LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA
¡Ay, caramba!, mis frijoles
porque le faltan, porque le faltan,
ya se me están quemando
alitas para volar.
lo que me vale y me vale
Ya con esta me despido
que apenas los estoy sembrando.
de señoras y muchachas,
La cucaracha, la cucaracha
aquí se acaban los versos,
ya no puede caminar,
versos de “La cucaracha
“La cucaracha” en Carlos Ruíz Rodríguez (comp.), Versos, música y baile de artesa de la Costa Chica, San Nicolás, Guerrero y el Ciruelo, Oaxaca. México, SEP-COLMEX, 2005.
133. Los abanicos hablan Aunque te parezca mentira, hubo una época en la que tus bisabuelos eran jóvenes y estaban enamorados. Pero entonces no era tan fácil como ahora verse o simplemente escribirse cartas románticas entre los novios. El ingenioso sistema que se inventó para poder lanzarse mensajes sin levantar las sospechas de los padres o vigilantes fue utilizar un objeto que casi todas las señoritas de entonces llevaban a cualquier parte: el abanico. Según la posición o los movimientos del abanico, la mujer podía relacionarse con su enamorado, darle instrucciones o información y declararle sus emociones. Este sistema resulta divertidísimo y, aunque no tengas abanico, podría serte de utilidad si te fabricas uno de cartón o de papel y haces señales desde lejos, eso sí, todas serán señales de amor.
“Te quiero” podía decirse de dos maneras: una escondiendo los ojos detrás de un abanico abierto, y la otra, moviendo el abanico junto a una mejilla, rozándola.
Para una cita: tocar el ojo derecho con el abanico cerrado significa que se desea una cita, la hora se marca abriendo un número determinado de varillas.
Para pedir disculpas: el abanico alrededor de los ojos quiere decir “lo siento”
Hacer un reproche: para decir que están siendo crueles con nosotras y que queremos un cambio de actitud, cerrar y abrir el abanico varias veces.
Para pedir prudencia: amenazar con el abanico cerrado.
Para avisar de que nos siguen o alguien nos está viendo: girar el abanico con la mano izquierda. SEXTO GRADO