II CERTAMEN DE RELATOS CORTOS DE HALLOWEEN

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II CERTAMEN RELATOS CORTOS DE HALLOWEEN I.E.S SIERRA ALMIJARA (NERJA) CURSO 2011-2012




EL MUERTO VIVIENTE Todo comienza cuando Pablo sale de su casa para comprarse un traje para la noche de Halloween. Pablo vivía con sus padres en un pequeño pueblo rural del norte en el que destacan las típicas casas rurales (fachadas de piedra, tejados de pizarra, grandes portones, gallineros, ventanas pequeñas,…), también destacan las calles con los suelos de piedra y lo mejor de este pueblo era la enorme tranquilidad que se respiraba y la gran amabilidad de todos sus vecinos. La actividad principal era la ganadería y la agricultura. Pablo no iba a la escuela, era de familia pobre y se dedicaba a levantarse cada mañana a las siete para ir a ayudar a su padre en el campo; toda la mañana cargando verduras de allí para acá, ordeñando cabras, dándole pienso a las gallinas, sembrando frutos, arando la tierra del bancal,… Su padre se dedicaba a vender parte de los productos obtenidos y le daba una pequeña parte de la ganancia a su hijo cono compensa de sus labores en el campo. Pablo se dirigía hacia la tienda de disfraces mientras iba pensando qué traje se iba a comprar. Su cara reflejaba la gran ilusión que llevaba, sobre todo porque iba a conseguir comprarse su disfraz de Halloween con su propio dinero, que se lo había ganado después de un duro mes en el campo ayudando a su padre.Pablo llegó impaciente a la tienda, entró dentro pero se llevó una gran desilusión, pues la mayoría de los disfraces sobrepasaban el dinero que llevaba, algo que a él no se le pasó por la cabeza y solo tuvo dinero para comprarse una careta de zombi. Se volvió para su casa con algo de desilusión. Ya eran las ocho y media de la tarde y tenía que darse prisa porque había quedado con sus amigos a las nueve para ir a pedir caramelos. Cuando llegó a su casa se duchó, se cambió y justo a las nueve en punto llegaron sus amigos Juan, Gabriel y José. Todos estaban preparados con sus disfraces de Halloween y con grandes


bolsas para llenarlas de caramelos. Salieron y empezaron a pedir caramelos por cada una de las casas del pueblo. Pasadas dos horas Juan, Gabriel y José propusieron ir al cementerio del pueblo pero Pablo se opuso a ello y dijo: - Pero, ¿estáis locos, cómo vamos a ir al cementerio? - Pues claro que sí, si no pasa nada. Respondió Juan. - ¡Pero que allí pude haber fantasmas o algo! - Pero ¿qué fantasma va a haber hombre? Dijo José. - Bueno vale, vamos pero sin hacer tonterías. Cuando llegaron al cementerio, todo estaba oscuro, además había una niebla que hacía el ambiente mucho más terrorífico. Entraron dentro del cementerio y escucharon un sonido que se repetía varias veces, parecía una sicofonía pero no sabían de dónde procedía y empezaron a buscar y a buscar. Finalmente vieron que la voz procedía de la tumba de un hombre que había muerto unos cien años atrás. El hombre decía: - ¡Como no os vayáis saldré de la tumba y os descuartizaré a los cuatro! Pablo salió corriendo camino de su casa asustadísimo. Mientras, sus amigos se burlaban del muerto. El muerto se fue enfadando y los tres amigos de Pablo seguían burlándose de él hasta que el muerto salió de la tumba con una catana en la mano y les cortó la cabeza a los tres amigos de Pablo. Pablo se metió corriendo en la cama cuando llegó a su casa y se tapó con la manta hasta la cabeza. Pablo no se podía dormir, estuvo toda la noche dándole vueltas a lo que pasó en el cementerio y tampoco se podía quitar de la cabeza a sus amigos, se sentía mal por haberlos dejado allí solos. No paraba de preguntarse: ¿Y si les ha pasado algo?, ¿Y si el muerto los ha secuestrado o incluso matado? Pablo decidió volver al cementerio en busca de sus amigos pero esta vez armado con una pala que utilizaba para cavar. Cuando llegó al cementerio vio a sus tres amigos muertos y llamó a la policía desde el móvil de su amigo Juan mientras lloraba de tristeza por la muerte de sus amigos. De repente notó una presencia detrás de él, agarró la pala con fuerza, se dio la vuelta y vio al muerto


nada más y nada menos que con una catana en la mano. El muerto le dijo a Pablo: -¡Ahora tú también vas a morir igual que tus amigos! El muerto se aproximó a él. Pablo intentaba defenderse con la pala, no obstante, de nada le sirvió. El muerto le quitó la pala y le arrancó el corazón a Pablo con sus propias manos. Después de todo esto, el muerto volvió a meterse en la tumba para que no lo viesen y cuando los policías llegaron se encontraron a los cuatros niños muertos ylo único que pudieron hacer fue comunicarles a las familias de los niños la mala noticia.

El sonido del despertador a las siete de la mañana tranquilizó a Pablo porque se había dado cuenta de que todo había sido un sueño que creía haber sido provocado por un libro de terror que había leído la noche anterior: ´´EL MUERTO VIVIENTE``.



LA PUERTA DEL MIEDO Hace dos años en una casa de Málaga vivía una familia de clase media. La familia tenía un niño de 8 años y una niña de 13 años. El niño, llamado Javi, era muy travieso y le encantaba jugar por todas partes. Su hermana Laura tenía 13 años, llevaba gafas y le encantaba chatear con el ordenador, así que su hermano no le dejaba en paz con sus juegos. Un día , su madre y su padre, al ver que Javi estaba muy aburrido y Laura no estaba haciendo nada, decidieron que los hermanos bajasen a tirar la basura. Pero Laura notó que sus padres tenían sus caras pálidas y estaban muy inquietos, por lo tanto les preguntó si les pasaba algo, por lo que respondieron bruscamente y le gritaron que cumpliesen sus órdenes. Laura obedeció de mala gana y se fue con su hermano a llevar la basura a un contenedor cercano a su casa. Ya una vez de vuelta, cuando empezaban a subir las escaleras, escucharon a sus padres hablar: -

¿Qué vamos hacer cuando vengan?

-

Tendremos que esconderlos en algún sitio para que no los vean…

Todo era muy extraño. Laura nunca había visto antes comportarse así a sus padres. Cuando los dos hermanos entraron en la casa, sus padres los abrazaron a los dos. Todo era muy extraño. Su madre ofreció a Laura y Javi un vaso de zumo y les dijo: -Os quiero mucho… Laura se despertó en la azotea de la casa frente a su hermano Javi. Ambos estaban tumbados en dos grandes butacas con unas mantas que les cubrían. No sabían por qué estaban allí, pero a su lado había una nota de sus padres que ponía: No os fiéis…. Asustados y con mucho miedo intentaron abrir la puerta para bajar a las casa, pero estaba cerrada.


Javi rompió a llorar y Laura perdió los nervios y empezó a gritar. Tras diez minutos de frío y miedo, alguien intentaba abrir la puerta. Pensaron que eran sus padres, pero al mirar por la pequeña rendija Laura vio que era una señora mayor con la boca y las manos llenas de sangre. La anciana, de pelo blanco, ya aspecto de asesina, intenta romper la puerta para entrar. Laura y Javi resistían valientemente. Finalmente, la vieja de pelo blanco, y manos ensangrentadas abrió la puerta y los dos hermanos cayeron al suelo. La mujer, avanzaba poco a poco hacia ellos. Todo estaba oscuro, pero en medio de la oscuridad, algo brillaba entre las manos de la asesina. Laura vio la forma de un cuchillo. Los dos hermanos lloraban y gritaban. La mujer levantó la mano con el cuchillo…. y en ese momento se encendió la luz. Los niños vieron a sus padres y corrieron hacia ellos. Les explicaron la historia, y sus padres comenzaron a reírse sin parar. Todo había sido una confusión, era todo un sueño. La mujer vieja era una buena vecina que había escuchado a los niños gritar, y entró para ayudarles a abrir la puerta que se había cerrado por el viento. Esta mujer estaba pintando su casa con pintura roja, y en la mano llevaba una brocha roja, y no un cuchillo. Por lo tanto Laura preguntó que significaba aquella nota que sus padres les habían dejado donde escribía: No os fiéis…. Entonces, el padre la leyó otra vez y les explicó: “Aquí dice: No os resfriéis” Los padres habían salido a comprarles unos regalos y esperaron a que se quedaran dormidos para darles después una sorpresa. Y como era un poco tarde, les dejaron unas mantas para no resfriarse. Finalmente, los dos niños dijeron que había sido el día que más miedo habían tenido en toda su vida.




EL INTERNADO LCS Hace tiempo, en un pequeño pueblo del norte de España vivía una familia, compuesta por unos hermanos mellizos y sus padres .Cuando los hermanos tenían dos años asesinaron a los padres y los hermanos, Iván y Mario, fueron adoptados por los dueños de un gran internado, Elsa y Julián. En este internado comían lo que cultivaban en sus extensos campos aparte de comprar algunos que otros alimentos. Cuando los cuando los hermanos cumplieron los doce años se dieron cuenta de que todos los años el 31 de octubre desaparecía un amigo o tan solo quedaba un mes para el 31 de

compañero de clase. Cuando

octubre se pusieron a investigar quién podía ser

quien secuestrara o incluso asesinara a los niños, porque sabían que ellos podían ser los siguientes. En el internado cada año había un par de profesores nuevos como podían ser Amelia, Ulises y Mateo, aunque quedaban tres profesores muy antiguos eran Camilo, Ángela y Nacho , los mellizos se pusieron a seguir a Camilo

durante un día entero pero no

sacaron nada, todo era normal, repitieron el mismo proceso con Ángela y Nacho, pero no descubrieron nada. Una que le

noche Mario tenía ganas de ir al servicio y le dijo a su hermano

acompañara, de vuelta a su habitación escucharon unos murmullos y vieron a

Camilo y a Nacho caminando por el pasillo. Los hermanos rápidamente se pusieron a seguirlos. Los profesores se pararon delante de la chimenea y miraron alrededor para comprobar que nadie los seguía, Iván y Mario se escondieron rápidamente y cuando quisieron volver a mirar ya no última vez a los pasadizo

estaban. Los mellizos fueron donde habían visto por

maestros y empezaron a toquetear la chimenea en busca de algún

y tuvieron suerte. La parte de atrás de la chimenea se abrió y los hermanos

entraron y vieron un montón de pasadizos y se pusieron a

recorrer hasta el ultimo rincón

de aquel lugar. Había tres grandes puertas y supusieron que los profesores a los que ellos habían seguido, Camilo y Nacho, habrían entrado en alguna de ellas. Para poder entrar en esas enormes puertas había que poner un código de seguridad de cuatro cifras , los mellizos


escucharon unas voces detrás de una puerta, pegaron la oreja en ella y escucharon unos pasos que iban hacia ellos desde dentro para

abrir la puerta, ellos se escondieron y de la

puerta salieron los dos profesores que ellos habían visto entrar, cuando Camilo y Nacho salieron, los hermanos fueron rápidamente a aguantar la puerta para que no se cerrara, pesaba mucho, pero se dieron prisa en entrar, tenía otra puerta que daba a otra habitación pero antes de ir a la otra habitación se pusieron a mirar lo que tenían a su alrededor y vieron tarros llenos de agua en los que dentro observaron que había ojos de animales y otros tarros más grandes que contenían otras partes del cuerpo de otros animales. Iván quería irse, pero Mario quería ver lo que había dentro de la otra habitación, aunque Iván insistía e insistía una y otra vez para marcharse, cuando giraron el pomo de la puerta vieron a una persona, era su profesora Ángela , los hermanos se quedaron muy sorprendidos ya que creían que no habría nadie más en la habitación. Ángela corriendo cerró la puerta y giró el pestillo para que no se pudieran escapar y los ató a una silla para que no pudieran huir e inmediatamente llamó a los otros profesores para comunicarles lo sucedido con respecto a estos dos alumnos los cuales llegaron enseguida. Los mellizos estuvieron obsevando la gran habitación y todo lo que tenía, parecía una especie de quirófano con una camilla, muchas pastilla y un montón de antibióticos. Camilo quería matarlos al contrario que Ángela y Nacho, estos decían que ya que solo quedaba una semana para el día treinta y uno, que preferían esperar y la noche del 31 los asesinarían como habían hecho otros años atrás, al final, después de mucho meditarlo, pensaron que sería lo mejor para todos auque no sabían que iban a hacer toda una semana entera con los alumnos para que no contaran nada de lo que habían visto, a nadie. Ni Iván ni Mario pudieron escuchar nada de es a conversación aunque sabían que estaban hablando de ellos, eso lo vieron muy evidente tanto uno como otro , cuando el murmullo de los maestros cesó. Ángela fue a coger un pañuelo de un cajón y lo roció con un bote algo

líquido, era

cloroformo, le puso el trapo a los niños para que lo olieran, los niños se quedaron dormidos muy rápidamente, lo s profesores los subieron para su dormitorio y cuando se


despertaron al día siguiente contó a Mario y

pensaron que todo había sido un sueño, pero Iván se lo

este le respondió que a él le había pasado lo mismo, entonces se dieron

cuenta de que había sucedido en la realidad. Quedaba tan solo una hora para que empezaran las clases en el internado LCS. Los hermanos llegaron a la clase, vieron a Nacho e hicieron como si nada hubiera ocurrido, aunque se les notaba más nerviosos de lo normal . El día transcurrió con cierta normalidad, fue un poco tenso, pero dentro de lo que cabe, no estuvo tan mal. Al llegar la noche Mario le dijo a su hermano de volver a bajar a los

pasadizos

para asegurarse de que todo había sido cierto, Iván le dió la razón y cuando iban a salir de su habitación a media noche los profesores

los cogieron y les taparon la boca para que

no pudieran gritar. Ángela empezó a contarles una historia que decía algo así como “cada 31 de

octubre se realiza un sacrifio de un niño para que, nuestra colecta de frutos, sea

mejor y más abundante, todos los años matamos a un niño y gracias a él tenemos todo el alimento que nos da la tierra de nuestros campos, de los alrededores del internado, en el cual esparcimos sus cenizas” Iván y Mario pasaron los días que quedaban de esa semana atados con

cuerdas a una silla de madera en la habitación más grande de todos los

pasadizos, estaban drogados pero conscientes. Cuando llegue el 31 octubre los sacaron se los pasadizos por un conducto que daba al bosque y los metieron en una pequeña cabaña, estaba acondicionada con todas las cosas esenciales que podía tener, entre ellas

estaban una cama, un armario, también estaban la

cocina, el cuarto de baño en el que había un gran espejo aunque en toda la cabaña había bastantes espejos. Los profesores ataron a los hermanos a un palo que salía del centro de la cabaña y los rociaron con gasolina. Camilo se sacó un mechero del gran llama de allí, mientras todo ardía y los se veían en todos los espejos de

bolsillo, lo tiró, y salió una

gritos de los niños se escuchan a kilómetros,

la cabaña el rostro de todos los niños que habían sido


asesinados por los mismos profesores de su internado, en los espejos también se vieron las iniciales, LCS, las misma que tenía de nombre el centro, pero poco a poco empezaron a verse algunas iniciales más: La Colecta Sangrienta. Los profesores volvieron al centro como si nada hubiera pasado, al años siguiente volvió a ocurrir lo mismo hasta nuestros días.

EVA DOÑA MARTÍN 3º ESO A/C BILINGÜE




HALLOWEEN Esta historia transcurre en un pequeño pueblo de Andalucía. Esa noche era Halloween y un grupo de amigos salió a por caramelos, fueron por todas las calles y barrios. Tenían las bolsas llenas de caramelos, golosinas... Dos de ellos se fueron a su casa y solo quedaron tres. -¿Sabéis? ¡Conozco una casa donde ocurren cosas muy extrañas! Dijo Juan. -¿Cómo qué cosas? Pregunto Alba. -Dicen que cuando entra alguien nunca vuelve a aparecer. -Eso son tonterías que la gente cuenta para dar miedo y solo tu te lo crees Juan. Añadió Jorge. -¡Ah sí! ¡Pues te reto a quedarte una noche ahí! Exclamó Juan. -¡Vale! Pero vamos a ponerlo mas interesante, nos apostaremos un juego de la Play Station. Los tres amigos conducidos por Juan fueron a la casa. La casa era muy antigua, tenía una puerta de entrada al recinto muy grande y ruidosa que estaba cerrada, pero de repente se empezó a abrir chirriando, los amigos alucinados entraron al recinto donde había un grandísimo jardín abandonado que tenía un pequeño pasadizo entre los matorrales. Se escuchaban búhos y otros pájaros aterradores pero los niños siguieron el camino de piedra. Llegaron a unas escaleras con tres peldaños que subían hasta una grandísima puerta que estaba entre abierta. La puerta en la que se podía apreciar musgo era de color negro sucio. -¡Venga, entra Jorge! A ver cuánto aguantas... Dijo Juan. Jorge entró muy motivado, siempre había querido el video juego de Juan, pero era muy caro y no se lo podía permitir.


Entró en la casa, la cual olía aun peor por dentro que por fuera, tenía un suelo de madera que solo por pisarlo crujía y a cada paso se hundía, pero el no estaba asustado. -¡Ah! ¡Socorro! Gritó. Juan y Alba que estaban fuera entraron corriendo a ver qué le pasaba. -Jajá jajá... Os lo habéis creído. Contesto riéndose Jorge. -¡No ha tenido gracia, nos has dado un gran susto! Le gritó Alba. De repente la puerta se cerró de golpe. Intentaron abrirla pero se quedaron encerrados. Entonces se empezaron a escuchar ruidos detrás de ellos; era un espectro lleno de sangre que se les empezó a acercar poco a poco. Los niños comenzaron a gritar y a correr por un pasillo que se encontraba al lado de ellos. -¿Qué es eso... Dónde nos has metido? Gritó Alba. -No será otra broma tuya Jorge. Vacilo Juan. Jorge se dio la vuelta para contestar a Juan y se dio cuenta de que no estaba. -¿Juan, Juan? ¿Dónde está Juan?

Jorge, muy asustado, no sabía qué hacer. Se escuchó un grito de eco, era Alba. -¡Alba! ¡Dónde estás! Gritó Jorge muy asustado. A Jorge le dio un ataque de ansiedad y empezó a correr hacia el fondo del pasillo, paró para respirar. De repente el suelo de madera empezó a crujir y se rompió y Jorge se cayó al sótano (que estaba debajo). Jorge estaba tirado en el suelo del sótano con un dolor tremendo de espalda, no podía abrir bien los ojos y se iba poco a poco durmiendo pero todavía seguía abriendo y cerrando los ojos y de repente una figura espeluznante se empezó a acercar a el, era el espectro, que cuanto más se acercaba a él más se veía su figura. Era como si hubiese apuñalado al fantasma, estaba lleno de sangre. El espectro se acercó hasta un metro de él, cogió un cuchillo del suelo y se empezó a acercar mas deprisa a él y Jorge se despertó en una


habitación de un hospital. -¡Está bien! Dijo entusiasmada Alba. Estaba la familia de Jorge y sus amigos. -¿Dónde estoy? Tartamudeó Jorge. -En el hospital. Te quedaste inconsciente cuando entraste en esa casa. ¿Qué te pasó? A Jorge se le empezó a aumentar el pulso, se le empezaron a pasar por la cabeza la mirada del espectro, el cuchillo...

-Todo había sido un sueño. Pensó Jorge. Entró un médico en la sala y les dijo a todos que Jorge necesitaba descansar, y todos se fueron. Jorge cerró los ojos, pero de repente sintió un escalofrió y los abrió, ahí estaba: era el espectro. Jorge intentó gritar, pero no podía. La pesadilla volvía a empezar.

GAEL ZANDSTEIN 3º A/C BIL



LA FELICIDAD Miguel era un hombre extraordinariamente normal. Tenía una cara ni hermosa ni fea, los ojos un color verde-marrón y el pelo castaño, liso y corto. No tenía barriga pero los días en los que tenía buena forma eran nada más una memoria distante del pasado. Se vestía con ropa simple, de colores no llamativos. Miguel era uno de esos tipos de que se olvidaba muy fácilmente. No destacaba mucho. Sin embargo, Miguel era el hombre más feliz del mundo. Estaba totalmente contento con todo en su vida. Trabajaba con una compañía internacional donde cobraba muchísimo dinero por muy poco esfuerzo y tenía una casa muy amplia de dos pisos en una urbanización bonita, pintada de blanco, muy cerca de la ciudad tan interesante y moderna donde trabajaba. Aquí vivía con su mujer, para él la cosa más importante de su mundo. Su vida era perfecta. Bueno, ya que conocemos bastante bien a Miguel, saltamos a la verdadera historia. Fue un día caluroso. No había ni una nube en el cielo azul. Un día cristalino, perfecto. Encontramos a Miguel, tan feliz como siempre, yiendo al trabajo. Había despertado hace dos horas, desayunado tranquilamente con su mujer, leído el periódico y llegaba temprano al trabajo. Un buen comienzo, pensó. Pasó por el parque, disfrutando del sol, recién salido, calentándole la espalda, mientras veía, con una sonrisa en la cara, a la gente yendo sobre sus propias vidas. El camino a la oficina donde trabajaba era relativamente corto y no tenía prisa. Llegó al trabajo con un poquito de tiempo de sobra. Subió a la primera planta y encontró a su compañero, José, con quien se quedó charlando un ratillo antes de empezar a trabajar. - ¡Que pasa José! ¿Qué tal? - ¡Miguel, tío! Pues, muy bien. - ¿Y qué haces tú aquí tan temprano? Yo pensé que nunca te levantes hasta la hora de comer. - ¡Anda que eres gracioso y todo hoy! - Intento.


- ¡Hay que ver! Bueno, ¿vamos a trabajar ya, no? Es la hora. - Venga, nos vemos luego, José. - Adiós. Miguel se separó de su compañero y se fue para su escritorio. Tenía una oficina muy pequeña, con paredes de cristal, un escritorio, encima del cual había un ordenador negro, y una silla de esas con ruedas. Miguel llegó y notó que los papeles y el bolígrafo que había dejado allí ayer ya no estaba. En su lugar, al lado del teclado del ordenador había un sobre en blanco. Lo cogió y la abrió: Miguel,sentimos despedirte, pero no nos queda otra opción. Hemos notado una disminución de dinero y hemos concluido que no puede ser casualidad que los euros en tu banco acaban de aumentar en gran cantidad. No vuelvas a entrar en el edificio después de haber leído esta carta. Cobrarás tu salario este mes y después cortamos nuestro contrato contigo. Consejo de Administración.

-¡¿Pero qué?! pensó. Que sospechaban que él les había robado dinero! ¡Era absurdo! ¿Qué aviso? ¿Qué está pasando? Miguel se fue casi corriendo a la oficina de su jefe. Tenía tanta rabia que casi dejó un agujero en la puerta al pegar. Nadie contestó. Intentó abrir la puerta. Estaba cerrada por dentro. Alguien le tocó el hombro y se dio la vuelta rápidamente. Era su jefe, mirándole, esperando su protesta. Miguel estaba a punto de empezar a pegar voces, a intentar resolver esta gran equivocación. Pero su jefe le paró con un gesto de la mano. - Fuera. Estás despedido desde aho-... - Pero, es que, ¿por qué? Yo no he hecho-... - ¿Va a haber algún problema Miguel? - Escúchame, que-...! Su jefe hizo otro gesto con la mano y, al instante, aparecieron dos hombres enormes vestidos con trajes negros con camisas y corbatas del mismo color. Cogieron, entre los dos, a Miguel, por


los hombros y le llevaron hasta la puerta mientras gritaba e intentaba escapar. Y, al llegar a la entrada principal, le echaron a la calle, tal cual. Como en las películas. Miguel no pudo comprender lo que estaba ocurriendo. Pues que se jodan, pensó, enfadado. ¿Por qué se iba a enfadar por esta tontería? Lo hablaría con su mujer, y juntos se irían a la policía local, que miren al dinero en su banco y que lo arreglen. Y con esa idea en la mente Miguel se marchó decididamente a su casa para contárselo a su esposa. Estaba tan enfadado que, varias veces, por el caminó pegaba a cualquier cosa en la calle: las paredes, las farolas, las papeleras, todo. No sentía el dolor. Llegó la casa con los nudillos sangrando y cuando le iba yendo un poco la rabia, le estaba entrando un dolor punzante tanto en las manos como en la cabeza. Abrió la puerta y entró en la cocina donde estaba su esposa. Esperaba encontrarla haciendo la comida, pero no lo estaba. Estaba apoyada en la nevera con los brazos cruzados y una expresión en el rostro, sorprendentemente, más enfadada que él. ¿Cómo podía saberlo ya? ¿La habían llamado a la casa? De repente le empezó a gritar: - ¡Tú! ¡Inútil! ¡Sinvergüenza! Es que no me lo puedo creer! ¿Por qué-...? - Estate tranquila que lo puedo explicar to-... - ¿Tranquila?! ¿Cómo lo vas a explicar? ¿Lo habrás hecho sin querer no? Sí, sí. Me ha contado la vecina todo lo que habéis estado haciendo. ¡Y detrás de mis espaldas! ¡Increíble! - Pero, ¿qué vecina? ¿Qué estás hablando? Yo no he hech-... - No te pongas así conmigo, Miguel. Me he enterado, ¿eh?. No mientas más, haz el favor. ya me has dejado en bastante vergüenza. - ¿Qué?! - No pensé que podrías ser tan malo. Tan falso. Pensé que me querías. Yo te quería. Estaba llorando incontrolablemente. Parecía que no iba a parar y Miguel no sabía qué hacer. Pero, pronto se le pasó y le entró rabia de nuevo. Ya hablaba en un susurro, bajito, como el chillido de una rata. Pero Miguel le entendía cada palabra como si le estuviera hablando al oído con un


micrófono. - Pues, escúchame de una vez, cariño - dijo con una voz sarcástica. - Hemos terminado. Cortado. No te quiero volver a ver en la vida. Tú quédate con la vecina que te gusta tanto. Yo me voy. Y con eso, cogió una maleta del suelo que Miguel no había visto, y se marchó, tal cual, de su vida. Miguel no le intentó pararla. Se sentía como una figura de hielo. Frío, sin poder moverse. Sin poder sentir. Y así se quedó hasta que bajó el sol y la cocina se quedó a oscuras. Cuando Miguel, por fin se movió, fue de una forma torpe, pesada, como un elefante. Su cabeza quedó sin vida como si le pesara cien mil kilos. No sentía tristeza, ni dolor. Tampoco estaba cabreado. Subió las escaleras lentamente. El tiempo parecía parar. Cada segundo una hora. Llegó a la última planta donde estaba el desván. Abrió la puerta. Entró y, rápidamente, encontró lo que buscaba: una cuerda larga y gruesa, tirada por el suelo en la esquina oscura de la habitación. La cogió y la colgó de una viga de madera que llegaba de una pared a otra. Después trajo una silla, vieja, que estaba a punto de romperse. Se subió en ella y, con los cabos sueltos de la cuerda, hizo un lazo corredizo. Metió la cabeza y lo apretó hasta que le dolía el cuello. Se quedó allí unos instantes, quieto, sin moverse. De repente saltó de la silla y la cuerda le cortó la respiración. Dicen que, en los últimos momentos, se ve toda la vida, como una película, detrás de los ojos. Todos los mejores recuerdos. Cosas que no se recordarían. Esto no pasó a Miguel. Colgado allí, él solo, esperando el fin y... ...el tiempo se paró. Como si todo se hubiera paralizado. No había ningún sonido. Silencio absoluto. Y de repente había fuego. El desván estaba en llamas. Miguel se quedó inmóvil. De las llamas había salido un monstruo, peor que en cualquier pesadilla. No había ninguna manera de describir esta horrible vista. Ahora sí que le habían vuelto los sentimientos. Miguel tenía un miedo como nunca había experimentado. Intentó apartar los ojos pero no fue capaz. ¿Esto es el final? pensó. No había esperado que fuese así.


En ese instante el monstruo le miró a los ojos y sintió un dolor penetrante en el fondo de su corazón y desaparecieron, tanto las llamas como el monstruo. En su lugar había un hombre alto, delgado con una cara angular, repelente, pero a la vez atractivo. Miguel notó que tenía los pelos muy extraños. Le salían de los dos lados de la cabeza, pero no le dio tiempo a fijarse bien porque el hombre había empezado a reírse. Una risa amable, de tipo contagioso. - ¡Hola amigo! - le dijo, con una voz igual que su risa. - Vaya situación tienes aquí, ¿no? - Eeem, sí-... - Dime, Miguel, ¿por qué intentas matarte? Seguro no es tan mala tu vida. - ¿Quién ere-...? - Miguel, las preguntas las hago yo. Ahora escucha. Yo estoy aquí para hacerte un trato. ¿Te apetece? Solo me tienes que decir una cosa. ¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué te has suicidado? - Porque me han despedido del trabajo y, lo más importante, mi mujer me ha dejado. Per-... - ¿Solo eso?! Esas son razones muy pequeñas para matarse Miguel. No esperaba que fueras tan tonto. Ahora, ¿qué es lo que quieres? - Pero-... - Miguel! Estoy perdiendo paciencia. Solo te dejo una oportunidad más. Te puedo devolver a la vida, pero ¿qué quieres de ella? - Quiero que mi vida vuelva a ser como antes. Solo eso. - Vale. Eso lo podemos arreglar fácilmente. Pero habrá un precio, Miguel. ¿Estás dispuesto a pagarlo? - Cualquier cosa. - Vale, perfecto. Dame la mano y el trato está hecho. Pero si no quieres, claro... Miguel no se lo pensó ni un momento. Se dieron la mano. La mano del hombre ardía, como las llamas del desván. - Trato hecho - dijo el hombre. - ¿Sabes, Miguel?, hoy me siento especialmente amable así


que te voy a responder tu pregunta de antes. ¿Quién soy? Veo por la reacción en tu cara que sigues sin saberlo. Pues, te lo digo. Soy el Diablo.

***

Miguel se encontró, tumbado en el suelo, al lado de la silla, con la cuerda todavía en el cuello. Claro. El hombre no tenía los pelos raros. Eran cuernos. ¿Por qué no lo había notado? Se levantó del duro suelo, quitándose la cuerda, y bajó las escaleras corriendo. Nada más llegar a la planta de abajo alguien pegó en la puerta. Es él! pensó. Se acercó a la puerta y miró por la mirilla. ¡No era! No se lo podía creer. Tras la puerta de su casa estaba su ex-mujer, esperando que le abriese. Parecía que el Diablo no lo había engañado. Y qué guapa era, se le había olvidado. Abrió la puerta con prisa y la abrazó. Su mujer le besó, con pasión, solo como ella sabía besarle. La felicidad volvió al corazón de Miguel pero, de repente, se desapareció. Miguel la volvió el beso, pero no lo sentía. Le daba igual. Había tenido un encuentro con, nada más, nada menos, el Diablo. No podía esperar que no le afecte de ninguna manera. Ya se le pasaría. Su mujer se apartó de él y le empezó a explicar cómo le había engañado la vecina, que todo había sido una mentira, que había sido una estúpida. Miguel la escuchó, la consoló y la volvió a abrazar. Pero todo lo hacía mecánicamente, sin sentido, como un robot. Al siguiente día, Miguel se levantó temprano y llegó corriendo a al edificio donde trabajaba. Su jefe le esperaba, dentro de su oficina. - ¡Miguel, hombre! ¡Cómo siento haberte echado así. Nos equivocamos de persona. El que nos robó dinero ya ha huido del país, pero ya lo encontraremos. Lo siento muchísimo, de verdad. Lo sentimos todos. Si hay cualquier cosa que podamos hacer-... - Tranquilo, no pasa nada - le contestó. - Todos cometemos errores de vez en cuando. Yo lo


que más quiero es mi antiguo trabajo, justo como estaba antes. - ¡Claro! Ya está hecho. ¿Seguro que no quieres más? - No. Está perfecto, gracias. - A ti, Miguel, a ti. Te dejo aquí entonces. Y, otra vez, lo siento. - Nada. Adiós. Tenía su vida otra vez, justo como le había prometido el Diablo. Todavía se sentía un poco como esa figura de hielo pero, pensó, no pasa nada. Mañana se levantaría con una sonrisa en la cara y el mundo volvería a estar perfecto. Volvería a ser el hombre más feliz del mundo.

***

6 meses después

Y sí, la vida de Miguel había vuelto a como antes estaba, y encima, hasta había mejorado. Miguel y su esposa se enteraron de que ella estaba embarazada, y ahora su cuerpo parecía un gran globo hinchado. En el trabajo le habían ascendido a Jefe de Economía, porque les había hecho ganar mucho dinero. Pero lo más raro era que, aunque Miguel, por fuera, se reía, sonreía y estaba feliz, por dentro no lo estaba. Y más extraño todavía era que, por dentro no estaba triste. Ni cabreado. Ni confundido tampoco. Era como si faltara algo. Ese día llegó temprano al trabajo y se quedó en el despacho charlando con José antes de empezar. - Ey, Miguel, ¿cómo estás tío? - Pues muy bien, hombre. - ¿Seguro que estás bien? - Claro. ¿Qué quieres decir con eso? - No sé. Es que últimamente... No, últimamente no. Desde que te pasó eso. Cuando te


echaron del trabajo y te dejó tu mujer, te he visto un poco raro, la verdad. Pareces igual que antes pero... no sé. Como si alguien te hubiera robado el alma o algo. Y en ese momento el color se fue de la cara de Miguel. El trato con el Diablo. El precio era... su alma.

ANGUS MACERLAINE 3ºA/C BILINGÜE 2º PREMIO CATEGORÍA SECUNDARIA




NOTAS PELIGROSAS

L

a gente pasea tranquila por las calles del pequeño pueblo, atrás quedaron las tragedias que pasaron hace aproximadamente unos cien años, todo comenzó así:

A Principios del siglo XX había una pequeña aldea con no más de mil habitantes donde un joven leñador encontró, en el bosque, mientras talaba los antiguos árboles, una pequeña nota en la que ponía. “Reúnase conmigo esta noche en lo más profundo del bosque a las doce” con la fecha de ese mismo día. Como el joven era muy aventurero y no se preocupaba de nada, decidió ir con unos amigos.

Llegó la noche y los jóvenes se adentraron en el bosque. ¡Que extraños ruidos se escuchaban mientras caminaban con la piel de gallina buscando el lugar! Después de un largo caminar entraron en un claro del espeso bosque pensando que ese sería el lugar indicado. Esperaron durante largo tiempo y justo a las doce, mientras las campanas del pueblo repicaban, se escuchó un “tlic, tlic, tlic… Se miraron extrañados y de repente, desde las sombras, apareció un hombre misterioso, de unos setenta años de edad, con un bastón y un sombrero que le cubría parte de su rostro. Se quedaron paralizados mientras el extraño personaje sacaba un cuchillo y se dirigía hacia ellos... Salieron corriendo en dirección al pueblo, pero el individuo, con una gran velocidad, los fue degollando uno a uno. Cuando llegaron al pueblo solo habían sobrevivido dos, el joven leñador y su mejor amigo.

Lo primero que hicieron fue esconderse dentro de la pequeña casa del leñador. Los dos se miraron y empezaron a llorar la pérdida de sus acompañantes y amigos. A la mañana siguiente del desafortunado encuentro, fueron a decirles a sus vecinos lo que les había pasado, nadie les creyó y desilusionados regresaron a casa. Al día siguiente un hecho marcó al pueblo. Todas las personas que


habían hablado con los dos jóvenes fueron encontradas muertas en sus domicilios. Ellos estaban muy preocupados y no sabían que hacer, al cabo de dos días decidieron salir de casa. Tan solo habían andado unos cincuenta metros, cuando estaban doblando la esquina, se encontraron con otra nota igual a la anterior en la que decía. “Reúnanse conmigo esta noche a las doce en el antiguo puerto abandonado del lago”. Los dos compañeros se miraron con cara de preocupación pensando que debían hacer, si quedarse en casa, o ir al encuentro.

Al cabo de una hora decidieron acudir a la misteriosa cita, pero no deseaban ir solos, así que les pidieron a otros amigos que los acompañaran. Salieron del pueblo sobre las diez para llegar un rato antes y montar guardia. Sobre las once y media encontraron el lugar y se pusieron a vigilar, tras sonar las campanas de las doce, por allí no apareció nadie. Mientras esperaban, algunos decidieron meter los pies en el lago debido al sofocante calor. No habían transcurrido ni cinco minutos cuando unas pequeñas burbujas aparecieron de repente. Los que tenían los pies dentro del agua iban desapareciendo poco a poco debajo de ella. Los demás salieron corriendo despavoridos para escapar, de repente apareció el asesino, mojado, corriendo detrás de ellos y otra vez solo pudieron llegar al pueblo los dos jóvenes amigos, que volvieron a casa y se encerraron.

Al día siguiente, los dos amigos volvieron a salir a la calle a contarles a vecinos y familiares lo que había sucedido la noche anterior, pero otra vez, nadie les hizo el más mínimo caso. Por la mañana bien temprano, una oleada de muertes desoló el pueblo. Las personas que habían hablado con los jóvenes fueron halladas muertas amontonadas delante de la casa de los jóvenes. Ambos se sentían impotentes por no poder hacer nada.

Pasaron los días y no tuvieron ninguna noticia sobre el maníaco. Al cabo de una semana tranquila, un sobre llegó a la casa, era anónimo y pesaba poco, “¿Qué será?, pensaron los muchachos”. Al abrirlo les cambió la cara y se les puso blanca como la nieve, no se lo podían creer,


había otra nota igual a las demás que decía: “Reúnanse conmigo esta noche a las doce en el pico de La Gran Montaña del Norte”. No se ponían de acuerdo si acudir o no, pero finalmente decidieron ir, puesto que si no aparecían a la cita, el asesino les encontraría con suma facilidad, así que, decidieron ir solos para no poner en peligro a nadie más.

Cuando llegaron a la cima todavía faltaban veinte minutos para la hora indicada en la nota, y se sentaron a descansar. Su sorpresa fue tremenda cuando vieron aparecer la siniestra sombra del asesino. Se miraron fijamente. El anciano tenía la cara deformada, llevaba unos guantes negros y entre las manos un cuchillo de unos veinte centímetros de largo, manchado de sangre.

Sin darle tiempo a reaccionar se abalanzaron sobre él golpeándole fuertemente en la cabeza con una piedra, desplomándose al suelo y quedando inmóvil. Lo enterraron al lado de un acantilado y volvieron a casa. Cuando se sentaron en el sofá se escuchó un pequeño crujido tras ellos, al darse la vuelta vieron horrorizados cómo el asesino, cuchillo en mano, se les acercaba irremediablemente.

A partir de esa noche, nunca más se supo del extraño asesino, pero todavía se cree que anda por las calles buscando a sus siguientes víctimas. ¿Has mirado detrás de tu sofá?...

FRANCISCO PARDO 3ºA/C BILINGÜE



El ASESINO SIN CORAZÓN

La historia trata sobre un hombre que vivía en un bloque de tres plantas donde vivía más gente. Los vecinos desconocían totalmente la identidad del hombre. En el rellano del señor también había tres viviendas más. En el 2ºA vivía una familia numerosa: un padre de unos 38 años de edad, moreno, alto y de ojos marrones, una madre de unos 35 años de edad, rubia, baja y de ojos claros, y también vivían tres niños, dos niños y una niña. Uno de ellos se llamaba Antonio, de 5 años, rubio y de ojos marrones, era muy travieso y desobediente. El otro niño se llamaba Álvaro, tenía 4 años, era moreno y de ojos marrones, y por ultimo estaba la pequeña de la casa, Andrea, que tenía tres años y aunque era muy pequeña se pasaba todo el día correteando. En el 2ºB vivía un matrimonio ya jubilado, Paco el hombre de la casa que tenía unos 63 años, y casi siempre estaba tendido en el sofá, y Antonia su mujer tenía 62. En el 2ºC vivía Fernando un soltero de 27 años más o menos, moreno y alto. Y en el 2ºD vivía el señor desconocido. Un día Andrea la niña pequeña del 2ºA estaba jugando en el rellano, y se le ocurrió pegar en la puerta del 2ºD, la puerta del hombre misterioso. El señor ya harto de los ruidos de la niña se asomó por la mirilla, vio que no había nadie con ella entonces salió de la casa sin que nadie lo viera, cogió a la niña del brazo con mucho desprecio, la metió dentro de su casa. La niña empezó a llorar y llorar, el hombre no sabía cómo callarla, se le ocurrió taparle la boca. La madre salió al rellano a buscar a la niña, no la encontraba, se empezó a preocupar, llamo al marido para que la ayudara a buscar a la niña; buscaron por todas partes y no la encontraron. El hombre que había secuestrado a la niña tenía su casa llena de armas: escopetas, pistolas, cuchillos… La niña no paraba de llorar, el señor ya se estaba hartando de la niña, cogió uno de sus cuchillos grandes y afilados y le dijo a la niña: - ¡Cómo no te calles, te mato, niña!, la niña no paraba de llorar, el hombre fue lentamente con un


cuchillo en la mano hasta llegar a la niña y la niña no paraba de llorar y gritar con todas sus fuerzas, el padre que estaba en su casa escuchó de repente un ruido, le pareció que era su hija. Empezó a correr hacia el rellano y puso la oreja en todas las puertas, no escucho nada, por último fue a ver si se escuchaba algo en la puerta del 2ºD, se apoyo en la puerta y escucho una niña chica llorar y gritar, pensó que era su hija y empezó a aporrear la puerta sin parar. El hombre, que estaba a punto de matar a la pobre niña, oyó que le estaban aporreando la puerta y se detuvo un momento a ver quién era. Fue muy despacio sin soltar el cuchillo a ver quién le estaba pegando en la puerta, soltó el cuchillo en el recibidor y miró por la mirilla a ver quién era. Cuando vio que era el padre de la niña dijo: -¡mierda, han tenido que escuchar a la dichosa niña y ahora me van a pillar!, pensó que no tenía que abrir la puerta, ya se cansaría de golpear, así que se fue para adentro, el padre no paraba de tocar en la puerta por lo que decidió matar a la niña para que dejara de llorar y el padre se fuese ya. Fue a por el cuchillo muy despacio para que no lo oyera el padre, cogió el cuchillo y se dirigió hacia donde estaba la niña. La niña seguía gritando, el hombre llegó a la habitación, se acerco a la niña y le puso el cuchillo en el cuello, cerró los ojos y apretó el cuchillo hacia abajo, se escucho un chasquido, el hombre abrió los ojos y vio que la niña estaba muerta encima de la cama. El padre que seguía pegando en la puerta, se dio cuenta de que la niña se había callado y se temió lo peor entonces empezó a llorar y a gritar desesperado y golpeó la puerta con todas sus fuerzas, pero no lograba tirarla abajo. Todos los vecinos que vivían en ese rellano se asustaron de escuchar esos gritos tan fuertes y se asomaron a la puerta y vieron que el vecino del 2ºA no paraba de tocar en la puerta del 2ºC entonces le preguntaron qué le pasaba y el hombre les dijo lo que pasaba, que el señor que vivía en el 2ºD había matado a su hija. Los vecinos se quedaron muy asombrados y le preguntaron al padre que si estaba seguro de que ese hombre que vivía en el 2ºD le había matado a su hija y el padre les dijo que sí y entonces todos los vecinos le ayudaron echar la puerta abajo, pero no había manera. El asesino muy nervioso, creía que le iban a tirar la puerta abajo y que lo iban a pillar. Fue al cuarto


donde estaba la niña muerta y cogió a la niña y la metió en una bolsa de basura, guardo la bolsa en el armario. Los vecinos no paraban de aporrear la puerta, entonces el asesino fue hasta la puerta, apagó las luces, cogió una de sus escopetas y abrió la puerta, al abrir la puerta entraron todos los vecinos a la vez y el hombre se escondió detrás de la puerta sin hacer ruido. Al estar las luces apagadas la gente no veía nada, no sabían para dónde ir y se iban chocando unos con otros. El hombre estaba detrás de la puerta con la escopeta cargada y no lo veía nadie, entonces se puso la escopeta en posición para tirar, puso el dedo en el gatillo, apretó el gatillo y disparo hasta que se acabaron las balas. Mato a toda la gente que había allí, cuando ya estaba toda la gente muerta en el suelo, el asesino se metió en su casa, cogió todas sus cosas y una garrafa de gasolina, abrió la garrafa y echó gasolina por todo el piso, encendió una cerilla, la echo al suelo y empezó a arder todo. El asesino escapo.

RAFAEL SANTAOLALLA LÓPEZ 3º ESO C



LA ÚLTIMA MIRADA Todo comenzó un viernes,13 de octubre de 1983. Unas hermanas Irene y Paula estaban en su buhardilla jugando como siempre, pero ese día era diferente. Las niñas querían hacer cosas nuevas. Su madre, Julia les tenía prohibido entrar en la biblioteca porque allí escondía secretos del pasado que no quería que vieran. Por la noche Irene y Paula entraron en la biblioteca mientras sus padres dormían, cogieron un periódico y se fueron a leerlo. Había escrito un articulo muy peculiar. Hablaba sobre una joven de 15 años llamada Mary. Lo extraño era que su tía que murió justo en el mismo año. Se quedaron muy extrañadas. Su madre nunca les contó que su tía se suicidó. La muerte fue causada por unos compañeros de clase, ellos le gastaron una broma. Al día siguiente volvieron a la biblioteca y siguieron buscando. Leyeron una leyenda urbana que contaba que una joven llamada Mary, tenía los pelos preciosos y largos. Todos los días se lo peinaba durante horas. Un día, unos compañeros de clase que se metían con ella, le gastaron una broma. Los compañeros entraron en su casa y se escondieron, cuando Mary fue a peinarse ellos la cogieron y le taparon los ojos. Ellos le cortaron los pelos y Mary pensó que había sido su hermana Julia, pero no lo fue ,así que decidió vengarse de ella, pero al final termino por suicidarse. Dicen que el fantasma sigue vagando por el mundo de los vivos intentándose vengar de su hermana. Las niñas se quedaron sorprendidas. Más tarde fueron a hablar con su madre. Paula la mayor le dijo: -Mamá, ¿la tía Mary vaga por el mundo de los vivos? ¿Por qué nos has mentido? La madre sorprendida le dijo: -Pero, Paula ¿de dónde has sacado eso?, yo no os he mentido. -Mamá tengo 10 años ¿recuerdas?, no soy tonta.


-Paula no hables de esto que tu tía me hará daño si hablo de ella. -Los fantasmas no existen y Mary murió y no volverá. De repente la puerta del salón se cerró. Las dos niñas muy asustadas se abrazaron a su madre. Julia empezó a llorar porque ella sabía que eso era solo el principio y no pararía hasta matarlas. Julia llamó a Ricardo, su marido: -¿Dime cariño?-dijo Ricardo. -Ha ocurrido lo peor, lo han descubierto y Mary no parará hasta matar a nuestras niñas-dijo llorando. -¡No puede ser!-dijo muy asustado. -Cariño, no te preocupes enseguida llegaré a la casa. -Por favor no tardes estoy muy asustada. En otro lugar de la casa se escuchó un grito, era de Irene. Julia y Paula fueron a buscarla, la encontraron con un arañazo en la cara, a la pequeña Irene le salía sangre de la cara. Julia le dijo: -Mi niña no te preocupes no te dejare sola, esto no os va a pasar más. -Mami, tengo mucho miedo. -Cuando venga papá nos iremos a casa de la abuela. Diez minutos después llego Ricardo, se subieron al coche y se fueron a la casa de la madre de Julia. Llamaron al timbre y les abrió. La abuela les dijo: -!Qué sorpresa!, hacía tiempo que no veníais por aquí, pasad. -Hola mamá-dijo Julia. Las niñas fueron al salón con su padre y su abuelo. -Mamá ha sucedido lo que no debería de haber pasado, Mary ha vuelto.


- Es imposible, ¿cómo ha pasado? -Irene y Paula la han llamado y la médium que la expulsó nos dijo que si alguien de nuestra sangre la invocaba, volvería y esta vez sería difícil eliminarla, hay que llamarla. -Ve marcando , que lo tengo aquí apuntado, es 627016423. -¿Si?-dijo la Claire, la médium. -Claire, soy Julia, necesito que vengas a la casa de mi madre para parar a Mary, ha vuelto, mis hijas la han invocado y no sabemos que hacer. -¿Cómo?.dijo muy sorprendida.-Estaré allí pronto. Unas horas mas tarde llego Claire , empezaron a hablar sobre lo ocurrido y la única manera de expulsarla sería traspasarle el demonio, a otro miembro de la familia, o si no Mary acabaría con sus hijas. Julia decidió hacerlo y el demonio sería para ella, su madre no quería, y le dijo a Claire que se lo traspasara a ella y la matara. Al día siguiente fueron en busca de un crucifijo, para que las niñas tocaran a su madre con él. Irene y Paula lo cogieron pero su abuela les dijo que la tocaran a ella, las niñas les hicieron caso y la tocaron. Claire estaba preparada con el cuchillo para matarla. En el momento que las niñas la tocaron Ricardo se las llevó para que no vieran nada. Claire le clavó el cuchillo en la cabeza y el corazón, Julia llorando cogió a su madre en sus brazos y empezó a llorar, Claire la intentó detener pero era demasiado tarde, el demonio ahora lo tenia Julia, Claire no tenia nada para poder matarla, así que murió. Unos minutos después Julia les hizo creer a todos que ya habían expulsado a Mary, pero era mentira. Volvieron a su casa. Esa noche, mientras todos dormían Julia fue matándoles uno por uno, primero a su marido, más tarde fue Paula, y por ultimo iba a matar a Irene, pero de repente por atrás estaba su abuelo. Su abuelo golpeó a Julia hasta que murió en su forma humana, pero no en espíritu.


El abuelo se quedó con Irene hasta que el murió. Dos años mas tarde Irene estaba sola y el espíritu volvió a por Irene y la mató. Nunca más se supo nada de el espíritu.

IRENE CERETO 3ºESO A/C BIL



TERROR EN EL CASERÓN

En un pequeño pueblo costero a orillas del Mediterráneo, abundaban todo tipo de leyendas. La más famosa de ellas contaba cómo, en un viejo caserón deshabitado en el fondo de un barranco cercano al pueblo, ocurrían todo tipo de cosas extrañas. Por ejemplo, el día anterior a la muerte del alguien de pueblo, la fachada de la casa aparecía cubierta de manchas de sangre, durante el día se veían vagar figuras en el interior, y durante la noche se veían luces violetas y azuladas.

Al ser un lugar tan sobrenatural, nadie del pueblo osaba acercarse mucho al caserón, las tierras circundantes no se labraban y los adultos advertían a niños y jóvenes que evitaran estar allí.

Sin embargo, existía una pandilla de muchachos que no creía en nada de esto, y se dedicaba a reírse de sus asustados vecinos. Se reunían en la pequeña plaza del pueblo, desde donde podía verse el barranco en el que estaba el caserón. A veces discutían con los más viejos del lugar sobre el caserón. Los viejos, prudentes, les aconsejaban que no se tomaran el asunto a broma, mientras los muchachos se mofaban de su miedo y decían: -¡Pobre viejo, la edad te ha hecho asustadizo!. A lo que el anciano respondía: -Sed precavidos con esos temas, muchachos. Lo que ocurre en ese caserón no es de este mundo, nadie que haya entrado ahí ha salido. Dos amigos míos, cuando éramos jóvenes, tampoco tenían miedo, y una noche que habíamos bebido un poco, cogieron unas antorchas, las encendieron y bajaron por el barranco hasta el caserón. Nunca volví a saber de ellos, no quedó rastro alguno de su presencia y los que fueron a buscarlos regresaron aterrados y no quisieron nunca hablar de lo que habían visto. Aun así, otro joven respondió envalentonado: -No nos asustan tus historias. Algunos de mis amigos dicen que en ese caserón hay un tesoro escondido, y que se han inventado todas esas historias para que nadie se lo lleve. Nosotros tenemos


pensado ir el 31 de este mes, y averiguar lo que pasa allí y de paso encontrar el tesoro y repartírnoslo.

Otro viejo que había presenciado la discusión, dijo: - Escuchad, insensatos, no sé que3 hay en ese lugar, pero por lo que más queráis, no vayáis allí. Los que han desaparecido allí han dejado una gran huella de dolor en el pueblo, estáis en la flor de la vida, no os arriesguéis a perderla. -Viejales, no nos inquietas para nada. Seguiremos con nuestro plan. -¡Idiotas, vais directos a la muerte!

Pasaron dos semanas del día de la discusión y llegó el 31. Era ya un poco tarde y el sol empezaba a ocultarse sobre las montañas. La pandilla de muchachos se había concentrado a las afueras del pueblo, bajo un gran árbol. Todos trajeron linternas, un par de ellos trajo mecheros y uno tenía una escopeta de perdigones.

El cabecilla del grupo, comenzó a hablar: -Bien, ya estamos todos. Bajaremos por un camino desconocido, para que no nos vean los labradores. Ese camino termina justo en el caserón. Luego, una vez que estemos allí, caminaremos hasta la puerta e inspeccionaremos las dos plantas, a ver lo que encontramos. . -De acuerdo, dijeron todos Comenzaron a caminar por el sendero, que se iba hundiendo en el barranco progresivamente. Aunque no había llegado aún el invierno, todos empezaron a sentir un frío helador, que les llegaba hasta los huesos. El sol ya estaba oculto, así que encendieron sus linternas y continuaron por el camino.


Era una noche sin luna y en el cielo había pocas estrellas, por lo que dependían totalmente de sus linternas para orientarse.

Por fin, terminaron el descenso y llegaron al caserón. A través de sus ventanas podía verse el interior iluminado por luces mortecinas y parduscas. Algunos se inquietaron algo ante las luces, pero siguieron adelante, pensando que eran solo temores estúpidos.

Al fin habían llegado y la pandilla se encontraba en la puerta principal. Uno de los muchachos se adelantó y empezó a forcejear con la puerta, sin embargo, ésta se abrió sin dificultad y con un gran chirrido de las bisagras. Enfocaron el interior con las linternas y solo vieron muebles viejos deteriorados por el abandono y un silencio espectral. Algo sobrecogidos por el silencio, los jóvenes empezaron a entrar. Entonces habló uno de ellos: -Ya hemos enfocado un poco la planta baja y todo parece seguro. Propongo, ya que somos cinco, que uno inspeccione la cocina, otro el baño, otro el dormitorio principal, otro el salón, y que otro busque más salas del caserón. Todos dijeron casi al unísono: -Bueno, empecemos.

Los muchachos se dispersaron por el caserón. El primero de todos consiguió encontrar la cocina, que posiblemente fuese la habitación más ruinosa del caserón. De las viejas tuberías salía un hedor nauseabundo que invitaba a abandonar la sala. Esto le inquietó, pues empezaba a sentir que la idea de estar allí no había sido muy buena; de repente, la luz de su linterna empezó a tintinear hasta que se apagó; el muchacho, muy nervioso pulsó el interruptor, pero no hubo arreglo, no se volvió a encender. Corriendo y jadeando fue a intentar localizar a uno de sus amigos, pero algo en la oscuridad le retuvo y le degolló el cuello, matándolo; el muchacho cayó al suelo con un pequeño grito.


El joven que encontró el baño oyó este pequeño grito y se asustó ligeramente, pero aun así continuó. El baño era pequeño en comparación al resto del caserón, se oían goteos de agua y el suelo estaba en mal estado lo cuál hacía que al caminar se provocaran crujidos. El muchacho que estaba allí comenzó a oír un sonido silbante que no sabía de dónde procedía y que cada vez se hacía más y más agudo hasta que reventó los oídos del muchacho, que cayó muerto, además quebró la bombilla de su linterna.

El tercero de los muchachos estaba en el primer dormitorio, donde todavía había restos de una mugrienta cama. El joven comenzó a sentirse enfermo y sintió que algo le impedía respirar, se asfixió hasta morir, aunque antes intentó forcejear con aquello que le asfixiaba y emitió leves gritos antes de desplomarse.

El cuarto muchacho se encontraba en el salón, algo aterrado pues había escuchado gritos, había llamado a sus compañeros y no había recibido respuesta, de repente se fundió su linterna, lleno de pánico llegó a tientas hasta la puerta y salió huyendo a gran velocidad. El último muchacho que quedaba vivo consiguió dar con el sótano, un lugar húmedo y maloliente lleno de cosas putrefactas. El joven vio un punto de luz al fondo de la sala y se dirigió a ver lo que más curiosidad que miedo. Inesperadamente se abrió gran agujero que se lo tragó sin dejar huella.

El joven que huyó del caserón llegó sudando y jamás volvió a hablar de nada relacionado con la que había hecho esa noche, tres días después lo encontraron muerto, se había suicidado. Se dio por hecho que los muchachos habían desparecido en el caserón, cavaron tumbas donde enterraron al joven que se había suicidado y enterraron también ataúdes vacíos para representar a los desaparecidos.




LA CASA ABANDONADA Era una fría tarde de invierno, estaba lloviendo y había mucha niebla, estábamos mis amigos y yo aburridos en casa de Luis. No sabíamos qué hacer ni teníamos nada planeado. Intentamos sacar ideas, unos decían de jugar al fútbol, pero dentro de casa no podíamos jugar, otros decían de contar chistes, pero el ambiente no era tan agradable, eso no apetecía. Se me ocurrió contarles una historia: La historia del Barón Samedi, el dios de la muerte. Cuando terminé la historia a Pedro se le ocurrió una idea, que nos fuéramos a un chalet que había alquilado su madre y era muy acogedor, podíamos hacer allí una fiesta de disfraces. Todos estábamos de acuerdo así que quedamos en una hora allí. A todos los llevaron en coche, menos a mí. A mi madre hace poco que la operaron y no puede conducir, y mi padre murió hace años, así que no me quedó otra opción que ir en bici. Cogí mi chubasquero, mis botas y mi disfraz, y salí de casa. Solo quedaban cinco minutos para llegar, cuando tuve que pasar por un camino de tierra y piedras, difícil de superar y por donde pasan muchos coches. En una parte del trayecto giré la cabeza y vi una gran casa abandonada, de la que me había hablado mi abuelo en alguna ocasión, y me dijo que no vivía nadie, era una casa grandísima. Llevaba un rato atravesarla entera y, además, estaba en la esquina que yo tenia que cruzar.

En un descuido mío, un niño pequeño se cruzó en la carretera mientras yo estaba distraído mirando la casa, por tal de esquivar al niño, la bici topó con una gran piedra, perdí el equilibrio y caí al suelo, empecé a sangrar aunque no me dolía. Me levanté y recogí mi bicicleta con la mirada puesta en la casa, cuando de pronto en una ventana vi a una persona mayor observándome fijamente. Me pareció que era un hombre. Del susto salí rápido con la bici, hasta el chalet de mi amigo. Cuando llegué todos me preguntaron qué me había pasado, les dije que no se preocuparan, que lo más impactante no era mi estado, era que había


alguien en la casa abandonada. Todos asustados llamamos a mi abuelo, que, aunque era viejo, tenía mucha energía y era una persona valiente y fuerte. Cuando mi abuelo llegó, fuimos a la mansión. Pegamos a la puerta, pero nadie respondió. En ese momento mi abuelo se dio cuenta de que no estaba cerrada y con un leve empujón la abrió. Al abrirse, hizo ese ruido tan terrorífico típico de las películas de miedo. Entramos y mi abuelo dijo: “¿Hay alguien aquí dentro?” Nadie respondió. Algunos de mis amigos dudaron de mí y de que realmente existiera esa persona que yo vi. La casa era siniestra y con telarañas por los techos y las puertas, y daba un poco de asco tener que abrirlas. Detrás de la casa había un pequeño jardín, pero no era un jardín cualquiera, tenía tumbas. Roberto, que era el típico valiente de los grupos de amigos, fue el primero que se quería ir. Yo supuse que era por miedo ya que vi. que le temblaban las piernas, entonces mi abuelo lo paró y dijo: “Vamos a subir todos y vamos a registrar esta casa.” La mayoría subíamos las escaleras con miedo, todos lo teníamos, menos mi abuelo. Se le veía decidido a registrar la casa.

Por parejas nos repartíamos los lugares donde registrar, a mi me tocó con Pedro ir a buscar en el baño. Estaba hecho un asco todo lleno de sangre, parecía que hubieran matado a alguien o algo allí. Teníamos muchísimo miedo, de repente vimos una sombra al final del pasillo, mi abuelo se acercó, y comprobó que era tan solo una armadura de caballero, nos pareció que se movía, aunque en el fondo supiéramos que era imposible. Todos nos quedamos observándola, menos mi abuelo que siguió adelante. Salímos de la casa, quedamos en que volveríamos otro día.

Al cabo de dos semanas volvimos a la casa, subímos de nuevo a la planta de arriba y esa misteriosa


armadura ya no estaba. Bajamos al salón y nos encontramos la armadura allí. Todos empezaron a tocarla y a jugar con ella, menos yo, que seguía convencido de que la mansión ocultaba algo maligno.

Los dejé y decidí subir a la planta alta de nuevo en busca del misterioso hombre, mientras ellos abajo jugaban y reían. De pronto el silencio se hizo en la casa, al salir de la buhardilla ví otra vez al final del pasillo la armadura inerte y misteriosa. Bajé corriendo las escaleras y con pánico entré en el salón, no había nadie; todos habían desaparecido. En ese momento me dí cuenta de un cuadro que había en el salón que destacaba de los demás donde aparecía un caballero con la armadura, y al pie del cuadro se podía leer “Barón Samedi, dios de la muerte y la resurrección.” Aterrorizado salí por el jardín, cayendo delante de una lapida, en la que se podían leer los nombres de mis amigos. Corrí tanto como pude para salir de aquella pesadilla, y, ya fuera de la mansión, volví a mirar hacia aquella ventana. Y allí estaba el misterioso hombre observándome fijamente y rodeado de todos mis amigos.



FANTASMAS EN EL PUERTO

Castro-Urdiales es un pueblo que está entre Santander y Bilbao, es pequeñito, con un puerto precioso que tiene unos acantilados espectaculares. Lucía, Carmen y Celia, eran tres niñas de once años que vivían cerca del puerto y todas las tardes quedaban para dar paseos por él, les gustaba ir y mirar cómo los marineros cosían sus redes, limpiaban sus pequeñas barcas y cómo volvían cada tarde después de un largo día de pesca.

Todos los marineros conocían a las tres niñas, ellas eran simpáticas, amables y como todas las niñas de su edad, muy muy curiosas y juguetonas, sobre todo Lucía que era la preguntona del trío, la que siempre se interesaba por todo lo que los marineros hacían.

Tan solo un marinero guardaba la distancia con las tres niñas, era un hombre de mediana edad, no muy alto y con una barba negra y cejas anchas, moreno de piel y grandes manos. Las tres niñas siempre tenían curiosidad por saber por qué aquel marinero era el único que nunca saludaba ni se acercaba a ellas, además ellas conocían todos los barcos y barcas del puerto menos el de aquel marinero tan misterioso. Las niñas al pasar por su lado siempre evitaban mirarlo ya que ellas le tenían miedo dado su comportamiento, Lucía que era también muy descarada, alguna vez que otra, pasaba y lo miraba con una cara seria y pensaba que por qué ese marinero nunca sonreía.

El puerto tenía la parte que da a tierra, con su gran pasillo de madera y la otra parte que cerraba al mar, estaba hecha de unas grandes piedras, a las cuales era muy fácil subir y ver el mar desde allí.

Llegó el verano y los días eran más largos, las niñas estaban más tiempo en el puerto. Los días pasaban y las niñas día tras día empezaron a observar que el marinero misterioso siempre volvía al


atardecer a la misma hora, dejaba su grande y verde barco anclado y bajaba a tierra, daba un corto paseo por el pasillo de las piedra, se subía siempre a la misma roca y se pasaba las horas, hasta que anochecía y volvía a su pequeño barco. Las niñas se preguntaban por qué haría siempre lo mismo, Lucía era la más interesada. Al volver una noche a casa, en la cena preguntó a sus padres si conocía a aquel marinero, y su padre le contestó que se dejara de tonterías, que en el puerto no había ningún marinero con esas características, y menos con un barco verde, Lucía al ver que su padre no le creía, le insistió para que fuese con ella al puerto, para que pudiera ver como ella no le engañaba, y su padre sin dudar al siguiente día la acompañó.

Al llegar al puerto, para sorpresa de Lucía y sus amigas, esa tarde aquel marinero de barba negra y cejas anchas, no volvió a la misma hora de siempre, se hizo la noche, y el marinero no volvió al puerto. Lucía y sus amigas se preocuparon al ver que el marinero esa tarde no volvió, ¿y si le había pasado algo? Los padres de Lucía pensaron que eran tonterías. Al siguiente día Lucía se despertó pensando en aquel marinero por si le habría pasado algo, se vistió, y sin desayunar, se acercó al puerto y allí estaba, aquel barco, grande y verde. Lucía no podía quedarse con la curiosidad de por qué la tarde anterior no volvió como siempre y ella se moría por contarle que se preocuparon por él, se armó de valor y con un pequeño salto puso sus pies en el barco y pegó a la pequeña puerta de madera, al dar el golpe comprobó que estaba abierta, Lucía preguntó si había alguien, pero… nadie le contestaba, Lucía tenia miedo pero pensó que a plena luz del día, ese hombre no le podría hacer nada, y sin más entró al barco, estaba muy oscuro, tan solo se veía un rayo de sol que entraba a través de la cortina roja, que tapaba una pequeña ventana de madera, poco a poco Lucía iba avanzando por la pequeña habitación, el crujir de la madera del suelo le inquietaba un poco, pero la curiosidad podía más que ella, de nuevo, volvió a preguntar si había alguien y de repente, un escalofrío le subió por la espalda, miró hacia atrás y la puerta se


cerró, Lucía empezó a ponerse nerviosa y, quería gritar, pero la voz no le salía, de pronto se escuchó una voz grave que le susurró: -Por fin, estas aquí.

Ella llorando, muerta de miedo, pudo ver una sombra. Un rayo de luz iluminó aquella barba negra y aquellas cejas anchas. Las manos grandes de piel morena de aquel marinero, fueron a tocar el pelo de Lucía, ella sintió un gran escalofrío y se desmayó. Pasó la mañana, y llegó la tarde, Carmen y Celia ya estaban en el puerto, como cada tarde estaban esperando a Lucía, la esperaron hasta el anochecer, pero Lucía no fue al puerto. Carmen y Celia tampoco vieron que el marinero misterioso volvía, como siempre a la misma hora, anclaba su pequeño barco y daba ese paseo pequeño y se subía a esa misma roca. Al siguiente día Carmen y Celia fueron a casa de Lucía, a preguntar por ella, la madre de Lucia las dejó pasar a su habitación, entraron y vieron a Lucía con los ojos cerrados, tumbada en la cama. La madre de Lucia les conto como Lucía llegó a casa y sin decir nada fue a su cuarto y se acostó. Cuando su madre fue a llamarla a la mañana, Lucía no despertó, entonces fue cuando llamaron al médico. Este le dijo a la madre de Lucia que por razones desconocidas había entrado en coma. Carmen y Celia, al escuchar las palabras de la madre, comenzaron a llorar.

Pasaron los días, Carmen y Celia seguían yendo al puerto, pero ya no era lo mismo, echaban de menos a Lucía. A partir de aquel incidente nunca más volvieron a ver al marinero misterioso en el puerto.

Llegó el otoño, los días se hacían más cortos, además, Carmen y Celia tenían que ir al colegio, y ya no podían estar tanto tiempo en el puerto, y desde que Lucía dormía, no podía estar con sus amigas, ya no era lo mismo, Carmen y Celia dejaron de ir al puerto, los marineros echaban de menos a las


niñas. Se notaba que ya no correteaban, tampoco se escuchaban sus risas por el puerto, el puerto se volvió gris.

Una tarde el padre de Lucía paseaba triste por el puerto y saludó a uno de los marineros más anciano que estaba sentado en un banco. El padre de Lucía se sentó a su lado y le contó al anciano cómo a Lucía le encantaba pasear por el puerto y que todos los marineros la conocían. El padre de Lucía sacó el tema de que unos días antes de que entrara en coma, le contó que tan solo un marinero era antipático con ellas, un marinero de piel morena, y con un barco verde. El anciano se asombró al escuchar la historia del padre de Lucía. Al ver la cara de asombro del anciano el padre le preguntó por qué le sorprendía tanto. El anciano le contesto así:

-Cuando yo tenía siete años, en el puerto no había tantos barcos, casi todos eran pequeñas barcas, en las que apenas cabía un hombre, tan solo había una barca que a mí me parecía la más grande de todas, era verde con una pequeña puerta de madera. El dueño de esa barca era un hombre de mediana edad, de piel morena, con una barba negra bien poblada. Tenía unas manos gigantes. Era viudo y solo tenía una hija, de unos… once años, era un hombre muy trabajador , simpático y amable, una noche al llegar al puerto le dijeron que su hija, mientras le esperaba jugando, cayó al mar y nunca más se supo de ella, el marinero no volvió a sonreír. Se dice que el marinero se fue al puerto en busca de su hija, la que estaba muerta, día tras día. Recuerdo bien que un día de tormenta el marinero también fue al puerto y zarpó mar adentro, desde ese día el marinero no volvió.

El padre de Lucía se quedó con tal asombro que no se explicaba cómo su hija podía haber visto a tal hombre. No entendía qué pasaba, volvió a su casa, ya estaba anocheciendo. Cuando llegó entró en la habitación de Lucía, y la abrazó, intentó despertarla, pero ella no reaccionaba… De repente se cerró la puerta de la habitación y todo se quedo oscuro, el padre asustado no entendía qué pasaba y se quedó callado, en el silencio, pudo oler a azufre, sintió un escalofrío por la nuca y una voz ronca


le susurro:

-Es mía.

El padre de Lucía, asustado, abrazó a su hija. Al llegar la noche la madre de Lucia entró en la habitación y se encontró a su marido, muerto, abrazando a su hija, se dice que el corazón se le paró de tristeza.

Los meses pasaron y, un día, en una exposición de fotos antiguas en el colegio, Carmen y Celia pudieron observar en una foto de la exposición, algo familiar, en la foto se veía, un marinero cosiendo su red. El marinero tenía barba negra y cejas anchas, además, el barco en el que estaba, era cómo el de aquel marinero misterioso, observaron que detrás del marinero se veía la puerta del barco, que siempre estaba cerrada, cuando ellas estaban en el puerto, pero esta vez estaba abierta, detrás de ella se veía a una niña asomando, se acercaron y vieron que la niña que estaba asomada detrás de la puerta era parecida a Lucía, no, era Lucía.

Se dice que alguna vez se ha visto al anochecer a una niña pasear por las rocas del puerto muy parecida a Lucía, Ella murió al día siguiente de que muriera su padre.

PATRICIA GONZÁLEZ RELATO FINALISTA CATEGORÍA SECUNDARIA 3º ESO A/C BILINGÜE



NOCHE DE HALLOWEEN

Cada vez que lo recuerdo se me ponen los vellos punta. Como he dicho antes, era la noche en la que todos los niños se disfrazan para ir a casas de vecinos del pueblo para pedir caramelos. Bueno…eso más bien lo hacen los mas pequeños, todos mis amigos querían celebrar de alguna forma esta terrorífica noche, hasta que decidieron ir a la casa abandonada del bosque. A mí la verdad que no me hacía mucha gracia, ya que cuenta la leyenda que una noche de halloween un grupo de amigos entraron en la casa, uno de ellos no salió vivo y se cuenta que nadie sabe que le paso, como le paso, ni sobre todo quien lo hizo. Hay gente que se lo cree, a la vez que hay gente que dice que solo es una chorrada para asustar a los más pequeños. La leyenda no acaba así, se dice que su espíritu sigue por aquella casa, y que algún día se vengará. Mis amigos eran de los que pensaban que eso era una tontería. Llegó la noche tan esperada…éramos siete… pero lo cierto era, que en la casa no éramos siete solamente. Los chicos llevaron una tele con un DVD para poder ver una película, de miedo, por supuesto. El camino por el bosque hasta llegar a la gran casa abandonada se me hizo eterno, todos reían y se reían de la vieja leyenda. – Ya hay que ser tonto para morirse en una casa en la que ni siquiera vive nadie. Dijo Luis. Al fin llegamos, la puerta estaba abierta. Todos se asustaron un poco al ver el aspecto de la casa. -¡Venga Luis, entra tu primero! dijo Roberto quien la verdad parecía un poco asustado. -¿Yo?¡ Si, claro!, entra tu primero! -Bueno venga, parad! Tampoco hace falta que os peleéis por quien va a entrar


primero ! Al final acabaremos todos dentro!, dije yo, aunque la verdad yo tampoco quería entrar la primera. -Pues venga listilla, entra tu primera si eres tan valiente! Dijo Javi. Di un paso hacia adelante, las piernas empezaban a temblarme, puse el pie en el primer escalón y crujió todo el suelo de la casa. Yo no estaba asustada, estaba lo siguiente, no sé si era fruto de mi imaginación, pero veía sombras en todos los pasillos y cada segundo escuchaba pasos que provenían de la planta de arriba. Una vez que todos estábamos dentro de la casa nos pusimos a mirar cada rincón. Yo solo pensaba que como me pude dejar convencer para que acabara allí esa maldita noche, todos los rincones de la casa con telas de araña, todo lleno de polvo, y parecía que con un simple soplido la casa se vendría abajo. -Bueno, tenemos que buscar un enchufe para poder poner la tele!, Dijo Marcos. -Aquí aquí! Gritaba David desde la otra punta de la casa! He encontrado el enchufe! Colocamos el enchufe pusimos unas mantas en el suelo y nos pusimos a ver la película. De vez en cuando los graciosos de los niños nos metían sustos por detrás con el fin de que Ana (mi mejor amiga) y yo nos pusiéramos a gritar como locas. Yo, de lo asustada que estaba y de la mala sensación que me daba esa casa no movía ni un solo musculo de mi cuerpo. -¿Le queda mucho a la película?, protestaba. -No… una media hora… Ahora viene la mejor parte! Ahora muere la chica! Me contesto Marcos con gran entusiasmo. Me estaban entrando ganas de ir al baño así que cuando acabo la película le dije a Ana que me acompañara mientras los chicos recogían. Estaba bastante sucio asi que lo limpiamos con un pañuelo un poco antes de usarlo. -Necesitamos ayuda de una de vosotras! Dijo a voces Ernesto.


Bajé yo mientras Ana terminaba en el baño. Solo me necesitaban para aguantarles la puerta. Me dijeron que nos diéramos prisa, era más de media noche y nos quedaba un rato todavía para llegar al pueblo. Subí al servicio, Ana todavía estaba dentro y me pareció raro que tardara tanto. -¿Te queda mucho? Pregunté. No tuve ninguna respuesta así que con total confianza me dispuse a abrir la puerta. No me creía lo que veía, no daba crédito a lo que estaba sucediendo en aquel momento, me quede sin aliento, las palabras no me salían de la boca. Allí estaba Ana, tirada en el suelo en un baño de sangre. -Ahhhhhhhhhhhhhh! Socorrooooooo!, fue lo primero que se me ocurrió decir al ver aquello, mientras se me escaba mi primera de muchas lágrimas. Todos subieron al escucharme. Con la mano en la boca, llorando, daba pasitos hacia atrás, me desvanecí en el suelo. Todos se quedaron sin palabras, con apenas unas lagrimas en los ojos. Desde luego que aquella leyenda no era una pesadilla, que me lo digan a mí… Cada vez que es Halloween un mal estar me recorre todo el cuerpo. Todavía echo de menos a Ana, mi mejor amiga. Todavía no doy crédito a lo sucedido y todavía nadie se explica cómo pudo pasar semejante cosa. Ahora, la gente si se cree la historia, nadie más ha querido entrar a esa casa, no era una simple leyenda, alguien se quería vengar y así fue… se vengó.



DESPERTARÁS A LA BESTIA Las gotas de lluvia chocaban violentamente contra el suelo, los intermitentes relámpagos iluminaban una ciudad apagada y de desiertas calles, una vela encendida deambulaba por cada una de las casas a las que alzaba la vista, mientras corría a ciegas, las nubes negras impedían que la luna me iluminase el camino a casa. Entonces un rayo iluminó algo delante de mi, la silueta de una bestia de aspecto feroz, afiladas garras de las cuales goteaba un líquido viscoso rojizo. Intenté esquivarlo caminando lentamente alrededor de él con la esperanza de que la intermitente tormenta no me dejara vulnerable ante aquella bestia. Metí la pata, en un agujero en el suelo lleno de agua. Estaba seguro que escuchó el chapoteo, pero por lo visto la lluvia no le permitió oírlo. Saqué el pie y seguí caminando lentamente como si nada me hubiera pasado, el monstruo seguía en el mismo sitio, sin mover el más mínimo músculo. El agua ya no me preocupaba, seguí caminando por un callejón que atajaba hacia mi destino, estaba demasiado oscuro, me detuve, no sabía por qué. Un repentino relámpago me mostró como el cuerpo de un hombre que se encontraba delante de mí caía inerte en el suelo. ─¿Hay alguien ahí?─Pregunté. ─Ssssh...lo vas a despertar.─ Me mandó a callar un susurro siniestro que parecía provenir de todas partes. ─¿Despertar a quién?¿Quién eres?─ Pregunté sin saber a donde dirigir la pregunta. ─Sssh...lo vas a despertar.─ Repitió. ─¿Quién eres? ¡Da la cara!─ Insistí, mientras empezaba a desesperarme. ─Cuidado con la bestia.─Advirtió. Me giré lentamente hasta que me encontré con sus ojos asesinos teñidos en rojos que deslumbraban a su próxima presa. Salí corriendo, ignorando que había una víctima de la Parca en mi camino, tropezandome con él y dejandome vulnerable en el suelo ante aquella bestia. Me di la vuelta para intentar enfrentarlo, pero ya no estaba. Me alejé corriendo, dirigiendome a mi refugio. No me detuve y no miré hacia atrás, aún así... sabía que me perseguia, que me buscaba, que me quería devorar. Tronó otro rayo mientras seguía corriendo bajo la lluvia. La tormenta no cesaba, mis pies se hundían en charcos que cada vez eran más profundo.


Llegué al fin a mi refugio en el que aquella bestia no podría entrar, a no ser que le guste derribar puertas o ventanas. A lo mejor mi refugio es un callejón sin salida en el que me había arrinconado yo solo. Encendí una vela con un fósforo y deambulé con ella, en el reflejo de un cristal vi como unos furiosos ojos se encendían de rabia, me di la vuelta, esperando encontrarme con una mala bestia, era Susana, mi novia. Me atosigó con cientos de preguntas, poniendo como excusa de que estaba preocupada. Mis respuestas fueron precisas y exactas, aún así no la convencí de los hechos inverosimiles que le había contado y me reprochó por aquello. Perdí el sentido de mi mísmo, pero noté como mi feroz garra le arañó la cara. La vela se mitigó durante un momento por la ráfaga de viento que produjo el movimiento. Recobré el sentido, alzé la cabeza para mirarla...se cubría la cara con la mano, mientras que su pelo dorado caía hacia delante. Lágrimas caían de sus mejillas y la sangre se descubría tras la mano. Intenté acercarme a ella, pero se apartó. Me miré la mano, tenía sangre. La lluvia seguía golpeando la tierra y los truenos se empezaron a silenciar. ─Cuidado con la bestia.─ Me advirtió aquella voz otra vez. ─Déjame ya ¿Qué quieres?─ Grité mientras deambulaba por la habitación. Susana me miró extrañada levantando su rostro, entonces vi como en su rostro resbalaban ríos de sangre y lágrimas. ─Mata a la bestia.─Respondió. ─¿Cómo lo hago?─ Volví a preguntar. La voz se calló. ─¿Cómo lo hago?¡Responde!¡Responde!─ Insistí cada vez con más fuerza. Susana se levantó, quitándose por primera vez la mano de la cara, y trató de tranquilizarme. Seguí insistiendo una y otra vez con aquella maldita voz, mientras que Susana intentaba amansarme. El pulso se aceleró, mientras perdía el sentido, todo se volvió oscuro por varios minutos, cuando lo volví a recuperar. Susana...Estaba tirada en el suelo en un charco de sangre. Vi la marca de la bofetada que le dí antes, coincidía perfectamente con las garras de un animal. Un terrible escalofrio me recorrió el cuerpo seguido de un espantoso dolor y sufrimiento, además de un gran sentido de culpa. Me arrodillé ante su cuerpo y lo abracé mientras lloraba.

Me desperté aferrado a ella, las lágrimas de aquella noche habían dejado una estela húmeda en mi rostro. Me miré las manos, las mismas manos sucias y manchadas de sangrecon las que había matado a Susana. ─El sueño terminó.─ Dijo la misma voz que me acosó durante las últimas horas. Aparté mis manos lentamente hacia los lados quedando reflejada mi cara en aquel charco de sangre. Pero no eran mis rasgos, no era mi cara, era el rostro de aquella bestia. Porque yo era aquella bestia. ─Comienza la pesadilla.─ Terminó de decir la voz. ─¿¡Por qué yo!?─Pregunté mientras volvían a brotar lágrimas de mis ojos.


El silencio se hacía entre la continua lluvia que mis lagrimas imitaban al resbalar de mi mejilla. ─Cuidado con la bestia.─ Rompió el silencio aquella misteriosa voz. ─¡La bestia soy yo!¿Qué sentido tiene?─Respondí. Por unos instantes la lluvia mitigó, escuchandose tan solo un grito animal en la calle, me asomé a la ventana. Era yo, bueno...era la bestia que avisaba de su presencia. La lluvia resonó nuevamente. Vi como estaba estática sin mover ningún músculo, esperando que algo a su alrededor se moviera para ir detrás de ella. Me alejé lentamente de la ventana dejando resbalar de mis dedos la cortina a la que estaba aferrado. El leve aleteo de la tela lo alertó y se percató de mi presencia, galopó hacia mi obviando cualquier otra presa u obstáculo que hubiese. Fui hacia la cocina, para tener algo afilado con lo que defenderme, cogí un gran chuchillo y salí por la puerta mientras que la bestia entraba por la ventana brutalmente. Aquel mal bicho se detuvo por un momento para olfatear el cuerpo inerte de Susana e incluso de lamer la sangreque tenía en la cara donde tenía aquella marca.

Una vez que saboreó la sangre de Susana, sus ojos se volvieron más sanguinarios y asesinos que antes. Sus garras eran más afiladas y creció en tamaño. Algo hacía más mortífera a la bestia y yo era el causante de aquello, además de la victima que sufriría toda aquella furia de odio. La bestia echó a correr, siguiendo tras de mi. Pensaba en esconderme, pero era imposible; pensaba en correr hasta la muerte, pero la muerte me alcanzaría antes. Miré hacia atrás durante un instante, no estaba. Cuando quise volver la vista, ya estaba allí. Sabía a donde iba, lo que iba a hacer, cómo iba a reaccionar. Vi como alzaba una de sus afiladas garras, agaché la cabeza y cerré los ojos, sabía que mi fin había llegado. Tres afiladas uñas me desgarraron justo donde se encontraba mi corazón. Tiré el cuchillo al suelo. Abrí los ojos. La bestia había desaparecido y tal vez para siempre, caí de rodillas aliviadoy comencé a reirme de aquella pesadilla que había ocurrido. La últimas gotas de lluvia chocaban contra mi cara y el sol de mediodía me cegó. Ahora debía pensar en volver a casa, en reencontrarme con Susana...Me miré las manos aún manchadas con la sangre de ella... Mi cuerpo empezaba a autodestruirse con mis puños, no lo soportaba más, tenía que pegarme, me odiaba a mi mismo por haber matado, por haberle puesto la mano encima a Susana. La lucha con aquella bestia no era real, era mi ira creciente que ansiaba con ganas salir del recoveco en el que estaba bien escondida y hacerse notar por una vez. Mi cuerpo empezaba a ser arcilla, mi cuerpo se ablandaba con cada golpe que me daba, mi nariz estaba completamente desfigurada y mis ojos ensangrentados. Dí gritos de furia y dolor con cada


uno de mis propios golpes. Agarré el cuchillo con ambas manos, hice una pequeña equis con la punta a la altura de mi corazón, lo aparté de mi para clavarmelo con fuerza y... ─La bestia ha muerto.─ Dijo por última vez el subconsciente. JOAN MORA PRIMER PREMIO CATEGORÍA BACHILLERATO




THE DEMON INSIDE As the clock struck Midnight, I could see the fear in Sienna’s eyes widen, and her hands start to shake. Almost immediately, I saw the change in her. Her eyes flashed bright red, and she became violent and aggressive as she ripped through the bonds we had placed upon her with ease. Like a shot I ran forward to try and restrain her, as did Mitch and Cady, but before any of us could get a grip on her she’d thrown us as far as she could, and was screaming in some strange language that none of us could understand. We had no idea what she was saying, but we did know that none of us were safe, and to restrain her wouldn’t be pleasant, but we could already tell it would be necessary to keep the people of Aveda safe... encountering the book was to open a can of worms, but would it save us or kill us that I didn’t know.... I should probably explain myself. I’m Jemima Charleston, though I don’t recommend you ever try calling me that. Everyone calls me Jem, or if you know me well, then it’s Mia. I’m 17 years old, and I’m a witch. I know it’s a bit of a weird introduction to someone, but, well, people are used to it where I’m from. People in Aveda know exactly what the orphanage on the hill is really there for, mainly because about 95% of Avedian’s have all lived or been taught there at some point in there lives. The orphanage is actually a boarding school used to teach young witches and wizards to control their magic. Magic is hereditary, but is also very rare, with very few magical families left in the world. That’s why the majority of the magical population in Aveda, and even the ones who don’t live here generally always choose to educate their children in the school here. The only problem with having magic is that eventually magic will kill you. Once you hit 30, you must either choose to give up your magic forever, or keep it for another 2 years or so and perish. That’s how I ended up living at the boarding school; I have no idea who my father is, and my mother refused to give up her magic, claiming she’d found a way to keep it forever. We have no idea if she had, and I doubt we ever will. The night after my 1st birthday she ran away from the town, leaving me behind with my grandparents. 2 years later, my grandparents passed away, and I


came to live here. I can’t complain though, I do love the boarding school, and I have some great friends there, and some deadly enemies, though that comes later in this story. Let me explain this all began because of something Mitch said to me. He’s my boyfriend, by the way, and part of the reason Cady Jones hates me so much. She’d give anything to have someone like him. It is only part of the reason, but I didn’t know then what I know now, did I? Mitch doesn’t live in the school; he lives in the town with his parents, who both have magical blood, which is an immense rarity nowadays. One night we were working late in the school library, me, Mitch, and my best friend Katie. We were supposed to practising the element spells, spells that incorporate fire, earth, air and water. However, after having practised for about 20 minutes, we’d gotten bored, and were now messing around, looking through the old school yearbooks, when we came across a photo of my mother, as head girl. I was amazed, as I hardly knew anything about my mother it made me want to cry seeing her photo as i thought of all the missed time with her and from the stories I had been told about for example giving up her baby (ME) for magic, she seemed like she would have been the more rebellious type. I wonder what changed? “Mia, how can you stand not knowing anything about where you came from?” he said to me. “Well, I’ve never really had much choice in the matter, I was too young to remember my mom when she left, and likewise when my grandparents died. I’m used to it by now, and anyway, it’s not as if I can change it.” Katie said, “I know you’re used to it, and I know you can’t bring any of them back, but you could easily find out more about them. Think about it, we weren’t even trying to, and we found your mom’s yearbook. If we try actually looking for your mother, we should be able to find her. I mean, there can’t be too many Lovisa Charleston’s around, can there?” I just laughed at her. “Look,” I said, “it’s been far too long now for me to start thinking about all this, she’s been gone for nearly 17 years now, and finding out more about her is only going to reopen old wounds. It won’t help anything.” Mitch and Katie exchanged looks, but as they could tell I was serious, they let it go. Later that night, I was lying in bed reading by wand light. Although I didn’t really want to know anything about my history, as I was positive nothing good could come from it, I hadn’t been able to


resist checking the book out of the library that we’d happened upon earlier, the one with the picture of my mother as head girl. I lay there, going through it page by page, just in case there was anything else about her in there. I read through it until I got to the page with her photo on it that bore the caption: “Lovisa Charleston, head girl, school years 1984-1986.” I don’t k now what it was about the picture but it sent shivers down my spine as I sat looking for at it for a few minutes, before jumping up, pulling my jeans and a t-shirt on, and teleporting to Mitch’s house(yeah, I didn’t mention that before, did I? We can teleport too, though only short distances, but still!) He was sitting watching TV in the living room when I knocked at the door, and walked in. “You’re right, I need to find out more about my history, it might hurt, but I need to know who I am! Will you help me?” Mitch breathed a sigh of relief, and said, “Thank God, it’s about time you come to terms with this. Of course I’ll help you.” The next day was Saturday. Everyone at school was busy preparing the whole place for the Halloween ball on Tuesday. Having completed our area of the hall well in advance, we decided to run off for an hour to the library, to see what we could find. As we walked in, I got an intense feeling of dread, almost as if by looking I was going to find something I didn’t want too. Shaking off the feeling, I carried on in to the library computer, and typed in my surname to see what would come out. Incredibly, there were more than 300 mentions of the name Charleston in that library. I decided to narrow it down a bit, and typed in Lovisa Charlton. This time there were only 4 mentions, the yearbook I’d checked out, and the one from the year before, a book called: “History of Magical Families in Aveda”, and one more under miscellaneous, which was simply marked: “Hers.” I clicked on it for more information, only to find that this book had never been checked out, and immediately, I just knew that it had to be something that had once belonged to my mother, and perhaps kept once she’d left the school, or perhaps checked in by a librarian who misguidedly hadn’t realised what it was or who it belonged to once .



Quickly I told Mitch which book code to use, and he summoned it for me. Mitch is a year older than me, so he’s knows how to do much more advanced spells than I . As the book soared into my hands, I saw that it was an increibly scruffy old book, as it had to be more than 20 years old. Carefully, I turned the page to find the words: “Diary of Lovisa Charleston, Keep Out!” I screamed, and dropped it. I couldn’t believe it was still here, after all these years. Mitch came running over, picked up the book, and sat down in shock. “M..M..Mia.. This is your mum’s diary?!” Rolling my eyes at him, I said: “Really? I hadn’t noticed.” He laughed, and then beckoned me to sit to down next to him, as he started to read. As he read through the first few pages of my mother’s diary, I immediately felt closer to her, almost as if she was telling me about it herself. It was such a teenager’s diary, she almost sounded like me in a way. Mitch and I sat in that library for nearly 4 hours reading through my mum’s diary, before anything of major interest came up. “Mitch, wait, what was that last part?” “It says that she succeeded in doing what needed to be done concerning Sienna Jones. What’s so intriguing about that?” “Sienna Jones is Cady’s mother, the one who’s been in that coma-like state since just after the birth of her daughter. I wonder what happened with my mother and her... and if it has anything to do with why Cady hates me so much?” Later that day, I tentatively knocked on Cady’s front door, having dropped Mitch off at home. As she opened the door and saw who it was, her eyes narrowed, and she said, rather rudely: “What do you want?” “Look, Cady...”, I said. “I don’t know what happened that made you hate me so much, but I think we need to sort it out, and then, I need talk to your mum.” Cady’s eye’s opened wide, and she stammered... “You mean... you don’t know? I can’t believe it. I thought you knew, you just didn’t care..” “What?!” I exclaimed. “What am I supposed to know?” Cady took me inside and told me to sit down. After I had, she started the story. “I can’t believe you don’t know? I thought someone would have told you. I hate you so much, because of what your mother did to mine. She put her in a sort of trance, she can’t speak, and she can barely move... She doesn’t even know who I am.”


I sat in a state of shock. “No...No... She couldn’t..She wouldn’t..” “Come and see for yourself”, said Cady. As I followed her through to the back room, I wasn’t sure what to expect. What I saw, was a normal looking woman, who almost looked asleep, not in a trance. I couldn’t believe it. I couldn’t believe that Cady had told me the truth, that my mother really had done this to someone. I ran out the room, and Cady followed me. “I’m so sorry, I had no idea” I told her. “I really thought you knew, I thought you knew why I hated you. Now I know you don’t know, I really can’t hate you,” Cady said. “Wait, isn’t there a way to break people out of trances like this? I’m sure I’ve read about it somewhere before,” I said. “Yes, like I haven’t thought of that , but you need to have enough people, it’s a minimum of 5 magical people though,” she replied. I had a sudden idea: “Think about it, we do have enough people. Me, you, Mitch, Katie, and your friend Clara? She’d do it wouldn’t she?” As Cady nodded her head, I saw the same plan forming in her head as I was in mine. We agreed that we’d spend tomorrow and Monday researching the spell, to make sure there were no risks to anyone involved, and to make sure we had everything we needed, and then on Monday night at 10.00pm, we’d perform the ritual. Monday came around quicker than I would have liked it too, but that’s life unfortunately. Soon, Mitch and I were knocking at Katie’s dorm room to pick her up to take her down to Cady’s, whilst we were all terrified. There were, as we’d discovered, a few risks. Firstly, we couldn’t be certain why my mother did this to her, so it could be something contagious, or psychological, or anything along those lines. Secondly, we had to do everything perfectly, or the spell would backfire, and place us all in the trance as well. Finally, her mother may not cope well to being released from the trance, so that could turn bad as well. But still, we had to take this chance. We had told Mitch, Katie, and Clara that they didn’t have to take part, that we would take the matter to the town’s elder’s, who could help us. However, they had all said that there was no way they were going to let us do this on our own, and that we must be crazy to think otherwise. Upon arrival at Cady’s, she opened the door, and whispered: “Mum’s more alert than I’ve ever seen her, I think she knows something’s going to happen. I need you to tie her down for me. I can’t bring myself to do it.” We’d


agreed tying her down would be the best thing to do, as there was a very high risk of Sienna hurting someone if she snapped out of it. As Mitch finished tying the last rope, I checked that all the candles and talismans were in place, and said, “Right, let’s do this.” As we all stood in a circle around Sienna’s chair, we joined fingertips, and lay our wands in a circle pointing towards her, you could hear a pin drop and it seemed like our hearts were beating so loudly in our chests that they would explode. As the clock struck 10, we all chanted the charm together, 6 times, as stated, and then watched in amazement as we all started to glow, as did Sienna, and our wands and fingertips shot out a silvery liquid, that all poured over Sienna as she started to writhe and scream. Exchanging shocked looks, me and Cady went to break the chain but were stopped by Mitch screaming: “NO! If you break the chain, you’ll doom us all! Beads of sweat dropped from my brow as we stayed in the chain for another 3 minutes, until Sienna slumped in her chair and we all fell to the floor unconscious. Lifting myself up from the floor I found that I was a weak as a kitten, I glanced at Sienna, who was struggling against her bonds. As she looked at me, she uttered the words: “Lovisa Charleston? It can’t be? I thought they would have sentenced you to death.” I jumped when she said that last part. “No, I’m her daughter, Mia Charleston,” I said. “You’re the daughter she gave up for me? What happened to your mother, Mia?” asked Sienna. “I have no idea, she disappeared the day after my first birthday. What do you mean by the fact that she gave me up for you?” I replied. Everyone else was still passed out on the floor. “Sit, child, and I shall explain,” she told me. I did as she asked unable to bring myself to check on my friends pulled into a tale of my mother and the prospect of what happened all those years ago. “Me and Lovisa were best friends all our lives. We did everything together. You’d never see one without the other. So when I was attacked and possessed by the demon, your mother gave up her entire life to make my life better. She put me in this trance, so as to contain the demon inside me. She knew that she could never tell anyone that she’d done it, as they would kill her, but she could never tell anyone why it was necessary, as they would kill me. So she gave up everything to help


me. We thought we could deal with it at first, without imprisoning anything, but we couldn’t. The demon was too strong. So, the day after your first birthday, she said goodbye to you, then she snuck back into the school, to leave the book there for you, knowing, hoping.that you’d find it one day. She then came here, we said our goodbyes, and she did this to me. She slipped away in the middle of the night, so as to keep her secret, and let me live out my days in peace, and tranquillity,” she explained. “I can’t believe my mum did that for you I said.”It proves she was a good person not a bad one as everyone has hinted at”, I turned around, and saw the others starting to stir. As I did, the clock chimed once to symbolise 11.30pm. “Wow, I said, we started this ritual nearly 2 hours ago,” I told her. “I know, I’m so proud of you kids, and my baby girl.. Though she’s not so much of a baby anymore! Still, at least I’ll be able to get to know my daughter again now that you have freed me of the demon,” she told me. “But we didn’t kill the demon” I said. “You... didn’t kill the demon? Get out, get out of here before the clock strikes midnight. At midnight, the demon will come out again, and kill us all. Go, take your friends, and go now!” she screamed. I ran to get everyone up. I quickly explained what had happened. Me, and Cady immediately said we weren’t going anywhere, but that the other 3 should go. Katie and Clara were pretty far out of it still, so we could lock them in the back bedroom without a fuss. We knew they’d be safe there. Mitch was more of a problem, as he was refusing to leave unless I came with him. We were still arguing about it when we heard the first strike of the clock, and we all froze. As the clock struck Midnight, I could see the fear in Sienna’s eyes widen, and her hands start to shake. Almost immediately, I saw the change in her. Her eyes flashed bright red, and she became agitated , and she was shrieking in pain as she ripped through the bonds we had placed earlier upon her with ease. Like a shot I ran forward to try and restrain her, as did Mitch and Cady, but before any of us could get a grip on her she’d thrown us as far as she could, and was screaming in some strange language that none of us could understand.



Mitch yelled at us: “There’s only one way to get a demon out, we’ll have to exorcise it! Spread the candles around, and try and do it conspicuously, I don’t think the demon speaks English! At least we can communicate!” Quickly and efficiently the 3 of us spread ourselves out with our wands, and start to chant in harmony. “It’s working”, Mitch yelled over to us, “Watch her face contorting, the demon’s fighting, but it’s no match for us.” As me and Cady watched in horror our body’s shaking like jelly leaving me fearing that my legs would give way just as we may need them , we watched her face separate in half, one a ghostly transparent colour, and one that was Sienna’s actual body. As we continued chanting in unison, the entire demon was pulled out of her body, took one look at us, and shrieked louder than I would have thought possible causing me to place my hands over my ears. “Don’t let go”, Mitch screamed so I returned my hands to the link. We continued to chant, getting louder and louder, as the demon screamed louder and louder until I thought my ear drums would explode. Suddenly, it stopped screaming, and started to curse us in every language known to man. “This is the final step, you know what to do!” Mitch yelled at us. Me and Cady joined hands, and then I grabbed Mitch’s as we sang the enchantment one more time, and then shot jets of light at it. It screamed, and then exploded in a burst of dust like particles. We all slumped to the floor, exhausted. “We did it, we did it!” Mitch cried! Cady crawled over to her mum, and started talking to her, relieved to have her back the joy and exhaustion showing on their faces. As for me, I just sat there and thought about my own mother, and wondered where she was now. I think it’s high time I tried to find her, now I know what she was really all about and the sacrifice she made....... PAIGE WILLIAMS 1º BACHILLERATO A PREMIO MEJOR RELATO EN LENGUA EXTRANJERA - INGLÉS




VENGEANCE

C’était un tout petit enfant, blond, les yeux clairs et l’air sympathique. J’avais la sensation que je le connaissais. C’était la neuvième fois que j’avais ce rêve. Tout à coup, l’enfant s’est mis à pleurer. Je me suis réveillée. Je m’appelle Sylvie, et j’ai 15 ans. J’habite avec mes parents, Claude et Michelle à une maison à Bordeaux. Ma vie a toujours été tranquille, mais maintenant je me fais un peu des soucis. J’ai des rêves étranges que je ne comprends pas, et je vois toujours cet enfant blond en pleurant. Mais malgré tout, je dois l’oublier et me concentrer à mes études parce que l’année prochaine, j’irai au lycée pour la première fois. Je pense à l’enfant pendant le jour, parce qu`il est familier pour moi. C’était un tout petit enfant, blond, les yeux clairs et l’air sympathique. Ce rêve encore une fois. Mais cette fois-ci c’est différent. Il ne pleure pas. Il devient un adolescent de 15 ou 16 ans. Il est très, très semblable à mon père. Le fils dit: ‘C’est ta faute. Tu es la coupable de tout ce qui m’est arrivé, et je me vengerai’. Je commence à sentir que je m’étouffe. C’est une sensation très désagréable, et je ne sais pas quoi faire… Je vais mourir… Je me réveille, encore avec la sensation que je m’étouffe. Cette situation est très étrange et difficile. Qui est-il? Pourquoi est-il semblable à mon père? Et le plus important, pourquoi veut-il me tuer? Je suis très effrayée. J’ai été au collège. Pour quelque raison, je retourne seule chez moi. Je ne sais pas où sont mes amies, et la rue est déserte. Étrange… Je marche et je trouve une impasse. C’est curieux, parce


que je retourne chez moi tous les jours et je vais par cette route. Quand je tourne, je vois que je suis enfermée entre deux murs. Je crie. Je crie plus fort. Et le fils de mon rêve apparaît. ‘Tu ne peux pas échapper. Tu vas mourir maintenant.’ Je ne comprends pas pourquoi il veut me tuer. ‘Pourquoi tu veux me tuer? Je n’ai rien fait!’. Il rit. ‘Tu es sûre? Je suis ton frère, et je suis mort de ta faute!’ Je ne peux pas le croire. ‘Je n’ai pas de frères! Je suis fille unique!’ Il rit encore une fois. ‘Tes chers parents mentent. Je suis ton frère Bruno, un an plus grand que toi. Tu tombais malade toutes las semaines, et quand ils te soignaient, ils ne me regardaient pas. Un jour, la porte a été ouverte, et j’étais seul. Une voiture m’a tué. Et maintenant ils continuent leurs vies sans me rappeler. Je vais te tuer pour la vie que tu m’as enlevée.’ C’est incroyable !!! ‘Je me sens très mal pour toi, mais ce n’est pas ma faute’. Il me regarde avec le visage triste. ‘Oui, je vais te tuer, je te déteste.’ Je commence à sentir que je m’étouffe, mais cette fois-ci c’est réel. Je ne peux pas parler. Je meurs. Un jour après, la police cherche une fille appelée Sylvie. Ses parents ne la voient depuis le matin dernier. Ils trouvent une étrange note dans une rue. Elle dit : Chers parents, Claude et Michelle: Je suis désolé de la mort de ma soeur, mais je devais la tuer pour la vie qu’elle m’a enlevée. J’espère que vous pourrez continuer votre vie sans souci, comme vous l’avez fait sans moi. Bruno.

ANA CRISTINA GARCÍA PREMIO MEJOR RELATO EN LENGUA EXTRANJERA FRANCÉS


DÉJÀ-VU Charlotte est rentrée de chez ses parents. Elle n´a jamais aimé voyager la nuit. Les routes étaient sombres. Il n´y avait personne…mais cette nuit elle n´avait pas d´autre choix que de faire un voyage en voiture. Elle a réglé la musique pour jouer avec le silence. Soudain, la radio a émis un bulletin d´information: -Un meurtrier en série dangereux s´est échappé de la prison, s´il vous plaît, soyez très prudent. Il commençait à pleuvoir et elle est tombée sur une jeune femme qui faisait auto-stop. Elle a arrêté la voiture. -Allez-vous á Auzon?, a demandé la fille. -Oui, montez derrière. –Quand celle-ci est montée la femme a eu une impression de déjà-vu. Sur le chemin, Charlotte a essayé de discuter avec elle, mais elle n´était pas très bavarde. Alors que Charlotte conduisait, un homme enlevait les vêtements d´une femme qu´il avait tué et s´apprêtait à assassiner. ANDREA

LA FOLIE J ‘ai la sensation que tout le monde me poursuit et me regarde. Si je vais au cinéma, tout le monde me poursuit. Si je fais les courses, tout le monde me poursuit. Je me demande pourquoi? L´autre jour, je suis allée à Malaga et aussi tout le monde me poursuivait. Je ne sais pas si c´est mon imagination ou c´est réel ! Que dois je faire ? À gauche, à droite, devant, derrière, tout le monde me poursuit ! Maitenant, je me rends compte que personne ne me poursuit, ce qui me poursuit, c´est uniquement mon ombre !!!

SUNY MARIN MAURA 4ºB "Bonjour",m'a-t-elle dit gentiment avec un sourire sur son visage. Tout d'un coup elle s'est evaporée inexplicablement... Je l'ai cherchée autour,mais je ne l'ai pas trouvée. Les jours suivants je n'arrêtais pas de penser à cette étrange jeune. Jusqu'à ce qu'un jour je l'ai trouvée. Elle a apparu sur la première d'un journal. Elle avait tué une personne après avoir volé une banque. Je suis resté impresionnée. Jusqu'à ce qu' un jour, je l'ai vue,mais cette fois-ci je n'ai pas eu tellement de chance... Le lendemain, j'ai apparu sur la première du journal. IRENE VILLASCLARAS


ALL SOULS In my town there is a street called "All Souls" because people who live there say that some nights they can hear and see a group of women dressed in black singing. Older people say you can ask for something and do something good to pay them. But if you ask for something and do not keep the promise then they will seek out and scare you. October 12th is a holiday in my country, the Spanish celebrate the day that Columbus discovered America. That day, all the Spanish take to the streets to watch the military parade, fireworks and people eat and drink until dawn.


My story begins October 12 in a town of Andalusia called Nerja. The party started in the morning and I spent the whole day singing and dancing with my friends. At night we were eating and drinking. I rarely drink alcohol but it was a holiday and drank some wine and some beer. It was late and I was very tired then I said goodbye to my friends and I went home. The streets were deserted and only heard a few cats. To go to my house there are two ways, the long way street bypasses "Animas" and the shortcut does pass by. I was very tired and somewhat dizzy from the alcohol and that is why I decided to take. At first I was afraid but I could not help thinking of the stories I had been told.


Around the corner I was paralyzed, I started to sweat and my hands were shaking. Before me were a group of women who walked. I started running with my eyes closed until the end of the street. While shouting my name sounded like. When I reached the end of the street I looked back and saw very scared Oh my God, what a shame! They were my mother and her friends that go every morning to walk to lose weight.

RUBÉN GÓMEZ PÉREZ 1º BACHILLERATO B


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