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CONTENIDO

20 Devocionales

La historia de John Huss Humor cristiano


LA CASA SOBRE LA PEÑA

Lectura: Éxodo 3:1-15 Éxodo 3:14 Dios dijo a Moisés: — YO SOY EL QUE SOY. —Y añadió—: Así dirás a los hijos de Israel: "YO SOY me ha enviado a vosotros." El fin principal de la vida humana dice Calvino, es conocer a Dios. Creemos, en efecto, que el hombre no se basta por sí mismo; creemos que el destino humano se cumple más arriba que el hombre y que debe mirar hacia Dios, nuestros deseos, nuestros esfuerzos y nuestra fe deben centrarse en él. Sin embargo ¿Quién es Dios? ¿En quién pensamos al pronunciar este nombre? Es importante no quedarnos en la incertidumbre a este respecto, pues nuestra piedad permanecerá muerta mientras no tengamos una definición correcta de quien es. Interro-

guemos pues las Escrituras: ellas nos dan de Él una revelación perfecta. Detengámonos como Moisés, frente a la zarza ardiente del monte Horeb, y oigamos la voz soberana del Dios que se designa a sí mismo: “Yo soy”. Es esta por cierto, una palabra misteriosa. A la inversa de todos los dioses adorados por los demás pueblos, el Dios de Moisés solo se da a conocer como “Yo soy”: no es un Baal, ni un Moloc, ni un Júpiter. Da la impresión que desea permanecer encubierto, y conviene que no lo olvidemos nunca. Dios es demasiado grande para que la palabra de los hombres, aun la más reverente pueda nombrarle y que nuestra mirada pueda nombrarle y que nuestra mirada pueda contemplar con firmeza su majestad. Pero, ese Dios afirma al mismo tiempo algo esencial: su existencia. El vive; no es una irrealidad; más todavía: El es verdadero viviente, es el centro de toda vida, es la vida absoluta,

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eterna. En medio de todo lo que pasa y muere, El es la realidad inconmovible, el manantial inagotable de toda fuerza y de toda verdad. Nosotros podemos, por lo tanto, fundamentarnos en tal afirmación, dirigirnos hacia él, con gozosa seguridad, nuestro anhelo y nuestra oración, pues en él hallaremos también nosotros, “la fortaleza para nuestra vida” Oración ¡Dios todo poderoso y Padre nuestro! Te alabamos por el privilegio de conocerte, al único Dios verdadero. Adoramos tu nombre y nos inclinamos delante de tu majestad, depositando nuestra esperanza por toda la eternidad.

LA

Lectura. I Reyes 19:9-13 “A Dios nadie le vio jamás……” Juan 1:18, y sin embargo, Dios es. A pesar de todo lo que se pueda decir y hacer para probar lo contrario, Dios es. En todo tiempo y bajo todos los cielos el hombre, llevado por móviles distintos y usando medios de investigación variados, ha presentido a Dios y le ha buscado. Aunque el nombre de Dios no haya sido siempre el mismo, sin embargo el objeto de la búsqueda humana no ha variado. A Dios nadie le ha visto jamás: Nos es fácil creerlo. El ojo humano es demasiado débil para soportar tanta luz. Sin embargo, el creyente—que conoce los límites de la inteligencia humana y presiente todo el misterio en medio del cual se debate la humanidad puede, si observa y reflexio-

na, ver en todos lados la obra de Dios: la ve en múltiples manifestaciones de la naturaleza, y encuentra en la belleza de una humilde flor una mayor grandeza que en las más notables creaciones del hombre; él la reconoce en una multitud de hechos y experiencias inexplicables, y también la discierne en la prueba, porque sabe que más arriba que el hombre esta Dios. aun del mal que sufre la humanidad atestigua con dolorosa y trágica elocuencia que si se quiere ignorar a Dios o reducirlo a la medida humana, no se hace otra cosa que engañarse y exponerse al dolor por desorganizar la obra divina. Por otra parte, ver a Dios no es cosa posible; la Escritura lo afirma y Jesús ha dicho: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en Espíritu y verdad es menester que le adoren”. Por lo tanto, siendo nosotros obreros del Espíritu, guiados y guardados por el

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Espíritu, apro2 vechando las fuerzas y las armas del Espíritu, no nos olvidaremos nunca de la solemne declaración de Jesús al incrédulo Tomás: “bienaventurado los que no han visto y sin embargo creyeron”.

ORACIÓN. Señor, aumenta y fortalece nuestra fe; alumbra el camino por el cual tenemos que andar; ayúdanos a ver siempre, en nosotros y alrededor de nosotros, tu sabiduría, tu voluntad, tu amor, de manera que nuestra vida, colocada por completo delante de Ti, sea vivida, no por la vista, sino por la fe. ¡Amén!


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3 Salmo 10: 1-4; 27-30. Vivimos en la seguridad de que Dios nos ama. Sabemos que, en nuestros dolores y afanes podemos confiar en Él y que él en su bondad alivia nuestras cargas. Con toda nuestra fe contamos con el perdón de Dios, su misericordia y su socorro. Pero ¿creemos igualmente en la majestad de Dios, en su grandeza infinita? Al Dios que bendice, ayuda y consuela dirigimos nuestras oraciones ¿sube, a la par, nuestra adoración al Eterno, creador de cielo y tierra, cuyo caminos son superiores a los nuestros como sus pensamientos son más elevados que nuestros pensamientos? Ante la exclamación del salmista, maravillado de repente por la esplendidez de las obras de Dios, desperta-

mos humillados: del Dios Todopoderoso a quien pertenece la tierra y que gobierna los mundos, hemos hecho un Dios a nuestra semejanza, sin exigencias, débil por su mucho perdonar: un Dios a nuestro alcance. ¡Qué orgullo! Toda nuestra ciencia e inteligencia nos viene de Él, pues Dios sólo es grande. Sepamos, hoy, ver nuestra vidas toda nuestra capacidad, todas nuestras limitaciones. Dios sólo reina, Dios sólo dirige el mundo y la vida de cada uno de nosotros. ¡Terminemos de poner obstáculos a la venida de su reino con nuestra actitud orgullosa! Dios es realmente el Señor, y, aunque no nos demos cuenta cabal de su grandeza, por ser superior a nuestro entendimiento, queremos—sumisos y confiados—esperar que se manifieste su voluntad, y no la nuestra.

ORACIÓN. Eterno Dios y Padre, tú eres infinitamente grande. Ante la visión de tu poder, incomprensible para nuestra inteligencia limitada, no podemos hacer otra cosa que postrarnos en oración y adorarte Señor, tú has descendido hasta nosotros para redimirnos del pecado y de la muerte. Eso, tampoco lo comprendemos bien, pero te damos gracias por ello. Haznos adelantar en la obediencia, siendo conscientes de tu amor, al mismo tiempo que de tu maravillosa grandeza. ¡Amén!

LA

Salmo 96:1-10 Sal. 96:10 Decid entre las naciones: El SEÑOR reina; ciertamente el mundo está bien afirmado, será inconmovible; El juzgará a los pueblos con equidad.

surgir en nuestras vidas y conmover la sociedad; más, teniendo una más justa comprensión de las cosas, acordémonos de que el Señor es el rey. Si, Dios es el que dirige los destinos del mundo y nuestro propio destino. El nos pide que acatemos su autoridad y aprendamos a obedecerle, no como esclavos, sino como hombres capaces de cargar con una responsabilidad. El dio a conocer claramente esta voluntad en la revelación bíblica, de manera que nadie ignorará sus leyes, y El nos vuelve a decir también hoy: “Jehová tu Dios te manda que pongas por obra sus leyes y ordenanzas”. Discípulos fieles de Jesucristo, tengamos una única ambición: la de entender su voluntad y de conformar a ella nuestra vida.

Testigo maravillado de los recursos infinitos de su inteligencia, de los incesantes adelantos científicos y técnicos realizados continuamente, el hombre puede hacerse la ilusión de dominar la naturaleza y dirigir el porvenir, y se considera como el rey de la creación. Sin embargo la vida, los acontecimientos de que somos testigos, dan una mentís a esas peligrosas ilusiones y nos recuerdan que, en realidad, el ORACIÓN poder y el reino pertenecen a Dios y que el ignorar su voluntad t desobede¡Dios poderoso y grande! Danos de cer a sus leyes nos lleva a las peores tener siempre presente tu grandeza y catástrofes. No nos dejemos desanitu poder y de saber discernir tu volunmar por las dificultades que pueden tad a nuestro respecto. Ven a reinar en

CASA SOBRE LA

nuestras vidas 4 individuales, sé el huésped de nuestra casa. Enséñanos a mirar a Ti en toda circunstancia y concédenos el socorro de tu Espíritu, por el cual solamente podemos conformar nuestra voluntad a la tuya, siguiendo el ejemplo de nuestro Maestro y Salvador, tu Hijo Jesucristo. ¡Amén!


Héroes cristianos: John Huss, un mártir de la fe

Esto me ha motivado a estudiar bio-

del sol que le lastimaba los ojos. Sus

grafías y otras informaciones referen- visitantes eran varios obispos que de nuevo tratarían que Huss se retractates a estos valerosos hombres que gracias a sus esfuerzos y sacrificios

ra de sus convicciones reformistas.

Desde siempre me a interesado cono- hemos conocido la verdad del evangelio de la gracia. cer de que forma se dieron los hechos que dieron como resultado la En esta oportunidad tenemos a John Iglesia que hoy tenemos y como no- Huss con una historia de película.

Junto al grupo de clérigos venía su

sotros somos herederos de una larga John Huss (1370 – 1415) Checoslovaquia, año 1415 d.C. cadena de hombres y mujeres que

“Maestro Huss, si sabe que es culpa-

amigo Lord John de Clum, Cuando estaban a unos pasos, de Clum corrió hasta donde estaba Huss y le dijo: ble de cualquiera de los cargos que

fueron héroes de la fe y a mucho de

En la lóbrega prisión se escuchó un

los cuales nuestro evangelismo mo-

fuerte grito: ¡John Huss! Al llamado admitir que estaba equivocado y del guardia, salió de la oscuridad una cambie de parecer”.

derno de masas y música al estilo

mundano , no le llega ni a los tobillos figura vacilante. Aquel hombre dio de estos grandes hombres de Dios . varios pasos hasta pararse en la luz

se le imputan, no sienta vergüenza de

Lord John de Clum hizo una pausa. Buscaba las palabras que le dieran


fortaleza a su amigo Huss y le dijo:

religión y el dere- antipapa Alejandro V fue elegido cho individual de tener una relación papa por el concilio de Pisa en 1409

“Por otro lado, por favor no traicione personal con Dios. Se enfrentó vapor lo que habían tres papas al missu conciencia. Es mejor sufrir el cas- lientemente a los líderes de la iglesia mo tiempo, Alejandro V, Gregorio tigo y el martirio que negar lo que que vivían desordenada e indignaXII y Benedicto XIII. Alejandro V uno está convencido que es la vermente. También se opuso a que se aparentemente fue envenenado por dad”. Con lágrimas en los ojos John condenara a muerte a los que no esta- Juan XXIII el próximo antipapa. Al Huss miró a su amigo y le diban de acuerdo con las enseñanzas de mismo tiempo que se acrecentaban jo: “Dios Todopodelas luchas por la silla roso es testigo que de todo corazón y con toda mi mente estoy dispuesto a cambiar mis creencias si el concilio puede mostrarme con la Biblia en la mano que estoy

papal, la iglesia se sumía en mayor degra-

en un error”.

“indulgencias” renova-

Al oírlo, los obispos murmuraron entre ellos mismos diciendo: “¿Ven lo terco que es? Está lleno de orgullo. Le da mas

da por el antipapa Juan

A pesar de su expul-

valor a lo que piensa

sión y de las amenazas,

y no le importa lo que

Huss continuó predi-

piensa la iglesia”.

cando con gran valor y

“No está dispuesto a

se ganó la admiración

cambiar, seguirá en su

tanto de la gente del pueblo como de los

dación moral. Pero la atención de la iglesia se centró sobre Huss cuando se pronunció contra la escandalosa venta de

XXIII. Por sus creencias, Huss fue expulsado de la iglesia católica.

error”. Viendo que ni la ame-

nobles. En el año 1413,

naza de muerte era

fue llamado para que

suficiente para que

se presentara ante el

Huss cambiara de pa-

concilio de Constanza.

recer, le ordenaron a

Acudió a la invitación

sus carceleros que lo llevaran de

la iglesia.

porque veía la oportunidad de expli-

vuelta a su celda. El día siguiente

Durante casi toda la vida de Huss, la

carles a los líderes de la iglesia sus

sería sentenciado a muerte y quema-

iglesia católica se debatió en insidio- creencias y las verdades que había sas y a veces fatales luchas por el hallado en la Biblia. Sin embargo, poder entre papas y antipapas. Cuan- todo era una trampa, a Huss nunca le

do vivo. John Huss fue un sacerdote católico en lo que ahora conocemos como

do Huss tenía 8 años el antipapa Cle- dieron la oportunidad de expresar sus Checoslovaquia. Estudió y llegó a ser mente VII se declaró papa. En 1,394, argumentos. En cuanto se presentó, rector de la universidad de Praga. El antipapa Benedicto XIII (también fue tomado prisionero y encarcelado. Fue uno de los primeros cristianos en conocido como “el papa luna” se dealzar su voz para pedir libertad de claró papa. El


Después de 19 meses de cautiverio y mente le raparon toda la cabeza de torturas, fue llevado a juicio. forma tan violenta que le cortaron

boca, ahora lo sellaré con mi san-

gre”. Cada vez que John trataba de decir parte del cuero cabelludo que sangra- Cuando encendieron el fuego, John Huss comenzó a cantar un himno con algo en su defensa, una multitud pre- ba profusamente. La sentencia fue una voz tan fuerte y alegre que se oía viamente aleccionada hacía un bulli- muerte en la hoguera. cio tal que era imposible escuchar lo

Cuando John Huss fue llevado a las

que Huss decía. Finalmente, sus acu- afueras de la ciudad se juntó una sadores formularon los cargos que le gran multitud que seguía al prisionero. Al llegar al lugar donde sería ejeimputaban, como prueba contra él leyeron porciones tomadas fuera de cutado se arrodilló y pronunció en

por encima del tronar del fuego y del ruido de la multitud. Su canto era: “Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí”. Poco tiempo después se apagaba la voz de aquel amoroso

maestro que con total dedicación encontexto de sus libros y tergiversaron voz alta el Salmo 31 y el Salmo 51. Luego, con alegría dijo: “En tus ma- señó las buenas nuevas. parte de sus respuestas. nos, Oh Señor, encomiendo mi espí- La historia narra que durante el juiLe dijeron: “Si confiesa humilderitu; tú me has redimido, Dios bueno cio, su amigo John de Clum lo confortó grandemente e incluso buscó nuncia a sus convicciones, si promete y misericordioso”. nunca más enseñar esa fe, si pública- Sacándolo abruptamente de sus ora- varias formas de salvarlo de la muermente que estaba equivocado y re-

mente niega lo que antes predicaba,

ciones, el verdugo lo ató a un poste

te, pero John Huss prefirió mo-

tendremos misericordia de usted y le con cuerdas mojadas, su cuello tam- rir antes que negar las verdades que había aprendido de la Biblia. Confió devolveremos su posición y sus pri- bién fue sujetado al poste con una vilegios anteriores”. John Huss res- cadena de hierro y el verdugo le dijo: en que el Señor lo fortalecería en el “¿No te da vergüenza estar atado co- momento de su muerte y así fue. pondió: “Estoy a la vista del Señor mi Dios, de ninguna manera puedo mo un perro?” John respondió: “Mi Cuando John Huss se hallaba en mehacer lo que me piden. Si lo hiciera, Señor Jesús fue atado con una cade- dio de tanto odio, su fe en Jesús hizo que se mantuviera firme y que sirvie¿Cómo podría enfrentarme después na peor que esta por mis culpas, a Dios? ¿Cómo podría ver a los ojos ¿Por qué me va a dar vergüenza esta ra de ejemplo a miles de mártires que seguirían sus pasos. cadena oxidada?”. a aquellos a los que les he enseñado? Ellos ahora tienen un conoci-

Sin perder tiempo, los verdugos api-

También existe una película que re-

laron leña hasta el alto de su barbilla. comiendo sobre la vida de John Huss y que se puede ver en la pagina de la ras y están armados contra los asal- Poco antes de encender el fuego se acercó un obispo y le dijo: “Si renun- iglesia en la parte de películas y vitos del diablo”. ¿Cómo podría yo deos . llevarles incertidumbre? ¡No debo ni cias públicamente a tus creencias y miento firme y cierto de las Escritu-

puedo valorar mi propio cuerpo más reniegas de todo lo que has enseñado Muchas bendiciones que la salud y la salvación de aque- al pueblo, te salvarás de la hoguera”. llos a los que he enseñado el Camino de Jesucris-

John respondió:“¿Díganme, cuál es el error al que debo renunciar? No

to!”. soy culpable de ningún mal. Les enAl ver que no lograban que renuncia- señé a los hombres el camino del ra a su fe, lo vistieron con sus ropas y arrepentimiento y el perdón de pecaornamentos de sacerdote. Seguidamente, comenzaron a desnudarlo

dos, de acuerdo a la verdad del Evangelio de Cristo Jesús. Por ese

hasta que lo único que hacía notar

Evangelio estoy yo aquí, y estoy aquí

que era un sacerdote era su corte de

con valor y alegría, listo para sufrir

pelo, rapado en la coronilla. Final-

esta muerte”. “Lo que enseñé con mi


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Salmo 38:8-15 Gen 17:1 Cuando Abraham tenía noventa y nueve años, el SEÑOR se le apareció, y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí, y sé perfecto. El Dios de que nos habla la Biblia, aquel en quien creemos y en cuya manos están nuestros destinos, es un Dios Todopoderoso. Es el Señor de los cielos, de la tierra y de nuestras vidas. ¡Insensato es aquel que pretende resistirle, y bienaventurado quien ponga en El su confianza! Pero, entonces, ¿cómo se explica tan lento desarrollo de su obra en esta tierra? ¿Por qué el espectáculo de las cosas de este mundo es a veces tal que estamos tentados de pensar que el caso y la fatalidad son la última palabra de todo? ¿Por qué puede el mal pre-

sentarse y tantos sufrimientos misteriosos? No esperes, para confiar en el Todopoderoso, hasta haber encontrado una contestación satisfactoria a todos esos por qué. Mientras permanezcamos de este lado del velo, “conocemos sólo en parte” y tenemos que aprender a “caminar por fe y no por vista” y para eso acuérdate que, si Dios es el Todopoderoso, es también el Dios santo que no puede hacer que el pecado no produzca sus frutos amargos, y es el Dios de amor que, como el mejor de los padres para con su hijo, persigue en el mundo y para cada una de sus criaturas, una obra de educación y de regeneración. No se deben separar unas de otras esas afirmaciones. Pues bien ¿no ves que esa obra de Dios no puede realizarse sino respetando la libertad humana, y que esta libertad implica forzosamente que Dios impone una cierta restric-

ción a su omni5 potencia? Es cierto, El podría disponer de los hombres como lo hace un niño con sus soldados de plomo; sin embargo, porque nos ama y quiere hacer de nosotros sus hijos, El que “hace de los vientos sus mensajeros y de las llamas de fuego sus ministros”, solicita, busca, educa, ligando su causa con la buena voluntad de los hombres. Para morar contigo, el Todopoderoso espera que tú le abras la puerta. ORACIÓN Señor, Tú eres el Todopoderoso: Tú puedes hacer todo lo que es necesario para nuestro bien, con tal que nosotros aceptemos ser guiados por ti. Nosotros que a menudo y durante mucho tiempo te hemos resistido, reconociendo ahora tu paciencia y tu bondad, te decimos: ¡Ven! Nos entregamos a Ti, queremos ser tus hijos. ¡Amén! LA CASA SOBRE LA PEÑA

6 Isaías. 6:1-13 Esa confesión de los ministros de Dios que Isaías oyó el día de su vocación, es sin duda la expresión más sublime del Antiguo Testamento y la suprema revelación de la religión de Israel. Ella proclama la absoluta soberanía de Dios, en el mundo creado por Él; pero proclama de una manera particular su soberanía moral: Dios aborrece el mal, no transa con nuestro pecado, denuncia la iniquidad que nos esclaviza. ¿Cómo puede el hombre, impuro, injusto, mentiroso, hipócrita, criminal, subsistir en presencia de Aquel que es la Verdad, Justicia, Pureza?¿ Cómo puede el hombre presentarse como justo delante de Aquel que escudriña los corazones y ni dará por inocente al culpable? Se comprende el grito angustiado del profeta que vis-

lumbra súbitamente el abismo que le separa de Dios. Sin embargo, esa relación, que confunde al pecador, no debe aplastarlo. Por el contrario, Dios al revelarnos su santidad, quiere atraernos hacia ella. Santo es el Señor; pero, acuérdate que eres su hijo, esfuérzate en ser semejante a Él: ahí está tu verdadera vocación, tu eterno destino. Puedes alcanzarlo, pues Dios, que conoce tu flaqueza, te ha dado un Salvador. ¡Santo, santo, santo es el Señor! Declaración solemne, que nos atemoriza como atemorizaba al profeta, por que hay en ella la condenación de nuestra miseria: pero es también palabra de esperanza y entendemos que es el llamado del Dios santo que quiere que seamos perfectos como El es perfecto.

ORACIÓN Señor, cuyos ojos son demasiado puros para ver el mal, venimos a Ti agobiados por el sentimiento de nuestra indignidad. Nuestra única esperanza descansa en tu amor: no nos rechazarás, pues no quieres la muerte del pecador, sino que se convierta y que viva. Damos un saludable horros de nuestra faltas, un sincero arrepentimiento y una plena confianza en el perdón que nuestro Señor Jesucristo nos trae de parte tuya. ¡Amén!


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7 Salmo 11. expuesto tantas veces a la burla y al Sal. 11:7 Porque el justo Jehová ama menosprecio y reducido a la impotenla justicia: Al recto mirará su ros- cia? tro. El salmista sintió el también la mordedura de esa duda angustiosa; él Cuando afirmamos que Dios es justo, vió “destruidos los fundamentos” por expresamos una verdad que no se el triunfo de los inicuos. Es muy cierpuede poner en duda. En esta tierra la to que las circunstancias de la vida justicia es relativa y precaria porque parecen desarrollarse a veces en un el desorden es el estado habitual de la plan desordenado y contradictorio, humanidad: “no hay justo, ni uno so- prevaleciendo la mentida y la injustilo”. El Señor, por el contrario, obra cia. según un orden perfecto: El no conA semejanza de los pasajeros de un funde el bien con el mal; quiere el barco sacudido por las olas, fijamos bien: su voluntad tiende a restablecer nuestra mirada en el puerto de desemen el mundo una situación normal que barque. El Eterno es nuestro refugio. nuestra conciencia designa con el Negándonos a “huir cual avecilla al nombre de justicia. monte” comprobamos la justicia de Pero se dirá, si Dios es justo ¿Por los hombres sin dudar de la justicia de qué no se manifiesta su justicia en la Dios. Su poder soberano se manifeshistoria de la humanidad? ¿Por qué se tará en el triunfo del orden moral sove tan a menudo el triunfo del malva- bre el actual desorden. ¡Dios es justo! do? ¿Por qué esta el hombre honrado

ORACIÓN ¡Oh Dios santo!, tu justicia es misericordia: haces salir tu sol sobre buenos y malos y llover sobre justos e injustos. Quieres atraer, por medio de tus beneficios, a los que se rebelan contra tu ley. Fortalece en nosotros la resolución de luchar apara el bien. Haz que nos acordemos en todo tiempo de que nuestro Salvador soportó victoriosamente la injusticia del Gólgota para demostrar a nuestras conciencias tu soberana justicia. ¡Amén!

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8 procura como la prueba que nos lastiDeut. 32:1-6. ma—todo tiene igualmente por fin acercarnos a Él. Nuestro Dios es fiel: El no cambia su En virtud de nuestra libertad, podeactitud hacia los hombres, siendo mos aceptar o bien rechazar el llamasiempre el mismo respecto a ellos. miento que nos dirige para convertirToda la Escritura lo confirma. nos en hijos suyos. Si somos infieles, Dios apartó al pueblo de Israel e Él permanece fiel: no cambia a nueshizo alianza con él, y persevera en esa tro respecto. Sin embargo, si bien nos alianza aunque, repetidas veces, ese sea infinitamente preciosa su fidelisu pueblo lo olvide y abandone. A dad, ella demanda de nosotros compesar de todo, Dios persigue su plan: promiso con lo que nos ofrece. educar a Israel y preparar la venida del Mesías en el mundo. ORACIÓN. También es fiel en su revelación: Señor, Tú eres siempre el mismo para que El hable por medio de la Biblia o con nosotros. Tus designios a nuestro de la conciencia, siempre quiere Dios respecto no cambian, tu solicitud dar a conocer su voluntad y su amor. hacia nosotros no cesa jamás. ¡Tú eres —El es, en fin, fiel al objeto que nos el Dios fiel! ¡Qué bueno es para nosopropone: todo lo que El coloca sobre tros poder en todo tiempo contar connuestro camino, todo lo que permite tigo y esperar en Ti! Que esto nos nos acontezca, así el gozo que nos aliente a entrar en tu alianza y a man-

tenernos firmemente en ella, para participar de tus promesas en Jesucristo. ¡Amén!


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9 Gén. 1:27; Salmo 8 ¿Podemos nosotros reconocer esa imagen, o esta ella definitivamente perdida? Hay coleccionistas que buscan bajo el polvo y entre los deshechos de viejas tiendas las obras sepultadas, y que habiendo encontrado alguna, aunque rota, agrietada, tapada por una pintura cualquiera, reconocen sin titubear el original y se dan maña para limpiarlo y restaurarlo. Queremos hacer un esfuerzo parecido para volver a encontrar la imagen de Dios, primeramente en nosotros mismos y luego en nuestro derredor. Tenemos, para eso, que cumplir cada día un trabajo interior, a saber: colocar delante de nuestra mente la imagen verdadera de lo que debemos ser. Esa imagen la tenemos en Cristo, que dijo: “El que me ha visto, ha visto al Padre”. Mire-

mos a Jesús: a su vida amante y humilde, a su entereza, su pureza, su claridad. ¡Mirémosle bien! Entonces surgirá una luz en nuestro corazón, y nos veremos, no tales como creemos ser, no tales como los demás creen que somos, sino tales como somos en realidad…. Y nos avergonzaremos. Pero, al mismo tiempo nacerá en nosotros una gran esperanza: sentiremos que es posible restaurar en nosotros esa imagen deteriorada de Dios. Dándonos cuenta de nuestra fealdad y conmovidos por la belleza de la visión de Cristo, nos diremos: Yo quiero parecerme a él…. y viviremos teniendo fija la mirada sobre esa imagen divina. Y entonces conseguiremos valor. Después que uno haya visto en sí mismo la imagen de Dios, surge el propósito de restaurarla, comprendiendo que ella es la sola cosa que de valor a la vida; y nos hacemos restau-

radores de imagen divina, mediante un perseverante y humilde esfuerzo, en el marido o la mujer, en los hijos, en todos aquellos sobre quienes ejercemos alguna influencia. Entonces es bella la vida. ORACIÓN. ¡Oh Dios, nuestro creador y nuestro Padre! Te adoramos y te alabamos por ser criaturas tuyas. No nos dejes en nuestra miseria: la imagen que has puesto en nosotros, Tú la quieres restaurar por medio de Jesucristo. Escucha nuestras oraciones, y has que ella se una a todas aquellas que en el día de hoy se elevan a Ti de toda la tierra. ¡Amén!

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10 Lamentaciones 3:21.26. Una de las más preciosas seguridades de la fe es ésta: que no sólo Dios nos ama, sino que El nos amo primero. Aun antes que nosotros pudiéramos tener conciencia de ello, y pronunciar el nombre del Padre, nos previenen y rodean sus cariños, su protección y misericordia. Cualesquiera sean las condiciones de nuestro nacimiento, las influencias buenas o malas que obran en nosotros, las resoluciones acertadas o no que tomamos o que otros tomen por nosotros, los éxitos o los fracasos de nuestra v ida, la orientación de nuestros destinos, con sus alegrías y sus penas…. anteriormente a todo esto, está el amor insondable de Dios. Es el amor eterno de aquel que no puede negarse a sí mismo, el amor absoluto del cual nada puede

apartarnos; ni la vida ni la muerte, ni aun el mismo pecado puede quitárnoslo; el amor que nunca se cansa de buscar y levantar, consolar y sanar, perdonar e iluminar; el amor de su Padre, cuyos brazos, aun después de una larga espera, están siempre abiertos para acoger al hijo prodigo, por la sencilla razón de que es su hijo. Este amor del Padre es el fundamento de todas nuestras certidumbres y esperanzas. Pero constituye también una deuda nuestra hacia Dios, a quien debemos todo. Honrarle, servirle, consagrarnos a Él para que todo en nosotros ocurra para su loor y gloria: tal ha de ser la contestación normal del creyente el amor que se ha demostrado con el don de Jesucristo. Esto es también, en verdad, lo que da un sentido a la vida y constituye el gozo y el valor de ella.

ORACIÓN Padre nuestro, te damos gracias por el amor con que nos has rodeado desde nuestros primeros días, con que nos sigues sin cansarte y que nos acompañará hasta el fin. Queremos contestarle con el ardor de nuestra fe y nuestra fiel obediencia hasta el día en que comprenderemos la plenitud de tu amor contemplando tu paz. ¡Amén!


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Isaías 26:19; Oseas 14:1-9 En el oriente, donde la lluvia deja caer desde el principio de abril hasta fines de octubre, y donde, durante ese largo periodo, los cultivos están expuestos a grandes peligros, el rocío ha sido considerado desde los tiempos más remotos, como una bendición divina de más alto valor. Isaac lo invoca sobre Jacob, y el Deuteronomio lo llama el don más precioso del cielo. Un rocío abundante significa la resurrección de los cultivos quemados por el viento del desierto. Israel, al abandonar a Jehová, ha dejado soplar sobre sí los vientos deletéreos del pecado: la idolatría, las costumbres paganas, el materialismo más groseros, el orgullo ha desecado su alma y endurecido su corazón; ese

sufren por el 11 pecado que los amenaza de pueblo se puede comparar a una pra- muerte, y se arredera chamuscada por el solano o a un pienten. campo cuya cosecha es destruida por ORACIÓN la sequia. ¿Podrá revivir ese pueblo Señor, Padre de desobediente e ingrato? ¿Podrá el vermisericordia, hemos dejado que sople dor recubrirá un lo que parecía irresobre nosotros el viento del pecado mediablemente quemado? A juicio del hombre, ¡no! Pero, según los pro- que marchita y destruye; nos encontramos en angustia. Derrama sobre tus fetas, mensajeros de Jehová, ¡sí! Sí, porque el amor de Dios es eterno y su hijos que se humillan delante de Ti, el bondad permanece para siempre. Que rocío de tu perdón y de tu gracia, para el pueblo se arrepienta, pues; que cu- que por tu bondad puedan vivir. ¡Amén! bierto de saco y ceniza, vuelva a Jehová; que, en su angustia lo busque…. Y Dios derramará sobre él su perdón y su gracia como derrama el rocío sobre la campiña. Y del mismo modo que el rocío hace floreceré los lirios, así la inconmensurable bondad del Eterno hará que revivan los que

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12 para volverse a Dios y allegarse a Él. Que acepte sencillamente oír, que se Dios nos habla, y es por medio de su fie en la promesa y conseguirá la salPalabras que aprendemos a conocerle. vación. Dios nos dice: “volveos a mí y sed “¡Volveos a mí sed salvos!” La salvos”. Pues, Él sabe que, librados a nosotros mismos, estamos inevitable- voz de Dios resuena de continuo en el mente perdidos. “¡Volveos a mí…!” corazón de todo hombre. No es esto el mandato de un amo que ¿Quedaremos sordos a la invitación divina? Escuchemos más bien el llaquiere mostrar su poder, sino más mado de Dios, tal como Jesucristo bien un llamado de amor dirigido al hombre: Dios nos ama y quiere nues- nos lo dio a conocer. Escuchemos y contestemos para que seamos salvos. tro bien. En nosotros y en derredor nuestro no podríamos encontrar el ORACIÓN bien supremo, la verdadera vida, la salvación. Sólo Dios que es fuente de Oh Dios, te bendecimos por este vida puede salvarnos y es par eso que llamamiento cariñoso que nos diriges. quiere atraernos a Él. Sufrimos al ver que un número tan grande de personas permanece indifeDios llama; le toca al hombre contestar, volverse a Dios. Pero es tan rente a tu voz, y sufrimos más todavía grande el amor de Dios que su llama- por el hecho de que nosotros mismos, miento encierra una promesa, ella es en nuestra debilidad, encontramos tantas dificultades para volvernos decomo un brazo que se extiende para socorrer, libertar y salvar. El hombre, finitivamente a Ti. ¡Atráenos a Ti, Señor, por tu Espíritu; apodérate de pues, no está solo en su esfuerzo Isaías 45:22-25

nosotros a fin de que desde ahora y para siempre, busquemos en Ti sólo nuestra salvación. ¡Amén!



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1 Timoteo 1:17; Job. 38:4-11 Todos, alguna vez en la vida sentimos esa sed de plenitud que oprime al mismo tiempo que abre horizontes ilimitados. Criaturas imperfectas ¡anhelamos la perfección! Mortales, ¡deseamos inmortalidad! Limitados, aspiramos al conocimiento de todas las cosas que nos rodean…. Y, muy a menudo nos conformamos con soportar nuestras vidas terrestres, sin gozo, sin celo, sin entusiasmo, replegadas sobre nosotros mismos, insatisfechos. Sin embargo, nos llamamos cristianos: Dios es nuestro Padre, Rey de siglos, inmortal, invisible…. Somos sus hijos por la fe en cristo. Esta certidumbre debiera transformar nuestra vida interior y toda nuestra actitud. Si el Dios de nuestras vidas es el Dios

verdadero no quedaremos apegados a las cosas visibles que son sólo por un tiempo, sino a las invisibles que permanecen eternamente. Extranjeros y peregrinos sobre la tierra, el fin de nuestros esfuerzos ha de ser la gloria de Dios, el adelanto de su reino; y mediante la sumisión a su voluntad santa, podríamos desde ya gozar en algo de esa plenitud que se encuentra tan sólo en Dios. Ese gozo infinito está al alcance de cada uno de nosotros, con tal que el Dios de nuestras vidas sea el Dios verdadero, aquel que por los siglos de los siglos es el Rey inmortal, invisible: el solo Dios. ORACIÓN Oh Dios nuestro, Tú sabes de qué somos hechos: seres inestables, débiles, perdidos sin Ti. Tú nos ofreces tu fuerza que permanece para siempre

para remediar 13 nuestras flaquezas; podemos contar contigo, contigo solamente, pues que Tú sólo eres el mismo a través de los siglos. Haz que vivamos por la certidumbre de una vida bendecida contigo, por gracia tuya. ¡Amén!

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14 Salmo 8:4; Mateo 10:29-31 Pasará como la flor de la hierba: “la hierba se seca, la flor se cae, y perdió su hermosa apariencia”. La flor del campo tiene su belleza; comprendemos que el Creador la mire con agrado; empero el hombre, frágil como la hierba que se marchita y muere, no tiene belleza ni brillo. ¿Cómo el Dios tres veces santo, que no puede soportar la vista de la impureza y del pecado, miraría a ese ser miserable e impuro? “¿Qué es el hombre para que tenga de él memoria? ¿Qué méritos puede él tener a los ojos del Eterno? ¿Qué será lo que en la inmensidad de la creación, en este universo múltiplo y espléndido puede llamar la atención de Dios sobre la tierra? Y en esta tierra, por encima de las llanuras brumosas, en la naturaleza viciada por la industria, en el humo de las fábricas, en la atmósfera corrompida en que viven los hombres, des-

graciados, malos e ingratos, ¿Qué es, pues, lo que puede atraer las miradas del Dios santo? Los antiguos pensaban granjearse el favor de Dios mediante el humo de los sacrificios que subía hacia el cielo. ¿Qué es el humo del más rico holocausto en la inmensidad del firmamento? El hombre no tiene otro título a la solicitud de Dios que su flaqueza y su sufrimiento. Y si el Creador no fuese el Padre cuyo amor Jesucristo nos dio a conocer, el hombre no podría esperar de Dios otra cosa que la condenación. ¿Qué es Dios para que él tenga memoria del hombre? ¡Misterio de amor frente al cual quedamos confundidos! ORACIÓN ¡Eterno Dios, Señor de los cielos y de la tierra! No tenemos derecho a tu misericordia: débiles y rebeldes, nacidos en el mal y complaciéndonos en él, no comprendemos que Tú puedas

interesarte por nosotros. Sin embargo, eres el Padre amante. Que esta seguridad no sea para nosotros motivo de orgullo, sino que nos aliente a postrarnos delante de Ti en un poderoso impulso de adoración y agradecimiento. ¡Amén!


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Salmo 39:5-11 El salmista nos presenta una experiencia muy banal: todo es vanidad, todos nuestros goces son precarios, todas nuestras felicidades frágiles. “¡Ay, qué triste destino el de los hombres!, su gozo es parecido a un croquis liviano: viene la desgracia, tres golpes de esponja humedecida, y el dibujo no existe”. Así se expresó un poeta griego. Reconocer la humana fragilidad ¿No será derrotismo? Mi vida es algo sin embargo, dirá alguno; su fragilidad no quita nada a su valor; cada hora me trae su puñado de experiencia y de recuerdos; he conquistado en buena lucha mi posición; he triunfado sobre mí mismo; tendré mi lugar en la historia de mi familia, de mí aldea, de mí país; aun mis errores y mis sufri-

mientos tienen valor para mí; yo asumo responsabilidad y llevo el peso de ellos. Es cierto que no debemos ser cobardes y entregar las armas en el primer combate. Pero, a aquellos “valientes” que no sienten su miseria, les falta la experiencia de haberse encontrado con Dios. Delante de aquel que es, se derrumba todo el andamiaje de nuestra vida, y nuestra existencia parece no tener sentido: algo de miedo que pronto se desvanecerá. Y ahora ¿Qué esperamos, Señor? Nuestra esperanza está en Ti. No eres un Dios duro, no nos derribas en el polvo aunque seamos pecadores y débiles. Tú nos hablas, nos llamas siervos tuyos, hijos tuyos. Das un sentido a nuestra vida, a nuestras alegrías y dolores, a nuestras victorias a nuestras derrotas, nos guías, nos llevas, y nosotros decimos con el salmista: En-

mudezco, no 15 abro mi boca, porque Tú lo hiciste. ORACION Oh Dios, nuestra vida es como un soplo delante de Ti. Sin Ti no valdría la pena vivirla: es una serie de derrotas y de sufrimientos. Pero, estando Tú con nosotros, toda la existencia recobra su valor. Dios santo, somos llevados por Tú poder; si Tú nos abandonas un solo instante, nuestro desconsuelo sería semejante al de un niño extraviado. Nuestra esperanza está en Ti, Señor por el tiempo y por la eternidad¡Amén!

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Hebreos. 11:13-16; 13:14.

Dios le ha confiado. Cuando un hombre leal echa una mirada retrospectiva sobre su existencia, ha de repetir con el apóstol: “Nada he traído a este mundo y nada llevaré con migo” y, siguiendo al salmista, agregará: “¿Qué es mi vida? Es como la senda del ave en los aires y como la estela de un barco que hiende las aguas de la mar”. El hombre se desalienta ante tal inestabilidad, se entristece por los continuos cambios en los seres y en las cosas; pero el cristiano se conforma con no tener aquí ciudad permanente; espera con paciencia lo por venir, y, en esa espera, se inspira en el hijo de Dios, el cual no teniendo un lugar donde descansar su cabeza, iba por todos lados haciendo el bien y daba a los hombres la certidumbre de la vida eterna. ORACIÓN

El corazón del hombre tiende a apegarse a algo permanente. Y una de sus más dolorosas experiencias es la de comprobar la fragilidad de los sentimientos más profundos y de los bienes que se creían los más seguros. Él sabe muy bien que el hogar donde cría a los suyos con ternura ha de ser visitado algún día por el sufrimiento y la muerte; sabe también que sus hijos dejarán un día la casa paterna para fundar a su vez efímeras dichas; sabe, en fin, que él mismo pronto acabará su carrera y tendrá que abandonar todo lo que fuera el gozo de su corazón y el encanto de sus días. Mide la vanidad de ciertas palabras; sus bienes, su casa, especialmente su vida de la cual pretende ser dueño absoluto, todo le será quitado; comprende que, en resumidas cuentas, ¡Oh Padre nuestro! Haz que busél es tan solo el administrador y nunca quemos las cosas que permanecen, el real propietario de los bienes que

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que soportemos pacientemente nuestra condición inestable y que deseemos ante todo tu Reino en el cual, por medio de Jesucristo, nos colmas de bienes eternos. ¡Amén!


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piros. Si no fuera por el pecado que que nunca. Los pobres sienten más Isaías 59:10; Lucas 12:17-21. nos tiene presos o duramente sus privacidades y los riLa abundancia no garantiza la vida, cos ven podrirse los bienes materia- nos acecha, el disino que la engaña y las más de las les; la abundancia nos ha paralizado, nero nos sería tan codiciado. Ahora veces, la pervierte hasta destruirla. nos parecemos a muertos. Estamos inertes sobre el camino de bien; el pecado produce la muerte, así Reduce a la más trágica de las vanidaque bien se comprende porque el prodes la existencia de aquellos que solo nuestro destino al igual que los que están tendidos sobre su lecho fúnebre feta ha podido decir: En la abundancia confían en ella. Gracias a los descubrimientos mo- y que ya no saben nada de los nego- estamos como los ya muertos. ORACIÓN cios de los hombres. Nos parecemos a dernos, esa antigua verdad aparece ¡Señor, ten piedad de nosotros! ellos porque tampoco nosotros conoirrefutable a los ojos de los que aun saben ver. Las grandes vías de comu- cemos nuestro negocio, aquel para el ¡Conviértenos! Ahí donde abundo el pecado con sus consecuencia mortacual Dios nos ha dado la vida. nicación, las maquinas rápidas, las Nuestra alma extraviada ha reple- les, haz que sobreabunde Tú gracia y noticias casi instantáneas nos hacen ver que en todas partes el mundo está gado sus alas ¿Cómo reconocería su nos perdones y regenere para que busquemos la justicia y tengamos paz y camino en la carrera afanosa en pos enfermo. Siempre lo ha estado, sin alegría. Recondúcenos a los bienes duda; pero la ciencia de nuestros días del dinero en la cual el hombre es tuyos, a la abundancia por Ti bendeciarrastrado por su malvado corazón? que tanto ha contribuido a nuestra abundancia, ha hecho mucho más pa- Una tras otra han sido reprimidas las da y que nos da vida eterna. ¡Amén! santas aspiraciones, pisoteadas de tal ra la revelación de nuestra inmensa manera que el ojo interior se ha entemiseria. nebre3cido. La tierra es explotada con avidez Es tiempo de que aprendamos a en todos lados y las riquezas se amonvivir como hombres y no como vamtonan… pero el vivir es más difícil LA CASA SOBRE LA PEÑA

Isaías 59: 1-2; 9-11 El hombre camina a tientas en la noche. Tropieza con obstáculos que no ve a tiempo, anda sin ninguna seguridad, se extravía. Así anda en el camino de la vida aquel que carece de la luz sobrenatural de la revelación. Llevado por las pasiones que anidan en su corazón o por espejismos engañadores, arrastrados también por los acontecimientos que se siguen sin que vea en ello un hilo conductor, el hombre vive al día, a merced de los obstáculos y accidentes de la ruta. La noche lo envuelve, la noche sin esperanza en la cual, al final, todo se va hundir. Hay, es cierto, las luces que los hombres han encendido, muy especialmente la de la ciencia; pero esta luz admirable proyecta sus rayos únicamente sobre las cosas que pertenecen a esta tierra, y deja en una noche

ORACIÓN impenetrable 18 los problemas Señor, anhelaeternos de la mos tu luz. Sin ti vida y de la muerte, siendo ella incapaz de dar una contestación a las pri- andamos en tinieblas. Fortalece meras preguntas: ¿Quién soy yo? ¿A nuestra resolución dónde voy? ¿Cuál es el sentido y la de ir en pos de Ti. Líbranos de nuesfinalidad de mi vida? ¿Existe algo tros pecado; alúmbranos, para que, después de la muerte? guiados por Ti andemos firmemente Existe también la luz de la consen el camino de la vida. ¡Amén! ciencia, cuyo origen es divino; pero esa luz se debilita muy pronto al ser separada de su manantial, que es Dios; pierde su brillo, o bien no hace más que sumirnos en la angustia, siendo como un rayo que nos hace vislumbrar un mundo del cual nos separa un abismo. ¡Ah, desdichado de nosotros! , necesitamos otra cosa. Y he aquí Jesús que vino para decirnos: “El que me sigue no andará en tinieblas, sino tendrá la luz de la vida”. Pero hay que seguirle.


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Salmo 14:1-6 ¡El salmista exagera! Dirán aquellos que loe guardan rencor porque disminuye la buena opinión que tiene de sí mismo. No es cierto, sin embargo, que el salmista exagere. Nos gusta tener fama de gente honrada y somos hábiles en salvar las apariencias. Pero si tuviéramos bastante sinceridad para mirar más allá que las apariencias reconoceríamos que en todo está el egoísmo y que el egoísmo no es cosa buena. No olvidemos que la biblia no nos pide nuestra opinión; ella formula la que Dios tiene de nosotros. Que hagamos el bien, a juicio de otros, que lo hagamos a nuestro propio juicio, es posible, empero ¿lo hacemos a juicio de Dios? Dios no juzga por las apariencias, su mirada escudriña los es-

condrijos más secretos de nuestro corazón; él conoce nuestros pensamientos más íntimos. ¿Nos atreveremos a decir delante de Él que somos buenos? En el supuesto de que seamos siempre lo que debemos ser para con nosotros y el prójimo, ¿lo somos igualmente para con Dios? El primero y grande mandamiento es, según lo enseña Jesús: amar a Dios de todo nuestro corazón, de toda nuestra alma y de toda nuestra mente….. ¿Le amamos como quiere ser amado? Ahora, sí entre todos los mandamientos no guardamos el primero y más grande, hay que dar la razón a la Palabra de Dios y confesar que no cumplimos el bien. Preparémonos, pues, arrostrar la luz divina según la cual hemos de ser juzgados, tarde o temprano; y reconozcamos que no podríamos ser justo

ante Dios hasta 19 tanto no hayamos recibido de Él, Cristo, nuestra justicia. ORACIÓN ¡Oh Dios nuestro Padre! Hemos pecado contra Ti, y hemos hecho lo malo delante de tus ojos. Lávanos y seremos emblanquecidos más que la nieve. Esconde tu rostro de nuestros pecados y borras todas nuestras maldades. Oh Dios, crea en nosotros un corazón limpio, y renueva dentro de nosotros un espíritu bien dispuesto, por Jesucristo nuestro Señor. ¡Amén!

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20 Gálatas 5:16-25; Romanos 7:14 El hombre es pecado; a menudo se da cuenta de ello, más a menudo aun lo ignora: canta cuando debiera llorar; cree estar seguro, mientras está costeando un principio. Está en cadenado, y proclama su independencia; está herido y se dice invulnerable; vencido, ¡canta victoria! Ni se imagina que el triunfo más grande del adversario consiste en hacer creer al pecador que el pecado no existe, y eso, en la misma hora en que ya se ha posesionado de la plaza. ¡Qué ironía! ¡Que trágica ilusión! El apóstol Pablo reconoce lealmente que el pecado habita en él, que invade todos sus miembros y que le obliga a no hacer el bien que quiere, y hacer el mal que no quiere:

“¡Miserables hombres que somos!” exclamaremos con él: “¿Quién nos librará?” De la misma manera que vino para Pablo, el Libertador, viene para nosotros. De esclavos que somos, Jesucristo quiere hacer de nosotros seres descargados de sus cadenas. El Cristo tiene ese poder que transforma a los pecadores en santificados y hace de los miserables, obreros del Reino de los cielos. El Señor se apiadó de Saulo humillado e hizo de él el apóstol Pablo. La gracia de Dios llegará a nuestro corazón cuando, conscientes de nuestra miseria y faltos de poder para librarnos a nosotros mismos, clamaremos a Él, desechando cualquier otro amparo.

ORACIÓN ¡Dios Salvador! Clamamos a Ti: ¡socórrenos, ven a nosotros! Estamos vendidos a sujeción del pecado, empero Tú puedes librarnos, y concedernos esa vida santa que sólo se halla en Ti. Libres entonces, entonaremos cánticos nuevos. ¡Amen!



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