Revista Xookil

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Plumas universitarias

Noche poblana Texto e ilustraciones: Mauricio Muñiz Soria Facultad de Arquitectura y Diseño UAEM

E

s aún de noche cuando, al intentar abrir la puerta de la cortina metálica, la llave nuevamente se atasca en aquella chapa oxidada.

Esta pequeña entrada es la única forma de acceso al viejo edificio. Lugar en cuyo segundo piso alquila una pequeña habitación desde su llegada, hace unos seis meses, a la ciudad colonial del centro del país. Con dificultades y entre algunas maldiciones logra abrir la placa ondulada de metro y medio de altura, encorvándose un poco se interna en el angosto pasillo que se encuentra en tinieblas y condu-

sombras que lo acompañaban durante el trayecto.

ce al interior de la vieja construcción ubicada en el

En esta ocasión se encuentra tan cansado y abatido

centro de la ciudad.

que ni siquiera levanta la mirada para buscar esas

Esta edificación, al igual que muchos de los

sombras. Nunca ha considerado la posibilidad real

edificios de la época del Porfiriato existentes en la

de su existencia y por ahora hay muchos otros pro-

ciudad, cuenta con una gran cantidad de historias

blemas de los cuales preocuparse.

y leyendas a su alrededor; historias sobre muertes,

Por fin, después de varios minutos, se topa con

batallas y, por supuesto, fantasmas que deambulan

la reja que le indica el final del pasillo y que obs-

por sus habitaciones clamando justicia.

truye la entrada al restaurante ubicado en la planta

Instintivamente busca con ambas manos las

baja de la edificación. A su derecha inicia la escale-

paredes, cubiertas de mosaicos de Talavera, para

ra con barandal de hierro fundido y diseños tipo Art

no tropezar en la oscuridad y, al mismo tiempo,

Noveau. Apoya su mano derecha en el barandal y

sentir seguridad hasta que sus pupilas logren acos-

comienza el ascenso sin modificar su paso cansado,

tumbrarse a las nuevas condiciones de iluminación.

llega al final de la escalera la cual se comunicaba

Avanza lentamente arrastrando los pies, tal vez por

directamente a otro pasillo más amplio que el ante-

la inseguridad, tal vez por el cansancio, tal vez por

rior y delimitado igualmente por otro barandal con

la monotonía.

el mismo diseño.

Poco a poco se acerca a la reja, siempre ce-

Al lado izquierdo de este pasillo se encuentran

rrada con aquel candado dorado cuyo brillo, casi

las habitaciones; primero la de Carolina, joven

imperceptible en la oscuridad, refleja un diminuto

madre soltera abandonada por el padre del niño

rayo de luz que se filtra por un estrecho tragaluz

al saber de su existencia, en seguida el estudio del

redondo ubicado en el techo. Ésta es la única señal

pintor aficionado,

visible de la distancia que hace falta por recorrer.

sala y el cuarto del hermano del dueño, quien se

Como cada noche deambula este pasillo en el que,

encargaba de administrar y rentar las habitaciones,

la mayoría de las veces, se pueden observar o tal vez

al final del pasillo lo espera la puerta madera con

imaginar, como solía pensar por su incredulidad,

incrustaciones de hierro fundido de su habitación.

marzo - junio 2012

posteriormente la cocina, la

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