Tú, ¿Quién eres que me arrastras?

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Tú, ¿Quién Eres Que Me Arrastras? 221

divina, nos envían a nosotros. Tendremos la oportunidad de conocer a los nativos de la selva y predicar el Evangelio con ellos. ¿No estás agradecida?” Al ver la sincera expresión de agradecimiento de su esposo, sin pensarlo mucho respondió: “Claro, estoy muy agradecida”. Ya era de por sí difícil para ella vivir en la ciudad, pero no tuvo más remedio que seguir a su marido a la selva. La pareja vivía en la ciudad de Tema, en Ghana. Primero tomaron un autobús que se tardó cuatro horas en llegar a la ciudad de Kumasi, y como ahí no hay autobús, tuvieron que viajar en un camión maderero por un camino de terracería durante varias horas. Así llegaron a un lugar donde no había camino y los autos no podían pasar. No obstante, allí los esperaba una persona para guiarlos a pie el resto del camino. Lo siguieron al interior de la selva, y como las selvas son más espesas que los bosques, en ocasiones son oscuras aunque sea de día. Además, como hay tantos árboles, con frecuencia es necesario caminar encorvado. El guía tenía un enorme machete con el que iba quitando hojas y ramas para hacer un camino por el que pudieran avanzar. Caminaron así selva adentro, durante varias horas, hasta que por fin llegaron a la pequeña aldea. Se trataba de una localidad asentada en medio de la selva, donde había unas cuarenta o cincuenta chozas. Habían cortado muchos árboles y estas chozas estaban hechas de hojas de plátano y palmeras unidas unas con otras. En los patios, los pollos corrían de un lado a otro y había también algunos perros y monos alrededor. Ésta era la primera vez que un hombre blanco visitaba la aldea. Nosotros dividimos a la gente en muchas razas distintas, pero los africanos sólo dividen a la gente en blancos y negros. Por esa razón, aun los coreanos


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