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ANGELUS NOVtfรถ


Edición auspiciada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología CONCYTEC

Edición a cargo de Esteban Quiroz Cisneros Carátula: Alberto Escalante Composición de textos: Luis Alberto Quiroz Cisneros Montajes: Jesús Lizarzaburo Impresión: Improffsct, José Gálvez 107, La Victoria © De esta edición, reservados todos los derechos, Ediciones ANTARES. Pasco de la República 5864, Miradores. © Reservados los derechos de acuerdo a ley, Enrique Verástegui. Hecho e impreso en el Perú Printed in Peru


PROLOGO

Quema, transporta y transfigura. Este libro al abrirse -hoja, flor, incendionos abraza (y abrasa) y nos conjura (y conjuga); obra abierta y totalizante, se desnuda y nos desnuda como hombres, como autor y lectores que atinamos a ejercer cabalmente nuestra humanidad, la compartida savia de la especie. Tor­ na a encarnar así la misión principal del lenguaje más radical y auténtico, más anclado en el origen del ser, el de la Poesía: revelación, iluminación, profecía en permanente novedad, "ángelus" perpetuamente "novus ANGELUS = ANUNCIACION Desciende para inaugurar la vida, arde en la zarza, clama en el desierto, se­ para las aguas encontradas, agita tempestades y se posesiona del oyente larga­ mente dispuesto a su mensaje. La Voz que es Creación (poiesis) metamorfosea al escritor, a la página en blanco y al lector en espíritu, oasis, pascua, comunión, utopía. Ave Fénix, prodiga otros cantar de los cantares y otras comedias, entre­ cruza flores de hierba y paraísos recuperados; siempre distinta, siempre igual. La Anunciación se amolda a cada época y a cada sociedad. Se nutre de to­ do el pasado, y aun del porvenir; no excluye ninguna latitud, ninguna persona, pero brota arraigada a sus circunstancias, desde las que convoca a lodos. Por eso la Anunciación es Nueva; mucho más, a partir del anhelo de Modernidad que desencadenaron los románticos alemanes e ingleses. Poeta, en el sentido pleno de la palabra, Enrique Verástegui (Lima, 1950) propala (propaga) este, su, nuestro ANGELUS NOVUS instalado, con intensidad y altura desusadas, en nuestro tiempo, en nuestro ho­ rizonte cultural, plasmando un libro mayor de la poesía actual en cualquier idio­ ma. Luego de la escritura insurrecta y desbordada de A l Paradis; /. Praxis, asal­ to y destrucción del Infierno (escrito antes de los 20 años de edad, pero recién

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publicado en 1980) y del virtuosismo formal -precoz madurez artística- de En los extramuros del mumto (1971), Vcrástegui emprendió una compleja síntesis de ambas experiencias en un ambicioso poemario (de más de doscientas pági­ nas) del que apenas conocemos unas pocas composiciones difundidas en revis­ tas, ya que al parecer se terminó extraviando en la imprenta que proyectaba su publicación hace unos quince años: Monte de goce. (Terrible pérdida, ojalá re­ mediable de alguna manera a corlo plazo). Es decir, muy joven, a los 25 años de edad, ya se encontraba Vcrástegui en condiciones de afrontar la monumental construcción de Angelus Novus. Por un lado, sus excesos expresivos habían dejado de responder a cuestionables facto­ res prosclilistas o dalos vitales insuficientemente integrados al organismo texlual, como acaece en Praxis, asalto y destrucción del Infierno; habían fructificado, más bien, en una escritura libérrima, incandescente, rigurosa y a la vez torren­ cial, "estética" y "comprometida", “pura“ e "impura”, "mística" y de acertado "exteriorismo vital". Por otro lado, ya poseía un diseño creador muy nítido, el tema que caracteriza a los auténticos creadores (sus obras vienen a ser variaciones de ese lema básico): una búsqueda de ribetes utópicos, que re-define en térmi­ nos humanos y terrenos (tanto en el plano erótico de la pareja como cif el de la lucha revolucionaria a nivel social) imágenes y expresiones de abolengo místi­ co, religioso, metafísico, chamánico, alquímico... Basta reparar en los tres títu­ los citados en el párrafo anterior: el primero se relaciona con la oposición Infierno/Paraíso, con claras reminiscencias de Dante y Millón; el segundo, con la travesía del "héroe" que va más allá del mundo conocido o que cubre una tem­ porada en otro mundo, y se asemeja al título Travesía de extramares de Martín Adán; y el tercero, con la rica simbología mística, chamánica y alquímica del "monte" (recuérdese la importancia del Sinaí, Tabor, Carmelo, Olimpo, Mimalaya, etc.), aludiendo especialmente al geniial monte de Venus y sus efluvios amorosos, con ecos del Cantar de los Cantares y San Juan de la Cruz. Fue a los 25 años precisamente, en 1975, que Vcrástegui comenzó a erigir Angelus Novus, título que refrenda su búsqueda utópica, anunciando la reali­ zación integral de la pareja erótica (cantar de los cantares), la sociedad comu­ nitaria (revolución) y el signo como comunicación hmnanizadora (poesía). Un taller de Eros.de Utopía y de anti-Babcl. Un concierto que acoge tod.is las som­ bras y las lacras de nuesira época, sin limitación alguna de vocabulario o técni­ ca a nombre de caducas nociones de lo bello" o lo “poético", y hace estallar el flujo vital que conquista la lu/, la felicidad y la plenitud en lo erótico, lo social y lo verbal. Mensaje salvífico, embriagado de esperanza: ANGELUS, (¡enera lo que Vcrástegui, en su ensayo El motor del deseo (1987), bautiza como orgasmóvil; por cierto que la lectura de dicho ensayo resulta un magnífico com­ plemento de Angelus Novus. Levantar el complejo edificio-concierto de Angelus Novus supuso diez años (aunque, claro está, el poeta haya efectuado algunos cambios y correcciones después de 1985, pero respetando los planos arquitectónicos establecidos en 8


1975-1985). Justamente una década para un libro estructurado por el número 11): ostenta diez cuadernos, la mayoría de ellos conformada por die/, poemas, diferenciándose sólo los cuadernos cuarto, quinto y sexto, aunque en éstos pue­ de hallarse el número diez en la subdivisión en parágrafos o rapsodias de sus composiciones (lo que pasa, por lo demás, con los parágrafos de varios poemas de otros cuadernos del libro). El diez, es una cifra mística, perfecta, "redonda": marca la plenitud y la posi­ bilidad de ingresar a una nueva etapa. Esto, desde diversas perspectivas, lo ha cavilado el esoterismo judío (Zohar, Kabala, Tarot, etc.) y el greco-romano (es­ pecialmente, el pitagorismo y su noción del diez como letractys), sin olvidar la difusión planetaria de la base numérica por decenas. Como muestras sobresalientes del uso del diez en la poesía, recordemos las diez églogas que integran las Bucólicas de Virgilio, la suma de 9 + 1 (nueve círculos y una antesala) en un conjunto de cien (diez veces diez) cantos de la Comedia de Dante v la funcionalidad del diez en la vertcbración (sin ser mi­ limétrica como en Virgilio y Dante, flexible como sucede en Angelus Novus) de Las flores del mal de Baudelaire. Los tres casos celebran una travesía transfi­ gurados: apocalipsis y retorno de la Edad de Oro, para Virgilio; conquista del Paraíso, para Dante; y liberación que permita ir en pos de lo desconocido, pa­ ra Baudelaire. Verástcgui amalgama esas simbologías y acentúa el tono humanizador de Baudelaire, anclado en la tierra, con todo lo que tiene de terra incognita. No deja de ser asombroso, numéricamente hablando, que Verástcgui culmi­ nara su Angelus Novus a los 35 años de edad, cantidad "mágica" de la "mitad de la vida" como ha inmortalizado el primer verso de la Comedia. Pensemos que al filo de los 35 años Baudelaire concluyó [jas flores del mal, y Whitman, la pri­ mera edición de Hojas de hierba (su célebre "Canto a mí mismo" emerge a "los Mí años de mi edad"). ¡Curiosa cabala que traza convergencias entre los poetas que saben ser videntes! Aparte de la simbologia del diez, Verástcgui pone de relieve la del tres. No se trata tanto de Dante y la tradición cristiana; mucho más, de la triada del pen­ samiento dialéctico (vía Marx, medular en la visión del mundo de Verástcgui) y, en sugerente encadenamiento, del anhelo utópico (de raíces mesiánicas y míticas) de un tercer tiempo tres, el de un porvenir realmente diferente del ayer y del hov. El poeta concuerda con el legado socialista que convoca a la revolu­ ción acogiendo la sed humana de la Utopía, ruta en la que ya Vallcjo labró su España. aparta de m i este cáliz. Angelus Novus contiene tres capítulos, compuestos por los cuatro primeros cuadernos, los tres siguientes y los tres últimos, respectivamente. El capítulo I postula la aventura, la exploración, la búsqueda, como contraste de la existencia alienada; el capítulo II se sumerge en la meta del deseo; y el capítulo III sinte­ tiza los dos movimientos previos, "desarrollándolos" (en sentido musical) y "con 9


cenándolos", hasta arribar al cuaderno décimo que opera como epílogo o mi­ cro-libro, anudando las formas y cambios de lenguaje desplegados en los cua­ dernos precedentes, para tantear una visión profctica de Lima como epílogo o micro-cosmos del Perú en proceso. Con gran complejidad, Veráslcgui ha asimilado las experiencias cotidianas y las fuentes culturales (antiguas y contemporáneas, de Occidente y Oriente) más disímiles. Todo ello con un sello patente de "modernidad", de aliento neovanguardista, alerta a los cambios económicos, tecnológicos, políticos, eróticos, científicos, filosóficos, musicales, plásticos, cinematográficos, literarios, etc. Encarna, en consecuencia, el espíritu experimentador de la poesía (y, en gene­ ral, la creación artística) surgida en el Perú durante 1960-1975, siendo exponente privilegiado de la llamada "Generación del 70". No olvidemos que ha bregado en las filas del grupo de poetas de mayor importancia de esos años: el Movi­ miento Hora Zero. Añadamos, finalmente, que su escritura desmesurada, tan virtuosa como de­ satada, tan intelectualista como "embarrada" de vida, lo coloca del lado de los creadores de energía dionisíaca (retomando una expresión acuñada por Nielzsche y matizada por George Steiner). En las letras peruanas, frente a los armo­ niosos autores apolíneos (hasta los temas dionisíacos, llenos de pasión y enigma, los abordan con un estilo enmarcado en pautas y medidas proclives a la mesu­ ra y la contención), llámense Inca Garcilaso, Ciro Alegría, José María Egurcn, Julio Ramón Ribeyro o Mario Vargas Llosa, nos sacuden los dionisíacos: Guamán Poma, El Lunarejo, César Vallcjo, Gamaliel Churata, Martín Adán, José María Arguedas... Las tensiones sociales, culturales y raciales de la hete­ rogeneidad nacional se perciben mejor en los segundos, entre ellos Veráslcgui, nuevo gran fruto de nuestro mestizaje. Ricardo González Vigil

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Para Cannai y Vanessa, la felicidad de hacer belleza.



Hay un cuadro de Klce que se (¡lula Angelus Novas. Se ve en él un ángel al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual cla­ va la mirada. Tiene los ojos desencajados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener esc aspecto. Su cara está vuelta hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una ca­ dena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que acumula sin cesar ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. El ángel quisiera de­ tenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero una tormenta desciende del Paraíso y se arremolina en sus alas y es tan luerte que el ángel no puede plegarlas. Esta tempestad lo arras­ tra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mien­ tras el cúmulo de ruinas sube ante él hacia el cielo. Tal tempestad es lo que llamamos progreso. Walter Benjamín, Tesis de filosofía de la historia, IX.

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NATURALEZA DE UNA COMPOSICION DE VERANO



ENSAYO SOBRE LA RECIPROCIDAD DE LAS OPOSICIONES CONTINUAS I Todo se revuelve: días, noches,*el tiempo vuela y el amor es fuego. ¿A qué se podrá comparar la belleza, la soledad, el olvido? La soledad y el mar soy yo mismo reventando contra la nada y una flor de recuerdo son estos ojos: infancia, adolescencia, todo este mundo que arrojo en una Revista cual­ quiera: esoterismo, o Letras donde poesía y belleza no se intercambian. ¿Será comparable la poesía, el silencio, el sonido de hojas de un bosque a estos muchachos que buscan, entre las flores que vuelan, un lugar para estrecharse a su propia soledad? Hablo tal vez de un apior silencioso una noche en un parque perdido, un verano arrojando estos versos como pétalos de geranio en el mar de la tarde donde todo es tristeza, y la tristeza algo parecido a la realidad de haber volteado el rostro contra el pasado. No son lo mismo deseo y noches de tristeza que no se destro­ cen contra bondad y dulzura. El deseo produce realidad en ti y no soledad en los labios porque producir más nunca ha sido saludable para el cuerpo, producir menos no le asegura ganancias al gobierno: las arcas se repletan cuando la belleza se corrompe y cuando el cuerpo ha producido más, y no salud, su ganancia no es otra que morir. Cuida entonces la riqueza de tu cuerpo, tu energía como el trazo de un artesano es el tranquilo leopardo de mi vida abrevando dulcemente en este sueño de realidad. No estoy solo y en el follaje dulcemente azulado salta hasta mí una mujer que yo contemplo como al mar de mi vida y su salto de una figura graciosa 17


que utiliza un adjetivo de seda

muestra (¿y qué muestra?) el deseo como flecha insatisfecha en su carne. El amor rueda herido en la yerba de tus labios y el cielo es un Vals de las flores de Tchaikovski, eternidad de un tiempo que vuela como un Jet donde poesía y belleza no se intercambian pero lo que florece en nosotros es lo que no se escabulle en la nada. II Tenemos colores, formas, ruidos y yo quisiera saber si todo esto es gris, si todo es turbio como la nada, si todo existe o no y sólo la historia -método, poética- sabe que el presente es tan inapelable como el porvenir donde existe todo lo que se modifica: colores y formas, ruidos conforman el sentido de lo que se trasfunde a la mente y todo es reciprocidad en un mundo en que lo opuesto, día, no­ che, cielo, tierra, se sostiene como una contradicción encadenada a la vida. Se puede discutir una palabra, un concepto, una idea. Tú podrás proponerme un absurdo pero aun el absurdo enaltece a lo cierto. No habrá perspectiva para que tus sentidos capten lo que volve­ rá a ser cuadro, geometría, música si no te sitúas en un lugar adecuado como palabras reveladas en el instante irrecuperable donde lo conocido se presenta desconocido y lo invisible se vuelve más visible que nosotros mismos: no tanto criticar a esta época como a sus sueños, sus momentos de racionalidad equívoca, sus valores irrespetables como máquinas donde el hombre no predomina aún sobre su propia invención son estos sueños, y esta escritura no ha rehuido a su época pe­ ro alude (y no cómodamente) a ciertos desplazamientos como alejamiento de un vivir en común ahora que cada quien ha

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buscado

lo que necesita: Andrómaca un vacío para colgar suspiros de su vuelo en el cielo de abril y la eternidad algo luga/. con que demostrar que el presente es perdurable como una emoción compartida y el extravío de amor una realidad subsanada, o transformada en un error liquidado en tu propia poesía. Todo esto es inquietud y mis sueños son estas cosas, emociones como verdades dibujadas una noche de mayo en que me hundí dulcemente en mis libros como para organizar este tema y me alejó de la cosa para estar más cerca al signo, y entre pasado y futuro pude situar a lo desproporcionado como una palabra todavía infaltable en el equilibrio posible de todas las cosas. Trasfundiendo signo por cosa me alejé de lo empírico pero no de mi vida y toda esta razonable locura de un muchacho que lo dejó todo en la vida por ponerla ante ti fue tu propia conciencia en acción: notas que una orquesta desentraña en la hora del concierto y así este poema destruyó el anterior y es iluminación para un otoño que no existe. III Temprano a la mañana abrí esta página de Epicuro: "el límite cuantitativo del placer" -se dice allí- "está en la supresión de lodo dolor". No recortaba aún estas flores tranquilas de mi menic como versos que yo coloqué en el temblor de tus pechos y esla imagen corresponde al amor, no a la vulgaridad de ese vientre bajo y banal. El placer en Epicuro es lo que no corresponde a la muerte y para algo existimos. En esta vida, ¿qué esperamos? ¿La oposición entre naturaleza y cultura, y entre vida y tra­ bajo debe tener todavía 19


su misteriosa irrealidad bajo esta técnica que transforma la superficie del sueño? No tuve vanos deseos y he puesto elegancia a mi cuerpo dominándolo estoicamente, procurándole un no dolor sin caer bajo el pasado. Permanecí amable y sencillo labrando tercamente estos versos. Maestro Epicuro, y también tú: Demócrito. ¿Oué he podido hacer si se me considera político y no escritor? ¿Si se ha tomado mis palabras como molotovs que un estudiante envuelto en su chalina viole­ ta lanza contra la inercia, y la insuficiencia, contra la esterilidad de este tiempo? ¿Si para todo el mundo soy un agitador haciéndose pasar por escritor? (¿Por qué no se considera mejor que el mejor poema, y no al revés, no es el peor panfleto, o que el mejor panfleto no superará nunca a este poema?). Abandona tus imágenes gastadas, multiplica tu creatividad por el cuadrado de la diferencia que te separa, y te relaciona, a una época terrible como ésta. Yo estaba frente al mar como un verso de Demócrito en los la­ bios y comprendí que todo este furor de olas revolviéndose en mis versos como una espada que ha deshecho la niebla son paisajes que una ideología ha develado mientras otra inmoral como rapiña se ha escandalizado con el cuerpo -su bienestar elimina a lo inmoral del comercio espantosoy lo persigue esclavizándolo a lenguajes que entrechocan como máquinas tristes y sombrías y yo invento entonces un nuevo lenguaje al encontrar este poco de verdad perdida en cada gesto, o seña que la historia olvida. Se acercará la gloria y no me encontrará en su sitio: estaré, como siempre, curvándome sobre esta página como sobre una flor que arranco para colocar en tus manos y la historia no espera: su transcurrir florece contra esta época como contra metáforas inapropiadas a su propia

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desesperación sin salida. El equilibrio está en contraponerse y su energía revuelve a lo que se voltea turbiamente contra mi propia belleza: todo esto son no sólo palabras ama­ bles como un presentador de TV y si busqué comparar estos sueños y verdades fue en la forma de esta realidad surgida en la diferencia entre lo que rechazamos impacientemente i y lo que asombrosamente ha sido develado en la locura de verbalizar nuestra muy discretísima verdad nos lleva sobreponer el canto a la estupidez de la época, a cantar que la época reprime nuestro canto. IV El empirista y el pragmatista dirán que un poema sale extraño si el azufre es la carne de todos los días. Que un poema, si el papel que se emplea no es mucho, no tiene más versos que una dulce pérdida de tiempo y que la tinta, si escasa, sobra donde no sobra este poema. Un buen poema se escribe en lo que puede durar fumarse una cajetilla de cigarrillos y esto sería lo que cuesta un buen poema que un empirista no se atrevió siquiera a so­ ñar el poema que lo describe inactivo y cansado. Pero un empirista no sabe cuánta dificultad es sufrir y qué es contemplar el corazón de una flor que acaricia este coro de pétalos, besar los senos inapreciables de una muchacha que al alejarse quedó como una luz para siempre en este poema. V Al trasfundir este sueño a mis palabras brotó distinto lo real que era sombrío. Lo real en el lenguaje había muerto y la metáfora yacía destrozada en el poema. El lenguaje como un mecanismo cuyo símbolo estaba muy lejos de nosotros se había vuelto moho, estupidez, inercia. ¿Dónde encontrar nuevamente

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a esta ansia de una felicidad misteriosa? Mucha extrañeza y ninguna verdad bajo toda esa retórica inservible. Tu cuerpo gruñó entonces como una flor bajo el furor de mis ojos. Como en todo lo agotado aquella vieja clase buscaba escandalizarse: la caída o el horror, conceptos sobre los que debía hundirse el retroceso de un estilo cuyo pasado se marchita aún bajo el florecer de mi poema. ¿Y en qué consistía el misterio de toda esta felicidad que existe en este cuerpo, esta mente, y el deseo que la profiere? Detrás del sueño como en el reflejo de un paisaje florecía otro mundo no menos translúcido que esta mente en plena actividad -metáfora y sueño del cuerpo que goza el otro cuerpo del espejo convexo y es reverso del mío en la belleza del verano. Este es el conocimiento que yo he obtenido en el mundo y tras los velos transparen­ tes de la belleza una verdad a la que hay que saber llegar como a tu propia mujer permanece fresca y esperándote. Y el que lodo deba sistematizarse es un problema que se resuel­ vo como poner un pistón en la máquina carnal, intuición de un instante apenas en el instante donde nada perece y lo que perece es rencor. A lo lejos los lentos movimientos del amor como el gesto que imiia animales gruñendosc en el pasto, • cuadrúpedos implumcs, o también aves, gatos como llores bajo la brisa eran convulsiones y un desborde de semen en la flor de los labios, senos, vientre, pubis se fundían al pasto de las sábanas, el ciclo de los ojos que yo contemplaba en el espejo: dos pinceladas como dos curvas ondulaban en la noche donde unos muslos dulcísimos se abrían y me engullían en la noche donde lo real era nuevamente cierto y fresa) como estas palabras ahora humedeciéndole labios y mcnic. 22


NATURALEZA DE UNA COMPOSICION DE VERANO I Desplegué al verano como una escena de Bertolucci para comprender tu época. Nada era cierto y todo -sentido, imaginación, análisis- era un pasado planteándose mucho menos iluminación, o futuro, que esa barbarie apolillada en la noche. Tu cuerpo era una flor, yo el cielo donde tus ojos dormían. Entonces desmonté el mecanismo interno de lo que ocurría para conocer lo que se había paralizado en tu ojo y después de haber acariciado tus muslos y pechos, bella muchacha, tratando de procrear belleza perdida en tus labios, todo este polen de una pasión insatisfecha, esta luz natural posándose dulcemente en la amapola de tu cuerpo como sobre este lecho atareado, estos discos y libros con Vivaldi y Rimsky-Korsakov, con Bcla Rartok, sueños y suplementos literarios revelándome algo de las flores de Pushkin -una violenta foto-síntesis vuelca su llanto en mi composición: este haberme hundido en la noche para poder acariciar tus muslos fue conocer un horror que yo mantuve alejado de mí y toda urbe hiede a flora descompuesta, hartazgo, desmonte de imágenes arruinadas como muerte, o silencio. Enciendo la radio: el mundo se incrustra como una pesadilla en mi música y he cambiado el rotor, otra conclusión: no se puede ser tan poco ético como para no dejar a tu vida florecer conmigo y esta noche iremos al cine: un negro leopardo atrapa una flor y se la traga (¿se la traga?) montándola como a una holandesa tras el mostra­ dor donde íbamos a beber cerveza. Primero fue un negro poderoso leopardo 23


y cuando se enconlró contigo salió una llamarada rosa -tú arañabas mis lomos, colcha verde como pasto- antes que la lla­ marada, hambre en la noche, mordiera a tus labios y el orgasmo estremeciera tu cuerpo. ¿Desde cuándo es un delito enamorar al amor, compartir la misma belleza, mantener una vida terriblemente pura como es­ carcha en pétalos abriéndose en tus brazos? Llegó la hora de plantear este nuevo proyecto. Años en que una nueva visión ha ido imponiéndose, otro furor, esta bella sensibilidad abarcando a esta época como un dulce cuerpo -bello leopardo agazapadoen nuestros párpados y he tenido que darte todo lo poco o mucho de belleza -estas páginas esta dignidad- en estos besos dulces como uvas maduras, una caricia sobre tus muslos donde mi eficacia revienta como un mar y esta época -una época terrible para mí y mis palabras tratando de acariciarte contra la noche a pocos kilómetros del alba- es menos propicia a la belleza que todo lo que abandonamos por ponerla a nuestro alcance. Todo es nada en un tiempo considerado deleznable y la urbe hiede a flora descompuesta, esta tarde el brillo del mar tiene el mismo peso de un inatrapablc poema que soñamos, planteamos, y aun nos limpiamos en él: el concepto de perfección son estas flores extrañas como amantes en una calle, flor de un poema sobre esta mesa de trabajo. Critica todo lo que no se adecúe a la verdad y evita confundir acontecer y verdad: el mundo puede cambiar pero no concluir como una película. Un tiempo preciso como un sueño ha de volverse amor o cuerpo o no es un tiempo -ni mi tiempo y todos estos matices has tenido que ir deshojándolos como pétalos en ti mismo porque la realidad cambia a vcccs menos que en el fondo del poema donde toda vida se agita y estas luces: proyecciones de tus versos como un mar bajo la luna, son el estilo a que he sido conde­ nado por el propio maridaje de entendimiento y sentimiento.

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Un tema entonces tiene no sólo exclusivamente palabras, o palabras cruzadas en un sueño. El hombre que acaricia a su mujer en el fondo de la noche es también motivo para un arte tan natural como la primavera que ha llegado, y yo anclo en tus ojos. II He vuelto a escuchar música y te construyo mi poema: música existió siempre pero no este aparato donde Chopin se ha ido despertando lentamente. Esa es la diferencia entre una época que concluye (terminaré esto y nos largamos al mar) y otra, que sin termi­ nar de empezar, se derrumba. Entre la edad medieval y esta espléndida sordidez -cada quien posee sus programas favoritos- cambiamos a Chopin y no la programación de lo sórdido: no se puede decir aún que hayamos aprendido historia del arte fabricando juguetes a nuestros niños y el modo como una sordidez -desajuste entre electrónica y cultura- queda hecha silencio, conmiseración, o pasado se asemeja a un cambio de canal pero no es todavía vida real como una muchacha esperándote en una esquina en Leal, un bar en penumbras a un costado de un hotel de Apurímac donde el amor cortés no será descontrol pero parece un buen muchacho formal y tranquilo haciéndote leer nerviosamen­ te estos versos que amas bajo toda esta desesperación encendida bajo una lámpara donde tú dulcemente me muestras tus pechos y eres belleza ejemplar en un mundo todavía irreal. El poema que no ha sido escrito rabiosamente permanece ilegible a sensibilidad y talento. Salir y volver a tu cuerpo como a un parque en la noche es saluda­ ble como contemplar esta luna suspendiéndose en la niebla lejana y todo lo que huela a ciudad tiene tantos paisajes como capas de pintura se han superpuesto a frescos de Iglesia

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y este vuelo ha quedado delineado como un ángel: arrabales como plantas de hierro, turbinas devorándome en un atardecer dorado al pascar con fondo de chimeneas rojas soñando estos versos, estas muchedumbres como reflexiones se despiertan en nuestros ojos al acariciarnos dulcemente en una calle apurada. Volver de la calle refrescado y con sensaciones frescas como una fruta permite una comprensión interna ahora que todo lo he ordenado para acometer este oficio, este lento ocio de palabras vulgares y hermosas que tienen un sabor a ciruela en los labios como la vida y las llores silvestres, esta sábila y mis llores de yanten que podo y he decorado como un Ikebana en una ciudad donde el viento y la luz son una metáfora extrañamente destructiva en este terrible desequilibrio de nuestro tiempo. Y el arte como un sueño -máquina de belleza- no diluye sino un pasado lentamente consumiéndose en tus ojos: memoria y experiencia me acompañan como trenes halados por esta lucidez -mil caballos de fuerza- en busca siempre de un pasto mejor, una lluvia fructífera como este pensamiento y las llores en la yerba pulida son el arte de escribir que ha durado tanto como el mundo y puede no durar el arte -puede incluso el artista durar menos que su artepero dura más que un mundo su escritura antepuesta a lo que no perdura sino como cambio de luz en la mirada: esta página donde Chopin es aún un programa romántico como sentir la frescura de la noche luego que apago la radio y mis manos buscan acariciar lentamente tus muslos. III Tú, tan perfectamente pronunciable como un sueño -malecón barrido por el viento y tus cabellos, palabras dul­ ces, un mirarse largamente a los ojos- posabas, manojo de trigo, tu tristeza en mis hombros. Te he acariciado luego

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que he escrito estos versos y tú eres ahora interlocución en la escena del poema. Sobre esta página llena de llores y belleza yo he trazado un tropo preciso como un cuerpo desnudándose y le comparé con el viento y la noche donde yo te leía versos de Ovidio. Te comparé con la noche, y con la lluvia, con la escarcha que brilla en las (lores mientras el taxi co­ rría enlrc Arenales ySalaverry, bajaba por Canevaro, daba una vuelta en octubre y la primavera llegaba como una postal con buenas noticias. El mar se agitaba tranquilo y azul, y para nosotros empezaba con un beso fresquísimo a las 10 de la mañana. Tu piel es sonrosada, y tus labios rojos como una ciruela. Allí tienes mi vida -dije: es el mar que pondrá locura y belleza, orden, furia, y prestancia a tu vida. Tú eres lambién ese mar, y este poema como algo de teología -no precisamente Bonhoeffer- en un tiempo deshecho como su economía destruye a la niebla, es un sol que destella en lus ojos. Todo lo hermoso no es más fuga/ que lo que perdura y lo que ha vuelto pasa y es menos real que una muchacha afe­ rrándose ahora contra mi pecho. El taxi dio una vuelta más en diciembre y luego descendió ha­ cia la plaza Unión. Entre una y otra vuelta el mundo había cambiado pero el sentido de belleza permanece: lú aún como una flor y yo como el cielo -vuelvo a cambiar la radiodonde tu belleza se ha desbordado en mi cuerpo.

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REQUIEM POR UN VIEJO PUNK SIN TALENTO takc now as i ani pulí me closc try and understand Patti Smith, Because Ote night I Me has pedido ahora que te enseñe a escribir. Tienes diez años más que yo, un cheque mensual de papá y los cabellos largos y sucios. No ha caído granizo en Lima, y no caerá, pero con los cambios climáticos -lina atmósfera sintcticasc puede prever brotar yerba en tu piel de cera. Tienes diez años más que yo y nada tras tus ojos vacíos. En el Mantaro el ciclo aún es tranquilo y límpido como cuerpo de muchacha que ha hecho el amor bajo esta lluvia de un sueño donde Nana Mouskouri era mi canción preferida. La noche en Colmena fue una borrachera para ti y un aprendizaje dulce y difícil como este cuaderno de Schubcrt donde tú te marchitas y yo lavo los trapos sucios de toda esta época. Todo lo que sean flores tiene silencio armonía cereza noble­ za en los ojos y tú has venido hasta aquí ' y no has osado inclinarte para replicar a mis antiguos pro­ fetas. No he sentido imaginación en tus manos -una lata de cerveza en el estómago nunca fue (ahora lo sabes ya) una inspiración cuidadosa y tu Impala azul & plateado no pudo ser más poderoso que estas circunvoluciones de mi cerebro finalmente atrapándote contra mí y los antiguos profetas. Y no has contribuido a tu tiempo más porque el tiempo no se iluminó en tus ojos que porque no escribiste tan bien -tu justificarte absurda­ mente y el absurdo es, vuelve a saberlo, prevaricador- como lo que has hecho pési-

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mámente, ineptamente (y sin ningún amor por Rimbaud). Demasiado poco intelecto en tus músculos cultivados y el acceso de profunda tranquilidad que sostiene a toda crea­ ción compulsiva no floreció en ti y por esto tu energía se pierde, pura chatarra gris en el trasfondo de tu cerebro agotado. Y yo te comprendo, yo he de enseñarte cómo se predestina a la noche de este mundo incierto y perdido. ¿Por qué no has dedicado tu vida a algo menos profundo y sencillo? Querer hacer muchas cosas es no hacer cosa ninguna. Ya te he visto paletear en la tarde y observando tu poca delicadeza al champear tu lienzo cuya perspectiva me alejaba de ti para acercarme a lo bello puedo aconsejar a tus manos apartarse de mis flores. Te he visto desgañilarte además mordiendo flautas metálicas. ¿Qué más luz para saber que esta luz, esta música florida y abrupta, este durazno, esta sensación intranquila y todo es­ to es sentimiento ordenado, grosellas brotando una noche de amor? Necesitas mucha cerveza, o vino, o champagne helado para apenas poder perder la conciencia de un mundo que no pu­ diste ni podrás ya labrar en tus manos. Y tienes diez años más que yo, un cheque mensual de papá, y los cabellos largos y sucios. Un atardecer te presentaste ante mí. Te acompañaba otro como tú imbécil y ruin, mucho bíceps y ninguna intrepidez en tu vida íntima y sin com­ plicidad con esta belleza aún mirándote chapolear fango contra mi vida que aún se desesperaba por ti, que aún se desespera por ti.

II desire is hunger is the firc i Breathe Patti Smith, op. cit. Ahora hemos ¡do lentamente bajando

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por esta calle de los charangos azules. ¿Qué he podido decirte aún sobre mí y sobre mi poesía sin no poder decirte, además, que ha basta­ do que ignores la belleza por donde vamos para que hayas vuelto a ignorarte a ti mismo, y lo que buscas no es sabiduría sino iniquidad? Yo he tenido cuántos amores cuyas manos he di­ rigido como otros dirigen sus automóviles en forma de bala, sus camionetas bestiales como este tiempo: un librilo de cuen­ tos no necesita estar bien o mal escrito para ser gustado en la noche pero la trama -que se repite, sin orden y sin pureza- me espanta como la truculencia: una fiesta, y unos muertos, un final tan consabido como toda película de horror. Ninguna delicada sinceridad tuviste para conmigo y sin embargo yo aún he permanecido como una flor negándose a abandonarle aquí solo con tu casaca de plástico, sandalias y pezuñas malolientes, tu aire de algarrobo lleno de arañas y sierpes y niebla del norte. Mira este ciclo que se despeja azul fresco como los ojos profun­ dos de una muchacha y ámala dulcemente, dulcemente -luego, escribe o retrátamela -dulcemente, dulcemente- como azucenas en el florero de mi deseo. Y no porque no encuentres amor al poder en mí vas a decirme que yo le he guslado más que un clásico griego y este tiempo, esta luz son un reinado que Píndaro no coloca en tus labios. En tu haber querido pasarme la mano -que fue tan ruin como ha­ ber tratado de pensar por mí- se nota que bien mereces este y muchísimos otros inextinguibles poemas. Sa va bien ? Non sa va, el tu est loin de la virtú. Al venir hasta aquí te has confundido: yo soy mi abogado y mi defensor intachable, este bellísimo trabajo cuya escritura no se improvisa como cualquier consejo de Minis­ tros florece para ti y para todos.

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Tu est loin de la virtú y tu ne pas esl le mal. Apárialc entonces de mí pequeña rama torcida y búscale olro maestro que busque lener discípulos sin tálenlo porque aquel cappo que buscas (ese es tu sueño) no soy yo que apenas he podido darte este poco de calma, esla música, un poco de sabiduría paseándote aquí y allá por eslas calles azules, los algarrobos lloridos, y rectos. III love is a banquet on wich wc leed Patli Smilh, lbídem. ¿Sin haber tenido silencio, luz y murmullo, cómo y qué vas a escribir? Fuiste demasiado poco osado en tu vida como para no haber tenido el cuidado en no escribir algo real­ mente hermoso, esta poesía que vuela aún perfectamente como un avión sobre la noche. Poca explicación liene el argumento, la irama, el lema inoclusivo si no te has podido convulsionar con lo que no has sufrido y tampoco en tus labios la yerba ha sido niebla deshecha, pélalos de luces. Mira que la noche avanza. Mira que sin noche aún más oscura ha sido imposible descender hasta la aurora que rueda como todo -no como tu Impala azul <&dorado- en este mundo. No porque me has visto aquí más silencioso que un gorrioncillo prendido a una ventana creas que mi silencio es la compostura de una perfección conseguida con una vulgar borrachera. No bebo sino para los grandes días. Y me he preparado. Resistir es enfrentarse contigo, recha/ar a esta estupidez in­ sinuada tan incoherentemente como una carrocería absurda. El sonido que se desprende en tus instrumentos eléctricos no se compara con la belleza de mi menle: ese es tu error y la larga preparación que anlcccde a la belleza no puede ser confusión preterida en una improvisación cualquiera. Si necesitas inslrumentos, lécnica, argumento: lú mismo

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serás lo que no has poseído y suavemente la melodía vendrá como primavera a tus labios amargos. Has perdido tu adolescencia y estás muy lejos de la adultez. El pelo largo y sucio, tu dura flauta descuidada dibujan mejor que tu hastío lo que no pudiste hacer hasta aho­ ra. ¿Y qué puedo hacer ya por ti? Déjame observar cómo has movido tu cuerpo en todo este tiempo: tus maneras, tu tema, tu avasallarme -eso que has creído avasa­ llar en un poeta irremediable como el verano- hablan por ti más que tú por ti mismo y esto es la base, el impulso primero de una impostergable emoción. Necesitas más amistad y yo estoy aquí para hacerte recordar que amistad es una verdad compartida, no un propósito inarmónico sin un sueño común. Si porque encuentras que no estoy más en mí que en estas flores que destruyes crees que me he recluido te equivocas: me distancio sólo para atraparte mejor. He amado y te he podido escupir (y no he querido), y he cantado y le he podido odiar (y no lo hice) pero te he recibido como a la peste para probar solamente que aún puedo desechar en mí lo que no eslá en mí evitar recibir. Tu envidia le ha liquidado. Y tu propia agresión. Tu burla. Sin dominarte, ¿cómo y qué vas a escribir: estas palabras no son una flor que yo pongo en tus manos? No descalzándole ante estos viejos profetas has probado -para mayor gloria no de T.S. Eliot sino del Eclesiastés- que el camino de vuelta es tu estupidez que yo he rechazado y allí está la salida: lárgate entonces como excrecencias de todo esle tiempo e higienizarse es también enseñar a soñar. Toqué entonces este hermoso Requiem por ti y yo hube de limpiarme una vez más en el mar, estas praderas con flores donde todo pervive y se obstina en sobrevivir a su oficio.

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MUCHACHOS DE FABRICA EN UN BAR I)E LOS BARRIOS ALTOS Engendra la lucidez un amor que el otoño aborrece. Estos son dominios terribles como adolescentes destrozando vidrieras. Prados de violencia de Barrios Altos donde todo es tranquilo como una larde perdida en un bar conversando cuestiones tras­ cendentales. Estos son mis dominios, saca la chaveta si puedes y clávala en el cielo con flores de estos versos. Un pobre matón amenaza destrozar el mundo de mis sueños. Saca la chavela pero no escondas el cuerpo, no escondas la risa ni tu máscara de plástico. No lengo más pasado que ocultar ni futuro por el que evilar sacarme esta casaca de cuero para poder defender mi derecho a leer la palma de tus manos. Estoy con una muchacha de cuerpo nervioso y muslos apurados. No le muevas -digo a mi chica que implora que no pierda mi tiempo con esc matón. En una época donde lodo es tiempo perdido, yerba dormida, apenas podemos no dedicarnos a cosas tan poco turbias como el amor. ' i Todo esto es realidad soñada y mi belleza diestramente virtuosa como un pincel me arroja sobre tu cuerpo para apretarlo a mis labios. ¿Quién sino lú podría amarme contra toda soledad? Allí donde yo he navegado con no más serena belleza que esta destreza encontrarás algo de mí: tu cuerpo por ejemplo que es mi riqueza, una flor muy triste en la primavera que se desborda en tus ojos. Y como ha sido mi vida -combatir a la poca intrepidez de esta época- ha sido mi obra, y lo que he recibido: muerte. ¿No llegué a conocer acaso que la muerte vestía ojos grisáceos, doble sonrisa, frente lenta como tranvía? No he tenido tan poca desesperación como para no haber hundi­ do al pasado en su noche podrida. Y la época declinaba terriblemente enceguecida como un mamotreto perdido.

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Hay que abandonar el invierno como bares maltrechos. Nada de esto tendría por qué importarme si mi vida, o la tuya, no hubiese sido una larga preparación en enfrentar el pasado. No tengo un domicilio hacia donde volver como a un reclinato­ rio de Iglesia a escribir estos pocos versos terribles como tus labios cuando se amargan. Y me dicc que la nochc es gris, la tristeza dulce como una brisa en un parque perdido. He tenido que llegar hasta aquí a buscar el fugaz hospedaje en el tiempo de lo que puede durar probar una cerveza. Nadie escuchó nunca El arte de la fuga de Bach en un bar. Sin piedad y lleno de cólera he ido trotando en el caballo de fuego de la noche de Cangallo sin poder terminar aún de guerrear con mi tiempo y la paz me ha sido negada. Sólo la muerte triunfa sobre mí. Sólo la muerte, y la nada. Mis madrugadas inextinguibles y perfectas teclean flores sacudiéndolas en su hastío pero esta gramática logró plantear la verdad que faltaba. No existe inconciente y el psicoanálisis es una derivación paranoica de la ciencia, un afianzarse a la inexistencia de la conciencia negada por el terror a vivir en una ciudad aún espantosa y cruel, esplendorosa maqueta de una comprensión que no llega y

lo que he definido del mundo traduce mi acción en la tranquilidad de lo que me ha contemplado. El mundo actúa sobre mí y en mí está el mundo: y el mundo es lo que yo determi­ no a través de este mundo. Toda concepción de bondad y maldad permanece aunque inmersa extraña al hombre concreto en un mundo de conceptos toda -belleza o no belleza es vanidad y lo que no es vanidad

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no puede tener lugar en el mundo. Así tu cuerpo que amo me evitará poseer soledad y nuestra propia belleza será comprendida como la suma de dos cuadrados en esta página. Yo soy la conciencia y.

mi inconciente está lejos de mí como un enemigo o garra agazapada y sin embargo lo que ha de florecer aquí es este libro estructurado como un concierto acerca de la lucidez inspirada = obra apenas en la vida de un estudiante imaginativo y activo /aquel loco muchacho científico, o un técnico en ciberné­ tica espiritual, la bio-magnetización en cuerpos juntándose para amarse bajo la luna ha reunido todas las formas posibles como un verdadero concierto en ideas y sentimientos, situaciones, pro­ yecciones de realidad sistemática en estructuras de expresividad significativa/ es una topología de la conciencia en si­ tuaciones tan extremas como desesperación o plenitud, belle­ za y tristeza, equilibrio y desequilibrio, tranquilidad o intranquilidad bajo toda esta serie de situaciones que refle­ jan al conocimiento de todas estas cosas. Reconociendo que el mundo es equilibrio entre cuerpo/mente/acción reconozco una luz que elimina la distancia entre mi yo y el mundo y esa luz soy yo cuando está con el mundo porque luz es todo lo que nombro y

todo lo que se deshace ante mí es aquello que no existe.

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Hoy es una larga tarde donde aparezco intranquilo como sobre un arisco caballo, lleno de flores que arrojo en tus pechos calientes. Y tú que me has sentido tierno prefieres no verme encoleriza­ do como un sable en la noche: ¿has llegado a entender lo que quiero decir cuando digo que no existe inconciente? Todavía no se acostumbran a ver una mujer sentada en un bar igual que en la anquilosada retórica -m uerte y escarnio contra mí- no aparece aún el obrero que come su pan con relleno adornado con rodajas de camote frito como frescas lechugas con rocío. No hay lechugas, y el salario no alcanza: sólo eso y un buen jarro de aluminio con un litro de café hirviendo, humeando esta mañana en el parque antes de entrar a la fábrica. T ard e lunar" "carne prístina" "noche augusta" -dice tan poco del presente como del nivel mental preferido: un buen ejemplo para no pensar a través de ningún lenguaje sin vida. Tú puedes ser una puta en este bar donde tu blusa desabrocha­ da es todavía demasiada atracción para gente cuya conversación no diferencia deseo y escote abierto en una estación calurosa. Pero es mejor eso a ser una triste Colombina. Ya nos iremos de aquí pero no antes que el matón deje de armarnos pelea. Te ofrezco sólo emociones verdaderas como un buen trago en la garganta. Por eso estamos aquí y es mucho más romántico que ninguna película sin pensamiento, acción, y belleza. El antiguo combate entre cielo e infierno es un mecanismo de preservación de lo mejor de la vida. Y se desarrolla en este mundo como en cualquier buen poema que tengas para leer en tardes como ésta -te doy la flor de mi corazón desgarrado en tus labios- cuando sientas ganas de purificar tu vida. Si no desechas lo peor -dejar que el mundo piense por ti trae torpeza y abulia- no tendrás elegancia al moverte ni fuerza para creer en ti misma. Te habla un viejo puma montés -recuérdalo cariño recuérdalo.

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El infierno es una bóveda con plata, y oro, y dinero arrancado a la gente. Y el cielo no será ninguna pésima pelí­ cula absurda pero luego de hacer el amor tus ojos brillan, y eso es cielo. Yo soy la conciencia y.

mi inconciente no duerme como aquel horrible retórico gastando su olvido como una tinaja con pus. En la lucha entre conciencia c inconciente pierde quien se desposesiona del in­ conciente y quien se posesiona de la conciencia no es la con ciencia: es el propio inconciente. El inconciente es la fuer­ za natural y la conciencia es lo designado como sobrenatural por lo natural: de este modo la autoconcicncia es fuerza uni­ da al criterio y lo perdurable es la acción, lo que determina el cambio y

sus nuevas relaciones. Meterse a un hotel pero no al verano desagrada al cuerpo, y a la naturaleza. Al saltar del lecho uno debe saber elegir el bar donde arrojará el nada insustancial comentario de su pasión: aquella moledora de tus muslos desmenuzaba mi cuerpo hasta ser solamente una flor en tus labios probados tan furiosamente como una cerveza. Tú diras que sé removerme en ti como en un verano. Y me mirarás entrecerrando un párpado. ¿Por qué habremos de hacerlo siempre en el mismo lugar, la misma pose, incluso la misma mierda de vocabulario como "caricias de seda"? Atracarás que acierto llamándote puta. Tus pechos son pechos dulcísimos como peras de agua -eso es

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una imagen por ejemplo. Una metáfora es un legado feudal, será inútil seguir rebuscan­ do mis palabras para encontrar una como un rulcro que colocar en tus cabellos dormidos. Tienes cabellos de hidra: mi amor, y todos te miran. ¿En esta metáfora qué puede pesar más: denotación -cabellos e hidra-, o connotación -te miran como a una hidra? Una puta es mejor como cuando tu cuerpo apretado a mí se estremece lentamente al sentir el orgasmo entonces vislumbro mejor el tiempo que fluye en tus párpados. Y me veo a mí mismo cabalgar contra algo que está a mis espal­ das sintiéndome música pero no tan desafinada como la que sale de la rocola. Trato de no perder el sentido de belleza perdido en estos años. Y esc es el resplandor que condujo tu volar hacia mí como a una lámpara encendida toda la noche. Alzo el rostro y te contemplo como un residuo de métrica sobre el que salta la poesía -una cierta alianza entre el len­ guaje y su ser (como para un mejor dibujar tu cuerpo en la historia). ¿En el tras fondo en que el poema medita podrá hallarse lo que me angustia, y lo que me llevó a tus labios, el buen clima de la cólera y su no imposible belleza? Esta tarde es hermosa, y te digo flor de mi vida: te amo, o espérame como a la primavera donde muerdes ciruelas. Toda escritura es como un gran fresco mural con ángeles y demonios combatiéndose a medianoche y la página es una com­ putadora con líneas punteadas donde la belleza son estadísticas bajo puntos de vista y gráficos a color que puedan permitirme saber no sólo por qué el precio de una flor cualquiera -no nombremos flores dcscom puestasimpide que tú no hayas rodado dócilmente expuesta lejos de todo este mal gusto que nos rodea y he podido explicarme por qué me gusta más esta flor de tu

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vientre

y no, sencillamente, la palabra soledad. Si hay quantum y su energía es cuerpo aún dulce entonces su luz es vida engendrada en tu vientre antes de sa­ limos del lecho , pero no más antes que mi mirada se transformara en tu carne.

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ESTUDIOS SOBRE FLORES CON FAJAROS Y AMANECERES DE PRIMAVERA I Flores Te he visto igual a una traviesa cuchilla tratando de arrancarme del sueño. Mi loco pelo se llena de temor y te implora perdón. Otras margaritas se afcrran a mí y los crisantemos tiemblan cuando abren sus ojos en la noche. En un pétalo carnoso una gota de rocío rueda como un milagro en tus ojos y tu cuchilla, tu mano pro corrupta se acerca y me lleno de espanto, y para eso existo. ¿Vas a matarme a cometer un crimen de lesa-bondad para satisfacer tu insensata vanidad? (Pero la flor es trágica, y palidece exhalando su último aliento en los cabellos de una muchacha). II Pojaros Alcanzaré a sobrevolar todavía este verano y bajaré a picotear más granos. Saltaré en la rama, un leve golpe de piano, flauta intranquila en manos de la mañana. Un hacha estúpida como duende diabólico derrumbó mi sueño. Entre el bullicio del radio-a-transistor mi sonido saltará delicado como un sueño en los noticieros. Tú te encabritarás, verás un pechito rojo y alas negras revoloteando en el follaje verde y dorado de tus ojos. Atreviéndote a salir hasta la ventana y contemplar la vida que se mueve bajo tus párpados sabrás que mi existencia ha embellecido tus días. (Te has acercado un poco más a tu sueño, y el hombre que te coloca en su mira es la música que se desploma).

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III Amaneceres Abrislc tus ojos para recibir frescura. Cuando la noche es una flor pálida que abandonas, otra soledad comienza. Escribes frescura flor fresca piel cálida sobre el cuaderno donde arrojas tus sentimientos. Una bella cosa es tener la inteligencia fresca como una flor. ¿Tengo yo misterio y bondad que no puedas arrojar tú contra mí cuando mi rotar le coloca nuevamente ante mí? Sucede en una instante, y parecen horas cuando sucede al abrevar la flor nocturna en niis labios antes de palidecer ante el instamalic del ciclo. Despoja tu inercia y busca la perfección transformando el pasado en garra profunda como este mar verde o celeste -m anto turquesa donde palidecen estrellas como un verso, una clasificación astral tiene sus tonos rosados y chispas rojas al este, como un carburador encendido, este oleaje dorado entre lila y fuerza atormentadamentc dominada allá donde un mar acaricia mi yerba lentamente masticada bajo el deseo, esplendor revoloteando como pájaros entre rocas azules en el contrafuerte serrano y esto es tu mañana, tiempo travieso como un galo, toda la buena calidad de esle amanecer se depositó en lus ojos que escriben flor fresca piel cálida en el viento. (Tú has salido otra vez para el mundo, pero la flor en mi libro es una mañana donde yaces invitándo­ me a vomitar mi pureza). IV Mediodías Tú estás caminando en la calle, camisa abierta, y cnchompado. Caminas: allí hay vértices de grandes avenidas, edificios, autos, parques grandes, y perdidos. Un irozo de nada -un pañuelo- te recoge

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como a una hoja que cae en la nada y (oda tu biografía será esa caída. Entonces voltearemos la página y nuestra historia habrá florecido. ¿De dónde vienes, y a dónde vas? Mucho verdor es el mar en los ojos estas palabras una mariposa en tu piel. Puedes estar aquí o en un campo donde labras, por ejemplo, tu cansancio, un ruido de avión coloca tus manos como largas viseras sobre tus ojos y una cápsula plateada se hunde, a lo lejos, en el cielo. Gruesos postes telegráficos sostienen el trapo azul del cielo. Alzas o bajas la vista, pero el calor peí aísle: y este verano es agreste. Un paso hacia el este acortará tu sombra, uno al oeste te la alargará: corta o larga, tu sombra tiene menos consistencia que tu cuerpo. Gires donde gires tu sombra se proyectará en sentido contrario a tu visión y no la borrarán trapos ni la inexactitud de lo que no es tu hora. Has vuelto a levantar tus ojos y compruebas que el sol es un dulce coro de pétalos en tus cabellos, cuerpo inclinado desde el balcón al ciclo: hora del Angelus, y ¡Angelus! ¡Angelus! Mi cénit te ha mostrado el horizonte verdadero. (Pero la clepsidra una vez más dejó caer un sólo grano de arena, y el cénit que se pierde volverá a llenar de inteli­ gencia a tus ojos). V Atardeceres Se han desprendido hojas dulces que se levantan como faldas enseñando buenos muslos en el viento, tienes tus ojos soñadoramente clavados en mí y esta tarde tus cabellos se revuelven como turbias llores en mis labios. Soy tristeza o belleza, un sentimiento en tu vida. Quisieras envolverme como una túnica de frescor al cuerpo que acaricias: una dulce música son estos gorriones posándose en tus ojos, silencio ligeramente destrozado por el estampido de hojas que crujen bajo autos que arrancan. Todo esto es demasiado para ti, y muy poco

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cuando tú -grácil, y delicada- miras ¡mensamente este verdor dorándose bajo una fronda florida, y el mar, y está larde, y tus ojos se encuentran conmigo como con una muchacha que es|>era a su amor. Ah, qué música de hojas, o flaulas, o zampoñas serranas llegan hasla aquí y demoran aún mi partida, enamorándome como una muchacha. (Pero ahora se ha hecho lentamente noche, y millares de innumerables estrellas te miran sollozar quietamente en mis labios). VI Noches Más que un poco de yerba en las manos esla noche parece una no­ che posible: conversación entre la mente y su símbolo, un auto deslizándose siempre a la altura de la U. del Pacífico, una orquesta lejana. "Eres una tuerca, la perfecta tuerca que fallaba" -le permites agregar esla pequeña acotación sincera en lorno a la fanlasía insincera de una maravilla de mal profe­ sor persiguiéndome en sueños, dibujándome contra una pizarra como en un verso poco elegante, obligándome a ponerme como una estrella en el cielo. Fuera de toda esta inexplicable contigcncia la noche es la noche que eternamente ha rotado, flor húmeda en el tiempo, cualquier metáfora bella. (Pero a la mañana siguiente sólo quedan palabras, y el arte es nostalgia de lo pasado). VII Lagos Todos se alejan, se pierden, se van dejándome depositada en estas montañas con llores de mis labios, abrevan y se pierden como un gemido en la nochc. Un delicado pensamiento como un bote perdido boga lentamente en mí y escucho

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un rumor de cuerpos en los eucaliptos. ¿Palabras a la fugacidad de las cosas, gemidos de amor como ruedas a tracción, música a esta hora triste y perdida? Y el viento pasa, y no existe noche inexplicable y perdida. A esta hora mi quietud se estremece en tu alma. El amor chapoteando lentamente como una muchacha es un muchacho que jue­ ga con ella. Y un pescador solitario arroja su anzuelo y me arranca una trucha plateada que caracolea en el aire antes de caer en la brasa. El ganado abreva en mis labios y el viento me impele suavemente entre montes donde me agito. No soy una postal pero en mi dorso surcan palabras que se cruzan dulcemente quie­ nes se aman atravesándome con brazadas lentas y profundas. (Pero tu tranquilidad durará no tanto como aquella postal porque cuando despiertes una hidroeléctrica te habrá hecho bri­ llar en bombillas de cristal) VIII Máquinas Unir el agua con estos proyectos que brotan en la visión que el artista dibuja sobre un papel: un primer pla­ no inclinado, primera máquina como ruedas a tracción para llevar agua hasta tu cacerola que hierve con papas bajo la noche, o el hambre, fue un acto supremo de imaginación, supervivencia, y cultura: un juego de polcas como un nudo de corbatas, esta concepción de lo que al ir bajando sube es el ángel de lo aprendido y la marca que baja es energía elevada a turbinas que recogen la luz en espejos convexos y todo se ha modificado como un nuevo edificio: tú eres más tú, y más generoso, y humano. (Pero en todo este cambio sólo algo persiste,

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- ___ i.


el hombre que no cambia sino cuando tiene deseos de cambio es la satisfacción de su obra). IX Jinetes Paisaje: rocas, ciclo. Cabalgo (desde hace) un siglo. 1 Arriba: azul. Abajo: sueños como tranquilos trigales en tu falda. Apresuro el caballo: vuelo. Cielo que vuela: el valle cuelga como la luna en la noche de Cangallo. Los caballos taladran el cielo: ríos turbulentos. Pechos como colinas, cielo fresco -te amo. Resplandece (intacto) un bosque con retamas en un río. ¿Me apeo? -no. Recojo una flor al pasar, (y tú has soltado ahora el caballo, tu flor son estas manos modelando los pechos de tu muchacha).

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AGREGADO (SIN CORRECCION) A LOS ESTUDIOS DE POESIA: Estilo y gramática en la contemplación del mar. 1. Si busco una comparación del mar llevando a la composición una serie de texturas, pliegues, cavidades, cimas tan parecidos a un cuerpo humano: mar intenso y gramático, encuentro que la vida es un poco de lenguaje, la formulación de unos signos ya grabados del ayer & allí/está el VOLVER centro A del LEER problema: 2. ¿Cómo no acertar algunas metáforas del mar (y no decir/ la mar violeta ? ¿O decir que el mar (que fue un momento en ti) es sólo un estado espiritual — > una ideología? 3. ¿El mar de un poema acaso (densidad del perfume, color de la ola, alta y baja marea) no translucc también un cierto eco de historia? 4. Y el eco repercute frontal o lateral en ti — > pero repercute igual a una cachetada, un beso que complementa esa hipótesis de Horacio, Ovidio y complementa el mar de una oda futura.

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dulce

se envuelve en sí permisible

como una viajera solitaria que en un bar cualquiera acepta tu mirada y

es un mar áspero su cuerpo. 6. Pero el bello tempestuoso tierno mar tiene las cualidades de tu estilo, la . ¿ 4. C U XiU\. v*t

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AGREGADO (SIN CORRECCION) A LOS ESTUDIOS l)E POESIA: Estilo y destino del signo y la orquídea. 1. Esa flor que has mirado lan radiante en el aire límpido y azul de las rocas no es más que un sueño -un sueño de ti. Esa límpida flor (la flor de la orquídea) apenas es tu propia invención: tu doble. 2. Y sin embargo la cortaste, fresca en el alba aún con estrellas con golas de rocío. 3. Y la llevas contigo

(en lu memoria) perdida en la maleza de tu memoria.

4. Esa flor que a un amor convidaste en la forma de unas palabras es sin embargo menos importante que las palabras con que diste tu flor y quedaron sembradas en la memoria de tu muchacha. 5. Aquella flor de palabras (lu inevitable soledad y tierna melancolía) no fue menos dulce que la orquídea en los cabellos del amor. 6. Y la orquídea se marchitó se marchita en nosotros,

como todo

como todo se marchita en el cuerpo que trabaja y paga impuestos. La orquídea se marchitó: hojas secas, una sombra leve como el perfume que la envuelve.

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7. Ahora sólo tienes el perfume de aquel amor unas cuantas palabras como la orquídea que perdiste, los versos ansiosos que escribiste una tierna nochc de abril. 8. V no tienes más, no tienes más que el estilo de tus palabras.

II. Estilo y gramática en la orquídea. 1. ¿El sentido último

de una flor cualquiera (si acaso hay algo último) puede explicarse sin la presencia directa y tangible de la flor? 2. ¿Puede explicarse una flor sin ella misma? 3.

¿O puede explicarse ella sin el aire que transporta un poco de polen, sin el vuelo del picaflor que produce un movimiento

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del aire que transporta el polen, sin el polen que una abeja bebe, sin memoria genética, sin -tam bién- este verso? 4. ¿Una flor que brotó entre rocas se distingue en algo de una flor que brotó en la mano del jardinero? 5. Pero no hay sentido último que no se vuelva el sentido primero y tampoco hay sentido alguno en saber lo último sin saber primero lo primero, sin saber lo que constituye eso que habrá de pasar a ser olvido. 6. Esta orquídea que simboliza el amor no es el amor, bien lo sé. Pero esta orquídea ha llenado tu ausencia. Esta orquídea de tu vulva la he mascado en mi delirio, tiene el perfume ausente en mi destierro. 7. Lo que importa después de todo

(¿hay algo que importa?)

(ya lo entrevio Barthes) es demoler el clasicismo Romper la Economía de valores

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difícil, sí -pero hermoso. 8.

Una flor no puede explicarse sin la calidad del abono ni la observación minuciosa del que sembró la flor ni haber estudiado el mes de los vientos ni la posición de los astros en el firmamento: "el rastro del sol“ -m e dijo cuando niño un niño campesino: "el rastro del sol en el surco" y lo demostró abriendo la compuerta del agua donde el sol se ahogaba y cuando el agua pasó brillaba dorada una arenilla entre las piedras de la acequia sin agua, humedecida. Y no hay yerba mala porque la que se siega del borde de las acequias es forraje que alimenta a los animales de carga y las plantas del diablo (que brotan entre rocas) con hojas de espina sangran las encías pero limpian el estómago. El llantén es yerba mala si -¡miseria!alguien prefiere vender algodón pero en infusión es yerba que cura los granos, las mujeres lo usan en "baños de asiento" y rigen menstruo y embarazo con él. La sábila espanta al demonio de tu casa y su leche amarga pero limpia tus dientes. Bien sé que una flor no existe sin otras plantas ni el discurso como metáfora de cambio sin un cambio de metáfora. 9. Así la orquídea me importa ya que ha florecido

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en mi memoria

como un verso

un signo entre otros signos como un problema en mi lenguaje.

10.

Aquella orquídea del amor es bella sólo

si mi entendimiento puede excluirla de otras llores y el microscopio entra en su universo, analizándola, el microscopio de un método que pueda uniendo palabras colocarla entre tus dedos como la orquídea que no pude darte porque dinero no tenía. 11. Y sin saber si mi orquídea es flor de ojo o Ilor de olfato, te di la orquídea de mi corazón.

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SUITE DE UNA NOCHE EN EL PARQUE Te he invitado a lomar el fresco esta noche en el parque. El calor empuja a las parejas a echarse bajo postes eléctri­ cos sobre la yerba a montarse —uno frente al otro­ en banquitas de granito color rojo oscuro. El mar es ahora un tema contra el que un hombre acaricia a una mujer. Oh tristeza de otoño, rabia todo es duro... Sabes bien que matemáticas y literatura me han importado tan­ to como tus labios. No tengo trabajo y ayer arrojé el teléfono, un sueldo de 4000 billetes de a mil no es algo que logre apar­ tarme de ti. No tengo trabajo. Tú dices que admiras que yo no haya perdido ya con todo este sufrimiento las ganas de soñar. Limpiar la casa, barrer, ponerme a trapear, eso es lo que hago antes de ponerme a mecanografiar mis proyectos. Y la historia ha sido para mí que hul>c de rescatarte a tu pro­ pio silencio, y a tu andar perdida en la noche, a la tristeza en tus ojos, un cambio de energía colocada en tu mente mientras cabalgaba de tu lecho a este papel como una manzana que pruebas contemplando este parque, sabes ya cuál es mi concepto de una ciudad cuya fortaleza han sido estos versos. Y esto es lodo lo que ha marcado nuestra sensibilidad obligándonos a darle un adiós al pasado. Te he invitado a tomar el fresco esta noche en el parque. Ah mujer, compañera querida, yo estoy tal vez desolado como yerba de monte. No tengo trabajo, y llegó ya el tiempo de la bondad y el desamparo, la hora de pruebas difíciles como permanecer coherentes ante hechos incomprensibles, el tiempo de empaquetar las llores heladas del llanto y no olvides la experiencia adquirida,


no olvides las colchas tejidas lentamente las tardes de invierno, no olvides consultar el mapa astral, no olvides almacigar luz en el patio, no olvides la libreta con direcciones amigas, no olvides los viejos libros sagrados, no olvides a todos aquellos que nos dieron amistad y dulzura, no olvides a los intrépidos como nosotros, no olvides tu propio furor pero mantente bella y grácil, dulce y suave como hasta ahora. Todo esto que observas es un ferrocarril atravesando a la noche que cuelga como una casaca en tu hombro y el alba es un ángel cuyo destino se juega en nosotros. Ah mujer, compañera adorada, llegó ahora el tiempo de la soledad y el compromiso, el tiempo en que la vanidad es una mueca que apesadumbre a nuestra vida y es tan necesario precisar nuestro rumbo como hacer este acápite para abrir el ritual de los viejos libros sagrados. Allí leerás que el que da mal por bien no se apartará el mal de su casa. O como dijera Mahoma que si la montaña no viene a ti anda tú a la montaña. Besados serán los labios -dicen también los Proverbios- del que responde palabras rec­ tas. Y son muchas las cosas que uno aprende cuando se da paso a la cordura y se ha examinado minuciosamente a la vida. Estar en un parque es pensar, no cabizbajo, todo esto. Un no tener trabajo es no haber perdido el oficio. Apenas significa prepararse para acometer el destino final. Nuestro destino ha sido transportar belleza y ternura, cambiar nuestra soledad en flores que brotan en tu cuerpo y continuar estremeciéndonos por tratar de dejar atrás este tiempo para probar la sonrisa de la vida en parques donde muchachos emborrachándose cantan cosas picantes

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a los enamorados. Tampoco tienen trabajo y algunos estudian pero todos somos petalos de una cultura que sobriamente flore ce en nuestras páginas. No tendré trabajo pero sabes que este poema vale más que el sueldo que no deseé para ti.


MI CUCHILLO SE APRESTA A DESCUARTIZAR EL OTOÑO Cuando la caballería enrojece a la noche es verano. Tiempos turbulentos como leñadores montañeses se precipitan en el horizonte. Me he puesto una gorra de cobrador de tickets y vuelo en la noche como un tren agitándose sobre tu cuerpo. Ya no tiene antenas de grillo posadas en un cordón y ahora se desliza con suspensión aérea en los rieles. Postes, campos con bruma de tristeza pasan a toda velocidad. Y la mañana es una chaqueta roja abrigándonos contra el in­ vierno, el otoño un mundo anticuado echando humo gris bajo mis ruedas. Este avance altera la tristeza del tiempo. Me saco la gorra y los leñadores se aprestan a descuartizar el otoño. ¿Quién osará entrometerse conmigo? ¿El cielo que ha descargado su peso sobre mis hombros no es el mundo que yo sostengo? Mi corazón se enfebrece agitándose en tus labios y este mundo que pasa ante mí es soledad transformada en belleza. Una flor como una noche se pierde en el terrible pasado. Tengo miedo a la muerte, no a morir: el cuerpo que vuelve a la tierra es una flor perdida en tus manos. Una eternidad como un campo bajo la luna llorccc en mis labios y lo que he soñado sólo es una esquela de matrimonio bajo tu puerta y los muchachos que cantan, o aman, son flores como palabras que tus manos colocan en tus cabe­ llos húmedos y frescos. Mis palabras son esas flores y este viaje un arte por donde transita la vida agitada, el amor que te espera en un asiento de tren. Mi sangre se enciende como una rosa, o un caldero,

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y tú prepárale a recibir la mañana como una casaca abrigada en un invierno muy duro. Hemos viajado toda la noche. Soy feliz guiando vagones de yerba lejos del hastío donde la noche ha caído. No esperes escupir sangre en el blanco pañuelo en la próxima parada. Ni te refugies lejos de la belleza que solloza ante ti como una dulce flor apretando su pecho contra el tuyo. ¿Por qué te desesperas más de lo que buenamente has podido desesperarte? Estaré allí a la hora precisa y mi precisión será la flor que acaricies. Todo esto habrá de pasar como un sueño y un retrovisor donde noches silenciosas y tristes se alejan del parabrisas que avanza como un bólido busca un paño que limpie el polvo del viaje. El otoño como un pueblo fantasma va quedando atrás. Atrás el hielo de invierno. Nuestros viajeros desenpaquetan panes con tripas para alejar el hambre: cantan, o leen, contemplan el furor de paisajes por donde este tren se desliza cálidamente y en nuestra cabina de mando comprobamos el carburador reca lentado, el empuje de esta batería cuya bujía tiene ahora menos complejidad que mirar el mapa de ruta. El otoño se marchita como la noche a un lado del sueño. El tren es sólo una bella fuerza despejando a la niebla y más allá toda nostalgia es gris, todo cansancio un amanecer perdido en la niebla. A veces una cruz verdosa en un montón de tristes adobes,. o una llama en la noche, te indican que el destino quedó allí consumido como un cigarrillo pero las ruedas infatigables sólo han podido avanzar enfrentán dose a la tristeza como a una peligrosísima curva donde tú eres destreza y la noche no avanza más que el leñador de tus ojos ahora que mi cuchillo ha descuartizado al otoño.


SUITE PARA J.L. CUEVAS Marzo se abre como dalias de soledad en las calles. El viento fresco, un temblor de hojas me dicen que la rueda del cielo se ha movido una vez más en el aire haciendo girar brazos, palancas, industrias de un tiempo que fuimos dejando atrás. Asisto a este lento desplazamiento del mundo. Vectores, brújulas, sextantes ramo sables de pirata se están disponiendo a incendiar un trozo de historia. El papel que me ha correspondido es mañana, dejar una parte de mí en tus gráciles labios y seguir como un dulce guerrero desolando reinos extraños, tener por victoria esta horca donde ha de pender mi lengua morada, una mano compasiva que cierre suavemente mis ojos. No le he pedido un nicho, y no quiero un nicho. Un lampazo de yerba brotará mañana en mis huesos. Mi conciencia abarcó un instante, y ¿ese instante pleno como una gota de lluvia en los cabellos que arden pudo dejar constancia de mi quehacer en el mundo? (En el instante en que tú miras arriba abajo no existe y lo que existe es el mar donde tú has hundido lentamente tus ojos). Pero es marzo y yo estoy aquí sobre una noche de cualquier par­ te mirando cómo se desmoronan los viejos imperios, lodo lo que hice -y me cos­ tó lo que amé, mi vida- por destrozar a la noche se ha ido cumpliendo como una profecía maldita, pinceles que aún luchan por poner en el lienzo lo que en la vida está allí como una perfecta pedrada en el ojo de Polifcmo, siempre enceguecido, doblado como un Halcón derrocado ante mis versos ahora.

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EL ARTE DE LA POESIA Un viejo amigo perdido o aquel viejo motor sin gasolina son el horror- estos años, ruinas de un otoño- que volteas como una página inservible, tragada por tu belleza. El muchacho aparta su tristeza, continúa: el mar es dulcc- no el mar de folidol: tempestad y flores y la noche triste como un tráiler malogrado en otoño necesita una recompostura que ilumine sus ojos. Y el amigo perdido destroza sus labios, pierde aún lo que no había ganado. Escucha: la tempestad no agrede, te solloza apenas su dulce belleza revuelta: transfigurar en verdad -no apagues tu mente- el film gastado de una realidad deleznable desconoce lo antiguo pero renueva tus sueños y escribir tanto como un pequeño gramo de esencia de llores macerándose- delicado como un Chopin al clavicordio, gramo de uranio, 0 radium- bajo tus párpados aparta lo falso y la mediocridad, llamea- tu dulce poesía contra la muerte que embrutece- sobre rodajas de algodón remojadas en buen aceite ordinario, superpuestas sobre capas de sal con pétalos en un frasco sellado, papel de estraza como tu propio sueño, antiguas aplicaciones en el trasmundo de lo aún no pensado. El muchacho entra una vez más en su laboratorio como en las circunvoluciones de un sueño donde se aparece con libros, lápices, y fuego en las manos. 1Ah extraño demente, ciclo verde como una botella con productos eternos, y electro-magnéticos! Pared llena de afiches, fórmulas, anotaciones extrañas. El universo es una mesa de trabajo que mi pasión ilumina. Estas llores no son soledad y me encuentran aún encorvado sobre antiguos manuscritos donde la ciencia

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es mi conciencia, el bello furor una proporción que delinea toda razón. El camino es una sorpresa inagotable y larga como la vida, una belleza perdida si los trenes se agotan antes de encontrar su destino. ¡Ah extraño demente, la transformación del mundo embellece tu espíritu y tus papeles llenos de cosas incomprensibles -no duerme el cerebro, dices: pero sus llamas son tu cuerpote hacen mirar tu barrio como un viejo cuadro olvidado. Sobre un papel escribes: partir serenamente en la noche es un camino delineado (bajo esta laboriosa pereza) por lo que encontramos en noso­ tros mismos y ahora hemos movido a lo que dormía apenas como un ciruelo en botón en el fondo de esta época que vuelve a florecer como un tren con flores de Orff, y haber avanzado un poco más que todos no fue tan fácil como quedarse con los brazos cruzados ahora que sabes que tus trabajos van saliendo perfectamente explicables si lo que hubo de contraponerse una noche no dejó de ser este relevo de una llanta gris, y el paisaje que ves a lo lejos es la fuerza que tuve para llegar hasta ti.



ARGUMENTO DE ANGEL CON CASACA DE CUERO



CUADERNO DE VIAJE: PARIS 1978-1980 I Casitas, árboles, jardines bajo la niebla me anuncian que es­ te viaje llega a su fin. En el temblequear de un tren largo como anguila he salido al pasillo en que se apretujan como fardos oscuros hombres mayormente ya cerca de los 40. Y van pobremente vestidos, duermen o conversan tranquilamente sobre maletas, en cuclillas, fumando. ¿Qué harán después en París? ¿Tendrán una esposa que haya acudido a recibirlos como a una carta en poste restan­ te? ¿Un pasado que llevan como un morral colgado en el hombro? Largo ha sido este viaje -largo y agotador como toda asamblea agitada. Y París se anuncia en este ligero ajetreo -se guardan los ter­ mos, una mujer a mi lado se arregla el cabello, alguien tararea su canción favorita. Oh el París de tantos libros -sueños románticos y postales pa­ ra un recuerdo no tan incompatible como el monóxido. Trato de ser circunspecto, trato de no emocionarme demasiado ya que hay que arreglar ma­ letas, y pañales y biberones de la hija. Casi en un anochecer habíamos salido de Barcelona y el tren con brevísima paradas no se detuvo -en Port Bou chequearon displicentemente mis papeles- hasta ahora en que arrojo un cigarrillo en el piso y lo aplasto. A través de los cristales del pasillo vi poblados pasar lige­ ros como luces silenciosas y móviles, cascos de viejas ciudades envueltas en anuncios, un campo tenuemente iluminado por la luna -mi propia adolescencia correteando, gran pony rojo, bajo esta mente que todo lo ha analizado. Cojo dos o tres mochilas y ya estoy impaciente por saltar a tierra.

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II Mattinée & satori de un vuelo en París 6:25 de la mañana. Todo viajar implica más que un desplazamiento geográfico un asistir en nosotros mismos al trascurso de lo que somos: esto que se atisba más triste que el otoño en un tren -bosques y pinares como ca­ tedrales invitándonos a un momento de meditación, ciclo cuya profundidad se dibuja en nuestros ojos, ciudades que pasan luminosamente lejanas y sus paraderos con muchachos con guitarras bajo el brazo- no atrae más que lo que uno ha percibido en sí mismo- aquella violenta elegancia que te vuelve menos descontrolado que un viejo vecino compartiendo la misma banca, y quizá el mismo comentario ante un hecho cualquiera, necesariamente se con­ tradice con la proyección de tu luz y en esa contradicción surge, por lo demás, una lección que hay que saber asimilar. No la de un paisaje (los paisajes eu­ ropeos me han parecido menos agrestes, si esta fuera la palabra, que los nues­ tros) sino la de una respuesta que uno puede dar en un mundo al que se llega como un bárbaro. Fuera de toda ilusión misteriosamente exacerbada en cual­ quier viaje -ya geográfico, o por los caminos igualmente atractivos de la ima­ ginación: y pienso ahora en la emoción salvaje que sentí al leer Viaje sentimental de Sternc, o Un bárbaro en Asia de Michaux, que me han predis­ puesto en el primero una visión aventurera de Francia a la que he llegado sa­ biendo que estoy en la capital de un cierto y por cierto elegante intelecto- otra vez esta noción de capital la extraigo de un fascinante trabajo de Waltcr Ben­ jamín- y que en el otro he encontrado el espíritu de una sutileza en el análisis de otras culturas que yo, desde mi punto de vista, y sé que no soy más que un poeta salido a fornicar con el mundo, quisiera aplicar no a París sino a este tiempo caótico y en crisis que se siente en todas partes, incluyendo a la pro­ pia París (al decir incluyendo a París quiero decir que cualquier gran ciudad industrial, aunque sin la gran cultura francesa, puede darme ios elementos del proceso kalidoscópico que es la decadencia de este tiempo y naturalmente también de su ser capitalista)-, fuera de cualquier ilusión por otra parte no tan irreal como puede ser un estado de ánimo no queda más que una cierta/tal vez incierta confrontación con la noche. Mi noche era un cierto encanto embriagador -com o la poderosa luz que uno saca de sí mismo para alumbrar el camino de su viaje- y a las 6 de la mañana cuando el tren con una ligera sacudida de canguro se detuvo bajo la niebla de una Ciare perdida tuve que saltar al andén para con mi sensibilidad más que dispuesta, preparada a recibir una emoción intransferible desde el 66


punto desde donde yo podía contemplar las infinitesimales direcciones que irradia una mente fresca me enfrentaba también a un mundo desconocido pe­ ro amado. Era largo el andén -un brote de transmigración paralela de elec­ tricidad en un mundo regulado como un cronómetro atómico- y se perdía en la niebla deslizándose como una curva muy suave hacia el ser mismo del infi­ nito que es su propia velocidad a su vez que una gran cantidad de rieles se di­ rigían milimétricamente -com o un tejido de mallas de alambres con intensidades diversas- transportando sus cargas azules en las direcciones que sus proyectistas trazaron. Al frente se apiñaba un gentío que llameaba, son­ reía, alzaba sus brazos -saludándose como si no se hubiesen visto en muchos años- indicando que allí se esperaba a la persona amada: lodos envueltos en sus abrigos bien abotonados y enchalinados -aquel mes de diciembre estaba helado y hermoso- bajo el aliento transformándose en flores de niebla sobre los labios. No habíamos -viajaba con Carmen y mi hija- enviado un solo tele­ grama o una inesperada carta a nadie de nuestros amigos, aunque habíamos quedado con otros amigos de Barcelona en encontrarnos aquí para las navi­ dades como sucedió luego con nuestras conversaciones salpicadas con vino tinto y muv buenos platos peruanos (todo muy digna y muy hermosamente ce­ lebrado como la cariñosa familia que allí éramos entre amigos o enemigos li­ terarios: se podía estar en desacuerdo sobre cosas circunstanciales -una po­ sición de ilusión como cualquier otra- pero nos necesitábamos el uno y el otro en una ciudad tan grande y tan misteriosa como París). No esperaba pues a nadie entre la gente que se amontonaba allá en el fon­ do de los terraplenes de concreto y aluminio cronometrado y me encontraba pensando en la sorpresa que sería mi aparición en la casa de la poesía -años después pasaría a ser denominada por algunos poetas como "Pueblo Joven MandeT- como entonces se le llamaba a este conjunto de chambres arriba, que volaba en el cielo parisino, donde habitaban y trabajaban si no buena par­ te casi todos entre mis más alocados amigos en otros años compañeros en los bares y las noches de Lima. Coger una carretilla de fierro azul o naranja fue lo primero que hice para colocar allí nuestras cosas y llevarlas hasta el hall. Carmen llevaba la bebe y yo la cargaba también. Atravesamos el hall y desde ese momento no supe sino que París era una cosa muy distinta de todo lo que yo había conocido hasta entonces. Al salir -un viento helado acariciaba dul­ cemente mi rostro- nos encontramos con una ciudad que se despertaba en el azul brumoso de la madrugada: sobre el aparcadero enfilaban una serie de ta­ xis tranquilos esperando a sus pasajeros. Puse las maletas sobre la acera, car­ gué con la bebe mientras Carmen era abordada por un taxista que se creyó encontrar a una mujer solitaria: por detrás de los cabellos de mi mujer asomé mi rostro que se enfrentó, amablemente, -esbocé una ligera sonrisa y endu­ recí mis párpados-, con el rostro del tipo: éste cuando se encontró con la mía cambió de cara, no dijo nada y dio media vuelta y se marchó, sin ningún pasa­ jero, en su auto: -ajá- me dije para mí mientras depositaba en los brazos de 67


Carmen a mi hija y, haciendo una seña con la mano, paré un taxi. Dije la di­ rección buscada -en realidad, como no sabía ni jota de francés, enseñé la en­ voltura de un paquete de cigarrillos en el que había escrito la dirección a la que quería ir:.33, Av. Georges M andel- y el taxista, un hombre grueso y de buena salud, con las mejillas coloradas y esta saludable jovialidad que tienen las personas que trabajan desde muy temprano, enrumbó su auto en la direc­ ción señalada. (Fue una de las dos o tres veces que usé un taxi en París, aun­ que no dejé tampoco de montar en auto con algunos amigos franceses cuando fue necesario, y en mis posteriores salidas a otros países ya supe cuál era mi Metro y mi dirección, casi siempre con cambio en Trocadcro). Nos sentimos reconfortados en el auto y dispuestos a saber cómo podía sentirse uno un poe­ ta perdido y alocado en París. París estaba envuelta, a esa hora temprana en que la madrugada le guiña un ojo a la mañana, en una niebla espesa, una gasa de humedad brumosa por entre la que hermosamente fogoneaban las luces de postes y casas adorables. Todo era hermoso y se me ocurría estar deslizándome por una ciudad irreal y era este tal vez su mejor adjetivo: irreal, algo nunca tan hermosamente es­ perado -siquiera, ni en mis ensoñaciones con el París de La edad de la razón, que leía tan hambrientamente en mis años de escolaridad turbulenta, aquella en que a los quince te has enamorado y ya tienes un poema en las manos- co­ mo lo que ahora tenía ante mí a esta hora, con sus edificios parecidos a una obra de arte vagamente desdibujados por la neblina precipitándose hacia el húmedo parabrisas y las ventanas laterales mientras yo mantenía mi respira­ ción en esc estado de espera impaciente, que es la prefiguración de la perfec­ ta emoción, para encontrarme con los amigos que aquí vivían como en un Paraíso. Todo era terriblemente bello y alucinante y el paso por lo que des­ pués supe se llama Point de Alexander III (que te lleva directo hasta un Pushkin y un bolchevique sacando al zar de la historia) ha sido uno de los más impresionantes momentos de mi encuentro con Europa -sus esculturas abul­ tadas, con una dulce sensación de movimiento, su diseño suavemente neo-barroco y su arco ligero y levemente trazado en el aire, aunque con gruesas co­ lumnas en forma de portales como un acueducto romano, exquisitamente labradas, que se hunden en la neblina que se desprende o se desliza sobre el lomo verdoso del Sena- y volver a poseer esta emoción va a ser casi imposi­ ble, si no fuera porque volver a intentarlo significarían otras circunstancias y así como se dice que el hombre lo es su emoción es su circunstancia también. El auto no sé si se deslizaba rápida o lentamente -esta velocidad me era por el Point de Alexander III absolutamente desconocida y yo allí estaba muy le­ jos del auto: era un poco el agua tranquila del Sena y un arco de piedra en el agua dormida, o esta vegetación desplegándose como una lucidez poco im­ precisa, este arte de una arquitectura -toda esta ciudad por la que iba pasan­ do como una cámara filmadora- hecha con un gusto imposible de nombrar a quienes aparentan tener ojos pero con unos ojos incapaces lo mismo de ver

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en sí mismos que lejos de sí y por todo el mundo por donde han podido rodar y todavía quizá más incapaces para nombrar con la precisión que se requiere esta consistencia (ello no obstante tampoco obvia un punto de vista) de una arquitectura concebida como un bloque de belleza, tan perfectamente labra­ da como relieves chavisnescos o griegos, aunque lo que en esto se me imponía era su geometría total, y yo era no solamente un instante que partía de mí co­ mo esta trigonometría de belleza elaborada en mi vista sino también una vi­ sión de aquel transcurrir de cosas vertiginosamente convulsionando mi tranquilidad de muchacho peruano y amable, poeta en un auto apuntando ya esto en las tranquilas páginas de su mente. Sin embargo el auto avanzaba, frenaba incluso ante los semáforos y esqui­ nas desiertas, volvía a arrancar: llegó o atravesó, dobló a buen trote por esta amplísima plaza de Trocadero -hermosa luego de que habíamos distinguido perdida en la niebla a la Tour Eiffel, un símbolo de París tan conocido por el mundo de las películas y las postales que nos enviaban nuestros amigos, y nos habíamos acercado rápidamente hacia ella para sobrepasarla luego en una bellísima curva y desembocar inmediatamente en lo que con los años me sería tan conocido como un poema de Apollinaire, en esa plaza tan ajetreada de Trocadero- y se enfrentó casi como de improviso a Mandcl, impactante por sti alta sobriedad, por su volumen de líneas y planos y ángulos monumentales, una avenida de doble tránsito dividida en el centro por una ancha vereda, que sirve incluso de parqueo para los.autos, y con sus jardines de rosas tembloro­ sas que brotan a los costados entre enrejados llenos de blancos claveles aferrándose a las manos de algún transeúnte romántico y sin prisa, sus vere­ das con sus bancas sencillísimas como frondosos castaños y las grandes entra­ das a cada inmensa e impenetrable mansión de Mandel (en sus apartamentos vivían artistas que habíamos visto en muchas películas: María Callas, Catherine Dencuve, Briggittc Bardot, entre muchas otras actrices, caminaban por allí así como algunos altísimos personajes que eran obispos de la Iglesia y de la banca). Gcorges Mandel tiene una longitud de unos cuatrocientos metros y se encuentra cruzada por algunas transversales como rué Cortambert, rué du Champs, rué de la Pompée, y concluye finalmente en la transversal Víctor Hu­ go, a partir de la cual la avenida que se prolonga loma el nombre de Hcnri Martin, la que desemboca directamente -Iras cruzar una gasolinera y un her­ moso by-pass de líneas aerodinámicas- en estos kilométricos y terribles par­ ques naturales que son el Bois de Bolougnc. En los triángulos, circunferencias y elípticas que conforman la place du Trocadero, la avenida Georges Mandel -nosotros nos fuimos a vivir en una paralela al oeste de Mandel, rué de la Tour, esquina con rué Delacroix, en un cuarlito lindo y tranquilo- y el Bois de Bolougnc situé mi campo de operacio­ nes poéticas durante algunos pocos pero tormentosos años creativos: allí fui feliz y allí me desesperé, allí me emborraché y allí amé, odié lo falso, combatí lo inerte, y me sacudió esta nostalgia de mi patria lejana. Conocer París para 69


poder enrostrar en la burguesía de mi país que sus modales no existen y que están en cuanto a comportamiento absolutamente fuera de foco -en realidad huachafería pura y del peor gusto- comparados con lo que es París como ci­ vilidad, desde donde se irradia la lógica exquisita del pensamiento occidental en nuestro tiempo, es algo que me va a enorgullecer todavía por mucho tiem­ po y que me coloca en un dominio superior respecto de la clase que, económi­ camente, ejerce su explotación tanto como su opresión síquica sobre mí quizá m is como hombre que como artista pues aunque el artista es un hombre su arte es una forma de liberación humana y una conciencia y una praxis. Mandel iba a ser momentáneamente por decisión nuestra nuestro bellísimo teatro de operaciones, nuestro agitado laboratorio, nuestro laborioso gabinete de trabajo, y nuestro mundo, y a Mandcl llegué aquel amanecer de diciembre pa­ ra ver primeramente a mis amigos -a quienes es verdad que no veía en muchísi­ mos años- y para realizar por mi cuenta algunos estudios literarios, si interesantes c importantes no es lo que me interesa más que este propio gus­ to de haberlos realizado. Descender de aquel auto, colocar las maletas en el suelo, una vez que hu­ bimos de pasar la gruesa puerta de hierro chirriante, preguntar a una conser­ je bastante fortachona, que hedía a vino tinto, por la habitación de uno de nuestros amigos y recibir la indicación de que vivía en el sexto piso -sus ma­ nos, en el patio interior empedrado, helado, me indicaron que por aquella puerta crema con locctas limpiamente enceradas bajo una alfombra, gruesa y roja, seccionada por tubitos dorados, que la fijaban al piso, no debía penetrar, sino por esta otra, ligeramente al costado, como escondida, con sus marcos sucios, y sus grandes cilindros de basura, y una apretada y oscura escalera de caracol empinado, con sus pesados escalones de madera, sus colillas no reco­ gidas y sus papeles y su olor maloliente como a orines y a guardado, su oscu­ ridad- ya me pusieron sobre el hecho real, aunque una larga carta previa cuan­ do estaba yo aún en Lima me había más o menos prevenido, de cómo vivían mis amigos y cuál iba a ser mi vida, lo cual no me importaba en absoluto com­ parando a esto con la profunda alegría que es la concepción y la creación, pro­ ducidas siempre como una turbulenta iluminación ante cualquier tipo de adversidad y por esto es precisamente por lo que el mundo ama la literatura, su poesía. Eran las 7 menos diez, como se dice allí, o 10 para las siete, el sol despe jaba ya furiosamente a la niebla y desde una cálida buhardilla en Mandcl yo cm pezaba a atisbar París. Todo me era tranquilamente luminoso. III El Sena es verdusco y gris, lento.

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Sus aguas suavemente pesadas transcurren como un elefante ba­ jo arcos de piedra, en estos pinceles que lo volvían pigmentos de añil, floraciones de zinc, consolidaciones de una luz moldcable en el día. Por la noche el agua desaparece como una sombra y su dominio es el ruido, como un cascajo, ondas ligeras chocan con las barquichuclas maceteros flotan­ tes- ancladas en la niebla. Murmura la noche en el agua deslizándose bajo ti y lo que le envuelve es quietud, esta arquitectura total donde acaso contemplas tu vida que pasa. El Sena transcurre lento como una ciudad a las 12 del día, cuando caminar en auto es no ir a ninguna parte: como soñar y quedarte en los ojos de una muchacha. París: poco me importaba entonces París y no más que estas palabras describiéndomela dulce y terrible. Los cafés se abren aquí regados por el St. Michel, muchachas sonriéndomc como una insatisfacción irreal... París: he venido a ver una exploración como una soledad y escale­ ras de madera, fluido eléctrico que se enciende y apaga cada 3 minutos exactos, un baño común, una cierta nostalgia. París: 33, Av. Georges Mandel (75016 París -o París XVI). En la mañana he salido a París: ciclo plomizo, una escultura de mármol envuelta en una bruma que se despeja después -tras la lluvia: ledas y rosaledas, faunos, sirenas talladas en un poste apenas, como ornamentos en faroles y puentes, como gárgolas de Notrc-Dame, divinidades que te saludan como la imagen que en ti queda de París: el buen gusto francés y la ansiedad que te asalta, librerías repletas de sueños. Luego, esta vida inaparente -este continuar. París no es una fiesta -contestó, y agregó: aquí se vive como se puede, trabajamos, de día, de noche y hay que buscársela -no era una fiesta pero una experiencia aquí es esencial. Y sólo esta pintora holandesa desplegó ante mí sus cuadros de cuero: texturas rugosas como corteza de árboles, lomos de conchas, un sinuoso deseo 71


buscando aflorar tiernamente a superficie. Y un trago de vino y queso con el Sena verdusco y gris ante no­ sotros fue esta amistad, el poema. IV Entré en Shakespeare & Co. sobre una margen del Sena: vagabundos, intelectuales, chicas dulces y frágiles revoloteaban sobre una tosca mesa afuera -colocada como cesta con flores bajo una triste lloviz­ na. Un aire a cosa guardada, a polvo de años, a viejo. Y vi allí libros como muchachas amadas por los adolescentes: libritos de tan pocas páginas pero que han revuelto las noches, el polvo de los años. Sobre el suelo se apilaban montones de TLS -Times Literature Suplement- amarillentos, gastados. Shakespeare & Co.: alna vieja gloria literaria, un viejo gladiador retirado que cuando París era aún una fies­ ta pudo guerrear por Joyce y lanzar, para tantos aprendices de artistas, el Ulises -un viejo ejemplar ahora perdido, años de gloria que superviven en este sello de librería redon­ do y con Shakespeare al centro. Un lugar, sin embargo, acogedor. Y afuera esta llovizna repiqueteaba en el atardecer con polvo de los vidrios, los cafés eran dulces, mozos amables como este joven griego o hindú atiende a mi esposa. Adiós, S. & Co. V La ciudad luz tiene un reverso, secreto y hostigante: un río subcutáneo, una entraña inmensa y profunda como galerías ineludibles. El reverso de un tiempo exacto, medido, cronometrado y a inter­ valos tallado en roca viva -en el corazón mismo de París.

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Como una enorme anguila de mil ojos, mil aletas que se deslizan bajo tierra y en su tránsito engulle a miles de ciudadanos que van mascando tierra por las ventani­ llas iluminadas tiene el Metro una extraña vida que camina en sentido inverso al Sena, y como un delfín se escabulle bajo el río, salta sobre 61 y vuelve a hundirse, reaparece allá lejos entre una fronda de castaños y entonces se ha tranquilizado, suavemente se despereza sobre el pasto crecido. A cada parada un oleaje inevitable sube y baja del Metro entre­ cruzándose, mezclándose, fundiéndose en una sola abundancia humana: senos vibrando como naranjas bajo la blusa, nalgas tan adorables como dos melocotones maduros. Mis manos se cogen al estribo y ahora soy como un delfín mo­ viéndose en el oleaje, jugueteo entre los muslos de las pasajeras, me bamboleo, salto y escribo este poema.

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LIBRO DE SARA I Me veo a veces dibujando un no sé qué -un corazón atravesado por Cupido: dos o tres palabras que se cruzan y una tinla azul en el azul-. Tenía yo los mis­ mos años que mis héroes y una chica en la puerta del estadio. Nada de esto perduró más allá de estas palabras y sin embargo te encontré una tarde de ve­ rano, llena de luz y muy hermosa, con tu sonrisa de siempre, delicadamente expresiva y amable: tus manos lentamente volvían las hojas - ¿pero qué fue­ ron entonces y qué son ahora aquellos juegos a carlitas y a escondidas: qué fueron, años donde la inocencia no era más natural que el lemor al pecado y las manos ávidas tocaban lo que podía causar una explosión de risa entre los que entonces jugábamos escondiéndonos bajo las patas de los pupitres, en las carpetas azules, el verde intensísimo de los campos bordados con el agua que venía desde unos cerros de piedra y las canchas de asfalto como inmensas te­ rrazas con balones naranjas, color de cuero, se desplazaban a nuestro paso, qué fueron y qué amor es el que ahora le abraza (te abrasa) y ya no te acuer­ das del paseo por la pista bordeada de sauces o ciruelos o duraznos y un caño con agua abundante y fresquísima donde nos deteníamos para enjuagarnos el rostro?- y lentamente hoja tras hoja tenías el mismo mirar sereno, tu tierna sonrisa de Monalisa en la tarde de un verano en que lleno de bríos yo cabal­ gaba por estas calles del centro y era la época de mis primeros poemas, una mataperrada en el país de las bellas letras. II

Eramos niños y niños son lo que tú y yo llevamos de la mano, al colegio, a la tienda, a los parques para que jueguen como chtonccs jugábamos cuando ir a esludiar era una excusa convertida en guerras, cazadores, lira-la-picdra, ma­ ta-la-china, buenos-días-su-señoría, ping-pong o calabaza-cada-uno-pasu-casa. Hablo de años no más comprensibles que estos juegos para nosotros y montar al pelo un caballo era sentir el viento contra tu rostro. Al final, cada quien cargó con su cruz y eligió su infierno (entre lo poco o casi nada que se podía entonces elegir). Muchas generaciones pasaron ya por el mismo cole­ gio y cada año una nueva promoción es arrojada del Paraíso terrenal a este mundo donde las antiguas amistades se pierden apenas tocas los muros de la ciudad. No terminaste de estudiar en Cañete: tu padre había puesto un restaurant aquí en Breña o Jesús María y desde entonces no volviste. Me hice adolescente y la adolescencia fueron hermosas sensaciones al hablar de filo­ sofía bajo la fronda de nuestro parque, unas mañanas purísimas con el viento y las hojas de nuestros libros sobre los techos, al borde de un poste viendo

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cómo rodaba la madrugada mientras esperábamos el examen final. Otros amores me inquietaron, en un hotel maltrecho en la Parada una vez me acostó con una pula y eso fue, además, terrible porque allí no había ya candor y eso era el comercio. Conocí la emoción de ver deshacerse la tarde sobre el mar mientras yo y mis amigos recitábamos un verso de Vallejo, o de Egurcn, o de Oquendo. Encendí fogatas inmensas entre los pinos silvestres y los racimos de uva, los pepinos grandes y jugosos eran manantiales en verano. Un día me puse flores en los cabellos y anduve descalzo por las carreteras: tú no volvías, ni volviste y apenas hermosa y madre soltera fue el oficio de este tiempo. 111

Y acjuellos que yo vi pequeños tienen ahora oíros hijos lan pequeños como cuando yo los vi. Y lodos se van yendo y no vuelven o vuelven poco (para las fiestas, para el cumpleaños) y el pueblo ruinoso continúa infatigablemente dando hijos que van a perderse por estas calles de Lima. Toda una genera­ ción -entonces yo no tenía noche ni día y Lima era una multitud infinita- na­ ció al sexo entre un sexo inorgánico. Los gatos desaparecieron de los techos y fueron servidos como cabritos al horno rociados con perejil picado. Enton­ ces, me puse gafas y adquirí la manía de andar con un libro como con una lan­ za bajo el brazo. Cuando Cañete se envolvía en neblina espesa me sentía caminar por algunas páginas de Pushkin, por las callejuelas del preciso Chcjov. Tú ya no estabas ni hubieras conocido estas secretas emociones. Luego parií y tampoco volví o fui volviendo cada vez menos: los niños eran mayores y mis amigos tenían hijos como frutos en la canasta. Tiempo ha que el olvido: le amaba pero continué enamorándome de otras muchachas como tú y tú es­ tabas en cada muchacha que yo enamoraba. IV Cachimbo y universitario -esa era la voz y qué hermoso suena: cachimbo y universitario caminando por Lima y por Cañclc, caminando por el Monaste­ rio de Ocopa. Cachimbo y universitario: bosque de moras, senderos de yer­ bas entre cascajos bajo las moras- bordeando el estadio para dirigirse a la Vivienda Universitaria y en ios días y noches de la trifulca estudiantil un pon­ cho largo, gruesa lana, me protegía del frío. Otros amores, muchachas que be­ saban como en una película francesa y yo arrabalero y aquel "rey del bulevar" -entonces casi empezaba la secundaria- se fue a San Luis y no volvió y el que tocaba el rondín y el estudioso y el ocioso y el sudoroso y cada quien partió: volverlos a ver es una perspectiva posible dentro del mazo de posibilidades que conforma una vida elíptica deslizándose en torno a la flecha que avanza

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y no se detiene. Otros más entre mis amigos fueron largamente perseguidos y cayeron en cárceles o se fueron al monte. V Nos dispersamos, nos llegó la hora de forjarse un destino y el destino (¿pe­ ro qué es un destino que no sea una relación perpetua de lucha contra lo que deja de ser?) -tus manos volvían lentamente las hojas y era verano: librería en el jirón Carabaya. Como te conocí estabas dulce y expresiva, quizá más delga­ da bella y sin maquillaje -bajo los tiernos cabellos la tersura de tu rostro era una hoja limón pálido- mientras una paz inmensísima innundaba mi vida: en ocho o diez años uno ha cambiado pero ahora han pasado otros diez años. Ten­ go un tesoro de guerrero escondido en cada verso y volver a verte o conversar contigo es un tesoro valiosamente cuidado en las palabras con que hablo de mí y de ti. Tenías mi edad y ahora tendrás algunos hijos más que yo, una versión de la vida hecha carnc y sangre, una versión valiosa porque la carne prefigura la acción y la acción se produce además con memoria. No puedo olvidarte. Te debía un poema como se deben (como.se beben) dos tragos cuando uno ama lo que se ha extraviado y lo extraviado es la vuelta a la materia primigenia. El tiempo de la niñez, aquel tiempo que parecía infinito pertenece ahora a nues­ tros hijos: nosotros no somos más que puntos de referencia donde ellos ávida­ mente aprenden -cada día es también una lección distinta para nosotros- lo que es ponerse en conflicto con el mundo y en esa relación vivimos nuevamen­ te lo infinito. Ese coágulo de belleza que endureció tu vientre y te hizo aún más briosa con tus cabellos despeinados y el movimiento juvenil de tus brazos en el aire mientras tu vientre crecía endulzándote los labios y que se expulsa con los meses te modificará acaso fugazmente tu figura (más perennemente tu modo de vivir) pero no tu estrategia: es un punto más y un arma y un nuevo brazo en el combate de ti contra el mundo. Coágulo de belleza sencillamente porque es bello y esto es tan indiscutible como que la concepción de belleza tiene que cambiar o no hay lugar ya a la palabra belleza. Lo bello es lo verdadero (como la felicidad consiste en estar donde está la verdad) y el contenido que no el te­ ma diga esto que en el fondo de ti constituye tu tiempo: utiliza bien tus instru­ mentos porque hasta eso que dices no es más que la forma de lo que estás diciendo.

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NOTAS SOBRE EL ARTE DE MANTENER EL ESPIRITU LIMPIO He visto destrozarse mi angustia, estas manos agrietarse estirando y aprestando algo de ropa mojada -lejía y detergente desollan una flor de piel- ahora en que se entristece la tarde y estas gotas de lluvia traspasan mi ventana humedeciéndome el pelo revuelto. Yo voy así consumiendo estos días tristes mientras puedo vislumbrar rápidos destellos de un verano con hojas de yerba que brotan en breves intersticios de cemento, flores como manos desesperadas aferrándose a mi soledad. La ropa empapada parece gasa ligera y cuando se exprime es dura como piedra prensada y hay que poner tensión en todos los músculos. Un trabajo manual diferente a tallar una piedra preciosa, o moldear arcilla cocida pero no tanto como la posibilidad que te da poder acumular rápidamente pensamientos que aplicarás apenas cuel­ gues tu ropa enjuagada. Para un hombre esto puede parecer poco honorable (y se equivoca). Aconsejable como cualquier otro sano ejercicio es ponerte a lavar lentamente la ropa que te pondrás para ir a estudiar, aunque el detergen­ te agrio y la lejía destrocen tus manos que han de tejer algo no tan desesperado como tus propios labios murmurando a esta fresca y hermosa cascada de mi caño. Y yo pienso en lo que va siendo esta vida a punto de extra­ viarse inexplicablemente en estos rascacielos oscuros pero vuelta ahora a su recto camino. Ningún loor y muchos menos laurel: serenidad apenas como inescrutable destino inesperadamente encontrado, sá­ banas del cielo de mi tierra que yo enjuagaba en un lavatorio que tenía el tamaño de todo un poema. Haberse puesto a lavar ropa es haber desprendido este poco de no pureza que observas en tus amigos como una

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muy dulce reconciliaci贸n con la vida que me ha desangrado y ahora todo est谩 limpio.


ALGO SOBRE FEMME SAUVAGE No son pocas

ni son menos turbias que la misma vida que nos dan en un abrazo una mirada una ligera caricia en la mejilla. Están en todas partes como el viento y sus palabras son el polen en mis labios, palabras que se me/clan a las mías -brotes de una incompostura incluso en el amor más delicado, en el amor tan sucio como una orquídea deshojada en la penumbra de un sueño de Witlig. Y son cuerpos que arden como un verso escrito con piel sobre la piel, dibujo de este sufrir, sentimientos de rabia, reflexión apasionada. Y me envanezco a veces o desbordo dulcemente la verdad de estas líneas feministas, dejo que el universo me cubra por completo cuando leo a una mujer. No es un pecado o sí lo es, ya que del pecado brota un gusto por la vida que no pude encontrar en otra parte y el pecado -bien sabemos los que con 61 hemos hallado a la virtud­ es tan convulso como una redención. Decidme entonces corrupto impío, decidme lo que quieras -pero me gusta la mujer que escribe y el que escribe a la mujer. Ellas escriben con imágenes reales, tienen un sentido de la vida que tanta falla le hace a mucha literatura masculina y no es que yo cstó por la oposición maseulismo/feminismo pero el machismo igual daño le hacc a la humanidad que a la poesía. Porque lo que importa sencillamente es escribir tu experiencia y en ella, trascenderla, como cualquier romance o el más insípido y tierno acto que hayas realizado.

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No son pocas ni son menos bellas que tu propio amor, tu compañera, tu cielo en que navegas bruscamente. Y es cierto que antes, es cierto que habían muy pocas muchachas desnudándose en un bar y apenas una que otra mística inflamada pudo dar testimonio de esta vida. Pero ahora Delmira Alfonsina Gabriela Juana Alejandra dejaron muy dulcemente de prepararte la comida o lavar tu ropa estropeada porque te dieron toda su vida en el manojo de su poesía, perfectas páginas en que tú mismo con ardor te reconoces.

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PERPETUUM MOBILE Microprocesador 2001 I.

El pensamiento se engendra en el vientre de los diarios tormentos y la poesía hasta ahora no unifica mente y cuerpo, pensamiento y acción.

1. (Marcial) Tan dulce como toda noche adorada tu cuerpo delira y es belleza perdida, una lucha -tú, yo- antigua como el mundo abre tus ojos a lo que te abandona un otoño marchito. 2. (Eplctcto) Un espíritu alto como un abedul ha probado al amor como turbación: ser delicado es fortaleza y carácter, una dulzura no quebrada termina por destruir el horror. 3. (Plutarco) Contraponer sol y luna, noche y día, hielo y calor -elementos contrarios pero referidos a un orden, el mundo enfrentado- es producir un brillo que sintetiza tu mente. II

Crear sin objetar lo inanimado -peso y medida de lo inarmónico- es banalidad confundida con estética, silencio tenido por realidad trascendente, total.

4. (LiPo) Permanece sólo aquello efímero como un sueño, una alegría tan dulce como flor de verano es lo poseído una noche como un trago gustado antes de escribir mis versos. 5. (Igor) En el oriente brota una dulce flor en un libro, la espada no descansa, el guerrero asóla los reinos perdidos, la mente es un paraíso reflejado perfectamente en la página del mundo. 6. (San Agustín) Dios, Cristo y comuna alumbran el mundo: un hombre peca para sentir que el mundo es aún un infierno, y entonces -aléjate de mí, Satán- escribe el libro del cielo en la tierra. 81


¿Tiene sentido lo bello, a qué sabe una flor cruda III. cuando se muerde su risa nocturna? Un poema como soñar nuestro mundo destruye la escasa pulcritud de su tiempo. 7. (Roldán) Continúa la salvaje barbarie, y a la luz de una hoguera el goliardo -pecados, monasterios- sueña la agreste batalla concluida heroicamente esta mañana como un poema que ahora ilumina. & (LoPen) Rebeliones en el oriente, hambruna en el poniente. Marchan los ejércitos victoriosos, volverán -caída la nocheai cuartel: todo permanece como prosa vulgar de la vida. 9. (Alfonso el Sabio) A los sucesos, universidades: la historia producida en noches oscuras -brillan puñales, rojas hogueras-, necesita entonces resumirse en gruesos infolios, pensar no desprestigia. Algo alumbró como un sueño al aparecer Pacificus IV. y el reloj: una nostalgia de la inocencia perdida, el ser nuevamente Dios modelando este mundo: JO. (Dante) Un templo gótico se engarza -subterráneo como infiernoa la roca de los siglos para levantarse bello y altivo -peregrinaje en sus tres naves- hasta el cielo mismo de los ojos de Beatriz. 11. (Boccaccio) Cielo es un cuerpo cuya virtud el pecado no acaricia. Una flor se ha corrompido poseyendo conciencia de su fugacidad. Toda eternidad no perfectamente idealizada es infierno. 12. (Maquiavelo) El poder se pierde apenas cesan los medios que lo crearon. Tan necesario como considerarse a sí mismo es destruir al contrario: un trono perdido es, entonces, estrategia inadecuada. V.

y algo encontramos al desaparecer la inocencia: un mundo concebido como orden -aún no proceso: Tomás, y no Platón- es visión impráctica del Paraíso buscado.

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13. (Shakespeare) Teatro es mundo organizándose como violencia. Derrocar al poder empleando las tijeras de su atribución es preservar el otro mundo levantado como orden: abatidos vencedor y rebelde. 14. (Cenantes) Toda conciencia es ilusión, irreal toda acción: perdura sólo una ilusión pero la realidad fenece. El sueño se destruye en la acción que la razón tampoco afirma. 15. (Montaigne) El Pensamiento brota para embellecer el espíritu, transforma el sufrimiento -o servidumbre- en Paraíso. Concebir al mundo como libro es destronar su ignorancia. Si todo esto es tan cruel como una partida perdida VI. y hay desolación en tus ojos que obligan a tu cuerpo a girar 180° para ser desnudada en el alba 16. (Millón) Un mundo probado como un cuerpo: el cuerpo envejece, el mundo cambia. Estar en el mundo -un Paraíso después de haber estado en el infierno- merece atesorarse en un libro. 17. (Racine) Todo lo no probado en el amor se marchita. Un mundo incomprensible como pesadilla espera a quien lo ha comprendido: lo no crítico es conciencia perdida. 18. (Pascal) Ningún movimiento permanece sin centrarse fuera de sí. El amor como el universo es una máquina perfectamente gobernada por una razón: sin apasionada verdad el mundo deja de existir. y lo que ha proyectado su luz sobre ti VII. es bello como tu cuerpo: cielo donde tú existes como flor indiferente pero dulcemente complacida.

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19. (Goethe) El hombre se construye inversamente a lo no poseído aún: el amor, siempre que muerde, conduce a crear otro mundo. Cielo, infierno: palabras solamente hasta que su verdad es acción. 20. (La Enciclopedia) Producir historia sin escribirla nunca fue historia. Toda acción es saber infinito como el lenguaje del mundo: la escritura al comprender su verdad elimina la incertidumbrc. 21. (Rousseau) El hombre es su entorno: mundo y ciudad corrompen lo no poscíble en verano pero si tú no persistes -n o resistestu mente se apaga: en vivir noblemente se cumple la historia. Porque la mejor obra es un círculo perfecto, VIII. aquello que lleva a vivir como tu vida en la obra y no la obra una noche sin nada que ofrecer a la vida. 22 (Shelley) No liberar sus caderas es irrisión perdida como noche. Tras lo horrible estalla el amor no sin violenta belleza. Un irreverente mundo soñado es aún comunidad perdida en verano. 23. (Stendhal) Todo arte es futuro, toda calidad prefigurada en un estilo elaborado sentimentalmente es realidad transformada, energía no innecesariamente perdida en historia vivida. 24. (Hegel) El movimiento no es automático pero es contradicción de esencia y apariencia: su mundo no es impecablemente irreal, su ser es tan práctico como el hombre hecho cambio perpetuo. La poesía sintetiza lo que la buena prosa expone, IX. es la acción previa que arranca al hombre de su cavilar una mañana antes de reemprender su destino silencioso.


25. (Baudelaire) El mundo como suave teclado donde naturaleza y sentidos se armonizan corresponde a un pasado pero no a técnica y mundo: el hombre es ahora técnica transformada en futuro. 26. (Pushkin) Toda vida concebida como estilo posee una elegancia que el mundo busca amar en su arte: amar un destino y ser herido -dulcc entrechoque de floretes- es belleza. 27. (Tlioreau) Mundo no es lo abandonado tras el espíritu del hombre y tampoco una destrucción de su cielo: lo natural es humano porque sin su no admiración el sentimiento es inteligible. Preferir belleza a un saber inaproporcionado es sabiduría perfectamente X. ensamblada entre intuición y razón, inspiración y trabajo, para conformar una realidad perceptible como verdad.

28. (Mallamié) Lo hicrático engendra dispersión y lo hermético no es estética porque el afecto -que da comprensión a los seresestá arrojado fuera de un pensar sentimentalmente vacío. 29. (Flauberi) Un mundo elaborado florece un verano en la página que contiene al hombre intuido como apasionado desvarío: el exceso es un límite que destruye a su sombra. 30. (Marx) Clases en pugna, pasado enfrentado a futuro: historia. El mundo es tan bello como el verano: estudiar, un Paraíso que si no actúa no existe, y lo que existe es praxis.

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A R C -E N -C IE L Todas estas dificultades de la vida cotidiana y esta maldita desesperación yo he tratado de vencerlas ar­ mándome de un lapicero y papel sobre el que dibujar el perfil extremo del otoño en una forma tal -el trazo es fuerte y la imagen cxplorativa como un Baconque puedas comprenderlo y vencer, ángel inexperto, sobre él. Te he llevado a contemplar el bello cadáver de la noche: mírala, y dime si a veces no es necesario sobrevolar tierna­ mente la podredumbre como a un Huysmans. Una gran ciudad que no despierte en mí hostilidad a lo per­ fectamente anacrónico -com o algo desbaratado en el amor- no sería capaz de alber­ gar un gran sentimiento, labios desesperadamente posándose en tus labios con rouge. V siento que una historia novelada nunca será tan bella co­ mo la vida y esta vida -dura y difícil como un insomnio inacabable- impidiéndome examinar claramente lo que está perdido como el cadáver del otoño toma a su rebelión como única solución a esta tristeza inacabable. No hay trabajo y hay poca amabilidad en los rostros. Apenas uno que otro saludo como el gruñido de un perro. Soy quizá demasiado poeta (demasiado ocioso, ¿es esto una justificación?) para no olvidar que esto es una civilización distinta y no más extraña o hermosa que la mía. No me he llevado muy bien con el mundo y la noche es larga. En los tejados el viento arrastra formas pavorosas mientras París duerme yy° he salido a caminar por destruir mi propia energía, olvidarme que no existo. Ayer conversaba de Villon con mi mujer. Fue un estudiante como nosotros y tuvo una vida errante, asaltó a caminantes perdidos bajo 86


los versos que pudo escribir tratando de elevar su pobre vida perdida hasta una dignidad sólo conferida por su arte. ¿Serás esta noche mi Grosse Margot, puedo yo llamarme el Villon de las molos y los grifos? Descorcho una botella de buen vino añejo: "a las mujeres de París, del bien hablar dar el premio”. Podré no desear desdoblarme en Villon pero me gustan hembras tan buenas como tú cuando saltan hasla mi moto para enrumbar al fondo de un cine de mayo. Y mi mundo se está tambaleando en París. Y bien está que así haya sido. Recuerdo a Michaux y en contra de el yo extraño aquí lernura y suavidad, me sobra el Rolls Royce de la envidia que hiere mis ojos donde el futuro es pagar la pensión de mi cuarto. Y el invierno dura tanto como un paquete de carne colgada en el frío de la ventana. Este invierno es largo pero mi vida -tambaleándose como un borracho en la nieveha de durar no menos que todo este largo invierno por lo menos. ,#

II No supe entonces el significado de lo moderno hasta que llegué aquí donde artificio y naturaleza se han en­ maridado impúdicamente: una dulce sonata, yerba ondulando bajo el atardecer dorado en estas ninfas con sus bien torneados muslos rozándose bajo la ceñidísima falda enloquecen mi visión. Y hasia aquí te he traído, belleza de Trocadero, le acaricié como a una flor nerviosa y antes que hundiésemos nuestros ojos en la cinemateca probé tus pechos enloquecidos. Tu loco productor de belleza es elegante y calibra: te observa florecer todas las tardes, tus labios son ciruelas que brindas lánguidamente al muchacho

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que anda perdido como tus muslos en estas noches de primavera. Tienes un cuerpo tan puro como un estanque donde mi cuerpo se hunde y yo soy esta flor de tristeza mordida en tus labios ardientes. Salimos del cinc a buscar chocolates que abrimos como flores de papel de estaño. Todo está regimentado segmentado ordenado computado clasifica­ do como conservas en un supermercado: no hay quien pueda -hablo del hombre intranquilo y hablo de mí colocándote un cho­ colate en los labiosenfrentarse a todo esto si primero no desenvuelve exquisitamente el papel metálico y tras el metal rueda como un largo beso en el césped de su muchacha. No hay quien no pueda dejar de arrojarse contra su propia deses­ peración como sobre \m demonio al que debes atrapar, pequeñas contradicciones que surgen en cualquier cosa sin importancia. Tendré que batirme en dos frentes ahora: contra el mundo y contra mi propia soledad. (Y una buena inmersión en El arte de amar podrá prepararme a resistir el horror). Tendré que luchar retrecheramente en un mundo que se ha ido endureciendo como un dique. No hay telones dorados ni juego de luces que cambien con cada escena: esa escena -silencio atormentado y terror en estío- no existe. No existe bondad y no tiene por qué haberla tampoco fuera de un libro que no se saturó una larga noche de amor y vida, borrachos como flores de primavera. Luego tú te alejaste; pero tus labios quedaron aquí, en mis versos. Comprenderás, entonces, por qué hablo de mujeres, por qué he preferido el sexo a cualquier otra cosa no tan perfectamente trascendente como tú.

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GIORDANO BRUNO T oda potencia de la naturaleza o del espíritu debe formar su opuesto como única condición y medio de su manifestación" (citado por Joyce, Cf. Tlie Critical Writings).

Follajes de Noli

y aire suave de Labor, Nápoles -fábricas de Nápoles tan llenas de Círamsci y en Gramsci relampaguea el aura de Bruno: Giordano Bruno nacido en 1548, poeta, filósofo que en el temblor de la duda encontró la verdad tan delicado como sombras de lilas que el viento arrastra -el saber alejandrino brotó fresco en el jardín ya florido de una mente severa. Tuvo lo que su época le dio (fue clérigo intratable) mas convino que toda época está en retroceso y el pasado -¿dónde está? que no esté arrumado entre murallas dq prejuicio y largos trámites burocráticos, la represión, las relaciones mercantiles. Oh campo aún velado en nieve espesa y con ligeros brotes de verdor: núcleos semánticos núcleos de meditación entre pétalos no más desesperados que este abismo abierto entre el día y la noche mientras nuestro paso es

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un siglo

tenuemente vacío levemente extraviado como hipótesis que van rechazándose y negándose en un texto que a lo apriori prefirió la luz de lo móvil y el soñar y errar en la vida buscando belleza y sabiduría = gramática de flores aunque penumbras del vivir sin más pobre lumbre que haber regado un poco este misterio del verdor hoy signos sólo y flores turbias ■ y Platón?» de un muy viejo manuscrito: el tuyo, Giordano. Y 30 años tenías, vestidos trashumantes cabellera oscura y larga: hombrecillo de rostro moreno y oscura y rala barba -cuando insultado y desterrado vagó vagaste vagón perdido como chispa rápida de un detonante que ya en la mecha de tu propia expresióji revienta los sentimientos de tu/mi éxodo poético al sueño-tierra de promisión inhollada. Milán, Venecia, Niza, compuertas de Génova que han recibido a tantos extranjeros te cerraban puertas y persianas -sus bandos bien claro (decían) que no debías pisar 90


sus yerbas

y has dormido al sereno contemplando la elíptica del cometa en tu estilo el cabello escarchado la materia infinita y algún texto de Sedulius Scottus te complace: Scriptorsunt (fateor), sum Musicus et Orpheus, sum bos triturans, prospera quaeque voto, sum vesíer miles sophiae praeditus armis: pro nobis nostrum, Musa, rogato patrem... (y seguiste recordando más versos). Te amparaba tu propio desamparo y ciclo infierno: suggetto—á doi contrañi

ni te reciben

eterno, Bandito son dal cid, et da l'inferno están lejos de ti

vagabundo al llegar el día. En Londres y París en Wittemberg al dictar tus clases aprendías la pesada luz de tus alumnos. Y Praga te vio volar como una antorcha de Joan Huss, Caballería Roja, cerebro de llores en el sueño. ¿Quién decidirá -pensabas-

entre Aristóteles

¿Quién entre Tomás y Agustín? y la forma ideal

y Platón?

¿Entre la forma racional

de un mismo lenguaje represivo? Y ya habíamos decidido Giordano: contigo en tus escritos. No la verdad -no 91


sino el conocimiento de la causa y me crucé contigo

en el efecto

en la penumbra de la antecámara materialista almácigos tiernos dialéctica aún suave como un crepúsculo. Tu Opera de ligar/desligar los misterios y problemas de la física las leyes de la naturaleza que tu mnemotecnia dominaba (tu práctica analógica) te valió el lodo de tu nombre -ser el brillo que alumbra este pasado de hombres que pagaron caro su arrogante deseo de saber. Y en Venecia le llevaron al miserable tribunal del Santo Oficio y te juzgaron te desnudaron te maniataron te humillaron y el proceso penoso y largo duró años: Giordano Bruno ni transa ni se retracta -n o pierde el nolano judío errante la altivez de su verdad. Lo declaran ateo impío corrompido -lo excomulgan y viene la condena: "que sea castigado con la mayor dulzura posible y sin efusión de sangre, sitie ulla sangiiinis effusione* que en maligna lengua eufemisla represiva y clasicista dictaminaban los Inquisidores de siempre morir quemado vivo y entonces Bruno replica ya bellísimo su alto testamento: más os intimida pronunciar mi sentencia a vosotros que a mí el oírla y entró sereno en la brasa lúcido entre las ávidas llamas.

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Toda época está en retroceso y todo presente es pasado devorado en el futuro y aquel 9 febrero 1600 Giordano Bruno, poeta, loco y filósofo que en la duda encontró su verdad nació para todos y yo nací con él, yo soy Giordano Bruno.

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BLAS PASCAL SE REFUGIA EN PORT ROYAL Pero ha podido suceder que no he querido morirme. Yo no me he tranquilamente desesperado como un hombre que no ha podido conseguir entrada a un anticuario, película muda, monóxido amargo. No he querido morirme: no he levantado una oración a la no per­ fección. Pero ha podido pasar que la vida se acaba. Un ángulo con dos ángulos son una antorcha, una ala en el aire, una máquina de precisión -eso es la belleza que empleas. No he querido morirme. -"Que habiendo ordenado a la ortodoxia no aceptar a Janscnio...... Y ha podido pasar que florece el silejicio, el labio enmudece, se abrasa la pobreza buscada. No he querido morirme. La larde ante el mar es un piano que he repasado sólo cuando la tranquilidad se apartaba de mí. Pero ha podido pasar que echaran esta mente en el fuego. La mente, que es armonía, ¿es peligro? ¿estructura? Y ha podido pasar que mi estructura fuera asediada dos invier­ nos se cuidos. No he querido morirme. Seguir la manada, el matadero, el carnicero que queda como una daga en lo alto. No he querido morirme. Pasto de corrupción, pradera de la muerte, bacterias que he fumigado cuando he vuelto lentamente el rostro para iluminar al oeste. Me han arrojado azufre y ha podido pasar que floreciera el geranio, me han dulcemente arrojado al infierno y ha podido pasar que yo diseñara un Paraíso donde el lenguaje que emplees transforma tu vida en sueño esperado. Tiro al blanco ha sido el papel de la lluvia donde yo puse estos versos. Tiro al blanco del que yedra, revólver de yedra. No he querido

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morirme. El 1 sin 0 no sirve y el l que no es progresión es anticuario, película muda, monóxido amargo. No si del 1 extraemos a lo que se ha sustraído de lo que carecemos multiplicando lo soñado. ¿Qué sueña a mi negarme a morir -aceptar lo incorrecto, noche en el moho abriendo mandíbulas a estos pétalos que tragan el piano de una tarde perdida? La noche que queda se la lleva el tiempo, urge desprenderse de vestiduras que se apolillan en estructuras donde lo que florece se niega a morir. Estoy aguantando, en silencio hablando, y caminando en sentido adverso al monóxido amargo: la modestia es modestia cuando le habla a ti aguantando tormentas, geranios en ti y geranios muy suavemente entresaca­ dos a ti. No he querido morirme. Pero ha podido pasar que mi convento desea icnerte consigo. Tener tu trueno en los labios, voz que salve a mi voz y todo es un Paraíso felizmente resuelto, el acorde -tintilín... tinlilín- que pre­ serva estos pétalos. Pero ha podido pasar que la vida se acaba. Ya he cortado apilado pecados como leños para un siglo de in­ viernos. Y he perfeccionado el puente que me conduce a li, el geranio, limpio y obstinado como la aurora que vuelve, campo en barbecho, recién arado, con tierras que parecen man­ zana arenosa. He, por lo que me ha tocado, puesto esta energía de perfección al lenguaje que leo. Pero ha podido suceder que la noche se atraganta en mi ojo, descuartiza mi llanto, golpea mi cuerpo obligándome a parir una sabiduría inflexible. Montaigne dice que sais-je y cuando faltare uno de ellos se han de profesar los dos contrarios -dice Pascal y yo digo también: existes en lo que en ti es cxistible. Por tanto guarda el do­ ble de distancia

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a lo que se distancia de ti. -"...persígase al ebrio, al hombre que no tiene destino se­ guro ni seguro de vida, responsabilidad, o que piense demasiado..."-. No he querido morirme: ha podido suceder que mi vida fuera el Paraíso que tu mente aún no encontraba. No he querido morirme: no he levantado una ora­ ción a la no perfección. No he sido tan imperfecto como lo que no se clama en una noche sin angus­ tia. Estas noches son insidiosas, este mar se estremece aquí como erupción azul magullada en mi espalda. No he querido morir, morirme. No he querido morirme. Puedes palparme. Carne fresca en tus uñas desgarrándome. El que está muerto está muerto. ¿La vida no te ha, acaso, brutalmente llamado? Estar vivo es la flor en la mente despierta, lúcida.

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UNA POSTAL DE PARIS Se conocieron y dejaron de verse años como llantos ininterrum­ pidos. Se conocieron y no se olvidaron a través de estos mares ciudades encontrazos definitivos. París se agita tranquila y bellísima como una muchacha a la entrada de un Metro. Ahora se han encontrado y son uno más distante que el otro y yo estoy allí interpuesto como un caballo que traga aquel perfume a violetas de unos pechos tan vírgenes a pesar del olor a pecado en todos estos años inciertos. Y tienen más de 40 años, sus dedos aún permanecen entrelazados como papeles de cadenetas en una noche de fiesta. Mis manos como quclíceros se posan en sus caderas y tú has sonreído vergonzosamente cimbreándote bajo todo un de­ seo acumulado en tus deseables y buenos 60 kilos de amor. ¿Qué ha podido interesarse de mí y qué diré de ti ahora cuando estés lejos de mí? No soy más que un pobre literato perdido en una azotea en Pa­ rís. Trato de ser amable contigo, un anfitrión en una ciudad en la que he tratado de moverme como en un lecho, revuelto siempre y siempre distinto. A la hora -te explico- en que las oficinas vomitan su burocracia soy un bárbaro enamorando a las más delicadas mujeres de Europa y a la hora -vuelvo a decirte- en que París juega como una mariposa en mi pelo quisiera que todo continúe así pa­ ra siempre y con sus mujeres despeinándose dulcemente ante mí como tú ahora conversando conmigo en una chambre de medianoche. Pero allí ha venido tu amigo, y te invito esta última copa. París está todavía más hermosa sobre esta página que te despide.

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r

AL DORSO DE UNA POSTAL DE PARIS Se casaron y se divorciaron, permanecieron solteros, consiguieron trabajo y lo dejaron, se alejaron de su tierra aunque cultivan su música en casse­ ttes y acordeones. Ella eraSífta'esbclta y sensual, tierna y sensible como un violoncello de Mozart, como esa noche y el guiiño lánguido de sus ojos de enero. Te escribo en tercera y debo de hacerlo en segunda o primera persona ahora que aceptas mirarte en mis ojos y tu cuerpo es una ci­ ruela que yo pruebo en la noche.

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TEORIA DE LA SINTESIS



MEDITACIONES DE UN ERMITAÑO EN SU CUARTO DE INVIERNO. I Una mente es un espejo que devuelve perfeccionado lo que capta: a la percep­ ción y al espejo se lo debemos todo, a la nada y al silencio apenas le debemos la posibilidad de nombrarlos -silencio es lo que se dibuja bajo la forma de lo que cae como hoja marchita-. Como la realidad no es una simple parábola ex­ traña debemos reflejarla en la mente: esa mente ^son unas páginas que escribi­ mos con no mucha nostalgia en el cuerpo que amamos. Esta civilización -me refiero a la industria de su locura- tiene todas las formas de una estructura que se le escapa: ignora que su razón no reside en su apariencia (como el fasto de un cierto hastío) sino en el movimiento: al detenerse a soñar lo que poseyó pier­ de el sentido de su objetivo. Su privilegio es su fracaso: nada de lo que se le des­ morona -se le desmorona en el punto donde la circunferencia se torna centropuede justificar su pasado. En cambio su futuro reside en su energía: la que sólo puede ser abstracción en la forma de una figura del movimiento.

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1 La metáfora del destino brilla en nuestro laborioso estilo sereno como un lago de lirios, con no más secreta pobreza que la limpidez de un pétalo en tu prado de lo perfecto. 2

El hombre se hundió en su página para alcanzar el verano: un instante de meditación -no quizá la tranquilidad del cadáver- en la convulsión de su tiempo se consideraba sabio antes que el verano floreciera en su mente: lo que no se mueve ha pasado como el agua que duerme pero antes que el agua desaparezca tú sacas una flor de tu página. Esta página es el hombre: esta flor, el encuentro con la enamorada olvidada. 3 Todo lo que no se ajusta a lo perfecto desaparece: pesadillas, desequilibrio, tristeza. Sólo deja de ser perfecto el saberlo: la sabiduría es imperfecta como la nada y el poco deseo de perfección -una muy insuficiente sabiduría- es un cadáver. No ser perfecto es dirigirse a lo sabio. Eso es lo sabio, y no detenerse. Eso es lo bello: permanecer como relámpago antes que el silencio florezca en tus labios. 4 Concentrar el mundo en unas palabras -la pesadilla, lo real, lo bello- hasta que todo se transforme produce fuego: ¿si la pesadilla en todo es real cómo creer que lo real -si al despertar no te encontrases conmigo- no es una pesadilla? -Entonces déjame hundir mi cuerpo en la perplejidad de la nada, saborear el remolino de la vida en el vacío del pecado.

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5 Tu página es vacío que no llena sino este placer de lo inútil donde un haberse desvanecido, pálido y sensible, sin más pobre riqueza que la limpidez de lo impuro tiene menos belleza que un poco de frescura en un charco del camino en que tu poesía hiende lo estúpido. 6

Subraya este verso: no preguntes cómo pasa el íie/tipo. Recoge ahora esta flor: el tiempo es fuego y sus pétalos marchitándose sin ti reverdecen frescos y puros en este follaje de palabras que el viento arrojó en mi página angustiada. Para ti escribo estos versos:

el tiempo no transcurre lejos de la mente y cuando la mente es tiempo hiere un cuerpo revuelto en nada tan suave como silenciosa belleza tragada por el gruñido de un leopardo. El lento tañido de un arpa es un párpado invitándome a su lecho. Esta flor apenas es tristeza levemente contemplada en la noche: tu rostro desprendiéndose del espejo puede ser una flor que aprieto en tus pechos. Y la flor que tú amas fue como aquel primer beso brotado tan dulcemente como geranio en tu pezón intacto. Tu cuerpo abriéndose como la noche sollozó cuando mis ojos brillaron más que Sirio en el estío. Mi flor ahora se responde: el tiempo existe para arrojar sus signos en una noche perdida bajo signos que la trazan como un fuego. Haber soñado esta profunda tristeza de lo desconocido agitándose como belleza en el deseo, sin haberte abandonado al amor que se pierde en tus labios, revuelve levemente mi cuerpo que no gozas en mi mente.

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7 Florecen los geranios de mi memoria. Los geranios de mi jardin aún no vuelven. Estoy solo en el mundo si no tengo memoria: me conviene cultivar la memoria del jardín. Y florecerán así el jardín y la memoria, frescos cantarán los geranios de mi página. 8

a/ No me aparto del mundo ni dejo que el río arrastre mi cuerpo allá donde no se retorna. No me aparto del río tampoco -ni sumerjo mi mente en el mundo culpable de mi desvarío. Si nado mis brazos revuelven el aire y el río. Si camino mis pasos labran sin rubor su ruta. El río sigue un curso que mi vida no sigue (aunque mis ojos desvían el curso del río). b/ Entro en el mundo que voy a negar. Pero allí donde este mundo existe no puedo existir yo. El mundo es la relación de lo que afirma y lo que niega: el equilibrio frágil que termina en pérdida o riqueza. c/ Pero no me aparto del mundo, ni salgo del río. En el río nado a contra el río -lo remonto. . Y del mundo saco los elementos contra el mundo. Del mundo (después de todo) brotó la rebeldía. •

9

En un parque sus miradas se cruzaron. Aquel secreto lo iluminó la luna del estío. Sus cuerpos no se distinguían de las flores: cabellos malva como follaje, el mar perdido

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en la noche se abre como un lecho a los amantes. El jardín que era público dormía abandonado. Y brotó la leyenda de las flores que susurran.

10 Y el velo del estío nubló a tu desnudez que el viento que mueve las flores acuáticas del cielo, menos bello que la exquisitez del vicio, ofendido con la luna te clavaba a flores, a geranios. a Y el viento del estío desnudó la melodía de tu cuerpo, muslos abiertos como un arpa en mis manos, tragándose a mi conciencia y tu vicio sólo pudo aplacarse cuando la noche se perdió bajo mis ojos. b Y el velo del estío nubló a tu amada hendida como dulce melodía en el viento, sus muslos abiertos a la luna sentían todo el peso de la noche. c Y el vuelo del estío nubló su desnudez hendida en la noche del viento, sus muslos abiertos a la luna sentían brotar lirios en mis labios. d Y el vuelo del estío rozó su desnudez hendida como mandolina en su melodía, sus muslos abiertos al viento sentíanse acariciar en la nada. e Y el vuelo del estío tocó su cuerpo hendido como un sueño de lirios, sus muslos exquisitos

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f Y el «elodel estío nubló su cuerpo hendido en los linos»sus muslos abiertos se engulleron la luna, g Dobloatora este poema en mi bolsillo. Sus imágenes aún frescas tienen el placer de la carne probadalus labios. Quizá me gusten la primera, la segunda» y la quinta variación: ésta es un dulce tragofu,us ^bios. Esto puede parecer pecado: y no hi) otra perfección que purificarlo en tu página.

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II Si en el teorema anterior encontramos que la verdad se formula desde el futu­ ro -una abstracción es un hecho de futuro que implica: 1. posibilidad de serlo sobre la base de una gran experiencia, y de una gran riqueza de materia; 2. ca­ pacidad de análisis con proyección del movimiento sin detenerlo- ello quiere decir que el pasado no cesa de ocurrir sino a condición de ser reflejado: lo que se proyecta desde entonces se llama presente y, aunque el presente será siem­ pre una máquina de signos que leemos según las circunstancias que lo confor­ man -el signo por esto significa una cosa distinta en dimensiones opuestas-, su existir constituye al futuro que lo abstrae.

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11 Si este mundo con flores que veo no permanece inmutable y nada es inmutable: pétalos hojas piedras el ciclo azul que se levanta delicado y gira también conmigo en el verano yo debo saber que este mundo no será nunca el mismo que nunca seré la misma flor y esta primavera que contiene en sí todos los cambios del mundo es la flor que permanece inalterable en mi página.

12 Nada tan parecido

a escoger una flecha y tensar sobriamente el arco que el vuelo de la vida posada como un gorrión en una rama lejana y vuelta sobre sí. Y no es una meta lo lejano. Es un rumbo admirable. Que está donde yo estoy ahora. Punto posible para alcanzar el impacto. 13 Hay que encontrar algo de belleza allí donde el dolor se anida, allí donde hay fatiga, tedio, charco, desesperanza, dificultad, impaciencia. Hay que escribir de la herida que hemos sido, de la felicidad que fue no haber tenido nada en este mundo. Porque este dolor de cabeza, esta muela infectada también pueden transformarse en un poema, esta desesperación puede ser la belleza que no tienes. 14 a Porque enamorado de ti, mujer, enamorado del mar y la luna,

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yo destruyo a pedazos mi cuerpo, yo destruyo el amor que me das. Porque enamorado de ti, mujer, y embriagado hasta la náusea con tu belleza te doy esta flor de los parques, esta sencilla flor de mi vida. b Embriagado con tu belleza extraigo belleza de tus labios -no de palabras. c Y embriagado con tu belleza como ante un lago de lirios sólo puedo abrevar dulcemente en tus muslos. ¡Mujer! Te amo tanto que estás en mí a quien con placer voy lentamente destruyendo. 15 Y el mar que se empozó en tus ojos es el mismo mar en todas partes que fluye en calma o tormentoso. El mar es el mismo pero sólo han variado unas cuantas imágenes, pasajes en clase primera o tercera. 16 En la mesa

40 miligramos de cafeína concentrada no pueden destruir el tedio de una angustia sin razonable sinrazón —fiorituras de un espíritu sembrado con espinas. La vida transcurre como una novela cuyo final adivinamos ya en mitad de su lectura y si no la cambiamos por otra menos tediosa pero más abundante

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no habremos vencido al insomnio y estas flores de tu sueĂąo se habrĂĄn evaporado. 17

Una flecha

que ha partido disparada a su blanco tiene el rubor

la destreza

la soledad del camino que ella abre con su vuelo. Certeza como el silencio, lo que nos queda son flores destrozadas en las manos. 18

Sendero de musgo doblado por mi vida intranquila, un relĂĄmpago oscuro baraja lentamente los muslos de la viajera que desaparece como un orgasmo perdido en la noche.

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PRECISIONES SOBRE UN TEMA (POCO TOCADO) DE MARCUSE Atisbo ya el final y comienzo de otro milenio: s. XXI. A mitad de la noche salgo a hablar con los grandes profetas y son flechas mi flores —dagas que afilo. Estos años pasados tan rápidamente como trenes enloquecidos no pasan en vano -revoluciones, transformaciones, flores de lucidez se van depositando como trazos de Fuka en un papel de veranoy el tema -la dimensión estética- aún no es tan perfectamente ensamblable como transformador de fuerza a la transformación de las relaciones de producción. Música pero también pintura dcsabstraída, cinc de Eisenstcin y no sólo teoría destruyen impecablemente a lo envejecido. Antes del 68 y en el 68 Marcuse interpretó a la industria como flor carnívora. ¿Podemos tocar entonces el tema de una mente liberándose de su pasado sin no utilizar la metáfora inservi­ ble del otoño? Kubrick cuando proyecta la violencia de adolescentes déselasados en nuestros ojos significa sólo inexistencia de una conciencia de elevación en el mundo. El hombre al igual que este tiempo vuelto flor tristemente destruida era un rédito. Su cuerpo, un estropajo. Su mente, una cultura deshecha. Estos años que se producen como un rock’n’roll agresivo en. la noche restituyen una perfecta lucidez al trasfondo de unos ojos hundidos en una realidad insoporta­ ble. Transgredir a la época no es irrisión en un cuerpo y soñar es lo que nadie ha podido destruir todavía: acceder al ciclo implica una violencia equiparable sólo a la construcción

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I

de una obra de Sibelius, esta nueva belleza es irrespetuosa y trabajar destruye tanto como no tomar pastillas cuando uno se enferma. ¿Al volver de trabajar es mejor escribir poemas de amor que abrir delicadamente los muslos de tu mujer? ¿Poseerla no según se aconseja en viejos manuales deteriorados significa no poseer aún al trabajo como primavera? Estos versos agresivos como adolescentes que cambian el itinerario de un tren enrumban tu tristeza a mis manos pero no buscan apartarte de ti. Estos tiempos que cambian no son sólo cuadros que descuelgas para arrojarlos en un desván olvidado, todo nos prueba que nada improvisadamente organizado permanece apartado a su clite -indestructible concierto de gala en un auditorio de obreros. Una acción no tan fugaz y concisa -y tan contundente como muchacha abriéndome sus muslos para poder tocar el firma­ mento de su alm apudo trasladar a tierra el sueño de micrófonos y flores, este amor tan fieramente arrancado-dulce laúd y muchacha- a un tiempo caótico podrá ser impecablemente interpretado por estos cuerpos acoplándose una noche de verano. Toda verdad no será nunca tan perecedera como lo no deseado. Un poema es un instante de elevación apenas, percepción que destruye la muerte antes de comprobar que la belleza posee esta imperturbable energía de vida, y el amor dura tanto como su propia rebelión. ¿Hacia dónde se dirigen estos años pasados no tan lentamente como el viejo auto del otoño? Abstraer el tiempo es exquisito pero no admirar una maniobra de Kasparov es estúpido y el presente inadmirable a la prosecusión de la dicha es tiem­ po perdido, el drama de no vivir aún los días que no han llegado y por eso acariciar una muchacha -imaginarla como flor desentumeciéndo­ se en tus manos- es destruir impecablemente al rencor.

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2

¿Podrán ser idénticas y no distintas a una flor que se estremece en mis manos estas condiciones en que tanto tú (viejo intérprete del sueño) como yo (que por eso te escribo estas líneas) vivimos? Tú mueres sin saber nunca si la flor de tu prédica -el tiempo no son sólo metáforas irreales- se realiza pero lo irrealizable es pasado. La historia es decir: yo/tú/aquel encolerizándose -pantera que destroza a la noche como a una gacela perdida- en una calle prueba que nada puede hacerse (nada: opuesto sartreano) sin transformar tu auditorio en música tan audaz como esta diestra orquesta que admira. La propagación de la guerrilla en el momento culminante del siglo tecnológico es un hecho simbólico: la energía del cuerpo se subleva contra la represión intolerante y se lanza contra su maquinaria. Simbólico pero tan real como su propia enunciación, Marcuse. Cada quien es guerrillero en el lenguaje de una visión angustio­ samente esperada como el paradero de un Bus cuando llueve. ¿Trabajar no tan perfectamente ensamblado a la mecánica de la alienación puede no permitir dejar de pensar algo mejor que un triste confort? Tenemos exceso de absurdo y no aún adecuada violencia teórica que pueda destruir perpectamente a lo irracional y el sentido de un mundo soñado -tranquilidad, poder, una muchacha tan bella como amapola- florecerá sólo cuando la eternidad se parezca a la mujer que adoramos. Entiende a tu hoy como irreal: mañana tampoco será el ayer -una mañana parecido no a un insomnio insufrible- pero la in­ dignación de tu mente habrá sido no tan irreal como la represión. Belleza, locura, rebeldía significan vivir sin evitar modelar dulcemente el cuerpo de tu mujer para no dejar tu vida tan inútil como este tiempo irremediablemente encaminado a su fracaso y entonces

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nuestra obra especula incansablemente sobre aquello. No sólo estudia quien recuesta su rostro en una mano y saca apuntes, bloc y notas, apresuradamente se introduce entre los libros: estudia también quien aparenta perderse en los billares y aquel que estudia aprende de quien aún permanece manejando la comprensadora de una fábrica. Destrozar imbécilmente una sensibilidad entonces no podrá nunca sublimar una industria considerada carnicería de lo bello. Por eso es que signo y cosa se encuentran ahora tan profundamente divorciados como deseo y producción. El poeta es un perseguido, el hombre que sueña parece estar demás. Toda mediocridad intenta siempre destruir a la belleza y a su reflexión agresiva antes que todas las fuerzas convencionales de la guerra fría entren ahora en estado de alerta: el poema no es una raqueta para jugar tennis pero amenaza destruir a la estupidez de una realidad impotente. ¿Cambiar de canal evitará eludir la conciencia de que no puede eludir el mantenerse indiferente? Este nuevo estilo reflexivo es un antentado a lo académico y su contenido tan revulsivo como mosca aleteando despreocupadamente en la crema de un pastel de nueces. Dulzura es toda verdad ineludible y el único gran peligro consiste en no peligrar ante el pasado, tu única gran vida dejar atrás al siglo que termina.

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EXAMEN RETROSPECTIVO DEL ARTE MODERNO Yo he pensado en un Querubín obstinándose en volar como buitre -o gavilán o gorriónalrededor de tu corta cabeza de estatua. Nada puede sumergirlo en tu noche. Y tus sobrios abrazos de borracho indigesto son carne de una noche sin luna, viscosa como tu canto. Estás allí disponible e inmóvil como un concepto caduco del arte: una chatarra -¿recuerdas?pudo tener entonces más consistencia Jaspers Johns Kienholz Oldcnburg que una proporción cnsamblable a la película de los ojos. Tenemos aún Léger/Picabia/Duchamp/Chagall -formas continuas como perspectivas y florecen en construcciones delirantes: Bacon, por ejemplo. Y yo he pensado en un Querubín picoteando tu laurel de hojalata, protones/electrones e intcrcoloreándose en una enorme columna de vidrio fluorescente una alocadísima noche con autos abajo. Sólo tu visión cnccguccida y cariada pudo concebir un mundo hecho evicción y al arte como un halo desprendido de la chatarra. Estas deposiciones que colman el Museo de Arte Moderno como a la estructura simultánea del Boubourg -cajas de plexiglás transparentes en la nocheson materia de incomprensión en lo que pasa ahora cuando el TV reemplaza a la perspectiva y la verdad no es tan intensa como una comedia. Todo arte es orgasmo dulce: no deyección: iluminación: no indiferencia abstinencia: y su profecía para el hombre que lo contempla es una apertura a su propia belleza. Estás allí ahora disponible e inmóvil:

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tu cumbre de lo que intentaste que fue el reflejo -triste efecto apenas como un gesto inconsistcntcde un tiempo sin más dirección que un no removible remolino se ha vuelto silencio, o tal vez una fugaz opinión -como la opinión de un fantasmasobre el penúltimo intento de algo caído ya en el desván. El arte ha muerto, o debe renacer en sus raíces. II Todo arte sin alas proyecta a un coleccionista sin vuelo: irrealidad de unos ojos acabados, no férrea arquitectura sensible. Tu mundo se destroza oscuramente y tu vejez es el mundo en el que a diario sobremucrcs. El equilibrio (que es trabajo) te ha producido temor y preferiste obviar el problema -"cada algo es la celebración de una nada que lo sostiene”, dice Cage- a solucionarlo perfectamente. No es equilibrio destruir el sonido, ni negar su estructura ajusta inteligencia alguna. El arte para diletantes está en la base de lo proyectado en un mercado de hombres y lo aplicado en superficie es Robert Indiana Lichtenstein Al Benslon Ruscha o etiquetas/postcrs/afichcs de la mercancía. El Querubín revolotea sobre tu laurel hierático, tu flaccidez. ¿Cuál es -en términos reales- la profundidad o densidad del conocimiento del hombre moderno? Su sapiencia no sobrepasa a la apariencia puramente exterior de su arte: Harper’s Life Vanidades Play Boy tienen pinacotecas de reproducción -un genio a la manono para enriquecer el espíritu sino como distracción pasajera. El arte del hombre moderno es hojear revistas banales: metáfora, y no perspectiva. ¿Qué queda en un siglo -c iniciándose ya un milenio de máquinasde atiborrar muscos como camiones de basura?

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¿Esa inadvcrtiblc disposición de tu cabeza de yeso a inarticular el objeto y eliminar el espacio en vez de fugar en un parque no es regresión? Todo taller es un parque e incluso estos materiales -imágenes, máquina de significar, perspectiva- con que me he puesto ahora a examinar el trazo se encuentran equilibrándose como pótalos de una extrema visión, taller de una escritura alocadamente situada en mí como un dulce estremecimiento. ¿Por qué se ha inarticulado al objeto? ¿Por qué se tuvo que obviarlo? Un transeúnte no encuentra eso más valioso que arrojar detergente y limpiar su época. / Pero tú estás allí como una estatua llena de caries -poliéster, vidriono en el Musco sino en el desván -toda moda produce su olvidodonde tu ílatuidad muerde suavemente su cola. Y el silencio -no una cinta girando vacía: Cagees verdadero silencio ahora. Permíteme sonreír dulcemente, decirte que la plenitud de un vacío buscado eras tú mismo por haber obviado el problema, no haber limpiado a tiempo tu parabrisas. III Toda época verdadera produce lo que no ha poseído, y no necesariamente cosas: personalidad. Mi sobrevolar a tu deyección es una dulce sonrisa, flor fresca en la herrumbre de un tiempo fugaz como tu cuerpo de alambre retorcido en la nieve. Mi mundo es su trayectoria. Tu cabeza de estatua -hierro, bronce, yeso taradono ha podido percibir el dulce temblor de una lila levantando sus pétalos aún en plena tormenta. Tus ojos caídos, esa comba tenuemente vacía de tu pupila llena de telarañas es tiempo pasado. El ejercicio del Zen era el arte de fugar de la época,

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proyección de una ceguera

en un lienzo tan irreal como un abismo: un color plano, sin objetos, tampoco puede ser tan paradójico como una función cognoscible. El contenido del vacío consistió, entonces, en obviar a lo que su pragmática cviccionaba, y una oscura forma -lo amorfoobjctivó el desecho. Destruido el yo -una mente completamente desposeída- toda perspectiva quedó abolida en el cuadro: una visión exterior hecha trizas como manchas caídas en un lienzo sin profundidad indicaba una completa no percepción: el mundo como un cuadro -vacío abierto como angustioso hueco en el cielo- terminó perdiéndose en la alacena de un mundo irrespirable como desván. Todas esas cosas manchadas, adjetivo posesivo sin eyaculación determinaron extensión pero no contenido y la expresión empírica no fue estudio sino incapacidad para dar un sentido a las cosas. El arte en el s. 3CX pretende negarse a sí mismo: no al mundo, aunque considerando al mundo parte del arte, y termina afirmándose como valor de cambio: lo que el buen burgués ha comprado para colgar en su sala no es pintura -champa de colores sin proporciónsino incapacidad concebible como sin sentido en el mundo. No adquiere un cuadro: estimula la posibilidad de una no-crítica a la fragmentación de la vida. ¿Tiene sentido no criticar a lo no desarrollado como perspectiva compleja en un lienzo? (En la pared Dubuffet es aún una bella alteración oscilante del cuadro de mandos de un aviador). Un método como su no realidad: el lienzo en el suelo es una visión chata que ha rehuido la dimensión total de su forma, sólo significa irrealidad de quien así lo adquirió. El dinero necesita reflejarse en lo que le produce sentimientos de realidad:

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su capacidad de adquisición -tiem po empleado, energía perdida en disolver una apariencia que conduce al vacío- es poder acumulado en el museo como desechos industriales. Toda época absurda es putrefacción: contra la vida, contra el amor, contra lo verdadero, y sin embargo vida, y amor, verdad y belleza, persisten enfrentándose a una muerte tan perecedera como una noche destruida apenas diseñamos coherencia. IV El Querubín sobrevuela por última vez tu cabeza de yeso, limpia tu laurel de hojalata. Toda época entra en crisis, y se supera. Sociedad tecnológica, fluido electrónico estimulan actualidad y sensibilidad. Toda sensibilidad es posición, una acción decisiva en el espacio de lo creado pero su método es colectivo como la técnica: sensibilidad tan elegante que aún perturba a lo irrazonable. No fueron tan innecesarios grupos experimentales -música, cine, violencia en calles desiertascorno sintonizar hábilmente amor en tu radio: el mundo es una interrelación complejísima que encontrar un sentido a su curso termina enardeciéndote. Tachamos profundamente lo irrazonable -sensación de hastío obligando a hundirse en vacío- y el efecto será tan concreto como flores rapaces: su negar toda inmovilidad -criticar a una época sombríaestá en la perfección de una cognición sensible. El artista mediocre se pliega a épocas de mal gusto: el hombre íntegro, lucidez como nueva belleza en su mente, halla sentido enfrentándose a lo que destroza su horizonte. Un arte desnaturalizado por el mercado se obvió en sí mismo, y es mercado: tu oxidada cabeza de yeso, una verdadera pérdida del sentido del flujo en un mundo sólo cxistible como cuadro, o serie mental: 110


película Can sensible como toda mente analítica. Y el flujo -la realidad- es también la obra que lo gobierna: toda mente es flujo real, y trabaja interrelacionando inigualablemente sensibilidad y tecnología. Todo arte es presencia: a) situaciones representadas en diversas perspectivas posibles: sentido diferencial de lo concreto. b) video-magnetismo de proposiciones eternas: montaje. Un mundo inelegantemente insensible a la técnica -seres incapaces de gozar estéticamente a sus máquinas son máquinas manipulablcsavanza no tanto como su propia destrucción. Toda producción es proceso indesligable a toda unidad, o dirección invariable: el hombre, no el hastío. Al comenzar este siglo el arte vislumbró incansablemente el dulce esplendor de su cambio: Malevich/Cabor/Kandinsky -contructivismo/dadaísmo/productivismo- pudieron diseñar construcciones móviles que una pintura mal entendida -abstraccionismo figurativo- tapió, como un Duchamp, y el lloviznar primaveral desmancha aún limpiamente este óxido apartado a lo útil para replantear inteligentemente esta relación técnica/arte: -"la idea se convierte en una máquina que produce el arte", dice Sol Le W ittcomo nueva naturaleza en un mundo acelerado. Tu permanecer inactivo ha terminado por no comprender este proceso, señal eléctrica interrelacionándosc a un mundo convulso como su cambio: técnica precisa, verdad que ha producido personalidades superiores y activas como un ajedrez. Analizar el proceso que precisa el sentido que te conduce a la obra es distancia elevándote sobre el curso mismo dei llujo: fiesta en lodo deseo incluso al destruir una herrumbre en el tiempo al que combates transformándolo en Torre de contradicciones: alocado concierto como nueva catedral del amor, y eso es terriblemente valioso aparte de cualquier consideración ajena a ti como a la náusea. 120


El arte es un determinada forma de praxis de la mente y ĂŠsta sĂłlo puede existir, como tĂş, pero al contrario, en lo que ella plasma en lo alto de un atelier donde lienzo y locura son un lenguaje furiosamente bello, arte total pero no flacidcz de estatua que ahora retuerzo.


SINTESIS I Radio II60 FM Un leve tesoro es su música es un coro a capella una vida a capella rumor de una vida inefable un susurro bajo abrazos de lila hoja que habla y no habla mientras ya todo se pierde al cruzar el Leteo su vida no vive más que una vida sin vida y sus manos no tocan más que unas manos que huyen sus manos no tocan más que unas manos que huyen y su vida no vive más que una vida sin vida una vida a capella un susurro bajo abrazos con lilas es un coro a capella un leve tesoro es su música el rumor de una vida inefable una vida a capella hoja que habla y no habla mientras ya todo se pierde al cruzar el Leteo Las f unciones de la cámara se van perfeccionando -nuevas pantallas de enfoque, dispositivos electromagnéticos para sensiblizar las fotocélulas tras las pantallaspero el modelo básico persiste: es un signo de la revolución industrial.

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II Postales en un libro de geometría Voz 1: Voz 2: Voz 1: Voz 2: Voz 1: Voz 2: Voz 1: Voz 2: Voz 1:

Nadie pudo enfocar su ángulo

bello como un sueño. Bajo esa cámara móvil: rito purificador. Elevada: Leteo impaciente. Bajo esc flash de magnesio: desnuda en la alfombra. Nadie pudo enfocarla tocando una flauta barroca. Elevada: el Leteo es un remolino paciente. Elevada: Leteo en llamas. Bajo ese enfoque de luz: rito purificador. Nadie pudo enfocar el ángulo de una triste sonrisa.

Bajo esa luz que la limpia: rito purificador. Voz 2: Voz 1: Elevada: Leteo llamea en azufre. Voz 2:Nadie pudo enfocar el trasfondo de una mirada perdida. Voz 1: Voz 2: Voz 1:

Elevada: el Leteo dormita en la nada. Nadie pudo probar su dulzura en los labios. Bajo esa luz inflexible: rito purificador. 123


III Radío 1160 FM Mar olas de flores: cántaro curvo:

dulce est disiparse mi flor de las noches de otoño mi otoño de las noches sin flor. Acariciémonos, Amor, & vámonos a ver en tu hermosura al monte y a la madrugada do mana pura luz entremos más adentro en la espesura de tu cuerpo Y luego a las subidas Allegro C a n ta b ilc *

cavernas de la piedra nos iremos, ^ uc csl^n k'en escondidas, flores como cerca, ^ a ^ ! n o s c n c o n tra rc m o s » & el licor de mandarinas gustaremos. Allí me mostrarías aquello que mi alma pretendía, & luego me darías -allí tú, vida mía: allí, tu vida mía aquello que me diste el otro día El aspirar del aire, el canto de la dulce muchedumbre (en la fiesta: yo soy el pueblo, tú un camino a mi vida) que mi prestancia & su donaire, en la noche serena con llama que alumbra y no consume: las llamas de tu cuerpo en mis labros.

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IV Cámara fresca Un Lancé un flash leve (desnuda en la alfombra): me gusta le- -debo encontrarme ahora con el Drt. de Bellas Arles-, so- Lancé un flash ro (yuxtapuesta al rostro ampliado de Jagger): excelente es -una bella colección de postales merece una exposición en Art Noveau-. su Lancé un flash mú(mordiendo levemente una fresa rojo dorado): extraordinaria si- -un cuerpo desnudo merece perpetuarse en una imagen-, ca Lancé un flash es (dulces pechos con punta rosa en un fondo dorado): muy buena un -la mente es a la cámara: 85% de información es imagen visual-, co- Lancé un flash ro (labios como pétalos fruncidos bajo ojos encendidos): hermosa a -"a capclla..."-. ca- Lancé un flash pe(café dorado bajo cejas levemente arqueadas): bellísima lia -rojo/azul/verde + amarillo-azul/rojo-violeta/azul-verdc se acumuuna lan en el cerebro-, vida Lancé un flash a ca(pezones como ciruelos manchados en crepúsculo): dulce pe- -"pella rumor de una vida inefable..." lia Lancé un flash ru(pechos dulces como flores en los labios): bellísima mor -por reacciones químicas rctinianas: información a través de impulsos de nerviosos ópticos-, una Lancé un flash vi(texturas de muslos sobrexpucstos a un tejido técnica Paracas da -la luz es una potencia eléctrica en el cerebro que une lógica + memoria ine- visual-, fa- Lancé un flash ble (trusa chiflón lila transparente vuela en un pie): interesante un -una computadora óptico electrónica procesará imágenes: no cifras-, su- Lancé un flash su(a galas con roslro besando la yerba: cerámica mochica): ¿qué es rro esto? bajo -una luz en el fotocátodo libera electrones que nilizan lo imperceptible-, abra- Lancé un flash /os (pie acariciando el blanco cojín de gamuza oscura): ah caray de -una postal holográfica será también una toma del tiempo-, li- Lancé un flash

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la hoja que habla y no habla mien tras ya todo

(cintura quebrada con caderas hermosas bajo espalda deliciosa): hermosísima -tiem po espacio y cuerpo son creaciones del poder humano...-, Lancé un flash (pubis castaño oscuro con fresa fresca con puntos do­ rados): dulcísima -porque el arte no repite: crea al hombre según el nivel de su avance-, Lancé un flash (la textura electrónica resalta el cuerpo como un tejido al revés): un estudio -¿la postal de un desnudo de muchacha llevándose una fresa a los labios no es hermosa? Lancé un flash

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Revelando el negativo ¡Mira a la izquierda! -su rostro es fotogénico cuando los ángulos de su rostro están a la derecha-. (¿así?) ¡pero no te comas mi fresa! -sus dientes son perlas de una sonrisa mordiendo levemente una fresa-. (¿bien?) ¡sonríe un poco! -el rostro tenso relapsa irradiando una dulce naturalidad(¿dc acuerdo?) ¡no te muevas! -giró levemente el cuerpo pero el rostro se perfiló suavemente(¿correcto?) ¡los pechos al natural! -una proyección de luz desde la izquierda resalta pechos redondos a la derecha(¿ya?) ¡mira la cámara! -mentón inclinado y vista ligeramente levantada dan un aire tímido(¿si?) ¡las cejas tensas! -endurece los párpados cuando la noche es amarga-. (¿bien?) ¡pégate a la ventana! -con la luz en los pechos el pezón resalta como una fresa dorada(¿así?) ¡no te muevas! -colocando la cámara en ángulo recto a la luz del ciprés juega con los pechos(¿de acuerdo?) ¡mira hacia arriba! -párpados sombreados con acrílico en mejillas y cámara 60° a la derecha exotiza el rostro(¿correcto?) ¡levanta una pierna! -luz directa diluye contornos de muslos en el tejido(¿ya?) ¡tu pie junto al calzón! -abre los brazos cogiendo el velo mientras levantas talón derecho y desliza pie izquierdo-

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monos Amor & vámonos a ver en tu hermosuraal

(¿sí?) ¡ahora en cúbito ventral! -líneas suaves con un ligero pliegue oscuro en las nalgas si Hu­ minación es directa(¿bien?) ¡Patea ese cojín! -el cojín en el suelo contrapone peso cromático al cuerpo que ondúla­ (¿de acuerdo?) ¡ahora voltéate! -línea de cuerpo hermosa contrastando fondo color cálido y luz en ángulo agudo(¿así?) ¡échate otra vez! -la fresa resalta entre los cabellos con fondo tenue(¿correcto?) ¡probemos sin luz ahora! -el flash vuelve angular el cuerpo captando sus líneas en intensidad des cromáticas(¿sí?) ¡Aquí terminamos! (ahora a canal 9)

«

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VI Solo de Alto Recorder Era una pálida flor interior: no era jazz ni era rock ni era soul cuando ella tocaba todo se trastocaba en luz suave y todo lo inquieto era quietud lo que era quietud era una hoja inasible esto que era inasible era su lengua de azul no era jazz ni era rock ni era soul era su flor deceptiva lo inquieto era quietud mi flor dulce en su pubis una pálida flor interior

La cámara nace con la revolución industrial -y sin la propia revolucionarización de la ciencia, no hay cámara- pero pretender aniquilar sus posibilidades artísti­ cas es posibilitar el fascismo que sólo puede ser destmido por el trabajo: el láser de este procesamiento -niveles en un mismo hecho- es la postal que no tienes.

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LA TECNOLOGIA EN EL ESPACIO ES UN BORDADO -NO UN CHANTAJE El cohete es un largo y delicado pájaro metálico expurgándose en un bosque de ojos: salta una aguja y el navio -llamarada naranja- empieza a desprenderse como un rugido -M e siento bien. Preparado para la salida- en la instalación de despegue. Tu rostro sereno como un geranio embellecía la pantalla interna del sistema de TV. Un buen proyecto. Una revolución astronáutica, , , , ? lo que una vez el teórico soñó como diagramas no tan inmatcrialmentc imposibles sobre el espacio -¡en marcha!: ordena el técnico de vucloen el que ahora volamos: -iea, andando!- responde Gagarin. ¿Sacudir hojas marchitas no es algo aún tedioso pero necesario como iluminar el vacío de la noche? Gagarin es una mañana de abril, un jinete de flores tranquilas abriendo otro espacio a la historia -páginas donde el hombre no teme escribir su aventura ni la aventura -dama poco doméstica- rehúye dejarse enlazar como una Maia Pliscskaya por un delirio de violines y clavi­ cordios delicadamente pulsados de noche. Todo este ajetreo es geranio perfectamente brotado en mis ma­ nos: abril miércoles 12,1961, cosmòdromo de Baykonur cuando el Volga azul como tranvía

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de Pushkin florece en mis ojos, alocadas muchachas guiñándome lentamente un párpado se colocan vodka y cereza en los labios. Todo a esta hora parece perfecto cuando vuelvo a comprobar el mapa de vuelo y volar es un instante de visión trascendente pero no una flor marchitándose como pronóstico perdido en tus manos. Yuri Gagarin, piloto de caza, ha saltado al espacio y en su l>olsillo lleva el carnet 08909627 del Partido que lo eligió para sobrepasar a un pasado no tan verdadero como tu demasiada pericia colocándole en la órbita de un mundo que te saluda ahora en mis versos. No fue Ciagarin un inaplicable símbolo impreciso. Ni el Voslok sólo una gola de rocío en un pétalo de murano. Y la tierra tiene ahora un mejor motivo para rodar lejos de cualquier imprecisión que no sea este tri­ ple pacto de álgebra, sueño y acción. ¿Tu vuelo pudo contemplar la belleza de un mundo que rodaba bajo tus ojos? -Tierra, habla el Cosmonauta. Comprobado el sistema de enlace. La posición inicial de los interruptores en el cuadro de mandos es la dada. El globo se encuentra en la línea divisoria. Presión en la cabina: 1, humedad: 65%; temperatura: 19; presión en el compartimiento: 1, 2; presión en los sistemas de orientación: normal. Me siento bien. Preparado para la salida. Tu rostro sereno como un geranio embellecía la pantalla in­ terna del sistema de TV. 9:7 (hora de Moscú) y Gagarin no se altera aún cuando el Vostok parece un clamor lentamente elevándose antes de salir disparado -Veo la tierra, los bosques, las nubes...-

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hacia este lugar donde Dios (que es todavía el hombre) se renueva como átomos plegados a su núcleo pero no deja de ser el mundo atareado que sobrevuelas límpida­ mente. Tus signos vitales eran una flor tan perfecta como esta saludable sonrisa amable al coger azucenas y palancas de mando en tu cabina. Tensión arterial: 115-75; temperatura: 37,7; pulso: 64, mientras la tierra era una probeta suavemente lim­ piada como una flor de cristal. 9:7 (hora de Lima) y cuando la cuenta regresiva empezó el espacio sideral estuvo a punto de saltar hacia adelante. Agosto para Yuri Gagarin -años antes- fue ser convocado a la estación aeroespacial a pilotear un nuevo sistema de Jet y cuando empezó a sobrevolar el globo terráqueo apenas como una naranja, algo más lindo pero con no todo el poder que la puso como flor aún fresca en mis manos pudo saber entonces que esto no era un triste otoño perdido bajo tus ojos. Dos años después al sintonizar una radio (o abrir el periódico) el cosmonauta volaba como yo en los ciclos de mi muchacha y mis ojos tranquilos como una cápsula en órbita -estepas en el Asia de Shostakovich graficadas ahora como sin­ fonía de máquinassc dirigieron a tus pechos, delicada palanca en mis manos, de vuelta al hangar como a un lecho caliente después de haber estado vagando por un mundo no tan incomparablemente peligroso como cualquier ciudad de occidente. Gagarin es una bella mañana de abril, flores que un charanguista alocado arroja a nuestros ojos como a un cielo de primavera. El cosmonauta abre el micro de 3 bandas simultáneas: onda cor­ ta -m e siento bien- en la frecuencia de 9,019

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y 20,006 megahertzios y 143,625 mgh. -el vuelo transcurre nor­ malmente- para las ondas ultracortas, y comunica: —el vuelo transcurre normalmente. Me siento bien. Los aparatos de a bordo funcionan perfectamente. Delgado, fuerte, alto como un abedul que embellece el Vostok de la URSS. Tremenda maquinaria volante para un hombre perfecto como su propio sistema de mandos. Y en el gráfico de vuelo el Vostok marcaba 28,000 Km/h bajo 6 poderosos propulsores con una potencia de 20 millones de caballos de fuerza y en la cabina una música suave -son Las olas de A m ur- revoloteaba como llores de una estepa guerrera. Soñar con los ojos despiertos y ver desplazarse al ciclo como a un cosmonauta en su cabina -ins­ trumentos de mando manual y sistema automático de orientación, timones, agujas con tintinear de colores en una noche angustiada- parece algo no tan incierto cuando la noche es una manzana que gira tranquilamente en tus manos y te emociona saber que vuelas como esta concentración de energía en una cáp­ sula aún más poderosa que esta ley de la gravedad. No tener más posición que esta mente que se mueve en una historia donde se unen y desunen el humor y lo agrio, manos diseñando maquinarias bellí­ simas, nuestro mundo y su comprensión es lo que siempre ha dado un sentido a la vida, salir a trabajar, o emborracharse bajo escenas de amor en un largo verano antes que todo sea como el último día del mundo, esta conquista final del viejo sueño nunca pospuesto y a las 10 horas 25 minutos se conectaron automáticamente los motores de frenado, llamas de fuego envuelven el clima de primavera -22ocn la cabina y Gagarin continúa con el pulso normal. Su ligero mameluco de abrigo azul celeste con la escafandra anaranjada flota como fresca casulla en verano. Y minutos después lentamente el Vostok -máquina del cielose posa como un pétalo en los campos de Smiélovka

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y esto es esfuerzo legado como una complicada partitura a la historia para dar otro salto, más lejos aún, adentro y afuera -roja casaca granate en el hombro: el amor-, versos como pasto con flores de cólera en tus manos ahora, (iagarin era un muchacho que gustaba colocar sus brazos sobre los hombros de su mujer para conducirla como un navio por los abedules de la Universidad. Y toda precisión es un equilibrar fuerzas como ponerte delicadísimo para acariciar flores como dulces pechos de tu muchacha cuando la amas. Más fortaleza cuanto más equilibrio y hay sólo fortaleza cuando por sobre el desbarajuste predominan iniciativa e inteligencia volviendo a colocar todo en su sitio: astros y circunvoluciones de astronaves que giran sobre un Viejo planeta alocado, este cambio de perspectiva pero no un cambio de trayectoria y lo que siempre ha brotado en tu vista es lo que nunca dejaste de ser, precisión absoluta.

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BELSIZE PARK’S SQUATTING El sol destrozaba el bus donde mi rostro lago de gladiolos se disolvía en llanto pasto mordido por el rocío pastillas que de nada me sirvieron & yo estaba triste y bello aquel día en que & hostess me pronunció en su francés pulcro como cuello de camisa almidonada que el cruce por Ramsgate como por una habitación cerrada sería a la 1.15 pm. & el mar gris como noticia de periódico tenía el mediocre ajetreo de la burocracia deteniéndose y revisándome peor que a un film donde la lucidez parece un grillete roto, hélices como bruscos muslos desgarrándome el corazón. -T e confundieron con traficante de drogas -dijo horas después un amigo- o con terrorista enloquecido. Pero todo mi equipaje es un pasaporte despertándose como un borracho (lo están revisando) en una mesa de Aduana (This is dirty -lo objetan) & yo que vengo de un lugar hermoso como reino de guerreros armados no tengo por qué ser altivo como abedul en la noche -¿también la verdad, estas flores, son un peligro aquí?ni traer tanta belleza en la mirada cuando los mercados en el mundo vuelven a distribuirse & el MCE realiza inversiones tan intolerables (detention for investigaron -dicen) como intentar impedirme leer mañana estos versos ante las carpetas del King’s College ahora que los demás pasajeros ya han pasado y yo estoy aquí como próxima jugada ante estos señores para los que no soy más que un vulgar travailcr inmigrante tratando de jaquear como Caballo Rojo a la Reina Rubia.

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II Fuego Sobre Montaña Y nerviosamente el Bus como lapicero travieso ha ido desenrollando los bellos diagramas de este paisaje donde he rodado a la deriva en busca de un signo que pudiera configurar mi campo de atracciones -danza abriéndose para tus ojosmientras suavemente dejo que el azar: configurado por los signos del I King -decida f por lo menos el momento en que yo al abrir tus párpados trace un rumbo para el mundo FUEGO SOBRE MONTAÑA Christ -dibujo de un vagabundo en el florero de su cuerpo, flor pisoteada del verano perseguido por reflectores y radares que la hieren y hieren a mi belleza mercaderes que no pudieron tener ni un poco de esta lucidez despierta en mis pupilas, pero ahora los ciclos se desgarran y en este viajar -ave posándose en bosques de hastíoveía apenas el pincel de lo que repercutía en mí como sobre hojas de geranio donde yo te dibujaba mi haiku de verano. El camino es un Cezanne que se desarmoniza y equilibra en manchas azules, verdes con pulpa rosa pálido en el imperturbable roble donde el ciclo se recuesta, dando frutos, follajes en un auto que no me pertenece. Una perspectiva aplicada a Matisse, algo parecido a un Kandinsky extrañamente dulce como nosotros -tierra en tierra- que florece menos efecto que causa en esta observación de cosas terribles e inasibles como gasa de neblina desequilibrando ciudades calles hombres que no saben dónde ir cómo emborracharse y quedarse para siempre dormidos en el banco

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de un parque cariado. Este bus acaba de entrar a Londres y en Londres unos squatters, Christ, abren latas de cerveza como slipines para engullirnos a la noche, probar en los labios el sabor a escarcha de la mañana. Ill 24 Packington St. Y cuando el atardecer se destrozó en mis ojos máquina inflexible y lo estéril trató de pisotear el suave alhelí de mi dulzura que brotaba en verano y este hollín de fábricas voraces enturbió el firmamento hindú Christ trazos rápidos líneas y sombras en el papel se apoderaba de mí con una cierta evanescente elegancia cokney que yo devolvía prometiéndole este poema y no otro prometiéndole este jardín de letras donde plásticamente como una sierpe pudiera ella ondular su vientre abultado y perfecto como el higo dulce higo protuberante en la suave línea curva que unía su torso a sus caderas -ram a de belleza en mis manosTRUENO SOBRE CIELO trueno de seda -cuerpo arrinconado en la cocina donde nuestros labios se acarician suavemente brazos elevándose y girando lentamente sus manos tobillos desnudos como flores posándose en mis hombros y cabellos como llamas que salen del frutero Christ licor que embriaga con los ojos latas de pintura ligero pincel tocando el aire en Bloomsbury en Metro Angel en Isllington

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a unas cuantas vueltas de timón por la niebla amarillenta londinense desdibujándonos extrañamente el rostro como si fuésemos inconfundiblemente un Bacon, rojo contra azul granate, blancas lincas cúbicas. El barrio ha sido rcmodclado por los squatters y una comunidad anarquista florece donde antes se marchitó una apacible familia burguesa. En la cama no quedan restos ya de la tan severísima moral victoriana pero es posible que tampoco entonces existiera -amores tan extraños como Wilde y Lord Douglas, o Salomé, o quizá Beardsley-. Cambridge está lejos y fuu a de poseer a Christ no saco nada por leer mis poemas: no acepto -digo y Alcx contempla una postal y dice: provinciano. Cuanto más cierta más bella la vida: respondo. La cerveza se agota, esta madrugada es dulce como Christ que recibe los gladiolos de mis manos. IV The garden party Y el jardín ha sido cuidadosamente entregado a la maleza, bajo todo este aparente descuido ojos grises y aterradores acechan como lobos: ramas secas crujen arrugadas cajetillas de cigarros apretadas bajo una música que sale de algún stereofónico. Algo huele mal aquí y el tono inglés es middlc - class. La pequeña fuente de mármol tiene polvo y hojas secas y este angelito que flecha el amor sobra como yo y los squatters, como nuestra sed y nuestro amor, como todo lo que hacemos. Lord Douglas -en la vida real no es Lord, y ahora, ¿Wilde pensaría lo mismo de este Lord después de es­ cribir De profundis?se ha vestido como Lord Douglas con puños de encaje y una corbatita de lazo. Gracias, digo, pero hace mucho que la mariguana es poca verdad para mi mente. Antes que empiece la fiesta -tragos de vino blanco como flores zurcidas en la solapa- Alcx Christ Carmen David y yo acordamos no hablar inglés

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(o imponemos o nos imponen sus condiciones decimos). Primera maniobra para cuidar esta buena salud: mantener esta distancia, dejar que el enemigo crea que domina la pieza que lo pondrá ante nosotros. El oferente ahora está desconcertado y en la pequeña fuente de mármol donde Cupido apenas se atre­ ve a clavar la punta de un pie entre hojas secas el aburrimiento rueda como el poema que el falso Lord ha escrito a sus mineros. Hemos hechos un círculo en la yerba y con la guitarra en las manos -una peruana, de San Isidro, dice- que ya no habla como peruana -diez años fuera del país, salió de niña- se ha puesto a cantar nuestras canciones armando su antología del vals peruano. Todos vuelven, Puentecito de ¡os suspiros, Nube gris. Y ya estoy borracho abalanzándome sobre Amanda con sus bomba­ chos colorados y transparentes. ¿Amas zarandear muchachas dulces como un sueño, el terror que no posees en tu mente? ¿Jugamos? -dices. Quizá The garden party -digo- pero metí Rey Rojo en tu casille­ ro amarillo y entonces abrí tus muslos y le llenó de furia. Una fuente vuela y se quiebra como la vitrina donde cae. Oh escandalizar a profesores (se dedican a cuestiones respe­ tables y distantes) es tragarse un mal momento. Londrés está bella, pero afuera punks y patrulleros se han cogido a cadenazos, Amanda abrazándome lleva mi cuerpo a su lecho y antes de ponernos a culcar nueva­ mente Ico un ligero esbozo de este poema.


ATARDECER CON POTRANCAS SOBRE ELTIBIDABO Hay un algo seductor y turbio al fondo de los ojos de las chicas mediterráneas -no en aquellas adolescentes aún, cabellos de castaño, muslos como hielo que se abren con un poco de jazz en la neblina. Hay un algo seductor y secreto en el acompasado movimiento de estas catalanas: veinte treinta cuarenta años que van trotando como potrancas por estas calle pétreas, aire límpido y fresco, o helado, ardiente, siempre transparente, ligeramente nervioso en el meneo sensual de unas caderas que se sacuden gruesas gotas de lluvia y con sus cabellos despeinados va mi potranca pasando contra el Tibidabo. Y este cuerpo que se ha cubierto con caricias o flores bajo el vestido ligero (o la falda de cuero) tiene el temblor de un anhelo, un oscuro sacudón nunca satisfecho, insatisfecho. El cuerpo que huele a madurez, pecado, ojos levemente surcados por góndolas floridas en la piel salada, senos turbios desechos en mi boca. Su caminar es delicioso, seductor, tierno como una amapola y en las grupas, balanceo impío, gime para mí una belleza tan incurable como mi deseo. Mi potranca resbala un muslo contra el otro al pisar el pasto, el atardecer, y tiene un ritmo apurado, el sabor de la noche en su hombro. No hay este sereno gesto excitado de mover deliciosamente las ancas, un desconocer el amor: hay incitación a lo tórrido, un cerrar el periódico y meterse desnuda en la noche, sábanas frescas, amplio dominio de manos en el oleaje descoyuntado y piernas que caminan revueltas por los aires. No se detiene, continúa hasta la última nota y violines destrozados en otoño.

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Muchachas como yeguas trotan resonando brevemente sus cascos en el atardecer del Tibidabo. Pechos duros y frescos como alta proa cortando la brisa con el torso, la mirada levantada. En la pรกlida piel hay flores invisibles, secretos llamados en los ojos. Pero esas grupas que se balancean, discuten, se apretujan, grupas jugosas como peras donde se clavan mis dientes son un secreto encanto que ellas guardan, como un tesoro, en sus ojos. Y en las noches las entregan, deliciosas, entre breves y profundos gemidos, placer de gatas, ronroneo, oh set penetradas y quedar otra vez perfectamente insatisfechas.

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BANDE DESINEE 1. El sueño. Cuando un dulce fulgor se proyecta desde mi ventana entonces sobre la pared de enfrente aparece un ángel tecleando impecablemente a máquina. Un ángel pálido y moreno, rojo como un cassis, un gato mordiendo suavemente las llores de tristeza de la noche. Sobre la pared crema pálido traza cifras imáge­ nes figuras geométricas -el círculo rojo donde belleza y locura combinándose se irradian a tus ojos- como llores de fuego en una noche glacial. Tiene casaca de corduroy rojo encendido y su cuerpo es fuego para los labios que se posan en él, en sus bolsillos sus manuscritos se amontonan como un tesoro cuya ruta sólo conoce aquel muchacho que escribe hace ya muchísimas primaveras sobre la pared llena de extraños cálculos para la pareja que habita en aquel dulce es­ tudio. Toda ciudad es un sistema de signos intcrconectados a distintos niveles como una maquinaria cuyo funcionamiento destroza en toda clase de lecturas el espejo que la refracta y la desesperación, la mente furiosa, el estallido son mi círculo rojo -como un jardín llenándose de extrañas maquinarias radiantes al alba- donde aquel joven maestro trabaja. En ese jardín como en un tiempo que se despliega en la forma de mi vuelo el silencio es una triste flor perdida entre los sonidos de mi maquina tecleando multiplicidades de belleza bajo lo que me despierta entre sensaciones de ahoco -y todas estas palabras son como signos de altímetro en mi ventana que es la cabina de una mente acelerada-. Tener» un vuelo ligeramente tenso y siento una rabia dulce que me corroe hasta esta­ llar en mis ojos: rabia por todo, por nada -no deja nunca de haber una causa en la que no nos sintamos partícipes- y toda esta tecnología aún poco situada (y no reconciliada) a la altura de las necesidades bio-maenéticas de mi cuerpo me precipita en un espacio inverso y tan profundo como la velocidad que se desprende del tiempo. Tengo turbulencias y el limón de mi pequeña cabina se estremece envuelto en llamas verdes: los grandes motores de mi Jet ZT —24 se han incendiado y en el curvo parabrisas sólo veo un hueco negro. Aprieto el botón de exclusión automática y me veo catapultado fuera de esta dulce maqui­ naria de precisión llameante. Mil dos mil tres mil cuatro mil cinco mil metros en caída libre y en los tubos de aluminio adosados a mi espalda salen dos gran­ des alas sexagonales, transparentes, con nervaduras de plástico mientras un pe­ queño radio-a-transistor colocado en el pecho de mi casaca lanza señales de mando a las alas de mi planeador manual ZT —25 (para asumir las funciones de una situación imprevista) que por las turbinas posteriores de mis tubos de aluminio arroja intermitentes llamas rojas al cambiar la dirección de vuelo que me coloca en un círculo rojo como sobre una mesa que sobrevuelo para escri­ bir que no escribo sino de lo que he descifrado en el reverso de los signos que ruedan desde computadoras transparentes. Salta una palanca y vuelvo a asumir

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el control del Z T —24 como al cohete de mi mente en un espacio imposible des­ de donde me dedico a filmar la destrucción de una desesperación arrastrándo­ se entre las concesiones al confor en que toda época cae habituada. Entonces, anoto: Torre de Montpamasse: también iluminas al hombre extraviado. y el joven maestro es belleza para la pareja que lo observa delirar en su jardín de conceptos. Terrible camino: la simetría es un espejo destrozado cuando el tulipán de una muchacha se muda de cuarto -el verano es una maleta que sueña en un montacargas- y en el cuarto donde estoy ella ha vuelto para dejarme el tulipán de sus sueños. No se va la mujer: se va la posibilidad de un dulce deli­ rio, la loca orgía que equivale a cero es un valor positivo cuando tu producto te evita permanecer lejos de ti y esta vida consiste en ir destruyendo lentamente a su caos. Tú/ella/yo nadamos libremente en olas de un deseo cuyo límite es el re­ verso de lo que hacemos pero al salir del reverso -su límite es la nostalgia de un camino olvidado- volvemos a cambiar la trayectoria de nuestro deslino por­ que en esc cambio está el deseo de lo que se mueve y por un instante, como una revelación, tú/yo/clla anulamos el reverso del tiempo y ahora: -ibón jourí Belleza: cuando no te encuentro volteo para buscarle en mí. -tú eras una dulce aparición en mi lecho que extrañaré toda mi vida pero aho­ ra delx> alejarme porque el infierno me llama -ha dicho suavemente aquella dulce holandesa cuya existencia, siendo una continua aparición en mi lecho, me permitía colocar frutas terribles en sus labios cuando yo salía del suyo. Enton­ ces yo era todos tus hombres y tu lascivia de mujer insatisfecha lanzaba llamas de seda tras la puerta contigua a mi soledad que permanecía abierta como un espejo donde no cesábamos de despedirnos como ahora en que me he puesto a acariciar las orquídeas de tu culo en verano. Esto es lo que queda de un rápi­ do encuentro entre dos idiomas distintos: tú tan extraña como yo en las alturas de una ciudad que desconoce a su ciclo y nuestros ojos como gatos saltando en­ tre extrañas urbanizaciones metálicas para llegar donde se celebra el Tantra ri­ tual. Entonces yo era lu sacerdote impronunciable y tú mi alocada discípula dispuesta a propagar mi loca sabiduría sobre la tierra. Caminábamos cogidos de la mano en los atardeceres dorados y cuando llegaba el otoño bajábamos los lentos escalones malolientes de la noche para contemplar Huir lentamente las aguas con charcos de luna del Sena. Un oscuro vino teñía tus labios carnosos y yo me emborrachaba probando el sabor de tus senos. Sabíamos que cielo e in­ fierno se ubican en la mente del hombre -como en un campo donde el propio


hombre debe decidir su destino- y el otoño que se podría bajo nuestro paso era un lecho para la corrupción de los cuerpos pecaminosos. Yo adoraba esperar el hielo azul porque entonces mi piel ardía como un leño encendido con llamas verdes y tú montabas sobre este leño para poseerme como a una fruta. En el cráneo de un esqueleto arrojé semen y tú te manchaste los labios con semen le­ vantando el cráneo para demostrar tu poder a los elementos de la naturaleza. Ah perversión, perversión. -T u corrupción prueba la pureza de tu espíritu-. Mi cuerpo era un odre de vino fresco que tú, antes de levantarte suavemente las faldas, bebías hasta embriagarte. Entonces te sentías dispuesta a probar todos los placeres extraños pero me advertías contra la obsesión fálica del mundo. Para ti yo no era más que un adolescente muy tierno -una dulce manzana roja, una pichula fresca como un manantial- y tú una portera madura pero aún jo­ ven que me ponía tu cuerpo en las manos para pelar el gran plátano que se tra­ gaba todas las tardes. Tú eras una gárgola y te gustaba probar adolescentes inteligentes y peligrosos como yo. Tus manos acariciaban mi cuerpo y derrama­ bas lágrimas sobre mis testículos apretados como racimos de cassis granate pe­ ro continuabas advirtiéndome contra la obsesión fálica del mundo. Yo sólo me atrevía a gemir: -miau miiiaaauuuu miiiiaaaaauuuuuu- para ti y continuábamos caminando con aquel gato de mi dulzura depositada bajo tus párpados de es­ tudiante de Amsterdan perdida en una buhardilla de París. Toda separación es oscura como la noche en que un muchacho despide a su amor y es tan bella aho­ ra que mi corazón se va contigo, y con nadie, con tus labios mordiéndome el pe­ cho como aquella noche donde el círculo se completó en forma perfecta y su perfección fue haber pulverizado los signos de la nada. No eres vacío, página: tu dulce locura delineó su razón en mi mente. Ha llegado el alba y me veo como un tren en verano, un barco lentamen­ te balanceándose al atracar en tu cuerpo -que acaricio como un mar antes de sumergirme en los bajos fondos de tu mente- y este Boing ruge como una tor­ menta de seda cuando estoy sobrevolando el paisaje de tus labios. Mi vuelo es bio químico pero no usa combustible que no produzcan mis propias neuronas. ¡Me basta sentirme tan totalmente incomprendido como perseguido para al­ canzar los estados más extremos de lo que pareciera una drogadicción perfec­ ta! ¡Más, más persecusión contra la dulce inteligencia de este muchacho que os ha enseñado a no pensar con los pies! Tus labios arden con la flor de mi semen: tu cuerpo podrá refractar mi apariencia pero no la profundidad de mi visión. Tienes en tus manos al ángel de la sensibilidad que te permite trazar las bases de tu inteligencia pero lo maltratas, mi dulce puta, como a uno de aquellos es­ tibadores que vienen a aplacar su furia en tu carne: no siendo sensible tampo­ co podrás producir la imagen de tu inteligencia. Me amas -nunca dejaste de ser

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delicada conmigo- sin embargo y lú eres mi intcrpósita persona: no me dirijo a ti sino a tu estupidez, en el otro lado del tiempo, para que despierte bajo mi*, ojos y haga lo que tiene que hacer: rumiar menos y organizar el mundo como un holograma. Esta mañana, por ejemplo, me encuentra escribiendo con lin­ go en el papel de una desesperación que destrozo como a un insulto: mi tini.i roja se esparce cuidadosamente en los dibujos que mi sueño traza cuidador mente en el silencio de tu cuerpo. ¿Quién puede vivir en París sin no sentir el llamado a rebelarse contra el pasado? París se encuentra situada en un futuro que siempre se permitó voltear el rostro hacia atrás: aquella noche como cual quicr noche en una ciudad tecnológica -Londres, Tokio, Hamburgo, New York- es frágil como un espejo quebrado (el que reflejó y no pudo resistir el reflejo de la intensidad de mis ojos profundos) en mil pedazos de la perfección de su incerlidumbrc. Quedamos apenas yo/tú/ella como un cuerpo que aún, v a pesar de todo, es cohesión, o peligro para la noche que no nos refleja a la ilu­ dida del sueño de los girasoles transparentes de nuestra mente. Una perfección es cspecialización cuya diferencia con los signos de una misma cadena lógica produce angustia de un vértigo desconectado al cuerpo total. A mil, diez mil, cien mil kilómetros de París o en cualquier otro sitio queda mi amor por ti y po? mí y por el camino que despidió a los que se fueron vuelves dulcemente a dor mir, como salida de un espejo, sobre mi lecho -única forma de no desprender se en la nada- pero te fuiste llevándote un poco de mi ardor en tus muslos y y«» me quedé sin ti -que se fue contigo. Unos pechos y un culo menos, unos labios húmedos de vulva que no temblará ya cuando se levantaba la falda verde oscu ro para que yo metiera mi negro galo en sus muslos y le daba calor. Sobre un bosque de hielo la noche se hundía en el abismo y quisiera no terminar, como en un dulce, largo, y prolongadísimo coito, este discurso a la noche antes de bajar a la calle y encontrarme contigo.

II Organizar la mecánica de reflexión de la máquina Sobre las pálidas madrugadas aún se escucha sollozar a una máquina de escribir que teclea -su sonido parece un trotar de caballos en el pasto mojado bajo las flores que se desprenden de las melodías cosacas- la prefiguración de un fulgor en tus ojos. Tú continúas en tu habitación -escribe, escribe loco mu­ chacho que le has considerado a li mismo incomprendido- y la mañana de mi ventana se ha reflejado en la luya: así le veo y no sé quién eres ni lo que ator­ menta tu corazón caliente. Apenas vislumbramos tu cuerpo que se ha posesio­ nado en nuestras mentes encorvarse sobre frascos con extraños productos dormidos y apuntar -luego que has hecho exirañas comparaciones- algo en pa­ peles transparentes como películas donde sólo se percibe movimientos ex­ traños. Al cruzarnos en la calle eres amable -vaya, no hay adolescente que no

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sonría sin ironía sobre su casaca desabotonada- pero tu belleza es violenta y hace que mi corazón se acelere. Tienes una risa que estremece los cimientos de mi buena conciencia y las tierras cálidas de donde provienes arden en tus ojos que florecen en la noche. Una noche cuando la luna asaltaba las techumbres oscuras de los edificios el muchacho se levantó de su mesa y entonces -antes de salir a la calle- habló por mis labios en el momento en que yo me colocaba la casaca para salir a encontrarme con una chica en Nanterre. -Eres horroro­ sa como un otoño podrido. -Todo lo horroroso es hermoso porque angustia dijo ella cuando nos vimos. Paseábamos por el bosque de una suave película que se perdía en nuestro reverso. -Tú eres delicado como una guitarra roja -y me locó la nariz, sonriendome. Mi vida era angustiada porque no había otra forma de configurar la vida peligrosa que yo había llevado hasta entonces: no sólo por mí y tampoco no exclusivamente por ella: también porque el mun­ do -una profunda época de represión síquica como bombas nucleares contra millones de millones de seres humanos hacinados en los Metros de las grandes urbes- sólo podía sobrevivir en la angustia de su propia razón perdida: angus­ tiarse era recuperar la razón como una mujer con la que no te veías hace mu­ cho tiempo y la gente se dedicaba a cosas extrañas. Muchos habían alcanzado el olvido de existir pero al precio de vaciar la conciencia de todo interés en el mundo: las calles se habían llenado de animales, y vegetales, el arte había caído en el olvido porque brutalmente impuesto no hubo quien no optara quedar bien consigo abandonando la lectura o las salas cinematográficas. Todo esto ocurría en un tiempo reversible como una casaca de nylon y los muchachos en los ba­ res se divertían maniobrando máquinas -un cassette había previamente toma­ do las constantes sensibles del usuario ocasional- que reflejaban tras pantallas de cristal líquido la imagen ideal de una vida llena de pcrsccusiones y malesta­ res. Preferían esto a cualquier arte que se hubiere estado produciendo en los últimos meses previos al gran crac económico que sacudió las relaciones de los países unificados a través de un solo sistema de intercambio bancario. Fuera de ello nada más importaba en la vida porque la muerte era un animal heráldico que había ya seleccionado a sus víctimas. Se trataba entonces de sobrevivir. Una primera solución había sido hallada y distribuida entre la inteligencia de todos los países: 1. que cada quien hiciera el arte que concernía a la comunidad en la que se movía, 2. que, fuera de este arte, las instrucciones del animal heráldico debían ser obviadas en la vida común, 3. que el arte producido en las comunidades técnicas -un arte a la altura del desarrollo de la sociedad- se intercambiase para acumular expe­ riencias. Bandas de muchachos tecleaban ahora en toda la ciudad produciendo las nociones sensibles -imágenes románticas, lugares campestres con música gita­ na- que la sociedad necesitaba: la imagen de un bello futuro. Sus máquinas de 146


escribir se encargaban de lanzar fuego contra el animal heráldico, sus propias vidas -muchachos con un cigarrillo en los labios que lo daban lodo por salvar a la inteligencia de las estupideces de la m uerte- se constituían como un senti­ do positivo en la vida del mundo. Sólo ello permitía sobrevivir, sólo ello per­ mitía dignidad y belleza. Se escribían millares de páginas pero no todavía algo terrible -algo que sacudiese fuertemente a las conciencias dormidas- como lo que el ángel tecleaba hasta el amanecer. -E l pensamiento es un bárbaro que se descompone en moléculas que remecen tu cuerpo y florecen en tu mente. -U n comportamiento entonces es el producto de un cultivo de moléculas de infor­ mación programada en las gentes -dijiste tú, y pareció que hablabas sola pero yo sabía que conversabas conmigo en un cuarto de hotel que habías alquilado para experimentar la sensación de soledad química. Y la soledad se evaporaba cuando yo aparecía en tus muslos: gato mañoso, decías, pero el vibro-masseur lograba volverte sobre la dimensión presente. -E l pensamiento es el bárbaro pero el pensamiento no barbariza -m i amante escuchaba entreabriendo los la­ bios carnosos, sus cabellos revueltos se llenaban de fuego en la noche- porque caído el mundo en la estupidez, una superficie sin profundidad alguna configu­ rada como estructura, el pensamiento revuelve como un cuchillo a lo falso. -Por eso he dejado a mi cuerpo ser acariciado por ti -dices, y entonces me abres tus muslos para que yo deposite mi lengua en tu vulva aterciopelada. Un deli­ cioso pastel que pruebo lentamente mientras contemplo la llamarada dorada del atardecer transformarse en noche. ¿Qué hace aquel joven tan salvaje como un pensamiento incomprensible -quieres sentir amor, abandonarte a la loca pa­ sión que revuelve tu hastío- caminando por la mente de jóvenes mujeres dedi­ cadas a mecanografiar computadoras ascéticas? ¿Qué hace este cuerpo sufriente -yo me contemplaba gemir en mis horas de insomnio tenaz- como un nuevo profeta, sus sentidos abiertos a las alteraciones del mundo, en un paisa je que es el reflejo de su propia nostalgia? En el espejo de una llamarada cre­ puscular se aparece siempre ella y tiene un falo ensangrentado en sus manos: cuando vuelvo a abrir los ojos sólo un tenue olor a lavanda impregna mi cuar­ to y una fotografía de tu cuerpo desnudo -una pose en la que estás tú como una perra- descansa a un lado de mi mesa. No soy tan impuro como un no-pensamicnlo y en la máquina de computación de mi cerebro cuya máquina óptica es el mundo se concentra el peso del universo: apretando el botón de la inteligen­ cia sensible salla tu pasión desbordada a la que llamaré belleza. Pareciera en­ tonces que tu cuerpo se libera de la otra forma de su presente mordiendo mi pecho y lo que nos separa -una soledad terrible como un fuego- ha terminado por unirnos: tú te fundes en mí como un sueño y son ya siete y algo más de la noche. Enciendo la radio y con música transpuesta a un Sinthctizer escribo: Tan dulce como el verano, es tu cuerpo -mariposa en mi cerebroque vuela en mis manos

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(y es una fórmula sintética) como protesta contra la ausencia de imaginación en el mundo. -Debemos destruir a la parte de la cibernética tornada intoleran­ te, inamable, anticulta -propugno. Estoy tranquilamente contemplando la ca­ lle por mi ventana abierta: todo tiende a tornarse pálido y si no llamean tus ojos no habrá verdad en el mundo -la luz que irradia de mí sólo ha podido ser per­ cibida por los espíritus más generosos. No hay impureza en lo que digo porque tampoco tengo prácticas de confort: leer en la noche es un fuego que alumbra al caminante perdido. En cambio percibo en el contorno de una mano lo que sucedió una vez: las manos pulcras dicen tanto como las manos nudosas. Ma­ nos pulcras en las exposiciones en retrospectiva se pierden bajo comentarios insignificantes. Mi amigo pintor no tiene instrumentos -pantógrafo, aerógrafo, imaginógrafo- para pintar: ha de salir a pegar affichcs sobre paredes de made­ ra, ha de tener que aprender a robar tubos de pintura en magazines automati­ zados y las Galerías de Arte permanecen cerradas (a la cosa mentale). En la calle quienes hacen el trabajo considerado sucio -barredores, etc-, son inmi­ grantes que no reciben consideraciones amables. El hombre tecnológico sólo acepta la pureza del cuerpo (la pureza: esplendor, rabia, deslumbramiento in­ finito): lo germinativamente denso, cuando éste se ha revestido de un modo de ser que lo pueda distinguir del pasado. Aquí en esta época -el tiempo de una rebelión de la inteligencia sobre lo que no le permite avanzar- todo se diluye, se decolora, o está disolviéndose como niebla: no el trazo genital, que los que han atenazado al pensamiento olvidan, como surco dulcemente germinativo en la tierra, sino la acuarela. Esto es la pintura actual: nada. El trabajo del lápiz, del pincel, del color: el trazo y su expresión pulsional sólo podemos vislumbrar­ lo en lo que se asemeja a la bande desineé -algo así como Metal Hurlant y Ah Nana- donde se perciben imaginación, trabajo, luz, vitalidad y todo esto es lo que prefigura a la nueva belleza: El cielo son mis ojos que welan -iJet planeando a tus labios!en tus pechos. ahora que mi cuerpo hecho cuerpo desgarrado destruye la falsedad del no-análisis como pose académica constriñendo al hombre que viaja en el Me­ tro. Estos tiempos han tratado de desgarrarme: mi pensamiento sin embargo me ha liberado y entre mi pensamiento y yo no existe ese abismo de distancia que hay entre mi vitalidad y el pasado que es toda esta época. Sólo tú podías comprenderme, dulce mujer. Enloquecido me encontré contigo para probar la copa del conocimiento prohibido: ante el ojo impasible sólo aparezco como al­ guien que continúa prendido a su máquina como a una mujer (nada producti­ vo) y mi sangre arde, pero mi sangre arde porque tiene la sed de un fruto que debe alimentar a lo que se demacra en la corrupción insensata. Sufro un terri­ ble delirio: hacer avanzar la mente a la misma velocidad que sus neuronas que

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la conforman pero apenas he llegado a concebir que ello es posible una violen­ ta sensación -la sensación de ser tomado por loco- me advierte que puedo caer en el manicomio si continúo con mis experimentos: debo continuar. Sin efecto la repulsión de lo que me persigue aparece mucho menos repulsiva que una gárgola sombría. Yo soy la verdad, yo soy la vida, yo soy el fruto de una juven­ tud crítica y enérgica que no se puede detener sino hasta llegar a su objetivo: dibujar lo que es como lo no posible para que pueda acceder el mañana. Y es­ te dibujo aún cuando es su reverso potencia el mañana, que es el presente: pa­ redes llenas de publicidad, asientos glaciales a la medianoche cuando estas palabras se pierden, y alucinan, y los pétalos de mi cuerpo sangran en tus ojos. La noción de placer es impronunciable si no se la ha vivido pero se encuentra en tu sentirle mal como una daga que se place en herir lo que me rodea entre brumas, saliva tonta, imbecilidad sin voz y desentonada. El hombre que te ha­ bla camina aparentemente abstraído, y no contempla más que las sensaciones que se producen en él: estoy desangrándome, me duele, me saca estas palabras ser como soy: ebullición de energía, volcán arrojando manzanas como dientes clavados al pasto de tu cuerpo: También la noche desaparece como la soledad que tus muslos no brindan. aunque no tus labios sino la forma de tus labios me sedujeron y los he dibu­ jado como cerezos: labios carnosos, palpar en mi léxico la sensualidad de tus labios ardorosamcnic entrecerrándose bajo tus ojos-ojos que me comieron co­ mo quisieron y yo que me dejaba comcr, acariciar, ser abrazado por ti- no sería el lugar donde borbotones de semen florecen más allá de cuatro estaciones y entonces di sentido a tu vida: este lenguaje de flores se inclinó para besar tus piernas bien torneadas y fuertes, piernas de señora que no encuentra marido y se acaricia con una muchacha que te abandonó a mi asedio. Tú te humedecis­ te cuando entreabrí tus muslos como una persiana donde explotaba tu madu­ rez bajo mi juventud que te amaba antes de separarnos cada quien en direcciones contrarias a su encuentro en tu carne, cuando te masturbabas sin nadie en tu cuarto. III La máquina de pensar Bastante infierno tenemos con haber nacido como para que se nos con­ tinúe angustiando la existencia. No ver sino lo que está detrás de lo inmediata­ mente perceptible: el cuerpo, la noche, el silencio, la mente no revelan sino signos que uno debe ensamblar para obtener la imagen de la profundidad: 149


El hombre perfecto destruye el abismo de la desesperación que lo atrapa. porque la profundidad es el proceso de su construcción: la combinación de símbolos lógicos no se diferencia en nada a la música -una música inscrita en una página determinada- y esta es la base estructural en una expresión verbal: una lengua permanece siempre móvil, como explosión, en su desarrollo hacia lo infinito sobre la base de lo que va dejando de ser sombra. El pensamiento barbariza lo que se ha tomado como costumbre y estoy obligado a no dejarme desfallecer ante la poca capacidád mental de mis contemporáneos para com­ prender la estructura del movimiento de la mente que refleja la coherencia re­ vertida -una verdad cruel como un cuchillo- de un hecho tal como* (x colocada en el espejo de la mente es su proceso). Al intentar conocer este hecho -o su imagen, el habla vertida como signos escritos despliego el conocimiento de mi yo: este despliegue soy yo en relación a las páginas que he producido. El cono­ cimiento no es más que la transformación en la página de lo que ocurre fuera de ella: al transformarse en la página es también acontecimiento. No existe ver­ dad sin página porque ésta es el contrapeso de su producto y la transformación sólo puede existir como destello del conocer: lo decisivo es queje es un proce­ so. De la experiencia industrial me interesa lo que no le interesa al resto de lo que pueda expresarse limpiamente (la limpidez es una forma de la inteligencia en gramática): el proceso de los teoremas que sostienen a su materialización en productos tangibles. Este proceso debe ser conformado en un poema como cuerpo activo: un vivir sobresaliéndote por sobre las normas que te impiden co­ municarte. Cuando por ejemplo me extasío en la suavidad protuberante de al­ guna escultura en mármol o vynilo trato de contemplar las relaciones que armonizan sus volúmenes hasta que mi vida salta como un gorrión a otra escul­ tura. Me gusta el cuerpo fresco y maduro como durazno que voy a morder: es­ to es lo que me interesa del mundo (y para eso quedamos citados en este lugar donde hay concierto de música natural) como notas de un Angelus que tus ojos admiran. -L a multiplicación del infinito por lo posible, ¿qué da? -U na pregun­ ta que sólo te la puede resolver no exactamente la matemática sino su filosofía -contestas. -E se punto en que la matemática se transforma en filosofía es la poesía: lo que quiere decir que la ecuación poesía = matemáticas precede a la posibilidad de su uso. -Correcto como que, entonces, lo infinito es posible. -Y no da imposible porque existe un hecho concreto que lo impide: la posibilidad de su multiplicación -explico. Contemplamos que el tiempo no se detiene cuan­ do pasa a través nuestro pero si no se detiene es porque está encarnado en no­ sotros. Un mundo sin sentido es un mundo tan inhumano como un mundo donde no existieran hombres. Lo que da sentido al mundo no es otra cosa que vida y la vida es la producción del sentido como estas palabras: un dulce cuer­ po que al refregarse en ti vuelve nada a la angustia. Hemos vivido largamente 150


angustiados porque todo está hecho para impedirnos pensar: así la única for­ ma de trabajar el pensamiento -que se formula siempre en imágenes: lógicas, o poéticas- es destruir a lo quetaos ha perseguido; en el afecto el pensamiento encuentra su mejor refugio. La inteligencia es un modo de ser de la sensibili­ dad y el pensamiento se expresa como imaginación vuelta a tierra. No sólo es nuestro afecto refugio: también es generador de inteligencia. Siendo el arle la materialización de lo afectivo hemos resuelto refugiarnos en él y desde allí des­ plegaremos palabras de amanecer para arrasar como bárbaros a la estupidez. Se produce entonces metáforas como reino académico: metáforas que entre­ mezclan a lo falso y a la falsa actualidad que es ya pasado. Habiendo perdido el presente toda su curiosidad por desplegar la posibilidad de conocimiento sólo queda la realidad de un arte que se enfrente a la escasa producción de in­ teligencia así como al exceso de estupidez -la retórica, la escasa limpieza en la formulación expresiva, el apelmazado de metáforas como barro- que gobierna al mundo de las letras. Sólo es posible una diferencia entre la matemática y la poesía: sus academias (que en la primera recibe al genio mientras que en la se­ gunda no sólo se lo persigue sino que se lo persigue para instaurar o continuar estupidizando al mundo). Inteligencia es energía limpiamente formulada como un poema: la máquina del ciclo interior puesta ante los ojos -ojos de las imagi­ naciones envejecidas- es el reverso de la realidad recibida como buena costum­ bre. El poeta ha llegado para eso: para producir el genio que su tiempo -la envidia, lo mediocre, lo estúpido, lo estéril- le niega porque él es el producto de su obra apenas leída a escondidas por adolescentes sensibles y valientes. Es­ te tiempo tiene también el estigma de su cobardía: trata estúpidamente en va­ no de destruir a la sensibilidad de quien se ha rebelado volviéndose incluso un ebrio de belleza en las calles oscuras. Son los hombrecitos de papel a los que debemos perforar como a una tarjeta para meterla en nuestra computadora a los que debemos criticar como a una peste bubónica. Incapaces de diseñar una máquina de inteligencia -la máquina de la belleza de las letras sagaces- se de­ dicaron a ventosear por la boca tirándonos piedras desde un ano ulcerado co­ mo un cerebro mongólico que sólo podía aliarse a la apariencia fugaz del poder de las insulsas revistas literarias. Hombrecitos de papel picado que no fueron lo uno ni lo otro, y que pasaron porque no se asumieron -no tenían tampoco la sed de conocimientos, ni se habían transformado ellos mismos en verdaderas enciclopedias mentales, ni el fuego de la alocada pasión, como para ser receta­ dos como frutas a muchedumbres en el desierto- en una rebelión cuya contra­ partida arrincona al genio, y lo escarnece, y lo insulta, y lo escupe, y lo condena a una soledad que él destruye con sus escritos. Este terso lenguaje clásico co­ mo el que usan los analistas de sistema es el producto de una angustia que me arroja a delirar el Proverbio Rojo de mi vida entre maquinarias desiertas. To­ do pensamiento acuchilla la materia moldcable como el espacio en el telesco­ pio -cambia a ese destartalado telescopio- que lo contiene. El tiempo es una

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capacidad cuya cualidad cambia como la materia. El mundo es su teoría, su concepción, su proyección. Estamos no ya en las ciudades sino en los proyec­ tos -muchos de los cuales ignoramos- que pervierten la vida síquica del hom­ bre: no es necesario saber que se nos trata de convertir a la nada. No desde el punto de vista de la individualidad sino desde el hombre -esa unidad naturale­ za/trabajo- es que te hablo: cuando se elimine la creatividad -cosa imposiblecntonces se habrá concluido con el mundo. No ganemos tiempo para detenernos pero el concepto de celeridad es una ilusión: avanzas más -la cele­ ridad es una tumba, todo lo que ella produce se vuelve rápidamente desechosi dejas de tomar al tiempo como medida: tu trabajo es la medida, tu calidad la meta de la que partes para llegar hasta ti. El trayecto de la vida no puede me­ dirse como una línea: la vida se elabora, su trayecto es lo que la vida elaboró como un plano donde habita. Todos sus viajes no alcanzan a medir el conteni­ do de su energía: su energía es el viaje -mental, ideal, concreto, material- co­ mo un no haber perdido esa curiosidad fatal que lo dispone siempre a la aventura (la aventura mental es análoga a lo que lo arroja lejos de la insulsez decrépita, lejos de la estultcz despótica). Cuanto más lejos se aleja de lo estúpi­ do más se acerca a sí mismo por el camino sembrado de flores punzantes de lo que ha construido, o destruido. Nadie puede negarle al hombre su derecho al trabajo. Nadie, y mucho menos las academias de la úlcera, puede cegarse tan­ to como para negarle el proyecto de una construcción en sus dimensiones si­ multáneas -com o una máquina de pensamiento conectada a los diversos instantes en que un hecho tal como x acontece-. Todo el problema del pensa­ miento actual se centra en el planteamiento -tanto como en la solución- de un solo problema: construir una máquina de pensar -no como un ábaco chino, un cuadrado simbólico mágico, una calculadora o una máquina de mantras tibetanos- capaz de resolver el problema que angustia a las muchedumbres: tratar de conferirle un sentido a la vida. No es una solución mecánica sino una solu­ ción mental lo que el presente necesita. Sabemos que: 1. la máquina de imaginar funciona a través de dimensiones simultáneas. 2. la máquina de pensar es análoga a la máquina de imaginar. Por esto se puede deducir: a) que el pensamiento -aquello que produce sentido- se formula como un sentido de la imaginación. b) que la imaginación es el sustento del pensamiento. El teorema 1 es: belleza + imaginación = inteligencia. El teorema 2 es: inteligencia + imaginación = pensamiento. El teorema 3 es: pensamiento + belleza = sensibilidad. El corolario 1 es: proporción + sensibilidad = belleza. El corolario 2 es:

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belleza + inteligencia + pensamiento = imaginación. De este modo la máquina de pensar posibilitada por las anteriores deduc­ ciones se construye como el reverso de la nada: en el anverso están sus precon­ diciones (que determinan los temas tratados) pero la máquina de pensar es una dimensión simultánea en sus reciprocidades compositivas. Su estructura es cúbica y la V del cubo proyectado en la página -la V tal como ella misma da como función valor absoluto- produce una dimensión denotativa: su dimen­ sión connotativa es la totalidad de sus elementos (incluyendo a este producto, siempre distinto, que el propio manipulador de la máquina extrae). La máqui­ na de pensar es un poema concebido como un teorema -un teorema resuelto como un poema-. La máquina de pensar es el cuerpo de la mente en acción: hay que dar sentido a la vida, y la acción de la máquina de pensar -así como de la máquina de imaginar, cuyo funcionamiento es idéntico a la anterior- produ­ ce sentido. El sentido de un viajar a la eternidad desde el punto en que te has situado (el punto en que has encontrado el sentido es tu viajar). Tú eres una muchacha cuya curiosidad te ha permitido llegar hasta mi gabinete de trabajo donde has volado como mariposa en el polen de estas explicaciones: No vuelve la tristeza a ponerse en el camino que dejas. y hallado el sentido has encontrado tu verdadero camino. IV El despertar En los libros se describe (se habla, se interpreta, se comenta) al cuerpo: no todavía el proceso como se formula el pensamiento. En todos los libros, simpo­ sios, conferencias se pretende situar lo siguiente: "el cuerpo es el reverso de la mente" -ese problema así formulado está mal planteado-. El cuerpo no es el reverso de la mente y la mente tampoco lo es del cuerpo: no es empleando el anverso y el reverso como se puede llegar a plantear un problema (los métodos cambian como los estudios sobre el tiempo). Tampoco la relación entre dos puntos es la recta, o la curva -la curva no es sino el reverso de la recta-: una re­ lación entre dos puntos situados a una distancia tal como x es el espacio por­ que a = a (o a1) y b = b (o b1) entonces.a — > bl implican (y: x - b + o 1 porque a — > b). Siendo el espacios + b + a] + b l -el espacio de lovirtualsu tiempo es como el espacio: un tiempo idéntico a la proyección superpuesta de las identidades a = b = a1 + b [. El anverso conduce a lo lineal como el re­ verso a lo relativo: la proyección superpuesta es lo absoluto. Un cuerpo en ac­ ción es exactamente lo que la acción de una mente: configuran el absoluto. El cuerpo al igual que la mente tienen su relación (que es la acción): sin esa rela­

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ción ambos se eliminan, llegan a la nada. El cuerpo es lo que su mente plantea así como la mente es un producto del cuerpo (que, como tal, en sí mismo, no existe). Hablar del cuerpo -tu cuerpo que yo acaricio ahora mientras conver­ samos estas cosas- es describirlo (como fuego, hielo, ciclo, infierno, luz proyec­ tada desde esta página) según un método concerniente a una situación exacta: tú te has desnudado para sentarte junto a la máquina donde yo escribo que te has desnudado como el espejo que me refleja donde yo escribo que te has des­ nudado. Trato de que lo particular al proyectarse como generalidad no elimi­ ne a lo particular: Sientes desesperaren ti al engranaje de una soledad abandonada a su destrucción. porque sucede que uno al unir su piel con otra piel encuentra que 1,2,3,4 sig­ nos de un mecanismo de amor los está no del todo inconcientemente manio­ brando como piezas de ajedrez y son los únicos 2, 3, 4, 5 signos (los signos básicos) que son una iluminación y lo son por necesidad: no se necesita más lógica, o una lógica en dispersión para probar la intensidad de un beso o una mirada o un estrechísimo abrazo. Es lo más bello y también lo más nutritivo de cualquier cultura: arrojarse en las aguas sagradas de una vulva que se abre co­ mo una puerta que se abre a otra puerta y nadar lentamente pero empleando brazadas lentas y profundas: acostarse porque hay que levantarse. No entien­ do el mundo sino como sexo, como resplandor sexual en lo que configura la vi­ da: amar tu cucrpo es transformar la vida, profundizar la vida es delinear la mente. Esta es quizá la finalidad última del conocimiento de un cucrpo al que se ama como a lo no llegado porque delineándolo con nuestro cucrpo el mun­ do se transforma en sentido. El cucrpo puede ser un gran amor tempestuoso pero puede ser también decepción y abulia: menos estupidez hará que el cuer­ po sea un cuerpo y las nociones -quiero decir las muchachas que se pasean en las calles- serán dulces como una ecuación en la que hemos empleado madru­ gadas enteras para hallar sus nuevas variables y tendrán una vitalidad parecida a una fruta madura: esta vitalidad apenas se percibe -aquí los ojos del poeta son su deseo, sentido spinozista- en unas buenas tetas que pugnan por romper la blusa, o en un cucrpo bien delineado (y voy a decirlo, ¿por qué no?) ham­ briento. La palabra hambriento, para designar el cucrpo actual, y también to­ dos los cuerpos -excepto el cucrpo de lo que se aleja de la vida, que es glacial, o no existe- es igual una metonimia que una connotación en todo escrito rebel­ de: cantando tu cuerpo delinco la forma de mi mente. Este es el punto exacto de lo que una basura retórica -aquellas insulsas metáforas que hacen desper­ diciar tiempo y papel a sus lectores- no se ha mostrado capaz de plantear: aman­ do tu cuerpo mi mente delinca una forma. Sólo una lucidez alerta a lo que ocurre a sus sentidos -tus labios dulces como cerezos, el delicado olor de tus cabellos castaños bajo el resplandor de la tarde, tu cucrpo como una pera ancha abajo 154


y los pechos como mandarinas maduras, lu voz cuando me cania suavcmenle al oído, lu cuerpo en donde mi cuerpo se culebrea- puede plantear, como el argumento de este sueño, la forma que no había encontrado aún la estética con­ temporánea: delineando tu cuerpo construyo la forma que la nostalgia ex­ trañaba. Una forma es la perfección absoluta: un tiempo que logra crear una forma es un tiempo que ofrece un sentido a la vida y esc tiempo -cuando lodo esto haya pasado- podrá ser entendido como una forma de la perfección que toda época añora. Un tema es deleznable -com o un hecho cualquiera- y lo que no se destruye es la forma: estación orbital girando en torno al pianola en el que sus instrumentos realizan estudios. Necesito lu cuerpo como tú estas palabras. -Quiero a tus palabras como a ti cuando te desnudas para montarme. -Sin ti no puedo vivir porque eres fruía que alimenta a las neuronas, todavía descono­ cidas, de mi sensibilidad. -Tampoco yo sin li porque cuando no estoy contigo me siento apática, solitaria. -Te necesito como el borracho a su borrachera, co­ mo la puta a los orgasmos que diariamente debe sentir. -Y es que cuando dos cuerpos se acoplan es como si descargaran energía bio-eléctrica. -Todo estre­ mece mis nervios en el orgasmo, me siento liberada. -E l amor es un largo con­ cierto que se produce en nuestros cuerpos cuando se encuentran-. Como encender un fósforo y echar fuego a la estupidez de papel, que tiene su lógica, su convicción absurda como la nada: todo es una larga llamarada y hay que in­ terpretar incluso sus cenizas, saber leer ese lenguaje de la absurda apariencia. Un concierto sin forma no es nada y lo indeterminado se apaga como el faro de un auto en la niebla: si has de transponer tu cuerpo al mundo debes crear algo que te lo haga accesible: La luna que amas desaparece tras el tráiler de la mañana. y todo será un sueño feliz. Tú has venido hasta mí -este gabinete de trabajo don­ de yo te explico estas cosas- pero antes que vuelvas a desaparecer en el espejo le abriré las sábanas de mi pensamiento para que dejes rodar a tu cuerpo co­ mo en un prado con flores -tú serás aquellas dulces flores que yo solía traer cuando me aparecía ante li para meternos en una película cuyas molélucas eran nuestros ojos- y vuelves al lugar de donde llegaste inquieta y con ganas de ha­ cer cosas: desde esta ventana los vemos, así conversan. Para ellos el mundo se ha convertido en algo insufrible -un mundo como una pateadura a su inteligen­ cia- pero su amor, la flor de la desesperación que llamea en sus labios ham­ brientos, los redime de la culpa original -una tecnología que no ha buscado perfeccionar al hom bre- sobre la que el mismo mundo se ha proyectado: en otro nivel de existencia encontrarán la redención de lo que los ha perseguido -ah perdonan, ah todavía se permiten dar piedad a la nada- y serán compren­ sibles si fueron felices porque en arte la imaginación equivale a la ascensión en religión. ¿Podemos realmente existir sin una leve, irrespirable felicidad? Sólo

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en la búsqueda de la felicidad podemos ser felices: un mundo que ha olvidado la felicidad no liene derecho a llamarse mundo y lo que es bello es esta búsque­ da como la emprendida por estos muchachos. Ellos morirán, sus cuerpos serán huesos, o cenizas, sus mentes lo dulce que una vez hubo en nosotros, pero cuan­ do ellos mueran lodo habrá concluido: tuvieron el valor de sacar sus espadas •conira la estupidez y así caen aquellos hombres que una vez osaron rebelarse contra la mierda que les destinamos: Georges Cantor, que transformó el pen­ samiento malcmálico, concluyó su vida en un manicomio, porque dijo lo que era correcto y el mundo -un mundo como una pateadura a su inteligencia- di­ jo que eso no lo comprendía o le hizo la vida imposible. La historia está llena de estas cosas: todavía no aprendemos a respetar lo humano que hay en todo ser humano. Sólo ellos -esc muchacho, esas chicas que se aventuran hasta su cuarto como a un burdel- se respetan a sí mismos puesto que se dedican a es­ tudiar. Sus palabras son un concierto y todo lo que está en ese concierto es nues­ tra vida: me escuchas, te explico todo aquello que una vez te podrá ser útil. Sin embargo continuemos. Esos viejos pueden cantar victoria cuando nos han vis­ to desfallecer. Continuemos. Todo está ya dicho y sólo nos queda ser como es­ tas flores, arrojarnos el uno contra el otro para destrozar la soledad. ¿Hemos perdido ante la estupidez? No. No hemos perdido ante la estupidez puesto que nada existe sin nosotros. En el fondo de la madrugada truenan los caballos del amanecer y el fascismo no ha vencido: que te haya continuado explicando es­ tas cosas prueba que aún existimos, nada se ha perdido -sólo un instante de tranquilidad-. Tu cuerpo es el pecado que destruye mi desesperación y en la tarde cuando nos desnudamos, cuando ya no tiene más sentido hablar en con­ ceptos, yo entro en ti como en un burdel. Entonces tu carne parece la vergüen­ za de lo perdido y yo acaricio desesperadamente tus nalgas en las que penetro hasta escucharte gemir como una bestia pidiendo que el semen sea flor en tu mente, y mi semen florece en tu mente. Un oscuro placer enturbia tus ojos y tu cuerpo se deshace en mis manos. Todo está podrido porque el mundo desea que lodo continúe podrido. Es el atardecer que deja de ser bello en lo que una vez soñamos de él y en este lecho, un lecho de papeles incomprensibles, nada tiene ya la frescura de la madrugada. Nuestra propia adolescencia parece una monja violada y quienes fuimos considerados geniales somos escarnio, carnc inmunda que se restriega borracha en los más oscuros delirios. Unica medida de nuestra existencia: el resto es cadáver, un esputo sanguinolento, esos ojos vi­ driosos que no alcanzan a decir lo que somos. No se pierde la mente pero el mundo cuando la agrede obliga a refugiarse en el cuerpo: tu cuerpo es un tra­ go de licor que enturbia mi cerebro. Estoy solo, estoy golpeado: el infierno ame­ naza lanzarme sus columnas armadas -el último intejnto de lo que no tiene cerebro- para aplastarme. Oh, pueden aplastarme. Oh, pueden hacer mierda conmigo. Será en vano: ahora el pecado perfecciona mi existencia y en este de­ jarme arrasar por un inmundo placer encuentro lo que no he sido todavía: con­ tinúo siendo, eso vale más que cualquier cosa que el poder pueda lanzar contra 156


mí. Tengo las marcas de una rebelión que encuentro en ojos de las muchedum­ bres que vagan en las calles: esc es mi poder, y esc poder no podrá ser vencido todavía pues el pecado forma parte de la virtud: Escarcha helada: no teniendo calentador la brasa de m i mente calentará tus muslos. y la virtud sin pecado es estúpida, el pecado sin virtud es estúpido: tu cuerpo, en virtud de extrañas fórmulas que sólo yo desarrollé, fue engullido por el mío y el mundo se llenó de horror -su cerebro que fue nuestro amor desapareció como escarcha sobre pétalos sombríos- antes que la imagen proyectada sobre la pared de enfrente desapareciera y yo saliera a la callc a perderme entre la muchedumbre incógnita, comuna donde los hombres prefieren olvidar lo que ha destrozado su existencia.


IMPROVISACION N° 7 EN LILA Tú amas

dejar a tu cuerpo

el jcans rosa apretado

bajarse

y quedar desnuda como flor arrecha en mis manos. Tú amas tú forcejeas tú danzas moviendo lentamente tu cuerpo en el fondo de una noche perdida. Tu cuerpo es fruta probada tan dulcemente como esta mañana donde el poema permite a tu cuerpo danzar como sierpe en mis manos. El amor es un ritmo que la mente libera en su cuerpo. El ritmo es esta máquina compaginándose a mi alma que delinca el dulcc mar de tus muslos: Tana á tecleo Variación I. una palabra apenas y una flor turbia brota en tus labios como un sueño.

Variación 2 e introducción al tana.

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de corporizar el ritmo tic tu cuerpo. El ritmo es una máquina prefigurando (no estúpidas retóricas) lo que vendrá: Variación 3 una tormenta de amor & precisión -pechos como fruta deliciosadel tema. son bruscas flores del poema largamente soñado al despertar: ningún cuerpo es irrelecta omisión para la mente que le dibuja contra amaneceres enrojecidos. El amor es un ritmo que el verano libera en tus muslos. Un cuerpo como dulce frutero bajo mi lámpara destruye a la noche y su irrisión. No pierdas el absoluto: el instante donde vivir se vuelve real es orgasmo. ¿Necesitas flores como fuego en tus muslos? Deja a tu cuerpo satisfacerse en lo que anhela: su música impronunciable a la nada es belleza lentamente ondulándose bajo un alud de flores. El cuerpo un verano espléndido parece oscura faucc que te devora. Un cuerpo en su arrcchura se toca se tienta se palpa y la diferencia está en hundirme en ti mientras tú flotas sobre mí. Todo nuestro mundo tiene la dimensión exacta de un placer

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al que te entregas como azucena: son el tacto

que te estremece

flores pensativas

tus ojos

al cogcr

en el duro cetro acariciado antes de hundirlo en ti. Puedes haberte abandonado lánguidamente a un placer perdido pura como un pecado -no tan pura como el vicio que muerde mi piel— yeso es nostalgia de pureza en tus labios. ¿Por qué buscas tragarte las garras de mi deseo? El mundo está corroído por su ausencia de energía: se mucre como el atardecer que un buitre picotea lentamente. Arruinado ' no ha podido crearse otra mejor existencia: eso es producto de una rto organización -y un no conocimiento profundodcl tema en la mente que florece no sólo en la página. Una página de llores es tu cuerpo acariciado antes de ponerme a dibujar el tema en la mente que tu cuerpo prueba en el lecho. Tu cuerpo

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es una página donde anoto ecuaciones perfectas como un sueño: nada ganamos separándonos de la nada -lengua que miente, y publicidad grasosa, hombre que vive en un medio sin centrosi no permanecemos al centro de lo que florece mutuamente en nosotros. El mundo sólo ha conocido versiones externas sin derrilección de lo interno. Un lenguaje menos límpido que este análisis: no todavía intelección y estructura en movimiento como un Calder -o Duchamp. ¿Tiene sentido tener palabras como, flores . manchadas en azúcar? f <£/ está lejos de toda composición y sin atributos ni integridad personal cae en lo amorfo. Nosotros no podemos quedarnos sin haber renunciado al destino de no haber constuido ahora el Paraíso. Esta época posee un Paraíso que no está en su industria. Un poema es un Paraíso pero Beatriz y su gente

161


I están ahora en nosotros.

Actuar para derrocar lo fútil es un Paraíso eterno como el amor. A eso me refería cuando dije que conocimos sólo versiones como máscaras podridas. El individuo es solitario: la comunidad resalta su genio integrándolo a un conjunto armónico como fábrica de flores. Una orquesta que sueña: eso es nuestra única realidad. Una dulce orquesta situada sobre un auditorio azulado consolida a cada quien en su posesión de las cosas. Aún así el sentido -tu cuerpo como el sueño que proyecta mi mcntcsc pierde (y la flor no es real) si el clarinete (blandura insuficiente) no se diluye en belleza profunda (saxo tenor) y la primavera (piano al amanecer) no atormente dulcemente el pasado (salvaje sintetizador) que no se apacigüe (piano eléctrico) bajo una música en flúor que destruye a la noche. Tú le llamabas bondad. Te llamabas pasión. Te llamabas océano. Toda tu vida era una vida irreal. Eso era el peligro. O ausencia de sentido en las cosas. No te llamabas verdad: la lucidez es menos grata que un simple papel de retorcimientos retóricos.

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Un cuerpo

sin conciencia de cuerpo -el cuerpo es poderdura tanto como flor putrefacta que en no danzar pierde proporción e intelecto -mente sin fuego. Avancemos ahora un paso más lejos del infierno. No estamos en el infierno. Y el Paraíso es también pensarte dulce y sensible como un violoncello rasgado en el parque. No estamos en el infierno. ¿Dónde queda el infierno? -en cadenas que impiden amarnos. Todo Paraíso es flor que brilla en ojos donde el mundo concentra energía y belleza. Tu cuerpo que danza en mis manos es Paraíso de lo que permanece agitándose como el ccllo de tu cuerpo bajo la luna. Y no tu pasado: tu florecer en mis manos ilumina mi vida y este poema donde tú contemplas al hombre que se encamina a tu cuerpo son ojos hambrientos donde yo te observo. Un tiempo para el desprecio de lo que no eligió una vida total como el mundo anhelado.

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Permanecer es transformarse en mar que se mueve en la piel. Fuego o lucidez el pájaro rojo se posó en tus hombros antes de perderse en el ciclo de nuestro orgasmo. Allí lo esperábamos. Descendí para posarme nuevamente en tus pechos. Un Paraíso. Nada que nos manchase con la estupidez del mundo. El conocimiento se llama rebalsar a la muerte. El tiempo es absoluto. No quedan ruinas: el tiempo sostiene una flor en tus pechos. El espacio no es el espacio: se puebla con ruinas que el tiempo limpia levantando la obra que configura el espacio. El tiempo es energía. El espacio un lugar donde el tiempo sueña como un cuerpo. Orquesta sin falsas partituras de amor. Música reconfortando a gente aterrada como un auto atascado en otoño. Toda comunidad es Paraíso: pareja indúctil a todo fracaso.

164


Todo Paraíso destruye el rencor. Sabemos amar

danzar

El resto es nada.

escribir

soñar trabajar como albañiles que pintan con lila edificios donde sus huesos son flores abiertas en blancas ventanas. El pensamiento obra como máquina de construcción de caminos en parques donde hemos levantado edificios delicados y alamedas radiales sembradas de castaños robles abedules con fuentes de mármol: una pareja -faumo y leda- contemplan nuestro pasear como flúor eléctrico. Sólo obrar como un albañil perdura en lo que sueñas. ¿Qué deseas? El amor es eterno ritmo de verano que el cuerpo sueña al alba. El ritmo y tiene

es verano

el fulgor

que alumbra

de mi máquina

tu cuerpo

en dulces parques donde tú danzas como garza borracha y su dibujo no es metáfora impráctica. El ritmo dibuja donde

Variación 4

de mi máquina

una estructura apropiada

al verano

tu cuerpo danza como en un mar

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Variación 5


y la metáfora une lo que desune

pero no cambia

al unir.

El cuerpo es ritmo de un amor que perdura en tus muslos. Toda dulzura

proviene

de una razón que florece en páginas como un sueño estrechándose a la soledad que te deposita en mis brazos. He trazado para ti un alocado parque donde aún puedas amar al cuerpo que pierdes cuando sientes que él sueña en tus ojos. Y este alocado poema son flores

en que danzan

cielo y lujuria

que brotan

en ti y lo que has amado es belleza adorada en la pareja que vuelve a caminar en el mundo.

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SASKIA SE QUITA LA TRUSA EN UN ESPEJO OVALADO

Extraña como la noche te has desposado a un abedul. Tus párpados florecen, tus muslos son papeles acariciados una noche de marzo y tu cuerpo suave -paradigma de relaciones de pareja- se estremece dulcemente ahora analizado en mis manos. Toda acción es delicia, toda cópula soledad rasgada una tar­ de. Desnuda en el espejo ovalado cepillas tus cabellos marrones: tu rostro que observo sonreír en un espejo desde mi lecho se arrecha y mis ojos ruedan por tu espalda delgada. ¿Preparas tu cuerpo a un fuego que te estremecerá como follaje perdido en otoño? El pequeño calzón de encaje verde pálido abultado en el pubis es una piedra preciosa, delicada llamarada bajo tu blanco vientre ligeramente combado. -¿Q ué haces?- y Enrique está silencioso admirándote como a una estatua de Donatello. Tus nalgas son atractivas como dos peras perfectas. El coitus continuo ha modelado tu cuerpo como el de una hembra en cclo -una peligrosa fiera, eso eres que me sacude contra la yerba del placer: dices- y tus gemidos son flores alocadas enturbiando mi mente. Un frasco con flores en el tocador, desodorantes, perfumes. Nada ensombrece mi alma este verano. Saskia continúa arreglándose elegantemente la cabellera que Rembrandt observa desde su lecho. -¿Si te mueves rico podré arrancar un orgasmo a mi cuerpo?- y tu pregunta es un flor angustiada. Todo es tan bello ahora como este verano que el hastío no ha corrompido.

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Mucho menor que el viejo maestro necesitándola como a una pó­ cima de lujuria Saskia cumple todos los requisitos necesarios. Ella es ligeramente inconsciente como tú pero yo soy aún más joven que Rembrandt, el mismo trazo, un código distinto: el placer es un ajedrez de sentidos en flor. Proyección acelerada -y perspectivas diversas- de un solo tema central: el cuerpo -flor arrancada a la nocheque mi mente dibuja para ti -tú me ves ahora saltar como felinoimpulsa tu vida. Un cuerpo total -materia, conocimiento- es música sostenida. Eso es lección aplicada, tiempo encarnándose diestramente en esta pareja. -¿Q ué haces? -y Enrique medita en la virtud del pecado. Dirijo entonces tu mano -mis ojos arañan tu piel- para que cojas flores abultadas bajo el slip rojo. Te estremeces como si te hubiesen ofrecido el alquiler de un apartamento con vista al mar. Sonríes. El mar es un pájaro, un leopardo, o una flor: un pájaro que se abulta en mis manos -dices. El poeta se levanta de su mesa de trabajo, Rembrandt está acercándose a tu cuerpo. No eres Saskia, eres Carmen. Una puta, no una flor cualquiera. Sallas a mi cuerpo como a un campo de flores -quiero transfun­ dirme en ti esta noche, probar tu energía como un chocolate con licor de almendras: dices borracha- e introduzco entonces suavemente mi falo en la arrechura de una noche tormentosa como el deseo y tu cuerpo dulce como oleaje en la noche es fuego que florea en mi piel. El amor es flor eterna como orgasmo en labios entreabiertos. Y se opone a la muerte como a un tiempo sin fuerza ni belleza. Sabemos que el cuerpo es corruptible: no lo dulcemente poseído como placer en la yerba: eso permanece, saboreándonos. Pecar elimina el pecado. Esto es un saber, un arte no tan inaprensible como esta época perdida en un mundo en llamas.

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-¿Qué tiene mi cuerpo que no encuentres en las flores que adoras? -preguntas como acariciando un laúd. El cuerpo abre las páginas de su amor que florece -dulce violonccllo, o contrabajo de flores- destrozando a su soledad. Mi falo es como el mar que te seduce, Saskia dice: observo tu energía como un delicado pincel capaz de liberar una garza de un solo trazo. Una belleza olvidada como flor de verdad es esta cópula. ¿Que alumbra detrás de los ojos cuando estos se encuentran bajo párpados que se los tragan? No habíamos tenido aún cuerpo dulce como despertar en la aurora. Nuestra mente sólo existe como agresión para el mundo, el infierno es un trabajo no buscado pero la posibilidad hoy olvidada de eliminarlo es nuestra verdad. Nada puede reemplazar el amor del cuerpo para designar tu encuentro con el ciclo. Nuestra privacidad está menos asegurada que nuestra propia vida dedicada a transformar la sensación en abstracción, el lenguaje aún llenándose de sensación es abstracto. Nadie se alegró demasiado con el infierno y menos yo cuyo itinerario está en tus muslos como un ciclo. Dejas de arreglarte el cabello frondoso como un cedro. El verano es una movida a largo plazo en el ajedrez del cielo. -¿Te gusto?- y señalas tus delicados pezones marrones, botón de una flor ligeramente lila. Mantener nuestra integridad fue nuestro cielo. ¿Por qué acabo de emplear el ”fuc" y no el presente? Porque ciclo es quizá un estado del alma zarandeada por un males­ tar pasajero. Nuestro amor es como una composición simultáneamente hecha música y lujuria. No como un símbolo: una realidad -algo brutal, diccs- tan perceptible, déjame, como la fruta de tus muslos. Este poema lógicamente es el Paraíso que puedo construir para que tú vueles por él como por un laberinto de edificaciones saludables. Cuídate de la muerte que muerde como un trinchete.

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Puedo considerarte mi meta final pero prefiero llamarte aún Saskia. Mi Beatriz está lejos de toda concepción teológica y en vez de caminar con Virgilio lo nago ahora con Carmen de la mano. Ir al cinc no es llegar todavía al Paraíso pero es haberse alejado bastante este fin de semana del infierno. Somos un Paraíso verdaderamente terrible -dices, yo camino lentamente hacia ti- pero este mundo no es tan dul­ ce ni más violento que tú. Amor es una combustión tan dulce como el horror no encontrado en tu lecho. El mundo ha olvidado esto -no aquel que encuentra a esto demasiado complejo, una sociedad de académicos: ellos deberían aprender matemáticas pero no olvidar que el amor es un ecuación con elementos tan exactos como bielas enchapa­ das a pernos, el dulce engarce -por ejemplo, o tus manos abriéndome tus muslos: dices- de falo y vulva es un remolino que gira en sentido contrario a como ha girado el mundo hasta ahora: el resto -su envidia, te hablo del mundo, y sus falsas imagi­ naciones, su baba impotente- es desperdiciar papel. -¿Tiene sentido agriarse el carácter por cosa tan poca como ser insultada? -ligera desesperación en tus ojos. Por eso insisto: el amor es algo admirable que destruye insidia y desajusta todo rencor. Esc rencor que no nos pertenece -y nos ha impulsado a gritar, maldecir, destruir el pasado- indica ausencia de inteligencia en el país -deliro, y me observas. Un buen ejemplo para no hacer lo que ellos han hccho: cstupidizarsc. Cambiar la mente de esta época es un propósito tan bueno como el amor que florece en tu vientre. Recuerda estos versos. Sólo lo sensible es generoso. Sólo lo sensible es inteligente. Sólo lo sensible es poderoso porque el amor -sólo el am or- sostiene su fuerza, y su lucha. No sé dónde leí esto pero su aplicación

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-nuestros cuerpos como proposición de nuevas metáforas, conversamos- me han permitido sobrevivir. Te diriges hacia mí como un ángel con ojos asombrados moviendo tus cadcras bajo la falda. Tenemos que defender el cuerpo como el motor de la vida; es 61 quien peligra amenazado no sólo con balas. Sólo el talento ha producido talento no poseído por quienes odian. Una cuestión de belleza -no abigarrarse porque ello es desproporción- es defender al cuerpo -el verdadero concepto de cuerpo- que vuelve cenizas lo que sobra: estupidez. No hay demasiada energía ahora y tú misma has llegado por una verdad. ¿Qué decirte? Si no transformas tu mente habremos luchado en vano. No hay quien prefiera ser nada, o vacío. Naturalmente estamos ya muy lejos del pasado pero sin analizar insuperablemente el ahora no sabremos cómo continuar cscupicndo hacia atrás y este poema tampoco sería el mar donde un tormento se refres­ ca. El hombre es un signo que la máquina del destino pervierte, un dulce alarido -tu cuerpo es una flor, tu energía un riquísi­ mo dulcc que pruebo: dices- cuyo signo es perseverar. Esto es cielo acoplándose al ritmo del arte y arte es intelección y sentimiento organizados como máquina. El arte de la ciencia es sistematizar lo perceptible -aquello percibido como enamorados que florecen en su lecho pero no lo nada intuido poéticamente. -¿Si te mueves rico podré arrancar un orgasmo a mi cuerpo? -y tu pregunta es una flor angustiada. Un cuerpo fue algo que no existió en el pasado. Existió sólo un índex presentándolo como escoria: pecar, poseer una culpa irreal podía haber sido amar a una flor prohi­ bida y ahora mismo podríamos ser destruidos. Sin haber envejecido como el mundo -escribir un poema, y amarnos-, la energía impulsándonos a llevar sabiduría a los ancianos, ya jubilados, que vienen a sentarse a rumiar su pasado contra nosotros, nos impide elegir algo no tan complejo como la técnica. Para ellos, ¿qué somos? 171


Flores incomprensibles, energía que el reuma vagamente recuerda y no probó en su lecho. Nosotros, sin embargo, danzamos, cuchillos del alba, carne sobre carne, embriagados de belleza ahora que te has llenado de éxtasis, pétalo tan tempestuoso como un rock’n’roll. Tus caderas agitándose lentamente bajo mi cuerpo se balancean dulcemente como cuando volteas una esquina para encontrarte con muchachos que colocan una mano en tus nalgas, ojos rasgándote bellamente el escote del pecho. Tu nombre es sinónimo de perfección -sc dicc Rembrandt a sí mismo- contrariamente a esta época que significa abulia y pasado. Y Saskia aún no concluye de caminar hacia ti. Estamos enfrentados a un tiempo insulso como una escoria. Poesía es no dejarse arrastrar por algo superable. El cuerpo que ama no puede detenerse a conciliar peligro y convenir en retirarse: arrasa y cuando arrasa destruye todo a su paso. Te llames como te llames: núbil sorta darco tropo -nom bres para cada pose o estación- florece lo que en tu pasado se quiebra como hielo: esta figura como dulce flor mental -tus ojos se incendian en mí como campos desolados: digo antes que saltes a mi lechosostendrá tu cuerpo sobre otras consideraciones fugaces. ¿Somos lo que la tragedia se pregunta de nosotros? El cuerpo al igual que el poema es una flor terriblemente agresiva. Nuestro poder se compagina a cierta cruda belleza y eso es música, no tontería barruntada: oh danza dulce flor fresca de la mañna, oh trota, mueve tu cuerpo como flor brotada en mi mesa, florero como esta máquina roja donde tú mueves tan lentamente tus caderas bajo mi cuerpo que parece que sólo necesito ponerme ahora a pintar para que todo esté perfecto. Saskia. Una máquina roja. Un lecho. Gorrión en los hombros. Oh danza, flor fresca de la mañana, oh trota. -¿Si te mueves rico podré arrancar un orgasmo a mi cuerpo? -y


tu pregunta es una flor angustiada. No se entra en una mujer como en una academia inservible. Flores como mordiscos violáceos aletean bajo el vestido y el cuerpo cuando prueba la flor del orgasmo transforma mun­ do y hastío. El poema es la estructura de algo no envcjcciblc. Una pantera tragándose un cuerpo cansado es poesía. Falsos edificios de papel se arrugan, marchitos, bajo el amor que vuela sobre un paisaje de abedules azules. Un concierto tan incompatible como el mundo que ha fenecido es la belleza que yo ofrezco a tu lecho. No dejes a tus caderas ser tan poco castas como flores. Ni probarás belleza después de muerta: la eternidad pertenece a los vivos, no a los que han cerrado sus párpados. Tus muslos como flores atrapadas por mi deseo son toda mi ri­ queza, tu pudor un falso contrato de castidad que yo rasgo en la nochc. Tu existencia es sentirme llenarte de éxtasis y belleza es también una cuestión práctica como un cuerpo. ¿Estos versos que florecen para ti son flor que puedas apre­ tar en tus muslos? Deshójalos, arráncalos, estréchalos como a vellos de tu pubis. Tú puedes llamarme fálico, guerrero, majestuoso. Puedes decirme incluso delicadeza crueldad y yo no cesaré de poseerte como te gusta voltearte para cabal­ gar sobre mí. Confía sólo en lo que puede hacerte provenir dicha y belleza cuando busques aferrartc al abedul de un hombre que habrá de limpiar tu tristeza con una hoja de su futuro. Pensar el placer cuando la nochc ha pasado -tú saltas del lecho para lavar los restos del amorson estos versos tranquilos como un mar donde te lavas la cabe­ llera. ¿Qué otra miseria además de su evasión turbará mi sueño que no sea ser tan técnico de noche como en tu cuerpo? Un instante de placcr arrancado a la noche vale más que este mundo. Tú eres ahora una flor pero no el pronóstico del mal tiempo que se avecina sobre la ciudad desierta. Hemos enloquecido como gatos hambrientos. Discúlpame,

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hacer arte es morir lentamente, este mundo no permanecerá mientras no hayamos cambiado su estilo. No estoy fuera del infierno aún y no caeré en él hasta no haberte instalado en un Paraíso naturalmente mejor que un apartamento con vista al mar. El confort no altera las manos alzándote desesperadamente el vestido de noche. Perdido para todo lo no crítico/autocrítico modelé tu cuerpo como una arcilla: este rostro sereno que ves angustiarse a veces son tus labios cuando se acercan tiernamente a mí para estrecharte a mi soledad. Yo no tengo sino locura, vivir como Rcmbrandt para ser incomprcndido como Galilco es tan terrible como ensam­ blar laboriosamente conceptos, palabras, y cuerpos. Desde luego escribir un poema no es jugar fútbol. ¿El tipo de al lado sabe lo maltrecho que deja producir esta imagen? Sólo esto nos vuelve perdurables: tú como un carburador, yo tu inventor. El inventor caerá en tus muslos entreabiertos pero entonces tú te habrás echado a andar. Sin embargo preferirás caminar conmigo del brazo como dos viejos amantes luego de haber arrojado a la calle el , despojo de lo fútil. Ese es mi invento: cambiar porque se ha destruido el pasado. ¿Ahora comprendes por qué cuando abro tus muslos el mundo per­ manece? Schubcrt te encontraría dulcemente misteriosa como un sueño. Rcmbrandt en cambio ha preferido palpar tu carne como llores brotando luego que el infierno dejó de existir. Este amor es una primavera revuelta, un estilo muy exquisito de acariciar, el asesinato del pronóstico de una corrida de caballos que no te conviene. Tu cuerpo no necesita ser un símbolo pero cuando el tiempo que fenece aterra mi calma sé que el ar­ te esjuventud y su juventud agresiva belleza ahora que la poesía no perdona al felino que no mordió desespe­ radamente el atardecer de la insuficiencia. Desposada a un abedul tu vida es perfecta ahora.

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TRIPTICO : HOMENAJE A HIERONIMUS BOSCH



MAQUINA LUBRICA Sobre 3 textos de Willielm Reich y unas láminas de Grosz I: "No se puede comprender el comportamiento sexual en los libros. Basta con saber que ninguna práctica sexual es inmoral...", W.R., La lucha sexual de los jóvenesy II, 3. 1.1

Dietzgcn

Fourier 1.2

Y dormida has caminado (la unto) más allá del asfalto más allá (me amas) de este aloro maldilo (oh náusea) donde brotan como pasto reseco Gasolineras Moteles (falsamente) naifs bosques de estaño y botellas quebradas en un ciclo polucionado que reventó (le amo) contigo en la página del lecho — > que nos unía (oh dulzura) como 2 palabras que se perdieron en un nosotros convulsionado y rodabas cuerpo desnudo: — > rodabas como un auto en la noche que atropellaba tu sombra y eran tus ojos la luna — > los ojos de tu cuerpo en el cielo que ardían como mis labios en tu vientre que se ondulaba belleza dormida en la sábana de estas palabras (mi amor) que delinearon tu cuerpo y lo concibieron más bello que suave o más intenso que limpio — > un incendiarse de signos cuyo sentido eres tú (cuerpo que como a una fruta voy saboreando en mi léxico) y palabras como cabellos con liendres y olor a jazmín — > o senos como ciruelas de Chagall y esta página (donde vas caminando) son los 4 planos suaves de Mondrian: — > partitura (el amor) con signos extraños y revulsivos: ...y es como tocarse contigo y saber que lo hermoso fue menos dulce que el haber vomiiado (efecto en zoom) en un charco de lirios: — > yo he querido comprensión profunda entre mi menlc y mi mano — > o la imagen y el ojo que la refracta = transcribir en un poema

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sobre 2 cuerpos que entrelazados se atraen y se rechazan el fluido que ha transformado esta sangre cansada en belleza igual a una conciencia que reverdece en el tocarse la piel húmeda como los ojos claros que tienes después de la cópula: — > oh, he querido comprensión interconexión profunda de hombre y mujer = su lucha continua en el florecer desnudo de un lenguaje que en mí sea como esta luz de tus ojos: 1.3

Mi máquina tiembla con el gemido de tu hermosura y se deshace en granizo licuado como una máquina inútil que besa lo que florece en tu mente:

Cf. Teorema de la conservación de la cantidad de movimiento

%

1.4

iL(mi vl + m2 v2) = 0 dt -n o el estallido de una escritura que luego es ceniza es vapor es Plotino sin tacto que se deleite en tocar tu culo sino el mecanismo que une el follaje a la bóveda azul de ios cielos y se desgrana como una Sonata podrida cuando escupe estos sueños que no son de la máquina y no son de la máquina sino de los dedos que como a una salvaje potranca la dominan y son un poco de locura en el jardín deprimido que ha ensombrecido estos días /escritura tú eres mi llanto mi fiesta tú eres el cuerpo de Armina que pude atrapar entre las llamas de un paisaje que se desmoronaba en nosotros: No amar ya la seda de tus cabellos /y gustarte no más inasible que unos labios que se despiden /o unos límpidos ojos donde vuelan astros apagados como el mecanismo del encendido-rosa (oscuro-gris) encendido-añil de los letreros luminosos /mientras mis palabras ruedan/igual que una llanta atascada en la arena /y no puedo salir no puedo salir

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(pero lo quiero) (no puedo salir) (pero lo hago) de esta incierta película /en que Otelo ha matado a Desdémona /y yo me suicido por 61: Paraíso que se me ilumina /y deshace detrás de tu nombre /y es todo lo que me queda de ti:

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II:"...la sexualidad o más bien la energía, la libido, que es de origen somático, es el motor central de la vida del alma", W.B., La psicología de masas del fas­ cismo, I, 4. 2.5 Tu cuerpo desnudo temblaba (apetecible) en un oleaje de azoteas y tu cuerpo se consumía (deshecho) en el viento que lo envolvía Tu cuerpo ^ sc abría 1 > (despacio) se abríaJ (ciclo abrasado en mis ojos) (c indómito luego) como una Oda a lo Orff: Carmina burana — > que yo amaba con mi ventana desplegada al ritmo bajo y monótono de la ciudad Tu cuerpo era dulce era ácido bolígrafo verde y mis ojos reventaban contra la suavidad de tu espalda era azul era rosa

<

dibujo sinuoso en mi página PIEL 100% MAS INTENSA QUE SUAVE forma de pera mordida y mi lengua insaciable te acariciaba en penumbras te lamía le acariciaba te dibujaba bella como el estío — > PIEL 100% MAS INTENSA QUE SUAVE —> VULVA 100% MAS BELLA Q U E LIMPIA — > ORGASMO 100% MAS LUMINOSO QUE 2 REACTORES LLENOS Tu cuerpo era lierno era tierno guitarra en mis manos era malva /diente sangriento lu cuerpo tendido en la azotea dormía y se despertaba 180


y la aguja del ORGOMETRO giró

/pasto que yo mordía (en redondo)

y se reventó:

E s c r i - I gladiolos asiros besos púrpura me cubrían tura J y margaritas impregnadas de luz coagulada brotaban, | entonces, como ángeles turbios en tus muslos podridos ^ en el óxido de 100 000 motores abandonados que en mi papel como en un frasco de alcohol contenía al escorpión con ojos de orquídea combinándose en El yo y en El tú — > en El amor te acuchillo y en E l coito difunto podrido en grass Tu cuerpo = fábrica de soñar — > que es un significante extraviado (o decir que era lo impuro) dormía incontenible inabarcable y tu cuerpo cuyo sentido era lo opaco en la gran Avenida (por no decirlo mis peligroso que bello en el moho de un jardín hecho de cosas inservibles) dormía deshecho a mi lado: — > oh, respiración de un deseo temblores que bajo la sábana diagnostican histeria o mujer tienes que saborear el bolígrafo ácido muchacha has de clavarte esta hipodérmica verde manía depresiva o melancolía eres 4 + 8 veces más ruin que la misma fugacidad del crepúsculo: — > oh, patología tan cruel como el vaso de agua que no bebemos y velocímetro que me conduce al abismo /probé la dulzura de tus pezones henchidos y no fui más un ignorante:

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Fábrica de soñar y funcionamiento de la Máquina Lúbrica


2.7 V/J

I II

III

A IV

Oh máquina lúbrica escritura del sexo yo he rasgado tu piel que húmeda y tierna como mi cuerpo se convulsiona contigo — > se abría :destcllo salado: en mis ojos que no han encendido sino esta tierra podrida como la fruta cuya semilla ha madurado hasta desaparecer en el pasto donde mi cuerpo lágrima que cae de la luna se disolvía en tu cuerpo charco de estío o herida que surge del roce con lo cotidiano mecánico y eso que son obligaciones imposiciones que son el coste duro de la vida el tener que robar en París o no tener trabajo en Lima eso que son las miserables leyes peruanas y no poder nada, uno solo, contra lo que me va destruyendo y estoy disgregándome mientras tu cuerpo en el pasto brota en millares de lilas y en margaritas pequeñas que voy recogiendo para sembrarlas en mi poema o perfumar tus cabellos adorar tu rostro de gatita celosa y mi cuerpo saliva en tus labios se disolvía en tu cuerpo cielo que ardía y tus labios saliva en mi cuerpo se disolvían como la luz del otoño como la luz de mi chambre en un 7°piso

Curva de la excitación sexual normal en el hombre y la mujer. oh mi poema

mi dulce gatita oh mi gorrión mi potranca mi macetero con girasoles inmensos hay un poco de baba en tus pechos hay arañazos

183


E

2.8

magulladuras perla violáceas placidez psíquica un rollo de papel higiénico en el tocador y reposo reposo fugaz... ...sábana de palabras página mórbida como tus labios ansiosos desesperados impacientes han vuelto a depositarse entreabiertos en los míos: -"había leído como en un libro todo su cuerpo y también su alma":

la luna entra por la ventana y las fronteras desaparecen en mi cuarto lo prohibido no ha de imperar aquí y no tiene sentido no liberar mi sensualidad con la plasticidad de tu cuerpo retorciéndose impúdico y terco como una constelación seductiva en el brillo de tus ojos al caer la noche en esta cama caliente donde he ondulado contigo como un animal borracho o un gato lascivo que tiene la agilidad de tus muslos : — > y abres tus labios abres tu girasol velludo volcán que se derrama en la ciudad abres tu hendidura tu fisura rosa tu fétido frasco que me aloca y abres oh abres todas las compuertas de lo bello todas las compuertas de lo extraño y lo sucio y lo agreste todo lo que ha parecido repugnante: -"Quienes acumulan en sí Bataille la fuerza eruptiva están necesariamente situados debajo...'’ mujer con cuerpo adolescente mujer que arde en mí como un trago en las entrañas y abres tu girasol húmedo tu girasol afásico y no me importa: —es poco el placer todavía

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(m¡ lengua se desliza ávida y suave...) Romanos: -no quiero el casto amor del cónyuge 1,26 (...ávida y suave como una medusa en tu espalda) -estoy hastiado estoy impaciente no resisto tanta maldad (y se excitan los nervios de tu espina dorsal) — > una lámina de CJrosz se compagina entre mi poema y tu culo (mientras mi nariz huele la blonda de tu nuca) y te digo: —hennosura (cuando tú te has volteado y te lanzas un pedo) te digo: —ternura (mi pecho se ha pegado a tu piel a tu espalda) -pestañas de cardo (y acaricio tus brazos tu vientre tus muslos) —ojos profundos astros perdidos (mi vientre se curva en la curva de tu cadera doblada = yo te he montado a pelo) — > no hay Metafísica aquí: ni castidad (y tu piel dorada se nubla en sudor) ni rapiña ni represión en la expresión (mis manos gustan el brote duro de tus pezones) y los Códigos se’stán satán alacrán stán tam-tam DERRUUUMMMBANDO (mis manos se apoyan ahora en tu cintura) y te digo: —m i amor (levanto una mano y escupo en ella) y me dices: —sátiro tú eres m i sátiro (embadurno mi falo tenso con saliva crema Nivea) te digo: -cariño (a ciegas te exploro te abro las nalgas) te digo: —ricotona rica riquísima (y trato de introducirme en ti y no puedo) y me dices: —espera un poquito (me coges el falo y experta te lo colocas) me dices: —empuja despacito (tus caderas se levantan y empujan hacia atrás) y te digo: —preciosa preciosa te quiero (yo empujo adelante y le ondulas le ondulas) te digo: —pendejo amorcito culo cochino (te ondulas y pujas y pujas hasla que entro todo) —puerquita jazmín todo todo te lo perdono (mis huevos te rozan golpean suavemente tu vulva) —eres una Lolita cariño deseo de Safo (tú pujas tú gimes y te alocas estremecida)

185


y me dices: —agárrame aquí (mi mano izquierda le rodea locando tu vientre) me diccs: -rápido (y mi dedo se introduce en tu vagina mojada) y le digo: —¿así? (mis manos ahora te rasgan se hunden en ti) y me dices: fuerte más fuerte rápido ah ah así (y cojo tus mucosas mi falo goza lu ano estrecho) —ummmm5¿ )8lmmm — !!!!!! (el sommier va alcanzando el ritmo de este poema) —ahhliiihhhütl —ayyyyyytah hhh !!!!!! (te estremeces me asfixio muerdo arranco tu nuca) —ahhhh —ohhhh —ahhhh —ohhhh —ahhhh —ohhhhü!!!!... ...y gimes gimes como roncando oh yegua agotada gimes gimo cansado: ESTO ES = "fuerte irrigación sanguínea W. Rcich de los órganos sexuales": — > Bioquímica o función metabòlica sed y orgasmo sensualidad y hermosura del cuerpo: — > la ternura ha simulado al Orgón y el Orgón se desplaza suave y terrible como un himno que ha subvertido los cielos dulcc como un heliotropo relapsando la piel beso colérico lágrima muda almácigo almácigo:

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III: "Seule la régulation par l’économie sexuelle peut éliminer l’antinomie de la nature et de la culture". W.R., La revolution sexuelle, I, 2b.

Althusser

Parra del Riego

3.10 La Mettrie

...silencio atracado en el cassette borroso de un tiempo una ciudad que destruye todo lo que fue maravilloso en mis ojos: campos de lilas que son hoy bloques de cemento yo escribo en respuesta a los AIE leyes que impiden mi eterna movilidad en el mundo y sin embargo atravieso esta flora de púas rojo-sigo/verde-freno/ámbar-prosigo entre semáforos y autos que se cruzan fronteras en que soy un terrorista palestino aeropuertos con rayos y pistolas infrarrojas y mis papeles no están en orden 50 policías me apuntan con sus metralletas yo estoy borracho lagos de celofán y yerba derramada como los trozos de un parabrisas que reventó conmigo en medio de la niebla: sangre mía reseca en la pista de brea mis seaos triturados por las ruedas entrañas picoteadas por los buitres: ( ) — > a 120 Km/h y esta moto atravesó imperturbable todo el papel cuadriculado de la urbe mientras el motor ronco trac trac trac y rodábamos aplastados en el suelo:

Nada me unía a ti sino la frescura de un cuerpo estremeciéndose en mi cuerpo: mujer murciélago máquina inservible o máquina lúbrica combustible en mi sangre alas de lechuza electrizada en grandes Siderúrgicas : --- > nada sino el fuego de tus muslos tenaces

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Lamartine

3.11

Meyerhold

Godard

3.12

L. Nono

como un alicate que estrangulaba la rosa podrida de mi vida en los suburbios y no había suavidad no habían palabras dulces ni film romántico al atardecer: — > ojos desorbitados, girando intensos, como el foco de una moto antes de desbarrancarse en el crepúsculo:

Ahora caminamos (cámara lenta) ahora buscamos lo que pudo ser amargo o lo permanente de esta relación en que desmontábamos vientre a vientre música desenchufada los efectos Biomecánicos del amor caído entre flores de papel maché o tu cuerpo roto en un campo de fútbol donde todos te pateaban del amor rodando en el césped del billar donde te habían taconeado sin piedad: Hotel barato = prostitutas gángsters Vivre sa vie: — > revolearnos en azufre y en la grasa del taller donde mi ganzúa brillaba infructuosamente tratando de abrir la caja fuerte —o robando comida en los luminosos Magazins: V no duermes:

mi magnetófono graba tus llantos tus jadeos tus quejas amargas de que el placer no llega y lleca y no llega si esta preocupación de Subsistir ha ido reemplazando lo que en Keats era hermoso y es verdad y el sexo apenas dura lo que dura el tiempo que el descanso no permite y en la cama hoy te he acariciado mientras permaneces como ausente o tú me besas cuando yo pienso en otra cosa y es la ciudad la maldición de una ciudad que va destruyendo el canto de nuestra sexualidad

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MOULIN ROUGE y otras posibles consideraciones C’est par un escalier de bois jamais cire depuis trente ans, dans la poussière des megots jetés à la porte, au milieu d’un peloton de pelis employés à la fois mesquins et sauvages, en chapeau melon, leur valise à soupe à la main, que deux fois par jour comcncc notre asphyxie. Francis Ponge, Le parti pris des choses. Este Brigge, este extranjero, este joven insignificante, de­ berá sentarse y, en un quinto piso, deberá escribir, escribir día y noche. Sí, deberá escribir, y así acabará esa situación. Rainer Maria Rilke, Die Aufzeichnungen des'Malte Laurids Brigge. 1. El mercado común no cuenta con ella En la noche salpican ruidos extraños que salen de su cuartito que nadie sino en prolongadas conversaciones penetra. Cada cuarto es como una catedral escondida, cada vida un universo inaccesible y abrupto. Para ella la lengua de Pcssoa no tiene el mismo sentido que tiene para la bolsa de cambios el cobrizo color del otoño -ver como ella es ver inmensas grúas metálicas como dragones de niebla deshacicndo. se en las manos. El Mercado Común no cuenta con ella y ella no cuenta más que con el ligero exceso que fue haber si­ do metida en un auto y traída a fregar duramente estos baños del XVI. No cuenta esta mujer con nadie y es su cuarto un silencio impal­ pable. En el lavadero se cruzan las toallas pero no una sola palabra y rechaza ella todo saludo. Lleva todos sus cachivaches -incluso desvarios- a la calle.

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A lo más su vida será contemplada en un rubro de ocupaciones no productivas y el pan sube todas las semanas de precio. Tiene pisadas de gato, biblia y rosario, silueta que pasa deshe­ cha como las letras de un drama que vemos no en un Anfiteatro sino en un cassette de los Panchos. -"Ella tiene otro hombre y yo otra mujer..." Pero no hay un hombre en su vida -no hay un amor. Agorafobia o cualquier otra cosa tampoco tienen sentido aquí. Y no tiene sentido no verla doblada en un piso como el trapo ma­ rrón de una flor que se friega o refriega lo que se fue carcomiendo su vida. Cruzarse con ella es como cruzarse con alguien que te escupe en el rostro -soledad y pasadizos oscuros, niebla, sofás de terciopelo gastado que no esperan a nadie. Cruzarse con ella es como llorar, entristecerse, ponerse a mascar llantos incomprensibles. Su zeta espagñola, sus "bárbaros" truenan cada vez que escu­ cha que alguien pasa ante ella. Allí ¿londc alguien ha limpiado un trozo de pasillo ella viene y se orina, se ensucia como queriendo decir que prefiere esto a los apagados fluorescentes abajo. 2. La virginidad que yo cuido Al principio solía conversar en su puerta, todavía era amable, aún no había aparecido la arruga de una imprecisa desilusión en su vida. Tengo 34 años (no: ya debes tener cerca de los 40) y no tengo sino un imperceptible pliegue (patas de gallo se dice) en el párpado. Aún no he pescado al hombre (yo seré aquel hombre) que habrá de quererme por encima de todo. Mi cuerpo es esbelto (tu cuerpo no ha dejado de resistir el mal clima) salado como un trozo de mar (o una mandarina que no ha sido palpada todavía). Mis labios no los mordió nadie (y yo los voy 190


a morder te digo)./<7, ¿tú? (pero si eres más preciosa que una escultura al borde del Sena). Tengo los pechos perfectos (fresas son tus pezones). Mis pantorrillas son gruesas pero no amargan (y hermosas, lo sé). Mi cintura es mejor que lo que dicen estas revistas de moda (tu vientre es entonces combado y renacentista). Mis caderas (tus caderas son poderosas) déjame terminar (ya) mis caderas pueden resistir el embate de un hambriento deseo (entonces vamos a la cama) no (te convido un licor) no (solamente un beso) no. Para el hombre que quiero es la virginidad que yo cuido. Al principio aún solía conversar en su puerta, todavía era amable. Los años pasaron y ella aún no ha probado el amor. 3. Cervantes no sabes cómo vive tu gente Cervantes no sabes cómo vive tu gente. Ouijotc son estas mujeres poco a poco apretando el interruptor de la luz, piso por piso, faldas gastadas como pliegos de un códice que algún oscuro paleógrafo -con esto de un poco que dijo la semiología del vestido un veranopodrá descifrar en el talle ajustado: costura y mercado son uno y lo mismo pero la belleza no es un sky sobre la capota de un auto. Conocer París es a veces también rodar una linterna en los chatcau abajo -grandes y rojas alfombras, manivelas doradas y con muebles Luis XIV reflejan un tesoro ya oxidado en las catacumbas: arconcs, pelucas, • puños de encaje se guardan entre conexiones eléctricas y desagües como el tesoro banal de algo que ahora es polilla. ¿Para qué ediciones lujosas -y con grabados- de Sadc? ¿Libros con bordes dorados? En los chatcau se engendran poder y dinero. Tras cada ventana un verso de Baudelairc repica sin pausa. Un Rimbaud es una iluminación -no un affichc.

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Y gusto es lo que no tiene el bolsillo, ni proporción. El enlatado reemplaza al reparador bourguignon como el plástico al buen gusto francés. Para el XVI New York tiene más valor que un Rousseau. Esta moda no es más fugaz que la noche y la lluvia en Mandcl es un verso que a veces trae soledad, meditación a esta vida. Y es hoy domingo. La gente de por estas alturas se viste aquí con lo que ha comprado en el Marché aus Puccs -Metro: Porte de Clignancourt, donde es más elegante admirar el dcscchoo con lo que en pequeños atados encuentra como hatos de olvido en la nochc. Y hoy es domingo, más tarde. El wcck-cnd ha cogido al Jet-set lejos de toda yerba en París y por un momento quienes viven arriba hemos pascado con París y sus hombres y sus mujeres y niños (que retozan como corderillos en brazos de sus padres por la Torre Eiffel). Y la multitud es como Notrc-Dame hermosa e imponente en la geo­ metría perfecta de Trocadero, largas horas pasadas por mí en los muscos de al lado. Tiene una hermosura París que yo he visto en sus mujeres tomán­ dose un beaujolais cuando deliciosamente se llevan un pitillo a los labios. Y a veces yo he sentido que esto es como un parpadeo desde una lenta ventana de Metro pero yo tengo otra lengua y he querido a París, y a Briggittc -tan buena siempre con nos- y a ti con quien desconociéndote he pronunciado versos de Lorca una noche charlando del Chatcau donde pasabas tu rápida aspiradora. Una historia si no común, dramática o trágica. Un mundo de locura en el desequilibrio económico. Y una alegría quizá en un último piso, y un llanto, una desesperación. Mañana después es otro día más limpio y puro, más hermosamente París, más Rousseau. 4. Un día de fiesta Luzmila se ha descolgado un riñón

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y ahora abandonar este su incesante trajín es una escasez en una despensa perdida. Diez quince años subiendo por la misma oscura escalera, quince diez años bajando por la misma cansada escalera, y lejos de su patria, tan cerca ya a Martinica. Luzmila es hermosa y tiene un vientre moreno, el corazón abier­ to. Botellas de vino rodaban como floreros de anís por los suelos. Nos encontramos y probamos el sueño. Era domingo, o noche de sábado, una de aquellas noches sin noche. Nos encontramos de pronto como siete hombres y una sola y deses­ perada mujer bailaban enloquecidos ya hasta la náusea, hasta la pérdida misma de la noción de reali­ dad. Se reconocían apenas con sus dátiles, sus frutos expuestos como brebajes extraños en tiendas exóticas (y caras). En ocho horas mandaron a rodar sus ropas ligeras como en un set televisivo. Y estas ventanas del pasillo se abrían como postales con la es­ carcha de París. Alguien tenía un micrófono, un alta fidelidad. -"Aquí Radio Mandel transmitiendo en directo para Lima y todo el Perú..." Un sistema de altavoces para grabación de boleros donde no ha­ blaban de París sino de ellos. Y hablaban tan puramente como la lluvia, una es­ carcha en el pasto en que yo rodaba. Sana, toda esta alegría. No como las polillas de S.S., degenera­ dos partouzes budistas en el sur de Francia: ningún sexo y ese poco placer, Santo Grial imbécil. -"Y con ustedes, señoras y señores..." Carcajadas como truenos rodaban sobre los tejados donde han vi­ vido cobijados como gorrioncillos en un campo de Millet. ¿Así se ha de bailar -mi dátil mi acierto centella- en el Moulin-Rouge, en el Lido con un hombrecillo en la mañana recogiendo el silen­ cio estrepitoso de la noche? No. Como todo es hermoso en el verano 193


y el mundo de las buhardillas ruidosamente migra como un pasco por el barrio latino -cada verano vuelas a otro cuarto y este vuelo es preciso y abierto, abrupto a veces, otras fresco, hornillas azules y tal vez un Descartes, un Voltaire sobre la mesa. Y su viejo argelino amargado, su española envejecida. Luzmila llevaba muy suavemente el compás con las caderas, movía muy bellamente sus codos. -"En estos momentos, señoras y señores..." Siete hombres como un Maupassant me estaban dando esta realidad que es a veces un poco de olvido ante los ojos. Y teníamos flores en eslío, un algo también de locura pero sin gardenias amarillas en el vaso ni filósofos de plástico cuya consistencia es un violín enmude­ cido. El dulce caballo de mi locura se ha desbocado suavemente y por St. Germain camino yo ebrio con una muchacha y el vino y un verso de Villon en los labios. Este trago se acaba y el baile fue hermoso pero Luzmila se ha descolgado un riñón y esta es la vida que no tuvo.

5. Lsbozo para un tríptico sobre Chambres de Bonne I Eurice es más arisca que una yegua indomable. Trabaja y trabaja. Trabaja -en lo que sea- y trabaja y trabaja y trabaja. El dinero obtenido lo envía a su casa lejana y lo poco que sobra es para un club que habrá de pasearla -suaves hoteles, una orquesta hacia el mar tranquilo en un vcntanalcuando llegue el verano por las costas de Francia. Orquestas y lentos clubes nocturnos, irrealidad de una vida fastuosa. Pasa el verano y Eurice es aún más arisca que una yegua indomable.

194


II

María española se ha retornado a su patria. Tiene la espalda cansada, pechos que cuelgan como higos resecos y ninguna otra cosa que pueda ya usufructuar. Hizo o no hizo dinero. No lo sé. Pero vi que sus labios se fueron apretando cada vez más. Que su ceño fruncido eran demonios en un Mandala del Guimet. Y ya casi ni saludaba. Tenía a sus hijos borrachos, y dos piezas pequeñas encima de cualquier casa del XVI. Su mundo era fregar la cocina, refregar interminablemente cubier­ tos de plata y labrados. Comida no pagan pero sí la chambre y poco salario. No conoció nunca la Cinemateca de Trocadero. No fue a la Opera ni amó a Van Gogh. Oró tal vez alguna vez en alguna Iglesia de Cortambert. O quizá alguna vez pudo sentarse a contemplar esto que habían sido sus catorce estaciones mientras charlaba con otra amiga -que tejía interminablemente una chompa- en una banca de Mandel. Pero María española se ha retornado a su patria. Y no sabe quién es Didcrot, ni le importa tampoco. III Si se llamó Lorrainc o Calherinc o Madcmoisscllc no lo sé. Vino de Provenza a París y cuando vino entró como dama de compañía con una señora en un rancio lugar de París. Vivía abajo con la patrona y pasaron así sus años. Envejeció, murió la señora. Otras generaciones con jeans y menos soiréc y lavaplatos eléc­ tricos lomaron el rumbo del chateau. Junio a los trastos viejos arriba vive Lorrainc o Cathcrinc, cabellos dorados con mechas negras, colorete pasado en los la­ bios y aún no sé si llamarla señorita, o señora. La familia Lcscaut alquila ahora por 3 horas trabajo -chicas inexpertas y guapas- y el cúu-cuuú que no lanza es este libro que yo leo.

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6. Me he encontrado contigo Me he encontrado contigo en el oscuro pasillo donde intermitentemente cada 3 minutos un poco de luz se desprendía en ti como un orgasmo entre hojas. Tu venías de laborar o pasear -venías cansada bajo tu cabellera que huelo como un campo de trigo en este brevísimo enroque de ojos como un enrocarse los muslos en un lugar aún más desolado y brumoso. Todo invitaba al amor en un lecho revuelto lleno de ansiedad y pesadumbre. No hablo tu idioma, y lo sabes. No conoces el mío. Pero algo -la tristeza tal vez o el desechar la tristeza nos arrojó el uno hacia el otro, rostro con rostro, nos colocó en posición inmejorablemente inex­ pugnable. Inocultablemente indóciles como pasto de monte. En tus labios floreció el verso de un barroco ahora olvidado. Tu cuerpo era una virgen del Giorgione. Y el lecho, un largo campo aperspcctivado de Ucccllo pero con Uccello y una sonrisa y algo de la luz tal vez con De la Fr anccsca. Y he besado tus perfectamente del incados muslos tan parecidos a esta Venus de Botticclli pero como una Venus; en manos del bello David de Bcrnini, el esclavo liberado J e Leonardo. ¿Tu sonrisa? Santa Ana quizá más que Monaiisa pero sin Monaiisa yo sólo podría com pararte a ti misma sonriéndomc con tu corto vestido transparente en la noche no más bella que un orgasmo contigo y tus muslos que se deslizan tan aiirosamente como una yegua gua­ pa y renacentista va recorriendo el estío conmigo en tus hombros. Todo esto pudo no haber sucedió s;i tú fueras silencio pero todo esto sucedió a pesar del mal tiempo y la niebla, y a pesar del fascismo para el que taimpoco este amor ni el arte -el trabajo del arte- existía. Y vi entonces tu cuerpo salir perfecto como un destello de luz en mi mente y no supiste ya qué fue lo que suavemente se apoderó de tus labio*.

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Italiana y tal vez católica, ojos como grandes aceitunas negras, cabellos griegos que he acariciado con esta terca pureza peruana. Mi dulce muchacha sin no más tesoro en su vida que un amor con el que gemiste una noche, o aquel contemplar la Victoria de Samotracia un domingo, el sabor del buen vino francés, la dulce luz de Rousseau.

197


GAIAX/DELEUZE I. Introducción Mi arte tiene una forma que el pasado desconoce. Montándome en ti sobre tu duro y hermoso cuerpo dormido encabritándose como leona bajo mi cuerpo realicé el sueño de tus ojos. Músiea/imagen/ccrebro se unieron en una cámara fija y lo que estaba separado terminó por eliminar el silencio. Beethoven + Botticelli:: Bacon + Stockhausen. Lo indeterminado (atonalidad, pulsiones) está determinado y la lógica de lo vivo tiene tonalidades que la materia muerta no posee. Una mañana, escribí: a) expresar el grotesco para posibilitar una reversión positiva, b) colocar al Folies Bcrgierc: no abajo, sino arriba, desde el punto en que toda melodía tipo:

se parece a una tarde evanescente y dorada, como un bos­ que de otoño, una Marcha fúnebre que concluye como el falso encarrilamiento del idiota en una patología espe­ cializada en cultivar cadáveres: Wall Disney hibernando hasta que todo se destruya. Tu cuerpo es un papel, un aposento donde escribo. Si nuestro amor se destroza pero no su imagen, que persiste, entonces lo no perecedero es tan cierto como su ritmo:

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y tus caderas se satisfacen ahora en mis labios. Una mañana, deduje: 1. toda melodía, equiparable a lo evanescente, es irreal: v.gr. el crochet que dejó de tejer flores para tejer el rostro -o la máscara- de su comprador. 2. esa alienación del trabajo no cscala el vacío sino es indicio de una no intelección en el proceso de la vida. Contemple tu cuerpo como una flor desprendida en la noche. En el siglo pasado -terciopelo y botones dorados, peluca empolvada y corbatita de lazo- sobraba la melodía, un exceso de retórica cuyo arte verbal se había escanciado en: a) soneto — > sonata sin estructuras b) cantares — > fuga que permitiesen expresar la complejidad del movimiento y el siglo XX requería inventar una máquina de lavar hollín en la mente angustiada. El arte verbal es música pero su correlación en el mundo es visión, la flor de tu cuerpo bajo el leopardo que la acaricia. Sin plantear lo indeterminado escribí que lo monocordc prefiguraba el cadáver: -anda ve & dile que no, anda ve & dile que sí -dije y la Muerte, que volvía del pasa­ do, se metió no en su ataúd sino en el WC del olvido. Una muchacha se aprieta a mi cuerpo y sus curvas son el cello de un Conccrto en verano: ves una joven pareja caminar abrazada por la avenida del ros­ tro perfecto. V todo está dulce, tu cuerpo es menos turbio que la nada, o el hastío. II. Descripción 1: Toda frase cuya diferencia se basa en su reverso, con exclusión de sus pre­ posiciones, es tautología. 2: V.gr.:

1 0

2 3 4 5 / 00 ¡ • + 199

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3

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1 2 0 00


3:

1 2 3 un gato devora 0 00 -

4 esta i

5 4 5 3 1 2 noche / esta noche devora un gato + i + 000

4: Estas frases pudieron ser otras como otro el predicado -o una distinta cade­ na de signos no necesariamente verbales: álgebra, u operaciones de lógica simbólica por ejemplo- y otra la interpretación (el alfabeto en el reverso del espejo es extraño e incomprensible) que en la escritura se enciende: a) UN = "flor" -tu cuerpo se acerca-, "lecho" -bóveda suave en la n o c h e "flor como un adjetivo" Hu cuerpo no se desdobla en el espejo-, "dulce" -tú te abres la blusa-. b) GATO = "mujer" -campo con flores que yo acaricio-y "posesión" -como una zorrita olvidada-, "vcrbalizar el sustantivo" -y llamearon flores de se­ da tus ojos bajo las llamas de mi cuerpo-, "belleza" -todo es uno superior e indivisible-. c) DEVORA - "vuela" -como el propio mundo que rueda bajo mis manos"acaricia" -tus pechos son ámelas que pruebo en verano-, "sueña" -mis la­ bios vuelan hasta posarse en tus hombros-, "devora como adverbio" -bellamente hambriento-. d) ESTA « "tu cuerpo" -flores brotando en mi florero-, "cuerpo adjetivado por un sustantivo" -tu cuerpo de noche es viento en las flores de mi cabe­ llo-, "enciende" -un televisor luego de apagar la radio-, "pretende" -obser­ var a cuerpos que giran como hojas flores frutos-. e) NOCHE = "primavera" -un gorrión sobrevuela en ¡a máquina transparen­ te-, "como el verano" -dulce temblor rojo en plena oscuridad-, "mariposa" -colores aleteando para t i "porque amanece" -tu cuerpo en mi cuerpo son un dulce mundo esperado-. 200


I 5: Todo cuerpo y sus relaciones con el mundo -com o estas frases que mi máqui­ na de soñar dibuja en la página- son una secuencia de símbolos perfecta­ mente computables según categorías de afinidades prácticas. 6: Estudiar la apariencia -aquello que se presenta ante mí como esbozo de un pintor, o proyección de un análisis cinematográfico verbal- quiere decir evi­ denciar las relaciones internas del hecho que se configura como ser: este he­ cho es gramático y la gramática, que es el reino de la necesidad, puede ser analizada como una estructura finita. 7: Según el teorema enunciado: 0 00 p

q

V V F F

V F V F

i

+

=

p:

p a q- v p A q; — > -

:

i

+

-

0 00

-p >/q. t \ ; p \j q

V V V V

la significación es recíproca. Así estas combinaciones: 0 00 a) 1 2 3 4 5 i + b) 4 5 3 1 2 0 00 c) 3 1 2 4 5 + ¡ d) 3 5 4 1 2 i 00 e) 4 2 3 5 1 sólo pueden conducir a su propio vacío y la significación mecánica de su combinatoria: -

-

0 -

00 +

_

i

¡ 0

+ 00

i

¡

+ 00

_ —

0 +

+ i 0 00 i + &c. 0 00 + 0 es entonces la

00 - 0 000 ¡ + 0 &c.

8: Si yo dejase de realizar estos estudios para contemplar un paisaje de cuerpos en un espejo -tu cuerpo que se desnuda, estas palabras que dicen: tu cuerpo que se desnuda y me invita a penetrar en ti- sólo podría ocurrir: 1) no habría palabras para continuar describiendo el espejo y el sueño del espejo se habría difuminado. 2) entraría en el espejo pero en esa dimensión revertida el anverso signifi­ caría la destrucción de lo que refleja a su sueño. 9: Corolario 1: Todo reverso precisa, por contraste, el sentido. 201


III Máquina de soñar ...el escritor trabaja por el revés: sólo tiene que ver con el len­ guaje, y así es como de repente se encuentra rodeado de sen­ tido. cf. Merlcau-Ponty 10: La frase que mezcló gato y noche olvidó (ese olvido no fue espontáneo) la preposición a. Mi máquina escribe que el viento me trajo metáforas, que el viento me trajo los tropos de mi página en el vuelo de cabellos y hojas, en el balanceo de astros y culos que embellecen toda ciudad cuando esta conoce sus horas de fiesta y descanso: (miradas dulces, labios con deseo, senos propensos a gozar levemente, muslos que se humedecen bajo esta mirada que inventa un placer delicado, combinaciones de cuerpos como colores en un lienzo, falos que se esfuman en unas nalgas carnívoras, ojos con resplandor de un océano profundo, vientres hermosos como un jardín donde mis pasos se pierden al aparecer el otoño, charcos de luz con bor­ des de dalias como una vulva salpicada con vellos oscuros). Mi máquina escribe que el viento me trajo metáforas, que el viento me trajo los tropos de mi página en el vuelo de los desperdicios de una ciudad perdida bajo la noche, en la interacción alegría/dolor marcando la existencia de toda ciu­ dad: (miradas impías, labios con rabia, senos resecos como costras, mus­ los que son cenizas y huesos carcomidos por una época de trabajo maldito, desestructuración de cuerpos como poleas y pernos de máquinas reverti­ das sobre sí mismas, falos y nalgas que se disuelven en un ambiente de ex­ plotación descarada o secreta, ojos sin más intensidad que una bombilla eléctrica, vientres arrugados como el estropajo de refregar ollas, charcos de pus con bordes sanguinolentos en las magulladuras de accidentes de tra­ bajo). Mi máquina escribe que no existe sin el contexto donde ella continúa su Recital de sonido y silencio. 11: Y preciso una velocidad tal como z + 1 para mi máquina. En esa veloci­ dad entremezclo lecturas y paisajes, dolores y alegrías, reflexiones y expe­ riencias como una forma de iluminar la oscura noche en el pasado -el presente que ahora veo está en el pasado- de este tiempo. 12: Al atardecer aluciné en unas hojas serenas el pubis de mi mujer, de mi mu­ jer que ahora se decide a penetrar el espejo (tan desnuda como un pensa­ m iento que brota en el prado del insomnio) y se duerm e como proponiéndome la impureza de un pecado que me consume como la luz nocturna a su proyección. La miré desnudarse como contemplé, lentamen­ te, su contorno sombreado con lilas que se deshacen al viento: ese temblor tan pausado en las ancas que resistieron el peso del ciclo y mis besos como he querido bellamente lamerla con la rapidez de un destello en la noche, 202


escribir que hoy dormiré en el trasfondo callado del espejo como en un re­ flejo invertido del mar a lo lejos donde todo si no es inasible es un brillo de puñal en los ojos (como flores que se doblan bajo el rocío de Botlicclli): la luz de un pincelazo cualquiera: Grassct, Schwabc, Rossctti, Hockncy, Mcl Ramos (etcétera). En la ciudad vacía este espejo contiene el florecer de lo ausente, la primavera que no floreció aún en la piel de la cópula: orgasmo = espíritu real (materialidad del deseo como expresión de toda caricia). Y en una plaza desolada mis ojos dibujaron sin inmovilidad el lago de ter­ ciopelo que abrevé en el cuerpo de mi mujer. Y este dibujo sin eludir lo se­ xual, aludía lo sensual del espejo: llamarada, y noche se mezclaban y se combinaban, se disolvían y se dispersaba, se unían y desunían como estas palabras que escribo a la luz de una fugacidad crepuscular. Por eso inventé la Máquina de soñar (para rescatar el sentido de lo perdido). Por eso he puesto a funcionar esta máquina (para viajar entre los universos que las pa­ labras no llenan) Por eso esta máquina se destroza (para percibir lo que se diluye bajo la apariencia): el escaso sentido en la ciudad como obstáculo a mi vida. 13: Y para reflejar la irracionalidad del tiempo inverso inventé la Máquina de la lucidez sensible que funciona como descomprcnsor en el cabaret de los signos antes de salir a la calle y ponerte a contemplar la belleza de tu pro­ pia naturaleza.


IV Transvisor:

"Quien observa al pintor muy de cerca, con la nariz sobre su pincel, no vería más que el revés de su trabajo. El revés, es un débil movimiento del pincel o de la pluma de Poussin, el de­ recho es la brecha de sol que desencadena”, cf. MerleauPonty.

1. Anvcrso/lectura (dulce conto el alba el Dr. Ití anotaba, y leía): un gato (sujeto) 14: El sujeto cuando pro­ tagoniza un "efecto de metáfora" (el Dr. I o entonces pensó que aquello era m e­ nos real que la calle) es predicado de sí y de toda la frase.

devora (verbo)

esta noche (sujeto)

El verbo no es sólo un punto de relación entre sujeto y sujeto (o entre predicado y sujeto): es también predicado del sujeto que no es pasivo (y recordó que tenía una ci­ ta con X-o, en un parque de mercurio).

El sujeto aquí aún (se co­ locó rouge en los labios) 'siendo pasivo es igual­ mente activo: sin su exis­ tencia (vestido con len teju ela s doradas, sombra marrón en los ojos), el verbo anterior no tiene sentido (ni tam­ poco el sujeto que hace de predicado (y salió pa­ ra encontrarse con Io).

15: Proposición 1.

Todo en la naturaleza de la gramática (como en un sueño) permanece en movimiento: caminando en senti­ do opuesto de donde habían partido, Io & X o ~Xo tomó un carro, Io volaba en su mente- debían encontrarse en ABC

16: Ejemplo.

Tu cuerpo se acerca campo con flores que yo acaricio bellamente hambriento flor verbalizar el sustantivo lecho tus pechos son ciruelas que pruebo en verano como una zorrita perdida.

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4

2. Revcrso/cscritura (antes que encender el TV. el Dr. 1Qdecidió caminar): esta noche (Xo, belleza perdida) 17: "El sujeto" -intuí pa­ ra ti- "como ele­ mento activo (una suma de cuadros pe­ ro desde un panning: pensé) se traga al pasivo -si su fun­ ción no es ya causaen la frase".

devora (caminaba)

un gato (en busca de amor)

"Su intensidad o lo que fuere -motor, agitación, acción: un láser- es el verbo: ningún verbo es triste y el cerebro actúa" -caminé en mi habita­ ción y abrí la ventana a la noche.

"El sujeto pasivo" -y volví a pen sar en el lingüista- "no deja de em itir significaciones distintas si estuviera en situación contraria: su pasividad -el Dr. 1Qeí galante, y X -o dulceproviene de una cierta elegancia en reconocer­ se como lo no contrario".

18: Proposición 2.

El pasivo de cualquier signo se lee como causa del acti­ vo: Ia volvió a leer y antes de salir barajó su ábaco de sig­ nos.

19: Ejemplos:

Una flor una llama esta noche mis labios vuelan hasta posarse en tus hombros campo con flores que yo acaricio un televisor luego de apagar la radio tu cuerpo no se desdobla en el espejo como el propio mundo que rueda bajo mis manos primavera tú te abres la blusa porque amanece

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3. Radiología :: anverso/reverso (el cuerpo es cerebro de la historia). Tras los ojos de X-o, el deseo: ¡Qimagina liberarla escisión signolcosa

20: Un gato (dulce hambre)

(acción: —"Muérdanse en el le­ cho")

(tu cuerpo que es mío), esta noche 21: (Saco una tiza y sobre la pizarra, escribo): Estas palabras son también núcleos semánticos y se ven a través del pensamiento con la ecuación:

EP S

ES S

22: cuyo peso central reside en la acción activa de una llama y la noche es un animal pastando bajo llores que se alzan color caramelo en el aire (sección IV, ejemplo 2 del cuadro).

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4. Transparencia 1 Comprender la estructura (una pareja) es producir funciones 23: un gato (X-o lo contempla suavemente) devora (y él se acerca pero). esta noche (todo es dulce) núcleo 1:

Posee el gato una flor en sus ojos. Todo furor es trabajo obstinado, todo movimiento la reflexión que su gata adora poseer: tus ancas son flores en mi mente, un largo maullido nuestro cuerpo. Si las palabras se pierden nuestras garras serán borradas en la noche y lo que contemplamos serán sombras, no llores ni belleza.

24: núcleos y variables de una determinada estructura -él la invita al cine, ella se acerca- se transparentan en imágenes. 25: Estos labios son gatos (o muslos) y devoran (te encuentro y me aferró a tu cuerpo) la noche (lengua, manos).

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5. Transparencia 2 Comprender la imagen es mover su estructura 26: La pareja, entonces, se encontró en un bar transparente y los tragos bebi­ dos no fueron tan dulces como sus ojos donde se depositaba su amor.

/

27:

núcleo 2:

ágiles tiernas calurosas

frescos \ suaves \ labios delicados /

bellas húmedas desesperadas

ardientes 1 dulces \ labios salvajes /

(

<

aforran

I

Í

1 1

28: El Dr. P recordó que el 0 es una unidad (todo número posee un reversoy ése es el cero -pensópara sí) pero que dado un problema tal como x el cero po­ seía un valor múltiple y trazó un gráfico en un papel: su existencia es como la luz cuyo reverso es el espacio que ella recorre.

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6. Transparencia 3 Una estructura sólo se mueve: 1. posición sintagmática 29: La pareja -el amor es bello y la belleza florece en la página- estudiaba el gráfico como un cuerpo (proyección de la mente como máquinas de análi­ sis) y concluyó que las palabras no son el reverso de la realidad: -en prin­ cipio no lo son -dije, una tiza en las manos- porque la oposición anverso/reverso es una igualdad y para su comprensión la realidad se con­ figura en palabras. 30: manos

núcleo

1

i

ansiosas codiciosas sagaces

manos

nerviosos gráciles duros

floridos temblorosos anhelantes

en muslos

se posan

en pechos

V 31: Ejemplos:

diestras finas tercas

tú te abres

I

la blusa í -deseo el amor: no la tristeza -dice. / -y yo -dice 61-, una mujer que no bus| que no ser lo que ella no es.

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7. Transparencia 4 Una estructura sólo se mueve: 2. posición paradigmática 32: Cuando una relación (S + V = 0 + 0 0 ¡- ) produce un sentido la realidad se enriquece (y los Drs. 10 + X-0 quedan iluminados): el Transvisor (pa­ tente E/r 48-6), al igual que otras invenciones, apareció al clarear el siglo X X I y el envío de imágenes -el fono se transformaba en imagen, versión técnica de la posesión diabólica- operaba desde una órbita de sentidos que se recomponía en los receptores mentales.

33: lengua

1

i

suave hermosa fresca

quemantes mojados arrechos

se despierta

en muslos

muslos

i

se abren ansiosos fragantes calientes

enfebrecíJos deseosos sonrientes

a labios

34: Conseguida la perfección (proposición 3: "el pasivo de cualquier signo se lee como causa del activo"), sus constructores desean que este invento no sea utilizado para fines distintos para los que fue inventado (destruir la con­ ciencia, por ejemplo).

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V Síntesis: estructura/quark 35: Cuando escribí: un gato devora estanoche/esta noche devora un gato declaré también (cf. III, 10) que no fue una ausencia espontánea la preposición a. Ahora he querido gradearla, he querido conferirle un valor (tal vez menos relativo que el que una ausencia puede suponer pero para darle el resplan­ dor que todo vacío contiene. Escribo a y digo que su valor es ser comple­ mento del sujeto noche (en el análisis 1), o digo que su valor es ser complemento del sujeto gato (en el análisis 2). Dos ejemplos me eludirán las explicaciones más retóricas un

gato devora

n

n

n

"

gato

un devora

n

esta noche devora *1

n

noche

n

(el cuerpo de) (un suave cabello en) (los ojos fugaces de) (el orgasmo de) (la pesadilla que tuvo) (los senos que mordí con) (las yerbas que arrancó) (mi pasión) (la caricia que me brindó) (en lo fugaz del orgasmo) (la crítica mirada de) (el falo que es) (muy adentro del cuerpo) (el Paraíso revelado en) (la figura del sueño y) (en el lecho ¡a hermosura de) (una caricia fugaz como) (el ojo que la desnuda y la \itelve)

esta esta esta

noche

n

n

esta esta esta esta esta un

R

gato

36: Así las frases reversibles son espejos de sí mismas: -p ~ -q. v .p ~ -q: — > :-p v q. ~ .-p v q 37: Proposición 4: una frase sin verbo es la opacidad de lo inmóvil. 38: Corolario 2: el predicado no varía la estructura. 39: Corolario 3: el predicado, ininteresante a la estructura, deviene apariencia sin cuya expresión la estructura es insignificante. 40: Una frase que se revierte (un gato devora esta noche): el silencio: crítica/au­ tocrítica (esta noche devora un gato): el pasado que camina en dirección al

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futuro que retrocede: colisión/fisión: el futuro que camina en dirección al presente que avanza: fisión/colisión: el presente que camina en dirección al futuro que avanza: conexión/proyección: el pasado que se pega al espejo re­ trovisor del auto que se despega del pasado; el vidrio que contiene el ros­ tro no es el rostro que se acerca al vidrio (pero el rostro es de vidrio, pero el vidrio no es el rostro): no ser el ser del no ser: ser el no ser del ser: ser/no ser: la página se transfigura: la máquina funciona: la mujer abre los muslos (y se engulle al amado). En cada combinación: un poema distinto. En cada poema: el espejo de lo fugaz. Hay que combinar palabras -como cada sin­ taxis produce su propio jardín-. El mundo no es sino un sistema de relacio­ nes: un (simple, maldito) sistema. El mundo es una relación pri­ mordialmente verbal -como una máquina sintética-. Si alteramos ese siste­ ma (p ~ q — > r en vez de p q — > -d ~ -q) tendremos otra relación verbal como otro mundo en el espejo reflejado en otro espejo: palabras al viento en el viento de las palabras: soledad/solidaridad, vacío/plenitud: "sólo una inteligencia, desarrollada sobre la base de su sensibilidad, podrá ima­ ginar dimensión + forma + calidad de los pechos ofrecidos" (proposición 5) mis palabras brotaron en tu cuerpo -mujer.

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INDICE PROLOGO

7

NATURALEZA D E UNA COMPOSICION D E VERANO Ensayo sobre la reciprocidad de las oposiciones continuas Naturaleza de una composición de verano Réquiem por un viejo punk sin talento Muchachos de fábrica en un bar de los Barrios Altos Estudios sobre flores con pájaros y amaneceres de primavera Agregado (sin corrección) a los estudios de poesía Agregado (sin corrección) a los estudios de poesía Suite de una noche en el parque Mi cuchillo se apresta a descuartizar el otoño Suite para J.L. Cuevas

17 23 28 33 40 46 48 53 56 58

I ARGUMENTO D E ANGEL CON CASACA D E CUERO Cuaderno de viaje: París 1978-1980 Libro de Sara Notas sobre el arte de mantener el espíritu limpio Algo sobre Femme Sauvage Perpetuum Mobile Arc-en-ciel Giordano Bruno Blas Pascal se refugia en Port Royal Una postal de París Al dorso de una postal de París

65 74 77 79 81 86 89 94 97 98

TEORIA D E LA SINTESIS Meditaciones de un ermitaño en su cuarto de invierno Precisiones sobre un tema (poco tocado) de Marcuse

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101 111


Examen retrospectivo del arte moderno Síntesis Belsizc Park’s Squatting Bandc Desinec Improvisación N° 7 en Lila Saskia se quita la trusa en un espejo ovalado

TRIPTICO: HOM ENAJE A I UliRONlMUS BOSH Máquina Lúbrica Moulin Rouge Galax Deleuzc


Angelus Novus de Enrique Vcrástegui se terminó de imprimir el mes de abril de 1989 en los talleres gráficos de Improffsct del Jr. José Gálvez 107, por en­ cargo de Lluvia Editores con una tirada de quinientos ejemplares.


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