Alto voltaje
A
partir del desbordamiento poblacional y de las sucesivas crisis económicas,
los jóvenes de la ciudad han configurado diversas identidades grupales y se han apropiado del espacio público de distintas maneras. Anclados en la territorialidad o en la socialización como formas de relacionarse entre sí y con el resto de la ciudad, los jóvenes se diferencian por épocas, orígenes y clases sociales. Si en los ochenta y noventa predominaron las bandas urbanas, hoy son las llamadas tribus las que protagonizan las escenas cotidianas de una ciudad en la que más de la mitad de los habitantes es menor de treinta años. Los enfrentamientos entre los Panchitos de Observatorio y los B. U. K. (Bandas Unidas Kiss) de Tacubaya marcaron el inicio de la era de las bandas juveniles. Nombrados chavos banda por los medios de comunicación, formaron bandas como los Mierdas de Neza y los PND (Punk not Dead) de San Felipe. Partiendo de una identidad ligada al territorio, los diferentes grupos se organizaron alrededor de formas de supervivencia tanto legales como ilegales. A partir de mediados de los ochenta, su proliferación se intensificó y en los noventa había alrededor de 1 500 bandas, con un promedio de treinta miembros cada una. Si las bandas surgidas en los ochenta fueron reconocidas por sus sólidos referentes territoriales, las de los noventa comenzaron a organizarse más bien en torno a su vestimenta y al trinomio “violencia, drogas y rock and roll”. Conformadas en su mayoría por jóvenes marginados, las bandas adoptaban nombres que subrayaban la exclusión: Verdugos, Malditos Punks, Mocos, Virginidad Sacudida, Mugrosos, entre otros. En esos mismos años se abrieron espacios en los medios de comunicación, principalmente en la radio, para la libre expresión de los jóvenes. Hoy en día, la música popular, en particular el hip-hop, tiende puentes de comunicación no sólo entre los jóvenes que habitan la ciudad, sino también con quienes han migrado a los Estados Unidos. Artes callejeros como el graffiti y estableciendo una convivencia pacífica en zonas marcadas por violentos enfrentamientos en las calles y por la drogadicción. Asimismo, han surgido grupos cuya identidad se ha formado a partir de una actitud más que de formas colectivas de supervivencia, principios o manifestaciones artísticas, pero que utilizan la calle para convivir y definir su estilo. Se les conoce como tribus urbanas y pertenecen, en su
Contrapunto
el esténcil han logrado, por su parte, articular a su alrededor a muchos jóvenes,
mayoría, a la clase media. Una de las más destacadas es la de los emos, conformada por grupos autodenominados Galletas, Juguitos y Gomitas. Estos jóvenes, que se ≥ Mauricio García. Emo. (Photo / Foto).
asumen melancólicos y andróginos, han tenido que enfrentar el cuestionamiento de otros grupos urbanos con perfiles más definidos, así como a una sociedad machista y conservadora que no termina de aceptar que está y estará compuesta mayoritariamente de jóvenes.
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