La carpintería como arte

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Edición del Viernes 06 de febrero de 2009 Opinión / La car pintería como arte

EL LEGADO DE ANTONIO SAVERIO DI DIO

La carpintería como arte Prof. Carlos E. Pauli (*) Cuando recorremos nuestros templos y museos, nos impactan los trabajos que pertenecen a algún autor reconocido, o que han merecido figurar en los catálogos del arte santafesino, por tratarse de obras maestras. Pero pocas veces advertimos que en esos espacios culturales, de los que nuestra ciudad tiene muchos testimonios, se encuentran también excelentes obras de lo que suele denominarse arte menor. Así, nuestros principales templos guardan notables realizaciones de carpintería artística, o ebanistería. Sin duda que un lugar preferencial ocupan los trabajos de Dn. Antonio Saverio Di Dio. Es que, a diferencia de nuestra sensibilidad actual, para nuestros padres y abuelos el mobiliario tenía una carga simbólica que excedía su mera utilidad. Así, la visión poética de Pedroni nos muestra que la mesa familiar no es un mero objeto de uso, sino que comparte los valores, la historia común. Por eso nos dice: “Pacientemente/ mi padre te labró/ y cuando ella le amó/ tu superficie era una frente. Mi madre no te conocía;/ te vio el primer día/ de su luna de miel,/ cuando al nuevo hogar/ se dejó llevar...”. Y el genio del poeta nos va mostrando cómo esa simple mesa estará ligada a todos los acontecimientos que marcan la vida de una familia. Por eso, en estos tiempos signados por una cultura donde sólo tiene valor lo útil, es necesario rescatar a los artistas que nos legaron la belleza simple del banco de un templo, los adornos de un confesionario, las aplicaciones de una puerta. Ellos nos enseñan a recrear los valores que signaron sus vidas, y de los cuales somos herederos.

Don Antonio y la tradición de la carpintería italiana La presencia de los italianos como artesanos de la madera se remonta en Santa Fe, a mediados del siglo XIX. El viajero inglés William Macc Cann cuenta que en 1847, cuando visitó nuestra ciudad, le llamó la atención cómo los genoveses monopolizaban el oficio de la construcción de barcos. Esta situación obligó al gobierno del Gral. y Dr. Pascual Echagüe a dictar el decreto del 17 de julio de 1848, por el que se prohibía a los extranjeros construir barcos en astilleros de la Confederación, salvo que “emplearan como maestro principal algún natural o vecino de la República y dos operarios de la misma condición”. El citado decreto tendía a proteger a los trabajadores nativos ante la competencia de los genoveses, “que se han introducido a monopolizar el obraje de la construcción de buques, arrebatando obras y contratos en los astilleros a hijos o vecinos de la Confederación Argentina”. Heredero de esta tradición, llegó a Santa Fe don Antonio Saverio Di Dio en 1922. Había nacido en Acerenza, provincia de Potenza, en la Lucania, en 1896. Dejaba tras de sí el horror de la Primera Guerra Mundial, de la que había participado en su condición de militar. En 1927, luego de muchas dificultades, logró reunir a su familia, su esposa Miranda y su hijo Mario. Nacieron en Santa Fe sus otros hijos Alfredo Domingo (ex


presidente y actual consejero de la Sociedad Italiana Unión y Benevolenza Dante Alighieri ) y Adam Santiago. Comenzó su etapa creativa, como ebanista de Antonio Castagnola. Más adelante, la calidad de sus trabajos motivó a Domingo Ferri a contratarlo. Juntos realizaron el mobiliario para el nuevo edificio del Arzobispado, la reforma del Altar Mayor de la Basílica de Guadalupe y construyeron el camarín de la Virgen. Son de su autoría tres sillones que talló para la Dra. María Amalia Medina, rectora del Liceo Nacional de Señoritas, en madera de petiribí paraguayo, de estilo Renacimiento Italiano, luego donados al Arzobispado de Santa Fe. De las obras que podemos apreciar en una recorrida por nuestra ciudad, en la parroquia de los Padres Agustinos Recoletos, tenemos el Altar del Sagrado Corazón y bancos. En la Basílica de Nuestra Señora del Carmen, se destacan tres confesionarios, construidos originalmente para el Santuario de Nuestra Señora de los Milagros (Padres Jesuitas). En dependencias del Colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe, se encuentra la réplica en madera del marco del cuadro de Nuestra Señora de los Milagros, pintado en 1634 por el Hno. Luis Berger. En la Pquia. de Nuestra Señora de la Merced (Av. Freyre y Moreno), podemos apreciar los primeros veintiséis bancos de ese templo. También encontraremos bancos trabajos de don Antonio en la Pquia. de la Inmaculada Concepción de Santo Tomé, en el templo de Nuestro Padre San Francisco y en la Sinagoga de calle 1º de Mayo frente a la Municipalidad, posiblemente su último trabajo de orden religioso, donde participaron sus tres hijos, quienes siguieron el camino trazado por su padre. Aprendamos a valorar a tantos artistas anónimos que, como con Antonio Saverio Di Dio, contribuyeron a embellecer los lugares de encuentro espiritual de tantos santafesinos a lo largo de los años. (*) Miembro de Número de la Junta Provincial de Estudios Históricos. Vicepresidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana.

El marco que tiene actualmente la imagen de Nuestra Señora de los Milagros, pintada por Luis Berger en 1634 y entronizada en el altar mayor del templo de la Compañía de Jesús, es obra de don Saverio Di Dio.


Foto: Archivo El Litoral

También a la destreza de don Saverio se deben los magníficos confesionarios que están en la iglesia Nuestra Señora del Carmen. Foto: Guillermo Di Salvatore


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