Boletín N° 94, del 28-02-111 al 03.04.11

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Parroquia San Ignacio de Loyola Del 28 de Marzo al 3 de Abril de 2011 Boletín Informativo

[Volumen 3, N° 94]

Mucho que agradecer Semana de Formación.

Evangelio de cada día

A partir de hoy, lunes 28, comienza la Semana de Formación del 1er. semestre. El encuentro se inicia a las 20:00 hrs., en la Casa parroquial y se culmina el viernes 1° de Abril.

Lunes

: Lucas 4,24-30.

Martes

: Mateo 18,21-35.

Talleres: Ω Ω Ω Ω

Catequesis y catequesis familiar El Libro de Jonás Animación bíblica de la pastoral Moral para tiempos de crisis.

Miércoles : Mateo 5,17-19. Jueves

: Lucas 11,14-23.

Viernes

: Marcos 12,28-34.

Sábado

: Lucas 18,9-14.

Domingo : Juan 9,1-41.

Les esperamos…

Invitación. En memoria de la señora María Luisa Errázuriz de Tagle, se celebrará una Misa el viernes 1 ° de abril, a las 19:30 horas, en el Templo parroquial de Padre Hurtado. Se invita a todos los que quieran acompañarnos a rogar por el descanso de su alma y por las vocaciones sacerdotales. La Santa Misa será celebrada por su nieto sacerdote, Fernando Valdivieso Tagle.

Familia Tagle Errázuriz


2 Reconstrucción.

Todos a sumarse a la Campaña de Reconstrucción de la Iglesia. Reparar y reconstruir los templos siniestrados por el terremoto ocurrido en febrero de 2010, es la gran tarea que la Diócesis San José de Melipilla está impulsando a través de la Campaña de Reconstrucción “3+1=5: No Importa la Suma, lo Importante es que te Sumes”, cuyo objetivo es reunir alrededor de 2 mil millones de pesos para levantar la infraestructura de las parroquias y capillas dañadas de las provincias de Talagante, Melipilla y San Antonio. “Queremos que este sea el año de la reconstrucción de la Iglesia, tanto espiritual como material. Nuestro objetivo es levantar nuestros templos y sabemos que con el aporte de todos lo vamos a lograr”, señala nuestro Obispo, Monseñor Enrique Troncoso Troncoso. El desafío es grande y el aporte de la comunidad es esencial, no sólo para las colectas y actividades que organiza cada parroquia, sino también en la ayuda monetaria que cada persona o entidad pública y privada realice. Te invitamos a colaborar en la Cuenta Corriente de la Reconstrucción N° 000-2565852-3 del Banco Santander Santiago, RUT: 71.802.800-0 y hacer tu depósito a nombre del Obispado de Melipilla, dando cuenta de la ayuda al mail bienesmeli@iglesia.cl para llevar un registro por esta vía de los resultados de esta hermosa cruzada.

Recuerda: “No Importa la Suma, lo Importante es que te Sumes”


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Celebración. El P. Pablo Peña, s.j., celebró con una Eucaristía, sus 25 años de vida religiosa en la Compañía de Jesús (25), en la casa del Noviciado del Sagrado Corazón, en Melipilla, donde reside actualmente. Fue acompañado por un grupo de nuestra comunidad, que celebró junto a él este importante acontecimiento. Desde acá le enviamos un afectuoso saludo, deseando que el Espíritu de Jesús lo acompañe y conduzca siempre por el buen camino. ¡¡Felicidades!!


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orientacion@paralaconfianza.com

Si has sido víctima de abuso o de alguna agresión y no sabes a quién dirigirte, puedes leer nuestra sección CÓMO DENUNCIAR y/o enviarnos un correo a orientacion@paralaconfianza.com Nuestros profesionales podrán indicarte, en líneas generales, qué puedes hacer y a quién puedes dirigirte. La información que recibimos es estrictamente confidencial. Esperamos contribuir con la reconstrucción de lo más preciado y lo más vulnerable de nuestras vidas: la confianza.

Actualidad. La Iglesia: del dolor a la esperanza Por Fernando Chomali 08 Mar 11

El don del sacerdocio nos lleva a decir una y otra vez: no hay espacio para los que dañan. No hay espacio, y quien lo haga tendrá que responder ante Dios y la justicia. Por eso duele cuando se gozan de nuestra herida. La herida que sufre la Iglesia es inmensa. Frente a los hechos que hemos ido conociendo, algunos católicos se manifiestan muy decepcionados. No pocos experimentan verdaderas crisis de fe. Otros han ido perdiendo la esperanza. Y no es para menos. Es grave, gravísimo, que un sacerdote abuse de un menor. Preguntas que tal vez nunca nos hicimos aparecen ahora con fuerza y corroen el alma. ¿En quién podremos confiar? ¿Será cierto que la Iglesia es la Iglesia de Jesucristo? ¿Será cierta su enseñanza? ¿Hemos de creer en la palabra de nuestros pastores? ¿Tuvo sentido haber creído en la Iglesia, haberse educado en su interior y dársela a las futuras generaciones?


5 Son preguntas que están en el corazón y en la mente de varias personas. Es esta la hora en que debemos responderlas, pero con inteligencia y sabiduría para tener claridad en nuestro pensamiento y no dejarnos llevar por la rabia, el reproche, la descalificación fácil ni el pesimismo estéril. Además, necesitamos humildad para reconocer nuestros errores en el modo de tratar casos de esta gravedad. Y decisión para evitar que esto vuelva a ocurrir, tratando de reparar la dignidad ofendida de hermanos nuestros. También necesitamos desde nuestra herida realizar una reflexión como creyentes que fortalezca nuestra fe y nos impulse hacia la esperanza, aquella esperanza en aquel en quien hemos puesto toda nuestra esperanza: Jesucristo. Cómo quisiera que todos los católicos fuéramos verdaderos discípulos de Jesucristo y lo siguiéramos en pobreza, castidad perfecta como la del Señor y, de modo especial, los consagrados y consagradas, sacerdotes, obispos y religiosas. Cómo quisiera que ninguno de los abusos se hubiese cometido, y menos de parte de quienes tienen la misión de dar a conocer a Cristo, quien enseñó que quien recibe a un pequeño en su nombre a El lo recibe, y advirtió severamente que al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar (Mt. 18,5). Cómo quisiera que estos hechos fueran sólo una pesadilla y pudiéramos seguir gozando de nuestra pertenencia a la Iglesia como un gran regalo y no tuviésemos que dar explicaciones respecto de ella. Pero la realidad es otra y ello nos golpea profundamente. La primera pregunta que me surge es la siguiente: ¿ha de extrañarnos que en medio de mil doscientos millones de católicos, cinco mil obispos, cuatrocientos mil sacerdotes, seiscientas cincuenta mil religiosas y ciento veinte mil seminaristas haya algunos que no estén a la altura del don recibido en razón de su humana debilidad, condición de pecador o de alguna patología severa? Basta mirar el grupo de los primeros doce apóstoles para darse cuenta de que no nos debe extrañar. ¿Acaso no fue la traición al Señor el pecado más grave, que además se hizo a cambio de algunas monedas, lo que paradójicamente nos valió la manifestación plena del amor de Dios en la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo? ¿Acaso nuestra Iglesia no quedó cimentada en Pedro, quien lo negó tres veces? ¡Y la iglesia ya lleva dos mil años! Leer más

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