llamada de media noche

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36 Cartas al Editor

MIRANDO LAS OBRAS DE LA CREACIÓN, CUALQUIERA PUEDE CONCLUIR QUE TIENE QUE HABER UN CREADOR El carácter de las religiones: Mirando las obras de la creación, cualquiera puede concluir que tiene que haber un Creador (Ro 1:19-21). Desde la caída, la conciencia testifica al hombre que está separado de Dios, y que vive de manera pecaminosa: “Mostrando (los gentiles), la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos” (Ro 2:15). Así, todos los pueblos han intentado restablecer la unión con Dios por medio de su propio modo de pensar y su propia voluntad, desarrollando de esta manera las más variadas religiones. La palabra religión proviene del latín religio (= diligencia, temor de Dios), que probablemente se deriva de la palabra re-ligare que significa “volver a unir”. Esta reanudación se procura esencialmente por medio de dos características típicas que encontramos en todas las religiones: por la observancia de diversas prescripciones inventadas por los hombres (sacrificios rituales, por ejemplo), y por objetos a los cuales se les confiere una importancia particular (estatuillas en el budismo, molinos de oración, la Caaba en la Mecca). En lo sucesivo denominaremos “religión” a todos los esfuerzos

humanos para llegar a Dios. El evangelio, sin embargo, hace todo lo contrario: Dios mismo actúa y sale al encuentro del hombre. Ésta es la razón por la que no denominamos religión al camino bíblico.

Hay tantas religiones. Es impensable que todas sean falsas. ¿No es pretencioso el cristianismo al afirmar que es el único camino a la vida eterna? Ninguna religión salva, ni siquiera la cristiana si se comporta como una religión. Hay un solo Dios, y es aquel que creó el cielo y la tierra. Sólo la Biblia habla de ese Dios. Y por eso sólo Él puede decirnos concluyentemente lo que puede salvarnos. Si hubiese alguna religión capaz de salvarnos de la perdición eterna, Dios nos lo habría dicho. Pero en tal caso la muerte de Jesús en la cruz no habría sido necesaria. Pero puesto que el sacrificio del Gólgota se hizo, era absolutamente necesario para la salvación. La cruz de Jesús, por consiguiente, nos muestra claramente que no había un método más ‘barato’ para expiar el pecado ante el Dios santo. Dios juzgó nuestro pecado en la muerte de Jesús en la cruz, de modo que la única forma de ser

salvo consiste en volvernos personalmente a Jesucristo y entregarle nuestra vida. En todas las religiones, el hombre tiene que salvarse a sí mismo en base de sus propios esfuerzos; según el evangelio, en cambio, Dios lo ha hecho todo por medio de su propio Hijo, y el hombre sólo tiene que recibir la salvación por fe. Por eso Hechos 4:12 dice tan categóricamente: “Y en ningún otro [que en Jesús] hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Fuera de Jesús, no existe ningún puente al cielo. Todas las religiones son meros espejismos engañadores en el desierto de una humanidad perdida. Al que se está muriendo de sed no le ayudará el espejismo de una fuente de agua. De la misma manera, la tolerancia hacia todas las creaciones de la imaginación humana finalmente conduce a la muerte (Pr 14:12). El ser humano necesita agua fresca. La Biblia señala con toda claridad al único oasis verdadero, a la única oportunidad de sobrevivir, a Jesucristo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn 14:6). “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Co 3:11). “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene


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