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ex Túpac Amaru

Desde fines del siglo XIX, el territorio nacional fue escenario de un continuo proceso de migración campo-ciudad. Santiago experimentó un progresivo aumento de población, un “oleaje” constante de personas fue encontrando lugar en torno al “centro histórico”, creando con ello un cinturón constituido por viviendas y ranchos en “malas condiciones” que la institucionalidad jamás visualizó o quizá prefirió ignorar. Los movimientos de protesta por la “Cuestión Social” a principios del siglo XX forjaron los primeros cambios en la normativa legal habitacional. Hallaron diversas formas para expresar su malestar (motines, huelgas, asonadas, entre otros) y se organizaron para sobrevivir creando cooperativas, espacios de vida comunitaria, sociedades de resistencia, etc.

En ese momento Santiago presentaba una condición de dualidad13 observable desde tiempos coloniales. En ese entonces, el río Mapocho representa un límite natural que demarcará realidades socioeconómicas muy diferentes. Quienes habitaban el lado sur tenían el poder político y con ello el control económico, son los grupos privilegiados de la sociedad de la época. Por el norte del caudal, está el sector antiguamente conocido como La Chimba, donde habitaban los grupos marginados por las estructuras del poder.

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Expresión clara de la condición dual descrita, es la disposición del entonces intendente de la ciudad de Santiago, Benjamín Vicuña Mackenna, quien ideó un Camino de Cintura el cual buscaba separar la ciudad civilizada de la barbarie, y que tenía los siguientes límites:

Dicho recinto urbano [Santiago] estaba delimitado por el Camino de la Cintura Oriente, hoy Avenida Vicuña Mackenna, por el Camino de Cintura Sur o Camino de los Monos, hoy Avenida Matta, hasta el Parque Cousiño; desde ahí doblaba hacia el norte, siguiendo el contorno de ese paseo hasta el Camino Sur, hoy Avenida Blanco Encalada. Este camino se unía, salvo la interrupción planteada por los ferrocarriles del Estado que llegaban hasta allí, con el Camino de Cintura Poniente, actual Avenida General Velázquez y el proyecto se trazó por detrás de la Avenida de la Quinta Normal, hasta unirse con la antigua Estación Yungay, colocada más al sur de su ubicación actual14 .

De este modo se dividía la ciudad planificada de los otros espacios con viviendas “espontáneas”, continuando con una manera de entender bipartitamente a Santiago, la que es posible de observar hasta hoy en día. Estos planes eran parte de una modernización urbana que se desarrolló a fines del siglo XIX y principios del XX, donde existía cierta noción del espacio urbano como un sistema, en la que todas sus partes constitutivas se entrelazan.

No obstante, estas ideas modernas de transformación se encontraban limitadas por los gustos de la elite, quedando la estética de la modernización urbana enmarcada dentro de parámetros que se contraponían a cambios más profundos encaminados a la integración de sus espacios e instituciones15 .

A pesar de ello, los inicios del siglo XX fueron escenario de movimientos sociales que mediante la protesta forzaron al régimen político a realizar cambios a nivel legal que consideraran la vivienda como un aspecto relevante para la agenda pública. Entenderemos este momento como una primera fase de un pensamiento urbano y social que irá madurando con los años. Durante las décadas del 30 y 40 a la luz del Estado de Bienestar, hasta llegar a los 60 y principios de los 70, comprendiendo dos ideas como esenciales para el desarrollo social, primero, la ciudad como un espacio integrado, racionalmente planificado, donde las vías de comunicación se entrelacen de forma tal que permitan el desarrollo económico sin perturbar los espacios habitacionales e institucionales (públicas o privadas), y segundo, la convicción de la vivienda como un derecho al cual todas las personas deben tener acceso.