Karl Marx - El capital II

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El Capital, tomo II

Karl Marx

simultáneamente con las otras, su propio ciclo. Una parte del capital, que cambia constantemente, que constantemente se reproduce, existe como capital–mercancías que se convierte en dinero; otra parte, como capital–clínero que se convierte en capital productivo; otra, como capital productivo que se convierte en capital–mercancias. La existencia constante de todas estas tres formas se halla condicionada precisamente por el ciclo del capital total pasando por estas tres fases. Considerado en su conjunto, el capital aparece, pues, simultáneamente y coexistiendo en el espacio en sus diferentes fases. Pero cada una de sus partes pasa constantemente y por turno de una fase a otra, de una a otra forma funcional, funcionando sucesivamente a través de todas. Estas formas son, pues, formas fluidas, cuya simultaneidad se halla determinada por su sucesión. Cada una de estas formas sigue a la otra y la precede, por donde el retorno de una parte del capital una forma se halla condicionado por el retorno a otra forma de otra parte del capital. Cada parte describe continuamente su propio proceso, pero es siempre otra parte del capital la que se halla bajo esta forma, y estos procesos especiales no son más que momentos simultáneos y sucesivos del proceso total. Es la unidad de los tres ciclos y no la interrupción de que hablábamos más arriba, la que realiza la continuidad del proceso total. El capital global de la sociedad posee siempre esta continuidad, y su proceso representa siempre la unidad de los tres ciclos. En cuanto a los capitales individuales, la continuidad de la reproducción se ve, a trechos, más o menos interrumpida. En primer lugar, las masas de valor aparecen frecuentemente distribuidas, en diversas épocas, en porciones desiguales entre las distintas fases y formas funcionales del capital. En segundo lugar, estas porciones pueden distribuirse de distinto modo según el carácter de la mercancía que se trate de producir y, por tanto, según la rama concreta de producción en que se invierta el capital. En tercer lugar, en aquellas ramas de producción que dependen de la estación del año, la continuidad puede verse más o menos interrumpida por las condiciones naturales (agricultura, pesca del arenque, etc.) o por razones de carácter convencional, como ocurre, por ejemplo, en los llamados trabajos estacionales. Donde con mayor regularidad y uniformidad se desarrolla el proceso es en las fábricas y en las minas. Sin embargo, esta diversidad de las ramas de producción no se traduce en ninguna diferencia en lo tocante a las formas generales del proceso cíclico. El capital, como valor que se valoriza, no encierra solamente relaciones de clase, un determinado carácter social, basado en la existencia del trabajo como trabajo asalariado. Es un movimiento, un proceso cíclico a través de diferentes fases, que, a su vez, se halla formado por tres diferentes etapas. Sólo se le puede concebir, pues, como movimiento, y no en estado yacente. Quienes consideran una pura abstracción le sustantivación del valor olvidan que el movimiento del capital industrial es precisamente esta abstracción hecha realidad. El valor recorre aquí diferentes formas, diversos movimientos, en los que se conserva y al mismo tiempo se valoriza, se incrementa. Como por ahora sólo nos interesa la forma del movimiento, no tenemos en cuenta las revoluciones que puede sufrir en su proceso cíclico el valor–capital; pero es evidente que, pese a todas las revoluciones del valor, la producción capitalista sólo existe y puede s existiendo mientras el valor–capital se valoriza, es decir, mientras describe su proceso cíclico como valor sustantivado, mientras, por tanto, las revoluciones del valor son dominadas y niveladas de algún modo. Los movimientos del capital aparecen como actos del capitalista


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