Memoria de los Orígenes de la CCPN

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La Central Campesina de Productores del Norte forma parte del Movimiento Campesino de Santiago del Estero, que es integrante a nivel nacional del Movimiento Nacional Campesino Indígena, a nivel latinoamericano de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo y a nivel internacional de la Vía Campesina. La producción y edición de este libro fue llevada a cabo por el Grupo de Memoria Histórica del MoCaSE V.C., junto a la Central Campesina de Productores del Norte. Aportaron al trabajo de producción: Beatriz Gualdieri, Lucía Kamienkowski, Marcelo Otero, Verónica Hendel, Verónica Gelman, Javier Di Matteo, Leticia G. Wainschenker, Norma Michi, Esteban Ithuralde, Sanyú, Coralia Vignau, Karina Actis, Juan Pablo Rodríguez, Marcela Kurlat, Leandro Pankonin, Nicolás Kamienkowski. Agradecemos los aportes de la Universidad Nacional de Luján, en particular de Javier Di Matteo y de Pablo Lulic. Para contactarse con el grupo, http://memoriamocasevc.blogspot.com/ memoriamocasevc@gmail.com en facebook: Memoria Mocase VC Con esta obra, adherimos al acuerdo de copyleft. Siéntase libre de: Copiar, distribuir y comunicar públicamente la obra. Hacer obras derivadas, bajo las condiciones siguientes: • Reconocimiento — Debe reconocer los créditos de la obra de la manera especificada por el autor o el licenciador (pero no de una manera que sugiera que tiene su apoyo o apoyan el uso que hace de su obra). • No comercial — No puede utilizar esta obra para fines comerciales. • Compartir bajo la misma licencia — Si altera o transforma esta obra, o genera una obra derivada, sólo puede distribuir la obra generada bajo una licencia idéntica a ésta.

Movimiento Campesino de Santiago del Estero - Vía Campesina Memoria de los orígenes de la Central Campesina de Productores del Norte. - 1a ed ilustrada. -Movimiento Campesino de Santiago del Estero - Vía Campesina, 2016. 232 p. ; 19 x 13 cm. ISBN 978-987-27759-3-3 1. Clase Campesina. 2. Memoria Oral. 3. Movimiento Social.

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Prólogo Este libro es la voz de los campesinos y las campesinas. Una voz que está presente, viva, que se hace acto, susurro, silencio y grito. No le estamos dando la voz a los sin voz; ¿qué significa entonces para una universidad nacional publicar la voz de un movimiento popular? Contribuir a que esa voz se escriba, se difunda, que la experiencia se expanda, entre en diálogo con otras y con otros, que permita aprender, discrepar y abrir horizontes, pensar en grande como dijeron algunos, sentirse parte como dijeron otros. Este libro recupera y recopila conocimientos,que se van construyendo en el cotidiano de la vida campesina y de la organización, que se potencian en el encuentro con otros campesinos con los que se comparten las luchas y los sueños. Son conocimientos que cuestionan a la academia en su lugar de monopolio de la producción del saber legítimo y que muestran que los movimientos populares también son intérpretes y analizadores de su práctica social sin necesidad de la intervención de otros, pero que a la vez interactúan con ellos. Son conocimientos que se producen en la práctica organizativa y que a la vez van formando sus propios intelectuales. Son conocimientos integrales e integrados que llevan adentro la acción y se alejan de las divisiones disciplinares. Conocimientos que se han conservado de diversas maneras entre las que no predomina la escritura, son transmitidos oralmente y, sobre todo, en el hacer de todos los días. Este libro es la voz de los campesinos y las campesinas, con sus modos que evocan los sonidos y aromas del monte. Voces hechas libro. Una trasgresión a las reglas de la escritura en los libros, para algunos y un reencuentroconla forma en que “nosotros hablamos” para muchos, un estímulo a contar la propia historia organizativa. Un libro escrito para todos y todas y hecho colectivamente, como dicen sus autores. Para quienes hoy integran el movimiento, para quienes vienen detrás y para quienes quieran conocerlos. Un libro que se puede leer solo o en una ronda entre distintas generaciones, como es el movimiento.

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Para la universidad es una de las formas, tal vez la más simple, de acompañamiento de la experiencia de un movimiento popular y de contribución a su difusión. Es un posicionamiento frente a una realidad de permanencia de la injusticia a la que se le opone una obstinada rebeldía que construye lo nuevo. Para la universidad es también aceptar que no es una de las pocas que produce conocimiento, es abrirse a otras formas de saber y de hacer que no puede menos que interpelarla y enriquecerla. Y aquí un pedido a los lectores: tengan paciencia y acepten que se están incluyendo en una conversación que no se inicia ni termina en este escrito, que tiene las huellas de la oralidad y de la interacción. No se trata de un texto lineal y menos aún deductivo, sino que está metido en un diálogo cercano a lo cotidiano.Y es como en la vida: hay cosas que no terminamos de entender y que nos pueden llevar a nuevas indagaciones y otras que se repiten. Pero sin duda a poco de andar nos sentimos parte. Norma Michi Luján, noviembre de 2015

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Introducción Arrancamos este libro a finales de 2009. La aventura empezó en una reunión de Secretariado del MoCaSE V.C., donde se festejaba también la inauguración de la radio Paj Sachama en la Central de Productores del Norte. Por aquel entonces los y las cumpas del norte de la provincia contaban con preocupación el avance de la frontera agropecuaria y las consecuencias directas que se empezaban a hacer sentir. Hoy, a finales de 2014, podemos ver con desgarradora claridad el saldo de los avances de un modelo agroexportador que se consolida arrollando a su paso. El asesinato de Cristian Ferreyra a manos de un sicario, en noviembre de 2011, el asesinato de Miguel Galván defendiendo la posesión de su familia, en diciembre de 2012, el anteproyecto que circula en estos días para modificar la Ley de Semillas, que permitirá el patentamiento corporativo, y los continuados intentos de instalación de una planta de Monsanto en la Argentina, con el apoyo del Ministerio de Agricultura, son los puntos claves que permiten dar cuenta de la urgente coyuntura del movimiento campesino. En este contexto, nuestras memorias buscan circular, más que nunca, no desde la rememoración del pasado, sino desde la necesidad de difundir tácticas, de dialogar con los procesos, de construir desde las prácticas nuevas formas de enfrentar el avance del capitalismo en los territorios. En tal sentido, uno de los desafíos importantes de este cuadernillo es lograr transmitir esta problemática a los y las cumpas de otros territorios, campesinos o urbanos. Queremos compartir este relato para que se apropien otros/as de esta historia. No creemos en un camino único ni en exigirle a los demás que caminen por él. Pero sí podemos contar por dónde se ha caminado y cómo, para llegar a otras realidades del campo popular. Desde lo metodológico, este trabajo se dividió en 3 etapas. En la primera, se buscaron los hitos de la comunidad, construyendo un “línea” de tiempo, con eje en lo temporal pero tomando también en cuenta procesos que se fueron dando en paralelo o a lo largo del tiempo, y se definieron referentes para entrevistar. La segunda etapa la constituyen los viajes para realizar entrevistas individuales y colectivas. Finalmente, la última etapa está determinada por la impresión de un libro-borrador, repartido entre las familias de

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las comunidades de base, y un taller, unos meses más tarde, para recoger las impresiones, hacer modificaciones y cerrar acuerdos sobre los contenidos y el formato del libro final. El espíritu de este libro es el de todos los trabajos producidos por el grupo de Memoria: plasmar la voz del MOCASE VC, sus alegrías y sus luchas, recogiendo la voz de los hacedores de la experiencia y buscando criterios de comunicación y respeto en los acuerdos políticos alcanzados con las Centrales y las Secretarías del Movimiento. El recorrido del trabajo se alargó en el tiempo debido a las características geográficas del territorio: lluvias que anegaban caminos, líneas de transporte con tendencia a volcar… y a las dificultades que surgieron del propio trabajo. La historia de la Central de Productores del Norte tiene una diferencia importante en relación a las que se cuentan en los dos libros anteriores: el de Pinto y el de Quimilí. Mientras que dichas Centrales surgieron y se constituyeron en un terreno con claros aliados y adversarios, sin presencia de otras organizaciones campesinas que compartieran el territorio, la CCPN forma parte, desde su origen, de un proceso de cambios en las formas de la política existente. En los primeros registros, las memorias de los cumpas formaban un tapiz confuso de quiebres, desavenencias, crisis y enfrentamientos, de prácticas a superar y de intentos por conformar nuevos espacios. Y, al mismo tiempo, aparecía algo que no había existido en los otros territorios, la convivencia temporal con esos espacios diferentes, una muestra, tal vez, de la complejidad y diversidad del campo popular. La historia de la consolidación de la Central (nuestro parámetro para pensar el inicio y el cierre de la secuencia de relatos) hila en este libro, momentos de la historia de 3 organizaciones, que se encuentran entrelazadas por conflictos de tierra, proyectos productivos y un complejo proceso identitario que incluye la adopción de una personería indígena y la posibilidad de pensar los territorios como propiedades comunitarias. Tal vez sean estos lazos los que han hecho que en este libro convivan múltiples temporalidades, que avancemos y retrocedamos en el tiempo a medida que atravesamos linealmente sus páginas, yendo y viniendo entre distintos procesos, comunidades y organizaciones. Si en la Memoria de la Central de Quimilí se narra el nacimiento del MoCaSE y los debates que se desarrollaron en sus primeros 10 años de vida

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hasta un año posterior al primer Congreso del Movimiento, en la Memoria de las Lomitas se delineará lo sucedido más de 10 años más tarde, esto es, la maduración de la organización y su división, lo cual dio lugar a nuevas estructuras de funcionamiento. Se incluyen al final de este libro tres documentos anexos, inéditos hasta la fecha, que permiten comprender el proceso de quiebre del MoCaSE y los derroteros seguidos después. El primer documento constituye las Conclusiones del Primer Congreso del MoCaSE, que se realizó en la ciudad de Santiago del Estero los días 25 y 26 de noviembre de 1999, y al que asistieron más de 500 campesinos de organizaciones zonales de toda la provincia. El mismo muestra los debates que se estaban dando dentro del MoCaSE en aquella época. El segundo documento es una síntesis de la Asamblea del MoCaSE, que ocurrió el 28 de noviembre de 2001, en la Casa Diocesana de la ciudad de Santiago del Estero. La realización en paralelo de la asamblea, con más de 120 campesinos (que cambió el funcionamiento de la organización), a la comisión directiva, con 10 delegados, marcó la división del MoCaSE en dos organizaciones que siguen llamándose Movimiento Campesino de Santiago del Estero. La síntesis de la Asamblea nos muestra los debates sobre qué se espera de la organización y la nueva estructura de funcionamiento consensuada, por secretarías y decisiones tomadas en secretariados abiertos. El tercero es un texto del compañero Ángel escrito para una visita a Francia donde se marcan ciertas tendencias políticas del movimiento en ese momento que nos parecen interesantes reflejar. A nivel de gráfica, debemos decir que en cada libro de las centrales hemos trabajado con la comunidad para definir ideas u objetos que ilustren la tapas y representen símbolos de la lucha y la memoria comunitaria. Los dibujos que ilustran las páginas de esta central son algunos de los que fueron realizados por los compañeros y compañeras en el taller de acuerdos después del primer borrador y nos asombraron por su capacidad para la representación y por el detalle de los animales del monte. Estos dibujos fueron tomados como base por el maestro Sanyú, que amable y pacientemente ha ilustrado nuestras tapas desde el comienzo de la colección. Por el diseño queremos agradecer a Karina, Cora y Juan Pablo, nuestros diseñadores de

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muchos años que han acompañado nuestro trabajo con una seriedad y un compromiso ejemplar. Con este ejemplar iniciamos una relación con la Universidad Nacional de Luján, con quienes esperamos construir un camino de mutuo aprendizaje. Le agradecemos a Javier Di Matteo, de la Secretaría de Extensión, por el tiempo y los recursos brindados para la difusión de las problemáticas y las propuestas del campesinado.

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Límite Provincial Límite Localidad Central

Carnicería

Elaboración de quesos Elaboración de dulces

Radio

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Cómo nos organizamos El Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MoCaSE) es un movimiento provincial que surge en agosto de 1990, a partir del trabajo conjunto de diferentes organizaciones. Su acta fundacional, redactada en Quimilí el 4 de agosto de 1990, plantea el objetivo de “buscar soluciones a problemas comunes, ser representantes de los campesinos ante las autoridades, apoyar las peticiones de cada una de las organizaciones que lo integran respetando su autonomía, promover la capacitación en cooperativismo y gremialismo, y mejorar la calidad de vida de los pequeños productores”. En 1999 se realiza el Primer Congreso del MoCaSE, en el que se empiezan a manifestar ciertas diferencias de funcionamiento y en 2001 se produce una ruptura, con una Asamblea en la ciudad de Santiago que da lugar al nacimiento del Movimiento Campesino de Santiago del Estero – Vía Campesina (MoCaSE-VC), en el documento definido allí expresan: “Nosotros hemos decidido que queremos un MoCaSE horizontal, participativo, sin presidencialismo, que funcione con secretarías, que siga el mandato de las bases, no queremos un MoCaSE de oficina, ni servil al gobierno, queremos una organización de lucha y resistencia, en la construcción de una sociedad justa. Queremos que en el MoCaSE se tomen las decisiones por consenso, con una dirección colectiva, donde todos seamos iguales, dirigentes, miembros de las bases, técnicos, que cada uno tenga su rol dentro de la organización. Queremos que se respeten las conclusiones del congreso del MoCaSE”. El MoCaSE-VC nuclea a diez centrales campesinas: Quimilí, Pinto, Copal, Las Lomitas, Fucau, Sacha Sumaj, Tres Fronteras, La Simona, Unidos del Norte y Tintina. Cada una de ellas reúne, a su vez, un número variable de comunidades de base. Estas últimas se conforman como el nivel más básico de organización de las familias campesinas. Las campesinas y campesinos participantes del MoCaSE-VC se han dado tres niveles de organización, con instancias propias de reunión, deliberación y acción: las Comisiones de base, las Centrales y los Secretariados o Asambleas. Además, existen Secretarías que trabajan de manera trasversal sobre problemáticas puntuales y que se encuentran conformadas por miembros de cada central campesina: Salud, Formación, Territorio, Comunicación, Producción y Comercialización.

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El MoCaSE-VC forma parte, a su vez, del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) y de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo - Vía Campesina (CLOC-VC), en la que el MoCaSE actúa orgánicamente. Y también participa en otras instancias de articulación e incidencia pública de alcance provincial y nacional. El Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) nace de la articulación política que se da en el marco de la Mesa Nacional de Organizaciones de la Agricultura Familiar en 1996. Y va tomando cuerpo orgánico y político a partir del año 2003, cuando varias organizaciones dan fuerza a la idea de construir un movimiento de carácter nacional y autónomo con desarrollo territorial. Así surge el MNCI, con la Soberanía Alimentaria y la Reforma Agraria Integral como horizontes en el camino hacia una transformación social, donde no existan explotados ni explotadores. Actualmente, se sigue desarrollando y creciendo como movimiento nacional, con la participación activa de más de 20 mil familias campesinas indígenas y barriales, a través de organizaciones del campo y la ciudad, y una acción territorial que incide en más de 100.000 familias. La Vía Campesina (VC) es un movimiento internacional que nació en 1993 y agrupa a millones de campesinos y campesinas, pequeños y medianos productores, pueblos sin tierra, pescadores artesanales, indígenas, migrantes y trabajadores agrícolas de todo el mundo. Defiende la agricultura sostenible a pequeña escala como un modo de promover la justicia social y la dignidad. Se opone firmemente a los agronegocios y las multinacionales que están destruyendo los pueblos y la naturaleza. La Vía Campesina agrupa a unas 150 organizaciones locales y nacionales en 70 países de África, Asia, Europa y América. Es un movimiento autónomo, pluralista y multicultural, sin ninguna afiliación política, económica o de cualquier otro tipo. La Coordinadora Latinoamérica de Organizaciones del Campo (CLOC) se constituye formalmente en el congreso realizado en febrero de 1994, con la participación de unas 84 organizaciones procedentes de 18 países de América Latina y el Caribe. Dos banderas en la construcción del movimiento son la Reforma Agraria Integral y la Soberanía Alimentaria, conceptos compartidos con todas las organizaciones de la Vía Campesina. La primera se refiere al viejo concepto de reforma agraria, esto es, una distribución de la tierra, pero ya no desde

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la idea de un gobierno que "otorga" títulos discrecionalmente, sino que implica una conformación desde los territorios. Es decir, que se trata de una participación de los pueblos, pluralista y democrática, con una lógica desde la cual los títulos no son personales, sino que la tierra es un bien comunitario en relación con construcciones culturales, formas de vida y tomando en cuenta la preservación de la naturaleza en la zona. Este aspecto se pone en juego en el MoCaSE-VC en la lucha por la tierra: se ha pasado de pelear por títulos de familias a la consolidación de territorios demarcados como comunidades indígenas. La segunda bandera, la de soberanía alimentaria, se integra desde la apuesta a un cambio en el paradigma de producción e intercambio de alimentos. Según un documento de la CLOC: "En diversos documentos y declaraciones han definido soberanía alimentaria como el conjunto de DERECHOS de los pueblos a definir sus propias políticas de agricultura y alimentación, lo que contempla proteger y regular la producción agropecuaria y el comercio agrícola interior para el desarrollo sostenible, proteger los mercados domésticos en contra de las importaciones y limitar el dumping social y económico de productos en los mercados. Se materializa en el derecho a decidir cómo organizar la producción, qué y cómo plantar, y cómo organizar la distribución y consumo de alimentos, de acuerdo a las necesidades de las comunidades, en cantidad y calidad suficientes, priorizando productos locales y variedades criollas.” Esto se lleva a cabo desde el movimiento en la práctica con la consolidación de fábricas de dulce de los productos locales, emprendimientos de producción y embotellamiento de miel, una fábrica de quesos en la central de Quimilí y la creciente construcción de carnicerías que ofrecen el producto de los territorios campesinos a precios más accesibles. Debemos mencionar aquí la importancia del trabajo educativo, fruto de la larga historia e importancia de la educación popular dentro del movimiento. Existe hoy por hoy una Escuela de Agroecología en Quimilí, en la que cursan unos 80 jóvenes de la provincia y de otras partes del país, y se empiezan a consolidar el proyecto de Maestros Campesinos y la Universidad Campesina (UNICAM) en Ojo de Agua, que ha comenzado su construcción en 2010.

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Inicio Un largo camino une la ciudad de Nueva Esperanza con los montes de la zona de Boquerón. Unos 80 kilómetros, en parte asfaltados, en parte de ripio y en algunos lugares de pura tierra santiagueña, una tierra de consistencia fina, volátil, una suerte de ceniza roja que hace resaltar, luego de las lluvias del verano, los variados tonos de verde del monte. Esta zona es una de las menos visitada históricamente en la provincia por los obrajes y las forestales y eso se puede constatar en la altura y en la variedad de los árboles y las plantas. El camino es peligroso: los numerosos baches y los animales sueltos mantienen en alerta a quien conduce por la cinta que pasa por San José de Boquerón, acabando en Vinnal Zunny y en los senderos que se adentran luego en el monte. Los ranchos se alzan dentro de la foresta, por lo que muchas veces no pueden verse desde el camino. Andando<<<<<<<<, de todas formas, iremos viendo la altura de la torre de la antena de la radio de la comunidad y nos sentiremos más seguros: las voces de los compañeros y compañeras de la Central Campesina de Productores del Norte nos estarán esperando. Desde allí sinuosos caminos entre enormes quebrachos, guayacanes, algarrobos, tunas, atamisquis y tantos otros árboles y arbustos nos llevan a los ranchos de las compañeras y los compañeros, en las comunidades que se han organizado en la Central. Algunas están a este lado del Salado y otras del otro lado del río, el que se puede cruzar por una variedad de puentes colgantes, de madera y algunito de cemento y que las campesinas y campesinos utilizan a diario para encontrarse, comunicarse, transportar su producción y tantas otras tareas. Las comunidades cercanas al Río Salado lo utilizan como fuente de agua para ellos, sus animales y los cultivos, agua que transportan en baldes y otros recipientes o por complejos sistemas de acequias hasta los bebederos de los animales y las parcelas destinadas al cultivo de maíz, sandía, zapallo y tantas otras plantas. Otras comunidades han construido pozos para obtener agua, y algunas han llegado hasta surgentes naturales, que llenan grandes represas, cavidades excavadas en los suelos destinadas a almacenar agua para los largos períodos de sequía en el invierno santiagueño. El territorio de la Central Campesina de Productores del Norte deslumbra por la inmensidad y la altura, y la espesura del monte verde en verano y amarronado en invierno, donde abundan junto a las abejas, vacas, cabras, cuchis, ovejas, patos, gallinas y pavos criados por los campesinos las liebres, los quirquinchos, los coyuyos, las tortugas, y hasta el león (o puma americano).

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Sobre la Memoria y las letras El concepto de la memoria histórica es, como todas las palabras, una idea con vida propia, una semilla que plantar y una búsqueda de ciertos frutos. Nos centramos en la idea de memoria como reconstrucción de un pasado que resulta significativo para el colectivo que encara la lucha y que se diferencia, a su vez, de la idea de versión única de la historia. Después de varios años de trabajo, con libros, talleres y programas de radio detrás, empezamos por preguntarle a compañeros y compañeras qué es la memoria, qué han leído de los trabajos del Movimiento y qué esperan de este trabajo que se encara.

Ricardo Cuéllar: La memoria, para mí, es como una escuela que la creamos. Porque esto es como una escuela que lo estamos creando, tener una memoria para todos los cumpas, como para los chicos, para todas las edades. Porque esto ya va a ser una parte… pero otra parte puede ser como histórica. Y no sé, cómo puedo explicarme más, no sé. Entrevistador: ¿Quién le gustaría que lea el libro? Ricardo Cuéllar: Todos los que lo puedan leer. Desde los chicos hasta nosotros los viejos. Porque es para todos. No es para una sola persona, es para todos. Porque esto es… Familia, somos todos. Y toda la familia tenemos que leer. El MoCaSE, Vía campesina, indígenas. No lo hacen para uno. Las centrales somos un montón. Como esa central es otra, y otra. También le podemos prestar, el libro, para que lea. No es que lo leemos solos. Porque es una cosa que es para todos. Para que se enteren de lo que algo pasa, y lo que se dice… De cómo lo han formado al libro, y por qué. Y así uno se entera de por qué se escribió este libro. Porque no sólo a mí me hacen las preguntas, sino a varios. A todas las compañeras que puedan aportar. Si cada uno aporta un poquito… ya está. Pero es lindo que todos aportemos, y todos estamos aportando; compañeras y compañeros. Y si hay un chico también, algo que aporte, es muy lindo. Y así tiene que venir el libro, para todos. Le prestamos así como… Por ejemplo, FUCAU no tiene, un libro. Le prestamos un libro, que lo lean. Y Tres Fronteras, también. Porque todos somos compañeros. En el MoCaSE,

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todos somos compañeros. Y es muy lindo, amarse entre todos y llevar una idea buena para todos. Entrevistador: ¿Han podido ver el libro de Pinto? Nicasio Cuéllar: Yo una partecita voy a decir, no sé cómo… qué dibujo lleva en la tapa del libro de Pinto. De leer lo he leído, yo, he leído la lucha, de cómo ellos hacen la lucha… Ahí tenemos que hacer otra cosa en la tapa, nosotros, para que haga diferencia, porque decía… Las Lomitas, no es cierto? Porque aquel es de Pinto, y es muy lindo, porque yo he visto la lucha… No sé, creo que estamos, nosotros también, en el libro ése. Está Pinto, Simona… Y aquí no sé, qué dibujo podemos poner. Íbamos a sacarle una foto a la planta aquella que tenemos acá… Entrevistador: ¿Al Acli? Le saqué, le saqué. Nicasio Cuéllar: Eso me acordaba esta mañana. Y estábamos en eso, que podíamos poner, estábamos hablando anoche, un boyero. Podíamos poner un pajarito, que le estaba contando a la noche, a él. Un pajarito que tiene historia. A la noche le estaba contando a él Entrevistador: ¿Cómo es la historia del pajarito? Nicasio Cuéllar: Sí. Cuando hemos puesto la radio aquí, la comunicadora, hemos puesto el boyero. Y después cuando han venido los técnicos hemos preguntado: ¿Qué significa el boyero? El pajarito. El pajarito, cuando antes… se usaban los bueyes para sembrar maíz, para lo que sean. Así, a las cinco de la mañana, a oscuras, venían y comenzaban a chiflar a los bueyes, así. Así, a los bueyes. Y el pajarito ése, también. También chifla lo mismo. Entonces, por eso decíamos, al pajarito. Chiflándole a los bueyes, cuando iba arando. Y eso sí que es lindo. Por eso me preguntaban, qué significaba el boyero, y yo decía, que es un pajarito. Un bichito blanquito, bien blanquito y chiquito. La alita es negra. Después, bien blanquito. En el cerco, allá, hay doscitos. Doscitos, dos pajaritos. Esos son boyeros. De noche, él silba así. Y ése es el significado el boyero. Y por eso a la radio le han puesto “El boyero” y la de Quimilí se llama Cóndor. Por eso “Cóndor para Boyero”, o “Boyero para Cóndor”, para saber quién está llamando a quién.

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Ricardo Cuéllar: Y, lo que más nos ha gustado del libro de Pinto primeramente es el tema de las luchas. Porque en Pinto la lucha era muy pesado. Como otros… Por lo menos, donde yo he estado, en el lote 5 en Quimilí, haciendo guardia, a la noche, a oscuras, cuando les volcaron los ranchos, hicieron pedazos las frutas, melón, calabaza, sandía… desarmaron el rancho. Y ahí se les ha tomado un acoplado completo con armas, y camas, y una casilla amueblada, en lote cinco. Teníamos un hoyo, cavado, y ahí en el hoyo hacíamos guardia. Para mí eso es muy lindo, leerlo, y hay muchas otras cosas que tengo que aprender. Algo similar va a ser a éste. Para mí, ¿no? Entrevistador: ¿Siempre has leído mucho? Delicia Mansilla: Siempre he leído mucho, todos esos libros yo así lo agarro y lo empiezo a leer, pero qué es lo que significa a veces me olvido. El libro va contando las cosas como fueron pasando. Primero era que teníamos conflicto con el Pereyra ese de las tierras. Que nos querían…, corrían de ahí con la policía, nos amenazaban. Después con el cura que tuvimos una discusión, con el cura de Boquerón, también discutimos con ese. No pudieron estar bien, salimos de ahí también. Con Ricardo discutieron. Todo eso dice ahí. Le avisaron por qué y todo. Y después entramos en el OCCAP y en el OCCAP también lo despidieron porque dice que fue a presentar Ricardo en una reunión en la que no lo habían llamado, que no pertenece de presentarse. Que le había dicho como era técnico Juan Cuéllar. Y dice que no podía estar allá, que tenía que estar él con otro compañero. A Ricardo lo despidieron de ahí, no lo permitían y por eso lo despidieron, de la organización de ellos. Y bueno está bien. Gracias a Dios consiguió otra organización que es MoCaSE Vía Campesina ahora. Y vivimos trabajando ahí mejor. Gracias a Dios. Tenemos mucha ayuda. Nos están ayudando, tenemos proyectos, todo. Y nos van ayudando, vamos bien. Gracias a Dios, trabajando. Entrevistador: ¿Y por qué te parece importante leer? Delicia Mansilla: Y para saber qué es lo que contiene, que es lo hay que saber. Saber de la organización, saber de los conflictos, saber del territorio que uno quiere defender y cómo podemos hacer para poder trabajar mejor, para poder mejorar la vida. Para poder vivir más tranquilos. Cómo podemos hacer para poder defender nuestra tierra. Por eso lee uno a veces.

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Trabajo en la Central Sergio Cuéllar: Nosotros como central somos independientes, tenemos las reuniones todos los 10 y 15. Ahora vamos a las comunidades porque hay gente anciana que no puede pedalear porque hay varios Km. Nosotros por ejemplo, la central de aquí nos vamos a un lugar en Corral Quemado, 28 kilómetros, después nos toca el 30, ponele, nos vamos a Soledad, que está a 30, ahí hacemos la reunión todo un día de reunión con la gente vieja, comiendo, compartiendo, motivando. Y así hacemos. Ricardo Cuéllar: La forma es reuniones rotativas. Es lo más beneficioso. Porque hay gente mayor que no puede llegar de distancias de 10 o 20 Kms. Hay gente que ni de a caballo puede andar ni en bicicleta. Hay muchos jóvenes, muy chicos que no saben lo que pasa en las reuniones, por qué esa organización, qué se habla. Entonces lleva esa rotativa a la comunidad, la comunidad se reúne, la mayoría por supuesto. En esta época no es tan así porque la necesidad de sacar agua para los animales la mayoría no pueden participar todos, pero casi la mayoría. Son dos o tres que no pueden pero la mayoría está participando. Pero a nosotros nos beneficia y a las comunidades les beneficia y ahí empezás a formar, a informar todo lo que venimos haciendo y ahí se van formando los chicos. Si nosotros hacemos todo centralmente es muy burocrático porque tampoco pueden aprender los viejos nuestros porque no conocen nunca una organización, una forma de organizarse o una forma de pensar. Para nosotros llevar esto a las comunidades nos fortalece un montón. Sergio Cuéllar: Porque por ahí veíamos nosotros que todos los 15 tenían que venir a la central y hacía falta que la gente más vieja, con hijos también conozca nuestra lucha, nosotros también conocer su opinión, conocerlos en su lugar. Nosotros para organizar nos vamos, nos quedamos un día o dos días, conversamos con la gente, vemos qué se puede hacer. Porque aquí hay gente que se quiere organizar, pero que se quiere organizar por cosas, digamos “qué me va a dar”, “No te vamos a dar nada, somos campesinos organizados, nada más. NO tenemos qué te demos”. Cada miembro del movimiento pertenece a algún área. Delegados de las centrales se juntan, discuten y llegan a acuerdos en los Secretariados del MoCaSE-VC.

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Entrevistador: Y con las otras centrales, ¿qué trabajo hacen, cómo trabajan? Compañero: Y ahora estamos trabajando en áreas, como estaba diciendo él, de tierras, de comercialización, y otras, así de salud y eso. Estamos trabajando ahora… Entrevistador: ¿Y cómo se dividen el trabajo? Compañero: Bueno, de cada, por ejemplo, de cada central hay uno… Compañera: De cada paraje… Compañero: Uno de tierra… Entrevistador: ¿Una persona que se ocupa de eso? Compañero: Sí, sí. Compañera: Uno de tierra, o dos. De cada central así. Igual a comercialización, así. De cada central se ocupa uno. Entrevistador: ¿Y cómo se juntan, cómo hacen? Compañera: Y bueno, en el secretariado. Todos, todos vamos a las secretarías. De ahí cada uno se divide para su, para su, cómo es, de trabajo. Siempre ahorita el secretariado lo hacemos en distintas partes. En cada, por ejemplo, aquí toca en Las Lomitas, a veces toca en Tintina, a veces toca en Pinto, Quimilí, en La Simona… Compañero: O a veces en la Copal. Compañero: No está en una sola parte la asamblea. Compañera: No. Compañero: Y así trabajamos por los proyectos. Sergio Cuéllar: Nosotros mantenimos las comunidades de base con algunos compañeros que quedan ya con un mandato mientras no estamos no-

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sotros, compañeros que pueden hacer el trabajo de nosotros, compañeros liberados, que decimos nosotros, los fines de semana que hay que visitar a las comunidades por cualquier cosa. Y nosotros viajamos los liberados hacia fuera como movimiento, andar en otros encuentros y volver y si toca volver a la casa volvimos. A veces nos pasa que de Santiago capital tenemos que salir de nuevo, a veces nos toca pero nada, lo hacemos con amor, la lucha. Entrevistadora: Entonces prefieren no ir un mes al MST y quedarse. Sergio Cuéllar: Claro, eso es lo que pensábamos no ir un mes al MST. Porque también nos pasa a nosotros. Hay compañeros que tenemos liberados, nos faltaría como de dos comunidades nos falta que los formemos un poco y veremos. Después tenemos compañeros que están yendo… que eso un poco nos da respiro a nosotros. La idea de nosotros es formar dos o más militantes, o los más que se pueda formar por comunidad, somos una joya. Entrevistadora: ¿Qué sería un militante? Sergio Cuéllar: Un militante que esté comprometido con el movimiento, que siga los lineamientos, las salidas, las actividades, manejando la agenda y otros compañeros que van liberados como comunidad que se queden a hacer las cosas de quien anda por afuera. Así nos va a tocar, por ejemplo, a mí me tocaría un mes salir a actividades como MoCaSE y los otros compañeros estarían, después vengo yo y me quedaría un mes y lo otro sale, ir cubriendo, que no nos queden agujeros por las invitaciones que tenemos. Porque nosotros como MoCaSE habíamos dicho “compañeros, queremos tener compañeros que se formen en actividades hacia fuera” dijimos “sí, bueno” y eso lo estamos haciendo sería como un compromiso. Entrevistadora: ¿Esto desde el 2001 para acá? Sergio Cuéllar: Sí, antes no conocíamos ni Santiago Ricardo Cuéllar: Como se hace para crecer, para sumar… Nosotros el trabajo que hacemos que se vayan sumando no es que vamos mucho a las comunidades. La gente viendo lo que estamos haciendo se va sumando. No con palabras sino con hechos. A veces mucha vocación y el mucho verso no le gusta a la gente. Tenés que hacer para que la gente crea.

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Entrevistadora: ¿Qué es hacer? Ricardo Cuéllar: Hacer es crecer con el trabajo organizativo, vos traés un proyecto, tenés que hacerlo ver que ese proyecto ha nacido de la comunidad y que la comunidad se ha adueñado de ese. Tenés que demostrar que el proyecto ha sido para eso. No que si hay un proyecto y desaparece la plata, no se hace nada, ese no es un crecimiento de la comunidad, porque en vez de crecer, la gente no te va a creer, va a decir son verso. Entrevistadora: ¿Hay mucho verso por ahí? Ricardo Cuéllar: Puede ser en otras organizaciones me parece que sí. Nosotros el trabajo que hacemos es muy lento, a paso de tortuga, como camina la hormiga, despacito. Si te agarrás de desesperación… porque si tenés muchos compañeros de rápido se te caen porque no podés concienciar todo de una vez. Nosotros habíamos arrancado con tres comunidades, cuando se abrimos de la otra organización, políticamente no nos gustaba porque no había respeto por eso estamos acá. Entrevistadora: ¿Después hay un acompañamiento de las comunidades nuevas? Ricardo Cuéllar: Acompañamos a las comunidades nuevas, con más razón hay que estar ahí hay que visitarlos, estar con ellos. La forma de organizarnos es hacer reuniones rotativas. Las cuales beneficiamos a las comunidades no quedándonos centralmente. Nosotros queremos conocer a los compañeros que se van sumando y que nos conozcan. Por supuesto que no vamos todos pero vamos conociendo más compañeros nuevos más viejos, los jóvenes y que se vayan interesando cómo es la organización, cómo venimos trabajando. Sergio Cuéllar: Hay que organizarse por defender nuestro derecho y ver qué hacimos más adelante. Por ejemplo, creen que yo soy una cosa que tenga que darle “che, puedo tener un pozo surgente” “no, primero organizate y vimos en el camino qué vamos a hacer”. Da resultado, las comunidades que se han organizado, se han organizado con el derecho de defender la tierra y producir, digamos. Entrevistadora: ¿Incluso gente que no tiene en este momento problema de tierra?

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Sergio Cuéllar: Sí, se han organizado, se suman. Entrevistadora: ¿Para defender la tierra de los otros? Sergio Cuéllar: Claro, comparten. Y después vamos viendo qué podemos hacer, qué le hace falta a la comunidad, cómo podemos trabajar en esa comunidad. Entrevistadora: Algunos dicen que la gente se suma porque tiene una necesidad y otros por identidad, porque son campesinos… Sergio Cuéllar: De las dos cosas. Porque son familiares de este que está organizado se suman y otros, bueno, nos conocen a nosotros al compañero y dicen “ che, y ustedes cómo van” y ahí vamos y ven cosas que nosotros tenemos en las comunidades, no tenimos comunidades peladas nosotros. Cosas, proyectos digamos, surgente, motores de riego, todo lo comunitario, galpones, hemos hecho canales en las comunidades. Y eso también dicen “la puta, estos no son ningún político, esta gente hace” y eso a nosotros… Nicasio Cuéllar: Y hablamos que… Lo primero que hablamos, es que entramos a hablar de nuestros derechos, que por esto y por aquello venimos. Venimos porque queremos que ustedes sepan nuestros derechos, también estamos buscando lo mismo que ustedes van a buscar. Para eso se crean los derechos. Y por los derechos se crean las comunidades y se ponen fuertes, se unen, y cuantos más seamos, mejor. Porque vos solo, no hacés nada. Si somos muchos, pesamos un montón. Y así, a veces, hablando, hablando así, se han organizado, y se han hecho las centrales. Y por eso son las centrales, porque se habla, de los derechos, principalmente. Y hasta dónde dice la comunidad. “Hasta aquí marca, esto es de la comunidad.” Este es un derecho de posesión. Y así todas las cosas que hemos ido aprendiendo de los cumpas, lo íbamos volcando, y ahora la gente sabe cómo tiene que hacer, y cómo tiene que hacer sus trámites, todo. ¿Por qué tenemos que pagarle a un abogado? Para que nos represente, en las cosas de las causas que tenemos, que a veces nos meten presos… Para eso está el abogado, también tiene que trabajar. Porque si no, no le íbamos a pagar. Para que agilice en nuestros derechos, y nos defienda, en lo que pueda defender. Porque estamos luchando por nuestros derechos, y por eso le pagamos. Para que nos escuchen nuestras causas. No es porque nos estamos tomando un vino, y vamos a pelear. No, para eso no le estamos pidiendo, ni de favor, a un abogado. No, eso es particular. Si uno quiere hacer una joda de

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ésas, bueno, que se lo haga y que se arregle. Pero por nuestros derechos sí, tenemos que pagar. Porque… merecemos que nos atiendan, y que vea, si tenemos derechos, ¿no? Ricardo Cuéllar: La reunión que hacemos, como ser aquí, también, o nos vamos a FUCAU… Nosotros vamos a ver qué es lo que pasa allá en otras comunidades. Y cuando venimos aquí, nosotros… Qué problemas tienen aquí, o en FUCAU, o Corral… Entonces, eso son las reuniones que nosotros hacemos, para saber, que a lo mejor están presionados, por cualquier cosa, o vienen las topadoras… Y bueno, ahí dan las informaciones tranquilos. Cuando están tranquilo, están tranquilo. Porque ahí se habla de todo, de salud… Por eso hacemos las reuniones, nosotros, para estar sabiendo, porque a lo mejor no estamos sabiendo, qué está pasando en Corral. Y hacemos una reunión cada quince días… Liliana Maza: Y, porque hay muchos que dudan… Juan Luna: Por la resistencia que ahora estamos haciendo nosotros, porque nosotros estamos suspendiendo el desmonte… No estamos dejando avanzar a gente que viene de otros lados que desmonte. Y algunos desconfían, de estas cosas. Tienen temor a ir presos. Desconfían, como los terratenientes vienen con policía, todas esas cosas, y algunos están desconfiando de eso. Que tengan temor, miedo. Por eso no se quieren organizar. Esteban Cuéllar: Claro, tienen miedo ellos, de enfrentarse con terratenientes. Ese es el miedo que ellos tienen. Juan Luna: Con terratenientes, policías… Yo estuve, ya, una vuelta, ahora para esta… Estaban ellos todos bajo el alambre, ya. Y nosotros estuvimos cortando alambre… Todo ese trabajo haciendo. Y aquí hay mucha gente que tiene temor, no se hallan capaces de enfrentar a esto, o de hacer este trabajo. La tierra, yo les digo que es nuestra, la tierra. Por eso es más la lucha nuestra. Para defender los derechos de la tierra. Si no defendemos nosotros, la tierra, ¿quién la defiende? no la defiende nadie. Esteban Cuéllar: Una compañera que está en casa, se llama Eliana, decía: “Primero, yo les he tenido un miedo”, dice, “cuando ellos venían apuntando con las armas. Después ya no…” Hay que defender. Eso es a veces. Temor tienen muchos.

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Juan Luna: Sí. Mucha gente tiene temor. Por eso no se quieren organizar… Pero ahora están viendo lo que estamos haciendo… Liliana Maza: Es que recién está comenzando. Juan Luna: Para nosotros está comenzando recién, esto. Y siempre estamos dando ejemplos a los que no están organizados, y siempre les estamos ayudando, siempre les estamos avisando qué es lo que estamos haciendo, cómo nos estamos organizando y qué es lo que estamos queriendo hacer. Ahora estamos por poner un trámite en la comunidad esta de Corral, como comunidad indígena. Eso estamos haciendo, el trámite. Por lo menos para tener nuestros derechos, para después que nos sirva para nuestros hijos… La impronta de la “educación popular” ha teñido las prácticas del MoCaSE VC. Los espacios de reunión, discusión e intercambio son parte de un proceso de formación y aprendizaje dentro de la organización además de representar una instancia colectiva de definiciones. Es por eso que no encontramos alguien que nos hable por los demás ni podemos entrevistar a uno para conocer la memoria del espacio. Y es por estas razones que el análisis de los compañeros y compañeras no está dado por momentos puntuales, sino que siempre hablan desde los procesos, contando cómo fueron cambiando las coyunturas y también cómo cambiaron ellos y ellas mismos al dar la lucha. Nicasio Cuéllar: Para mí, a mí me gustó más, aparentemente, lo que hablaban los compañeros, y ellos pensaban sobre los derechos. Que es así, lo que contaban. De ahí he ido aprendiendo, yo. Cuanto más reuniones iba, más me iba quedando la experiencia. Para poder discutir, vamos a decir, la discusión por nuestros derechos. Y bueno, ¿qué va hacer? Los derechos son derechos. Y bueno. Hasta ahora estamos en eso, ya. Mejor dicho, tranquilos, ya. Pero de ahí, de esa vez, de la Asamblea que hemos tenido ahí… Sería mejor, con nosotros ya directamente como MoCaSE. Más antes estaba Ricardo con Cecilia… El sí, ya estaba instruido un poco más, pero yo no sabía nada. Yo me fui como… Yo caí como en un poco, sin saber nada. Pero así, yo aprendí un montón. Yo aprendí un montón. Me gustaba salir, a mí. Yo, si no hubiese sido solo, no me hubiera perdido todas esas reuniones, donde todos salieron. Pero ahora no puedo salir. Porque es muy lindo, de la lucha, eso. Entonces, me juntaba con uno y otro, con los compañeros. “Y así y así, tienes tus derechos y hay que luchar…” Y de todo eso yo no sabía nada, y ellos me iban avisando, y todo lo iba sintiendo en la cabeza .Y así he

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ido asesorando yo también a los otros. Como yo había ido aprendiendo y conociendo los derechos, yo iba diciendo a los compañeros, y se hemos organizado. Se han ido asesorando, como nosotros nos asesoramos. Cuando corrió el tiempo, hemos ido en la lucha, y se hemos ido asesorando cada vez más, más y más. Y ahora han quedado los muchachos Sergio y Ricardo, y están participando ellos. Bueno, pero ya son la juventud, ellos, vamos a decir. Nosotros ya somos apoyo, nomás. Pero hemos aprendido un montón. Pero eso les ha quedado ya a Ricardo, y a Sergio. Bueno, ellos están saliendo, ya, y están ansiosos, por las reuniones. Yo, si hubiese sido más joven, ¡salía! Iba a tener para contar más. Pero no tengo más. Pero esas han sido mis salidas. La primera salida que… Y nos hemos organizado y hemos organizado. Pero así, hemos tenido muchísima gente, pero mucha, mucha. Bueno, hasta ahí nomás, me parece que me acuerdo…

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Antes de la organización Ramón Cuéllar: Porque nosotros vivimos naturalmente, no vivimos porque somos de otros lados. Nacidos y criados en nuestras tierras. Ahora sabíamos que… Sabíamos, sí, porque el viejo nos sabía decir: “De aquí no tienen que retirarse. Tienen que trabajarla, la tierra. Hay que sembrar. Así como les he enseñado a vivir, así tienen que seguir ustedes. No tienen que olvidarse de la siembra, porque eso es lo mejor. El que labra la tierra, vive más años. Hay que hacer los bueyes…” Con bueyes sembrábamos nosotros. Con dos yuntas de bueyes, sembrábamos aquí, para el vecino, más allá… Así era antes. Todos se ayudábamos. Ahora no, como decíamos que cambió el cien por cien, o el doscientos por ciento. Así que eso, sí, es como dice mi vieja, que cambió totalmente. Todo es distinto. Porque no hay respeto. Principalmente, no hay respeto. Hacemos lo que queremos hacer, porque sabemos que no hay justicia. Si vamos a denunciar, no nos escucha, la policía. Lo que quiere la policía es que le demos unos pesos. Hasta el juez. Le doy unos pesos, al juez, y ya me dice: “Bueno, andá.” Listo, y ya se olvidó de lo que he ido a denunciar, por mis derechos que estoy… Por ejemplo, me roban una vaca, un caballo, una moto… voy a denunciar, pero la policía ni se mueve. Dice:”Ya voy a ir”, pero nunca va. Entrevistador: ¿Me decía que acá donde está la central antes no vivía nadie? Vicente Cuéllar: No, era monte cerrado. Nosotros hemos hecho los caminos para la central. Entrevistador: ¿Abrieron ahí el monte, estaba todo cerrado? Vicente Cuéllar: Todo eso. Era una cancha de caballos. Yo salía a galopar los caballos, a los caballos, para que corran. Allá era donde sujetábamos a los caballos. De la central para el otro lado, que era la largada. La hemos hecho para el lado de Tusca. Ahí hemos corrido. Habían hecho, Ramón, una carrera, medio estando borrachos, con mi tío. Y ellos poco sabían darle de comer a animal, ¿no? Y yo fui entrando. Ya le ganaron una vez. Y al caballo nuestro le ganaron. Y le digo “Este caballo está muy flaco, y… En poco tiempo creo que lo vamos a poner para que juegue. Para que haga carrera, prometo ponerlo… En dos semanas”. Y después, le digo, “no sé.” “El turco sabe”, decía. Turco no era, yo. Ahí en el rincón, ahí vivía. Tenía bo-

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liche, todo. Y bueno. Y se había hecho malo, no quería salir, el caballo. “Y su amigo se hacía malo” Yo lo manejaba de otra forma. Le digo: “Busquen un jinete, porque yo no voy a poder ir. Para que lo hagas correr.” Ramón dice: “Mi tío la va a hacer correr.” “Bueno, pero que no lo hagan enojar, al caballo. Ahora me parece que le van a ganar al caballo.”, le digo. Claro, lo han tenido mal, al caballo, no tenía alimento. Y yo le puse bien, alimento. Y le ganaron, le ganaron. No fui yo a verlo, al caballo. Entrevistador: ¿Qué era, de Ramón, el caballo? Vicente Cuéllar: De Ramón. Lindo caballo. De Salta, lo habían traído. De Rosario de la Frontera. Lindo caballo. No había nada que ver. Entrevistador: ¿Y qué, ahí donde está la central, se hacían las carreras? Vicente Cuéllar: Sí, ahí. De ahí largábamos para acá. No era el terraplén para acá ni para acá. Llegaba el terraplén a trescientos veinticinco metros, ahí derecho. Entrevistador: ¿Hace cuántos años que hace, eso?

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Vicente Cuéllar: Ya hace muchos años… Mire, esta chica, nomás ya… Ella creo que era chiquita chiquita. La última, Anita, que le decimos. El Andrecito, nomás. Otra vive en Santiago… Ella es una creyente. Está bien, se ha casado con un pastor… Ahí paraba yo con mis nietas, cuando vivía enfermo, ahí en Santiago. Ellas son muy amables, conmigo, de más. Mis nietos… Mucho me ayudan, mis nietos. Con plata, con comida… Nada, no he gastado. Al último me han dado plata. Compré los remedios, me han ayudado con los remedios, con todo lo que se necesitaba… Entrevistador: ¿Y usted, cuando se corrían estas carreras, ya vivía en este lugar? Vicente Cuéllar: Aquí, ya. Yo me he criado en La Trampa, he nacido ahí. Después hemos venido para acá, ahí del otro lado era una casa muy grande. Ahí, ahí me he criado yo. Entrevistador: Al otro lado del camino. Vicente Cuéllar: Sí, al otro lado del camino. En el campo. Ahí me he criado yo. Pero en la época donde vivía mi madre. Viejita, ha muerto, de más viejita, ella. Pero yo me amanecía y ya estaba levantada. Hasta que Dios se ha acordado de llevarla. Entrevistador: ¿Y su madre también se crió por acá por esta zona? Vicente Cuéllar: También. Y mi abuelo también. Y mi bisabuelo también, en el mismo territorio. Aquí en La Trampa. Entrevistador: ¿Y qué le contaba de antes, de cuando ellos vivían? Vicente Cuéllar: Ellos… ¿saben qué me contaban? Mi abuelo, siempre me decía: “Hijo, vos, cuando yo no aparezca, hacé… Desmonta las tierras… Y las tierras, quedan para vos. Es tuya, la tierra. Usted no lastime los palos que sean verdes. Nunca pa leña.” Me decía así. Y mi abuela, también: “Y siempre todos los palitos que sean secos, háganlos leña. Y palitos que no precise, no los corte ni los bote. Para los cercos, los secos.” Porque antes los cercos se hacían con ramas, nomás. De eso me he acordado. Eso me encargaban. ¡Viejito! Muy viejito. Yo eso me acordé. Lo que poco me acuerdo, porque había sido un chico, es de los indios que habían sabido tener la carpa aquí, como a dos kilómetros. Eso no me acuerdo. Porque aquí, ahí de la central

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para acá, había otra carpa, también. Ahí hay todavía las tinajas… Y allá, por Boquerón… La vivienda. Todavía están… piedras, no sé qué, hay. Ana Cuéllar: Monolitos Vicente Cuéllar: Yo conocí, más o menos de nueve años me han mandado, ahí había un boliche muy grande. Bueno, veía esos señores… ¡Qué me imaginaba! Yo no conocía a los indios. Eran vestidos de indios… Ellos se vestían así, nomás, una cosa que… Ahí tienen la flecha Entrevistador: ¿Y los vio así, usted? Vicente Cuéllar: Yo los veía que tenían el palo ese. Pero que era una flecha… Ésta era la punta de flecha, así gruesa… Así habían sabido tener una lengua, de todos lados, con filo; para que le entre, pero no le salía. Yo eso ya alcanzaba a conocer, pero debía ser de nueve años… Más no tenía, porque muy chico, a caballo no andaba. Yo ahí he alcanzado a conocer los matacos. Pero yo sabía que aquí había una carpa. ¡Y no es lejos! Entrevistador: ¿Pero y los matacos que conoció los conoció por aquí o para el Chaco? Vicente Cuéllar: No, ¡aquí! Entrevistador: ¿Aquí nomás? Vicente Cuéllar: Aquí nomás. Aquí. Era la fuerza de los matacos. Y debía ser, porque hay muy muchos vestidos, todavía. Entrevistador: ¿Y qué se acuerda, de cómo era el monte antes? Que me contaba que acá por ejemplo eso estaba lleno de monte… ¿Cómo era la zona? Vicente Cuéllar: Y bueno, como le digo… No era, no había camino. Era un monte ciego. Ahí, donde está la central. Por ahí pasa uno que dice que habían hecho los matacos, el camino ese que le dicen “Buena parte”. Y eso había sido, que le habían hecho los matacos, porque antes se usaban esos carros de llantas, esos grandes, y la jardinera que le dicen. En ése, habían sabido traer trigo. Y harina de esa negra. Y jabón radical. Y en la época esa habían sabido manejar el Radical, mandar... Eso ya he alcanzado a conocer,

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estando en La Trampa, que les han despachado ahí. Les daban por bolsa. Y seguían y seguían para que hagan los carros, nomás. No sé hasta dónde se habrán repartido. Y ése era los únicos caminos. Después había otros caminos que también dicen que los habían hecho trabajar. Pero esos han sido… Yo calculo que han sido los que no eran tan matacos. Con los matacos baguales, sí que hacían trabajar. Los caminos esos, los que vivían por acá… Cristianos, le decían los otros. Y bueno, yo les he alcanzado a conocer muy anchos, los caminos esos. Ahora ya están cerrados, ya… El que va por allá cerrado. Y el que va por aquí, cerrado ¡En qué año habrá sido eso! Entrevistador: ¿Y de cómo era la producción antes, qué se acuerda? Vicente Cuéllar: Bueno, era… ¿Sabe qué? Yo ya he alcanzado a conocer lo que sembraba mi abuelo, era la batata, y era el trigo. Que sembraban ahí nomás. De La Trampa para acá, era todo limpio. Con batata, y el trigo, zapallo, anco… Eso era lo que conocía, después no había nada… Lo que comíamos de más era la carne de vaca y de cabra, como había tan… mucho, majadas. Ése yo he alcanzado a conocer que se empezó. Y azúcar… café, traían. Ése era el mate que tomaban… O té… Y eso alcanzaban. Ah, sal traían, también.

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Entrevistador: De Salta traían. Vicente Cuéllar: Unos panes así, para ponerle a Sal. Eso ya he alcanzado a conocer. Lo que no he alcanzado a conocer… Ah, alfalfa también. Conocí esa época. Y comíamos… el maíz molido. Acá le decimos “mortero” ¿Lo conoce, que no? Entrevistador: Sí. Vicente Cuéllar: Y molíamos, sacábamos harina, y comíamos. ¿Sabés con qué le comíamos? Acá le decimos “chicharrón”, al sebo, que lo sacamos… Eso ya empezado a comer desde chico. Esa harina de maíz tostado… y sebo. Ése era el almuerzo, tortilla no había. Pero sacaban de ese maíz nuevo, moliendo con el mortero, y entreveraban con un poquitito de harina de la fábrica, que traían. Comida bien criolla. Entrevistador: ¿Y les alcanzaba con lo que conseguían acá en el campo, o tenían que salir afuera? Compañero: En esa época trabajaban para Salta. Él, de chico trabajaba para Salta, en el desmonte. Vicente Cuéllar: Yo he recorrido el monte… Compañero: En el desmonte, en el garbanzo… Entrevistador: ¿En el garbanzo en qué, en la…? Compañero: En el poroto. No sé si oíste, para ahí para Salta… Vicente Cuéllar: Yo me he criado… de nueve años, me manejo yo solo. Entrevistador: Ya empezó a salir… Vicente Cuéllar: Ya vivía solo. Por ahí me iba con mi tío… Antes, era una crianza que nos guasqueaban… Nos tiraban aunque sea… Con mi tío o… Igual, nos guasqueaban. Bueno, yo me empezaba a criar. ¿Sabés cómo me he ido la primera vez? En Salta. He ido en el quebrachal. Y me dicen: “¿Con quién vas a trabajar vos?” “Yo no tengo con quién trabajar.” “Bueno, al menor aquí no le pagamos…”No sé lo que… figura el mismo dueño del

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trabajo. “Y bueno, si es así…” Y solo me manejaba en la comida, en todo, todo. Tenía mi platito y mi ollita para cocinar… Menos mal que había agarrado un patrón muy bueno, en el quebrachal. Compañero: Después sabía hacer… Antes sabía hacer picadas, él, para que saquen el tanino, de ahí. Lo pelaban, le sacaban la cáscara… Vicente Cuéllar: Ése es del quebracho colorado Entrevistador: ¿Pero eso por acá nomás, o tuvo que viajar? Compañero: No, eso lo han hecho por acá, para el lado de Pampa Pozo… Vicente Cuéllar: En Pampa Pozo, aquel. Bueno, en todos lados. Porque había la fábrica de ese tanino en Monte Quemado. Lo molían… Tanino, le decíamos nosotros. Del palo colorado, del quebracho colorado. Y bueno, así me he criado yo. Después y he empezado a hacer picadas así para zorras, para que saquen los productos de los obrajes… Compañero: Los camiones… Vicente Cuéllar: En esa época, ya manejaba Perón, ¿se acuerda? Entonces, menores de edad no ocupaban. Compañero: Hacían leña y picaban con las hachas. En esa época no había... Vicente Cuéllar: Había un tipo que había venido huido, esa vez, de la guerra mundial. Pero él no era de aquí, dice que de otra parte… ¿Qué sería? Gringo, qué sería... Llego en ése, y aquí yendo, y le digo: “Ando buscando trabajo.” “¿Como qué trabajo?” “Yo tengo picada para zorra, picada para un camión, para tanino… Rollo de blanco…” Todo, todo lo iban explotando. “¿Qué se te hace más fácil?”, me dice. Pero: “¿Quién te va a asegurar en el trabajo?” Y bueno. Andaba un hombre de aquí, también. Me dice: “Yo te voy a asegurar.” Qué. Me ha pegado una jodida, el hombre… He trabajado, y no me ha dado ni un cinco. Y se ha mandado mudar, y no lo hallaron más, al hombre. Todo lo que iba a ser para mí, se lo ha llevado él. “Pero... ¡Mirá cómo ha hecho el chango! Lo que ibas a cobrar para vos…” me dijo, mi patrón. Y bueno, después he vuelto a trabajar otra vez. ¡Pero si no sabía igual leer, nada! Era un collita. Muy chiquito, era. Mi madre no te-

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nía con qué hacer sostén… He trabajado otra vuelta, y cobraba y mandaba para la madre. Ella vivía aquí con un señor que venía de ahí para acá. Familia de ella. Y me he vuelto… Y qué. Se hemos criado, así sin ropa, nomás. Por ahí tenía un pantaloncito, qué voy a hacer, una camisita sin mangas… Muy fiero… Y ha hecho frío de más… Andaba trabajando. En la época que se ha criado Ramón, ya no han sufrido, ellos. Han trabajado ya hombres, cuando han vuelto de la milicia. Y bueno, distinto, ya. Ya se vestían bien… Cómo sería más antes, decía yo… Se han criado más… Entrevistador: ¿Y hasta qué edad tuvo que salir a trabajar así para afuera? Vicente Cuéllar: ¿Hasta cuántos años? ¿Vos te acordás, más o menos? ¿Después de la Virtu ya no he ido, que no? Ana Cuéllar: Ella era chiquitita, dos o tres meses… La Virtu, menos de un añito. Compañero: Porque Sergio ya hacía leña… Entrevistador: Era el que más lo ayudaba… Vicente Cuéllar: Muchos, muchos trabajos. De nueve años… Compañero: En el desmonte… El poroto… Pero el desmonte sí. Entrevistador: Y ese era un trabajo que hacías ya más cerca de la casa… Compañero: Sí, más cerca de la casa. Entrevistador: ¿Y después los postes los vendías para afuera? Compañero: En postes nunca he trabajado, yo. Trabajaba en el desmonte. Desmonte. He trabajado para el desmonte, de monte. Ahí aprendí a blanquear tres postes, yo, en toda mi vida. Después, cuando él sabía salir… Yo de pichón… Tenía el perro aquí, para el lado de Pampa Pozo, ahí había trabajado en lo de Antonio Mansilla. Y yo por joder… tenía un hachita, y con eso sabía hacer banquitos. Vicente Cuéllar: Claro, él también ha empezado a trabajar. Compañero: Hacía leña... Lo que he hachado mucho es la leña verde, para

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los hornos. Hornadas cortajeábamos, con el hacha. Después ya no, porque empecé a trabajar con el cerco, yo. Ana Cuéllar: Hasta el sesenta y tres, más o menos, ha trabajado. Pero después ya no. Vicente Cuéllar:¿Pero qué es trabajar? Yo cuando sabía vivir solo, no tenía compañera… Mire, ¡yo era un tipo andariego! Parece que no pensaba nada. Yo me iba, mire. Para la jugada yo me manoteaba todo. Tres días tomaba, volvía. Y vivía por ahí, los caballos atados, en las cantinas… Y yo también. Me gustaba más. Para ahí, en la zona hasta Monte Quemado he jugado a la pelota, yo. De ahí para acá todos me conocían que jugaba a la pelota. Me gustaba más, jugar a la pelota. Entrevistador: En todos lados, anduvo. Vicente Cuéllar: Sí, pero claro, con una gente buena…lo que pasa es que iba a cosechar algodón, él, antes. En el Chaco teníamos un cuadro, para jugar a la pelota. Duros, los santiagueños. Entrevistador: ¿Y cómo se llamaban? Vicente Cuéllar: Yo jugaba en el puesto que me ponían, porque había win, centroforward… cosa que me ponga. No sé, cómo jugaba, pero… Compañero: Club de los rojos, le decíamos nosotros. Dos divisiones, hasta tres divisiones, hemos tenido. Ahí, era. Detrás del terraplén, ahí. Sabía haber gente… Vicente Cuéllar: ¡Miles! Entrevistador: ¿Y alguno se acuerda por qué el nombre de Las Lomitas? Ana Cuéllar: Él debe saber, por qué “Lomitas” le dicen. Yo no sé. Yo cuando nací ya le decían Lomitas, nomás. Compañero: Yo cuando entendí ya le decían Lomitas, también. Vicente Cuéllar: Y bueno, le han puesto esto, porque antes no había nada. Y como vino Ramón, vamos a decir, como un parajecito. Le han puesto ellos,

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porque era una lomita donde cavamos el pozo. Y por eso fue “Lomitas”. Que Ramón, bah, todos los dueños del pozo, decían que sea aquí en las lomitas. Y justamente, “Las Lomitas”. Compañero: Y desde esa época ha quedado “Las Lomitas.” Se pusieron a cavar el pozo, ahí. Ana Cuéllar: Paraje Las Lomitas… Vicente Cuéllar: Porque antes parece que adonde querían le ponían el nombre… “La trampa” también era un paraje así. Compañero: Aquí es El Retiro, y allá Las Lomitas. Yo voy de El Retiro para Lomitas, y ellos vienen de Lomitas para El Retiro. Entrevistador: ¿Y “El Retiro”, por qué? ¿Por algo en especial, o ya tenía nombre de antes? Ana Cuéllar: Nombre de antes. Vicente Cuéllar: Me parece que ése era el nombre del territorio. Los que empezaron a trabajar aquí, los bisabuelos míos, me parece que era… Ana Cuéllar: Se llamaba “Estancia El Retiro.” Entrevistador: Ah, ¿era una estancia, todo esto? Ana Cuéllar: Sí, se llamaba. Vicente Cuéllar: Estancia El Retiro. Compañero: Por eso se ve el desmonte, aquí. Estancia El Retiro. Vicente Cuéllar: Parece que había muy mucha hacienda, antes. Al salir ahí, yo ya he alcanzado a conocer, ahí derecho… Ahí era campo de pura vaca, y corrales, pa los terneros y pa las vacas. En La Trampa, como cuatro corrales he alcanzado a conocer, yo. Había yeguas, había las mulas, y tenían el mulo para las yeguas… hasta yeguas mestizas he alcanzado a conocer. Pero las vacas… tres corrales. Ahí en “La Trampa”, que le dicen. Ahí se habían criado mis bisabuelos.

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Entrevistador: ¿Y dónde… había una cabecera de estancia, de lo que era la estancia? Vicente Cuéllar: Y eso es lo que yo no sé. Yo lo que he alcanzado a conocer es muy mucha hacienda, por demás. Había sido que se criaban sin marca, nada. Que no tocaba nadie. Porque yo cuando he sido un chico, no creo haber sabido haber una bajada. Ha sido que bajaba la hacienda para el río, pero de noche. Cuando me han mandado una mañana, tenían dos corrales, uno así, y uno para acá, así. Una vez que han entrado con la bajada. Pa que señalen, pa que marquen… Pero animales muy viejos, ya. Me mandaron que lleve carne, que han carneado en La Trampa. Yo ahí he alcanzado a conocer. ¡Qué sería! A gatas, me acuerdo. Y eso lo habían sabido cercar. Hasta Manga Bajada. Por sobre el río. Y de allá para el sur habían sabido cercar, un potrero y bajada. Y de ahí habían sabido cercar otro, hasta el Boquerón. Así que la bajada estaría en Corral. Eso he alcanzado a conocer, ¡pero chico era! A pie, andaba. Pero yo les preguntaba a los abuelitos, de por qué le decían “Trampa”. “¡No! Porque hemos encontrado unas trampas”, me decían ellos. “Esas trampitas”, me decían ellos, esas trampitas sogueras de tierra. Le poníamos debajo de la tierra, para los animalitos. Pero es Estancia El Retiro, el nombre. Pero no sé por qué sería, porque había mucha hacienda, o porque así sería el nombre, no sé eso, yo, nomás.

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La Identidad indígena Desde 1992, año del 5to centenario del mal llamado descubrimiento del continente americano por parte de los europeos, las identidades indígenas se han alzado, luego de siglos de represión física y simbólica, para integrar el ámbito de la política de la confrontación contra el capitalismo. En dicho año, se lanzó la campaña continental “500 años de Resistencia Indígena, Negra, Campesina, Negra y Popular”, que articuló el accionar de numerosos movimientos sociales de Latinoamérica. Los movimientos sociales de toda Latinoamérica se han construido en torno a revitalizar la cultura indígena, sin caer en la añoranza, sino tomándola como un elemento más en la constitución de sujetos revolucionarios, aplicando la idea de comunidad contrapuesta a la lucha de individuos aislados y de relación de los seres humanos con la tierra como un todo y no como una mercancía. En ese sentido, el MoCaSE V.C. trabaja la identidad indígena desde el reconocimiento formal de las comunidades, la participación en el INAI, y la inscripción de los territorios como propiedad comunitaria, así como interpelándo(se) desde unas raíces largo tiempo negadas y que implican una búsqueda como comunidad. Etelvina del Valle Ruiz: Con mi papá, nosotros nos sabíamos decir que éramos descendencia de indios. Para nosotros no era nuevo, porque mi papá a nosotros ya nos sabía decir. La gente de antes… Mi papá nos decía: “Nosotros somos descendientes de indios.” Yo sigo. Y muchos dicen: “No, yo no quiero ser indio.” Y yo digo: “Quieras o no… pero igual somos descendientes de indios.” Vicente Cuéllar: Mi sobrino dice: “Yo soy indio. Porque en la época en que no había españoles, ni ninguno otro.” dice. Pero hay mucha gente que no quieren ser indios, y que no son indios, dicen. Que son españoles. Ana Cuéllar: Porque esa vez que ha habido un censo… los han censado. Y algunos no han querido ser indios. Porque decían que ellos no son indios. Y algunos sí habían aceptado, que sí son indios. Ana Cuéllar: Nosotros ya hace bastante hemos aceptado que somos indígenas. Pero algunas personas nos decían que esa ley no existe. Que nunca se aprobó.

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Vicente Cuéllar: Y bueno, ahora sabemos que de los indios era la tierra, ¿qué no? Esta tierra que vivimos. No era de los españoles. Ana Cuéllar: Y sabemos qué raza somos, y todo. Vicente Cuéllar: Todo. Qué raza somos, sabemos. Tránsito Erén: Cuando ya se hemos organizado, ahí se reconocemos como comunidad indígena. Comunidad indígena La Soledad y Villa Estela. O sea que ahí se hemos organizado, a la comunidad y la hemos cuadrado, a la comunidad ya dando límites a lo que es la comunidad… Pero primero, claro, siempre estábamos los que vivíamos ahí y teníamos derechos, pero no trabajábamos tan bien como comunidad. Ramón Cuéllar: Ellos hablaban así, como nosotros hablaban porque se olvidaron la lengua principalmente como hablaban ellos, los indios. Y la quichua, ellos lo sabían, todos ellos, mi viejo, mi abuela, todos lo sabían. Yo lo entiendo pero no lo sé hablar. Entrevistadora: No aprendieron de chicos… Ramón Cuéllar: No, nos hicieron olvidar todo. Y en la escuela no nos enseñaban y todos se olvidaron, la lengua de nuestros indígenas también porque tenían la palabra los indígenas… Entrevistadora: La educación es parte de la reforma agraria Ricardo Cuéllar: Claro porque los niños son los más discriminado, a veces los docentes por hacerle doler a los chicos les dicen ‘indio’ y lo están reconociendo que son indios. Por ahí viene un terrateniente y nos retan porque somos unos duros, unos indios, sin darse cuenta nos dicen que somos indios, pero somos indios de verdad, ese es el orgullo, que ellos nos reconozcan es mejor porque nos da más valor todavía. Entrevistadora: A algunos por ahí no les pasa eso… Ricardo Cuéllar: A algunos no les pasa porque todavía no tienen el conocimiento y si les hablan de indios se sorprenden porque hemos sido muy violentamente destrozado el tema indígena. Sabiendo toda la historia que nos han

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hecho los gringos de afuera, es fiero que alguno diga no somos indígenas… pero hay muchos campesinos que sí decimos ‘yo soy indio’, mi papá era indio, mi abuelo, y que me reconozcan es mejor capaz que estoy grabando. Fué fácil reconocerse como indígenas aquí, yo creo que no hubo dudas, aquí por lo menos no hay dudas. Lo que sí falta, es un proceso lento, es que los demás vecinos que no están reconocidas porque están en otras organizaciones de pensamiento distinto, con el mismo aspecto cultural e ideológico pero con diferencias en organización, en esas cuestiones. Hay muchos vecinos que no se entregan porque a lo mejor la organización de ellos los presionan que eso es mentira o le hacen ver otras cosas porque la política avanza mucho ahí, está mucho la dádiva, porque el plan, porque unos bolsones o porque otra cosa, lo que hacen los políticos. Nosotros en esas cuestiones no compartimos políticamente, porque los años que hemos vivido y nunca han tratado de ayudarnos sino que de empeorarnos. Todo fue empeorarnos discriminadamente, está desde la educación, la salud que son las cosas fundamentales primero, después de nuestros recursos naturales que están haciendo desaparecer todo, quieren hacernos desaparecer. Gracias a Dios ahora por la fuerza organizativa que se está haciendo, se está quedando este bosque que es nativo y que nuestros indios han sido, nos han dicho que este monte es la verdadera naturaleza del hombre y de la vida de la persona. Ramón Cuéllar: Los vecinos algo se están sumando. Y estamos pechando nosotros, insistiendo más y que seamos indígenas, que se animen a ser indígenas que se reconozcamos más, porque todos somos indígenas y esa es nuestra idea de que… y sumar más indígenas. Cuanto más nos reconozcamos, aquí por toda esta zona del campo, va a ser muy lindo, muy mucha fuerza, porque no nos van a poder echar tan fácil. Ahora estamos teniendo Villa Estela que ya está en Buenos Aires para que… Ya está con los trámites, están metidos los trámites. Y así estamos esperando, haciendo fuerza para sumar más comunidades que se animen que seamos indios. Porque nosotros estamos insistiendo en que somos indígenas todos y que digamos de corazón y espiritualmente que somos indígenas, todos aquellos que se quieran sumar.

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Comienzan los grupos de parajes UPPSAN

(Unión de Pequeños Productores del Salado del Norte) Durante la última dictadura militar (1976-1983) se producen importantes cambios políticos, económicos y sociales que se reflejarán en el surgimiento de los primeros conflictos por la cuestión de la tierra. En esa época, algunas organizaciones ligadas a la Iglesia Católica comienzan a realizar un trabajo de base en la zona de San José del Boquerón, difundiendo el derecho a la tierra y la formación jurídica, además de fomentar la cooperación productiva entre los vecinos. Pero estas propuestas todavía no encontrarán eco en la mayoría de las comunidades que hoy conforman la Central Campesina de Productores del Norte. Ricardo Cuéllar: Como en el setenta y cinco, por ahí, empezamos con la parroquia del cura, a organizarse. Siempre venía el cura y nos decía: “Marquen, muchachos, marquen. Pongan unos postes. Y eso va a ser… Hagan una línea. Ahí ya van a tener derechos.” Delicia Mansilla: No le llevábamos el apunte… Ricardo Cuéllar: Y no le creíamos nosotros. “Qué va a hacer, éste… Éste quiere engañarnos”, decíamos nosotros. Si nosotros teníamos unas líneas, hechas, y para qué íbamos a hacer más. Y después, la gente, con eso que la gente hacía porque el cura les quería avivar que marquen, marcaban. Pero igual, no les respetaron, los derechos esos. Hacían un enramado, una picada ancha, con un cerco… Igual, les han sacado todo, firmando, todo, viniendo… Porque no había respeto. Y después, hemos seguido con ellos, con el cura… Ricardo Cuéllar: En el año ´82, para mí, fue como que aparecen organizaciones campesinas de la zona, cuando nosotros no entendíamos nada de organizarse, todavía. Y aparece este párroco de San José del Boquerón, que es Juan Carlos Constable. En ese tiempo, decía: “Tienen que empezar a organizarse, porque se viene jodido el tema tierra y territorio. Vienen compradores de afuera, vienen a usurpar las tierras.” Nadie le llevaba el apunte, por

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supuesto. No estábamos convencidos de qué era un derecho, de qué era una ley, nada. Ellos empezaron por ahí. Capaz que por el ´80, ´82 ya estaban organizados, ellos, y no tan solo por el tema tierras, sino que se empezaron a agrupar para recibir algunos proyectos, que son proyectos productivos… para ellos, para el campo, para mejorar su calidad de vida. Nosotros no entendíamos nada de organización, no nos movíamos. Por ahí nos invitaban, por ahí no, pero veíamos que eran organizaciones que no nos servían. No entendíamos de organizaciones, pero a la vez que entendimos, empezamos a pensar que no solamente hay que estar organizados para recibir un proyecto, sino para ir conociendo qué es un derecho. Y de ahí fue que en el '94 empezamos ya a quererse organizar, nosotros. Pero ellos en el '82 ya venían con unos años de trayectoria de organizaciones, donde no luchaban mucho por la tierra, ni se hablaba mucho de la tierra, sino que se hablaba más de tener un proyecto que sean beneficiarios, que sea para uno mismo, no para la comunidad, sino que se hablaba de proyectos individuales donde la familia podía empezar a mejorar su calidad de vida, pero mucho sin entender qué, y por qué. Eran la UPPSAN, la Unión de Pequeños Productores del Salado del Norte. Ellos nos habían invitado, algunas de esas comunidades que se organizado. Y nosotros capaz que no entendíamos, como te digo, y aparte vivíamos laborando para afuera, como peones golondrina, y no teníamos tiempo de estar organizados. Laburábamos en el Chaco, o en Salta, o en Tucumán, o algunos por acá, haciendo postes, o carbón… Siempre madera. Pero todo para nuestros familiares, nomás.

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El Retiro se une a la UPPSAN Nicasio Cuéllar: Cuando empezamos, ellos estaban organizados, y siempre nos insistían que se organicemos con ellos. La UPPSAN era del cura, digamos. Mucha gente, tenía. Venían compañeros, amigos, que nos decían que se asociemos, que es muy lindo, por esto y por aquello, por las luchas y nuestros derechos… Y bueno, a veces no creíamos, también. Queríamos y no. A la vez, se hemos organizado con el cura, con UPPSAN. Ha seguido, ha seguido… Ricardo Cuéllar: No me acuerdo bien la primera reunión, pero en el año '94, o un poquito más, nos convencieron los promotores de la UPPSAN, que nos organicemos, que tengamos delegados de la comunidad, y ahí ya empezamos a participar. No conocíamos problemas de tierra, no conocíamos qué era el problema aquel que nos iba a salir hoy, por ejemplo. Nadie conocía el problema de tierra de fondo. Capaz que lo teníamos y no lo conocíamos, pero desconocíamos en el tema ése. Y nosotros en el '94 nos empezamos a organizar para comenzar a mejorar un poco el tema de la producción. Queríamos arrastrar más tierra para nosotros. En esa época se trabajaba como minifundista, sembrando algodón, acá, a una escala que uno pueda. No era tan obligatorio, pero para mejorar la calidad de vida. Se sembraba mucho algodón, con un préstamo del gobierno. Pero tampoco le daban bolilla, mucho, al tema tierra. Hasta que se nos vino a nosotros, exclusivamente. Ya cuando estuvimos organizados, del '94 en adelante, empezamos a crecer nuestras comunidades, a ver que no era el proyecto de arar y mejorar la cría, sino de empezar a hacer, a promover otros temas. Entrevistador: ¿Y cómo era la organización UPPSAN, en ese momento? Ricardo Cuéllar: Nosotros en ese momento veíamos que estábamos organizados pero no estábamos caminando bien. Organizativamente siempre estábamos dependiendo de alguien, que era el cura… Siempre dependíamos, que sabíamos que ellos nos manejaban, y como nos habían entrado la iglesia, y todo eso, todavía no nos convencíamos de que teníamos que ser nosotros los que decidíamos, sino que tomaban las decisiones ellos. Y respetábamos eso. Mirá vos (risa), respetábamos esas cosas sin tener una claridad, que era nuestro todo. Ellos nos representaban, pero por los dichos nuestros, por la forma de vida nuestra. La forma de vida, el pensar, y el querer crecer. Y así fue que nos empezó a abrir la mente, el tema de cómo ir

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pensando en ir a organizarse en otras luchas, de empezar a tener proyectos productivos grandes, en más cantidad o para mejorar más calidad de vida. Nos dimos cuenta, empezamos a discutir con el cura. Empezamos a discutir que ya no es él el que tiene que oponerse, o nada de esas cosas, sino que nosotros empezar a buscar nuestra forma. De empezarle a decir las cosas que no es tan así como él decía, sino que tenemos que tener otra participación y decisión. Julián Roqué, que en esa época se sumó como promotor de UPPSAN, cuenta su visión desde lo que entonces era el papel de los “técnicos”. Julián Roqué: Yo me sumo en un proyecto con un grupo de jóvenes de Cai Pozo en el '97 y un grupo de dirigentes me pide que me sume a la UPPSAN. Tenían la asistencia técnica formal de una ONG que se llama INCUPO. INCUPO llevaba adelante la asistencia técnica de los proyectos PSA, Programa Social Agropecuario. Y había tensión, entre la INCUPO y la UPPSAN, por motivos que los pueden hablar con INCUPO y con UPPSAN. No, bueno… No era fácil llevar adelante la asistencia técnica en la zona. Porque salía a las comunidades y en todas las comunidades se planteaban los mismos problemas, que era la relación con el cura, la administración de los fondos, la administración de los recursos… Cuando digo recursos, estoy hablando tanto del tractor, como lo que llegaba de dinero de los diferentes programas para alambrados, o de Prohuerta, de gallinas, o de semillas, o de los planes trabajar, o de… Ahí los Planes Trabajar llegaron un poco después. Pero todo lo que eran recursos, todo lo que era administración de poder pasaba por el cura, y el cura lo administraba a través de los dirigentes que tenía elegidos. Y esto generaba mucho conflicto en las comunidades. Las comunidades te decían “Sí, todo fenómeno, todo bárbaro, pero acá tenemos problemas con el cura…” Entonces, mi trabajo fue realmente muy sencillo. Yo iba a las comunidades, escuchaba, y la gente me tiraba encima el quilombo que había en todas las comunidades, que al margen de que el eje era la tierra, y de un montón de cosas, todo terminaba cayendo en que no se podían destrabar los nudos con las relaciones que había con el cura. Entonces, digamos que estaba por debajo de cualquier reunión, de cualquier circunstancia, estaba la situación de una necesidad de independizarse, o de cambiar las relaciones de poder. Pero en términos formales no se podía bardear mucho. Se hablaba, se hacía lobby, con uno, con otro y se fue prendiendo una llama. Se fue prendiendo una llama en los corazones de muchas personas involucradas en ese momento en lo que era la realidad de las

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comunidades de la zona del norte del Salado, que era muy hermoso pero tremendamente duro. No llegaba la luz, el gas, todo el financiamiento que llegaba quedaba filtrado por el cura. El carbón lo vendían a dos mangos porque no había manera de articular a los carboneros, porque los caminos eran tremendos… Entonces, era una situación, por un lado, absolutamente hermosa en términos de riqueza, de saber, de saber popular, de bronca popular, de actitud… La gente, algo muy lindo que expresaba mucho era: “Este pendejo llegó y nos abrió los ojos”, pero en realidad yo no les abrí los ojos. Ellos me abrieron los ojos a mí, y ellos tenían los ojos abiertos, y tenían unas ganas de luchar bárbaras. Había unas ganas de luchar bárbaras en toda la zona. Comunidad nueva que íbamos a conocer, era un fervor, una cosa muy mística. En un marco de cero comunicación. No había una radio, no había un sorete para comunicarse. La comunicación era a través de LV 11, que era la AM provincial, o sino con el colectivo éste que fue en el que se terminó matando gente hace poco y boca en boca. A ver, eso en cuanto a la comunicación más tradicional y lo que uno podía generar. Después, ellos, en las zonas se generaba una situación de comunicación fabulosa, que era inexplicable. O sea: estábamos en un momento en el que… No sé, había que organizar una reunión, pero en secreto, ponéle, porque iba a ocurrir tal cosa y tal otra. Y tenía que venir un fulano, que estaba a 30 kilómetros para allá, y otro que estaba 20 para allá, y otro allá a 10. Y ellos hacían. Salían uno para allá en bicicleta… Me decían: “Julián, no te preocupes.” Y llegaban, y la reunión se hacía. Eso era increíble. Pero bueno, no dejaba de ser todo muy dificultoso. Tanto en comunicación, en movilidad… No había movilidad, no existía; había dos motos, en toda la zona. Y bicicletas… un par.

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UPPSAN entra en el MoCaSE El Proceso militar que comienza en 1976 marca un paso del modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones a un modelo económico neoliberal marcado por Ia centralidad del mercado financiero y la exportación de bienes primarios, conocidos como “commodities”. En el ámbito agropecuario se consolidan en la década del 90 las políticas propiciadas por la “Revolución verde” y se instaura el modelo de los agronegocios. En la zona de Santiago del Estero se instalarán empresarios sojeros, pero por sobre todo, grandes productores ganaderos “expulsados” de la zona pampeana y litoral, por el crecimiento en el valor de la tierra y atraídos por los precios bajos de los territorios santiagueños, así como por las escasas regulaciones y la facilidad de convencer a sus corruptos gobernantes en materia de títulos de propiedad. En este contexto, a finales de los años ‘80 comienzan a formarse organizaciones zonales de base campesinas, y cuatro de ellas fundan el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MoCaSE) el 4 de Agosto de 1990, movimiento que lentamente fue expandiendo su acción territorial en la provincia de Santiago del Estero. Julián Roqué: La UPPSAN no estaba en el MoCaSE porque había un presidente que los había cagado, los habían requemado, y se habían corrido. Entonces, la UPPSAN no formaba parte del MoCaSE. Y no formaban parte por un complejo de culpa, porque ellos sabían que se habían portado mal con el MoCaSE. Entonces, cuando yo conozco Quimilí, y desde Quimilí el planteo era muy concreto, muy claro, y en ese sentido muy acertado: la estructura, la orgánica que hay que fortalecer es el MoCaSE, y desde ahí vas a poder crecer, vamos a poder crecer, la UPPSAN va a poder crecer. Y ahí yo dije: “Éste es el camino.” Y volví a la UPPSAN y les dije: “Muchachos, ¿qué pasa con el MoCaSE?” Y yo trabajaba mucho haciendo memoria histórica, en la UPPSAN. Porque, bueno, como todos, yo no conocía. Entonces, “¿qué pasó con esto?”, agarraba un papelógrafo y entraba a preguntar, qué pasaba. Y así me enteré de estas cosas que te estoy diciendo. Entonces, cuando yo les dije: “Pero, muchachos, está todo bien.” “¿Cómo que está todo bien?” “Sí, está todo bien. Yo vengo de hablar con la gente de Quimilí, con los dirigentes de los Juríes…” Había empezado a conocer a Chuca. Chuca era un dirigente de los Juríes que a raíz de los diferentes conflictos que hubo en los cuadros técnicos de la provincia, por ahí estuvo distanciado de Quimilí en aquellos mediados y fines de la década del

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noventa. Era un tipo bárbaro. A mí fue un tipo que me hizo reír mucho, me enseñó mucho, emocionó mucho… Chuca, que era de Los Juríes, y que en ese tiempo ya había un distanciamiento político entre los cuadros de Quimilí, los cuadros de los Juríes y los cuadros de Añatuya… Todos dijeron “Que vuelva la UPPSAN”. Todos lo dijeron. Entonces, yo fui con ese mensaje: “Muchachos, ya está. El quilombo de aquel presidente que se mandó esos mocos ya fue.” Y en ese momento nos subimos a ese colectivo que se pegó el palo hace poco, y fuimos, y se volvió a integrar la UPPSAN al MoCaSE, con dirigentes nuevos. Que eran, como te vuelvo a decir, una mezcla de elección de la gente y del cura. Y ahí empezamos a ir, desde la UPPSAN empezamos a formar parte nuevamente del MoCaSE, y así como en la zona de Quimilí, o en otras zonas tenían muy en claro que el eje del problema era la tierra, y trabajar sobre eso, acá teníamos en claro que el eje del problema era la tierra, yo junto con otros compañeros como misioneros ya veíamos que el problema era la tierra, pero siempre arriba de eso el problema era la relación con el cura. Estaba muy fuerte el problema de que era la Unión de Pequeños Productores del Salado Norte, parroquial: UPPSAN, de la parroquia. Todo era de la parroquia. Y eso era un problema que había que resolver, evidentemente, lo planteaban en las comunidades, y así se trabajó. Y se fue trabajando con el eje de la tierra, con un poco de Prohuerta, con un poco de sal y pimienta, de algunos programitas, pelotudeces, de los que uno se agarraba para organizarse. Se trabajaba esta relación con la parroquia. Qué pasaba con el tractor, un tractor abandonado, hecho bosta, que no trabajaba, que no sembraba, que no servía para nada. ¿Por qué? No se entendía por qué teniendo tantos socios la organización, el tractor no era sustentable. Martín Bustamante: No le daban importancia al MoCaSE, antes. En la UPPSAN no le daban a conocer, ni para qué servía el MoCaSE, ni qué era lo que era el MoCaSE, ni nada. Delegaban a un tipo, le decían “Vos vas a ser representante del MoCaSE”, y nada más. Y en reunión no se le trataban los temas que tenía que ir a tratar, ni tampoco a discutir, ni qué estatuto se podía hacer, ni nada, nada. Así que era muy difícil. Por lo menos, a nosotros nunca nos han dado a conocer, como de la UPPSAN.

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Se crea la OCCAP

(Organización Campesina Copo, Alberdi y Pellegrini) Nicasio Cuéllar: Después ha seguido la… digamos, lo de la maquinaria, que hacían el cultivo, que había un tesorero, y ese tesorero, cuando se echaba a perder el tractor, nos salía pidiendo plata para hacerlo componer, y nosotros estábamos poniendo plata, inusualmente, para hacer la compostura, y pagando una hectárea de tierra, encima. Y al hacer el balance no había un peso. Un peso, no había. Y bueno, me dice Ricardo Cuéllar: “No, qué les parece esto.” Y bueno, Julián ahí también fue a hablar: “Hay que hacer otra relación; cambiemos de ahí, salgamos.” Y vino el obispo de Añatuya: “Y bueno, ya están organizados, ya están grandes, ya van a caminar solos… Todo lo que hay, esto es de la parroquia.” ¡Que teníamos el tractor! Porque teníamos un camión, ¡y el camión lo ha vendido el cura! Sin avisar a nadie. Y ahí hemos hecho… Nos hemos separado de la parroquia, y hemos hecho la OCCAP. Ramón Cuéllar: También éramos rebeldes, en esos años. No queríamos entrar, con el cura, tampoco. Porque no nos gustaba… Decía una cosa uno, decía otra cosa otros… Así nos comandaba, ¿no? Y a la vez, hemos entrado con la parroquia. Hemos estado con ella como… Habremos estado dos años. Y empezamos mal, empezó mal, porque… El tractor venía a arar, tenía el tractorista, y el otro que venía a medir las hectáreas que tenía que arar el tractor. Llevaban todo, y la plata, y le entregaban al tesorero, y cuando se quería hacer el balance no había un peso. El tractor por ahí ya estaba desarmado y había que poner de vuelta la plata. Y eso dijimos. “No, estamos haciendo plata para ellos. Porque con esa plata que trabaja la máquina, tienen que comprar los repuestos.” Y de ahí empezamos. Y bueno. Después, dijimos: “Vamos a separarse, de esta organización del cura, parroquial.” Y vino el obispado de Añatuya. Y ahí entró Julián Roqué, compañero nuestro, era. Que también trabajaba con Langui, estaba con Langui… Era muy amigo, se llevaba bien con ellos. Y con el padre Juan Carlos también, eran amigos. Y después, cuando empezó a discutir con el padre Juan Carlos, hasta “drogado”, le alcanzó a decir, el padre Juan Carlos. Y bueno, Julián tampoco no le iba a rogar, porque también sabía que él no era drogado, y cómo le iba a decir así. Y empezamos… Ahí viene el obispado, y dijo que las máquinas eran de él. Y los que quieran salir… “Bueno, ahora no son nenes. Ahora ya

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caminan, caminan solos, bueno, vayan y hagan lo que quieran. Pero aquí lo que hay es de la parroquia, y va a quedar para la parroquia. Y es mío el tractor, y el camión que teníamos, también.” Después lo ha quedado el cura, y ha quedado ahí, el tractor. Y dicen que vive, por ahí, hecho pedazos, vive… Lo arreglan, se cae, lo levantan, y así, el tractor. Pero nunca tiene plata, el tesorero. Y después, ahí nomás se hemos cruzado, y hemos llamado… Se hemos convocado a todos, los que quieran hacer otra organización, para otro domingo. Porque de ese domingo para otro hemos llamado a una reunión, y que se reunamos ahí nomás, cerca nomás. Hacia 1997 las comunidades agrupadas en la UPPSAN empiezan a sufrir tensiones. Esto se debe, por un lado, a la estructura jerárquica de la Iglesia Católica a la que se someten y, por otro, a la falta de acciones respecto al problema de la titularidad de la tierra. Las rupturas organizativas son un proceso que marca el territorio. Los desprendimientos organizativos convivirán con las organizaciones previas. Con ellas deberán compartir el territorio, no sin conflictos. Ricardo Cuéllar: Bueno, nosotros nos dividimos por esas injusticias que había desde los párrocos, que eran los curas. Vino el obispado, y nos dijeron que ellos son dueños de todo lo que estaba ahí: el tractor, los galpones, todo lo que tenían ahí. Que nosotros éramos nada más que unas personas que somos organización, pero que no teníamos nada. Nosotros nos recalentábamos y les decíamos que el tractor es nuestro, el galpón es nuestro, todas las herramientas son nuestras… Y encima nos fueron a decir que nada es de nosotros, sino que es de ellos, que ahora empiecen a caminar las organizaciones como les parezca. Nosotros nos mirábamos a la cara, todos, con bronca, porque “Cómo puede ser, años que hemos laburado, tenemos las herramientas, y ahora no nos valorizan que es nuestro. Que todo es de ellos… No, no puede ser”. Cambiamos con este muchacho Julián, y presentamos algunas quejas ante el obispado, pero nadie se animó a decirle nada al obispado. Y quedó con lo que dijeron ellos. El obispo era de Añatuya, Baseotto. Era narcotraficante de bebés, y lo han puesto castrense. Antonio Baseotto era obispo de Añatuya por esos años, antes de ser nombrado obispo castrense en el año 2002. Gran parte de su fama a nivel nacional se debe a su referencia pública al Ministro de Salud de la Nación en aquel momento, Ginés González, con el comentario “los que escandalizan a los pequeños merecen que les cuelguen una piedra de molino al cuello y

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lo tiren al mar”. La frase remitió a los vuelos de la muerte de la dictadura, dado que, según se ha comprobado fehacientemente, cientos de prisioneros políticos, desaparecidos por el régimen militar de 1976-1983, fueron arrojados drogados y maniatados al Río de la Plata desde aviones militares. Estos dichos de Baseotto tuvieron lugar en febrero del 2005, a raíz de la postura del ministro a favor de la despenalización del aborto, lo cual enfrentó al Estado Nacional con la jerarquía de la Iglesia Católica. Por otra parte, también en el año 2005, se efectivizaron denuncias acerca de la responsabilidad del obispo en el manejo de una red clandestina de robo y venta de bebés. Algunas denuncias llegan a hablar de 30.000 bebés sustraídos a lo largo de diez años. Pero volvamos a la situación planteada en torno a su presencia en la UPPSAN. Entrevistador: ¿Y cómo presentaron las quejas? ¿Por escrito? Ricardo Cuéllar: Nosotros hemos hecho por escrito, y hemos nombrado cinco compañeros que le digan. Cada uno tenía un papel en la mano. Ninguno de los compañeros fue a decirle ese papel. Se quedaron con el papel en la mano, lo metieron en el siete, y quedaron ahí. Nosotros embroncados, porque tomamos confianza de que lo iban a decir. Entrevistador: ¿Qué es el siete? Ricardo Cuéllar: En el orto. (Risas). Y claro, porque nosotros, como ellos eran más de hablar, y como más excedidos, les dimos a ellos, porque “Sí, eso lo van a decir.” Y nos erramos feísimo. Capaz que si nos daban a nosotros, cualquiera de nosotros que estábamos ahí, le saltábamos y le decíamos: “Mirá, esto es lo que dice el papel, esto es lo que queremos.” Ahí nos separamos, ahí empezamos… No nos separamos, nosotros. Incluso, ni con toda la bronca que teníamos, no nos separamos de la UPPSAN. Nos separó la UPPSAN, a nosotros. Éramos 200, casi 300 integrantes, familias. Entonces tomamos la decisión entre varios, diciendo: “O seguimos esta línea, o seguimos otra línea. Porque esto no nos sirve. No nos sirve porque aquí no nos representan, y aquí están haciendo lo que quieren.” Pero lo mismo fuimos a reunirse en el mismo galpón de la UPPSAN. No nos entregaban las llaves… nos decían que sí nos iban a dar la llave, pero no nos entregaban; nos dejaban afuera… hicimos tres reuniones ahí en el galpón, pero afuera. No nos entregaban las llaves para hacer la reunión en el galpón, siendo que el galpón era de todos. Ahí vimos que era todo separarnos, o dividirnos,

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y tomamos una decisión de hacer otra sede, y esa sede se llamó OCCAP. OCCAP porque eran tres departamentos: Copo, Alberdi y Pellegrini. Y empezamos a armar reuniones, como no teníamos donde hacerlo, en la casa de un compañero. Y de ahí empezamos a tomar decisiones, qué vamos a ir haciendo, dónde va a ser la central, y todas esas cosas. Y llegamos a hacer la central, nosotros de la OCCAP. Entre todos, en esa época, fundamos. Julián Roqué: El obispo de Añatuya iba una vez al año, a la zona. O por ahí un poco más, pero una vez al año obligatoriamente, que era cuando se confirmaban los chicos de la zona. Y en el marco de la confirmación de los chicos, hacían una reunión con la organización campesina. Y nosotros previamente a esta reunión hicimos una reunión de la UPPSAN tratando dos temas fundamentales: uno era un conflicto de tierras en Tusca Bajada, con Santos Pedano, que quería instalar… supongamos, estoy inventando, pero ponele que había 20 hornos de carbón. El tipo quería instalar 80. Una parte de la reunión era ese conflicto, y la otra parte de la reunión era cómo encaramos mañana la reunión con el obispo. Entonces, se planeó la reunión con el obispo, se dijo que se tenía que plantear… todo esto posterior a haber evaluado lo que pasaba con el tractor, lo que pasaba con los planes sociales, lo que pasaba con la tierra, lo que pasaba con todo, y todo giraba alrededor de que “Che, no nos podemos mover porque el cura… pa, pa, pa.” Llegó la reunión con el obispo y realmente fue… Basseotto es un tipo, además de muy jodido, muy hábil. Y yo no me lo olvido más. Empezó rezando… En general, uno cuando reza, hace la señal de la cruz, reza, termina de rezar y hace de nuevo la señal de la cruz. El tipo empieza a rezar, hace la señal de la cruz, y nunca dejó de rezar. Entonces reza, y continúa, y empieza con “Y bueno, hagamos memoria, que la UPPSAN, siempre fue de la parroquia…” Y para esa reunión se había discutido mucho lo que se tenía que plantear, y había compañeros de la UPPSAN elegidos a plantear las cosas. Y los compañeros flaquearon, ahí en ese momento. Muy entendible, porque Basseotto no es un tipo fácil. Manejó la reunión muy caudillistamente, muy lleno de promesas. Era un tipo complicado. La reunión fue impresionante, porque ya venía todo… Estaba muy caldeado, el ambiente. Se sabía que ya habíamos estado el día anterior mil horas, planeando la reunión. Y bajaron del monte, había como 150 personas; esa reunión fue una cosa de locos, estaban todos… Y cuando la empezó a aparatear Baseotto, y empezó pam pam pim pum pam pam pum… Y estábamos todos con la cabeza para abajo escuchándolo al hijo de puta ése, que no paraba de hablar y de cerrar todos los temas como se le cantaba el culo. Y en un momento, el tipo solo me da

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el pie a mí. Dice: “Y bueno, me han hablado de vos. ¿Qué estás haciendo acá?” Entonces yo ahí le digo: “Yo vine de misionero, empecé a trabajar con la UPPSAN, y estamos trabajando principalmente por el tema de la lucha por la tierra.” Y me dice, Baseotto: “Esa palabra no se dice, acá.” “¿Qué palabra?” “Lucha” Le digo: “Bueno, no sé… No es que estamos luchando con armas, ni con palos. Es una manera de decir.” Y ahí se entró a polarizar una discusión entre Baseotto y yo, que de ninguna manera era mi intención, yo era un pendejo, y una discusión con Baseotto era perder sí o sí, para mí. Yo tampoco tenía mucha idea de quién era Baseotto, pero algo de idea tenía. No sabía que era tan hijo de puta, pero sabía que era bastante. Y en definitiva, empezamos a tener una discusión tet a tet con Baseotto, que se fue levantando de clima hasta que Baseotto me dijo “Vos sos un pelotudo de mierda” y yo le digo: “Y usted es un autoritario, que no permite que se diga tal cosa ni tal otra” La cuestión es que en un momento yo dije: “Bueno, yo no voy a hablar más, porque acá había personas seleccionadas que tenían que decir las cosas. Yo no tengo tierra, no tengo tractor, no tengo un sorete, acá. Yo estoy colaborando. Lo único que yo quiero saber, y entender, es si la organización es parroquial, y ustedes quieren que sea parroquial, cómo puede ser que el cura Juan Carlos, mientras nosotros estábamos reunidos por un conflicto de tierra con Santos Pedano, él estaba reunido con Santos Pedano queriéndole vender el camión de la organización UPPSAN. Explíqueme esto, padre.” Y ahí Baseotto lo miró al cura Juan Carlos, Baseotto se puso todo colorado, Juan Carlos se puso todo colorado, y me dice: “No, no, no. Yo lo estaba confesando.” Y yo le digo: “Padre, ¿usted lo estaba confesando?” “Sí, como a cualquier hijo de Dios, lo estaba confesando.” Ahí Baseotto dijo “Bueno, se acabó la reunión” Ahí nomás, se pudrió todo. La gente se le tiró encima, al obispo y al cura, pero no para decirle las cosas, sino la dádiva, el asistencialismo, pa menguarle: “No, que necesito una gallinita, el alambrado, el techo de lata…” Era lo típico, uno de los grandes problemas, la relación clientelista entre la parroquia, el obispado y la gente. Y piloteó ese momento, Baseotto, “Sí, sí, yo les traigo todo, todo. Chau.” Se subió a la camioneta, se fue, y la gente se estaba por ir, y yo les dije: “Muchachos, paren un segundo. Yo me voy” “¿Cómo que te vas?” “Sí, yo me voy. No trabajo más para esta parroquia, no trabajo más para esta organización, y no trabajo más para este grupo de gente que se cagaron todos y no se animaron a plantearle las cosas que habíamos dicho ayer acá.“ Me tenía que ir a Buenos Aires. Me escapé. Me fui a Buenos Aires, a resolver algunas cuestiones y demás. Y ahí me llegó una carta que la recibió mi vieja. Mi vieja se emocionó mucho, cuando recibió esa carta, porque los campe-

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sinos escriben como hablan, y la carta decía: “Se dijimos que no podíamos continuar así…” Y lo que planteaban en esa carta que se habían independizado, que habían armado una organización nueva, y que querían que vuelva. La OCCAP. La OCCAP se arma a raíz de esta reunión con Baseotto y con el cura en el marco de la UPPSAN. Ahí aparece una figura que es la figura de Juan Cuéllar, que es una persona que no formaba parte de la UPPSAN, por el conflicto con el cura, y cuando yo empiezo a formar parte de la UPPSAN, le empiezo a insistir mucho para que se integre. Y cuando se arma la OCCAP, ya se mete como uno de los cuadros más importantes. Juan Cuéllar, estamos hablando del que hoy es el comisionado municipal de la zona. Ricardo Cuéllar: Recién entraba el comisionado, que es ahora Juan Cuéllar. Recién justo que nosotros estábamos saliendo, aparece él organizándose con la UPPSAN. Y al parecer que nosotros nos abrimos, él va con nosotros, no se queda con el cura. Entrevistador: ¿Y cuántas familias había, más o menos? Ricardo Cuéllar: Más o menos hemos sido setenta y cinco, ochenta familias, cuando se hemos abierto. Y muchos quedaron… Porque allá quedaron como cuarenta, en la UPPSAN. Y el resto no sabía que iba a hacer. Quedaron indecisos, si iban a quedar en la UPPSAN, o se iban a ir a la OCCAP. Quedaron así, pensando. Y después se empezaron a sumar en la OCCAP. Era un grupo de más de cien integrantes. Y ellos seguían con un grupito chico. Entrevistador: ¿Y en la OCCAP seguían con el MoCaSE? Ricardo Cuéllar: Y la que no participaba, después de que nosotros nos habíamos abierto, era la UPPSAN. Nosotros seguimos, como OCCAP, independizados. Ya empezamos a seguir, como MoCaSE. Entrevistador: ¿Cómo se viabilizaba? ¿Cómo era la orgánica, cómo funcionaba? Ricardo Cuéllar: Y… a nosotros nos parecía que lo que estábamos haciendo estaba bien. Cambió mucho la estrategia de sometimiento parroquial, y empezamos a trabajar de otra forma. Y nos pareció bien, porque tomábamos decisiones nosotros. No nos gustó lo que nos empezaron a manejar estos delegados. Pero cambió mucho la forma de organizarnos, la forma de

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pensar y la forma de pararte, digamos. Frente a cualquier persona, sea o no enemigo. Delicia Mansilla: Bueno, al Galpón los conocimos ahí también, en la OCCAP…Estaban más… Andaban unos de ellos por ahí… Estaba Ángel… Ramón Cuéllar: Sí, venían Ángel, venía Paulo, venía la Cristina… Delicia Mansilla: Carlos Luna… Ramón Cuéllar: Carlos Luna… Delicia Mansilla: Varios, que venían para ahí, y ellos nos invitaron, a Ricardo, que vamos a hacer otro grupo, otra organización… Jorge Páez… Ramón Cuéllar: Venía… Cómo se llama, el viejito, que ha fallecido, éste… Raimundo Gómez… Ése era uno de los del movimiento. Sí, Raimundo anduvo. Pero ahí nomás… Y después, se empezaron a conocer…. El que más ha ido para las reuniones ha sido mi hijo Ricardo, más de chico, y Nicasio también iba… Por ahí iba yo también… Ahí se empezamos a conocer, íbamos a Quimilí, ya, en las reuniones. No participábamos, ya, en la OCCAP. Entrevistador: ¿Y eso, se acuerdan en qué año habrá sido, más o menos? Delicia Mansilla: Y, no me acuerdo en qué año era… Ramón Cuéllar: Y, en el ´98, por ahí. Ahí empezamos a conocerse. Y nos iban haciendo abrir los ojos, porque no sabíamos nuestros derechos. Porque Ángel, el compañero Ángel, él es como un maestro, para nosotros. Digamos, de aquellos años, y después Raimundo, el finado. Toda esa gente. Y el otro, el que está en Tintina… El gordo… Fabián. También sabía venir para acá. Ahí, entre todos los compañeros, nos iban alineando las cosas, los derechos, todo… Entonces, ahora hasta los chicos saben, qué derechos tienen. Pero vos vete a la OCCAP; pregunta, y hay chicos que no saben nada de qué derechos tienen. ¿Por qué? Porque no participan, como participan con nosotros, en las reuniones. Participan los grandes, nomás, y los chicos no participan. No van a Santiago, no van a ningún lado… A Santiago, sí, a veces van, pero no van los chicos, van los viejos, nomás. Van dos o tres. Y los que saben son esos. Y aquí… Pero no es lo mismo… No trabajamos lo

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mismo, con la OCCAP. Ellos trabajan de una manera, y nosotros trabajamos de otra. Y lo que nosotros hacemos, las luchas, ellos hacen pasar que fueron hechas por ellos. Aurelio: Ellos lo que tenían la OCCAP, así como estaban la reunión, todos tenían una conferencia. Fuera de eso, ellos tienen sus personas indicadas. Entonces se reunían ahí las personas indicadas que es lo que llevaban más, y ahí decían, este proyecto sale para Julián, este para Mengano, entonces no se le dá. Ahí lo armaban ellos. Lo planificaban todo, todo. Y si alguien decía, chillaba una cosa, ellos no estaban de acuerdo con eso. Trataban de sacarlo. Esa era la manera de ellos. Adalberto Ruiz: Aparte las reuniones no eran abiertas, que cualquiera podía opinar, porque habia ciertas personas, que son indicadas, actualmente hasta hoy, yo sé que hay así. Aurelio: De entrada un compañero tenía que tener 6 meses de antigüedad para que él ponga una opinión. Pero le daban 2, 3, 4 palabras, más de eso no.

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De peones golondrina a minifundistas Entrevistadora: Me contaba Vicente que usted trabajó en los obrajes. Ramón Cuéllar: Sí, trabajábamos todos. Venía un obrajero que había comprado, que había arrendado la madera, no hacía explotar como viene una topadora, sacaba lo que necesitaba nomás, un poste, un durmiente, dejaba toda la plantación. Entrevistadora: ¿Y cómo era el trabajo en el obraje? Ramón Cuéllar: El trabajo del obraje, se hachaba leña campana, se hacían postes, madera en cuadros. Pero no explotábamos el monte. Entrevistadora: Trabajo pesado, ¿no? Ramón Cuéllar: Muy pesado. El trabajo del hacha es un trabajo bruto que enseguida se cansábamos. De eso vivíamos nosotros, pero no explotábamos el monte. Íbamos a hacer una changa en algún obraje que arrendaban Entrevistador: ¿Y cuánto tiempo estaban? Compañero: Y bueno, allá ibas por un mes, dos meses… Compañero: También de acuerdo al trabajo que era, si era leña estabas más. Y allá le daban un vale también a la gente que vaya a cobrar, va a un bolichero, la mitad plata, la mitad ropita. Compañero: Nada que lo van a llevar, lo van a traer, qué. Compañero: Noo, ahora son cómodos. Nosotros caminando íbamos de aquí… Compañero: Caminando… Entrevistador: Ida y vuelta, ¿no?

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Compañero: A Tucumán íbamos en burro (muchas risas) tres, cuatro meses. Pasaba la zafra… Compañero: A veces, algunos iban con la familia, a veces iban solos… Compañero: No, siempre quedaba en la casa un… Compañero: En la casa quedaba… Compañero: Un casero. Después iban, los que podían trabajar, los que iban a trabajar. No importaba si eras chico, si eras grande. Compañero: Y helaba, ¿no? En Tucumán, por lo menos como hielo… Compañero: Cuando pelabas la caña como vidrio saltaba la… Compañero: Como vidrio saltaba la escarcha… Ramón Cuéllar: Sí, trabajábamos un mes, dos meses y de ahí veníamos hacer los cultivos de la casa. Porque cobrábamos poco, no se compraba la carne, la verdura no teníamos necesidad porque llovía. Todos teníamos, todo el que no quería plantar una semilla no tenía y el que no quería tener animales, no tenía. No porque no iba a tener posibilidades de tener. Entrevistadora: ¿Cambió algo del obraje el tiempo de Perón? Ramón Cuéllar: No, algo pero más antes era más estricto porque había patrones que cuando uno iba a cobrar, nos pegaban azotes, nos corrían, a nuestros viejos, así decían ellos cuando iban a cobrar la plata que les debían los patrones. Los patrones grandes, así que no iban más porque no les iban a pagar. Cuando vino Perón cambió algo eso, les hizo pagar aguinaldo y que lo traten bien al peón, que trabajen 8 hs. porque más antes los hacían trabajar el día entero. Y en esos años trabajábamos 8 hs. cuando vino Perón. Entrevistadora: ¿Había sindicato por aquí? Ramón Cuéllar: Sí, había. Cuando no nos querían pagar íbamos al sindicato a decir que no nos querían pagar. Y ese rato nos hacían pagar.

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Entrevistadora: ¿Había reuniones en el sindicato? Ramón Cuéllar: Y se reuníamos puros obreros, nada más y a decirles que nos corresponde que nos tienen que hacer pagar, para eso hemos trabajado y nos hacían pagar. Entrevistadora: ¿Después de eso hubo alguna organización? Ramón Cuéllar: No, después de eso no hacían valer nada de los sindicatos, ya era toda política al obrero le pagaban lo que querían y hasta hoy en parte nos pagan lo que quieren. Entrevistadora: ¿En ese tiempo usted también iba a trabajar a alguna cosecha? Ramón Cuéllar: Después de los obrajes se iba a la zafra a Tucumán. Después íbamos al Chaco a la cosecha de algodón. Primero iba solo cuando tenía a mis hijos chiquitos y después cuando empezaron a tener 9 años ya empezaron a ir a la par mía el Ricardo y las otras más chicas que están casadas ahora. Yo he luchado un montón con mis hijos, pero así los he criado, luchando y saben cómo van a trabajar. Ellos el trabajo bruto lo van a hacer, porque lo conocen el trabajo bruto, el hacha, la pala, hay que cavar la acequia, también lo van a hacer porque saben, saben también el destronque porque lo hemos hecho para nosotros mismos y también lo hemos hecho de peones en Salta, destroncando el monte virgen. Uno sufre mucho, sufre mucho en el trabajo. Por eso le llamamos bruto porque es un trabajo muy pesado: se cansaba mucho, se sufría mucho. A veces estaba el encargado que tenía que llevar el agua nos hacía faltar el agua y estábamos lejos de las represas y a veces no teníamos tiempo de llevar para todos el agua, teníamos que andar buscando agua de cada rancho de los compañeros, el que tenía nos daba una botella llena o dos hasta que llegara el agua. Con la zorrita nos alcanzaban el agua. No había tractores no había nada. Solo los grandes obrajeros tenían camioneta pero eso no les daban a los encargados que hacían trabajar. Iban a traer 2, 3 hasta 5 km. Para traer agua para la gente, que había que repartir a mucha gente. No éramos ni 1 ni 2, éramos un montón de obreros que tenía que repartir el agua el encargado. Para el obraje caminábamos 15, 20 a 40 km. Íbamos, con el hacha al hombro, con la mochila al hombro. Había que llevar el hacha, la piedra para afilar el hacha, un molejón de piedra y era un semejante peso, para llevar tanta cosa.

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Entrevistadora: ¿La cosecha también era así un trabajo bruto? Ramón Cuellar: No, era más liviana la cosecha, al algodón por lo menos. Hasta las criaturas lo hacían. Se ganaba lindo, yo he ganado un montón de plata con mis hijos. Por eso tengo el pozo, gracias a mis hijos, a mi hermano, a Sergio. Hemos ido para el Chaco un año “bueno, este año si nos viene bien compañeros vamos a trabajar para comprar material para perforar”. Porque nunca terminás de ir al río porque es bastante lejos 4 o 5 km. Para dar agua a los animales y traer para nosotros para que tomemos. “Hagamos un solo esfuerzo y guardemos la plata y si no vamos a poder juntar toda la plata cosechando, vamos a vender algunos animales y vamos a comprar los materiales para el pozo” y así fue y así lo hicimos perforar, gracias a Dios tenemos el agua. Este trabajo como peones se hacía junto con trabajos en la tierra. Entrevistadora: ¿Y ustedes no cultivaban? Compañero: No, aquí no. Apenas por ahí sí hacías una raya, pero apenas para el gasto. Pero aquellos tenían mucho… Compañera: Sí, una vez sí han sembrado garbanzo aquí. Compañero: Da resultado… Compañera: Sí, da resultado, pero como es tan trabajoso parece, lo come todos los bichos, lo come la planta. La planta, ya cuando está la fruta, todo. Tienes que tener un afán bárbaro para estar en eso nomás y, bueno. Compañero: Y aquí nosotros, bah, yo sé hacer la cosecha del arroz, del garbanzo, el poroto, tomate, la caña, algodón, el obraje, todo eso, la aceituna. Toda clase de trabajos sé. Compañera: Ahí salían a cazar… Compañero: Claro. Después vivías de lo que sembrabas, sembrabas maíz, zapallo. Y lo que criabas. Compañera: Por ejemplo, la carne… Compañero: Sí, bueno, entonces valía todo el cuerito también, valía el cuero del zorro, la iguana…

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Compañera: Valía el zorrino, comadreja, vizcacha… Compañero: Hasta la vizcacha valía el cuero, no mucho pero valía… Compañera: Pero valía, te alcanzaba… Compañero: Te alcanzaba para alguito… Compañera: Pero te alcanzaba ¿por qué?, porque la harina era más barata… Compañero: Claro, un zorrino valía 40 centavos me parece. Compañera: Sí, más o menos eso… Compañero: Y claro, la harina valía 20, 10, 15... Compañera: Claro, le alcanzaba para un kilo y le sobraba. Compañero: Y qué, toda la noche salíamos (risas) Compañera: Si pillabas una ampalagua ya tenías cerca para la bolsa de azúcar o harina… Pero luego comienzan a concentrarse en el trabajo de la tierra y en el monte y se convierten en mini fundistas. Ramón Cuéllar: Por eso nosotros hemos empezado a no ir al Chaco, hemos ido 10 años directamente seguido, con mis hijos. Después cuando mi hijo estaba en Buenos Aires, vino él, tenía poco trabajo y me dice “Papá, por qué no hacemos una cosa desmontemos y sembremos algodón, cómo vamos a ir a trabajarle para otro.” Y bueno, le digo, ahí nomás “Meta, empecemos con una hectárea sembrando algodón” y después hasta 5 hectáreas sembramos. Teníamos linda cosecha, como te digo, más antes de estos tiempos atrás llovía mucho. También teníamos las acequias de un km. o más para traer agua para regar nuestro cultivo. Y por eso cosechamos, y hasta ahora seguimos juntando agua de lejos para sembrar todas las semillas que estamos cosechando. Como has visto ahí el anco, el zapallo, el maíz que tenemos. Eso es porque nosotros juntamos el agua de lejos, como vos habrás visto las acequias que tenemos para los cercos, la alfalfa que tenemos. No tenemos riego pero tenemos como en cualquier otro lugar que tienen agua

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no tienen, ¿por qué? Porque no hacen el trabajo que nosotros hicimos. Ricardo Cuéllar: De peones golondrina a minifundistas, era porque nosotros veníamos laburando, primero, para los grandes capitalistas, para que ellos se enriquezcan y nosotros íbamos terminando nuestra vida ahí. Y darnos cuenta de que ahí íbamos a terminar, y no tenemos ninguna ganancia para nosotros, empezamos a buscar otra forma, de que nos quedemos nosotros en la casa, y empecemos a trabajar con la familia, y que eso es nuestro y para nosotros. Ni aún así convencidos. Empezamos a buscar otra forma, pero no tan convencidos, como estamos por ejemplo hoy. Pero se empezó a laburar bastante el tema de crecer en el tema producción, en el tema agrícola, ganadería… Y empezamos a sembrar algodón, para empezar a tener un poco más cómo movernos, y todo eso, para el sustento de nuestra familia.

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Nace la Carpa El compañero Carlos Luna, de la Comisión Central de Pequeños Productores Ashpa Sumaj, de Quimilí, conversaba en octubre de 1998 sobre el conflicto con Pereyra en el programa de radio “La Voz Campesina” junto a la compañera de la misma central Nelly Carrizo. En ese momento él era el presidente del MoCaSE y se estaba discutiendo la convocatoria al Primer Congreso del MoCaSE realizado en noviembre de 1999. El conflicto con Pereyra iba a dar lugar a la instalación de una carpa para defender el territorio. Carlos Luna: Esta familia Cuéllar son asentamientos indígenas en esa zona y aparece una mujer como titular de dominio. Tiene más de 150 años de posesión. La familia Cuéllar hace por lo menos 150 años que vive en el lugar. Y en la escritura que muestran estos compradores de títulos, porque ellos en el ‘93 o el ‘94 compran la escritura y empiezan a pagar las contribuciones. Pero, hay una parte de la escritura, donde estaba leyendo nuestro abogado Santucho, de que dice que hay una mujer, llamada Mirta, no me acuerdo el nombre, pero que esta tenía la escritura y es la cual le dan a los Pereyra. Pero ahí figura la anterior dueña que vendría a ser bis o tatarabuela de la familia Cuéllar. Entonces es un dato muy a favor nuestro. Porque de ahí viene toda la descendencia de la familia Cuéllar. Bueno, entonces, qué es lo que hacen ellos. En principio, nosotros hemos tenido la reunión, yo, Luis Santucho, el abogado, los dos Pereyra y el abogado defensor de Pereyra y en esa reunión le oferta a los pobladores que ellos iba a arreglar y la propuesta de arreglar pacíficamente e investigar todos los datos que le den cual es la posesión. Y que si la familia Cuéllar tienen el derecho ellos no tendrían problema de reconocerles el terreno. Pero que pasa, una parte, no todo. Entonces nosotros planteamos que las 1800 hectáreas es de la familia Cuéllar porque en la escritura hay una parte que figura quien ha sido el anterior dueño, pero ellos no aclaran quién le vendió. Y además si la familia Cuéllar vive desde hace 150 años y ellos aparecieron en el ‘93 ó ‘94, supuestamente le han comprado y ese alguien, ¿a quién le compró? Entonces qué se va a hacer, se va a investigar los vendedores del terreno, ellos, los Pereyra, están explotando el monte, sacándole leña, sacándole carbón y haciendo postes pero a la vuelta de la casa de los Cuéllar, la oferta que hacen es “nosotros creemos que somos los dueños, supuestamente somos los dueños, pero les vamos a reconocer la posesión donde viven”, dicen los Pereyra. Y cuando yo les pregunto que cantidad de hectáreas les reconocerían, “bueno, donde

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tienen las mejoras, donde están las casas, el cerco, entonces si tienen, 10, 20 ó 5 hectáreas le reconoceríamos eso con la escritura nosotros”. La familia Cuéllar no aceptan, le dicen que no porque es muy chiquito y además que ellos son dueños y que hay una ley que le ampara y además, los animales donde van a pastear. Y entonces ellos dicen “bueno, pero durante los años, ustedes que hicieron para que abarquen mayor cantidad de terreno, nosotros vamos a reconocerle el lugar donde están. Y que serían 100 o 200 hectáreas”, para todas las familias. Que son 14 familias. Entonces no le acepta la gente, nosotros le planteamos de que no y dicen ellos “quiere decir que ustedes están reclamando las 1800 hectáreas” Y yo les digo que sí, porque tienen la posesión, porque tienen una ley que los ampara, porque tienen la mejora y porque tienen la tradición de la posesión. Nélida Carrizo: ¿Y en qué se quedó finalmente? Carlos Luna: La amenaza por un lado, que ellos no les iban a reconocer las 1800 hectáreas. De que ellos iban a seguir trabajando el monte y que los otros no les toquen nada. Entonces dice, si ustedes no paran yo les voy a denunciar. Entonces ellos dicen nosotros también los vamos a denunciar si nos cortan el monte. Contesta la familia Cuéllar: “y bueno, entonces vamos a ir a juicio”. Entonces se ha quedado en investigar, en Catastro y en Registro de la Propiedad, quién ha sido primer titular de dominio, quien tuvo la escritura, y a quién le vendieron esa gente a ellos, a la familia Pereyra. Nélida Carrizo: ¿Hay muchas posibilidades de que se los reconozca a la familia Cuéllar como titulares? Carlos Luna: Sí. Completamente, hay muchas posibilidades. Las condiciones del modelo del agronegocio en Argentina implican el corrimiento de la frontera agropecuaria y un crecimiento en la disputa por tierras disponibles, para agricultura intensiva así como para ganadería a media y gran escala. En todo el país crecen los conflictos por tierra, impulsados por empresarios y terratenientes con el apoyo de políticos, la Dirección de Catastro, el Registro de la Propiedad, jueces, policías locales y grupos parapoliciales. Sergio Cuéllar: Después se vino el conflicto en esta zona, en el departamento Copo, problemas de tierras en esta comunidad. Y ahí, mientras nos organizábamos, pusimos una carpa de resistencia, estuvimos casi 5 meses resistiendo porque nos querían sacar con topadoras, jueces, policías todo eso.

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El primer conflicto fue el 7 de julio de 2001. Mientras nosotros nos juntábamos de varias comunidades, nos acompañaban y veíamos la posibilidad de hacer una nueva organización, con asamblea, participativa. Mientras pensábamos la lucha nosotros proponíamos: “che, por qué no nos organizamos de esta forma y esto”. Y así fue que tres comunidades nos quedamos juntas y formamos esta nueva central, sin depender de nada. Bueno, así quedaron los otros compañeros con la OCCAP. De ahí empezamos una lucha diferente, a participar distintos tipos, en distintas actividades y alguno ha quedado a resistir. Fueron compañeros presos, los sacamos, volvimos a resistir, la policía lo atracó en el monte, varias horas con fin de firmar papeles y esas cosas. De ahí nos fuimos haciendo más fuertes y a conocer a la gente del MoCaSE, nosotros no conocíamos. Ricardo Cuéllar: Nosotros en la comunidad decidimos poner la carpa porque veíamos que el tipo venía avanzando día a día en alambrarnos más. No nos respetaba el derecho. Ya habíamos discutido con la policía, los abogados de él y algún intermediario más, pero no quería aflojar. Y tuvimos que decir meter una carpa y listo. Cuando se armó la carpa, eran 3 comunidades que se habíamos plantado en serio, eran Tusca, Manga y nosotros, de la cual armamos la central era con ellos. Hoy no está ninguna de las dos, pero es eso. No participan ninguna de las dos, tampoco estamos peleados, no participan nomás. Las que nos habíamos separado de la OCCAP éramos 3. Hemos tomado la decisión de sí o sí nosotros no volvíamos más a la OCCAP y hemos armado ahí. Esa vuelta éramos 24 integrantes nada más. Julián se nos reía, que qué van a armar si ustedes no son capaces… mirá lo que hemos sido después… no hemos sido muy capaz, pero algo se ha hecho. Ramón Cuéllar: Pereyra quería alambrar todo, y nosotros no le aceptamos. Porque nosotros no le vendimos un metro de tierra, a él. Mi bisabuelo era el que firmaba, y nos faltó una boleta, que sí pagábamos nosotros los derechos de posesión. Así que… Por eso, después decían que mi abuelo había vendido… Hasta la jueza de Villa Matoque vino con la policía. Nos dijo que él había vendido… Nosotros sabíamos… No sabíamos que él vendió, nunca. Porque le tenía que avisar al hijo, al finado de mi papá. Y a los demás hijos, porque eran tres varones, ellos. Y ninguno vendía. Así que se sentían dueños, como papeles compran, y tierra no compran. Y de eso se venían adueñando. Y como éramos débiles, y no conocíamos los derechos, como

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ahora conocemos… A veces, teníamos miedo cuando vienen una policía, o dos… Que venía un juez… O aunque no hay sido un juez, a veces decía: “Yo soy un juez”, y ya creíamos, porque nosotros no estamos enterados de nuestros derechos. Ahora le vamos a discutir al que quiera, al que sea. Le vamos a discutir al policía, al abogado, al juez. Porque sabemos que nos corresponde, nuestros derechos de posesión. Entrevistador: ¿Y por qué la carpa? ¿Cómo se les ocurrió? Ricardo Cuéllar: Carpa, el MoCaSE ya venía… Ésta no sé si era la décimo primera… Porque eran varias carpas que se habían parado, sobre la lucha. Porque era la única forma de salvar el derecho. Porque lo otro no nos parecía. Plantarnos… Ahora tenemos otras estrategias, por supuesto, pero en esa época no. Era la única forma, de meter la carpa. Y en la carpa estábamos todo el día, donde teníamos convivencia y fortalecimiento de la organización. No se hablaba mucho de otras cosas, sino de cómo voy resistiendo y cómo voy a ir peleándole al enemigo. Porque no tenía que terminar ahí, porque pensábamos en otras comunidades. Otras comunidades que se vayan formando, porque ésta era una de las tantas que teníamos. Mañana o pasado, que lo piensen las otras cómo lo iban a ir armando. Julián le daba mucha importancia a la formación. Teníamos mucha discusión con él. En algunas cosas nos poníamos de acuerdo, en otras no. Por supuesto, aprendimos a discutir, aprendimos a ver la diferencia que hay entre personas. Julián nos sirvió mucho, y el trabajo conjunto también, nos sirvió mucho. Y pensar distinto nos sirvió mucho, también. Aparte de conocer un derecho, y decidirte a qué tienes que hacer, me parecía bárbaro. Nicasio Cuéllar: Sí, cuando estábamos en la carpa negra vinieron de distintas provincias. Mucha gente teníamos cuando estábamos con la carpa negra. Y cada cual, nosotros, dormíamos como ustedes duermen aquí, así, como sea, dormíamos ahí, en la carpa. Y los que estaban participando, acompañando a los compañeros, no estaban cerca, estaban lejos, a la distancia de la casa, de la carpa, y se venían, se iban y volvían a la mañana. Y estaban todo el día, los compañeros; ya estábamos organizados. Después constantemente venían gente de España, de... Julián Roqué: Y en el marco del conflicto de tierra de Las Lomitas… Y, nos movimos por esta lógica: esta batalla es la semilla de cómo hay que

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defender otros lugares que estaban con quilombos en la zona. Muchas comunidades estaban con quilombos, y se veía venir la frontera agropecuaria. Nosotros, como éramos parte del MoCaSE a nivel provincial, y ya teníamos un conocimiento bastante profundo de lo que estaba pasando, sabíamos que se venía. Entonces, la experiencia en Las Lomitas era: “Ganemos ésta, hagámosla así, y después se va a replicar”. A su vez, había aprendido de mis compañeros del CENEPP, de Ángel, de Fabián, de Jorge, de Tito… Había escuchado de muchas situaciones de resistencia, y después había formado parte de varias resistencias fuertes, como fue el lote 6, o La Simona… Yo en La Simona no estuve tanto en el momento cuando fue el conflicto, pero sí después, y entonces en Las Lomitas fue contar un poco la historia de lo que había ocurrido en el antes, en diferentes lugares de la provincia, y lo que se podía hacer. “Muchachos, podemos hacer esto. O nos plantamos de manos, o nos entregamos.” Te vuelvo a decir: en la comunidad había cierto temor, porque a ellos les habían hecho firmar a punta de pistola un papel que le daba un supuesto poder a Pereyra. Pero bueno, cuando volvemos a la zona y empezamos a trabajar con eso, mi planteo fue: “Muchachos, ese papel no existe, no es legítimo. Así como fue ilegal la situación, nosotros podemos decir que no existe, no firmamos nunca. Olvidémonos de ese papel.” Sergio Cuéllar: Conocíamos a uno o dos. La idea era formar nosotros. Después fuimos ya conociendo, visitando Quimilí, no conocíamos Quimilí. Después nos vinimos juntando, juntando y más fuerza, más fuerza, al saber que éramos un montón, había muchos compañeros organizados en distintas zonas de la provincia. Empezamos a compartir las luchas en distintas zonas, hemos estado en varias zonas que han estado en conflicto. De ahí empezamos a formarnos, organizarnos con los compañeros. Después se nos viene el problema en la zona que está a orillas del río en Tusca también, no pusimos carpa ni nada pero estuvimos resistiendo. Nicasio Cuéllar: Y ahí hemos empezado, nosotros, a resistir; más resistencia que tenemos. Y ahí hemos empezado a seguir la lucha, porque nosotros no sabíamos, anteriormente no sabíamos nada de qué eran los derechos de nosotros. No sabíamos, teníamos dudas, hace tiempo, pero ahora, con el correr del tiempo, nos conocimos, que somos poseedores, indígenamente estamos viviendo, desde el día que nacimos, aquí en este lote. Y así hemos seguido y seguimos luchando, hasta ahora, y más, mejor todavía, porque hay mucha cantidad de gente, ahora. Mucha gente, mucho apoyo. Y así

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es como que hay seguir luchando, para que los chicos también se enteren a luchar, cómo fue la lucha, y junto con nosotros. Nosotros, vamos a decir, como mayores hemos empezado en la lucha, y después los chicos también ya han empezado a salir, y a aprender, también, y a hacer conocer los derechos, y hacer valer los derechos, también. Y así estamos siguiendo nosotros. Por eso, también, hemos adelantado mucho, mucho. Tenemos la radio… Eso es importante. Más la FM, y lo otro también lo mismo, la comunicadora. Las dos, las dos han sido para defender. Hemos empezado la carpa negra, y tenemos la fábrica, los dulces, todo esto. Y ahí vamos, nosotros, sosteniendo todo, todo. Si vienen algún atropello, de los compañeros que estamos organizados, que pertenecen aquí a la central, nos tenemos que estar ahí. Sí o sí tenemos que estar ahí. Porque para eso somos, para ayudarle a defender los derechos, a los cumpas. Julián Roqué: Y ahí se empezó a hablar de armar una carpa. La carpa negra de La Simona ya existía… Y la carpa negra de Las Lomitas arrancamos… Lo primero que se planteó fue: “Vamos a hacer respetar esa línea imaginaria del acuerdo que se había hecho con Pereyra”. Mirá la honestidad de los changos de Las Lomitas, que no dijeron: “Vamos por todo y que se vaya a la mierda”. “Vamos a respetar el acuerdo que hicimos cuando nos sentamos a hablar.” En términos democráticos se había hecho un acuerdo, y “vamos a ir a pedir que se respete esa línea.” Entonces lo primero que hicimos… Y arrancamos así, me acuerdo. Estábamos Ramón, Ricardo, Sergio y yo, a las cuatro y media de la mañana, saliendo. Yo acompañando y ellos con la pala y el hacha, a hacer pocitos y entrar a poner un alambrado de dos hebras con palos cortados así de los árboles en esa línea donde se había trazado. Entonces ahí se plantó ese primer alambrado muy precario, fue increíble. Y armamos la carpa negra. En ese momento se discutía mucho cómo la íbamos a armar, adónde. Los changos en un momento dijeron “Armémoslo en la ruta, así pueden venir, y nos ayudan”. Entonces yo decía: “Paren, muchachos.” La ruta es la ruta que va de Boquerón… a Monte Quemado. Sí. Hasta Vinnal Zunni llega más o menos –llegaba en ese momento- una cosa de ripio. De Vinnal Zunni para allá era una cosa tremenda, pero ponerse en esa ruta era que la policía nos agarre de las pestañas en cualquier momento. Los policías, cualquiera. “¿Dónde manejamos nosotros el territorio? ¿En la ruta?” “No, en el monte, en el monte.” “Hagamos la carpa en el monte.” Entonces, la carpa la montamos en el medio del monte, una carpa negra, y mejoras, porque lo que a vos te da la posesión veinteañal vos la demostrás con mejoras. En-

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tramos a hacer mejoras a lo loco. Para mí es muy importante, creo, muy justo, recordar principalmente la gente de Tusca Bajada, que hoy están con problemas con los changos de Las Lomitas, o no sé, me chupa tres huevos los problemas que tengan internos, resuélvanlos. Pero hubo compañeros de Tusca que me emocionaron. O sea: el viejo Segundo es un viejo canoso que tuvo siete hijos. La mujer se le murió cuando nació el séptimo hijo. El viejo Segundo, de Tusca. Y crió siete hijos solo. Hijos, hijas. Segundo llegó el primer día. Nosotros arrancamos a la mañana, se puso ese alambrado, y Segundo llegó, y se fue el último. A todo esto, en el medio hubo cortada de alambres, quilombos… Yo me acuerdo que los pibes decían: “Segundo, ¡vaya a su casa!” “No. Yo vine el primer día, y me voy a ir el último. Yo me voy a quedar con los compañeros hasta el último día.” Y como esos casos, infinitos. Y bueno, algunos también de Manga… Y lo que pasó también fue que nosotros montamos el alambrado, precario, con el plan de después… Había como unos 5.000 metros de postes de quebracho colorado y cinco hebras de alambre que eran de Pereyra, que cruzaban. Y la idea era: “Primero nos plantamos, armamos la carpa negra, vemos si nos cagan a tiros, y vemos cómo seguimos”. Y en ese momento… Entrevistador: ¿Tenían que desmontar alambrado de Pereyra? Julián Roqué: Te lo hago, el dibujo. Esto es Las Lomitas, acá había un cerco, el cerco de Vicente, un viejo hermoso, increíble. Esta línea, el tipo no la había respetado, entonces su alambrado pasaba así, le metía en el campo acá, entonces nosotros nos metimos para acá. En realidad, él tenía alambrado acá y acá, y en ese lado postes sin alambrado. Pero tenía una banda de alambra, Una banda de alambre. Están las fotos, buenísimo. Entonces nosotros, ¿Qué hicimos? Montamos dos hebras de alambre pedorros, con palos plin plin plin, y la carpa negra acá, pim pim pim; y un ranchito al lado, hermoso, sin paredes, con dos postes, y el techo. Un ranchito al lado de la carpa negra y otro ranchito más acá. Y eso era también con esta perspectiva de que: “Muchachos, nosotros monte adentro tenemos todas las de ganar. Nos tienen miedo, monte adentro. A ustedes les tienen miedo.” O sea: Ricardo es un tipo que… Yo no me voy a meter con Ricardo Cuéllar monte adentro. Porque hace así, tira un tiro y baja un jabalí. O con el hacha hace “Fuc” y listo, fuiste. Entonces, con los changos montamos las dos hebras de alambre, levantamos la carpa negra… Y en esa época todavía la logística provincial no era muy sencillo. No era muy sencillo que la gente de Quimilí viniera en el camión, 60, a hacernos el aguante. Y se

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iba planteando, en las asambleas, lo que íbamos a hacer, pero los changos decían: “bueno, háganlo”. También en Quimilí, y en Tintina, y en las otras zonas había miles de quilombos, Y nosotros por ahí pecamos de avanzadores. No quisimos esperar a que se dieran las condiciones para que pudiera venir gente de toda la provincia a apoyarnos. Entonces arrancamos un poquito, y fue un éxito. Cuando cortamos el alambre, no sé, explotó en toda la zona del norte, entonces empezó a venir hasta el enemigo. Juan Cuéllar, que ya estaba todo bastante podrido, venía, quería estar, y estaban todos. Ramón Cuéllar: En la carpa siempre hemos estado acompañados con todas las organizaciones que se estaban sumando a esta central, y nos han estado acompañando de muchas comunidades, a nosotros en la carpa. Traían para comer, compartíamos todo con ellos, de lo que podíamos comer, comíamos todos juntos, y ahí estábamos resistiendo nuestra lucha, nuestro derecho de posesión. Pero damos gracias a Dios que lo sacamos lindo, y estamos… Hasta hoy ganamos, en nuestros terrenos. Estamos trabajando lo nuestro, en nuestros derechos. Y seguimos en la lucha, y más fuertes, cada vez más fuertes, y porque cada vez más estamos entendiendo nuestros derechos. Julián Roqué: Igual, como te vuelvo a decir, todo generaba mucho quilombo político. Hubo varias situaciones complicadas con el otro MoCaSE. Era la época en la que se estaba quebrando, el MoCaSE. También era la época en que empezó la relación con los MTD, en Buenos Aires. Empezaron las pasantías de los MTD, y coincidió con… No me acuerdo bien en cuál, pero en una de las tantas pasantías que los piqueteros vinieron para Santiago, y se vino Gustavo Carrizo, el guerrero inmortal; vino con la camioneta, estaba llena de piqueteros, al medio del monte, y los piqueteros llegaron y no lo podían creer. Estaba en el medio de una movida… Aparte, estaba arrancando el momento de que había que cortarle el alambrado a Pereyra, sacarle los postes y tirárselo. Y los piqueteros no lo podían creer. La primera noche salimos a cortar el alambrado y no estaban ellos. Cuando cortamos el alambrado no, todavía éramos poquitos, 15 ó 20. Y nos cagamos todos; había un ruido y saltábamos todos. Pero después estaban los postes. Se acabó el alambre, y había 80.000 postes. Y cuando caen los piqueteros dijimos: “Bueno, vamos a ponerlos a laburar.” Los tipos estaban con una ansiedad tremenda, y se les dio la pala para que laburen. La primera noche rompieron como tres o cuatro palas. Los palos de las palas las rompían. Hicimos una reunión, de la coordinación de la carpa negra, y dijeron: “Julián, a los piqueteros nunca más les damos una pala.” Ahí se fueron sacando los postes. Muy curioso, la

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gente de las Lomitas fue muy respetuosa, o irónica, no sé cuál. Les devolvían los postes. Los cargaban en una zorra. Yo los hubiera prendido fuego. Los cargaban en una zorra y se los devolvían del lado que le correspondía a él, teóricamente. Diciendo: “Nosotros no robamos, no rompemos…” Y así fue, la carpa negra. Así se recuperó… se generó ese hecho político importante en la zona. Que fue muy lindo. Vivirlo fue muy lindo, y cuando ocurrió uno era consciente de que se estaba generando un hecho que se iba a multiplicar en otros lugares cercanos, que ese hecho era inclusive una manera de que se multiplique en otros lugares cercanos, pero yo jamás pensé que iba a dar frutos como dio. La carpa negra de Las Lomitas para lo que es el Salado Norte fue un espaldarazo para muchas comunidades de decir: “Loco, pónganse de pie, defiéndanla que se puede ganar.” Que se puede resistir, que se puede ganar, que la tierra se puede defender… Ramón Cuéllar: Y cuando nos metieron presos… En esos tiempos nos metieron presos, ahí, porque les sacamos el alambre, les sacamos los postes, y ahí nos metieron presos. Pero no estuvimos ni veinticuatro horas. Gracias a Dios. ¿Por qué? Porque no teníamos error. El error era de ellos, porque ellos nos querían quitar nuestros derechos, nuestra posesión. Pero bueno, más fuertes se pusimos, porque eso nos dio un poco de escuela, para ponerse más firmes. Y bueno. Así siempre estamos aconsejando en todas las comunidades, que estamos organizando, que estamos organizando con nosotros, con nuestra central… Siempre vamos, hacemos reunión, y les decimos que no tengan miedo, porque uno está en lo de uno, no está robando a nadie. Si alguien viene a atemorizar, la policía, un juez, que no, y que no le firmen ni un papel a nadie, porque nadie, si usted no le vende sus derechos de posesión, nadie… vienen mintiendo. Papel compran, pero tierra no compran. Papel compran, porque es fácil de ir a pagarle a un escribano. Así que los cumpas nuevos, ellos están también firmes con nosotros, y cuando por ahí ignoran una cosa vienen para acá para Sergio, o a veces van para Ricardo, y preguntan: “¿Cómo podemos hacer, con esto que nos está pasando? Vamos a tomar un poco de conciencia con ustedes, que están organizados más de antes, dennos algún punto para poderse defender más mejor.” Y es lógico, porque aquel que poco ha estado en la lucha, poco ha de saber los derechos, siempre ignora, y siempre necesita algo, para ponerse en contacto por los derechos, por cualquier cosa que uno necesita. Cristina Palmas: Y después vinieron la policía, nos robaron un montón de cosas de ahí de la carpa, que teníamos. Y después han hecho el allanamien-

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to ahí en la casa, por todas esas cosas que hemos tenido, pero porque eran cosas nuestras. Y estamos luchando en territorio nuestro, y que él quería ser dueño de toda esa parte. Quería traer topadoras y sacar las cosas nuestras, y nosotros le dijimos que no nos va a sacar. Y solamente tal vez muertos nos vaya a sacar, pero de ahí de la casa no vamos a salir. Y ahí ha sido el enfrentamiento que hemos tenido, y después ha venido la policía, ha hecho un allanamiento en la casa. Dieciocho policías bien armados, con armas, y estaban todos en la puerta de la casa, en la puerta del sitio. Cuando le decían a Ricardo que no se mueva a ningún lado, los chicos se querían arrimar y los corrieron a los chicos ahí, que no se arrimen al padre. Yo creo que eso ha sido una violencia de los milicos, que no podían hacer eso. Que estaba en la casa de él, y que los corra a los hijos de al lado de él… Estaban en un error muy grande. Y, los policías llegaron como a las cinco de la tarde. Pero esa vez no estábamos ni la cuarta parte que estamos ahora. Capaz que no sé qué iría a pasar si nosotros estábamos como estamos ahora, de conocer los derechos que tenemos. Esa vez no conocíamos nada, nosotros estábamos así despejados, nomás. Justo vino y el primero que llegó, el jefe… Estaba cebando mate, yo, en una mesa, y me dice el jefe que yo le dé la mesa que estaba ocupando. Y yo le he dicho que la mesa no le voy a dar, porque yo estoy ocupando. Que haga lo que él quiera, que afirme la máquina, pero yo no le voy a dar la mesa. Y no le di, porque yo estaba cebando mate. Me dio bronca lo que ellos estaban haciendo, y no le di la mesa. Entonces, después de ahí fueron y dijeron… no estaba el papá de Ricardo, que tenía que ir y volver para el monte. Cuando vuelve lo han llevado ahí, recién. Le sacaron y lo llevaron al puesto (la casa de Pereyra). Ahí lo han tenido hasta que juntaron a los otros que les faltaba.

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Allanamientos y encarcelamientos Ramón Cuéllar: Nosotros estamos que es nuestra tierra no la vamos a entregar a nadie y cuando nos la entreguen más tenemos que hacer fuerza, cuando nos la entreguen, más tenemos que hacer fuerza. Y por qué nos tienen que entregar, por las leyes de nuestros compañeros hasta los abogados que tenemos. Antes no teníamos nada, ahora tenemos fuerza. Me llevaron preso pero por mi posesión yo le he dicho a la policía: “llévenme dónde quieran pero yo voy por mi posesión. No estoy robando” y me han venido a cercar con 18 policías, aquí, en mi rancho. Eso no tiene que hacer, yo no soy ningún matón, le dije al jefe. “A que mañana a un matón no son capaces de ir a agarrarlo así. Porque somos humildes vienen a pasar por nosotros. Porque nos hallan fácil.” “No,” dice la policía, “nosotros hemos venido por la justicia, porque nos han mandado.” “Sí, pero mal mandados vienen, mal mandamiento es porque les pagan a ustedes”. Después hizo un acta el jefe, que estábamos en el calabozo y después nos llamó y los compañeros estaban ahí, andaba Julián, andaba un muchacho de Córdoba… Jorge, y andaba Sergio también ahí, estaba Cecilia. Y ellos se fueron para el destacamento y vieron ellos a la policía y les dijimos: “como andan compañeros”, nos vinieron a ver. Nos llevaron cuatro: yo, Ricardo, al muchacho Cisneros y al viejito Vicente, al abuelo. Yo les dije: “tantísima policía para llevar 4 viejos chotos”, así les dije yo a la policía y se callaba nomás la policía. Yo no me iba a callar, yo quería que me cuereen, que me castigue la policía. Porque me conocían sin ningún delito, me va a castigar sin ningún delito y no sé como le iba a ir a él. Porque me castiga sin delito, creo que tendría que estar actuando mal la policía. Y bueno, hizo la acta, no estuvimos ni 24 horas, gracias a Dios. Nos llamó a ver si firmábamos la acta y nos dice: “ya los vamos a bajar, de arriba”; “no, si estamos abajo”, “ya los vamos largar, ya van a estar libertados”. Le dije a Ricardo Cuéllar: “leé vos el acta”, “yo no sé leer”, “léala usted”, “ya le dije que no vamos a firmar si no nos conviene”. Lo he leído y algo leía y algo pasaba algunas líneas sin leer. “Firmá, le dice a Ricardo, qué te parece”. “No, yo no voy a firmar”. Después le dice a Neldo, a Cisneros: “¿vas a firmar vos?” “No”, después le dice al abuelo Vicente y dice: “No, si ellos no firman.” “¿Y vos vas a firmar?”, me dice a mí. “No, yo no voy a firmar. Si se negaron a firmar tampoco voy a firmar.” Y ahí nos largaron. Nos largaron y vinimos, estaban alambrando y se cercó con la policía. Volvimos a sacar los alambres, los postes. Y después nos dijeron los compañeros

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que no hagamos eso, que esperemos un poco, porque Juárez nos estaba mandando mucha policía y nos tiene presionando. Porque Juárez ha hecho un montón de cosas, el gobernador Juárez, ha hecho matar a un montón de campesinos, nos ha hecho reprimir con la policía, andaban pagados. Así que ahí se quedamos, luchando no bajamos los brazos. Vicente Cuéllar: Ahí tenía yo el cerco, y tenía casas para vivir. Como tenía que poner la cosecha ahí nomás, a veces no podía traerla yo, y, por eso hemos hecho las casas, había un cerco para poner los animales cuando trabajaban, todo. Bueno, en la época esa, vivía más con fuerza, porque tenía que vender la cosecha del, vendía por mayor. Cosechaba maíz, alfalfa, batata, y bueno el anco, sandía, de todo. Y bueno, me lo pasaba bien. Y tenía los chanchos ahí, que siempre vivían ahí porque ahí tenía la cosecha, y les daba de comer ahí nomás. Y bueno, cuando lo ha alambrado Pereyra, me lo había encerrado a dos burros que tenía trabajando, y un caballo. Mmm. Bueno, ahí se han desaparecido el burro y el caballo, que no se qué los ha habrá hecho él, no sé. Y dos saqué para acá. Y cómo lo ha alambrado, ya no había caso de... Varias veces me han llevado de aquí, me ha hecho llevar para la policía él. La policía me notificaba para ir al destacamento, que me denunciaba Pereyra. Él me decía que cortaba una torniqueta, que cortaba un alambre, y por eso venían. Ni haciendo pasar un día, o así, me llevaban. Bueno, a la vez ya, ya nos hemos presentado. Yendo encontramos los caballos que los hemos largado al campo y los habían encerrado por el portón ellos, ¿no? Y hemos cortado el alambre, y los hemos sacado. Vea. Cómo es él. Qué va a saber él que nosotros los hemos sacado bien tarde. Hemos ido, los hemos sacado con él. Los hemos traído para acá, los hemos atado. ¡A las 8, antesito de las 8 ha llegado el, cómo es, la policía! Diciendo que él ha cortado el alambre. Y, y sí, le dice. “Te voy a llevar preso.” “Bueno, llevame, si podés”. Y bueno, me dice que me van a despachar. “Despachame” le digo “si es por ti. Yo he cortado, no ha cortado él. Pero yo no he mingado a Pereyra también que me los encierre a los animales ahí en el alambrado” le digo “por eso lo he sacado” “¿Y por qué no has ido ahí por el portón a pedirle permiso?” “¿Y por qué tengo que pedir las cosas mías?” le digo yo “el permiso para sacar mis animales de ahí, míos son los trabajos” En ahí se ha enojado la policía, estaban en el portón pero no querían entrar. Y le digo “él no va a ir”. A las 8 lo llamaban que se presente. “No va a ir él ni yo” le digo “no va a ir ninguno”. Al otro día temprano vienen 3, allá han quedado 2 y aquí ha venido el otro. Me dice “bueno, picá, picá para

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el destacamento, te vamos a llevar”. “Entren, sáquenme –le digo- de ahí adentro”, ahí estaba sentado. Les he abierto el portón, no se han animado a entrar. Y bueno, y me dice. “No hemos ido, no hemos ido.” Al otro día han vuelto al otro día más, me dicen que me presente, “no me voy a presentar”. Ahí, me han dejado de molestar (se ríe). Y bueno, después me he ido, y me han hallado, ¿que no? en el cerco. Andaba la jueza, esa de la Villa. Había ido con el terrateniente, la jueza y la policía. Esa jueza era una trucha, una trucha. Y bueno, he abierto la puerta, ¿qué no? he sacado la tranca. Y ya, le digo a él: “no va a ir, que no va a ir nadie, yo voy a ir solo, que me arreglen “. Abro la puerta, y ya llega el terrateniente, la policía, la jueza y me dicen: “Vamos a entrar”, “Entren” le digo. Les abro la puerta para que entren. Pero, me iban a arreglar bien arreglado, me iban a matar estos (riendo). Al que entraba primero no iba a volver, eso era seguro. Ya se me puso, ya me molestaron de más. Eso, que creía que va a saber, que queman la leña, que hacen carbón. Y no son más, que le contaba, estos son de aquí, vea. Esos lo que me iban a ver el alambrado, y todo, porque ellos metían las cabras, me lo han hecho acabar el alfa. Ellos. De toda la cosecha me lo han acabado, ellos y Pereyra. En camión sabían sacar. La alfa, cargaban hasta donde no daba más. Compañero: Sacaban la alfa, sacaban la fruta, unos ancos así había, zapallos, todo se han cargado, en tractor, todo eso. Y lo que no lo podían llevar, lo picajiaban. Compañero: Y ahora está monte, triste el monte. Vicente Cuéllar: Y bueno, bueno, voy a decirle. Pero no son otros que me seguían, eran con Pereyra, estos no. Bueno, todos eran. Nosotros, solo estas tres casas éramos, luchábamos por las tierras. Y bueno. Al final me han hecho una captura hasta Monte Quemado. Hemos ido para ahí con los muchachos, con Ramón, Ricardo. Y, bueno, han venido aquí los sumariantes, todo, los jefes, han venido 18 para llevar 4. Y bueno, ahí estoy yo. “Subí a la camioneta” me dicen “vamos pa Ramón, acompañanos’. “No, ya voy a ir por acá yo”, le digo, “ahí los voy a topar cuando vuelvan”. “No te vas a huir”, me dice un oficial que había, Abregú. “No”, le digo, “no tengo por qué huirme, si caminar no puedo, menos huir”. Y nos llevaron. Nos llevaron. La mala suerte mía, me baja la presión del todo. Era un sol que quemaba, vea. Y hemos ido en el camión. No he sabido yo cuando han bajado. Yo me he hallado en el hospital, vea, con suero. Y a los compañeros los habían metido en el calabozo (riendo). Al otro día como a las 8 he sabido. Pero

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no sabía donde estaba. Pero estaba con suero. Y bueno. A las 10 me he empezado a componer. Y yo veía una gente, que iba de aquí, así para, en el hospital, mucho, se ha llenado. Pero no los podía conocer quiénes eran, fíjese. Y habían sido los mismos compañeros de nosotros, pues. De allá. De Monte Quemado. Bueno, de ahí nomás ya se hemos juntado muchos compañeros de allá, de Quimilí, de todos lados, y ya se hemos ido a Mailín. Pero gracias a Dios, no hemos pagado nada, hemos levantado nomás la captura y se hemos ido nomás. Nora y Nilo, de la comunidad de Manga Bajada, junto con Sergio Cuéllar, de El Retiro, recordaban en 2011 el allanamiento. Nora Cano: Entonces, eso era lo que se defendía, esa parte de Vicente, que tenía sembrado maíz, alfa, los chanchos, que tenía ahí él…. Y bueno, de esa forma se… Sergio Cuéllar: Y esa vuelta viene para Lomitas el allanamiento, y para ellos también, por ser socios, porque ellos andaban con nosotros, también se hace el allanamiento aquí. Nora Cano: Estaba sola, yo, con Enzo, que era chiquito: se prendía de aquí y lloraba. Y después ahí de la moto, más adelante, estaba la otra policía que me amenazaba, y después toda la policía, ya eran… en esa parte de atrás. No sé qué buscaban, no sé, porque… Nilo Maza: A mí me buscaban. Sergio Cuéllar: ¿A vos te buscaban? Nora Cano: Eso sí es feo. Y bueno, y de ahí… Yo les había mentido, a ellos, no les dije que estaba en Las Lomas, yo les había dicho que él se había ido a Tusca. Entonces se han ido a casa de Domingo, que es el padre de él, allá enfrente. Han ido ahí, yo agarro la bicicleta, se vamos a Las Lomitas, yo diciendo que estos no sabían. Y se íbamos en bicicleta para Las Lomas, con lo que hemos llegado a Nicasio, nos alcanza otra vez la camioneta, el móvil (Risas) ¡Qué bárbaro, lo que hacíamos! ¿No? Sergio Cuéllar: Claro, vos ibas en bicicleta ellos en camioneta, ¿no? Nora Cano: Y ellos se detuvieron en Nicasio, yo llegué ahí en Las Lomitas,

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ya en la casa de Ricardo, y ahí me entero que ya lo habían llevado a Ricardo. Ya estaba detenido Ricardo, Neldo, el Vicente… Entrevistador: ¿A Vicente lo detuvieron? Sergio Cuéllar: Al Vicente, con una calor… Nilo Maza: Se ha ido al hospital. Sergio Cuéllar: Nilo estaba, pero se ha escapado. Nora Cano: Éste se ha escapado… Compañero: Después llegó Jorge Páez. Compañero: Claro, yo llegué con él. Compañero: Y dice: “¿Quién me acompaña?, vamos a Monte”. Nora Cano: Había llegado yo en bicicleta, con la Curbi, para informar. Y de ahí nos informó… creo que era la señora de Ángel, che, que venía ya la camioneta, que en cualquier momento llegaba ya la camioneta aquí. Nora Cano: Pero ahora hay fuerza, ¿no es cierto? Antes, como te digo, vuelvo para atrás otra vez, cuando los han llevado a ellos no teníamos… Nilo Maza: Quedaron las mujeres, nomás. Nora Cano: Las mujeres, nomás, habíamos quedado… Aparte no había mucha comunicación, no sabíamos lo que pasaba. Ellos se han largado a Monte, ustedes, y hemos quedado la Delicia, la Curbi y yo. Todas mujeres, nomás, habíamos quedado, y no sabíamos nada de qué ha pasado, porque por ahí los podían agarrar a ellos adentro y no había comunicación, nada. Nilo Maza: Esa es la historia que nos va a quedar grabada toda la vida. Porque yo… No me olvido, de eso. Sergio Cuéllar: Y eso es lo que queremos hacer, para que quede como recuerdo, una historia, y salga en este libro. Cosa que lean…

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Nicasio Cuéllar: Sí, cuando hubo 18 policías, cuando andaba la motosierra. Nos preguntaron: “¿Ustedes qué hacen?”, con Esteban. Nos rodearon. Dieciocho policías, había de Monte. Yo no estaba a esa hora, estaba para el monte, porque me faltaba una chiva, que un león me la había agarrado. Y en eso… Fui a poner una trampa, para agarrar el león, y en eso habían llegado ellos. Y ahí lo agarraron al Ricardo, y al sobrino mío, y al Vicente, y los llevaron la policía para el puesto… para la casa del terrateniente. Y una de las camionetas que hacía del móvil, de los mismos terratenientes, se les desarmó, y yo venía de allá del monte, y hacían disparos, ellos, y me dice mi vieja: “Escondéte que ahí está la policía, y han llevado a Ricardo.” “¿Y por qué me voy a esconder? Yo quiero ir con él. Voy a ir. Yo no he robado nada. Yo quiero que me lleven ya para la comisaría.” Y me he ido allá. Y le han desarmado el ropero, todo, y le han tirado para afuera la ropa, todo, pilas. Haciendo el allanamiento. Y después han venido y me han hablado. El jefe… jefe de pelotón, era. Me dice… Me levanto, yo estaba tomando mate, ya estaba con el bolso listo, sabiendo que me iban a llevar. Se baja, palpa las manos, y entra. Me dice: “¿Puedo entrar?” “Sí”, le digo, “Pero adelante que no pediste permiso. A mi vieja la llevaste por delante, con el portón.” Yo tenía un portón de chapa. “Ella poco ve. Si ustedes me respetan, yo los voy a respetar. Yo estoy dentro de mi casa, dentro de mi patio, soy más que ustedes.” “No, no, por favor, no se haga problema.” “Yo no me hago problema, pero han venido ustedes a hacer problema. Aquí no han leído la orden del juez, y han entrado.” “No se haga problema. ¿Nos puede acompañar para llevarlo hasta Monte, para declarar?” “No tengo qué declarar, yo en Monte. A Santiago sí, si quieren vamos a ir. Pero a Monte no sé ni de quién es la denuncia.” “Tenemos pedido, la denuncia.” “¿Y por qué nos denuncian?” Y Sergio no estaba, estaba para Quimilí. Y después de que a nosotros, han llegado, y por atrás de nosotros, fue la camioneta. Salimos a las 7, de ahí del puesto, a la tarde. Llegamos a las nueve, allá en la jefatura. Iba el viejito, también, el Vicente. Y le digo… Al policía le digo: “El abuelo va a morir esta noche, acá, y nos van a echar la culpa que nosotros lo matamos.” Recién estaba sacado de alta, por la presión. “A ver, afuera, afuera, y ustedes al calabozo.” Y han llevado a la ambulancia y le han llevado, para el hospital. Y han tardado como una hora. Y les pregunto: “¿Y, el abuelo cómo está?” “Y ya está con suero, el abuelo.” “¿Vieron? Yo les he avisado que iba a pasar.” “No, pero está bien… Quédense tranquilos…” “Si estamos tranquilos. Bien tranquilos, gracias a Dios.” Y se va, la policía. Y cerca de las… como a las dos, ha hecho una visita, la policía. Y pregunta: “¿Cómo están?” Y se levanta Ricardo Cuéllar: “Que estamos bien, bien, estamos.”

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Y ya a las seis… a las cinco ha venido el jefe. Dice: “Muchachos, ya voy a terminar el acta que estábamos haciendo en tu casa. ¿Y van a firmar?“ Dice la chica. Dice Ricardo Cuéllar: “Si nos conviene vamos a firmar, y si no no. Porque nosotros no venimos a hacer nada, aquí. Que no teníamos nada que hacer. Si nosotros teníamos que ir a Santiago a declarar, mándennos a Santiago. Aquí no vamos a declarar nada. Si nos conviene, vamos a firmar, y si no, no.” Han terminado, ya casi las siete, daban vueltas. Faltaba Vicente, que lo habían traído del hospital. Y andaba bien, el viejito, estaba bien. Le pusieron suero, todo. Y eso, bueno, lo han leído. “Leelo”, le dice a Ricardo. “No, yo no sé leer, casi, sé muy poco.” “Y leélo igual.” “No.” Y lo ha leído el jefe. Y algunas líneas pasaba derecho, no lo leía todo corrido, lo hacía saltear. Leía lo mejor, y algunas líneas, que qué estaban diciendo no sé, las pasaba por arriba. “Ya está.”, dice. “Yo no voy a firmar” le digo, “porque no sé cómo firmar.” Y le decía a Neldo, al sobrino, al gordo: “¿Vas a firmar?” “No, no tengo por qué firmar, yo.” Y dice al abuelo: “¿Va a firmar, abuelo, usted?” “No! Yo no voy a firmar, si ellos no firman. Más, que yo no sé firmar, entonces no entiendo nada.” “¿Y Gómez?” “No, menos. Porque si Méndez se negó de firmar, yo menos que sé, qué te voy a firmar.” “Al calabozo.” A los tres minutos nos llamaron. Porque les llegaban los mails, que los apuraban. No contestaban, lo ponían en la mesa; los apuraban, que si no nos largan ya, llega la camioneta con doscientas personas; firma, de la oficina. Y nos largaron… ¡enseguida! Y se fuimos… ya andaba Sergio. Nos llevaron el mate, todo, y pan. No íbamos a firmar nada, porque nosotros decíamos que no vamos a firmar. Sabíamos que teníamos razón. Y bueno, así que nos han metido otra vez ahí, hemos estado y nos han dejado que tomemos mate. De ahí hemos agarrado el papel y lo hemos leído. Está bien, lo que nos dicen los chicos, pero no vamos a… Y después viene.. ¿Y cómo se llamaba el muchacho ese, que andaba, de Córdoba? El que vino con Sergio… Julián…, y andaba Nilo, y andaba el otro…Vienen ellos, Sergio, y Cecilia. También era de Córdoba, la chica. Se hizo pasar por abogada, de nosotros, con Jorge Páez. Dice la policía: “Aquí andan unos compañeros, buscándolos, que quieren verlos.” “¿Qué? Y ahí nomás los he abrazado, yo. “¿Cómo andan, abogada, abogado?” ¡Y se les ha puesto el pelo así, a la policía! No sabían qué iban a hacer, la policía. “¿Por qué los han traído? ¿Por qué los metieron presos, a esta gente? Hay una persona muy de edad, que no lo pueden mover, a Vicente. Ése es un hombre fuera de edad, no lo podían traer. ¿Cómo van a traer una persona de edad? No la podían traer. Y enferma, encima. Nosotros les vamos a meter una denuncia a ustedes.” ¿Qué? Temblaba, el jefe. “¡No! Ya los vamos a largar, si no tienen nada…”.

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“¿Para qué nos han traído, si no teníamos error?” Y le discutía todo. Hablaban, y le contestaba yo al jefe. Ya no quería nada. “Ya los largamos, ya los largamos. Ya van a estar fuera. Ya los vamos a largar, ya van a estar fuera.” De aquí, cinco minutos, le ponía yo. “Si es que los largan, los largan, y si no, vamos a tomar otras medidas.” Decía Jorge Páez. Y ahí nomás nos han largado. Sin causa. Con un papel que decía “Sin causa.” Claro, estaban pagados, y eran borrachos. La policía eran todos borrachos. Ricardo Cuéllar: Y, mal, terminó el conflicto. Porque nosotros cuando fuimos a laburar en la casa, a sembrar, esas cosas, por atrás de ellos se mete la policía, y como nos tenían vigilando, a nosotros, a qué hora estamos, a qué hora no estamos en la carpa, nos entraron y nos robaron las cosas. Nosotros estábamos sembrando aquí en el cerco. Era diciembre. No había quedado nadie en ese momento. Y en ese momento entra la policía, nos saca todas las cosas y nos lleva. Pero nosotros no bajamos los brazos, igual. Nos llevaron las cosas, pero no terminó el conflicto, ahí. Porque después nos seguía alambrando y les seguimos cortando el alambre. Entrevistador: Pero el terreno sí lo mantuvieron. O sea: Perdieron las cosas pero no perdieron nada de territorio. Ricardo Cuéllar: Exactamente. El territorio está como está, está vivo, y nosotros, digamos que no perdimos nada. Son cosas que… chucherías, para nosotros, porque son cosas que igual podíamos recuperar, o hacerlo o comprarlo. No perdimos una vida, por ejemplo, y sabemos que teníamos fuerza. Y que eso nos ayudaba mucho para formarnos y para tener los ojos abiertos, otra vuelta.

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Se separan de la OCCAP: Se crea la CCPN (Central Campesina de Productores del Norte)

Las tensiones en la OCCAP dan continuidad a las que se produjeran en la UPPSAN, ya que subsiste la pregunta acerca de un modelo de acción y representación donde las comunidades no terminan de sentirse identificadas con los procesos de lucha, donde sienten que “otros dirigen” y esto provoca confrontaciones que derivan en una nueva ruptura y en el nacimiento de una nueva organización de base en la zona. Delicia Mansilla: Ahí empezaron primero, con el cura. Por la iglesia, era una organización que se formó. Después han hecho el otro de OCCAP. Y fuimos saliendo, nomás, separándose, y nos quedamos con esta otra que estamos ahora. Porque no se podíamos unir, no podíamos trabajar tranquilos, no podíamos salir. Por eso. Todos querían para ellos, menos para nosotros. Sergio Cuéllar: UPPSAN estaba con la parroquia, y otras organizaciones. Y en 1997 formamos la OCCAP y ahí al poco tiempo rompimos. Era con la idea de entrar en el MoCaSE formando la OCCAP, también era distinta la metodología de funcionamiento con dirigentes, presidente. Y, nada, vos para participar en una reunión en Santiago del Estero tenía que darte el presidente un aval, un escrito “esta persona, con nombre y todo, puede participar”. Eso nos parecía a nosotros como campesinos una discriminación que todos teníamos que participar con voz y voto. Y así fue que nosotros mismos íbamos viendo que las cosas que nosotros proponíamos, las cosas no se iban cumpliendo, no se pasaba la información, iba a las reuniones y nada. Cristina Palmas: Lo que no nos gustaba ahí era que los presidentes hacían una reunión así aparte, y te traían todo ya armadito y te ponían el ok, que no tenía discusión, que no tenía nada. Y los primeros organizados que estaban, nuevos, no tenían que opinar nada hasta los seis meses; pero lo que sí, tenías que pagar una cuota, pero no podés opinar ni recibir ningún crédito tampoco. El grupo que no iba a trabajar tenía que poner un tanto… Así que de esas maneras nos han sacado a nosotros de ahí. Y ahí, cuando hemos tenido el conflicto con Pereyra, cuando hemos puesto la carpa, después,

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ellos mismos, Juan Cuéllar, decía que no éramos compañeros de ahí, siendo que nosotros estábamos organizados ahí. Y ellos decían que nosotros no pertenecíamos a la organización esa. Entrevistador: Acá tenés que pagar, también. Cristina Palmas: Sí, acá tenemos una cuota mensual, de diez pesos. Entrevistador: ¿Y allá qué diferencia había? Cristina Palmas: La diferencia es que si no ibas a una reunión, tenías que pagar, vos. Entrevistador: Como una multa. Cristina Palmas: Claro. Y las multas te salían medio caritas. Así que por todo eso… Y aparte, lo que tenían que hacer, no lo hacían. Que teníamos que discutir, y esas cosas, y ellos ahí nomás encerrados. Y no como aquí. Nosotros, ahora, el que quiere opinar opina, y si hay que discutir, tenemos que discutir hasta llegar a un acuerdo. Pero jamás hemos dicho que no. Ni a un chico. Si quiere opinar, tiene la obligación de opinar. Y aquí de los que entran, ya empiezan a opinar. Y ahí no, recién a los seis meses, si ibas podías opinar. Si ibas y tenías que estar sentado y escuchar lo que que ellos decían. No puedes opinar, porque la opinión tuya no valía. También lo que tenían ellos es que había que ver el presidente, y lo que decía el presidente era. Y aquí en cambio, nosotros no. Lo que tenemos que decidir, lo tenemos que decidir entre todos. Y aquí nosotros no tenemos ningún presidente. Somos todos lo mismo. Ricardo Cuéllar: Y fue muy peleada, muy luchada, porque ahí tuvimos muy poca participación. Después de tomar la decisión de que se independizábamos, contentos, independizados de la parroquia, formamos la OCCAP. Nombramos dos delegados: otra vez un error, porque los delegados nos fueron a hacer lo mismo que casi el cura. Otra discusión con estos delegados. Íbamos perdiendo mucho aceite. Eso fue mucho quiebre de cabeza, en nuestra organización, porque este muchacho Juan, que entraba, y como delegado, llevaba una rama política, de los radicales, y así es y lo sigue haciendo. Y nos quería llevar a la organización directamente a un partido político, lo cual nosotros no estábamos de acuerdo. Discutíamos. En el tema

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tierra, nada que ver; en el tema de tierra él también empezó a tirar para el otro lado, y ahí nos trabamos. Cuando nosotros tuvimos el quilombo de tierra, tuvimos que discutir con él y el otro delegado que tenía la OCCAP y a gritos y fuerza, tuvimos que decir cosas muy fuertes. Casi nos agarramos a las piñas, ahí. Nicasio Cuéllar: Un año, hemos estado. Juan Cuéllar era el cabecilla, presidente, y José Ruiz. Ellos siempre iban, nomás, a las reuniones. Si había proyectos, había para distintas personas, nada más, y a los demás… no sabíamos nada. Y así empezaron a manejar. Y dice Ricardo Cuéllar: “No, esto es lo mismo de lo que estábamos. Cambiemos, ya, porque ya nos tienen podridos.” Y decían, también, Juan Cuéllar: “Nadie va a ir sin la evaluación de la central de la OCCAP”. Y de ahí vamos viendo que estaba mal. Y se va, se va. Ricardo Cuéllar: Mirá, nosotros, después del congreso, no habíamos pensado de armar otra comisión nueva, sino de seguir como habíamos hecho, con la UPPSAN. Hemos hecho la misma, de seguir con la misma organización. No porque estemos peleados, entre dos o tres personas, se lleve esto, y hemos vuelto a insistir. Y cuando nosotros hemos querido insistir, nos rajan. Directamente, me echan a mí. Me han expulsado, porque yo había ido a la asamblea del MoCaSE, sin permiso de la OCCAP. Los dirigentes, que eran Juan Cuéllar y José Ruiz, me dijeron “Bueno, éste nos ha pasado por arriba a nosotros. Tomemos la decisión, muchachos, de sacarlo, porque éste está haciendo todo mal. Aquí la organización no le ha dado aval para que vaya a estar en las reuniones, y para que nos vaya a criticar a nosotros.” No fue tan así, sino que tomamos la decisión nosotros desde la organización que teníamos de la carpa: que vaya yo y que presente los problemas y qué es lo que está pasando. Y ésa fue la decisión de nosotros, y ya como íbamos laburando por dos organizaciones distintas. Sin dejarlos a ellos apartes, sino que queríamos que a la vez nos unamos, pensando en el mismo objetivo. Nicasio Cuéllar: Cuando iba Juan Cuéllar, él se ha ido, también. Y ha entrado. Se conocía con Pablo, ya, con Roque… Con mucha gente, ya, de Pinto… Y ha entrado y dice ya, Juan Cuéllar… “Vos has venido sin la evaluación de la central; así que no puedes hablar nada.” Le dice ahí nomás, cuando ha entrado. “Está bien”, le dice. Y ahí ha hablado como dos palabras, tres, porque los compañeros mismos le han dicho que cómo, si ha ido, no podía hablar. “Vos ya puedes ir”, dice Juan Cuéllar. “Ya has hablado.” “No, yo voy a estar hasta que se termine, la reunión. No tengo voto ni voz. Esto

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es lo que tengo: el asiento.” Después ha vuelto a ver otra cosa, que… cuando vino el atropello para Juaco, que le decía que salga, que le daban un mes. Que salga, el abogado Peralta. Quedaba de dueño, de ahí de Agua Negra, como le llaman al terreno ése. Y va José Ruiz, el presidente de la OCCAP. Éramos todavía socios de ahí. “¿Y cómo están allá?” Cuando han entrado todo, se han reunido. “Está bien, todo bien, no hay novedades”, “No, sí hay novedades”, dice Ricardo, “Aquí hay una carta.” Ramón Cuéllar: Después hubo un conflicto acá en Santa Ana, que el abogado este, Peralta, lo quería desalojar, a la gente que vivía ahí, años y años, y que él no vivía jamás, este abogado Peralta. Tenía una carta. Vino este muchacho que era compañero de nosotros, éramos con la OCCAP, todavía, y le llevó la… José Ruiz era el presidente esa vez, de la OCCAP. Y cuando ha habido la reunión, dicen: “¿Cómo están allá? ¿No hay novedad?” “¡No!” dice Juan Cuéllar. Va el otro, José Ruiz: “Que no, no hay novedad, nada.” Y dice Ricardo… Ahí saltó. “No, sí hay novedad. Acá tengo una carta, del abogado Peralta, que los quiere desalojar a los compañeros que tenemos ahí. Pero él no tiene ninguna mejora, no se le conoció nunca casa. Ahí los que viven son los únicos dueños.” Y bueno, ahí le empezaron a decir cosas, a José Ruiz. Los compañeros de Quimilí lo putearon. Después lo trataron de echar, al Ricardo. Dice Juan Cuéllar: “Éste ya se está largando solo, hay que rajarlo, de ahí.” Dice: “Levanten todos, las manos, los que están dispuestos a que salga Ricardo”. Y había dos: el negro Cuéllar, el sobrino, que está por acá cerca, y Mañón Juárez, y José Ruiz. Hicieron así. El que levantó más era el Negro Cuéllar. Y bajó la mano, cuando vio que nadie levantaba la mano. Y ahí dice Ricardo Cuéllar: “Yo voy a salir porque a mí no me gusta esta organización. Ninguno tiene bolas para levantar la mano. Yo voy a salir porque quiero y porque no me gusta esto que están haciendo, compañeros. Esto está muy mal. Nos están usando, los compañeros que van a las reuniones. Y ahora se está descubriendo lo que están haciendo. Así que yo salgo. Dénme el libro, voy a firmar. Nada más. Y me voy.” Y ahí preguntamos: “¿Cuáles están de acuerdo en salir de la OCCAP?” Y levantamos la mano, como veinte personas. Veinte personas, éramos. “Salimos de la OCCAP. Nosotros salimos. Y mañana vamos a traer la renuncia. Porque renunciamos.” Pedimos reunión para mañana, para el otro día. Era el día sábado, y para el domingo pedimos reunión, para llevar la renuncia, explicando por qué salíamos. No nos quisieron recibir. Que no, que cómo vamos a salir… Si solamente uno estaba mal… “No, le digo. Yo si a mi hijo lo sacan, yo voy a salir.” “No quiero andar tanto con ustedes.” Salimos. Veinte, éramos. Y empezamos…

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Ramón Cuéllar: Y bueno, y después hemos andado no sé si un año, un año y pico… Hemos estado con la OCCAP. MoCaSE, que le dicen. Y también empezó a pasar lo mismo. Porque había dos o tres que iban, a las reuniones de Santiago. Y siempre no nos estaban informando lo que tenían que informarnos. Y parece que nomás… Se les ha descubierto, que no están en la reunión, van a pastillear, nomás, a preguntar qué han hecho, qué se va a hacer… Entrevistador: ¿Y siempre iban los mismos? Ramón Cuéllar: Siempre los mismos, no había otros. Y así empezamos a descubrirlos. Ricardo se fue y los descubrió una vez. Y ya, el comisionado, que es ahora Juan Cuéllar, él le dijo que ha ido sin la evaluación de la central, de la OCCAP; que no podía ir, a la reunión. Y bueno… Nosotros le dijimos, los compañeros que estábamos, ya, que estábamos pensando que teníamos que hacer… separarse también de la OCCAP. Porque también estábamos viendo que estaban trabajando igual que la parroquia. Y se fue, y ahí le dijeron que no. Después, él habló algo y después no tuvo voz ni voto. Juan Cuéllar le ha dicho: “Vos podés irte, nomás. Ya está, lo que vos venías a decir, ya está.” Y Ricardo le dice: “No, que yo voy a estar hasta que termine la reunión, porque yo vengo a escuchar todo lo que se dice.” Y bueno, y se quedó ahí hasta que terminaron la reunión. Y de ahí vinieron y llamaron a reunión para otro domingo, y dijeron: “Éste se está cortando mal, a este tipo hay que rajarlo, pero ya.” Dice Juan Cuéllar. Cuarenta éramos, en la reunión. Y estábamos reunidos, ya todos, y dice: “Que levanten todos la mano, los que están de acuerdo que salga, que saquemos a Ricardo.” Había dos o tres… Había uno nomás, que levantó solamente la mano, y los otros dos quisieron levantar la mano, y bajaron, nomás. Y dice Ricardo Cuéllar: “Yo voy a salir porque a mí no me gusta lo que están haciendo, compañeros. No tienen ninguno huevos para que levanten la mano, y me digan por qué, cuál es el error que yo tengo, y por qué me quieren sacar.” Así les dijo. “Igual, los compañeros de Quimilí nos apoyan, y nosotros vamos a hacer otra organización.” Y empezamos con veinte. Entrevistador: ¿Esta comunidad, nomás, al principio? Ramón Cuéllar: Sí, esta comunidad. La comunidad de El Retiro. Después le hemos puesto Las Lomitas. Vino la radio y todo. Ricardo Cuéllar: El 2 de noviembre fue el día de los muertos, y el 3 de noviembre hizo la reunión para sacarnos, a Julián, Ricardo y la Cecilia. Primero los echó a Julián y a la Cecilia como técnicos; no son más técnicos de la OCCAP. Está bien.

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Los otros han renunciado y se han ido a la mierda. Segundo, hemos tomado la decisión de sacarlo a Ricardo porque se va a un lugar que no es avalado por la organización, y toma decisiones. Muy bien. Y no había consenso. Tuvo que decir, el delegado, que levanten la mano, si iban a sacar o no. Y que levanten la mano. Hicieron levantar la mano. Muchos se animaron, otros no. Igualmente ya me dio bronca, y renuncié ahí nomás. Listo, yo renuncio y no sigo más en la OCCAP. Listo, termina la historia. Entonces, empezamos a ver qué íbamos a hacer, con Julián. Seguíamos en la carpa, la carpa del conflicto, nosotros, con Pereyra en contra. Y va y nos saca en los diarios, Juan Cuéllar, encima. Diciendo que nosotros no somos de la OCCAP, sino que somos pobladores, que luchan por sus derechos, y nada más; que no están en la organización de la OCCAP. Está clarito. De la organización, nada. Sino que sí teníamos derecho, como pobladores, pero que no estábamos en la organización. Y se enojaba porque nosotros reclamamos eso, diciendo que: “¡Cómo voy a sacar eso en los diarios! ¡Si yo no he dicho eso!” “Y claro, el diario va a salir solo”, le digo. Si vos no vas a decir nada al diario, nadie te va a decir nada. Si voy al diario y digo cualquier pelotudez, el diario me va a sacar. Y él se calentaba diciendo que él no ha ido a decir esas cosas. Pero sí lo ha dicho, por eso lo han sacado así. Y bueno, ahí nomás hemos dicho: “Yo renuncio”. Los cumpas era que iban a renunciar. Pero a lo último se han terminado haciendo a un lado 24 compañeros, sin renunciar, los otros. Pero a la vez, como no participaban ahí, lo han tenido que sacar, eludirlo, borrarlo. 24 compañeros que hemos salido, hemos hecho una organización nueva. Año 2001. Y empezamos a laburar ya un poco más en serio. No dejamos de participar en el movimiento. El MoCaSE… Nosotros no teníamos con qué manejarnos, pero igual estábamos en las reuniones. Si había una charla, lo que sea, pagábamos con lo que teníamos, nos alcanzaba e íbamos. Y así pudo crecer. Y hasta donde nos formamos, nos formamos bien. Y para los cumpas del MoCaSE, no era, que nosotros nos separemos de la OCCAP y armemos otra central. No nos aceptaban, que éramos 24, pero a la vez tuvieron que aceptar, porque era una central tan amplia, tan grande… Hasta que se decidieron, que si no iban a tomar como organización, los otros no aparecían más. Y ahí fueron a tomarnos que sí: Las Lomitas, una central. Con 24 cumpas empezamos a levantar todo esto que tenemos ahora, y a crecer un poco más con las comunidades de base que iban organizándose, con el mismo problema de tierra. Nora Cano: Recuerdo que peleaban... Ricardo… Todos se han enfrentado. Y bueno, nosotros hemos empezado muy muy sin nada, no se tenía nada, no…

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Nilo Maza: Nada, nada, nada. Sergio Cuéllar: Nada, pues. Nora Cano: De ayuda, nada. Nilo Maza: Todo era en bicicleta. Y aquí en bicicleta, reuniones allá, y para Tusca… Y acá se han hecho como doce reuniones, que no? Sergio Cuéllar: Sí. Nilo Maza: Después hemos ido en Tusca… Y así nos hemos hecho. Organizando. La historia era así, muy de pobres. Nora Cano: Nosotros estamos hablando de veinte personas, ¿y cuántas son ahora? Sergio Cuéllar: Muchas. Muchísimas. Nora Cano: Nosotros te estamos hablando de veinte personas. Nilo Maza: Hay que hacer, las veinte personas. Nora Cano: Que sí costaba a que la gente… acordáte de eso. Sergio Cuéllar: La gente mucho no se quería agrupar. No se quería agrupar en la organización. Y después ya sí… Nora Cano: Hemos luchado mucho, hasta que después ya… Es como que ellos solos ya se iban dando cuenta… Sergio Cuéllar: Los changos de Moraví, los changos de Huachana… Y vamos yendo para Santa Cruz y Alberdi, estamos yendo ahora. Nilo Maza: Es a la altura de Campo Gallo. Sergio Cuéllar: Y de aquí tenés hasta Chaco, hasta…

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Asamblea en Casa Diocesana Durante los finales de la década de 1990 surgió en el MoCaSE la idea de llamar a un Congreso, que discutiera los objetivos del movimiento y pudiese mostrar la masividad del campesinado en Santiago del Estero. Durante 1998 se realizaron múltiples actividades de reflexión, debate y preparación del Congreso en las comunidades de base, en las centrales y en talleres de formación. El Congreso se desarrolló finalmente en noviembre de 1999 en la Universidad Nacional de Santiago del Estero. Las conclusiones del Congreso del MoCaSE dejaron en claro la necesidad de rediscutir la forma de funcionamiento del movimiento y para tal fin debía ser convocada una Comisión. Hacia finales de 2001, cuando debía renovarse la comisión directiva, dicha comisión no había sido convocada. Entonces la Central de Quimilí, con el apoyo de las Centrales de Tintina, La Simona y Pinto, promueve la realización de una Asamblea del MoCaSE donde se redefiniría la estructura de éste, y de la que participan más de 120 compañeros. En paralelo se desarrolla una sesión de la comisión directiva donde asisten delegados de varias centrales (la OCCAP, Los Juríes, Añatuya entre otras) y donde 11 delegados eligen a la nueva comisión directiva y al nuevo presidente del MoCaSE. Con este proceso se inicia la división del MoCaSE. Ricardo Cuéllar: Y bueno, nosotros nos invitan, desde la OCCAP. Bah, no nos invitan, sino que nos dicen que se va a hacer una asamblea del movimiento, donde se van a tomar las decisiones de qué es lo que se va a hacer y cómo se va a seguir. Y a nosotros nos pareció muy bien, que se haga una asamblea donde participemos todos y empecemos a buscar la forma de trabajar distinto. Y ahí saltaron los delegados y dijeron que no, que la asamblea era para los delegados, y no para la organización. Otra bronca. Empezamos a tirar la bronca, diciendo: “No. Cómo puede ser, si ustedes son delegados y nada más. Aquí la asamblea es asamblea de todos.” Habíamos pensado que la asamblea para nosotros era interesante y teníamos que ir, sí o sí. Teníamos que ir. Nosotros como carpa, tomamos la decisión, nosotros vamos a participar las 3 comunidades que habíamos acordado separarnos, que era Tusca, Manga y nosotros. Dos de aquí, dos de Tusca y uno de Manga. Discutimos también con los delegados ahí en una reunión anterior, ahí en la OCCAP cuando ellos han dicho que la asamblea es para que vayan todos los delegados, y

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nosotros hemos dicho que no, la asamblea es para que participen lo más que se puedan, y los delegados nos decían no, es para los delegados, no puede ser decíamos nosotros (y se enojó, Juan, se nos vino encima, nos quiso pegar, era presidente Juan de la OCCAP) Nosotros vamos a decidir y vamos 5. Bueno ustedes vamos por fuera de nosotros. Hagan lo que quieran vamos 5 y punto. Si no nos pagan los boletos no importa. Y fuimos 5. Y no los pudimos sacar del PSA, ellos estaban como Comisión Directiva en el PSA y nosotros no entrábamos ahí para estar en asamblea, si la asamblea entraba en el PSA capaz que se hacía todo junto, con Comisión Directiva y todo, pero como no entrábamos y ellos no querían salir de ahí tuvimos que hacerlo en la Casa Diocesana, los 120 delegados que había de las otras centrales y eran 11 ellos, apenas tenían para un equipo… Y participamos cinco compañeros, y la OCCAP con dos, que eran los delegados. Y ahí fue que la asamblea se presentó con 120 compañeros, y la comisión directiva se presentó con 11 dirigentes, nada más. Nicasio Cuéllar: Fuimos y nos reunimos allá en la calle, me parece. De ahí nos llamaron, para que hagamos la reunión, pero claro, era de acá, era para delegados, siendo presidentes, de ellos. Y nosotros no tenemos presidentes, ni delegados tampoco. Entonces no quisimos ir para ahí, porque era una pieza chiquita. Ellos eran diez, me parece, pero eran así, delegados. Nosotros no, éramos así, nomás, que cualquiera podía dar su opinión. Nosotros no, nosotros… Ramón Cuéllar: Todos éramos campesinos Nicasio Cuéllar: Y entonces no… Y le propusimos ahí en la casa diocesana. Ahí nos permitiéramos para que vayamos, si queríamos ir. Entonces ahí fuimos, de las Lomitas, y de todas las comunidades. Quimilí, Pinto, La Simona… de muchas comunidades. Y éramos ciento veinte. Y no han ido para ahí los delegados reunidos en el PSA. Y ahí hemos ganado ya por mayoría, ya, y se hemos ido para la casa. Y ahí hemos comenzado con el MoCaSE verdadero, nomás. Y ahí quedamos, ya, directamente como MoCaSE. Pero ya estamos como conjunto de la carpa, del conflicto que hemos tenido cuando hizo Pereyra. Y ahí hemos ido nosotros, y de ahí seguimos, seguimos, hasta ahora. Sí he estado, en la asamblea, yo… Pero claro, yo era como nuevo, sin saber nada. Pero así. Y salí muy poco, yo. Pero así aprendí. Y después nos fuimos para allá para la fiesta de Mailín dos veces, tres veces, y he andado para la fiesta de Mailín, también. Y después ya no he participado más. Y

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después en Quimilí sí, ya he participado en las reuniones. Compañero: 100 personas ha sido que hemos estado parte de la asamblea, y las otras no querían participar porque estaban en contra. Y bueno, con las 100 hemos trabajado nosotros, y hemos hecho una organización que, que no tenía presidentes, ni… Compañera: Ni vices, nada… Compañero: Era un secretariado, le decíamos nosotros, porque todos teníamos que opinar, todos teníamos que hacer las cosas, todos teníamos que decidir qué se iba a hacer, cómo vamos a trabajar, todo, todos teníamos vos. Eso es lo que se hacía antes, cuando se hemos separado. Y después por el asunto de las tierras, todo, hemos puesto, algunos responsables que iban a ser de la tierra, otros de comercialización, otro de, de todos los rubros que tengamos. Entrevistador: ¿Y en ese momento quiénes, qué otras centrales había que se separaban? Estaban los de Quimilí… Compañera: Quimilí, de Pinto… Compañero: Simona, me parece también… Compañera: Tintina, Atamisqui… Compañero: Atamisqui… Compañera: ¿Cuál había sido otra? Compañero: Otra no sé… Compañera: Creo que no había más… Compañero: Y Guasayán andaba, pero se ha ido… Compañera: No, Guasayán no… Compañero: Por eso digo, andaba, que no sabía donde iba a quedar, y al

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último se ha ido… Compañera: Guasayán, y Atamisqui, también andaba medio en duda, en duda… Compañero: Y ahora parece que no hay, que no participa nadie de ahí… Compañera: No, de ahí no… Compañero: Después en eso, ya hemos empezado a lucha por la tierra… Compañera: Han comenzado a salir los problemas de tierra ya, han comenzado a entrar los… Compañero: Sí, después del Congreso ese. Compañera: Ahí hemos empezado a apretar nosotros también, hemos empezado a tener más voz y más fuerza para trabajar por las tierras. Hemos tenido luchas grandes, y así vamos defendiendo hasta ahorita. Compañero: Ellos cambiaron la comisión, y nosotros seguimos en la asamblea y cambiamos toda la estructura. No va más, aquí, la comisión directiva, en donde manda el presidente, el tesorero y etcétera. Ahí vimos que nosotros tenemos que empezar a laburar por áreas, o por secretarías, como llamamos nosotros, que es tierra, comunicación, jóvenes, etcétera. Las áreas que estamos trabajando ahora como movimiento. Y ellos se quedaron en el espacio del PSA, donde nosotros les hemos invitado como tres veces, que salgan de ahí, que participemos todos juntos, que la asamblea era para todos. Y no han querido salir nunca, con nosotros. Nos han dicho que no. Que eso es una bolsa de gatos, donde están todos, que no se puede hacer así, que eso no les parece bien a ellos. Muchas cosas malísimas, nos dijeron, pero no los pudimos llevar igual, no los pudimos convencer, a ellos. Cambiaron la comisión directiva, entre ellos, las once personas, y siguió, y al otro día salió en los diarios que el MoCaSE había cambiado la comisión directiva. Y le daban para adelante. Y del MoCaSE, lo que es ahora la Vía Campesina, no salió nada en el diario. Que era la asamblea, digamos. Que eran más de 120 compañeros. Y ellos, entre once compañeros, cambiaron todo. Mirá vos lo que es la política. Y bueno, de ahí empezamos a laburar directamente con el movimiento. No participábamos, nosotros, en la OCCAP, y no participamos tampoco en la decisión de ellos que toman como comisión directiva.

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Ricardo Cuéllar: Nosotros ahí hemos empezado a tomar conocimiento que podíamos participar más compañeros en las reuniones y no solo dos compañeros podían ir, se ha abierto la cancha para que se formen más jugadores y jugadoras. Para nosotros era una asamblea pero bueno, le hemos empezado a poner Secretariado porque se trabaja por áreas, por secretarías digamos, no se trabajaba como Comisión Directiva, eso también se cambió que no sean llamada asamblea sino que se llame Secretariado. Las decisiones finales se trabaja, después de las secretarías se termina redondeando en un plenario, en donde se terminan de definir cosas, se informa las secretarías pero se define en el plenario, cuando ya estamos todas las áreas juntas.

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Marcha a Mailín:

Y ahí nos encontramos. Y empezamos a caminar juntos, a conocernos más El Santuario del Señor de Mailín se encuentra en el departamento Avellaneda y es, desde hace años, objeto de una importante peregrinación desde todo el país y es, junto a Huachana, un lugar clave del aspecto religioso de la provincia. Unas 300.000 personas se reúnen en mayo para la celebración. Desde la constitución del MOCASE se marchó en peregrinación y a partir de 2001 empezó a realizar una peregrinación y encuentro en septiembre (conocido como Mailín Chico, a diferencia de la de mayo, Mailín Grande) adonde llegaban campesinos y campesinas caminando a veces más de 100 kilómetros. El contenido de esta celebración tiene un tono más político y se constituyó en un espacio de visibilidad para los reclamos del campesinado. Ricardo Cuéllar: Nosotros nos hemos conectado en el territorio. Adonde nos separamos nosotros, fue porque desde la carpa tomamos decisión, y nos fuimos a la marcha de tierras que tenían desde Quimilí a Mailín, al primer encuentro. Septiembre del 2001. Y ahí nos encontramos. Y empezamos a caminar juntos, a conocernos más. Conocernos más el tema de organizaciones, y el tema de distancia y compañerismo que teníamos. Ahí fue que empezamos a conocer cuántas organizaciones y cuántos campesinos tenemos atrás, digamos, que no estábamos solos. Y eso fue que tomábamos más decisiones y tomamos más coraje. No pensábamos que teníamos tantos compañeros. Nos encontramos que éramos muchísimos y ya estábamos más contentos. Creo que debía tener más fuerza, Mailín. Pero no le daban el impacto que nosotros queríamos. Nosotros, con las marchas que hacíamos, de ir a conocernos, a tener más relaciones con los campesinos. Ésa era la idea de nosotros. Me parece a mí que los que fallaron fueron las otras. Nosotros insistimos hasta el último, viendo que no participaron los otros de afuera, que se los chuparon los políticos, o la iglesia, no tomaron decisión de seguir participando allá. Nosotros vimos, ahí, que somos nosotros los que estamos yendo, nada más, y dejamos de ir. A nosotros igual Mailín no nos fortaleció mucho. Es una iglesia, una iglesia que nos sometió por años. Igualmente, era una marcha, para ir a conocer más compañeros y fortalecernos más adelante. Igual, en ese espacio tenemos buena participación, de salir con el micrófono, a decir nuestras cosas, que los curas con eso estaban muy bien, nunca nos negaron nada. Pero nosotros vimos que no… No era tan… Si no

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se sumaban otras organizaciones, ¿para qué? Estábamos haciendo movilizaciones en otros lugares, como en otras provincias, y nos servía mucho más eso, ya que veíamos que no se sumaban las organizaciones que teníamos acá al lado. Creo que eso fue la dejada de ir a Mailín. Porque si seguían sumando más cumpas campesinos para nosotros hubiera sido muy bueno. No dejando de participar. Porque cada año teníamos que ir sumando. Y bueno, no sumaban a nadie, y me parece que fue una de las estrategias del Movimiento.

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El trabajo con comunidades en conflicto Ricardo Cuéllar: Las otras comunidades se fueron sumando por el tema territorial. Que el tema territorial, de la tierra, donde el objetivo de los terratenientes es quitarnos las tierras, y es todo el mismo conflicto, a una y a la otra, es lo mismo. Y ahí empezaron a sumarse, viendo de que la necesidad es luchar, y viendo de que nosotros luchábamos diferente a las otras organizaciones, se empezaron a sumar con nosotros. No porque la otra organización tenga más historia, más años, pero no hace lo que hacemos nosotros. Y empezamos a sumar más comunidades. Y ahora seguimos sumando. No se achica, sigue agrandándose. Y el objetivo es tierra, territorio. Hay un interés político, un interés del capitalismo, en donde los capitalistas están atrás de sacar todo el monte y meterle soja, y su interés es sembrar soja. Y creo que la gente termine de entender que hay que defender su tierra, porque si no no queda otra. Y aunque no lo crean hay algunas comunidades que decían que nosotros somos violentos, y cuando les ha tocado a ellos, aquí nos han venido a ver, directamente. Porque los únicos que los van a defender son los violentos, no los otros débiles que van a negociar. 2001 para adelante, empezamos a crecer nosotros como organización. Nos plantamos… el 4 de noviembre nace la central de nosotros, con tres parajes, que eran Tusca Bajada, Manga Bajada y El Retiro. Son tres parajes, nada más. Hasta el 2003, estuvimos así. En 2003 empezó a crecer, recién. En 2003 apareció otra comunidad, que es Corral, con cinco o seis integrantes. Se borraron esos cinco o seis integrantes y apareció de golpe una comisión más grande en Corral. Ahora son 31 integrantes. Y bueno, así fuimos levantando. Y empezaron a aparecer nuevos conflictos, y empezaron a organizarse. Conflictos de tierra.

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Comisión de base de Corral Quemado En 2003 o 2004 comienzan a llegar una serie de amenazas a campesinos de la comunidad de Corral Quemado. Compañeros de la comisión de base contaban en 2006 sobre estos conflictos. Etelvina del Valle Ruiz: Porque ya teníamos intentos de terratenientes, acá. Vinieron diez, no sé cuántas notificaciones, de los vecinos. Entrevistador: ¿Y por qué? Juan Luna: Y, porque estaba “comprado”, ya, este lote, aquí, pero no estaba ni con el nombre de la comunidad, sino que venía con otro nombre. Le han puesto “El traslado”. Venía con ese nombre, pero los notificados sí vivían aquí, en Corral Quemado. Pero venían con otro nombre de lote. Efifenia Escalada: Algunos, con el nombre que tenían los notificaban, o han inventado un nombre. Juan Luna: Eran todas trampas de los jueces, que hacían… Efifenia Escalada: Algunos con número de documento, otros sin número de documento… Entrevistador: ¿Y quién era el terrateniente? Juan Luna: Sí, eran de Buenos Aires. Traficante, de apellido. Entrevistador: ¿Traficante? Así se llaman. Juan Luna: Teníamos las denuncias, las notificaciones. Para mi mamá, otra viene para el marido de ella… Entrevistador: ¿Y de cuántas hectáreas estaba pidiendo?

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Juan Luna: Seis mil hectáreas. Seis mil hectáreas tenía compradas, él, pagadas, y tres mil hectáreas estaban ya para que los compre. Y vino la jueza, con la policía aquí, y decía que nos quería dejar en mil hectáreas para todos conviviendo, para que nos corran a esas hectáreas, y dejar libres las otras. Entrevistador: ¿Y en esas seis mil hectáreas, cuántas familias viven? Juan Luna: Y en esas seis mil hectáreas no sé… Habrá como treinta o cuarenta familias, capaz que más. Efifenia Escalada: Pero habitantes…. Juan Luna: Muchos más. En cada casa hay diez o doce personas. Entrevistador: ¿Y qué han hecho? Juan Luna: Ahí estuvimos… Con ellos tuvimos reuniones con toda la comunidad, aquí donde vivimos. Se hemos puesto de acuerdo, a esperar a la jueza, hemos ido y hemos planteado eso. Después, con Ricardo, hemos ido a Monte. Fuimos al juez, hemos ido, y hemos leído los expedientes, allá que tenían ellos, pero todo no coincidía nada con lo que ellos decían, o con lo que la comunidad decía. Todo era tránsfuga. No sé si era de los Traficantes o era de los jueces de aquí. Porque todo hecho era robando firmas, o sacando documentos… No sé si sacaban del registro, que tenían, de los padrones, sacaban de ahí. Nosotros hemos visto todo: las notificaciones que ellos tenían allí eran todas hechas por ellos. Firmas falsificadas… Y bueno, el juez había pensado que el tipo que vendió la tierra era de aquí, que el tipo que había vendido la tierra tenía posesión. Y el tipo que vendía ni se lo conocía aquí, tampoco. Era un tal Gregorio Pastor, que nadie lo conocía aquí. Efifenia Escalada: Jamás en la vida lo conocíamos. Yo soy nacida y criada aquí. Setenta y un años, tengo, voy a cumplir setenta y dos. Y yo no lo conozco. Mis abuelos habían sido… Habían sabido vivir aquí, y aquí nos hemos criado todos. Y nunca lo conocimos, al señor. Juan Luna: Así que con eso no vinieron más, no llegaron hasta ahora. Porque ya están haciendo cuatro meses, son. Nosotros le llevamos, Le dejamos la ley de que hay, que no al desalojo, que por cuatro años, se ha suspendido, el desalojo. Con eso llevamos, le dejamos al juez, eso, y bueno, creemos que

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eso lo está teniendo en cuenta, y que por eso no nos está mandando, o no está dejando venir a nadie para acá. Y ahora estamos con eso, haciendo el trámite. para ser comunidad indígena. Que es el único medio que nos queda a nosotros para defender la tierra. Pero mientras, ahora estamos… Todos los parajes cercanos estamos en contacto. Por cualquier cosa estamos todos unidos. La mayoría no están organizados, pero estamos todos dispuestos y unidos a defender nuestros derechos. Martina Pérez: El motivo por el que me organicé era por temor a que nos quiten nuestra tierra. Porque habían… decían que venían señores que ya habían comprado la tierra esta. Sí vinieron, pero se reunieron... qué sé yo, como veinte familias, así, y lo recibieron. Y sacó los papeles que él tenía, los títulos de él, que él era dueño… Y vino acompañado por la policía. Y nosotros ahí no estábamos organizados, todavía, pero también hemos estado ahí cuando llegaron, el señor este. Después, el único que estaba organizado era la familia de Juan Luna. Porque había otra chica que estaba, vamos a decir, en la organización, pero ellos hacía poquito que estaban, y ella no nos daba participación, como que nos mezquinaba a que nosotros entendamos lo que era la organización. Después de un largo… no por muchos días, sino que habrá sido un mes, más o menos, y él nos llamó a reunión para que nosotros aprendamos lo que es eso. Que vinieron los compañeros de allá de Lomitas; ellos nos han dicho que nos organicemos, y que eso va a servir, que eso nos va a ayudar mucho. Y fue así. La primera vez él vino acompañado por… No sé qué, a él lo… Vino, este señor, no sé si quién le indicó los lugares, pero el caso es que él ya había estado sabiendo los caminos. Marcó una cantidad de hectáreas, bastante. Que aquí nosotros lo conocemos como Corral Quemado, y ellos le habían cambiado el nombre. Le habían puesto como el lugar El Traslado. Cosa que nosotros en ningún momento habíamos ni siquiera sabido. Y aquí mi mamá… Todas las personas mayores les han dicho a ellos que como Traslado nunca lo han conocido, porque ellos son nacidos y criados aquí. Mis abuelos, mis bisabuelos, tatarabuelos, ellos habían sido nacidos y criados aquí. Lo recibieron ellos, y él sacó el… Los papeles, vamos a decir, y le dijeron que… Pero lo único, sí, que después los compañeros de Lomitas nos dijeron que nosotros les teníamos que haber quitado eso. Nosotros no sabíamos. Nosotros sí sabíamos que ellos estaban organizados, pero en ningún momento habíamos tenido una conversación con ellos. En ningún momento. Y eso fue lo que nos llevó a organizarnos. Porque si nosotros no hubiéramos estado organizados… Ya no íbamos a tener un lugar donde estar. No íbamos a tener, porque… Aquí nada más que estamos organizados somos las cuatro familias.

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Entrevistador: Y cuando… Pregunta, de curioso, yo. Cuando llegó el señor y les mostró el papel, ¿qué sintieron? Martina Pérez: Y bueno. Sentimos bronca, porque había un señor que… Vamos a decir que nosotros… Sentimos bronca pero no hicimos nada. ¿Por qué? Porque al frente estaba un policía. Y nosotros no sabíamos que no teníamos que respetar nada, sino que teníamos… Al poco tiempo vino… Vino un compañero que se llama Ricardo y… Vamos a decir: nos enseñó. Porque nosotros estábamos totalmente tímidos… Pero sí, le dijimos que se vayan, porque nosotros no queríamos saber nada, de que vengan ellos, porque era que no… Vamos a decir, que a nadie se le ha vendido nada. Juan Luna: En la primera reunión nosotros llevamos compañeros de distintas comunidades, y con compañeros de aquí de la central, hicimos como dos o tres reuniones allá en las comunidades. Con comunidades que venían organizadas, ya, con uno o dos compañeros de las comunidades, y con compañeros que eran de aquí de la central, uno o dos. Así fuimos avanzando. Fueron dos o tres reuniones que hicimos, así, con los compañeros que pertenecían a la central. Entrevistador: ¿Ustedes conocían a esa gente, o recién la empezaban a conocer ahí? Juan Luna: Sí, los conocíamos, ya. Y nosotros más nos juntábamos para que nos expliquen al respecto de la organización, cómo hay que organizarse, qué hay que hacer y todas esas cosas. Entrevistador: ¿Y cómo fueron los primeros conflictos que tuvieron? Juan Luna: Para nosotros fue difícil. Primero, porque no estábamos organizados. Cuando uno no está organizado, todo es malo, todo desconfía, uno a veces; pero cuando uno está organizado, ya pierde el miedo. No tiene miedo a los policías, al juez, no tiene miedo a lo que sea, porque uno sabe que está con el derecho. En 2007 comienza otro conflicto de tierras en la comunidad de Corral Quemado. Juan Luna: Nosotros de esa parte, en Pampa Mushoj, no teníamos familias organizadas con nosotros. De esa parte del río. Y nos llegó un día una

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novedad de que estaban haciendo una picada, gente desconocida ahí. Y justo un fin de semana teníamos reunión, un día domingo, nosotros. Y en esa reunión se presentaron todos los que estaban en conflicto. No estaban organizados con nosotros. Querían el apoyo, en qué los podíamos apoyar, o cómo podíamos hacer para sacar a esa gente de ahí. Nos juntamos como treinta, entre los que estábamos organizados y todas las familias en conflicto ahí. Cuando llegamos nosotros el tipo ya estaba ahí. Dos eran los que andaban, un supuesto dueño y un ingeniero. Que supuestamente era ingeniero. Ellos decían que no se iban a ir, que habían comprado, y nosotros que no habíamos vendido, la comunidad. Estaba la gente, gente anciana, gente de edad, que han dicho que ellos no conocen ningún dueño aquí. Y ellos decían que tal le había vendido, y nadie lo conocía ahí. Y le dicen que se tiene que ir, ya, quiera o no quiera, y él dice que no se va a ir. Y se tuvo que rajar. Alzó todas las cosas que tenía al fondo, y volvió con la camioneta y se fue. Hace dos meses ha vuelto de vuelta.

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La recorrida FIAN Entre el 17 de y el 28 de abril de 2004 FIAN Internacional (Food First Information and Action Network) y La Vía Campesina organizaron una misión de investigación en Argentina en el marco de la campaña Global por la Reforma Agraria. La misión visitó, entre otros lugares, comunidades organizadas en el MoCaSE-VC y en particular, las comunidades de Las Lomitas, Manga Bajada, Tusca Bajada y Corral Quemado de la Central Campesina de Productores del Norte. A continuación reproducimos la descripción que realizan de la zona y algunas conclusiones del informe, que dan cuenta de las reales causas de la violencia en el ámbito rural.

La Delegación se reunió con miembros de la comunidad de Las Lomitas, Manga Bajada, Corral Quemado del Departamento de Copo y la Comunidad de Corral Quemado del Departamento de Pellegrini. En la comunidad Las Lomitas hay 4 familias que están enfrentado problemas con un terrateniente que los acusa de usurpadores de tierra. Ha encarcelado a varios dirigentes, ha quemado casas de los campesinos, ha realizado desalojos violentos y amenaza de muerte constantemente a los campesinos, todo esto con el apoyo de autoridades judiciales y policiales. Este terrateniente al igual que otros luego que usurpa la tierra la desmonta para el aprovechamiento del bosque y luego la vende a otros terratenientes para la ganadería. Las 23 familias de Tusca Bajada tienen problema con un terrateniente quien desde 1997 les ha quitado más de 5.000 hectáreas de tierra para explotar la madera en la producción de carbón.

Y de las conclusiones, nos parece relevante lo siguiente:

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Los conflictos agrarios en el campo argentino en los casos verificados derivan en su gran mayoría de la usurpación de las tierras de las comunidades campesinas e indígenas por parte de supuestos dueños con la complicidad de autoridades judiciales, políticas y policiales, para ampliar su producción de la ganadería y del cultivo de soja. Los conflictos agrarios no son resueltos satisfactoriamente por las autoridades, ya que en su mayoría las autoridades judiciales y policiales favorecen a esos supuestos dueños. De esta manera, los funcionarios públicos desatienden su obligación de servicio público e incurren en conductas que incluso podrían ser calificadas como de abuso del poder, en la medida en que no trabajan en pro del cumplimiento de las finalidades de los cargos para los cuales han sido nombrados, sino que por el contrario se aprovechan de sus competencias para obtener el beneficio propio o de sus grupos particulares de intereses. Esta conducta culposa o incluso dolosa de las autoridades públicas lleva a que el Estado Argentino esté incurriendo en el incumplimiento de las obligaciones que ha adquirido en ámbito del derecho internacional de los derechos humanos. La agricultura de exportación, como la soja, la ganadería y la explotación maderera están profundizando las fronteras agrícolas lo que conlleva la expulsión violenta de grupos campesinos y comunidades aborígenes de sus tierras. Además, ya se verifican varios problemas de enfermedades como consecuencia de las fumigaciones aéreas en plantaciones de cultivos aledaños a las viviendas de las comunidades.

Fuente: http://www.fian.org/fileadmin/media/publications/Informe-de-laMision-de-Investigacion-a-Argentina-2004.pdf

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Conflictos en Villa Estela y La Soledad Agustín Garnica: En el primer lugar han empezado con deslindes. Meta deslindes, hacha, machetes, deslindes. Entrados los deslindes, han entrado con las máquinas, a hacer picadas. Marta Inés Villalba: Y acompañados por policías. Agustín Garnica: Meta nomás, y no nos decían nada, a nosotros, que aquí habían estado vendiendo. El Ruiz. Marta Inés Villalba: Hermanos de él, de mi marido. Ellos estaban vendiendo las tierras y no eran ni de ellos. Agustín Garnica: Han vendido un pedazo y después los terratenientes se han hecho dueños. Esteban Boy, un empresario, le han vendido. Marta Inés Villalba: Y la policía venía de la villa, de Santiago, todos decían que venían. Y eran muchísimos. Aquella vez, han venido como cincuenta policías. El móvil, ellos, y después otra camioneta que tenían. Lleno de policía. Y bueno, esa vez parecía que ellos ya sabían que nosotros íbamos a tener que cortar el alambre, porque ya estábamos encerrados, ya los animales quedaban del otro lado. Y bueno, parece que estos han calculado que nosotros íbamos a tener que hacer ese trabajo, y se han venido los policías. Y bueno, no hemos hecho nada, los hemos dejado tranquilos. Los hemos dejado volver, a ellos, y creo que a los dos días, han vuelto los compañeros, y se han largado, de allá. Y se le ha ido sacando, todo, todo, todo, el alambre. El alambre, trabillas, todo. Boyeros, postes… Pero no para traer para nosotros, sino que eso, todo ha quedado ahí. Y otros de allá que han venido así trabajando. Y ahí se han enterado los pocos policías que había habido, una cuadrilla ¿Cuántos habrán sido? ¿Como seis, serían? Siete u ocho policías que han estado para allá, para el lado de la casa del hermano de ellos, para el lado de la casa de Isidoro. Y bueno, ha ido otro policía, ha pasado por acá, y ha visto que han estado cortando el alambre ese, y les ha avisado y se han venido. Y se han juntado con ellos. Y bueno, ahí vi que han estado ellos con las armas que querían pegar.

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Agustín Garnica: Encañonando. Nelson José Campos: Nos estaban encañonando a nosotros, ya. Marta Inés Villalba: Pero había varios, más varios. Había varios, había chicas, mujeres… Yo no había andado esa vuelta, porque ha andado mi marido, y yo no podía dejar la casa. Y así ha sido. Y bueno, ahí ha sido adonde ya… Ellos ya han hablado con la policía, con el muchacho que estaba encargado, que venía trabajando, ¿que no? Le han hablado y le habían pedido que saquen ya, la máquina. Ellos le han pedido y les han dicho que después la iban a sacar… “No”, han dicho ellos. Que ya tenían que sacar la máquina. Si no, le prendían fuego. Porque no querían entender: ya más antes les habían hablado que sacaran la máquina y no sacaban. No querían entender. Y ahí ya se habían puesto duros, que ya tienen que sacar ese día mismo. Y así han hecho. Han sacado la máquina. Entrevistador: Pero se han quedado trabajando por acá. Marta Inés Villalba: ¡No! Ya se han ido, al sacar la máquina. Agustín Garnica: ¡No! Sí aquí andaban primero meta hacer disparos. Marta Inés Villalba: Escúcheme, ¡cómo hacían disparos por sobre las casas! Agustín Garnica: Andaban tocando la sirena. Día y noche. Marta Inés Villalba: ¡La sirena! Así andaba la policía. Ellos estaban haciendo trabajar, tenían a los peones haciendo trabajar y tenían la policía. Meta cuidar. ¡Si nosotros no íbamos a ir a hacerle nada a ellos! Porque ellos lo que estaban haciendo era meta poner cosas en la tierra nuestra. Porque aquí, es de nosotros. Nosotros, ¡los años que vivimos! Ellos venían a poner cosas en la tierra nuestra, para venir a alambrar. Nosotros no tenemos interés en eso tampoco. Teníamos que sacarle. ¿Cómo van a venir a poner esas cosas? Pero ellos de más nos han hecho avanzar con policías. Y bueno, que nosotros no los ofendíamos a ellos. A la policía no. Al terrateniente sí, porque ellos también nos han ofendido a nosotros. Entrevistador: ¿Y cuánto tiempo ha pasado, hasta que se llevaron la máquina?

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Marta Inés Villalba: Ha durado un tiempo, porque primeramente era… Agustín Garnica: Primero han asentado, un tiempo. Han avanzado, hemos cortado el alambre, y han dejado. Después han venido a traer la orden para el señor que decía que ha comprado aquí. Han vuelto a empezar de vuelta otra vez. Eso era… Habrá mermado como un mes… Sería algo así, en la primera vuelta Y después, han vuelto otra vez. Entrevistador: ¿Y cuánto tiempo estuvieron? Marta Inés Villalba: Primero ha sido, con los otros compañeros, que empezábamos a flojear, digamos. Que fue hasta que hemos tenido los compañeros esos. Ahí ya se hemos puesto firmes. Entrevistador: ¿Ahí ya estábamos en el MoCaSE, la primera vez? Marta Inés Villalba: Eran del MoCaSE pero eran de otros. Entrevistador: ¿Del otro MoCaSE? Marta Inés Villalba: Otro MoCaSE. Entrevistador: OCCAP. Marta Inés Villalba: Nosotros estábamos un poquito, nosotros nomás. Ellos no venían a estar con nosotros. En cambio, los compañeros estos sí. Entrevistador: Los de las Lomitas. Marta Inés Villalba: Los de Las Lomitas. Ellos han venido, nos han ayudado y han estado con nosotros. Y han estado con nosotros cuando la policía se venía, ya. Nos han acompañado muchísimo. Los que más atropellados han estado aquí, han sido mi marido y él. Porque son las primeras casas. Vienen de allá, dan con la casa mía y con la casa de él. . Entrevistador: ¿Y el alambrado venía de otro paraje? Marta Inés Villalba: Estaba aquí en Villa Estela. Y entrando ya en Soledad. Ya en Soledad… Primero hacía aquí en Villa Estela, después hacía allá en La

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Soledad. ¡Y escúcheme! De más avanzaban en Soledad. Si parecería que estaban encerrando a toda la gente, igual que aquí. Agustín Garnica: A hacer picada. Alambrando. Entrevistador: Y ahí ustedes se empezaron a organizar… Agustín Garnica: Y aquí han mandado la orden de allanamiento. Para él y para otro. Le han entrado en la casa, todo… Entrevistador: Después de que cortaron el alambrado. ¿Y qué han venido, cómo hacían? Agustín Garnica: Y ellos han venido y han entrado de prepo. No nos han dicho que tenían orden, nada. Ellos habían venido de prepo, se habían venido ahí. Una cuadrilla de policías. Y se han metido. Pero sin orden, había sido. De prepo, ahí. Agustín Garnica: A buscarnos a mí y a mi hermano, pensando que estaba él ahí. Entrevistador: ¿Y te han llevado? Marta Inés Villalba: No, no lo han agarrado. Agustín Garnica: ¡Ya me van a llevar! Marta Inés Villalba: Mi marido, él se ha salvado pero… no sé cómo se salvó. Agustín Garnica: Si sabía que no tenían la orden, los esperaba yo con rifle, ahí los iba a empezar a matar a balas, ahí. Adentro iba a amontonar a todos, ahí. ¡Claro! ¡Ellos habían venido sin orden! Marta Inés Villalba: Como uno no sabía que venían sin orden… Entrevistador: ¿Y su marido dónde estaba? Marta Inés Villalba: Ahí se salvó él, bajo la mesa, se salvó. Nelson José Campos: Estaba con el mantel debajo de la mesa. Por eso se salvó.

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Agustín Garnica: No le han dado tiempo. Y se ha ido a esconder. Marta Inés Villalba: No le han dado tiempo. Porque él venía de campear, y ellos, como era pesado de oído, él no le ha escuchado. Y él le ha avisado que ahí venían los policías. Y mi marido ha quedado ahí. Y no ha hallado más qué hacer que ponerse bajo la mesa. Y menos mal que no se han dado cuenta. El mantel no estaba bien asentado para abajo. Después se ha dado cuenta la Delma y ha hecho como que está por cocinar, alguna cosa, y le ha bajado el mantel. Para peor, ¡cuánto se han quedado aquí! ¡Parecía que se iban a quedar a vivir, ya! Los tenía zumbando, les iba a echar agua hervida, ya. Y han traído una… Femenina, cómo le dicen, la mujer policía, como para que ella me venga a ordenar a mí. “¡No!” le digo, “Ustedes no tiene nada que venir a ordenar, aquí. Yo estoy en mi casa, aquí. Yo soy más que usted, aquí en mi casa. Y ya deben estar rajando de aquí.” Total, yo estaba en lo mío. Entrevistador: Y ahí se han empezado a organizar. Marta Inés Villalba: Sí, de ahí hemos empezado a tenerlo más cortos, porque ya no les teníamos miedo. Ya venían, ellos, venían. Pero nosotros no les teníamos miedo. Entrevistador: ¿Y los compañeros de Las Lomitas vinieron ahí, en ese momento? Marta Inés Villalba: Ah, sí. Ellos venían, han estado en casa. Nos acompañaron muchísimo. Gracias a ellos… somos los que somos ahora. La madre de él con Víctor Herena, se han ido y los han buscado a los compañeros. Por suerte, ellos ya habían sabido que estaban los muchachos ahí, que nos podían salvar a nosotros de eso. Marta Inés Villalba: Y, ha venido Don Ricardo, ha venido Esteban… Y ha venido don Sergio, y ha venido don Nicasio… Ellos han venido y nos han ayudado a cortar el alambre todo eso. Nelson José Campos: Cómo defenderse. Marta Inés Villalba: Hombres corajudos. Y de ahí nos han hecho agarrar coraje a nosotros también. La primera vez que hemos hecho hemos hecho en tres de octubre.

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En 2005 estalla un nuevo conflicto de tierras, esta vez en la comunidad de La Soledad, muy junto a Villa Estela. Rosi Campos: La comunidad se llama La Soledad. Queda como 23 kilómetros, para el lado del río. Nosotros en el 2005 se habíamos organizado por el tema de tierra. Porque había compañeros en la misma comunidad que tenían alambre a la vuelta. Todos los animales estaban ahí encerrados, no tomaban agua, se estaban muriendo de hambre y de sed. Y por eso un día mi mamá y mi hermana y mi cuñado decidieron venir para acá, a hablar a los compañeros, a ver cómo hacíamos. Y después fuimos a avisar a todos los compañeros de la comunidad, y cuando se juntaron todos hicimos una reunión y llamamos a los compañeros de aquí de la central para que nos apoyaran ahí un poco. Juan Erén: Todo, lo querían hacer. Si ahí han venido a plantar. Hasta aquí, al lado del chiquero, y después en la casa de mi hija, que es allá, por ahí querían meter. Nos quitaban todo. Valentina: Mi hija iba a quedar bajo el alambre, ya, con la casita. Estaba muy fiero, parecía para nosotros, porque todos encerrados, íbamos a quedar. Menos mal que conseguimos, de los compañeros de Las Lomitas, que nos ayudaron. Por eso vivimos tranquilos, ahora ya. Tránsito Erén: En 2005, han avanzado. Y bueno, después… Ellos seguían con amenazas, pecheaban, haciendo picadas, alambres… Valentina Visgarra: La que empezó fuimos a Las Lomitas pedir ayuda, cuando empezaron a venir los terratenientes para acá. Y llegaban y no sabíamos qué íbamos a hacer. Y justo ellos se fueron un día con Víctor, y han conseguido que nos vengan a ayudar, ahí, para que se organicemos y podamos correrlos a los terratenientes. Y fuimos, y estaban alambrando, ellos. Y fuimos y nos topaban con policías, todo, ellos. Y los chicos míos eran dos, y yo y mi marido. Íbamos con los chicos más grandes. Y después ellos los querían balear, qué sé yo, a los chicos. Y los chicos iban solamente con un palo. Íbamos pecheando, así, nosotros, y ellos reculaban para atrás, cuando íbamos yendo nosotros. Y después, cuando fueron ellos, era un tres de octubre, que cortamos el alambre. Estaba todo alambrado, ya. Cuando ellos han venido, que ellos han venido para las cuatro, ya, ya estaba todo picado, el alambre, Y así fuimos. Siempre venía, la policía, y nos dejaba noti-

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ficaciones, tanto para los chicos, para mi marido… Con amenazas, siempre. Que lo iban a llevar presos, le decían. Claro, nosotros no nos íbamos a hacer agarrar. Porque nosotros siempre andábamos con compañía, de varias personas. Y así fuimos pasando. Después hacíamos reuniones. Juntábamos casi todos los días, ese tiempo. Tránsito Erén: Hemos empezado es cuando han empezado a llegar gente de Boy, terratenientes que según dicen, que iban a alambrar hasta el río. Y bueno, ahí la gente se empezó a sentir incómoda, un poco, y a ver qué van a hacer. Y después se han empezado a organizar… Primero, para acá para el mojón, con María Luna... Se ha hecho unas reuniones, y no hemos encontrado buenas soluciones. Y en eso, después se habían ido las señoras de ahí, de Basilia, creo que del Víctor… para Las Lomitas. Y ahí habían tomado un poco más de información, los han asesorado un poco más de cómo eran los derechos. Y después ya se hemos unido todos los de Soledad y Villa Estela y se hemos ido a la reunión. Y después se han venido los compañeros de ahí, a hacer reunión directamente aquí en la comunidad, y ahí se hemos empezado a organizar. Y ahí nos daban un poco más de informes de cómo los íbamos a combatir, a la gente, para que se informe toda la gente de aquí. Claro, como había gente que no podía salir, tampoco a las reuniones… Y ahí empezamos más organizados. Y hasta que ellos empezaron a alambrar, con amenazas, todo eso. Rosi Campos: A los compañeros de la Central los conocían porque mi mamá vino para acá. Ella lo conocía a Nicasio. Y había un compañero de Corral Quemado que le había avisado a ella que ellos estaban organizados, y cómo hacían las cosas. Y empezamos así. Cuando mi mamá vino para acá, con mi hermana y mi cuñado, vino en bici. Quedaba lejos. Y demoramos como dos horas para venir y otras dos horas para volver, en bici... Y ahora en moto, media hora. Y ella les avisó el problema que teníamos, y a los siguientes días se han ido ellos para allá. Fueron a los dos días… Y cada vez se suman más, por el problema de tierra. Y ahí hemos hecho reunión. Y les avisamos a todos los compañeros de la comunidad que habíamos tenido reunión sobre el tema ése. Vinieron Sergio, Ricardo y algunos compañeros de la comunidad de Tusca. Ellos nos contaron cómo han empezado ellos. Y así empezamos nosotros también. Porque ahora somos un montón. Porque ahora las comunidades creo que son como 10, distintos departamentos. Entrevistador: ¿Los que van a poner el alambre, cuántos son?

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Compañero: Y bueno, a veces andaban cuatro… Entrevistador: ¿Y son peones? Compañero: Peones. Uno venía cavando los hoyos, otro plantando los postes, y otro meta agujerear, para que enhebren. Entrevistador: ¿Y cuánto tardan en alambrar? Compañero: Y bueno, poco, porque agarran, uno corta, y así… Ahí he venido: “¿Qué estás, por alambrar acá?” “Sí, me ha dicho.” Se ha reído. Le hemos dejado, nomás. Otro día, hemos ido con mi hermano, le hemos picado antes que han puesto, y le hemos cortado los palos que han puesto, todos. Y eso ha sido a las doce, cuando han ido a comer. A la tarde cuando han ido han encontrado todo cortado. Y no han dicho nada. Porque han visto. Porque nosotros le hemos avisado, a un policía, que los conoce de el paraje. Ahí Veremos, que no nos vaya a joder. Rosi Campos: Y cuando estábamos organizados, ha pasado un tiempo, y cortamos alambre dos veces. La primera vez, estaba sólo el encargado de la finca y nadie más. Cortamos a las 12 del mediodía. Nosotros éramos como 18, y estaba sólo el encargado del lugar, no había más nadie. El hombre que hace el alambre, el empresario, se llama Esteban Boy, que vive en Esperanza, o sea el pueblo más cerca de acá. Tránsito Erén: Y bueno, después… Ellos seguían con amenazas, pecheaban, haciendo picadas, alambres… Y un día de esos, un 3 de octubre, me acuerdo, se decidió voltear el alambre. Se hemos organizado todos los de aquí y de ahí, compañeros de Las Lomitas, Tusca, Corral… Y ahí se ha hecho el trabajo, de voltear el alambre. Pero claro, a la noche se han desquitado, ellos, y nos han quemado el cerco. Eran pagados por el mismo terrateniente, por Boy, por eso nos han quemado el cerco. Han quemado el cerco. Después se ha seguido en la lucha, seguido y seguido así. Seguían las denuncias contra toda la gente de aquí, todas las comunidades, los que estamos organizados. Y la gente que está a favor de ellos, no los molestaban. Y bueno, con el tiempo han vuelto a intentar ellos alambrar, y se ha vuelto a cortar el alambre. Ellos venían ya con más presión, más policía. Entrevistador: Claro, llegaron con policía para esta zona…

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Tránsito Erén: Sí. Pero la primera vez también, vinieron con mucha policía. Y así, siempre amenazando. Que nos iban a sacar, que nosotros estamos usurpando las tierras… Y ellos siempre con amenazas. Y después se ha seguido, y se ha seguido nomás organizando… Y así. Con el tiempo, por ahí seguimos, porque seguramente no se termina hoy ni mañana. Porque siempre vienen de otro lado a querer hacerse dueños de las tierras de la comunidad. Y esa vuelta… Teníamos una abuela, que ella vivió años, ahí, y así la amenazaban, todo… Tenía más de cien años la abuela, ahí, y ellos por junto de la casa… Entre el corral y la casa le hacían la picada, y querían hacerle el alambre. Y eso para ellos no querían valorar que veían que había una viejita que estaba ahí en la casa. Y bueno, ahí nos hemos plantado un poco. Hemos sacado las máquinas de ahí de la casa de ella. Y bueno, así seguimos con el Movimiento… Después están los otros compañeros de Villa Estela, que también han seguido organizados. Entrevistador: ¿Y el conflicto de esa vez qué era, con Boy, se llamaba el empresario? Tránsito Erén: Sí, el empresario éste es de Nueva Esperanza, Pellegrini. Parece que es el dueño, de Nueva Esperanza, porque él hace todo ahí, tiene el súper… Tiene de todo, él, y tierra tiene por todos lados, fincas. Él ha sido uno de los que ha querido encerrar a la comunidad, y después ha venido otro, también, no sé si Vidal o algo así, el apellido. Después se han unido, ellos, a trabajar juntos. Pero tampoco han podido. La gente también ya estaba unida, así que estaba organizada más que antes. Hemos seguido en la lucha, y después han tenido que retirarse ellos. Hasta que después ha venido Boy a querer conversar con los de la comunidad y le hemos dicho que no, que no tienen ningún derecho de venir a negociar ninguna cosa con la comunidad. Y ahí nos decía que las picadas que han hecho, que a él no le sirven… Por supuesto que nosotros le hemos dicho que no, porque nosotros no le hemos dicho que haga esas picadas. Y ahí le hemos largado. Después de eso no ha vuelto más, Boy. Rosi Campos: Después, la última vuelta fue cuando estábamos con la Gendarmería completa. Y éramos 22, nosotros, y ellos eran más, pero no han hecho nada. Estaban ellos, armados. Y cuidaban ahí cuando trabajaban las máquinas. Porque habían policías en la zona que los apoyaban a ellos. Cuidaban ahí para que no entre nadie. Pero igual fuimos como 22, y sacamos todo. Y el de la topadora no quería salir, y cuando ha visto que se iban a

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quemar. Un montón de monte, tiraban. Y habían partes donde estaba el alambre puesto, y por eso no podían tomar agua los animales ni comer: se morían ahí. Y se perdían mucho; parece que ellos no lo estaban comiendo. Juan Erén: Los primeros momentos eran críticos, aquí. Porque… Bueno, policías todos los días, teníamos. Todos los días, policía, había. Una vuelta lo… Valentina Visgarra: Ahí era que lo querían balear a Nelson. Juan Erén: Como cincuenta milicos, era que había. Estaban rodeados. Pero aún así, los hicieron retroceder. Porque había un cabecilla, que andaba adelante, y bueno, ése retrocedió. Parece que se daba que era muy capaz, muy jefe. Vino un día, entró ahí, y me dice que la policía me va a llevar, la gendarmería, qué sé yo. Y le digo: “¿Y por qué? Yo no hago nada. Yo también sé, las leyes que me acompañan a mí, como ustedes. ¿Ustedes, por qué tienen que venir a meterse en el sitio, en la casa?” “Sí”, dice, “es verdad.” “¿Entonces por qué tiene que meterse ahí?” Y ahí me preguntó si yo hice el servicio militar. “Sí”, le dije. Y le digo todas las leyes que me acompañaban a mí. “Ah, no, está bien.”, dice. Después nunca llegaban, a entrar. Por allá dejaban los papeles. Las notificaciones, cuando estábamos aquí, por allá en aquel sitio, las dejaban. Y después me fui a Buenos Aires, y después… Nos tenían persiguiendo, aquí. Iba y volvía. Esa vuelta es que lo han querido balear a mi hijo. Pero no le hicieron nada. Porque más era… Eran amenazas, nada más, porque más no van a hacer. Que estábamos usurpando las tierras, nosotros, y se queremos hacer dueños de lo que no era. Y bueno, nos trataban de usurpadores, ellos. ¡Si nosotros estábamos sembrando! Estábamos haciendo lo nuestro. Hasta que se retiraron. Y no volvieron. Compañero: Y aquí no vienen ya porque nosotros les tenemos avisados, también. Que no vengan, porque van a tener problemas. Ana Cuéllar: Que así sea. Compañero: Así hemos luchado. Compañero: Y así vamos a seguir luchando Compañero: Hasta el fin. Compañero: Y bueno, el fin va a ser cuando muramos.

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Producción campesina Dos conceptos son parte fundamental de la estrategia de la Vía Campesina: la reforma agraria integral y la soberanía alimentaria. Para llevar adelante esta última es necesario, desde los territorios, llevar a cabo una construcción contra la que ha conspirado el mercado capitalista durante mucho tiempo. El objetivo es que los campesinos y campesinas no tengan que salir a trabajar fuera de sus comunidades para ganarse la vida y que puedan producir alimentos sanos, sin trabajo explotado y sin intermediarios, haciendo confluir antiguas técnicas de producción con innovaciones aportadas por la agroecología, buscando respetar la biodiversidad mientras se fortalecen los lazos comunitarios. Las compañeras nos cuentan como llevan adelante esta tarea: Cristina Palmas: Y, la dulcería empezó como en el 2004, 2005. En el 2005 empezaron los talleres… bueno, los talleres ya venían desde antes, pero en el 2004 se empezó a hacer la fábrica, y en el 2005 ya hemos hecho un taller aquí con las compañeras de Quimilí. Y hemos empezado así. Y la primera

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vuelta, para empezar a hacer, digamos que hemos hecho un taller de dulces. Ellos nos traían todos los ingredientes, como el azúcar, todo lo que era para el dulce. Nos daban al principio, que no teníamos para nada nosotros. Los frascos y todo, nos dieron la primera vez, ellos, para que nosotros empezáramos a trabajar. Nosotros empezamos a trabajar, y hacerlo y salir a vender en bicicleta, así. Las primeras vueltas no ganábamos nada para nosotros, nada más era para comprar frascos y la mercadería, y todo esto. Hasta que hemos empezado a crear fondos, y recién después hemos empezado a separar un porcentaje para nosotros y un porcentaje para lo otro. Y así vamos trabajando hasta el día de hoy. Entrevistador: ¿Y quién daba los talleres? Cristina Palmas: Y, daban Doña Mirta, la Ana, Pamela, y la Ailín. Ana Cuéllar: Yo no más participaba cuando hacíamos dulce. Lo demás me quedaba en mi casa, porque mi mamá falleció en el 2000. Y tenía la nena, que tenía que llevarla a la escuela, traerla… Por eso es que no participaba, casi. Cuando empecé creo que había seis compañeras. Algunas hicieron taller en Quimilí, después empezamos a hacer aquí… A veces nos salían mal, a veces bien. Y fuimos aprendiendo, despacito. Cristina Palmas: Creo que también para la misma época empezamos con la miel, se han hecho las dos fábricas juntas… Ana Cuéllar: Primero la fábrica de dulces, y después la de la miel. Cristina Palmas: También hacemos parte del proceso de la miel. Hay que descerarlo, para pasarlo por la máquina. Con un cuchillo hay que descerarlo, la cera de encima, el sellado que tiene la miel, y después lo pasas por ahí. Después la etiquetada, todo, la hacemos aquí, así que todo eso ponemos entre todos. Entrevistador: ¿Todo lo hacen entre mujeres? Cristina Palmas: Y no, entre varones. Con los hombres, a veces, la miel. Cuando vienen los hombres, a veces estamos las mujeres, y hacemos todo eso. Porque nosotros ponemos un día para etiquetar la miel, envasar, y a veces cuando las compañeras hilanderas tienen hilo, traemos aquí en la fábrica, pesamos en conjunto, y ahí ayudamos entre todos. En Corral hay

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compañeras que ya están hilando. Yo también estoy ahí en un grupo de hilanderas, así que… Ahora tenemos una máquina que es la rueca, que es un… Es de palo, todo, y es con rueda. Es más rápido que el huso, todo el trabajo que tienes que hacerle, y con la máquina todo lo dejás así, la tiza, y lo metés en la máquina, y empezás con el pie, lo mismo que hace la máquina de coser, y así es más rápido el hilo. Ana Cuéllar: Yo tizo, nomás. Hago las tizas. Tenemos que lavar la lana, y de esa lana tenemos que hacer las tizas, para hilar en la rueca. Se lo lava, primero, a la lana sucia. Viste que uno lo trasquila, a la oveja, y lo tiene que lavar, y de ahí nomás les saca los pelos largos esos que tiene… Tienen que sacarle todo, se llama la zunca. Y eso lo tienen que sacar todo, y después lo abren, y hacen la tiza, y de ahí recién lo pasás a la máquina. Pero es más rápido que el huso, porque el huso tenés que hacerlo dar vueltas con la mano, y volver a estirar, volver y… En la máquina no, en la máquina vas haciendo con el pie, y lo vas estirando con la mano, y se va haciendo todo más rápido. Cristina Palmas: Cada una tiñe en su casa, pero estamos agrupadas ahí. Somos diez, las que estamos trabajando. Y, los teñimos haciendo hervir los yuyos del monte. Cada yuyo es un color. Yo creo que para trabajar, a veces tenemos que dejar los quehaceres de la casa y venirse un día a trabajar. O a veces dos días. Nosotras, por ejemplo, trabajamos un día antes. Una media tarde antes los preparamos, a la zanahoria y al zapallo, lo pelamos, lo ponemos en cal, al zapallo, y de ahí lo dejamos, para el otro día, el azúcar. Y ahí al otro día a la mañana tempranito venimos y lo ponemos ya en lugares de la… que ya empiece a hervir. Lo que decían las compañeras es que es muy lejos para venir para acá. Que son de Corral, o de otros lados muy lejos, y para venir a trabajar la verdad es que es lejos. Por eso ellas decían que no les resulta, venir a trabajar, y por eso no han venido. Y algunos han dejado, también, porque estaban entrados, y después han dejado por el trayecto, que son los caminos muy feos, y entonces hasta que lleguen y vuelvan se les hacía trasmano, y entonces mejor han renunciado.

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Recorrida CIDH Como parte de la estrategia de difusión de los atropellos cometidos por la policía, los jueces, los empresarios y sus grupos paramilitares, el MoCaSEVC organiza en 2005 una recorrida de comunidades en el Norte argentino junto con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, funcionarios y diputados. Ricardo Cuéllar: El año no me acuerdo bien, de la recorrida de derechos humanos. Vino Cuero Roselli, por acá. Cuando se vino la comisión de derechos humanos, recorrimos varias Centrales, en esa época, como MoCaSE Vía Campesina. Algunas de ellas Pinto, Tintina, Quimilí… Y fuimos a Tucumán, y fuimos a Salta y Jujuy. Volvimos a Buenos Aires a hacer la evaluación y de ahí han partido, los cumpas. Vimos en Tucumán, por ejemplo, mucha desnutrición de niños. Se denunció eso. En Salta, desalojo de comunidades indígenas. Se denunció eso. Se llamó la atención a la municipalidad de Orán, qué es lo que estaba pasando con las poblaciones indígenas. Y en Jujuy se llegó a una comunidad donde 35 familias estaban siendo desalojadas hace tiempo. Y así, el informe de distintas partes. Y aquí como MoCaSE no solamente el tema de Lomitas, sino a nivel MoCaSE, varias denuncias grosas que teníamos, que se habían metido gentes armadas en distintos sectores, violentamente. A querer sacar gente de adentro, o meterse a hacer posesión. Ésas eran las denuncias que ya teníamos. Y tuvo un buen efecto porque creo que era una de las primeras instancias que hemos tenido, y llegó a nivel internacional, eso, y le puso los pelos de punta a Juárez, en ese época, al gobierno, el gobierno de Juárez que teníamos en provincia, y a Romero también, que le pusimos un clavo en la nariz, por decir, porque a Romero también lo denunciamos como a uno de los traidores territoriales, donde a las poblaciones indígenas las estaban sacando, y el gobierno este de Romero estaba haciendo lo que quería con las poblaciones indígenas. Y en el otro año, en otra política, perdió Romero. Y a Juárez lo echaron, porque también no fue solamente eso sino que hubo la movilización y acompañamiento de derechos humanos, todo le ha caído mal a Juárez. Fueron esas denuncias, fueron las marchas que hicimos, fue la violación que hicieron a las chicas. Todo le ha caído mal a Juárez, que le hagan una intervención y que quede preso. Sí, para nosotros fue un fortalecimiento bastante bueno, y que ahí veíamos que estábamos más fortalecidos organizativamente, a nivel inter-

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nacional. Como para que un poco tome la manija el gobierno, diciendo: “Bueno, a estos hay que respetarlos un poco, porque no están tan solos, y tienen apoyo internacional.” Eso lo vimos, y más criterio tenía, más peso, y empezamos a trabajar más tranquilamente. A continuación, un fragmento del informe del Defensor del Pueblo de la Nación, que también recorrió la zona:

Denuncia a fojas 72 – 73 10. En octubre de 2005 en el paraje Villa Estela, departamento de Pellegrini, se presentó Juan Esteban Boix y sus empleados , ante la familia Gernica, intimidándolos al desalojo alegando ser dueño de la propiedad. Los empleados empezaron a construir alambradas alrededor de las casas previa apertura con topadoras. Realizada la denuncia en la comisaría de Nueva Esperanza, la causa se tramita en el Juzgado de Monte Quemado a cargo del Juez Luis Anglada quien emitió orden de no innovar. Sin embargo el 18 de enero de 2006 se presentó un patrullero de la ciudad de La Banda con 10 efectivos fuertemente armados aduciendo cumplir órdenes directas del Gobernador de la Provincia para proteger las topadoras y a los empleados alambradores. Esto se mantuvo durante dos meses hasta completar 20 kilómetros de alambradas. Durante ese periodo se efectuaron disparos amenazadores y muchos animales han muerto por cortarse el acceso al agua 11. El 2 de noviembre de 2005 en el paraje La Cañada, del lote San Antonio, Departamento de Pellegrini y Copo, seis empleados la firma SONAGRO SRL y sus dueños de apellido Leales y Panseri, acompañados de cuatro policías y civiles armados ocuparon la “bajada del río” realizando un campamento. Ese día se hizo la denuncia a la comisaría de Nueva Esperanza. Al día siguiente los corrales de la familia Zolorza son destrozados. Por la noche comienzan a desmontar. Al intentar la familia poseedora de latierra evitar el desmonte son agredidos con armas de fuego. Después aparece la policía de Nueva Esperanza y hace que se detengan los trabajos La causa se tramita en el juzgado 3 de Santiago del Estero, no obstante las agresiones continúan

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12. En setiembre de 2005 en la misma región, se presentó la denuncia ante el INAI por cuanto la comunidad esta reconocida por ese instituto Nacional como pueblo Lule-Vilela, por intento de desalojo de parte de la empresa La Cara SRL Por todo esto se solicita la intervención del SR. Defensor del Pueblo de la Nación. Firman Sergio Nicolás Cuellar DNI 14 401 344 Belindo de Jesús (ilegible) DNI 8 129 495

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Personería de la comunidad indígena Entrevistador: ¿Y ha cambiado algo, a partir de que empezaron a organizarse como comunidad indígena? Tránsito Erén: Y sí, el respeto que nos tienen como comunidad. Por supuesto que tenemos que hacerse respetar nosotros como comunidad. Y creo que en todas las comunidades tiene que ser lo mismo. Porque se habla de una comunidad indígena, y una comunidad que está organizada… Yo creo que tanto… todos los que viven tiene que reconocerse, como compañeros, como miembros de la comunidad, para hacerse respetar, y cuidar el bosque, la tierra. Eso es lo que yo entendí cuando nos hemos organizado en conflicto. Sergio Cuéllar: Habíamos escuchado… la idea nos hacía también porque vos tenés un campo marcado y tenés que resistir ahí, digamos, un poco más allá sino venía aquí el guaso y te quitaba, no te dejaba espacio. Aquella vez escuchábamos por radio, la carpa negra que era de La Simona y pensamos poner una carpa. De ahí empezó el conflicto, compañeros en la cárcel, los soltaron. La idea no era de hacer una central, pero nosotros mientras estábamos ahí, como te decía, era pensar hacer una Central diferente, sin presidente, sin nada, aquí cualquiera es libre de opinar tranquilamente, y de decir lo que uno siente de corazón y contar la lucha que lo ha vivido. Después llegamos más anteriormente a conocer todo, alguna participación, gente que nos ha visitado y un poco más de formación, digamos. Ricardo Cuéllar: Nosotros arrancamos como movimiento a conocer las leyes y de ahí como movimiento hemos alcanzado a conocer el INAI. Nunca habíamos conocido, ni siquiera sabíamos que había un Instituto Nacional de Asuntos Indígenas. Cuando se rematan las tierras de Santo Domingo, ahí hicieron contacto los compañeros de Tintina con los manos blandas que llevamos nosotros y urgente hicieron un amparo con los abogados de las comunidades de los pueblos indígenas. Pararon el remate, bueno, no paró el remate pero el remate se hizo delate de ellos de la comunidad allá en La Plata. Pero no les sirvió de nada porque la comunidad resistió y antes que sea reconocida, resistió la comunidad y les ganaron a ellos el derecho legí-

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timo de la posesión que tienen ellos. Y a partir de ahí empezamos un poco más a laburar sobre el tema del indigenismo. Nosotros éramos los que estábamos más avanzados en querernos reconocer, en querer recuperar nuestra identidad indígena que hacía años que veníamos perdiendo. Éramos los que más estábamos avanzando en todo, todos los años veníamos trabajando, habíamos hecho como tres talleres de capacitación y formación sobre todo lo que es la ley, ley internacional, derechos humanos. A partir de ahí nos veníamos formando, cuando alcanzamos a conocer un poco más la ley ahí metimos nuestros papeles de la comunidad para que también nosotros seamos reconocidos. Nos reconocen a nosotros en el año 2005 y a partir de ahí dos comunidades que son de aquí Tusca y Retiro y aparecemos como pueblos Lules-Vilela nosotros y Vilela Santo Domingo. Como movimiento ya tenemos dos pueblos. Y ahí nomás cortito nos invitan a una reunión en Santiago que venían algunas de las autoridades del INAI, nos invitaron a participar y nos enteramos que era para que elijamos los representantes de los pueblos. No habíamos ido muy preparados y no sabíamos de qué se trataba. Los Tonocotés ya venían armando desde hace rato lo de las comunidades indígenas, ellos venían trabajando como 15 ó 16 años, algunas comunidades reconocidas, 12 años. Santo Domingo ya era reconocida como Vilela, a ellos los llamaron y nosotros fuimos como suplentes, pero entramos nosotros también como representantes del CPI. Querían armar un Consejo de Participación Indígena para que este CPI tenga participación a nivel nacional y que pueda bajar más información a nivel de las comunidades, para que se estemos enterando cuáles son las leyes y cuáles son los pasos a seguir. A partir de ahí empezamos a participar más de lo que es el INAI. En Santiago hasta este momento tenemos tres pueblos reconocidos, LulesVilela, Vilela y Tonocotés y ahora está queriendo aparecer los guaycurúes que es una comunidad que está trabajando y ya han presentado todo su papelerío, está en observación. Pero es otro pueblo que no estaba inscripto hasta ahora pero existe, existe en el mapa. Y nosotros como CPI somos los avaladores del pueblo y viendo la comunidad y avalar que existe el pueblo y la comunidad. A partir de ahí el INAI ahora empieza a reconocer los pueblos nuevos que se quieran reconocer. Entrevistadora: ¿Qué les piden para el reconocimiento? Ricardo Cuéllar: Toda la documentación, para ver cuantos años han vivido ahí nuestros abuelos, si tenemos acta de defunción. Sabemos que nuestros abuelos han vivido años ahí. Si hay un acta de defunción de mi abuelo, y mi

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abuelo ha vivido 100 años, cuánto habrán vivido el resto de ellos. A partir de esto hay una memoria histórica que nos piden de la comunidad y una memoria histórica del pueblo, a ver si conocemos nosotros cómo vivía la comunidad, cómo se armaba la comunidad, cómo trabajaba. Y cómo era el pueblo, cómo eran los aspectos físicos y culturales, respecto a lo espiritual. Nosotros algo conocemos porque algo nos han venido contando ellos (sus padres), los viejos de ellos. Se nos ha perdido la lengua porque la lengua nativa de nosotros es el quichua, pero tratamos de recuperarlo a eso. Eso son lo que nos vienen pidiendo y un poco el informe de dónde venían, quién era mi padre, mi madre, mi abuela, mi bisabuela. A partir de eso empiezan a pasar por los ministerios, que son cuatro ministerios que pasa la observación del papelerío de la comunidad y después ya te reconocen y te entregan la personería jurídica. A partir de eso nosotros tenemos que mandar otra nota pidiendo que sea reconocida y archivada en el registro de comunidades indígenas que sería el RENACE. Ahí sale el número. Somos 88 CPI, es el Consejo de Participación Indígena, porque en algunas provincias tienen varios participantes Salta tiene 18, Jujuy tiene 11 ó 12, los Mapuches también son muchos. Hemos armado una mesa chica dentro del CPI que son 12 compañeros que han quedado para… como no podemos ir los 88, anualmente si tenemos que hacer una reunión evaluando qué es lo que se ha hecho que es lo que no se ha hecho. Dentro del año si no tenemos una representatividad nacional o regional o como provincia, es jodido, y eso es lo que han puesto estas compañeras que vayan articulando dentro de lo que es nacional, algunas leyes que se han presentado, otros proyectos que hay y viendo como se vienen moviendo los fondos para las comunidades, todo eso se viene haciendo desde esa mesa. Entrevistador: ¿Y cómo es el libro que han tenido que presentar para el reconocimiento? Gargenera: Un libro de actas. Entrevistador: ¿Y qué le ponían? Gargenera: Ahí tenían que llevar las actas de la historia. De cómo vivimos, de cómo hemos empezado. De los primeros abuelos, de los bisabuelos, de cómo vivían ellos antes… Entrevistador: ¿Qué cuentan, la historia de cada uno?

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Gargarena: Sí, la historia de cómo ellos vivían más antes. De cómo se curaban… de todo eso. De cómo vivían ellos. Entrevistador: ¿Ustedes contaron todo eso? Juan Luna: Claro, eso iba en el libro. Entrevistador: Iban anotando… Juan Luna: Claro, todo iba anotado ahí. Había personas más grandes que se acordaban, de cómo era todo en la antigüedad. Todo eso ha ido ahí, anotado. Cómo vivían, de qué vivían, cómo sembraban, cómo se curaban de que picaba una víbora… Entrevistadora: ¿Sirve que en un momento de desalojo intervenga el INAI? Ramón Cuéllar: Sirve, en todo aspecto sirve pero cuándo llegan ellos. Hasta que den vueltas, lo primero que hacen es informar al gobierno que si el gobierno mande un equipo a hacer una investigación ocular a ver lo que está pasando. Después de un mes o dos meses recién aparecen ellos y el gobierno ni se ocupa de venir, recibió la nota que les mandó el INAI y nada más, ahí quedó, no se acuerda más ni de mandar las autoridades ahí. Otra vez tenemos que estar mandándole al INAI que no han venido. Estamos cansados de eso, esto también tenemos que mejorar en el INAI. Ellos están mandando una nota y después no bajan criteriosamente sus pautas que tiene para respeto. Si uno no se mueve legalmente aquí con el derecho que uno tiene. Entrevistadora: ¿A qué te referís moverse legalmente con el derecho que uno tiene? Ramón Cuéllar: Me refiero a que uno tiene que hacer valer lo que yo tengo, y que me respeten del derecho territorial que tengo, por ejemplo, de la comunidad. Dentro de la comunidad tiene por hectárea. De tierras tienen que respetar porque son de la comunidad y dentro de ese territorio hay por cantidad de animales, que son variedades, que no pueden venir a matar a ese animal por decir que no sea mío y es del vecino, porque los animales son de todos y están dentro de ese territorio y esos son los derechos que tenemos que defender.

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Juan Luna: Bueno, aquí los compañeros todavía estamos haciendo el trámite de la comunidad Entrevistador: Están haciendo el laburo de comunidad indígena. Juan Luna: Algunas centrales ya están reconocidas como comunidad indígena. Villa Estela y Soledad están haciendo, también, y ya están cerquita, digamos. Reconocerse como comunidad indígena es lo único que nos está quedando para lograr los derechos de nosotros. Para agarrar las tierras que nos parezca a cada uno, a cada comunidad. Delicia Mansilla: Y ahora estamos reconocidos indígenamente, en nacional e internacional, y estamos luchando, y ya tenemos el cuadro, que va a venir estos días el ingeniero y nos va marcar la tierra. Y después, nos entregarán los títulos, si Dios quiere. Y con eso estamos con el territorio completo, porque nosotros no vamos a poner ningún alambre, porque eso, alambre, antes no, los indígenas nunca han puesto alambre, aquí en el departamento Copo, nadie ha tenido alambre, que yo he conocido, ya tengo mis 69 años, que nunca he conocido. Un enramado, para tener los animales, que uno necesitaba, sí, para algunas vacas, para algún caballo, dos caballos, que uno necesitaba para el trabajo que uno quería hacer. Ramón Cuéllar: El territorio para nosotros es lo que tenemos que marcar y por lo que nosotros necesitamos esa cantidad de… No es un… Delicia Mansilla: El territorio es la vivienda de nosotros. Ramón Cuéllar: La vivienda. Y eso es lo que indica la comodidad. Lo que vas a estar ocupando. No estamos divididos, haciendo… Cada uno no tenemos cien hectáreas. No, esto es un plan de la comunidad, y como indígenas. Porque así era antes, nadie tenía más que marcado con todas las líneas. Teníamos líneas antes, igual teníamos líneas, pero no nos respetaban. Pero ahora, como sabemos que más hay derechos, ahora nos respetan más, y nos están respetando. El territorio no es un pedacito, por eso es territorio, porque marcamos hasta donde decimos, la comodidad. Sergio Cuéllar: Este último año estamos avanzando en cosas, en proyectos, fábrica, de poner cosas en comunidad. Y ahí surgió que conocemos a la gente de Santo Domingo, que es comunidad indígena y pensamos noso-

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tros también que podíamos ser comunidad indígena. Han pasado cuatro años que nos reconocen como comunidad indígena, han andado visitando y perfectamente hemos demostrado que somos de comunidad indígena y han apostado que se puede. Y ahora estamos en el emprendimiento del territorio, pero todo comunitario, no vamos a poner ni un solo alambre, es la idea, y tenemos un estatuto que rige. Nicasio Cuéllar: Todos pueden usar todos los lugares.. Sergio Cuéllar: Todos pueden usar los lugares y cuidar todo el lugar, ser guardianes del lugar. Y en eso estamos, y en las comunidades que estamos en esos trámites, estamos haciendo talleres, estamos haciendo muchas cosas porque nos han olvidado la cultura, nos han hecho olvidar. Sergio Cuéllar: Bueno, la tierra es como se dice la tierra. Para nosotros el territorio marca más, es más amplio. Cuando digo tierra es como que fuera que no le hallamos sentido nosotros. Territorio es más sentido y abarca un poco más allá, todo comunitario. A eso apostamos, a tener lo comunitario, no lo individual, lo individual sabemos que nos ha destruido durante muchos años.

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La comunidad de Cabeza del Toro se une a la CCPN Martín Bustamante: Vengo de una localidad que se llama Cabeza del Toro. Es una comunidad que queda bien, de Boquerón, al naciente. Yo vengo de una organización que venía de… se llama la UPPSAN. Yo ya hace como 20 años que estaba allá, organizado. Una trayectoria muy larga, porque de última ya no le hallábamos sentido, porque el MoCaSE no diligenciaba por el tema tierras. Que nosotros queríamos eso: ser propietarios de la tierra donde nosotros vivimos: es fiscal. Y en los 20 años nos tenían que sí íbamos a conseguir los títulos, y nunca se nos daba. Y bueno; de última yo por eso he tomado la decisión. Digo: “Salgo de esta organización, de la UPPSAN, porque esto no es un futuro para mí. Para mí ni para mis hijos.” Al no tener los títulos correspondientes de la tierra, creo que estamos todos muertos. Se me empiezan a encimar los terratenientes, y con un título que tengamos, ya creo que es más conveniente salir adelante. Aquel MoCaSE, en aquel tiempo… nosotros no teníamos abogados, por ejemplo, contratados para hacer esos trámites. Y te organizabas como que son todos campesinos, y está bien: todos son campesinos, bueno, pero vos tenías problemas de tierra, y nadie te salía al frente. Te decían: “Bueno salile vos al frente.”, tan solamente. Y no grupal, con decir los cumpas: “Vamos a enfrentar.” Y nunca lo hacíamos ¿Por qué? Porque nadie quería enfrentar los problemas. Que se enfrenten solos, aquella comunidad o aquella familia que tenían problemas, tenía que enfrentarlo solo. Y es tan difícil encarar, cuando sea solo, a los terratenientes, ¡que son ellos tan poderosos! O eso crees. Y bueno. No podías enfrentarlos, vos. Y entonces, de eso decidí, yo, y digo: “No, cambio esta estrategia, y vamos a ver con esto cómo andamos.” Y ése es el motivo que me ha traído a mí a la organización esta, que hace un año y ocho meses que estamos acá. Entrevistador: ¿Qué diferencia viste entre el MoCaSE Vía Campesina y el otro MoCaSE? Martín Bustamante: La diferencia es que nosotros ahora estamos luchando, y estamos viendo, nosotros, que entre muchos se puede, y entre pocos no se puede. La diferencia es que Vía Campesina quiere para todos, no para uno solo. Al decirte así es porque nosotros queremos que todos vivamos

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bien, y que nadie nos deje… Que aquellos terratenientes que vengan, los sojeros, no se vengan a hacer el dueño. Tampoco porque venga y me enfrente a mí, que yo agarre un poco de plata y lo venda a mi compañero… No, lo que vemos ahí, es que todos somos interesados, interesados a vivir bien. Adonde nosotros estamos, hemos sido nacidos y criados, y eso es lo que me gusta mucho a mí: que cada uno viva dignamente como tiene que vivir, defendiendo lo que es de uno.

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La comunidad de Huachana se une a la CCPN En 2009 la comunidad de Huachana (famosa en la provincia por el santuario de la Virgen de Huachana y la fiesta anual que se realiza en el lugar) se unió a la Central y pasó a formar parte del MoCaSE Vía Campesina. Uno de sus integrantes, Neri, en diálogo con la compañera Tomi, cuenta su paso por las distintas organizaciones de la zona. Neri Rojas: La OCCAP vendría a ser lo mismo que la UPPSAN. Me parece que se manejan solo presidente, como este señor Guido Corvalán. Yo más o menos del 2003 al 2006 he estado en la OCCAP. Y como ya me quedaba muy lejos, a 70 kilómetros para venir y esa vez no tenía ni moto, en bicicleta venía de Huachana yo y tuve que salir y tuve que salir de ahí, era como que me han avalado para que me integre en la UPPSAN de Santos Lugares que me quedaba más cerca, 27 kilómetros, y de ahí del 2006 al 2009 estuve en la UPPSAN de Santos Lugares. Y de esa manera, como a mí no me gustaba que el presidente la UPPSAN, Guido Corvalán, él decía “esto se hace, nosotros estamos para respaldar en el tema territorio, salud, educación”, siempre yo le pedía, siempre: “presidente, ¿por qué no visita las familias de Huachana?”, porque ahí en Huachana era pésimamente el tema de salud y educación, gracias a Dios el problema de tierra no había existido. Y ya en eso en el 2009, casi me han despatriado de ahí, me pasó un caso a mí que me ha fallecido un bebé, supuestamente por abandono de persona. Porque a mi señora no la asistió la enfermera de una posta sanitaria, la dejó tirada, ahí, no le salió siquiera pidiendo ambulancia. Nada más era porque la enfermera en ese momento estaba ahí, con su amante, por eso no quería salir, y bueno, políticamente estaría respaldada por alguien. Y dijo que no, que esa noche no iba a pedir ambulancia, que iba a pedir al otro día. Y ustedes bien saben que un parto no puede esperar de la hora indicada, ¿que no? Ahí yo empecé a decir a este señor Guido: “dame una mano, mirá que esto me ha pasado, que vos venís chamuyando, que respaldar el tema de salud, educación”. Y bueno, empecé, empecé y el tipo ya era como que me daba la espalda a mí, como para decir: “este es un liero, este lo vamos a sacar”. Porque ya era como que el tipo se perseguía como que dice este señor va a despertar algunas mentes. No va a quedar más. Porque esa zona de esa

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zona de Santa Cruz, Alberdi que le dicen ahora, había un señor que era también parte, no sé, de la UPPSAN, que manejaba como le estaba diciendo de él. Y bueno, no quería afectar esa parte porque de ahí era la enfermera. Y después como que tuve un desengaño de la organización UPPSAN, y me tuve que borrar. Me lo tragaron un proyecto también, un subsidio que me había salido en esos tiempos cuando tuve la cuestión de la criaturita y me lo tragaron ellos. No me beneficiaron con nada, ni siquiera con una torniqueta a mí. Así que esto es lo malo que he conocido en estas organizaciones, en la UPPSAN. Tomasa Errazquín: La UPPSAN que venimos hablando antes en el libro se hablaba de la década del ´80, por ahí. ´80, ´90 y Guido no estaba en esa época. Neri Rojas: No, no estaba Guido, pero ha sido formada la UPPSAN de Santos Lugares, 20, 25 años atrás ha sido fundada. Pienso que debe ser la misma. Tomasa Errazquín: Cuando se habla de la UPPSAN de antes se habla de la UPPSAN de acá, la de Boquerón, no de la UPPSAN de allá, la de Santos Lugares. Si hablamos del otro MoCaSE sí hablamos de Guido. Son distintas UPPSAN. Son distintas organizaciones. Antes era todo una sola, incluido Nueva. Ahora Nueva aparte, Cuando se habla de la UPPSAN de antes se habla de la UPPSAN de acá, la que ya no es casi nada, UPPSAN Boquerón, UPPSAN Santos Lugares y los de allá ni siquiera se llaman UPPSAN, se llaman Unión de Pequeños Productores de Villa Matoque. O El Porvenir, no sé. Se separaron todos. Y de hecho Santos Lugares, los de Villa Matoque están más manejados por el MoCaSE de Guido Corvalán y no los de Boquerón. Cuando se formó nuestra central, en esa época sí era una sola UPPSAN. Aunque con sus diferencias, Santos Lugares quizá era diferente de acá porque distintos curas que manejaban.

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Escuela de Agroecología Tomasa Errazquín: Yo lo que puedo contar más es la trama de cómo comenzó la escuela. Yo estaba en el cuerpo coordinador. Y la escuela en parte era como el gran sueño de la universidad que trataba, pero nunca empezaba y dijimos hay que empezar con algo. Y empezó en 2006, por ahí, cuando vinieron los pasantes. Y se hizo la encuesta, como un relevamiento de la situación educativa de los chicos, de los jóvenes de las comunidades, de las ganas de formarse y de las dificultades que habían tenido para formarse. Y ahí se hicieron un montón de encuestas, como 300 o 400, un trabajo re lindo, este, que fue en julio en una pasantía y ahí vimos las ganas están, y a full. Y lo que mostraba la encuesta era eso, muchísimas ganas de estudiar, de seguir haciendo cosas, de formarse, y a partir de ahí lo que dijimos entonces fue: “¿por qué no agroecología?” Sobre todo en parte, por la cuestión productiva por un lado y por otro, por la formación que teníamos la mayoría: éramos agrónomos, veterinarios, la línea más de las producciones. Y había más material sobre cómo conformarla y otras experiencias, agroecología en Brasil, universitarios, entonces bueno, dijimos vamos a largar y largamos. Entrevistador: Yo también recuerdo que vi las sistematizaciones y era lo que más se pedía: maestros campesinos y agroecología. Tomasa Errazquín: Sí, en parte, era porque se había propuesto. Las propuestas eran más o menos lo que va a empezar ahora en la universidad: maestros campesinos, agroecología, comunicación y salud, eran las cuatro tecnicaturas, ah y, todo lo de derechos también, cinco. Que teníamos ahí, que queríamos arrancar y no nos animábamos, hasta que dijimos sí, hay que empezar por algo. Empezamos con agro. Y bueno, cuando se largó, al principio, eran unos veintipico, 27, 30, más o menos. Quedaron algunos en el camino. Pero bueno, año a año se han ido incorporando un montón más. Y de acá de la Central, del primer grupo ya fueron unos cuantos ¿Te acordás vos Vicki cómo fue? Vicki Cuéllar: En un año, el año pasado, el anteaño pasado hemos llegado a ser 20 más o menos, los que estábamos yendo constantemente, para agro ya. Después ahora ya somos más.

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Tomasa Errazquín: 20 entre todos los años. Vicki Cuéllar: Sí, entre todos los años. Tomasa Errazquín: Y fue siempre una de las centrales que más chicos tuvo. El primer año era Ramón, la Rosi, la Luci, Samuel ya fue el segundo. Vicki Cuéllar: Sí, el segundo. Tomasa Errazquín: Que también estaban con FUCAU también entonces hacían un montón. El segundo año también y el tercer año el grupo de ustedes fue súper numeroso. Entrevistador:¿Qué quisiera decirle a otros compañeros del Movimiento, de otras organizaciones sobre la escuela? Vicki Cuéllar: Y no sé qué, que la escuela, yo que he hecho los tres años, y ahora con la experiencia de estar sumándome a coordinar algunas materias. Eso, que la escuela nos sirve mucho para la formación de nosotros mismos y para la organización también. Esto de participar en las reuniones ayuda bastante también, porque a veces en la escuela nos dan tarea también, para hacer en la Central, en la comunidad, y el participar y andar en el Campamento de Jóvenes o Escuela de la Memoria, eso ayuda bastante. Porque uno se va formando más y tiene más herramientas también. Rosi Campos: La escuela es una semana por mes, sería la tercera semana de cada mes. Nos juntamos todos los lunes y hacemos los acuerdos; trabajamos la comida por grupo. La comida, el almuerzo, todas las cosas se hacen por grupo. Igual, la limpieza. Cada grupo somos como… Nosotros somos 17, los que habíamos terminado. Y cuando nosotros habíamos empezado no hablábamos ninguno. Estábamos todos calladitos, porque no habían otros chicos que estaban, ya. Éramos los primeros. Y ahora los otros chicos que van hablan más, participan más, sería, porque nosotros les hemos avisado cómo empezamos la escuela. Porque en cada reunión que hacíamos invitábamos algunos chicos y les contábamos cómo era la escuela. Y así ellos participan más ahora. Y cuando hay algún trabajo en alguna comunidad o Central, les vamos apoyando siempre. Entrevistador:¿Y cómo te han ayudado los compañeros de la central a seguir la escuela?

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Vicki Cuéllar: Y los compañeros, siempre cuando traíamos, en cuestiones de tarea, cuando veníamos y traíamos tarea y hacíamos las reuniones siempre nos han ayudado, nunca nos han abandonado en el sentido de tarea o a veces habían otras cuestiones de escuela y también nos han ayudado, o nos han estado dando consejos digamos durante todo el tiempo. A nosotros, al grupo de nosotros que hemos estado y después a otros también, a todos los chicos de Agro. Tomasa Errazquín: Por ahí, contá un poco también cómo se han organizado un poco más. Es la central que es más complicado llegar, cómo se organizan para ir. Todas las cosas que han hecho, se han organizado haciendo rifas... Vicki Cuéllar: Bueno, nosotros, en todos los que vamos, sería todos los chicos de Agro, es muy imposible pues llegar a Quimilí, tenemos que hacer vuelta tras vuelta, yendo por Santiago y de Santiago a Quimilí. Ahora con lo que sube más cada día el boleto. Vamos decidiendo. Cada vez vamos haciendo algunos eventos en la Central o sino en otra comunidad que haiga chicos de Agro. En la comunidad de Corral hemos empezado haciendo primero. Haciendo campeonatos. Y ahora este último hemos hecho algunas rifas, lotería. Para que vayamos teniendo recurso para poder viajar, y a veces cuando salimos por acá por Campo Gallo. Y cuando volvemos igual de allá de Quimilí, tenemos que estar hasta el lunes allá en Santiago por cuestiones de los colectivos. Rosi Campos: Como Central, como hacemos un Secretariado cada tres meses… Asamblea, sería. De todo el tiempo trabajado, ahí decidimos que iba a hacer la escuela de Agroecología. Y nos decían más o menos cómo iba a ser, porque como es una escuela popular, digamos, y no una bancaria. Son muy buenos profesores, son los mismos compañeros, y eso es mejor… Porque como la escuela que había aquí en la zona te trataban mal, nunca te enseñaban… Sí te enseñaban, pero te escribían ahí, copiaban y eso era todo. No sabías lo que copiabas. Pero ahora no, terminamos tercer año y… Y ahora vamos y damos clases de apoyo a algunos chicos. Entrevistador: ¿Qué cosas aprendiste en la escuela? Rosi Campos: De todo. Un montón de cosas. Trabajamos más en conjunto. No como en la escuela de aquí, que te hacían pruebas orales, escritas e individuales. Allá se hace más en grupo. Y donde todos contestamos, todos participamos. No como en la escuela, por ejemplo, que hablaba el maestro,

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y él nomás hablaba, siempre. No dejaba participar a los alumnos. Y allá no, no es así. Participamos todos. Entrevistador: ¿Y qué es lo que más te interesó, de lo que aprendiste? Rosi Campos: Porque aprendés más sobre la lucha. Salimos a todas partes, como ser congresos. Y mi hermano ha andado en Ecuador, por Brasil también… Y eso, me gusta salir, mucho. Cómo defender la tierra, ése es el derecho más importante. Después, sobre sanidad animal, las plantas, cómo cuidar el medio ambiente. Entrevistador: Y ahora cuántos chicos hay, de esta Central, ahí en la escuela? Rosi Campos: Diecisiete. Somos la Central que tenemos más chicos. Otros tienen menos. Y ahora en marzo empieza otro período más… Tenemos cuatro anotados, por ahora, pero vamos a hacer si hacemos más. Y hay algunas Centrales que tienen menos. Y los que van por primero son 17, por ahora. Los segundos son 2, y nosotros somos 3 los que hemos terminado, de esta Central. En total han terminado diecisiete. Y ahora en agosto terminan otros. Creo que son como 17 ó 16, también, ellos. Entrevistador: Y ustedes, las tres que eran de acá, ¿se reunían, así, en las semanas que no estaban allá? Rosi Campos: Sí, nos reuníamos un día en la casa de nosotras y otro día en la casa de otro compañero. Porque éramos yo y mi hermana, las que terminamos. Y un día íbamos a la casa de él, y al otro mes íbamos a la casa de nosotras, para hacer la tarea. Porque en producción animal teníamos que carnear un chancho y ver las cosas. Carnear gallinas. Para ver las partes. Y así hacen los chicos que van ahora, los 17. Se juntan ahora aquí o a veces en la otra comunidad, para hacer las tareas. Y cuando necesitan apoyo, mandan mensaje o a veces por radio nos mandan decir, para que vengamos a ayudar en lo que necesiten ellos. Y la compañera Tomy que vive aquí era una de las profesoras de producción animal. Y se quedó aquí en la zona cuando se juntó con Sergio. No va más a Quimilí. Entrevistador:¿Y cómo fue esto de empezar a ayudar a coordinar? Vicki Cuéllar: Y no sé, primero teníamos un poco de vergüenza, después sí,

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ya se nos hemos ido acostumbrando, acostumbrando. Y ahora ya estamos más animados (risas). Bueno, en eso, a veces viene la compañera de allá de Pinto, la Beata, y después en esta semana ha venido también el compañero Lucio de acá de Tintina, también que sabe bastante de quichua. Cristina Palmas: Yo creo que ahora como están los chicos de Agro, yo creo que es una buena participación, porque los chicos se están desarrollando mejor. Y hay algunos que son tímidos, que eran, pero que ahora se van juntando, y se van haciendo mucha experiencia. Entrevistador: ¿Y los chicos comentan, lo que van aprendiendo de producción? Cristina Palmas: Sí, ellos cuando vienen a una reunión de central comentan, algo. Pero por ahí hay cosas que no están muy bien comentadas, pero de las que ellos se acuerdan, comentan. Por ahí de alguna se olvidan, pero se van haciendo. Entrevistador: ¿Y ustedes usan esas cosas después acá? Cristina Palmas: Y, lo que decíamos nosotros a las chicas que si están haciendo dulces y esas cosas, que ellos nos estaban contando hace poco que estaban haciendo talleres allá para que aprendan más… Y nosotros les decíamos que eso les sirve, porque si ellos quieren venir a hacer aquí, la fábrica está ahí, lo pueden hacer, o pueden venir a entrar, a ayudarnos. Las puertas están abiertas para que ellos entren a la hora que ellos quieran. Entrevistador: ¿Qué le dirías a un compañero de otra central que quisiera ir a la escuela? Vicki Cuéllar: No sé, que se sume, que por ahí a todos no nos gusta estudiar, pero que es la posibilidad de hacer la Escuela de Agro. Así que sí, que es fácil estudiar, que no es complicado como se ve, y que entre todos vamos conviviendo en la escuela en la semana, y entre todos nos hacemos compañeros al estar compartiendo.

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Formalizando los acuerdos con actas En las siguientes páginas mostramos partes de las actas de los primeros Secretariados del MoCaSE-VC. Estas actas muestran, en relación a la CCPN, cómo se registran los acuerdos alcanzados en esta instancia de decisión y los trabajos conjuntos realizados por las Centrales a nivel organizativo y productivo y el funcionamiento de las secretarías. REUNION DE SECRETARIADO 12 al 14/12/2002 - QUIMILI 1. Información por Central: CCPN: Tampoco funcionan las secretarías. En salud organizaron un botiquín con medicina popular, hasta sueros caseros. Tomaron 3.000 ha, quieren hacer mensuras comunitarias en Tusca. Nunca trabajaron con Santucho, él mostró desinterés y falta de respeto por los tiempos de los compañeros. En producción prepararon tierra para sembrar en conjunto lechuga, acelga y otros. El botiquín ganadero está funcionando. Están recolectando miel de monte en conjunto para la venta. Están intercambiando maíz para semilla y sembrando las semillas repartidas en la reunión de secretariado anterior. También se ve como muy positivo los intercambios con otras organizaciones. 2. Problemas de tierra y jurídico: CCPN: Quieren plantar la Carpa y sacar el alambre. El terrateniente Pereyra trajo gente armada, están tirando tiros para atemorizar a los compañeros. En Tusca tomaron 3.000 ha de monte virgen, están empostando para alambrar. Pedano, terrateniente tucumano. Esteban es de la OCCAP y arregló con Pedano. Esteban quería acoplarse con los cumpas, que usen los mismos postes y trabajen juntos. Por supuesto le dijeron que no. FIAN: Es una ONG que hace campañas internacionales por la Reforma Agraria, quieren conocer nuestra lucha por la tierra, los casos de injusticia. Llegan a la Argentina el 15 de enero, tenemos que com-

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binar para que vengan. También visitarán a la Aníbal Verón. La FIAN tiene en nuestro país 2 referentes, una de ellos es Larissa de La Tribu. 4. Proyectos PROSOBO: Se presentaron 3 proyectos ante el Programa Social de Bosque (PROSOBO), 1 para CCCTIA, 1 para CCPPAS y 1 entre PINTO, CANESI y CCPN, según cantidad de beneficiarios. Se entrega a cada Central una copia del proyecto. Tendríamos novedades de aprobación en Febrero. 5. Proyectos GTZ: Se socializa avance de los 3 proyectos, en CCCTIA de trigo bajo riego, CCPN igual que en CCCTIA y en Pinto de alfalfa bajo riego. Falta ejecutar la última parte de los proyectos, compra de semillas, de moledora y de enfardadora a malacate.

Secretariado 7, 8 y 9 de octubre de 2003 Coordinación: Ricardo de CCPN Toma nota: Deo Comenzamos haciendo una evaluación de los acuerdos del último secretariado con las siguientes preguntas: a) Que acciones estaban decididas y acordadas desde el Secretariado en Tintina hasta hoy? b) Que se hicieron y que no? c) Cuales son las causas porque no se hicieron, porque razones o errores nuestros que impidieron realizar? En cada secretaría se eligen coord. y quien toma nota, pasar la síntesis en los afiches. Secretaría de Producción y comercialización: acciones acordadas en Tintina Fábrica de dulces y Galpones CCPN: se empezó a construir ayer, en el predio de la central, el galpón y la fabrica se harán en el mismo predio. Secretaria de Tierras Derechos Humanos y Medioambiente 4) Reuniones en CCPN para declararse comunidad indígena. Se avanzó por el lado de antecedentes indígenas. Pero algunos com-

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pañeros que tienen miedo a declararse como tal. 8) Acciones en terreno CCPN: Concretar el Reza y Baile. En Agua Amarga están empostando. Hay un comodato firmado por un hijo. Secretaria de producción y Comercialización 7-Empezar a poner los Galpones en las centrales: Se comienza por Pinto a fin de la semana del 14 al 19 de octubre y luego CCPN. En la primer instalación se propone que participen uno de cada central así en los restantes galpones va mas fácil. 14-CCPN propone hacer la capacitación de maquina para hacer fardos, en Quimilí, para que participen todas las centrales y se puedan sacar tablas para su construcción. La fecha seria después de Octubre.

SECRETARIADO MoCaSE – PINTO 6 AL 8 DE JUNIO DE 2004 Temas propuestos y pendientes: Almanaques Gorras y remeras Carnicerías y fábrica de dulces Radios Sobrante de compra de camión Casa en Santiago CCPPAS Galpones y construcciones Administración Escuela campesina Viaje a Brasil Campamento de jóvenes Personería Jurídica Mercosur social y solidario Administración: Se variarán los montos. Cada mes se reintegrará sólo lo gastado. El fondo para conflictos de tierra y el aporte a PECU que salga del aporte de cada familia. Es fundamental el aporte propio de cada familia,

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sino cómo vamos a generar autonomía, no puede salir todo de los proyectos. Se vuelve a plantear puntualidad en la entrega de facturas y comprobante de todos los gastos. Secretaría de Producción y Comercialización SOBRANTE CAMION CCCP, CCPN, CANESI y CCCTIA quieren carrilín para bovinos. CCPPAS quiere arreglar la caja del camión 1114. PLANTINES FRUTALES Todos los grupos que tienten módulos pueden elegir hasta 10 plantines frutales. Fecha límite 25 de Junio. EVALUACION DE FERIAS Y PLANIFICACIÓN DE LAS PROXIMAS. COMPRA DE FRASCOS Mailín Luces: Participar. Hubo interés por nuestros productos artesanales, lo que es el MoCaSE y nuestra lucha que no es solo por la tierra: mostrar los productos que hacemos, que son sanos, variados, de calidad. Sombras: faltó organización en cuestiones operativas. No participaron todas las centrales. No se acordaron previamente los roles. Propuestas: que los compañeros que producen estos productos participen y vayan rotando de las ferias y espacios de venta. Articular con el área de comunicación para llevar a las ferias material escrito del MoCaSE. Frascos: Compró CCPN. CCCTIA y CCCOPAL le tienen que devolver. CCPPAS INTERCAMBIO DE REPRODUCTORES La CCPN tiene que confirmar a la CCPPAS la entrega de cabras. Combinar con vehículos. RELEVAMIENTO DE PRODUCTOS Y PRECIOS CCPN entregó los listados. Los cumpas que participen de las tecnicaturas vuelven con un listado tentativo de precios de venta. Hay que rever los precios porque algunos son muy caros y cuesta vender los productos y otros podrían pagarse un poco más. VIVEROS Y SEMILLAS Semillas ProHuerta:

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Se fue al INTA y se distribuyeron en CCCTIA, CCPN, CCCOPAL y las 8 bolsas que sobraron pueden ir a Atamisqui. Viveros: Se reactivaron mocasitos de Amamá. CCPN lleva un insumos para 1 vivero. Quedan para 3 más. Ata tiene que definir. CCPN tuvo buena experiencia sembrando semillas de itín. Secretaría de Tierra, DDHH y Medio Ambiente Taller Indígena: se hizo una evaluación del taller indígena que se hizo en la CCPN. Hay que ponerle ficha seriamente, profundizar lo que significa declararse comunidad originaria. A las becas indígenas tampoco le supimos dar su merecida importancia. Se avanzó en la parte legal. Propuesta: que cada 40 días se hagan los talleres indígenas, pero hay que comenzar a discutirlo mas en las bases. En el Foro de Córdoba se tomó contacto con un compañero indígena de Formosa y salió la propuesta de que vengan al MoCaSE.

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Congreso El Primer Congreso del MoCaSE se realizó los días 25 y 26 de noviembre de 1999 en la ciudad de Santiago del Estero. Su convocatoria se discutió durante mucho tiempo en el Movimiento y se realizaron muchas actividades y encuentros de debate y formación previas, para que circulara entre las comunidades y las centrales la palabra de los hombres y mujeres del monte, proceso que fuera relatado en el libro de las Memorias de los orígenes de la Central Campesina de Quimilí. Fueron convocadas todas las centrales, cooperativas y asociaciones zonales que en ese momento eran parte del MoCaSE, además de comisiones de base que estaban trabajando con el Movimiento. Rarticiparon más de 500 campesinos y campesinas de todos los confines de la provincia que se reunieron a discutir el futuro de su organización, en instancias de trabajo en grupo y plenarias. Numerosas organizaciones sociales y políticas y Organizaciones No Gubernamentales del mundo agrario y urbano, de Santiago del Estero, Argentina, Latinoamérica enviaron delegados al Congreso. El Congreso debatió los problemas del MoCaSE en ese momento y mostró la masividad del campesinado en Santiago del Estero y la fuerza política de sus organizaciones. Las Conclusiones del Primer Congreso del MoCaSE son una síntesis de esos debates y de las conclusiones y acuerdos a las que se arribó en este espacio.

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Asamblea El 28 de noviembre de 2001 la comisión directiva del MoCaSE había convocado a los delegados de las distintas centrales, cooperativas y asociaciones zonales a reunirse para elegir a sus autoridades. Sin embargo, un grupo de compañeras y compañeros, convocados por la central campesina de Quimilí, y apoyados por las centrales campesinas de La Simona, Tintina y Pinto y al que concurren referentes de otras centrales, decide convocar a una Asamblea para rediscutir la estructura de funcionamiento del MoCaSE, cuestión que había sido acordada en el Primer Congreso y que nunca había ocurrido. Así, 120 compañeras y compañeros se reúnen en la Casa Diocesana de la ciudad de Santiago del Estero y debaten durante todo el día sobre el Movimiento que ellos querían y cómo debería funcionar. Invitan a esta Asamblea a todos los delegados y referentes que se encontraban presentes en la ciudad de Santiago del Estero. En paralelo, 11 delegados de otras centrales, reunidos en la sede del Programa Social Agropecuario, rechazan la invitación y eligen nuevos presidente, vicepresidente, secretario y demás autoridades del MoCaSE. Este proceso determina la división del MoCaSE en dos organizaciones separadas. Una continuará funcionando a partir de reuniones de delegados por central elegidos por el voto de los socios de cada asociación zonal. La otra comenzará a funcionar en secretariados abiertos a todos los miembros del MoCaSE, donde se reúnen referentes de todas las secretarías de cada central y juntos definen acuerdos, proyectos y acciones del movimiento. Hoy esta división continúa. La síntesis de la Asamblea nos muestra los debates dados en los grupos de trabajo, la diversidad de opiniones y propuestas y los acuerdos finales logrados en la misma, a la vez que resuelve la creación de instancias abiertas y participativas de decisión del MoCaSE.

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Memoria histórica del hombre del monte Este es un documento elaborado por el compañero Ángel en ocasión de tener que contar la experiencia organizativa del movimiento en una charla en Francia. El documento realiza un diagnóstico histórico de la situación del campesinado santiagueño en el momento de su escritura y muestra algunas líneas políticas básicas del trabajo de base que llevó a la conformación de varias de las centrales del MoCaSE y que se continuó realizando desde el movimiento. También da cuenta de las luchas del movimiento en sus primeros años de existencia, de sus logros, desafíos y perspectivas. Memoria Histórica del Hombre del Monte El regreso: “El hombre estrujado es una ficción. Así lo devuelve el obraje. ¿Quién más que el hachero puede decir que ha dado su vida al trabajo? Y ahora, vuelve. Y en la alegría del regreso hay un dolor. Es la tristeza de la nada, que vuelve, bendecida por el trabajo, a recoger el despojo de sus fuerzas inútiles: la familia hambrienta. Volver al rancho, al seno de los suyo, a la tierra que lo vio llorar su frente de sudor; volver a reposar los ojos humillados en los tiernos resentales del aprisco; volver a oír el mugido de las vacas; volver a escuchar la voz de los hombres, sus hermanos, y la del coro de sus hijos, y tenderse, luego, bajo la bóveda de luna, al aire fresco del atardecer, para sentir en su alma la voz dulce del campo, dilatado, abierto. Esa era su esperanza, allá, lejos, en el obraje. Y de nuevo, la esperanza no fue más que una triste realidad. Carcomido el pulmón por la fuerza de todos los días, aplanado el pecho del aire que exhaló con fatiga, taciturno como las aves de la noche, estragado por los deseos febriles que le quemaron el alma, débil, macilento, agobiado, anhela volver el paria al gozo que se arrancó para arrancar a los suyos de la miseria. Y mayor miseria encuentra al regreso.

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Miseria suya y de su prole. Rancho derruido, tierra reseca, pajonales de la ausencia. Almas ateridas, ojos dilatados, de tanto mirar los caminos del regreso, en la espera vana. Y en el paisaje, la mansedumbre acurrucada. Y en el fogón, la ceniza yerta del último rescoldo”. Afuera: Santiago del Estero es la Provincia más empobrecida de la Argentina. Poblada por mestizos de las culturas quichuas que viven en la zona del Gran Chaco Americano, ha soportado desde mediados del siglo XIX y principios del XX la acción devastadora de las grandes empresas forestales de capitales europeos, lo que ha condicionado el futuro de las siguientes generaciones. La intención declarada de los Gobiernos de aquellos momentos fue atraer capitales de la ciudad de Buenos Aires (Capital de la República), para conseguir la colonización de estos vastos territorios y como consecuencia el asentamiento de la población santiagueña. El objetivo de las empresas compradoras no pasaba por la colonización, sino por conseguir una extracción rápida y masiva de los productos forestales madereros del Chaco Santiagueño. De esta forma se constituyeron grandes latifundios que explotaron el bosque de manera ”minera” y a la vez que contribuía a amasar grandes fortunas. El soporte de este enriquecimiento fue el duro trabajo de los hacheros en los obrajes. Esta situación no varió en más de 40 años. Durante el año 1941 el Director de Trabajo de la Provincia de aquel momento dijo que en Santiago del Estero se estaba viviendo un período de esclavitud. En los latifundios se habían formado verdaderos feudos medievales donde los patrones administraban la vida de sus obreros movidos únicamente por el afán de lucro. A mediados de la década de los 40, diferentes factores confluyeron en la decadencia de la explotación forestal. Por un lado se frenó la expansión de los ferrocarriles en Europa, producto de la adquisición del modelo de integración territorial estadounidense, con la consiguientes disminución de la demanda de durmientes (traviesas) para la construcción de vías de buena parte de Europa. Por otro lado al finalizar la Segunda Guerra Mundial, también disminuyo la demanda de leña y carbón vegetal. Un tercer factor fue que las grandes em-

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presas comenzaron a reemplazar los bosques argentinos como suministradores de tanino por las nuevas plantaciones de acacias negra o mimosa en las colonias británicas en África y Asia. Otro hecho relacionado es que ha partir de 1945 con el soporte del estado se empezaron a organizar sindicatos hasta llegar a constituirse en 1947 la Federación de Obrajes Santiagueños de la Industria Forestal (FOSIF). Todos estos factores hicieron que la explotación del bosque dejara de ser un negocio favorable basándose exclusivamente en criterios de rentabilidad empresarial. Las empresas forestales dejaron la provincia y familias enteras de hacheros quedaron sin trabajo. Muchos emigraron a Buenos Aires en la que había comenzado un proceso de desarrollo de la industria liviana en el frente denominado ”Fluvio paranaense” y para el cual se necesitaba mano de obra. Pero muchos otros decidieron quedarse en su lugar de origen. De esta manera los hacheros se fueron afincando en las tierras abandonadas por los obrajes y se convirtieron en campesinos agricultores y ganaderos. Hicieron sus ranchos (construcción popular santiagueña), abrieron caminos, construyeron escuelas para sus hijos, trabajaron la tierra con herramientas precarias y prácticamente sin ningún apoyo o soporte técnico. En este proceso histórico se fue generando un sistema de tenencia y distribución de la tierra que se convirtió en uno de los obstáculos principales para el desarrollo de la Provincia. En Santiago del Estero hay 15.719 explotaciones subfamiliares, que representan el 78,7% del total de las explotaciones y que ocupan el 3,4% (193.648 has.) de las superficies de las explotaciones. Existen, además, unas 20.000 familias que viven en las periferias rururbanas, y trabajan en el mundo rural para empresas, en condiciones de explotación inhumana. Poseen características de agricultores familiares puesto que en pequeñas parcelas producen alimentos, y tienen las condiciones para convertirse en campesinos autónomos, si hubiera una política de distribución de los latifundios improductivos. El problema de la agricultura familiar está muy extendido por lo cual los campesinos se ven obligados a realizar cultivos extensivos (algodón, hortícola) con gran absorción de mano de obra familiar, alto costo de producción y degradación del suelo, siendo muy baja su rentabilidad y productividad. Una consecuencia es la migración de los

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campesinos a las grandes ciudades en busca de trabajo que cada vez es más difícil de conseguir, a consecuencia de las políticas de ajuste económico vigentes en el país. El otro problema importante en el área rural de la Provincia de Santiago del Estero es la tenencia precaria de la tierra. La legislación Argentina reconoce el derecho de los campesinos a la propiedad de la tierra donde se ha ejercido una posesión pacífica y continua por más de veinte años, trabajando para su sostenimiento, haciendo mejoras, delimitando sus terrenos con alambradas o palos, construyendo represas o pozos de agua. Si bien este derecho existe en la Prov. De Santiago del Estero, los campesinos que son ocupantes de tierras, usualmente no tienen los medios económicos necesarios para hacer valer este derecho y conseguir así los títulos de propiedad. La ley obliga a la realización de costosas mensuras catastrales en cada uno de los predios, y además se necesita pagar a un abogado para que inicie el llamado ”juicio de prescripción veinteñal”. De esta manera, lo que está escrito en la ley era inasumible por las familias campesinas que, en muchos casos por no poderse defender adecuadamente, acababan siendo injustamente desalojadas de sus posesiones. Esta última solución de desplazar a los campesinos a pequeñas parcelas con la promesa de otorgarles los títulos de propiedad, es la que se desarrolló, y a la larga les condena a emigrar a las ciudades o les obliga a ofrecerse como mano de obra barata de las grandes empresas agropecuarias. El otro aspecto destacable, en la estructura rural de la Provincia es la atomización del sector campesino que históricamente no había podido organizarse para defender sus intereses y plantear las necesidades en los ámbitos de poder donde se deciden la distribución de los recursos. Con la llegada de la democracia en 1983 en algunas provincias se reemprendió las experiencias de organización por iniciativa de algunos dirigentes históricos de “Las Ligas Agrarias”, sobrevivientes de la época de la dictadura militar, otros nuevos se añadieron. Aunque se daban las condiciones, en la provincia de Santiago del Estero, próxima geográfica y culturalmente al Chaco y a Santa Fe, no se produjo este fenómeno organizativo. Por una parte la provincia era

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y continua siendo una de las más ruralizadas del país, por otra parte aunque la emigración era constante, se mantenía en una alta proporción de pequeños productores de cultivos industriales (algodón y horticultura) y de ganadería caprina, con una alta proporción de campesinos con problemas de tenencias de la tierra. Sea como sea, en Santiago del Estero, no había tenido una experiencia histórica de organización y articulación de los intereses de los pequeños productores. Tampoco ha habido una presencia significativa de las grandes entidades de nivel nacional representativas del sector, como FAA. (Federación Agraria Argentina) o como CONINAGRO (Confederación Nacional de Cooperativas Agropecuarias). El único intento organizativo de cierta importancia fue la constitución de algunas Cooperativas Agropecuarias y Forestales en la segunda mitad de la década de los 60 y principios de los 70, auspiciadas por los gobiernos militares de la época que no sobrevivieron muchos años. Paralelamente dentro de la estructura del gobierno provincial se creó un organismo llamado I.P.A.C. (Instituto Provincial de Acción Cooperativa), cuyas funciones eran y siguen siendo las de control sobre el funcionamiento legal de las cooperativas, así como proporcionar un servicio de capacitación permanente. En la práctica y por diferentes razones se ha convertido en un mero organismo fiscalizador. Otro proceso totalmente diferente, tanto en el origen como por la metodología de acción, es el que ha surgido en los últimos 10 años, en diferentes lugares de la provincia, donde 8 organizaciones de campesinos que agrupaban a 2.500 familias con diferentes grados de consolidación, madurez y autonomía han impulsado proyectos de microdesarrollo puntuales y acotados zonalmente. Su origen se explica principalmente por la actividad de promoción que han desarrollado diferentes ONGs., y en algún caso por la actividad del I.N.T.A. (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) de Santiago del Estero, como entidad investigadora en tecnología de la producción. Las mayoría de las organizaciones anteriormente mencionadas intentaron una incipiente articulación a nivel provincial en el año 1989, para formar lo que conocemos como Movimiento Campesino de Santiago del Estero, MO.CA.S.E.

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Un Hacer Diferente en el campo de los social, de lo político, en los campos de disputas del poder. Diferenciándose de la forma tradicional de hacer política y sindicalismo, que se conduce con promesas incumplidas o se burocratiza, sin tener interés en promover la unidad y autodeterminación del sector campesino construyendo con otros sectores alternativas de transformación de la sociedad. El MOCASE quiere construir un peso político, pero manteniendo su independencia de los compromisos partidarios, desarrollando la democratización y solidaridad en sus comunidades miembros, con la mirada y la acción con otros movimientos del campo popular . Desde sus comienzos, el MOCASE asumió como estrategia central la lucha por la tenencia de la tierra y por las condiciones de vida de las familias campesinas. El problema generalizado de tenencia precaria de la tierra por parte de los campesinos había generado un histórico proceso de "desalojos silenciosos" en la medida en que no había conciencia sobre el derecho de posesión veinteñal y a la vez no estaban dadas las condiciones mínimas de organización para que las presentaciones ante la justicia o los reclamos ante el poder político tuvieran alguna posibilidad de éxito. El surgimiento del MOCASE resulta un punto de quiebre con esta situación preexistente, de modo tal que el silencio se convirtió en conciencia del derecho hecha palabra y acción. Se promovió la organización para la autodefensa de los pobladores, se acompañó con el asesoramiento legal y la defensa jurídica correspondiente, se fue logrando una mayor visibilidad política ante los dueños del poder, se amplió la articulación y los lazos solidarios con otros sectores de la sociedad que se sintieron atraídos por esta lucha. Un caso paradigmático fue La Simona, un paraje en el monte santiagueño que logró concitar la atención de la sociedad nacional cuando el 12 de octubre de 1998 unas máquinas topadoras de gran porte no solo pretendieron desalojar a los pobladores, sino que avanzaron sobre sus posesiones derribando a su paso árboles, cercos, llegando a la proximidad de sus ranchos. La autodefensa ejercida por los pobladores y la posterior contención que les aseguró el MOCASE y una multiplicidad de organizaciones e instituciones solidarias, detuvo a las topadoras, que de otro modo y en otra época hubieran conse-

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guido su propósito sin que la justicia o un poder político feudal se dieran por enterado. Los medios de comunicación, se hicieron cargo de difundir las imágenes de destrucción del bosque por todo el país, ayudando a desenmascarar una propuesta de desarrollo depredadora de los recursos naturales y con absoluto desprecio por las personas y sus formas locales de vida. ¿Otros regresan? A. Primeros pasos: Búsqueda del encuentro entre el mundo campesino y el mundo académico Compañeras y compañeros que llegaron de la experiencia de la Universidad y de la vida urbana, a Santiago del Estero rural, facilitaron herramientas para poder entendernos a nosotros mismos, nuestras fuerzas y potencialidades, nuestras debilidades y deficiencias. Una de ellas fue buscar a las y los ancianos de las comunidades rurales que, por sí mismos y sin la escuela habían roto en su interioridad, en su conciencia, aquella falsa o prejuiciosa y tendenciosa afirmación que divide a nuestra sociedad entre civilizados y bárbaros. La memoria histórica crítica de esos viejos sabios, había roto con la subestimación a los pobres. Los maestros, los médicos, los sacerdotes, comerciantes, transmitían día a día el mensaje de que los campesinos, los trabajadores rurales, los hacheros éramos vagos, ignorantes, inútiles, en una palabra gente bárbara. Nosotros y nuestros hijos e hijas, desde nuestros antepasados habíamos nacido incapaces de desarrollarnos como personas humanas. Éramos indios, en el sentido despectivo de la palabra. La sociedad, el sistema, nos había reservado el lugar de una máquina que se utiliza para explotar la tierra, y cuando se gasta se tira, se destruye. Los viejos sabios fueron encontrados por estos compañeros y, juntos, durante años reflexionaron, dialogaron y trataron de ponerse de acuerdo en cómo estábamos y cómo éramos los pobres del campo. Pero, salvo algunos, la mayoría estábamos creídos que si teníamos algo, era porque los patrones y el gobierno nos daban. Acuerdo de algunos componentes para una metodología de acción: Entrar en las comunidades a través de la memoria histórica de personas con prácticas y pensamiento autónomo y solidario

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Escuchar de los campesinos y campesinas. Qué veían ellos de su propia vida – silenciar la mirada propia. Identificar en un mapa, el escenario de comunidades campesinas Visitar a las familias en sus “ranchos”, para ir recreando con ellos vínculos y confianza. De la mirada-lectura de las familias, devolver las miradas comunes sobre la propia realidad y su interpretación del mundo. Sugerir en las devoluciones, reunirse con las otras familias de la comunidad para discutir problemas comunes y posibles soluciones. Seguimiento de las prácticas y de las responsabilidades de cada uno y en conjunto. Desde el enfoque de las prácticas del derecho, las mujeres y varones, viejos sabios del monte y los que vinieron con el bagaje “académico”; hicieron la opción de tomarse años, los que fueran necesarios, para que desde las familias y las comunidades visitadas sistemáticamente, salieran elementos para la práctica del trabajo de educación popular, que a su vez, pusiera un horizonte común que nos permitiera revertir el procesos de desintegración como personas, comunidad y culturas. El desafío fue el que los silenciados, los domesticados, los oprimidos afirmen el derecho propio de su valor como personas, recreen su autoestima. Y en nuestro acercarnos a ellos tuvimos que hacer una profunda catarsis interna de nuestras actitudes y conductas, de manera que perciban en la comunicación que creemos en ellos, en sus potencialidades, sus valores, sus capacitades. Y esto solo sería posible, de manera grupal, solidaria y organizada. Había que callar nuestra propia visión, lectura, saberes y conocimientos, para hasta hacerles sentir nuestra convicción de que ellos ven, leen, saben y conocen. Incluso manifestarles expresamente que no se crean aquello de que quien no fue a la escuela o a la universidad, no sabe nada, o es un inútil. Pero no como quien simula, pero en el fondo no cree que está frente a una persona disminuida por su pobreza, situación social o rol en la sociedad y en el mundo. Allí desarmados de nuestras propios conocimientos, reconocemos en el otro, otro que ha construido una estrategia de supervivencia que para muchos, sabios, maestros, sacerdotes o científicos, dadas las condiciones y el contexto le serían imposible sobrevivir. Es una relación afectiva, amorosa, que funda y recrea el mundo en el

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inicio de la relación. Ambos estamos dialogando, intentando indagar los caminos para una vida digna y humana. No llegamos como quien viene sabiendo qué y cómo hay que hacer para salir de la injusticia, de la opresión o la pobreza, sino que ambos y muchos otros ambos tendremos que ponernos como al inicio de la creación de una manera de vivir los hombres en el mundo. Estos viejos sabios del monte, hacían con nosotros la lectura de la perversa influencia en la cultura y mentalidad argentina que había constituido como discurso dominador la diferenciación entre bárbaros y civilizados que hicieron algunos de los próceres fundadores del primer contrato social en la Argentina. Callar todo el montaje del saber, del pensamiento único neoliberal y aún de sus críticos marxistas, para recrearlo con las comunidades en la práctica organizativa y en la reflexión conjunta de nuestras prácticas y horizontes. A. Gramsci, M. Foucault, hablan de la necesidad de desmontar todo el bagaje de conocimientos de la civilización actual para volver a montar un nuevo proceso civilizatorio. Por cierto, sin desconocer la acumulación de saber y conocimientos de la historia humana. Desde hace siglos la civilización occidental ha llevado adelante una práctica pedagógica y una metodología de vínculos y relaciones, donde el saber, el conocimiento, la información, las ciencias y las técnicas se transmitieron como hegemonía de élites, atomizada, compartimentada o enciclopédica. Así también en la estructura jurídica, surgida del Derecho Romano y replicada en la alianza con las iglesias. Como consecuencia práctica, unos iluminados que leyeron y estudiaron muchos libros enseñan a quienes no saben leer, ni estudiaron libros. Desconociendo que no es obstáculo para la lectura y práctica en el mundo el no saber leer y escribir un libro. El hombre lee y estudia permanentemente en su vida cotidiana, en su relación con el mundo y con los otros vivientes y hombres en el mundo. Dicho esto no como un desprecio a la civilización occidental, sino como una práctica del derecho a reconocer y ser reconocidos como personas que leen el mundo, que reflexionan, indagan, deciden, optan y constituyen formas de vida diversas. Barbarie y Civilización están contenidas en su proceso evolutivo y dinámico por luces y sombras, no hay culturas, civilizaciones acabadas. Se trata de reconocer el derecho a creer que se puede y se debe cons-

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truir lo diferente al modelo de la cultura neoliberal como propuesta única y acabada. Subestimar a las mayorías pobres del planeta, ha sido uno de los errores de las izquierdas que criticaron el autoritarismo de la derecha, pero que actuaron con las mismos presupuestos y metodologías del proceso de enseñanza-aprendizaje, consecuentes de la metodología de las relaciones gobernantes-gobernados, propietarios de los medios de producción-trabajadores. Continuismos neo-colonizadores, con otros rostros. Desandar el camino de la civilización occidental para andar el camino santiagueño. Desandar-desarmar, requiere enamorarse de coraje militante, de cierto talento y honestidad, no es una reflexión, ni un acto moralista, es una decisión ética, involucra al hombre entero. En esta afirmación de desarmarnos, desarmamos interiormente el espacio escuela como el lugar donde se imparte el saber, los conocimientos. Desarmar no significa desconocer, negar o rechazar, significa abrir las infinitas posibilidades de recrearlo de una manera tal, que no continúe replicando la dominación, la opresión de unos pocos sobre la inmensa mayoría de los pueblos. Recrear desde le memoria histórica de los pueblos y del bagaje del saber de la civilización actual y sus múltiples facetas, la posibilidad de detener el proceso de destrucción del planeta con la instrumentación de tecnologías destructivas. En ese proceso de recrear participativamente, recurrir a la memoria histórica de las civilizaciones y pueblos originarios de América. Descubrir la América, encubierta por la colonización y las sucesivas neocolonizaciones. Dejamos la escuela como espacio físico formal-oficial, para convertir la inmensa geografía de monte (bosque) del chaco-santiagueño en la amplia escuela de la recreación de una alternativa posible. La casa, la sombra de un árbol, el patio de una casa, los caminos, desarrollan la producción de formas de vida humana colectiva que, vistos desde un ángulo, podían parecernos espacios de marginalidad, indigencia y pobreza, pero desde otro ángulo de la mirada aparecieron como escenarios de estrategias de vida, cargados de solidaridad, dignidad y de sentido. Y por cierto, los ángulos de la mirada se van multiplicando si se facilita el espacio para que las diversas subjetividades se expresen.

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Decimos que para nosotros, silenciados, reprimidos, intimidados por sucesivos regímenes autoritarios y violentos, sin ese espacio afectivo de confianza, expresarnos públicamente y de manera libre era casi imposible. El miedo nos había ganado la batalla interior. Habíamos sucumbido en lo que llamamos: “hechizo militar”. No tenemos derecho a hacer nada sin el consentimiento y obediencia ciega a una voz de mando que proviene de las autoridades. Es decir los políticos, los ricos (patrones), o los profesionales. Este hechizo, es un forma de nombrar toda una situación traumática de opresión y dependencia violenta que dejaron las sucesivas dictaduras militares. Algunas características o rasgos de las comunidades (parajes) rurales donde viven las familias campesinas. En la inmensa geografía santiagueña los hombres y mujeres autóctonos se fueron dando una estructura de asentamientos de poblaciones que describimos con las siguientes diferenciaciones: Están las ciudades rurales, conformadas como comisiones municipales o municipios (alcaldías –ayuntamientos). Estas urbanizaciones rurales están rodeadas por parajes (aldeas rurales) muy próximas a la ciudad. Las familias conformadas por 6 a 10 miembros, muy influenciadas por las prácticas clientelitas de los partidos políticos que aprovechan la cercanía a ellas para controlar prácticas de organización autónomas. La inmensa mayoría posee el título de propiedad de los lotes que habitan, aunque han aparecido conflictos de sucesión entre los trabajan y habitan la tierra y los hermanos que migaron en busca de trabajo a las grandes ciudades del país. Aunque realizan prácticas productivas, sus ingresos provienen de el empleo público de uno más miembros de la familia. Un segundo grupo de parajes campesinos, a unos treinta kilómetros de las ciudades rurales. En alto porcentaje son poseedores de la tierra, la trabajan en pequeña escala en la producción de “chacras” y ganadería caprina, bovina, porcina en pequeña escala. Entre rancho y rancho, habitados por familias numerosas, hay distancias considerables, eran muy silenciosos e independientes. En los casos más aislados, casi sin referencias comunitarias, son productores ganaderos bovinos que les permite un ingreso sustentable, aunque en algunos casos tienen que recurrir al trabajo fuera del predio de alguno de los

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miembros de la familia. La comunidades más distanciadas de los centros urbanos de cierta relevancia institucional y comercial, están conformadas por núcleos numerosos de familias. Hay cercanía entre los habitantes y cuentan en general con una escuela primaria. La influencia clientelista de los partidos políticos y de las prácticas institucionales no los condicionaba, pero sí la estructura agraria, puesto que han quedado en medio de grandes latifundios en manos de empresas anónimas con prácticas de tipo feudal. Aunque había un desarrollo de las prácticas solidarias en la comunidad, el avance de la frontera agropecuaria desde 1980, disminuía su capacidad de producción ganadera, jaqueados por la presión de estas empresas. Compulsivamente tenían que enviar a sus hijos al trabajo en dichas empresas en condiciones de explotación, puesto que en muchos casos les pagaban con vales para la compra de mercaderías que las mismas proveen a precios dos veces más altos del mercado. Redondeando, en una síntesis apretada, autopercibimos que: “las familias cercanas a las ciudades están contaminadas de clientelismo y dádivas de los políticos partidarios. Mientras más lejos están de su influencia, más sanos miran la vida, menos contaminados y con más posibilidades de que comiencen a organizarse independientemente de la influencia de los poderosos. Aunque parezca más largo el camino, haremos ese largo rodeo, empezando a organizarnos con los barrios (parajes rurales) más lejanos. Después, los que están cerca, cuando vean cómo vivimos por nosotros mismos, se acercarán de a poco, atraídos por la mística que contagia la organización y sus miembros”. B. Segundo Paso: Camino, Derecho y Organización En ese primer gran recorrido de desandar-andar el camino para de manera conjunta llegar a describir el inmenso árbol de problemas y sus orígenes y causales, como así también nuestras potencialidades, fuimos acordando tres grandes rasgos de nuestra tarea de construirnos por nosotros mismos. 1- Talleres participativos, con juegos, dinámicas grupales y plenarios para aprender con prácticas e información de los derechos y garan-

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tías que existen en el mundo actual, reflexionando nuestras prácticas. 2- Crear una organización dinámica por la que rompamos la relación clientelista hacia el cerrojo del sistema económico y político. Organización que no replique el modelo donde unos mandan y otros obedecen, una organización horizontal en su conducción, orgánicamente solidaria en su funcionamiento. 3- Generación y sostenimiento de tácticas y estrategias de defensa de la posesión de la tierra de manera colectiva y organizada. 1 y 2. Un largo camino de prácticas de reuniones donde se anima permanentemente a la participación de todos y todas. Desde esos espacios surgieron un sinnúmero de iniciativas comunitarias para superar la pobreza e indigencia, nunca se aceptó proyectos traídos de afuera. La experiencia de muchos proyectos impuestos desde afuera, sin la discusión, la práctica y el diseño de la comunidad y de la organización tras un tiempo prudencial durante el cual el grupo lo madura, han fracasado. Brevemente mencionamos algunos de los proyectos que desarrollan las comunidades organizadas del MOCASE: Iniciativas de pastoreo común, controlados por boyeros a energía solar. Botiquines comunitarios y construcción de corrales autóctonos para la cría de cabras para carne, leche y quesos. Adquisición de maquinarias agrícolas administradas y utilizadas comunitariamente. Reforestación de algarrobos en suelos desgastados por el uso intensivo. Adquisición de vehículos para la formación permanente y para la comercialización conjunta. Construcción de sedes, con depósitos para la comercialización conjunta. Módulos de acopio y extracción de agua, potabilizadores a energía solar y eólica. Aserraderos y carpinterías para el uso y destino racional de la producción forestal. Creación de agroindustrias de mermeladas (dulces), tejido artesanales de lana de oveja, chasinados, talabarterías. (artesanías con cuero curtido naturalmente).

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Recreación de tecnologías indígenas: represas, construcción de molinos de viento con materiales reciclados. Instalación en las comunidades y con las centrales de radios punto a punto de corto y largo alcance, para comunicarnos permanentemente. Participación en el diseño y elaboración del “Plan de Lucha contra la Desertificación”, del gran chaco americano. Por iniciativa de niños y jóvenes: Proyecto en elaboración de una Escuela de Formación de Maestros Campesinos y Centro de Formación de promotores de la salud. Esas prácticas han requerido todo un esfuerzo de puesta en marcha y continuidad. Han permitido el desarrollo del género, una intensa distribución de roles, y una rotación permanente de las personas y los grupos en el sostenimiento de las acciones y responsabilidades. Ellas permiten evaluar nuestras actitudes, conductas y actuaciones. Pasar de la nuestra consideración de minusválidos, ha sentirnos y sabernos personas capaces de desarrollar capacidades múltiples. Vamos creando y corrigiendo reglamentos y leyes a partir de permanentes acuerdos y consensos entre nosotros. Pero ante todo, la permanente construcción de una mística de amor a los hombres, a la lucha, a los pueblos y al planeta. Este espíritu personal y colectivo, de esperanza activa y de respeto por la dignidad y el dinamismo de la vida, de toda vida, nos ayuda a superar el hechizo militar. Desandando el camino nos encontramos con el corazón misterioso de los santiagueños, sensibilidad, alegría, afectos también cabían, no era solo miedo o autorepresión. Aún ronda en nosotros muchas peguntas, ahora que hemos puesto a andar caminos: ¿Nuestra pobreza es una lógica diferente interna de nuestro corazón y nuestra conciencia? ¿Rechazamos la lógica de la racionalidad mercantil del hombre por cultura y cosmovisión? ¿Nuestra pobreza es estructural? ¿Ha sido la pobreza solo imposición de la lógica de los dominadores? ¿Nuestra lógica responde a otra lógica diversa? Una búsqueda de la humanidad toda, de los pueblos y las civilizaciones. Se puede elegir la vida pobre, no se debe aceptar la imposición de una racionalidad mercantil como paradigma de la vida, racionalidad del pretendido pensamiento único neoliberal, responsable de la muerte de millones de niños y seres humanos en el planeta.

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3. Aprendiendo a respetar y hacer respetar la ley. La lucha por la legitimación. Funcionamiento gráfico: C. Otros pasos: Camino hacia la construcción nacional, latinoamericana y planetaria. Lo mejor que le podemos dejar a nuestros hijos, es la Lucha por la Tierra. Consideramos como un logro importante que “nuestro Movimiento se haya identificado fuertemente con la defensa de la tierra”, a partir de esto fuimos “generando la organización y la recuperación del sentido de comunidad”. “A medida que crece la organización empezamos a tener una visión mas clara de lo que pasa” en nuestra realidad. Tenemos en claro que la realidad de la “Tierra” en la Argentina es hoy un problema grave, si bien los datos de la distribución de la tierra en el país datan de más de una década atrás (Censo Nacional Agropecuario 88), algunos datos de repercusión publica nos permiten afirmar que en estos últimos años el proceso de concentración de la tierra se acentúo, dando lugar a que nosotros también afirmemos y coincidamos que, en el país esta aconteciendo una reforma agraria al revés, “pocos se van quedando con todo y nuestras mayorías van siendo excluidas y obligadas a perder la tierra”. Todos hemos visto y observado el fenómeno de la extranjerización de las tierras en esta ultima década en manos de grandes grupos económico - financieros. Frente a esta realidad hemos logrado los campesinos productores familiares del país volver a instalar en el debate, el tema de la tierra. Asimismo rescatamos que en algunos medios masivos de comunicación social se refleja cada vez más la importancia del problema de la tierra. Creemos necesario seguir estimulando el debate a nivel nacional, concientizando a la opinión pública sobre la gravedad de la situación. En ese sentido valoramos la experiencia del conflicto en La Simona como la más importante de los últimos años en la lucha por la tierra

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y la defensa de los derechos. La Simona ha logrado trascendencia y reconocimiento nacional e internacional, y una red muy importante de solidaridad. En este proceso de lucha hemos logrado como organización la articulación con organizaciones urbanas y rurales provinciales, nacionales e internacionales, siendo miembros de la CLOC –Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo- y Vía Campesina. “Queremos la tierra para trabajarla, para las futuras generaciones”. También consideramos un logro importante haber vencido el miedo generado desde el aparato policial del Estado, órgano controlado desde el poder político. “La institución policial en lugar de prevenir el delito lo promueve, es coimera y “sirve de testigo a la otra parte”. “No hay justicia y lo que nosotros decimos el aparato policial no lo acredita”. En concordancia con el aparato represivo policial identificamos a los Jueces de Paz como colaboradores de ese mismo accionar. La única forma de poner la ley en práctica es reclamando firmemente nuestros derechos, ejerciéndolos. El ejercicio y el planteamiento de los derechos ha evitado en muchos casos desalojos y actos de usurpación por parte de quienes vienen de afuera con la intención de atropellarnos. Encontramos que llevar a la práctica nuestros derechos y plantearlos claramente ante los poderes del estado, ha sido en muchos casos la manera de evitar los desalojos y la consolidación de actos de usurpación. Somos plenamente conscientes que nuestra voz ha sido escuchada porque en estos diez años hemos logrado ganar la calle, a través de manifestaciones, marchas, festivales, carpas de resistencia, etc., camino por el que seguiremos transitando hasta lograr nuestros sueños. La organización ha posibilitado obtener el asesoramiento legal y técnico conveniente, no solo en las situaciones de defensa urgente, sino que incluso hemos avanzado alcanzando en algunos casos la iniciación de juicios de usucapión o prescripción adquisitiva. También hemos mencionado la importancia de impulsar un saneamiento de los títulos en el Registro de la Propiedad, en muchos casos de manera colectiva y una mayor transparencia en la Dirección de Catastro con respecto al relevamiento catastral.

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En cuánto a las leyes de tierras para pueblos originarios, elaboradas en estos últimos años, vemos con buenos ojos que la propiedad se otorgue de forma comunitaria e inembargable, como forma de evitar las políticas impositivas que también atentan contra la propiedad campesina de la tierra, favoreciendo la concentración a favor de los terratenientes. La Reforma Agraria Integral debe instalarse como uno de los objetivos estratégicos de nuestro movimiento.

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Nuestras publicaciones Memoria de los orígenes de la Central Campesina de Pinto. MOCASE-VC.

Este cuaderno es la palabra de compañeras y compañeros de la Central Campesina de Pinto, del Movimiento Campesino de Santiago del Estero Vía Campesina, que son protagonistas de una lucha que hoy sigue, que está abierta y en permanente movimiento, recreándose cada día. Conocer la vida de estos hombres y mujeres del monte, sus experiencias, sus proyectos y anhelos, su entereza y dignidad, nos ayuda a afirmar una dimensión negada de la política. Este material es el primero de una serie de memorias, que pretenden reconstruir la experiencia histórica de lucha y creación de las centrales del Movimiento Campesino de Santiago del Estero Vía Campesina.

Raimundo Gómez, caminante de los montes. Cuando pensamos en nuestro pasado, pensamos ante todo en nuestros viejos y en nuestras viejas. Este cuaderno, el primero de la serie de viejos sabios y viejas sabias del monte, ha sido pensado alrededor de los recuerdos y la figura, las palabras y los pensamientos de don Raimundo Gómez. Este

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cuaderno ha sido concebido como un apéndice de las memorias colectivas de las comunidades del MOCASE-VC. Con esta publicación no buscamos realzar figuras ni crear mitos, sino mostrar los caminos que algunos y algunas han tomado, no para copiarlos, sino para mirar cómo han sabido vivir y lo que han hecho por los demás. Conocer los pasos de estos sabios y sabias nos ayuda a seguir construyendo la senda por la que las comunidades caminan y entender porqué están de pie y hacia dónde se dirigen. También nos ayuda a contar quiénes somos y de dónde venimos.

Cristian Ferreyra presente. Charlas con la Comunidad de San Antonio. El pasado 16 de noviembre de 2011, un sicario contratado por un empresario sojero y ganadero, asesinó a Cristian Ferreyra, joven militante del Movimiento Campesino de Santiago del Estero Vía Campesina (MOCASE-VC), en el paraje de San Antonio, Departamento Copo, Santiago del Estero. Este cuaderno es el resultado del diálogo con algunos miembros de la comisión de base San Antonio, en la que Cristian Ferreyra participaba. Tuvo lugar en la localidad de Monte Quemado, pocos días después de su asesinato, e incluye a familiares muy cercanos. La publicación de esta conversación tiene como objetivo contar, en la voz de compañeros y compañeras de Cristian, cómo ocurrieron las cosas; y al mismo tiempo intentar desarmar algunas versiones que se han hecho circular para favorecer determinados intereses.

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Memoria de los orígenes de la Central Campesina de Quimilí. MOCASE-VC. Son muchos los relatos que dieron forma a este libro. Historias contadas, escuchadas y luego transformadas en palabras escritas. Entrevistas, congresos, reuniones y encuentros que, con grabadores de por medio, permitieron que las voces de los compañeros y compañeras de la Central Campesina de Quimilí estén en este libro, sean este libro. Este material es el segundo de una serie de memorias, que pretenden reconstruir la experiencia histórica de lucha y creación de las centrales del Movimiento Campesino de Santiago del Estero Vía Campesina.

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