Revista Cinegramas - Nº.63

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Abajo:

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REV SEMANAL OSSECTOft: A. VAlEftO DE BERNABÉ Afto IL-MÚM. 6a.-ModrM, 24 de Noviembre de 193S

aN£MA TOGñAnCO

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¡iropósito de \\\ hora presente de nuehtro fint-ma cabría re^ordaí la doble y vieja p r ^ u n t a : ¿Fiu'- antes la gallina o fué antes el huevo? Contemplando también nuestro a<'tual horizonte tinematográfico cabe eatal)le<'er una interrogaíi'iu anáioga. ¿Son las peliculas las<|ue han creado el público, o es el piíblico el que ha creado la* pelíí-ulas? Porque la adhesión fervortísa, cálida, de nuestro públicí) a las cintas españolas se presta a consideraciones numerosas. H a y ptíblico cuando hay películas. H a y pelicular cuando se SAÍM' q u e el púidity» re»*ponde. I^as dos afirmaciones «stün tan estreciíament^* enlazadas, q u e no s « satte realmente cuál engendra a cuál. Quizá lo e x a c t o es que los dos hechos producen

Casiiiiiro Ortatí rn una r s r r n a dr la graciosa p r i i r u l a - I na a v r n t u r a oriental», qae distrittuyc e a la i « g i ¿ a Ceatro Castilla Füat

t > l i « l > r u d r r o y Antonio Ri(|urlair r n «El niño d r las aiaaiati», r r aligad a p o r J«««^ lt««rli |NH« E i e k i K t v a s Diaaa

« n U o 4e « H 113», prUrafai r a la C M I el prcaa arSoc ea 4fler^4oc y

simultáneamente, paralelamente;. Dos partes de un mismo todo, dos caras de una misma realidad inseparable... El cinema español - k » henH)^ djclio muchas vetees-, |K»r lo mismo que entá eu su hora mejor, está también en su hora d e más res|>onsal>ilidad. Ese aliento «xintiniM* y entusiast^i del {^túblico fes, pre<'isame!nt<;, lo que obliga más, lo que exige má.s. (?a<lM pa.«o de nuestra produ<'<ión debe hoy ser m«'«lido ]>onderado, estudiado reflexivament « , e8<*nipulosamejite, I l a y que i>ensar que hoy mt es posible contai ya con las atenuaciones, las disculpas y las l)enevolencias «ic ha<'e unos años. 8ería im{>erd«inable entregarse alegremente al jtibilo de 1<» y a conseguido. Rs interesante! lo hecho, j>ero 1«Í e** aún más lo jHir hacer. Para tradix'ir el del)er de k»s qiie gobiernan ntJestrf) cinema con relaí'ión al público no encontramos


Tna esrena de baile, de ;ran c o l o r i d o y amliienle, rodada en un pueblo del Alio Araj^óo para la película española «Kl último contrabandista», editada por Repertorio M . de Miguel, y en la que aparece como prolaKouisla Mif(uel Fleta

Samuel Crespo y U n a Yegros en una escena de la superproducción cEI secreto dr Ana María», editada por Selecciones Capitolio

palabra m á » justa que ésta: respon-sabiliilad. Res|>uD8abilidad. decir: autoanálisis, confienoia d e eada pa80, de (¡ada decisión; reflexión constante y despierta... El entusiasmo popular se ha reconocido jx)r todos. En e»ttís t'iltimas semanas Madrid ha dado un ejemplo verdaderamente admirable al llenar día tras día las salas en que se proyectaban películas nuestras. El menos observador ha podido ver, recorrientlo las carteleras cinematográficas de los diarios, el importante tanto por ciento que en ellas correspondía a nuestra producción. Es decir, que el cinema español ha conqui.stado a Rspaña. Sepamos ahora merecer la ctintiuista y mantener ese fírtuí fervor actual de las multitudes h m i a luiestro cinema. T o d o s los signos hacen su)K>ner que nuestra producción mantendrá el ritmo intensivo que hoy sigue. Catla día se conocen nuevos proyectos cinematográfico.^, .~c roiuienzan nuevas cintas, se instalan E.studit)S con arreglo a las más rei'ientes normas técnicas. Existe positivamente una industria cinematográfica entre ntwotros. Iíea<iuí un (lato de interés: en este afio la producción española estará formada por cuarenta títulos... ¿ N o dice esto, mejor que naila, lo que significa y puede significar to<la esa labor cn nuestro mercado? O t r o hecho, además, justifica y requiere la necesiílad de una producción española intensa: los df>bles. Las gratules capitales no necesitan de los dobles. Sus pt'iblicos están preparados para seguir el ilesarrollo de una cinta en su idiom a original, con rótulos españoles. Pert) piénsese cn (»tras ciudades, en los pueblos numerosiw, en los que forzosamente *ÍS una necesidad insustituible el doblaje en espaiiol dc las películas extranjerius. lx)gicamente, cn cstíus zonas ha de haber ima m a y o r avidez hacia la producción originariamente en la.-^tcllano...

Samuel l^respo. ron las cuatro .«uf^eslivas oficialas dr «¡Abajo los hombrrst», príascra revista rspañola rditada por Febrer > B U y


naestro arte como nuestra sensibilidad, nuestn psicología como nuestro folklore, no serán vistos m m c a por los públicos de la A m é r i c a española c o m o cosas ajenas. Persiste un vinculo pos i t i v o bajo ese formidable signo común e inapreciable del idioma. A m é r i c a es la gran palabra que debe hoy clavarse, como un i m p e r a t i v o , en el ánimo d e los que capitanean nuestros destinos cinematográficos. Nuestro cinema está en condiciones de recibir de A m é r i c a un impulso poderoso.y si esta orientación se encauza y se dirige inteligentemente, se habrá prestado a la producción española el más alto servicio. L ó g i c a m e n t e , aun siendo España un excelentísimo mercado para nuestra propia producción, ésta no debe quedar detenida en los medios españoles. P o r mandato de una ley natural ha de tender a la expansión. Y nada de tan magnificas posibilidades para esta expansión c o m o las Repúblicas de habla española, para las que no habrá q u e hacer dobles, para las q u e se cuente con ese nexo maravilloso que es el idioma. Gran tarea ésta para los amantes de nuestro cinema, para los q u e tienen en su mano y en su corazón el destino de las pelícalas españolas. ANTONIO

VALERO DE BERNABÉ

Charito Leonfs en una escena de « A m o r en maniobraa», película eapañola, dirigida por M a riano L a p e } ra, y que dlaIribuye Atlantic Filma

Don Norman J. Cinna- f mond, rodeado de los ' señores Socias, Parellada, Comerma, hermanos Porefaet, Durbán y otros imp o r t a n t e s colaboradores de la nueva editora Hispania Orbis Films

Un momento d e l r o d a j e de~~* <La s e ñ o r i t a d e Tréveles», qne bajo la dirección de Edgar Neville se m e da para A t l a n t i c Films

Creemos, por tanto, as^^urado perfectamente el mercado nacional para nuestra producción. U n a v e z conqui.stados nuestros públicos, se abren al cinema español otras posibilidades y otros horizontes de excepcional importancia, y que seguramente han de pesar mucho en los pensamientos y los propósitos de los que rigen nuestra v i d a cinematográfica. Ese gran horizonte nuevo es América, es la A m é r i c a d e habla española, para la que no puede ser nada extraño el espíritu de nuestras películas. A n t e éstas se abre un dilatad o camino nuevo, una perspectiva que puede significar—por lo q u e ello, lógicamente, ha de repercutir en nuestra producción—un paso de gigante. P o r q u e una pelicula estará siempre, de un. m o d o más o menos directo, en relación con I9 q u e se calcula que ha de producir. Si el producto, por ejemplo, se triplica, es indudable que las cintas se triplicarán también en su coste en la cifra destinada a su filmación... Nuestros problemas c o m o nuestros paisajes.

Enrique del Campo y Santiago Ontañón en unaeacena de la nueva producción Atlantic Film* «Unamujer en peligro», rodada en . U s F.8tudi«s Ballcgieros 4'


El Gobierno ha reehazado los nuevos ileereiu^ leyes presentados por el inini<aro de Educaeiún Naeional

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E decía en los medios políticos y cinematográficos de París que el martes 27 examinaría el Gobierno los textos de los decretob-leyes elaborados por M . Mario Roustan, ministro de la Educación Nacional. P e r o al día siguiente, los cotidianos de la mañana animciaban que la Comisión de Finanzas no había tenido tiempo de examinarlos. l.o cierto, sin embargo, es que de todos lo» án-

l na «le la» eltí-icas •••cena.- «le < I 4 de |uli«

l^ulf'T de la industria h a b í a comenzado a nianiícstarse un des^contento y a oponer una lucha decisiva contra los nuevos decretos. L'£cron—órgano del Sindicato Francés y 'le la Unión de las Cámaras Sindicales de Teatros, Cinematógrafos e Industrias Anexas—Considera la retirada de los decretos presentados por el .señor Rou.stan como uua victoria sindical. En su número de esta semana publica una gran cantidad de telegramas, cartas y acuerdos atiordados por las Federaciones regionales, dirigidos en 5X1 mayoría al presidente del Consejo, en los q u e se protesta v i v a m e n t e contra los decretos proyectados. En ellos parece ser que se ampliaban extraordinariamente los poderes o funciones de la Comisión de Control Cinematográfica (Censura), a quien se encargaba no -.olíunente de juzgar la moralidad d e los films, sino de vigilar al mismo tiempo el trabajo de los profe-^ionales. Esto de una parte; de otra, se ingtauraba legalmente el porcentaje de los derechos de autor, (jue debían percibirse oficialmente en la taquilla, incluso .sobre la participación del j>roductor y del distribuidor. El hecho de que la (JorporacicSn hoya p(Hlido hacer fracasar tales decretos nos demuestra una vez más la necesidad de que todas las fuerzas v i v a s de la industria •^c agrupen colectivamente para aliviar al cinema francés de los impuc^ti - rr-almencxagerados que pesan sobre él. La FMération des Syndieats de L'indastrie Cinpmalographique Fran^aiüe üuslituye a la antigua Chambre Syndieale

Iré» niini-lroti agredidos por r l dirtador de Kl lilliiiio inilloiiHrio»

El 29 de Octubre liltimo quedó fundada en París la Federación de Sindicatos de lu Industria Cinematográfica Francesa, que viene a sustituir a la antigua Cámara de la Cinematografía Francesa. En dicha Federación se han agrupado p o r el momento los cinco Sindicatos siguientes: Sindicato de Industriales, sindicato de Productores, •Sindicato de Distribuidores, Sindicato dc Empresarios y sindicato de Exportadores del cine francés. i^a nueva Junta procetle a la liquidación de la vieja Cámara; pero su carácleí esencial parece dirigido tínica y exclusivamente contra la invasión del cine ex-


tranjero y la «reorganización de la industria nacional», a juzgar i>or uno de los artículos del Sindicato, en el que se precisa q u e no podrán pertenecer a dicho Sindicato máús que aquellas personas morales que podrán demostrar que su actividad dentro del territorio francés no depende ni comercial ni financieramente, de una forma directa o indirecta, de una Empresa extranjera.

batiendo a miles y miles de búfalos en vertiginosa carrera, se v e por primera v e z en Bozambo. Incluso nos tememos que los servicios publicitarios de la productora o la distribuidora v a n a decirncja que aquello es lo «nunca v i s t o » , lo «inigualado hasta la fecha», etc. A n t e este abuso, nos preguntamos un poco extrañados: ¿por qué el productor no ha colocado en Bozambo la escena de la merienda del negro por los leones de Misterios de África, o aquella otra de Bevond Bengal, en la que vm cocodrilo m a t a a un n ^ r i t o que se casa después? Las dos le habrían dado mayor porcentaje espectacular, sin perjudicar en nada su y a malogrado ritmo a fuerza de alinear escenas desiguales y pesadas. Es una verdadera lástima que no se haya tenido en c u e n t a

Cuarenta años de einema o el jubileo Louis L u - i mi^re ] El 28 de Diciembre se cumplirán los cuarenta^ años espectaculares del cinema. Queremos decirque en esta fecha se cumple el 40 aniversario de la primera proyección cinematográfica pública,; celebrada en París, en los sótanos del Gran Café, J en la tarde del 28 de Diciembre de 189."). Ante-1 riormente a esta proyeí'ción, los Lumiére y a ha- • bían presentado varios films, primeramente en un Congreso que se celebró en L y o n el 22 de Marzo del mismo año, y después en un banquete que ; celebraron los congresistas el 12 de Junio, bajo I la presidencia de Janssen, y en el que presentaron Promenade des Congresütes sur les bords de \ la Saone y Janssen discutiendo con su amigo Lagrange. El 28 de Diciembre, primera sesión I pública, con el siguiente programa: i Salida de los obreros de la fábrica Lumiére, de 1 Lyon, . ; La riña de los bebés, ^ La Fuente de las Túllenos, ¡ Llegada del tren a la estación de la Ciotat, ' El regimiento, I El mariscal Ferrant, \ Partida de naipes, ¡ Las nudas hierbas, ' Derribo de un muro y ] La nmr con nuU tiempo. Los filnas poseían entre diez y seis y diez y ; siete metros cada uno. Las sesiones duraban '. veinte mitiutos y costaban tm franco la entrada. \ El primer día se recaudaron treinta y cinco \ francos. 1 Con m o t i v o de este aniversario, el 6 de N o - ] viembre se celebró en el Gran Anfiteatro de la Sorbona una sesión solemne en homenaje a Luis : Lumiére. En ella se reimieron, bajo la presidencia de M . Mario Roustan—el mismo que re- | dactó los nuevos decretos-lej'^es rechazados—, el i Presidente l ^ b r ú n , el Cuerpo diplomático, va- \ rios ministros y diputados y numerosas persona- í lidades extranjeras. En el acto, organizado por ' la Renaissance F'rantjaise, tomaron parte varios ' oradores ( l e o n c e Ambruster, Georges Meker, Charles F a b r y , Charles Delac, doctoi- D o y e n , ¡ Geoi^es I.«conpte, Mario Roustan, etc.) A m e - * nizó la sesión la Orquesta de la Guardia Repu- • blicana, y se presentaron varios films realiza- " dos en 1894-95 y fotografías en colores tomadas ' desde 1907 a 1985. í

(Acaso a las admiradoras del marqués de Port a g o les interese saber que el aristócrata español campea eu Bozambo, incorporando un brevísimo papel de traficante de armas, muerto a manos de los n ^ r o s , a pesar de su bigote y su cabello rizado.) Paúl Olivier, cuya fisonomía se ha asomado a las pantallas del mundo en casi todos los films de Renf Clair

En un principio se creyó que t o d o ello era prov o c a d o porque la Compañía que dirigía Bernard N a t á n había contratado (u ofret^ido) una cantidad mucho menor de publicidad a realizar eu Le Jour que la que hacía en el Intran. Sin embargo, en los ataques personales a Natán se vio inmediatamente una mano: la de M . Dirler, a la cabeza de tm grupo de accionistas de Pathé. Tras no pocas idas y venidas, acusaciones y defensas, el Gobierno t u v o necesidad de intervenir, y parece ser que se encontraron con algunas irr^ularidades. U n administrador judicial se hizo cargo de la dirección, con asistencia de M. Natán. A q u í la-s cosas, hasta que surge un nuevo coup de theatre. Parece ser que los señores Dirler y N a t á n , enemigos que se había creído irreconciliables, se habían puesto de acuerdo mediante quince millones que Dirler daba a N a t á n por su lote de acciones. Siu embargo, las cosas siguen detenidas, y la lucha parece desplazai-se ahora y radicai-se entre la Agencia l i a b a s y el Crédit du N o r d , aliado a la Tliomson-Houston, que son quienes se disputan el negocio P a t h é . Entretanto, la primera Compafiia cinematográfica francesa ha detenido su producción. Sus otros servicios continúan funcionando, pero con un ritmo menos acelerado. L a producción de films, en cambio, terminé con El equipaje, de A n a t o l e L i t v a k , con Annabella, Jean Murat, Charles Vanel y Jean-Pierre A u m o n t , en sus primeros papeles, que se proyecta—^precisamente en e s t o s momentos—en el M a r c a n PathéN a t a n , que será dentro de potto, según se dice, el Marignan-Pathé solamente.

France-Aetualitfs y el jubileo Lumiére

En "Borambo" se han íntrodneido unas eseenas de "Aviones y fieras"

Como a esta sesión oficial no pudo asistir, naturalmente, el público que asiste cotidianamente al cinema y que ha hecho del cine un espectáculo semejante, France-Actualités presentará esta semana a Luis L u m i é r e , pronunciando ante el micro y la cámara unas palabras sobre su invento, s o u i d o de tmas escenas (de los films completos, mejor dicho) de la Salida de los obreros de las fábricas Lumiére y de la Llegada del tren a la estación de la Ciotat. Creemos que éste es el mejor homenaje que puede hacérsele a L u m i é r e . Y al público, la mejor demostración del avance permanente del cinema en sus cuarenta años de existencia.

Ix»8 Artistas Asociados acaban de hacer la presentación corporativa de Bozambo, nuevo film de Alexandre y Zoltan K o r d a para la L o n don F i l m inglesa L a película, interpretada por Paúl Robesón (el de El emperador Jones), de N i n a Mae M c K i n n e y (protagonista femenino de Aleluya) y de Leslie Banks, es una especie de doctmaiental novelado en tierras africanas. R o b e son, gran cantante y buen actor, ha tratado de dar a este film tm interés que, desde luego, no tiene. D e todas formas, su intevención hace más llevadera la proyección de este film colonialista, ofrecido a la m a y o r gloria de la patria y del rey, realmente pesado y escaso de interés.

Una gran batalla en torno a Pathé-Natan El affaire P a t h é - N a t a n continúa sin resolverse, a pesar de que hat^e varios meses que comenzó a querer ponerse en claro. Como se sabe, la campaña partió desde L e Jour, el periodici' fascistizante de I^eón Bailby, creado a raíz d^ su expulsión de la dirección de L'íntransigeant.

Los productores seguramente sabían que habia que apuntalarle con algo sensacional, y no encontraron otra cosa mejor que añadir a las escenas de Bozambo imas escenas de Aviones y fieras (Sombras fugaces),de A. Fanck y K a r l Junghas, que se presentó al mercado intenxacional hace ires años. Así el público poco avisado creerá que u^Meila banda de buitres devorando una cebra, y o| avión (en el que se encuentra U d e t , y nt) el c i m i - a r i o Sanders, como se nos da a entomlcr).

Esta semana se han estrenado oelio nuevas p<^ IfeuFas en París El viernes 8 de N o v i e m b r e se estrenaron en los cinematógrafos de Paris ocho nuevas películas. E n París es generalmente el viernes cuando cambia el programa. H e aquí los cines, los títulos de los films, su realizador y sus intéipretes: Les Beaux jours (Madeleine). Pelícvda sobre la j u v e n t u d m o d e m a , realizada por Marc A l l e gret, con Jean Pierre Aumont, Simone Simón, R a y m o n d Rouleau, R o l a n d T o u t a i n y L a quey. Dora Nelson ( P a r a m o u n t ) . Escenario de Luis Verneuil, realización de Rene Guissart, con el autor, E l v i r e Popesco (su señora), A n d r é I.efaur, F^candé, Duvalles, etc., en los primeros papeles. Agent n.° 13 ( O l y m p i a ) . Un drama de espionaje más durante la guerra civil americana (para que haya sobre todas las guerras). Realiza ción de Richard Boleslavsky, con Marión D t vies, G a r y Cooper y Jean Parker. Chevaliers de la flemme ( O h m p i a ) . Un nuevo Stan Laurel y Oliver H a r d y . ( N o damos el nom-,' bre del r e a l i z a d o r ni los demás intérpretes, porque ni Laurel ni H a r d y quieren que se sepa.) Ne pariez-pas sur les blondes ( A p o l o ) . N o , señores, no, d e ninguna manera d e b e n apostar ustedes sobre las rubias. Se exponen a perder su dinero, como les pasará a muchos que irán al cine a v e r este film. ¿I^os responsables? Robert F l o r e y , y sus intérpretes W a r r e n W i l l i a m , Claire D<MKI y Guy K i b b e e . Docteur Soerate ( A p o l o ) . H e aquí a Paúl Muni. el gángster, el fugitivo, el minero, convertido en Dodor Soerate, jwrque lee a Platón. A l gangstei de Scarface ha sucedido este mediquillo delatoi con aúres de justiciero... A n n D v o r a k pone grandes ojos en blanco... Wilhein Dieterle, iu, tiguo intérprete de films alemanes, ha dirigido esta pelicu a, que disminuye un poco la po])ularidad de Muni. Revé de Montecarlo (Studio Universal). V í c t o r Schertzinger, realizador de los dos últimos films de Grace Moore, ha puesto en escena esta película, que interpretó Lilian Hai-\'ey en H o l l y w o o d y que pretende reactualizarnos -inútilmente— a Tulio Carminatti, compañero de Hesperia, de P i n a Menicheli y de otras estrellas italianas de los buenos tiempos de Italia y de su cine. La marie du regiment ( R e x ) . ¿Quién dijo que se habian acabado los films militarcillo-vodevilescos? H e aquí una prueba palpable de que d a v i a hay embusteros y malos realizadores ciin matográficos. Si no lo queréis creer, venir a París a v e r este film de Maurice Cammage, interpretado—como han podido hacerlo—por L y n e Clevers, Suzanne Dehe l y , Gaby Basset y A n d r é Ber ley. JUAN

l'aris.

Noviembre,

1935.

PIQUERAS


P

KRMÍTANX08 las rubias que por una vez nos ocupemos un poco de las morenas. El auge mundial de los cabellos platinados ha permitido que con reiterada frecuencia las féminas de áureos cabellos hayan merecido preferente atención en las páginas de nuastra revista. P e r o hoy las palabras de Dolores del K i o , que más adelante v a m o s a transcribir, acerca d e los cuidados de belleza que las mujeres morenas deben practicar, nos brindan una ocasión, que no queremos desaprovechar, de ofrecer a nuestras lectoras de cabellos obscuros algunos consejos que, por ser de quien son, tienen un valor in; estimable. l i e aqui, reproducidas con absoluta fidelidad, las palabras de la hermosa star mejicana: «Según mi punto de vista, opino que no sólo las artistas, sino la mujer en general, tiene la obligación de cuidar con la m á x i m a atención su apa- j

riencia para que aquellas personas que la frecuenten o con las que coincida en las calles, en loa espectáculos, en los campos de deportes o en su i misma casa—aqui sobre t o d o — , conserven perennemente en su retina ima amable impresión. Y ahora séame permitido brindar unos cuantos consejos dedicados exclusivamente a l a « mu- ; jeres morenas que se hallen, como y o , incluidas en lo que se ha dado en llamar «tipo latino». j A p a r t e del maquillaje y la tonalidad de mis vestidos, seleccionados escrupulosamente en armonía con el color de mi piel, los cuidados de belleza que y o practico son tan sencillos y están tan generalizados, que cualquier mujer puede emplearlos en la seguridad de obtener resultados espléndidos. P a r a ser bella es preciso: primero, cuidar los cabellos. Segundo, cuidar el rostro. Tercero, cuidar el cuerpo. Cuarto, cuidar las manos y los

pies. Quinto, hacer ginmasia y cultivar los deportes. S e x t o , o b s e n a r un régimen alimenticio de acuerdo con las particularidades personales, lo mismo para engordar y para adelgazar que para conservar el peso apetecido o lógico. Empezaré, pues, hablando d e los cabellos, y a que la mujer, por regla general, requerida por la selección de cosméticos, de cremas y de colores para su maquillaje, incurre en el g r a v e error de descuidar la higiene y el aspecto de ellos, olvidando que en »u cabellera radica, fundamentalmente, el atractivo primordial del rostro. Cuando y o llegué a H o l l y w o o d , hace algunos años, mis cabella eran largos y completamente lasos, y los peinaba con una simple raya en el centro, recogiéndolos sobre la nuca en un pequeño moño. Nunca habia pensado en sacrificarlos, lo cual, por otra parte, no se hacía preciso, y a que los directores solían ofrecerme roles en


anmtuiii oon mi tipo. . \ docir verdiul. esto me resnltaba en extremo enojoso, parque oonsideránilome—,\vi\so inmodestamente—i\\pai'itada p ú a realizar nn trabajo más amplio, más diverso, me veía obligada a realizar una labt)r mon»')tona y limitada. Soporté aquella situaei«')n durante una temporada: pero cierto día, sin decir nada a nadie, después de averiguar cuál era el más famoso pelu(|uero de la ciudad, fui a verle para solicitar su consejo. El buen hombre, después de oírme, me examinó atentamente duriuite unos minutos, estudiando todas las perspectivas de mi rostro y de mi figura. P w o después dictó su fallo: — X o hay nada que hacer, a menos que se decida usted a dejarse cortar el pelo. Confieso <]ue, al oírle, me estremecí. P e r o como rai fen'iente deseo era transformarme a toda costa, accedí. Y y a habéis visto todas mi evolución. Sin pecar de vanidosa, me atrevo a afirmar que ha sido favorable, ¿no? Desde entonces pude abordar, de acuerdo con mis deseos, toda suerte de interpretaciones cinematográficas: desde la dama mundana ricamente ataviada con elegantísimas robes de soir, a la ingenua y sentimental muchachita hawaiana, sucintamente vestida con el típico traje de raffia. E n realidad, la dimensión actual de mi? cabellos —los llevo cortados a la altura de los hombros—no ha variado el sistema de higiene que practicaba antes del. «sacrificio». Continiio lavándolos semanalmente con agua tibia y un jabón m u y puro a base de aceite animal, enjuagándolos después con agua, en la que v i e r t o previamente una fuerte cantidad de jugo de limón, con lo que adquieren finura y facilitan la adopción de cualquier peinado, aun cuando y o , para conservar mi personalidad, suelo emplear, generalmente, el mismo con que mil veces me habréis visto en las fotografías. A este propósito, diré que ningún detalle como este del peinado da al rostro característica y fisonomía peculiares. (Antes de adoptar un peinado debe estudiarse si favorece realmente o n o — y nadie como una misma puede hacer la comprobación—-; pero una v e z adoptado el que mejor se acomode a la conformación del rostro y a la figura, debe conservarse en tanto una radical transformación de la moda no aconseje o imponga un cambio, al que, en t o d o caso, debe preceder —insisto—un detenido est El mejor sistema de secado es el solar, y y o lo p o n g o en práctica.! c o n s t a n t e m e n t e sinj gran dificultad, p o r q u e ! resido en un país d o n d ^ el sol luce perennemen-1 te; i>ero si por cualquiercircunstancia este p r o - ; cedimiento no es p o s i - ; ble, los cabellos pueden s e c a r s e c o n cualquier aparato eléctrico de los que la industria tiene en circulación. Complemento de la toilette del pelo es un intenso y diario cepillado con un cepillo de raíces fuertes, durante un cuarto de hora. X o hay nada mej o r para que los cabellos conserven su lustre natural y denoten su perfecta salud y refinada limpieza.» H a s t a aquí las palabras de Dolores de R í o acerca de un t e m a tan interesante para la mujer cual es el cuidado de sus cabellos. En números sucesivos proseguiremos este b r e v e cursillo de higiene femenina que la sugestiv a star dará desde estas páginas a la.s lecítoras de nuestra revista. M.

o s t r o s risueños, rnos impecables, xiolrs y r l á s t i alef(ría y bellede la juventud.» indo estos g r u fl s d r muchachas asoman a la pantalla en los grandes f i l m s espectacular e s , a l quebrado ritmo de las melodías en boga, rl espectador se siente contagiado d r s a optimismo y de su euforia...


M a r i - T i n a Velo

Concha Ortega Dama )o*ca

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Carmen Amelia Ti Dama |o*ca

Marisa Váxquez Dama

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€ Terina Leylers* D a m a )ovca

María de la H o z D a m a iovcn

Angelita de la Calle

Dolores Escalona

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D a m a iovcn

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XI8TK en el público de cine—en cierta cía- • J se de público, naturalmente—ese afán casamentero que caracterizaba a algimas solteronas y señoras de principio de SÍÍTIO. Y es que, a pesar de todaí; la* corrientes modernas, de todos los unohitmos, a pesar también de los cigarrillos de tabaco rubio, de la afición a los de|M>rtcs y a las piscñnas, el amor sigue fijo, inconmovible, inalterable. Con toda su cursilcria y grandeza, l'ero ahí está en la vida y en la pantalla, que c>i un espejo de la vida. Portjue las muc^hacha^ uuxlemas, esas deliciosai^ mujeres de hoy, que fuman, bailan, conducen un ocho cilindros, se bañan en las.playas, y luego, sobre la arena, la fina arena de las playas, ofrecen su ))iel húnuHÍa y l)riUante- tan sólo cubierta jK»r el breve maiJUcá- - a las <'aricias del sol, que voluptuosamente l a « va dorando; muchachas de hoy que gozan de una libertad que para si luibieran (juerido sus padres (de las mamas, ni hablar), y q»ie w ríen del amor y luego se enamoran tan vulgannente como sus abuelitas, a las que de continuo e.st-andalizan. Y , como ellas, cometen toda clase de deliciosas tontería». Y 8(m ellas las que forman en gran parte esa masa de púl)lico que llena la* salas, y que luego, en la ¡)enumbra de laíi misma:*, primero, y en las conversaciones de salón de té, más tarde, quisieran tpie el amor que muchas de sus parejas preferidas fingen en el lienzo iluminado tuvierjuí una prolongación en la vida real. Y es frecuente oír en esas charlan! diálogos como éste: —¡Qué bien está F'ulano! —No me diga*, h^lá h w h o un sol. —^Y Fulanita, ¡qué mona! ¡Y qué bien trabajan! Forman una pareja ideal. — ¡ Y a verás cómo terminan casándtise! V i ven demasiado bien sus papeles. —Desde luego. Seguramente se casarán. Deberían casarse jxtr lo menos. ¿ N o crees? Y a^í vtuí setitsncraruio a todos sus favoritos. Claro es que elUis tienen lu amnistía del divorc i o al alcance de lu mano. Y estas opinit)nc* aislatlas y particulares salliui de la esfera de lo íntimo y , formando una verdadera masa de opinión, se hacen oír y atender jH)r los magnates del t'ine, q»ie si están convencidos que el cinema es un arte, no lo están menos de que también es un negocio. ^ Y por serlo es por lo que jwnen \m especial \ cuidado en 1« elecx-ión de los partenaires. Por- ] que es indudable que del acierto que presida la | elet'ción de la pareja protagonista de}>ende en ' gran parte el éxito o el fracaso. L a « parejas cé- I lebres en la pantalla: Jeannete Macl>onald.Maurice Chevalier, Lilián H a r v e y - K n r i («arat, • Danielle D a r r i e u s - A l b e r t Préjean, John Gilbert.-tireta Garbo, Marlene 1 )ietri<'h-Gary C-oo-' per, como otras igualmente célebres, fueron la j base de éxitos verdaderamente clamorosos. D e

Claudette Colbert

Joan C r a w f o r d

Kav Krancii

Jean H a r l o w

Clark Cable

James Cafíiiey

Kirardo Cortez

W'illiaiu llaiii'

allí precisamente la dificultad de dicha elección o 8ele<'ción. A g r a v a d a esta dificultad por las rejM'HMisiones tjue en la vida privada de los artistas suelen tener. Ponjue hay precedentes funestos, verdaderamente funestos. Por ejemplo, William Powell, el frío William Powell, cono<'ió a Carole Ijombard filmando con ella Mon o / The H'aríd. Si bien el idilio inicisulti cn la pantalla t u v o en la vida unos cuantos metros más de duración. Pero muy pocos má*. .Jeannete Gaynor, la dulce e ingeima .leanni'te, al ser elegida como partenaire d e Oiarles Farrell en Kl séptimo fielo, en<'ontró en el set el amor. Pero también la acidez del primer desengaño. Tratlnd(»sc d e una ingenua reíiuux'ida como tal oficialmente, admitamos ^\u^ fu. d primero. Lupe Vélez y Garv Cooper so conocioniu igualmente mientras rfnlaban The W df Song. Y tamliién se casanm. Y el idilio dun'i io suficiente para pn>ducir el ctmsiguieutc esí^ándaJo. Ha*ta que un día aytareció Tarzán o, si ustedes quieren, Johnny Weissmuller, y se llevó a la mejicanita a la selva. Y Kmnón Novarro, Hamoncito, como le llaman sus íntimos, t u v o igualmente una leadinglady «Tónica con Dorothy Jordán. Como Jisimisroo le ocurrió otro tanto a William P«)well—al frí«) William P«»well con M y m a Ivoy a raíz de los éxitos de amb«is. y , naturalmente, deíípués d»; haber escri1«) las palabras The end en su historia de amor «'on (-aróle l./ombard. P o r fortima, hubo »m «original cambi«) d«' parejas q\ie fné de monient«> la salvai^ión de lodos. Ramoncit«) N o v a r r o comen/.«'t a dejarse at-ompañar por M y m a Ijoy, y Jetuí Marl«)W, la primera rubia platino, o ln platino numen) uno, f w r W i lliam Powell, que en o««»s dias «ilvidó su característii^a frialdad. IXirothy Jordán se ahogó, idíli<!amente hablando. O , por el ««(utrario, ftié la única que se salv«'i. Eso depende del punto de vista de cada «mal. Y Joan Crawford. la turbulenta Joan Crawford, que abrió en la pantalla el libro d e sus matrimonios y divorcios con d hij«) de Douglas, Douglitas Cadet, o, más familiarmente, Doug, lo ha cerrado en cslos dia*. y supímemtxs que d e un modo provisional, con Fran«'hot T o n e . Y también John (Jilbert y Greta Garbo, donde la pasión y el am«ir de la pantalla i i « i cuajaron en la realidiul gracia* ai talento e inteligencia de ella; pero no portpie la Umtería y presun«-ioii de él no hicieran tctdo lo |>osiblc para liigrarlo. Y estas pareja* de enamorador, pareja* célebres del cinema, fuen>n tx»mo tanta* otra* creada* por el público, por ese cierto sector de público de cine. ¡ Y había que ver con qué fmición devoraba el público—ese ptiblico—las escenas de amor, ios momentos d e pasión! ¡ Y cómo acechaban los instantes en que se besaban para v e r dónde, a


juicio suyo, terminaba la ficción para dejar paso i a la realidad! \ Por lo tanto, vistas las consecuencias e im- i portancia que tiene, tanto desde el punto d e ; vista artístict> crano privado, el trabajar con uno I o con otro partenaire, hemos creído de interés —^y sobre todo de interés periodístico—el reco- | ger y seleccionar algunas opiniones de estrellas^ i ¿Cuál es vuestro partenaire ideal? H e aqui la \ pregunta. ! Y las respuestas. Respuestas merecedoras al- ' gunas de ellas de unas ligeras apostiHas. El co- ; mentarío burlón, la frase irónica, ccm int^tción y con malicia. Pero no hemos querido que saltaran de la pluma a las cuartillas. Hemos preferido sea el propio lector quien haga mentalmente las apostillas y comentarios que su in- ¡ genio le dicte. Nosotros nos limitamos a ofre- \ cerle algunas de esas respuestas de nn modo veraz y objetivo y con una única finalidad informativa.

Diorma Shearer Poco me importan otras cualidades si él trabaja bien y con sinceridad. Es decir, sin buscar su éxito personal am perjuicio de la obra y de su pareja.

Ginger Rogers Fred Astaire.

üick Powell

Kaiharine Hepburn

Lurien Barotue Morena, rubia o pelirroja, me ee igual; poco me importa. Me basta am qne sea inteligente, simpática y h u m a actriz. L a actriz que requiera el papel, que el p a p d exija. U n a mujer que me haga avanzar en mi carrera, superarme, ganar en nombre: Fram^is Rosay.

Y ahora veamos con quién les agradaría trabajar y las condicionefi que ex^en a ese su partenaire ideal algunas estrellas célebres. Escuchemos pí)r una vez la voz de los que, forjadores de muchos éxitos, se ven privados de poder elegir su pareja, (jue les es^—salvo casos excepcionales —generalmente impuesta.

Gary Cooper U n a mujer deportiva, alta y bien proporcionada, con el fin de que mi gran talla no resulte desproporcionada a su lado. N o veo ningún nombre que me pueda servir. Y trago d pesar de que Syhria Sidney no sea treinta centinúetroe más aha.

Joel Mac-Crea

Claudette Colbert ¿Mi partenaire ideal? Clark Gable. Porque todo el mundo opina (jue es la pareja que más me conviene. Y , la verdad, yo pecaría íle desagradecida con mi suerte si me quejara de esa opinión general.

M y r n a L o v v W illianí

l'oweil

Que .sea bonita, y preferible una belleza rara. U^na mujer que tenga experiencia de la vida, sin ser cínica. U n a mujer modema por su mentalidad, pero no por sns sentimientos.

WiUiam Hainea

Joan Crawford

U n a mujer espiritual, y en la qne cada mirada sea eso: un pozo de exjnnesiva espiritualidad. IM belleza del rostro me es indiferente. Y si me piden un nombre, ahi v a uno: Miriam Hopkins.

Un hombre grande y no demasiado bello. Y , sobre todo, muy fuerte. Esto sobre todo. Y con preferencia, moreno.

Philipa Holmes Tanta Fedor ü n hombre grande y moreno. Fuerte y enérgico. U n hombre que, sin ser brutal, me hiciera marchar derecha y con firmeza.

Gary Cooper

^lir!anl H o n L i n s

Kay Francia

Que sea dulce, bonita, delicada. U n a mujer que me obligue a prodigarme durante todo el film. C m esa compañera ideal para la pantalla me casaría, desde luego, el día qne la encontrara, pues para mí el cinema es la vida.

Ramón Novarro

r>e todos mis compañeros, prefiero a Ricardo Cortez. Además, tiene un tipo completamente opuesto al mío. H a y en sus gestos una sombra de cinismo. Y esta diversidad completa y armoniza nuestra doble personalidad.

Rubia. Y , sobre todo, deportiva y moderna. Haré, sin embargo, una excepción a favor de Katharine Hepburn.

Dick Powell

Jean Harlow

Una mnjer que sepa cantar, teniendo temperamento artístico, sin que por esto quiera imponerse a todo trance. E n una palabra: R u b y Keeler, mujer modesta y reservada, tímida y dejxírtiva, una verdadera mujer de hoy con espíritu de ayer.

Poco me importa su edad, su estatura, ni el color de sus cabellos si los tiene naturales todavía. Sobre todo, le quien» pae-iente y qne a tfxlo se resigne. E n una palabra, lo opuesto a Clark Gable.

Jae Oakie Myma Loy U n a compañera que se renueve en cada film. Ese es mi ideal. ¥M cuanto a mi compañera ideal, confieso no tener más que una aspiración: que sea bonita.

Que tenga, sobre todo, una b(x;a bonita y unos bonitos dientes. L o demás nada me importa. Siempre que trabaje bien y sea ur» poco rudo.

Ruby Keeler Mi cmnpañero ideal tiene que cantar mejor que yo; pero yo debo bailar mejor que él. Es menester sea un excelente actor y que tenga una cierta experiencia de la vida. E n una palabra: Al Johnson. En la pantalla, como en la vida, es mi imrtemñre ideeú.

H u b y k e e l e r y A l Jolinsor

H e ahi la ocasión de crear unas cuantas parejas ideales, (jue darían, por otra parte, que ganar unos miles de dólares a los abogados especialistas en divorcio». Ahora los productores y el páblico—ese público—tiwien la palabra. Nosotros, por nuestra parte, nos limitamos a escribir las padabras clásicas The end. LUCIANO DK ARREDONDO ,<


iVaya, esto so onimo! Yo está ahí el borracho do todos los noches. (FOK)

.

ía último conquista d e Jack Ookic tal como él la vió después de beberse media botella

¡Venid, chicas, venid! ¡Que este oven nos llevo o todos a casal Tragedia de un hombre que quiso a c o m p a ñ a r a casa a una coristo. (Fox)

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William

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Por

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dos los film de la Garbo. Charles liosiier ha rodado, desde hace veinte afios, t o dos los films de M a r y Pickford. P e r o oomo G e o r g e Barnés no hay ninguno. G e o i ^ e Bames viene re<"< if icando desde .sus primeros films la nariz torcida de Gloria Swanson. En fin, lo que se t r a t a b a de decir era eso: que Gloria tiene la nariz orientada al Este.

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En la selva virgen v i v e una manicura para u.so exclusivo de estrellas c i n ' m a tográficas.

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Struss rueda ahora uu film de Bing K r t ) s b y , tle quien es igualment^e opera<l<tr exclusivo. Carole l^uubuid no trabaja sint» frente a l a cámara

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Ann Hordirg, G a r y C o o p e r y John HoHiday, en ese moowrto • o que la puerto se abre y entra el marido, (foramoufrt)


El «Parsifal» interpretado por los cuatro hermanos Marx, que en este coso son fres (M. G. M.) da la ilusión «'onipleta de una «•pideriaís normal. \hora es, pues, euandu más seriamente nos auieuaxa la vuelta de Marv l'ickford.

Mars^----- , Phillipr- Re. . "35 dos candidotos a la mano de doña Leonor—Silvia Sidney -, en el momento de ser presentodos a papó. (ParamountI

En (ireeia, Cliondros e l l i «hos. Kn l'olonia, Flip y Flup. En IHnainarea, iiog y Cokke. En Itumania. Stan y llraii. En Sueeia. Ilelan y Malvan. V en Tarazuna de la M a n cha, Laurel v Uaráv. .

Al boxeador sinipátieo y tendido eu el suelo no se le puede contar más que hasta nueve.

Las velas que se utilizan en las ])elículas proporcionan más luz que cien bombillas juntas.

Las estrellas tienen el priv i l e g i o de no despeinarse ni durmiendo.

Quieren ustedes eonucer lus diferentes nombres que reciben l^iurel y Hardy? Pues ahí va: En Italia. Criek y Crock. En Aípniania. IMck y llof. En Arqeulína, el («ordo y el riacu.

Diez señoritas que no soben tocar el clarinete, pero que son bastante guapas IM. G. M.)

^abido es que el cinema at raviesa en Norteamérica ima crisis de pudor. L o maln es que Inglaterra se ha contagiado, y t o d o hace presumir que se v a a v e r también envuelta en una ola de moralidad. En Birminghíim, con ocasión de un Congreso eclesiástico, que reunió una cantidad enorme de fieles, F. C. Spour—^ no se trata de uu

Todos los actores de la pautalhi tienen una inonioría prodii|iosa para recordar números de teléfono.

Modo de convencer a lo esposa de que tiene uno que posar la noche fuero, porque e l amigo Felipe está gravísimo. (Warner BrosI ecpiipo de fútbol, sino de un pastor de la Iglesia protastiuite—recomen<ló a su inmenso auditorio «boicotea' todos aquellos films en lo cuales trabajen actores o actrices divorciados». Para eso, con haber dicho «boicotear todos los films», I I I ' M '.-lite.

Dos honrados trobojodores nocturnos en el momento de quitarle a Gustav Froelich el retof. (UFA)

Reflexiones de una esposa cuyo marido no ha ido a cenar. Y eso que yo son los dos de lo moñona... (Universal)


ANITA CAMPILLO, a gentil estrella hispana de Warner Bros. & First National, luce en esa foto el tesoro de sus cabellos abundantes,sanos,llenos de vida, peinados quizás en varios sentidos cada día, antes de darles la posición definitiva, y cuidados según la higiene exige. Ponga Ud. los medios desde hoy,- confíe en el Petróleo Gal, y también tendrá cabellos dignos de una estrella.

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que no responde nadie. E n ese instante se abre un v e n tanillo y aparece una mano empuñando un cuchillo, (jue se hunde en la espalda del policía y cae al suelo, muerto. Intriga. ¿Quién ha sido el asesino? A q u í se forma ese nudo famoso q u e hasta el final del film no se desata. Archie M a y o muestra su habilidad y ¡íe asemeja mucho a aquel Paúl Leni de FÁ lom chino. Sojín, el o l v i d a d o Sojin, odioso, de b i g o t e lacio y cara chupada, redondeaba el ambiente de L o taberna roja. Bus pisadas lentas eran m i anuncio d e sangre, de estei minio, de crimen. Su cabeza afeitada como bola de billar y su coleta endémica de chino brujo, miserable y bilioso, hacían retemblar al espectador con mucha mes eficatíia q u e Boris Karloff. E l rostro de S o j í n inspiraba miedo, j)orque había en él una profunda expresión de maldad; no así el de Boris Karloff. esforzado y cómico. En I taberna roja, que se llamab.i roja por ser el antro más sangriento de Singapoore, habia dos víctimas más: ,John M i l -

jan, con i.i . l a cortada d una puñalada, v M y r n a I x ) y . tina de las muchas i.sclavadel maudaiin. John Miljan i-ra un desesperado, ebrio y vagabundo. Ñ o (pieria nada c o n su n o v i a — ^ A n n a May W o n g — n i con su familia, . iba con mucha frecuencia a la taberna roja a olvidar t?us penas. Un día v i ó que el mandarín pegaba a su esclav a y salió en su defensa. Desde ese numiento, su v i d a estaba amenazada de muerte. M a t t e w B e t z y Sojín esperalian m m u t o a minuto el mom e n t o más p r o p i c i o p a r » llevar a cabo la venganza. .Myrna L o y profana y traiciona los ritos más sagrados de su raza para salvarle; I» tjuiere. .lohn .Miljan, regem rado, v u e l v e al lado dc su fiunilia. .Myma Ixiy le a< ompaña, y a que si se queda.si t-n la taberna roja la mata rían. M o m e n t o decisivo es para John Miljan el elegir e n t r e su n o v i a — europea c o m o é l — y la chinita qti. le había salvadlo de la muer t e . M y r n a s e d a cuenta. Compara sus manos amarilla* con las de Anna, sonro-_

.\rribat F.l gran Archie Mayo (en medio;, realizador de <Por rl mal camino», <Svrngali» y «Barreras infranqueables», con Kugene PalleKe y Paúl .Muni

Abajoi L'na escena de la pelírula de .\rrliir Mayo «F.l hombre de las mil caras» («The man with two faces»), rn la que aparecen Mary Astor y Kdward C . Robinsón FOT. WARNE» B Í 0 5

rOT. VAINK* IROS


sadas y blancas. Comprende, tal v e z con amarga resignación. Entre una y otra raza y entre uno y otro color hay un abismo social. Cede la felicidad a quienes con propiedad pueden poseerle, y v u e l v e a la taberna roja, en donde la esperen Sojin y M a t t e w B e t z para sentenciarla a muerte por haber v i o l a d o sus principios de esclavitud y d e sumisión. E n La taberna roja, la encamación de la esc l a v a china por M y m a L o y proporciona a A r chie M a y o la ocasión de huir de lo puramente melodramático y t m c u l e n t o para afianzar en el film una conclusión humana, sin ninguno de esos ramalazos folletinescos que excluyen el interés de la calidad para dar acceso a la más v u l g a r m tina. Archie M a y o equilibra los contrastes cinematográficos y sigue adelante en la predilección de un género que finaliza en Srengali. En lo .sucesivo, Archie M a y o elige otros derroteros.

nación la del sonido con h luces, con los decoradas, I-LU la iluminación total, con el f<jndo de! paisaje parisino cn plena noche y con la silueta manchada y los ojos centelleantes de Svengali! El tema de Svengali responde todavía a la situación p e r s o n a l — o temperament a l — d e Archie M a y o . H a y en este film una comicidad m u y consubstancial con el tipo del personaje central. N o es una comicidad ocasional, como en otras peliculas, sino necesaria. Svengali tiene dos caras y un doble fondo. F s el miserable, el hombre dispuesto a usurpar a otro Svengali es algo parecido a La taberna roja h o m b r e , el h i p ó c r i t a que en lo que respei'ta a la idea espiritual del reaoculta su habilidad de hiplizador, en lo que respecta a .su gusto imaginanotizador, porque de ella se t i v o . En lo demás es extraordinariamente supesirve para fraguar sus planes; rior a toda la obra silente de Archie Msvyo. Está el espíritu sombrío y terrirealizado este film en los momentos en que el ble. E^to es por un lado. cinema sonoro buscaba su estética propia. N o «l'or el mal camino», obra ma$!na de Archie Mayo, es el film más sinceramente Por el otro lado es el hombrcvamos a decir que es antiguo, del año 1929 ó humano que se ha producido en .Norteamérica sobre los niños. Nos recuerda al t¿n infantil, el bohemio de.1930; pero si que es uno de los primeros producde Borzaice, cilombres del mañana», por ser una roniinuación de aquél ordenado y juerguista; el arfOT. WA>NE> í»OS tos verdaderamente conseguidos del cinema sotista sin secretos, despreo<'unoro. T i e n e momentos de gran técnica sonora pado y sencillo. D e este último t ' p o , que es el y , por lo tanto, de gran audacia. Ejemplo: la sin nervios, que v i v e a la deriva; es im despojo que en el film representa Svengali descid)¡ertamusicalidad y la ópera. Svengali es el primer humano rehabilitado por el amor. En Svengcdi ménte, es de donde ha extraído Archie M a y o film sonoro que contiene ópera verdadera, claes una muchachita, cantante de ój>era, que sitoda la .substancia <»ómica. D e tal forma, que ra, bien adaptada y de gran belleza. Y An-hie gue a un h(»mbre, que lo mismo la eleva al triunlo cómico no está supeditado a lo epis<)di<o, M a y o es el realizador que no titubea ni un mofo que la hace de.s<'en<ler a la desgracia; después sino que está engarzedo en la psicología de^ mento en hallar con creces la auténtica fotogees también rehabilitada por el amor. En Su personaje central. nia del sonido; la fotogenia, hablando con proúltima pelea .se trata también de un boxeador piedad, l ' n critico madrileño de gran autoridad —Douglas Fairbanks, ,Tr.—engolfado y l)orraEl último ciclo de films reaüzadts por Archie* decia, a propósito de Vna noche de amor, que cho, j)ierguista e inmoral, sin . v o l u n t a d y sin M a y o , son. después de / P o r qué no te casas?, las p m e b a s más puras del cinema sonoro estabríos. P e g g y — L o r e t t a Young-—lo educa y lo Noche tras noche. Su última pelea. Siempre en^ ban contenidas en el film de V í c t o r Schertzinhace triunfar, después de enmendar sus errores mi corazón. Por el mal camino, ¡Qué semana!. ger, en cuanto a la ópera, y en el de W i l l y Forst, pasados. Barreras infranqueables es la historia Casino de Parts, Doortray to hell. Barreras inVuelan mis canciones, en cuanto a la música. de un muchacho rebelde, que constantemente franqueables y El hombre de las dos caras. Como Confomie; pero y o antepongo a estas dos obras lucha y tropieza con un medio ambiente desfase v e i á , Archie M a y o sigue pi>r rutas m u y disla de Archie M a y o , Svengali. Parece el e s j w t r o vorable, ho.sco y «-ontrario. I x s principios de su tintas, aunque de una hermandad de intendel sonido, en donde se encuentran resumidas clase y de su raza, \m tanto animales, chocan ción muy marcada. H a y un punto común en todas las tonalidades. El m i d o , la música, la cí»n los de otra cla*e y otra raza en contrapositodas sus películas, caracteristico y sistemático,' melodía, la ó j w a , la v o z de los diálogos más dición .síM'ial a la suya. Esto jxírmite el desequilique las hace inconfundibles: el tema de la refíciles de sintonizar y toda la gama de efectos brio <lc su con<'ien<Ma, únicamente recuperado al generación, de la rigidez de conducta, de la honacústicos q u e Archie M a y o pudo sintetizar en reintegrarse a su pueblo con su madre y con la.radez de sentimientos. Se ret|uieie tener un aquella obra relativamente primitiva del cinepersonas amigas. En Por el mal camino, Archie gran sentido ob.seivativo para llegar a advertir ma sonoro. Q u e recuerde si no el lector aquella M a y o sintetiza lo que no ha he<!ho nada má.s esta cualidad de Archie M a y o ; haber v i s t o toescena de las ventanas, cuando se sitúa Miriam que bo<^etar en tenias S I L S obra.s. D e un lado, la das sus obras y haberlas m i r ? d o por el lado más Marsh, bajo l<»s efe<-tos del hi]>notismo, frente a corrupción de menores, y de otro, los métodos acentuadamente personal. ¥.n La taberna roja Svengali (.John Barrimore). ¡Admirable combiempleados por los correccionales yanquis para ya sabemos que el tija» central es un muchacho^ llevarlos por el buen camino. Ix>s golfillos, los ladrfmzuelos, lo mismo que los que se dedican Al Jolson pn un momento dr «Casina de París», film de .\rehie desde tan temprana edad al crimen, son una Mayo, ea el q a e apareee p o r primera vei eon sa eapoaa, Rnby Keeler con.se«'uen<ia so<ial. Son seres aislados del civismo y de la cultura y entregados a una v i d a dura y miserable. R o b a n y matan y no es por instinto, ni por convicción, sino por una conciencia mo<lelada con hambre, frío y falta de alimento espiritual. P(tr eso no se deben emplear contra ellos méteidos brutales, de a.se<lio y herejía, como los utilizados por el Thompson de Archie M a y o en Por el mal camino. P a t s y consigue mucho, lo '•«insigue t o d o , con su generosidad y su tolerancia. Así es como verdaderamente logra hacer vibrar los mejores sentimientos de toda una banda de niñas desquiciados y atroces. L a mejor pelicida de Archie M a y o , por ser el resumen internacional de su obra, por estar expresada con un límpido y personal estilo cinematográfico, es Por el mal camino. Después, Barreras infranqueaUes, y com o colofón, Srengali. E3 carácter de Archie M a y o queda definido en las películas que muy ligeramente hemos examinado, a ex cepción de aquellas en donde se entrega al optimismo, al humor, a la festividad artística y cinematográfica. Ejemplos: ¡Qué semana! y Ca sino de Paris. A.

DBi. A M O A I / Í A R A


Í:I despertar de ua astro

S

K lia levantado a las ocho de la iiiañ.nia; se ha sumergido c<m frivolidad ele náy a d e en los 200 metros cúbico.- de agua que contiene .su magnífica piscina^—la playa { l o llywood, como la denomina su propietario—; se ha revolcado como un epiléptico en la plancha asfaltada del solarium, donde el astro cinematográfico estiliza la línea; ha engullido dos suculentos chorizos de Cantimpalos; se ha mirado al espejo, en lento y voluptuoso movimiento de rotación; ha .suspirado como un .\donis recién salido de la pefuquería; ha v e lado sus desnufleces con una bata de seda color pudor; ha sostenido un diálogo insubstancial con su s o b e r b i o perrazo Blay, y ha irrumpido en su sev e r o despacho, d o le esperan un sinfín de libros, dedicados a describir costumbres, usos y tipos del Madrid de nuestros abuelos. Y así encontramos al estupendo actor de cine Miguel I..igero, héroe de la panin lia cómica española. Horrible inquietud.—¿Ha existido Don Hilarión?

El apellido no hace al hombre. Miguel L i g e r o estudia. Y estudia con reposo de ente capuchino. N i siquiera advierte nuestra presencia. —^¿Duermes o estudias?—pregtintamos. —Estudio... y me desespero— y después de nna p a u s a d e hombre que ha hecho muchas pausas—: ¿Tú conociste a Don Hilarión? — ¿ A qué Hilarión?

— A l de La verbena de la Paloma. —¡Por los clavos cristianos, M i guelito! E x a m i n a mi cédula, y comprenderás que has «patinado». —Disimula. Como sabes, Benito Perojo me ha designado el papel

de Don H i l a r i ó n

en IM verbe-

na de la Paloma, y com o algunos cronistas aseguran que el tal Don H i larión v i v i ó en la calle de las Calatravas, donde le conoció R i c a r d o de la V e ga, aquí me tienes buscando noticias del susodicho boticario, para poder encamar su tipo t o d o lo fielmente posible. — ¿ Y si no ha existido?

ti ^rar•o^o intérpretr <li- I.n verbena de la Paloma' invita a iiiieNlro colaborador Mauririo Torres a tomar un ¡lisrolahis junto a la terraza donde Ligero hace sus p r á c l i r a s de natación, y a la que él, |ionipo-amente, denomina «Playa llollvwood»

—^Eso creo y o . P e r o el otro día se lo pregunté a P e d r o de Répide, y j)or toda aclaración m e envió este carro de libros para que los lea. Y o sosjiecho que nuestro amig o R é p i d e me está «tomando» la cabellera. — ¿ T e agrada hacer el D o n Hilarión? —Sí. Y o soy un enamorado de La verbena de la Paloma. -¿Querrás decir enamorado de Casta y de Susana? D e La verbena de la Paloma. De Casta y de Susana —en este caso, de Raquel R o d r i g o y de Charito Leonís, que S(m las artistas que harán esos papeles—se enamora uno aunque te lo prohiba el médico de cabecera. — ¿ Y quién te v a a «doblar» la parte cantada? —¿Qué es eso de «doblarme»? A mí no me ilohlan ni los cólicos hepáticos. ¿ N o me has oído cantar en Uvmbo al Cairo? N o soy un Fleta; pero... tíunpoco hago llover. —^¿Crees que al público le gustax-á v e r t e de viejo? — A la que no le gusta es a mi esposa, que presume de estar casada con un pollito «tomatero». P o r lo demás—y ahora hablo en serio—•, los actores no debemos e-coger los papeles. Perojo m e ha designado el Don Hilarión, y cuando P e r o j o lo hace, sei"ial de que me v e en ese t i p o . En cuestión de papeles me gustan todos, hasta el papel del Eiitado. Miguel Ligero, el aetor de las mil y pico de facetas Y o .soy actor de cine, tú eres actor de cine, a<juél es actor de cine. ¡Todos son actores de cine! L a cámara tomavistas los ha captado xma vez. y y a se han clasificado como tales actores. Y ¡guay! del infeliz que lo ponga en duda. Pero...¿Cuántos son capaces de inter}>retar y de «viv i r » el aristcx-rático y bobalicón Pololo de Crisis mundial, el no menos aristocrático y gracioso Quique de Rumbo al Cairo y el it^o(ijiuUe vejete, verbenero y t ruhán, de La verbena de la Pabma?


H e aquí el secreto, la virtud o el mérito, que diferencia al actor hechi al actor cien por cien, de los pobres ilusos que se llaman artistas porque un director, consciente y hábil, les ha dado un pequeño é x i t o a fuerza de «trucos», y de cortes, y de estropear metros y metros de película. Ei simpático «cara dura» de Smarui tiene un secreto, caza-dotes a lazo, encarnará el D o n Hilarión de L a verbena de la Paloma con idéntica naturalidad y con idéntica fidelidad que e n c a m ó aquellos otros ti}>os tan llenos de juventud y tan opuestos en su psicología. Para un actor que ha nacido actor y que siente las emociones del n i i e en

su más pura sensibilida<l, no es dificultoso encarnar fielmente y bellamen te tan diversos caracteres. Tx» difícil es encontrar este actor. Y B e n i t o Perojo, el admirable director de La verbena de la Paloma, lo ha encontrado en el saladísimo y genial Miguel Ligero, al que habrá que llamar en adc liuitc «el actor de la.s mil y pico de facetas.» Después de " L a verbena de ia Paloma" —¿Qué harás después de IM verbena de la — Y a lo dice el cantable:

Paloma?

A meterme en la cama después, suponiendo que el .lulián no me envíe a casa del dentista, en la escena de la bronca, cuando me sorprende del bracete con su novia. —Bromas a un lado, Miguelito.,. —Si no son bromas; si es que R o b e r t o R e y tiene un braxo que parece tm tanque. P e r o , en fin, allá v a la noticia. Después de La verbena, creo que haré una película en la que actuaré de tínica estrella, mejor dicho, de único «estrello». —Suprime el «estrello», que no es gramatical. — P e r o es masculino. Y como eso de estrella suena a falda cort a y a rimmel... —¿Tu nueva película será con Cifesa? —Desde luego. Y o no me separo de Cifesa aunque m e lo pida la Sociedad de Naciones. Liyero, aunque feo, tiene muchas admiradoras

J

i

—¿Recibes muchas cartas de mujeres? —Alguna... —Enséfiame la última. —Eso es más difícil: con mis cartas juego y o solo. — ¿ T e molesta la popularidad? — L o s genios suelen decir que la popularidad es una carga insoportable; pero como mi genio Charito L e o n í s sólo sale a relucir cuando tengt) que pagar aly Raquel Rodriguna factura, pues... me halaga la popularidad. go, las chulapag de «La verbena», ¡Ventajas de no ser genio auténtico! Claro que ayudan a incora veces... porarse al decré—^A veces... ¿qué? pito Don Hila— L a otra noche iba y o por la Gran V í a , y umi rión, que personifica ntagistralaiTapiezos empezaron a gritar: «¡Ahí v a Ligero!» nicnte M i g u e l «¡Arrea, y qué feo es al natural!» Aquello de Ligero c o m p a r a m i e c o n un pimiento en conserva me azoró. Y o y a sé que no soy un cromo; pero, ¡caray!, IJI fseñá» Rila, eso de que le pregonen a uno los defectos en t:asta y Susana, plena v í a pública es para divorciarse de la poron Oon Hilarión pularidad. (Miguel Ligeio), rn «1.a verbena dr la Paloma», filuí q u r e s t á realizando Benito Perojo para lu ("ifrsa

Colofón Miguel Ligero tiene anclado un barco en aguas de ('hamartín de la Rosa. F n hotel que parece un barco y en el que «mece» su fama el prodigioso actor. Dentro de este hotel, L i gero se nos figura un hombre beiniéticamentc .serio; tan serio, que cuando ruonologuea con ous in.separables chorizos de Cantimpalos no admite que le molesten sus amigos. Pero se puede .ser un dilectaute del cerdo embutido y un gran actor a la v e z . Y Ligero es un actor de primerísima categoría. L a pantalla española le debe sus más felices momentos d e hilaridad. Es la a l ^ í a de nuestro cinema,- Y el arte. P o r que M ^ e l Ligero, clasificado r o m o actor cómico, llegará un dia en que se asomará a la pantalla para poner el frío de unas lágrimas en las mejillas de lob espectadores. L a Cifesa quiere presentarlo como única estrella de un film. Xos parece bien y justo. Como también nos parece admirable el acierto del gran Benito P e rojo^ de entregar el D o n Hilarión d e TM rerbena de la Paloma al simpático Ligero, por({Ue el saladísimo Quique de liumbo al Cairo, además de ser la «gracia» del cinema español, es un madrileño d e v o t o de la genial obra de Ricardo de la Vega y T o m á s Bretón. MAURICIO

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T o d o el encanto, tei'iido ya con una pátina ile niclancolín. tlel M a dríil de íinale^ de siglo !<urge en la nueva película espui'iola que ha llevado al célulttide el er^pírítu y los rilnios del inmortal saínete d e Bretón IAI ^-erhena ile la Paloma. Es Benito l'er<»jo. luiestro gran animador, «piien e;<tá daiiiio \ ida en la pantalla a utpiel iiiadriieñísimo a r r í m e n l o de ccU»^ y de amor. F.ra. reuliiieiite. difícil trasladar ai rinenia La ivrhena. Pero, a juzgar por lus iiiipresioiies que se van ronoriondo. Perojo ha realizado su labor con verdatlera inae»tria. con una fíiiura y una seguridad de director «|ue cotifíriiian y acrecientan en él su ^raii pre!>li<;io. Su adaptación rineniatográíícti de IJO %-erbena va a roll^lilui^ para él un verdudero grnn triunfo. Roberto Rey es. en esla nueva pelírula. el Julián; Miguel Ligero, el boticario enunioradizo: Ka(|uel Rodrigo y Charito l>eonís. las dos rhulnpona> garbosas y postineras... K>«tus figuras inmortales del gran saínele cobran vida sobre un ftiiido aiiiiiirableincnlc rccounlruído: ia botica, el café, las railes de aquel Matirid de (iiiales de siglo... evocación eslá perferlnmeiile roiií>egui«in. y ver lu pelírula será vivir el espírilu y ei encanto de aquel Nladrid alejado, perdido ya. y. ¡•in e m b a r g o , eterno

LA ANTORCHA OE L O S É X I T O S


iin extraño «santo»: Antonio R o c e s . Y la esceii —el retazo de escena—se plasma, invisiblemente, en celuloide. \'ande!, el gran fíjtógrafo, rect^e una pose ^ fija de ese mismo retazo de escena. L a que ueg<t repnwlucirán periódicos, revistas y affu-hes. Pausa ruiílosa, para preparar el salto a otra escena. .Vprovechamos este trampolín de unos minutos para lanzamos sobre las tres víctimas de nuestra interviíi. Una a una sufrirán nuestras p r ^ u n t a s atropelladas, de acusador privado que tiene u n a rita a la misma hora del juicio oral. Pero tropezamos con un tipo exótico, V el periodista, que si es metódico y disciplinado no podrá jamás aspirar ft los zapatos de charol y las caroi-

^^^^ |[ci>llo> va a cantar uno He los bellos I «¡rales «fue iaterpreta en «I-a bija Ar Juan S Í O M M » , 4e los nae8tro> Montorio y Remacha

E

S difícil hacer una interviú a los tres pci j sonajes principales del film, cuyas últinuis escenas se ruedan con fiebre de actividad bajo techado. L a palabra «silencio»—coco o tabú d e los E.-tudios S(jnoro8—cuelga de los techos y se aplasta en la* paredes, conKi la amenaxa má* terrible para el periodista que llega de la calle al .servicio de la actualidad. Pisando cables, como en un velero donde el fteligro de la sorda tormenta se palpa, avanzamos hasta el ángulo bañado de luz donde ellos —^los personajes de nuestra interviú de hoy— hacen «la prueba de sonido». Identificamos al direí'tor, timonel responsable de la gran nave cinematográfica N o es calvo, ni tiene cara de comerse erada a la gente. Parece un estudiante que ha tirado sus libro* de t e x t o al estanque del R e t i r o y se ha dedicado a este otro «estudio», duro, pero bello, del cinema. (.Io.sé Luis Sáenz de Heredia, apuntamos en nuestro blok, ( H j m o realizador de la segunda producción naíional de Filmófono.) Nuestra estilográfica, aunque silenciosa, llama la atención de una bella mtichacha, que se acerca de puntillas. Es morena, tropical, a lo L u p e Vélez. Viene, curiosa, a presenciar la gestación de la interviú. H a adivinado que somos periodistas, y b a m m t a que, si queremos, pondremo»^ su nombre de aspirante a estrella—una «extra» española—en letras de molde. (¿Por qué no? A h í v a : Luisita Salmerón. H e mos cumplido la promesa Ahora, suerte. Y que pronto tengamíis que darte el ( « p a l d a r a z o de la interviú.)

La hija de Juan Simón es una pelicula de ambiente andahiz. Este rincón parece el de nna cueva granadina, donde l o s turistas ingleses o y e n tocar y cantar, y ven líailar «flamenco», ese arte misterioso de remotas raíiH» que—hemos leído— arrancan de los tiempíJS faraónicos; Pero—el cine es inquietud, contraste, ágil i<la<l -en otro rincón hallamos un cabaret, un pedazo de míwrel, que recfírdamos haber v i s t o en Maílrid. Y más acá de una guitarra presta a rasguear, la orquesta aguarda inmóvil los «pa.-ífmagnéticos» de la batuta. L a «praeba de sonido» merece la aprobacicj; leí jefe, metido en el fanal de la cabina comu

• Angelillo» ranla. Y *u vor dúctil y armoniosa refH-rrutirá ra un sinfín de corazones ingenuos, que vibran de emoción con la vena Úrica popular <

tle aaui al ídolo popular. Ángel Sampedro.« Augelillot. ea nna «paae l e i1a rámara sonora, que le ha dado nueva fama y, todo . . hay . que ante decirlo, nuevo dinero

sas de seda de Cíe*» Ix)ndou, se distrae en averiguar quién es este hombie de batín de clínica y cabellera de tenorino de óiK>ra barata.

Bfok en ristre: An-adjo, el jefe de maquillaje de PathéNatan, de París, l ' n español. De Navarra. T n di.scípulu do .Maltseff, que .se ha convertido en maestro de hermoseai e.-trellas. ¡Oh. I<» que sabe este A n a d i o de nuestros pe<'a<los! (Tanto, que le emplazamos ¡>ara una inter\'iú, donde üor&n ev«M>ados, en t<í<l» su salsa <le intimidad, Mistinguette, Rianchetti, ( l a b y Deslys, Tourjansky, Van Duren, Hiarlcs Royer, Harr>- Baur.) La ayudante de Arcadio €'s una españolita de diez y och». añ<»s, inteligente, vivaz, de sana belleza: Amparito P a í h e c o . Ella salío corregir y a con su gran borla de jxdvos las estrías


de sudor de las estrellas. ( ¿ N o habría otra alegre interviú con esta A m p a r i t o del oficio «astronómico»'?)

Angelillo es un ser que v i v e en estado seráfico. Cae de unas nubes color de rosa cuando se replega a su « y o » . Ángel Sampedro Montero nois recibe como si nos conociera de toda la vida. Y le pregimtamos por su otra personalidad, comu a un personaje de Pirandello. ¿E-ste es Angelillo, el que hace vibrar la sen sibilidad del pueblo con su garganta de pájaro, como el torero con los arabescos de su muleta entre las astas del toro? Este es un hombre sencillamente feliz. L a Fortuna, que y a sabemos peca de casquivana y tal, le tiene en brazos como a un bebé y le canta una nana de hada que ha dejado los bosques porque y a empieza a molestarle el reuma. P e r o no hay interviú posible. Un angelote rubio viene corriendo y abarca las rodillas de Angelillo. Re<!ürdamos la historia entemecedora del hijo adoptivo del artista. U n hijo inventado, a quien adora como un padre de verdad. ¿ Y tenemos que hablar con Angelito y no con Angelillo? Un momento. ¡Zas! ¡AJlá v a un cha>arrón de p r ^ u n t a s ! Entre broma y sonrisa y )esos al hereclero. Y aquí está el blok, con su estilo casi taquigráfico: «Veintiséis años. Madrileño. Cantaor por intuición. Creación de un estilo: smoking sobre la escena; ópera flamenca: divo en los programas. Aplausos. F a m a Dinero. Discos. El negro que tenia el cdma blanca. Certera visión de Perojo: destinar a un «flamenco» para el papel de limpiabotas. Revelación de un actor innato ante la cámara s o n o r a N u e v o s aplausos. N u e v a fama. N u e v o dinero. Otro porvenir. Otra faceta de un arte sin Conservatorio ni meritoriaje. La hija de Juan Sirnón, su único film de esta temporada. L a mayor ilusión de su v i d a después del rubio angelote — otro Angelillo—^que aban n sus piernas...»

—Vamos, Pilarín, que se acaba la tinta. (Pilar Muñoz—hija de .Mfnn.sii llega, di..-pacin, f u m á n d o s e un pitillo inglés. ¿Fumar? Sí. T i e n e que fumar precisamente en la escena del cabaret. ¡Ah!) — Poca capacidad, amigo. Digo la p l u m a . . — Y a : el d e p ó s i t o . Bueno, Pilar. Tiene usted un aire de mujer fatal como para convertir en ft)garata la más humilde lamparilla ( P i l a r í n se ríe en vamp 1935-36». Está en su papel. Es una artista que, una v e z metida dentro del personaje, tiene que lavarse bien la cara y el alma para recobrarse a sí misma.) —Pues se equivoca usted. Mi papel en La hija de Juun Simón es el d e una muchacha infeliz que acaba en el cabaret, no por vicio, s i n o por n e c e s i d a d . Esto lo dijo y a Pérez Escrich. —Bien. P e r o hemos v i s t o la escena. Y usted aparece c o m o contagiada del ambiente. Su

drama interior le da a su exterior un aspecto que puede interpretarse como lo hemos interpretado nosotros. ¿No? —Esa misma sen-ación quiero dar. —^¿Está satisf'rh ' d> e-'e :ilri! que hoy finaliza?

1.a pareja Pilarín Muñoz-cAngelillo» en un bello momento de «La hija de Juan Simón», de Filmófono

Carmen .\maya, la célebre bailarina gitana, lure eii «La hija de Juan Simón» su garbo incomparable y su arte niara\illo<o ^

—Es mi chance, como dicen los americanos. Mi gran oportunidad que esperaba Y o siempre he sabido esperar. ( N o s viene ol recuerdo de aquella Pilarín de la Maison Dorée—^tres añtjs ha—rjue ponía en acecho, t r a « las fanté.sticas pestañas, sus ojos

<\ngelillü-. ron Cándida Locada, ronlcmpia a su hijo adoptivo, el rubio angelote que vive » lo prínripe, y a quien el famoso artista ama eomo un padre de verdad

enormes, verdes, veteados de curiosidad y de deliciosa malicia. H o y y a no se acuerda de nosotros—espectadores de su inédita fotogenia— ni de la Maison D o r é e . )

A Carmen Araaya hay que ir a verla al rincón de los gitanos. A la taberna del Albaicín. P o r q u e ella, con los suyos, no tiene que fingir ni esforzarse para ser—¡por la gloria de Catón!— la nueva emperaora de la danza cañi. Carmen—ópera de B i z e t — A m a y a — ó p e r a de Guridi—hace la pehcula como salta al tablado, como una cotidiana prolongación de su v i d a de diez y siete estíos. Se encuentra en el set sin asombrarse de nada. Eso sí: se ríe mucho, porque a ella la seriedad de estas cosas matemáticas—el sonido, la luz, el tiempo—le produce cosquillas. L a A m a y a tiene pólvora en la s a i ^ e . Sus arreos son los «palillos». Su descanso, bailar y bailar. Allí donde una guitarra se temple, allí este manojo de nervios «se arranca» a taconear con ritmo de locomotora. H a b l a con nosotros a igual velocidad. A nov e n t a por hora. L o ideal para estas interviús relámpago que, a veces, captan un carácter c o n dos plumazos casi ilegibles. (Stephan Zweig tiene que sudar más.) Trayectoria de esta gitanilla «sembrada» de temperamento, que hoy hallamos como figura del reparto de L o hija de Juan Simón: N a c i d a en Granada. (¿Estaba en su centro?) A los cuatro años bailaba con su familia—todos bailarines—ante los ingleses. A los seis—como Shirley Temple—debutó seriamente, enfrentándose con el público «que paga y que pega». Y a París, al Palace, con Raquel Meller. H a hecho dos películas: IM bodega y Dos mujeres y un Donjuán. Esta es la tercera. Y a la tercera v a la vencida. SANTIAGO

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Una gran sonrisa, anrha y sincera, fluye conslantrmente de los labios de Blanca Negri, como un exacto reflejo de su temperamento...

Cómo desdobla su personalidad esta artista

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LANCA Negri es menuda, m o r e n a . Ojos grandes, facciones a lo Lupe Vélez y a lo Dolores del I l i o . U n a gran sonrisa, como im exacto reflejo de su carácter. Es, desde luego, la artista nuestra que mejor ha asimilado el espíritu de las muchachas americanas, sin dejar, por eso, de acusar fuertemente su temperamento español. Todo muestra en ella la girí; estatura, feminidad, desenvoltura. sencillamente deliciosa al interpretar el ukelele, una canción hawaiana. ¿Cómo puede desdoblarse ella en esos momentos hasta adquirir vcrdadcrainonte una distinta personalidad? — N i y o misma lo .sé- responde—. Es una i. o.-'U inconsciente e intuitiva en m í . Recuerdo que mi primera ¡)aiüdia de blatk bottcm la hice en broma, apenas había terminado de e.scuchar el disco de nna pianola. Siempre me había notado esa sor-

prendente facilidad. L o que pasa es que en España no he podido hacer una exhibición completa, como a mí m e gustaría, con todas las posibiUdades a que m e parece que puedo llegar. Canciones en un buque de guerra — U n a anécdota... Estábamos en Gibraltar, durante la visita de unos barcos ingleses de guerra. H a b í a m o s obsequiado a la oficialidad, en tierra, con una fiesta típica española. E n signo de gratitud, nos llevaron a bordo de sus buques. L a fiesta se animó, se llenó de cordialidad. Y o canté un poco. N a d a , en realidad: cuatro fox que me sabía de memoria, aprendidos al oído. Naturalmente, ni sabía inglés ni tenía la menor idea de la pronunciación de este idioma. Quiero decir que no había «truco». Dejó de tocar la orquesta: un piano solamente. E m p e c é conBroadway melody. U n éxito, l l e p e t í . Y o v e í a que se me acababa el repertorio. Canté cuanto re-


cordaba: Any ire to day lady, Singing in the rain... D e pronto, nno de aquellos marineros, alto y | fuerte, m e abrazó emocionado, diciendo que eral su compatriota... Suponga usted mi asombro. •' N o pude convencerle de que y o era española. Estaba entusiasmado de mi pronunciación. T o d o s celebraban con grandes risa* nuestros diálogos. Y el inglés acabó por cogerme en sus brazos para que cantara en esa postura. Y así canté. T e n í a y a q u e inventar la letra d e loe nuevos cuplés. Costó mucho trabajo convencer al buen m a r i n m ) de que y o mi sabía naás inglés que el de un correcto good night, con el que al final m e despedí. Palabras sebre la músiea m o d e m a H a y en ella una extraordinaria facilidad de transformación de temperamento. Esta le da unas grandes condiciones para la interpretación de la música m o d e m a , bien sea negra o sincopada, — O i g o , por ejemplo—dice—, un fox cualquiera, aun por primera v e z en el cine, y y a estoy que salto. Mi c u e q K ) y roi sensibilidad se unen instantáneamente al pieao de la corchea. Esto, en cambio, no m e ocurre con la música española o con el vals... P o r el contrario, en las otras músicas, m i tarareo v a acompasando el tono de la

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l'.n «1.a hija del l'euala. Iilan4-a Negri y Antoñito Vico se casan. Aquiles tienen ustedes en el atuendo que corresponde a tan solemne ceremonia

campaña de varietés, durante la cual su nombre alcanzó bien p n m t o la anhelada popularidad que persiguen cuantos, en cualquiera de sus facetas, se dedican al arte escénico y que sólo logran los privilegiados. Petit-Parhin, de<Man los carteles, con un nombre mitad exótico, mitad familiar. É x i t o y contratos. Convenía adoptar im nond)ie extranjero: sonaba entonces mucho el de Pola Negri. L a mucliai-ha antepuso al apellido de la star el nombre Blanca, y así nació su nuevo nombre de cartelera: Blanca N e g r i . D e BarceUma saltó a Buenos Aires. Blanca N e g r i es figura <le primer plano en las revistas argentinas, alternando en su trabajo con artistas mimadas y queridas del público argentino, entre las cuales pudo contarse al p<KH) tiempo de debutar. Compartía el é x i t o en ios tangos con A z u cena Maizani: desde el tango arrabalero y canalla al tango deptirado y enfermizo de salón. El exceso de trabajo—días de cuatro y seis sec<;iones—terminó en enfemiedad. España de nuevo. Revistas. U n paréntesis. Tres bellas palabras: amor, matrimonio, felicidad. Y u n nuevo veneno: el c i n e m a Lo frivolo de hoy, lo sentim:>nlal de mañana

Blanca Negri y Antoñito Vieo en ' i delicio»a e n p f de « 1 ^ hija del Penal», pelicula • U «f%H- Bkmco ha a p M i a d o « I rMuM • i r r i r a n a , ^mt ea la tónicaa de su arte...

melodía, aun<{ue yo escuche ésta distraídamente. D e aqui me han nacido, sin yo saberki, las más inspiradas impn^sitmes dei hot. ¿No sat>e usted lo que ftsta palabra quiere decir? Ks una cosa típi<rament4> anjcricana. Hol es «ma dimmantna núelódica, gutural, con una pronunciación análoga <t un juego labial de vocales, en varias síla-

l>as diferent<?«: ¡kd. dat, dat..., did.... dae, du... Se cantan al mismo ritmtt de la cawi^m que interpreta la orquesta, y le sirven de c<mt rapimto, como pudiera de<'ir«e en una explicación musical. Maaea Nefri es del ewrazáa de CaiHilfai Paradójicamente, esta muchacha qne tan admirablemente se ha asimilado, por una iioderosa

intuición, la música neoyorquina, es entrañablemente espamda. Castellana de <«pa: de Villafranca <iel Bierzo, en p l e n a sierra lettnesa. Padre filipino, madre vasi-tjpircnaica, una abuela jajMmesa... Y su nombre es esf»añolísimo: María de la Paz Díaz de Liaño. Con todos estos antecedentes, hay que ver, más tarde, el gracioso eíecíto que prodiH-e oírla cantar en ingles. De la épera al d a e , pasando por la revista Blanca Negri empez<'» en el teatnt. Traliajó c<»mo bailarina en el Lit-eo, de Ban-elíma, am Aida, cantmla (>or H e l a , y alli. entre el mont<»n ammimo de danzarinas «standard», alguien de«<íui)rk'> sus aptitodes exoepcionales. Después, u n a |

— H e llegarlo al cinema por medio de P e r o j o . Me hicieron, por sorpresa, una prueba en m i «asa, t(Kían<lo el ukelele. T e n g o , al mismo tiempo, miedo y confianza. Creo que lo que hoy puedo dar al cinc d e F>;paña es esa alegría descoyuntada y saitarina del ¡uncricanismo, tan en boga h o y . Canto, bailo, y , por si fuera poco, me han descubierto una v o z de soprano lírica. ¡Imagínese mi susto! P e r o hay algo que m e interesa t o d a v í a más: demostrar que no soy solamente una artista que siente lo frivolo. Creo que tengo cierta aptitud para lo serio. N o me parece que t o d o en mí sea hlue y hot. Siento lo que tiene u n cierto matiz sentimental, lo q u e pue<lc c o m n o v e r a las nmjeres. N o lo d r a m á t i c o . Sí, por ejemplo, la alta c o media, el tono hondo y sensible, sin caer en el gri<4> y patetianKi. me gustaria hacer algún «lía. O o « » , además, «pie lo haré... Al hablar aííí, RlaiK^a N e g r i pone, por primera v e z , una pausa g r a v e en su gran sonrisa de siempre...



COMICIDAD AMBIENTE SIMPÁTICO RISAS A GRANEL 1 odas las consabidas frases d e ritual son pálidas aníe la r e a l i d a d c u a n d o h a y un

ESTRENO RIGUROSO ^ COMO

Viva

a eoiiiiiaiiía M A Ñ A N A LUNES EN LA LUCHA <ít SCQTli CONTRA a» ENíMIl SOClíOAO Una

exclusiva

FEltKEK Y KLAY

1-

01 C K P O W E L L ABOLPUE MENJOU GLORIA STQART CIENDA F A R R E l l

11

lUrerloiM.

IM artMta (-inrmaloeririr^i TrU T s c h a i . a au Hrf;»AK a la estacitln de l'*raBeta, r e c i b i d a p o r v a r i o s p e r i o d i o U N r i n e m a t o g r á f i c o s (Fot. Tomati)


A

LONSO

tellano, a i S r e z que conservaba su Hombradía en A films dialogados en iaglés. Fué (luvio X C I A R A Bow, y S E dice que las relaifenes I cortaron por dif^H>CÍM <le relian. T i b i e n se habló co^Hormaftalmadge, con qij en nMafiaflcompañando a ton eslfta, en el verano j deporte F A V S T O E S el tenis.

metros.

Cabello

D

T

(LUIS)

Nombre verdadero: Luis Antonio D i maso Alonso. Conocido del público de habla inglesa con el nombre de «Gilbert Roland», C O N el que figura en muchas de sus producciones. Nació en Chihuahua (Méjico) el I I de Diciembcc de 1905. Es hijo del torero español «Paquiro» y de su mujer, Consuelo Cotana a pesar de su nacimiento y de su residencia, tiene a gran ORGULLO ostentat la condidÁa de subdito español. En IMjico pasó su infancia y adolescencia, y « o 1924. norido por dificil situación económica, marchó a Hollywood con ánimo de probar fortuna en el cine. No tardó en encontrar T R A B A J O , aunque muy inferior a la categoría que soñaba. Empezó haciendo de «doble» de Ramón Novarro, y durante tres años interpretó papeles insignificantes. Hasta que en 1937 la gran actriz N o m ^ Talmadge le eligió C | > M O G A L Á N para encamación de « L « Q u n a de L A S Ca s>, cinta aue le dio iMkular prestig osteribr•taante ha inteffretado el mij papat en escena hablada, en un 1 eBiépdway, con la célebre Jane Al ^ r e nimiento d ^ cine sonoro fi requAido para interrcÉir en cintas parlaltes en'^tf-

EstattAid.

nn O D D

Petieulat que ka interpretadot Modas: Margarita Gautier (Camille), Fred Niblo; La mujer disputada (The woman disputed; El mejor caballero (The Dove): Noches de Nueva Yorh (New York Nights); La colegiala altiva (The College Flirt), Clarence Badger. Habladas en ingléi^: El amante improvisado (The pasionate ptumber), Edward Sedgwick; La dama del 13 (The woman in room 13), Henry King; Lady Lou (She Done him Wrong), I.oweU Sherman; El es inocentt (Mistery woman ^, Eugene Forde; Ramona, Eugene Forde; Alias tú (Ladies Love Danger), H . Bruce Humberstone. Habladas en castellano: Yo, tú y ella, Lou Seiler; Hombres en mi vida, David Selman; Monsieur Le Fox, David Selman; Resurrección, William McGann; Una viuda romántica, Louis King; Julieta compra un hijo, Louis King.

Nació en Lawrence (Estado de chussets) el 39 de Julio de 1906. Pertenece a una familia modesta, varios de cuyos miembros se dedicaron a la enseñanza. También Thelma eligió la profesión docente, y a los diez y siete aflos era maestra de escuela en Lowell, pueblo cercano al de su nacimiento. En 1936 conoció a un empresario teatral, que la aconsejó intentar el acceso al séptimo arte. El mismo envió un retrato de Thelma y una recomendación apremiante « un su amigo que ejercía cargo de r a ^ n s a b i l i ^ f r los Estudios de la Paramount. A l o # ^ dias, la joven maestra marchó a Holl> wood requerida para someterse a una ba de fotogenia. Aiontada por 1 eos, en vista de su belleza, tiempo interpretando papeles d^ importancia. Hizo luego variar, nes notables « n cometidos ^ ^ ^ ^ ^ V ^ con la Paranwunt y la durante cinco años estuvo Hal Roach para interven: micas. Afines de 1931 c por el da Allison Lloyd; en volver a figurar con el pro_ ingresó en los Estudios de la T^HKO'fladlo, como compañera da Wheeler y Woolsey. Está divorciada del fotógrafo italiano Pasquale de Corci, y asegura q u e no volverá a casarse. Sus deportes preferidos son la natación y el tenis. Siente gran afición a nagocios y es p r o ^ t a r i a da un cira de fondas creado por ella en Calt^ M | i a . Piensa retirarse del cine y estable^ ^ B n a finca dedicad* a la cría de perros

i,6a m e ^ s . Ojos grises. Ca-

ARFEUIL

S

(COLETTE)

Nació en París el 11 de Marzo de 190*. Cuando sus familiares empezaban a pensar en la elección de colegio para ella, los riesgos de la capital, amenazada gravemente por las tropas a l e n » ñ a s , decidieron la marcha precipitada hacia el Sur. Interna en un pensionado de Orleans recibió su educación. Fué, al decir de la propia Colette, ima de las peores alumnas del colegio. Alternando eta|MU de travesura indomable con otras de <flllMHl reconcentrada, era la d é s e s p e r a ^ ^ É H S U S profesoras y el regocijo d ^ ^ B l M i o p a ñ e r a s . Menos mal que su memoria estupenda y sus agudas facultades de asimilacióa le permitían «atener calificaciones brittantes en las lecciones cotidianqj. TermSw. da la época de estudianta, C^É^^pasó una temporada ayudando a s ^ ^ j H l C en la fabricación ás areoplanos de juguete De ahí, sin dudaí, nació su entusiasmo por la aviación, que no tiene secreto* M r a ella,

Mos azules. Ca-

El ptta^ (The popular sin ) , Malcolm Klondike, Phil Rosen; Lacast%gadora ( Vamping Venus), Eddie Cline; Esta es la noche (This is tké night), Frank Tuttle; ¿Campeón? ¡Narices! (Palooka), Benjamín Stoloff; Déjame soñar (Sitting Pretty), Harry Joe Brown; A batacazo limpio (Decepción ) , Lew Seiler; La dama del avión (Air Hostess), Al Rogell; Marinero en tierra (Son of a Sailor), Lloy<l Bacon; Hollywood conquistado (Bottoms Up), David Bntler; / Vaya niña! ( You made me love you ) , Monty Banks: Amor y alegria (Hips, Hips, Hoarayl), Mark Sandrich; Caballeros de capa y espada (Cocheytd Cavaliers), Mark Sandrich. Serie de comedias en dos rollos con Zasn Pitts. Serie de comedias en dos rollos con Patsy Kelly.

C O T T

(RANDOLPH)

Nació en Orange (Estado de Virginia) el 33 de Enero de 1906. Recorrió durante los años infantiles casi todo el Sur de su patria, en frecuentes cambios de residencia obligados por los quehaceres del padre, ingeniero de renombre. Recibió educación esmerada, y concluidos los estudios de cultura general, vino a Europa con su padre y pasó un alio entero viajando por el viejo Contii^^lt, "tt^ en Norteamérica, y prendió coa - ^ ^ ^ ^ de ingeniero, su aversión

mmtr

Pelíeutae que ha interpretadot PeUeula» que ha i

El milagro éU los lobos (Le miracU \ des loups), Raymond Bemard; Pala-i bras cruzadas (Mots croisis), Piére] fué uno tle 1«>S p r i m e r o s p i U ^ O M P n e n i n o S Colombier; Arenas (Sables), Dimitñ, que hubo ca Francia, en 1933,Kirsanoff; El fin del mundo (La fin entró en unlístudio cinedSp^ráfico en du monde), Abel Gance; / Guerra I • busca de u i ^ l m i g a a la qué se ibají'lo(Baroud), Rex Ingram; Noches de \ meter a uiipprueba de fotqcenta.'iD <ligran ciudad (Les mirages de Paris), ; rector, Le&|M'oirier, reparó eF F e d o r Ozep; £ 1 asno de Buridán \ pidió que t i b i e n se prestara Colette y le (L'Ane de Buridan), A . Ryder; Ca- \ a la «lemostración. Peir capricho, y noy>or iltisión, sanova. Rene Barberis; El difunto Tu- ' pues jamiale vino a las miwtes la idea pinel (Feu Toupinel), All>ert Cape- i de ser actriz de la panUlla, accedió a la llani; Cock-tail de besos (Pour étre i invitación,-que tuvo como consecuencia aimé), Maurice Tourneur; Un crimen \ un modajtffccontrato p a r a trabajar en un en la nocke (CetU nuit-la), Max Sor- ' film. P a i ^ f t paso, o sea pelicula tras kin; El rey de los Campos Ellstos (Le i película,^^•"'•^ el j^amino del ézirot des Champs Elyssées), Max Nos- 1 P'^'''!9[^^kp^P*'e^ 9 lagenua y más sek; La maison dans la dune, Pierre , t u É l d i i ^ B p n e s drattttkas. Billón; EscaU, Luis Valray; Michel Strogoff, Jacques de Baroncelli.

iil^tm

(THELMA)

las

v^MIPRI^rtivas.

sus mayores para que eli{ seguir abiertamente atográfica. Para ello marchi pero al cat>o de varios studio en Estudio a trabajo. Ya que ^negaba a acogeri |tro, y no tardó i con una Com] Euando los éxitos ^aban el acceso prodtiltor de películas ^ ^ ^ ^ ^ j i ó n modesta en «El ^^^^^^^^ptó vacilar, 7^ in los Estudios. Por y su pericia de ji: héroe de films ite tarea con otri ipos mundanos, le afirmó en esta la cinta «Roberta» metros

El ala rota (Brohen Wing), Lloyd i Corrigan; El legado de la estepa (Heri- \ tage of the Desert), Henry Hathaway; ; Sábado de juerga (Hot Saturday), \ William A . Seiter; El hombre del bos- . que (Man of the Forest). H . Hatha- : way; Calamidad con suerte (A Success- \ ful Calamity), John G. Adolfi; La \ hora del cock-tail (Cock-tail hour),\ Víctor Schertzinger; La horda mal- ; dita (The thundering herd), H . H a - ' thaway; El paso del Ocaso (Sunsel \ Pass), H . Hathaway; Amor en ruta: (Wagón WheeisCharies Barton; La \ ley del Oeste (Home on the Range), \ Ch. Barton; Roberta, W . A. Seiter; La montaña misteriosa (Rocky Mountains Mystery). Ch. Barton; So red, the rose. King Vidor; Cuento it aldim I (Village Tale), John CromweII; i a i diosa del Fuego (She), Irving Pichel i y Lansing C. Holden. ^


Adrián, el famoso fi^nrinista, creador de las ^toilettes» de las estrellas de Hollywood, habla del original sentido de la elegancia de Grieta Garbo

R o t P caballeríto barbilampiño o -in _ian csfutrzo, Adrián hasf decidiüu .i hñcer algunas u». que aparece en nuestra folo cl larjdues acerca de Greta Garbu. tt^jún pait^e, la ctle^ examinando unas telas junto I r e star, celosa de guardar en el incógnito t o d o aijuello que no a Rosalinda Rusgell es Adrián, 8' refiere de un mod<j directo a su arte, elimina ipso fado de su reel famoso figurínisla de H o llywood, cuyas interesantes laci io r irculo de iunista<les a aquellas personas que contravienen su declaraciones acerca de Cre<x>!.áipna. Y Adrián, que desde la llegada de Greta Garbo a N o r t e ta Garbo ofrecemos en esta aiuérica goza del honor de su amistad, no quiso nunca incurrir en pinina a nuestros lectores -u enojo. Esta v e z , sin embargo, las cosas han cambiado, y ha sido él mismo quien ha querido hacer públicas sus impresiones acerca de la gran artista.

—¿Por qué usted, que nunca lia vacilado en revelar las intimidades de las aitistas que frecuenta, ha rehusado siempre hablar de Greta Garbo? -Simplemente porque cualquier cosa intima que y o pudiera decir de Greta hubiera contrariado su d&seo de guardar el secreto de su v i d a particular. —Aliora, sin embargo... —^Ahora es distinto. Se han dicho de ella tantas falsedades, tantas cosas necias y estúpidas, que mi amistad hacia la gran estrella me obliga a quebrantar el mandato, en la confianza de que la nobleza del propósito disipará su enojo. — ¿ N o cree usted que el misterio de que Greta Garbo quiere rodear su v i d a sea simplemente un sistema de intrigar al público? —Pue<lo a-sc^urarle que no se trata de un procedimiento de rédame. Es simplemente que Greta, a des|)echo de .su celebridad y de .su fama, gusta de recatar su v i d a particular. H a y muchas artistas—la mayoría—^a quienes encanta v i v i r en plena publicidad, rodeadas de amigos y admiI iid«jres. Y hay otras, por el contrallo, que aman la v i d a recatada y sencilla, limitando el número de .->uá ami.-5tades y no abriendo de par en par, a la avidez del público, la intimidad de su existencia. A e-;a6 última:- pertene<'e Greta Garbo. l.ois Jannary. joven at-tri/ d e ciubiii^' . ella no puede ignorar que una artista de su cele la panlalla, exliibt- la BU^^esli' • •' ' ' ' r>úblico, y (jue .su actitud puede interj>retai-seconi va combinación qu»- fnrn^K, (levitón 1 quienes lu tributan el homenaje de su admiración. el fbreitschwanz» Muv, » y el «renard» «ar;:riiiée» no lo ignora ni, desde luego, es capaz de sentir


ese desdén. Antes al contrario, me con.-ta que la halaga y la satisface grandemente. P e r o su temperamento, su psicología, su m o d o de ser, se rebelan irresistiblemente aeuanto signifique públicü exhibición, fuera de su trabajo. —¿Conoce usted su juicio acerca de l a s d e m á s estrellas? —Precisamente en esto es donde elhi justifica su horror a m o s t r a r s e públicamente fuera del trabajo. J a m á s opina de sus compañeros de trabajo en lo que no afecte a su labor artística. Y ésta merece siempre, siempre, im juicio l>enév o l o . En lo demás, no experimentanunca el deseo de conocer si l a artista t r i u n f a d o r a « e ha d i v o r c i a d o t r e « >• cuatro veces, ni si la eusta el baile, ni si lüo iitíoluo que cia en jli

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m e n o i brillantes. Esto la trae sin cuidaílo. 8ólo se preocupa de juzgarlas en el aspecto moramente artístico. — ¿ C ó m o es el g u a r d a r r o p a particular de G r e t a Garbo? — H a y en él muchos trajes, abrigo-, chaquetas. de sport. infinidad dejerseys, profusión de calzaE n egte s r n r i l l o i r a dos de todas clases, L a blonda belhza j e q u e v i s l e Mary sombreros deportid e C e r t r u d e .Mi.\s4or se a u n a n fec h a e l halla e n estr vos, boinas, mantos lizmenle lo moderbello traje de «cr^con capucha...; no no y lo s e n c i l l o , lo pe» su más a d e c u a o r i g i n a l y lo distincreo, en cambio, que do complemento guido haya en él ni un solo traje de noche, y si lo hay, puedo afirmarle que nunca ha llegado a ponérmelo. Posee, además, varios abrigos de diversas formas, confeccionados en armiño, que es su piel predilecta. — ¿ P o r qué todos los sombreros que usa tienen un aspecto extraño y casi siempre en desacuerdo con la moda en boga? — E n efecto. Greta no ama l o actual en los sombreros de su uso. Ello es, sin duda, porque como sus peinado.-; no armonizan con los sombreros de hoy, y gusta de dar a losuyos un carácter personal, parecen extraños y hasta viejos a quienes tienen los ojos acostumbrados a la moda que prevalece. Y , sin embaído, en muchos casos, sus extrañas combinaciones de peinados y de sombreros han sido precursores de modas que poco después han imperado. — D e todos los modelos que usted ha creado para ella en sus copiosas interpretaciones cinematográficas, ¿cuáles su juicio, han sido más celebrados? — T a l v e z los de Romance, Cristina de Suecia y Anna Karenina. L o s de este último film, sobre t o d o , merecieron grandes elogios. —Recuerdo haber visto una foto de Greta Garbo ataviada con uno de los trajes que luce en esta película, cosa f>oco frecuente en ella, que sólo permite ser retratada en las escenas de sus films. ¿Cómo fué ello? —Se trata de una deferencia que t u v o conmigo. Ella observó que y o mostraba gran complacencia en la contemplación de cierto vestido de organdí, de cuya creación—lo «¡ue raramente me sucede—me sentía plenamente satisfecho, e inquirió con la mirada a qué se debía tan insistente atención. Y o , entonces, mitad en serio, mitad en broma, la les-

«I»

pondí: «Si usted no fuera Greta Garbo, y o mu atrevería a hacerla una foto con este vestido, cuyo sólo mérito consiste en que es usted quien lo luc;e.» « ¿ I ) e verdad la interesa hacer esa foto?» «Enormemente», respondí. «Pues prepare su máquina y hágala.» Y así fibtuve esa foto, que ha despertado tanta curiosidad. —¿Es la Garbo, realmente, una mujer bonita, vista de cerca? — L o es. D e una belleza fina, delicada, espiritual. Sus ojos, singularmente, son algo maravilloso. En cuanto a su cuerpo, es perfecto y de una atlética esbeltez que no le resta feminidad. —¿Qué pensará Greta de las declaraciones que ha hecho usted respecto de ella? ¿ X o teme usted que su amistad se resienta? — N o tengo la menor idea de lo que pensará. Confío en que sabrá comprender que no l)retendo hacerme una rédame a costa de las ligeras banalidades que acabo de confiar a la publicidad, sino que, por el contrario, pretendo desvirtuar un poco la serie de imposturas que se han dicho y se han escrito acerca de ella. Después de t o d o , se trata de un ser humano en cuya v i d a particular nadie tiene derecho a penetrar, si ella no lo con-iente, como no penetrarían en la de < uallier Juan anónimo e ignorado, oi-.e' e^ que ella quiere ser fuera i1 >u ; •


Jacques y f \ « I t T |ire|>arHiid o un c M e r i o r d e su p e l í c u l a *|ji kernie»e li»'Ti)T(|Ue » , « e gurida en I é p o c a di" l « (li n i i n a c i ó i i il' los espaíiolccii l l a n i l c »

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JACQUES

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FEYDER

C

coincidencia: con el breve inter\alo de algunas semanas, han tenido lugar, en París y en Bru.selas, dos acontecimientos que, cada uno en su disciplina^—aquél, en la pictórica; éste, en la cinematográfica—, parecen perseguir la misma finalidad: la de hacer revivir ante nosotros una de las épocas más pintorescas y más originales, cuyo recuerdo nos ha sido legado por la Historia. URIOSA

ln mafinilii" escenario, plen o de i i i t i h i c n íe y rcalÍ!<nui. A s p e ó l o d <• I p u r ll I o d •' Boom

Actualmente se celebra en Bruselas una Exposición que reúne las telas más carac;terísticas de los maestros de la escuela flamenca, en tanto que .Jacques Feyder, en París, inicia los giros de manivela para el rodaje de lui gran film de ambiente flamenco—La kermesse héróUjve—, cuya inspiración ha sido sugerida durante largas contemplaciones de esos cuadros gloriosos que llevan al pie las firmas inmortales de Breughel, de Teniers o de Mostaert. A decir verdad, no es de ahora el propósito de Jacques F'eyder do realizar una película sobre el asunto de una novela de Charles Spaak. ¡Quién sabe qué lejanos y misteriosos móviles le impulsaban a esta reconstitución histórica! Originario de Flandes, .Jacques Fej'der no jxidía olvidar que su abuelo, Gustavo Frederi, crítico de arte de UIndependence Belge, había investigado profundamente en la vida truculenta del Renacimiento flamenco, y "que había analizado sus manifestaciones con persistente a.siduidad y singular agudeza. Y así como Breughel de Velours tomó en sus manos el pincel insigne de su antecesor Pierre Breughel le Vieux, Jacques Feyder, M su v e z , ha querido hacemos participar de las pintorescas costumbres del comienzo del siglo x v i i en Flandes. Mágico moderno, no se ha valido, para llevar a cabo esta resurrección, ni del pincel ni de la pluma, sino de la cámara cinematográfica. H e aquí el argumento de su film tal como nos ha sido relatado por Bernard Zimmer, autor de los diálogos: 1616. Época pintoresca entre las que más lo hayan sido. Flandes está ocupado aún por los españoles. Sin embargo, y a ha desaparecido de la memoria el recuerdo de las primeras atrocidades, de los enconados y m d o s choques iniciales. Las relaciones entre españoles y flamencos son, de día en día, menos tirantes. "Ea Boom se organiza una gran kermesse. El alcalde y los concejales de la localidad se hacen retratar por el hijo de Breughel. Se está preparando también un banquete munstmoso, colosal. Observad .si no en derredor vuestro. En la inmensa coí-ina flamenca, tanto o más limpia que el salón más brillante, las vituallas se acunmlan. IMS panes se amontonan sobre las mesas, l^os cestos de legumbres, uno sobre otro, forman altas columnas. De pronto, tres soldados que llegan al galo]>e dejan caer un pliego, sobre la mesa, y parten de nuevo velozmente. A l mando de un regimiento español, el Duque (Jean Murat) se dispone a hacer de Boom su lugar de residencia. L a noticia aterroriza a los habitantes de la villa. Pero alguien idea una estratagema y la hace circular recatadamente entre ellos. El alcalde (Alerme) fingirá morir, y entonces se rogará a los españoles que respeten la ciudad en duelo y vayan a instalaise a otro sitio. Ix)s españoles, sin embargo, rehusan hacer una j o m a d a más sobre las y a hechas, y deciden p e m w t a r en Boom. T o d o el Consistorio, con la esposa del alcalde (Francoise Rosay) a la cabeza, sale a recibirlos, l^os españoles, galantes —demasiado, segiín el punto de vista de los maridos—, justificarán una v e z más sus títulos de gentileza. El Duque y los suyoiadvierten bien pronto el burdo subterfugio. Sin embargo, aparentan no haberse dado cuenta de que en vez deasi.stij- a un duelo la ciudad se apresta a celebrar una kermesse, a cuya organización contribuyen y de cuy< beneficios disfmtan. Y cuando la dichosa j o m a d a termina, sábese que la <'iudad ha sido exceptuada de impuestos durante un a fio. En una obra como La kermesse heroique, cuya acción se desarrolla en el corazón de una pequeña ciudad flamenca, la reconstitución pictórica ocupa un lugar importantísimo. Imaginad, pues, la rada tarea que ha echado sobre sí el renombrado decorador l i t z a r o Maerson al encargarse de proporcionar al detalle más nimio, al accesorio más insignificante, su m á x i m o carácter de autenticidad. Para reunir la mayor y más fiel aportación de documentos, Maerson ha recorrido nuevamente Bélgica y Holanda; ha visitado los principales Museos y las más grandes bibliotecas de Europa. Gracias a este esfuerzo, en L a kermesse heroique los inteligentes hallarán en toda su pureza los grandes principios de arquitectura que ]>residian la constmcción de aquellas casas inconfundibles, y la autenticidad de un cerrojo, de ima verja y hasta la fiel reproducción de los motivos decorativos de


J (I c i i i i e - I r > (11'r. (Ic»ilr |>iii-'ilo. las o s r e n a s d r l a m p l i o pscrniirio. fii q u e iiiliTX iciH'ii rcii-

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KERMESSE H É R O í Q L E "

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cr.añ.-i.

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cuadros de Franz l l a l s y d e Breughel para los personajes flamencoe, y ei. Velázquez para las figuras españolas, Benda ha realizado, con su ai te ni gistral, los dibujos de los trajes. Entretanto,

los regidores y au.xiliares de Jacques F e y d e r han

liecl,

una verdadera razzia por todas las casas de los anticuarios, seleccionan.: durante ella cuanto hallaban perteneciente al Renacimiento más puro;

des-

cubriendo incontables piezas de colección que sumar a las y a logradas para enriquecer el cuadro de L a kermesse

héroiqíie.

A n t e lo árido y minucioso de semejante preparación, alguien j)odria pen-

Dos ni|iilHiift ' s p u ñ o í f s «ic los T e r c i o s lie r i a i i i l c s . sc^iiii a p a r e c e n cii ia u e l í c i i l a

sar si el escrúpulo y la fidelidad de la reconstitución histórica no infhíirá en demérito de la acción dinámica que el cine exige y de la atmósfera pintoresca, que, en suma, ha de envolver el film. ¡Nada más lejos de eso! Los que conocen a Jacques F e y d e r saben que es incapaz de sacrificar nada ai ritmo cinematográfico. N o será él quien cometa el error, tan freíniente. de querer reconstituir tal o cual cuadro célebre, y . por ello, iimiovilizar, hacer pesada o lenta la at>ción de los personajes v el desarrollo del nsimto. i'or ot i parte, aunque quisiera, esta v e z le seria imposible caer en semejanit i. N a d a tan v i v a z , tan dinámico, como la v i d a de esta época. P a r a

i.ven

cerse de ello, ba.sta contemplar en la Exposición de Bmselas cualquier kermesse de Breughel y advertir el hormigueo de la multitud, su alegría detonante y bulliciosa, su desencadenamiento de apetitos. D e t o d o ello encontrará el espectador, en el film de Jacques F e y d e r , la huella exacta y pi cisa, sin la cual, por otra parte, la pelicula resultaría incompleta, inexpresiva. Cocinas inmensas, grandes como naves de iglesia; montones formidables de viandas, tanques de cerveza espumosa; blancos delantales y cofias rizadas de los obesos criados y las opulentas camareras, siempre dispuestos

a

inclinarse servilmente ante los deseos de los clientes; vapores de embriaguez flotando sobre los grandes personajes, que, sentados en pequeños grupos,

conversan con una extraña

animación nacida del exceso de libacio-

nes. En suma, todo el ambiente abigarrado, denso y expresivo que el arte de los pintores flamencos supo inmortalizar en sus cuadros, ha sido recogido con maestría s i i ^ l a r por el genio de F e y d e r . Fácilmente se comprende q u e en un ambiente de tal índole no quede el resquicio más leve para que el tedio de las reconstituciones—«el frío mortal de la Historia», como alguien lo denominó con justa frase—, haga su aparición. F e y d e r , al llevar al lienzo La kermesse héroique, no ha querido hacer, según sus propias palabras, una «re<;onstitución», sino, más exactamente, una verdadera «resurrección». « N o m e contertaré—ha

dicho—con mostrar

las fachadas de unas casas en c u y a construcción se ha invertido más de tres meses de trabajo, y cuyo coste se eleva a un millón.» Nuevf» Diablo Cojuelo,

él alzará para nosotros los tejados de esas viviendas, y nos permi-

tirá participar, hasta en sus más indiscretos detalles, en la v i d a de los personajes que en ellas habitan. —No

quiero que se sepa tan sólo cómo vestían y cómo sindaban, sino

también cómo comían, cómo dormían, cómo se comportaban en la intimidad. Aspiro a mostrar no sólo su aspecto agradable, sino a exhibir su reverso; esto es, a que se les v e a sin peluca y en camisa de dormir. Como .se v e , la labor emprendida por Jacques F e y d e r es realmente uimensa, no obstante lo cual estamos seguros que sabrá realizarla triunfalmente. La kermesse héroique será, sin duda alguna, el más grande esfuerzo realizado en la cinematografía sonoro. Nunca, hasta

mundial

ahora, se había

desde el advenimiento del cin< intentado, como en La

kermesse

héroique se pretende, unir el v e r b o cómico, dramático o sentimental de irnos personajes, a la evocación artística de una época, del m o d o escrupuloso, detallado y genial, que Jacques F e y d e r lo ha hecho.

1 II iiiDiii c n I o c.ci'iiici». U m c - Ar \ i.iMi\í\-.

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p o r e s (ic ciiil i r i u i r u c / . . . l ti l>aiii|ucl<- l i e Ih X illa ( n i c i i l c n ! a li c 1 H c M ar i III i e lito lia iiiciico, i l o ailo a lii p a i i l a l l a

Las circunstancias han querido que sea y o el primer (leriodista admitido en una

proyección privada de fragmentos de La kermesse

salido de ella realmente turbado,

[¡erjilejo,

héroique.

fie

sorprendido. Diríase que

un

mago, con un golpe de su varita embrujada, hacía r e v i v i r toda una época, y que después, tomándonos de la mano, nos hacda

circular

con él entre

aquellas gentes tan maravillosamente resucitadas. Sin hipérbole, podemos afirmar (jue este film de Jac(jues Fi^

Icr • .,

bará, en la historia del cinema, ima de sus fechas más gloriosas. Benjamín

FAINSILBER

I ni- Jiiin I-I i-ii lina c - c c n a tic c-ic iiitcrc-an Ic l i l i l í l i i - l i i -


i l^etro

noUwyn

|i(ayer

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P

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E

MAÑANA SENSACIONAL

N

S

UN U L M . UN 0ESCU6R1MIENTD

A lüH^S,

ESTRENO

los

deríTchos-

del

hombre

del

rostro

femé-

Producción cinematográfica, con escena» auténticas de a p a r e c e culis los luctuosos sucesos acaes u a v e Y terso, sin cidos en Alemania cuando m a n c h a s , pecas, ésta, una vez terminada la r o j e c e s ni e s p i guerra, desgarrada e n imi l l a s , e s t o es, potente, vivía días de total c u a n d o se u s a anarquía. UN DOCUMENTO GRÁFICO Y PALPITANTE DE LA HISTORIA MODERNA DE EUROPA Q U E NO DEBE U STED DEJAR DE CONOCER

VISNU ,n T o n o s

BLRnCO,RnCHEL,ROSfiDO,mOREnO,BROnCFnDO..O


JOTA

SIROSA

{Valencia).

Me extraña muchísimo que al final de su carta me pida que le oriente en sus üspiraciones. Pero aquí no hay caso, amigo, porque usted se lo dice todo; y muchísimo más me extrafia que no esté usted en Hollywood tratando de ocupar la plaza que dejó Rodolfo V a RODOLFO VALENTINO (Ciulentino. dad Real).—El domicilio en -Madrid de Metro-Goldwyn-MaX . Z . (Pamplona).—¿X qué yer es: Silva, núm. 7. y el de ptelicula corresponde esa canFox Studios, Plaza del C a ción? Antoñita Colomé nació llao, 4, Madrid. Muy agradeciel 28 de Febrvjro de 1912, en do por sus ofrecimientos, que Sevilla. Tiene los ojos negros los tendré en cuenta. y el cabello castaño. H a interpretado varias películas; entre RAMÓ.V JOSEFINO (Zaragoella, las siguientes: El hombre za).—Imposible d a r dirección que se reía del amor. La pura de los que t o m a n parte en verdad. El negro que tenía el el Concurso fotogénico, porque alma blanca. Crisis mundial. El no estoy autorizado para ello. malvado Caravel y Ratapldn. El reparto de Nobleza batuMuy agradecido por sus carirra es el siguiente: Maria del ñosos elogios. Pilar: Imperio .\rgentina; P e LA C U C A R A C H A (Tocina, Ss- rico: Miguel Ligero; Sebastián: villa).—El reparto de la peJuan de Orduña; Marco: M a lícula Angelina o el honor de un nuel Luna; Tío Eusebio: José brigadier es el siguiente: AngeCalle; Filomena: Cau-men de lina Ortiz: Rosita Díaz GimeLucio; Andrea: Pilar Muñoz; no; Brigadier Marcial Ortiz: E n - Padre Juanico: Juan Espantarique de Rosas; El poeta R o león; Doña Paula: Blanquita dolfo: Julio Peña; Germán ValPozas. Argumento y adaptaderramas: José Crespo; Marceción de Joaquín Dicenta (hijo). la; Condesa Kina de Signoro; Dirigida por Florián Rey. Banquero don Justo: .\ndrés Una buena preparación en de Seguróla; Doctor don Elias: una Escuela de Actores y D e Romualdo Tirado; Federico: clamación es el medio más seJuan Torena; El Capellán: Paco guro para llegar a ser un buen Moreno; D o ñ a Calixta: Ligia actor cinematográfico. M u y de Golconda; E l cochero Pedro: agradecido por sus elogios. Martín Garralaga; El posadero: José Peña Pepet. Director, UN ESPAÑOL M U Y ESPAÑOL Luis King. Basada en la come( Manresa ).—Rosita Díaz G i dia del mismo título, de Enrimeno está actualmente en E s que Jardiel Poncela. paña, donde la debe escribir, a No tengo la «Marcha de los marineros», de la película SusajmJáím>im^^mr»tQ.

Cifesa, plaza del Callao, 4, M a drid. .Angelina o el honor de un brigadier y Rosa de Francia

ya. Myrna Loy ha in:erpretado infinidad de películas; entre ella., Boda sin amor. La taberna roja. ¡.Arriba el telón!. La novia del Regimiento, Por qué las jóvene: regresan al hogar, La tontuela, ¡Que pague el diablo!, El Arca de Noé, De carbonero a gran señor. La campana de alarma, están realizada,s en Hollywood, Shari, la hechicera; Emma, souri). Tiene los ojos color gris y son las dos últimas películas Hombres o diablos. Tantas veo.... azulado, y el cabello, rubio plaen que ha trabajado. Muy agraEl boxeador y la dama. Cuerpo tino (químico). Tiene una estadecido por el envío de esas cantura de 1,57 metros. Se ha ca- y alma. Camarotes de lujo, l'n ciones. sado tres veces: la primera, con yanqui en la Corte del rey .Arturo, El enemigo público númeF. Mac Crew (divorciada); la ro I, La cena de los acusados. La L u i s (.Madrid).—En la ac- segunda, con Paúl Bern. que máscala de Fu Manchü, Homtualidad no está trabajando se suicidó a los dos meses de bres en blanco, Mademoiselle para ninguna Ca.sa productora; contraer matrimonio, y la terdoctor. Trece mujeres, etc., etc. pero la puede escribir a C. E . cera, con H a l G . Rosson, de Barquillo, 10, -Madrid, que es quien .se divorció también a los Vuelva a escribir cuando guste, que será servido. donde realizó su última pepocos meses. H a interpretado lícula. las siguientes películas: .Angeles del Infierno. La jaula de oro, AGUSTÍN CANCIO (ValenAbismos de pasión. La chica de RoTscHiLD (Albacete).—Escia).—Las direcciones que le la noche del sábado. Los seis criba a Anna Sten a United A r interesan son: Radio Films misteriosos. El monstruo de la tists Studios, 1.041 N . Formo(Sucursal de Barcelona), P a ciudad. Tú eres mío. La pelisa Avenida, Hollywood (Caliseo de Gracia, 7 6 , Barcelona. rroja. Cena a las ocho. Busco fornia). N o escriba a la Casa Alfredo Hurtado, Marina T o y La indómita, Fox, pues en la lista que nos un millonario rres y Antoñita Colomé, en todavía no estrenada en M a - Cifesa, plaza del Callao, 4, M a envía este mes dicha Casa no drid. Escriba a Metro-Goldwynviene inscrita la actriz por drid. Los otros artistas no traMayer Studios, Culver City (Caquien se interesa. bajan en la actualidad. lifornia), mandando un sello de 10 centavos. L a carta pueARANDILLA (Madrid).—No R. L I B R I S de ir redactada en eshay nada de lo que usted supone, E.se Concurso se falló, «con pañol. S e f t a r i t a * . S e A o r a * : l U n b a t a coojcto q u t « g r t d t c t tos los requisitos legales», a faréitl N o p r t l c M l á U t a b t U t c t T M t¿la c o a prodnttoi d c vor de los señores que usted MANUEL E N R I Q U E tocador; d t b i i s t a n b K a rtcoiutltalr Tacstro ortanismo; para tilo prtciaa tom<li E U P A R T O L , Tigoritador dolco y a conoce. E n el número 5 7 de ( Cádiz). N o se queara cl « c í o fcmcalao. Coa cl E U P A R C I N E G R A M A S habrá usted visme usted la sangre por O L dtaapartctrán maochaa, g r a a o i , ro|ccc«, capittlUas, a m g a * n c a a t o r u ; to las fotografías de dichos setan poca, cosa. Dígale obtendréis a a catis limpio. E U P A R T O L ñores. ¿Cómo no voy a complaa su amigo de mi parcadarcccri Tacslioa teños, dcsaparcd t n d o la fladdn T caimiento de « s t o s . cerle? Y encantado con poderte que CINEGRAMAS l E U P A R T O L , secreto de Tocstra bellclo hacer otra vez. tiene una tirada mau l E U P A R T O L cora molesUas y desarreglos mensaales dcTcIrléndoos t a yor que la de muchos lad T hermotara. M a d r e s , no « b a n d o diarios que presumen. L. P. de C. (Madrid).n i i f ta ( d a d crítica.., Ia pubertad de Taestrathltitasi a r a d a d l e s con E U P A R Las d e m á s preguntas Jean Harlow se llama verdaTOL Futura» madres, d e b < U tomar E U P A R T O L detde que me hace las verá deramente Harlean Carpenter, el quinto mes; tendréis a a rápido y Mti parto, kilos sanos T r o b a s l o s ( m e f o r a r t U la r a u ) . Mackaa j t conocéis y nació el 3 de Marzo de 1911, en números sucesivos, Innumerables s e n i c i o s prestados pot este g r a a preparasi no se han publicado en Kansas City (Estado de Misdo; sl to I g a o r ü t , p r o b a d l o r o * c o m o n i r t t a .

H o m e n a j e a don Koberto T r i l l o , director

?

gerente de Radio Films en España

Con u t o l i v o drl aniversario de la fundariño de Radio KilmM en I- s | M U Í a , rindiéroolr un homrna)r a don Roberto Trillo, presliposa j r M p a ñ o l i f t i m a ÜRura de nuntlro rrlaMo cinemalográüeo, que reprrsenU a e i k U iscportante entidad. Va banquete de verdadera eonfraleraidad « e rrirbró r a ta Taberna Vaara. de Barrriona, reunió al alrededor d r don Roberto Trillo a todoa loa repreaentantea d r la P r r o M , jefea d r ím Homrmira y r l peraofuU dc U Cenirni d r Radio FUBM


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