TIEMPOS FINALES
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Parte 1 por Arno Froese Para que Dios pudiera cumplir Sus promesas con respecto al Salvador, se puso en contacto con Abraham: “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:1-3). Abram es el comienzo de Israel, así como también es el comienzo de la fe; es por eso que el Nuevo Testamento lo llama el padre de todos los creyentes. Note que a través de la avenida de la fe, Abram llegó a ser padre de la nación de Israel. La misma es el punto de contacto físico entre el cielo y la tierra. El pueblo de Israel es el embajador de Dios para el mundo. Este hecho, debería ayudarnos a entender mejor las palabras de Jesucristo: “la salvación es de los judíos”. Para reafirmar la declaración que Israel es el contacto entre el cielo y la tierra, leamos Zacarías 8:3: “Así dice Jehová: Yo he restaurado a Sion, y moraré
en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte de Jehová de los ejércitos, Monte de Santidad”. Para implementar la intención de Dios de “morar en medio de Jerusalén”, tuvo que crear un comienzo y ese comienzo surgió con Abram. La preparación del establecimiento de un reino físico y visible sobre el planeta tierra. ¿Por qué Dios eligió a Abram? Porque él creía incondicionalmente en Dios.
Reino enemigo Es razonable por lo tanto, que el enemigo de Dios se preparara en forma similar para
solidificar su reino, persuadiendo a la humanidad a que le adorara a él en vez de a Dios. Él conseguirá eso al implementar la Marca de la Bestia. Jesús dijo: “Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí” (Juan 18:36). Satanás es el rey de este reino terrenal. Él tiene la autoridad sobre todos los pecadores. La Biblia dice que todos hemos pecado, lo cual significa que pertenecemos al reino del diablo. Subsecuentemente, Satanás pudo ofrecer este mundo a Jesucristo: “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desier-