Contacto Compañía Ilimitada Edición Aniversario

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crónica histórica y fotográfica

edición aniversario

Concierto de Conciertos

la historia de un sueño de 33 minutos 1


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“Sencillamente apoteósico. Sólo así se puede definir lo que vivieron 60.000 jóvenes presentes en el Concierto de Conciertos, realizado hace pocos días en el Estadio El Campín”. Revista Aló, septiembre de 1988

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Para y por Isabela & MarĂ­a Camila



crónica histórica y fotográfica concierto de conciertos

contacto compañía ilimitada edición aniversario la historia de un sueño de 33 minutos

• Prólogo

Andrés Pastrana Arango e

Andrés Ospina Textos

• Alberto Mantilla & Archivo Compañía Ilimitada Fotografías

e Camilo Piyo Jaramillo Dirección general


Compañíailimitada Producciones Productores ejecutivos: Gerardo Pardo Sergio Espinosa Fenwarth Diseño y montaje: Studio Visual EU Textos e investigación: Andrés Ospina Edición: Lariza Pizano Armada digital: Nancy Cuéllar C. Corrección de estilo: Luisa Fernanda Espina Comunicaciones: Gravitas

Retoque digital: Manuel Soriano Zetta Comunicadores

Fotografías: Alberto Mantilla Ana Lía Archivo Compañía Ilimitada Coque Gamboa Esteban Figueredo Federico Arias Jorge Bautista www.museovintage.com

Coordinación en Zetta: Ana María Camacho Escáner: Elograf Editorial Ltda. Zetta Comunicadores

Fuentes de consulta: Aló El Espectador

Producción visual: Luisa Fernanda López Impresión: Zetta Comunicadores

Entrevistas: Ángela Gómez Armando Plata Camacho Carlos Posada Carlos Vela Daniel Casas C. Eduardo de Narváez Einar Escaf Elkin Ramírez Esteban Figueredo Fernando Pava Camelo Fernando Sáenz Fonseca Gerard López Jorge Alberto Guerrero Julio Correal Luis Fernando Ochoa Luz Elena Villegas Manolo Bellon Nacho Pilonieta Tito López Toño Castillo Willi Vergara

Tráfico: Aura Rosa Lozano Gloria Rincón

Colaboraciones adicionales: Álvaro Forero Andrés Pastrana Arango Antonio Casale Chucky García Daniel Samper Ospina David Luna Gabriel de las Casas Gustavo Gómez Juan Pablo Restrepo Marta Orrantia Miguel Silva Sandro Romero Rey

Asesoría legal: Miguel Herrera

El Siglo El Tiempo La Prensa Semana 2 Stoned. Andrew Loog Oldham

Preprensa: Gustavo Romero Wilfré Jiménez

Compañía Ilimitada son: Director musical: Juancho Pulido Director artístico: Piyo Jaramillo

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Primera edición: Septiembre de 2009 © Studio Visual EU, 2009 Carrera 4 A No. 57 - 00 Bogotá D.C., Colombia www.companiailimitada.com ISBN: Obra completa xxxxx 1 3 5 7 9 10 8 6 4 1 Agradecimiento: A los cientos de amigos y colaboradores que durante todos estos años han ido haciendo, registrando y escribiendo la historia de Compañía Ilimitada. Todos los derechos reservados. Ningún fragmento de esta obra puede ser reproducido en medio alguno sin el permiso explícito del autor. Impreso en Bogotá, Colombia

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Introducción

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a siguiente es la historia gráfica y escrita acerca de los acontecimientos que precedieron y que se sucedieron durante y después del que habrá de ser recordado como el más importante evento musical de la década de los 80 en Colombia. El 17 de septiembre de 1988 decenas de miles de espectadores llenaron por primera vez las gradas y la grama del Estadio Nemesio Camacho El Campín, el más importante de Bogotá, para acudir a una cita generacional. Pero tales acontecimientos no fueron producto de una generación espontánea. Antes y después de ellos hay una historia a la que —sumida en anécdotas, olvidos e imprecisiones— suele perderse de vista. La narración estará acompañada por textos, testimonios e insertos procedentes de testigos presenciales, seguidores y protagonistas del fenómeno e

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prólogo

“Junto con otras bandas, Compañía Ilimitada logró desde la cultura lo que desde la política pocos han podido hacer: incidir en que los jóvenes colombianos comenzaran a creer en lo nuestro”.

Andrés Pastrana Arango. Ex presidente de Colombia 12


El día en que el español se volvió músicA Por Andrés Pastrana Arango Ex Presidente de Colombia

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uando, a comienzos de 1988, Felipe Santos y un grupo de empresarios musicales me propusieron que desde la Alcaldía de Bogotá apoyara la realización de un gran concierto de rock en español, me llené de entusiasmo. A pesar de la mirada escéptica de muchos, decidí que un evento de este tipo le convenía a la ciudad. Primero, porque le daba la posibilidad de abrirse al mundo desde una perspectiva joven. Es decir, le quitaba a Bogotá esa imagen de ciudad gris y envejecida, no incluyente, y permitía que las políticas de generación de sentido de pertenencia, que estaba promoviendo desde mi administración, adquirieran un sentido real.

Segundo, porque en la campaña me había comprometido a impulsar iniciativas conducentes a prevenir el consumo de drogas, y la mejor manera de hacerlo era apoyando nuevas alternativas de esparcimiento y crecimiento cultural para los más jóvenes. Desde la Alcaldía impulsamos entonces la utilización de la gramilla del estadio de fútbol y nos comprometimos para que, ese día, el 17 de septiembre de 1988, El Campín fuera un escenario de convivencia. 13


La banda encargada de abrir el concierto fue Compañía Ilimitada, la misma con la que cerré mi campaña a la Alcaldía en 1987.

Ante las prevenciones de muchos comentaristas deportivos, nos comprometimos a cuidar la gramilla. Y así fue. Al día siguiente, cuando finalizó el espectáculo a las 6:30 de la mañana, después de 12 horas de música, logré ver la importancia que había tenido el Concierto de Conciertos para la transformación de la percepción externa sobre Bogotá y el país. Los músicos, los empresarios y la administración habíamos contribuido a construir una ciudad menos temida y dispuesta a convertirse en una de las capitales de la cultura de Latinoamérica. Sesenta mil jóvenes cantaron con pasión las canciones de grupos hechos en Colombia y ratificaban el orgullo de vivir en su ciudad: “Bogotá, del putas, Bogotá”, se oía al unísono.

Inmediatamente los oí tocar, me acordé de cuando conocí a Piyo en el bus del Colegio San Carlos. Él era un niñito tímido, que se sentaba en la parte de atrás del bus del Colegio a tocar los bongoes. En ese entonces, a comienzos de los 70, me habría encantado oír la canción que Miguel Mateos puso de moda 20 años después y que tenía un contenido casi profético sobre la vida de Piyo y la mía: “nene, nene, nene, ¿qué vas a hacer cuando seas grande?... estrella de rock and roll, presidente de la nación...”, decía.

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cierto de Conciertos: un disco y un concierto que partieron en dos la historia de la música joven en Colombia. Y comprobar ahora, 20 años después, que el Concierto de Conciertos nos dejó como herencia historias que hoy son parte del patrimonio de Bogotá, como Rock al Parque. O también, héroes musicales que seguramente se inspiraron en ellos, como Juanes y Shakira.

Entre las épocas del colegio y el día del Concierto de Conciertos, la carrera musical de Piyo y de Compañía Ilimitada había crecido como espuma. En 1988, una banda colombiana se convertía en el número uno de las emisoras con ‘La calle’, una canción con un sinfín de alusiones a lo urbano. Después siguió ‘Contacto’, también número uno en el mismo año. Pero ese 17 de septiembre, más allá de demostrar sus dones musicales, Piyo Jaramillo y Juancho Pulido, sumados a bandas como Pasaporte, lograron desde la cultura lo que desde la política pocos han podido hacer: incidir en que los jóvenes colombianos comenzaran a creer en lo nuestro.

Los invito a disfrutar de esta crónica, no desde una perspectiva nostálgica, sino desde una que reconoce que la ciudad ha cambiado y que el rock en español siguió su propia historia. Aquí está la evidencia gráfica, escrita y musical de mucho de lo positivo que se puede hacer en la ciudad y en el país. Aquí está, Por todo lo anterior, para mí es un orgullo también, Compañía Ilimitada, con una múhacer las palabras de apertura de esta edición sica tan trascendente y vibrante como la que conmemorativa del álbum Contacto y el Con60.000 asistentes oyeron esa vez e 15


antesala

“Nada más peligroso que el ser demasiado modernos: ¡Nos arriesgamos a pasar de moda demasiado pronto!”. Oscar Wilde 16


Pronóstico del tiempo Por Juan Pablo Restrepo Director de programación del canal HTV

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espués de cierto transcurrir por la vida, es inevitable comenzar a preguntarse por las primeras memorias. Si bien siempre hubo una primera vez para todo, no pretendo sumergirme en un mar de recuerdos inoportunos; sólo me interesan aquellos que tienen que ver con la música, y en especial con el rock. La primera memoria que tengo de ver un bajo, una batería y una guitarra eléctricas juntas fue en kínder y ¡vaya sorpresa!, la banda era Compañía Ilimitada.

Tres décadas después, me hace feliz que pueda evocar parte de ese recuerdo en la primera edición de lujo que se haya hecho de un disco de rock nacional. Al ver este box set comprobé que, en Colombia, Compañía Ilimitada no sólo es una banda pionera en términos musicales. Además, es un concepto artístico y colectivo consciente del papel de la historia en la música y de la música en la historia. A partir de la reconstrucción de una banda como cualquier otra, y terminando en el hito que marcó el Concierto de Conciertos de 1988, este libro constituye un testimonio visual del nacimiento del rock como industria y como espectáculo masivo para la gente joven. 17


En su elaboración se contó con un interesante grupo de personajes de la cultura, la historia, la música y la fotografía de nuestro país, y con una muy buena selección de plumas reconocidas.

se reinventa sin perder su esencia y se adapta a los tiempos de electro-pop para volver a ser primera en los listados.

No puede haber cultura sin memoria. Compañía Ilimitada abrió la puerta para que la geRecopilar con rigurosidad la memoria visual neración de los 90 viviera otros espacios como y musical de una generación, más que ali- Rock al Parque, que hasta hoy son referentes mentar la nostalgia, tiene como fin dar tes- del rock nacional. Piyo y Juancho fundaron timonio de cambio y darle a la sociedad del una especie de laboratorio por donde han presente un punto de referencia del origen y pasado sin excepción casi todos los músicos el resultado de la evolución. Pero hay algo importantes del país, y al que aparte de estos que me llama mucho más la atención, y que músicos se han unido varios nombres decisisignifica que Compañía Ilimitada no sólo tie- vos en el mundo del espectáculo y la cultura ne el rigor de reconstruir el pasado. También en Colombia. entiende el presente y proyecta el futuro. Así lo demuestran las nuevas versiones de ‘Siempre estaré’, una canción que 20 años después de ser número uno en las emisoras juveniles 18


“La primera canción colombiana de pop que oí en mi vida fue ‘La calle’, de Compañía. Aún me la sé completa y me encanta. Me inspiraron a seguir cantando, componiendo, y a entender que dedicarse a la música, así fuera algo extraño, tenía sentido. Por eso los admiro y respeto mucho”. Fonseca

Armar este proyecto supone el cierre de un ciclo invaluable. Sus protagonistas, por fin, dejan escrita su historia, sus vivencias, sus primeros éxitos, sus videos condensados, y documentan una parte de la historia del rock colombiano para que cada quien la reconstruya como quiera. Al liberarse de esta carga, que siempre asumieron como una responsabilidad, abren las puertas para volver a dedicarse a lo que mejor saben hacer: canciones cargadas de innovación, creatividad y chispa, y que tanta falta nos hacen cuando sintonizamos el dial.

No hay por qué sentir nostalgia al hablar de algo que sigue vigente. Por eso, y a la vez con tantas expectativas, me pregunto qué será de Compañía Ilimitada en un futuro, cuando ya han probado con éxito casi todas las facetas de su carrera, y cuando, ya con más de 30 años de historia, han demostrado seguir conscientes de su compromiso con la música y con la creatividad. Por eso no tengo ninguna duda de que las mejores páginas en la historia de Compañía Ilimitada están por escribirse e

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prehistoria parcial de historia

En el sentido contrario al segundero, comenzando con la imagen de la esquina inferior izquierda, momentos del rock hecho en Colombia previos a la era Compañía Ilimitada. Los Dinámicos, 1963; Los Pelukas, 1964; Los Ampex, 1966; Los Young Beats, 1968; Los Speakers, 1968; el Festival de Ancón, en el municipio de La Estrella, departamento de Antioquia, 1971; Los Flippers, 1972; Génesis, 1974; Traphico, 1981; Ship, 1982; Nash, 1987. En el centro, Banda Nueva, 1973, gran inspiradora. 20


NO TODO COMENzÓ en el 88 Por Andrés Ospina

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l éxito de Compañía Ilimitada en 1988, que para muchos lució como un inicio, era en realidad la culminación de una carrera de 16 años de arduo trabajo, frecuentes decepciones y ningún álbum qué mostrar. Desde los 70 hasta el final de los 80 el rock colombiano atravesó por uno de sus lapsos más estériles y críticos. La incipiente escena, la falta de entusiasmo por parte del sector discográfico, de la radio y de la industria, contribuyeron a un empobrecimiento de la oferta, y a una suerte de amnesia colectiva en lo referente a quienes de tiempo atrás trabajaron por abrirse campo en un entorno que los miraba con desconfianza. Heredera de una tradición iniciada en los 60, con bandas precursoras como Los Speakers, Los Young Beats o Los Flippers, y continuada por proyectos del tipo Banda Nueva o Malanga, Compañía Ilimitada surgió hacia 1972 como un ensamble de amigos proceden-

tes de los gimnasios Moderno y Campestre, tradicionales establecimientos de educación de Bogotá. Sus triunfos en festivales escolares los proyectaron como la agrupación líder en el ámbito local, convirtiéndolos desde entonces en los precursores de lo que muchos años más tarde sería el resurgimiento del género pop-rock en Colombia. Esta es, entonces, la historia de una banda pionera. Pionera en la grabación de un álbum colombiano acorde con los estándares mundiales de calidad, en medio de un entorno difícil; en devolver a la lengua castellana su merecido lugar en la radio de su país; en la profesionalización del ejercicio de hacer música; en dignificar el lugar de quienes consagran su vida a ésta; y en la figuración internacional del rock de su país en escenarios que hasta entonces lo desconocían e

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1973

a la salida nos vemos

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os augurios de 1972 no fueron halagadores Carbó, el otro miembro del trío de aspirantes a para los adolescentes Carlos Posada y Camilo artistas, a quien apodaban ‘Apén’. En medio del Jaramillo. En vista de sus resultados académicos, espontáneo encuentro, nació ‘Walking near the el Gimnasio Campestre y el Colegio San Carlos sea’, su primera canción. habían decidido marginarlos de sus filas. Ambos Animado por la prolífica jornada y después de vaempezaron a compartir mucho tiempo, jugando rios ruegos, Piyo convenció a sus padres para que a ser músicos. le compraran una batería. Y entonces se hicieron Ya para entonces Carlos era un preadolescente banda. prodigio, capaz de tocar cualquier instrumento. Su debut, en 1973, fue el comienzo de una imEn contra de su voluntad, Camilo (a quien sus presionante trayectoria de triunfos consecutivos conocidos más cercanos apodaban ‘Piyo’) fue en distintos certámenes estudiantiles para este matriculado en el Gimnasio Moderno. cuarteto de jóvenes, que aún sin tener un nombre El único rostro familiar en su primer día fue el cantaban en perfecto inglés. Algunas veces fuede alguien a quien había conocido algún tiempo ron Rainbow; otras, Iron Glasses; y, en otras más, atrás durante un partido de barriada. Era Juan la Grand Child Acoustic Band. Manuel Pulido (a su vez llamado ‘Juancho’), El nombre Compañía Ilimitada surgió en la quien rasgaba su guitarra en algún rincón. Al mente de Juancho mientras se dirigían hacia una término de la jornada, Piyo lo invitó a venir con competencia, en inmediaciones de Unicentro, él para conocer ‘su grupo’. Caminando, ambos cuando se les apareció de frente una campaña puse dirigieron a la casa de Posada, unas 20 cua- blicitaria de Ascensores Schindler de Colombia y dras más al norte. Con él estaba Alberto Andrés Cía Ltda e 22


Dos momentos de una incipiente Compañía Ilimitada. Abajo (hacia 1975): Carlos Posada —curiosamente en el bajo—, Apén Carbó —de espaldas—, Juancho —en la guitarra rítmica— y Piyo —en la batería—. Un desconocido toca la pandereta. Al fondo se adivina la figura de Don Alfonso Casas, rector del Gimnasio Campestre; y a mano izquierda, sentada, la rectora del Gimnasio Femenino, Doña Ana Restrepo del Corral. El recuadro nos muestra a Juancho y Piyo, ya adolescentes, en las primeras murgas internas del antiguo Teatro Fernández Madrid del Gimnasio Moderno (hacia 1976).

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1979-81

LA TELEDISCOTECA

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no de los rivales de Compañía Ilimitada Ya convertida en un referente local, la productora en alguna de aquellas innumerables sali- de televisión CVTV contrató a Compañía Ilidas triunfales fue el joven Fernando Sáenz, otro mitada como grupo de planta, con la misión de estudiante del Gimnasio Moderno. Tras ser de- interpretar dos canciones semanales para el prorrotado en franca competencia, Sáenz convenció grama La Telediscoteca, musical presentado por a sus adversarios de invitarlo a participar en la Manolo Bellon —figura prominente de la radio banda. Se hizo a una posición como el encargado colombiana— en uno de los dos canales que en de la pandereta y los coros. Como ello seguía pa- aquella época transmitían a todo el territorio nareciéndole poco, el entusiasta aprendiz empezó a cional. El contrato se prolongó por dos años. estudiar saxofón. Con los primeros éxitos vino también el fin de Entretanto habían llegado nuevos fichajes. Jor- los tiempos escolares. Apén se dedicó a los nege Alberto Guerrero (Mateo) (en reemplazo de gocios familiares, mientras que Carlos Posada Carbó) era un flautista que —seducido por los partió a Estados Unidos para estudiar Ingeniería dioses del rock— comenzó a entrenarse en el de Sonido. Tiempo después formaría Sociedad bajo. Trajo consigo toda la herencia progresiva de Anónima, una especie de respuesta rebelde a su Yes, Genesis, y Emerson Lake & Palmer. Ya para paso por Compañía e ese momento Juancho y Piyo habían empezado De izquierda a derecha: Jorge Alberto Guerrero (Mateo), bajo; Fera estudiar arquitectura, influencia determinante nando Sáenz, saxo; Juancho, guitarra; Piyo, batería; Sergio Vélez, guitarra; y Carlos Posada, guitarra. en sus creaciones de entonces. Un lunes en la tarde Compañía Ilimitada se prepara para una jornada más de La Telediscoteca. Los recuadros corresponden a emisiones reales del programa.

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Antesala

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clase de español

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nmersa en cierta incertidumbre sonora, y alentada por su espíritu explorador, la banda vivió sus propios procesos, yendo y viniendo de un género a otro, y saltando entre el progresivo, el folk, el pop y el new wave. Esta fase, de contratiempos, síncopas, amalgamas, ejercicios instrumentales de 10 minutos y armonías abiertas de muy interesante valor documental, permanece consignada en algunas cintas inéditas de casete. Después de todo, las puertas del mundo discográfico todavía seguían cerradas para Compañía Ilimitada.

La batería ahora estaba a cargo Einar Escaf; la guitarra, de Juan Isaza. Ambos eran condiscípulos de Juancho en la Universidad Piloto. Piyo se había hecho frontman. El tránsito de Mateo por el grupo terminó con la pérdida del que sería su último semestre universitario, y con su viaje a Europa para especializarse en música antigua. En medio de este ambiente, por lo general en un formato reducido de dúo, Compañía Ilimitada se hizo a algunas plazas de trabajo, ya como profesionales y con el único fin de sobrevivir, en ciertos bares.

En el ático del Gimnasio Moderno, los universitarios: Mateo, Einar, Piyo de frontman, Juancho en el polymoog de Diego, y Juan Isaza.

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1982 Uno de ellos llevaba por nombre Cronopios. El músico de planta de Cassis era Marcelo FerOtro era el Café Imperial. El otro, Cassis, en la nícola, argentino al que muchos atribuyen haber calle 82 (zona rosa de Bogotá que desde entonces traído las canciones de Fito Páez a Colombia por comenzó a perfilarse como el epicentro de la vida primera vez. Cuando Fernícola regresó a su país, nocturna en la ciudad), propiedad de Miguel Sil- Juancho y Piyo tomaron su lugar, agazapados en va, Rafael Molano y Álvaro Forero. un piano acomodado en la esquina del local. El Desde la óptica de estos días resulta difícil imagi- audio de muchas de sus presentaciones fue capnar que alrededor de esa calle, hoy convulsionada turado en cintas clandestinas que se difundieron y ruidosa, apenas comenzaban a erigirse tres o subterráneamente por toda Bogotá. cuatro bares-restaurantes (a saber: Limón y Men- El contacto íntimo con el rock en castellano los ta, Sello Negro y el ya mencionado Imperial) y inspiró para convertirse a su lengua materna, proque muchas casas de familia aún estaban ahí para ceso extenso y difícil en un punto en el que cantar quejarse por el ruido. en español era un suicidio radial e

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1983

TIEMPOS DE MÚSICA

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or los mismos días de Cassis, Compañía Allí, inspirado por el contorno urbano y por el Ilimitada participó en el musical Godspell, inicio de una relación con una joven caleña, copresentado en el colegio San Carlos de Bogotá. menzó a surgir en su mente cierta curiosa obseJuancho era el director musical; Piyo encarnó a sión con aquella cálida ciudad, posthippie y máJuan Bautista y Judas; Fernando, a Jesucristo. gica, aún sobrevolada por el espíritu de uno de sus Los buenos resultados de Godspell estimularon a célebres hijos, el escritor Andrés Caicedo, muerto la banda para organizar un concierto de dimen- por decisión propia a temprana edad. siones similares, que a la postre terminaría reali- Entre las vivencias que despertaron su atención zándose en el Teatro Skandia de la ciudad, en tres con mayor intensidad estaba el vecindario de Sifunciones, con lleno total, entre el 19 y el 21 de loé, cuyas escaleras tuvo que subir y bajar una y septiembre de 1983. La experiencia habría de re- otra vez en medio de sus correrías de empresario petirse al año siguiente con idénticos resultados. fallido. El espectáculo, ambicioso en su momento, incluía Entonces le sobrevino la idea de importar Tiempantallas, fotografías y una gran cantidad de in- pos de Música a Cali. Sin perder tiempo, convocó dumentaria ornamental. Lo bautizaron Tiempos a sus compañeros de banda a viajar en bus interde Música, y fue -según muchos- el abreboca municipal con luces, equipos y andamios, seguro a la fiebre de rock en castellano, desencadenada de un inminente triunfo. algunos años más tarde. Por desgracia los buenos resultados de Bogotá no Satisfecho por los buenos resultados, Piyo deci- se replicaron en Cali. A la primera función, para dió exiliarse en Cali (capital del departamento la que se esperaban 300 espectadores, sólo llegacolombiano del Valle del Cauca). ron 10. Uno de ellos era Sandro Romero e 28


Arriba: afiche original del llamado Concierto de las Nuevas Olas, realizado en el Auditorio Skandia de Bogotá en 1984. El patrocinador fue la colonia Patrichs (“para hombres que dejan huella”). A la izquierda: publicidad utilizada para Tiempos de Música, un año atrás. A la derecha: portada del programa original de Tiempos de Música. 1983

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CUANDO APRENDIMOS ESPAÑOL Por Sandro Romero Rey Periodista, escritor y dramaturgo

En la segunda mitad de los 80 se comenzó a cantar el rock en lengua española sin vergüenza.

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uando yo era un niño, un adolescente, el nombres me saltan de manera desordenada en la rock no existía si no se cantaba en inglés. memoria, pero allí están, sin temor a olvidarlos, Recuerdo que a los grupos que intentaban hacerlo Pasaporte y Sociedad Anónima, Distrito Espeen nuestro idioma los chiflaban como si estuvie- cial y, sobre todo, Hora Local. Pero los primeros ran chiflados. Tardaría mucho para que nuestros padres del boom ochentero fueron los armónicos rockeros se dieran cuenta de que en otros países Juan Manuel ‘Juancho’ Pulido y Camilo ‘Piyo’ existía ya toda una tradición inmensa en castella- Jaramillo, responsables de un grupo de connono, la cual iba de Sui Generis a El Tri, pasando taciones memorables que se llamó Compañía por la oleada fantástica de la Movida Madrileña. Ilimitada. Esta información llegó, por supuesto, por la puer- Los vi por primera vez en Cali, en la Sala Beeta de atrás. Las emisoras no transmitían las can- thoven, a mediados de la década sagrada. Siempre ciones de Charly García, ni en la televisión se veía, me sorprendió un grupo que trataba de hacer en digamos, a Siniestro Total, Tequila o Semen Up. español lo mismo que hacían los grupos con los Poco a poco, en Colombia se fue instalando toda que yo soñaba en inglés. Y que además, para coluna generación de rockeros que, a través del hu- mo de la buena fortuna, tenían un tema que se mor, la mimesis, la nostalgia o el espíritu contes- llamaba ‘Siloé’. tatario, se fueron inventando un lenguaje y, por qué no, una actitud. De la década de los 80, los 30


“¡...en el Concierto de Conciertos, Juancho & Piyo tocaron el cielo con las manos!”

Quizás para un caraqueño o incluso para un bogotano una canción que se llamase como uno de los barrios emblemáticos de la Capital del Valle no querría decir mucho. Pero para un caleño (y rockero furibundo, para más señas) el hecho de que hubiese un riff pegajoso consagrado a nuestro pesebre privado era más que un homenaje. Compañía Ilimitada siguió estando por ahí, en las rumbas y en la memoria, hasta que volvió a consolidarse en el muy recordado Concierto de Conciertos de 1988. Estuve allí, en las tribunas del Estadio El Campín de Bogotá, acompañado no de una sino de dos musas: Silvia Amaya y Rosario Jaramillo. En ese concierto, Juancho y Piyo (porque ya podía tratarlos con confianza: ya formaban parte de mi patrimonio privado) tocaron el cielo con las manos.

El tiempo pasó como látigo por nuestras cabezas y la música se ha vuelto una argamasa de nostalgia. A Compañía Ilimitada le hice un homenaje en mi novela Oraciones a una película virgen, en un capítulo dedicado a las rumbas frenéticas del Caliwood de mis insomnios. Porque ‘María’ y ‘Contacto’, ‘La calle’ y ‘Siempre estaré’, siempre estarán, para bien o para mal, a nuestro lado. La banda sonora de nuestro aguerrido pasado de rumbas y de excesos, de defectos y de caprichos felices tendrá en Compañía Ilimitada una manera de ponerle ritmo local a una dicha que se volvió universal e

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EL AñO DEL FUEGO

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esestabilizada por el trasegar de los días y A petición de Sánchez Cristo, el grupo debió grade la buena y la mala fortuna, la banda se- bar un repertorio de seis canciones en el estudio guía a su suerte, invisible en términos discográ- de William Constaín, que habrían de ser utilificos, con una nómina variable conformada por zadas como playback para los videos del especial diversos personajes (Germán Toro y Juan Luis de JES. Restrepo entre ellos). Ya con este material como base, Compañía IlimiAlberto Sánchez Cristo fue uno de los asistentes tada se decidió a prensar un sencillo a título indea la segunda versión del concierto en Skandia. pendiente, con las consabidas ‘Siloé’ y ‘María’. Sorprendido por la calidad de su acto, los invitó El año del fuego, hoy pieza incunable del pop a presentar sus canciones en el musical Especta- colombiano, fue una edición autogestionada culares JES. de 1.500 ejemplares, con un costo de 350.000 Ya de tiempo atrás, en medio de algún ejercicio pesos. espontáneo, Piyo había improvisado algunas le- Con centenares de discos metidos en la maleta tras sobre un riff de batería iniciado por Einar. y en un acto de terquedad inexplicable, la agruDe ahí surgió ‘Siloé’, su primer gran clásico. pación completa regresó entonces a Cali, con reDurante ese mismo periodo fue escrita ‘María’. sultados al menos tan poco decorosos en materia Era una presentación formal de excusas, a ma- de taquilla como los del año anterior. Fernando nera de canción, de parte de Juancho y Piyo a y Piyo decidieron quedarse en la ciudad por un Gonzalo Mallarino, viejo amigo desde los días tiempo más. Einar partió a Barcelona. A su redel Gimnasio Moderno, en vista de la tardanza greso, fundaría Distrito Especial e al visitar a su primera hija. 32


1985

El modelo 1984 de Compañía Ilimitada en la discoteca Keops, de Bogotá, propiedad de Willi Vergara y Nano Pombo. De izquierda a derecha, comenzando con la fila de atrás: Piyo, Coque Arango, Gonzalo de Sagarmínaga, Juan Luis Restrepo (Bicho), Camilo Pulido, Carlos Posada, Fernando Sáenz y Juancho. En el recuadro, una de las copias incunables de El año de fuego.

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1985

ALGO BUENO VA A PASAR

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ntre tantos intentos infructuosos, el ma- El padre de los Stones bajó sus gafas, lo miró con yor anhelo de Juancho era establecer con- más lástima que fe, y le pidió dejar una cinta en tacto con un productor importante. su oficina. Por algún tiempo soñó con acercarse a Geor- Así, mientras sus compañeros de banda seguían ge Martin, a quien quiso enviarle un demo por inmersos en el deleite vacacional, se dio a la tarea medio de Juan Peirano, locutor de la BBC. Un de recopilar en un casete lo mejor de su trabajo, tanto desesperado, elevó varias plegarias al cielo para ponerlo en el buzón de los Oldham. en busca de una señal. Tal vez Dios debió escu- Por semanas permaneció inmóvil junto al teléfocharlo, porque días después, mientras caminaba no, hasta recibir una llamada de Ester. Andrew por el Parque El Virrey, en el norte de Bogotá, se quería trabajar con él. tropezaría con una verdadera figura de relevancia Después de casi 15 años de esfuerzos no muy bien internacional. recompensados, el destino por fin parecía estarse Era Andrew Loog Oldham, —cerebro detrás poniendo su favor. Durante su siguiente presentadel sonido de los Rolling Stones en sus primeros ción en el Teatro Colsubsidio de Bogotá, Andrew años— quien vivía en Colombia. y Ester fueron invitados de excepción. Juancho corrió tras el desconcertado Andrew y su Fonovisión —aquel megaestudio de grabación esposa, Ester Farfán, mientras les gritaba. Extra- fundado en los 70— fue la sala escogida. ñados, ambos lo vieron llegar, ya sin aliento. “Me Las sesiones, en medio de algunos excesos festivos, atrevo a acercármeles porque sé que tengo la maeran la supuesta preproducción de lo que habría de nera de revitalizar el rock en el mundo”, les dijo. ser el primer álbum de Compañía Ilimitada e 34


“Trabajé con Compañía Ilimitada a finales de los 80. ‘Siloé’, una de las canciones que hicimos, fue número uno en Colombia y Venezuela. Andrew me contrató para grabarla en un lindo estudio a las afueras de Bogotá, diseñado por la misma gente que construyó Bearsville en Nueva York (...)”. Steve Rosenthal, Ingeniero de sonido Extractado de la autobiografía de Andrew Loog Oldham, 2 Stoned Dos cerebros al mando de una consola

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1986

CONTACTO CARDINAL

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ños atrás, conscientes de que la fiebre por el (hoy Sony Music) convocó y firmó a una buena rock en castellano comenzaba a escalar la cantidad de músicos colombianos. cordillera de Los Andes, Compañía Ilimitada La idea era generar un catálogo de artistas jóvey otros socios más habían conformado Tryciclo nes, agrupado bajo el perecedero sello Tenaz. Su Producciones, firma dedicada a la organización primer intento fue un compilado, en el que se inde eventos. cluyó una selección multigeneracional de artistas, Uno de sus muchos proyectos, -muy a disgusto entre los que se contaban Miguel Durier, Dogz, de Juancho, dados los altos costos-, fue el de Kalarká, Carbure, y Compañía Ilimitada. presentar por primera vez a Soda Stereo, banda La versión producida por Loog Oldham de ‘Sidesconocida, en Bogotá y Medellín. Inspirados loé’ fue una de las canciones incluidas. Era un en ese encuentro de dos países en busca de su avance más. Pero no suficiente. propio lugar en el universo musical, Juancho y Sin embargo, por esta época tuvo lugar un hecho Piyo escribieron ‘Contacto’. Algunos apartes de radial de dimensiones curiosas. Aún titubeando esa visita histórica se registran en el DVD que a la hora de decidirse por programar música en acompaña este documento. castellano, Fernando Pava -director de 88.9Nos dijeron que desde otros países una chispa es- accedió a programar una mezcla especial de taba encendiéndose. Y remolcados en ese ímpetu, ‘Siloé’ en la que las pistas vocales habían sido sude manera algo miope y oportunista, radios y primidas y donde sólo se oía el coro. disqueras fabricaron un fenómeno. Con excesivas precauciones, la radio local iba ceEn un intento apresurado por ponerse a tono diendo terreno en su obstinación insostenible de con la corriente comercial de los tiempos, la CBS resistirse a la música cantada en español e 36


Aún sin haber podido cristalizar el sueño largamente aplazado de grabar un álbum, Compañía Ilimitada se anticipó por un año a la fiebre del rock en castellano. Imagen de Juango, fotógrafo oficial de la banda en sus inicios.

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LA RADIO DE AQUELLOS DíAS Toma tu ‘walkman’, ponte en camino, déjate llevar...

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n día esa radio joven —la misma que algu- oír rock “desde la madre tierra”. En Radio Tena vez, gracias a los buenos oficios de pione- quendama, bajo la dirección de Gonzalo Ayala ros como Jimmy Raisbeck, Carlos Pinzón, Edgar sonaban en una misma hora Cat Stevens, Elio Restrepo Caro, Alfonso Lizarazo y Álvaro Mon- Roca, Ana y Jaime y Electric Light Orchestra. roy Guzmán había abierto sus canales al rock and Los escenarios y el entusiasmo por parte de la roll en castellano— se contagió súbitamente de industria del entretenimiento en relación con el un cierto pudor angloparlante. rock hecho en castellano escaseaban. Y el género Eran los días de Radio 15. Buenos tiempos para agonizaba de pura inanición. Llegaron HJJZ y bandas como Los Young Beats, Los Speakers, Radio Fantasía. Luego el FM. Stereo 1-95, ToLos Flippers, Los Ampex, y Los Yetis, con sus delar Stereo, y Súper Stereo. Pero aún nada sucuriosas versiones castellanizadas de temas ya cedía. identificables en las voces de artistas norteame- Tendría que venir 1987 para que los ecos de ‘Búsricanos y británicos. came’ un sencillo a ritmo de high energy en la voz Ya en los 70 agrupaciones como Cascabel, Te- de Ross, alcanzara a subirse a los 20 Superéxitos, rrón de Sueños, Cocoa o Contrabando contaron listado semanal de 88.9, abriendo el camino, sin entonces con menos suerte radial que sus prede- habérselo propuesto. cesoras. Por aquel mismo entonces, desde Medellín, Tito Radio 15 se convirtió en Radio Visión. Edgar López y Donnie Miranda estaban dando inicio a Restrepo Caro se marchó y Manolo Bellon llegó. un nuevo periodo. Uno de top 40, morning shows Álvaro Díaz y Gustavo Arenas nos enseñaron a y disc jockeys, que imitaban el modelo ágil y nada ceremonioso de la radio norteamericana. 38


Las caravanas de 88.9 y el advenimiento de algu- Provenientes del sur y del norte nos llegaban nonos personajes de fantasía como Don Fulgencio ticias de un nuevo movimiento de rock hecho en y Carlota y su Zoológico de la Mañana, suma- nuestra lengua materna. Y no es que éste acabara dos a algunos otros espacios al estilo de Disco de inventarse, o que a nadie se le hubiera ocurriNice, comenzaron a reforzar una historia donde, do antes. Es que, a su manera, y por una cantide manera gradual e imperceptible, un pop-rock dad de coincidencias, el medio ambiente parecía cantado en castellano iba apoderándose del dial. al fin propicio para que ocurriera lo que en efecto En el marco de una generación espontánea de jó- habría de suceder. venes estrellas de la radio, entre las que podemos Tal vez sin necesariamente ser los mejores, Los contar a Jorge Marín, Andrés Nieto, Tulio Zu- Prisioneros, Hombres G, Soda Stereo, Los Toluaga, Gabriel de las Casas, Hernando Romero reros Muertos y Miguel Mateos fueron algunos Barliza, Alejandro Villalobos, Deysa Rayo, Juan de los muchos exponentes que comenzaron a Manuel Correal, Chucho Benavides Show, Willi rondar las parrillas de programación de las más Vergara, Daniel Casas y Andrés Durán, estaba importantes estaciones del país. comenzando a fraguarse uno de los mejores mo- Y así —de golpe y sin dar aviso— Colombia mentos de nuestros medios. entera, ansiosa por una figura propia, añoraba el advenimiento oportuno de un buen disco de “Compañía le abrió las puertas al pop colombiano en fabricación nacional e la radio colombiana. Fueron los primeros número uno en la banda sonora de más de tres generaciones”· Gabriel de las Casas 39


1987

DESTINOS ENCONTRADOS

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unque ya habían tenido lugar algunos acer- banda de Emmanuel, al bajo; y Robbie Driggs, camientos entre CBS y Compañía Ilimitada, ex Miami Sound Machine, en la batería. enfocados al prensaje de un LP, las negociacio- Iragorri resultó ser mucho menos experto de lo nes avanzaban con lentitud. Habituados a grabar que había asegurado. Los días se convirtieron en vallenato, los ejecutivos de la firma se oponían meses. Y el tiempo y el dinero se iban agotando a a la participación de Loog Oldham en la pro- un ritmo preocupante. ducción. Sin poder convencerlos —y del mismo Parte de la paciencia y la fuerza de carácter a las modo presionados por el deseo contenido de graque Compañía Ilimitada tuvo que apelar para no bar— Compañía Ilimitada cedió y, con un predarse por vencida en este trance quedó consignasupuesto de 10.000 dólares, aceptó el nombre de da en la letra de ‘Finale’, primer corte del álbum. Felipe Iragorri y su Estudio Z de Miami, como el ingeniero/productor y la locación para tales Así, con el riesgo de ser deportados, endeudados efectos. Fue una decisión tan urgente y práctica en 20.000 dólares adicionales a los costos presupuestados, el 15 de diciembre de 1987 se grabó la como difícil. última nota del disco. Cuatro días después, sin Así, el 29 de julio de 1987 Juancho y Piyo vohaber terminado el proceso de mezcla, Juancho laron con rumbo a Florida para establecerse en y Piyo regresaron a su ciudad. una pequeña casa, cerca de la sala de grabación. A diario llegaban a trabajar a las 11 de la mañana Parecía difícil de creer. En mayo del 88, con más de 10 años de experiencia a su haber, Compañía y salían a las 4 de la madrugada. Ilimitada daba por fin su salto tardío al mundo La nómina de músicos era lujosa. Néstor Gómez, discográfico con el lanzamiento del que sería su de Exposé, en la guitarra; Bobby Martínez, de la primer larga duración: Contacto e 40


Con la angustia a cuestas del turista ilegal, endeudados en 20.000 dólares, y con un disco aún por terminar, Juancho y Piyo en vísperas de las festividades navideñas de 1987. Arriba, instantáneas en el Estudio Z.

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1988

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CONTACTO Por Chucky García Periodista musical de la revista Shock

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rremediablemente las cosas cambian. Las piz- cualquiera de sus muchos locales de pizzas, así zerías no son inmortales, la Nostra en los años como era posible comprarse un elepé de su ál80 era la más famosa de Bogotá, incluso mucho bum Contacto en cualquier almacén Ley, Tía o antes de la pizza por metro de Deluchi o las resa- Yep, sobre todo para aquellos que vivían fuera de biadas e informales pizzerías de carrito que hoy se la capital del país. cuentan por kilómetros a lo largo de los andenes La industria de la música tampoco es un Highlande las carreras 11 ó 13 y los sectores populares. der (El inmortal, la cinta de acción que antecedió Hace 20 años, la llamada “Generación Pizza la salida al mercado de Contacto, editado por el Nostra” -amantes furtivos y habituales del FM, sello CBS Discos en 1988), pero tiene la ventaja consumidores promedio del “rock en español”, de que sus grandes álbumes son recuperables con entusiastas de la idea de que éste entrara en el el tiempo. Las nuevas generaciones, incluso, han mapa del rock del mundo, y testigos de un mun- tenido encuentros previos con los éxitos que desde do que comenzaba a sentir los pasos de animal el 88 este disco, originalmente de 10 canciones, grande del narcotráfico y su violenta capacidad entregó con sus propias manos a la radio (por para acorralar a un Estado que, por cierto, era el aquel entonces más ensañada con sacar adelante Homecenter de donde sacaban todo para cons- la quijotada del “rock en tu idioma” que en hatruir sus mansiones y sueños- podía comprar las blar el lenguaje de la payola); pero ahora, con la boletas para los shows de Compañía Ilimitada en reedición de este primer trabajo de larga duración 43


de Compañía Ilimitada (que adicionó la versión Oldham de ‘Siloé’ y dos versiones en vivo de ‘La calle’ y ‘Contacto’, tomadas de una presentación de 1999), tienen una ocasión de primera para escuchar una de las grabaciones cimiento del pop y el rock nacionales. Una que se grabó durante 137 días en Miami, antes de que los Estefan la convirtieran en la prisión Guantánamo del nuevo sonido latino; la misma que llevó a Compañía Ilimitada al cartel del mítico Concierto de Conciertos, Bogotá en Armonía. El entendimiento entre una canción y otra, la certeza de marcar y reflejar un momento y una transición sonora que jamás se iba a repetir, su perspicacia por hacer converger el interés de unos pocos por las nuevas tendencias sonoras con la realidad social de muchos (lo es el tema ‘Siloé’), su apuesta por incluir un tema en inglés o porque el pop y el rock se entendieran con ritmos tradicionales como el joropo (invento que ahora muchos se adjudican, olvidando por completo que en 44


la época de Contacto eran apenas unos imberbes bambinos esperando a que su papá les ordenara algo de comer en La Pizza Nostra); son algunos de los elementos que hicieron, y que aún hacen, de éste un registro único. Muchas de las cosas que se creían iban a suceder en aquel entonces con la familiar relación que Contacto tuvo con el público -sobre todo de cara a una industria local de la que Compañía Ilimitada era solo un nombre, o mejor dicho, solo dos tipos, Juancho Pulido y Piyo Jaramillo posando sobriamente sobre un fondo de neón azul violetase cerraron antes de tiempo. Pero abierta quedó esta grabación de estudio, de la que es posible extraer mucho más que un menú de nostalgia o un retrato de los años 80 para comer en casa e

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el CONCIERTO HISTÓRICO Bogotá en Armonía, Concierto de Conciertos. 1988

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sta fiebre tardía alcanzó su clímax durante el segundo semestre de 1988, ya con Contacto en las tiendas de discos, y con su primer sencillo, ‘La calle’, como canción emblemática. Aquel entusiasmo irradiado a todo el país desde los micrófonos de 88.9, y de las más importantes estaciones de música joven, y el sonado éxito de algunos conciertos menores, inspiró a Fernando Pava para iniciar gestiones tendientes a la realización de un evento de gran envergadura. La idea era reunir un cartel heterogéneo, generacional y musicalmente hablando. Convencer a un ejército de incrédulos fue una tarea extenuante. Armín Torres se había ganado una merecida reputación de Midas, gracias a las exitosas contrataciones por él gestionadas, en las que se involucraban algunas de las más importantes estrellas latinoamericanas del momento. Felipe Santos, quien junto a Nano Pombo había tratado de calcar el modelo del Hard Rock con el City Rock Café, una suerte de equivalente local, con menús, manteles, mesas y decoraciones idénticas al original, quería iniciarse en el mundo de los grandes espectáculos. En su compañía, —durante alguna noche de fiesta en la discoteca Keops— Pava persuadió a Torres para asociarse. El obstáculo por resolver entonces fue la oposición de un sector de la prensa deportiva, convencido de que la realización de un recital en la grama del sacrosanto templo del fútbol bogotano habría de convertirla en campo de malezas. El Alcalde inclinó la balanza del lado de la música. Mal habría imaginado Piyo aquella mañana en que Santos le hizo saber que por decisión unánime Compañía Ilimitada habría de ser la banda convocada por la historia para abrir la faena. Ahora era hora de reclutar un equipo idóneo de músicos a la altura del compromiso e 47


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érase una banda de garaje 16 años después de sus tímidos comienzos, Compañía Ilimitada habría de regresar al punto de partida. Ensayando en la clandestinidad. Ya no con la modesta meta de alzarse triunfantes en algún certamen escolar, sino con el propósito de corresponder a las ansiosas expectativas de 40.000 fanáticos. Así las cosas, durante 30 días con sus tardes, la banda entera se concentró en alguna casa del barrio Niza de Bogotá, para pulir el repertorio que habría de dar inicio al más importante concierto realizado en la Bogotá de los 80.

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1, 2, 3... ¡probando! Entrevista con Eduardo de Narváez, entonces ingeniero de Compañía Ilimitada, y hoy, uno de los más importantes productores del país.

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uno de los más viejos amigos de Compañía Ilimitada le tocó en suerte ponerse al frente del sonido en el Concierto. Dos décadas después, De Narváez, uno de los responsables del éxito de Carlos Vives, recuerda sus experiencias al lado de la banda. ¿Le quedan recuerdos de los conciertos anteriores a la explosión local del rock en español? En una edición de Colombiamoda tuvimos que presentarnos en una pasarela, de aquellas que se utilizan para modelaje. Como ese tipo de espacios es muy estrecho, los músicos se ubicaron en fila india, y no podían mirarse unos a otros. Puesto que ni siquiera había forma de hacerse señas, todos arrancaban a destiempo y se perdían. Una vez nos pusieron en una tarima que estaba emparamada, porque había llovido. Piyo se resbaló y sufrió una lesión de tobillo. Las cosas eran muy improvisadas en ese entonces.

¿Cómo y cuándo conoció usted a Compañía Ilimitada? Éramos contemporáneos. Yo fui a su primer concierto, en unas murgas del Gimnasio Moderno. En ese entonces querer ser músico era un poco mal visto. Cuando la música disco se puso de moda, el repertorio de Compañía era muy interesante porque ellos no se dejaron tocar por esa corriente. Sus versiones de los éxitos británicos y norteamericanos eran impecables. ¿Qué lo condujo a trabajar con ellos? La amistad. De hecho en un principio no hubo dinero de por medio. En 1986 me convertí en parte de su ‘staff’ . Yo era utilero, consejero e ingeniero de sonido. Todo al mismo tiempo y ad honorem.

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¿Qué significó para usted el Concierto de Conciertos? Para mí fue muy importante. Si mal no recuerdo la primera nota la di yo, en el teclado de Juancho, porque él y Piyo entraban a escena después de una ‘intro’ que hacía toda la banda. Fue uno de los momentos más especiales de mi vida. Jamás me imaginé que algún día yo habría de estar tocando en un concierto de ese tamaño. Allí me di cuenta de que el rock en el país sí podía tener futuro. En cuanto a su trabajo con Compañía… ¿qué clase de experiencia le dejó, profesionalmente hablando? Compañía Ilimitada fue la gran responsable de profesionalizar la labor del músico en Colombia. Ellos estuvieron entre los primeros artistas locales en utilizar roadies, managers, ingenieros, jefes de prensa, y todos los demás trabajadores del gremio, que hoy son tan importantes. Antes de Compañía hubo bandas de peso. Pero ellos fueron los ‘culpables’ del resurgimiento del rock en español en Colombia. Mi decisión de dedicarme profesionalmente a la producción surgió al haberme dado cuenta de su compromiso con la causa. Así que -de no haber trabajado con ellos- seguramente yo estaría haciendo otra cosa. Son íconos del rock en el país. Para mí el éxito no se mide en dinero, sino en calidad. Y en ese sentido su trabajo fue sumamente exitoso e 51


Carlos Vela Batería & secuencias

“Yo trabajaba en un café concierto llamado La Casa del Gordo, y era uno de los miembros de la banda del programa de televisión Compre la Orquesta. En 1987 hice parte de los músicos que presentaron ‘Cuadros de una exposición’ de Mussorgsky en Bogotá. Juancho me buscó después del recital y me invitó a unirme a Compañía. Lo que más recuerdo del Concierto de Conciertos es el impresionante temblor de tierra provocado por la gente al saltar sobre la cancha de El Campín”.

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Nacho pilonieta Bajo & coros

“Entré a la banda por sugerencia de Carlos Vela. A mí de tiempo atrás me gustaba su música, y ellos ya conocían mi trabajo con Ship, un grupo colombiano relativamente famoso por haber grabado Born, disco destacado a principios de los 80. Llegué con mi bajo de dos mástiles y empezamos a planear todo. Todavía hoy, más de 20 años después, siento que el Concierto de Conciertos es el evento más importante en el que he participado en toda mi vida”.

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luis fernando ochoa Guitarra líder

“Por aquel entonces estaba trabajando con la banda paisa Nash. Andrés −baterista del grupo bogotano Dogz− me puso en contacto con ellos. Yo vivía en Medellín. Me subí a un avión y a la semana siguiente empecé a ensayar. Antes de ese momento yo nunca había trabajado canciones que ya estaban escritas y arregladas, por lo que mi labor creativa ahí dependía de un esquema preestablecido. Para mí Compañía Ilimitada tiene la virtud de haber sacado al pop-rock colombiano de los garajes, para ponerlo a sonar en grandes escenarios”. 56


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gerard lópez Segunda guitarra

“Me les acerqué después de verlos en una presentación en Armenia, mi ciudad. Era 1987 y yo acababa de salir del colegio. Juancho y Piyo, generosamente, me invitaron a vivir en Bogotá junto con mi banda, Signos Vitales. Ya con Contacto en el mercado me pidieron que fuera uno de sus guitarristas. Por supuesto me sentí muy honrado de trabajar con el mejor grupo del país y de participar en un concierto tan importante, aún siendo muy joven”.

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Linn peterson & luz elena villegas Coros

“Supe de Compañía Ilimitada porque además de ser actriz yo cantaba jingles. Cuando estaban buscando coristas para el Concierto nos invitaron a Linn −que acababa de llegar de Estados Unidos− y a mí para trabajar con ellos. Como Linn no hablaba español, tuvo mucha dificultad para aprenderse los coros. Pero lo logró. En ese entonces el Concierto de Conciertos nos parecía el evento más supersónico de la historia”.

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ángela gómez Ingeniera de monitores

“Conocí a Compañía Ilimitada gracias a Camila Motta, cuando ellos estaban en Estados Unidos grabando Contacto. Yo estaba trabajando con Pat Metheny como ingeniera asistente. Por casualidad anduve de visita en Bogotá durante aquel inolvidable septiembre, junto a Linn, su esposo y Alberto Mantilla. Sin habérmelo esperado me invitaron a trabajar con ellos. Nunca me imaginé que al aceptar yo habría de hacer parte de un evento histórico tan importante”.

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esteban figueredo ‘Stage manager’

“Hacía algunos años yo había llegado a Colombia desde Argentina. Los conocí porque era parte del equipo de Metro Bar: primero como mesero; luego como administrador. Con ellos viajé por todo el país. El Concierto de Conciertos fue el primer gran evento relativamente bien organizado en Colombia. En esa época muchos empresarios que nos contrataban, acostumbrados a trabajar con grupos de merengue y salsa, encontraban excéntricas nuestras exigencias de sonido y montaje” .

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álvaro forero ‘Manager’

“A veces, en medio de tanto entusiasmo, nos mirábamos las caras sin decirnos nada, y no podíamos creer que las cosas estuvieran funcionando tan bien. Fue una época de ilusión, sorpresa y alegría”.

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esperando la espera Metro Bar. 11 a.m. Septiembre 17 de 1988.

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a indumentaria que habría de ser lucida por los miembros de la banda durante las próximas horas colgaba de los roperos, lavada y planchada en seco, como si en verdad fuera consciente de lo que estaba por venir. La intermitencia entre silencios ansiosos era cortada de súbito por los que intentaban hacer ruido para ocultar el nerviosismo. El día comenzaba con buenas noticias. El Tiempo, El Espectador y La Prensa —tres de los diarios más importantes de Colombia— habían dedicado páginas enteras al tema. El país entero aguardaba y seguía los informes por radio y televisión. Quienes no pudieran asistir tendrían que esperar una prometida transmisión en diferido a cargo de la programadora Do Re Creativa TV, de Jimmy Salcedo. Un poco tarde, la música joven habría de apoderarse del más importante escenario futbolístico del país. Atrás se habían quedado las largas faenas de ensayo de día entero.

Compañía Ilimitada estaba lista a corresponder como era debido a los sueños y anhelos alojados en las almas de decenas de miles de fanáticos. Piyo trataba de tranquilizarse, contemplando obsesivo una fotografía de Marilyn Monroe. Álvaro Forero intentaba paliar el nerviosismo aspirando humeantes dosis de nicotina. Los miembros del equipo se turnaban uno a uno para dar la merecida revisión a los distintos ejemplares de periódicos y revistas, en cuyas páginas ellos figuraban. Una legión de colaboradores lucía orgullosa la camiseta estampada con el logo de Compañía Ilimitada. El tiempo goteaba apacible, mientras un torrente de seres unidos por la música se impacientaba desde uno y otro lado. En las instalaciones de Metro Bar, Compañía esperaba la señal de la camioneta que habría de conducirlos al que en ese momento era sin duda el centro exacto de un país entero e

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Ăşltimos en probar, primeros en tocar Gramilla del Estadio Nemesio Camacho El CampĂ­n

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12:45 p.m.

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ese a los considerables avances logrados en materia de respeto al rock hecho en Colombia durante 1988, la distancia entre el trato recibido por los músicos locales −al ser comparado con el que se ofrecía los internacionales− seguía siendo evidente. Aún bajo el apremio de ser la primera banda del día, y a escasas horas del inicio del Concierto de

Conciertos, a Compañía Ilimitada le tocó en suerte ser la última en la fila de las que estaban por probar sonido. El tiempo fue apenas suficiente para llevar a cabo los ajustes de rigor, dar una mirada al terreno e ir de vuelta a los camerinos. Gerard López, hasta hacía poco tiempo un músico más en una ciudad intermedia, estaba sor78


prendido al verse tan cerca de aquellas figuras del espectáculo a las que tan sólo unos meses atrás habría supuesto inalcanzables. Con dificultad, Germán Santacruz trataba de acicalar a las coristas, a la vez que intentaba descifrar la forma más efectiva de mantener sus peinados altos y firmes en medio del ajetreo. Toño Castillo, al mando de la consola de audio, compartía su

espacio con los demás ingenieros. El flanco sur de la cancha había sido debidamente dividido en dos escenarios, que habrían de turnarse entre grupo y grupo. Cada uno con su respectivo juego de conexiones hacia la consola. Por alguna razón un vándalo cortó uno de los cables, así que en medio de cada show, con todo ese público, habría que mover la ‘medusa’ de un lugar a otro e

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“En 1988 Compañía Ilimitada alcanzó el cenit de su popularidad, y ya podemos imaginarnos cómo reaccionaban los miles de fanáticas que se derretían por Juancho y Piyo. ¡Daba envidia!”. Armando Plata Camacho Miembro del equipo encargado de cubrir el Concierto para la emisora 88.9 Súper Stereo

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“Fui elegido alcalde de mi ciudad a los 27 años, y esto generó una gran solidaridad entre los jóvenes. Con ellos lanzamos la Alcaldía y el Consejo Estudiantil de Popayán. Allí llegó Compañía Ilimitada, y no hay palabras para describir la reacción de los miles que fuimos a verlos. Entonces aprendimos con Compañía el valor ‘ilimitado’ de la música para formar ciudadanos”. Luis Fernando Velasco Senador de la República

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EN LA ‘B’ DE ‘BUENOS RECUERDOS’

Por Gustavo Gómez Córdoba Periodista de la cadena radial Caracol

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ara la época del Concierto de Conciertos Piyo y Juancho, aunque los haga sentir viejos, hiyo tenía la mitad de los años que tengo cieron parte de la galería de héroes musicales de hoy; entre el bolsillo tengo el doble de lo que mi bachillerato. Y se habrían enriquecido con su tenía entonces. He doblado la vida y la plata, música si no nos la hubiéramos pasado en el San pero no he doblado la hoja de ese concierto Bartolo (¡y en todos los colegios de Bogotá!) graque giró alrededor de lo que los disc jockeys hoy bándonos casetes con la música de álbumes como barrigones (como yo) y calvos (yo no como Contacto. ellos) etiquetaron como ‘rock en español’. No me olvido ni por un minuto de las leales leAhora, como resultado del paso del tiempo, tras de ‘Siempre estaré’ y algo de pánico me entra entendemos que el rock es el rock, aunque se cuando me acuerdo, en la canción central, de cante en esperanto o mandarín, pero guardo aquellas estrellas que buscan un ‘plano cartesiano’ un cariño deliciosamente tibio por ese con- para brillar juntas. Pánico, digo, porque fui siemcierto que nos presentó a rockeros disfraza- pre un negado para los números y, todavía hoy, dos de baladistas y baladistas graduados de no sé para qué pueda servir un plano cartesiano. artistas pop. Tantas cosas he visto y oído, que Pero entiendo perfectamente que Piyo y Juancho cada vez es menos concierto de conciertos el fueron dos estrellas brillantes en el plano íntimo Concierto de Conciertos pero, repito, lo llevo de mi juventud e en el corazón perfectamente archivado en la ‘B’ de ‘buenos recuerdos’. 88


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“Contacto fue el mejor disco de pop de un artista colombiano en los 80. Era impecable. Estaba maravillosamente balanceado entre lo rítmico y lo baladístico, y en sus letras. En cuanto al Concierto de Conciertos fue una apertura a la posibilidad de hacer conciertos de gran envergadura en el país. En adelante se creó una posibilidad para el espectáculo”. Daniel Casas C. Director de la emisora Todelar Stereo en 1988

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“Con el Concierto de Conciertos, Compañía Ilimitada hizo un aporte significativo al movimiento de lo que se conoció como rock en español colombiano. Fueron responsables de haber esparcido el género en el país”. Elkin Ramírez Vocalista y fundador de la banda Kraken

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“Cuando pienso en el Concierto de Conciertos me veo a mí y a Armando Plata subiendo y bajando por las gradas del Estadio en medio de la transmisión. También visualizo a Juancho y a Piyo alistándose para salir al escenario, y recuerdo haber pensado en que se merecían la suerte de estar ahí, porque habían trabajado mucho para conseguirlo”. Fernando Pava Fundador y director de la emisora 88.9 Súper Stereo 94


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HORA CERO Tarima 1 del Estadio Nemesio Camacho El Campín

“Yo tenía 14 años. Fui con mi hermana y su novio, un músico que murió joven. Fue mi primera amanecida y el ingreso de Compañía Ilimitada al mundo grande de la música. El destino de una banda célebre en ámbitos privados; que uno había aprendido a admirar a través de casetes grabados que circulaban de mano en mano, y que merecía estar en las tiendas”. Daniel Samper Ospina Director de la revista SoHo 96


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“El Concierto de Conciertos abrió una puerta fundamental para el rock en español porque corroboró que la radio joven en Colombia no necesariamente tenía que ser anglo. Llevar a Compañía Ilimitada a un evento era éxito asegurado”. Tito López Director musical de la cadena radial RCN

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“Después de haberlos visto tocar en bares por tantos años, y de haber creído que era posible ver a los músicos colombianos llegar lejos, mirarlos ahí, abriéndoles el camino a los demás en el Concierto de Conciertos fue muy emocionante”. Miguel Silva Director ejecutivo de Gravitas

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“Siempre me gustó la actitud de Juancho y Piyo en su papel de músicos. Transmitían una gran seguridad. Sin ser arrogantes tenían un estilo muy glamoroso”. Julio Correal Jefe de camerinos del Concierto de Conciertos

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compañía a control remoto Por Marta Orrantia Escritora y periodista

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o pude ir al Concierto de Conciertos. Me faltaba un mes para cumplir 18 y era un niña muy cuidada, proveniente de un hogar muy católico y lo suficientemente conservador. Sin embargo, quienes no hicimos parte de ese evento histórico, lo recordamos con nostalgia, como si hubiéramos estado ahí. Recuerdo que esa era la época del Alf y de las botas Reebok. Salíamos los viernes del colegio y nos sentábamos junto al teléfono a esperar a que nos llamaran para invitarnos a salir. Mientras nos íbamos arreglando para una cita, que podía o no llegar, oíamos 88.9. Después del Concierto de Conciertos, muchos decían que hubo droga, que hubo sexo, que había sido la perdición. Justo un Woodstock. Los papás de quienes no asistimos parecían felices porque no habíamos ido a formar parte de semejante debacle y nosotros nos sentíamos, por un lado, estúpidos por no haber estado ahí, pero por otro, representados por todos los que sí fueron.

Queríamos ser parte de este movimiento. De este nacimiento. Yo no sabía exactamente cuál era, no entendía bien qué pasaba, pero con el tiempo comprendí que esa vez Bogotá fue, como dijo Elsa, la de Pasaporte, para abrir el concierto, ‘¡Del putas!’. Esta era una ciudad de jóvenes. De música que por primera vez comenzaba a ser nuestra. Era una ciudad en la que se respiraba libertad, rebeldía, dicha. Mirándolo hacia atrás, nos hemos vuelto taciturnos y asépticos. No nos prestan el estadio para conciertos y llena más un DJ holandés que Miguel Mateos. De alguna forma perdimos la inocencia. Es cierto que hubo drogas, es cierto que hubo sexo. Pero todo se hacía con la emoción de estar descubriendo un mundo nuevo. Ahora todo se hace con el aburrimiento de una sociedad hastiada y miserable.

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El Concierto de Conciertos fue, pues, la constatación de que los colombianos habíamos nacido al rock.

Compañía Ilimitada nos probó que la ciudad estaba lista para consumir otra música y, aún más, para producirla. Fueron pioneros en la medida en que nosotros no habíamos oído grupos colombianos con esa calidad musical tan pulcra, y enseguida los adoptamos. Pero aún más allá del boom de Compañía Ilimitada en los años 80, lo realmente importante es su influencia en la música colombiana contemporánea. Puede que a muchos les parezcan románticos y sensibleros, más baladistas que rockers, pero nadie puede negar que Piyo y Juancho fueron, no sólo emblemáticos, sino que sentaron las bases para lo que vino después. Las disqueras se dieron cuenta de que esa música vendía y empezaron a buscar bandas de pop y rock por todas partes. El público supo que aquí sí se podía hacer eso, y empezó a querer y a valorar a sus artistas, y además a seguirlos como groupies a donde quiera que tocaran... e

El Concierto de Conciertos fue, pues, la constatación de que los bogotanos habíamos nacido al rock. Dentro de esa movida que había en Bogotá, uno de los grupos más entrañables fue Compañía Ilimitada. Empezamos a oír a Juancho y a Piyo en las fiestas, y pronto estábamos todos cantando sus canciones en bares y reuniones de amigos. Hasta ese momento, Colombia oía rock y pop prestados de otras partes. Conocíamos las bandas de Estados Unidos, los solistas poperos como Madonna o Michael Jackson. Incluso a los que nos gustaba la música sabíamos de la existencia de bandas en español, los Hombres G, los Enanitos Verdes, Soda, los Abuelos, en fin. Pero aquí seguíamos produciendo música bailable, porque era lo que se vendía.

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“ ‘Siloé’ es una de las mejores canciones de la historia”. David Luna Representante a la Cámara por Bogotá

“Con el Concierto de Conciertos, Compañía Ilimitada nos mostró que la persistencia es una de las cualidades más importantes de un músico”. Willi Vergara Locutor, periodista musical

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Durante su actuación en el Concierto de Conciertos, Compañía Ilimitada tocó las siguientes canciones, en su orden: Finale Amigo Contacto La calle Siloé El acto duró 33 y medio minutos. Una vida musical condensada en un instante inolvidable. Un gran momento para una banda. Pero, por sobre todo, para toda una generación.

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el resto del show

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l tablero electrónico de El Campín, —que aún funcionaba— y que luego habría de estar fuera de servicio por cerca de una década, trataba sin éxito de combatir esa especie de penumbra condenatoria de la madrugada, justo cuando la noche volvía otra vez a hacerse día. Al parecer los cálculos cronográficos de la organización del Concierto habían fallado. Y aquel estallido generacional iniciado por Compañía Ilimitada, cuyo final había sido encargado al gran Miguel Mateos, aún prevalecía cuando ya eran las 4. La disposición de sacrificio de muchos no aguantó tanto. Y por eso, ya para entonces, media concurrencia había desertado. Diluidas entre los recuerdos parcializados de los asistentes quedan las actuaciones que estuvieron en medio.

Océano, con no más de una canción conocida —magnífica, eso sí—, pudieron hacer poco por mantener el ánimo con el que la jornada se había iniciado. Poco se supo de ellos después. Pasaporte —quizá el segundo en la larga lista de espera de los músicos colombianos hasta entonces sin oportunidades— vivió su primer gran momento con las consabidas ‘Igor y Penélope’ y ‘Maniquí’. La espléndida voz de Elsa y el magnífico trabajo al teclado de Pablo Tedeschi hicieron lo suyo. Algunos de los integrantes de Timbiriche —cuya importancia como teenage band en territorio mexicano no consiguió replicarse en el colombiano— vendrían de vuelta luego, ya convertidos en estrellas solistas, pese a su irrelevante participación en el evento. José Feliciano —tal vez el más legendario de todos los artistas presentes— no fue correspondido con 120


la atención merecida, ante un público demasiado joven como para comprenderlo. Yordano —precursor en la fusión de ritmos latinos y balada— seguirá siendo un referente de época, en particular debido al inolvidable ‘Manantial de corazón’, pieza antológica de nuestros 80. Franco de Vita —príncipe de la entonces estelar balada pop hecha en Venezuela, y hoy un tanto denigrada a causa del mal utilizado y elitista término de “música para planchar”— hizo valer su lugar como creador, intérprete e instrumentista talentoso. La presentación —un tanto fría y despreocupada— de Los Prisioneros, tal vez no se acomidió con la condición de la banda como la cuota internacional más en boga en la radio colombiana de entonces. ‘El baile de los que sobran’ habría de convertirse, poco después, en un himno de época, hoy un tanto manoseado por las compilaciones de éxitos, siempre iguales, alimentada por los ‘años maravillosos del rock en español’. A contrapelo, Los Toreros Muertos —fieles a una propuesta que en su momento no fue entendida del todo— dejaron tras de sí buenas memorias

entre quienes supieron que su música era más que ‘agüitas amarillas’ y ‘pilares’. Con el disgusto por la hostilidad de un público agotado, Mateos dio a la ciudad una presentación que habrá de quedar consignada en las retinas de los presentes como uno de los mejores momentos de la música en vivo en Colombia. La leyenda también habla de libertinas y espontáneas faenas amorosas ejecutadas por los asistentes bajo el abrigo cómplice del tapete especial ubicado en el escenario. Algo así como un Woodstock en donde las sandalias y los pelos enmarañados fueron reemplazados por los Converse y los copetes al estilo Alf. Pero esa es otra historia. Al término del concierto algún titulador amarillista llegó a asegurar que “se habían fumado hasta la grama”. Era mentira. Pero sí fue un verdadero milagro que el trámite del partido Millonarios-Quindío, tan sólo unas pocas horas atrás, pudiera haber sido normal. Aunque algunos asistentes afirman haber visto a los jugadores saltando entre los vestigios de la fiesta extinta e

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De GIRA Neiva, Huila

“En una época en la que ya estábamos sufriendo el terrorismo y el narcotráfico, Compañía Ilimitada nos refrescó y nos mostró que nuestra juventud era diferente y estaba dispuesta a apostar y a retar a los violentos de una manera pacífica y con música, con letras y con otras cosas”. Antonio Casale Periodista de la cadena de radio Caracol

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COMPAÑíA ILIMITADA 88/89 LuisFer, Nacho,Carlos, Piyo & Juancho

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EPÍLOGO

H

ablar en tiempo pasado es una costumbre peligrosa. Nos hace pensar en las cosas, no como lo que son, sino como lo que fueron. Distorsionadas por la lente deformadora y opaca de los años. Por lo mismo resulta necesario aclarar que la presente crónica no comenzó ni terminó en aquel ya lejano septiembre del 88. Con más de tres décadas a cuestas y una vida cargada de intermitencias, podría suponerse que la de Compañía es una trayectoria inconstante, saturada de sucesivas desapariciones y reapariciones. Pero esto se parece poco a la verdad. Se trata, más bien, de un recuento de esfuerzos (algunos exitosos, algunos frustrados) por conferir al rock hecho en castellano un merecido lugar en el complejo espectro de la música.

Fue necesario aguardar más de 10 años para dejar testimonio grabado de una carrera que ya para entonces, por sí sola, era consistente. Diversas circunstancias —muchas de ellas ajenas a la industria discográfica— impidieron que el proceso iniciado con Contacto y el Concierto de Conciertos contara con la continuidad y el desarrollo esperados. Lo que sigue es leyenda. Varios álbumes prensados, todos ellos piezas fundamentales en la comprensión de ese inmenso rompecabezas que es el rock colombiano. Una serie de giras y participaciones en festivales internacionales de primer orden. El testimonio de una banda pionera en el más completo y justificable sentido del término. Aquellos procesos —más ágiles en otros contextos— parecen tomarse más tiempo en un país

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como Colombia, lo que se constituye en un verdadero ejemplo para quienes hoy están iniciándose en ese camino, ya conocido de sobra por Compañía Ilimitada. Los planes apuntan a la conservación, la dinamización, y la divulgación de ese legado entre los más jóvenes. Pero sobre todo, y aún más importante, a una serie de nuevos proyectos ‘retrovanguardistas’, a tono con las corrientes venideras de la convergencia multimedia. Con seguridad, fiel a su propia historia y a su espíritu inventivo, Compañía Ilimitada trazará nuevas líneas que habrán de servir como ejemplo infaltable a la hora de hablar de música en Colombia. Nos queda la historia de dos músicos luchando por abrirse paso en una incipiente escena, alentada y revivida por ellos.

Nos queda un testimonio de persistencia, amparado por un talento apreciable. Nos queda el entusiasmo de un país entero por oír rock hecho en su propio idioma. Nos queda, en suma, una historia tan ilimitada como aquella que comenzó a escribirse en alguna casa del norte de la capital colombiana, hace más de 30 años, y que aún no termina e Andrés Ospina, 20 de agosto de 2009 Hoy, con dos décadas más a cuestas, es justo y razonable valorar aquel septiembre de 1988, no como lo que entonces fue, sino como lo que hoy es. Y a Compañía Ilimitada, no como lo que ha sido, sino como lo que habrá de ser. 127


el fotógrafo

A

lberto Mantilla —una de las figuras prominentes del diseño en Colombia— fue seguidor entusiasta de los procesos creativos de Compañía Ilimitada desde sus días de condiscípulo de Piyo en la Universidad Javeriana de Bogotá. Quiso la suerte que fuera él quien registrara la mayor parte de imágenes que hoy hacen parte del presente libro. Tiempo después de su trabajo junto a Compañía en el Concierto de Conciertos, Mantilla emigró hacia Los Ángeles. Entre las múltiples destrezas por él desarrolladas en su condición de aventurero estuvo la de estacionar automóviles en cercanías del restaurante japonés Yamachiro. En la actualidad, Alberto dirige Mint Ink, su propia firma de diseñadores con sede principal en el convulsionado sector de Chelsea, Nueva York. Sus diseños hablan por él. ¡Gracias Alberto! e

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contacto cardinal

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y © 2009. Licencia exclusiva Sony Music Entertainment Colombia para Compañiailimitada Producciones. Reservados todos los derechos del productor de fonogramas, videogramas y de las obras musicales incluidas en este producto. Prohibida su reproducción, locación, alquiler, radiodifusión, streaming, ejecución pública y préstamo de este ejemplar sin la previa autorización de los titulares correspondientes. y © 2009. Licencia exclusiva Compañiailimitada Producciones para Cabeza de Ratón. Reservados todos los derechos del productor de fonogramas, videogramas y de las obras musicales incluídas en este producto. Prohibida su reproducción, locación, alquiler, radiodifusión, streaming, ejecución pública y préstamo de este ejemplar sin la previa autorización de los titulares correspondientes.


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