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Lidia Monzón: Higiene de Información

Lidia Monzón

Mentora para el desarrollo de competencias en comunicación lidiamonzon.com

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HIGIENE DE INFORMACIÓN

oy más que nunca vivimos rodeados de información; nos conectamos H muchas horas a las redes sociales, pero en ocasiones ni nos planteamos para que nos sirve toda esa información que nos llega. Se trata de la hiperconectividad y de la necesidad de conectar con los demás, aunque sea en el plano virtual, todo ello unido a este momento que vivimos como humanidad y sociedad.

Durante estos momentos, que ya son más largos de lo que se pensaba inicialmente, entendemos que durante un tiempo indefinido tendremos que alternar la vida activa y la vida en casa. Es buena idea acercarnos a la sabiduría popular y a las antiguas enseñanzas, que nos pueden generar bienestar para con nosotros mismos y los que ahora tenemos en casa, ya que convivimos con ellos prácticamente todo el día.

En relación a esto, me gustaría hablar de la antigua y popular escultura de los tres monos sabios: No ver, no oír, no hablar.

Vivir compartiendo la vida es una máxima del ser humano, ahí es como nos enriquecemos, realmente somos seres sociales y disfrutamos de ello, hablando y escuchando. Este momento ha venido a poner negro sobre blanco acerca de la rumorología, muchas veces sin contrastar toda esa información que mencionábamos anteriormente, llenándonos de pensamientos negativos. Si algún tipo de pensamiento de este tipo ronda por tu mente y lo compartes con otras personas, primero reflexiona: Si lo que vas a comentar no es bueno ni positivo, ni va a ayudar a mejorar

¿Para qué contarlo? Deberíamos preguntarnos si hablar mal sirve para algo más que para pasar el rato.

Las redes sociales son para ello una gran ventana. La gente puede colgar aquello que las hace felices o que las agrada de algún modo, pero también aquello que las perturba. Ahí entramos nosotros, y vemos otras realidades.

En muchas ocasiones, sirve para hacernos sentir en inferioridad de condiciones, lejos de nuestras metas o deseando una vida que no tenemos. No todo lo que reluce es oro, pero lo olvidamos con facilidad. Además de ver, escuchamos. Los pensamientos tóxicos de las personas que nos rodean tienen consecuencias en nosotros, ya sea porque los asimilamos como si fueran un mantra sin reparar en su efecto o porque, de alguna manera, perturban nuestra armonía y bienestar.

Así que la escultura de los tres monos, en este caso, trata de ver todas las noticias recibidas desde las tres dimensiones de los sentidos. Los sentidos en realidad nos engañan, y antes de hacer nuestra la información y transmitirla, hemos de preguntarnos la veracidad de la misma, si es positivo para mí o para alguien, y por supuesto si es necesario compartirlo con otra persona, pues así le damos la oportunidad a esa persona de entrar en nuestro paradigma personal.

Por tanto, se hace más necesario que nunca filtrar la información para mantener nuestro espacio mental y personal libre de toxicidad informativa. Tenemos la responsabilidad de mantener el mismo ambiente en nuestra casa, hacer todo lo posible por vivir desde la serenidad y la calma, tan necesarias ahora. En última instancia, somos responsables de la información que vertimos a otros y qué generamos con ello, contribuimos a agrandar esa “gran bola”, muchas veces sin intención, de incertidumbre y miedo que flota en el ambiente.

La Tierra nos está dando una lección, después de “deshabitarla” por un tiempo florece por completo, enseñándonos que debemos mantener la higiene del pensamiento y la comunicación de nuestro entorno. Ese es el siguiente reto; somos los que pensamos y lo que hablamos.

Tamara de la Rosa

Psicóloga

UNOS KILOS DE MAS ESTE VERANO

ue la balanza haya sufrido un desajuste tras el perioQ do de confinamiento, en gran parte de la población, está siendo algo muy común. Por un lado la falta de actividad física y por otro, el matar la ansiedad, el estrés o incluso el aburrimiento, durante todo el aislamiento, ha sido una bomba de relojería. Por lógica, haciendo la cuarta parte de ejercicio que hacíamos antes y comiendo la misma cantidad que comíamos, sería muy normal que aumentáramos de peso. Pues mejor no pensar si añadimos una continua visita a la cocina por no saber lo que hacer con tanto tiempo libre. Lo cierto es que no solo lo que comemos afecta a como nos sentimos, sino que cómo nos sentimos afecta directamente a nuestra

forma de comer.

Es verdad que el estrés y la ansiedad no afecta de la misma manera a todas las personas. Hay quienes en momentos de estrés no paran de comer, y a quienes se les hace un nudo en el estómago mostrando dificultades para echar un solo bocado. Pero también es verdad que en el periodo de confinamiento, nos dio tiempo para todo. Para no comer por el estrés y para no parar de picotear por el aburrimiento una vez superada la primera etapa de pánico y caos.

No nos damos cuenta que la mala nutrición afecta tanto a la salud física como a la salud mental. A la física: porque la comida “no saludable” con altos niveles en grasa y azúcares dan lugar a otros problemas de salud, y mental, porque aunque cuando hablamos de autoestima no nos referimos únicamente al físico sino a un conjunto de cualidades, lo que sentimos cuando nos miramos al espejo, también afecta positiva o negativamente a la percepción que tenemos sobre nosotros mismos.

Ahora toca reinventarnos, adaptarnos a la nueva realidad y volver a recuperar nuestro peso (si quieres):

1. Si comes por motivar al paladar, conseguirás un placer a corto plazo y un no control en tu peso.

2. Si utilizas lo que comes para encontrarte bien contigo misma quitando el foco del paladar, para ponerlo en tus necesidades nutricionales, todo irá mucho mejor.

Si tu respuesta es “para mi comer grasas o chuches es un placer”, solo decirte, que para un fumador, fumarse un cigarrillo, también lo es. Sin embargo, mata.

No se trata de no comer. Se trata de comer sano y acompañarlo de ejercicio. Dos grandes hábitos que junto al buen descanso, hacen que sumemos en salud.

María-José Dunjó

Especialista en Cambio y Reinvención Profesional www.cambioyreinvencion.com

SI 21 DÍAS SON UN HÁBITO, YO QUIERO TRES...

lueve afuera. Es la hora de caminar, pero hoy no saldré, al menos por L la mañana. Está cayendo el diluvio universal... Hoy será el noveno día de mis caminatas rápidas, de 5km como mínimo. En una semana, he llegado a los 7km en 70minutos y lo estoy disfrutando. Espero convertir esta disciplina diaria en hábito... Cuando pasemos a la Fase1, llevaré 17 días y ya sólo me quedarán cuatro para los 21.

No es que quiera prolongar la fase, ni que tenga el síndrome de la cabaña. Ése en el que estás tan adaptado a la vida en casa que ya no deseas salir, porque lo externo lo percibes como una amenaza. No es mi caso, aunque, al principio del confinamiento lo prefiriera. Me duró las tres primeras semanas y, si no hubiera sido por obligación, no habría salido. En realidad, lo sorprendente era lo bien que llevaba el encierro.

La clave para llevarlo bien fue haberme comprometido con la decisión desde el principio, sin reservas. Eso sí, dándome márgenes en mis rutinas diarias y escuchando hacia adentro: emociones, sensaciones y necesidades, siendo coherente conmigo y con ese compromiso. Sin obligarme a demasiado extra, que bastantes libertades teníamos restringidas, y cuidándome a mi manera. Ahora, quiero celebrar cada libertad recuperada y de ahí surgió el hábito de caminar. Gracias a esa celebración personal, sé que todavía puedo aguantar un poquito más, si es por una buena causa: para no retroceder y evitar enclaustrarnos otra vez.

Mi segundo hábito es un poquito anterior al de caminar, y es una dieta más equili

brada. Hoy llevo 19 días de una dieta más ajustada a lo que quemo, que serán 21 el primer día que quede con amigos para celebrarlo. Sí, me hace ilusión saltármela un poco ese día, y algún otro también, pero espero conservar también este nuevo hábito después de la reclusión obligada.

¿Y el tercer hábito? Ese es el más filosófico… Llevaba tiempo en ello, pero este proceso lo ha puesto a prueba y lo ha consolidado. Es centrarme en el presente,

atenta y evolucionando con lo que me rodea, sin prisa y sin pausa, sin queja y sin

drama. Respetar mis tiempos, mi vulnerabilidad y escuchar hacia adentro, hasta que pueda seguir avanzando hacia todo lo que la vida me permite, con todo lo que está en mi mano. Desde la máxima libertad, que es elegir mi actitud y ser feliz, sin más.

Escuchar mis miedos para que puedan salir a su debido tiempo, sin permitirles que me paralicen. Dejar que mis lágrimas broten, si necesitan hacerlo, comprendiéndolas. Dejar que la rabia y la impotencia puedan transformarse en algo más útil. Enfocarme en todo aquello a lo que puedo contribuir, profesional y personalmente, sintiendo que aporto algo a este mundo de locos. Éste que se queja de nuestro abuso continuado.

¡Salgamos a comernos nuestro nuevo mundo! Con todo nuestro respeto…

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