El Caleidoscópico. El último ciclo económico

Ante la gravedad de los hechos producidos en un PAU hermano ( con menos abolengo cierto, pero también de caravista) se convocó una reunión outdoor.

Outdoor quiere decir que no hay techo, así que tras pagar el canon correspondiente a los Latin King de la zona VPO , nos dejaron acceder a su cancha de baloncesto.

Una vez allí reunidos empezamos a fumar, a hablar a voces y a comer pipas mientras esperábamos la llegada del Consejo de Viejunos.

Yo me senté en el suelo, al final de la cancha, porque temo que descubran que tengo emociones y no procedo de una vaina, y me linchen entre todos. Un salchicharrense que llevaba un corte de pelo con forma de cenicero me preguntó, al verme con el bebé, qué iba a hacer con los 2.500 euros que da la Aguirre por cada cabezón. “ Comprarme una televisión de plancton de 50 pulgadas…” dije con aire chulesco. Mostró su aquiescencia rascándose un sobaco y se sentó a mi lado. Suspiré aliviado.

Empezó el aquelarre . Un pasapisero sin escrúpulos , capaz de hacerse una flauta con los huesos de su madre, inició el orden del día : Convertir Salchicharro en paraíso fiscal. Igual que Mónaco , dijo una señora con un peinado que eclipsaría al de María Jiménez.

Buena idea, dije yo, así en cada habitación podemos domiciliar una empresa y ser cada vez más ricos. O como Gibraltar , dijo otro.

Yo pensé que en Gibraltar hay monos, y en los bosquimanos y en los palulús, pero no moví un músculo facial.

Unanimidad. Voto a la búlgara. Mano alzada. Dios, que rodales…

Segundo tema. Rebajas en Checheña.

El silencio se podía cortar con un cuchillo. De repente , una señora de la que decir que tenía sobrepeso sería una lisonja refitolera, se levantó , miró hacia el cielo, sus ojos se pusieron en blanco….y fue poseída por el orisha de Rafael Hernando. “ A pomba gira….A pomba gira….” Repetía girando como una peonza. Yo , calibrando mentalmente , el peso de sus lorzas y la resistencia de sus atrofiados miembros, calculé que superaría su umbral anaeróbico y empezaría a supurar ácido láctico por las orejas en pocos segundos.

Otra gorda, más fácil de saltar que de rodear, se puso a bailar a su lado. Se parecían como dos gotas de güisqui. Y tenía unos pechos , que de haber estornudado , se habría dado una voltereta.

Aquí no pueden bajaaaaar….! . Gritó un oriundo, al que he visto más de una vez usar las planchas de salmón ahumado del Caprabo como si fuesen la espaldera de la chupa de un motorista pero metidas en su polar quechua de diez euros en decathlon.

NO PUEDEN BAJAR. Dijeron todos a la vez.