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La espiritualidad

Durante todo nuestro caminar, pudimos sentir lo Sagrado del Camino.

Al entrar en ese espacio de peregrinaje nuestros corazones se abrieron, nuestras almas buscaron una conexión con la Divinidad, con la naturaleza y entre nosotros mismos. No importaba si venías en el mismo grupo o no, los peregrinos llevan un “no sé qué”, el alma abierta para establecer conexión, intercambiar sonrisas, con una complicidad de estar compartiendo algo único.

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En nuestras diferentes estaciones y nuestras paradas encontrábamos uno y otro peregrino al que reconocíamos de días anteriores y eso nos hacía acercarnos, hermanarnos sin siquiera saber si hablaban el mismo idioma.

En la capilla de O’Cebreiro conocimos al padre Paco, un joven sacerdote que acababa de oficiar la misa y que ha dado entrevistas en Podcasts sobre el significado del camino a nivel interior. Él, allí, en ese espacio sagrado de manera muy amorosa apoyando nuestro pedido nos ofreció una bendición.

Establecimos conexión con unas Uruguayas y al final del camino nos tomamos fotos juntos queriendo inmortalizar ese sentimiento de momentos compartidos. En la misa de peregrinos encontrábamos algunos de los que habían terminado con nosotros saludándonos con un brillo en los ojos.

Estoy segura qué los ángeles nos acompañaron en todo momento porque estuvimos bien, todos concluimos el camino encontrándonos al final en la plaza de Santiago Compostela con una inmensa emoción y agradecimiento de haberlo compartido.

Reflexión

Durante el camino les pedí a mis compañeros que trabajáramos sobre dos preguntas.

¿Cuál era mi expectativa del Camino?

¿Qué encontré en el Camino?

Estos son sus comentarios sobre las expectativas:

— Conocerlo.

— Hacer una peregrinación.

— Tratar de meditar.

— Disfrutar la presencia de los compañeros durante la caminata.

— Días largos y extenuantes en medio de bellos paisajes en el campo y en la naturaleza.

— Reencontrar mi yo interior y sanar algunas etapas de mi vida.