El Caleidoscópico. El último ciclo económico

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Nixon declaró la inconvertibilidad del dólar en oro, y terminó de manera unilateral pasándose por la bolsa escrotal el acuerdo de Bretón Woods. Las consecuencias de ese fatídico día fue que todos los países (que podían) comenzaron a acumular dólares, como una expansión del crédito de Estados Unidos que avanzaba sin freno y ahora sin las restricciones impuestas por Bretón Woods. El resto del mundo se vio obligado a acumular reservas en dólares y estas reservas tenían que ser siempre crecientes, dado que a la menor señal de que las reservas de un país caían, se despertaban los especuladores monetarios que podían atacar la moneda de ese país y destruirla con una fuerte devaluación. Para que los modernos centros financieros offshore ( en paraísos fiscales ) entraran en escena hacía falta la aparición previa de un andamiaje institucional que permitiera mantener cuentas "privadas" en dólares fuera de EEUU y fuera de las regulaciones financieras de EEUU. Esta "privacidad" quería decir opacidad ,cuentas numeradas bajo secreto bancario. El mercado de eurodólares apareció durante la guerra fría. A finales de los 50 la Unión Soviética necesitaba mantener cuentas en dólares para sus operaciones comerciales con el resto del mundo , pero tenerlas en cuentas de bancos situados dentro de EEUU podía ser arriesgado si se tomaban represalias por parte de USA (como las que sufrieron las cuentas iraníes tras la caída del Sha) . Los bancos ingleses, siempre al servicio de la humanidad y desdeñosos de las jugosas comisiones a deducir, se prestaron al negocio abriendo cuentas denominadas en dólares fuera del alcance de las regulaciones norteamericanas, en sucursales creadas especialmente para ello. El parnaso de los poetas. El paraíso fiscal de los potentados. Había nacido el mercado de eurodólares. Pronto fueron las mismas empresas norteamericanas las que cayeron en la cuenta de lo provechoso y patriota de mantener cuentas en dólares al margen de las regulaciones de su gobierno. Los mismos bancos norteamericanos establecieron sucursales con cuentas secretas numeradas en Londres y en otros centros financieros para seguir abrevando en el lodazal del dinero. La ventaja de estas sucursales offshore era que los depósitos en dólares acumulados quedaban al margen de las regulaciones monetarias de la Reserva Federal, no requerían crear reservas legales adicionales en el banco matriz y podían prestarse a tipos de interés al margen del sistema de la Reserva Federal. Cuando las autoridades monetarias norteamericanas establecieron los controles en los movimientos de capitales en 1964 para corregir el déficit de su Balanza de Pagos y frenar la caída del dólar (que se desangraba por los costes del NAPALM sobre los vietnamitas), los grandes bancos norteamericanos disponían de dólares no sometidos a estas regulaciones que pudieron prestar a las multinacionales norteamericanas que querían evitar aquellas restricciones para aumentar su tasa de beneficio. El desregulado y opaco mercado de eurodólares era un acicate del mayor atractivo para atraer a los capitales de origen dudoso o inconfesable y financiar el déficit de EEUU. Todo vale para el caldo del asilo. Una vez los EEUU eliminaron los controles de capitales en 1974 las transnacionales norteamericanas empezaron a financiar sus operaciones a través de este mercado.


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