La luna de dos maneras

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La luna de dos maneras © Jorge Luis Peña Reyes En las voces de: Asunción Carracedo María García Esperón unvuelosinpasaje.blogspot.com Cuba-España-México, 2011

Producto cultural sin fines comerciales


Mientras espero la luna abuelo siempre me cuenta:



Cuando
la
tierra

era
chica
 y
la
luna

era
doncella,
 la
segunda
se
cansaba
 de
acompañar
las
estrellas; siempre
tan
fría,
tan
sola,
 siempre
alejada
y
ajena de
todo
cuanto
ocurría acá
lejos,
en
la
tierra.
 Cada
una
por
su
rumbo
 giraba
como
las
ruedas,
 perdidas
en
el
espacio
 sin
saludarse

siquiera.


Reconciliación

En
una
noche
de
eclipse con
la
galaxia
de
fiesta después
de

pocas
palabras
 se
escucharon
confidencias:
 ‐Perdón,

 ‐No
importa,

 ‐Te
quiero

 y
se
abrazaron
serenas

 como
si
allá
en
el
principio


 el

mismo

abuelo

meciera

 en
un
enorme
sillón


 a
estas
dos

niñas
traviesas.


 Al
final,
dijeron

ambas:
 somos
un
dúo
de
reinas:
 hagamos
trato
las
dos

 e
intercambiemos
riquezas...


Regalos

Y
quedaron
amistadas
 prima
luna
y
prima
tierra:
 La
tierra

entonces
lució

 una
larga
primavera

 colmada
de
luz,
de
velos,

 de
pájaros
y
de
perlas.


 La
luna

quiso
llevarse

 un
ramo
de
flores
nuevas
 y
a

cambio
de

su
relumbre
 Tierra
brindó
una


parcela
 con
las
flores
que
su
prima

 insistente
le
pidiera.


Los
intrusos
 Lo
que
nadie
imaginó
 —
para
colmo
de
sorpresa
—
 fue
que
al
fondo
de
la
loma
 dos
ratones
existieran
 durmiendo
plácidamente
 en
su
cálida
caverna.
 Despertaron
en
el
cosmos
 y
al
salir
de
su
trinchera
 ¡qué
raro
estaba
el
paisaje!,
 repleto

de
luces
sueltas
 que
escapadas
como
peces
 cruzaban


la
mar

inmensa.

 
 Dos
ratones
en
lo
alto
 jugaban
a
ser
planetas.
 Dos
ratones
en
la
luna
 (¿en
la
luna
de
Valencia?)


Guerra

A
la
hora
del
almuerzo

 y

ya
con
hambre
de
fieras

 salieron
de

recorrido,
 y
no
encontraron
ni
piedras.
 Coincidieron

en
comerse

 las
pocas

flores

violetas
 que
lucían
en
el
techo

 de
su
cálida
vivienda.


 Cuando
todo

lo
comieron


 les
supo
amarga
la
arena
 y
empezaron
los
mordiscos

 los
insultos

y

la
guerra.
 Y
las
hambres
continuaron,
 y
añoraban
las
despensas...


Convenio

Luego
de
mucho
pensar
 entregáronse

a
la
siembra,
 (se
hicieron
vegetarianos)
 y
plantaron
flores
frescas

 con
las
escasas
semillas
 que
tenían
de
reservas.
 
 Quedó
la
luna
partida

 en
dos
porciones

gemelas
 y
en
cada
mitad
de
luna
 una
patria,
una
bandera,
 dos
farolillos
dispersos,
 cuatro
angustiadas
orejas.


El
centinela

Acá
en
la
tierra
vivía

 un
gato
que
era
poeta
 y
encima
de
los
tejados


 soñaba

con
las
estrellas:
 esos
buenos

pececillos


 de

parpadeantes
aletas.
 Pero
la
luna,
¡la
luna

 era
su
pasión
primera!

 Tan
intrigado
quedaba

 al
ver
su
cara
incompleta
 que

mil
preguntas
tenía
 sin
una
sola
respuesta.
 ¿Por
qué
vuelve
tan
delgada?

 ¿Por
qué
no
está
como
era,
 si
en
las
noches

parecía
 una
encendida
moneda?


Indiferencia

Mas
a
los
gatos

vecinos
 les
dio
lo
mismo
que
fuera
 una
uña
en
el
espacio,
 o
una
blanca

panetela...
 ¿Para
qué
sirve
la
luna
 si
la
noche
siempre
llega?
 —
le
decían—

y
el
minino

 sse

moría
de
tristeza.


El
plan

Mas
el
gato
era
romántico

 y
se
buscó
una
escalera,
 una
novia,
un
telescopio
 y
se
plantó
en
la
azotea

 del
edificio
más
alto

 del
que

noticias
tuviera.
 Allí

armó
su
observatorio,
 allí
besó

a
su
princesa...

 
 













































Y
nacieron

luces,
puentes
 del
beso

hasta
las
estrellas.

 En

la
silla

de
la
noche

 se
sentó

la
luna
quieta,

 con
sus
atuendos
de

oro

 y
la

mirada
de
seda


El
encuentro

Cuando
llegaron,
por
poco



 surge
la
segunda
guerra;
 entre
los
gatos
románticos

 y
los
ratones
que
eran

 los
primeros
pobladores


 de
aquella
lámpara
inmensa.
 Los
gatos
se
pertrecharon

 de
mil
o
dos
mil
poemas,
 mas

los
ratones
huidizos

 no
presentaron
defensa;
 con
sus
patas
excavaron

 millón
y
medio

de
cuevas.


Levantaron
tanto
polvo

 en
su

incansable
carrera

 que
nadie
más
vio
la
luna
 por
una
semana
entera.
 De
los

cielos
se
colgaba


 una
gran
pelota
hueca,
 una
pálida
burbuja,
 una
fruta
macilenta.

 La
gente
temía
mucho
 a
causa

de
las
mareas
 y
en
el
mundo
las
noticias
 eran
lamentos
y
penas.


Paz

Pero
un

día
los
rivales

 resolvieron

una
tregua:

 Moribundos

y
transidos


 se
sentaron
a
la
mesa.
 Nada
ofrecieron

los
gatos

 más
que
un
plato
de
poemas

 y
los
ratones,
semillas

 tallos
y

lechugas
frescas.

 Hubo
diálogo
de
paz:
 Canto,
risa,
brindis,
fiesta.
 Desde

entonces
viven
juntos.

 (de
vez
en
cuando
pelean,

 pero

todo
se
termina

 alrededor
de
la
cena)


Por
eso

Lejos
parece
la
luna

 un
queso
lleno
de
huellas
 y
a
causa

de
los
ratones

 los
mininos
se

desvelan.

 De
madrugada

los
perros


 aúllan,
pues
les
molesta

 que
los
gatos
de
la
luna

 canten
aún
sus
poemas.



 Puedes
llegar
a
la
luna

 al
menos,
de
dos

maneras:
 Con
un
telescopio
enorme

 de
los

que
usa
la
ciencia
 y
con
un
beso
de
amor

 bajo
la
noche
más
negra.


Esto
me
cuenta
el
abuelo
 mientras
la
luna
no
llega.



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