No.8 Opioides

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Las múltiples “caras” del uso de opioides María Elena Medina-Mora

Fentanilo… y otros opioides Silvia Cruz Martín del Campo pág. 8

El alivio del dolor y la calidad de vida Nayely Vianey Salazar Trujillo pág. 12

pág. 6

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Estrella Burgos (†), Lamán Carranza Ramírez, Luz de Teresa, Luis Roberto Flores Castillo, Alejandro Frank, Azucena Galindo, Cinthya García Leyva, Marcia Hiriart, Alonso Huerta, Antonio Lazcano, Omar LópezCruz, María Nieves Noriega, Raúl Rojas, Pedro Salazar, José Seade, Marina Stavenhagen, Brenda Valderrama Blanco, Yael Weiss

Equipo Editorial

Lamán Carranza Ramírez

Dirección general

Sergio Lenoyr Lugo

Dirección editorial y contenidos

Luisa Fernanda González Arribas

Editora en jefe

Omar Hernández Godínez

Diseño e ilustración editorial

No. 8 Opioides

Dra. Clara Fleiz

Dra. Nayely Salazar

Editoras invitadas

FEBRERO 2024

CONTENIDO

Lamán Carranza 2

Más allá del estigma, opioides: crisis y oportunidad

"Rostros" del fentanilo

Silvia

Opioides, un enfoque desde la salud pública

Claudia Rafful y Ricardo Orozco

16

El riesgo ético de no aliviar el dolor

David Fajardo Chica

14

Buscamos chiva en todas partes y no había, sólo fentanilo

Clara Fleiz Bautista

35 años de respuesta y retos en la reducción de daños en México

Adriana Villafuerte García y Carlos L. Magis Rodríguez ESPEJO

La economía de las adicciones y el fentanilo

Analgesia y cirugías... la otra cara

Paulina Seguí Vizcaíno

TRANSLÚCIDO

Por Emiliano Cassani

30 32 22 24 26 28

¿Qué hacer ante el consumo de fentanilo y heroína en nuestro

Jorge Villatoro Velázquez

AMORFO

Regular espacios de consumo seguro, tarea pendiente: Lourdes Angulo

Por Emiliano Cassani

Redignificar a poblaciones vulnerables desde el cine: Gerardo Tort

Por Luisa F. González A.

Tender puentes y encontrar soluciones: María Elena Medina

Mora Icaza

INTRUSIÓN

REFLEJOS

FRAGMENTOS
ESPEJO
Cruz Martín del Campo 4
ESPEJO
10 ESPEJO ESPEJO
ESPEJO
Alfredo Camhaji y Luis Miguel Galindo 20
Jeringas y naloxona
18
Enfrentar la muerte en México: los retos de la agonía

MÁS ALLÁ DEL ESTIGMA, OPIOIDES: CRISIS Y OPORTUNIDAD

En este número de Obsidiana exploraremos juntos las diversas facetas del uso de opioides, una temática compleja, muy frecuentemente mal comprendida, que requiere un análisis profundo.

En los últimos años, los opioides han ocupado un lugar destacado en la conversación mediática, tanto por su eficacia en el alivio del dolor como en los efectos en consumo personal para fines no médicos. Estos compuestos, derivados tanto de fuentes naturales como sintéticas, han brindado alivio a millones de personas en su uso clínico y profesional en el cuidado de la salud y el bienestar de las personas.

Sin embargo, detrás de este poder analgésico se esconde otra cara: la del abuso y la adicción. Su uso indebido ha levantado las alarmas y, a ojos de quienes no están bien informados, se pone en tela de juicio los benéficos de estas sustancias en el ámbito médico y genera un debate que puede llevar a la desinformación.

Por eso, en esta edición exploramos el mundo de los opioides: desde su descubrimiento y evolución como medicamentos para aliviar el dolor y brindar analgesia, pasando por los avances científicos en su uso y aplicación clínica, hasta los desafíos y riesgos que representan cuando caen en manos equivocadas. Analizamos cómo los opioides han moldeado la práctica médica moderna y cómo la crisis de adicción que los rodea está remodelando la política de salud y la conciencia pública.

Desde esta perspectiva y de la mano de los expertos, abordamos el tema a fondo, desde diversas vertientes y voces.

María Elena Medina Mora nos ofrece una visión de las diferentes facetas del uso de opioides. Por su parte, Silvia Cruz Martín del Campo nos lleva al intrigante mundo del fentanilo y otros opioides, su descubrimiento, sus propiedades y su uso como analgésico seguro.

Claudia Rafful y Ricardo Orozco nos orientan sobre la necesidad de abordar el tema desde una perspectiva de salud pública.

Nayely Vianey Salazar Trujillo arroja luz sobre el alivio del dolor y su impacto en la calidad de vida de los pacientes que requieren el uso de opioides. Mientras que David Fajardo-Chica explora el riesgo ético de no abordar adecuadamente las dolencias en enfermos y pacientes en condiciones de vulnerabilidad extrema.

Clara Fleiz comparte experiencias reales sobre la búsqueda de sustancias en el entorno de la frontera norte, destacando la presencia predominante de fentanilo. Por otro lado, Adriana Villafuerte García y Carlos L. Magis Rodríguez nos llevan a través de 35 años de respuesta y retos en la reducción de daños en México, con un enfoque en jeringas y naloxona.

Alfredo Camhaji y Luis Miguel Galindo nos sumergen en la economía de las adicciones y el fentanilo en México, brindándonos una perspectiva crítica sobre el impacto económico de estas sustancias. Paulina Seguí Vizcaíno explora el uso del fentanilo en anestesia, revelando su papel crucial en el campo médico.

Jorge Villatoro nos presenta reflexiones esenciales sobre cómo abordar el consumo de fentanilo y heroína en nuestro país, proporcionando pautas claras para la acción.

En las secciones adicionales de Obsidiana, Silvia Cruz Martín del Campo explora las dos caras del fentanilo, Emiliano Cassani aborda la condena de la agonía al enfrentar la muerte en México, y reflexiona sobre la necesidad pendiente de regular espacios de consumo seguro.

Desde la intrusión en el mundo del cine de Gerardo Tort hasta los reflejos de Ma. Elena Medina Mora, esta edición ofrece una mirada completa y reflexiva sobre el tema de los opioides.

A través de estas páginas, los invitamos a explorar, aprender y reflexionar sobre el papel crucial que juegan los opioides en la salud y el bienestar de nuestra sociedad.

El compromiso de la sociedad debe estar en crear y coadyuvar con soluciones a través de un entorno colaborativo y de apoyo. Todos podemos ayudar y Obsidiana, en esta ocasión, es sólo una de las diversas manos que se deben unir para formar una base sólida que simboliza la lucha frente a la crisis de los opioides.

En este número reconocemos los desafíos, mientras destacamos los esfuerzos y estrategias colaborativas implementadas para mitigar el impacto negativo de los opioides. Queremos inspirar un sentido de esperanza y responsabilidad colectiva para crear una sociedad más saludable y solidaria.

2 |  EMERGENTE |

¡Talento mexicano en el espacio!

La misión Colmena de la UNAM es símbolo de innovación, talento y superación. Como tripulante de la nave Peregrine 1, este proyecto alcanzó la órbita de la Luna, y superó pruebas a más de 382 mil kilómetros de la Tierra, marcando así un hito histórico para México y América Latina en exploración espacial.

Aunque la nave no logró alunizar, Colmena cumplió con 75% de los objetivos planteados, lo cual se traduce en una oportunidad para aprender y crecer. Con los datos compilados por Colmena, el laboratorio LINX del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM ya prepara Colmena2.

El espacio es desafiante, y estudiarlo es una misión para aquellos que no saben detenerse y están dispuestos a luchar contra la adversidad, levantarse tras cada derrota y abrazar cada nuevo desafío. El espacio nos espera, y hoy estamos más cerca al llegar más lejos que nunca.

Gustavo Medina Tanco y algunos de los participantes en la misión Colmena. Rovers de exploración. Paregrine en las instalaciones de Astrobotic. Preparativos para el montaje de Peregine 1. Vista del espacio desde la nave Peregrine 1. Lanzamiento de la misión Colmena.

"ROSTROS" DEL FENTANILO

COMO MEDICAMENTO

Es un anestésico de acción rápida y analgésico para dolores intensos.

Un vial¹ típico de fentanilo tiene sólo 50 microgramos por mililitro.

En 2021 se usaron 4.6 kilos de fentanilo con nes médicos, en todo México.

Los hospitales siguen protocolos estrictos para el manejo seguro del fentanilo.

Tiene tres presentaciones: líquido, parches y tabletas.

Es un medicamento seguro y e caz que mejora la calidad de vida de los pacientes que lo requieren.

Se elabora en laboratorios certi cados con estricto control de calidad.

Los especialistas que administran fentanilo y las farmacias que lo venden están registrados ante la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).

¹Pequeño frasco que contiene medicamento inyectable, del cual se extraen, poco a poco, las dosis convenientes.
4 |  FRAGMENTOS |

COMO DROGA

Se sintetiza en laboratorios clandestinos.

Se vende en pastillas de colores, tabletas azules con la leyenda M30, terrones coloridos y en polvo.

Contiene cantidades variables de fentanilo, residuos de los reactivos utilizados en su síntesis y otras drogas, como la heroína.

La dosis letal de fentanilo es de 2 mg.

En 2021 se incautaron en México casi 2 toneladas destinadas a su venta en el mercado ilícito.

Las vías preferidas de uso son inhalada o inyectada.

FRAGMENTOS   5

LAS MÚLTIPLES “CARAS” DEL USO DE OPIOIDES

FACULTAD DE PSICOLOGÍA Y SEMINARIO DE ESTUDIOS SOBRE LA GLOBALIDAD, UNAM CENTRO DE INVESTIGACIÓN EN SALUD MENTAL GLOBAL, INSTITUTO NACIONAL DE PSIQUIATRÍA RAMÓN DE LA FUENTE MUÑIZ

En años recientes, el fenómeno del fentanilo ha sido motivo de análisis para comunicadores, instancias responsables de la salud, seguridad, procuración de justicia y desarrollo social; así como organizaciones de la sociedad civil, personas con vocación de cuidado e investigadores. Las voces de quienes enferman y sus familiares se escuchan menos.

El fentanilo es una sustancia 50 veces más potente que la heroína y hasta 100 veces más que la morfina: con menos fentanilo hay mayores efectos. Es usada con fines médicos desde 1960, para una anestesia rápida y efectiva; así como para manejo del dolor, por lo que aún se recomienda por sus beneficios para la salud cuando se usa conforme a las guías existentes para estos efectos.

En 2021, la mayor parte del consumo global de fentanilo (73,2%) se concentró en diez países, todos ellos de ingreso alto (HICs). En los países de

nivel medio y bajo de desarrollo (LMICs) aún falta disponibilidad de medicamentos para manejo del dolor. Sólo 28% de la morfina que se produce a bajo costo (acción impulsada por las Naciones Unidas) se consume en países en vías de desarrollo, en donde vive 80% de la población mundial.

México ocupa el antepenúltimo lugar en cuanto a disponibilidad de medicamentos para el dolor, en relación con sus necesidades médicas. El fentanilo es un medicamento controlado y, según las Convenciones de Naciones Unidas, los países deben asegurar el abasto para quienes lo necesitan, promover su uso adecuado y evitar desviaciones del mercado legal.

En el mercado ilegal no existe control de calidad, pues no está supervisado por las dependencias nacionales e internacionales responsables de promover

calidad y un uso adecuado (Secretaría de Salud, Naciones Unidas, Organización Mundial de la Salud).

Es una sustancia fácil de transportar, se encuentra en las calles en forma de polvos o de pastillas similares a preparaciones farmacéuticas; en el mercado ilegal, se mezcla con otros componentes para cortar (adulterar) la droga, esto contamina la heroína, la cocaína o las metanfetaminas. La mezclan porque una cantidad muy pequeña ofrece una euforia súbita.

En este panorama convergen el dolor y sufrimiento de las personas con dependencia (que requieren la droga para sobrevivir), de igual forma que sus familias. En nuestro país hay un incremento de muertes, y poco acceso a servicios de salud con programas de mantenimiento con metadona; así como acciones de apoyo social.

Sustancia 50 veces más potente que la heroína y hasta 100 veces más que la morfina.

Es un fenómeno envuelto en estigma que discrimina, adoptado por las personas que enferman y comparten con sus familiares, el personal de salud y las instituciones que los atienden. Hoy, a pesar de la vasta investigación realizada sobre los mecanismos de acción de las drogas, de la forma en que afectan al cerebro y del entorno social que facilita el abuso, se sigue considerando un vicio. Esto trae nuevos retos para la investigación, el tratamiento y la prevención.

Las personas que enferman pasan la mayor parte de su tiempo tratando de conseguir recetas médicas o dinero para comprar drogas, con frecuencia contaminadas con otras sustancias, entre ellas el fentanilo, ocasionando síndromes de abstinencia cuando no se tiene la droga o sobredosis cuando se utilizan cantidades superiores a la que se ha estado usando.

Estas brechas son mayores en poblaciones marginadas que viven en situación de calle y pobreza, o que quedaron en esta

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posición después de una vida de dependencia a sustancias. Detrás de esta situación hay factores sociales que determinan el riesgo de enfermedad, que se ocultan, pero que representan también oportunidades importantes de prevención si podemos identificar los mecanismos causales que ligan el determinante (por ejemplo, la pobreza) con el desenlace.

La pobreza se vincula con el riesgo de enfermar por diversos caminos. Puede ser por influencia directa, por ejemplo: cuando la economía entra en recesión, causa desempleo. Es probable que actúe como mecanismo intermedio en vecindarios asociados con abuso de sustancias, por la exposición a violencia y a la inseguridad.

En nuestro país las adversidades en la infancia, especialmente las que implican violencia, se asocian con incremento en el uso de drogas. La probabilidad de experimentar estas adversidades fue más elevada en adolescentes de más edad, que habían abandonado la escuela, cuyas madres tenían menos de 21 años al momento del parto, con tres o más hermanos, y padres con menor escolaridad.

Un fenómeno envuelto en estigma que discrimina.
Influyen aspectos biológicos, personales y el ambiente.

Las disparidades socioeconómicas aumentan el riesgo de desarrollar trastornos por uso de sustancias y exacerban las consecuencias en un círculovicioso donde la pobreza puede facilitar que surja un trastorno por uso de sustancias, el cual ocasionará limitaciones laborales y de educación, y aumento de conflictos cuyo desenlace es mayor pobreza.

¿Qué factor mediador lleva a mayor uso de drogas? Estudios internacionales muestran que los problemas económicos llevan a un mayor uso de drogas. En Canadá y Colombia la experiencia migratoria tuvo este efecto; en Nigeria las malas calificaciones escolares; en China la baja escolaridad; en México la asociación se da a través de la exposición a la violencia y la inseguridad en el medio ambiente.

Las personas que viven en condiciones de desventaja tienen menos probabilidad de recibir tratamiento. Sin embargo, existen intervenciones exitosas aplicadas en países LMICs, que procuran protección financiera a personas que enferman y a sus familias.

Un análisis de las encuestas mundiales de salud mental mostró que no hay diferencias en el consumo relacionadas con las políticas de drogas, es decir, en los 24 países participantes, con representación de HICs y LMICs, la prohibición no estuvo necesariamente asociada con los niveles de consumo.

El fenómeno de fentanilo es un claro ejemplo de la interacción de aspectos biológicos (la sustancia y los procesos que llevan a la dependencia), los personales (experiencias vividas) y el ambiente (pobreza, inseguridad, disponibilidad de sustancias, etc.).

La carga no puede estar solamente en el sector salud; se requiere la integración de instancias dedicadas al desarrollo, seguridad, vivienda digna, educación, trabajo, derechos humanos, protección social para quienes tienen una discapacidad y aquellas instituciones que tienen como mandato lograr la igualdad sustantiva para niñas y mujeres.

Es preciso trabajar desde una perspectiva de salud pública para aumentar la disponibilidad de medicamentos para el dolor, contrarrestar la sobredosis y reducir la alta mortalidad, además de gestionar políticas que consideren oferta, demanda y daños asociados, y que busquen el control del fentanilo producido ilícitamente con énfasis en reducción de daños, de prevención, tratamiento, desarrollo social y reducción de inequidades sociales.

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FENTANILO… Y OTROS OPIOIDES

Hablemos claro y con bases científicas

La historia del fentanilo inició hace miles de años, con el uso del opio para aliviar el dolor, la diarrea y la tos. El opio se obtiene de los frutos inmaduros de una planta de amapola, Papaver somniferum. Cuando estos se raspan con algo afilado, secretan un líquido lechoso que, al contacto con el aire, se vuelve denso y adquiere un color pardo característico que se conoce como goma de opio.

Por siglos, el opio se utilizó en preparaciones artesanales y tónicos de eficacia variable; por lo rudimentario de su preparación, algunos productos eran demasiado fuertes y dejaban a los pacientes totalmente sedados, otros no tenían efecto y sólo algunos funcionaban como se esperaba. Los farmacéuticos sabían que podrían evitar esa variabilidad si encontraban la sustancia activa.

En la búsqueda de dicha sustancia trabajaron varios investigadores consolidados, pero quien tuvo éxito fue un joven alemán con 21 años de edad, en ese entonces, llamado William Sertürner. A principios del siglo XIX, él preparó diferentes extractos de opio utilizando agua, alcohol y otros disolventes, y se los administró a perros para ver cuál de ellos producía sueño.

malestar con dolor generalizado, insomnio, escalofríos, molestias similares a las de un resfriado, aumento de la presión arterial, vómito y diarrea. Estos eran los síntomas de lo que después se conocería como el síndrome de abstinencia a opioides.

Por la rapidez con la que actúa en el cuerpo, se usa en entornos médicos para inducir anestesia en unos cuantos minutos.

Con el propósito de encontrar sustancias que tuvieran los efectos benéficos de la morfina, pero no los adversos, diversos estudiosos buscaron entender cómo estaba hecha la morfina porque, aunque se había aislado desde mucho tiempo atrás, todavía se desconocía su estructura química ya entrado el siglo XX.

para quitar la tos o controlar la diarrea, algunas más aliviaban el dolor rápidamente y otras tenían efectos muy prolongados. Varias encontraron un nicho en la práctica clínica y aún se utilizan con éxito.

Tras encontrar el adecuado, lo probó en sí mismo y comparó sus efectos con los del opio puro. Convencido de que había dado con el extracto que contenía la sustancia activa, la purificó y le llamó principium somniferum, que es la molécula que conocemos actualmente como morfina, nombrada así por Morfeo, el dios griego del sueño.

Por muchos años, los productos con opio y morfina se vendieron libremente en Europa, Asia y Estados Unidos, y los casos de dependencia se multiplicaron. La tolerancia y dependencia (o adicción) a opioides se conocían bien, pues era evidente que algunos consumidores aumentaban las dosis hasta alcanzar cantidades mucho mayores a las que utilizaban inicialmente.

Además, los usuarios frecuentes no podían suspender su consumo —a pesar de desearlo— porque, al hacerlo, experimentaban un gran

En 1925, el investigador británico Robert Robinson identificó que la morfina era una molécula con cinco anillos de carbono e hidrógeno, uno de los cuales estaba unido a un nitrógeno y otros dos a un oxígeno e hidrógeno. Este descubrimiento abrió la puerta a la búsqueda de análogos de la morfina que tuvieran algunas ventajas sobre la sustancia original.

Los esfuerzos de síntesis fueron muy productivos. Diversos grupos de investigación añadieron o quitaron grupos químicos a la morfina, con lo que obtuvieron opioides semisintéticos como la heroína, la oxicodona, la hidromorfona e hidrocodona, entre otros.

Las nuevas moléculas diferían entre sí en la magnitud y duración de sus efectos. Algunas resultaron analgésicos débiles, pero muy eficaces

Sin embargo, los mejores analgésicos seguían pareciéndose a la morfina; es decir, producían euforia, analgesia y sueño, y su uso repetido podía llevar al desarrollo de tolerancia y adicción. Esto llevó a desarrollar guías para

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heroína, contrarresta sus efectos y se manifiestan signos del síndrome de abstinencia. Aunque este descubrimiento fue inesperado, la explicación es simple: la naloxona es un antagonista.

Los antagonistas tienen afinidad por los mismos sitios del organismo donde se unen los compuestos activos (los agonistas), pero no son capaces de activar a las células. Dado que la afinidad de la naloxona es más alta que la de muchos opioides activos, compite con ellos por los mismos sitios receptores y los desplaza, revirtiendo así su efecto.

Esta propiedad ha resultado de gran utilidad porque las dosis altas de opioides pueden producir la muerte al inhibir los centros del sistema nervioso central que controlan la respiración, y la naloxona es el antídoto que se usa para salvar la vida de las personas que caen en sobredosis.

El fentanilo es un opioide cincuenta veces más potente que la heroína y completamente sintético. Fue desarrollado por Paul Janssen alrededor de 1960, cuando buscaba un analgésico eficaz de acción rápida y breve. En términos técnicos, la potencia se refiere a la cantidad de sustancia que se necesita para producir un cierto efecto, no a qué tan fuerte es ese efecto. Es decir,el fentanilo produce un efecto similar a la heroína con una cantidad 50 veces menor.

Por la rapidez con la que actúa en el cuerpo, se usa en entornos médicos para inducir anestesia en unos cuantos minutos. Además, el fentanilo es un analgésico seguro que puede administrarse incluso a niños, siempre y cuando sea bajo supervisión médica y en condiciones controladas. Por ello, se utiliza para el manejo del dolor intenso y en cuidados paliativos.

Otros compuestos parecidos al fentanilo son el sufentanilo, el alfentanilo y el remifentanilo, que también son anestésicos. El carfentanilo es otra

molécula de la misma familia, pero es 10 mil veces más potente que la morfina y se usa para sedar animales de gran tamaño, como los elefantes.

Si el fentanilo es tan útil como medicamento, ¿por qué escuchamos continuamente que el fentanilo mata? Porque las presentaciones del fentanilo que se produce ilícitamente son impuras, suelen estar adulteradas con otras drogas, otras sustancias y tienen concentraciones variables de fentanilo. Dada la potencia de este opioide, es fácil que produzca sobredosis mortales, incluso a dosis muy bajas.

Además, la naloxona debe estar fácilmente disponible para cualquier persona que pueda ser testigo de una sobredosis, pero actualmente su venta requiere receta médica.

Por otro lado, es necesario ofrecer tratamiento asistido con medicamentos, como la metadona y la buprenorfina, que han probado ser eficaces para evitar que las personas usen heroína. Hablemos del fentanilo y busquemos soluciones. Nos hace falta.

En los lugares donde hay alto consumo no médico de opioides (por sus efectos euforizantes), el fentanilo se ha vuelto muy relevante, ya que representa un negocio multimillonario para quienes lo producen ilícitamente y lo venden a costa de la salud de los consumidores.

Por ser muy potente, es muy rendidor, pero el fentanilo, al igual que otros opioides sintéticos, se vende frecuentemente combinado con heroína y, muchas veces, los usuarios no lo saben.

La presencia del fentanilo en el mercado ilegal representa retos importantes para la sociedad. Es necesario analizar la composición de las drogas que se venden para detectar si tienen fentanilo.

El fentanilo es un analgésico seguro; puede administrarse incluso a niños bajo supervisión médica y en condiciones controladas.
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OPIOIDES, UN ENFOQUE DESDE LA SALUD PÚBLICA E

n México, los opioides se han abordado tradicionalmente desde una perspectiva de seguridad nacional y, en menor medida, como un tema de salud pública. En el ámbito internacional, nuestro país se considera productor y distribuidor de sustancias, etiqueta que se sostiene por los registros de incautaciones y por el poco consumo reportado en las encuestas realizadas en los hogares.

Es cierto que no tenemos una epidemia de consumo como la que se vive en Estados Unidos y Canadá, pero es necesaria una perspectiva de salud pública por diversas razones. Primero, el consumo de opioides va en aumento y esto es observable en el incremento del número de personas que buscan atención en salud mental por efectos del consumo de heroína; por los comunicados de organizaciones que trabajan con personas que consumen opioides y que sufrieron el desabasto de metadona —sustancia usada en el tratamiento para evitar el consumo de otros opioides—; y por la presencia de fentanilo en los registros de análisis de sustancias que se realizan en Mexicali y Tijuana.

Segundo, el uso repetido de las sustancias opioides puede provocar trastornos por consumo, lo cual es considerado un trastorno mental en sí mismo, ya que imposibilita a las personas para realizar sus actividades cotidianas, su conducta se acota a la búsqueda de la sustancia y sus efectos.

Los daños que sufre la población a causa de ciertas enfermedades o condiciones se convierten en problemas de salud pública. Estos daños pueden expresarse en términos de algunos indicadores, por ejemplo, la cantidad de personas enfermas (prevalencia), la cantidad de casos nuevos (incidencia), la discapacidad que producen, o la mortalidad; así como del crecimiento de estos indicadores en el tiempo.

Algunos problemas reconocidos de salud pública son muy prevalentes, como la hipertensión arterial, que afecta a una de cada cuatro personas adultas mexicanas. En contraste, algunos problemas se acercan a sólo unos miles de casos al año (por ejemplo, la mortalidad materna), pero sus efectos sobre la sociedad son devastadores.

En México no tenemos una epidemia de consumo, pero es necesaria una perspectiva de salud pública.

Tercero, además del trastorno por consumo, el uso de opioides tiene consecuencias negativas para la salud, principalmente cuando se inyectan, debido a que existe mayor riesgo de sufrir sobredosis, lesiones en la piel y otros órganos; además, si se comparten jeringas con otras personas, existe la posibilidad de adquirir alguna infección como VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) y hepatitis C.

En el caso del consumo de sustancias psicoactivas, en particular de opioides como el fentanilo, la cuantificación del daño a la población es una tarea compleja. Por un lado, el consumo puede darse con fines médicos legítimos, pero puede presentarse un uso problemático, es decir, fuera de prescripción médica, lo cual provoca que la sustancia se consiga por vías ilegales (usualmente refiriéndose a ella con sus nombres de calle como "morfeo", "cera de mono", "pastilla").

La mayor proporción de quienes consumen opioides sin prescripción, utilizan productos

elaborados fuera de laboratorios farmacéuticos, como la heroína (“chiva” o “negra”). Además, algunas personas pueden consumir opioides inadvertidamente por medio de sustancias adulteradas con fentanilo. Por estos motivos, es difícil conocer el número de consumidores actuales de la sustancia en el país.

En términos de mortalidad, contar las sobredosis letales puede ser una tarea difícil cuando los certificados de defunción no registran adecuadamente las causas del deceso, así como cuando no se realizan pruebas toxicológicas rutinarias a las personas con sospecha de sobredosis.

La adulteración de otras drogas con fentanilo es un problema emergente que puede tener un efecto importante en el registro de muertes por sobredosis, sobre todo, si se considera que la potencia del fentanilo es de 50 a 100 veces superior a la de los opioides típicos. Por este motivo, establecer los daños a la salud requiere del análisis de diversas fuentes de información. Un estudio realizado en 2022 por investigadores del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM estimó entre 161 y 1,241 las muertes por opioides al año.

Las acciones de salud pública, generalmente coordinadas desde el sector salud, van desde la promoción y prevención (conocidos como servicios no personales de salud) hasta la atención curativa, hospitalaria y ambulatoria (servicios personales de salud).

Los servicios no personales de salud son principalmente para la población que no consume sustancias o que lo hace de forma esporádica, que es la mayor parte. Las campañas de prevención de consumo deben también considerar las experiencias internacionales, las cuales han mostrado que proveer información con base en el miedo no suele ser efectivo. En contraste, las campañas basadas en la evidencia

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generalmente informan acerca de los riesgos y daños, así como la manera de minimizarlos.

Por otro lado, quienes consumen opioides repetidamente pueden encontrar servicios personales públicos para adicciones en los Centros de Atención Primaria en Adicciones y en centros residenciales presentes en todo el país, así como en hospitales especializados (como el del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz).

Dos de los principales recursos para recibir información en todo México son: el Centro de Atención Ciudadana, la Línea de la Vida (Tel. 8009112000) y SAPTEL (Tel. 5552598121).

Los programas de reducción de riesgos y daños buscan minimizar las consecuencias negativas del consumo de sustancias. Originalmente se han enfocado en la provisión de material de consumo; sin embargo, también existen programas de análisis de sustancias y prevención de sobredosis.

Hay programas sociales que parten de una visión amplia de la salud pública, que consisten en realizar intervenciones a los procesos estructurales de la sociedad, en las que el consumo problemático de opioides —y de cualquier sustancia— responde a un contexto generalmente de vulnerabilidad social y de trauma. Por ello, estos programas se enfocan en proveer apoyo en vivienda, alimentación, búsqueda de trabajo y atención a la salud mental, entre otros.

Las consecuencias de no atender el uso de opioides desde la salud pública son las barreras de atención. Hay desinformación relacionada con el uso de opioides, por lo que se engloba cualquier tipo de uso (con y sin prescripción) en el mismo grupo. Esto ocasiona que las personas que reciben tratamiento con opioides para aliviar el dolor (principalmente pacientes oncológicos y con otros dolores agudos) sean renuentes a iniciar o continuar su tratamiento por el temor a ingerir una sustancia que se ha estigmatizado y que se relaciona con delincuencia e inseguridad.

Es difícil conocer el número de consumidores actuales de la sustancia en el país.

Hay una mirada que juzga y señala a quien consume opioides como personas alienadas de la sociedad, que cometen delitos y que solamente se dañan a sí mismas, lo cual exacerba el aislamiento social y aumenta el riesgo de sobredosis fatales y problemas de salud (como el incremento en transmisión de infecciones y problemas de salud mental, por mencionar algunos).

Si se continúa minimizando el consumo de opioides en el país, no habrá distribución suficiente de recursos para la atención de la salud de quienes consumen dichas sustancias, y será cada vez más notoria la falta de capacitación al personal de los tres niveles de atención: primer contacto, atención hospitalaria y atención de alta especialización.

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EL ALIVIO DEL DOLOR Y LA CALIDAD DE VIDA

En el siglo XXI la humanidad se encontró en una encrucijada: nunca antes la velocidad del desarrollo de la ciencia, la tecnología y las fuerzas productivas había alcanzado una magnitud como la del siglo anterior; lo que produjo un salto cualitativo que se denominó revolución científico-técnica.

Durante este tiempo, la interacción cienciatecnología ha sido cada vez más fuerte e interdependiente. A veces, la tecnología va demasiado lejos y sus desarrollos siempre traen consigo significados de corte ético en sus aplicaciones sociales.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, elaborada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, en 1948, es un documento que ha marcado un hito en la historia1; la introducción del lenguaje desde una perspectiva de derechos humanos ha permitido enfatizar el respeto a la dignidad humana y en los procesos de final de la vida2.

Es cierto que resulta fundamental entender la muerte digna como una continuación de una vida

1 La Declaración Universal de los Derechos Humanos. (s. f.). Naciones Unidas. Recuperado 21 de julio de 2023, de https://www.un.org/es/about-us/universal-declarationof-human-rights

2 Mansilla A., López-Bárcena J., Valenzuela-GómezGallardo F., Rojo-Medina J., Meneses-González F., Vázquez-De Anda GF., et al. (2018;154(6)). Postura de la Academia Nacional de Medicina de México en relación con las decisiones sobre el final de la vida. Gaceta Médica de México, 732-736. https://doi.org/10.24875/ GMM.18004743

digna; siendo el concepto de dignidad humana, la idea de que todo ser humano tiene derecho, entre otros, a la libertad, y esto es lo que le confiere dignidad. Justamente en este derecho innato se fundamenta el respeto a la autonomía y justicia del paciente que, junto con otros principios, forman el marco para la toma de decisiones en situaciones clínicas complejas.

A lo largo de los años se ha promovido la incorporación de la atención de cuidados paliativos (CP) para el contexto de las enfermedades oncológicas y no oncológicas; como por ejemplo, las enfermedades neurodegenerativas (por ejemplo, enfermedad de Parkinson, o Esclerosis Lateral Amiotrófica), insuficiencias orgánicas (renal, hepática, cardíaca), así como el abordaje de padecimientos pediátricos.

Los problemas que se generan entre un paciente que se encuentra ante un padecimiento que limita

o amenaza la vida y su familia, constituyen una realidad de todas las generaciones, por lo que resulta indispensable conocer de CP, así como garantizar el acceso a los medicamentos esenciales para su manejo.

Los cuidados paliativos en Latinoamérica iniciaron en la década de los ochenta y evolucionan según cada país. Aunque será una constante la necesidad de CP aumentará a consecuencia de la creciente carga que representan las enfermedades no transmisibles y del proceso de envejecimiento de la población. Una asistencia paliativa temprana reduce las hospitalizaciones innecesarias y fomenta el uso racional de los servicios de salud, incluyendo el uso de medicamentos para manejo del dolor y otros síntomas en este tipo de padecimientos3, 4 .

El fentanilo es un medicamento seguro y eficaz; su prescripción está regulada y mejora la calidad de vida de los pacientes que lo requieren.

En nuestro país, en el campo de la atención se incorporó el derecho a la protección de la salud en la Constitución, lo cual se ha traducido en el fortalecimiento de los programas de salud pública y privada que protegen a la población; sin embargo, la Ley General de Salud establece, en los artículos 27 y 33, que la atención médica integral comprende las acciones preventivas, curativas, de rehabilitación y paliación. Esta última con el objetivo de preservar la calidad de vida del paciente a través del manejo del dolor, así como de otros síntomas físicos y emocionales, en la complejidad de los patrones dominantes de enfermedad por parte de un equipo profesional multidisciplinario.

Pero es cierto que, aunado a las disparidades geográficas y socioeconómicas en el acceso a opioides que ya enfrentábamos en México, como

3 Jameson, J. L., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Loscalzo, J. (2012). Harrison, Principios de medicina interna. (18.a ed.). Mc Graw Hill.

4 World Health Assembly Resolution WHA 67.19: Strengthening Palliative Care as a Component of Comprehensive Care Throughout the Life Course. (2014, 24 mayo). World Health Organization. Recuperado 21 de julio de 2023, de https://apps.who.int/gb/ ebwha/pdf_files/WHA67/A67_R19-en.pdf

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lo describen Goodman Meza y colaboradores5; entre 2011 y 2016, ocupamos el último lugar en términos de disponibilidad de opioides para uso médico entre los 37 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Algunos reportes de la revista Lancet sobre CP y alivio del dolor indicaron que México proporcionó sólo el 36% de los opioides que los pacientes en CP necesitaban. Las razones, según el estudio, son diversas: las estrictas restricciones para recetar opiáceos, los temores sobre posible desvío para uso ilícito, sus efectos secundarios, la escasez de formación para proveedores, los costos, consideraciones logísticas y reglamentarias; así como actitudes culturales hacia el tratamiento del dolor.

Además, a este problema se suma la dificultad del acceso y la restricción de las opciones terapéuticas debido al reciente incremento del consumo ilegal del fentanilo. Estas medidas restrictivas han fomentado confusión y mucho desconocimiento.

5 Goodman-Meza, D., Friedman, J., Kalmin, M. M., AguilarPosada, E., Seamans, M. J., Velazquez-Moreno, S., Fleiz, C., Shin, M., Arredondo-Sanchez, J., Strathdee, S. A., & Shoptaw, S. (2021). Geographical and socioeconomic disparities in opioid access in Mexico, 2015–19: A retrospective analysis of surveillance data. The Lancet. Public health, 6(2), e88-e96.

El respeto a la autonomía y justicia del paciente forman el marco para la toma de decisiones en situaciones clínicas complejas.

El fentanilo es un medicamento seguro y eficaz; su prescripción está regulada y mejora la calidad de vida de los pacientes que lo requieren, incluyendo aquellos con dolor por cáncer, y por muchos otros padecimientos severos.

Ante tal panorama debemos considerar dos escenarios dirigidos a un trato digno y brindar calidad de vida: por un lado, la atención a los pacientes que ameritan CP y que requieren una terapia opioide, incluyendo el fentanilo para el control del dolor y otros síntomas como la sensación de falta de aire en algunos padecimientos y en la agonía y, por otro lado, la promoción de la igualdad y la no discriminación de las personas que consumen drogas y su acceso a los programas de prevención, tratamiento y rehabilitación.

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EL RIESGO ÉTICO DE NO ALIVIAR EL

DOLOR

EEl alivio no es un capricho. Reducir la experiencia de un dolor angustiante es una búsqueda plena de sentido.

seres humanos, como a otros tantos animales, nos sirve que el cuerpo duela porque esa sensación nos previene de lastimarnos con mucha gravedad y también a proteger partes de corporalidad ya lesionadas. Sin embargo, también nos hace vulnerables si llegamos a los extremos del daño

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La restricción excesiva de las sustancias opioides y la renuencia al uso de las pocas unidades con que se cuenta, nos exponen a un riesgo ético.

alterar su consciencia buscando un efecto recreativo o, en últimas, exclusivamente placentero. Aliviar el dolor al final de la vida permite encarar con mayor entereza los desafíos que se enfrentan en la cercanía con la muerte. Librarse del dolor profundo da la paz mental que se requiere para atender asuntos vitales como despedirse de las personas cercanas, recapitular el legado o resolver algún asunto pendiente. La analgesia no es un lujo, es un factor que permite conectar con lo más humano de las personas que enfrentan su despedida.

Tenemos claridad acerca de cómo evitar los profundos dolores que acompañan a quienes padecen enfermedades graves. Cada vez más personas se encuentran, al final de su vida, en una situación similar. La muerte también se dignifica si ella llega libre de dolor. Las restricciones desmedidas sobre los opioides así como la resistencia a su uso nos plantean un riesgo ético como sociedad: no aliviar el dolor. Frente a ese desafío merecemos estar a la altura de las circunstancias. El camino es el alivio.

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EBUSCAMOS CHIVA EN TODAS PARTES Y NO HABÍA, SÓLO FENTANILO

INSTITUTO NACIONAL DE PSIQUIATRÍA RAMÓN DE LA FUENTE MUÑIZ

n los últimos meses muy posiblemente has escuchado alguna noticia relacionada con el fentanilo, enfocada principalmente en temas de seguridad (como “Incauta Sedena 44 kilogramos de fentanilo...”) o en mostrar los efectos de esta sustancia (se habla de ella como la droga “zombie”).

Desde mi experiencia en campo, con las comunidades en el norte del país que consumen diferentes sustancias por la vía inyectada, este enfoque centrado en la sustancia y no en las experiencias de las personas, ha limitado la compresión de un fenómeno social y de salud pública. El fentanilo llegó sin avisar y sin pedir permiso, cambiando las vidas de quienes lo consumen y su relación con las drogas.

El fentanilo llegó sin avisar y sin pedir permiso, cambiando las vidas de quienes lo consumen.

Andrea sabe que ahora debe tener mucho cuidado cuando compra cristal (un estimulante tipo metanfetamínico) porque podría estar adulterado o contaminado con otras sustancias: “Como ahorita está el fentanilo, sé que sí me puedo equivocar, si me dan hielo (nombre popular que se le da al cristal), sí me confundo, es muy difícil saber escoger porque son muy iguales”.

Uno de los mayores desafíos que el fentanilo ha impuesto, es la dificultad para detectarlo a simple vista en las dosis a consumir y para calcular la cantidad que se puede usar sin caer en una sobredosis.

Estudios científicos nos permiten conocer que el fentanilo es una sustancia de tipo opioide muy efectiva y potente. Cuando se utiliza en un espacio médico y controlado, realmente ayuda a

las personas a aliviar el dolor severo. El personal de salud requerirá una cantidad cien veces menor que la morfina para producir los efectos sedantes y anestésicos esperados.

Sin embargo, su producción y distribución ilícita, carente de todo control sanitario, ha puesto en jaque a las personas que con frecuencia no tienen otro remedio más que consumir lo que circula en las calles porque han desarrollado una fuerte dependencia o adicción al uso de opioides. EnTijuana y Mexicali, seis de cada 10 muestras de heroína contienen fentanilo1.

Andrea ha vivido la llegada del fentanilo con mucha angustia y dolor, porque su pareja —Elías— murió recientemente de un infarto agravado por la fuerte dependencia que desarrolló casi de forma inmediata por la heroína adulterada con fentanilo, y también por el consumo de cristal. “...cuando yo lo abracé para verlo, la jeringa estaba a un lado tirada con la dosis [de heroína con fentanilo] que yo sabía que se metía […]. El infarto llegó con toda su fuerza”.

Elías cayó en sobredosis más de seis veces; consumía cristal y chiva (heroína tipo goma negra). Cuando llegó el fentanilo, él revisaba siempre el color y

1 Drogas emergentes y adulterantes en la frontera norte: De la detección a la intervención comunitaria. Proyecto de Investigación en curso financiado por CONAHCYT, 2023. Responsable Técnico: Clara Fleiz Bautista.

el olor que desprendía la heroína al cuquearla (cocinarla) y, si cambiaba o si venía en polvo, prefería no consumirla: “Me decía ‘mira, esto no me voy a meter porque tiene fentanilo’. Y yo le preguntaba ‘¿Cómo sabes?’ Y él me decía ‘porque es polvo, siempre que te vendan heroína, fíjate que sea goma, no polvo, si es polvo, no me lo traigas, porque es fentanilo’”. El fentanilo ingresó en la frontera norte casi de manera silenciosa. La gente tuvo que empezar a reconocer sus características, identificar sus efectos y ayudarse entre ellos.

En 2018 hicimos trabajo de campo con las ONGs Prevencasa, en Tijuana, Verter, en Mexicali y Programa Compañeros, en Ciudad Juárez, y entrevistamos a casi 1,000 personas que consumían heroína por la vía inyectada2. Un 90% dijo que consumía principalmente heroína en goma negra y 10% heroína en polvo blanco, conocida como china white; prácticamente nadie conocía el fentanilo. Sabíamos que Estados Unidos estaba en crisis de opioides y sospechábamos que la china white podría estar contaminada con fentanilo.

Fue así como en 2019 realizamos el primer estudio de detección de fentanilo en Tijuana, con Prevencasa. El método consistió en extraer residuos de las jeringas. Con tiras reactivas altamente sensibles al opioide identificamos, en 80 muestras de heroína en polvo blanco y algunas de goma negra, que el 93% contenía fentanilo. El resultado fue contundente: la gente estaba siendo expuesta al fentanilo sin saberlo3.

2 Fleiz, C., Domínguez, M., Villatoro, J. A., Sánchez, R., Reséndiz, E., Vázquez, F. y Medina-Mora, M. E (2019). Cuqueando la Chiva: Contextos del consumo de heroína en la frontera norte de México

3 Fleiz, C., Arredondo, J., Chavez, A., Pacheco, L., Segovia, L. A., Villatoro, J. A., Cruz, S. L., Medina-Mora, M. E. y de la Fuente, J. R. (2020). Fentanyl is used in Mexico’s northern border: current challenges for drug health policies. Addiction, 115 781. https://doi. org/10.1111/ add.14934

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Mientras la epidemia de COVID nos sorprendía, la de fentanilo empezaba a impactar a estas comunidades vulneradas4. Aunque se resistían a probarlo, su alta disponibilidad, el bajo precio de la dosis, la escasez de heroína en goma negra en las calles y la pesadilla de experimentar el síndrome de abstinencia (conocido como malilla), llevaban a las personas a probarlo.

Andrea cuenta que Elías en realidad no quería consumir fentanilo, pero un día tenía síndrome de abstinencia (sentía temblores, sudores, vómito, diarrea, calambres, temperatura y escurrimiento nasal porque no había consumido chiva) y el proveedor les ofreció una heroína de color capuchino. Elías supo de inmediato que no era chiva, pero no tuvo otra opción más que inyectarse esa dosis. Al sentir el primer efecto, exclamó “¡está

4 Son poblaciones vulneradas porque viven en la exclusión social y la gran mayoría no tiene acceso a los servicios de salud, educativos, al agua, a una alimentación adecuada

bien buena!”. Inmediatamente cayó al piso. Andrea preguntó al proveedor si lo que le había vendido tenía fentanilo y él respondió que no sabía.

Ambos intentaron revivirlo; uno de los métodos más comunes es inducir dolor dando tablazos en los pies, cachetadas, poniendo hielo en genitales e inyectando agua con sal de forma intramuscular, pero Elías no reaccionó. Entonces Andrea corrió por naloxona (medicamento que bloquea los efectos del opioide en los receptores del cerebro y permite que las personas vuelvan a respirar) y se la inyectó. Afortunadamente logró salvarle la vida.

Elías se adaptó rápidamente al efecto del fentanilo. Andrea relata que ahí empezó la pesadilla: dijo ‘ya valió madres, no me hace nada la chiva’, entonces yo le dije ‘si te quieres meter fentanilo, es tu decisión’. Buscamos chiva en todas partes y no había, sólo fentanilo”.

decidió vivir con su mamá y dos de sus cuatro hijos, en Mexicali. Quiere dejar de consumir cristal, pero sabe que será poco a poco. Le ha salvado la vida a 75 personas con naloxona, las lleva contadas, y constantemente acude a Verter por este medicamento. “Veía mucha gente que se estaba doblando en la calle y pues los miraba y no los podía dejar así y pues ya los ayudaba […] así fue como poco a poquito iba aprendiendo. Ustedes [miembros de la ONG Verter] me dieron un frasco y me dijeron cómo lo podía aplicar”.

El consumo de fentanilo nos convoca a hablar en casa, en las escuelas y en las instituciones para promover políticas públicas de prevención universal a la población general y de atención específica a los grupos en alto riesgo. Es impostergable solidarizarnos, hoy más que nunca, con las comunidades que lo están consumiendo desde el pleno respeto a sus derechos humanos, la empatía, la no estigmatización ni criminalización.

El fentanilo ingresó en la frontera norte casi de manera silenciosa.

La población ha aprendido, gracias a los programas de reducción de daños de las ONGs y a sus propios conocimientos y formas de gestionar los riesgos, algunas estrategias para no caer en sobredosis: tratan de no estar solos al momento de inyectarse, administran la dosis y, cuando pueden, usan una cantidad menor, muchos ahora saben testear sus curas y revertir una sobredosis.

Andrea tiene 33 años. Estudió hasta tercero de primaria, es comerciante, vende cosas de limpieza. La muerte de su papá y la violencia que su padrastro ejerció sobre ella y sus hermanas, la llevaron a tomar la decisión de huir de casa a los 10 años, momento en el que empezó a consumir cristal, y sólo pudo parar cuando se embarazó de su primer hijo a los 16 años. Tras la muerte de Elías

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JERINGAS Y NALOXONA

35 años de respuesta y retos en la reducción de daños en México

El consumo de drogas es un problema de salud pública mundial. Las noticias mencionan con frecuencia que el fentanilo, un opioide sintético 50 veces más potente que la heroína, circula en nuestro país. En México, alrededor del 10% de la población de entre 12 y 65 años ha consumido drogas ilegales alguna vez en la vida y los jóvenes son muy vulnerables.

Este es un problema multifactorial que afecta a las familias, a la salud y que tiene un alto impacto económico; en suma, está vinculado con la criminalidad y la violencia. A pesar de saber sus consecuencias negativas, cuando el uso de sustancias se convierte en un trastorno, las personas pierden la capacidad de controlar la cantidad y frecuencia de consumo. Y en esas circunstancias hay más riesgo de adquirir infecciones, como el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y la hepatitis C, así como de sufrir sobredosis y perder la vida.

La respuesta a este fenómeno plantea viejos y nuevos retos. Por muchos años los países centraron sus políticas en prohibir y frenar el consumo; sin embargo, gracias a toda la evidencia científica

disponible, sabemos que adoptar un enfoque de reducción de daños permite mejorar la salud y el funcionamiento social.

¿Qué

es la reducción de daños?

De acuerdo con la organización Harm reduction international, es el conjunto de políticas, programas e intervenciones dirigidas a minimizar los impactos negativos que el consumo de drogas legales o ilegales ocasionan en los ámbitos de la salud, el social y el legal. Este enfoque rechaza que la abstinencia es el mejor o único objetivo aceptable para las personas consumidoras y, por el contrario, busca aminorar problemas de salud y seguridad asociados al consumo.

En México, alrededor del 10% de la población de entre 12 y 65 años ha consumido drogas ilegales alguna vez en la vida.

Dentro de las estrategias de reducción de daños podemos encontrar los programas de intercambio de jeringas (que disminuyen la transmisión de VIH y hepatitis C); la implementación de salas de consumo supervisado (lugares en donde las personas consumen drogas bajo supervisión médica); la provisión de naloxona (que es una sustancia que contrarresta el efecto de los opioides y evita las muertes por sobredosis); las pruebas de sustancias para conocer la composición y pureza de las drogas que se están utilizando (lo cual reduce el riesgo de sobredosis); el tratamiento sustitutivo con metadona (otro opioide que bloquea los síntomas de

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FACULTAD DE MEDICINA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

abstinencia y los deseos de consumir); así como servicios de apoyo y de salud mental.

El origen de este enfoque

La reducción de daños fue promovida por algunos países en la década de 1960 para abordar los problemas sociales y de salud relacionados con el consumo de drogas. Reino Unido y Suiza crearon clínicas que proporcionaban heroína a dosis médicas y posteriormente, metadona. Países Bajos y Canadá también se sumaron incorporando programas de intercambio de jeringas.

Con la llegada del VIH en la década de 1980, la reducción de daños tomó fuerza. Para evitar que el virus se propagara entre las personas que se inyectan drogas (PID), los programas de intercambio de jeringas se fueron expandiendo. Actualmente sabemos que alrededor del 30% de todas las infecciones por el VIH en el mundo han sido a causa del uso de agujas contaminadas en PID.

¿Qué ha hecho México y cuáles son los retos actuales?

*Imagen ilustrativa; es más común el uso de jeringas para insulina.

En México, en 1988 se implementó el primer programa “informal” de intercambio de jeringas en Ciudad Juárez, a cargo de la organización no gubernamental Programa Compañeros A.C. Posteriormente, en el 2000, se publicó el primer manual de reducción de daños. Un año más tarde, los Centros de Integración Juvenil (CIJ) abrieron la primera clínica pública de metadona en Ciudad Juárez. Cabe señalar que México llegó a contar hasta con 25 clínicas de metadona, las cuales han operado de manera intermitente en los últimos años.

En 2003, el gobierno mexicano se pronunció a favor de la reducción de daños y mostró una clara apertura para abordar el VIH y su relación con las drogas, desde el reconocimiento de la salud como derecho humano. Entre 2004 y 2005, en Tijuana, Baja California, se implementó el segundo programa de intercambio de jeringas, impulsado por Prevencasa A.C.

dependiente de la Secretaría de Salud). Un estudio realizado durante 2019 estimó que los programas de reducción de daños en México evitaron cerca de 900 infecciones por el VIH entre 2015 y 20181.

Actualmente, en nuestro país se implementa la Estrategia Nacional para la Prevención de Adicciones, que plantea evitar el uso de sustancias a través de prevención y reducción de daños. En suma, la sociedad civil ha desarrollado, históricamente, programas de reducción de daños focalizados en la población consumidora.

Adoptar un enfoque de reducción de daños permite mejorar la salud y el funcionamiento social.

A pesar de que México tiene más de 35 años implementando estos programas, los patrones de consumo son cambiantes. Esto genera la necesidad creciente de redoblar esfuerzos a fin de expandir servicios de base comunitaria, mejorar la infrestructura para apoyar el tratamiento y fortalecer el monitoreo del consumo, sobredosis y mortalidad, con énfasis en las poblaciones más vulnerables que, además,

sufren estigma y discriminación. La salud es un derecho humano y es justo que las personas consumidoras aspiren al nivel más alto de salud y a recibir servicios de prevención y atención de calidad.

De manera simultánea, el gobierno federal comenzó a promover actividades de reducción de daños en otros estados y se publicó el primer Manual para

1 Valenzuela-Lara, M., Ponce-Ramos, M., Ruiz-Herrera, K., & López-González, A. (2019). Impact of funding harm reduction programs for people who inject drugs in Mexico. Salud Mental, 42(4), 157-163. Disponible en: http://revistasaludmental. mx/index.php/salud_mental/article/view/SM.01853325.2019.021/3728

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La atención apropiada a los problemas de adicciones en las sociedades modernas requiere una estrategia basada en la construcción de un sistema de salud universal y de calidad, en el que se reconozca que no son un asunto que sólo afecta a un pequeño grupo de la población, y que están relacionadas con condiciones económicas, sociales y psicológicas.

Una mala salud mental se asocia con situaciones laborales estresantes, discriminación, mandatos de género, exclusión social, modos de vida poco saludables, riesgos de violencia, deficiente salud física y con causas de carácter biológico (dependientes de factores genéticos o de desequilibrios bioquímicos cerebrales).

LA ECONOMÍA DE LAS ADICCIONES Y EL FENTANILO

A Estrella Burgos, por su ejemplo y amistad.

La atención a las adicciones requiere dejar atrás el modelo de desarrollo que construía un sistema de protección social, fundamentalmente contributivo, con tres pilares: salud, educación y pensiones; y debe incorporar a un cuarto pilar: un sistema de cuidados para infantes, adultos mayores y personas con vulnerabilidad.

En las sociedades modernas hay crecientes problemas de adicciones con consecuencias económicas y sociales relevantes, como sucede con las derivadas del consumo excesivo de alcohol, azúcar y drogas, de fumar tabaco y de los juegos de azar. Estas adicciones ocasionan efectos colaterales, conocidos como externalidades negativas, con costos directos e indirectos para los consumidores y para la sociedad.

Fumar ocasiona diversas externalidades negativas: cáncer de pulmón, bronquitis crónica, problemas del corazón e infartos cerebrales; tiene efectos negativos en mujeres embarazadas y en fumadores pasivos; reduce la esperanza de vida, con especial impacto en jóvenes, infantes y población con problemas de adicciones. Los costos estimados para Europa por consumo de tabaco son de entre 0.28% y 1.17% del PIB anual (Barrio et. al. 2017).

En México, en 2020 se estimaba que aproximadamente 15 millones de mexicanos eran fumadores, de entre 12 y 65 años de edad, con una mortalidad de 63 mil 233 y una morbilidad de 429 mil 380 personas. Los costos directos de atención médica ascendían a 116 mil 151 millones de pesos y los costos indirectos a 71 mil 349 millones de pesos (Palacios, et al. 2020).

Los problemas de adicciones tienen consecuencias económicas y sociales relevantes.

El consumo excesivo de alcohol se asocia a problemas de salud (cardiovasculares, en hígado, páncreas, riñones, ansiedad o depresión), baja en la productividad y ausentismo laboral, daños a la propiedad, problemas económicos, lesiones (suicidio, violencia interpersonal) y accidentes de tráfico y de otro tipo. En Estados Unidos se estiman costos por consumo excesivo de alcohol en 35% del precio de venta sin impuestos (Manning et al., 1989) y, en el Reino Unido, de 17% del precio de venta antes de agregar impuestos (Cnossen, 2005).

En México se estima que 27 millones de personas tienen alto consumo de alcohol, y que más de 4 millones cumplen con los criterios de abuso/ dependencia. Las lesiones y la mortalidad prematura, consecuencia de su uso, son elevadas. Del total de defunciones por consumo de alcohol 10.8% corresponde a hombres y 2.6% a mujeres. Además, se asocia con enfermedades de trasmisión sexual como SIDA y hepatitis viral.

La adicción al azúcar contribuye al sobrepeso y la obesidad en México, ocasionando un aumento del registro de enfermedades crónico-degenerativas (como la hipertensión arterial y la diabetes) en

Alfredo Camhaji SEMINARIO DE ESTUDIOS DE LA GLOBALIDAD, FACULTAD DE MEDICINA, UNAM
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2023

Más de 112,000 muertes por sobredosis en Estados Unidos.

millones de personas cuya calidad de vida se reduce por la pérdida de extremidades, ceguera progresiva, fatiga crónica y disfunción eréctil.

Estas dolencias incrementan los costos de tratamientos paliativos y del cuidado y la atención de por vida que requieren esos pacientes. Asombra la cantidad de niños y niñas que ya las padecen o están cerca de padecerlas. Todo esto tiene costos en medicamentos, atención, infraestructura, remedios y alimentos recomendados.

Las estimaciones muestran costos significativos derivados de las adicciones en México que no son un problema pequeño o marginal. Los impuestos especiales a cigarros, bebidas alcohólicas, refrescos y jugos con exceso de azúcar recaudaron 48 mil millones de pesos en 2022.

Un nuevo desafío: opioides

En este contexto, los opioides representan un nuevo desafío que incluye retos internacionales en las relaciones globales, en especial, con Estados Unidos. Los opioides tienen dos caras: son medicamentos, pero también drogas muy rentables que generan un alto nivel de adicción.

Son los analgésicos más eficaces para controlar el dolor agudo junto con el uso de morfina y tramadol; actúan rápido y van directo sobre los receptores cerebrales; se utilizan desde hace muchos años en cirugía, en el tratamiento de

traumatismos, cuidados paliativos y atención del cáncer; por lo general son seguros cuando se toman por un período de tiempo corto y siguiendo las indicaciones del médico.

Sin embargo, también generan euforia, lo que puede llevar a la dependencia. Los efectos del fentanilo incluyen: felicidad extrema, aletargamiento, náuseas, confusión, estreñimiento, sedación, problemas para respirar y pérdida del conocimiento (NIDA, 2021). Se les atribuye más del 70% de las 500 mil muertes por drogas en el mundo. Sólo en Estados Unidos se registraron más de 112 mil muertes por sobredosis durante 2023.

El negocio de las drogas experimentó cambios significativos en los últimos años, al incrementarse el peso que tienen los recursos que generan en la economía legal e ilegal. La fabricación masiva de drogas sintéticas las vuelve mucho más rentables; los patrones de consumo se transformaron; y aumentó su disponibilidad de drogas a través de nuevas plataformas digitales.

La fabricación ilícita del fentanilo y de otros opioides análogos es fácil, barata y rápida, no requiere de grandes instalaciones, ni fuerza de trabajo o conocimientos sofisticados, y el crimen organizado gana miles de dólares con apenas un kilo, como señala el secretario de la Defensa Nacional de México1. En nuestro país, un kilo tiene un precio promedio de 5 mil dólares, que en Estados Unidos se vende hasta en 400 mil dólares y, como se utiliza en pequeñas dosis (un kilo ofrece 500 mil dosis), requiere canales simples de comercialización.

Pero los costos del consumo ilegal de fentanilo son extremadamente altos. Se trata de costos por incidencia o prevalencia, muerte prematura, pérdidas en productividad, ausentismo y participación laboral, dolor, deterioro de la calidad de vida, accidentes viales y de otro tipo, gastos en salud, violencia, pérdida de activos, separación familiar y legales.

mil millones de dólares en 2015 (CCEA, 2017), 179 mil millones de dólares en 2018 (Davenport et al., 2019) y, más de un billón de dólares en 2017 (Florence et al., 2020).

En México, los costos por consumo de fentanilo son importantes y crecientes. Existe una grave situación de precariedad en muchos de los consumidores, y es notable la carencia de servicios de salud y bienestar social para atenderlos. La otra cara de la moneda muestra una carencia de 62.4% de morfina medicinal para pacientes con cuidados paliativos (Alonso, 2023), y los niños que mueren en condiciones de sufrimiento grave son alrededor de 16 mil, lo que corresponde al 42% de la mortalidad infantil del país.

Desde la óptica económica, se justifica la acción de política pública que incluya:

 Crear una estrategia que contemple la atención y prevención, incorporando las causas asociadas al contexto socioeconómico y de salud mental, y evitando la estigmatización.

 Contemplar incentivos económicos y regulaciones, pues esto se asocia con una reducción de muertes por consumo de opioides de entre 9% (Rees et al., 2017) y 14% (McClellan et al., 2018); y un incremento de 10% en el precio de los opioides reduce 2.7% las ventas.

 Aumentar el acceso a servicios de salud. Promover el uso de medicamentos para contrarrestar una sobredosis, como la metadona; existen estimaciones que muestran su costo-efectividad.

 Mejorar la disponibilidad y el acceso a los medicamentos para controlar el dolor.

 Incorporar al sistema de justicia.

Los costos del consumo ilegal de fentanilo son extremadamente altos.

Los costos estimados en Estados Unidos, incluyendo las muertes prematuras, fueron de 504

1 Se estima que un kilo de fentanilo permite producir entre 500 mil y un millón de pastillas, y el tiempo de producción es de alrededor de dos horas, dependiendo el método que se utilice.

Ello debe promover la construcción de un estado de bienestar en México basado en un sistema universal de educación, salud y pensiones, incluyendo un ingreso básico y un sistema de cuidados para infantes, adultos mayores y población vulnerable. Atender la epidemia de los opioides debe sobrepasar la visión conservadora que considera que la adicción no existe o es marginal y se desasocia de sus causas socioeconómicas y mentales.

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ANALGESIA Y CIRUGÍAS... LA OTRA CARA

Habitamos un planeta vivo, donde existen miles de plantas, árboles, animales, insectos, hongos, microorganismos y seres humanos. A lo largo de la historia de la humanidad, botánicos y biólogos, entre otros científicos, han descrito alrededor de 374 mil especies diferentes de plantas. Esta clasificación nos sirve para conocer sus semejanzas y sus características y comprender sus efectos al comerlas, olerlas o estar en contacto con la piel.

Existe una familia muy particular, llamada Papaveraceae que, a su vez, tiene 44 géneros y 770 especies; a esta familia pertenece una planta en especial: Papaver Somniferum o adormidera, prima hermana de Papaver rhoeas o amapola.

Planta anual, es decir, cada año se tiene que sembrar (como el maíz, calabaza y frijol).

Crece hasta 1.5 metros de alto.

Flor con 4 pétalos blancos, rojos, rosados o violetas.

Fruto ovalado de 13 a 27 mm de tamaño.

La Papaver somniferum es una planta anual, esto significa que cada año se tiene que sembrar (como el maíz, calabaza y frijol), crece hasta 1.5 metros y su flor tiene cuatro pétalos que pueden ser blancos, rojos, rosados o violetas. El fruto es ovalado, de 13 a 27 milímetros de tamaño, y de él se obtiene un líquido blanquecino llamado opio (del griego opion, que significa jugo). Es una planta que se cultiva desde hace aproximadamente 4 mil años en el Mediterráneo oriental por sus efectos analgésicos e hipnóticos, y durante todos estos miles de años se ha utilizado en forma recreativa y médica.

El siglo XIX marca el comienzo de la química orgánica, se empieza a identificar y aislar los

compuestos químicos de diferentes plantas y, por consiguiente, se conocieron los ingredientes de este jugo llamado opio. En 1805 el farmacéutico Friedrich Wilhelm Sertürner aisló la morfina (llamada así por el dios griego de los sueños, Morfeo), dando inicio a una nueva era para la analgesia médica.

Durante todo el siglo XIX, diferentes farmacólogos e investigadores aislaron esos 20 alcaloides que hoy sabemos componen este jugo que produce sueño y quita el dolor. Además se inventó la aguja hipodérmica y se encontró así una vía de administración más rápida que la inhalada o tomada y, con esto, la morfina se convierte en un analgésico potente para quitar dolores intensos, pero que también produce somnolencia, adicción, baja la frecuencia respiratoria y cardíaca, pudiendo llegar a ocasionar hasta la muerte en dosis elevadas.

En 1960, el doctor Paul Janssenn sintetizó el fentanilo a partir de la morfina. Con esto, ya no es necesario esperar todo el ciclo de vida de la planta para obtener medicamento, sino que se puede producir en un laboratorio uniendo químicos.

A partir de 1970, en prácticamente todo el mundo, el fentanilo se convirtió en un medicamento utilizado en todas las salas de operaciones por ser más potente que la morfina, es decir, con menor dosis logró el mismo efecto. Desde los años

80, se han realizado investigaciones para poder administrarlo también por vía oral y dérmica, con la finalidad de reducir el dolor crónico, especialmente de pacientes con cáncer.

Los medicamentos que se utilizan dentro de un quirófano, terapia intensiva, urgencias y cualquier área de un hospital, así como los que se venden en las farmacias, se producen en laboratorios farmacéuticos bajo estrictos controles de calidad y seguridad. Cada uno de los laboratorios lleva un proceso ante la Secretaría de Salud para poder operar, y también cada uno de los hospitales.

La Cofepris (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios) es una dependencia federal que se encarga de regular a laboratorios, farmacias, hospitales y consultorios médicos para que todos los procesos que se llevan a cabo en cada uno de estos lugares sean seguros y de calidad.

Como cualquier industria, la de la salud cuenta con rigurosos controles diarios, semanales, mensuales y anuales, para que todo ser humano que entra en contacto con ella se encuentre seguro. Y en el proceso de fabricación, distribución,

El fentanilo es un medicamento con potencial adictivo. Requiere de toda una infraestructura y personal capacitado para administrarlo de forma segura.
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almacenamiento y administración de cada uno de los medicamentos, no solamente del fentanilo, está claramente establecido cómo debe ser el desecho (en un contenedor adecuado) para no ser revendido. La eliminación correcta también es importante para no dañar al ambiente.

La administración de la anestesia, en México, se lleva a cabo por médicos que se especializan durante tres años dentro de hospitales de 2º y 3er nivel para poder ejercer como anestesiólogos(as). Algunos, además, cuentan con la especialidad de terapia intensiva, y un número cada vez más importante se subespecializa en cirugías específicas, como de corazón o cerebro, pacientes pediátricos o geriátricos, algología (clínica del dolor) y cuidados paliativos para el manejo de enfermedades que cursan con dolor crónico y dolor por enfermedades oncológicas.

Para poder ejercer la profesión con seguridad y calidad para el paciente, estos especialistas deben realizar trabajos de investigación o tesinas y además aprobar un examen para recibir la certificación y con esto asegurar que los conocimientos sean los adecuados. La certificación se actualiza cada cinco años ante el Consejo Nacional de Certificación en Anestesiología, A.C. con la finalidad de estar al día en los temas que competen a la profesión.

Todos estos médicos especialistas están facultados para administrar fentanilo a un paciente, vigilando continuamente la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la frecuencia respiratoria, entre otros parámetros que se monitorean durante una anestesia. El fentanilo se administra para disminuir el dolor, actúa en receptores específicos del cuerpo para bloquear la señal que se manda al cerebro y entonces no percibir el dolor.

La adicción a este u otros narcóticos se da con el uso continuo, no por emplearlo en una cirugía.

Sin embargo, al realizar esta acción también se bloquean otros receptores que se encuentran en diferentes órganos del cuerpo, por lo que la frecuencia respiratoria disminuye, la frecuencia cardíaca se hace más lenta y a nivel cerebral se produce somnolencia. Es decir, un mismo medicamento actúa en diferentes partes del cuerpo, de órganos, de receptores a nivel químico y celular, produciendo diferentes reacciones.

De ahí la importancia de que el fentanilo endovenoso se administre bajo una estricta vigilancia médica especializada. Con parches y presentaciones orales, diseñadas para el paciente ambulatorio, sabemos que las dosis establecidas son seguras, después de años de trabajos de investigación en todo el mundo, realizados por equipos multidisciplinarios y estrictos controles de seguridad.

El artículo 226 de la Ley General de Salud, desde 2005, establece que la Cofepris otorgue un recetario especial para recetar fentanilo y cualquier narcótico, por lo que no todos los médicos tienen acceso a estas sustancias. Esta medida se implementó con la finalidad de reducir el mercado negro de sustancias legales. Comprar medicamentos de cualquier tipo en una farmacia es asegurar que lo que se obtiene es realmente lo que debe ser; comprarlo en un tianguis o a un particular es un riesgo por la caducidad, el lote e incluso la sustancia correcta.

El fentanilo es un medicamento con potencial adictivo que requiere de toda una infraestructura y personal capacitado para administrarlo de forma segura al paciente que lo requiere.

Si es producido por laboratorios regulados que cumplen con las leyes, distribuido en hospitales certificados que cumplen con esas leyes y administrado por especialistas, el fentanilo es un medicamento indispensable durante un acto quirúrgico. Separar lo legal de lo ilegal es fundamental para continuar brindando analgesia durante las cirugías.

Referencias:

Esteva de Sagrera, Juan (2005). El opio. Offarm, 24(10), 97-110.

Stanley, T. H. (2014). The Fentanyl story. The Journal of Pain, 15(12), 1215-1226. https://doi. org/10.1016/j.jpain.2014.08.010

Krishnamurti, C., & Rao, S. C. (2016). The Isolation of Morphine by SerTurner. Indian Journal of Anaesthesia, 60(11), 861. https://doi. org/10.4103/0019-5049.193696

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¿QUÉ HACER ANTE EL CONSUMO DE FENTANILO Y HEROÍNA EN NUESTRO PAÍS?

l amplio desarrollo de las En los últimos años, en México esta situación se refleja en los decomisos que realizan el Ejército y la Secretaría de Marina, mayores a seis toneladas de fentanilo, gran parte de lo cual tenía como destino el mercado de Estados Unidos; pero otra parte se queda en México. Esto incrementa su consumo en el país y, en consecuencia, las sobredosis y muertes, como lo reportan varias organizaciones no gubernamentales de la frontera norte. En 2021 México sólo compró 4.6 kg de fentanilo para uso en miles de cirugías y en cuidados paliativos. Esa cantidad es muy pequeña para el tamaño de las incautaciones realizadas, por lo que difícilmente se desvían al mercado ilegal, donde las incautaciones han sido mayores a 4 toneladas.

En 2021 México sólo compró 4.6 kg de fentanilo para uso médico; difícilmente esa cantidad se traslada al mercado ilegal.

Es necesario instalar salas de consumo seguro donde, como ocurre en Canadá o varios países de Europa, las personas usuarias pueden identificar qué contiene su dosis, además de consumirla en condiciones más higiénicas y con personal médico que les pueda atender en caso de cualquier complicación. También les proporcionan servicios de limpieza personal y de sus pertenencias, dignificándoles como personas.

En México contamos con una en la ciudad de Mexicali, Baja California, dirigida por Verter A.C. Hacen un excelente trabajo de apoyo a las usuarias de drogas inyectadas, pero son necesarias muchas más salas en el país.

Otra medida sería la instalación de dispositivos o máquinas a donde la población consumidora pueda ir por tiras de pruebas o naloxona.

Para evitar la incidencia de muertes, en el corto y mediano plazo, de los consumidores de esta droga, sea porque la busquen directamente o porque la sustancia que usan está adulterada, deben llevarse a cabo, al menos, seis acciones.

Seguridad y derechos humanos de quien consume

Se debe contemplar que quienes consumen droga lo hagan en situaciones de mayor seguridad, por ejemplo, proporcionándoles tiras de pruebas de fentanilo o de otros adulterantes, así como entrenamiento para que sepan usarlas. Esto les permitiría saber con certeza si su dosis contiene fentanilo y decidir si la consumen o no. El costo de las tiras no resultaría oneroso al Estado, menos aún tratándose de salvar vidas.

2. Acceso y disponibilidad de naloxona

Dado que hay más sobredosis y muertes por el consumo de fentanilo y menos naloxona disponible, el único recurso con que cuenta la población usuaria para intentar revertir la sobredosis es el agua con sal, o recibir golpes; la probabilidad de sobrevivir con estos métodos es muy baja y vulnera su dignidad. Pero la naloxona salva vidas. Es un medicamento antagonista que no causa adicción y su costo es muy bajo.

La disponibilidad y el acceso a la naloxona debe ser algo cotidiano. Esto implicaría que el Congreso apoye la iniciativa que la desclasifique y la vuelva un medicamento de venta libre. Una estrategia rápida y sencilla que apoyaría la salud y vida de muchos usuarios.

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Debería estar disponible para las personas usuarias, el personal que atiende emergencias, paramédicos, policías, la guardia nacional y en los centros de salud; también en máquinas que puedan entregarla de manera sencilla y gratuita.

3. Disponibilidad de Tratamiento

Asistido por Medicamentos (TAM)

Si los consumidores tuvieran acceso a TAM, sea de metadona o buprenorfina, como sustitución de consumo de heroína, habría dos ganancias: se reducirían los problemas por inyectarse heroína, adquirir VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) o VHC (Virus de la Hepatitis C). Y, por otro lado, estos

sociedad. No obstante, sus sentimientos y desarrollo son similares a los de los demás.

Hay más sobredosis y muertes por el consumo de fentanilo y menos naloxona disponible.

Debemos verlos como iguales, como personas que pueden salir adelante, compartir los espacios cotidianos y darles nuestro apoyo, así como lo hacemos con la familia o quienes forman parte de nuestra comunidad. ¿Es tan difícil?

6. Las sustancias

A México llegan contenedores con fentanilo y con precursores para producir fentanilo, un grave problema, pues su producción es muy rápida, se necesita una dosis muy pequeña para sentir sus efectos, hay un amplio mercado que lo compra, y la ganancia económica es muy grande.

Esto genera daños a la salud y a las dinámicas familiares, además de la violencia asociada con su producción, con las rutas de distribución, y la inseguridad. Por ello es vital hacer un mejor monitoreo de estos contenedores, y desarrollar mejores tecnologías y estrategias de detección e incautación.

Debemos lograr acuerdos maestros con los países productores de los precursores y del fentanilo, para alcanzar un mejor control de estas sustancias, y evitar que lleguen a los cárteles de droga; una tarea complicada, pero prioritaria.

A manera de epílogo

esto debe considerarse como un “resbalón”, y no por ello deben dejar las actividades que ya estaban desarrollando. Es importante no tener una mirada tan dura y ser más flexibles como sociedad.

Los usuarios suelen expresar: “Está bien, ya no consumo, ¿pero ahora qué hago con la abstinencia?”. Justo por eso debemos intervenir para darles oportunidades de desarrollo personal, familiar, laboral y educativo.

5. Las personas consumidoras, también son nosotros

La reducción del estigma es algo vital, quienes consumen droga son personas con su propia historia de vida, problemas, un fuerte sufrimiento interno, y rechazo por parte de la

Quedan muchos temas a tratar. Espero que lo aquí expresado dé un panorama sobre las oportunidades que tenemos para intervenir y apoyar a los usuarios de drogas en su salud, en alternativas para mejorar sus vidas, y en acciones para reducir la disponibilidad de los precursores.

No es tarea sencilla, pero debemos seguir insistiendo hasta lograr que nuestras autoridades apoyen y faciliten el desarrollo de estrategias que permitan lograr mejores condiciones de vida para quienes consumen drogas.

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EENFRENTAR LA MUERTE EN MÉXICO: LOS RETOS DE LA AGONÍA

n México, todo enfermo que se encuentre al término de la vida debería tener acceso a los medicamentos que hagan más llevadero ese final. Es un problema de salud pública.

Cuidados paliativos, la exclusividad de atención a la salud

El objetivo de los cuidados paliativos es dar un tratamiento activo a aquellos pacientes que experimentan una situación que puede amenazar o limitar su vida. En muchas ocasiones esto se denomina enfermedad avanzada o enfermedad terminal.

En esta disciplina trabajan en equipo: médicos especialistas, psicólogos, nutriólogos, rehabilitadores, personal de enfermería y de trabajo social, entre otros. Sus pacientes enfrentan problemas físicos, psicológicos, sociales y espirituales, y también

de la Ley General de Salud se especifica el manejo que se debe dar a un paciente al final de la vida y a su familia.

Además contamos con la Ley de Voluntad Anticipada y la Norma Oficial Mexicana NOM 011-SSA32014 (Criterios para la atención de enfermos en fase terminal a través de cuidados paliativos), que aplica tanto para niños y niñas, como para pacientes adultos.

Más de la mitad de los pacientes con necesidad de atención paliativa tienen como principal síntoma el dolor.

Asimismo, nuestro país tiene un sistema de recetarios electrónicos para la expedición de medicamentos controlados de fracción 1, entre ellos los opioides, que se requieren para los pacientes que tienen dolor moderado o severo.

En entrevista para Obsidiana, la doctora Luz Adriana Templos Esteban indicó: “Lo contradictorio es que todavía hay grandes brechas en México para lograr el acceso a cuidados paliativos. Falta mucha educación para el personal de salud y la comunidad en general, para que pueda exigir esto como un derecho”.

“No tenemos disponibilidad de opioides en todos los estados de la República Mexicana, y su adquisición se lleva a cabo en las grandes ciudades, es decir, de manera centralizada; en las comunidades más alejadas no pueden tener acceso a ellos. Tampoco hay presentaciones pediátricas de los mismos, lo que dificulta la medicación para niños y niñas que requieren cuidados paliativos.

“En México existen pocos equipos de cuidados paliativos. Recientemente se hizo una encuesta

del Consejo General de Salubridad, en los diferentes sistemas de salud, para ver con qué contaba cada una de las instituciones, y se encontró que no hay más de 200 equipos de cuidados paliativos en todo el país, incluyendo todos los niveles de atención. Este es un grave problema pues, de todos los pacientes que requieren este tipo de servicios, menos de 3% tiene acceso a ellos”, lamentó la doctora Templos, quien forma parte de la Comisión de Educación de la Asociación Latinoamericana de Cuidados Paliativos.

No obstante que los cuidados paliativos están en la Ley General de Salud, el sistema de salud mexicano no ha etiquetado plazas para estos especialistas. Es decir, así como existe una enfermera pediatra, una enfermera oncóloga, un médico cirujano, debe existir la etiqueta de médico paliativista, enfermero paliativista o de psicóloga paliativista.

Salud mental de pacientes oncológicos, en el abandono

“En los hospitales y clínicas de nuestro país se ha observado que se le da prioridad a líderes religiosos antes que a profesionales de la salud mental, como psicólogos o psicooncólogos”, lamentó en entrevista para Obsidiana la experta en psicooncología María Fernanda Busqueta Mendoza.

Respecto a los derechos de los enfermos en situación terminal, la Ley General de Salud, en su artículo 166 Bis 3, capítulo II menciona a los cuidados paliativos como un derecho, y no como un acto de buena voluntad. Sin embargo, aunque en la definición de los cuidados paliativos sí se contempla un abordaje integral (que implica el componente médico, psicológico, cultural, espiritual), la realidad es que la parte psicológica no se aplica como debiera, por lo tanto, la Ley

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tiene un área de oportunidad a mejorar, explicó Busqueta, fundadora del Centro de Estudios Psicosociales Aplicados a la Salud (Cenepas).

“El apoyo psicológico debería estar presente desde el diagnóstico de una enfermedad como el cáncer. Es un momento de muchísima incertidumbre para los pacientes, son sometidos, en un corto tiempo, a pruebas sumamente invasivas para llegar al diagnóstico (biopsia, cirugía, estudios de imagen, pruebas de sangre) y que muchas veces son muy dolorosas. Por ello, desde el momento en que el equipo médico da la noticia, debería ir acompañado por un experto de la salud mental, para ayudar en una etapa temprana.

“Yo he escuchado historias de terror, cuando los médicos dan la mala noticia lo hacen totalmente deshumanizados. A partir de ahí, el paciente queda traumatizado, porque le dieron la noticia de una manera espantosa”, contó la doctora Busqueta, presidenta de Cenepas, organización que tiene por objeto fortalecer el vínculo entre la psicología, la salud y la humanización en el Sistema Nacional de Salud.

La también expresidenta de la unidad de pediatría del Hospital Español de México puntualiza que los profesionales de la salud como psicólogos o psicooncólogos deben tener prioridad en el sistema de salud mexicano, para devolver a la sociedad seres humanos con una buena salud mental y que se puedan reintegrar de la mejor manera a sus actividades diarias.

Opioides, un asunto de salud pública

Más de la mitad de los pacientes con necesidad de atención paliativa tienen como principal síntoma el dolor, que puede ser moderado o severo, por lo cual requieren medicación por medio de opioides. Algo esperado, conforme avanza la enfermedad, es que se necesiten dosis mayores o ajustes frecuentes para estos medicamentos, por eso es indispensable que estén disponibles en nuestro país.

“Considero muy grave que, en México, los enfermos que se encuentran en una situación al final de la vida no puedan disponer de los medicamentos que hagan más llevadero ese proceso.

un padecimiento crónico avanzado. Otros estudios handeterminadoqueentre30%y40%delapoblación en general tiene dolor crónico, es un porcentaje muy importante.

“Las cifras de la Asociación Latinoamericana de Cuidados Paliativos indican que menos del 3% de pacientes que requiere atención al final de la vida tienen acceso a ella. Eso lo convierte en un problema de salud pública”, lamentó la doctora Adriana Templos Esteban, quien es miembro del Seminario de Estudios sobre la Globalidad de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Después de la pandemia por COVID19 hubo un desabasto importante de medicamentos, entre ellos los opioides pues, evidentemente, se requirieron para procesos de intubación. Desgraciadamente ha fluctuado la dispensación de medicamentos en diferentes centros hospitalarios, y los pacientes terminan pagando las consecuencias de malas planeaciones.

“Desde hace dos años no tenemos morfina disponible en nuestro país, el medicamento base para el manejo de dolor por cáncer en cuidados paliativos y para paliación de la dificultad respiratoria que es muy y barato. Tuvimos también mucha escasez de medicamentos como oxicodona y metadona (cuyo suministro empieza a regularizarse de manera limitada).

Los opioides se encuentran dentro del cuadro básico que sugiere la OMS.

“Se han hecho algunos estudios en España, concluyendo que aproximadamente entre el 2% y el 3% de la población que se encuentra enferma, tiene

“Existe la problemática de muertes por consumo de fentanilo, sobre todo en el norte del país, obviamente por la cercanía con los Estados Unidos. Se tiene la creencia de que el fentanilo mata, pero el de uso médico con supervisión no lo hace. Llevamos años utilizando fentanilo en cirugías; prácticamente todos los pacientes que son sometidos a una cirugía, en su momento, fueron medicados [anestesiados] con fentanilo. También en las áreas de terapias intensivas y unidades de urgencias se ha utilizado como herramienta terapéutica”, expuso la doctora Templos Esteban, quien además es titular del Diplomado en Cuidados Paliativos de la Universidad Anáhuac.

Es muy importante hacer una diferenciación en los mensajes que pasan por la televisión pues, como los pacientes han escuchado que el fentanilo mata, no quieren que se les administre, cuando en la realidad es un medicamento muy efectivo, muy bueno en las manos adiestradas, que prácticamente son las de todo el personal de salud (tanto médicos como enfermeras).

“Dentro del cuadro básico que sugiere la Organización Mundial de la Salud se encuentran los opioides. Cualquier establecimiento de salud debería contar con esta medicación, no solamente para aquellos pacientes que tienen dolor al final de la vida, sino para quienes padecen dolor crónico”, finalizó la doctora Adriana Templos.

Contacta a Luz Adriana Templos en: luzadrianatemplos@hotmail.com

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EREGULAR ESPACIOS DE CONSUMO SEGURO, TAREA PENDIENTE: LOURDES ANGULO CORRAL

starías de acuerdo en que se abriera un centro de consumo seguro para personas que sufren de adicción a las drogas?

“Definitivamente no, “esos” son los más rateros, es tal su necesidad de consumir droga que sólo andan viendo de dónde sacan dinero para comprarla. Aceptar que ellos se sigan drogando me convertiría en cómplice de su adicción.

“Son una bola de huevones (sic) dispuestos a robarle a la gente honesta que sale a trabajar desde temprano, muchos son capaces de matar hasta su propia familia para robarles e irse a drogar. Un lugar como esos sólo fomenta la adicción, permitiría que sigan de enfermos y, como consecuencia, en algún momento mi vida y la de mi familia correrían peligro”, opinó Esperanza Jiménez.

Ideas como las de la señora Esperanza abundan, pero no tienen fundamento y están muy alejadas de la realidad. La experiencia internacional ha demostrado que los centros de consumo seguro no propician el incremento del índice de criminalidad en los lugares aledaños (como sucede con la sala instalada por la organización Integración Social Verter A.C. en Mexicali, Baja California). Además, se evitan sobredosis mortales y ofrecen orientación médica a quien lo requiera.

sustancias es la de anuncios de servicio público antidrogas.

La estrategia del gobierno federal contra las drogas parte del miedo y la estigmatización.

Desafortunadamente, la estrategia del gobierno federal contra las drogas parte del miedo y la estigmatización, como lo evidencia la investigación científica Implementar una estrategia descentralizada de prevención de sobredosis de opioides en México, un tema pendiente de política pública

La administración actual ha abordado el uso de sustancias desde una perspectiva moral, más que de salud pública. La principal estrategia para la prevención del uso de

La campaña mediática lanzada por la Estrategia Nacional de Prevención de Adicciones utilizó primero el lema “No hay final feliz en el mundo de las drogas”, luego lo cambió por “El mundo de las drogas no es un lugar feliz” y, finalmente, “Si consumes drogas, te haces daño”. Algunas de estas campañas sugieren que la mayoría de quienes consumen drogas lo hacen porque no son felices.

Respecto a los opioides, se han difundido mensajes como: “El fentanilo mata. A veces incluso con la primera dosis”. Parte de la información proporcionada ha sido engañosa.

Aunque el consumo de opioides afecta principalmente a comunidades a lo largo de la frontera norte, estos mensajes se han difundido en todo el país y se amplifican, tergiversan y malinterpretan en las plataformas de redes sociales y servicios de mensajería de texto. La información falsa socava la credibilidad de los mensajes precisos y confunde al público sobre los riesgos asociados con el uso de opioides.

Reducción de daños, una estrategia efectiva

Los indicadores hacen evidente que las políticas de corte prohibicionista como estrategia para la reducción de adicciones son poco efectivas.

Por ello han adquirido mayor pertinencia las estrategias de intervención denominadas de reducción de riesgos y daños, enfocadas en reducir las consecuencias negativas de ciertos comportamientos humanos. Por ejemplo: promover el uso de casco cuando se maneja una moto, alentar a que uno se ponga el cinturón de seguridad cuando se sube a un vehículo, dar clases sobre educación sexual desde la primaria, o repartir condones en las playas durante las vacaciones para reducir la prevalencia del embarazo.

Este modelo entiende que el fenómeno del consumo de drogas es complejo, multifacético y forma parte de la realidad de nuestro mundo. Es así que se elige minimizar los riesgos y los daños asociados al consumo de los usuarios en lugar de ignorarlos o perseguirlos, sin que esto implique restarle importancia al peligro real implícito en el uso de sustancias psicoactivas.

Opioides: un nuevo desafío

Los opioides tienen dos caras. Como medicamentos son los analgésicos más eficaces para controlar el dolor agudo junto con el uso de morfina y el tramadol, actúan rápido y van directo sobre los receptores cerebrales, se utilizan desde hace muchos años en cirugía, en el tratamiento de

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Crédito de fotografías: Integración Social Verter A.C.

traumatismos, cuidados paliativos y atención del cáncer, son seguros cuando se toman por un período de tiempo corto y siguiendo las indicaciones del médico.

Pero también son sustancias que generan un alto nivel de adicción. Además de calmar el dolor generan euforia, lo que puede llevar a la dependencia. Los efectos del fentanilo incluyen: un estado de ánimo de bienestar extremo, aletargamiento, náuseas, confusión, estreñimiento, sedación, problemas para respirar y pérdida del conocimiento (NIDA, 2021). Se les atribuye más del 70% de las 500 mil muertes por drogas en el mundo, mencionó el maestro Alfredo Camhaji Samra, investigador del Seminario de Estudios sobre la Globalidad de la UNAM (SEG-UNAM), en entrevista para Obsidiana Ante el aumento en los indicadores por consumo de drogas sintéticas, el maestro Camhaji indica que “las adicciones son un problema complejo y cambiante que requiere entenderse como un problema de salud pública, dejando atrás el concepto de las drogas como fin último, con el decomiso y la detención de personas como la meta.

“La atención apropiada en las sociedades modernas requiere una estrategia basada en la construcción de un sistema de salud universal de calidad, donde se reconozca que las adicciones no son un problema marginal que sólo afecta a un pequeño grupo de la población, y que están relacionadas con condiciones económicas, sociales y psicológicas”, puntualizó.

La Sala

En nuestro país no se cuenta con datos precisos sobre las sobredosis y sus desenlaces; las encuestas nacionales no identifican prevalencias significativas y los eventos de sobredosis están muy subestimados. De ahí la necesidad de explorar las dinámicas de los consumidores de opioides, como

destaca la doctora Clara Fleiz, también investigadora del SEG-UNAM, en su libro: Cuqueando la Chiva. También se ha vuelto primordial la labor de organizaciones de la sociedad civil que trabajan directamente con usuarios y generan datos más certeros sobre las sobredosis y sus consecuencias.

En 2018, como iniciativa de la organización Integración Social Verter A.C., surgió La Sala, ubicada en Mexicali, Baja California. Es el único lugar de consumo seguro en México y Latinoamérica, y su objetivo primordial es ayudar a los usuarios bajo la filosofía de reducción de riesgos.

90% de las personas consumidoras se encuentran en alta vulnerabilidad.

“Desde que abrimos hemos intentado que haya regulación a nivel federal y estatal. Tras cinco años con La Sala no ha pasado nada grave, y se han salvado muchas vidas. No se ha fomentado el consumo, al contrario, se han propiciado acciones positivas para la salud de las personas usuarias y la comunidad en general.

“Considero importante que los gobiernos municipales, estatales y federal tomen a Verter A.C. como un referente, pues aplica una metodología que está impactando de manera positiva en personas con adicción. Contrario a lo que pasa en México, en Colombia nos han pedido mucha capacitación y están próximos a la apertura de un espacio de consumo seguro como el que nosotros ofrecemos”, contó en entrevista para Obsidiana Lourdes Angulo, directora de Verter A.C.

Los indicadores generados por Verter A.C. muestran que 90% de las personas consumidoras se encuentran en situación de alta vulnerabilidad, es decir, viven en la calle o lugares muy precarizados. Con la intención de dignificar el consumo, los usuarios de La Sala reciben equipo estéril, como agujas y jeringas, para garantizarles una inyección limpia y segura, además de un lugar que les brinda paz para su estabilización.

Sin regulación, espacios seguros para el consumo

Cuando el gobierno municipal de Mexicali se enteró de la apertura de este centro se escandalizó y, en lugar de atender el problema de salud pública que representa el aumento en el consumo de fentanilo, clausuró el local.

“Fue muy difícil, estuvo clausurado por seis meses, tiempo en el cual buscamos el diálogo con el gobierno municipal, interpusimos una queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos y otra ante el Ayuntamiento, y también sometimos una demanda de amparo. Finalmente, gracias al diálogo y la negociación que hizo la Comisión Estatal de Derechos Humanos logramos reabrir el espacio.

“No nos quitaron la clausura porque hayan querido, porque reconozcan nuestro trabajo, o porque haya un interés. La quitaron por presión mediática y un proceso de mucha negociación y diálogo”, detalló Lourdes Angulo.

“Si se abriera una sala de consumo en otra entidad federativa su funcionamiento dependerá de los gobiernos municipales, podrían cerrarla si así lo quisieran, pues no hay regulación, es un vacío legal. Hemos trabajado de la mano con la Comisión Nacional Contra las Adicciones para que, en un futuro cercano, se regulen los sitios de consumo seguro como una estrategia de reducción de daños. Queremos que otras organizaciones, grupos y colectivos puedan abrir sin miedo a ser clausurados”, señaló Lourdes Angulo.

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REDIGNIFICAR A POBLACIONES VULNERABLES DESDE EL CINE: GERARDO TORT

Por qué motivos un niño consumiría drogas y viviría en la calle? Gerardo Tort Oruña, director y productor de cine, tuvo que reflexionar al respecto para poder dirigir su ópera prima, De la calle (2001). En entrevista para Obsidiana relata cómo llevó a la pantalla esta historia que se convertiría en un clásico, un parteaguas, una obra que habla de los “jodidos”, los marginados, los sin casa, sin comida y que sólo tienen drogas para subsistir. Hay que entrar en ese territorio, para darles voz.

¿Cómo llegó esta historia a tus manos?

La obra de teatro De la calle ganó el premio Rodolfo Usigli a la mejor obra dramática de 1984. En ese momento yo estudiaba comunicación, área de cine. El libreto fue publicado en Escénica, una revista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y por azares del destino yo compré ese número. Nunca he sido un buen espectador de teatro, mucho menos un buen lector de obras de

teatro, me parece muy complejo. Pero desde que la leí, me pareció que De la calle tenía mucha potencia cinematográfica. Me sedujo mucho.

Necesitaba herramientas científicas, pero también la sensibilidad para ganarme un espacio en estas comunidades.

Lo que más me emocionó fue la historia: un niño que busca a su padre y comete el error fatal de postergar un viaje con su novia después de haberse robado un dinero de un demonio, el policía que vende drogas.

Por azares del destino conocí a Jesús González Dávila, el autor de la obra, y entablamos una amistad. Sin éxito, varias veces traté de convencerlo de que me cediera los derechos, incluso antes de que se pusiera en escena. Cuando por fin la montó, dirigida por el maestro Julio Castillo, fui al estreno y comprendí por qué no me quiso ceder los derechos en su momento.

Pasaron los años. Al morir mi madre cambió mi perspectiva de la vida. En esa búsqueda de sentido, me vuelvo a encontrar con Jesús. Diez años después, por fin accedió: “hazla [la película], ¿qué me propones?”. Filmar De la calle era una necesidad, un acto muy profundo.

Fue entonces cuando se involucró Marina Stavenhagen, quien hizo la adaptación del guion, y los productores. Para una ópera prima pusimos el techo muy alto.

¿Cuál es la responsabilidad del director al abordar estas temáticas?

En general, la responsabilidad de un director es muy grande. En particular, dirigir una película con esta temática (de alto riesgo) se hace mucho más grande. El cine puede hacerse de suposiciones y fantasías, pero esta película requería verdad, por lo que tuvimos que actuar con verdad. Hay que tener un compromiso.

Tuvimos un proceso de preparación, desde la escritura del guion, y de investigación con población de calle (niños, vagabundos, teporochos).

El cine es una herramienta muy poderosa. Dicen que es el arte que más se parece a la vida. Entonces la responsabilidad con esta población, que normalmente es despreciada y suele representar a los malos de la historia, era grande, había que redignificarlos. Eso le da más carga a la responsabilidad. Siempre estábamos al filo, de que no resultara algo grotesco, sino que en realidad pudiéramos retratar un pedazo de la vida.

¿Qué función tiene el arte, en este caso, el cine, al compartir estas realidades con el público?

Es una pregunta muy compleja. Algunos seguimos pensando que el cine debe utilizarse para hablar con verdad. Este tipo de historias son un espejo del ser humano y la sociedad. Integrar estas temáticas en la industria es complicado. Pero yo intento pararme ahí y empujar, tratando de hacer conciencia de lo que sucede en nuestras sociedades.

De ahí la relevancia de crear historias, desde el cine, y contar cómo cambia la vida de los personajes, para buscar la empatía con el espectador.

Los personajes, niños y jóvenes de la calle que aparecen en la película, viven situaciones muy fuertes. ¿Cómo te documentaste para dirigir a los actores, o cómo los preparaste?

Fue un reto. Tuvimos asesorías con gente que trabajaba con la población y los niños de la calle, con psicólogos, y con médicos.

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Tuve muchos asesores, afortunadamente, como Humberto Brocca, médico general que hizo mucho trabajo con niños de la calle y veteranos de la guerra de Vietnam que eran adictos.

Le dije que no me parecía honesto hacer una película de niños que usan solventes (mona), y no saber qué se siente. Me respondió que estaba loco, pues es veneno, mata neuronas: “no tienes que probarlo. Tienes que concentrarte en sus emociones y comprender por qué lo usan”. Me costó mucho trabajo entenderlo. No sé si lo resolví a nivel racional, pero lo resolví a nivel emocional.

Entender que lo último que le queda a un niño es estar en la calle, y estar de una manera para no poder sentir la calle, es muy complejo. Considero que la población de la calle no es de la calle, es de nosotros, y hay una falta de responsabilidad de las políticas públicas y de la gente que no quiere aceptarlo ni verlo.

Me di cuenta que necesitaba las herramientas científicas, pero también la sensibilidad para ganarme un espacio en estas comunidades, y que no necesariamente tenía que convertirme en uno de ellos sino, desde mi otredad, acercarme a ellos.

Fue un proceso largo, trabajamos con muchas bandas de la Ciudad de México (en el centro, en Tacubaya, en Observatorio) y diableros del mercado de la Merced. Eran seres de la nada.

Fuimos también con especialistas de El Caracol A.C., que hacen trabajo de calle. Ellos cuentan con todo un proceso de acercamiento, asistencia, orientación y seguimiento, y sobre todo, de respeto. Es muy fuerte la experiencia. Algo se va rompiendo adentro, inevitablemente.

Para el acercamiento con algunas de las bandas pusimos como pretexto talleres actorales, que permitieron adaptar el lenguaje de la obra; en la película se incluyeron algunas historias que nos contaron ellos. Los actores también participaron; fue tal la cercanía que tuvieron con niños de la calle, que se fundieron, eran de la misma edad, eran carnales y esto les fue dando verdad a los actores.

Después de 22 años, ¿harías algo diferente si filmaras esta película hoy en día?

No, fue una inconsciencia. Hoy la Ciudad de México se ha vuelto muy agresiva. Cuando filmamos la película no se perdió un lápiz, nos cuidaban los vagabundos, los teporochos; ya sabían que estábamos trabajando y había mucho respeto. Yo creo que hoy no sería posible, así como está hecha.

En proyectos posteriores, ¿has vuelto a abordar esta temática?

Ahora estoy preparando un proyecto sobre adicciones. Llevo cuatro años en él, pero hay que hacerlo bien. Muchos reportajes revictimizan a los consumidores de drogas. Mi idea es hacer un documental que abarque los grandes temas de las adicciones, que muestre otra visión de quienes tienen una adicción. ¿Qué te hace el fentanilo que, así sepas que te puedes morir, lo consumes? ¿Qué población lo consume? Es complejo. Quizá todo el trabajo de investigación que estoy haciendo me lleva a una ficción. Es complicado llevar estos temas al cine porque son incómodos.

Así, De la calle personajes y rincones que no volteamos a ver, o no queremos ver, sin filtros ni tapujos. Esta tragedia llevada a la pantalla por Gerardo Tort es un crudo reflejo de la crueldad, violencia y desprecio que sufren los niños y jóvenes que viven en la calle, pero siempre valdrá la pena ponerse, aunque sea por un momento, en la piel de los otros.

La película De la calle obtuvo 11 premios Ariel (incluyendo mejor ópera prima y mejor guión adaptado); cinco Diosas de Plata (incluyendo mejor director, mejor guion y mejor película); el premio Mayahuel a la mejor película del Festival Internacional de Cine de Guadalajara; entre muchos otros galardones y nominaciones nacionales e internacionales.

¿No viste esta película en el cine?

Puedes hacerlo en línea:

Conoce el trabajo de El Caracol A.C.

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NTENDER PUENTES Y ENCONTRAR SOLUCIONES: MARÍA ELENA MEDINA MORA ICAZA

ació en la Ciudad de México. A los tres años de edad, María Elena Medina Mora perdió la audición, y estuvo en tratamiento durante más de siete años. En ese lapso, no podía participar en todos los juegos que organizaban sus hermanos, situación que la obligó a ser muy reflexiva, observadora y a desarrollar el gusto por la lectura. Todo eso influyó en la que sería su profesión años más tarde.

Cuando decidió qué estudiar, ella sabía que quería dedicarse a algo relacionado con entender la mente, y que involucrara la experimentación y el trabajo en comunidades. La psicología ofrecía eso.

Estudió después una maestría en psicología clínica pero, al comenzar a trabajar en comunidades,

Para María Elena, hacer investigación relacionada con consumo de drogas y adicciones es duro, difícil y doloroso, pero ofrece la oportunidad de asomarse a la mente, al cerebro, y entender cómo es que lo social articula la conducta en interacción con la biología y el medio ambiente.

Desde muy joven participa en proyectos internacionales de investigación; el primero de ellos fue en 1976, en Malasia; era la única mujer en un equipo en el que trabajaban 18 hombres. ¿Qué hacía una mujer entre tantos hombres en un país musulmán? Eso era extraño y fuera de lo natural en esa comunidad tan tradicional. Aún así, nada la detuvo para lograr sus objetivos profesionales.

poblaciones que sufren mucho, tender puentes y encontrar soluciones, pues la enfermedad mental es una de mucho dolor y rechazo.

Especialista en salud mental y adicciones, la doctora Medina Mora es profesora en las facultades de Medicina y Psicología de la UNAM, desde 1978, y es una de las pioneras en aplicación de encuestas de epidemiología psiquiátrica.

Fue la primera mujer en ocupar la dirección del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz. Debido a que María Elena no es médico y su investigación está muy orientada a lo social, no fue fácil, pero para ella fue muy productivo.

Para la ciencia, una adicción es una enfermedad del cerebro. Sin embargo, desde la perspectiva social hay una gran incomprensión de lo que significa desarrollar una dependencia; se le considera un vicio, y a la persona enferma se le rechaza y discrimina. De ahí la vocación de María Elena por trabajar con

Ella considera que una de las grandes metas para la atención de la salud mental en México es lograr que la adicción sea considerada como una enfermedad, para que los enfermos tengan derecho a tratamiento y acceso a los medicamentos necesarios. En sus palabras, los consumidores de drogas “no necesitan ir a la cárcel, necesitan que les expliquemos qué les está pasando, darles su lugar en sociedad, y una oportunidad de tratamiento”.

La doctora Medina Mora es miembro de El Colegio Nacional, directora de la Facultad de Psicología de la UNAM y está afiliada al Centro de Investigación en Salud Mental Global del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.

Posee múltiples distinciones. Sin lugar a dudas, sus contribuciones seguirán enriqueciendo el campo de las adicciones y la salud mental, y abrirán caminos en la búsqueda de nuevo conocimiento, políticas públicas, programas sociales y mejores respuestas para los enfermos, sus familias y sus comunidades.

Referencias

María Elena Medina Mora–Documental del Aniversario de El Colegio Nacional. (2018, 30 mayo). [Vídeo]. El Colegio Nacional. Recuperado 7 de septiembre de 2023, de https://www.youtube.com/ watch?v=Yr5xmojdbzg

Vindictas Ciencias. Segunda temporada. Capítulo 3, María Elena Medina Mora. (2022, 22 mayo). [Vídeo]. TV UNAM. Recuperado 7 de septiembre de 2023, de https://www.youtube.com/ watch?v=PTSzXzHUO7Q

32 |  REFLEJOS |

MEDICINA LETAL

Imagina sentir relajación, euforia, alucinaciones. Perder el control y el conocimiento. Tener dificultad para respirar. Visitar una sala de urgencias. Intentar estar sobrio y retomar la vida laboral y familiar. Tocar fondo de nueva cuenta, sin fuerza de voluntad... y luego ir más allá de lo concebible. Todo derivado del consumo de un analgésico recetado por un médico de confianza.

La familia Sackler, a través de su empresa farmacéutica Purdue Pharma, se enriqueció gracias a la comercialización masiva del OxyContin, ocultando los riesgos de este medicamento.

Miles de pacientes a quienes se les prescribió vivieron una dura realidad bajo la promesa de no volver a sufrir dolor crónico: se volvieron dependientes. Esta cara de la moneda que retrata la serie Medicina letal, nos permite empatizar

con las víctimas que transitaron o transitan por la dolorosa vía de la adicción a los opioides, y que implica severos problemas de salud mental, familiares y financieros derivados del consumo.

“Este programa está inspirado en hechos reales. Sin embargo, ciertos personajes, incidentes, lugares y diálogos han sido novelados con fines dramáticos. Pero nuestra historia no es ficción...”. Así da inicio cada capítulo de la serie, con un golpe de realidad, mostrando en pantalla a un familiar de quienes perdieron la vida por sobredosis de la controversial oxicodona.

Basada en hechos reales, Medicina letal muestra sin tapujos cómo surgió la epidemia de opioides en los EE. UU., quiénes fueron los responsables, así como la labor de una investigadora de la fiscalía federal que busca llevarlos a los tribunales.

EL PUÑO DE HIERRO

Por curiosidad, propia de su juventud, Carlos Hernán consigue que le suministren una inyección de morfina para “disfrutar” de sus efectos. Es así como da inicio esta película silente, dirigida por Gabriel García Moreno en 1927.

La Filmoteca de la UNAM comparte en su canal de YouTube la versión restaurada y musicalizada de El puño de hierro, primera película mexicana que abordó de forma visual y abierta la problemática que conlleva el consumo de drogas. ¡Un clásico!

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