de las que agotan el saco lagrimal. ¿Falta algo para la novela por entregas? Pues a pesar de ello, la dirección sabe imprimir un tono de sobriedad y buen gusto a las escenas, y trata, con técnica ágil y personal, lugares comunes, hasta intelectualizarlos pudiéramos decir, logrando valores humanos y rasgos psicológicos originales donde no había más "que incidencias de folletín. Y cuando llega al momento final, que pudo ser un salto grotesco en el vacio, una zapateta ridicula de payaso que, de pronto, se pone serio, logra una espléndida visión religiosa, en la que apura los colores de los grandes maestros: suave emoción, realismo no exento de poesía, grandiosidad de escenarios, variedad de efectos, agrupación de motivos diferentes como notas armonizadas en un solo acorde, y, por último, lo más difícil, lo que muy raras veces llega a captarse con fuerza suficiente para producir la convicción artística: el aleteo de lo sobrenatural, por una gradación bien calculada de sugestiones religiosas. Edward PuchaJski, autor y director de Bajo tu amparo, nos ofrece, en suma, un bello ejemplo del cinema polaco y nos hace desear nuevos films de aquel país, situado en latitudes que parecen propicias al cinema. En cuanto a él, a Puchalski. preferiríamos verle otra vez como realizador de asuntos ajenos, porque nos parece que su fuerte no es la creación poética original, sino ei arte de plasmar en fotogramas tangibles las quimeras de otros hombres más imaginativos y menos técnicos que él. María Bogda y Adam Brodzisz son los protagonistas del film, y merecen serlo, cosa que no ocurre siempre. En tipos episódicos se distinguei. Wladyslaw Walter y Boguslaw Samborski. ¡Vaya nombres! Esta es la única dificultad seria que le encontramos al cinema polaco.

«Trt^ lanri-roK Ix-niealiri... ipie tiene por figura eentral al gran aetor Oary i:ooper


sioneros hay felicidad. Y si alguien lo duda, recuerde que las ideas negativas no aprovechan en arte para nada bueno. La interpretíujión, como hemos licho, corre a cargo de los indígenas y sorprende el acierto (intuición debemos escribir) con que actúan ante la cámara Entre ellos se distingue Tosile, estrella negra que para el arte, y con licencia de Insúa, tiene el alma blanca El film está concebido y realizado por el Padre Stephan. TIVOU

GECI dió fin, por este año, a sus interesantes sesiones de cine retrospectivo con El gabinete del doctor Ccdigari, que, como es sabido, representa el salto de la fotografía animada al arte cinematográfico, y que, esto ya es menos sabido, cuando al cinema le dé el sarampión de un dadaísmo cual- ! quiera, se convertirá—el film—en ] Manolo Parí* y Rosita Lacasa cn «Patncio miró a una catrcllaa arquetipo e inspiración de extra- i vagancias, con lo q u e volverá a ' RIALTO una actualidad bien ganada y honrosa- la actualidad cíclica que en literatura tiene el gon"IM hermana negra" gorismo. Porque eso es el genial film de Robert Wiene: una hiperestesia de la imagen, según se Admirable docmnental de la vida y trabajos dijo de la poesía de Góngora. de los misioneros en el África del Sur. Fácilmente se comprende, y más siendo proOTROS ESTRENOS ducción alemana, que nos hallamos ante un Fia el Callao, El primer amor, y en el Fígaro, concienzudo estudio de ambiente y costumbres Herencia de sangre. ¡Amor, sangre! Demasiado exóticas, hablado en zulú, para mayor inteligenprofano todo esto para los días que acaban de cia, e interpretado por zulúes en su propia s á s a pasar. ¡Cuánta disipación... y, entre nosotros, Curiosa de veras esta película, de la que se qué poquito cinema! desprende—obra adecuada para Semana S a n t a una edificante secuela religiosa: donde hay miA N T O N I O GUZMAN MERINO

Oaniellf Darrieux y Claude Dauplín, destacadas fíguras del film francés ..Dedé», protagonizado p o r Albert Préjean

O P E R A —

Ul Una carcajada

continua vien

EL

lo groci película

D I A..."

La intemperie produce en la epidermis efectos más nocivos que el propio desgaste de los años. Paro contrarrestar su occión, proteja el cutis por el dio con nieve OATINE. Suaviza la piel y perfecciona los foccíones...

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M A R U C H I L U P I T A

ROUGE

ARTUHltO rEDOICO SONIT *p«rlad« SOI M A D I I S>

OIsMlMilda por UFILM&

F R E S N % ^ T O V A R ^ GIRELLI

Un argumento di hoada ttrnuri li«nana, de intenso dramatismo sentímental.

DIRECCIÓN.

F.

A R D A V Í N

P E P E I S B E R T . Z A B A L A . F. D E C Ó R D O B A PAQUITO ALVAREZ


EL DIRECTOR - GERENTE DE RADIO FILM, EN ESPAÑA

Don Koberto Trillo, direclor-nerente

R

llegado a la Península, nos fué presentado don Roberto Trillo. Nos acogió con una sonrisa cálida, una de esas sonrisas que parecen herma'^as en todas nuestras grandes simpatías. Xo conocíamos entonces su alta representación en nuestro mundillo cinematogiáfico, y rendimos nuestra consideración al homre simpático que, por amigo de nuestros amigos, venia a ^ ^ a r asiento en nuestra amistad. fué luego, pasados muchos dias, cuando supimos de 4Uién se trataba. Sentimos entonces el pecado de la ca^ aradería; pero duró muy poco este sentimiento. Al volemos a tropezar con él, volvió su sonrisa a mostrárseos franca y acogedora, como si se hubiese dado cuenta ® que se interponía entre los polos de nuestra amistad ^ fría barrera de su despacho oficial, en el que imxmpios Una mañana cohibidos, y del que salimos cobijados P^*" su franqueza, por su gentileza ultramarina, por su »o *^prdial de hombre fuerte y afanoso de sumar ami^ sinceros afanes amistosos. ^>ue8tras conversaciones posteriores acabaron de unir* su talento y echaron por tierra las muecas de far' que se imponen al contacto de lo falso y los conceptos t^^'^'ios que se apoyan en las categorías, las nuevas cas^as del siglo XX. ECIÉN

del ^" e[ periodista acudió al despacho a^',^*'"^tor gerente de la Radio Film encontró el medio lia Ja puerta puerta franca franca y y la la tarea tarea fácil. fácil. Y fué aqueaqueUa la Y fué sio ^'^'^^^^ación de amigos, en la que se cambian impre^es de juventud, ideas afines v emociones hermanas. ^ c e n d lentes ibéricos nos dice el señor Trillo— ^nbiente de mi niñez, aureolado por un inmen.so ^ o r a todo lo que en el alma de MéjnICO, mi tierra madre. «•^presenta la vieja F-spaña Fjran sus héroes ñus héroes, y 08 míos, los que nacieron de su civüización de su hidalguía, de su sangre y de sus conceptos de honor e independencia, eran asimismo tan suyos por haberlos creado, que unos y otros, los que en Iberia nacieron y los 1»e en mi tierra madre se engendraron, se hermanaban ^n idénticos ideales de noble humanidad y en parecida grandeza de expresiones espirituales. í Asiste a nuestra ctmversación míster Uishman, direcgeneral de Radio Film en E u r o p a Alto, elegante, disfné

creto, comprensivo, sonríe ante la pasión que pone en sus cálidas palabras el señor Trillo. La seriedad anglosajona admira esta cualidad de nuestra raza, esta expresividad en la que los latinos ponemos, no sólo palabras, sino gestos y actitudes que responden a la emoción que en el momento de conversar sentimos. Míster Leishman decora nuestra conversación con el humo de su cigarrillo de Virginia, y con su empaque de hombre de mundo, míster I.«ishman sonríe, fuma y observa. El señor Trillo continúa: —Antes de caer en el cine habia bebido aguas universitarias en Nueva Yo-^', había corrido el Continente americano, desde el Canaaa a la Sierra de Fuego; habia salvado los Andes; me había visto reflejado en los dos océanos y habíame asomado a las viejas civilizaciones mayas. Mi camino a través del Nuevo Continente me puso en contacto con la otra civilización de España y reafirmó en mí la admiración por aípiellos hombres que en lucha constante con la hostilidad de los indígenas, enpugnabrutal con la Naturaleza, escasos de medios y sobrados de heroica resistencia, fueron levantando ciudades, creando focos civilizadores y forjando leyes que asombran por la noble humanidad que en ellas late y en el amor al indígena que las inspira. Sólo un pueblo de l:i fortaleza de este pueblo podía haber llevado a cabo empresa que espanta a quien, como yo, conoce la extensión y las dificultades de aquella gesta, tan propia de este ^^^^ pueblo lleno de ^^^^^^^ ideales y falto de ^^^^^^^L afanes prácticos ^^^^^^^^ en aquella época ^^^^^^^^^ de su expansión

Míster Leishman, directnr^Cere n t e de Radio Film en Kuropa


—OrgiUlicé para Radio Film las agencias de la América del Centro y del Sur, y una vez éstas en marcha, recibí unbuendía un cable de la central, invitándome a que rápidamente fuese a recibir órdenes de Hollywood y de Nueva York. En vuelo crucé el ontinente Norte, y al llegar a la central recibí la agradable sorpresa de una orden para partir hacia España, para organizar en la Península la central y las agencias de nuestra marca. ¡Era el sueño dorado de toda mi vida!... ¡Conocer el pueblo en que naciera mi apellido!... ¡Saturarme de españolidad!... ¡Estudiar a España en sus virtudes — ¡cuántas! —^y cn sus viciar, ¡qué pocos!. Tomé el barco que había de conducirme a la Península con la alegría de un muchacho en fiesta de juventud y de esperanza... Era para mi el amor a la patría en que nací, como el amor que sentimos por la madre buena.. Y era el amor que por España sentía semejante al que profesamos a la novia amada.

convencido por mí mismo de lo poco que de España saben incluso los pueblos que más la aman... He visitado sus grandes capitales, abiertas al progreso y a la civilización con un empuje de renacimiento... Me he perdido para soñar en las viejas callejuelas de sus pequeñas ciudades dormidas en la historia, y estoy ansioso por llenar mi retina de todas las imágenes de Iberia, y mi espíritu de toda su recia espiritualidad. ¡Es tan extraño este pueblo, reacciona de manera tan especial ante todas las cosas, que al conocerle se le ha de respetar y se le h a de amar como pueblo de excepción!...

amigo agradece estos juicios y el periodista los pregona poniéndoles este sentido colofón: ¡Qué fácilmente nos comprendemos y qué lejos estamos de estos hermanos nuestros que tanto nos quieren y a quienss debiéramos estar unidos con los lazos de eternidad!... LOPE F . M A R T Í N E Z

Y aquí estoy, cada día más contento de haberme

DB R I B E R A Don Antonio Blanro, jrfr de distribución de la Radio Film en Barcelona

Barcelona,

Abril.

M A Y O

Sábado Sorteo de la Ciudad Universitaria Sale el Sol a las 5,4 ^7.^nn.nnol$ale el Gordo entre 10 y 12

laabeliU PrmU (.Señoríu Voa 1935.), pratagoniata, con Micuel Ucero, del «aketh», dirigido por Florián Rey, «jYo aoy un aenoritot»

^


Jn piGÍísdfo de arte

'•'«""^'"^V.

Xo s«.n..> ,rot...ei«ai..a., »¡ olvidadizos, ni ingrato*. í.a profesión a ultranza, por «Is.ema, no. parece anlipátit^ e Inju.ta Por «tra parte, ''conoeeinos que el eiuema extranjero nos ha c.seüado y dei.iíado durante varios lustros, y aun pasarán muchos años antes tie que potlamos preseintlir de enseñanza v deleite artísticos. .. ^. . ^ , .. En nuestra'anterior eampaña hemos pedido la retlueción del exorbitante Impuesto tiel 7,50, y la petiíamos sm esUbleeer ti«tu.80S entre I . pfodnee.on propia v la aiena Lotjrada en principio esta reducción para todos, como postulado previo de equidad, y ahora qne se le va a dar elleaeia de ley . Um justa aspiraeíón de I. e , «-matoflraíía cu general, venimos con las razones particulares de la producción cinematográfica española, y prt^untamos a qnlcnesj.an de dictar las n por las que va a regirse en lo sucesivo la tributación de películas: "¿Xo se concederá trato amistoso a la cincmatogralia nacionaL ¿Serán lflual.« ante la ley española „„ íihn producido en cl Extranjero, cuyos beneficios cn gran parte vuelven al Extranjero, y «tro film producido en España, eon trabajo y cap.Ul ««pañoles, y cuyas nulidades, si las hay, no cruzarán la Ironlera para enriquecer la industria de otro pais a eosla de la nueslraT Por hoy nos limitamos a esta pregunU, temerosos de rob;ir espacio a ias razones de los demás. » empieza el escrutinio. ^ Habia u n a Cenicienta en España: el teatro. Ahora hay dos: el teatro y el cine. Sólo que ést*, aunque parezca inrposible, todavía sa'e peor librado de las garras del f^isco, iSi no se justifica, se comp r e n d e que nuestros g o b e r n a n t e s se hayan desentendido siempre de los problemas relacionados con la c i n e m a t o g r a f í a nacional, por lasencilla razón de q u e apenas e x i s t i a . Pero l a s circunstancias lian cambiado radicahnenEl cinema espaiiol es y a una realidad innegable, y hay que dedi^?rle, interés nacional, la aten?íOn que merece. Y por el mismo 'iteres nacional, creo que lo prique debia hacerse es librarlo ^e trabas, para que pueda canñnar aprisi^

100 quede reducido id 3,75, considero que de este impuesto debe quedar exenta en absoluto la producción nacional, puesto que el Estado de alg u n a forma práctica debe ir poniendo en vía de hecho 1 a protección que tanto nec€sita de él esta industria, a la que tiene la obligación de amp;u-ar, no r ^ a teándole apoyo algimo ni facilidades para su desarrollo y prosperidad. Rafael Herrero, Director gerente de la Sucursal en Madrid de Ibérica Films.

Cuando el Estado no ordena, ordeña Es ley fatal. El nuestro no tiene, en materia cinematográfica, ni orden rd concierto. Por apatía o por desdén. Nunca por ignorancia, porque no es analfabeto. Considera Jacinto Guerrero. el cine como uno de tantos espec1 ^ ^ P u é s de haberse conseguido táculos de ma* febaja del 7,50 por 100 impuessas; l u ^ o proto sobre l a s ductivo. Y orpelículas, quedeña y ordedando reduña, sin acorcido al 3,75 darse de la lepor 100, creo chera de la fáque no es lóbula gico que esMientras no t e impuesto tenga una posubsistente se lítica c i n e cobre a la promatográfica; ducción n amientras n o cional, y a q u e deje de hacer para n u e s t r a oídos de meri n d u s t r i a cicader, habrá impuestos siucidas, j, nematográfica como el que aqui se combate. presenta una vejación. Y yo me pregunto: ¿no somos lo bastante importantes, en calidad y ^. E. Vifudes Vicent, cantidad, los rebeldes en esta ma^^*^buciones Cinnamond Füm. teria?... ¿Por qué hemos de contentamos coD literatmra? que de momento sólo se h a * * ^ i d o ^ q u e el célebre 7,50 por Boris Bureba.

mos aún—necesita protección? Antes, hace unos años, si. Ahora, desde que el arte del fílm perdió la universalidad de la mudez, no la precisa. Cuenta, principalmente, con la ayuda desinteresada—^y por ello interesadísima—, entusiasta y decidida, del público. Pero no hay que olvidar que éste es exigente, que ambiciona para nuestra patria una gran producción peliculera. ¡Y se le complace tan rara vez! Por esto, lo que importa es no desengañarle demasiado—a fuerza de fracasos—, no cansarle; que sin su apoyo es imposible pretender que se extienda y crezca una buena cinematografia española TSi capital, que en sus ansias de negocio sólo ve lo que cree fácil, no acierta en algunas ocasiones—cegado por los tópicos peores—a distinguir lo que resalta una claridad enorme. Y es la garantía de ganar mucho dinero en la edición de películas propias, no en la distribución o proyección de films extranjerot». Aqui sí que incumbe al E^stado realizar una labor protectora y encauzadora—con medidas de tipo económico, como la rebaja o supresión de to d a clase d e impuestos, sin ^ l i c a r el peligroso «porcenGuillemu) Linhoff, taje»— p a r a Critico cinematográfico desviar al cade uLa Nación» p i t a l de las d o s últimas Por patriotismo. por protección actividades cia la industria néticas y ani española, y aunque no sea marie, en cambio^ a avanzar más que por pujantemente en la primera Y la imitar a otras complejidad del problema puede naciones, desimplificarse en estos ténninos: fabe declararse vorecimientos y facilidades oficiaexenta de imles, sin limite, a los productores, y puestos la cia los distribuidores y empresarios, nematografia después; pero de estos sólo para nacional. aquellos que antepongan en sus neLuis Mcaiinez de gocios lo nacional a lo extranjero. Tovar, actor. Luis Gómez Mesa, Pero, ¿es que el cinema español —el que debíamos tener y no teneEscritor cinematográfico.

Desde l u ^ o la Cinematografía nacional necesita—igual que ocurre en otros países—que el Estado se ocupe de ella, prestándole una protección ilimitada; pero el Estado necesita, a su vez, el asesorandento de personas que despojándose de todo egoísmo le ayuden y colaboren con él, indicándole en cada caso las conveniencias que p a r a el desarrollo d e nuestra p r o ducción s o n imprescindibles. P a r a ello nada m e j o r q u e unir elementos verdaderamente interesados y de a b s o l u t a solvencia, y t o dos a ima exponer los problemas necesarios para que el florecimiento de la cinematografía patria sea un hecho, pues el momento no puede ser más oportuno. Empero, pues, que el nuevo Consejo de Cinematografía acometerá esta labor, y a que los elementos que lo integran, recientemente nombrados, son de gran valor.


Te nia i u modern isim a

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Joan que añadirse al cavertiginoso del cinema, sin remedio. A poco de su ^ triunfo como danzarina le presentaron un contrato que la entronizaba en Hollywood, la ciudad de las mentiras rail y una... Aventura incierta de su vida libre, a prueba de ambi^ ciones. Había que tentar a ese Moloch del celuloide, que pone cara de sátiro vencido a las jovencitas sabrosas, de breve cintura y senos de copa invertida, con la boca fresca y el cerebro a pájaros. Nuestra despierta ^ Joan llegó con su cuerpo andrógino de bailarina, sus labios mdignos y sus ojos misteriosos de mar _ en calma. Había que sorprender primero y escandalizar después para no dejar tiempo a la indiferencia de aquella familia arbitraria y peligrosa, cuya sonrisa fingida ^^^L daba miedo. Había que vencer aquel ejército de invisibles orgullos que pondría cerco a su juventud fresca y.ágil, nadando con denuedo en las aguas turbias de sus pasiones. Había que llamar de tú, de buenas a primeras, a la ciudad inverecunda, envuelta en sedas y perfumes como una cortesana Había que devolverles su vicio gota a gota, como un veneno, o grano a grano, como un clepsidra.. Joan prendió fuego a la pólvora de su personalidaíl y se trazó los figurines de sus propios vestidos, para no parecerse a ninguna de las bella.s standard que acudían a las fiestas artificiosas, y exhibió, en actitudes de danza clásica, las lineas audaces de su cuerpo sobre la playa de Santa Mónica, desfile de afroditas que comían muy poco y soñaban demasiado. Pronto se hizo señalar con el dedo y mirar con avaricia Se la llamó extravagante, descocada, pretenciosa. Corrió su nombre como un reguero de escándalo, l ' n a de las mujeres más ricas e influyentes de Hollywood, creadora de la «aristocracia» del séptimo arte, profetizó así: «Esta chica se pasa de lista, pero no deja de ser una provinciana en el fondo. Quiere empezar por donde terminan muchas, y volverá a los teatros frivolos a enseñar sus muslos escuálidos. Para ser artista de cine le falta lo pr¡ncif)al: el talento, y para ser mujer, le sobra desvergüenza...»

rroussel

Desde que aquellas terribles palabras llegaron a sus oídíjs, Joan no pensó en otra cosa que en acercarse, fuese como fuese, al muro que la convencional «aristocracia» del cine había interpuesto en su senda. Ella, tildada de mal educada y de impúdica, se juró pertenecer al seno (pie la había re- i pudiado como u i ^ mercancía indeseable. Y se sirvió de su belleza excitan-]

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y ex traña,y de su propia adversa reputación. Hizo armas de lo mismo que se esgrimía en su contra, exagerando la apariencia de táT perversidad que tanto ha^ bía alarmado a los «aristócratas» de aquel pequeño mundo de falsos semidioses. Dió la sensa1^ ción de admitir, cada día, un nuevo amanto. Las mujeres la odiaban, pero inquietaba a los hombres, que empalidecían viendo de cerca la curva de su espalda ^ o las firmes mazorcas de su pecho. Su trar bajo en las primeras películas fué tachado de incorrecto e intranscendental. «¡Carne de escenario y de cabaret, después de todo!», decían. Pero... comenzaron a llegar cartas al Estudio, redactadas por admiradores, abrasados en un fuego de voluptuosidad devoradora. Y las taquillas—sagrario de religión comercial—se llenaron de plata, allí donde su imagen se exhibía inquieta y excitante, como una golosina n u e v a Joan Crawford aumentaba el dividendo de su editora. Estaba salvada, asegurada, mientras tuviera «su público» fuera del círculo vicioso de Hollywood. Fué proclamada, por los esclavos del deseo, «Venus de Hollywood». (Es decir: la V e m i s del siglo, del nuestro, tan distinta de la novia de Adonis.) Y la gran verdad de aquella su mentira fué conservarse íntegra en aquella desatada marejada de pasiones feroces que se enroscaban a sus piernas de bacante. Fué permanecer incólume entre las llamas de lujuria que lamían sus flancos. Fué la de sentirse salvajemente pura en su lecho, como una venganza de diosa que arrojar al rostro de las verdaderas impuras..-

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IlollywcM)d trepidaba bajo los pies de aquella bailarína sublime, disfrazada de hetaira, que partía en pedazos todos los convencionalismos. Se avecinal)a el escándalo decisivo y sensacional que iba a asegurar su triunfo, lientamente, un muchacho, codiciado por todas las solteras de aquella sociedad alimentada de materialismo, se enamoró de la rebelde Joá» Crawford, se sintió perdido en los rizos perfumados de su cabellera aleonada, en la luz de bengida de sus pupilas marinas, en la euritmia incansable de sus músculos. Era, por cieilo, el heredero, el hijo mimado del matrimonio que o.stental)a la supremacía aristocrática—fama y dólares^—de la ciudad de las mil y una mentiras... Era un muchacho impresionable, (pie apeteció l(K>amente aquello que le estaba-vedado, lo (pie horrorizaba a sus padres y amigos, lo que no se le habia ofrecido en la cómoda bandeja de la influencia de su nombre y apellidos célebres. Amó y deseó a la"


•ntrusa que pasaba por su lado sin siquiera mi^ ,

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J"*" (Crawford, c o n su r'":T" -"««"''«in" •»•• larina. sus labios malix-

rarle, con su cohorte de „„g j. misterios..» í a o l a t r a s , que dejaba dr mar en calma... nna estela de voraz fanatismo. Lloró al sentirse—¡él, predilecto de la coqueta Fortuna!—^insignificante al lado de aquella mujer, que se reputaba como |le fácil posesión si se despertaba su capricho, de aquej a bailarina de origen obscuro, de quien se hablan dieho los mayores horrores, poniéndola como modelo de frivolidad... El, hijo de Douglas Fairbanks y de Mary Pickford, los dignificadores de Ilollywood, «no era nadie» ante una aventurera que sus padres nombraban con desPrecio, apoyado en su pública fama. Y lo que era peor aún: él no la encontraba, para si, para sus adentros, como 'a pintaban aquellos timoratos o aquellas envidiosas; muy distinta la sentía en su corazón, en las agitadas soledades de su alma, en la ilusión creciente de sus años mozos. Cuanto más la observaba, más creía que no era lo que decía la gente, como un secreto presentimiento que solidificaba su pasión. La llamaban vulgar, interesada y poco escrupulosa, y él veía en ella un ser superior, indiferente a los intereses ajenos y de un refinamiento inaudito. Toda su voluntad de enamorado incurable—el amor no es sino una enfermedad—se í^endió hacia Joan como a su tabla de salvación. I^e era imposible vivir en aquella proximidad que la hacía, empero, tan lejana. Y consiguió ser su pareja de baile, en una fiesta intima y nocturna. La tuvo en sus brazos y se sintió tan tremendaniente feliz, que deslizó en sus oídos las dos palabras más necias—y más maravillosas—del mundo: «Te quiero...»

• • Joan no aceptó el cariño impetuoso del adolescente. Le daba

tima haber herido, tan hondo, en el retoño de sus potentes adversarios. Por un momento se olvidó de su esperada venganza, que el Destino le procuraba con excesiva facilidad. ¿Para qué truncar un hogar feliz, si no amaba, en absoluto, al hijo de Douglas y de Mary? ¡Bah! Ella triunfaba en la pantalla y en la vida^ sin necesidad de hacer daño a nadie, excepto a sí misma... (Meditadlo, lectoras.) Pero Fairbanks hijo, con las más vivas demostraciones, llegó a inquietarla. Su preocupación fué seria al oirle decir, con lágrimas varoniles en los ojos iluminados de verdad: «Debes creerme y quererme, Joan, porque nadie te quiere ni cree en ti como yo. No puedes ser tan cruel que te niegues a casarte conmigo. Ya sé que eres buena y que no te merezco; pero te pido que seas mi esposa porque no puedo vivir sin ti...» Ella, conturbada, a pesar suyo, intentó disuadirle. Pero iba notando el despertar de una simpatía viva de agradecimiento hacia el homenaje de amor de aquel muchacho, tan rebelde, aunque de distinto modo, como ella era. Y sus relaciones entraron en la fase decisiva, precipitada por el escándalo mayúsculo creado en su tomo. Los padres y familiares de Douglas recurrieron a todos los medios para evitar «la gran desgracia» cemida sobre el «hogar modelo» de Hollywood. Pero todo fué inútil. Joan Crawford extendió su blanco velo nupcial sobre el ágil y elegante cuerJuan Crawford hizo arpo de b a i l a r i n a que mas de lo mismo que se habia vibrado de fanesgrimía e n su contra, tásticas ambiciones exagerando la apariencia de perversidad que en los escenarios del tanto había alarmado a Broadway... los aristócratas de aquel pequeño mundo de falsos semidioses

SANTIAGO A G U I L A K


Nuestros lectores podrán poseer los bustos de sus artistas favoritos, tomando parte en los Concursos que CINEGRAMAS organizará mensualmente En e s t e Concurso se sorteorán d o c e bustos d e lo g e n i o l GRETA GARBO, d e b i d o s ol cincel del ¡oven y n o t o b l e escultor Corlos MONTEVERDE, oi t a m a ñ o d e 2 7 " 3 4 centímetros, entre ios lectores q u e adivinen el número del premio moyor o e l sorteo d e lo Loterlo Nocionoi del 2 d e Moyo d e 1 9 3 5 . Poro tomor porte en este Concurso Dosford con remitir o e b i d o m e n t e l l e n a d o el odjunto cupón. Los d o c e premios se adjudicorán o los d o c e concursantes q u e acierten el número del premio moyor d e dicho sorteo, o, e n su d e f e c o , o los q u e mos s e o p r o x l m e n . Si h u b i e s e más d e d o c e soluciones e x a c tos, los premios se sortearon entre todos los q u e h o y e n o c e r t o d o . Todos los boletines d e o e r o n estor en nuestro p o d e r antes d e los d o c e o e lo noche del dio 3 0 d e Abril. Los q u e lleguen d e s p u é s o e e s t e piazo q u e d o r ó n rigurosamente excluidos. En

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Una superproducción FILMOFONO que muestra hasta dónde puede llegar el arte sublime de un actor

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La obra m a e s t r a del género policíaco

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EL MISTERIO DEL CUARTO AZUL

Un conflicto de amor entre el sacrificio y la esperanza ... Un drama entre el pasado y el futuro de una mujer {Un qiHi e m o c m i t por su misterio y subyoia (Mr stt interés

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FILM

E X C E P C I O N A L


CURIOSO

(Zaragoza).

ramente se estrenará t-n ICspaña al finaliza! la próxima tem porada; pero sin poderle decir con el título que se estrene.

— Las

direcciones de l o s Estudios norteamericanos que rne pide Son las siguientes: Paramount Publix Studios, Hollywood (CaUfomia):Fox Studios, 1 4 0 1 N. Western Ave; Radio Pictures Studios, 7 8 0 Gowei St.; Warner Bros Studios. 5 8 4 2 Sunset Blvd; United Artists Studios, seph S c h I 1 d k 1 a u t: Ko<5itn • •04> N . Formosa Ave.; CoKatherine De Mille; l'am-hn 'umbia Studios, 1 4 3 8 Gower St. Villa (niño): Pillip Cooper; PaTodas las direcciones en dre de Villa: Frank Puglia; Hollywood. (California). Madero: Henry B. Walthall; Bugler boy: David Durand; MADAME DUBARRY ( Ma Calloway: Francis X . B u s drid),—Los repartos que me man Jr. De Un yanqui en la corte pide con tanta amabilidad son del rey Arturo: Director: David ios siguientes. Sor Angélica: Butlet; Hank (Sir Boss): Will Director: Francisco Gargallo; Rogers; Rey Arturo: William Carmelita (Sor Angélica): Lina Farnum; Alisande: Maureen ^'egros; Fernando: Ramón de O'Sullivan; Clarence: Frank AlSentmenant; Gloria Fontana: bertson; Reina Morgan Le Fay: Ida Delmas; Facultades: Luis Myrrui Loy; Sagramor: MitVillasiul; Doña Irene: Enriqueta chell Harris; Meilin: Brandón Torres; Teodora: Fina Conesa; Hurst. De Doña Francisquita: Matilde: Teresa Manzano; Don Director: Hans Behrendt; Doña Andrés: Emilio Perello; Maila Francisquita: Raquel Rodrigo; '« Clara: Enriqueta Villasiul; Auroia, la Beltrana: Matilde Alfredo; Alfredo Albalat. y el Vázquez; Doña Francisca: An«úfio Arturito Girelli. De Suena tonia Arévalo; Femando Soler: el clarín: Director: Stephen RoFemando Cortez; Cardona: Anberts; Manuel Montes: George tonio Palacios; Don Matías: Raft; Pancho Gómez y señor Manuel Vico; Lorenzo: Félix Montes: Adolphe Menjou; Chu- de Pomés. 'ita; Francés Drake; Pepi Sancho: Sidney Toler; Chato: EdU N A PELMA (Valladolid).— *ard Ellis; Carmela Ramírez: De ningún modo; para mí es un Nydia Westman; Señora Ra- placer el contestar a todo lo •nlrez: Lillian EUiot; Lupe: que me pregunten y buenaKatherine De Mille; Vega: Franmente pueda. Generalmente son <^»s Mac Donald. De ¡Viva los secretarios de los artistas, o ynia!: Director: Jack Cen- bien los encargados en los Eszay; Pancho Villa: Wallace tudios empleados para este fin, Beery; Sierra: Leo Carrillo; los que leen las cartas y envían Teresa; Fay Wrag; Don Felipe: las fotografías de los artistas. I^nald Cook; Johnny: Stuart Las direcciones que me pide: Erwin; Emilio Chavito: George Cari Brisson, Claudette Colbert, E. Stone; General Pascual: JoCésar Romero, Cary Grant, en

UNA SPORTMAN

Don .Mucluí: José Calle; Marques de Eucibia: Jcsé Mavía Linares Rivas; Roh.wich: Victorino Garmendía. Régisseur: Julio Castro (Castrití). Es cierto lo de Gl( lia S-wanscn, contratada en la actualidad por Metro Goldwyn. Claudttte Colbert luició el 1 3 de Septiembre NEGRAMAS, Hermosilla, 7 3 , Made 1 9 0 7 en París (Francia). drid. Mide cinco pies y cuatro pul gadas, y pesa 1 0 5 libras. Sus ALFREDO RAMÍREZ (Lorca). Vei daderamente es usted de los piincipales películas s(,n: Vn hombre de suerte y Doña Menpoquísimos que lo reconocen. Mariéne Dietrich se llama ver- tiras (veisiones inglesas); Los dadei amenté Maiy Magdalena tres Papas, Honor entre amanvon Losch. Nació en Berlín tes. El teniente seductor. La el 2 7 de Diciembre del año 1902. confidente. Una mujer a bordo. El presidente fantasma, Vna Mide 1,64 y pesa 5 4 kilos. mujer caprichosa, El signo de la Casada con Rudolph Sieber. Cruz, Reina el amor, Cleopatra, S s películas son: El favorito de las damas. La princesa ¡ Oh, la, Sucedió una noche. Imitación de la vida, y terminó para la lal, El ángel azul. Marruecos, Paramount Gilded Lily, sin tíLa Venus rubia. El expreso de tulo en español tcdavía. Puede Shanghay, Fatalidad, El cantar escribirla a Paiamcunt Stude los cantares. Capricho imperial y Capricho español, to- dios, Hollywood (California.) davía no representada en EsJ. BAEZA (Valencia).—No paña. puedo contestar a su pregunta con seguridad por el motivo de F L O R SILVESTRE (Barcelona ).—^Todos los artistas que que las películas que se repreme describe puede escribirlos sentan en Norteamérica con su a C. E. A . , Barquillo, 1 0 , Ma- título original, aquí, en España, no se traduce ese t'tulo con drid. El reparto de El negro verdadera precisión. Esa pelique tenia el alma blanca es el siguiente: Director: Benito Pe- cula que usted me dice, y que rojo; Peter Wald: Marino Ba- acaban de terminar en los Estudios de HoUywofd, dada la rrete); Emma Cortadell: .\ntoñita Colomé; Nonell: Ang^lillc; importancia de la misma, segu-

Pnr.imr)iiTit Stiidi"«

HolKTvord

(California); I-cwis Sti ne, JT án Harlow y Robert Montgi mury, en Metro-Golclwyn-Mayer, Culver Ciíy, (California). Siempre que tenga que escribirme hágalo de esta forma: Consultorio Cinematográfico, Revista C I -

(Manresa).

La letra del vals áe Utut semana de felicidad se ha publicado ya en números anteriores. Ruby Keeler nació el 2 5 de Agosto de 1 9 0 9 . Siempre que escriba debe poner esta dirección: «Consultorio Cinematográfico», Revista CINEGRAMAS, Hermosilla, 7 3 , Madrid. GREGORIO JIMÉNEZ

(Soria).

Greta Garbo r^ció en Estocolmo (Suecia) el año 1 9 0 6 . Debe escribir a Metro-Goldwyn-Mayer, Culver City (California.) U N A GRETA

(Madrid).—Es-

ta señoi ita solicita de la amabilidad de algún lector o lectora que la proporcione los números del I al 5 de CINEGRAMAS

o la hoja del argumento de La Reina Cristina de Suecia. Es criban a Pilar Flores, Paseo de las Delicias, núm. 1 4 6 , 1.^ D, Madrid. MARÍA LUISA MENÉNDEZ T R I -

GO (Aviles).—Escriba a Marlene Dietrich a Paramount Studios Hollywood (Califomia); a Rosita Díaz y José Mojica, a Fox Studios, Movietone City, We.stwood (California). CARMEN

LÓPEZ

(Cádiz).—

Esta señorita desearía de algún amable lector o lectora que la enviasen a su domicilio: Rosario Cepeda, 1 1 , primero derecha, la letra del vals Yo no s¿ qué me han hecho lus ojos, quedando muy agradecida. R.

LIBRIS

^ ' « » r José Sabuni, distinguido publicista, . . „ » . . . t a n d o c o . . Ra...ón Pereda su pri...era a c l u a r i ó n ci.ien.alográfira, como «doble, de Fradci» Lederer, e n «El diablo del raar., c o n trato conseguido por su gran Hemejanza con el celebrado artista


Cinema BILBAO La producción nacional

DIEZ DIAS Por Milagros Leal y Vilma Vidal La vida qwo t o d a mvH»r qumrrla vivir. Otra producción espoRoia do éxito consagrado

INSTANTÁNEAS l i O N F L BARRYMORK Veinticinco a ñ o 8 frente a las cámara»

L

lONBL Barrymore aeaba de celebrar su vij gésimoquinto aniversario en las lideí- cinematográficas. El eminente actor apareció por primera vez en la pantalla en cierta pelicula de un rollo, filmada en los viejos Estudios de la Biograph. y teniendo de compañera a Mary Pickford.

Por aquellos dias, las figuras sobresalientes de la escena casi huían del «nuevo juguete», como llamaban a las cámaras. Lionel, sin embargo, comprendió desde el primer momento las grandes posibilidades del cine, y participaba en películas cada vez que se lo permitían sus obligaciones on el teatro. Al entonces despreciable «juguete» debe hoy el actor la fama universal que, probablemente, no hubiera podido conquistarse en las tablas. En efecto, Lionel ha sido honrado con el premio de la .\cademia de Artes y Ciencias Cinematográficas y es uno de los favoritos de la pantalla Aunque Barrymore era una de las más célebres estrellas teatrales, no tenía grandes ocasiones de lucimiento en los comienzos del cine. Entonces los principales personajes eran, invariablemente, la pareja de enamorados. «Todos los a l i m e n t o s cinematográficos—^refiere Lionel—decían del amor de alguna heroína de diez y siete primaveras y un héroe de veinte. El amor juvenil era la nota culminante en las obras..., y el actor de carácter, un simple adorno. Indudablemente, los artistas sazonados tenían mejores oportunidades en el teatro.» El cine adquirió la palabra, y en El león y el ratím, el primer drama de la pantalla sonora, Lionel se conquistó un triunfo extraordinario. Esta innovación, sin embargo, estaba en su periodo exjíerimental. Barrymore representó diversos roles, irnos con éxito, otros no. Decidió por entonces abandonar la actuación para dirigir peliculas, e introdujo nueva técnica en La mujer haciendo, por primera vez en la historia del cine, que el micrófono siguiera a los actores. Después personificó al padre de Norma Shearer en Alma libre, y el resto es harto conocido. Al preguntarle si los veinticinco años que lleva frente a las cámaras habían compensado sus esfuerzos, exclama sonriendo: «¡Por Dios, que me hace viejo con la p r t ^ n t a ' Hay quien tiene sobre sí más años de actuación que yo. .May Robson, por ejemplo, merece realmente más admiración... ¡Cincuenta años dedi-

Mu» H»lH.i»n, la artrijt »eirrana

cados a la escena y a la pantalla, y txKlavía es una de sus figura-* más sobresalientes!»

Kl veterano actor Farrell .Mac Donald. «doctor en cinematografía» J. P'arrell .Víac Donald ha sido nombrado miembro de la Facultad de Cinema de California del Sur, la cual le ha adjudicado el título de «Doctor en Cinematografía». El veterano actor es uno de los artistas más eruditos de la colonia hollywoodense. A su cargo correrá un furso e s pecial sobre el «Arte cinematográfico».

NORDDEUTSCHER

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CRUCEROS MARÍTIMOS coa los

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«COLUMBUS> «GENERAL VON STEUBEN» «BERUN., «STUTTGART», «SIERRA CÓRDOBA» u la arlaiavcra j ti oieAo <1< IMS <

ITALIA. GRECIA. TURQUÍA. TIERRA SANTA. EGIPTO, ««c T (• (I veraao de 1915 «

ALEMANIA. 5UECIA. RUSIA. FINLANDIA. NORUEGA. CABO DEL NORTE y SPITZBERGEN Pan átmÍM lafonau, (eOctos, prtdos, etc.. dlrO*a«c •

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ALEMÁN

AGENCIA GENERAL DE MADRID Cjrrcra de S u Icrónlmo, 33. Telefono t3S1S l.ioiirl Barrymore, destacailo a c t o r d e raníeter, decano de los artistas d e Hollywood

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