Karl Marx - El capital II

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El Capital, tomo II

Karl Marx

su función dentro de él. Pero, la función de capital que este valor desempeña no altera para nada Una segunda parte de valor de la mercancía es la que representa el valor de la fuerza de trabajo que el obrero asalariado vende al capitalista. Este valor se determina, como el de los medios de producción, independientemente del proceso de producción en que ha de ser absorbida la fuerza de trabajo y se fija en un acto de circulación, la compra venta de la fuerza de trabajo, antes de que ésta entre en el proceso de producción. Por su función la explicación de su fuerza de trabajo–, el obrero asalariado produce un valor–mercancía igual al valor que el capitalista tiene que pagarle por el uso de su fuerza de trabajo. El obrero entrega al capitalista este valor en forma de mercancía y el capitalista se lo paga en dinero. El que esta parte del valor de la mercancía sólo represente para el capitalista un equivalente del capital variable que tiene que adelantar en salarlos no altera para nada el hecho de que representa un valor–mercancía nuevo creado durante el proceso de circulación y consiste exclusivamente en lo que consiste la plusvalía. a saber: en inversión ya efectuada de fuerza de trabajo. Y este hecho no resulta afectado tampoco para nada por la circunstancia de que el valor de la fuerza de trabajo que se paga al obrero en forma de salario revista para el obrero la forma de renta y de que, a través de ésta, se reproduzca constantemente no sólo la fuerza de trabajo, sino también la clase de obreros asalariados como tal, y con ella la base de toda la producción capitalista. Pero la suma de estas dos partes de valor no forma el valor total de la mercancía. Queda un remanente sobre las dos: la plusvalía. Esta es, al igual que la parte del valor que resarce el capital variable adelantado en forma de salarios, un valor nuevo creado por el obrero durante el proceso de producción. Con la particularidad de que esta parte de valor no cuesta nada a quien se apropia el producto entero, al capitalista. Esta circunstancia permite al capitalista, en efecto, consumirla en su totalidad como renta, a menos que tenga que ceder algunas porciones de ella a otros copartícipes, como la renta del suelo al terrateniente, por ejemplo, en cuyo caso las partes cedidas constituyen rentas de las terceras personas beneficiadas. Dicha circunstancia es, además, el motivo propulsor que anima a nuestro capitalista a ocuparse de la producción de mercancías. Pero, ni esta mira suya inicial y bien intencionada, la mira de embolsarse plusvalía, ni el hecho de gastársela luego como renta solo o en unión de otras personas, afectan para nada a la plusvalía, el hecho de que se trata de trabajo cuajado no retribuido, ni modifican tampoco su magnitud, la cual se halla determinada por condiciones completamente distintas. Ahora bien; si A. Smith quería ocuparse, como lo hace, ya al estudiar el valor de las mercancías, del papel que corresponde a sus diversas partes en el proceso total de la reproducción, era evidente que si algunas partes especiales funcionan como rentas otras funcionan constantemente también como capital, debiendo, por tanto, ser designadas asimismo, con arreglo a su lógica, como partes integrantes del valor de las mercancías o partes en que se descompone este valor. A. Smith identifica la producción de mercancías en general y la producción capitalista de mercancías; los medios de producción, según él, son de antemano “capital”, el trabajo es de antemano trabajo asalariado; de aquí que “el número de obreros útiles y productivos se halla


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