Mercado Latino - Junio 2013

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recida revista española Don Balón, me preguntaba, como más de uno quizás, si todo no sería una moda fugaz que acabaría minimizándose hasta la desaparición. No fue hasta que se profesionalizó el fútbol en este país, que se consiguió hacer que este deporte le disputara la popularidad al béisbol. Y en el lapso de 20 años ya han sabido coger algunos frutos. Los más importantes: ser sede conjunta del Mundial del 2002 (y constituirse en serio candidato a serlo nuevamente) y albergar otros de divisiones inferiores, el título mundial y medalla de plata de su fútbol femenil, mientras que su selección masculina está disputando su quinta participación consecutiva en un Mundial. A nivel individual la “exportación” de jugadores que hoy son protagonistas jugando regularmente destacando en importantes clubes de Europa. En el plano local, el torneo es serio, sin los rocambolescos cambios de rumbo de las ligas sudamericanas, las empresas apoyan a clubes sin problemas económicos ni deudas (de lo contrario, perderían la categoría) y que representan a diferentes zonas del Japón, la concurrencia promedio en los partidos de la J-1 (división máxima) supera las 10 mil personas, mientras que los equipos de la segunda categoría están preparados para un ansiado ascenso sin mayores problemas. Es más, para refrendar el éxito de la competencia, el otro año se creará una tercera división profesional para hacer más potente la liga.

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TRES Jugaban hace unas semanas el líder invicto del torneo Omiya Ardija (que consiguió mantenerse un número de 21 partidos invicto, récord en la J-1) y el Hiroshima Sanfrecce, último campeón de la liga japonesa. Ambos iban empatados a un gol en el estadio NACK5, cuando al minuto 83 el goleador Takatsu Tomiyama, se anticipó ganándole un balón dividido al portero del Hiroshima, Takuya Masuda, que salió tarde para interceptar el avance. La espeluznante escena del choque de cabezas de ambos jugadores, así como la figura de ambos tendidos en el suelo, fue recogida por la prensa en el mundo, con repeticiones desde todos los ángulos. Pero lo que verdaderamente valdría la pena noticiar, vendría a continuación. La aparatosa incidencia tuvo lugar frente a la hinchada del Omiya, cuyo delantero terminó golpeado, aunque en condiciones de volver a jugar. Quien llevó la peor parte fue el portero visitante, quien, desmayado, fue retirado en ambulancia del campo directo al hospital. Fue cuando la fanaticada local comenzó a corear durante varios minutos el nombre de Masuda, alentándolo en su desgracia, pese a ser jugador del equipo rival. Al final del encuentro, los jugadores del Hiroshima irían a saludar a la barra rival, algunos con lágrimas en los ojos, por su gran gesto. Algo que difícilmente se verá en un campeonato de cualquier parte del mundo, donde a veces el fútbol se transforma en batalla con bajas, algunas veces mortales, en

las gradas, cuando fútbol es muchas veces símil de guerra que viene de las calles al campo. El episodio pinta de cuerpo entero lo que es la liga japonesa. Las medidas de seguridad y la corrección de la gente garantizan un buen espectáculo al que acuden sin temor familias enteras. Ir al estadio aquí es una fiesta que se desarrolla exclusivamente por los cauces de la deportividad, priorizando siempre el civismo y el buen comportamiento. Los trucos y la malicia se quedan abajo, en la cancha. Conozco a japoneses que forman parte de las barras organizadas, padres de familia que desde hace años llevan a sus hijas todas las semanas a alentar a su equipo, que hablan sólo de fútbol y del partido del sábado, monotemáticos hasta la desesperación, en los descansos del trabajo; que acompañan al equipo si le toca jugar en Miyagi o en Osaka. En fin, fieles hinchas en toda la regla. Tal vez los japoneses tarden mucho, o nunca consigan algún puesto relevante en algún Mundial. Pero siempre estarán peleando el galardón del Fair Play, sobre todo en la tribuna, eso es seguro. Y ése es otro gran logro de esta liga. Para ellos también, como para aquél célebre entrenador, el fútbol es la cosa más importante de las menos importantes. Eduardo Azato Colaborador eazato@gmail.com


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