Antología de cuentos de mujeres del Bicentenario

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Mujeres de 1816  Antología de cuentos


Palabras preliminares

Poca información es la que nos brindan los textos escolares acerca de las mujeres de la elite colonial que vivieron durante la época del Virreinato. Las imágenes más comunes las muestran amenizando unas fiestas características de su grupo social, las tertulias, o bien organizando el trabajo de una numerosa servidumbre, en las grandes casonas coloniales. Y eran tareas y actividades propias de las mujeres de este sector social. Pero, ¿qué otras cosas hacían? ¿Cómo era el vínculo con sus padres y sus maridos? ¿Cuál era el modelo de mujer aceptado por su grupo social? ¿Qué educación recibían? ¿Con quiénes se casaban? ¿Podían elegir a sus maridos? ¿Podían recorrer caminos distintos de los pautados socialmente? Presentación de textos que responderán algunas de estas preguntas. “Las actividades de las niñas”, “Las niñas y la familia”, “Matrimonios por conveniencia”,” El amor en lucha con la conveniencia”. Lectura del libro “Juana la intrépida capitana”, de Adela Basch. Elegir unos de los personajes y escribir un cuento tradicional que lo ubique dentro de una historia posible por aquellos días de 1816. El análisis de los textos leídos, y de la situación socio-política de la época permiten hacer un recorrido sobre el camino en relación a los derechos de las mujeres en la historia de nuestro territorio. El Bicentenario nos permite una mirada en el tiempo sobre la sociedad de nuestro país y a través de la Antología intentamos rescatar la lucha de las mujeres pasada y la que se libra todos los días.

Alejandra y una vida difícil


La historia que les voy a narrar pasó hace mucho tiempo. Es una historia corta así que pónganse cómodos y empecemos. Su nombre era Alejandra y solo tenía 6 años cuando vio morir a sus padres asesinados por un delincuente, ella logró sobrevivir escondiéndose detrás de un contenedor de basura y sin familia tuvo que vivir en las calles comiendo lo que encontraba. Después de unos duros doce años en las oscuras y frías calle logró ser feliz gracias a que consiguió un empleo que le permitió mejorar su situación. El empleo era de camarera y la dueña del restorán, la señora Ámbar, le permitió dormir en el local hasta que pudiera encontrar donde quedarse. La señora Ámbar era mayor y tampoco tenía familia, por ello se conmovió con la situación de la joven, había heredado el negocio de sus padres y siempre lo manejó sola pero ya le resultaba difícil por su edad avanzada. Los años pasaron y se hicieron muy amigas, Alejandra se ganó la confianza de Ámbar y cada vez tenía más responsabilidad en el trabajo. Una mañana la señora Ámbar no se presentó como de costumbre en el local, esto preocupó a la joven quien salió a buscarla a su casa y se encontró con la señora tirada en el suelo del living; desesperada corrió a la calle y pidió auxilio, en unos minutos llegó la ambulancia y los médicos la examinaron. Se acercaron a Alejandra y le dieron la mala noticia. No podían hacer nada más por la señora Ámbar.


Muy triste, Alejandra se puso a llorar, la gente le preguntó por los parientes de la señora pero ella respondía que Ámbar no tenía a nadie. Debía responsabilizarse de muchos trámites entonces recordó al abogado que algunas veces la visitaba y que resolvía los problemas de la señora Ámbar. Buscó en todos los rincones de la casa alguna tarjeta del abogado para poder comunicarse, hasta que la encontró y lo llamó. Luego de algunos días el abogado se presentó en el local, como habían quedado para hablar de la señora Ámbar. Se saludaron y el doctor le entregó unos papeles, la joven se sorprendió, el doctor le informó que estaba cumpliendo con la última voluntad de su representada. Ella le había pedido cambiar el testamento a favor de su amiga y dejarle todas sus propiedades. Alejandra no salía de su asombro y agradecimiento, para ella era demasiado, pero a la vez estaba triste por la muerte de Ámbar ya que se había encariñado mucho considerándola como una madre.

Alejandra Arrúa

Como Juana Había una vez una joven llamada Alicia a quien le gustaba mucho la historia de Juana Azurduy así que decidió que, cuando, fuera grande,


quería ser idéntica a ella. Muchos años después, Alicia se alistó en el ejército y allí fue donde conoció a su primer y único amor, Cristian. Para ella todo era un cuento de hadas porque estaba en el ejército y con su enamorado. Y siempre había soñado con ese único y lindo momento. La felicidad duró muy poco. Tuvieron que prepararse ya que en una semana entrarían en batalla contra los realistas para defender la Libertad de América. Llegado el día, fueron a la guerra donde a él lo asesinaron y ella, embarazada de su único hijo, quedó desamparada. El día del nacimiento del niño estaba tan triste por su esposo muerto que decidió ponerle en su honor de nombre Cristian. Luego de unos meses tuvo que retirarse del ejército para cuidar del niño. Iría a vivir a la casa de su madre a quien no veía desde hacía mucho. Cuando llegó a la casa materna todo estaba vacío, nadie la ocupaba desde hacía tiempo, ningún rastro de sus seres queridos. Y como Juana Azurduy, Alicia transitaría el olvido. Morena Martos Historia de una mujer que luchó por nuestra Independencia

En 1807, Juana luchó por la Independencia del Virreinato, por la libertad de hombres y mujeres, con sus amigos Graciela Portillo y Pedro Gutiérrez. Ellos enfrentaron a los enemigos.


Después de mucho esfuerzo obtuvieron la victoria. Juana compartía el nombre con una gran luchadora, Juana Azurduy, y al igual que ella en 1811 estuvo a las órdenes de Manuel Belgrano en el Ejército del Norte, donde perdería a sus amigos en el Alto Perú. Juana era joven, humilde y con mucha fuerza. Se enamoró de Antonio y formaron una familia. Luego de algunos años Antonio murió y Juana tuvo que salir adelante con cinco hijos. En 1825 el Libertador, Simón Bolívar, contactó a Juana, la heroína, que estaba casi en la miseria, para ascenderla al grado de coronel y otorgarle una pensión. Juana pensó cuánto camino habría que recorrer para que tantas otras mujeres fueran reconocidas y tenidas en cuenta. Daniela Raggio

Juanita, la libertadora Voy hablarles de una mujer valiente, especial. Tenía 19 años cuando luchó por la libertad de su patria. Era una guerrera, buena hija, de una familia de acomodada posición y sobre todo hermosa, una representante de las mujeres de su país.


Nació en 1806 en Caracas, Venezuela, una niña dulce y querida por sus padres. Ellos eran el señor Mario Sánchez y la señora María Morada. Y siempre fueron felices. Se me olvidó decirles el nombre de la niña, era Juanita Morada. Pasaron diez años y el padre de Juanita debió ir a la guerra en 1816. El 5 de marzo, el señor Sánchez murió por un bayonetazo en las costillas. La señora María se puso tan triste que cayó al suelo. Infeliz - le dijo la madre a su hija: Tu padre no regresará nunca. La chica tenía diez años en ese momento, sabía lo que pasaba e intentó no llorar. Imagínense que su madre con lágrimas en los ojos les diga que su padre ha muerto, yo me pondría a llorar por tres días. Después de cuatro años la chica se registró en el ejército para defender a su país de los hombres que mataron a su padre. Juanita luchó en doce batallas, de las cuales en cuatro se rindieron los patriotas logrando escapar y, en otras ocho, las ganaron. A los dieciocho años ya era alguien reconocida entre los militares y se había enamorado del teniente Carlos Azurduy. Se casaron en Amazonas asistieron al festejo, la madre de Juanita, familiares de Carlos y amigos. Juanita y su esposo participaron en la batalla de Pantano de Vargas el 5 de julio de 1819, y el Comandante era Simón Bolívar. Cuando terminó la batalla, el Libertador hizo traer a Juana y le dijo: Señorita le otorgo la medalla de guerrera valiente. ¡Qué orgullo debió sentir Juanita en ese momento! Pero pasaron tres días y a Juanita le entregan una carta diciéndole: “Señora me temo que su madre María Sánchez ha muerto por la fiebre amarilla. Lo lamentamos mucho.” ¡Qué momento doloroso! Cuando Carlos vio a Juanita en el suelo llorando la ayudó a sostenerse. En ese momento se llevó a cabo la Independencia de Venezuela.


Juanita se retiró del ejército con su esposo. Pasados 20 años, y contando ya con treinta y nueve años de edad, ambos murieron de fiebre amarilla. Aquí termina la historia de Juanita de Sánchez. Juanita Sánchez del 9 de Enero del 1806 10 de Octubre del 1845 y Carlos Azurduy 11 de Abril del 1800 10 de octubre del 1845.

Esteban

La chica guerrera Natalia, una señora de setenta y dos años y valiente a pesar de su edad, recordaba que en su adolescencia estando en la escuela, entraron dos hombres para elegir a chicos y chicas para ir al ejército. No les importaba si querían ir o no.


En esa oportunidad Natalia fue reclutada para ser parte de las fuerzas. La llevaron a un lugar horrible donde estaba todo oscuro y pasaba hambre. Allí fue donde recibió entrenamiento militar. Intentó escapar pero una cámara de seguridad la grabó y se dieron cuenta que intentaba huir. La castigaron pegándole con un palo de madera quedándole la espalda marcada y sangrando. Planeó un segundo intento de escape y uno de los prisioneros se enteró y prometió ayudarla con la condición de poder escapar también. Los dos pudieron huir de ese infierno. El joven volvió a su casa y ella prefirió irse a otro país. Desde allí comenzó a trabajar con otras personas en favor de la libertad. Se contactó con mujeres que sufrieron injusticias e integró un grupo enorme de personas que proponían cambios. Natalia nunca abandonó sus ideas y un año después de comenzada esta lucha, en su país se anuló el reclutamiento involuntario al ejército tanto para hombres como para mujeres. Nicol Saavedra La historia de Ana Hace mucho tiempo vivió una niña llamada Ana, quien había sido muy valiente ya que había sido capaz de enfrentar a su padre al decirle que no se casaría con Don Juan. Su padre entonces creyendo que era lo mejor para su hija decidió


llevarla a un convento para que recapacitara su posición. Allí una monja tratando de entenderla y ayudarla le preguntó por qué no quería casarse con Don Juan. Ana muy angustiada le respondió que no lo amaba. Una vez ubicada en la habitación, Ana se acostó y cuando todos se durmieron, escapó por la ventana del comedor. Estaba destruida y se sentía muy sola. Se refugió en un cuartel de soldados donde había un grupo de mujeres preparando el desayuno y la dejaron quedarse. Al día siguiente una mujer de color que trabajaba allí preparando la comida le preguntó: -¿Estás sola? - Sí. – respondió la joven. -¿Tienes hambre? -Sí. – volvió a decir. -Entonces ven conmigo. Ana la siguió hasta un lugar donde había unos hombres vestidos de uniforme. Entraron, la mujer le sirvió un rico plato de comida y luego le dijo: - Si quieres te puedes quedar acá, pero tendrás que ir a las guerras para ayudar a los militares. - Sí claro - respondió Ana. Días después, Ana se había hecho amiga de todos los soldados. Uno de ellos estaba muy herido y no se recuperaba de la batalla anterior. Esto la decidió a vestirse como soldado, tomando su lugar en el combate. La negra que participaba socorriendo heridos en medio de la lucha vio venir un enemigo por detrás de Ana dispuesto a matarla y, sin pensarlo, se sacrificó interponiéndose para que Ana pudiera vivir.


Ana mató a los soldados y ayudó en las guerras de Independencia haciéndose pasar por hombre, luchó y ganó. Ahora nadie se acuerda de ella.

Nayla Estefanía Gordillo

La mujer valiente

Corría el año 1816, yo estaba sentada en una pequeña calle de la ciudad de Tucumán, calurosa, polvorienta, seca, observando a unas mujeres que se quejaban. Me pregunté qué pasaría pues había mucho alboroto entonces me levanté y fui hacia mi madre para averiguarlo.


Ella comenzó a explicarme que estábamos viviendo una situación difícil y que era necesario defender la Independencia de las Provincias Unidas ya que los realistas no la aceptaban. Me contó la historia de Juana Azurduy, una mujer incansable que formó parte de la lucha contra los españoles. Pensé entonces que para defender a la patria cada uno lo podría hacer desde su lugar. A los pocos días comenzaron a llegar carretas con diputados de las provincias y en mi casa alojamos a algunos. Entre ellos recuerdo a una joven mujer que discutía con mucho ánimo y aceptó una misión que le encomendaron. Salió de la casa, subió a su caballo, se alejó y no la vi más.

Agustina Possebón

La Mujer

En 1816, una mujer llamada Carolina León se unió al Escuadrón de Buenos Aires siendo aceptada por el comandante. Carolina era muy amargada, no confiaba en nadie, era una mujer de piel mestiza, poca estatura y mal carácter. Ella era la única mujer del Escuadrón. El problema que tenía era que no sabía usar armas.


Conoció y se enamoró de un soldado llamado Juancho, y él también se enamoró de ella. El joven le enseñó a usar armas, se fueron conociendo y se casaron. Después de un año de entrenamiento, todos los soldados fueron aptos para empezar a batallar contra los españoles. El primer encuentro fue en el Río de La Plata donde triunfaron contra el Escuadrón de La Paz, Bolivia. Ella tuvo una gran participación en esa oportunidad al eliminar al comandante adversario. En la segunda batalla pasó algo terrible: a Juancho le dieron un tiro en la cabeza y murió. Carolina tomó el arma de Juancho, persiguió al agresor, lo mató y le disparó. Después de la batalla, Carolina dejó las armas y no volvió a ser la misma de siempre. Tomás González

La vida de Manuela En un pueblo de Jujuy en una casa acomodada vivía una niña llamada Manuela. Su padre Josué era muy estricto y no pensaba que era importante que una niña estudie o asista a la escuela. Manuela sí quería estudiar, estaba llena de preguntas y quería compartir con otros chicos sus sensaciones. Pero la escuela era una oportunidad sólo para varones.


Un día aprovechando que su hermano estaba enfermo tomó su uniforme, se calzó la boina ocultando el largo de su cabello y partió rumbo al colegio. Al regresar a casa por la tarde su padre la estaba esperando, pero para su sorpresa le dijo que si verdaderamente su entusiasmo por aprender era tan grande contrataría un maestro domiciliario para que le diera clases. Manuela terminó sus estudios y logró hacer de su vida lo que más quería. Se dedicó a enseñarle a los más pequeños, pero eso sí tanto a niñas como a niños.

Narella Fernández

Lucha por las mujeres Una señora anciana que tenía 62 años trabajaba de sirvienta en una casa de personas ricas que la trataban muy mal. Pasado un tiempo se cansó del maltrato, pero a la vez sentía mucho miedo. No quería decir nada porque la iban a matar, ella solo quería ser libre y tener su propia vida. Un día levantó su voz y empezó a luchar para que las mujeres pudieran ser libres, para que mejoraran sus lugares de trabajo para tener condiciones de seguridad y cobrar sueldos justos. Así empezó.


Habló con otras mujeres que trabajaban y que querían mejorar su situación. Se dieron cuenta que juntas sería posible conseguir alguna mejora. Era muy arriesgado lo que hacía la anciana, tanto que atentaron contra su vida. Las personas que quisieron callarla pensaron que lo habían conseguido, pero ella se salvó. Nunca se cansó de luchar por ella y para que otras personas fueran libres. Y para que todas las mujeres de este suelo tengan estudios, un trabajo digno, un sueldo justo y que sean libres al igual que los hombres. Las mujeres empezaron a sentir que era importante comenzar a decir lo que ellas querían. Florencia Olim

Nayla, Juana y su esposo En 1806, Juana Azurduy luchó a favor de la Independencia con su amiga Nayla Gordillo. Nayla se ocupaba de atender a los necesitados, repartía agua, comida o ropa, mientras Juana Azurduy se preparaba para ir a luchar con su esposo Manuel Padilla. Estas dos mujeres fueron muy amigas y sentían que podían confiar una en la otra. En tiempos de la Revolución era difícil mantener una amistad por eso los pequeños gestos eran importantes.


Lucharon juntas contra los ejércitos realistas. Juana y Manuel tenían varios hijos, que después de la revolución del 25 de mayo de 1810, decidieron dejar con sus familiares. Con Nayla fueron al norte y se reunieron con los soldados del Ejército de Belgrano. El General vio pelear a Juana Azurduy y a Nayla Gordillo quedando sorprendido por su bravura y lealtad a la causa americana. Belén Melo Cruz

Una gran historia. Sakura Garuno nació en julio de 1900, a los dieciocho años fue a la guerra donde mataron a su marido Sasuke. Ella corrió y mató al soldado que había terminado con la vida de Sasuke. Años después, Japón entra en Guerra. A Sakura le disparan y con la pierna herida se rindió para entrar en el grupo donde estaba Alemania, Japón e Italia para intervenir en los planes del grupo. En realidad la idea era trabajar a favor de los aliados, junto con Francia, Bélgica, Rusia, Holanda, Estados Unidos e Inglaterra. Sakura intervino y gracias a toda la organización y la lucha de los


aliados ganaron la Guerra. Ésto no impidió a los estadounidenses tirar dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.

Aramis Dominguez

Una gran mujer luchadora

Mariquita era una mujer luchadora, nació en la ciudad de Buenos Aires el 21 de octubre de 1795. Era una gran escritora y al ver que su pueblo había sido gobernado por los españoles y no podía decidir su destino hizo que las personas la ayudaran a rebelarse. Nunca se rindió, pegó pancartas en distintos lugares, publicidades, difundió información. En un periódico, que era muy famoso, haciéndose pasar por hombre escribió: - ¡Qué haya Libertad! Pero cuando los españoles se enteraron que Mariquita era la persona que escribía esas frases la condenaron a muerte.


Leonela

Una vida extraordinaria

En los años previos a la Revolución de Mayo nació una niña a la que llamaron Mercedes Sosa. Era de muy buen corazón, compartía todo lo que tenía, no insultaba a nadie y siempre trataba de ayudar, era muy querida. Cuando tenía veintitrés años murió su padre peleando contra los españoles. Desde ese momento, con el corazón hecho piedra y la sangre fría, comenzó su lucha contra el enemigo. Conoció a Juana Azurduy e integró junto a ella el ejército de liberación. Pasado un tiempo, conoció a Carlos y fueron novios. Pero la guerra se llevó sus vidas, como la de tantos otros.

Daniel Vargas



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