Literatura griega

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en la medida en que puede entrar en conflicto con los dioses. El hombre domina con su habilidad el mar, y cultiva la tierra. No deja de ser curioso que Sófocles hable de la tierra recorrida por los arados como de una diosa. Es una muestra más del conflicto del hombre con la divinidad. En un expresivo oxímoron nos dice que el hombre desgasta lo que es inconsumible. Sigue insistiendo luego en las habilidades del hombre como cazador y pescador de toda clase de animales, a los que también domestica. Aparece otro oxímoron que pone de manifiesto las contradicciones de la actuación del hombre sobre la naturaleza. El toro es indomable pero lo doma. En esta primera parte del estásimo, Sófocles nos presenta, pues, al hombre como dueño de la naturaleza. Los rasgos atribuidos a la civilización son: el dominio del mar (navegación), de la tierra (cultivo), y de los animales salvajes (caza). Pero también actúa en cierto modo en contra de la naturaleza. Cansa a la tierra que no se cansa. Domina al animal indomable. Hay una cierta alarma (muy moderna, por otra parte) sobre ese poder que parece trastocar el orden natural de las cosas. Es la ambivalencia de deinov" hábil y peligroso. Pero no nos engañemos, no se trata de una visión ecológica; eso es anacrónico. El hombre aún no había destruido la naturaleza tanto como para darse cuenta de que es un peligro para ella. Es más bien el miedo a la alteración del orden natural de las cosas (un orden en el que, para los antiguos, se incluye el mundo religioso, no lo olvidemos) de lo que aquí se trata. No todo es el poder del hombre. Hay fuerzas de la naturaleza (como la religión, el trato con los dioses de abajo) que no deben olvidarse. En la segunda parte del estásimo, explicita el poeta los elementos básicos del progreso humano, lo que distingue al hombre del animal: el lenguaje, el raciocinio, la civilización en las costumbres y la capacidad de defenderse del medio natural hostil (construir casas). Pero la antítesis «infinitos recursos» y «sin recursos» abre de nuevo paso a la ambivalencia. Y se manifiesta una limitación fundamental a la acción casi todopoderosa del hombre: la muerte. Aquí le fallan los recursos y posibilidades que dependen de sí mismo. Un nuevo oxímoron («la huída de enfermedades sin remedio») insiste en la ambivalencia de la acción humana. Por fin, Sófocles se refiere al aspecto moral, un aspecto que no era relevante en la visión «progresiva» de los sofistas. Las capacidades maravillosas del hombre pueden ser bien usadas o mal usadas (de nuevo la ambigüedad de la palabra deinov"). Si las emplea bien, la ciudad lo encumbra. Si las emplea mal, la ciudad lo expulsa. La ciudad es el ámbito no-animal, el más característicamente humano, no lo olvidemos. El buen empleo de los recursos de que dispone el hombre civilizado hace que sea especialmente honrado. El mal empleo de sus habilidades provoca perder la condición de hombre que vive en la ciudad.

Departamento de Griego 2010/2011

Grecia y su legado

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