Davis Lisboa Pinturas

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Presentación

Davis es un artista nacido en São Paulo que reside en Barcelona hace casi veinte años. Esto no es sólo un detalle biográfico sino que es un factor determinante en el discurso artístico de este autor. Su obra está notablemente definida por ambas vertientes culturales: por un lado, la vibración del color, la exuberancia, la vivacidad de su pintura provenientes de la generosa América Latina y, por otro, la obsesión formal y de equilibrio europeos. El lenguaje de este pintor nos sumerge en un eclecticismo posmoderno habitado por varios estilos, técnicas y pensamientos. A través de la diversidad y la búsqueda técnica y estilísticas, desarrolla un sistema propio y elaborado de signos y significados. A partir de un recorrido por sus obras, el espectador podrá reconocer esta diversidad pictórica y simbólica. El arte de Davis invita a develar el misterio del hombre, de la libertad humana a través de asumir el reto que propone el arte. Las obras de Davis son microcosmos creados para el impacto estético, directos a la percepción. Las obras no dejan tras de sí la indiferencia, permiten varias lecturas, dando lugar a la polisemia visual y conceptual. Lo que sí es evidente en la obra de Davis es la vigencia y vitalidad de la pintura en el arte contemporáneo como medio de expresión del hombre. Desde la dimensión espiritual hasta la explosión erótica de sus obras, configura un mundo de aparentes contradicciones que se combinan compositivamente para crear los diversos niveles discursivos del cuadro.

Luján Baudino Historiadora del arte


La dialéctica entre el expresionismo y el materialismo utópico

Davis es un artista claramente definido por su época. Posmoderno en su forma de hacer y de pensar, el artista hace evidente la superación del compromiso moderno con la innovación y la originalidad para dar lugar a la libertad formal y expresiva del ideario posmoderno.

Su búsqueda pictórica lo lleva a expandir los límites del arte, trasgrediendo las fronteras de la high/low culture para enaltecer el poder del arte como medio de expresión humana.

La libertad creativa posmoderna, dada a partir de la fractura de los grandes discursos de la historia del arte y la superación de la idea histórica del progreso, le permite a Davis incorporar elementos de las más diversas tradiciones artísticas y culturales del pasado, dando como resultado un discurso plástico ecléctico y de gran impacto estético.

En la iconografía de sus obras se encuentran elementos referentes a cultos arcaicos que enaltecen la fuerza sexual como creadora del universo y de la cultura, combinados con una multiplicidad de símbolos míticos que conforman un discurso que entrelaza constantemente religión y sexualidad. Utiliza formas simbólicas arcaicas y mitológicas donde se nos presentan ángeles, personajes bíblicos, objetos simbólicos y paisajes mágicos,

combinando

representaciones

figurativas

con

abstractas

creando

así

composiciones donde grandes masas de color y las figuras geométricas crean una dialéctica formal única.

Sus precedentes artísticos son el neoexpresionismo alemán donde Davis encuentra en figuras como Kiefer, Oehlen atributos formales, conceptuales, semánticos y estilísticos que expresan y reafirman el sentido de libertad y provocación del arte.

El artista utiliza en todas sus obras el formato cuadrado –vinculado desde la Antigüedad a la idea de perfección y permanencia- partiendo del hecho de que estas relaciones numéricas reflejan la estructura armónica del universo; una visión estético-matemática, donde la proporción cobra un sentido místico y simbólico a partir de las relaciones establecidas por la Naturaleza.


Se mueve en un fino equilibrio entre la abstracción gestual-geométrica y la figuración en que, sobre una misma superficie coexisten de manera poco usual grandes masas de color y formas que crean paisajes abstractos poéticamente poblados por símbolos de diferentes tradiciones culturales, a la vez que construye ejercicios dialécticos que generan el orden de su universo pictórico.

Sus obras poseen tonalidades cálidas e intensa saturación, que recuerdan la fuerza del arte latinoamericano y generan una presencia fascinante donde se combinan el lenguaje formal europeo y la intensidad del color, que nos evoca a varios artistas del muralismo mexicano. Sus obras son el resultado de su propio mestizaje cultural.

Davis utiliza en sus pinturas una combinación de diversos recursos pictóricos: aguadas de acrílico, superposición de capas de óleo, empastes, “drippings”, collages y la aplicación de láminas de oro, plata y cobre. La utilización de estos metales tiene, además de su valor cromático, un valor simbólico y espiritual. Con ello, el artista nos propone la creación de un espacio místico, un canal material para darle forma a lo inmaterial valiéndose de las connotaciones de perdurabilidad y divinidad de los metales que hacen referencia a los retablos medievales.

Después de la realización de varios estudios preliminares ejecuta una obra que aborda temas universales, trágicos e intemporales. El artista da mucha importancia al contenido dialéctico de su obra y lo presenta veladamente insertado en una obra que es a la vez explosiva y mística.

Davis nos propone una obra carismática, atractiva y hermética invitándonos a experimentar sensaciones muchas veces impactantes que crean un discurso diálectico entre el expresionismo y el materialismo utópico. De esta manera, el espectador es incitado a develar el misterio del arte a través de una exaltación cuasi-religiosa de la pintura.

Luján Baudino Historiadora del arte



Obras



テ]gel Acrテュlico, テウleo y dorado sobre tela 130 x 130 cm. 2004



Familia Ă“leo y acrĂ­lico sobre tela 130 x 130 cm. 2004



Piñón Óleo y collage sobre tela 130 x 130 cm. 2003



Adán Rojo Acrílico sobre tela 130 x 130 cm. 2005



Gran Escalera Acr铆lico, 贸leo, oro y plata sobre tela 130 x 130 cm 2005



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