Literatura griega

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La leyenda del vellocino de oro A lo largo del festín se cantaron varias canciones sobre grandes hazañas de héroes como Belerofonte o Perseo. Pelias preguntó entonces a su sobrino qué hazañas había realizado. Ante la respuesta negativa del sorprendido muchacho, el rey usurpador le dijo que le sorprendía que un joven de sus aptitudes no hubiera realizado ninguna proeza, pero, eso sí, estaba seguro que lo conseguiría en el momento en que se lo propusiera. Mientras hablaba, animaba al joven a beber. Y entonces los músicos recitaron la historia del vellocino de oro. Contaba la leyenda que el célebre carnero, cuya lana era dorada, era un animal dotado de inteligencia y de la facultad de volar. Frixo y Hella, hijos de Néfele y Atamás, se montaron en él para huir del maltrato que recibían de Ino, su madrastra. El carnero había sido enviado por Zeus, y debía transportar a los hermanos hasta la Cólquide, donde reinaba Eetes. El carnero sobrevoló tierra y mar; la joven Hella, asustada por las olas que rugían abajo, tuvo vértigo, perdió el equilibrio y cayó en una porción de mar que desde entonces se conoce como el Helesponto. Frixo llegó sano y salvo, y en agradecimiento a Zeus sacrificó al carnero y colgó el vellón de oro en un árbol. Cantaron los vates que el vellocino de oro fue convertido en el talismán de prosperidad y poder por el dios de los dioses. Pelias sugirió que era una lástima que nadie se atreviera a ir hasta el bosque de Ares en busca del vellón. Envalentonado, en parte por los efectos del vino, Jasón declaró que él mismo iría por aquel vellón, pensando que, de este modo, su tío se daría cuenta de su valor y le respetaría como hacía con todos aquellos héroes. Y Pelias, secretamente, se congratulaba de que su sobrino fuera tan estúpido como para haber caído en esa trampa de la cual, esperaba, no volviera jamás.

Los argonautas Lo primero que hizo fue visitar el templo de Hera en Dodona y ofrecerle un sacrificio para que le protegiera en su viaje. El oráculo de Hera, un roble parlante, le ordenó que construyera un barco de madera de pino del monte Pelión y que tomara una de sus poderosas ramas para tallar una cabeza que debía ir en la proa del barco. Cuando Jasón acabó de tallar la cabeza, ésta le habló, aconsejándole que pidiera a Argos, el tespio, que le construyera una nave de cincuenta remos. Así lo hizo Jasón, y el barco recibió el nombre de Argo (que significa navegante veloz) como agradecimiento al tespio Argos por su trabajo. Rápidamente se corrió la voz de lo que Jasón se proponía y pronto se formó la tripulación que recibió el nombre de Argonautas. No todos los mitógrafos se ponen de acuerdo en nombrar a los cincuenta argonautas, pero sí que podemos asegurar que todos ellos eran los hombres más valientes de Grecia. Para acelerar su viaje, Hera prohibió a Eolo que ninguna tempestad les hiciera daño. Gracias a la narración de Apolonio de Rodas, podemos reconocer el recorrido de estos aguerridos argonautas. En primer lugar, llegaron a la isla de Lemnos. Hacía un año que los hombres de Lemnos habían repudiado a sus mujeres bajo el pretexto de que apestaban, y habían convertido en sus concubinas a unas muchachas tracias que habían raptado. La pestilencia era el resultado del castigo que les impuso Afrodita por no rendirla el culto requerido. En venganza, las Departamento de Griego 2010/2011

Grecia y su legado

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