Creciendo Juntos - Anuario 2009

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A continuación presentamos un breve ensayo respecto a la pastoral juvenil por parte de un integrante del Departamento de Catequesis del Colegio Sagrado Corazón de Jesús.

Adelgazamiento simbólico y crisis de transmisión de la fe en la pastoral argentina. Una mirada a la pastoral juvenil Realizar un abordaje sistemático respecto a la dimensión simbólica de la fe y la problemática de la transmisión en el contexto actual de la Iglesia Argentina implica numerosas dificultades. En primer lugar, la vastedad de experiencias que se realizan en la inmensa geografía del país. Por otro lado, nos encontramos con el deficiente registro de lo que se va realizando. Lo anterior, en cierta forma, nos obliga a realizar una suerte de “ingeniería inversa”: suponer procesos evangelizadores a partir de diversos resultados pastorales. No es el objetivo de este ensayo introducirnos en problemáticas propias de la Epistemología o la metodología de investigación en las Ciencias Sociales, sencillamente constatar la ausencia de instancias eclesiales dedicadas a la construcción de una mirada rigurosa acerca de las actividades pastorales de las Iglesias particulares en Argentina. Sin embargo, los problemas señalados también suponen ciertas ventajas. En primer lugar, al no existir un macro abordaje generalizado, estamos obligados a confrontar con los detalles particulares. Es decir, estamos menos propensos a que nuestra mirada sea fagocitada por análisis de instancias superiores. En segundo lugar, debemos remitirnos a estudios específicos que probablemente problematicen nuestra mirada y cualquier tentativa implícita de generalización a partir de producciones secundarias. De acuerdo a lo anterior, voy a centrar mi análisis en el campo donde mayor experiencia tengo: la pastoral escolar. Reflexionaré en torno a mi experiencia pastoral con jóvenes que cursan los últimos años de la educación formal obligatoria en el colegio Sagrado Corazón de Jesús de Hurlingham. Cuando se aborda cualquier experiencia de la pastoral juvenil, es conveniente situar dicha actividad en un marco de largo plazo. Quiero decir, cualquier instancia de pastoral juvenil, es una pastoral que -explícita o implícitamente- se convierte en una pastoral de futuros adultos. En sí misma, no tiene un sentido más que transitorio; aunque -implícita o explícitamente- se plantee lo contrario. Conscientes de dicha transitoriedad, encontramos que numerosas experiencias que apuestan a la transmisión de la fe a jóvenes se desvanecen a los pocos años. Jóvenes de fe viva, al cabo de unos años, abandonan cualquier práctica sacramental y deciden seguir adelante -manteniendo ciertos valores evangélicos o no- pero más allá de cualquier vínculo formal con la Iglesia católica. Sean experiencias de misión solidaria, retiros de impacto, encuentros multitudinarios, etc. No parecen ser experiencias de fe que devengan en una inserción eclesial más allá de cuatro o cinco años. ¿Qué explicación encuentro a esto? Me parece que una de los nudos que permiten echar luz al asunto es la dificultad para cultivar la interioridad de los responsables pastorales; y los escasos hábitos que se proponen a los jóvenes en dicha linea. Hábitos que deben responder a una búsqueda concreta (del jóven) y ser asumidos como caminos de búsquedas, suficientemente maleables para su adecuada “rectificación juvenil”. A través de una metáfora algo vulgar: no debo darles la torta hecha a los jóvenes, seguramente estarán repletos de postres desde los más diversos ámbitos. Tampoco mi receta, probablemente les guste cocinar de otro modo. Si les ofrezco la receta con los ingredientes, seguramente se ani-

men a cocinar, a re-inventar, a compartir y a gustar de la propia experiencia de Dios. El problema es que tengo que estar dispuesto a que alguien violente mi receta. A que alguien me violente y, peor aún, me haga perder todas las seguridades respecto a que mi receta era la más rica y tal vez necesite cambiarla. Una frase ejemplificadora me invade para profundizar en esta línea. -

“Me siento raro, no sé qué me pasa”, señala algún joven.

Ante el presente enunciado -si es que en algún momento se construye un espacio de intimidad suficientemente cálido para que alguien encuentre la confianza necesaria para admitir la incertidumbre- se presentan varias alternativas: -

se evita confrontar con ello; se continua con “el programa”;

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o se explica: “yo sé lo que te pasa, sos un adolescente y bla, bla, bla” y se archiva (nos más preguntas al respecto). “Respuestismo” hacia afuera.

Difícilmente se proponga buscar (¿crear?) palabras para apropiarnos de los propios sentires. Es oportuno preguntarnos nosotros también. A nosotros como formadores, dirigentes, tutores... ¿qué nos pasa? -

Se evita confrontar con ello... (hay que seguir trabajando);

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o se explica (nos servimos de respuestas hechas) y se archiva (nos más preguntas al respecto). “Respuestismo” hacia adentro.

Todo esto hasta que nuestro entorno nos sugiere desembocar en alguna terapia psicológica o algún libro a modo de autoayuda. Me parece sintomático que muchísimos agentes de pastoral cuenten con un bagaje discursivo repleto de infinidad de anécdotas de santos, cuentos para reflexionar, versículos bíblicos, frases hechas, etc.; pero dispongan de un puñado de palabras para hablar de sus sentires y pesares. Aún la propuesta más atractiva y fértil desaparece en tres o cuatros años ante la imposibilidad de engendrar hábitos de interioridad. Las propuestas que instituyen hábitos, lo hacen desde este “respuestismo” que necesariamente es interpelado ante la diversidad de búsquedas que el mundo manifiesta. Como resolución, se cierran sobre sí mismas; y dicho cerrarse le impide adaptarse a los cambios generacionales, por lo que también se desvanece: no en 4 o 5 años, sí en 15 o 20. En segundo momento, debería pensarse a fondo la (im)posi-bilidad de generar estructuras de contención totales. Esto da pie al otro punto en que quiero detenerme. La otra cara de la dificultad de la transmisión generacional de la fe, es lo que llamamos “adelgazamiento simbólico”. Entiendo por ello, la progresiva pérdida del infinito más allá del símbolo. Algo así como una notable reducción del abanico de posibilidades detrás de un significante religioso. Desde la misma perspectiva que el punto anterior, intuyo que dicha reducción se relaciona directamente con la imposibilidad de poner palabras a nuestro acontecer efectivo. Al ver-

se mermado nuestro universo de comprensión, toda la capacidad creativa del joven tiene un anclaje discursivo muchísimo más estrecho que sesga cualquier tentativa de significados “inter-textuales”. No creo que la dificultad sea engendrada por el “discurso único” de sentido, -una mirada al uso de Internet por parte de los jóvenes basta para refutarlo- o la ausencia de “abordajes sistemáticamente diversos” -creo que la escuela moderna ha avanzado muchísimo en ello-; me parece que el déficit se encuentra en la limitación por parte de la estructura lingüística para engendrar el refinamiento de nuestras afecciones. Concluyendo, mi lectura centra las limitaciones de las propuestas pasto-rales para los jóvenes en tres elementos: -

nuestra carencia para transmitir la necesidad de búsqueda de hábitos de interio-

ridad (no las respuestas a esas búsquedas), -

la resistencia a compartir la construcción del discurso religioso (y la consecuente incertidumbre que genera);

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y la pérdida de palabras (junto a la potencialidad que engendra como desarrollo de la propia personalidad) para aprehender el hecho religioso. Ensayo, abril de 2009 Carlos A. Crespo1 lvccrespo@gmail.com

1 Catequista. Próximamente Sociólogo. Su área de interés gira en torno a la historia de la Iglesia argentina, la relación Iglesia – Estado, la sociología de la cultura y la educación. Hincha de Racing.

Seguridad Vial en el Sagrado La situación respecto de la seguridad vial en el mundo y en nuestro país es preocupante. Como consecuencia de accidentes automovilísticos en la vía pública, cada año mueren muchas personas, especialmente jóvenes que a muy temprana edad truncan sus vidas por no haber tomado las medidas de prevención necesarias. También sabemos que las consecuencias de esta situación no son sólo muertes, sino también muchas personas accidentadas con heridas de diversas magnitudes, leves o graves, algunas curables y otras que dejan sus marcas por el resto de sus vidas. Se producen daños neurológicos, psicológicos, físicos y profundas heridas en el corazón de las personas que perdieron a sus seres queridos en accidentes que se podrían haber evitado. Muertes absurdas que se llevan a jóvenes y jóvenes que cargan en su conciencia con la muerte de familias enteras. La situación es realmente preocupante…y ante esta realidad me pregunté qué acciones podríamos realizar para tratar de cambiarla. Seguro que no van a ser suficientes, pero si todos tomamos conciencia y aportamos nuestro granito de arena poco a poco lograremos revertirla. La empresa automotriz Peugeot Argentina S.A. dentro de su plan de seguridad vial brinda charlas para adolescentes a cargo del ex piloto de TC 2000 y Director de la Escuela de Manejo Avanzado, Jorge Omar del Río. Ante esta interesante propuesta con la Dirección de la Institución y la Sra. Úrsula Bergl de Marketing Estratégico de Peugeot Argentina S.A. organizamos una charla en el salón municipal del Centro Cultural Quinquela Martín el día 17 de septiembre para nuestros alumnos de 2º y 3º polimodal. En ella Jorge Omar del Río habló sobre los riesgos que implica el no uso del cinturón de seguridad, el uso de teléfonos celulares mientras se maneja, el consumo de alcohol y el exceso de las velocidades permitidas en la ciudad y en la ruta. Estas actitudes no sólo deben preocupar a los conductores de autos, sino también a los motociclistas, a los ciclistas y a los peatones. Con una presentación con imágenes y videos nos mostró lo que le pasa a una persona sujeta con su cinturón y

Vicedirectora María Felisa Mango (Instituto Sagrado Corazón de Jesús), Úrsula Bergl (Peugeot Argentina S.A.) y Jorge Omar del Río (Escuela de Manejo Avanzado).

a otra que no lo está. También nos mostró diferentes tipos de accidentes y analizamos las infracciones y la imposibilidad de poder frenar a tiempo para evitar desgracias. Los autos modernos desarrollan altas velocidades que según el tipo de superficie y el estado de las mismas determinan las posibilidades y tiempos de frenado. El sólo hecho de cambiar de posición el pié del acelerador al freno nos demanda 7 segundos, más el tiempo que nos lleva detener el auto por completo, significan metros avanzados durante la maniobra que según la velocidad del auto serán o no suficientes para evitar una tragedia. Otro de los grandes problemas sobre los que Omar del Río habló es el consumo de alcohol que disminuye la visión, los reflejos, la percepción de la realidad y desinhibe a las personas, haciéndoles perder el miedo y el sentido de autoprotección. Realmente la charla fue muy interesante y esperamos que nuestros alumnos hayan encontrado en ella herramientas para poder continuar esta campaña, extenderla hacia sus familias y hacia sus amigos con el fin de lograr una disminución de los accidentes. El objetivo principal es el de crear conciencia sobre los riesgos y la responsabilidad que implican conducir y circular por las calles de nuestro bendito país. Ojala que entre todos podamos lograrlo. Prof. Cristina Madden


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