El hombre y la soledad en las tierras magallánicas

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desconganza f&ra contra el blanco. A med i d a que eirculaba por la isla la noticia de la crueldad, era mayor e l odio que brotaba d e ’ ems corazones obscuros Y condenados

la

prendi6 hasta qu6 punto era necesario conserval: no y a l a v d a , que eso‘era a1 &, lo 1 . 1 r. 1 1 humano, sin0 la conhanza de esos elementos nativos, cuya resistencia p cuya energia ellos conocian de sobra. La penetraci6n de la civilizaci6n en las regiones insondables o misteriosas’ d e - un territorio no se Lace sino a punta de asesinatcts y de violaciones estiipidas. No h a y sino recordar 10s episodios brutales y salvajes de la- colonizaci6n en Africa, especialmente en 1as regiones del sur. Pocas veces el blanco ha querido emplear otros sistemas para reducir a 10s que estimaba como ebestias nativaso El ona era un ser tranquilo, benivolo. Sin embargo, no pudo sobrevivir a la furia de 10s civilizadores. se les enseG a trabajar sino en la2 misiones salesianas 7 con utl sistemi, que por lo incompleto, di6 muy poco provecho. A*nadie ae ha culpadb particularmente d e estas

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No

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