Revista 2384 Nº4

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ABRIL JUNIO 2013

TEXTOS

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EL LARGO CAMINO DEL INGLÉS “A LA AFRICANA” EN LA EDICIÓN OCCIDENTAL1 JEAN-PIERRE ORBAN

Traducción de Ignacio Vitórica

Edición y corrección de Sergio Colina Martín

PARTE I: HARARE NORTE, DE BRIAN CHIKWAVA, CINCUENTA AÑOS DESPUÉS DE EL BEBEDOR DE VINO DE PALMA, DE AMOS TUTUOLA En 2009 la editorial británica Jonathan Cape2 publicó en Londres la novela Harare North3, del zimbabuense Brian Chikwava. Antes de entrar de lleno en la escritura novelesca, Chikwava había ganado el Premio Caine 2004 por un cuento, Seventh Street Alchemy, publicado en 2003 en Zimbabue por Weaver Press4, una editorial que, contra viento y marea, continúa publicando a autores locales desde la misma capital de la nación, sacudida por el prolongado fin del régimen de Robert Mugabe. Prueba de esta perseverancia (cuando no obstinación), la colección en la que apareció el cuento de Chikwava se titula Writing Still5 (Aún escribiendo, Continuar escribiendo o, incluso, Escribiendo a pesar de todo). Esta colección de cuentos, recopilados por la propia directora de la editorial, Irene Staunton, fue sucedida, dos años más tarde, por otra de título similar: Writing Now6 (Escribiendo Ahora). El Premio Caine (Caine Prize for African Writing) fue creado en 2000 y adquirió notoriedad muy rápidamente gracias, fundamentalmente, a la calidad de su patronato (constituido por los cuatro premios Nobel de origen africano hasta hoy7) y de su jurado, que se renueva cada año. Entre los escritores que han formado parte del mismo destacan J.M. Coetzee, Abdulrazak Gurnah8 o (más cercana al público francófono) Véronique Tadjo9. Hoy en día, en ocasiones se le conoce como el Booker Prize (el equivalente británico del Premio Goncourt francés) de la literatura africana. Su originalidad principal reside, sin duda, en concederlo a un cuento. Antes que consagrar a un autor ya reconocido o que ya ha conseguido publicar su primera novela10, el Premio Caine permite descubrir nuevos talentos (sobre todo en los propios países africanos) que algunas veces, además, se han estado moviendo por circuitos no tradicionales. Tanto es así que el premio de 2002, por ejemplo, fue otorgado a un relato del keniano Binyavanga Wainaina11, que había sido publicado en Internet12. Ciudades vistas en un espejo roto En 2004, cuando Brian Chikwava ganó el Premio Caine, hacía ya algo de tiempo que estaba instalado en Londres. Había dejado Zimbabue, donde se dedicaba a la escritura pero también a la música, como intérprete de jazz o en conexión con las artes visuales. Al emigrar (o más bien al llegar a Gran Bretaña, dado que cursó estudios superiores en Bristol), Brian Chikwava cambió de universo, aunque sus dos universos, el Sur y el Norte, siguieron uno frente al otro, como en un espejo. Su cuento Seventh Street Alchemy recoge de manera hechizante el choque de diferentes destinos en Harare: una prostituta reincidente y su hija, un músico, una funcionaria y su marido infiel. La trama se desarrolla de una manera casi cinematográfica, como en un plano picado, con situaciones que discurren de forma casi simultánea (o, en cualquier caso, de manera concentrada en el tiempo) y con una conexión entre itinerarios personales casi fortuita. Este método, clásico en el cine, ha tenido


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