Cuerpo, diferencia sexual y género

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literal: es al mismo tiempo sexo/substancia y sexo/ sígnífícación. Pensar el sujeto cartesianamente, sin considerar el inconsciente, conduce a errores reduccionistas, como el de sostener que todo es una construcción cultural. Si se esquivan las referencias a la biología y al inconsciente, se realiza una peligrosa simplificación de los varios conflictos que traspasan a los seres humanos. El caso típico es el del ingenuo constructivismo social, que ha obturado el pensamiento crítico en muchos centros de investigación feminista donde se utiliza, como la base para todo, el fetiche de la "perspectiva de género". Cruzar el umbral del género para arriesgarse a pensar las implicaciones de esa diferencia insondable del cuerpo es el actual desafío de un pensamiento crítico feminista. Aceptar que el sujeto no está dado, sino que es construido en sistemas de significados y representaciones culturales, requiere asumir el hecho incontrovertible de que está encarnado en un cuerpo sexuado. Sinolvidarlos intersexos -entre los cuales las personas hermafroditas están hoy planteando cruciales demandas de respeto a su integridad física- asumir la duplicidad biológica básica del sujeto nos hace reconocer el peso y la especificidad de la diferencia sexual. ¿Por qué al feminismo no le ha interesado calibrar el peso de la biología en las diferencias entre mujeres y hombres? Porque ésta pareciera enfrentamos con algo arcaico e inmodificable. Sullerot (1979) señala que "la profunda reticencia -la mayor parte de las veces cabe hablar sin exageración de rechazo vehemente- ante la idea de hablar de genética sexual y, por lo tanto, de anclaje del sexo en lo 'dado', lo 'innato' más profundo, procede de un miedo comprensible a que tal conocimiento tenga como frutos sociales la detención del proceso de [14]

igualación de los sexos". Por eso la abrumadora mayoría de las feministas, cobijándose en su rechazo al determini;mo biológico, ha preferido evadir el tema y ha adoptado entusiastamente la perspectiva de género. Tal parece que la gran resistencia a reconocer determinaciones percibidas como inmodificables está ligada con el. devastador recuerdo de las prácticas fascistas. Pero el rechazo al uso criminal que se le dio al determinismo biológico durante el siglo pasado no debería cerramos la posibilidad de revisar la nueva Información biomédica desde una perspectiva libertaria. Hoy el reto es hacer una lectura distinta de lo biológico, sin que la aceptación de la diferencia. sexual sea un obstáculo para la igualdad social. No deja de ser sorprendente que quienes trabajan desde la biología hayan adoptado el concepto de género, mientras que en el ámbito de las ciencias sociales se ha instalado la negación del sexo. Por ejemplo, el Committee on Understanding the Biology o/ Sex and Gender Differences, del Instituto de Medicina -de Estados Unidos, dependiente de la Academia de Ciencias,define sexo como la clasificación de los entes vivos en machos y hembras, de acuerdo con sus órganos reproductivos y las funciones asignadas por su determinación cromosómica; y género como la autorrepresentación de las personas como hombres o mujeres y la manera en que las instituciones sociales responden a las personas a partir de su presentación individual (Institute of Medicine, 2001). Estoy convencida de que reconocer el impacto que las elaboraciones culturales tienen sobre la vida social de mujeres y hombres no debe impedir una apertura a las investigacionesbiomédicas,lascualesofreceninformaciones que presagian develar algunos de los misterios de la diferencia sexual. [15]

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