Cuentos 22

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Aroa Alcocer Romero Érase una vez tres cerditos que querían construir tres casas. Eran para protegerse del lobo. Una de paja, otra de madera y otra de ladrillos. Ellos estaban todos en sus casas jugando a la nintendo cuando: -¿Quién quiere tomar pastas y té conmigo?-sonó por los abetos-No soy el lobo no me voy a comer a nada ni nadie, bueno, solo las pastas. El más pequeño les preguntó a sus hermanos por nintendo: -Si no es el lobo, ¿quién narices nos molesta un domingo? -No lo sé.-respondió el más mayor- A lo mejor es una de las scouts del bosque. -No creo después de haberlas echado-dijo el mediano. Siguieron con su máquina cuando de repente: -Toc toc -llamaron a la puerta de paja. -¿Quién es?-respondió su dueño. - Ricitos de Oro ¿puedo pasar?-dijo la niña. -No -¿Por qué?-dijo la niña casi llorando. -Porque eres prima del lobo y quieres sacarnos información. -Me iré-dijo y se fué. Ricitos llamó a la puerta del segundo cerdo. Este respondió: -Pasa, pasa ¿qué quieres? -Ser tu amiga.-dijo entusiasmada. La niña estuvo jugando todo el día con el cerdo. Luego vino el lobo: -¿Cómo estás?-dijo el lobo. -Bien El cerdo no se creía que el lobo había cambiado pero luego descubrió que era otro lobo. El malo estaba en la cárcel.


Patricia Ramos Silva Érase una vez, dos hermanos ricos, llamados Hansel y Gretel. Vivían en Estocolmo, Suecia. Tenían tanto dinero que, aunque no os lo creáis, le sobornaron a sus padres para vivir solos. Un día, iban a una reunión juvenil, cuando se les acercó una señora mayor que les dijo: − ¿Me dan dinero por favor? Sólo un euro. − No –dijo Hansel−usted no se lo merece. − ¡Para, Hansel! –dijo Gretel−Esta mujer pasa hambre y hay que ayudarla. −Muchas gracias, jovencita –dijo la señora− te mereces mi bendición. − Y yo, ¡¿qué?!? –dijo Hansel. Sin darse cuenta, la señora se transformó en una bruja: − Hansel, ¡debes venir conmigo! – dijo la bruja. Rato después, la señora se llevó a Hansel a una casita en la que había un caldero sobre una fogata. − ¡Te voy a preparar un caldo delicioso! – dijo la señora, sonriendo. − ¿No me vas a cocinar? –preguntó Hansel, aterrorizado. −Hay que ser amable, generoso y también saber perdonar. Al día siguiente, Hansel regresó a su casa. Le contó a Gretel todo lo que le había pasado. Hansel reflexionó. Al pensar que hay que mejorar, no volvió a portarse mal.


Alejandra Perdigones Ruiz Érase una vez tres cerditos que vivían con su mamá. Cuando los cerditos se hicieron mayores, se fueron de casa a vivir por su cuenta. El pequeño se hizo una casita de paja y se fue a jugar y cantar. El mediano se hizo una casa de palos y se fue con el pequeño. El mayor se hizo una casa de ladrillos y tardó mucho tiempo. Un día iba el lobo de paseo cuando vio las tres casitas. El se acercó para conocerlos, pero al hacerlo lo hizo corriendo y los cerditos se asustaron. Los dos cerditos salieron corriendo hacia la casita de paja. El lobo los siguió, pero estaba resfriado, así que al estornudar se cargó la casa de paja. Los cerditos asustados corrieron hacia la casa de palos, pero el lobo se la cargó al toser. Los dos cerditos corrieron asustados hacia la casa de ladrillos. El lobo tosió y estornudó, pero no se la cargó. Así que se asomó por las ventanas, pero corrieron las cortinas; se asomó por la chimenea, pero pusieron a hervir agua; llamó a la puerta, pero echaron la llave y los pestillos. Así que gritó: -

¡Sólo quiero ser vuestro amigo, pero huís de mí! ¿En serio?- gritaron los cerditos- Creíamos que nos querías comer. ¡Qué!- dijo el lobo- ¿por qué pensáis eso?. Te has cargado mi casita – dijo el cerdito pequeño. Y la mía- añadió el mediano. Lo siento estoy resfriado – aclaró el lobo- ¿cómo os lo puedo pagar? Ya lo sé- contestó el mayor- hazles una casa.

El lobo aceptó. Desde entonces fueron los cuatro mejores amigos.


Lucía Sánchez Rendón. Érase una vez tres cerditos. Los cerditos se fueron de excursión. Cuando iban caminando, llegaron a un momento que se perdieron. Se fueron por caminos distintos .El cerdito pequeño fue para una catarata, el cerdito mediano por un camino de muchos árboles, arbustos venenosos...el cerdito mayor por un puente larguísimo. Se estaban buscando unos a otros, de repente...empezó a llover. Rayos, truenos, nubes muy oscuras… Los cerditos se encontraron, dijo el mayor : -Ya no volvemos más. - Vale- dijeron los dos hermanos a la vez. Volvieron a casa. Siguieron yendo a más excursiones. Pero nunca más fueron a ese bosque.


Marina Diez Álvarez.6 Érase una vez , tres cerditos. Habían crecido en una cabaña del bosque. Como eran mayores, sus padres decidieron que era hora de construyeran , cada uno, su propia casa. Los tres cerditos se despidieron de sus padres y fueron a ver cómo era el mundo. Esta vez, eran los tres cerditos los malos. Entonces fueron a casa del lobo. Como el lobo tenía una mansión de casa, los tres cerditos le dijeron con maldad. -Dame tu casa si no la quemare y la haremos ceniza, ¡Ja,Ja,Ja¡ El lobo contestó. -Podemos hacer un trato, mira toda mi casa y todo mi dinero para vosotros. Los tres cerditos contestaron: -¡Sí¡ buen trato, pero si tú te vas a casa de tus padres. -Vale, pero, os tengo que decir una cosa. Resulta que mi madre y mi padre son vuestros padres. Los tres cerditos se quedaron boquiabiertos; no se lo podían ni creer. Los tres cerditos dijeron: -¡No lo vamos a aceptar¡ ¡Nunca, nunca, jamás¡ Los tres cerditos llamaron a los guardias y metieron al lobo a la cárcel. El lobo dijo: -¡Que crueles sois¡-llorando desconsolado. Los tres cerditos se quedaron tranquilos y felices.


Daniela Casado Casas Érase una vez, la historia de tres cerditos y un lobo feroz. El lobo, siempre estaba queriéndose comer a los tres cerditos. Un día, estos decidieron poner fin a esta tortura. Uno de ellos decidió hacer una casa de paja, otro pensó que de madera mejor, y el tercero decidió hacerla de ladrillos. Cada uno empezó a trabajar con su propia casa. Cuando terminaron se encerraron dentro, y ahora os cuento que pasó: El lobo se fue a la casa de paja, el cerdito le dijo: “¡Ahora no me podrás comer!” Y el lobo sopló y sopló, y la casa se derrumbó. Entonces el cerdito salió corriendo hasta la casa de madera. Cuando el lobo llegó allí, los cerditos gritaron: “¡Ahora sí que no nos podrá comer!”. El lobo sopló, y sopló, hasta que la derribó. Los cerditos, ya asustados, corrieron hasta la casa de ladrillos, y… ¿Cuál fue la sorpresa? Que el lobo era el cerdito que fabricó la casa de ladrillos, es decir, el lobo se había disfrazado de cerdito para que cuando se metieran en su casa, poder comérselos. Pero la sorpresa fue para el lobo, porque los otros dos cerditos resultaron ser robots cerditos. Cuando el lobo fue a morderlos se rompió los colmillos y se fue corriendo y llorando para el dentista… ¿Os ha gustado mi cuento?


Cristina Pérez Sánchez Los tres cerditos habían crecido alegres en su cabaña. Como ya eran mayores sus padres decidieron que se hicieran cada uno su cabaña. El más pequeño era el más torpe. El mediano era el más inteligente. El mayor era…regular. Se fueron a hacerse su casa, el pequeño se la hizo de hojas, el mediano de ladrillo y el grande de hierro. Ellos no le tenían miedo al lobo. El lobo fue a la casa del cerdito pequeño y dijo: “soplaré y tu casa caeré”. Sopló y le cayó el árbol. Ahora fue a casa del cerdito mediano y dijo: ”Esta vez no voy a caer”. Sopló y lanzó todos los ladrillos. Luego fue a casa del cerdito grande. Dice: “esta vez sí que no caigo, voy a abrir la puerta”. La puerta y la casa eran de hierro. De tanto tirar de la puerta se le cayó la casa de hierro encima y se quedó tumbado. El cerdito corría hacia la casa de su madre, el lobo los vigilaba. Los cerditos ya lo sabían. Entonces decidieron hacerle una broma, que era construir un castillo con un tiburón hambriento en la puerta. Cuando el lobo iba a entrar “clas clas clas “. Cerró la puerta y decidió no volver. Los tres cerditos cantaron: “¿Quién tiene miedo al lobo, al lobo, al lobo?”


Victoria Bandera Pérez Había una vez tres cerditos que eran hermanos y vivían en el corazón del bosque. El lobo siempre andaba persiguiéndoles para comérselos. Para escapar del lobo, los cerditos decidieron hacerse una casa. A todos los pareció una buena idea y se pusieron manos a la obra. El más pequeño decidió hacérsela de paja, el mediano de madera y el mayor de ladrillos. El mayor retó a sus hermanos a ver quien terminaba antes de hacer cada uno su casa. Los dos aceptaron, solo porque en hacer una casa de paja o de madera se tarda menos que hacer una de ladrillos. El hermano mayor que era muy listo, quería dar a sus hermanos una lección por ser muy vagos. El lobo en verdad era el mejor amigo del hermano mayor y le iba a ayudar a darle la lección a esos dos vagos. Cada uno tenía un timbre, el que acabará la casa le tendría que dar, y sería el ganador. Cuando el cerdito pequeño le iba a dar el timbre, (porque había terminado) apareció el lobo y le destrozó la casa. Y claro, la tuvo que volver a hacer. El cerdito mediano que le iba a dar al timbre, no pudo porque el lobo a él también le destrozo la casa. Así, sucesivamente hasta que el hermano mayor terminó y le dio al timbre. Después el cerdito mayor explicó a sus hermanos porque el lobo no paraba de destrozarles sus casas. Desde ese día los cerditos pequeños antes de hacer algo pensaban lo que iban a hacer, cómo, dónde y con qué. Ya no volvieron a ser más vagos y los tres tuvieron unas hermosas, lujosas, estupendas e increíbles casas.


Lucía Jiménez Pérez Con sus padres, tres cerditos habían crecido alegres en una cabaña del bosque. Como ya eran mayores, sus papas decidieron que era hora que construyeran cada uno su propia casa. Los tres cerditos se despidieron de sus papas y fueron a descubrir el mundo. El primer cerdito quiso hacer una casa de paja. Cuando la terminó, encontró una tortuga preciosa con lentejuelas en el caparazón. Parecía que era mágica. El cerdito iba a decírselo a sus dos hermanos. El primer cerdito fue a visitar a su segundo hermano. El segundo hermano quiso hacer una casa de madera. El hermano se quedó impresionado por la tortuga. Pero algo raro veía en ella. Después, se la enseñaron al tercer cerdito, que se había construido una casa de ladrillos. Pero él también veía algo raro en la tortuga. El tercer cerdito invitó a sus hermanos para ver su casa. Pero el lobo apareció de repente y encerró a los tres cerditos y la tortuga se la quedo porque era su ayudante espía. Metió a los cerditos en un caldero. Empezaron a quemarse pero a la tortuga le dio mucha pena. Entonces, se metió en el caldero y saco a los cerditos. La tortuga murió. Los cerditos y el lobo se echaron a llorar.


Javier Cortijo Castrelo Érase una vez tres cerditos que nunca se separaban. Jugaban siempre juntos, eran muy buenos amigos. Un día hablando decidieron construir cada uno una casa, el primero que solo quería jugar construyó la casa de paja. Los otros dos le decían que esa casa la iba a derribar el lobo que vivía muy cerca de ellos. Le daba igual. El segundo la construyó de madera, que era un poco más fuerte que la de paja, y el tercero que era más responsable la construyó de ladrillos. Los tres cerditos estaban muy contentos con sus casas. Un día el lobo se acercó demasiado a la casa del primer cerdito y empezó a soplar y a soplar y la derrumbó. Corriendo el cerdito fue a la casa del segundo cerdito. El lobo que iba detrás, empezó a soplar y a soplar y también derrumbó la casa de madera. Los dos cerditos asustados se fueron corriendo a la casa del tercer cerdito. Cuando llegó el lobo lo dejaron entrar. Entre dos cerditos lo ataron a una sila. El otro cerdito cogió una motosierra y empezó a cortarle los brazos. Todos querían cortarle algo al lobo por haber derrumbado sus casas, así que el otro cogió la motosierra y le cortó las piernas; el otro cerdito aunque no le había derrumbado su casa porque era de ladrillo, también quería cortarle algo por sus amigos cerditos que se quedaron sin casa. Entonces cortó la cuerda y cogió la motosierra y desde la cabeza lo partió en dos mitades. Los tres cerditos muy contentos porque ya no haría más daño a nadie.


Alberto Guerrero Moyano Érase una vez, tres cerditos que eran hermanos. Un día decidieron construirse una casa cada uno para protegerse del lobo. El más pequeño, decidió hacérsela con paja porque pesaba menos y así terminaría antes. Entonces fue al bosque a buscar paja. De pronto, se encontró al lobo y salió pitando, pero el lobo le gritó. -¡Cerdito, cerdito! ¡Ven, no corras! ¿Puedo ayudarte en algo? -¡Claro, sígueme! Entre los dos buscaron la paja y construyeron la casa. -Señor lobo, ¿Me puedes hacer otro favor? -Sí, claro. ¿Qué quieres? -Yo quiero que vayas allí y ayudes a mi hermano mediano a construirse su casa, que la quiere hacer de madera. -Ahora mismo voy. Cuando llegó, el cerdito mediano se asustó, pero el lobo dijo: -Vengo de parte de tu hermano pequeño ¿Quieres que te ayude a construir tu casa? -¡Vale, muchas gracias! -Cerdito, yo sé dónde hay mucha madera, ¡venga vamos! -¿No estás cansado lobo? -No, yo nunca me canso. -Bueno ya me voy. -No, no, ¡no te vayas! Ve allí y pregúntale a mi hermano mayor. -¡Hola, cerdito mayor! ¿Quieres que te ayude con tu casa? -No, ya has hecho bastante ayudando a mis hermanos ¡anda descansa! Que estás muy cansado. Cuando el cerdito mayor terminó de construir su casa, fueron juntos a darle las gracias al lobo. Los tres cerditos y el lobo se marcharon al parque a jugar y celebrar que cada uno ya tenía su propia casa.


Evelyn Muñoz Torres Los tres cerditos caminaban por la colina, cuando observaron sitio ideal para construir sus casas. - Vámonos a jugar-dijeron el segundo hermano y el tercero. -Sabéis que solo pensáis en divertiros, en lugar de trabajar. -Cada cosa a su tiempo- dijo el hermano mayor estudiando sus planos. El hermano pequeño dijo que la iba a hacer en aquella colina, el hermano del medio dijo que la iba a hacer en esa colina , y el hermano mayor, como era el más inteligente. la iba a hacer en esta colina . El hermano menor la hizo de paja, el segundo la hizo de madera y el mayor la iba a hacer de ladrillo. El primer y el segundo hermano terminaron sus casas antes que su hermano mayor. -<ja ja ja- se rió de su hermano mayor -Tú todavía empezando, y nosotros tenemos más tiempo -para jugar. -Os arrepentiréis. Cuando ya terminó el mayor hermano su casa se la enseño a sus hermanos. Mientras el lobo husmeaba escondido. Ya atardeciendo, el lobo se acercó a los cerditos y les preguntó que si eran hermanos. Ellos contestaron que sí. -Yo había perdido tres hermanos cerdos, sois mis hermanos. -¿Tú nuestro hermano? -Sí, soy adoptado. -¡Aaaaah!, mamá nos había contado que teníamos un hermano. -Pues ese soy yo. -Ya está anocheciendo vamos a dormir. El hermano pequeño se ofreció para que su hermano lobo durmiera en su casa, pero se derrumbó con sus ronquidos. El hermano segundo también se ofreció, pero pasó lo mismo. Se lo preguntaron al mayor, pero le advirtieron que se podía caer y resistió hasta el final. Al día siguiente sus dos hermanos cerdos se disculparon ante al mayor sobre la casa, pero el mayor no aceptó la disculpa, porque así tendría que ayudarlos a hacer sus casas, así que los echo y que se las hicieran ellos mismos. -Abre hermano mayor, solo nos queremos disculpar -Bueno, pues perdonados. -Vamos a casa de mamá a decirle que hemos encontrado al hermano lobo. -Estoy contento de que nos hayamos vuelto a reunir. -Y todos. Cuando llegaron, su madre se puso muy contenta, les dejó que durmieran en su casa, pero interrumpió lobo y dijo que si él también podía, y ella respondió que sí.


Juan Manuel Sánchez González Érase una vez tres cerditos y un lobo que vivían juntos en el bosque. Los tres cerditos y el lobo eran muy amigos desde pequeños y vivían juntos en el bosque. El bosque era un sitio muy tranquilo dónde se respiraba paz, hasta que una mañana apareció un leñador muy malo que quería cazar a los tres cerditos y al lobo. Los cerditos y el lobo salieron corriendo a buscar materiales para fabricar sus propias casas. Pero tuvieron la idea de fabricar una casa para los cuatro. Mezclaron todo tipo de materiales: ladrillo, paja, madera... La casa quedó perfecta, era fuerte como un roble. El cazador intentó entrar de muchas maneras pero fue imposible. Hasta intentó entrar por el tejado pero lo cerditos y el lobo pusieron grasa y el leñador resbaló y cayó. Siguió intentándolo e intentándolo pero fue en vano. Finalmente el leñador se dio por vencido y los tres cerditos y el lobo vivieron por siempre juntos en su casa y fueron muy felices.


Moisés Mateos Herrera En el corazón del bosque vivían tres lobitos que eran hermanos. El cerdito siempre andaba persiguiéndoles para comérselos. Para escapar del cerdito los lobos decidieron hacerse una casa. El pequeño la hizo de paja para acabar antes y poder irse a jugar. El mediano construyó una casita de madera. Al ver que su hermano pequeño había terminado ya, se dio prisa para irse a jugar con él. El mayor trabajaba en su casa de ladrillos. -Ya veréis lo que hace el cerdito con vuestras casas- riño a sus hermanos mientras estos se lo pasaban en grande. El cerdito salió detrás del lobo pequeño y él corrió hasta su casita de paja, pero el cerdito sopló y sopló y la casita de paja derrumbó. El cerdito persiguió también al lobo por el bosque, que corrió a refugiarse a casa de su hermano mediano. Pero el cerdito sopló y sopló y la casita de madera derribó. Los lobos salieron pitando de allí. Casi sin aliento, con el cerdito pegado a sus talones, llegaron a la casa del hermano mayor. Los tres se metieron dentro y cerraron bien todas las puertas y ventanas. El cerdito se puso a dar vueltas a la casa, buscando algún sitio por el que entrar. Con su escalera larguísima trepó hasta el tejado, para colarse por la chimenea. Pero el lobo mayor puso al fuego una olla con agua. El cerdito comilón descendió por el interior de la chimenea, pero cayó sobre el agua hirviendo y se escaldó. Escapó de allí dando unos chillidos que se oyeron en todo el bosque. Se cuenta que nunca jamás quiso comer lobitos.


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