Victor Ortiz Partida. Las bellas destrucciones. Por los difuntos. Poesía. Mano santa editores.

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14/11/11

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VIC TO R OR TIZ PA RT IDA

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L a s B e ll a s D e s t r u c c i o n e s +Por los difuntos


Las bellas destrucciones y Por los difuntos | Víctor Ortiz Partida 1a. Edición, Mano Santa Editores, 2011 D. R. © Víctor Ortiz Partida D. R. © Mano Santa Editores Mano Santa Editores José Guadalupe Zuno 1834-2 Colonia Americana 44160 Guadalajara, Jalisco. México Teléfono 01 (33) 3826-8090

manosantaeditores.tumblr.com

Director de la colección: Jorge Esquinca Diseño y diagramación: Luis Fernando Ortega Editor: Emmanuel Carballo V. Portada a partir de un cuadro de Neu Rauch. Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico Este libro no puede ser fotocopiado ni reproducido total o parcialmente por ningún medio o método sin la autorización por escrito del autor y los editores.


V I C T O R O RT I Z P a rti d a Las Bellas Destrucciones +Por los difuntos

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Las

B e ll a s D e s tr u ccio n e s



he navegado con los ojos cerrados las horas de las bellas destrucciones Guillermo Fernรกndez



I



Diviso

la casa en medio del terreno. Resplandece en este ocaso frígido de otoño. Me acerco. Su puer ta es un regalo de la imaginación. Cuando entro los muros comienzan a nublarse. Soy el inquilino que llegó con la intemperie, con el viento de ráfagas precisas que anuncia, impasible, el tormentón que viene.

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Es d i f í c i l

el comienzo. Entre cuatro paredes no puedo decir nada: mi alfabeto se mojó, el relámpago no alumbra y el mapa que me guía es falso, pero tiene fronteras de verdad.

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En e s t a

casa no encuentro las ventanas. Eso me ayuda, s贸lo miro el interior, el recuerdo de las bellas destrucciones.

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Algo se

mantiene claro: evitarĂŠ la muer te y sus coronas -flores blancas trenzadas por unas manos simples.

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Âż Es m u y

tarde para hablar como testigo? Si alcanzara mi voz se sabrĂ­a de los dinteles hinchados por la lluvia, de las serias indagaciones sobre nada, de las imĂĄgenes flotantes en la sala vacĂ­a de mujeres.

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La línea

del teléfono alarga su silencio al infinito. ¿ Y quién comentará del zócalo manchado, de los estantes apretados de misivas, de este mundo frío cercado por el sol?

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Intento

mi restauraci贸n por medio de palabras. Del piso manan las letras que persigo. Mi nombre no emerge todav铆a.

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Es u n l u g a r

de cielos bajos esta casa, el aguacero se desgaja sobre mi cuerpo confundido. Me hundo en el centro de la cama, no hay cabecera ni puntos cardinales, estiro al mĂĄximo los brazos para alcanzar la orilla lejanĂ­sima.

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Aumenta

el rumor de la corriente, el río crecido es una línea de motores que se marchan. También yo querría irme, pero los pies me pesan y los años se multiplican a cada parpadeo.

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Es t o y e n

la flor de los escombros, listo para cantar la primera destrucci贸n. Mi voz se arraiga en la memoria -esa piedra lisa de profundas vetas, palpitante de rabia, inconforme, en medio de ninguna par te.

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II



En e l p ĂĄ r a m o

de for tuna el verano se despliega hacia el horizonte de montaĂąas dobles. La tormenta cae lejana -bloque humeante que mancha la distancia.

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Las vacaciones

se extienden en este llano de suer te en el que todo se incluye -nostalgia sin fin. Subo al pe単asco. Camino. Expongo la piel en la meseta del tirador. Espero la flecha desgarradora o la caricia cifrada de la luz.

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Digo la

palabra y reverbera en el baldío de la esperanza. Aquí, entre el desier to y el bosque, su influjo: va de la roca que estalló de noche, al árbol de brazos múltiples, abier tos a la añoranza, al deslave inminente de laderas.

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«L a b e l l e z a

es un lugar para sentirse bien». Me lo advir tió una voz que no reconoceré cuando llegue a su tierra de ensueño.

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M e a c e r c o,

se yergue un molino sembrado entre huer tas, en espera de qu茅 semillas. Sus aspas invisibles acarician mi coraz贸n.

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El p o z o

no cierra su boca maldiciente. La tiniebla comienza a fluir, a borrar huellas del dĂ­a y el frĂ­o neutraliza mis intenciones: mi cuerpo se queda alejado de otro cuerpo.

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ReconocĂ­

el rostro. Estaba ahĂ­. Labios marrones, piel atezada, los ojos abier tos al desconocimiento.

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Recuerdo

su hazaña: llegó, aquí estaba la piedra, la tormenta y la erosión. Elevó su templo en el aire. En el presente es un peñasco que suena -el agua de la emoción.

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Mi lengua

está lista para cantar la primera de las bellas destrucciones. Pasa una par vada de qué pájaros y mi vista se cuelga de su vuelo. Desde las nubes obser vo el terreno estriado y sus barrancas se adhieren a mi recuerdo que se despliega. El misterio de lo profundo es elevación. Estos ojos no me dejan continuar.

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Se a b r e

un hueco entre las nubes, pasa el sol, brilla el oro en el peĂąasco. Llueve, el agua retoma su camino. Al pie de la montaĂąa un hombre construye su casa. Llega el fin de la jornada. Hay un rostro encima de todo, ojos que centellean en el cielo que se oscurece. La poesĂ­a es la gran promesa.

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Po r

lo s d i f u n to s

Responso a Los buenos oficios. Responso a Los demonios y los días de Rubén Bonifaz Nuño de Miguel Maldonado



A lenguaje dado lenguaje devuelto Eduardo Milรกn



Una espina

no me da sosiego y no me impor ta. La llevo en la llaga del coraz贸n. Una llaga alegre y atractiva para los dedos de los otros. Los dedos de los santos que van tocando piel tras piel y el dolor no les impor ta.

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He andado

entre los otros y he vuelto a esta cabaĂąa mĂ­a lleno de humanidad.

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Mi promedio

de vida es hasta mañana. Esta mañana mi vida es un promedio: he medido, he dado los pasos justos y aquí estoy. No sé dónde, pero es el lugar donde me encuentro.

39


Co n e l c o r a z 贸 n

abier to, a coraz贸n abier to te lo digo: dame la desdicha, dame ese pan para alimentar el coraz贸n y operarlo.

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Te m o s t r é

mi escasez a manos llenas y ya no está. Tus ojos la acabaron, se llenó y ya no está. Ahora mi boca sólo habla de abundancia.

41


Es t e e s e l

lugar del sosiego inundado de sangre. Una sangre transparente para nadar y ser dichoso. De mis labios mana la sangre como r铆o: mira c贸mo fluye y se llena y se vac铆a mi coraz贸n.

42


Es l a t e n u e

alegrĂ­a la que llega cuando los ojos se posan en la super ficie de la piel, tu piel capaz de profundidades y prodigios, capaz de herirse y de llagarse.

43


Su s p e n d o

mis asuntos para admirar te: super ficie, llaga, herida, profunda realidad.

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En e s t e

rĂ­o sĂłlo un dedo se moja de contento, pero la mano entera teme el frĂ­o.

45


El a m o r

se ha dado en temporada y hay aromas. Temporada del amor y quĂŠ bien huele ese fruto invisible que desaparece si te acercas.

46


El v e r d a d e r o

desper fecto estĂĄ aquĂ­, junto a la luz, y no se mira. Foco sin nombre y deslumbrante.

47


La mujer

desconocida es un hombre. Buscas afuera y estรก oscuro en el corazรณn, pero se ve, se va el encanto de esa mujer desconocida y queda el hombre, que cada vez se parece mรกs al hombre.

48


Piedra a

piedra la ciudad regresarรก. Ya en la espalda se siente su peso y se escucha el rumor de arpas en silencio.

[a la manera de Eugenio de Andrade]

49


Los poetas

asaltantes hacen su nido en el rinc贸n suave del r铆o que se va como la vida que se va.

50


En e s t e

d铆a de tregua el vaso se rompi贸, el amor se fue, yo te lo dije.

51


Los hĂŠroes

vencidos brillan: ĂĄrboles en el amanecer.

52


La vida

se vaci贸, silenciosa, hacia el contento.

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Las bellas destrucciones y Por los difuntos, de V íctor Or tiz Par tida se terminó de imprimir durante noviembre de 2011, mes en que recordamos el fallecimiento del poeta Oscar Wilde, que, al ser llevado al hospital, desde su habitación en el Hôtel d’Alsace dijó: «Sabía que ese papel tapiz y yo no podríamos estar juntos». Se utilizaron tipos Folks para la caja tipográfica, Deftone Stylus para los acentos capitulares y Lady Ice Revisited Upper para la por tada. La edición estuvo al cuidado del autor y los editores. Impreso en los Talleres de

Ediciones de la Noche Calle Madero # 687 Col. Centro 44100 Guadalajara, Jalisco. México. Tel. (33) 3825-1301 (con 3 líneas) Fax (33) 3827-1026

edicionesdelanoche@gmail.com



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