España ha hecho notables progresos en muchos aspectos del desempeño
ambiental. Es uno de los principales puntos calientes de la biodiversidad
del mundo, con espectaculares paisajes costeros y terrestres, que ha
dependido de su rico patrimonio natural para estimular la economía,
incluido un fuerte sector turístico. Ha disminuido la intensidad de la
economía respecto del carbono, la energía y los recursos y se han ampliado
considerablemente los espacios naturales protegidos. Sin embargo,
persisten los desafíos ambientales que obedecen, en parte, a la conversión
de terrenos durante el auge de la construcción de principios de la década
de 2000 y al aumento de la población, especialmente en las zonas costeras.
A medida que la economía se recupere, es probable que aumenten las
presiones sobre el medio ambiente.